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R • CON LICENCIA ECLESIASTICA • IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ • PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: ORDINARIA. BIENHECHOR PROTECTOR . . . ... ... 75 PTAS 100 € 500 . • DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 -1958 NUESTRA PORTADA (FOTO CABOt) SAN JOSÉ (Basílica de San Francisco, Palma).- ¡Cuántas peticiones, cuántas confidencias, cuántas triste* zas, cuántos besos se habrán derramado sobre esta her¬ mosísima joya escultórica de 1‘Adriá, que hasta hace poco solía estar colocada ante la verja de la capilla del Santo! A nosotros nos recuerda aquello de ‘Atended, San José los lamentos...*, con música de Torres, que cantábamos los días 19 de mes allá por ios años trece, catorce, quince, dieciséis. Es lamentable que el pueblo de Dios vaya ahora abandonando su inmovilismo en lo referente a la devoción a ios santos. lea en e«ste nümero: «Vivimos en tiempos difíciles para la Iglesia» 3 El primer «Premio de la Paz» a la Madre Teresa 4 Primer Centenario del Patrocinio de San José 6 La teología sobre San José ha reali¬ zado notables avances ... 9 El concordato . . ... 10 En torno al Concordato. ... 12 La poesía 13 Vivir (poesía) 13 Página literària 14 Un miracle de voluntat. ... 16 Juventud colérica 18 Nuestras misiones 20 Fisonomía de San Francisco . . 22 Sobran alimentos en el mundo . . 23 Página del terciario 24 Ciento treinta y un años atrás . . 26 Nuestra pequeña historia ... 27 Chistes 28 (FRENTE A W DIPUTACION)’PALMA CRECIMIENTOS ACELERADOS ÍNDICES DE CONSUMO ÍNFIMOS Honderos, 95 Teléfono 222072 PALMA DE MALLORCA « Jovsllanos, 2 y 4'PelaireB, 32 Tsléiono 223935 PALMA DE MALLORCA * ^ ♦ nHJKBliRS - DBClPRACIÓni - TAI>I€BRIA HIJOS DE JOSE LLABRES Sindicato, 26 al 32 - Tel. 221213 - PALMA DE MALLORCA TALLER DE TAPICERÍA l/tcente 4Iq tnánde’^ Especialidad en cortinajes, sillones gran confort, salones y muebles de encargo Arquitecto Reynés, 3 Teléfono 211451 PALMA DE MALLORCA 2 Editor iaí '^VIVIMOS EN TIEMPOS DIFICILES PARA LA IGLESIA^' La afirmación no es nuestra. Por eso la ponemos entrecomillada. La tomamos de una «declaración», aún reciente, del Colegio Episco¬ pal holandés. Pero no hace falta ir a buscar tan lejos. La frase, ex¬ presada con iguales o parecidos términos, se oye por todas partes. Y el hecho se palpa. Lo muestran las tensiones que existen aquí, allá o acullá. Remiten en un lugar, pero luego reaparecen, tal vez. con mayor violencia, en otro. Se critican con talante exacerbado las ac¬ tuales estructuras. Hasta se pugna por destruirlas. No pocos estruc¬ turan por cuenta propia. Organizan y desorganizan, levantan y aba¬ ten, contestan y profetizan a todo pasto. Se desprecia o no se hace ningún caso a la autoridad y ésta, tal vez por impotencia, se inhibe. Pero seamos ecuánimes. No todo el mal llega por un solo lado. También crean dificultades a la Iglesia, éstas, ciertamente menos apa¬ ratosas, menos sonadas, los remolones o los que se resisten abierta¬ mente a aceptar y cumplimentar, sólo por el hecho de ser nuevas, las disposiciones que prudentemente van dando las autoridades le¬ gítimas. Enfermos de esclerosis mental o de ceguera de espíritu, no se dan cuenta de que el mundo, que es un ser vivo, se mueve y avan¬ za, y se nos presenta ahora con unos condicionanúentos totalmente distintos de los de hace, no ya cincuenta, sino sólo veinte o quince años. Y, naturalmente, ya no sirven los sistemas de antes, han cadu¬ cado muchas de las tradicionales prácticas de vida religiosa, ya no son eficaces antiguas formas de apostolado. Y hay que emplear nue¬ vas tácticas, ensayar nuevos métodos en el trabajo pastoral para tra¬ tar de contener la riada de los que se van apartando de la fe y de la vida de la Iglesia. No; ni lo uno ni lo otro. No a la desobediencia, al progreso anár¬ quico; no a la mediocridad, o nulidad, de tantos profetas, sociólogos, teólogos, exegetas y moralistas que últimamente han invadido, como una plaga, la viña del Señor. Pero igualmente no a la pereza inmovilista, al estancamiento infecundo, a las aguas muertas que ya no remueve el soplo del Espíritu Santo. Equilibrio, moderación —palabras que hoy irritan a muchos—, obediencia a la ley, al mandato de los que han sido puestos para el gobierno y dirección del pueblo de Dios. No todos jefes. También súbditos. Pero todos miembros, unidos por el amor, de un misnto cuerpo cuya cabeza es Cristo. 3 MADRE TERESA 4 EL PRIMER «PREMIO DE LA PAZ» A LA MADRE TERESA Nos ha alegrado inmensamente la no¬ ticia de que el primer «PREMIO DE LA PAZ», fundado por el Papa Juan XXIII y otorgado ahora por primera vez —es trienal—, haya sido concedido a la cono¬ cidísima Madre Teresa, que los indianos gustan de llamar «la santa de Calcuta». La ceremonia de entrega de dicho pre¬ mio a Sor Teresa, efectuada por el mis¬ mo Santo Padre Pablo IV, resultó solem¬ nísima. Cardenales, Obispos y altas per¬ sonalidades llenaban la gran sala del Vaticano. Las miradas de todos se cen¬ traban sobre aquella humildísima religio¬ sa vestida de blanco, que tanto bien ha hecho y está haciendo en India. Ella pa¬ recía no estar allí sino con el cuerpo. Es¬ taba pensando ya en la soñada realidad que el premio hará posible, la construc¬ ción de un pueblo con 250 casitas para leprosos. No repetimos lo que ya en otra ocasión dijimos sobre la gran bienhe¬ chora de todos los necesitados a quie¬ nes le es posible llegar. Y su caridad ina¬ gotable le da alas para llegar a lo invero¬ símil. En el solemne acto de entrega del pri¬ mer «PREMIO DE LA PAZ» a la Madre Teresa, dijo el Santo Padre; «Desde hace 20 años en los caminos de India, está cumpliendo una maravillo¬ sa misión de amor en favor de los lepro¬ sos, de los ancianos y de los niños aban¬ donados Este Premio quiere ser un tes¬ timonio público de su apostolado de ca¬ ridad que, no limitado a los deshereda¬ dos de India, se extiende ya a tres conti¬ nentes, llegando por invitación del Car¬ denal Vicario, a la periferia de Roma, y movilizando así un ejército inmenso de fuerzas vivas al servicio del mundo del dolor. Señalamos a la admiración de to¬ dos a esta intrépida mensajera del amor de Cristo, a fin de que con su ejemplo crezca el número de aquellos que se en¬ tregan en favor de los hermanos y se con¬ solide siempre más en el mundo el sen¬ tido de la solaridad y de la fraternidad humana». (3 enero 1971). A esta religiosa regaló su coche blanco el mismo Pontífice en su viaje a India, coche que la Madre Teresa se apresuró a subastar para convertir lo recaudado en ayuda a los menesterosos. Sor Teresa es ya legión... Atraídas por el sublime ejemplo de su caridad, cente¬ nares de jóvenes indianas visten hoy su hábito blanco. La Congregación fundada por Sor Teresa trabaja ya en tres conti¬ nentes, y sus hijas son un poema de amor cristiano, práctico, al servicio de todos los menesterosos: niños sin hogar, hambrientos, leprosos, moribundos... Só¬ lo en Calcuta, cuando visitamos aquella ciudad en 1963, tenía la Congregación 60 casas. No se me borrará jamás la impresión que me produjo la visita que hice a Sor Teresa, en Nueva Delhi, aquel mismo año. La simplicidad de aquella santa religio¬ sa, aquella pobre casita llena de niños pobres que la llamaban madre, la sonri¬ sa alegre de aquellas religiosas abnega¬ das, todo, todo fue un profundo impacto en nuestro espíritu. Como ya dijimos, la Madre Teresa es una colaboradora de nuestra Misión de India. Ha levantado un convento junto a la casa del Obispo, Monseñor McGarry, T. O. R., en Bhagalpur. El Comisario de la Misión nos decía en una carta, que el Obispo, él y las monjitas de la Madre Teresa habían hecho un viaje largo y di¬ fícil «a través de ríos, valles y selvas, a un pueblo casi inaccesible». En medio de tantas gestiones, de tan¬ ta reunión y de tantos viajes de políti¬ cos en favor de la paz, es altamente alec¬ cionador el hecho de que el Premio de la Paz, después de maduro examen de la Junta Pontificia de dicho Premio, haya sido concedido a una pobre religiosa que ha tomado en serio el Evangelio. P. Bartolomé Nicolau, T. O. ft, r ^ «La prensa católica ha de florecer. Quisiéramos que su voz fuese más fuerte». (PABLO VI) ^ ) 5 PRIMER CENTENARIO DEL PATROCIÍNIO DE SAN JOSE ORO VXRJQ Y JOSE, ESPOSO DE MARIA ...¿Quién duda, pues, sino que siendo tan importante la igualdad en el ma¬ trimonio, y aviéndola Dios procurado tanto entre Adam y Eva, no permitiria que faltasse entre Joseph y María? Y si esto es así, como realmente lo es, ¿qué ma¬ yor alabança puede aver para san Joseph, que poder dezir con verdad, que tubo algún género de igualdad con la Virgen? Pues sin duda es cierto que la tubo, en el sentido que declaramos aora. La Virgen fue del linage Real de David, y Joseph fue del mismo linage, como arriba provamos, y assí digo, que si no pudo dezir como Adam, esta es carne de mi carne, y huesso de mi huesso, en el sentido que Adam lo dixo: a lo menos pudo dezir con verdad, que la Virgen era de su carne y sangre, pues con estos dos nombres se significa la parentela, y los deudos se suelen llamar consanguíneos, porque participan de una misma carne y sangre. La Virgen no era muy rica de bienes temporales, ni Joseph tampoco; aunque si es verdad lo que dize Séneca, que no es rico el que tiene mucho, sino el que está contento con lo que tiene; bien podemos dezir, que fueron entrambos los más ricos que ha tenido el mundo, porque ninguno ubo jamás, que aya estado tan contento con sus riquezas, como ellos con la pobreza que tenían. Aunque no fue muy poco lo que tubieron, pues bastó para sustentar honradamente su casa y familia, y en ella al Rey de los Reyes, al Señor de los Angeles, y al Emperador de los cielos. De más desto, ella era hermosíssima y discretíssima entre todas las mugeres. Tanto que pudo dezir della el santo Joseph: «La ventaja que haze el lirio a las espinas en la hermosura, essa haze mi amada a todas las hijas de Adam». Y el era hermosíssimo y discretíssimo, como arriba provamos, y pudo la Virgen decir dél con verdad: «La ventaja que haze el mançano, a todos los ár¬ boles silvestres infructíferos, essa haze mi esposo en discreción y hermosura a los demás hombres del mundo» En la edad ella era muy moza; porque no tenía más de catorze años: y él no era viejo, aunque le pintan tal, para significar la madureza y canas que tenía en el sesso; según aquello que dize el Espíritu San¬ to: «Las canas del hombre no se han de mirar tanto en la barba como en los sentidos; y la verdadera vejez consiste en la vida inculpable». En este sentido fue vejíssimo el santo Joseph, porque ningún hombre tubo más madureza, ni vida más irreprehensible y honesta. Y para significar esto lo pintan tan cargado de canas. Lo que yo creo es, y lo tienen algunos por más provable, que sería de edad de quarenta años poco más o menos: porque esta edad es ya algo madura, y acomodada para los trabajos, que se avían de ofrecer a la Virgen... Fray Diego MURILLO, Vida y excelencias de la Madre de Dios, año 1610. 6 ORO NXTRVO EL SECRETO (Fragmentos), La humildad... y el secreto. ¿Por qué el secreto? ¿Por qué María «guardaba esas cosas en su corazón»? Sobre todo, ¿por qué no se lo reveló a José, el car¬ pintero, con el que ya estaba desposada?... No le había dicho el Angel a María que contara el prodigio. Prodigios de esta clase llevan implícito en sí como un pudor y una reserva. Nunca fue fácil tam¬ poco conseguir de los santos que relataran sus favores. Siempre había de me¬ diar un mandato de obediencia. Todo esto no podemos acaso entenderlo del to¬ do bien desde nuestra civilización esencialmente publicitaria. Ya no podemos entender del todo, ni siquiera en el orden humano, aquella dimensión de herme¬ tismo que la ciencia tuvo siempre en Egipto, en China o en los laboratorios me¬ dievales. Estaba reservada a nuestra civilización esta confianza que Lorenzo del Vasto llamó «criminal imbecilidad» y que ha abierto a todos la caja de Pandora, el secreto atómico... Dios administra, en la Escritura, con otra prudencia, sus secretos. Desde aquel día, pues, en la casa humilde de Nazaret había como un explo¬ sivo, espiritual y confidencial, colocado bajo el suelo. Porque José estaba desposado con María y sabía que no había tenido acceso a ella. Sabía que tenía voto de virginidad: con la pesada y voluminosa conside¬ ración que en aquella atmósfera de «teocracia» poseía un «voto», o sea un pacto directo y específico con el Señor. Las señales de una gravidez en María debieron, pues, crear una atmósfera extraña, tensa, en la casa de Nazaret. La sobria declaración de Mateo: «José su marido, como era justo y no podía infamarla, andaba con la idea de abandonarla secretamente», se ha prestado a muchas lecturas distintas y muchos alcances. Nuestros clásicos españoles tejie¬ ron, con deliciosa ingenuidad, casi una comedia de intriga y celos al modo cal¬ deroniano con esta desconcertante situación. «Afligido está José - de ver su es¬ posa preñada», dice Lope de Vega. Donde dice José, podía decir don Pedro o don Gonzalo, como en cualquiera de sus dramas. Otros, en cambio, se escapan por la evasiva, a lo que la iconografía ha dado tanto pábulo, de fabricar un San José, viejo, de barba blanca, que se introduce en la acción evangélica como una es¬ pecie de «tutor» resignado y desconcertado. En todo esto, por un lado o por otro, se ve al pueblo cristiano atónito frente a la difícil situación; sin saber por dónde salir ante aquel juego de secretos y reservas, en el que todos guardaban algo en el corazón. A mí personalmente no me atrae demasiado esa lectura «blanca» del Evan¬ gelio, que esquiva demasiado toda sombra humana. Como tampoco me gusta esa lectura «tremendista» que exagera contrastes: y trata de hacer demasiado pobre la pobreza de Nazaret o demasiado sucio el establo de Belén. Me gusta la lectura llana que pasa por la vía media con ese tranquilo reposo que tiene el Evange¬ lio mismo. 7 Pero en esta caso particular de los celos y el desconcierto de José, yo creo que hay que resolverlo por una solución de alto nivel valientemente encarada hacia la luminosidad y la perfección. Hay que introducir a San José en escena, desde el primer momento, como un varón maduro, probablemente gallardo y viril. No hay que quitar a su amor por María ni una pulgada del perfecto y ple¬ no amor de un esposo. Pero hay que sublimar ese amor en una decidida altura de plenitud espiritual. Hay que tener en cuenta que José se desposó con María conociendo su voto de virginidad. Lo normal en Israel era la sobrevaloración de la fecundidad, propia de un pueblo que vivía en constante apertura de expec¬ tación. Las metáforas agrícolas de la vid y los retoños y los pimpollos, halagan constantemente en la Escritura la idea de generación y prole. Sin embargo, no hay que creer que la virginidad fuera —como alguno ha pensado— menospre¬ ciada. Era, sí, reverenciada con muchos más caracteres de excepcionalidad y asombro que entre nosotros, cristianos, familiarizados con la idea del celibato sacerdotal o la ñgura del fraile y de la monja. Sólo las vírgenes podían acom¬ pañar con timbales el arca de la Alianza. Figuras de célibes venerados cruzan la Escritura, desde Elias y Jeremías hasta los dos Juanes, Bautista y Evangelis¬ ta. Los recientes manuscritos del Mar Muerto perñlan más los datos que ya se tenían sobre la congregación religiosa de los «esenios», que practicaba el celi¬ bato y se parecía bastante a un convento actual. Estamos, pues, ante una vene¬ ración; pero también ante una radical excepcionalidad. Esto nos lleva a acumu¬ lar, sin miedo de amable literatura, pinceladas de luz sobre aquel fuerte varón, José, que había entrado voluntariamente, al aceptar el voto de María, en aquel juego luminoso de excepcionalidades, de posiciones extraordinarias. Desde esa premisa la lógica exige no confundir demasiado la perplejidad de José con ningún radicalismo de recelo calderoniano. Pensó abandonar a María seguramente; pero lo pensó como se aparta uno asustado de lo inexplicable. José se echaba a un lado para dejar paso a la Maravilla. Para dejar paso —quizá sin comprenderlo del todo— a Dios... Y el Señor desató la difícil intriga dramática, con un tajo de luz: reempren¬ diendo otra vez plenamente el estilo teocrático y viejo-testamentario. Otro Angel. Otra segunda anunciación. Ahora a José: «No tengas recelo en recibir a María, tu esposa, en tu casa, porque lo que ha concebido es obra del Espíritu Santo». Así son de claros y terminantes los misterios de Dios. Así, de pronto, en un par de saltos, los carboneros sobrepasan a los sabios y doctores. Desde aquel instante debió producirse en la casita de Nazaret como una explosión de luz. Todo fue claridad y confianza. María revelaría su secreto. José, el suyo. Y como eran los días en que se llegaba al sexto mes, y el «sexto mes» bajo las túnicas hebreas era más denunciador y rotundo que bajo modernos vestidos artificiosos, María sintió en sí ese derramamiento hacia afuera que es la maternidad. Y salió —dice S. Lucas— hacia la montaña, aceleradamente, a vi¬ sitar a su prima Isabel. «Aceleradamente»... ¿No iba a salir con prisa, con ur¬ gencia, con alboroto casi, si por primera vez su corazón que tanto venía guar¬ dando, iba a ejercitarse en su ancho oficio de dar, de rebosar y de entregarse? José María PEMAN 8 LA TEOLOGIA SOBRE SAN JOSE HA REALIZADO NOTABLES AVANCES Como comunicábamos en nuestro nú¬ mero pasado, se está celebrando ahora el primer centenario de la proclamación de San José como patrón de la Iglesia universal, proclamación que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1870, por voluntad del Papa Pío IX. Decíamos también que, con motivo del centenario, se habían reu¬ nido en Roma (del 29 de noviembre al 8 de diciembre, 1970), en un gran Sim¬ posio internacional, los más eminentes josefólogos de todo el mundo. El tema de estudio fue el siguiente: «San José du¬ rante los quince primeros siglos de la Iglesia». No le faltó al mencionado Simposio la bendición del Santo Padre transmitida por medio de una interesante carta del Cardenal-Secretario de Estado. Después de felicitar y de alentar a los organiza¬ dores de aquella reunión internacional, y de recordar que después de la inser¬ ción del nombre de San José en el canon romano por Juan XXIII, no parece ser necesaria una nueva intervención de la Santa Sede en favor del culto de San José, continúa así aquel importante do¬ cumento: «Es necesario reconocer: no sin un se¬ creto designio de la Providencia, en una época muy avanzada, la Iglesia ha toma¬ do, con una cierta amplitud, conciencia clara de la dignidad y de la eminente santidad de San José, esposo virginal de María y padre putativo de Jesucristo. Su culto, que apareció en Oriente, se ha ex¬ tendido lentamente en Occidente hacia el siglo IX, de forma principalmente priva¬ da. En cuanto a la doctrina, aunque no falten, incluso en la antigüedad, padres y escritores eclesiásticos que han habla¬ do de San José con una gran veneración, ninguno de ellos parece haber consagra¬ do un sermón o algún tratado especial, al que el Evangelio presenta como «varón de María», «justo», padre de Cristo, no solamente putativo y nutricio, sino tam¬ bién legal, sin ser, no obstante, padre en sentido natural y pleno de la palabra, toda vez que Jesús ha nacido de María, concebido por el Espíritu Santo. Es al gran doctor mariano, San Ber¬ nardo de Claraval, al que se le puede re¬ conocer el mérito de haber sido un pre¬ cursor en este terreno, para celebrar las alabanzas del casto y fidelísimo esposo de María. A lo largo de los siglos, su ejemplo fue seguido, de forma siempre creciente, por otros ilustres escritores y santos, entre los cuales se pueden citar Pedro d’Ailly, Juan Gerson, San Bernar¬ dino de Siena, O. P. M., Isidoro de Isolani, O. P. Es altamente consolador comprobar que en nuestra época, tras la proclama¬ ción de San José, como patrón de la Iglesia universal, después de la publica¬ ción de la encíclica «Quamquam pluries» del 15 de agosto de 1889, por la cual León XIII ilustraba ampliamente los funda¬ mentos teológicos del patrocinio de San José; y, finalmente, tras el desarrollo de los estudios mariológicos, la teología so¬ bre San José ha realizado notables avan¬ ces, tanto bajo el punto de vista histó¬ rico como especulativo, según se puede ver concretamente en publicaciones ta¬ les como «Estudios Josefinos» y los «Cua¬ dernos de Josefología». La investigación ha estudiado ,en efecto, los principales aspectos de la persona y de la misión de San José. La naturaleza de su matrimo¬ nio con María y de su paternidad en re¬ lación a Jesús; su participación en la gracia de la unión hipostática; su presen¬ cia en el misterio de la Encarnación y del Nacimiento del Divino Salvador; su fisonomía moral y su eminente san¬ tidad; su íntima colaboración en la his¬ toria de la salvación; la universalidad y la eficacia de su patrocino en favor del Cuerpo Místico; el ejemplo de este obre¬ ro de Nazaret, lleno de grandeza en su humildad, en relación al mundo de los trabajadores cristianos; el deber y la uti¬ lidad de dar culto especial a aquel que, entre todos los hombres, fue el más cer¬ cano a Jesús Redentor y a su Santísima Madre, no solamente compartiendo su vi¬ da, sus alegrías y sus dolores, sino imi¬ tando fielmente los sublimes ejemplos de virtud dados por el Divino Niño, del que se ha dicho, en Nazaret: «Crecía en sa¬ biduría, en edad y gracia delante de Dios y delante de los hombres...». 9 EL CONCORDATO Produce cierta perplejidad la lectura de los comentarios que la prensa perió¬ dica dedica al futuro concordato, de los que puede deducirse la existencia de al¬ gún confusionismo e imprecisión de con¬ ceptos en esta cuestión. Hay quienes pa¬ rece que reducen la significación del con¬ cordato a la existencia de un fuero es¬ pecial para los clérigos, ya que contra¬ ponen el derecho común al régimen con¬ cordatario. Para otros se trata de algo así como el estatuto de la confesionali- dad del Estado, olvidando que la Iglesia también celebra concordatos con los paí¬ ses infieles. Las relaciones entre el Estado y la Igle¬ sia constituyen un problema muy com¬ plejo y a veces espinoso, en relación a que las dos sociedades se desenvuelven en el mismo territorio y están forma¬ das por individuos de entrambas depen¬ dencias. Se trata de dos sociedades per¬ fectas y soberanas, que tienen súbditos comunes y cuyas facultades por alguna razón pueden recaer sobre materias co¬ munes o que presenten algún punto de contacto. Claro está que estas dos socie¬ dades soberanas persiguen fines total¬ mente distintos: al Estado le incumbe alcanzar el bienestar y progreso en el orden temporal, y a la Iglesia propor¬ cionar en la tierra la vida de la gracia para alcanzar el hombre su último fin en la otra vida. Existe una zona puramente espiritual, como lo que concierne al dog¬ ma y a la administración de los sacra¬ mentos; y otra exclusivamente temporal, como las obras públicas, la higiene o la defensa nacional. Pero entre estas dos es¬ feras de acción hay otra que comprende materias mixtas, en las que lo temporal y lo espiritual aparece inseparable y con¬ fundido. Por ejemplo, lo que se refiere al matrimonio y a las propiedades eclesiás¬ ticas o cualesquiera otros medios eco¬ nómicos que necesita la Iglesia para su subsistencia. Cuando existe la deseable armonía entre las dos potestades, el po¬ der civil reconoce la soberanía de la Iglesia en las cosas genuinamente espi¬ rituales y se pone de acuerdo con ella para regular las mixtas. Estos acuerdos o convenciones reciben el nombre de con¬ cordatos y se negocian entre los dos po¬ deres de manera semejante a los acuer¬ dos o pactos internacionales, aunque no pueden asimilarse en absoluto porque no se trata de dos Sociedades iguales, sino que son perfectas y supremas en diverso orden. Para que sea obligatorio, el concorda¬ to tiene que ser aprobado por el Papa, en quien reside la suprema potestad le¬ gislativa de la Iglesia; y por parte del poder civil, debe ser sometido al órga¬ no legislativo para que, juntamente con el Jefe del Estado, le conceda fuerza de ley, de acuerdo con el régimen vigente en cada país. Su forma es la de un tra¬ tado internacional que el Sumo Pontí¬ fice ratifica por medio de una bula, mien¬ tras que el Gobierno de la nación con¬ tratante hace lo mismo con los requisi¬ tos de costumbre. De la naturaleza de pacto bilateral arranca la obligación de la observancia Sobre 2 tabletas — P. V. P. 1'90 Ptas. Caja 10 » — P V. P. 9'80 Ptai 10 del concordato como exigencia de la jus¬ ticia conmutativa, y su misma asimila¬ ción a los tratados entre naciones hace que le sea aplicable la cláusula rebus sic stantibus, que se entiende implícita en todas las estipulaciones internacionales cuando las circunstancias varíen radical¬ mente. Por esto se han sucedido esta cla¬ se de acuerdos y han sufrido modifica¬ ciones a fin de acomodarlos a las nece¬ sidades de las distintas épocas históri¬ cas. El concordato de 1737, entre Cle¬ mente XII y el rey de España Felipe V, fue substituido por el de 1753 entre el Pa¬ pa Benedicto XIV y Fernando VI. Sigue a éste el de 1851 entre Pío IX e Isa¬ bel II, con el convenio adicional de 1859, que tuviveron larga vigencia, hasta que fueron unilateralmente derogados por un gobierno sectario. Restablecida la paz en España, hay que registrar el con¬ venio de 1941 para el ejercicio del privi¬ legio de presentación, el de 1946 para la provisión de beneficios no consistoriales, seguido del convenio sobre seminarios y universidades de estudios eclesiásticos y del motu proprio de Pío XII restable¬ ciendo el Tribunal de la Rota de la Nun¬ ciatura y finalmente el concordato vigen¬ te de 1953, que ahora se trata de refor¬ mar. Rechazar los concordatos como fuente de derecho en las relaciones entre la Iglesia y el Estado sería dejar a la Igle¬ sia a merced de los poderes civiles e ini¬ ciar el camino de regreso a las catacum¬ bas. Jaime Salvá Riera DIRIGENTE SEGLAR FRANCISCANO: ¿Te has suscrito ya a «FRATERNIDAD»? I Es la revista nacional escrita para ti. 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Y la Igle¬ sia podría cumplir perfectamente su mi¬ sión, ya que es su deber «predicar la fe y enseñar la doctrina social, ejercer sin obstáculos su misión entre los hombres y dar su juicio moral, incluso sobre co¬ sas que se refieren al orden político, cuando esto venga exigido por los dere¬ chos fundamentales de las personas o la salvación de las almas». (G.S. 77). Nuevo Concordato Episcopal Española, previo acuerdo con la misma. Un detalle importante es que desaparece en el nuevo texto el motivo de la desamortización como justifican¬ te de la entrega de dicha cantidad. Las iglesias, residencias de obispos, locales de la Curia, casas de las órdenes y cole¬ gios religiosos benéficos gozarán de exen¬ ción de impuestos. La enseñanza estatal será católica, sin perjuicio de la libertad civil en materia religiosas. Se reconoce que podrán no cur¬ sar religión los hijos de los no católicos. El Estado cuidará de que en los medios de difusión, especialmente radio y tele¬ visión, se exponga y defienda la verdad religiosa. Encontramos bastantes puntos confu¬ sos y que se pueden prestar a lamenta¬ bles equívocos. Sobre todo cuando se mezcla lo político con lo religioso, ya que todo ello depende de los particulares jui¬ cios de las personas. Admite que las Aso¬ ciaciones de la Acción Católica Española podrán desarrollar libremente su aposto¬ lado, añadiendo «fuera de toda agrupa¬ ción política...». Pero, de hecho, habrá en España Con¬ cordato. Y, al parecer, con unos cambios respecto al anterior realmente notables. Desaparece el privilegio llamado del «fue¬ ro», según el cual los clérigos o religio¬ sos no podían ser juzgados por los tri¬ bunales civiles. Desaparece, igualmente, la inviolabilidad de los lugares de culto, ya que se habla solamente de aviso pre¬ vio a la autoridad que incluso no será necesario en caso de necesidad. Con referencia al importantísimo pun¬ to del nombramiento de los obispos se dice que «es competencia de la santa Se¬ de», y el derecho de presentación que has¬ ta ahora tenía el Estado Español, queda en una obligación de la Santa Sede de co¬ municar al Gobierno el nombre de la persona elegida, para conocer si existen objeciones de orden político en contra de la misma. La dotación que a título de indemniza¬ ción por las pasadas desarmortizaciones de bienes eclesiásticos y como contribu¬ ción a la obra de la Iglesia en favor de la nación, le asignaba al clero, será en¬ tregada globalmente a la Conferencia Dificultades Naturalmente, el tema de laprenotificación de los obispos ha llamado pro¬ fundamente la atención. Se teme que ese cambio de la presentación por la preno¬ tificación no deja suficiente claridad pa¬ ra que se cumpla la importante norma conciliar de la plena libertad de la Igle¬ sia en el nombramiento de sus pastores. Si se refiere a una mera cortesía por par¬ te de la Iglesia, ya sería otra cosa, pero dicha cortesía nos suena a algo raro. Resulta peligroso que una solución de¬ finitiva coarte una posible evolución de un proyecto que se nos va quedando pa¬ sado aún antes de entrar en vigor. De hecho, medios próximos al Episcopado dan a entender que entre los obispos hay desorientación y descontento porque el texto del anteproyecto del Concordato enviado por la Santa Sede a la Conferen¬ cia Episcopal Española para su estudio ya no corresponde al estado actual de las negociaciones. Podríamos decir con un joven obispo español que hacer ahora un nuevo Concordato es como tender un 12 puente entre dos orillas movedizas, en las que la base no es firme. No resulta suficientemente clara la pos¬ tura con relación a la ayuda económica. Tendría que quedar más claro el sentido de la ayuda que no es otra que compen¬ sar el esfuerzo por la contribución de personas e instituciones de la Iglesia al bien común. Existe el peligro, al recibir la Conferencia Episcopal el dinero, que gaste mucho dinero en organismos cen¬ trales, viajes, campañas, montajes espec¬ taculares, en detrimento de la imagen pobre que se busca de la Iglesia Soluciones El ideal que se debe buscar es una amistosa separación entre la Iglesia y el Estado. Para clarificarse —según opinión del profesor Amadeo de Puenmayor— al máximo la respectiva autonomía debe¬ rían adoptarse dos criterios supremos, congruentes entre sí: «desclerizar» el Es¬ tado y «despolitizar» a la Iglesia. Sin que ello signifique negar a la Iglesia su fa¬ cultad de emitir, cuantas veces lo estime oportuno, juicios morales sobre cuestio¬ nes de orden temporal. Debe admitirse el matrimonio civil fa¬ cultativo, juntamente con otros derechos evidentes de la persona humana, según sus particulares creencias. La Iglesia y el Estado son dos socie¬ dades perfectas, cada uno en su campo. Si bien hay puntos que se presentan a confusión y que no quedan aclarados con el anteproyecto que venimos comen¬ tando. En algunos puntos continúa pre¬ sente la ambigüedad: pueden aparecer como privilegios los que son derechos naturales de la persona o expresiones normales del derecho de asociación. Así, el reconocimiento de la personalidad ju¬ rídica de la Iglesia católica y de todas las instituciones y asociaciones religiosas que podrán libremente reunirse y actuar en la esfera de su propia competencia. Se toma como privilegio el que el Estado contribuya a la obra de la Iglesia a favor del bien común, cuando sería deseable que estas asmdas alcanzaran a todas las demás personas e instituciones que tra¬ bajan igualmente para la promoción hu¬ mana, sean públicas o privadas. En definitiva, creemos que este ante¬ proyecto dista mucho del ideal que nos hemos labrado todos cuando soñamos por una acertada libertad de todos aque¬ llos que luchan por la paz y el bien de la humanidad. LA POESIA Eres, por lo escondida y transparente cpie estás en cada ser y cada cosa, como la fuente, sí, como la fuente que aunque escondida fluye y es hermosa. Pero también estás tan evidente que la evidencia te hace misteriosa. Y eres densa y te muestras como ausente, como la rosa, sí, como la rosa. Como una y otra simultáneamente, para guardar tu esencia milagrosa te vuelves una, siempre diferente. Y cuando el alma llega codiciosa te das en rosa si te busca en fuente, te das en fuente si te busca en rosa. JORGE VOCOS LESCANO VIVIR Vivir se llama lunes en mi frente. La ciudad de mi vida es muy pequeña. Se edificó hace tiempo. Era risueña, inclinada hacia el mal, ligeramente. Triste es vivir. Es triste y es frecuente. La alegría no atiende a nuestra seña, y el corazón, desde su lunes, sueña un domingo azulado y transparente. Larga es. Señor, es larga tu semana. Mi habitación es honda y es oscura, y los días, cadenas y cerrojos. Pero la muerte, en forma de ventana, me deja ver al fondo tu hermosura, el único domingo de mis ojos. JAVIER DE BENGOECHEA 13 PA GINA A MA DOLÇA GERTRUDIS IN MEMORIAM I La nit és dolça en la ciutat dormida, per lluna setembrina il·luminada. Quin silenci! Ni es sent d’home petjada ni el vol de Vau nocturna esfereida. La malalta sospira adolorida com un ángel en pena, resignada... Jo recull sos sospirs: és ma estimada que es prepara pel pas a Valtra vida. Per qui sofreix la nit passa tardana, esperant millorança a Vauba pura; mes ella no la troba en lo nou dia. S’acosta un toc tendríssim de campana: la malalta és feliç amb la dolçura que infon el Pa dels Forts, l’Eucaristia! II Ben hages tu, carissima cunyada: ton bon ésser, costums, gest i figura me serven fresca la memòria pura d’aquella de tots dos tan estimada. Mos infants a ta falda regalada s’adormen amb gentil veciadura; i en ton bell nom hi troben la dolçura que els falta de sa mare malguanyada. Ben hages tu, que et mostres amorosa a mon gran sentiment, i mai gelosa de la trista enyorança del cor buid. Si vols, bé et correspon ser reina i mare d’aquesta pobra llar on sura encara un místic volateig de l’àngel fuit. 14 VIGILIA DE FESTA Finiren les completes solfejadcs: s’encenen a defora els foguerons. Les llums del gran altar són apagades; fumegen pels daurats els cremaions. Sols quatre ombres devotes són quedades, cercant la benaurança dels perdons. Suren olors d’encens i flors gebrades dins la dèbil claror dels llantions. 1 mentre al carrer les alimares flamegen amb la fe de nostres pares, resta el temple desert, silenciós. Brilla un llambreig suau dins la foscura: són els ulls de Maria que amb dolçura somriu amb el seu poble venturós. T ERÀRI L‘ESCOLÀ (Fragment) Jo som feliç! Les claus del santuari estan en poder meu. Feliç d’obrir les portes a diari del temple de mon Déu. Dematinet, quan se vesteix l’aubada de vermellors de sol, i les flors es desperten en la prada i canta el rossinyol, som el primer que, tot baixant la testa, ador el Rei diví. Alateig d’àngels de nocturna festa me sembla encara oir... «Cessau angèlics cants —Jesús exclama quan jo som al portal—, que vénen ja els amics que mon cor ama al convit matinal». Jo les campanes toc que desxondeixen els adormits mortals: ((Veniu, veniu a missa», repeteixen amb veus sacramentals. Tres voltes cada jorn sa llengua dura regala poesia, i lo cel i la terra, tot s’atura per saludar Maria. La llàntia atii, curós, en l’ombra obaga, de vostre altar. Senyor. AH, que en mon pobre cor sovint s’apaga el foc de vostre amor! Enardiu Vesperit com cada dia jo espavil el llum d’or; Voli que hi pos, imatge vera sia de gràcia dins mon cor. /Quin lloc més bell, més sant, més respectable que el temple de mon Déu? Atri és del cel, estatge sempre amable, palau de l’amor seu. Oh, quin goig al posar llums i flors belles endiumenjant l’altar! De llorer i de murta les capelles me plau molt enramar... Mes, ai! tremol quan toc coses sagrades del servei del Senyor: un sant respecte atura les besades de mon rústic amor. Jo puig al tabernacle de l’Altíssim on crema el foc sagrat, per servir el Sacrifici excels, santíssim, de son Fill humanat! Estarien els àngels ben gojosos de poder-me ajudar, i alçar núvols d’aromes olorosos com jo, davant Voltar... Miquel DURAN (1866-1953) 15 UN MIRACLE DE VOLUNTAT MIQUEL DURAN SAURINA Miquel Duran! Però pels qui convivíem amb ell, a Inca, fou sempre, més entranyablement. Mestre Miquel Duran. I és aquest un nom que deu esser pronunciat amb respecte, que és me¬ reixedor d’esser recordat amb amor i amb agraïment. Ara que, tal volta perquè escassegen els autèntics, el mot miracle s’aplica sovint a fets gairebé vulgars,, no pot estranyar que nosaltites parlem, més raonablement, del miracle que fou Mestre Miquel Duran: un vertader prodigi de volimtat i perseverança, d’incommovible aferrament als seus nobles ideals, de santa tossuderia, diríem, si ens fos permès lligar dos termes una mica antitètics, que es repel.leixen mútuament. Venint de no-res i solament a força de perseverant voluntad, el nostre gran inquer s’obrí camí dins la vida, s’hi creà un lloc eminent i es guanyà bona anomenada dins la seva estimada ciutat i dins tota Mallorca. Tot el llarg temps que visqué no fou conegut a Inca cap moviment de re¬ novació catòlica, política o social, cap inquietud o activitat cultural o artística que no tengués Mestre Miquel Duran com a iniciador, creador o encoratjador. Jovenot encara, deixa «el ferromental de fusteria» i posa una petita impremta i una llibre¬ ria (es féu famosa l’adreça; «Duran, Murta —el carrer—, Inca», que nosaltres en aquell temps, festivament, pronunciàvem i interpretàvem així: Duran murta a Inca), on ell, Mestre Miquel, ho feia tot, ho era tot: caixista, maquinista i dependent. Esdevengué, doncs, home de lletres: palpava i componia lletres amh les mans, i amb ajuda del suc del seu cervell fundava, redacta¬ va i imprimia periòdics, editava fulles i llibres i... feia poesies! Es aquest darrer caire, el de Miquel Duran poeta, que volem retreure més especialment en el nostre eomentari. L’obra poètica del literat d’Inca està arreplegada dins el seu llibre Flors de roella, editat per ell mateix (Inca, 1922). Si es té en compte que l’aiutor no morí fins a 1953, trenta-xm any després de l’edíció del llibre, i que en aquest lapse no interrompé mai de tot el xerroteig amb la musa de les seves amors (reeordam que fins i tot va aconseguir qualque Premi o Accessit a Jocs Florals o Certamen que hi hagué a Mallorca en aquest entremig), es compren¬ drà que aquell aplec de poesies no representi la seva obra completa. Creim,. no obstant, que en ell s’hi troha, quantitativament, la part més important i, qualitativament, les composicions més interessants, llecoroses i reeixides que brollaren de la ploma del poeta. Algunes d’elles ja havien estat guardonades en concurs. El llibre de poesies de Miquel Duran tengué un prologuista excepcional, Miquel Ferrà, el 16 poeta amic personal del poeta inquer. Es un pròleg exquisit. L’elogi hi és sense regateig, però el prologuista, honestament, no oculta les limitacions del nostre literat. Perquè Miquel Duran, diguem-ho sense volteres, és un poeta menor. Seriem més exactes dient, paradoxalment, que és un gran poeta menor. Aquí té aplicació allò que escrivíem en el comentari del mes passat sobre valors relatius. Miquel Duran fou un simple autodidacte i, com ja ho hem dit més amunt, sola¬ ment gràcies a la seva ferrenya voluntat pogué ascendir al punt on el contemplara. El prologuista ens dirà encertadament que, encara que les poesies del llibre porten l’encuny dels gran poetes de la Renaixença, no obstant, ccl’autor té cosa més bé de glosador mallorquí ben raçat i autèntic en qui, per obra de l’estre poètic i d’un sobri refinament, s’íeleven, com en la cançó popular, a veritables gràcies literàries l’enginy feliç i la gentilesa espontània». Comprovau vosaltres mateixos aquesta afirmació llegint, per exemple, la poesia «Despedida» on s’hi troben quartetes tan ben a vengudes, que pareixen extretes del nostre cançoner. Vejau-ne una: Per desig d’uns mesquins béns no em vols donar tu esperança, i fas com que fer mudança; però de bo no la sents. El mateix autor del pròleg, emperò, constata també, en el llibre, composipions de desigual valor i, qualque vegada, la mà ingènua i insegura del poeta o el recurs al tòpic. La ingenuïtat o inseguritat es manifesta, segons nosaltres, en l’admissió d’alguna falsa rima o de qualque mot una mica bord —però ben popular a Mallorca—, en la formació poc acadèmica d’uns quants de¬ rivats o en l’ús anormal d’algun terme, etc. Ultra la imitació (Verdaguer, Costa, Salvà, Riber), en el fons de vàries poesies de Miquel Duran tal volta s’hi pugui descobrir també el tòpic; però aquest, afanyem-nos a declarar-ho, ressalta més degut a la vestidura del llenguatge estereotipat que empraven els literats del seu temps i de la primera escola mallorquina. Aquestes petites tares no enfosqueixen gaire el mèrit del nostre poeta, i menys encara si no s’oblida el fet del seu autodidactisme abans al.ludit. «Es humil, però en ell lii ha quelcom d’allò que mai mor». Així tanca Miquel Ferrà el pròleg del llibre que, segons hem vist, porta un nom tan poc ambi¬ ciós com el de Flors de roella. El llibre va dedicat «a Déu nostre Senyor i a la meva família». Si el poeta hi hagués afegit «i a la meva ciutat», la dedicació hauria estat com un bell ressó de la coneguda divisa trienca dels Jocs Florals, FE, PATRIA, AMOR, i expressaria els tres temes entorn dels quals giren cons¬ tantment totes les poesies de l’aplec. Aquests tres eren, en veritat, els nobles ideals de l’autor; l’Esglèsia (amb la seva doctrina, sagraments, cersmònies, festes), la seva família («assaonades pel dolor, entorn dels fills i de dues esposes que en fan una, se són obertes dins una llar esti¬ mada les flors més belles de poesia d’aquest llibre», escriu elegantment el prologuista) i la seva ciutat, objecte també del seu amor intel.ligent, amor nodrit per un regionalisme sa, que no so¬ lament s’extenia, des d’Inca, a tota l’illa, sinó que, transfretant, arribava a la mateixa Catalunya, terra mare de la parla mallorquina. Les composicions qiie oferim, en la «Pàgina literària» són mostres d’aquesta triple santa fal·lera de Miquel Duran. Miquel Duran Saurina nasqué a Inca dia 25 de març de 1866 i morí dia 28 de febrer de l’any 1953. Fra M. C., T. O. R. 17 cúíei^icci (i UANDO alguien, en tiempos pasa- dos, trataba de justificar una nue¬ va iglesia o un nuevo orden moral, in¬ vocaba las palabras de Cristo. Hoy, cuan¬ do alguien quiere justificar revolución, hogueras, agresiones, pornografía y liber¬ tinaje, recurre también a la misma auto¬ ridad. Tal como escribió Shakespeare: «¡Qué error tan craso, pero alguien ven¬ drá que lo sancione con un texto». Es cierto que Nuestro Señor hizo mu¬ chas de las cosas que hoy parece estar haciendo la «juventud colérica». Desafió la autoridad y la moral de quienes de¬ bieron ser modelos de virtud; expuso im¬ placablemente la hipocresía de quienes, al igual que los sepulcros blanqueados en las colinas de Jerusalén, eran limpios por fuera y por dentro estaban llenos de huesos de hombres muertos. Su compor¬ tamiento y el de la gente que le acom¬ pañaba era tan poco convencional que los puristas podían acusarle de «comer con publicanos y pecadores». Pero hay dos cosas que lo hacen dis¬ tinto de los «jóvenes coléricos» de nues¬ tros días. A lo largo de toda Su impacien¬ cia con raíces, grietas y normas estable¬ cidas, jamás cedió un ápice en cuanto a la moral de la gente joven que Le rodea¬ ba ni de la gente desconocida que se Le acercaba. Jamás defendió el robo en bien de los publicanos, la falta de castidad en bien de las adúlteras, la falta de respeto a la ley y a los profetas, a los que defen¬ dió de la falta de respeto de los fariseos. Observó los ritos en los festivales y se levantó antes que las mañanas a rezar en lo alto de las colinas; conservó la cas¬ tidad en medio de mujeres descastadas y de hombres que habrían lapidado a mujeres carentes de castidad pero que estaban ellos mismos faltos de moral. TODO, MENOS CRITICO DESTRUCTIVO A diferencia de los «jóvenes coléricos» de la nueva hornada de nuestros días que hacen trizas de la moral. El decía: «¿Quién de vosotros podrá acusarme de pecar?». Su voz era clara y límpida, no enronquecida por la saciedad de placeres voluptuosos o por protestas estentóreas. La Suya fue santidad de Quien siguió siendo joven aun en Su madurez, cami¬ nando entre los impuros con la simplici¬ dad del puro, tocando a enfermos y le¬ prosos con la fortaleza natural de hom¬ bre sano. No sancionó estandartes, gritería ni ex¬ hibicionismo; se movía tan silenciosa¬ mente, según cuentan las Escrituras, que su voz no se oía en las calles. La cues¬ tión es que lo fue todo menos crítico destructivo, puesto que confirmó una y otra vez que no debía alterarse una sola letra de Su Ley Divina. Esta es la prime¬ ra diferencia con la juventud colérica que descarta la herencia de la Divina Verdad, que llegó a nuestros corazones y a nuestras mentes. La segunda diferencia está en que El murió por los mismos a quienes acusó. La nueva generación, tanto como pudo hacerlo la pasada, puede criticar las con¬ venciones porque es muy poco lo que cuesta en función de sufrimiento; pero cuando Nuestro Señor desempeñó el pa¬ pel de iconoclasta, tuvo que pagar pre¬ cio por él. Cuando El indicó un mal, asu¬ mió el mal: «El conllevó nuestras enfer¬ medades y nuestras miserias.» Cuando 18 se mezcló con leprosos asumió la lepra, tanto que en la cruz tuvo aspecto de le¬ proso. Cuando señaló con el dedo el pe¬ cado entre quienes ocupaban altas posi¬ ciones, asumió El mismo el pecado y guardó silencio siete veces bajo acusa¬ ción, como si El mismo hubiera sido pe¬ cador. En su conflicto con lo establecido, pagó el castigo con los ojos abiertos y hasta la última gota de sangre. Vale acla¬ rar que lo hizo no como mártir bajo cir¬ cunstancias ajenas a su voluntad, sino con el efecto creador total de perdonar a quienes le crucificaron sobre un árbol. DOS GRANDES DIFERENCIAS Dando por sentada la similitud entre la juventud colérica y Nuestro Señor —el Joven colérico—, hay, no obstante, insistimos, dos grandes diferencias: pri¬ mera, aunque El criticó los defectos, ja¬ más desconoció la necesidad de santidad, pureza, obediencia a la Voluntad del Pa¬ dre, la santidad de la ley, la observan¬ cia de su espíritu... La segunda diferencia está en que El murió por los pecados de quienes Le crucificaron. No los señaló con el dedo. ♦ MISSA como si vivieran en otro planeta, para decirles: «Mirad lo que vuestra sinago¬ ga está haciendo; mirad lo que vuestra Iglesia está haciendo». El era en sí la si¬ nagoga; El era en sí la Iglesia. No se sen¬ tó en un planeta solitario echando vista¬ zos sobre otros sistemas universales sin pertenecer a ninguno. Se codeaba con pecadores, hipócritas, exhibicionistas, hasta tal extremo que le hicieron «peca¬ dor» y tuvo que pagar el castigo total como si en realidad lo hubiera sido. To¬ das las blasfemias jamás pronunciadas fueron puestas en Sus labios, como si El las hubiera pronunciado; todas las dispu¬ tas fueron puestas en sus Manos, como si El hubiera sido quien apretara los pu¬ ños; todos los pensamientos desprecia¬ bles y todo intento de venganza fueron adscritos a su mente, como si El mismo los hubiera pensado. En Su cuerpo to¬ das las pasiones ardientes, ya que El mis¬ mo era todo pasión. Esta es la diferencia entre la juventud colérica y el Joven co¬ lérico, y entre muchos de nosotros que criticamos los fracasos, la hipocresía y la vanidad de la Iglesia y no hacemos nada en sufrimientos por ella. Monseñor Fulton J. Sheen n Edició ATERN IT AT I JOIA<< del Mestre P, A. MARTORELL, T. O. R. CANT I ORGUE Se ven a les llibreries i cases de música, a¡ la Cúria diocesana de Mallorca i a l'Administració de «Heraldo de Cristo». L'acompanyament rítmic complet es pot demanara la Comissió Diocesana de Litúrgia i a l'Administració de «Heraldo de Cristo». DISC DE LA MiSSA «FRATERNITAT I JOIA» gravat per R. C. A. Espanyola està en venda a les cases discogràfiques i a l'Administració de «Heraldo de Cristo» (Convent de Sant Francesc. Palma de Mallorca, teléf. 212695), 19 ftuesiras misiones LA MADRE ENFERMA Con la hijita Felicidad Guiados por la fuerza de las cosas ver¬ daderas y dejando los vanos prejuicios de la gente mezquina, la mañana del 31 marzo de 1970 dejamos el centro de la Misión y fuimos a visitar a la madre de Felicidad, una niña rubia y sucia de unos 9 años. La niña venia invariablemente cada mañana a pedir un poco de pan; aquella mañana pidió sólo un sacerdote para su madre enferma. Yo y mi Supe¬ rior Provincial, P. José Catini que se ha¬ llaba con nosotros con motivo de la Vi¬ sita Canónica, partimos en el jeep ha¬ cia la localidad de Santa Bárbara, donde habitaba la madre de Felicidad. La niña subió al vehiculo con nosotros para indicarnos el camino de su casa. Dejando el jeep, que nos regaló la Obra Misional de Europa, sobre la grande... carretera de tierra, tomamos el pequeño caminito que bajaba hacia la ribera iz¬ quierda del rio Tapirucuai. ¡Cuánta miseria!... Llegados a la cabaña de Felicidad que¬ dé sin palabra al ver la inmensa pobre¬ za de su madre. La cabaña tenía una so¬ la habitacioncita de troncos con un poco de fango en las junturas para defenderse del frío viento del sur que en invierno arranca de la vida a muchos niños para unirlos a los ángeles del cielo. Los que esto lean no podrán nunca darse cuenta de la humillante miseria de esta pobre gente tenida al margen de la sociedad y de la vida. Dentro de aquella mísera ca¬ baña no había nada que pudiera recrear un poco la vista; cada cosa infundía asco y repugnancia. Sobre una sucia cama construida con cañas partidas por la mi¬ tad estaba supina la madre de Felicidad, cubierta de trapos que ponían piel de gallina al tocarlos. A los lados de la pe¬ queña habitación, dos camitas de ca¬ ñas colgadas a unos 30 centímetros de la tierra para defenderlas de la hume¬ dad y de los animales peligrosos, como víboras, arañas venenosas y otros. Aauellas dos míseras camitas eran pa¬ ra sus híjitos: dos hilos de bramante, de unos tres metros cada uno, colgaban de un ángulo a otro de la habitación. En estos hilos se hallaba susoendida la no¬ ca ropa que la familia poseía: calzonci¬ llos de niño, pantaloncitos rotos y sucios; pocas otras cosas sin nombre para mi pluma. Cuadro impresionante La mujer no podía hablar fuerte por que sufría de los pulmones; a su alrede¬ dor seis pobres criaturas, de las cuales las más limpias eran las que no lleva¬ ban encima ni un solo trapo. De los seis niños la mayor era sordomuda: una cruz más donde ya había tantas. Pero así son siempre las maravillosas disposiciones de la Providencia, a quien adoro. Ni un vestido La pobre mujer no tenía ni un solo vestido que ponerse para ser trasladada a nuestro hospital. No se hallaba un hombre para trans¬ portarla hasta la carretera donde había¬ mos dejado el jeep; eran cerca de las diez de la mañana y los hombres estaban tra¬ bajando en el campo. En la pobre cabaña de Felicidad ha¬ bía una jovencita, una vecina de casa, que fue en seguida a buscar un vestido para que la enferma pudiera decentemen¬ te dejar la cama. Llegó mientras tanto una pariente suya, la vistieron, y dos personas, una a cada lado, la ayudaron a ' trasladarse hasta el jeep en el cual la lle¬ vamos hasta el hospital. Pena sobre pena... Por desgracia el doctor, después de constatar el grave desarrollo de la tisis declaró que era imposible se quedara hospitalizada, pues era un peligro de con¬ tagio para los demás. Por la tarde tuvi¬ mos que acompañarla de nuevo a su ca¬ baña, entre sus míseros hijos, a terminar, a causa de privaciones e injusticias, su miserable existencia terrena. Durante la noche se desató un fuerte temporal con el frío viento del sur, viento tan fuerte que arrancó muchísimos árboles de la sel¬ va. Es fácil imaginar lo que pudo pasar a aquella pobre gente dentro de sus es¬ trechas cabañas... ¡Y se llama Felicidad! Felicidad vuelve cada día a pedir limos¬ na y pan; es la sola niña que puede man¬ tener la desgraciada familia tan dura¬ mente herida de un mal inexorable. La niña habla sólo «guaraní», porque todo el día va pidiendo limosna a otra pobre gente, a fin de que no mueran de hambre sus hermanitos y su pobre ma¬ dre enferma. Aquellos ojos inocentes sobre la carita 20 sucia cubierta de rubios cabellos, sucios también, parecen decir algo que ellos mismos no saben: nos invitan a portar¬ nos como hombres verdaderos hacia nuestros hermanos. P. DANTE FRATTANI, T. O. R. misionero en Paraguay «OFICIO OE ENFERMA» Es el oficio de Gabela Taboada, la chi¬ ca española que no tiene parte sana de su cuerpo, como saben nuestros lectores, y a quien fueron amputadas hace ya tiempo las dos piernas. Pero cumple a maravilla su «oficio» en favor de las Mi¬ siones. Gracias, Gabela, en nombre de to¬ dos nuestros misioneros. Son de ella los siguientes párrafos. Tre¬ mendos puntos de meditación, aunque estén escritos, como hace siempre, con tinta de «alegría franciscana». ¡Buen verano!... «Mi verano fue un poco crítico. Pasé unas serias infecciones que a poco más, con las complicaciones, no las cúento. He tenido que someterme a operaciones qui¬ rúrgicas, «sink-graft», transfusiones de sangre y otros mil tratamientos de la serie. Justo tratando de alargar la Volun¬ tad divina en mi enfermedad que sigue haciéndomelas con el dolor... O mejor, este es el «gaje» de mi oficio de enfer¬ ma. Procuro alimentarme precisamente pa¬ ra fortalecer el dolor y éste se alargue cuanto la Voluntad divina lo desee». jY mejor invierno!... «Se han bajado los fríos y las heladas; y ya los primeros catarros y gripe nos visitan. Las heladas son tremendas para mí. Estas operan en mis huesos de la m.anera más cruel —como el lobo de Gubbio antes de la conversión— y sobre todo me causan unos insomnios larguí¬ simos...». Todo es poco para completar la obra de Cristo «Pero en fin: todo sirve para ir com¬ pletando lo que falta a la Pasión de Cris¬ to, aunque a mí me parece que el buen Jesús la completó muy requetebién pese a que le respetaron los huesos... Los huesos duelen; y es un dolor, cuando se ablandan y los van lentamente destru¬ yendo enfermedades de tipo sarcomoso, lo que se dice de «aúpa»... Pero hay pe¬ nas y dolores y heridas interiores que son aún mucho más penosas y no tienen comparación... No obstante nunca sabre¬ mos bien todo cuanto le hemos costado a Cristo y, para pagárselo, digo mejor, para corresponderle un poco a su amor, tribulaciones, dolores, trabajos, fracasos, enfermedades y toda suerte de vejacio¬ nes, es poco...». Envío de dolor de huesos para las Misiones «¿Cómo va Vd. y sus Misiones? Animo, querido Padre. Yo le voy enviando ora¬ ción y dolor de huesos y, aunque carecen de mérito dado a mi ruindad, estoy se¬ gura que Dios acepta mi ofrecimiento, y Vd. puede emplear esto, oración y dolor, como mejor guste». Continuamente en llama «Nada más por hoy. Ruegue también por mí para que sepa cumplir fielmente la Voluntad divina en mi «oficio de en¬ ferma». Que no se apaguen mis dolores de huesos, que ello sería apagar mi ora¬ ción y la oración debe estar continua¬ mente en llama como la lamparita del Sa¬ grario». GABELA TABOADA (Inglaterra) CONSTRUCCIONES MUT, S. A. Contratistas de obras Santiago Rusiñol, 4 Tel. 211342 PALMA DE MALLORCA i ♦ 21 Tisonomia de San Trancisco RESPUESTA HUMILDE Y REVERENTE DE FRANCISCO A UN DOCTOR DOMINICO SOBRE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Estaba Francisco en la ciudad de Siena y se le acercó un doctor en Sagrada Teología, de la Orden de Predicadores, hombre por cierto muy humilde y de gran espíritu. Hablaban uno con otro amigablemente acer¬ ca de la palabra de Dios, y aquel maestro en Teología le preguntó sobre este texto de Ezequial: Si no anunciares al impío su impiedad, reclamaré su alma de tu mano, y añadió: «Hay muchos. Padre mío, a quienes co¬ nozco que están en pecado mortal, a los cuales, sin embargo, yo no echo en cara su impiedad. ¿Por ventura me pedirá Dios cuenta de la perdición de sus almas?». A esta pregunta respondió humildemente Francisco, diciendo que él era ignorante y que, por lo tanto, le convenía más ser instruido por él, como hombre de ciencia, que atreverse a responder en materia tan deli¬ cada como es la Sagrada Escritura. Entonces añadió aquel maestro, ver¬ daderamente humilde: «Hermano mío, aunque he oído de boca de mu¬ chos sabios la exposición de este texto, desearía, sin embargo, que me dijeseis vuestro parecer en este punto». Instado de este modo Francisco, le dijo: Si el texto se ha de entender de un modo general, a mí me pare¬ ce que quiere decir que el siervo de Dios debe resplandecer en tal forma por el buen ejemplo de la vida y santidad propia, que con la luz de sus virtudes y la doctrina de una santa conversación sirva de tácito reproche a todos los impíos. De este modo, digo, el ejemplo de su vida y el suave olor de su buena fama le echarán en cara todas sus iniquidades». Ediñcado en gran manera aquel doctor, al retirarse, dijo a los com¬ pañeros de Francisco: «Hermanos míos, los conocimientos teológicos de este hombre, apoyados en la pureza y en la contemplación, lo convierten en un águila que vuela, y, en cambio, nuestra ciencia se arrastra pesada¬ mente sobre la tierra». ESPEJO DE PERFECCION, c. 4, LUI Sobran alimentos en el mundo PUEBLOS ENTEROS MUEREN DE HAMBRE P0RÇUE CARECEN DE DINERO PARA COMPRAR ALIMENTOS EGURAMENTE habrá inocentes por ahí a quienes se les ocurra preguntar: «Pero, ¿cómo es posible que haya «demasiados» alimentos en el mun¬ do cuando tanta gente se muere de ham¬ bre todos los días?». Quienes tal pregun¬ tan probablemente no se han dado cuen¬ ta todavía de que en un mundo donde distribución de bienes significa exclusi¬ vamente comprar y vender, en un mundo que no produce más que en beneficio del bolsillo, el conjunto de las verdaderas necesidades humanas se manda necesa¬ riamente al diablo. Pueblos enteros mue¬ ren de hambre, en efecto; pero de nin¬ guna manera porque no hay bastantes alimentos para ellos, sino porque ellos no tienen dinero para comprarlos. El dine¬ ro canta, el hambre es sordomuda. ¿De¬ masía? En este mundo no se vende más que lo que escasea. En otras palabras: «demasiado» significa «demasiado para un mercado provechoso», no «demasiado para las necesidades humanas». Por otra parte, habría que poner un par de puntos sobre las íes en cuanto a estadísticas del hambre en el mundo en relación con el tópico de los «dos tercios hambrientos» que suelen traer a colación los aficionados al «problema de la super¬ población». Más certero, por ejemplo que la corriente afirmación de que «dos tercios de la población del globo están subalimentados» sería decir que más de dos tercios de la población del mundo están mal alimentados, de los cuales un tercio padece literalmente de sobreali¬ mentación. DOS EJEMPLOS: INDIA E ISRAEL Constituye un buen ejemplo de la ló¬ gica (sin vuelta de hoja) del sistema dinerario vigente en el mundo lo sucedi¬ do cuando los Estados Unidos decidie¬ ron regalar a la India parte de su exce¬ so de trigo, de acuerdo con las directri¬ ces del humanitarismo más corriente (y algo miope) de nuestro siglo. Lo que pa¬ só, en efecto, fue que tal donativo, pri¬ mero, constituyó un estorbo de primera magnitud para el programa de desarro¬ llo de la agricultura india, y segundo, arruinó de momento las exportaciones argentinas de trigo y birmanas de arroz a la India, agravando considerablemente la carestía general interna de ambos paí¬ ses exportadores. (Recordemos, dato iró¬ nico, que tanto Argentina como Birmania son clientes regulares de la ayuda ame¬ ricana). Un ejemplo más entre tantos otros que dejaré ya sin citar: Cuando se le dio a Israel el exceso de maíz norteamericano, lo que sucedió fue, primero, que el pre¬ cio de los huevos en Israel cayó en ver¬ tical (las gallinas comen maíz), y segun¬ do, que dichos huevos tuvieron que ser exportados a un precio tan bajo que el mercado europeo se vio saturado en el acto. FALTA DE AYUDA REAL Pocos economistas competentes po¬ drán honradamente acusar de temeraria la conclusión de que dentro de un siste¬ ma basado en la compra-venta, la cristia¬ na práctica de dar a quien necesita no es realizable en cantidades que puedan significar una ayuda real para nadie. En un mundo organizado según coordenadas no capitalistas no sería difícil promover un desarrollo agrícola efectivo en las zo¬ nas económicamente más atrasadas transportando alimentos constantemente hasta ellas al mismo tiempo; dentro de un sistema puramente capitalista, estas dos acciones, obviamente complementa¬ rias en toda lógica sana, son directa, fla¬ grante y fatalmente incompatibles. Completemos estos párrafos recordan¬ do que tampoco están libres de cierto número de ciudadanos hambrientos los Estados Unidos, la nación más rica de la historia del mundo. Hablando reciente¬ mente de ello, «The Observer» nos pro¬ porcionó, por cierto, otro buen chiste ma¬ cabro para nuestra colección al contar¬ nos que hay un tal senador James Eastland que, por un lado, se opone, a frente descubierta, a la política de ayudas a fon¬ do perdido arguyendo que qué es eso de «dar a cambio de nada», mientras que, por otro lado, se embolsa (él mismo) to¬ das las semanas la bonita suma de 270.000 pesetas en dólares en concepto de subsidio gubernamental por no cultivar algodón en sus plantaciones. ¿Por qué no podían los Estados Unidos abrir sus graneros por las buenas a los pobres de América? Pues por la sencilla razón de que incluso los pobres, por po¬ co que coman, deben pagar lo que co¬ men, porque si se les da de comer gra¬ tis dejarán de gastarse sus escasos dine¬ ros en comprar alimentos, como es ob¬ vio, y entonces, como son tantos, los pre¬ cios de los alimentos se desplomarán y los agricultores recibirán el golpe corres¬ pondiente..., etc. No es posible llevar a cabo pequeñas acciones de cordura elemental con regu¬ laridad siquiera mínima dentro de un sistema de demencia general. David RAMSAY STEELE 23 Vagina del T^erciario COMPRESO 1^Tí:RM ACIOMAL ITINERARIO AUDIENCIA ESPECIAL DEL PAPA (19 MAYO) Del día 8 al 22 de mayo 1971, interesante viaje de la T.O.F. de Baleares. Vi'? INFORMES Y RESERVAS: • P. Comisario Provincial de la T.O.F. (Convento de San Fran¬ cisco. Palma). • Conventos RR. Franciscanos de Mallorca. • Rdos. Directores de la T.O.F. de Baleares. • Viajes Aeromarítima. Gene¬ ralísimo Franco, 39. Palma de Mallorca. IMPORTANTE: Los asientos del único auto¬ car pullman contratado queda¬ rán reservados (del 1 al 50) exactamente según el orden de inscripción de los peregrinos. sábado, 8 mayo Concentración en el Puerto de Barcelona, a las 7,00 horas. Acomodación en el autocar y traslado a una cafete¬ ría para tomar el desayuno. Salida hacia Gerona; breve parada. Continuación del viaje hacia PERPIGNAN. Al¬ muerzo en un restaurante de la ciudad. Después, rumbo a ARLES. Instalación en el hotel, cena y alojamiento. domingo, 9 mayo Desayuno en el hotel y salida hacia MARSELLA. Lle¬ gada a media mañana a esta importantísima ciudad france¬ sa. Se celebrará la Eucaristía en el Santuario de Notre Dame de la Garde. Tiempo a libre disposieión. Almuerzo en un restaurante y continuación del viaje hacia la famo¬ sa Costa Azul. Llegada a NIZA por la tarde. Acomodación en el hotel, cena y alojamiento. lunes, 10 mayo Después del desayuno en el hotel, salida hacia MONA¬ CO, breve parada, SAN REMO y GENOVA. Almuerzo en un restaurante. Por la tarde, salida hacia MILAN. Lle¬ gada y tiempo a libre disposición para poder visitar la Ciudad, su famosa Catedral, Teatro de la Scala, etc. Cena y alojamiento en el hotel. martes, 11 mayo Desayuno en el hotel. A continuación, y por auto¬ pista, salida hacia PADUA, parada para su visita, y VENECIA. Llegada, instalación en el hotel, almuerzo, cena y alojamiento. Tarde a libre disposición. miércoles, 12 mayo Desayuno y almuerzo en el hotel. Mañana a libre dis¬ posición para poder visitar el Lido, pasear en góndola o simplemente admirar la propia Ciudad de Venecia, única en el mundo, construida sobre un archipiélago compuesto de 117 islas. Por la tarde, salida hacia FLORENCIA, la segunda Ciudad de Italia, artísticamente hablando. Llegada al atardecer. Cena y alojamiento en el hotel. jueves, 13 mayo Pensión comijleta en el hotel. Día a libre disposición. viernes, 14 mayo Desayuno en el hotel y salida hacia ASIS, Ciudad na¬ tal de San Francisco y de Santa Clara, y segunda meta espiritual del viaje. Llegada a últimas horas de la ma¬ ñana; almuerzo, cena y alojamiento en el hotel. Toda la tarde a libre disposición, si bien se celebrarán actos espe¬ ciales para los Terciarios. La Misa, en la Basílica de San Francisco. sábado, 15 mayo Celebración eucarística en Santa Clara. Después del desayuno, salida hacia ÑAPOLES, gran ciudad italiana a los pies del Vesubio, con un importante puerto. Llegada sobre las 14,00 horas. Almuerzo, cena y alojamiento en el hotel. Tarde a libre disposición. domingo, 16 mayo Pensión completa en el hotel. Día a libre disposición. Facultativamente, excursiones a Capri y al Vesubio. 24 ROMA DE L·A T. O. F. FM lunes, 17 mayo Desayuno en el hotel. Salida hacia la Ciudad Eterna, principalísima meta del viaje con motivo del Congreso In¬ ternacional de la T.O.F. Llegada a últimas horas de la mañana a la capital italiana. Acomodación en el hotel. Al¬ muerzo, cena y alojamiento. Tarvde libre. martes, 18 mayo Pensión completa en el hotel. Día a libre disposición. Misa en las Catacumbas de San Calixto. Hará la homilía el M. Rdo. P. Bartolomé Nicolau, Definidor General de la T.O.R. A los Terciarios se les avisará sobre los actos especiales del Congreso. miércoles, 19 mayo Pensión completa en el hotel. Audiencia especial del Papa a la T.O.F. Día a libre disposición. Durante la estan¬ cia en Roma, se organizarán visitas facultativas. jueves, 20 mayo Después del desayuno en el hotel, salida hacia GROSSETTO. Almuerzo en un restaurante y continuación del viaje hacia PISA —parada para su visita— y LA SPEZIA. Llegada por la tarde. Cena y alojamiento en el hotel. viernes, 21 mayo Desayuno en el hotel, A continuación, salida hacia SAN REMO. Almuerzo en un restaurante y continuación I del viaje por la tarde hacia AIX-EN-PROVENCE. Llega¬ da a últimas horas de la tarde. Instalación en el hotel, cena y alojamiento. sábado, 22 mayo Desayuno en el hotel y salida hacia NARBONNE don¬ de se almorzará en un restaurante de la Ciudad. Por la tarde, salida hacia BARCELONA. Llegada sobre las 20,00 horas y Fin de nuestros servicios. PRECIO POR PERSONA: 12.900 PESETAS ESTE PRECIO COMPRENDE • Plaza en autocar pullman para todo el recorrido in¬ dicado. • Estancia en hoteles de 2.“ o similar categoría en habi¬ taciones dobles o de matrimonio sin baño y a régimen de pensión completa. • Las comidas en ruta, en restaurantes recomendados de 1.® y 2.® categoría. • Servieio de un Representante de Aeromarítima, S. A., durante todo el viaje. • Un seguro de equipaje de 1.000 pesetas. • Impuestos, tasas y servicios. NO COMPRENDE • Los extras en los hoteles, tales como: vinos, aguas mi¬ nerales, lavado y planchado de ropa, etc., etc. • Visita Ciudad y entradas a Monumentos, Museos y todo lo no expresamente especificado en el presente itinerario. Programa a mana más detallado. Dirección técnica: VIAJES AEROMARITIMA, S. A. Título n.* 103 de O. del G. A. JORNADA TRIMESTRAL DE FRATERNIDAD ¡Atención, Fraternidades de la T.O.F. de Mallorca! Dios mediante, día 14 de mar¬ zo, domingo, celebraremos la JORNADA de FRATERNIDAD co¬ rrespondiente al primer trimes¬ tre del año en curso. La concentración de las dis¬ tintas Fraternidades está pre¬ vista para las 12 horas del cita¬ do día en la playa de SAN TELMO. Después del intercambio de saludos, se dejará tiempo libre para recorrer aquellos bellísi¬ mos parajes y para el almuerzo. Si el tiempo es bueno, hay posibilidad de visitar —en bar¬ ca— la isla de la Dragonera. A las 14’30, acabado el al¬ muerzo, reunión de los diferen¬ tes grupos para la ya tradicio¬ nal «BULLA DE GERMANOR». A las 15’30, salida hacia la iglesia parroquial de S’Arracó, donde tendrá lugar la celebra¬ ción eucarística y la medita¬ ción. A las 17, regreso a las res¬ pectivas Hermandades. 25 Ciento treinta tf un años atrás TODO SE HA PERDIDO MENOS... EL HUMOR Que los andaluces apuñalan sus penas con cuatro cuchufletas, lo saben hasta las piedras. Para muestra de lo cual, y para que juzguen por sí mismos los lectores, transcribimos los «sentidos» comunicados que «EL JEREZANO» (1) supone cambiados entre el Convento de San Francisco de la ciudad de Jerez de la Frontera (Menores Observantes) y el llamado de Veracruz que habitaban ios PP. TERCEROS del mismo San Francisco. Era allá por los años «venturo¬ sos» en que ambos a dos conventos veían sus propiedades pasar de sus «manos muer¬ tas» a las de algunos VIVOS. Dice así el primero de los comunicados: «NOS, el ex-convento de Franciscanos, a nuestro muy amado hermano, el de VeraCruz: Salud y buena suerte cuando os lle¬ gue la hora =Carísimo: Sabréis cómo sin respeto a nuestros desconchados, goteras, hendiduras y estado ruinoso, manifiestas y patentes señales de nuestra venerable anti¬ güedad, hemos sido asaltados, al amanecer de este día, por una cuadrilla de desapia¬ dados albañiles, quienes, descargando a manteniente horribles y desaforados palan¬ quetazos sobre mis caducas y románticas paredes, están dando conmigo en el santo suelo. ¡Ay, mi hermano! ¿Quis talia fando témperet a iacrimis? ¡Cuánto va de tiempos a tiempos! En su vista, hemos determinado remitiros la presente para que, enterado de semejante calamidad, nos acompañéis en nuestro dolor y os vayáis aparejando para lo que diere de sí el mal influjo de la estrella de! siglo 19.--Dado en nuestra casa de los escombros, con el sello de las telarañas, a 22 de octubre [1840], año quinto de la ex¬ claustración. = Vuestro quebrantado y dolo¬ rido hermano, EL FRANCISCANO». Con la misma moneda responden los TERCEROS de la Vera-Cruz, al anterior aper¬ cibimiento, en esta manera; «NOS, el ex¬ convento de la Vera-Cruz, a nuestro vene¬ rable y desmochado hermano, el de Fran¬ cisco: Paciencia y conformidad. = Flermano carísimo: No bien recibimos vuestra misiva de ayer, cuando fuimos acometidos de un temblor extraordinario desde los cimientos hasta las tejas; fríos sudores gotearon por nuestros poros, y poco faltó para que cayé¬ semos desfallecidos de dolor. Por lo que a vos pasa deducimos lo que nos espera: y a fe mía que no sentimos el morir, sino el morir de un modo tan lento y miserable, viendo uno desbaratar sus partes con palan¬ quetazos a tente bonete. ¡Cuánto mejor hu¬ biera sido que, aquel día aciago y calami¬ toso de la exclaustración, se hubiera abra¬ zado con una de nuestras columnas algún fornido hermano, y que, cual otro Sansón, nos hubiese destruido con una muerte pron¬ ta y gloriosa! Fiemos sabido que ayer em¬ pezaron los hermanos de las caídas (sic) 26 procesión de las hormigas, llevándose cada cual una losita en la boca y que, a no haber sido descubierto a tiempo, se habrían lleva¬ do hasta la capilla. Enviádmelos por acá a ver si podemos poner en salvo alguna frio¬ lera o, cuando menos, para que vayan mu¬ dando los bienes almacenados de nuestro inquietísimo D. Luis. El cordonazo de nues¬ tro Padre S. Francisco ha descargado sobre nosotros. Tengamos paciencia, hermano ca¬ rísimo, y recibid la despedida de vuestro muy afecto: EL TERCER VERACRUZADO». Más de cinco lustros duró la agonía y el expolio de la paciente presa. Hasta que en 1868, después de haber servido de bodegas, almacenes de granos, etc., fueron arrasados definitivamente: el de San Francisco para dar lugar a una moderna plaza de abastos; y en lo que fue hermosa iglesia de VeraCruz se levantó un elegante teatro (2). Lo que decía EL FACISCANO: «¡Cuánto va de tiempos a tiempos!» Donde tanto jereza¬ no fue a mitigar sus penas rezándole a la devotísima Virgen de las Lágrimas, se tri¬ buta ahora alegre culto a la diosa Talía. ¡Vaivenes de la historia! Cosas de la For¬ tuna! Nosotros no hacemos juicio de ello: solamente consignamos los hechos. Por la transcripción, P. Francisco AMENGUAL, T. O. R. (1) Periódico de Jerez de la Frontera, en la Hemeroteca Municipal de Madrid. (2) Teatro de los Hermanos Quintero. t PARTIERON HACIA LA CASA DEL PADRE BARCELONA. — Día 24 de noviembre 1970, Sor María Rosselló Bassa, Religiosa Franciscrra Hija de la Misericordia. Había nacido en Mana- cor y últimamente residía en el Convento de Son Servera (Mallorca). LLUCMAJOR.—Día 29 de enero, la fran¬ ciscana seglar María Mascaró Llull. MURO.—A los 27 años de edad, día 7 de febrero, la Srta. Rafaela Fornés Pere¬ lló, hermana del Religioso de nuestra Se¬ ráfica Provincia, P. Miguel Fornés, mi¬ sionero en Huamachuco (Perú). LLOSETA.—Día 8 de febrero y cuando contaba 101 años de edad. Sor María Guadalupe Sans, Franciscana Hija de la Misericordia. INCA. —D * Antonia Morro Amer [1 junio 19701;Srta.María Erencia Alvaradoí23enero, 71); D.“ Bárbara Pons Cabrer (14 febrero', todas ellas de la T. O. F. PALMA DE MALLORCA.— Día 11 enero y cuando contaba 77 años de edad, D. Francisco Bersa García, suscriptor. Acompañamos en su dolor a todos sus familiares, mientras suplicamos a nues¬ tros lectores una oración por el eterno descanso de los difuntos reseñados. NUESTRA pequeña HISTORIA fHedio sigla atrás,,, Lo reiteramos: en 1921 se estaba conme¬ morando el séptimo centenario de la funda¬ ción de la Tercera Orden de San Francisco (por eso en el presente se celebran los 750 años de aquella fundación). Nuestra revista, en marzo y en los meses sucesivos, se pre¬ sentará inundada de la alegre noticia. Enton¬ ces se sentía y se exteriorizaba más que ahora el júbilo por los eventos gloriosos de la Iglesia, sea lo que sea de la pretendida renovación actual de la fe (como enseña la oreja ese viejo, comentará el joven; y con razón, pues no encubrimos nuestras prefe¬ rencias) . Así que aquel número de marzo de 1921 exultaba de poder salir encabezado con la «Carta Encíclica del Santo Padre Benedicto XV», escrita con motivo de dicho séptimo centenario. Se insertaba sólo una parte, lle¬ nando las tres primeras páginas de la re¬ vista. Nos complace reproducir unas líneas de aquel documento, por lo que tienen de fer¬ vorosa recomendación de nuestra Tercera Orden: «Y a recomendarla al mundo católico con todo el peso de Nuestra autoridad nos mueve no sólo la certeza de que resultará de grande provecho para el pueblo cristia¬ no, sino también un grato recuerdo de cosa que Nos toca personalmente. Cuando, en efecto, en 1882, con el aplauso entusiasta de los buenos, fue solemnizado el nacimien¬ to del gran Santo de Asís, también Nos qui¬ simos ser adscrito a su familia, y en la in¬ signe basílica de Sta. María de Ara Coeli, oficiada por los frailes Menores, vestimos el hábito de Terciario franciscano». Incrustados en la página tercera iban unos breves versos de A. García Rover. En la sección «Venerables Franciscans Mallorquins», Fra Lleó biografiaba al noble y hacendado terciario Jeroni Sales (15621642) que se santificó en la humildad y pe¬ nitencia y socorriendo al prójimo. Rellenaba la segunda de las dos páginas que ocupaba dicho trabajo, el grabado «La Cena». En marzo ocurriría la Semana Santa. El Discretorio de la Flermandad de S. Fran¬ cisco en Palma se dirigía «A los Terciarios Mallorquines», en una especie de arenga es¬ crita, y en vistas al centenario de la Tercera Orden, exhortando a la celebración solemne del extraordinario acontecimiento. Proponía puntos concretos: lectura atenta de la Encí¬ clica del Papa; asistencia a la peregrinación anual (a Santa María la Mayor de Inca en aquel año); triduo en la propia iglesia para solemnizar con mayor esplendor que los otros años la festividad del Seráfico Patriar¬ ca; y reorganización de las Flermandades ya existentes, así como creación de nuevas donde aún no las hubiese, secundando los deseos de! Romano Pontífice. Se estaba en Cuaresma, lo hemos dicho antes. Con ello se relacionaba el cuadrito del natural, «Gentes... ¿ilustradas?», de Fr. Junípero. El tema, la confesión. Interlo¬ cutores: un joven médico, «ilustrado», mon¬ tando su despacho al último grito de la téc¬ nica de entonces; pero sin orden en su al¬ ma, en su conciencia, descreído. Y su her¬ mana, reverso del hermano: piadosa, discre¬ ta, formal, hacendosa, informada de aquel cristianismo bien entendido que «ni alardea inoportunamente, ni se avergüenza jamás». Una anécdota piadosa: «El paje de Napo¬ león I», sorprendido por éste en el teatro rezando el rosario escondido en la mano, to¬ talmente despreocupado del escenario. El paje murió siendo Cardenal Arzobispo de Besancon. Otro grabado cuaresmal o de Semanó San¬ ta: «Comunión de S. Juan». 27 «El nuevo Arzobispo de París, terciario». Este Arzobispo, Cardenal Dubois, fervoroso terciario, en sus predicaciones recordaba a la juventud las palabras de León XIII: «En¬ trad todos en la Tercera Orden; y de este modo vuestras convicciones llegarán a ser más profundas y vuestra acción más fruc¬ tuosa y eficaz». Ignoramos si aquel año era de Jubileo compostelano, como lo es el presente, pe¬ ro se insertaba un breve romance del Mar¬ qués de Lozoya (personaje noticia en Ma¬ llorca el pasado mes de enero), que comen¬ zaba, franciscanamente, así: «Camino de Compostela - iba Francisco de Asís...» En una «Circular sobre el próximo Congre¬ so Nacional de la V.O.T. en Madrid» se ex¬ plicaba cómo había de ser aquel Congreso, organizado con motivo del centenario. «No perdono a mi padre». Así se expresó, después de oída la sentencia condenatoria, un joven francés, enfurecido contra su pa¬ dre por no haberle educado éste conforme a la moral de la religión católica. Y ahora, tres páginas y media, con las ilustraciones de Jiménez, bajo el título de «¿Un invent nou...?», y con la firma de Es Vey de Son Alegre. El tema era también el de la confesión anual de Cuaresma, tratado de forma popular, mejor diríamos vulgar, con uso de fáciles recursos para provocar la risa, recursos ya entonces algo anticua¬ dos, pues el autor iba para viejo cuando redactaba sus «cuentos». En «Crónica Franciscana», sólo tres noti¬ cias. De María, la bendición de una capilla en el Convento de Franciscanas. De Inca, la reunión anual, el 6 del pasado mes de ene¬ ro, para dar cuenta del movimiento de la Hermandad durante el año anterior. Es cu¬ rioso observar cómo el número de herma¬ nos y de hermanas de hace cincuenta años era sensiblemente parecido al de hoy. En¬ tonces: terciarios, 234; terciarias, 1.093; to¬ tal, 1.327. Hoy: terciarios, 221; terciarias, 1.097; total, 1.318. Hoy, 9 menos que hace medio siglo. De Artá, la constitución de la Junta Directiva de la «Juventud Seráfica», que presidía el Rdo. P. Mateo Amorós, T. O. R. Cerraba el número la sección de la «Ne¬ crología», con difuntos de Campos, Llubí y Manacor. Un niño dice a su madre: —Mamá, en el colegio me llaman niña. La madre responde: —Pues no seas tonto, pégales con el bolso. Un pasajero de avión ve que una per¬ sona se tira en paracaídas. Cuando el pa¬ racaídas está ante el cristal de la ventana del avión, pregunta al viajero: —¿Viene usted conmigo? El pasajero responde: —No, muchas gracias, no soy aficiona¬ do a este deporte. El paracaidista responde —Como usted quiera. Soy el piloto. Un joven comunica el resultado de los exámenes a sus padres: —Exámenes estupendos. Profesores entusiasmados, quieren que repita mi di¬ sertación y yo repito. 28 TI at /9 * K ^ Ot DECOR C. 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