DE CDISTO FEBRERO 19 7 1 ¡¡TERCIARIOS FRANCISCANOS DE BALEARES!! Se os invita a todos al CONGRESO INTERNACIONAL DE LA T.O'.F. Tendrá lugar en Roma a mediados de mayo de 1971. Día 19 del mismo mes, vigilia de la Ascensión, seremos recibidos en AUDIENCIA especial por el PAPA. Se aprovechará el viaje a Roma (tres días de estancia) para visitar, entre otras ciudades de mucho interés, Marsella, Niza, Monte-Cario, Pisa, Nápoles, Asís (con visita a los principales santuarios franciscanos), Flo¬ rencia, Milán, etc. Y se puede pasar por Andorra y Lourdes, si son muchos los peregrinos que lo soliciten pronto. Tomen buena nota los Directores de la T.O.F., los seglares francisca¬ nos en general y los amigos del Padre S. Francisco. D. m., daremos más detalles en el próximo número de esta revista. ☆ Para la primera o la segunda quincena de julio se prepara también un interesante viaje a SANTIAGO DE COMPOSTELA, FATIMA, Lisboa, Madrid, etc. ☆ Informes: P. Comisario Provincial de la T.O.F. Convento de San Francisco. - Palma de Mallorca. REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R • FEBRERO 1971 Año LXIi - Núm. 731 • REDACCIÓN Y ADMÓN: CONVENTO DE SAN FRANCISCO TELÉFONO 212695 PALMA DE MALLORCA • DIRECTOR: P. MIGUEL COLOM MATEU, T. O. R. ADMINISTRADOR: Fr. JAUME TUGORES MESTRE, T. O. R • CON LICENCIA ECLESIASTICA • IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ • PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: ORDINARIA. BIENHECHOR PROTECTOR . " . 75 PTAS 100 ... . 500 ... « • DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 -1958 NUESTRA PORTADA ESTAMPA DE FEBRERO f Artá, Mallor¬ ca).—Eí camino, las cabras y el cabrerizo..., ¡ahí y los almendros floridos. Demasiado largo — V cursi— para el título de un poema. Quizá dicho al revés: Los almendros floridos, el cabre¬ rizo, las cabras y el camino... No, no nos desa¬ tascamos de las aliteraciones ni de la cursilería. V lea eo esítc nümero: La Paz camina 3 La tiesta luliana del 25 de enero. 4 Fisonomía de San Francisco 6 La noticia religiosa, actualidad . 7 ¿Tienes las cualidades para cambiar el mundo? 9 Nuestras misiones 11 Primer Centenario del Patrocinio de San José 13 Página literària. ... 14 Gabriel Cortés 16 Flors de febrer (poesia) 17 Iglesia 1970 18 Nuestra pequeña historia 21 Concurso de belleza . . . , 23 Elegía de Manuel 24 Página del terciario 25 Bibliografía 27 Chistes 28 (FRENTE A LA OIPUTAEION) -PALMA CRECIMIENTOS ACELERADOS ÍNDICES DE CONSUMO ÍNFIMOS con Honderos, 95 Teléfono 222072 PALMA DE MALLORCA * * — — * MlJEBLRSi - DECORACIÓM - TAPICERÍA HIJOS DE JOSÉ LLABRÉS Sindicato, 26 al 32 - Tel. 221213 - PALMA DE MALLORCA ♦ — —— — ^ TALLER DE TAPICERÍA l/icentQ 4^atnan Especialidad en cortinajes, sillones gron confort, salones y muebles de encargo Arquitecto Reynés, 3 Teléfono 211451 PALMA DE MALLORCA 2 EDITORIAL T^A PikZ CikMINik El último mensaje de Pablo VI para la Jornada Mundial de la Paz (l.° enero, 1911) es, como todos los suyos, un documento muy denso de ideas. En nuestro pasado número ya destacábamos un cierto núme¬ ro de estas ideas, las que, según nuestro parecer, forman el entramado de aquel importante documento pontificio. Hoy retornamos al mencionado mensaje. Ahora para poner en par¬ ticular relieve una de las más esperanzadoras afirmaciones que en él hace Pablo VI: LA PAZ CAMINA. Claro está que una tal afirmación necesita de muchas matizaciones. El Papa nñsmo viene a hacerlas a través de su mensaje. Efectivamente, la paz camina, pero lentisimamente, entre muchos obstáculos, resistencias, odios, egoísmos..., ¡entre guerras! La paz camina en cuanto se va creando en el mundo una mentali¬ dad de paz y convivencia, una cierta solidaridad universal. Ensancha el corazón ver cómo el mismo deporte, una actividad humana secun¬ daria, por más que actualmente se enfatice tanto su importancia, es capaz de borrar fronteras, de atravesar telones de acero, de allanar las montañas de incomprensión levantadas por motivos políticos o políticosociales, raciales, religiosos. Su anacrónico racismo no le impide a Norteamérica enorgullecerse de sus campeones de color; y Europa occi¬ dental y la oriental entremezclan sin dificultad sus deportistas en cual¬ quier competición que se organice en ciudades de uno u otro lado. Y no es ésta la única manifestación de convivencia pacífica. Apenas si se encuentra hoy, entre nación y nación, impedimento alguno para los intercambios culturales y comerciales, para el turismo, para las giras artísticas, etc. Pero existe también el hecho de que la paz no puede seguir aún con plena libertad su camino de expansión por todos los rincones de la tierra. Hay hombres, gobernantes o no gobernantes, que, clara o solapadamente, le oponen muros de orgullo, de intereses económicos, de viejos o nuevos nacionalismos. En otras ocasiones las causas que perturban la paz son menos claras, más intrincadas y, por consiguiente, más difíciles de remover. Tal vez un antiguo derecho conculcado; o quizá una actual colisión de tales derechos cuyo desbridamiento no puede lograrse sin sangre (caso del Oriente Medio), etc. Todo eso, y dada la permanente endeblez moral humana, hace te¬ mer que, si bien la paz camina, no será nunca posible que alcance su meta ideal, sino que quedarán siempre en el mundo rescoldos más que suficientes para provocar de nuevo el voraz incendio de la guerra. 3 LA FIESTA LULIANA DEL 25 ENERO REMINISCENCIAS HISTÓRICAS (Conclusión) Cuando por razones que no hacen al propósito, la Universidad no pueda o no quiera dedicar, el 25 de enero, la fiesta a su Patrono, la Causa Pía Luliana suplirá la ausencia, tomando por muy suya y propia dicha celebración, ya que «en nada mejor se podían emplear sus dineros que en continuar y no interrum¬ pir el culto de su Patrono». Así vemos que en el año 1825 escribe su Presidente: «Este año tuve noticias, dos días antes, que la Universidad no hacía Fiesta y para que no se interrum¬ piera el culto, acordé, con el Guardián de S. Francisco, que cantasen los RePgiosos Completas y la Misa, y en el altar ocuparían (sic) dos Prebendados, y les daría alguna cosa para la cera y demás gastos». Efectivamente, en el Libro de Entradas del Convento hallamos consignadas como recibidas del Canónigo D. Juan Binimelis, otro de los protectores de la Causa Pía, «per cera et alias... 22 lliures, 8 sous». En este alias entraba, sin duda, el número de libras que la Universidad en¬ tregaba a la Comunidad «per un principi... per el dinar... per pietança . per alegrar els Religiosos». Así se ahogaba en la boca de algún fraile «contestatario» el consabido decir conventual: «In ecclesia, magna festa; in refectorio, feria sexta». Cinco eran las libras que allá por el 1680 recibía por dicho concepto la Co¬ munidad. Por cierto que en el año 1692 el contador, entre maliciosillo y quejoso, hace constar: «No han dat més que quatre lliures». Fuese que los «paganos» se enteraran de dicho asiento, fuese que lo pidiera el aumento en el coste de la vida, el caso es que poco después, el año 1695, ya monta a 10 lliures la «alegría» concedida a los Religiosos. En la centuria del 700 la Universidad va celebrando normalmente con la solemnidad acostumbrada, la fiesta a su celestial Patrono que prescriben los Estatutos, y ello sin interrupción, ni aun en los azarosos tiempos del antiluliano Obispo Guerra. Pero llegó el siglo llamado de las luces, en que se apagaron tantas llamas, y las convulsiones políticas y religiosas, en su afán reformador (demoledor, dirá Menéndez y Pelayo), alcanzaron también a los métodos. Estatutos y existencia de las Universidades. De la de Mallorca, después de las andanadas de 1829, 35 y 40, podrá, el Jefe Político de Baleares, comunicar en septiembre de 1842: «HA¬ BER QUEDADO DEFINITIVAMENTE SUPRIMIDA LA UNIVERSIDAD Y RES¬ TABLECIDO EL INSTITUTO». Este heredará para su custodia la gloriosa en¬ seña de la malograda Universidad, pero no su amor y devoción al Bienaventu¬ rado Patrono... Y otra vez la vigilante Causa Pía tomará a su cargo y cuenta la celebración de la festividad de la Conversión, el 25 de enero. La conmemoración del VII centenario de la muerte de nuestro Beato Ra¬ món Llull, en 1915, reavivó fervores lulianos en los pechos mallorquines. Fruto de aquellas memorables solemnidades fue el concierto y concordia entre la Cau¬ sa Pía Luliana y el Seminario Conciliar para dar mayor esplendor y exaltación luliana a la fiesta de la Conversión por entonces algo en quiebra. Y fue en 1916, el año inmediato después de la celebración del centenario, que, a requerimiento e invitación de aquellas dos entidades, el espacioso templo de San Francisco (inmensa concha que guarda, celosa, la perla del sepulcro del Primogénito de la raza) se puso mar a mar de la juventud estudiantil de Palm.a, para escuchar y aplaudir hasta con vítores la doctrina y virtud del Maestro de maestros y A ’■Si'";®"'®'";:®: SEPULCRO DEL BEATO RAMÓN LLULL (Ba¬ sílica de San Francisco de Palma de Mallorca), tal como se encontraba en el siglo XVII, según una lámina contenida en las Disertaciones His¬ tóricas del P. Jaime Custurer. mártir de Jesucristo. Se regocijarian sus huesos al sentir las calientes miradas de tanta juventud desfilando ante su primoroso sepulcro. Cuando a raíz del Movimiento Nacional (1936) el Instituto General y Técni¬ co de Baleares tomó la denominación de INSTITUTO «RAMON LLULL», consi¬ deróse obligado a honrar con algún culto a su nuevo Titular, y sintiéndose, por otra parte, heredero, aunque segundo, de la gloriosa Universidad Luliana, esco¬ gió como día más apropiado, el 25 de enero, el día de la Conversión. Y a partir de entonces, uniendo sus desvelos a los del Seminario Conciliar y haciendo cuer¬ po con él —los dos máximos exponentes de la enseñanza profana y religiosa de Baleares hasta la resurrección del Estudio General—, ambos de mancomún han venido sosteniendo y avivando el fuego sagrado de la devoción luliana con la celebración de la fiesta histórica del 25 de enero. Nota simpática y aleccionadora de esta fiesta luliana fue siempre la asisten¬ cia y la cooperación en el altar y en el púlpito, ya durante la novena prepara¬ toria, de los Colegiales de la Sapiencia, de tan luliano abolengo, que ocupaban lugar preferente y con su becas rojas sobre el pecho recordaban a la juventud estudiantina aquellas bermejas vestiduras con que se adornó el AMIGO para marchar a casa de su AMADO. Por desgracia, desde hace algunos años no res¬ plandecen ya las rojas amapolas por entre la inmensa multitud de espigas en flor. 5 Plácenos recordar, o quizá hacer saber a alguno de nuestros lectores —si los tenemos— que la benemérita SOCIEDAD ARQUEOLOGICA LULIANA, todos los años, indefectiblemente, con menos bullicio pero indudablemente con mayor fervor, honra también a su Patrono, el domingo inmediato después de la fecha del 25 de enero, con una Misa celebrada en la capilla de la Puridad de María —en cuyo lado derecho se halla el sepulcro del Bienaventurado Maestro—, con un Tedeum en acción de gracias y un Responso por los socios fallecidos en el año anterior. Quiera el cielo, por la vía del conocimiento y admiración de la doctrina del ilu¬ minado Doctor, conducirnos a la imitación de las virtudes y ejemplos del AMI¬ GO que murió de amor por su AMADO. P. Francisco AMENGUAD, T. O. R. Tisonomía ¿Le San francisco Cómo apreciaba más al sol y al fuego que a las otras criaturas Entre todos los seres que carecen de razón, amaba Francisco más entrañable* mente al sol y al fuego. Por lo cual se expresaba de esta manera: Por la mañana, cuando aparece el sol, todos los hombres deberían alabar al Señor, que lo crió para nuestra propia utilidad y con su luz ilumina nuestros ojos durante el día. Mas, cuando por la tarde viene la noche, también todo hombre debía alabarle par causa del hermano fuego, pues con su brillo ilumina nuestra vista durante las tinieblas, nocturnas. Todos, en efecto, estamos como ciegos, y el Señor da luz a nuestros ojos por medio de estos dos hermanos nuestros, el sol y el fuego. Por esto, en conside¬ ración a ellos y a las otras criaturas de que hacemos uso todos los días, deberíamos glorificar y bendecir al Criador. Todo lo cual practicó el Santo hasta el último día de su vida. Más aún: cuando se sentía molestado por alguna grave enfermedad, él mismo comenzaba a cantar el himno que había compuesto de alabanza al Señor en sus criaturas, y ordenaba después a sus compañeros que lo siguiesen cantando hasta e\\ fin, para que con la consideración de las alabanzas del Señor se le mitigase algún tanto la acerbidad de los dolores de sus enfermedades. Y porque consideraba que el sol es la más hermosa entre las criaturas, que más semejanza tiene con Dios nues' tro Señor, y que en las santas Escrituras se da a Dios el nombre de Sol de justicia: por eso, al querer dar algún título al referido himno, que compuso en alabanza del Señor, cuando éste le dio seguridades de llegar a poseer algún día su reino eterno, lo intituló Cántico del hermano Sol. ESPEJO DE PERFECCION, c. 12, cxix. 6 LA NOTICIA ACTUALIDAD RELIGIOSA, por Gregorio Mateu, T. O. R- Cambian las circunstancias, se suceden los acontecimientos, se renuevan las per¬ sonas, pero sigue la progresiva escalada de la noticia que tiene por motivo lo re¬ ligioso sin que ello signifique que se ha¬ ya logrado la acabada síntesis que evite el confusionismo reinante. Fue el Conci¬ lio quien despertó, con tímidas reformas, la mentalidad aletargada de muchos. Hoy, cuando aquel acontecimiento va perdiéndose en la nebulosa del tiempo, seguimos inmersos en el campo de la in¬ seguridad, de la confusión. Por ello, cree¬ mos que todas las informaciones que contribuyan a evitar confusiones y a cla¬ rificar son siempre de agradecer. Actividad de la S. Sede Hoy, venturosamente, la Iglesia no se mueve únicamente en el fácil terreno de los principios teóricos. Va bajando pau¬ latinamente al terreno de lo concreto, siempre difícil y arriesgado. Son muchos los hechos que nos demuestran esta ase¬ veración. De hecho, la Santa Sede ha es¬ tado presente a través de sus observa¬ dores y delegados, durante el pasado año, en gran número de Congresos y ma¬ nifestaciones. El mismo «L’Osservatore Romano» ha publicado un elenco de los más importantes que alcanza la suma de 115. Como datos de esta presencia cabe ci¬ tar el nombramiento, el 10 de noviembre, de Mn. Igino Cardinale, como nuncio apostólico cerca de las Comunidades Eu¬ ropeas. La Santa Sede ha decidido adhe¬ rirse al tratado de no proliferación nu¬ clear, del que son depositarios los go¬ biernos de Londres, Moscú y Washing¬ ton. Los temas tratados en las reuniones a las que han asistido representantes de la Santa Sede son muy variados: Acuerdos definitivos para la telecomunicación a través de satélites; trabajos de la Fao, de la UNESCO; primera bienal europea sobre el empleo del tiempo libre; LIV Conferencia. Internacional del Trabajo; participación en la Organización Interna¬ cional sobre Energía Atómica; XXIV Asamblea General de la Asociación Médi¬ ca Mundial; Conferencia Internacional sobre Asistencia Social; coloquio euro¬ peo para promover el deporte; Asamblea de la Unión Internacional de Organismos oficiales de Turismo; Congreso Interna¬ cional de Criminología; Convención so¬ bre piraterí aérea; etc., etc.,... Un detalle significativo de estas reu¬ niones que se han celebrado en los más diversos países, es que en muchos casos los representantes de la Santa Sede han sido especialistas en la materia y muy a menudo laicos y personas de los países en que se ha celebrado la reunión. La intervención en el terreno de la práctica puede acarrear numerosas com¬ plicaciones. Sobre todo cuando se trata de actuar en el terreno de la política. Hace poco Monseñor Elchinger, obispo de Estrasburgo, con motivo de las elec¬ ciones municipales, ha hecho público un documento sobre la actitud de los cató¬ licos en relación con la política. «El Obis¬ po —dice —no quiere ni debe intervenir en las elecciones concretas que llevarán consigo los próximos comicios municipa¬ les. Estas opciones son propias de la li¬ bre responsabilidad de cada elector... La Iglesia en cuanto tal no debe estar li¬ gada a ningún sistema político particu¬ lar, porque ella quiere estar al servicio de todos los hombres y de todo el hom¬ bre... El Evangelio no contiene recetas políticas. Una misma inspiración cristia¬ na puede conducir a análisis económicos y sociales diferentes.» Hay que cuidar la fe del pueblo Con ocasión del quinto aniversario del Concilio Vaticano II, el Papa ha hecho una exhortación, dirigida especialmente a los obispos. El Papa urge para que se «presente a los hombres de este tiempo Sobre 2 tabletas - P. V. P. V90 Ptas. Caja 10 » — P V. P. 9'80 Ptas. 7 la verdad de Dios en su integridad y pu¬ reza, de modo que les sea inteligible y puedan adherirse a ella de corazón»... «Se plantea con urgencia el problema de la claridad y la precisión en la predica¬ ción actual. El Papa denuncia con dolor una serie de ambigüedades que a nada conducen. «He aquí que numerosos fie¬ les se sienten turbados en su fe por una acumulación de ambigüedades, de incer¬ tidumbres, de dudas en cosas que son esenciales, como los dogmas trinitario y cristológico, el misterio de la Eucaristía y de la presencia real... Hasta la misma autoridad divina de la Sagrada Escritura es puesta en controversia por una des¬ mitización radical...» Ante esta confusa situación el Santo Padre aconseja: «El pueblo, cuyo cuida¬ do nos ha sido encomendado, tiene un derecho imprescriptible y sagrado a re¬ cibir la palabra de Dios, toda la palabra de Dios, de la cual la Iglesia no ha cesa¬ do de adquirir una comprensión más profunda». Cada día son más numerosos los libros con opiniones aventuradas, por no decir claramente heréticas, que en nombre de la ciencia están minando los fundamen¬ tos de la fe. Es a los teólogos y no a los sabios a quienes Dios ha confiado la mi¬ sión de interpretar auténticamente la fe de la Iglesia. Esta fe descansa en la vi¬ da de un pueblo, cuyos responsables an¬ te Dios son los obispos. «Ante los perjuicios —continúa el Pa¬ pa— que causa hoy día en el pueblo cristiano la divulgación de hipótesis aventuradas o de opiniones turbadoras para la fe, tenemos la obligación de re¬ cordar con el Concilio que la verdadera fe se apoya en la palabra de Dios escri¬ ta, inseparable de la Santa Tradición, co¬ mo sobre una base permanente». claraciones del periodista francés, André Frossard, convertido al catolicismo, to¬ das ellas impregnadas de una sincera y filial devoción a la Virgen. «Lo que pue¬ do decir es que después de mi conver¬ sión y de mi entrada en la Iglesia Católicfi la Virgen ha desempeñado un pa¬ pel esencial en mi vida interior. «Añade que ha pasado todas las vacaciones que le ha permitido su trabajo, en el San¬ tuario de La Salette, en los Alpes france¬ ses. «Varias veces —continúa— en mi vida periodística me ha sido posible to¬ mar armas para la defensa de ciertas verdades, que nosotros tenemos en co¬ mún, especialmente cuando ha surgido en la Iglesia Católica una gran «con¬ testación» a propósito de María... Me acuerdo de haber protestado, con una cierta vehemencia, contra pretendidos teólogos, clérigos o laicos, que se nega¬ ban a reconocer a María el título de Me¬ diadora, lo cual me llevó a explicar, con una forma evidentemente irónica, que en la vida todas las mujeres son media¬ doras natas, mediadoras de hecho y me¬ diadoras de vocación, exceptuando la Virgen María...». Es bonito encontrar a im periodista seglar inmerso dentro del campo de una limpia devoción: «Yo no creo que se pueda tener una vida espiritual autén¬ tica privados del apoyo de María. Es posible que hoy esta devoción esté un poco olvidada o negada, o no reconocida, pero estoy seguro de que se volverá a ella, y mucho antes de lo que algunos piensan». r N «La prensa católica ha de florecer. Quisiéramos que su voz fuese más fuerte». La Virgen, en el centro del catolicismo Hemos leído con satisfacción las de¬ ' (PABLO VI) J MUEBLES ROMAR EXPOSICION; TALLER Y ALMACÉN CON EXPOSICIÓN: Conquistodcr, 24 -Tei. 503 Paz, 97,101 y 103-Tel. 468 V1ANACOR (Mallorca) EL CALZADO DE MAYOR DURACION (S^ILZADOg @©(^0ILA Venta exclusiva en: Velázquez, 35 PALMA DE MALLORCA 8 ¿TIENES LAS CUALIDADES PARA CAMBIAR EL MUNDD? El verdadero renovador no es aquel que ataca a los demás acusándonos de toda clase de culpas, no es aquel que descarga sobre los demás la responsa¬ bilidad de cada cosa. El verdadero reno¬ vador no contempla la vida externamen¬ te, no critica desde afuera a la Iglesia, a la sociedad, a los otros. El mismo se siente Iglesia, mundo, uno con los demás, inmerso en la vida hasta la raíz. Juan Bautista es un renovador del Nue¬ vo Testamento. Con él comienza un nue¬ vo profetismo. El escucha las palabras de Dios en el desierto. También noso¬ tros debemos profundizar nuestra mi¬ sión en el desierto. Es cierto que no de¬ bemos evadir la vida, pero es igualmen¬ te cierto que no debemos vivir superfi¬ cialmente. Si descendemos a las profun¬ didades de nuestra existencia, allí encon¬ traremos a Dios que nos llama. Noso¬ tros somos los embajadores de este Dios. ¿Qué debemos hacer? Si pudiéramos pre¬ guntárselo al Bautista, creo que tendría, para nosotros los hombres de hoy, la misma respuesta de hace veinte siglos; preparad los caminos del Señor. ¿Cómo? Haciendo un mundo más justo, más hu¬ mano, promoviendo la justicia social, sensibilizando la conciencia moral y pro¬ fesional. instaurando una política de no violencia. Pero no basta. Hay más. Juan Bautis¬ ta bautizaba, pero su bautismo era sola¬ mente un signo de la verdadera vida que viene de Cristo. Nosotros debemos ser los pioneros de un mundo nuevo, de una sociedad mejor de la que vivimos, pero esperamos a Cristo que nos bautitiza en el Espíritu Santo y en el fuego. Somos llamados a obrar cosas que van más allá de la lógica y de la psicolo¬ gía. Dar a los demás todo lo que posee¬ mos, todo nuestro tiempo y nuestra vi¬ da: esto no es lógico, ni psicológica¬ mente posible; y sin embargo, no es una utopía: es el evangelio de Cristo y su fuego nos capacitará para llevarlo a ca¬ bo. NECESITAMOS POETAS El renovador es un hombre de vitali¬ dad ascendente; esto es, un hombre que donde quiera que se encuentre, lleva la vida y la alegría, aunque a veces tenga que decir «no» y lo dirá con un amor tal, que también en esa circunstancia nos comunique un hálito de grandeza y de vida. Su opuesto es el hombre de vi¬ talidad descendente; esto es, la persona que procede de arriba a abajo; que aún cuando sea generosa, deprime y mortifi¬ ca el deseo de vivir. Es muy importante ser conscientes de la dialéctica entre vida y muerte, abrazo y rechazo, alegría y tristeza. Hoy noso¬ tros conocemos desde adentro el proble¬ ma de la guerra, del hambre, de la alie¬ nación, del vacío existencial; y, precisa¬ mente porque queremos ser renovado¬ res, pensamos que la vida es más bella que la muerte, que es mejor construir que destruir, mejor amar que odiar, me¬ jor la alegría que la tristeza. Esta es la primera característica de la espirituali¬ dad de un renovador. Por desgracia en la Iglesia hay muchos renovadores tris¬ tes: no harán más que traer tristeza y multiplicar los problemas. Además de estar dotado de esta carga de vitalidad ascendente, el verdadero re¬ novador es un poeta. Así debe ser; para crear un mundo nuevo se necesitan poe¬ tas, más que burócratas y organizado¬ res. Con esto no intento ignorar la ne¬ cesidad de la ciencia, de la técnica, de la organización; pero me gusta subrayar que si el fuego de la poesía no las pene¬ tra, sufrirán la condenación de quedar atrofiadas. Por esto, en todos los niveles de nues¬ tro mundo político, social, económico, eclesial, se necesitan grupos de hombres que sueñen con nuevas fronteras. El renovador de nuestro tiempo, más que dedicarse a pequeñas prácticas de ti¬ po burocrático y administrativo —que son la continuación de la sociedad vie¬ ja—, debe ser un ingeniero en poesía, un soñador. LAS DOTES DEL RENOVADOR Una tercera característica del renova¬ dor es la de estar existencialmente com¬ prometido. Una persona dispuesta a per¬ derlo todo, sin compromisos, que se da y para siempre; una persona con la que se puede contar a todas horas, ya que no está atada a nadie ni a nada, que no se busca a sí misma, ni su carrera, ni su ganancia. No basta conocer el nombre del otro, es necesario descubrir su unicidad. Sólo superando nuestro egocentrismo, estare¬ mos dispuestos a conocer con amor y respeto al otro íntimamente, en su irre- 9 petibilidad. No se es soñador si no se está decidi¬ do a olvidarse de si mismo y a buscar a los demás, acogiéndolos en el misterio de su alteridad. El verdadero renovador se comprome¬ te también al diálogo, y dialogar es ver al mundo con los ojos del otro y darle mis ojos para que él lo mire: No es un charlar uno con otro; tú has visto co¬ sas que yo no he visto, tú conoces mon¬ tañas, llanos, playas, personas que yo no conozco; tú has visto personas y co¬ sas en una perspectiva diferente a la mia, y has participado en los acontecimien¬ tos de una manera diferente a la mía». Aún más, el renovador está decidido a amar a los demás. Es triste encontrar a un seudoprofeta que habla de la Iglesia, de los pueblos sub-desarrollados, de los ricos como de terceras personas. El ver¬ dadero profeta ve al otro como un «tú», como quien está o quiere al menos iden¬ tificarse. DOS ACCIONES CONVERGENTES Más que lo que le divide del otro, im¬ presiona lo que le une o le puede unir; convencido de que las cosas, tanto a ni¬ vel de hacer como de ser, no son ni tuyas ni mías, sino nuestras. Así no exis¬ te ya el problema de ayudar al otro con lo superfluo. Si yo no soy más yo, sino que, junto con vosotros, soy un «noso¬ tros», las cosas ya no son mías, sino nuestras. El verdadero renovador es aquel que ha descubierto el «nosotros» a nivel del ser y del hacer; y se siente comprome¬ tido con todos en el gran esfuerzo de realizar el mundo. Hemos cometido graves pecados ins¬ taurando un número sin fin de racismos: por aquí los hombres, por allá las mu¬ jeres; aquí los ricos, allá los pobres; aquí los blancos, allá los negros; aquí el norte, allá el sur. aquí los progresistas, allá los conservadores. Nosotros que ya no estamos dispues¬ tos a aceptar pasaportes, nacionalidades, fronteras, barreras; nosotros que esta¬ mos dispuestos a ser una cosa sola, ri¬ cos y pobres, rubios y trigueños, italia¬ nos y españoles, venezolanos, colombia¬ nos, americanos y africanos, progresis¬ tas y conservadores, hombre y mujer como dice San Pablo, nosotros somos la nueva generación del mundo a quien está confiada la creación de un nuevo ti¬ po de sociedad y de un nuevo tipo de Iglesia. Para este trabajo son necesarias dos acciones convergentes, una desde abajo y otra desde arriba. Si desde arriba se impusieran nuevas estructuras sin que la base estuviera preparada a recibirlas, el cambio sería un artificio. Por eso, al la¬ do de las soluciones radicales previstas desde arriba, es necesario un trabajo de sensibilización de las conciencias a las nuevas exigencias de la historia y del evangelio. Tanto a nivel social, como a nivel eclesial, hoy son necesarias personas ricas de una carga de interioridad que se traduzca en acciones concretas para des¬ pertar las conciencias, haciéndolas más sensibles a los problemas y a una autén¬ tica renovación. Quien tenga cualidades para actuar desde arriba, que las ponga en acto; quien, en cambio, esté llamado a cola¬ borar desde abajo, que se comprometa en esta línea. Así construiremos un cielo nuevo y una tierra nueva, una sociedad más jus¬ ta y una Iglesia renovada que deje trans¬ parentar a Cristo. Antonio Hortelano De «IDEALES SERAFICOS» 10 IMUE^rAs MISIONES ESPIRITISMO, BRUJERIA Y CURANDERISMO Se ha dicho que la religión de Brasil es el espiritismo. La ignorancia religio¬ sa crea siempre ridiculas formas de reli¬ gión, como la falta de auténticos mé¬ dicos crea el curanderismo y la brujería. El P. Grenga, que se ha mostrado siem¬ pre buen observador, nos envía el si¬ guiente trabajo que nos habla de ello y nos lo confirma con buenas pruebas. A él la palabra. También aquf... «En algunos artículos de su revista es¬ critos por el P. Catini leo que en Para¬ guay hay mucha superstición, magia, brujería, curanderismo, etc. Aquí en Bra¬ sil estas cosas están muy en boga; mu¬ chas personas con la misma facilidad con que llevan a bautizar a sus hijos, asisten luego a la «Macumba» (reunio¬ nes espiritistas degradadas), y a sesio¬ nes de espiritismo, acuden al curanderis¬ mo y a la magia para curar sus penas y sus enfermedades». Verborrea «Generalmente estos hombres son ti¬ pos de cierta capacidad intelectual, de una verborrea tal, que confundirían a un abogado, y prácticos en aplicar reme¬ dios extraños que la gente acepta a ojos cerrados. Aquí muchos están enfermos del hígado, paludismo, de fiebre amari¬ lla. Los curanderos por tradición saben curar estas enfermedades con hierbas especiales; pero cuando se presenta una enfermedad que está fuera de las ordi¬ narias, por ejemplo la lepra llamada Fue¬ go Salvaje, o unas simples almorranas, no saben ya qué remedios aplicar; en¬ tonces dicen claro al enfermo que nada hay que hacer, que debe morir. A no ser que se atrevan a experimentar unos re¬ medios extraordinarios, que en vez de curar agravan el mal, si no es que pro¬ ducen la muerte». ¿Por qué no van al médico? «Podríase pedir por qué esta gente no acude al médico, siendo así que los hay en la ciudad. En primer lugar porque la costumbre es buscar el curandero; los médicos son poco conocidos. En segundo lugar porque los médicos se hacen pagar magníficamente; una visita a domicilio puede costar al paciente una vaca, un caballo o tres cerdos cebados; y mucha gente no tiene ni una gallina para dis¬ poner de un huevo. Además los médicos son muchas veces poco competentes. Si saben escayolar un brazo, ya es mucho. Han llegado máquinas nuevas al hospital y no saben usarlas, por ejemplo máqui¬ nas de anestesia general. Cuantas medi¬ cinas dieron a un pobre negro para cu¬ rarle las almorranas resultaron inútiles. Ya diremos qué resolución tomó luego el negro». Dos remedios dados por curanderos. No aplicar¬ los. Y mejor si ni se leen... «Estos días ha muerto un pobre viejo ciego. Se llamaba Ramiro. Perdió la vis¬ ta a causa del remedio que le dio una bruja espiritista de Poconé, a la que acu¬ dió para curar la vista. Le prescribió orina de mono. Ramiro regresando a casa corrió al bosque y no le fue difí¬ cil coger un mono de los muchos que se encuentran en nuestras selvas; lo ató dentro de una lata para obtener el pre¬ cioso líquido, que en seguida se aplicó 11 al ojo enfermo; pero éste empezó a hin¬ charse terriblemente hasta ser del volu¬ men de una bola de billar, le ardía dolorosamente; el resultado fue que al cabo de varios días perdió completamente la vista y quedó ciego toda la vida. Y son ya cinco los que se han quedado ciegos a causa de los remedios dados por es¬ tos brujos». Ei segundo remedio..■ «Volvamos al negro, víctima de terri¬ bles almorranas. Vista la inutilidad de la cura aconsejada por los médicos acu¬ dió al brujo espiritista. Ni en los curan¬ deros de Cáceres tenía fe. El brujo ofre¬ cía un aspecto de miedo; era negro y te¬ nía un pelo tan enmarañado que más parecía un brujo africano que brasile¬ ño. Dijo al paciente que la enfermedad requería una operación. Y manos a la obra: puso en el suelo una capa de pól¬ vora, e invitó al enfermo a ponerse en cuclillas sobre ella con la parte dolorida libre de ropa; ordenóle cerrar los ojos... y prendió fuego a la pólvora... Fue es¬ pantoso. El pobre enfermo huyó gri¬ tando y maldiciendo las operaciones y los brujos, y olvidándose de ponerse en orden los pantalones, y de pagar, natu¬ ralmente». La moderna bebida que da a la leche el más delicioso sabor No se crea que sólo acudan al brujo los ignorantes habitan¬ tes de la selva; personas instruidas de la alta sociedad de Cáceres son víctimas de supersticiones y brujerías. Un día du¬ rante una sesión de brujería espiritista, se pudieron contar hasta veinticuatro co¬ ches de familias importantes de Cáceres; y es probable que estas familias vayan a misa los domingos». P. ENNIO GRENGA, T. O. R. misionero en Brasil, Mato Grosso r > Difundir la lectura y suscripciones de (HERALDO DE CRISTO» con leche es único! V Es un medio fácil de llenar de MENSAJE FRANCISCANO el mundo de hoy. J 12 PRIMER CENTENARIO DEL PATROCINIO DE S. JOSE El 8 de diciembre del pasado 1970 cum¬ pliéronse los cien años de la fecha en que Pío IX proclamó de manera oficial el Patrocinio de San José sobre la Igle¬ sia. Con tal motivo ya se ha celebrado, en Roma, un simposio internacional so¬ bre el tema josefino. Asistieron a las sesiones de estudio cincuenta especialis¬ tas josefólogos de siete países, entre ellos doce españoles. Y sabemos también que se han iniciado movimientos josefinos en las diócesis de Valladolid y de Teruel. En relación con este primer centena¬ rio del Patrocinio de San José inserta¬ mos el siguiente breve artículo; ♦ * ♦ «El 8 de diciembre de 1970 el Papa Pío IX declaraba, oficialmente, el Patroci¬ nio de San José sobre la Iglesia Univer¬ sal, al mandar leer, en la misa solem¬ ne de las cuatro Basílicas Patriarcales de Roma, el decreto «Quemadmodum Deus». Dos fueron los motivos que indujeron al Papa a tal declaración: el ruego en¬ carecido de muchos cardenales y obis¬ pos, sobre todo de los reunidos en el Concilio Vaticano I, y los tiempos cala¬ mitosos por los que atravesaba la Igle¬ sia. Escapan a nuestras estadisticas los efec¬ tos más o menos tangibles de la protec¬ ción de San José sobre el Cuerpo Místi¬ co de Cristo en propulsar los males que, entonces y después le amenazaron,-pero no han faltado voces que hayan atribui¬ do a esta protección Josefina la prospe¬ ridad espiritual de la Iglesia y el éxito de las misiones católicas en el siglo que va a cerrase. De todos modos el Patrocinio de San José es muy adecuado como padre legal de Jesús y esposo de María, unida al misterio de la Iglesia fundada por su Hijo, María y Jesús de la Sagrada Fa¬ milia, primicias de la Iglesia. Así como San José tuteló con diligencia y humil¬ dad esta Familia de Nazaret, bien puede auspiciar, desde el cielo, la gran familia cristiana, la Iglesia, defendiéndola de enemigos internos y externos, asistiéndo¬ la en su Concilio y posconcilio. Sirva este Centenario para reavivar la devoción a San José hoy algo olvidada y orillada. Conseguir que los teólogos le dediquen sus desvelos, los escritores su pluma, los predicadores sus sermones. Que la imagen de San José reciba cul¬ to, en nuestros templos, junto con la de la Virgen. Se aprovechen las nuevas co¬ rrientes bíblicas y litúrgicas para remo¬ zar las otrora entrañables devociones de los Siete Domingos, novenarios, triduos, fiesta del 19 de marzo y 1 de mayo. Se invita a todos cuantos se interesan de una u otra manera por la figura, la doctrina o la devoción a San José su¬ mar su esfuerzos o a labrar la parcela de su propiedad o competencia, todo pa¬ ra gloria de Dios, honor de nuestro San¬ to y bien de las almas» X. 13 p A GINA I. I T E R ARIA GABRIEL CORTÈS ORACIÓ DEL COSMONAUTA Més amunt que els ocells i les tempestes, milers de llegües sobre la mar fonda, mon cor a V ós s’aixeca en mig d’un bosc d’estrelles. Dins la capsa de ferro que els homes me bastiren jo sóc el seu missatge desparat vers el fons de les galàxies. Ells volen que m’enlairi, que em faci més amunt, hora per hora, furtant el foc celeste com l’ardit Prometeu de la llegenda. Fills d’una novella Babilonia intenten arribar, pobres il.lusos, a la frontera ignota, mentre guaita la còsmica amenaça d’un nou estremiment apocalíptic. I veig sobre la terra les armes fratricides a punt d’anorrear ciutats i pobles amb el foc infernal dels àtoms disgregats en. mil espurnes. Jo he deixat la tomba dels meus pares, els horitzons nadius, els camps ubèrrims, la dolcíssima parla de l’esposa, el riure dels meus fills i l’ombra augusta del temple que acollia mes pregàries. I ara lene gran por de la vostra ira. 14 ¿Fareu com a Babel, quan la gent folla va voler alçar la torre fins als núvols i es dispersà, confusa de paraules? Senyor ver Déu, teniu misericòrdia dels pobres innocents que res no saben del satànic orgull dels homes savis. I si no puc reveure la llar meva, feis que vegi la vostra Faç divina i així trobi l’Amor que mou sol i estrelles. TARDOR Vella olivera de sati i de cendra, posada a la vorera del camí; plau-me l’argent del teu fullatge tendre retallat .sobre un cel esmaragdí. Olivera torçuda, turmentada, pel dolor que defuig als meus sentits, dins l’àuria excelsitud de la vesprada, curulla de llangors i de neguits. Caminet tot polsós que puja i baixa i s’allarga, mansissim, dins la pau que goteja, silent, de l’horabaixa, talment un himne humil, tot verd i blau. que s’escampa, finint a l’entrellum, amb els ressons llunyans de les campanes; piuladissa d’ocells, breus fils de fum, cançons d’amor, perdudes veus humanes. Núvols de rosa entre besllums d’aram que coronen la glòria de la posta amb filagarses d'e vellut i estam, nuncis del vespre fosc que ja s’acosta. Oliveres, camins, ressons d’esquelles, un vol de corbs damunt la verda faixa d’un cel prometedor de les estrelles; silencioses veus de l’horabaixa, condormides, lleument, sobre la plana; en el llevant d’un morat que es moria, un espill acerat de mar llunyana i un perfum sanitós de ruralia. A UN LLIGADOR DE DAMES DEL SEGLE XVIII D’antigues belleses, de roses marcides, la petita cambra conserva el perfum, record d’uns vells segles, de passades vides se varen fondre com se fon el fum. Com les belles dames i les damisel·les que antany varen viure dins aquest casal, i els saraus i dançes i les carretel.les de fines ballestes, de pompa real. Finestra barroca, claror esmorteida que sembla venguda d’un temps allunyat, la cambra il·lumina, tota revestida per les fines robes de l’entapissat. Vengut de la Itàlia, el vell tocador, amb un espill pàl·lid, de vidre tacat, de vives essències i d’aigües d’olor desprèn un aroma mig evaporat. I en l’airosa caixa que fou de novia s'inclou la delícia del ric parament, amb la meravella i policromia de faldes de seda, de robes d’argent. volants, «rebosillos», copinyats, faldetes, ventalls, guatleretos i vestit de fai de franges ben amples, de ratlles estretes, de flors i de fulles; llençols de Cambrai, mocadors de nipis amb sentor de pomes, perfum suavíssim de sabons d’olor, i les Creus de Malta i els ventalls de plomes d'unes gaies festes, d’unes nits d’amor. Espasins, ensaques, randes i brocat, antigues fragàncies d’exquisit anhel, crepuscles de rosa pel jardí tancat rjue té remor d’ales i claror de mel. I dins la memòria que resta encantada, d’un vell clavicordi mig desafinat, hi tomben les notes que, com a cascada, cauen en silenci dins l’eternitat. Maig, 1951. 1903 - 1967 15 GABRIEL CORTÈS Ja ha pres carta de naturalesa entre nosaltres la denominació de «poetes menors» (al costat de la de «poetes de to menor», no de tot idéntica). Aqueixa expressió té, empero, un carácter ben relatiu i, per consegüent, ambigu. Quan deim «menor» necessàriament ens hem de senyalar, almenys mentalment, un terme de comparació. ¡«Menor»!, ja està bé; però, ¿menor que qui?, ¿menor que quina cosa? Referint-nos en particular als poetes, o més concretament, als nostres poetes mallorquins^ ¿quin grup el formen els majors, els no menors, quin altre estarà consti¬ tuït pels «menors»? ¿Per on i sota quina norma s’haurà de traçar la línia divisòria entre els dos grups? Augmentaria encara la dificultat de l’encasellament si volguéssim anar a distingir entre valors absoluts i relatius dels nostres poetes, entre valorització objectiva i subjectiva, etc. Si admetem com a bona una petita llista de poetes majors indiscutibles, posem per casi la formada per Costa i Llobera, Joan Alcover, Maria Antònia Salvà, Llorenç Riber i Miquel Ferrà, ¿no n’hi haurà molts que, amb raó, voldran fer entrar també en la mateixa llista els poetes Marian Aguiló, Josep Pons i Gallarza, Miquel dels Sants Oliver? ¿I no en sortiran d’altres encara que seran partidaris d’encabir dins aquella selecció els noms de Jeroni Rosselló, Pere d’Alcántara Penya, Mateu Obrador, Gabriel Alomar, Miquel Forteza, etc.? Convenguem que els ulls de la nostra ànima, l’apreciació, com els del nostre cos, ens poden jugar males passades i fer-nos semblar que la lluna és el major dels astres de la nit (l’horacià «velut inter ignes Itma minores»). I encara podríem afegir o recordar casos de valors que en el seu temps no foren reconegutsi i ho són ara, i inversament. Tot això ho deim solament per a recalcar la relativitat de les classifi-' cacions. I no hem fet més que tocar la qualitat, bé que aquesta sigui indubtablement el tret més de¬ cisiu per a classificar l’obra del poeta. Però, ¿no compta per res la quantitat? ¿Es igualment un poeta major el qui ha escrit un sol poema genial que el qui n’ha escrits deu, vint o vint-Lcinc? Si hagués d’esser vàlida la comparació entre poetes i profetes (oficis, per altra banda, tan consem¬ blants, que el llatí vates significa profeta i poeta), recordaríem que els «profetes menors» no són menors qualitativament, en quant al grau d’inspiració dels seus oracles, sinó degut a que els seus escrits profètics són menys extensos que els dels «profetes majors». Gabriel Cortès i Cortès no té publicat cap llibre de poesia (va editar en minúscul fulletó el seu bellíssim poemet El cementiri dins la boira, reproduït en aquesta revista, novembre 1965). Mes, com molts dels nostres homes de lletres d’ençà de la Renaixença, marginalment i esporàdi¬ cament s’agradava del bell festeig amb les muses. I té una carpeta de versos escrits en diferents moments de la seva vida. Que en els seus darrers anys no havia encara abandonat el poètic esbargiment ho palesa la poesia a la qual ens acabam de referir, que porta la data de febrer de 1961, i una de les que reproduim avui en la nostra «Pàgina», el títol de la qual expressa prou bé la factura de darrera hora. I de que. probablement, projectava reunir en un tomet tota la seva pro¬ ducció poètica en són indici les recents correccions que es veuen ençà i enllà en les diverses com¬ posicions, antigues i novelles, i en les que tenia encara en elaboració. Gabriel Cortès, tant per la forma com per la ideologia, era, literàriament, un incondicional addicte a r«Escola mallorquina». Diguem de passada que creim que no s’ha fet cap especial estu¬ di sobre l’estructuració del llenguatge poètic (ni sobre la posta en nova circulació d’un gran nombre de termes populars quasi ja caiguts en desús o emprats solament dins una àrea molt es¬ treta) de la nostra «Escola». Ens referim a una com a certa interdependència dels mots (no en les locucions i frases fetes, on la cosa és natural), al fet de semblar que un mot reclama l’altre com els ossos d’una mateixa articulació. Portariem massa lluny aquest lleu comentari si volgués¬ sim adduir exemples aclaridors d’això que estam dient. 16 Els versos de Gabriel Cortés, com no podia esser altrament, el delaten ben tal com era: un bon cristià i un gelós enamorat de les coses nostres, de la nostra historia, del nostre art i del nostre paisatge. Quasi un romàntic. No sentia, emperò, cap mena de desdeny per a la moderni¬ tat, ni de les coses ni de la forma d’expressar-les. Ho testimonieja la reproduïda Oració del cos¬ monauta. Observam que ens roman a Taire una pregunta comprometedora: Gabriel Cortés, ¿és un poe¬ ta «major» o «menor»? Atenent-nos a la quantitat, forçosament l’haurem de situar entre els «menors». Però en quant a la qualitat, ¿chi lo sa? Que es judiqui per les mostres que oferim de la seva obra. Les referències a altres aspectes de la personalitat literaria de Gabriel Cortés ultrapassarien els límits del nostre comentari. Aquests aspectes són, per altra part, prou coneguts i foren po¬ sats en relleu quan va ocórrer el seu traspàs (3 de febrer de Tany 1967). Fra M. C., T. 0. R. FLORS DF F £I JB R El R Brufant el turó i la plana, com un dibuix japonès, la flor d’ametller, galarva, s’esbadella com un bes. Verd tendre de sembradura li serveix d’encatifat; és l’ombra, subtil i pura, tapís de rosa i morat. Si bufa el fresc oratjol amb remors de mar llunyana, les fulles alcen el vol pel cel de la tramuntana. Les branques fan degotis des del blanc de la florida; tot el cel és un somrís, falaguer, de nova vida. Fadeja, gentil, l'albor pel camp de seda i de neu, i s’esblaima de dolçor com un present del bon Déu. Gabriel CORTES 17 IGLESIA 1970 Febrero es considerado como un mes del comienzo del año. No parecerá, por consiguiente, inoportuno que insertemos aún el ‘balance* de la Iglesia en 1970, aparecido en un prestigioso diario madrileño. La Iglesia —realidad al fin y al cabo ^creciente en la Historia— admite un tratamiento periodístico. Pero la Igle¬ sia también —al fin y al cabo realidad transhistórica— supera el dominio de la pura noticia episódica. El gran proble¬ ma de la información religiosa consiste exactamente en sorprender en su impe¬ cable justeza este dinamismo entre dos polos, la anécdota y la categoría, la noti¬ cia y el mensaje. En esta perspectiva 1970 ha sido un año quizás menos anec¬ dótico y más trascendente. Han sido, efectivamente, doce meses sin llamativos ramalazos en el mundo eclesiástico, como fueron en años ante¬ riores la publicación de una discutida encíclica papal o un consistorio cardena¬ licio. Salvo únicamente el magnífico y esplendoroso viaje de Pablo VI a Extre¬ mo Oriente, no se han producido en la Iglesia «noticias» sensacionales. Lo cual no quiere decir —quede esto bien cla¬ ro— que el año ha sido anodino y poco significativo. Todo lo contrario. Sin em¬ bargo, es lógico que después de la mare¬ jada noticiable del Concilio, la sensibili¬ dad católica ante las transformaciones de la Iglesia haya decaído varios grados. ¿Qué hubiera producido hace diez años una postura como la del cardenal Suenens frente a Pablo VI? ¿Cómo hubiéra¬ mos encajado en el pre-Concilio el te- déum ecuménico en la catedral de San¬ tiago de Chile por la elección del candi¬ dato socialista para la presidencia? ¿No nos hubieran escandalizado hasta el pa¬ roxismo las alabanzas del cardenal Willebrands a la figura religiosa y humana de Martín Lutero? Esto quiere decir que la Iglesia ha re¬ corrido —a impulsos del Espíritu San¬ to— un enorme trecho histórico; que ha superado con pasmosa agilidad la iner¬ cia inmovilista de varios siglos, y que hoy cristiano no es sinónimo de perso¬ na sesteante y adormilada, sino de hom¬ bre alerta y centinela, oteando lo que Juan XXIII certeramente definiera co¬ mo «signos de los tiempos». Pablo VI: Un servicio a la paz Una muy importante editorial ingle¬ sa acaba de sacar a la luz pública un li¬ bro enormemente sugestivo «The Vatican and Wolrd Peace» (El Vaticano y la paz mundial»). Se recogen en él ima serie de ponencias desarrolladas durante un simposio celebrado en el Boston College, y en el que intervinieron sobre dicho tema personalidades tan significadas co¬ mo sir Arnol Toynbee; Eugene Rostow, subsecretario de Estado en la Adminis¬ tración Johnson; el rector de la Universi¬ dad de Fordham, Michael Walhs, etcéte¬ ra. En este libro, en un capítulo defini¬ tivo, el arzobispo Higinio Cardinale, nuncio en Bruselas y Luxemburgo, re¬ cientemente nombrado representante de la Santa Sede ante las Comunidades Eu¬ ropeas y el Consejo de Europa, una de las personalidades más fascinantes del «nuevo» Vaticano, al que Pablo VI ha encomendado cometidos muy delicados, analizaba la acción del Papa en favor de la paz en tres capítulos: la diplomacia, el desarrollo y el ecumenismo. Monseñor Cardinale, en la conclusión de un estudio, afirma: «En el ejercicio de su diplomacia, la Santa Sede intenta ayudar a los Estados en orden a conse¬ guir una regulación de sus relaciones a través de la razón, la justicia y la paz, y no a través de la fuerza, la tensión o la guerra. En su contribución a la so¬ lución de las desigualdades socio-econó¬ micas, intenta servir mejor al mundo en aspectos tan importantes como éste. Fi¬ nalmente, con el establecimiento de un diálogo fructuoso en una atmósfera de comprensión y caridad con todos los cre¬ yentes, aspira la Santa Sede a realizar el deseo de Cristo de «que todos sean uno» (pág. 121). Por ser ésta no una actividad oportu¬ nista, sino la consecuencia de una irre¬ vocable decisión de servicio al Evange¬ lio, en 1970 la actividad papal, y más generalmente vaticana se ha orientado en estas tres direcciones. El año se abrió con la Jornada Mun¬ dial de la Paz. En su mensaje al mundo, Pablo VI reiteraba su llamamiento a la paz, «que no se goza, se crea. La paz no es una meta ya alcanzada; es un nivel superior al que todos y cada uno debe- m.os aspirar siempre. Ño es una ideolo¬ gía soporífera; es una concepción deontológica, que nos hace a todos responsa- 18 bles del bien común y nos obliga a ofre¬ cer cualquier esfuerzo nuestro a su cau¬ sa: la causa verdadera de toda la Huma¬ nidad». Meses más tarde, en su mensaje a U Thant con motivo de las bodas de plata de la O'. N. U., el Papa insistia: «La paz será efimera mientras un nuevo espiri¬ to no impulse a una verdadera reconci¬ liación entre los hombres, los grupos so¬ ciales y los pueblos. Esta es la razón por la que hay que esforzarse, incansa¬ blemente, para sustituir las relaciones de fuerza por relaciones de comprensión profunda, de respeto mutuo, de colabora¬ ción creadora». La acción diplomática de la Santa Se¬ de ha sido fecunda en este sentido. Los contactos del Papa con los supremos di¬ rigentes del mundo ha caminado siem¬ pre en esta dirección; los interlocutores han sido lo mismo el Presidente Nixon que el ministro soviético de Asuntos Ex¬ teriores, Gromyko; el canciller Willy Brandt, que el Emperador de Etiopía, Haile Selassie. Las débiles fronteras físi¬ cas del Vaticano no han sido obstáculo para ningún visitante. La Santa Sede ha estrechado en 1970 sus relaciones con la República Socialista de Yugoslavia, ha mantenido sus contactos con Polonia y Hungría (viajes de monseñor Pignedoli y monseñor Cassaroli) y ha procurado en todo tiempo y lugar contribuir con su ac¬ ción a la suavización de conflictos tan crónicos como el Oriente Medio, la gue¬ rra del Vietnam o las revoluciones de todos los matices en Iberoamérica. «Desarrollo es el nuevo nombre de la paz» había dicho el Papa. El XXV ani¬ versario de la F. A. O. le ha dado oca¬ sión de volver a proclamar tan fecundo V Bctivante axioma: «La felicidad es¬ tá en nuestras manos, pero es necesa¬ rio querer construirla juntos». La ac¬ ción inmediata de la Santa Sede no pue¬ de ser, desgraciadamente, decisiva en este terreno: el fondo «Populorum pro¬ gressio» y la ayuda a los países en vías de desarrollo son aportaciones valiosas, pero absolutamente insuficientes. Más importante por su innegable trascenden¬ cia es la acción persuasiva y orientado¬ ra de la Iglesia. En el terreno ecumé¬ nico —tercera geografía de la paz—, el panorama ha cedido en entusiasmo para ganar en profundidad. Con su casi ine¬ vitable circunspección el «motu proprio» sobre los matrimonios mixtos es ya un nuevo paso hacia el acercamiento. Pero son vitalmente importantes sobre todo los contactos intelectuales y la conjun¬ ción de esfuerzos al servicio del desa¬ rrollo y la paz mundial. En este campo. 1970 ha sido un año fecundo en iniciati¬ vas conjuntas de la Iglesia católica con el Consejo Mundial de las Iglesias. Estabilización de tendencias: el apéndice extremista El posconcilio entra decisivamente en una etapa estabilizadora, no meramente estática, pero sí pacientemente construc- tica. Pablo VI continúa su renovación del mundo de la Curia. Enormemente reve¬ ladora es su actitud respecto al Sínodo Mundial de los Obispos. En el año que ahora finaliza, Pablo VI ha ido convir¬ tiendo en realidad histórica los deseos del Sínodo reunido en Roma a finales de 1969: ya está en funcionamiento la Secretaría Permanente del Sínodo, y pa¬ ra 1971 se celebrará una nueva convoca¬ toria de esta asamblea eclesial. La Igle¬ sia en el futuro será, progresivamente, más colegial y menos curial: el inte¬ rés del Papa por reunirse con los epis¬ copados (viaje a Filipinas y Australia) evidencia su interés por llegar a un go¬ bierno colegiado. El año comenzó con la enorme —y ca¬ si injustificada— tensión en torno al Concilio holandés y sus famosas declara¬ ciones sobre el celibato. La firme postu¬ ra de Roma en este punto no ha ido acompañada, como muchos parecían de¬ sear, de rayos y centellas, de condenacio¬ nes y excomuniones. A través del carde¬ nal Villot, el diálogo fue, una vez más, posible y beneficioso. Holanda sigue siendo Iglesia católica, gracias a un Epis¬ copado leal a sus fieles y a la Iglesia universal y gracias también a la com¬ prensión de Roma. Acéptense o no sus puntos de vista, ya no son —salvo en contados casos— motivo de violentas reacciones las de¬ claraciones o afirmaciones de un perso¬ naje como el cardenal Suenens; las ten¬ siones entre unidad —necesaria siem¬ pre— de la Iglesia y uniformidad —inde¬ seable por antihumana— de los fieles irán, en mi opinión, decreciendo en los meses futuros gracias a una visión cada día más exacta del misterio de la Iglesia «una y plural». Quizás uno de los «redescubrimientos» más fecundos del presente año haya si¬ do la preponderancia de la misión de la Iglesia, por encima de sus problemas pri¬ vados. La Iglesia debe evangelizar: es¬ te es su principal objetivo. Los católi¬ cos se deben a un testimonio evangélico de sus vidas, a pesar de sus ocasionales divisiones. La voz del tercer mundo 19 —Brasil, toda Iberoamérica, Africa y Asia— ha sido en este punto unánime: evangelizar, transmitir la fe, por encima de cualquier divergencia. En este sentido, la crisis sacerdotal —que se abordará profundamente en el Sínodo de 1971— debe ser replanteada a la luz de estos datos ministeriales. España: el Concordato, ¿falso problema? Contra lo que muchos piensan, España no constituye una excepción única en ei mundo. Nuestros problemas participan, por lo general, de las características uni¬ versales, en lo político y también en lo religioso. Es, sin embargo, verdad que nuestra idiosincrasia reboza de matices específicos las tendencias más interna¬ cionales. Por citar un solo ejemplo —quizás el más significativo—, aludiremos al fenó¬ meno del integrismo español: el más iracundo e intelectualmente más incon¬ sistente de todos los integrismos euro¬ peos. En 1970 —volvemos al terreno de la «noticia»—, los problemas religiosos en España han girado en torno a las relacio¬ nes Iglesia-Estado. Parece fácil decir que las páginas de los periódicos han vol¬ cado su atención a todo aquello que su¬ pone una fricción entre ambas realida¬ des: desde lo que se llamó la «batalla del arte sacro» a los problemas en tor¬ no a la ley de Educación o al proyecto de ley Sindical. xla sido notable el incremento ae las actuaciones «noticiables» de nuestros obispos, comenzando por el arzobispo de Madrid, monseñor Morcillo, presiden¬ te de la Conferencia Episcopal Española, siguiendo por el cardenal primado y ex¬ tendiéndose a todos los demás obispos, nombres ya conocidos o, por el contra¬ rio, los que en este año han sido eleva¬ dos a tal dignidad. El problema de las diócesis vacantes sigue estando ahí, an¬ clado en su torpe lentitud. Sin embar¬ go, el Colegio Episcopal español ha co¬ nocido un «relevo» bastante notable con nombres que prometen ya firmemente. El telón de fondo ha sido la revisión del Concordato, umversalmente solicita¬ da, pero equivocadamente entendida, por lo visto. En tres ocasiones han viájado hasta Roma ministros españoles. En dos ocasiones con motivo tan grato como fueron la canonización de Santa Soledad Torres Acosta o el doctorado de Santa Teresa. Los ministros viajeros han sido el de Asuntos Exteriores, señor López Bravo, y el de Justicia, señor Oriol y Urquijo. Invariablemente, a su vuelta de Roma, los ministros han mostrado su incondicional optimismo respecto a las relaciones España-Santa Sede y a la mar¬ cha de las conversaciones para la renova¬ ción del Concordato. Quizás en el último viaje del señor López Bravo aparecie¬ ron las primeras sombras en tan bri¬ llante panorama. Por parte de Roma, si lencio; únicamente interrumpido por una nota de la Nunciatura Apostólica so¬ bre el nombramiento de obispos auxilia¬ res y las declaraciones de un prelado so¬ bre la negociación concordataria. Ante las presumibles prisas del Gobierno, Ro¬ ma ofrece su sabia tranquilidad. Todo antes —parece decirse— que un Concor¬ dato muérto. El problema básico parece ser el nombramiento de obispos; proble¬ ma teóricamente zanjado por el Vatica¬ no II, que proclama y exige la libertad de la Iglesia en esta materia, impermea¬ ble incluso a lo que se ha llamado «pre¬ notificación eficaz», es decir una prenoti¬ ficación con derecho a veto por parte del Gobierno. Esta sería un solución ab¬ solutamente anticonciliar, es decir invia¬ ble. La Iglesia de España no son, eviden¬ temente, sus obispos. Es el pueblo fiel, que sigue con interés creciente la mar¬ cha de la Iglesia y que exige de ella un testimonio más evangélico. Valientes do¬ cumentos de nuestros prelados: en la Jornada de la Paz (1 de enero) en la asamblea plenaria sobre «La Iglesia y los pobres», sobre la ley Sindical. El obser¬ vador percibirá hasta qué punto los obis¬ pos son portavoces de una cada día más extendida conciencia de miles de españo¬ les. En el 1971 se celebrará la Asamblea Mixta Obispos-Sacerdotes, punto culmijiante del posconcilio español por ,su trascendencia pastoral. Una etapa incó¬ moda, pero sin duda positiva, que con el paso de los años se esclarecerá definiti¬ vamente. 1971: año de esperanza Lo que es indudable es que la Iglesia camina. La fe nos asegura que camina bajo la influencia del Espíritu Santo, fiel al magisterio del Papa y los obispos, ca¬ da día más abierta a las exigencias de los tiempos. Al cerrar el año 1970 con un viaje, Pablo VI ha puesto de nuevo en actualidad su vieja y querida defini¬ ción de la Iglesia: «una roca que nave¬ ga». Antonio Pelayo 20 NUESTRA PEQUEÑA HISTORIA Febrerillo el loco... El mes de febrero es loco no sólo por sus intemperancias atmos¬ féricas; hace cincuenta años lo era también por la carnavalesca desenvoltura (ahora to¬ do el año es carnaval). Los bailes eran el plato preferido en aquellos días de jolgorio \_W- HpctenfKPJao r.nnti-fl fijlos. ari-pnaa±ía en en el progreso y en la civilización de los pueblos. La mujer no es inferior ni su¬ perior al hombre, sino simplemente dis¬ tinta. Y su lucha por conquistar sus le¬ gítimos derechos igualatarios no debe convertirla en una triste caricatura del hombre, hasta llegar a una pretendida confusión de los sexos, un triste engen¬ dro de nuestros tiempos, que se refle¬ ja hasta en la moda ridicula del unisexo. En lo que se refiere a concursos de belleza, nos parece que tienen plena ra¬ zón de merecer la protesta de los mo¬ vimientos feministas. Estamos muy le¬ jos de censurar nuestras propias costum¬ bres de elegir reinas, novias, madrinas o indias bonitas y todo lo que significa un culto espiritual a la mujer. Pero nos parecen censurables los torneos exóticos en que desfilan muchachas en traje de baño, exhibiendo sus carnes, mostrando sus encantos de hembras, como quien enseña la mercancía que pretende ven¬ der. Se toman las medidas de su bus¬ to, cintura y caderas, se hace la anato¬ mía de su cuerpo, se observa su modo de caminar y contonearse, como se pesa el ganado y se le miran los dientes a los caballos que se ponen a la venta. Semejantes competencias son realmen¬ te degradantes para la mujer y nos re¬ Tftedio siglo atrás,,, con vuelo seguro por el cielo de la poesía. En los versos de aquel número nos descu¬ bre, además, un amor al cual ha permane¬ cido siempre fiel: Ramon Llull. El epígrafe es explícito: «Luí.liana. L’Arbre de Sciéncia». En ese poema las ideas poéticas se refrán ae la sabiduría popular; bella en exceso, mucho sexo y poco se¬ so». Como es el caso de la reina de be¬ lleza que le escribió a George Bernard Shaw proponiéndole matrimonio, con la firme convicción de que, siendo ella tan bonita y él tan inteligente, su unión con¬ yugal daría por fruto unos hijos superdotados, que asombrarían al mundo con su talento y hermosura. El famoso hu¬ morista inglés, halagado en su vanidad de hombre por una propuesta tan lison¬ jera, tuvo que declinar el honor que se le brindaba, atormentado por una terri¬ ble duda que asaltaba continuamente su selecto espíritu: que los hijos que na¬ cerían de semejante maridaje fueran tan feos como él y tan estúpidos como ella. Hay que darle a la bella mitad del gé¬ nero humano tosdos sus derechos, rin¬ diendo culto a su inteligencia, a su no¬ bleza, a su exquisita espiritualidad, dán¬ dole mayor participación en las activida¬ des de este mundo que los hombres he¬ mos corvertido en infierno. Pero es ne¬ cesario que ocupe su puesto como mu¬ jer, en todo el sentido de la palabra, pe¬ ro nunca como hembra, ni mucho me¬ nos como marimacho. De «ECCLESIA» ras: romances, poesía» indecentes y obscenas fotografías que dejó esparcidas a su alrededor antes de estran¬ gularse. Y al pie de la página la inevitable nota dirigida a los suscriptores olvidadizos o tardineros; necesidad de abonar la suscripción. La superstición (más antes que ahora) suele culebrear junto a la devoción, sobre todo entre el pueblo ignorante. En «Devo¬ ciones y supersticiones» se aclaraban con ejemplos ambos conceptos. Era entonces novedad que «Una señorita china toma (se) el velo de Misionera Fran¬ ciscana». En los últimos cincuenta años el clero y las vocaciones religiosas indígenas han conocido etapas de verdadero es¬ plendor. Cerraba la página un nuevo «spot» de propaganda franciscana. Blanquerna (P. Ginard Bauçà) se lanza ya ^^^ En el norte de Africa, el antiguo ProtectA- rado español, rebullía la insurrección. Eso motivaba la inclusión de un grabado con el si¬ guiente pie: «Melilla. - Vista del muelle a la lle¬ gada del vapor correo. Y ahora Es vey de Son Alegre. El título era «—No sies tonta!... —Tu, no sies tonto!...» Una muestra de diálogo no del todo diplomático. A lo que decíamos el mes pasado podemos añadir que el P. Pons em¬ pleaba un lenguaje y unos recursos doctri¬ nales bastante eficaces para la gente pue¬ blerina de hace cincuenta años. Sus artícu¬ los eran leídos con interés y Es Vey de Son Alegre, en sus correrías por la isla por motivos de predicación, constituyóse en ac¬ tivo propagador de esta revista. En «Crónica Franciscana» se incluían cua¬ tro noticias: 1." La toma de hábito de la T. O. R. por el P. Bartolomé Pons, sacerdote 21 secular, a quien acabamos de referirnos. El acto tuvo lugar el día de Reyes, en nuestro Convento de San Francisco de Palma. 2.“ En Inca, fiesta religiosa conmemorativa de la instalación de nuestros religiosos en el an¬ tiguo convento franciscano de aquella ciu¬ dad, el 16 de enero de 1910. 3.“ El movi¬ miento de terciarios ingresados y fallecidos en la Hermandad de Campos durante el año 1920. Y 4.“: la organización en coros, con sus respectivas presidentas, de la Herman- dad de Terciarios de Selva, en aquel tiempo muy floreciente. En la «Necrología» se destacaba el falle¬ cimiento, en Palma, de D." Francisca Moya, Vda. de D. Antonio Massot, insigne Protec¬ tor de nuestra Provincia Franciscana. Y en la «Bibliografía» se daba cuenta de la salida del primer número de la revista Lluch, dirigida por las Padres Misioneros de los SS. CC. de Palma, Contra lo que muchos piensan, España no constituye una excepción única en el mundo. Nuestros problemas participan, por lo general, de las características uni¬ versales, en lo político y también en lo religioso. Es, sin embargo, verdad que nuestra idiosincrasia reboza de matices específicos las tendencias más interna¬ cionales. Por citar un solo ejemplo —quizás el más significativo—, aludiremos al fenó¬ meno del integrismo español: el más iracundo e intelectualmente más incon¬ sistente de todos los integrismos euro¬ peos. En 1970 —volvemos al terreno de la «noticia»—, los problemas religiosos en España han girado en torno a las relacio¬ nes Iglesia-Estado. Parece fácil decir que las páginas de los periódicos han vol¬ cado su atención a todo aquello que su¬ pone una fricción entre ambas realida¬ des: desde lo que se llamó la «batalla del arte sacro» a los problemas en tor¬ no a la ley de Educación o al proyecto de ley Sindical. x-Ia sido notable el incremento ae las actuaciones «noticiables» de nuestros obispos, comenzando por el arzobispo de Madrid, monseñor Morcillo, presiden¬ te de la Conferencia Episcopal Española, siguiendo por el cardenal primado y ex¬ tendiéndose a todos los demás obispos, res y las declaraciones de un prelado so¬ bre la negociación concordataria. Ante las presumibles prisas del Gobierno, Ro¬ ma ofrece su sabia tranquilidad. Todo antes —parece decirse— que un Concor¬ dato muérto. El problema básico parece ser el nombramiento de obispos; proble¬ ma teóricamente zanjado por el Vatica¬ no II, que proclama y exige la libertad de la Iglesia en esta materia, impermea¬ ble incluso a lo que se ha llamado «pre¬ notificación eficaz», es decir una prenoti¬ ficación con derecho a veto por parte del Gobierno. Esta sería un solución ab¬ solutamente anticonciliar, es decir invia¬ ble. La Iglesia de España no son, eviden¬ temente, sus obispos. Es el pueblo fiel, que sigue con interés creciente la mar¬ cha de la Iglesia y que exige de ella un testimonio más evangélico. Valientes do¬ cumentos de nuestros prelados: en la Jornada de la Paz (1 de enero) en la asamblea plenaria sobre «La Iglesia y los pobres», sobre la ley Sindical. El obser¬ vador percibirá hasta qué punto los obis¬ pos son portavoces de una cada día más extendida conciencia de miles de españo¬ les. En el 1971 se celebrará la Asamblea Mixta Obispos-Sacerdotes, punto culmifiante del posconcilio español por ,su trascendencia nnci-r.T-oi tt— * ^ Biniali.—Día 5 octubre 1970, D.“ Cata¬ lina Bibiloni Ordinas, viuda de Nicolau, madre de las RR. Franciscanas Sor Colo¬ ma y Sor Antonia. INCA.—D.^ Margarita Estrany Arrom, terciaria, día 3 de diciembre de 1970; día 2 de enero de 1971, D. Pedro Mayrata Fiol, terciario y antiguo miembro del Dis¬ cretorio de Hermanos de aquella ciudad; día 6 de enero, D.“ Magdalena Llobera Janer, terciaria. A sus respectivas familias les transmi¬ timos nuestro sentido pésame. ARIANY.—Día 12 diciembre 1970, D. Miguel Mestre Frontera, padre de Sor Margarita Mestre, Religiosa Franciscana en Sa Pobla. Mahón (Menorca).—Día 17 diciembre, a los 63 años de edad y llevando 36 de vida religiosa. Sor María Luisa Benejam Ametller, Vicaria en el Monasterio de Concepcionistas Franciscanas. Lloseta.—Día 31 diciembre, a los 93 años de edad, D.“ Juana Ana Jaume Cres¬ pí, madre de nuestro hermano de hᬠbito, Fr. Jorge Mut. Llucmajor.—El mismo día y a los 98 años de edad, D.- Margarita Caldés Cala¬ fat, madre de otro religioso de nuestro Convento de San Francisco (Palma): Fr. Antonio Rafal. Concédeles, Señor, el descanso eterno y que la Luz perpetua los ilumine. Des¬ cansen en Paz. Amén. 22 CONCURSOS OE BELLEZA Por EMILIO J. SIMAN Somos partidarios de la igualdad esen¬ cial de la mujer como persona humana, con los mismos derechos y deberes, con iguales oportunidades en la vida, con idéntico respeto a su dignidad y con gran aprecio de la misión excelsa que ejerce en el progreso y en la civilización de los pueblos. La mujer no es inferior ni su¬ perior al hombre, sino simplemente dis¬ tinta. Y su lucha por conquistar sus le¬ gítimos derechos igualatarios no debe convertirla en una triste caricatura del hombre, hasta llegar a una pretendida confusión de los sexos, un triste engen¬ dro de nuestros tiempos, que se refle¬ ja hasta en la moda ridicula del unisexo. En lo que se refiere a concursos de belleza, nos parece que tienen plena ra¬ zón de merecer la protesta de los mo¬ vimientos feministas. Estamos muy le¬ jos de censurar nuestras propias costum¬ bres de elegir reinas, novias, madrinas o indias bonitas y todo lo que significa un culto espiritual a la mujer. Pero nos parecen censurables los torneos exóticos en que desfilan muchachas en traje de baño, exhibiendo sus carnes, mostrando sus encantos de hembras, como quien enseña la mercancía que pretende ven¬ der. Se toman las medidas de su bus¬ to, cintura y caderas, se hace la anato¬ mía de su cuerpo, se observa su modo de caminar y contonearse, como se pesa el ganado y se le miran los dientes a los caballos que se ponen a la venta. Semejantes competencias son realmen¬ te degradantes para la mujer y nos re- cuerdan los antiguos mercados de escla¬ vas, donde los sultanes y emires adqui¬ rían las hembras que necesitaban para poblar su harén, como en los cuentos orientales de las mil y unas noches. Mucha veces resulta cierto un viejo refrán de la sabiduría popular: «Mujer bella en exceso, mucho sexo y poco se¬ so». Como es el caso de la reina de be¬ lleza que le escribió a George Bernard Shaw proponiéndole matrimonio, con la firme convicción de que, siendo ella tan bonita y él tan inteligente, su unión con¬ yugal daría por fruto unos hijos superdotados, que asombrarían al mundo con su talento y hermosura. El famoso hu¬ morista inglés, halagado en su vanidad de hombre por una propuesta tan lison¬ jera, tuvo que declinar el honor que se le brindaba, atormentado por una terri¬ ble duda que asaltaba continuamente su selecto espíritu: que los hijos que na¬ cerían de semejante maridaje fueran tan feos como él y tan estúpidos como ella. Hay que darle a la bella mitad del gé¬ nero humano tosdos sus derechos, rin¬ diendo culto a su inteligencia, a su no¬ bleza, a su exquisita espiritualidad, dán¬ dole mayor participación en las activida¬ des de este mundo que los hombres he¬ mos corvertido en infierno. Pero es ne¬ cesario aue ocupe su puesto como mu¬ jer, en todo el sentido de la palabra, pe¬ ro nunca como hembra, ni mucho me¬ nos como marimacho. De «ECCLESIA» r N CiVX.OSFB.IO La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura En los prados so¬ ñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las zarzamoras... Al¬ guien se esconde tácito, a nuestro pasar... Sobre el vallado, un almendro inmen¬ so, niveo de flor y de luna, revuelta la copa con una nube blanca, cobija el camino asaetado de estrellas de morzo. Un olor penetrante a naranjas .. Hume¬ dad y silencio... La cañada de las Brujas... -¡Platero, qué... frío! Platero, no sé si con su miedo o con el mío, trota, entra en el arroyo, pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un emjambre de claras rosas de cristal se en¬ redara, queriendo retenerlo, a su trote... Y trota. Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le fuese a alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se acerca., Juan Ramón JIMÉNEZ de Platero y yo ^ 23 Se llamaba Manuel, era gañán, y al estrechar su mano se palpaba una especie de suelta de palomas por la corteza parda de sus dedos. Era hermano de Pepa, la criada que vivió en mi casa más años que yo mismo, hasta hace poco, y que fue para mí corno un libro de texto pequeño de ternura concentrada donde aprendí amistades de mi pueblo, hasta saber el modo en que los pobres nos enseñan su falta de esperanza como vestida de limpieza para un raro concurso de hermosura. 24 Llegaba a la cocina y amenizaba guisos con aquella nostalgia de verse cuando niño cantando su salmodia de tabla de sumar igual que si sembrara capitales en la pobreza gris del patio de vecinos. El buen Manuel sabía los límites de España, las soberbias más altas de nuestras cordilleras, las novelas de agua de nuestros ríos mayores, y todas las provincias, y todas las cabezas de partido y muchos otros sitios de la patria donde escriben millones de papeles jamás condecorados con su nombre. Yo estuve, con su muerte, allá en el cementerio de Carmona, y contemplé su hechura de mapa de otro mundo. ¡Si hubieran visto ustedes la cantidad de Cristo que Manuel predicaba con la voz imponente de sus manos trigueras sobre el pecho! Desde este ahora lejano, te doy gracias, Manuel, por haber sido el muerto que más me ha convencido de que existe una vida de verdad en la que todos te conocen, Manuel, en la que todos te nombran por la tarde cuando tú vas con Dios paseando. Era hermano de Pepa, la criada que me vio nacer y que, al cabo del tiempo, mis versos escuchaba a corazón abierto. José María REQUENA 5.El terciario 750 ANIVERSARIO DE LA T. O. F. (Conclusión) Memorial 4. La oración. Es considerado como la primera Re¬ gla de la T. O. F., publicado el año 1221; y por tanto como documento fundacio¬ nal de la T. O. F. 5. Vida sacramental y compromiso temporal. 6. La Asamblea mensual. 7. Las obras de misericordia. En la elaboración de esta Regla cola¬ boró de cerca el Cardenal Hugolino, co¬ mo él mismo lo afirma en la, bula «Quo elongati» del 28 de septiembre de 1230, como lo hizo también en la redacción de la Regla de la primera Orden; pero la inspiración del documento se debe a San Francisco. El texto original de esta Regla sólo nos era conocido a través de la Regla de Nicolás IV, publicada con la bula «Supra montem» del 18 de agosto de 1289. Pero últimamente han sido encontrados tres códices anteriores, a través de los cua¬ les podemos conocer más exatamente su texto original. El primero de estos tres códices fue hallado por el gran escritor e investigador de historia franciscana Paul Sabatier el año 1901 en el convento franciscano de Capistrano. El P. Lemmens, en 1913, halló otro códice en la biblioteca de KSnigsberg. El tercer códice, hallado por el P. Bughetti en Florencia y publicado en 1921, parece hoy por hoy el texto más aproximado al original. Por ello, publicamos su traducción. Así cono¬ cemos con toda aproximación el texto original de la primera Regla de la T. O. F. (Ver Pianisi: «Manuale sul Terz’Ordine Francescano»). Esta Regla nos ofrece más bien las normas concretas de vida; pero a través de ellas podemos llegar a las orientacio¬ nes espirituales de San Francisco, de las que brotaban. El texto debe ser estudia¬ do con esta orientación: para poder cum¬ plir diariamente las prescripciones de la Regla se necesitaba vivir una intensa es¬ piritualidad, cuyos puntales podrían ser: entrega, a Dios y servicio a la sociedad. 8. La corrección y forma de gobierno. La lectura de este «Memorial» nos muestra las fuerzas de renovación que se esconden tras las normas jurídicas escuetas y concisas. Podemos hacer algu¬ nas observaciones orientadoras. 1. Entrega a Dios Las exigencias que presenta la Regla son decisivas, en el contexto de la vida cristiana de aquel tiempo. Se exige una intensa vida sacramental, teniendo en cuenta la práctica de la confesión y co¬ munión anuales. No son comparables las situaciones concretas del siglo XIII y del siglo XX. El rezo del Oficio divino o la partici¬ pación intensa en la Oración de la Igle¬ sia es el segundo elemento. Nótese que esta participación debe ser incluso co¬ munitaria, acudiendo a la iglesia. En la sociedad de aquel tiempo esto debió constituir una renovación radical y un ejemplo llamativo para todos. En esta misma línea se exige una fide¬ lidad total a la doctrina de la Iglesia y no se admite en la Fraternidad ni siquie¬ ra a los sospechosos de herejía. Esta norma iba directamente contra los gru¬ pos carismáticos que se rebelaban con¬ tra la jerarquía de la Iglesia. CALManti El «Memorial» contiene ocho capítu¬ los: 1. Los vestidos. 2. La abstinencia. 3. El ayuno. VITAMINADO CALMA Y ANIMA la tableta que da bienestar CONSULTE A SU MEDICO 25 (Estas prescripciones pueden ser ilu¬ minadas con la lectura de orientaciones semejantes dadas por San Francisco a sus religiosos, e ilustradas con la prác¬ tica de la vida del santo y de sus segui¬ dores: la reverencia al Papa, los Obis¬ pos y Sacerdotes, la sumisión a la doc¬ trina de la Iglesia, etc.) 2. Pobreza y penitencia El «Memorial» sólo nos ofrece normas concretas; pero ellas indican el espíritu de pobreza y penitencia que San Fran¬ cisco exige a los seglares. La pobreza está contenida, sobre todo, en el uso de vestiduras pobres y en la moderación de la comida. También aquí nos encontramos con normas radicales, que no podían menos de distinguir a los terciarios, llamando la atención de los demás. Si a esto se añaden los ayunos y las abstinencias, la Fraternidad debía mostrarse ante los demás como una fra¬ ternidad evangélica que abraza «la po¬ breza y la humildad de Jesucristo», que para Francisco de Asís es resumen del Evangelio. 3. Las obras de misericordia El abrazo de Francisco a los leprosos y su amor a los pobres están reflejados en normas concretas. Las obras de mise¬ ricordia, acomodadas a las exigencias concretas de su tiempo, son el apostola¬ do de la Fraternidad. En el capítulo de las obras de miseri¬ cordia entra también la labor pacifica¬ dora .de la Fraternidad, dentro y fuera de la misma, a través de la acción de los Ministros. A los Ministros se confía además la difícil tarea de la custodia de la justicia social, con el consejo de los Obispos. Es difícil calcular el alcance de estas prescripciones, cuyas motivaciones corresponden a las exigencias apostóli¬ cas del tiempo. 4. Actuación social L?, forma de vida de los terciarios de¬ be ser comunicada a la propia familia. Aunque partiendo del estatuto de infe¬ rioridad de la mujer, varias prescripcio¬ nes miran a las relaciones de los espo¬ sos. La obligación de hacer el testamento evita, muchas disenciones familiares, fre¬ cuentes en sociedades menos desarrolla¬ das. Pero las prescripciones sociales más radicales están en la obligación de no llevar armas y de no prestar juramento de fidelidad. Hay que añadir todavía prescripciones importantes en cuanto a la moralidad pública en los banquetes, en los espec¬ táculos y en los bailes. Con estas pocas prescripciones se po¬ ne remedio a los males más importantes de la época. Con la rápida extensión de la Fraternidad por todas partes y con el ingreso masivo del pueblo en ella, inclui¬ dos los hombres de mayor influjo social, se comprende que la Fraternidad reali¬ zara una fuerte renovación social. 6. Respuesta o los hombres de su tiempo Para ver el alcance de la fundación de la Fraternidad de San Francisco habría que realizar un estudio detallado de la situación de los cristianos y de la socie¬ dad de los tiempos de San Francisco. Constataremos la eficacia de la genial idea de renovación evangélica de Fran¬ cisco de Asís. Para este estudio podemos recurrir a las biografías de San Francisco en las que se estudian las condiciones de vida de su tiempo. Muy en particular podre¬ mos recurrir a los documentos pontifi¬ cios de los últimos tiempos, entre los cuales citamos las encíclicas «Sacra pro- pediem» de Benedicto XV, del 8 de ene¬ ro de 1921 (con motivo del VII Centena¬ rio de la T.O.F.), y «Rite expiatis» de Fío XI, del 30 de abril de 1926 (con motivo del VII Centenario de la muerte de San Francisco). Otros documentos de menor importancia pueden ser consultados con fruto, y especialmente la alocución de Pío XII del 1 de julio de 1956. (Ver P. PALACIO: «Documentos ponti¬ ficios sobre la T.O.F.», y P. PERUFFO: «II T.O.F. nel pensiero dei Papi»). Fr. José Agustín Elustondo Comisario Nocional, T, O. F. ^ DIRIGENTE SEGLAR FRANCISCANO: ¿Te has suscrito ya a «FRATERNIDAD»? Es la revista nacional escrita para ti. Precio: 90 ptas. DIRECCION: Apartado de correos: 5084 MADRID V. J 26 bibliografía J. Dheilly DICCIONARIO B5BLICO Versión castellana de Alejandro Es¬ teban Lator Ros. 12,4 X 22,2 cm. 1.328 páginas. Tela: pesetas. 875; U.S. $ 12,51. Editorial Herder S. A. - Barcelona, 1970. La obra familiariza al lector con las tareas y los métodos de la moderna exe¬ gesis, de tal suerte que el ensanchamien¬ to de la perspectiva no perturba, sino que estimula y aclara la práctica docen¬ te centrada en el sagrado texto, y su ade¬ cuada interpretación referida al ambien¬ te cultural y científico de nuestro tiem¬ po. Merecedor de nuestra entusiasta reco¬ mendación, este diccionario tiene un ob¬ jetivo bien definido: reunir brevemente las innumerables informaciones útiles para la comprensión de la Biblia. Se ha creído conveniente agrupar en un volumen las múltiples materias que tienen relación con la Biblia: arqueolo¬ gía, historia, geografía, personajes, insti¬ tuciones, literatura bíblica, literatura no bíblica (en la medida que puede contri¬ buir a ilustrar los textos bíblicos), te¬ mas, etc. Es peculiaridad de este diccionario que, con gran sentido práctico, reúne en su reducido tamaño mayor número de ar¬ tículos que otras obras más voluminosas anteriormente publicadas. Cuando se ha creído posible, se ha dado una discreta orientación sobre espiritualidad. A propósito de las personas, frecuente¬ mente se ha añadido al final del artículo correspondiente, unas líneas acerca de la iconografía (escultura y pintura); los ejemplos citados se han escogido de los museos más fácilmente accesibles. En la edición castellana se han completado estas indicaciones con obras de nuestro ámbito cultural Karl Rahner INSPIRACION DE LA SAGRADA ESCRITURA Vol. 6 colección «Quaestiones Dis¬ putatae». Versión castellana de José Bescós. 14,1 X 21,8 cm. 104 páginas. Rústica pesetas 100; U. S. $ 1,42. Editorial Herder S. A. - Barcelona, 1970. El concepto de la inspiración en la Bi¬ blia se piensa nuevamente en sus múlti¬ ples facetas y con una penetración sin¬ gular. Sin atenuantes de ningún género, el autor pone sobre el tapete las cuestio¬ nes que se plantean al teólogo partiendo de la interpretación tradicional. Despe¬ jado el campo, Rahner intenta una elabo¬ ración sistemática del concepto teológi¬ co de inspiración y su entronque con la tradición. En su conjunto, la obrita abre anchas perspectivas que, en parte, han ido siendo recorridas durante el concilio Vaticano II y, en parte también, siguen abiertas en nuestros días a la discusión del teólogo y el exégeta de todas las con¬ fesiones cristianas. H. Gross y P. Neuenzeit INICIACION BIBLICA Versión castellana de Alejandro E. Lator Ros. 12,2 X 19,8 cm. 240 páginas. Rústica pesetas 165; U.S. $ 2,35. Editorial Herder S. A. - Barcelona, 1970. V Josef Pieper MUERTE E INMORTALIDAD Versión castellana de Rufino Jimeno Peña. 122,2 X 19,8 cm. 208 páginas. Rústica pesetas 125; U. S. $ 1,78. Editorial Herder S. A. - Barcelona, 1970. 2 Lo que caracteriza a este libro es que el autor afronta el espinoso y viejísimo tema de toda filosofía verdaderamente existencial con una sencillez, en que todo se plantea de nuevo, y a la vez sin exi¬ gir al lector ningima preparación espe¬ cial. Junto con esto, tiene la virtud de haber mantenido la discusión dentro de los términos con que hoy se plantea, sin rehuir confrontaciones y situándose en el centro mismo del apasionado debate. .c§rs*5E^* • • Sorpresa Bartolomé Guasp Gelabert De la vida eremítica en Mallorca. Un libro del cartujo P. Geli y el paso del eremitismo al anacoretis- mo. Pamplona, 1970. La señora entra en la mercería y dice: — Mañana es el cumpleaños de mi marido. Quiero regalarle una buena corbata. — Aquí tiene usted, señora. Le recomiendo és¬ ta, que es magnífica. — Muy bien; me la llevo. — Será una bonita sorpresa para su marido. - No lo sabe usted bien; él espera un reloj de oro. Dedicado por su autor hemos recibido un ejemplar del artículo (separata de ESPAÑA EREMITICA) que lleva el pre¬ cedente encabezamiento. El Sr. Guasp habrá tratado ya el tema de los ermita¬ ños en Mallorca casi ya hasta su total agotamiento. En ese nuevo breve traba¬ jo el autor comenta el contenido del li¬ bro del P. Geli, del cual extrae fragmen¬ tos y añade frecuentemente notas histó¬ ricas o de erudición. El libro del P. Geli ofrece particular interés al Sr. Guasp porque uno de los intelocutores de los diálogos que figuran en aquel libro es el Venerable Juan de la Concepción Mir y Vallés, personaje que precisamente ha estudiado el Sr. Guasp en una de sus obras de carácter histórico. Felicitamos al autor por esta nueva aportación a la bibliografía sobre la vida ermitaña en Mallorca. En el mar Sobre el mostrador del bar hay un rótulo que dice: «Se sirven bocadillos de todas clases.» Un cliente ve el cartel y dice: — Deme usted un bocadillo de rinoceronte. — Lo siento, señor, pero no se lo puedo servir. — Ya me lo figuraba. — No es lo que usted se Ifigura, señor; es que se nos ha terminado e! pan del tamaño necesario. ^^ La prensa católica - escribió Juan XXIII - «es uno de los medios más poderosos de que se puede servir la palabra de Dios para llegar a los hoga¬ res y hacerse comprender y amar > HERALDO DE CRISTO es prensa católica. > J 28 r ^^ ¡¡¡NUEVO SISTEMA!!! EL CREDITO ■ AHORRO DE VIAJES DE AEROMARITIMA, S. A. I — Pagando únicamente 50,— ptas. semanales (o sumadas las cartillas que desee) y en su propio domicilio, Vd. iniciará la cuenta de Crédito- ; Ahorro. ! — Elija el viaje que Vd. prefiera, sea o no organizado por Aeromaríti- ; ’ ma, S. 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