El Heraldo de Cristo 1971, n. 730
HERALDO DE CRISTO
EMERO I97I

REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R
•
ENERO 1971

Año LXil - Núm. 730
•
REDACCIÓN Y ADMÓN:
CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 212695
PALMA DE MALLORCA
• DIRECTOR:
P. MIGUEL COLOM MATEU, T. O. R.
ADMINISTRADOR: Fr. JAUME TUGORES MESTRE, T. O. R.

•
CON LICENCIA ECLESIASTICA
•
IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ
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PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN:

ORDINARIA. BIENHECHOR PROTECTOR

. . . 75 PTAS

100 ...

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500

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SITUACION FINANCIERA

(Datos que manda publicar el Ministe¬ rio de Información y Turismo)

ingresos
Salidas
Déficit .....

170.151 ptcs.
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Esta revista , en la que trabajan gra¬
tuitamente desde el Director hasta el úl¬ timo de los redactores, no posee Accio¬
nes de ninguna clase y espera cubrir el déficit con la aportación voluntaria de los lectores amantes del apostolado de la prensa cotólica. único fin perseguido por esta publicación.
•
DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 1958

NUESTRA PORTADA

(FOTO VIDAL)

HUIDA DE LA SAGRADA FAMILIA A
EGli^TO (un detalle de las grandes vidrieras
artísticas, joya de la iglesia de La Porciúncula, Mallorca). Huida ahora imposible: los campos de Palestina y Egipto, erizados de armas, alam¬ bradas, rampas de misiles, un infranqueable canal... Pero, ¿a dónde podría huir hoy la Sa¬ grada Familia, sin rie·^go de encontrarse con los esbirros de cualquier Herodes, sin el peligro de cualquier inesperado secuestro?

V

-y

lea en este ndmerot

«Juicio del año»

3

Jornada mundial de la paz ... 4

Ramón Llull, ecumenista ...

5

La tiesta luliana del 25 de enero. .

6

Amanece en Oriente ....

7

Fisonomía de San Francisco

.

.

8

El cine, actualidad

9

El niño con las manos heridas .

.

11

Mujer intrépida

12

Theotocos d'Efès (poesia) ... 13

Pàgina literària

14

Gabriel Alomar

16

Evocació d'un betlem (poesia) . . 17

Nuestras misiones

18

Nuestra pequeña historia ... 20

Acción de gracias (poesía)

. 21

Jornada Trimestral de Fraternidad . 22

Página del terciario

23

El billete inútil

24

Chistes

27

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EDITORIAL
«JUICIO DEL AÑO»
Nosotros ignoramos si los almanaques populares conservan aún Id antigua costumbre de emitir en sus primeras páginas el «Juicio del año», lanzando atrevidas predicciones sobre lo que va a suceder duran¬ te el curso de los doce meses. Tal vez sí. Pero, tomada la cosa en serio, ¿puede estar el mundo para zumba? Los signos del tiempo son tan acusados y delatores, que no hace falta ir a echar mano de agoreros. Nuestro «juicio» es, por consiguiente, pesimista.
Mas el pesimismo no es bueno. Lo sabemos. Es inoperante, agua¬ fiestas. Por eso —y copiamos— «se le ensancha a uno el corazón cuan¬ do lee unas declaraciones optimistas. Andamos con el alma encogida y con los nervios tan de punta, que cuando nos enfrentamos con las palabras esperanzadoras de un hombre inteligente, cultivado, batalla¬ dor y, lo que vale más que nada, auténticamente bueno, se nos espon¬ ja la vida. Instintivamente exclamamos: ¡Bendito sea Dios! Reconozca¬ mos que nos rodean quejas y protestas por todas partes y que por todas partes nos acorralan noticias desoladoras. Alguien dirá que no está el horno para bollos ni la Magdalena para tafetanes. Sin embargo, los que creemos en la humanidad, porque pensamos que la humanidad no es tan mala como se dice, nos resistimos, como gatos panza arriba, a darlo todo por perdido».
Visión realista. Pesimismo superado. Actitud loable, constructiva. Para el caso no interesan ni el autor del texto ni la persona aludida.
Otra atisbadura ligeramente favorable del mundo actual. Esa de Pablo VI: «¿Debemos resignarnos, dudando que el hombre sea capaz de lograr una paz justa y segura, y renunciando a plasmar esa espe¬ ranza y la mentalidad de la paz en la educación de las generaciones nuevas? Afortunadamente ante nuestra observación se perfila otro es¬ quema de ideas y de hechos: el de la paz progresiva. Pues, a pesar de todo, la paz camina. Existen interrupciones, incoherencias y dificulta¬ des; pero, no obstante, la paz camina y se afianza en el mundo con un carácter invencible» (De su Mensaje al Mundo con motivo de la «Jor¬ nada de Paz» de 1 enero, 1911).
Optimismo moderado; ráfagas de luz en un mundo donde «las guerras arrecian todavía acá y allá y parecen llagas incurables que ame¬ nazan extenderse y agravarse», «discriminaciones sociales, raciales,
religiosas...»
Haga el lector su propio «juicio» del año 1971. No han de faltarle elementos donde apoyarlo. Ayúdele ese mal zurcido de ideas que le
ofrecemos.
3

JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 de enero de 1971
«Escuchadnos. Vale la pena. Sí, nuestra palabra es siempre la misma: PAZ. Pero es la palabra que necesita el mundo; una necesidad urgente que
la vuelve nueva».
♦
«La unidad y la paz son hermanas cuando las une la libertad».
*
«Se está creando en el mundo una solidaridad fundamental que favore¬
ce la paz».
♦
«El amor y la paz son cosas correlativas. La paz es un efecto del amor: la paz auténtica, la paz humana».
«El que trabaja por educar a las nuevas generaciones en la convicción de que cada hombre es nuestro hermano, construye el edificio de la paz
desde sus cimientos».
*
«La paz está radicalmente arruinada donde se ignora radicalmente la
hermandad entre los hombres».
«Meta del progreso humano: CADA HOMBRE ES MI HERMANO. Esta es la paz, la paz ya en acto o la paz que se está haciendo».
♦
«Nosotros podemos enseñar la fraternidad humana, es decir, la paz, en¬ señando a reconocer, a amar y a invocar al Padre Nuestro que está en los
cielos».
♦
«Y sabemos que si somos promotores de paz, podremos entonces ser llamados hijos de Dios y estar entre aquellos que el Evangelio declara bien¬
aventurados».
PABLO VI (De su mensaje para la JORNADA DE LA PAZ.)
4

rauo^

RCURRAISTA

Aquí y allí, en institutos de ecumenismo, y en asambleas motivadas por el movimiento ecumenista, el nombre de Ramón Llull es pronunciado con la ad¬ miración que despierta su empresa unio¬
nista.
Esa, en efecto, exige a grandes voces, una página larga y densa, en la historia del ecumenismo. O sea que, a la fuerza, debe ser tenido por maestro y precursor del ecumenismo moderno; particular¬ mente, por razón de la actualidad de su pensamiento y de su labor ecumenista.
Quien conozca su pasión por la unidad —tan bellamente definida por Eugenio d’Ors— que arranca de los latidos de la médula de su Arte y se refleja en sus grandes concepciones genuinamente lulianas, caerá en la cuenta de que Ramón Llull, situado ante las divisiones del Cris¬ tianismo, no podía dejar de ser unionista y ecumenista.
Su espíritu imionista late en las obras, escritas para refutar los errores griegos, nestorianos y monofisitas. Sus ansias
ecumenistas se traducen en la ideación
de medios geniales —hoy admirados, por la distancia a que se hallan del actual movimiento ecuménico— para el logro del acercamiento de Roma y Constantinopla y. consiguientemente, de la unidad de todas las iglesias cristianas.
Sus obras «Liber de Sancto Spiritu», «Liber de quinque sapientibus», «Liber de fine», «Liber de acquisitione Terrae Sanctae», y sus «Instancias» y opúscu¬ los, presentados a Nicolás IV, a Celes¬ tino V y a Bonifacio VIII dan testimonio de la índole científica y práctica, a la vez, de la empresa ecumenista de Ramón Llull. Mas lo más relevante de su pensa¬ miento es su visión clara y penetrante de los problemas que la división del Cris¬ tianismo creaba a la Iglesia y a la civili¬
zación cristiana.
Ramón Llull denunció al siglo XIII el peligro de una arrolladora invasión mu¬ sulmana en los pueblos cristianos, a cuya debilidad —ocasionada por las desmem¬ braciones— se debía su posibilidad. Previó la de una unión arábico-tartárica.

con la finalidad de la consecución de un dominio total sobre el Oriente cristiano
y para la formación del más poderoso ejército del mimdo, con el que no resul¬ taría empresa difícil la conquista de los pueblos latinos. Puntualizó que cundía im verdadero confusionismo religioso, motivado por las divisiones cristianas —latina, griega, nestoriana, monofisita y otras— cuyos diferentes credos privaban a musulmanes y a tártaros de un conoci¬ miento exacto de la religión de Cristo. Con esto —afirmaba Llull— se beneficia¬ ba al judaismo, el cual, revestido de la rara belleza de su integridad —sin parti¬ ción alguna— no ofrecía el escánda¬ lo, producido por las desmembraciones cristianas. También, atribuía al Cisma el hecho de las apostasias de los cristianos —sobre todo de los nestorianos— que abrazaban la religión de Mahoma. Aquél, iguaJmente, impedía —a su modo de ver— que el pueblo de los Tártaros —re¬ ligiosamente virgen— se convirtiera al Evangelio.
Esa visión luliana del problema orien¬ tal —más amplio y complejo que el del
Cisma— lanzó a Ramón Llull hacia los caminos del ecumenismo, desde donde
sugirió planes y procedimientos, como
es el de la celebración de una asamblea
permanente de teólogos y griegos, cuya duración se prolongase hasta la arribada
a la meta de la unidad.
Por estos motivos. Pío XI, en su encí¬ clica «Rerum orientalium», ponderó la rara penetración y larga mirada del ge¬ nio ecumenista del maestro mallorquín
del medioevo.
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5

LA FIESTA LULÍANA
DEL 25 DE ENERO
REMINISCENCIAS HISTÓRICAS
EX-VOTO (s. XVII) dedicado al Beato Ramón Llull, tabla existente en el Museo Diocesano
de Palma de Mallorca.
Es más fácil enderezar una inteligencia que torcer un corazón. Nos lo demuestra el hecho de que bastó un solo rayo de luz para convertir a Saulo en Pablo; pero fueron menester cinco vistas (*) del Amor Crucificado para que el gentil Senescal de la corte mallorquina cambiase el objeto de su pa¬ sión. Aquél será el Apóstol de las Gentes; Ramón, el Procurador de los in¬ fieles. Y si la Iglesia universal celebra la conversión de Saulo el 25 de enero, este mismo día Mallorca hará memoria de la conversión del Primogénito de su raza. Y en la efervescencia luliana del primer cuarto del 1600 un de¬ voto y entusiasta admirador del Iluminado Maestro y Mártir de Cristo la¬ brará a honra de su santo ascendiente, la capilla de Sant Ramon Nou o de SANT RAMON ALT (que acaba de ser restaurada totalmente, gracias a la munificencia de D. Bartolomé March Servera). Cinco mil libras mallorquinas (unas 500.000 pesetas en valor actual) costó al benemérito Penitenciario de Mallorca, R. D. Bartolomé Llull, la ampliación de la capilla con su nuevo retablo, en el cual, merced a la reciente restauración, podemos admirar las dos escenas al principio aludidas: en el segundo cuerpo, Saulo derribado
del fogoso caballo de su odio a Cristo, y en el nicho principal, la figura de Ramón abrazando con sus ojos la imagen del Crucificado. Y al pie de la
(Siguen en pég 27)
* Can fuy gran e sentí del món sa vanitat, comensé a fer mal e entré en peccat, ublidant Deus gloriós, signent camalitat; mas plac a Jhesu Crist, per sa gran pietat, que s presenta a mi .v. vets crucifigat... Llull, DESCONHORT
6

AMANECE EN ORIENTE

Monseñor Jean Rupp, obispo de Monaco, es autor del libro «Lumière à l’Est», todavía reciente, en el que, con la autoridad que le da su profundo conocimiento del mundo es¬ lavo y su amplia cultura, mantiene la tesis de que la religión, que parece oscurecerse en Occidente, renace vigorosa en Oriente. Aquí hablamos de la «muerte de Dios»; allí, en, cambio, de su resurrección. No presenta teorías, sino hechos. A pesar de las cam¬ pañas propagadoras del ateísmo, de las per¬ secuciones y dificultades de todo orden, du¬ rante más de medio siglo, que intentaron ahogar el pensamiento y el sentir religioso en todos los países allende el telón de ace¬ ro, las masas organizan peregrinaciones, ejercen presión sobre los estadistas y la fe renovada inspira a intelectuales y literatos, que vuelven a descubrir la espiritualidad
cristiana. Los seminarios se llenan año tras
año, y, lo que es aún más esperanzador y encierra una maravillosa lección, es que el
nuevo cristianismo es la auténtica resurrec¬
ción del Evangelio, al estilo de la primera Iglesia Voy a dejar la palabra a monseñor Rupp:

problemas. La teología contestataria y sus
sucedáneos brotan de un clericalismo frus¬ trado.
En la U.R.S.S., la renovación es obra de jóvenes laicos, cuyo acceso a las cosas de Dios es una conquista. Van derechos a lo esencial: Dios, la inmortalidad del alma; Cristo, la belleza, la valentía, el amor. Es¬ tán saturados de ateísmo y positivismo, de biología y de geología, de economía y de
política. Una filosofía y una religión que les vinculase a esas fuentes, les haría huir. En Occidente, en cambio, se descubre y se so¬ breestima su valor. El esplritualismo eslavo, después de algunas decenas de años de contactos, considera que el marxismo no puede ser asimilado por él. Occidente no ha realizado esta experiencia. Imagina bue¬ namente que los cristianos de los países orientales han logrado una síntesis entre Marx y Cristo. No hay tal cosa. Ni siquiera estoy seguro de que el grupo «Pax», alias «Znak», de Polonia, considere esa síntesis posible o deseable. En todo caso, los mar¬
xistes la rechazan.

«En el siglo pasado, los jóvenes burgue¬ ses que organizaban «complots» contra el poder, demostraban un valor real. Pero los asesinatos que cometían eran crueles y sin sentido. Sus malas conciencias de hijos de familia alteraban sus nervios. Arrojar una
bomba era así una forma de liberación.
Hoy el heroísmo de los jóvenes soviéticos se funda en algo diferente. Educados en la pobreza, en la falta de comodidades y en el anonimato, descubren una verdad que no es cruel ni explosiva, ni destructora, sino que, por el contrario, exige ascesis, fraternidad y abnegación. Yo creo en el porvenir de un cristianismo que se apoya en tales valores. Pienso que puede afirmarse con exactitud: los teólogos de la «Muerte de Dios» son clérigos, pastores o sacerdotes, cuyo com¬ plejo de aislamiento o de abandono ante las iglesias vacías o poco frecuentadas, les in¬ clina a buscar soluciones patéticas a sus

No; «La muerte de Dios», cuando los cris¬ tianos del Este le ven resucitar, ni la sín¬ tesis cristiano-marxista, interesa a los jóve¬ nes de los países comunistas, que redes¬ cubren el Evangelio. Porque el Evangelio pi¬ de un ojo que quiera captar la luz, que sea «simple». La teología sin Dios, la fe sin re¬ ligión, los evangelios sin milagros, sin pro¬ fecías y sin contacto con el mundo sobrentural; las liturgias desacralizadas; los cris¬ tianos secularizados, cuyas tradiciones se disipan al viento de fútiles revoluciones cul¬ turales, son lo contrario de la simplicidad, sin la cual «la luz se hace tinieblas».
Buscaremos, pues, con nuestros herma¬ nos del Este y encontraremos en la entraña de las realidades positivas, la «vía estrecha que conduce a la vida». Parece oportuno
tener como clave las dos sentencias de San
Pablo, que afirman la autonomía cristiana:

7

«evangelizar las riquezas de Cristo» y «re¬
novarlo todo en Cristo».
Y para cerrar con broche de oro estas largas citas, creo que mis lectores agra¬ decerán las palabras de monseñor Lazik, obispo eslovaco, recogidas por el autor:
«La cristiandad del Oeste tiene mucho que
aprender aquí. Esforzaos, orgullosos de vuestro tesoro espiritual, para no dejaros intimidar por los consejeros que «dicen y no hacen». Ayudad a no «avergonzarnos del Evangelio» y a «glorificarnos en la Cruz de
Cristo».

No me atrevo a estropear con unos co¬ mentarios, que cada lector sabrá hacer, la
elocuencia y la fuerza de estos testimonios. Sólo añadiré que si no se produce pronto una reacción saludable, llegaremos a una anemia tan grave de espiritualidad y a una falta tan aguda de sacerdotes, que tendrán que venir misioneros rusos, indios o negros —porque también en esas zonas del mundo
se da una floración cristiana llena de espe¬
ranzas— a evangelizar a los hijos y nietos de quienes durante siglos han sido el co¬
razón del mundo cristiano.
César VACA

fisonomia, de San francisco

PREDICA EL SANTO EVANGELIO
Y ANUNCIA LA PAZ
PÓBese al instante a predicar en público la penitencia, con gran fervor de espíritu y alegría de su alma, y causa la mayor edificación en los oyentes con su lenguaje sencillo y grandeza de ánimo. Era su palabra como dardo encendido y agudo que penetraba lo más hondo del corazón, y llenaba de pasmo las inteligencias. Todo él parecía co¬ mo transformado, y su espíritu, fijo en el cielo, tenía a menos mirar la tierra. Y fue en verdad providencial que comenzara su predicación en el lugar donde creciera y estudiara las primeras letras, y donde fue sepultado con gran honor; así, el próspero principio anunciaba un
término más feliz. Donde aprendió, allí enseñó, y donde había comen¬
zado su obra, allí la terminó. Al principiar todas sus predicaciones demandaba la paz para todos los asistentes, con estas evangélicas pa¬
labras: El Señot” os dé su paz. A todos la deseaba de lo íntimo de su
corazón: a hombres y mujeres, a los que salían al camino y a los que hallaba, en. él. A la voz de este nuevo apóstol, y también por la efica¬ cia del auxilio del Señor, muchos de los que habían descuidado su salvación eterna y perdido la paz verdadera abrazábanla de nuevo con todo afecto y se hacían hijos de la paz y ganosos del bienestar eterno.
CELANO, Vida primera.—Lib. I, c. X.

EL CINE,
A.CTX7A.LID AD

por Gregorio Mateu, T. O. R.

El cine acaba de cumplir 75 años. No podemos dejar pasar esta efemérides sin dedicar nuestro mensual espacio a este arte nuevo y fascinante que atrae diaria¬ mente a miles de espectadores. Actual¬ mente ya nadie niega al cine su cate¬ goría artística, su capacidad de creación.
Nace en 1895 como atracción de barra¬
ca de feria, despreciado por los intelec¬ tuales y mirado con singular recelo por los moralistas. Hoy se le considera el arte de los tiempos actuales que influ¬ ye decisivamente en la marcha de la hu¬
manidad.
Tiene ujia grande y sugestiva impor¬
tancia esa ventana iluminada en la no¬
che de una sala cualquiera Ciudades ma¬ ravillosas, alturas desconocidas, ambien¬ tes dispares, totalmente refractarios al reposo y a la plácida contemplación, sti nos presentan claramente en la fugaz visión de una pantalla.
El lenguaje cinematográfico, con la presentación de la vida humana en mo¬ vimiento, es uno de los medios más ade¬ cuados para la transmisión artística. Es, sin duda, el arte más complejo de todos los tiempos. La música, la literatura, la escenificación, el color forman ima per¬ fecta y compleja gama de deliciosos con¬
trastes.
Peligros desoladores
Se va al cine para vivir imas horas de deslumbrante fantasía, para soñar o para satisfacer las pasiones más ocultas. Una cantidad enorme de películas intentan meter en el corazón humano el odio, el rencor, la envidia y la sensualidad. Una estadística hecha a base de 500 repre¬ sentaciones nos dará una idea del estado actual del cine. En ellas había 200 homi¬ cidios, 91 suicidios, 352 hurtos...
Las estadísticas son plenamente cla¬ ras y nos demuestran palpablemente que muchos hechos delictivos tienen su cau¬ sa en el cine. Ese galán que burla inge¬ niosamente todas las pesquisas de la
policía, ese valiente que mata sin con¬

ciencia pero con «mucha vista» son los héroes que en muchos casos sirven de ejemplo a la juventud actual. El cine es¬ carba profundamente en el alma del jo¬ ven y muchas veces deja im vestigio de¬ solador. Frente a la gran cabalgata des¬
lumbradora que le saca de la vida real, siente un espoleante afán de aventura.
La mayoría de revistas cinematográfi¬
cas tratan de embrutecer al lector con
notables camelos propagandísticos y mentiras publicitarias. Un periódico anunciaba así un film: «Una pasión que lleva en su germen toda la fuerza de los siete pecados capitales».
Vida real y vida imaginaria
Dentro de la fabulosa fantasía del rec¬
tángulo luminoso —a veces ingenua y
desorbitada— casi todo se desarrolla en
ambientes de ensueño. Las imágenes vi¬ vas del cine nos presentan a veces ma¬ ravillas plenamente irrealizables: el pi¬ loto que da vueltas por el mundo sin escalas y sin alimentarse durante días; el «bueno» que derrota a sus enemigos armados hasta los dientes, a fuerza de puñetazos.
Los jóvenes —y los no tan jóvenes—
van al cine a beber emociones a rauda¬ les. Sienten el afán de poder burlar a
ese policía que lo resuelve «todo» sentadito tranquilamente en el sillón de su despacho. La película está plagada de emociones, sentimientos, deseos...
Esos artistas en la vida real distan mu¬
cho de ser como aparecen en la pantalla. Se debe enseñar a ver cine, a distinguir lo bueno de lo malo, lo real de lo absur¬ do. Es muy difícil en el momento álgido del plano, desprenderse de la idea sen¬ sible, plástica, excitante y situarse en la vida real. Todos sabemos del insistente
cosquilleo de las imágenes fílmicas so¬
bre nuestra alma.
Por un cine mejor
Juan XXIII urgió frecuentemente a los católicos para que trabajaran por un ci-

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ne mejor. Desgraciadamente, entre las numerosas películas que salen continua¬ mente al mercado, resulta francamente difícil encontrar algunas cuyos valores sean plenamente positivos.
Hay que mirar al cine con ima mirada amplia, positiva, comprensiva. Es una criatura de Dios y es buena como todas
las obras salidas de sus manos. Somos
los hombres quienes, en muchos casos, lo hacemos malo. Un sultán malayo afir¬ maba: «¡Qué cantidad de homicidas, de ladrones, de traidores, de bandidos, de degenerados, de muchachas sin pudor en vuestras películas! ¡Y pensar que noso¬ tros hemos creído, durante mucho tiem¬ po, en la superioridad de vuestra civi¬
lización!».
Es quizás el cine el arte más completo que ha existido. Es un arte de síntesis, que participa de todas las artes. El no¬ velista escoge las situaciones, los carac¬ teres, las palabras. El pintor, los colores, la composición, la luz. El músico, los so¬ nidos, los instrumentos, los acordes. El
cine los combina todos de ima forma ma¬
ravillosa y plástica.
El cine ha creado ya bastantes obras de una categoría artística y humana in¬ discutibles y evidentes. Uno se siente ple¬ namente complacido ante obras de Or¬ son Welles, Dreyer, Renoir, Ford, etc.
«
El cine es un arte mágico a cuya som¬ bra se han montado fabulosos negocios. Las vidas de los grandes artistas llenan las páginas de las revistas ilustradas; los tebeos se amparan en su figura, en su prestigio. Por ello es más necesaria que nunca una educación cinematográfica. El cine nos ayuda a descubrir al hombre: al cercano, aquel que se cruza diariamen¬ te en nuestro camino. Así, el cine lleva al conocimiento y a la comprensión que son las puertas del amor. El cine es el lenguaje de este nuevo hombre porque
es universal en su alcance y en su com¬
prensibilidad, y porque, según la sicolo¬ gía de la masa, emociona y lleva a la
acción.
De este modo, un cine digno del hom¬ bre puede convertirse en instrumento eficaz para trasformar el mundo en una
comunidad imiversal de seres que se
comprenden y se aman. El cine puede ayudarnos a los hombres a sentirnos her¬
manos.

&l niño con Las manos heridas

Este cuento me persigue desde que io leí. A menudo me acuerdo de él y siento una íntima angustia.
Y, sin embargo, se trata sólo de un cuento, escrito por el joven americano, Stephan Benet, tronchado por la muerte
en la flor de su carrera.
El cuento se titula «Huida a Egipto». ¿Queréis que os lo relate? Seguro que os va a encoger el corazón.
El hecho se desarrolla en nuestros
días. ¿Dónde? Poco importa. En un lugar del mundo donde los hombres huyen de horribles amenazas, prófugos que no sa¬
ben dónde encontrar amparo.
Lugares como estos hay en abundancia en nuestro mundo y más puede haberlos
en el del futuro.
Una pareja de emigrantes agotados por el cansancio, llega a un puesto de guardia fronterizo. La joven mujer es¬ trecha contra su pecho un recién nacido. Han estado viajando días y noches; ya no pueden más. ¿De dónde vienen? ¿Qué
decisión administrativa les ha hecho huir? Sin duda han sido rechazados de
una frontera a otra y su agobio es infi¬
nito.
En la caseta de guardia está al mando un. sargento, buen hombre, que desde que vistió el uniforme no ha hecho otra cosa que aplicar el reglamento.
Sabe perfectamente qué dispone el re¬ glamento en estos casos. La frontera es¬ tá cerrada especialmente para gente co¬ mo ésta, sin pasaporte ni papeles en or¬ den. ¡Qué se marchen! ¿A dónde? A don¬ de les parezca, no importa dónde; por esa frontera no es posible, sería contra el reglamento.
No obstante el sargento titubea. Algo vibra en él, se mueve.
Existe la ley, pero también hay la pie¬ dad y la humanidad. Por un instante mi¬ ra ai miserable trío. ¿Está por ceder? No. La ley será más fuerte.
Va a hablar. Va a decirles a los tres
errantes que sigan el camino que no lle¬ va a ninguna parte.
De repente sus ojos se dirigen al niño,

que se está moviendo, que levanta los brazos y le mira. Y el sargento siente
temblarle el alma: sobre la frente del in¬
fante brillan gotas de sangre y las po¬ bres pequeñas manos están heridas.
En estos tiempos de Navidad tan car¬ gada de inquietudes, ¿cómo no experi¬ mentar la angustia del sentido de esta
historia inventada?
¿Cómo no pensar en todos los niños errantes, de los cuales nuestra tierra ci¬ vil está llena, ante el recuerdo del Infan¬ te-Dios que nace pobre, perseguido, ame¬
nazado?
¡Cuántas fotos nos presentan tormen¬ tosos espectáculos! Niños errantes de los grandes miedos y de los grandes éxodos, niños errantes de las expulsiones en ma¬ sa, niños árabes de Palestina, niños del Viet-Nam, de Corea, de China. Hay mu¬ chos, desde hace años y en todo el mun¬ do; tantos que renunciamos a contarlos.
Y también niños hambrientos, de paí¬ ses subdesarrollados, niños cuyos ojos
febriles nos miran desde las fotos con
miradas que parecen interrogar, repro¬ char. Niños de la India y del Tercer Mun¬ do, niños que pupulan en los países más pobres y que los pueblos ricos no tienen
el valor —o la sabiduría— de tomar re¬
sueltamente a su propio cargo. Se pien¬ sa en estos millones de pequeños hom¬ bres que sabemos infelices, pero de quie¬ nes nos preocupamos tan poco.
Esta inmensa angustia de la humani¬ dad, esta miseria, el Niño Dios, huyendo a Egipto y cuyas manos fueron taladra¬ das, asume en su carne; asume en su carne toda la angustia, toda la pena de los hombres para redimirlos, para sal¬
varlos.
El niño del cuento americano es sólo
un personaje literario, sin duda, pero pa¬ ra nosotros cristianos ¿no tiene el valor del símbolo más alto?
¿No es cierto que nos da ganas de re¬ zar a este pequeño niño desconocido, de
las manos heridas?
Henry-Daniel Rops

11

miJ JER
IMTRÉPIRA

JOSEFINA BAKER

Hace unos pocos meses, no recordamos exactamente la fecha, la televisión es¬ pañola retransmitió, desde Suiza, un extraordinario programa musical organizado por la UNICEF en favor de los niños abandonados de todo el mundo. En dicho pro¬
grama intervino Josefina Baker, la famosa artista de color, cuyo altruismo la ha llevado a destinar toda su fortuna al prohijamiento de niños huérfanos. A ella se
refiere el título y las siguientes líneas que son un recorte de periódico que con¬ servábamos para ofrecer a nuestros lectores en una ocasión propicia. Lo es ésta del
comienzo del año.

Cuando el mundo está lleno de pre¬
mios, creados las más de las veces para
satisfacer la insaciable vanidad de los
hombres —pocas para enaltecer los mé¬ ritos de quienes ennoblecen con su talen¬ to o sus actos la Humanidad—, conforta saber que, atmque sólo sea raras veces,
la bondad tiene también su compensa¬ ción alentadora.
Los seres humanos, en im mundo inso¬ lidario, cada día más difícil, aristado de egoísmos y pasiones insatisfechas, nece¬ sitan para paliar su soledad la compren¬
sión y la ternura ajenas. A ciertas eda¬
des, conforme las personas se acercan a la vejez, la soledad se agudiza a extremos increíbles; pero hay otra soledad, patéti¬ ca también: la de esos niños sin padres ni hogar, que se enfrentan asombrados con una sociedad frívola, indiferente y
casi siempre hostil. En cierta ocasión visité la Casa de Ma¬
ternidad. Salí impresionado. Durante mu¬

cho tiempo, y aim hoy, retuve la mirada entristecida, extrahumana, de aquellos niños en los que se adivinaba el drama
de su universo infantil.
En esa edad, el ser humano se encuen¬ tra ante una serie de incógnitas que no logra despejar del todo, ni siquiera en su madurez. Con la diferencia y la des¬ ventaja de que sus pocos años no han podido endurecer todavía su sensibilidad. Ello hace que la sensación de desampa¬
ro sea mayor.
Quizá debido a que he reflexionado muchas veces sobre el difícil problema de la niñez, Josefina Baker se ha conver¬ tido para mí en uno de mis personajes predilectos. Cuando su altruismo la llevó a prohijar a varios niños huérfanos, sin distinción de razas, credos, ideologías ni prejuicios, dio a la Humanidad una no¬ ble lección: la de oponer el amor al odio, el sentimiento al rencor y la generosidad al miserabilismo de tanta gente que no

12

tiene otro afán que su propia avaricia. Si hay algo que dignifique a las perso¬
nas, es lo que de positivo atesoran, lo que les lleva a tender su mano a los ne¬ cesitados, sin más objeto que el de hacer bien por el bien mismo. Porque lo efi¬ caz es contraponer a la animadversión que disgrega y al fanatismo que destru¬ ye los valores del espíritu, que fortalecen
la débil contextura moral del hombre y lo redimen.
Esa mujer intrépida, generosa y huma¬ na que es Josefina Baker pudo haberse preparado im final apacible para su ve¬ jez. En su juventud luchó duramente hasta triunfar; tenía ima desventaja, el color de su piel, en un país tan racista como Norteamérica; pero tenía también, aparte de su explosiva belleza, esa espe¬ cie de talismán que poseen tan pocas personas: un alma grande y valerosa.
Otra mujer, con su fortuna y su imiversal renombre, se habría rodeado de comodidades, y envuelta en esa sordina aislante del egoísmo humano, que impi¬ de que llegue hasta la intimidad el dra¬ ma ajeno, conturbando la conciencia, hu¬ biera vivido feliz, sin complicaciones.
Pero, por suerte para la Humanidad, hay seres de excepción que creen en el amor y la esperanza y prefieren poner

su vida al servicio de los demás, sin elu¬ dir los riesgos que todo sacrificio lleva implícito.
Josefina Baker eligió el camino más difícil y abnegado: el de madre. Adoptar a más de doce hijos supone desvelos, preocupaciones, sinsabores y dificultades económicas. Dejó de actuar al compren¬ der, con ese sentido de la prudencia que falta a algunos ídolos populares, que su momento había pasado. Sin embargo, se vio obligada a volver a los escenarios para hacer frente a los problemas que origina una familia numerosa.
Dos hermosas frases ha dejado Josefi¬
na Baker como constancia de su expe¬ riencia:
«El amor es capaz de vencer todos los obstáculos, ya que el cariño y la convi¬ vencia pueden limar asperezas y prejui¬
cios».
Y: «¡Ojalá los hombres lleguen a tener algún día rm solo color y una sola raza!».
A esta mujer excepcional se le ha otor¬ gado el premio universal del Amor 1970.
Pero yo pienso que el mejor galardón, superior a cuantos puedan concedérsele,
está en ella misma: en el tesoro de su
bondad.
Rafael NARBONA

THEOTOCOS D’EFÈS
MATER GENTIUM
A I’Excm. i Rvdm. P. Joan E.
Boccella, T.O.R., Arquebisbe d’Es-
mirna.
De vostre esguard maternal
sento el delit d’esser pres
en vostra casa d’Efès; gaudi que vull eternal.
Casa humil, suburbial, que en temps semblava no-res; hom, aquí, se sent corprès de tendre amor filial.
Al cos las per la fatiga vostra falda tova, amiga, dóna refugi i conhort.
Siau-nos Vestel del nord, assossegueu-nos les ments,
bona Mare de les Gents.
Josep MORRO Efès, 11 d’octubre de 1970
13

PÀ GZ

Entre els hiverns, quan vibri la ventada, el meu vers per l’espai ressonarà,
i sobre els homes sa brunzent tonada
durà el so d’un incògnit occeà.
I cantarà en la lira de les branques i de la lluna en les crineres blanques o en l’arquet de silenci de la nit.
I eternalment la maternal Natura
l’espargirà per la infinita altura quan el meu nom, obscur, serà extingit.

L‘ABELLA DEL MEU
BLASÓ

LA QUADRIGA
Les boques fumejant, cobertes de bromera, els forts narius oberts a l’ampla aspiració, les cues fuetejant la fèrria davantera, les gropes relluint del sol i la suor,

Abella errant qui entre mes roses tresques de la teva ala al volateig suau, i xucles la delicia de tres bresques gravant el teu punt d’or en l’immens blau;

dins núvols fulgurants de blanca polseguera avança a tot galop l’estol del vencedor; té un revolar triomfal la vívida crinera, té un cos de semidéu l’intrèpid conductor.

Se torcen com un arc vibrant les corbes dures;
els muscles, esculpits, detallen les juntures; superbs, ardidament, s’empinen els pitralls;

corona els colls nervuts una esplendor divina, i el ritme lluminós que els moviments combina cisella una vivent estrofa de cavalls.

ESTROFA AL VENT
Jo escric al vent aqueixa estrofa alada per a que el vent la porti cel enllà; jo vull seguir-la amb ma candent mirada plorós de no poder-la acompanyar.
14

L I T S R A Tt Z A,

abella errant entre mes roses fresques: jo et gravaré en l’escut de mon palau, en mes armes absents, cavalleresques, i en la proa d’ensomni de ma nau.
I baix l’escut, una inscripció qui diga: «Mel.lifica pels bons, abella amiga, i fibla contra els vils ton agulló».
Ira i tendresa... Aixi, diu l’Escriptura, un dia fabricares ta dolçura dins la gran gola morta d’un lleó.
LA COSTA BRAVA
(Fragment)
Caribdis
ídols de pedra gegantina i freda,
ares immenses de les altes ones,
nostre vaixell, de les obscures viles porta! una escomesa us

Sobre la mar, com elements avancen ungits de llum. De la feresta cima deixen desprendre una crudel i muda
serenitat eterna.
Són ells, els déus encadenats, immòbils, caiguts un jorn del paradis hel.lènic, i en les entranyes insensibles guarden
una adormida força.
Són ells, vençuts pel Septentrió fantàstic qui els arrencà la divinal natura. I esperen sempre el despertar terrible
de la Potència opressa.
Són ells, qui daren als primers artistes la noció dels temples morts qui tomben, velles pagodes on els trencs gravaren
sinistres jeroglífics.
No tenen nom. No els coneixem. Tots dormen
en la inconciència del nirvana búdic, com a faquirs a dins el bosc, en èxtasi,
o com a déus granítics.
Tais contemplaren l’arribada absorta de les primeres i porugues veles i els navegants els adoraren, trèmuls,
caient sobre la barca.
l els vells penyals, embocallats de boires, alts dins el dubte de la mar sagrada,
aparegueren com a monstres bíblics
vinguts de les llegendes.
Com a gegants d’encantament o ensomni qui devoraven els viatgers sacrílegs i dins avenes desconeguts llançaven
les naus humils i fièvoles.
Com a dragons qui condormits guardaven l’Illa esplendent; i darrera ells, geloses, les verges valls el ric tresor obrien
de misterioses fruites.
Són ells, els Cíclops de mirada morta qui, amb l’ull vidrat i per a sempre fixe, de l’infinit l’esgotament esperen
i el braç retut reposen.
Gabriel ALOMAR (1873-1940), De La columna de foc.
15

GABRIEL ALOMAR
La recent publicació d’un llibre d’escrits de Gabriel Alomar, EL FUTURISME I ALTRES ASSAIGS, ens suggereix la idea d’omplir la nostra «Pàgina literària» amb algunes mostres de la poesia catalana del famós escriptor mallorquí.
L’obra i l’actuació de Gabriel Alomar foren, en el seu temps, molt discutides. I no sempre en discussió serena i objectiva, sinó més bé borrascosa i sovint degenerada en befa poc honesta o en insult personal. No se li aplicà gaire allò que ell practicava, segons afirma el prologrdsta d’ima de les seves obres (A. Hernández Catà en LA FORMACION DE SI MISMO): el rigor per a les idees i la benvolença envers les persones. Es lamentable que no sigui aqueixa la nor¬ ma habitual en tot conflicte ideològic. Es evident que, quan no es respecta la persona sinó que se la blasma despietadament o se la ridiculitza, es manca a la caritat envers l’individu; contrଠriament, si no se denuncien les idees que se jutgen equivocades o pernicioses, falleix llavors la caritat envers la societat. I mirades les coses des de l’angle catòlic, com ho deu fer tot periòdic o revista que porti un tal signacle, fer ressaltar només les qualitats positives d’un autor passant per alt la contrapartida negativa, si és que la teugui, és també obrar injustament perquè així s’afavoreix l’indeferentisme moral i religiós, estat que es considera un mal. Si se sap que una cosa solia, pensam que és honest i correcte advertir-ho per tal que, o no es toqui o, si s’ha de tocar, es puguin prendre les degudes precaucions i... voilà!
Ho haurem de repetir: en aquests intranscendents comentaris no feim obra apologètica ni moralitzadora —i molt menys polèmica—; però no podem ignorar ni la religió ni la moral. Fetes aqueixes i les anteriors salvetats, diguem unes breus paraules sobre la personalitat literà¬
ria de Gabriel Alomar.
Alomar és, no hi ha dubte, un intel.lectual de cap de brot, d’una vasta cultura i erudició, i d’una remarcable capacitat per a la síntesi. Això, sobretot això darrer, li permet l’intent d’in¬ terpretar pel mite* —una personalissima interpretació— les veritats de la religió catòlica i la vida i els fets històrics de la vida de Jesucrist. Es, doncs, cristianament parlant, un descreient. Però és, això també, un gran humanista i un escriptor elegant, fins i tot brillant, de lectura apetitosa.
L’obra poètica catalana de Gabriel Alomar està recollida en un sol volum, LA COLUMNA DE FOC. El tret principal que diferencia la poesia alomariana de la dels altres poetes del seu temps i de la dels immediatament anteriors o posteriors a ell és, segons nosaltres, el paganisme. Són freqüents en ella les referències a la mitologia de Grècia i de Roma, als escriptors grecs i llatins. Com en tots els poetes de l’aEscola mallorquina», ressalta en Alomar la perfecció formal (són perdonables, pel temps que ell escrivia, les reiterades diftongacions a la castellana que la nostra orella ara rebutja). «El seu vers és clar, vertebrat, dòcil a les normes clàssiques, geomè¬ tric de ritmes», escriu el prologuista que abans ja hem citat. En qualque ocasió pren fins i tot com a model el metre i l’estrofa clàssics (Horadaría, Doble poesia, etc.) i més encara que això: tradueix en estrofes sàfiques tres odes d’Horaci. Es ell un poeta mediterrani, tant per la llumi¬ nositat com per la roentor de son estre. Marquen la seva poesia piquets d’erotisme (fet al.ludit per Josep M.® Llompart), d’un erotisme pal.lid i innocent al costat del que ara s’estila.
Però la majoria de les característiques que hem enumerat tenen qualc[ue cosa de comú amb les d’altres poetes del seu temps. Alguns dels poemes alomarians (excluint. naturalment, l’ero-
* No obstant, causa perplexitat la seva definició del mite: «Mito, en religión, es la ense¬ ñanza originaria» (LA FORMACION DE SI MISMO, Cap. XXIV).
16

tisme que acabara de mencionar) podrien anar signats per Costa i Llobera (la mateixa Horaciana, per exemple, no desdiría molt entre les HORACIANES del poeta pollenci); i altres (algunes de les Simfonies), per «certs detalls d’ambientació decadent i finor cortesanas, escriu encertada¬ ment Josep M.® Llompart, recorden els de Miquel dels Sants Oliver. I sortint de l’àmbit català, tant Alomar com M. dels Sants Oliver, per la seva europeïtat i pel seu modernisme, presenten, així mateix, punts de contacte amb el gran líric nicaragüenc, Rubén Dario.
Degut a això, repetim que, per a nosaltres, el tret més personal de la poesia d’Alomar és la seva paganitat. Sembla una paradoxa voler encaixar el poeta del «futurisme» dins un ambient de fa dos milers d’anys. Es que les coses no poden esser veres sempre fins afe darrers extrems. Diguem-bo d’una vegada: Alomar és pagà principalment perquè no és cri.stià, almenys en el sentit tradicional de la paraula.
Fra M. C., T.O.R.

EVOCikCZÓ D<X7N

A l’aiguavés de darrera, sobre un taulell mig corcat, madò Marta componia
un betlem d’humilitat.

1 els feia dir amaretes de senzilla pietat al dolç Fillet de Maria,
en jaç de palla colgat.

Entre dues muntanyoles —escenari sempre igual—, la cova, tot de rabasses que guardava al seu corral.
Barbarroca, brots d’arbreda,
el torrentó sota el pont, l’hortet awJb la seva cínia,
el molí prop d’una font.

Per tots era meravella
la seva ^(creació»;
i amb tots nosaltres cantava,
sempre neta de corcó:
Per la ciutat de David trescaven amb fret i vent;
enlloc trobaven posada,
i el sol anava a ponent.

Pastorells i pagesetes,
cadascú en el seu quefer; anyells en escampadissa, uns angelets de paper.

Jusep agranà la cova i féu un poc de foquet; tregüé el menudai la Verge, per néixer el Bonjesuset.

Camins senyats de farina que parteixen qui sap d’on,
acabant ran de la cova
que hostejava el Rei del món.

Quan un dia va assaltar-me
la novetat de sa mort,
son betlem sorgí totd’una
dins el moradenc record.

Davant el tendre Misteri
—figuretes de fang cuit—, els presents que la mainada
del contorn havia duit:

I em portà mica d’aroma de sivina i pinotell,
del racó de sa caseta
on hagué el rústic taulell.

ametles, nous, mandarines, pel Bonjesuset petit,
i candeletes enceses
per claror de mitja nit.

I, més que res, de sa vida passada sens meu ni teu, sempre abnegada i contenta perquè confiava en Déu.

La pobreta santa dona com moltes d’en temps primer,
al seu betlem congregava
lots els infants del carrer.

Que amb Ell l’ànima gaudeixi, d’aquella mestressa humil
que els nostres cors alegrava
amb ïl.lusió senil!

Mon poema s’etiriola d’aquell record tan suau avui que el bon sant Silvestre, tancant l’any vell, roda clau.

31 desembre, 1970.

B. Guasp, Pr.

17

NUE^TrAs
MISIONES

Un misionero de Huamachuco nos
manda el siguiente escrito de un autor peruano, explicando el origen de la Her¬ mandad de San Francisco, vulgarmente llamada «Los negros de San Francisco».
(1).

«LOS NEGROS DE SAN FRANCISCO»

Cuentan que allá
por los años mozos de esta «tierra clᬠsica de patriotas», y cuando la esclavitud aún imperaba en América, se presentó una epidemia de tifus de tan graves ca¬ racterísticas, que los decesos se produ¬ cían diariamente por decenas.
Informado el Gobierno de lo que acon¬
tecía en esta ciudad, destacó desde Lima a uno de los mejores médicos para com¬ batir la epidemia. El facultativo vino acompañado de im esclavo negro.
Era la primera vez que aquí se conocía un negro de pura raza, por lo que su presencia concitó la curiosidad de gran¬ des y pequeños, siendo así que el escla¬ vo pronto se convirtió en figura de atrac¬ ción y popularidad.
(1) Esta Hermandad nada tiene que ver con la T.O.F., establecida también en Huamachuco.

Un buen día el negro
se contagió del mal y cayó gravemente
enfermo. Los esfuerzos de su amo para
salvarle la vida fueron inútiles, y pronto los vecinos, con marcada pena, se comu¬ nicaban unos y otros la infausta noticia. El médico, sin pérdida de tiempo, con¬ trató los servicios de los hombres para que lo sepultasen el mismo día por la tarde; pero en momentos en que los en¬ terradores se disponían a cumplir su mi¬ sión, una furiosa tempestad de granizo, acompañada de fuertes truenos, impidió la continuación de la tarea, y la sepultu¬ ra quedó a medio abrir. Luego, la noche cubrió con sus densas sombras el cam¬
posanto, y los encargados de inhumar el cadáver, no obstante sus deseos de cum¬ plir las órdenes del médico, ya que para ello habían sido bien remunerados, deja¬ ron el cuerpo sobre la verde yerba, con el rostro hacia arriba, libre de ligaduras. Por supuesto no se le había colocado en

«Los negros de San Francisco» se di¬ rigen a la iglesia poro la procesión. Véanse las solemnes capas y boinas, y
la fresca flor en la boca.
18

caja alguna, cosa que tampoco se hacía con las demás víctimas del flagelo, por¬ que los carpinteros no tenían ni tiempo ni ánimo para trabajar. Tal era la confu¬ sión y el caos reinante.
La lluvia duró toda la nochei
sin disminuir en intensidad; las calles estaban desiertas y anegadas de agua; los buhos graznaban sobre los altos mu¬ ros de las desoladas casas y desde los frondosos alisos que de los patios y co¬
rrales se elevaban taciturnos en medio
de tanta orfandad.
Y fue entonces que, en horas de la ma¬ drugada, un golpe seco a la puerta del
cuarto del médico vino a turbar su sue¬
ño. Una, dos y más veces, se oyó la lla¬ mada; y aun cuando el facultativo, no hubiera querido dejar su abrigado lecho para atender im nuevo caso de urgencia, que suponía ser la causa de la visita ino¬ portuna, se levantó, ante el insistente golpeteo, y al abrir la puerta, cuál sería su asombro al ver parado junto al um¬ bral, envuelto en su improvisada morta¬ ja, a su propio esclavo, aquel a quien el
día anterior había declarado muerto.
Era el 4 de octubre,
fecha en que el mundo cristiano cele¬ bra el día de San Francisco de Asís, el
santo de los santos. Y fácil es suponer
que él, el Querube de Asís, había opera¬ do el milagro de devolver la vida al ne¬ gro esclavo. Pronto la noticia se regó

por todo el pueblo, y una nueva luz de esperanza iluminó los corazones de los afligidos moradores. La epidemia co¬ menzó a ceder; el médico regresó a Li¬ ma en compañía de su fiel servidor; y las gentes recobraron la serenidad. Unos dicen que en realidad San Francisco obró, en beneficio de nuestro pueblo, el milagro que la tradición relata... Otros opinan que el negro no había muerto, si¬ no que debido a su estado cataléptico, se le creyó muerto, y que por efecto de la copiosa lluvia, se produjo la reacción.
Pero el hecho es que,
desde aquel día, quedó instituida la Hermandad de San Francisco de Asís, cuya principal finalidad es, aparte de la asistencia mutua que sus asociados se prestan, celebrar todos los años en la susodicha fecha, la fiesta en honor del milagroso Santo, debiendo en tal ocasión todos los afiliados pintarse de negro las manos, la cara y los pies.
Y es así que todos los años vemos el desfile de cientos de negros de todas las edades, con vistosas capas y boinas y una fresca flor en la boca, portando en suntuosa procesión, el anda que ostenta la imagen de San Francisco de Asís. Fi¬ nalizadas las ceremonias religiosas, los negros visitan algunos altares de la po¬ blación, ante los cuales bailan la clásica «danza de octubre» al son que les toca la «banda de músicos del pueblo».
EDMUNDO PAREDES

nido desplegando generosamente su celo apostólico en ella, asistiendo con particu¬ lar agrado a los enfermos y partiendo el pan de la palabra de Dios en Misiones y Ejercicios Espirituales.

BARCELONA. — Purificado por breve enfermedad, el 25 de octubre de 1970 en¬ tregó su alma al Señor el Rdo. P. Juan Font Fons, C. M.
Nacido en María de la Salud (Mallor¬
ca) en 1933, ingresó en la Congregación de la Misión en 1953, siendo consagrado
sacerdote de Cristo en 1962.
Destinado poco después a la Parroquia de Ntra. Señora de Monteolivete, ha ve¬

DIXON (FRANCIA). — Doña Francisca Alomar Mas (día 19 de noviembre), Yda.
de D. Enrique Suau, terciaria. Había prestado excelentes servicios como ayu¬ dante de la Srta. Juana A. Estelrich, Se¬ cretaria que fue de las Hermandades de Selva y de Inca.
INCA.—^Día 30 de noviembre, la tercia¬ ria de aquella Hermandad D.^ Ana Pol
Pol.
A los respectivos familiares de estos difuntos, nuestra sentida condolencia.

19

NUESTEA pequeña
HISTORIA

fHedio siglo atrás»,.

«El Heraldo de Cristo» ingresaba en su año XIII. Con su ropaje habitual, con sus dieciséis páginas de texto como en los años anteriores. Tal vez con alguna mayor varie¬ dad de títulos, con una mayor atención a lo que escribían y publicaban los otros. Sin que por eso dejase de ser cosecha propia el grueso del contenido.
El primer artículo tenía carácter piadoso como lo revela el mismo epígrafe: «El Niño de Belén, nuestro Rey y Salvador». Lo fir¬ maba Fr. Gil, seudónimo bajo el cual debía
ocultarse el corista Fr. Jaime Rosselló Va-
dell. Nos parece recordar que era este mis¬ mo quien actuaba de director de esta revis¬ ta en aquel tiempo.
En recuadro, dentro del anterior artículo, iba la felicitación navideña de «El Heraldo», y al pie de la segunda página, unas líneas advirtiendo que en la revista no se admitían colaboraciones sin firma.
Llenaba la tercera página un grabado de temporada con la leyenda «jAy qué lindo, qué gracioso el Niño está!».
Nuestro P. Francisco Fornés fue durante
toda su vida, como buen franciscano, un in¬ fatigable apóstol de la devoción al Santísimo Nombre de Jesús (junto con la del santo rosario), sentimiento éste del cual participa¬ ba más o menos toda nuestra Provincia en
aquellos tiempos. No es, pues, extraño que
en nuestra revista se insertara un artículo
que con el título de «Una escapsadura del
Nom Santíssim de Jesús a la SANTA MA¬
RIA» había publicado D. Antonio M.“ Alcover
en su Bolletí del Die. de la Ll. C. donde el
autor fustigaba con su peculiar estilo, a me¬ nudo nada versallesco, la actitud de «les persones de certa regió de la Mengua cata¬ lana que han empresa la creuada, per mi erradíssima, de suprimir ells i fer suprimir
an els altres el santíssim i adorabilíssim
Nom de Jesús de la Santa Maria». Y les
decía: «¿I ja no teniu, bona gent, altres co¬ ses més urgents, de la major glòria de Déu, dins la Vinya del Senyor, que des^urmellarvos per suprimir el Nom^ de Jesús de la Santa Maria?... jO bona gent! reservau, creis-me, les vostres energies per empreses més oportunes, més pràctiques, més edifi¬ cants, més endreçades cap a la major glòria de Déu, que la d’aturar que la gent cristia¬

na acabi la Santa Maria ab lo Dolcíssim, ab lo Santíssim, ab l’Adorabilíssim Nom de Jesús!» Ahora, en este tiempo de «progre¬ so», no nos mueven el «ventrei» tales frus¬
lerías. La fiesta del Nombre de Jesús ya no
figura en el calendario.
Seguía un breve «ítem» con el epígrafe de «Ejemplo conmovedor»: un niño que no quiso dormirse sin el escapulario y que a la mañana siguiente fue encontrado muerto en
la cama.
Unos versos, «VulI ton cor», de Fra Jaume Rosselló, T. O. R., cerraban la quinta página.
En «Representación del pesebre de Belén que hizo S. Francisco por Navidad» se relata¬ ba aquel hecho según la versión de Celano.
Otro trabajo corto era el titulado «Un po¬ co más...» de paciencia, de constancia de fuerza, de amabilidad, de oración para pa¬ sar dulcemente la vida, sin agitaciones inte¬ riores ni grandes trabajos exteriores.
Y otro grabado de página: «La Sagrada Familia». Al pie, un entrefilete de encomio
de la Tercera Orden de San Francisco.
«¿La Inquisición en el Siglo XX?», la in¬ quisición moderna, la de los discípulos de aquella escuela que abolió entre vituperios la inquisición antigua, la que «no tiene otros jueces que las docenas de malvados anóni¬ mos que, reunidos en oculto figón, señalan entre copa y copa las víctimas que han de caer...» A esa inquisición se refería en su razonado trabajo Fr. Junípero (P. Cerdá).

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20

«Un sueño interesante» era una curiosa
anécdota sobre un bebedor, con una aguda moraleja.
Fra Lleó (seudónimo, suponemos, de Fra M. Quetgles) iniciaba una sección histórica, «Venerables Franciscans Mallorquins». Inte¬ resante trabajo. En esta primera parte se da
noticia de los diferentes institutos francis¬ canos existidos o existentes en nuestra isla, con la fecha de su establecimiento.
Ahora un grabado de relleno, «Vista par¬ cial de Londres», y al pie, otro entrefilete: palabras de Gregorio IX, terciario, estimu¬ lando al ingreso en la Tercera Orden.
Todavía un último trabajo breve, «Toma y
lee...» Se enumeran las causas del descen¬
so en la práctica de la religión.
En aquel mes de enero de 1921 hacía su irrupción en la revista «Es Vey de Son Ale¬ gre» (P. Bartolomé Pons, T. O. R.j. Su co¬
laboración será constante hasta... Sus tra¬
bajos tienen carácter apologético-moral, con soluciones y resoluciones demasiado expe¬ ditivas, sin preparación suficiente, con poco arte. Quieren ser una imitación, no lograda,
del estilo de Daniel. Están escritos en ma¬
llorquín popular, con ortografía anárquica. A

pesar de los defectos, hay que admitir que de vez en cuando chispea en el lenguaje la gracia y lo auténtico. La serie se iniciaba
con el título «No... no... i no...». Se trataba
de un noviazgo deshecho por motivos reli¬ giosos. Los dibujos a pluma, de A. Jiménez,
que no nos gustaban (seguramente porque estábamos demasiado influidos por los de los hermanos Moll con que empezaban í?
salir ilustradas las ediciones de las «Rón¬
dales» de Alcover) entonces, ahora, des¬ pués de cincuenta años, nos parecen exce¬ lentes, mucho mejores desde luego que el texto que adornan.
En «Crónica franciscana» sólo la noticia
de unos Ejercicios espirituales predicados con mucho éxito, en Selva, por el P. Gabriel Tous, T. O. R., y la reorganización de la Tercera Orden secular ya establecida en 1890 en aquella villa. Recordamos que fue alma, durante muchos años, de aquella Her¬ mandad, el Vicario D. Antonio Oliver, con
ayuda de la que fue primero Vicesecretaria y después Secretaria, Srta. Juana A. Estelrich, ambos fallecidos.
Y finalmente la «Necrología» y el índice
del número.

ACCION DE GRACIAS
Gracias, Señor, porque me otorgas el olvido de la muerte, porque me haces creer que cada primavera resucito y me das en mis hijos un sueño de inmortalidad.
Porque preparas el verde tierno de las hojas nuevas, para que mi cansada pupila se crea que sonríes, y haces llegar a mi oído fatigado y obscuro resonancias de músicas que no conocen el tiempo.
Tú, benigno, me llamas entre un jirón de nubes fingiendo que tu cielo no es una cerrada bóveda ni el cosmos una cárcel inmensa y sin salidas.
Tú dejas que entre la ciega verdad incontrovertible y la fe salvadora, se abra una pecjueña galería por la que salimos a la luz.
Creas una matemática celeste en la que dos y dos no son cuatro, pones tu voz tranquila en la armonía del mundo y das a los poetas el secreto de lo imposible.
Gracias, Señor, por la hermosura de las cosas frágiles, por la belleza de las mariposas y de los astros, por la perfecta rotación de la nieve y de las rosas, por la terrible exactitud de la Muerte y de la Vida.
Guillermo DIAZ -PLAJA (n. 1909)
21

JORNADA TRIMESTRAL DE FRATERNIDAD

Regalo de Dios y bendición de Ntro. P. San Francisco fue la primera jornada tri¬ mestral de Fratenidad en el presente cur¬ so 1970-71, celebrada el domingo día 22 del pasado noviembre en la incompara¬ ble iglesia de La Porciúncula (Arenal).
El hermano Sol, con su séquito de res¬ plandores, presidió arrogante en aquella mañana de aire suave y tibio, como si se hubiese trocado im día de otoño en el más espléndido día primaveral.
A las 10’50 de la mañana llegaban en autocares numerosos terciarios de Pal¬ ma, Inca, Manacor, Lloseta y Llucmajor. No faltó una representación de la Her¬
mandad de Muro.
A las 11,15 se reunieron más de tres¬ cientos seglares franciscanos en el salón de actos del Colegio de La Porciúncula, amablemente cedido por la Comunidad
a la T.O.F.
E Hno. Ministro del Discretorio Pro¬
vincial, D. Nicolás Dameto, saludó a los presentes en nombre del P. Fr. Jaume Tugores, ausente por enfermedad pero que nos acompañaba en espíritu. Pidió a todos la gratitud de las oraciones por el que tanto se desvela por la T.O.F. Des¬ pués habla de la carta que los PP. Gene¬
rales de las cuatro Familias Francisca¬ nas han enviado a todos los Discretorios Nacionales con motivo del 750 aniversa¬ rio de la fundación de la T.O.F. por Francisco de Asís, carta que, resumida
ha llegado a todas las Hermandades. Si¬ guió luego dando acertadas consignas a los dirigentes allí reunidos.
La meditación corrió a cargo de la Hna. Srta. Antonia Ferrer, de Inca. Fue
enjundiosa y acertadamente elegida. Ver¬

só sobre «La alegría de San Francisco». En la era de los computadores y cere¬ bros electrónicos no siempre reina la alegría como fruto de una conciencia tranquila en el corazón del hombre. El
Santo de Asís nos enseña a combatir la
tristeza con el amor al desprendimiento y a la belleza de las creaturas.
Terminada la meditación, los asisten¬ tes visitaron el museo de aquella casa, rico en cerámica prehistórica y en nu¬
mismática.
Después del almuerzo, a las tres de la tarde, hubo un rato de sano esparcimien¬ to en la que llamamos bulla de germa¬
nor.
A las 4 resonó en el templo el cántico de entrada «¡Qué alegría cuando me di¬ jeron: vamos a la Casa del Señor!». Em¬ pezaba la santa Misa, que celebró el Rdo. P. Jaime Pe, T.O.R. La homilía so¬ bre la realeza de Cristo, la distinción de la verdad según la concepción pagana y cristiana, vino a recordarnos la promesa que hicimos el día de nuestra profesión, de vivir el Evangelio del Cristo auténti¬ co, sin torcidas interpretaciones, y al es¬
tilo de Francisco de Asís.
La totalidad de los seglares francisca¬ nos, que llenaban la iglesia, participó en
la Mesa Eucarística.
Terminado el acto, los autocares em¬ prendieron el regreso a sus respectivos
destinos.
Que Dios bendiga a la familia francis¬ cana y la guíe siempre por los caminos
de la santidad.
I. F. S.,
Secretaria Provincial de la T.O.F.

Entre los asistentes a la Jornada
llamó la atención un grupo de jovencitas de Manacor (¿futuras terciarias?) a quienes vemos por separado en el primer grabado, y agrupadas con miembros de las Hermandades de Palma, de Inca y de la misma ciudad de Manacor en el segundo.
22

pagina dlel^ teroia>rio

ANIVERSARIO4.La750

DE LA T. O. F.
(Continuación)

2. Los primeros terciarios
La historia de los orígenes de la Fra¬ ternidad seglar contiene muchos puntos oscuros; imo de ellos es: ¿quiénes fueron los primeros terciarios?
Los historiadores casi unánimamente
atestiguan que los primeros terciarios fueron el matrimonio beato Luquesio y

Pero seguramente fueron decisivas la palabra y el ejemplo de San Francisco y sus discípulos. La «Carta a todos los fieles» es un documento exclusivamente
espiritual, sin estructuras organizativas y
normas de vida. En cambio el «Memo¬
rial» es un documento jurídico con nor¬ mas a veces radicales, pero sin la nerva¬ dura espiritual propia de San Francisco.

Bonadonna. La vida ejemplar de este ma¬

trimonio puede iliuninar el género de vi¬

«carta a tadas las fíeles»

da de los primeros terciarios. (Ver el li¬ bro «Luquesio de Poggibonsi», una bio¬ grafía moderna, en venta en la Junta Na¬
cional).

Parece cierto que esta Carta tuvo que servir la vida espiritual de los primeros franciscanos seglares, aunque no tuviera carácter de norma para su vida. Un es¬

La hipótesis más probable es que la tudio teológico del documento, como el

cuna de la T.O>F. fue el pueblo de Pog¬ hecho recientemente por el P. Kayetan

gibonsi. Cannara, Faenza y Florencia se Esser, muestra su riqueza espiritual.

atribuyen también este honor, según
otros historiadores

Su contenido puede resumirse en las si¬ guientes orientaciones de vida espiritual.

(Para los datos históricos pueden con¬

sultarse las biografías de San Francisco:

Prólogo: objeto de la carta (1-3).

Sarasola, Gurtbert, Englenbert, etc.; y
las historias de la Orden franciscana:

1. El misterio de la redención (4-15).

Lázaro de Aspurz, Deodato Carbajo (pᬠginas 637 y siguientes, etc.); y, sobre to¬ do, las historias de la T.O.F.: Fredegani-

-• La Encamación. La Eucaristía. Entre¬
ga al Padre. La Cruz.

do de Amberesi: «La tercera Orden secu¬

2. Las exigencias de la vida cristiana

lar de San Francisco», Peano: «Histoire (16-47).

du Tiers-Ordre», etc.). 3. Vida franciscano seglar

Amor y adoración a Dios. La vida sa¬ cramental. Amor al prójimo. Espíritu de penitencia y desprendimiento. Venera¬

Los orígenes de la Fraternidad seglar,
según la historia, nos muestran una Fra¬ ternidad pujante de vida espiritual y de acción social. Los Santos canonizados
por la Iglesia y las obras sociales que perduraron nos lo atestiguan con clari¬ dad. «Entregados a Dios y comprometi¬ dos en la inspiración cristiana de las rea¬ lidades temporales» pueden ser el lema de estos primeros seglares franciscanos.

ción de las iglesias y de los sacerdotes. Exigencias de la vida religiosa.
3. Las maravillas de la vida cristiana (48-62).
4. La esclavitud diel pecado (63-85). Los lazos del demonio. La muerte del pecador.
Conclusión.

Por desgracia, no es fácil conocer hoy,
en el estado actual de los estudios his¬
tóricos, cuáles fueron las orientaciones concretas dadas por San Francisco a la Fraternidad seglar. Dos documentos se presentan como normas de vida para los terciarios: la «Carta a todos los fieles» y
el «Memorial».

El documento es tma orientación com¬

pleta para vivir el Evangelio en la con¬ dición de seglar. Pero ciertamente debía

concretarse en algunas normas de vida.

Por esta razón, seguramente, no es con¬

siderado propiamente como Regla de la

T. O. F.

(Continuará)

«De Fraternidad»

23

j.UISITO estaba jugando en la ca¬ lle y subió para beber. Entró al comedor buscando el jarro del agua. El balcón estaba casi cerrado y él apenas veía porque venía deslumbrado del sol; casi a tientas encontró el jarro y bebió un trago largo. Estaba un poco cansado y se dejó caer sobre el sillón. Cerró los ojos. Por el balcón llegaban desde la ca¬ lle las voces de sus amigos, que jugaban. Siguió unos minutos con los ojos cerra¬ dos. Casi sentía sueño, pero prefería ju¬ gar y no quería quedarse allí. Hizo un esfuerzo, abrió los ojos y se puso en pie. Su vista se había adaptado a la penum¬ bra y ahora veía con más claridad.
Sobre la mesa había un billete de cien
pesetas. Luisito lo miró fijamente duran¬ te unos instantes. No sabía qué cantidad de dinero era aquélla. Los domingos le daban im poco de calderilla, que gas¬
taba inmediatamente en caramelos.
Cogió el billete y lo examinó titubean¬ te. ¿Cuántos caramelos podría comprar con aquel dinero? Una cantidad que tar¬ daría mucho tiempo en gastarse. Pensa¬
ba en el sitio donde los escondería: de¬
bajo de la cama, dentro de una maleta llena de zapatos. Pero tenía miedo. Sur madre se daría cuenta de que faltaba dinero y le preguntaría por él. Mejor era dejar el dinero donde estaba.
Retrocedió por el pasillo mirando ha¬ cia atrás y sin perder de vista el billete. Ya no le interesaban los juegos de sus amigos. En la calle había visto carame¬ los muy gordos envueltos en papeles de colores, y con ese dinero podía comprar muchos de aquéllos. Ante esa imagen feliz se decidió, cogió el billete y salió en silencio de la escalera. En la calle, su hermano jugaba con otros niños.
—¡Luis, Luis! ¿Cómo has tardado tan¬
to? Ven con nosotros.
Luis apretaba el billete en el puño has¬
ta casi hacerse daño. Se metió la ma¬
no en el bolsillo del pantalón.
—No juego; tengo que hacer un reca¬
do.
Se alejó con recelo mirando hacia atrás, pero los otros estaban entreteni¬ dos y no se ocupaban ya de él.

En cuanto volvió la esquina corrió pre¬ cipitadamente y se detuvo en seco tres números adelante, ante el escaparate de la confitería. Había un montón grandí¬ simo de los caramelos que tanto le gusta¬ ban a él; un montón que casi llegaba al
techo. Luis miró el billete. Calculó que
con aquel dinero comería todos los que quisiera y le sobrarían muchos.
Desde dentro, el dueño de la confitería le veía mirar los caramelos sin pesta¬ ñear. Pensó que Luis estaría sin dinero y con muchos deseos de meterse un ca¬ ramelo en la boca. Tenía simpatía al ni¬ ño, y le llamó:
—Luisito, pasa.
Luisito entró.
—¿Te gustan esos caramelos del esca¬ parate? Toma uno.
—Sí, me gustan. Voy a comprar.
—¿Cuántos caramelos quieres?
Luisito le alargó el billete de cien pe¬
setas.
—Los quiero gordos.
El confitero cogió el billete y lo miró
un instante. Luisito se dio cuenta de que
algo no marchaba bien.
—¿Quién te ha dado este dinero?
Bajó los ojos al suelo.
—Mi tío.
—¿Ha sido tu tío?
—Sí.
El confitero le miró detenidamente. El niño callaba.
—Dime, ¿cuál es el número de tu casa?
—El dieciséis.
Ese debía de ser, por la situación. El
niño no mentía.
—Aguarda un momento que mire una
cosa.
Luisito tenía deseos de salir de allí.
Afuera hacía sol y dentro de la tienda
estaba oscuro. Estuvo tentado de salirse
de allí, pero se aguardó. El confitero, mientras tanto, consultó la guía de telé¬ fonos para llamar a casa de Luisito. No había ningún teléfono en el número 16.

24

—¿Tenéis en tu casa teléfono?
—No, no tenemos.
—Bueno; toma el billete y dile a tu tío que con este dinero no damos cara¬
melos.
—Bueno.
Luisito salió pensativo a la calle con
el billete en la mano. El confitero le veía ir en dirección de su casa, pero en cuan¬
to salió de su área de vigilancia se des¬
vió hacia otra confitería.
Allí tuvo que aguardar que una seño¬ rita despachara a otros clientes.
—¿Qué es lo que quieres, niño?
—Caramelos.
—¿Cuántos?
Luisito le alargó el dinero. La señorita le miró un momento, interrogándole:
—¿Para quién es todo esto?
—Para mí.
—¿De donde has sacado el dinero?
—Mi mamá..., mi tío.
(«Lo que yo me pensaba», se dijo la
señorita.)
—Mira, niño: con este dinero no te doy caramelos. Ve a casa y que te lo cam¬ bien. Mientras, voy preparando el paque¬
te.

Al llegar a la puerta de su casa oyó a su madre, que hablaba con otra señora. Tuvo miedo y se quedó escuchando de¬ lante de la puerta. Aunque no entendía lo que decían, le parecía que toda la conversación giraba en torno a él. Sin¬ tió miedo y soledad. Aquel dinero inútil le estorbaba, y estaba cansado de aque¬ llas tentativas para comprar caramelos. Se sentó en el rellano de la escalera, con el billete en la mano. Aquel billete que le había defraudado. Muy despacio lo rompió en pedacitos muy pequeños, que cayeron sobre el suelo. Después se aga¬ chó sobre ellos y se entretuvo soplán¬ dolos en todas direcciones. Su inquie¬ tud casi había desaparecido. Echó la última mirada recelosa a la puerta y ba¬ jó casi tranquilo a la calle. Allí le espe¬ raban sus compañeros.
—¿Has terminado ya?
Eres un pelma.
—Sí, he terminado. No tengo nada que
hacer.
—Pues juega con nosotros.
—Bueno, vamos.
Y se sumergió en el juego, ya olvida¬
da su aventura.
Antonio MOLINA

Luisito caminaba cabizbajo. Aquel di¬ nero era inútil. Lo mejor sería volver otra vez a casa y dejarlo sobre la mesa.
Su hermano y sus amigos seguían ju¬ gando. El quiso pasar inadvertido, pero
en cuanto le vieron le llamaron la aten¬ ción.

—¿Adónde vas? Ven con nosotros. Se acercaron, rodeándole. —Nos falta uno para jugar. —No puedo; tengo que dar un recade.

—Baja pronto te esperamos.
—Bueno.

Cuando entró en el portal sintió ga¬

nas de llorar. La falta de luz en la es¬

calera le deprimía más aún. Se sentía

fracasado y temeroso de que su madre

le castigara si le descubría. Sabía que

no había obrado bien al coger ese dine¬

ro, que además era inútil porque no va¬

lía para comprar caramelos.

*

»

25

LA FIESTA LULIANA DEL 25 DE ENERO
(Viene de lo pag. 6)
figura, la inscripción «BEATUS RAYMUNDUS LULLUS MARTYR».
Es cosa sabida que la UNIVERSIDAD LULIANA, O ESTUDIO GENE¬ RAL, autorizada en 1482 y privilegiada por Carlos I y Felipe II en 1526 y 1597, convirtióse en 1673, por Bula de Clemente X, en PONTIFICIA, REGIA Y LULIANA UNIVERSIDAD de Mallorca. En sus Estatutos, ordenados por el Obispo Alagón, se establece como fiesta religiosa principal, solemne y pomposa, de la Universidad, la dedicada a su Patrono, cuya doctrina venía obligada a difundir y a explicar, el Doctor y Mártir de Jesucristo, el BEA¬ TO RAMON LLULL, precisamente el 25 de enero, día de su conversión. Dice Terrassa que siempre asistió a ella el Obispo, ejecutor de la Bula citada, y el Cabildo Catedral. «Dia 23 janer 1723: Convocats per modum circuli... Digue lo Sr. Sacrista (Rector de la Universitat) que ahir pensant quiy havia capitol la Universitat Literaria en forma de Oaustros vingué a convidar a V, Sia. para la Festa del Beato Ramon Lull qui sera dillunis y que ell com a Rector de dita Universitat prengué la incumbencia de ferho a Saber a V. Sia. y axi que la dita Universitat estimarà que [dit] dia su Sia. ly fasse la honra de assistir a dita Festivitat» (Actas Capitulares).
Daba magnificencia a la fiesta la ciudad, cuyas autoridades acudían pre¬ cedidas de «atambors y manastrils». La fiesta comenzaba con las solem¬ nes Completas del día 24 y terminaba por la tarde del 25 con la brillante colación de Grados. Todo en la «iglesia de San Francisco el llagado».
(Continuará)
P. Francisco AMENGUAL, T.O.R.

*

—

^

MISSA
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del Mestre P. A. MARTORELL, T. O. R.
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Se ven a les llibreries i cases de música, a la Cúria diocesana de Mallorca i a l'Administració
de «Heraldo de Cristo».
L'acompanyament rítmic complet es pot demonor a la Comissió Diocesana de Litúrgia i a l'Administració de «Heraldo de
Cristo».

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gravat per R. C. A. Espanyola
està en venda a les cases discogràfiques i a l'Ad-
ministració de «Heraldo de Cristo» (Convent de Sant Francesc. Palma de Mallorca, teléf. 212695).

26

Nombre oportuno
La señorita veraneante hace un recorri¬
do por las distintas dependencias de la granja y entre ellas visita la pocilga.
A la salida de ésta dice:
- ¡Qué animales más sucios! Les va muy
bien el nombre de cerdos.
Trabajo de clase
A los alumnos de la clase de Historia se
les propone un ejercicio consistente en es¬ cribir una carta tal como imaginarían que un personaje histórico hubiese podido escri¬
birla en un momento determinado de su existencia.
El tiempo concedido para el ejercicio era limitado, pero no tanto como para justificar esta supuesta carta de Napoleón a María
Luisa.
«Q uerida María Luisa: Me disgusta infor¬ marte de que no me ha ido muy bien en Waterloo — Siempre tuyo, Napoleón».

Dificultades
Entre amigos:
—Vengo de casa de la modista y tú no sabes lo que me ha costado hacer que aceptase un poco de dinero. Ha sido un trabajo ímprobo.
—Chica; pero, a mi modo de ver, eso es
una suerte.
— ¡Cal No lo creas. Me ha costado traba¬ jo hacerle aceptar un poco de dinero por¬ que quería mucho más.
Para facilitar
Un señor se aproxima al mostrador de correos y dice:
—Por favor, un sello de peseta. Y entrega para pagar un billete de mil. — Caballero — le dice la empleada —, no tengo el cambio preciso. ¿Cómo da usted mil pesetas para pagar un sello de una? - Bueno... pues deme usted dos sellos.
,
La prensa católica - escribió
Juan XXIII — «es uno de los
medios más poderosos de qua se puede servir la palabra de Dios para llegar a los hoga¬ res y hacerse comprender y
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