El Heraldo de Cristo 1970, n. 719
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DE

CRISTO
FEBRERO 1970

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ta revista: Convento de San Francisco. - Palma de Mallorca.

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I mente el pago porque creemos que se trata de un puro descuido. Hoy, em-

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MISSA
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dal Mestre P. A. Martorell, T. O. R.
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revista mensual de los f* p. franciscanos de la t. o r
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FEBRERO 1970

Año LXI - Núm. 719

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redacción y ADMÓN:
convento de san francisco
TELÉFONO 212695
PALMA DE MALLORCA
•
DIRECTOR: P. MIGUEL COLOM MATEU, T. O. R.

ADMINISTRADOR: Fr. JAUME TUGORES MESTRE, T. O. R

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CON LICENCIA ECLESIASTICA

•
IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ
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PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: (A partir de enero 1969)

ORDINARIA. . . . 65 PTAS

BIENHECHOR ... 100 c

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500

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DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 -1958

NUESTRA PORTADA
CONVENTO DE SAN BERNARDINO
DE SENA (PETRA) —Si Petra fue el Lugar donde vino al mundo el niño Miguel José Serra, el convento de San Bernardino es la cuna espi¬ ritual delque sería luego Fray Junípero, el evangelizador y civilizador de California (EE. UU.) Después de una larga nostalgia de ciento trein¬ ta y cuatro años, la antigua iglesia franciscana petrense vuelve a alegrarse con la presencia de
los Frailes Menores hermanos del mundialmen¬
te famoso y venerable Misionero.

V

>

lea

en esite

número:

Humanismo sin Cristo ....

3

Galería de Terceros Ilustres (España).

4

Pueblo de Dios y sociedad perfecta .

5

¿Cómo va hoy la Iglesia? ... 7

Los hippys, actualidad .... 8

Voz del Papa . .

....

10

Fisonomía de San Francisco

11

De las tinieblas a la luz (poesía). . 12

Su surco

13

Página literària

14

La llengua

16

Buena memoria de un fraile menor

(s. XV)

17

Nuestras misiones .....

18

Nuestra pequeña historia ... 20 Entrada oficial de los Religiosos Fran¬
ciscanos (de la antigua Obser¬ vancia) al Convento de San Ber¬
nardino de la Villa de Petra. . 21

Página del terciario

22

Sorprendentes palabras de Karl

Rahner .

....

23

«Envidiable» juventud Itinerario evangélico Bibliografía
Chistes

... 24 24 26
27

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2

humanismo sin Cristo

EDITORIAL

urante y después del Vaticano II se ha puesto de moda una larga retahila de palabras, unas ya antiguas y otras de nuevo cuño,
de las que se usa y se abusa. En su último mensaje de Navidad Pa¬ blo VI tocó una de ellas: el humanismo. La palabra humanismo no es nueva, como es sabido. Pero sí, quizá, lo es el especial matiz que hoy se le da. El humanismo no es ahora ya meramente el cultivo y conoci¬ miento de las letras humanas, en oposición a la filosofía escolástica; no consiste ya sólo en la substitución de las ideas imperantes en la edad media por la afición al estudio de las literaturas clásicas griega y romana, y a la vida de aquellos pueblos como ideal de humanidad en sus aspectos literario, político y social. Ahora, sin excluirse tales as¬ pectos, se mira más directamente al hombre mismo, se establece el
cultivo, o el culto, casi exclusivo del hombre, del hombre existencial. Es verdad que nuestra civilización lo tenía al hombre, demasiado olvi¬ dado, demasiado marginado, para expresarlo con un término que hoy tanto agrada. Pero, la exageración, la desorbitación, los convulsos mo¬ vimientos pendulares son signo del tiempo actual. Y ahora a quien se margina es a Dios, es a Cristo-Dios. Y se endiosa al hombre. Este he¬ cho puede observarse aun en las revistas y periódicos católicos que se inmiscuyen más o menos en cuestiones sociológicas. Hasta hemos com¬ probado cómo alguna vez se escamotea el Evangelio ofreciéndose vi¬ siones parciales del mismo. Se cita, por ejemplo, a Cristo cuando dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo; pero no se menciona que éste es el segundo mandamiento y que antes hay el primero que ordena: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Marc. 12, 31). Por consiguiente, débese amar a Dios primero que a sí mismo, que al hermano, o pró¬ jimo, y hasta que al padre y a la madre.
Pero hoy se avanza más todavía. Se prescinde totalmente de Cristo, de Cristo-Dios. Digámoslo con palabras o ideas de Pablo VI en el ya citado mensaje navideño: «Hoy se habla de humanismo. Este sería el término moderno en el que se resuelve el cristianismo. Querrían hoy celebrar el nacimiento del hombre, no del Verbo que se ha hecho carne; no de Jesús que vino a nosotros como salvador, maestro, her¬ mano, sino del hombre que se salva por sí mismo, del hombre que pro¬ gresa por la sabiduría y fuerza propias, del hombre principio y fin de
sí mismo...».
Mas, dice el Papa, «un humanismo verdadero, sin Cristo, no exis¬ te... El hombre que se hace gigante sin una animación espiritual cris¬ tiana cae sobre sí mismo por el propio peso. Carece de la fuerza moral que lo hace hombre de verdad. Carece de razones trascendentes que sol'l motivo y apoyo estables a sus virtudes. Carece, para decirlo todo de una vez, de la verdadera conciencia de sí mismo, de la vida, de sus
porqués, de sus destinos... Carece del prototipo auténtico de la Huma¬
nidad».
Muy bien comentaba «Eccle.sia» las palabras de Pablo VI: «El hu¬ manismo cristiano, que condena, por su parte, todo absentismo y eva¬ sión angelistas ante la promoción de la justicia y de los derechos hu¬ manos, no puede confundirse con la doctrina de quienes pretenden re¬ ducir el cristianismo simplemente a una ideología humana y despojar a Cristo de su rango divino, transformándolo en el símbolo de un hu¬
manismo materialista».

GALERÍA DE TERCEROS ILUSTRES (ESPAÑA)
VBLE. Y RDMO. P. FR. ANTONIO DE TABLADA
Es el más preclaro exponente de los Terceros Regulares de la antigua Congregación Española.
Después de Prelado del Convento del Cerezal (León), fue Visitador (Ministro) Ge¬ neral de la Orden, a la que gobernó sabiamente durante veinticuatro años (1516-1540).
Solícito de su esplendor e independencia, estableció un compromiso con ios Obser¬ vantes y Conventuales (enero de 1517), aprobado por León X en octubre del mismo año. Alcanzó la obediencia de la Congregación Lusitana (1517-19) y obtuvo de Clemen¬ te Vil la célebre Bula «Ad uberes fructus» (1526) por la que, entre otros privilegios, quedaban sujetos a su jurisdicción y obediencia, no sólo los Frailes y Monjas de la Tercera Orden, sino también las «personas de uno y otro sexo que viven en el mundo (terciarios seculares), y sólo él y los por él deputados podían dar el hábito y recibir la profesión».
Ayunó perpetuamente, los viernes, a pan y agua, siendo en él ordinarias las aspe¬ rezas y disciplinas.
Murió con fama de santidad el año 1540, a los 50 de su edad, en el Convento de Sta. María del Valle (S. Román, BENAVENTE) en cuya iglesia fue sepultado, encontrán¬ dose incorrupto su cadáver aun pasados sesenta y seis años.
P. Francisco AMENGUAL, T. O. R.
Cuadro existente en el almacén del Museo de Bellos Artes de Granada.
4

PUEBLO DE DIOS Y SOCIEDAD PERFECTA

FM uevos tiempos exigen nuevos plan-
* ^ teamientos. Una de las cuestiones
a que ha dado actualidad el Concilio Va¬
ticano II es la de las relaciones entre la
Iglesia y el Estado. Hoy se tiende en las esferas doctrinal y práctica a crear un clima de autonomía entre el Estado y la Iglesia, de donde surge la necesidad de un reconocimiento recíproco de liberta¬ des y una delimitación de los radios de acción de ambas potestades. La frase de Cavour, Chiesa libera in libero Stato, pa¬
rece haber cobrado actualidad si se en¬
tiende, no como un estado de armisticio en una pugna o de transacción entre mu¬ tuas influencias, sino como una efectiva colaboración sin recíprocos enfeudamientos y un acuerdo para aunar esfuer¬
zos en favor de la comunidad en las zo¬
nas coincidentes, sin perjuicio de las di¬
ferencias institucionales.
Fundados en este nuevo enfoque de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, entienden algunos que ha perdido fuerza el antiguo concepto de «sociedad perfec¬ ta» que estábamos acostumbrados a con¬ siderar, y que debe atenderse preferen¬ temente al carácter de «pueblo de Dios» que ha proclamado el concilio Vaticano

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II y desarrollado sabiamente en la cons¬ titución Lumen gentiiun. Nostros cree¬ mos que no puede afirmarse la existen¬ cia de cambio doctrinal y que ambos conceptos, lejos de repelerse, se comple¬ mentan y armonizan.
El pueblo de Dios se compone de to¬ dos los pueblos de la tierra, pero como el reino de Cristo no es de este mimdo,
no comprende los bienes temporales. Por virtud de la universalidad que le ca¬ racteriza, abarca el mundo entero con todos los fieles esparcidos sobre la haz de la tierra, y cada una de las partes de esa inmensa multitud presenta sus dones a toda la Iglesia, de suerte que el todo y cada una de sus partes se enriquecen con los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud de la unidad. (Lu¬ men gentium, 13). Lo que vale tanto co¬ mo afirmar la catolicidad, o sea la uni¬ versalidad, de esta sociedad de creyen¬
tes.
Esta sociedad, en la que se entra por el bautismo, tiene por misión esencial la propagación del Evangelio y la transmi¬
sión de la doctrina de Cristo hasta el fin
de los siglos. Sus miembros se lucran con los medios de salvación depositados en ella y están unidos por los vínculos de la profesión de la fe y de los sacra¬
mentos. Pero esta comunidad de los fie¬
les está jerárquicamente organizada y tiene como principio y fundamento visi¬ ble de su existencia y vínculo firmísimo de su imidad el primado del Romano
Pontífice.
Considerada la Iglesia, no simplemen¬ te como la sociedad de los creyentes que comprende por igual a clérigos, religio¬ sos y laicos, hombres y mujeres, sino en cuanto a su organización jerárquica, en la que los seglares, como fieles cristia¬ nos deben aceptar y acatar lo que los sagrados pastores establecen como maes¬ tros y gobernantes, puede afirmarse con entera exactitud que es un ser social de naturaleza espiritual y necesaria, pero también una sociedad de Derecho públi¬ co, y como tal soberana en su esfera de acción. La forma orgánica de la Iglesia
es sobrenatural en consideración a la di¬
vina persona de su Fundador y a la ins¬ titución que El hizo de los diversos mi¬ nisterios para apacentar su grey y admi¬
nistrar losjsacramentos. El Sumo Pontí¬ fice es el sucesor de Pedro, a quien Cris¬ to puso a la cabeza de sus apóstoles, y la divina misión del colegio apostólico se prolonga en los obispos, los cuales

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deben continuar la obra iniciada, y jun¬ to con sus colaboradores los presbíteros y los diáconos han recibido el ministerio de la comunidad que respectivamente
presiden.
Esta sociedad jerárquica es indepediente porque no se contiene dentro de otra y es perfecta porque se basta a sí misma, pues posee por su divina fun¬
dación los medios conducentes al cum¬
plimiento de su fin. El texto de San Ma¬ teo Data est Mihi omnis potestas in ooelo et in terra (XXVIII, 18) proclama bien alto el supremo poder de Jesucristo que Él transmite a su Iglesia con estas palabras: Sicut missit Me pater, Ego mitto vos (S. Juan, X, 21). Siendo de fimdación sobrenatural, la Iglesia es per¬ fecta, porque si no se bastase a sí mis¬ ma, tendría que formar parte de otra sociedad, que siendo por necesidad de orden natural no podría proporcionar medios para un fin sobrenatural, por lo que siendo perfecta es también suprema
porque su fin último es la salvación de las almas y ninguna otra podría sobre¬ ponerse a ella en lo que dice relación a este fin, pues como afirma la encíclica Immortale Dei, el fin nobilísimo de la
Iglesia hace que su potestad se eleve muy por encima de cualquier otra socie¬ dad.
La calificación de sociedad perfecta expresa la personalidad de la Iglesia pa¬ ra negociar concordatos con los poderes temporales. La comunidad política nace de las exigencias de la naturaleza huma¬ na y tiene por fin la consecución del bien común. En ella el ejercicio de la au¬
toridad debe realizarse dentro de los lí¬ mites del orden moral y la estructura de los poderes públicos podrá acomodarse en cada pueblo a su propio genio y a la marcha de su historia. La comunidad
política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada ima en su propio te¬
rreno. Con diverso título están una y

otra al servicio del hombre, quien no de¬ be limitarse al horizonte temporal, sino también mantener íntegramente su vo¬ cación eterna. La Iglesia utiliza los ca¬ minos y medios propios del Evangelio, pero como las realidades temporales y las espirituales están estrechamente uni¬
das, tiene que valerse de medios huma¬
nos en cuanto su propia misión lo exige (Gaudium et spes, 76). Como ente social no puede prescindir de soportes jurídi¬ cos que establezcan sus relaciones con el poder civil, y como bases fimdamentales reivindica la libertad de predicar la fe, enseñar su doctrina, ejercer su mi¬ sión sin traba alguna y dar su juicio mo¬ ral cuando lo exijan los derechos fimdamentales de la persona o la salvación de
las almas .

Todos estos planteamientos tendrán que desenvolverse en el orden de las re¬ laciones entre la Iglesia y el Estado y
éstas deben realizarse dentro de un cau¬

ce jurídico que puede ser concordado. Estos convenios entre ambas potestades adoptan unos requisitos formales seme¬ jantes a los tratados bilaterales entre
Estados soberanos. La naturaleza de es¬

tos ordenamientos paccionados exige que se ajusten entre comunidades indepen¬ dientes, y de ahí la necesidad de mante¬
ner íntegra la doctrina de la «sociedad perfecta» que afirma la personalidad de la Iglesia como sujeto de las convencio¬ nes que han de regular su libre funcio¬
namiento en relación con la comunidad

política.

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LA PUEBLA - CIUDADELA

¿CÓMO VA HOT liA leLiEiSIIA?

el discurso de respuesta a la felicitación navideña presentada
por el decano del Colegio de los carde¬ nales, Pablo VI se ha formulado con cla¬ ridad, serenidad y realismo dos graves preguntas: ¿cuáles son las condiciones presentes de la Iglesia? y ¿qué previsio¬ nes caben conjeturar para el mañana? «La urgencia de estas preguntas —ha dicho— nace de ima cierta gravedad que
no sería prudente disimular.» El Papa traza, de entrada, un balan¬
ce muy posotivo de la renovación en múltiples campos que el Concilio Vati¬ cano II ha aportado a la vida de la Igle¬ sia. Añade, con todo, que esta renova¬ ción se ve acompañada de una cierta ten¬ sión espiritual, «una cierta inquietud en algunos sectores, reducidos pero signifi¬ cativos». «La difícil interpretación de los
signos de los tiempos ha despertado en muchos el afán por un estudio nuevo y prevalente de las realidades contingen¬ tes, derivando de ello no sólo prudentes observaciones, sino también el frenesí de novedades de irnos y el miedo a la reforma en otros.» Con palabra muy
acertada, Pablo VI dice que «esta inquie¬ tud presenta fenómenos contrastantes,
negativos y positivos». La voluntad de una nueva investigación teológica, la de¬
cisión de unas activas relaciones más co¬
munitarias y orgánicas, el crecimiento del interés por la religiosidad colectivolitúrgica, el mayor sentido social de la responsabilidad cristiana, son datos que el Papa anota en el haber de la Iglesia actual. Junto a ellos puntualiza algunos déficits: un pluralismo a veces indiscri¬
minado, que parece amenazar la armo¬ nía unitaria e íntima de la Iglesia; un
rebajamiento de la piedad individualis¬ ta, una tendencia hacia la secularización,
que trata de quitar a todo el aspecto
sagrado.
Este balance no dice todo lo que es una Iglesia renovada. Pablo VI se extiende largarmente en la enumeración de otros extremos. Subraya que en el pueblo de Dios ha aumentado la con¬ ciencia de su propia vocación cristiana. Que en el episcopado va tomando cuerpo el vínculo de la colegialidad. Que las congregaciones religiosas están avanzan¬ do por los caminos de la renovación. Que «infunde confianza y esperanza la
multiforme actividad de un laicado cató¬
lico, no menos nutrido de espiritualidad íntima y fraterna que decidido a abrir nuevos caminos al apostolado moderno». Indica, por fin, la aportación de las mul¬ titudes de almas silenciosas, piadosas y activas, así como elogia a «esas comuni¬

dades que viven en la alegría, en la con¬ cordia, en la gracia de ser «Iglesia», in¬ vadida por la animación, siempre nueva,
del Espíritu Santo». Esto dicho, Pablo VI, advierte que la
«gran borrasca» de nuestros días se deja
sentir en la nave de la Iglesia. «No se
puede negar que haya en la Iglesia hoy males, peligros y necesidades.» El Papa, con todo, no desmaya. El pasivo de la Iglesia le lleva a concluir que «esto trae consigo para nosotros grandes deberes».
Y entre estos deberes, el primer puesto lo ocupa la obligación de «vigilar» la marcha de la Iglesia. «No se puede ca¬ minar de cualquier manera siguiendo pa¬ sivamente las costumbres de antaño o la
opinión ambiental.» Lo que, dicho con otras palabras, significa que el momento actual de la Iglesia exige la renovación
en la línea de la continuidad. Y al lle¬
gar aquí, Pablo VI concentra la atención de la Iglesia en dos sectores: el del cle¬ ro, primero, y el de la juventud del mun¬ do, en segundo término.
Respecto a los problemas del sacerdo¬ cio hoy, el Papa afirma: «Vemos con in¬ menso consuelo que el clero en su gran mayoría es óptimo por sus virtudes reli¬ giosas y morales, por su entre.f;a al mi¬ nisterio, por su convencida fidelidad a la Iglesia en la que se encuentra inserto, por su espíritu de servicio.» «En el clero bueno, piadoso, leal, trabajador, desinte¬ resado e inteligente se apoyan la solidez, la vitalidad, la fecimdidad de le. Iglesia.»
Pese a estas afirmaciones referidas a la
mayor parte de los sacerdotes, el Papa índica que «un fenómeno bastante difun¬
dido es la incertidumbre del sacerdote
sobre su propio estado». Por ello, como
programa inmediato —y el Papa, aunque
veladamente, confirma que a este tema del sacerdocio se dedicará la próxima reunión del Sínodo de los obispos—. Pa¬ blo VI señala la urgencia do «volver a dar seguridad a cada sacerdote», «infun¬ dirles conciencia de su indispensable mi¬ sión» y proceder a la renovación espiri¬ tual y canónica del estatuto del clero.
Junto a este fenómeno de la incerti¬
dumbre del sacerdocio en la actualidad,
el Papa dice que, vinculado al mismo, se da hoy en la Iglesia aunque en parte mí¬ nimo, el gran problema de las defeccio¬
nes sacerdotales «Esta es nuestra coro¬
na de espinas.» Estas defecciones —aña¬ de— procuran amargura y escándalo al pueblo de Dios y merecen grave deplora ción. Y para evitar solucieñes fáciles e
inmediatistas, el Papa asegura con todo
(Posa o lo pág. 9)

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LOS HIPPYS, actualidad

por GREGORIO MATEU, T. O. R.
Este pasado verano se celebró un
festival monstruo de música «pop» en Estados Unidos, que duró tres días y tres noches. El Woodstock Music anci Art Fair concentró a cuatrocientas rail
personas, a pesar de la intensa lluvia y
de los molestos embotellamientos. Natu¬ ralmente, no todos los que allá acudieron eran hippys. Se vieron muchas melenas, muchas vestimentas estrafalarias y una desbordante espontaneidad. Pero, ningún sociólogo puede dejar ya a un lado el fe¬ nómeno hippy como si fuera algo que no vale la pena considerar.
No existen estadísticas válidas sobre
los hippys». El único hecho estadística¬
mente constatable es que su número va aumentando notablemente. Los «flowers
childs» no quieren saber nada de la so¬ ciedad a la que rechazan y de la que hu¬ yen. Lo más curioso resulta constatar que han nacido en Estados Unidos, la nación más rica, más adelantada, más poderosa de la tierra, la de mayor des¬ arrollo tecnológico, mayor capacidad de consumo, mayor nivel de vida. Los hip¬ pys «contestan» a una civilización que ellos no han construido y que no quieren asumir. Rechazan este engranaje econó¬ mico en el cual el hombre no trabaja
para vivir sino que vive para trabajar. Como el ritmo de nuevos productos para el consumidor va aumentando progresi¬
vamente, siempre hay que trabajar más
para ganar lo suficiente para poder com¬ prar. En su filosofía el «haz el amor y
no la guerra» quiere ser un auténtico ale¬
gato hacia el pacifismo. El evangélico «deja cuanto tienes, ven
y sígueme» tiene en ellos una curiosa in¬ terpretación, ya que muchos a sus dieci¬ séis, dieciocho y ventidós años abando¬ nan su casa, su sociedad, sus comodida¬ des de alimentación, higiene y cultura para no ser absorbidos por la alienante máquina de la producción-consumo.
Formas de vida
Pocas cosas tienen por esenciales. En¬ tre ellas, la mochila, el saco de dormir, algún instrumento músico y poquito más. Su ideal les impide ser dueños de muchas cosas. Es muy importante para ellos el vivir en contacto con la natura¬
leza. Aimque no viven directamente del cultivo de la tierra, se encuentran, sin embargo, donde hay tierra viva, frutos.

ATUENDOS HIPPIES.—Libertad y testimonio
árboles, culturas agrícolas. Los máximos
placeres gastronómicos se encuentran en un trozo de pan de hogaza, en unos fru¬
tos directamente recolectados o en la le¬
che recién ordeñada.
Las ropas se reducen al mínimo vital, obsevándose en ellas un curioso juego entre lo fantasioso y lo austero. Buena parte de ellos ganan lo suficiente para comer. Entre los oficios preferidos des¬ tacan el de la artesanía, la pintura y la
escultura. Las flores con que a veces se
adornan tienen un sentido pagano-dionisíaco de participación amorosa. Si bien su auténtico gusto radica en embar¬ carse en este paraíso que nosotros he¬ mos dado en llamar artificial, pero que para ellos es esencial. Es la mejor fór¬ mula para conseguir la máxima creativi¬ dad, y al mismo tiempo, la máxima eva¬ sión. Ahí está el verdadero origen del estado «psicodélico» que consiste en «no¬ tar un estado mental de gran calma y placer, una percepción plena de los sen¬ tidos, un trance estético y un ímpetu
creativo».
Muchos hippys viajan a regiones dis¬ tintas en búsqueda de otras culturas y, sobre todo, por el atractivo mítico-místico de las religiones orientales. Las en¬ señanzas religiosas de los yoguistas in¬ dios han tenido para ellos efectos sor¬ prendentes. Otra de las cosas que más influye en ellos es la música «pop». Ul¬ timamente se han multiplicado los fes¬
tivales monstruo en todo el mundo. Con¬
juntos típicamente «groowy» son los

8

«Mothers of invention», «Vanilla Fudge», «Beatles», «Rolling Stone», quienes viven
defendiendo de una forma u otra el uso
normal de la droga. A nivel individual, destaca por encima de los demás, el ído¬ lo indiscutible. Bob Dylan.
La libertady en el centro
En realidad, la vida hippy es una gran manifestación de libertad. Y la búsquede de la libertad justifica toda evasión: contemplación religiosa, rock and folk músic droga, naturaleza, sol, mar, plan¬ tas y flores. Y por supuesto el sexo. Se ha hablado mucho y casi siempre mal de la depravación sexual de los hippys. No son, en general, unos depravados y
unos viciosos a ultranza. Existe un códi¬
go moral en las parejas en las que hay
una cierta fidelidad en el amor. El caso
de Sharon Tate, orquestado magnífica mente, ha servido para mover a la opi¬ nión pública contra la doctrina hippy. Existe cierta depravación moral en algu¬ nos, se dan algunas elementales faltas de higiene. Pero, la generalización es evi¬ dentemente injusta. Todos, de una ma¬ nera u otra, nos hemos sentido atraídos por la libertad en el vestir un día de campo. ¿Quién no siente el agobio y la presión ambiental en el ajuste de moda¬ les, de formas externas de comporta¬ miento, de formas esteriotipadas de edu¬
cación social? Todos deseamos la libera¬
ción de tantos horarios apretados, de tanta propaganda alienante, de tanta or¬ ganización. En el fondo sentimos algo de la filosofía hippy que nos resistimos a manifestar a causa de la presión social que nos condiciona.
En los Estados Unidos, el país de las estadísticas, por cada 100.000 habitantes hay cinco asesinos. La violencia es el pan nuestro de cada día. Sólo con recor¬ dar a los Kennedy, al Vietnam, a los ne¬ gros, basta. Junto a los ricos, a los inte¬ lectuales de pro, junto a los artistas, etc., están los desheredados, los que no están de acuerdo. Y entre estos están los hip¬ pys. Al principio protestaron, demostra¬ ron su disconformidad. Viendo que esto no bastaba, algunos, como Charles Manson, entran en el campo de la violencia.
Violencia —dicen ellos— se vence con
violencia. Algunos dejaron ya las flores para pasarse a las armas. El amor, la paz no daban soluciones inmediatas; por
ello se alistan ahora a la causa de la vio¬
lencia contra la violencia.
En el fondo de todo aletea un espíritu de disconformidad evidente. Hay eviden¬ temente muchos abusos, mucha melena,
mucho vestido estrafalario... Son los
condicionamientos externos de la protes¬ ta. Es labor de los sociólogos y de los

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D. Ramón Riera, Pbro.

V

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moralistas investigar cuál es el fondo de la cuestión. Quizás haya llegado la hora
de revisar nuestros tradicionales meca¬
nismos económicos, nuestra moral este-
riotipada, nuestras formas de vida hue¬ cas para encontrar algo válido que le dé
al hombre nuevas dimensiones. A nos¬
otros nos ha parecido muchas veces en¬ contrar el espíritu de Cristo en muchas de las formas, de los ideales hippys. Sin que queramos santificar, ni mucho me¬ nos, toda su filosofía. Simplemente, la crítica a todo lo «nuestro» puede purifi¬
car muchas de nuestras agrietadas for¬
mas de vida.

(Viene de la pág. 7)
¿CÓMO VA HOY LA IGLESIA?
el peso de su autoridad: «Creemos opor tuno confirmar nuestro apostólico deber
y nuestro pastoral propósito de conser var en su intacta belleza la ley del sa¬
grado celibato en la Iglesia latina.» Con referencia a la juventud, Pablo VI
dice que es un problema que interesa al mundo entero. Hay que ver en estas pa¬ labras ima apremiante invitación a ana¬ lizar y estudiar el fenómeno de la juven¬ tud en nuestros días, con libertad de to¬ do tópico. «Es uno de los temas más im¬ portantes y urgentes.» El Papa pide que se hagan cuantos esfuerzos sean necesa¬ rios para superar el foso de ruptura con la juventud «mediante métodos nue¬ vos que le reconozcan nueva y legítima libertad y le confieran mayor sentido de responsabilidad». La apremiante invita¬ ción pontificia atañe a todos los educa¬ dores, cuya misión, si siempre ha sido «el arte de las artes», lo es más hoy, en
un mundo tecnificado como el de la hu¬
manidad contemporánea. (De «YA»)

9

LA PAZ NO SE

GOZA, SE CREA

«La paz no es propiamente ima posi¬ ción estática que pueda adquirirse de una vez para siempre, no es una tranqui¬
lidad inmóvil. Se entendería mal la céle¬
bre definición agustiniana que llama a la paz «la tranquilidad del orden», si del orden tuviéramos un concepto abstracto, si no supiésemos que el orden humano es un acto más que un estado, que de¬ pende de la conciencia y déla voluntad de quien lo compone y lo disfruta más que de las circimstancias que lo favore¬ cen; y para ser, en verdad, orden huma¬ no, ha de perfeccionarse siempre; es de¬ cir, ha de engendrarse y evolucionar constantemente; esto es, consiste en un movimiento progresivo, como el equiiíorio del vuelo que ha de ser sostenido cada instante por un dinamismo propuj-
sor.
¿Por qué esto? Porque nuestro discurso se dirige especialmente a los espíritus jóvenes. Guando hablamos de paz, no os proponemos, amigos, un inmovilismo

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mortificante y egoísta. La paz no se go¬ za, se crea. La paz no es una meta ya al¬ canzada, es un nivel superior, al que to¬ dos y cada uno debemos aspirar siem¬ pre. No es una ideología soporífera, es una concepción deontológica, que nos hace a todos responsables del bien co¬ mún y nos obliga a ofrecer cualquier es¬
fuerzo nuestro a su causa: la causa ver¬ dadera de la humanidad
Quien desee penetrar con su propio pensamiento en esta convicción descu¬
brirá muchas cosas. Descubrirá que es necesario, sobre todo, reformar las ideas
que guían al mundo. Descubrirá que es¬ tas ideas-fuerza son, al menos parcial¬ mente, falsas, porque son particulares, restringidas y egoístas. Descubrirá que solamente una idea es, en el fondo, ver¬ dadera y buena: la del amor universal; es decir, la de la paz.
Del Mensaje de Pablo VI ante
la III Jomada Mundial de la Paz
(1-1-1970).
• ••
ORACIÓN POR LA PAZ
compuesta por Pablo VI
«Señor Dios de paz,
que has creado a los hombres, objeto de tu benevolencia, para ser los familiares de tu gloria. Te bendecimos y te damos gracias, porque nos has enviado a Jesucristo, tu Hijo amadísimo, y has hecho de El,
en el misterio de su pascua,
el artífice de toda salvación,
la fuente de toda paz, el lazo de toda fraternidad.
Te damos gracias por los deseos, los esfuerzos, las realizaciones
que tu espíritu de paz ha suscitado en nuestro tiempo, para sustituir el odio con el amor, la desconfianza con la comprensión,
la indiferencia ccn la solidaridad
Abre todavía más nuestros espíritus y nuestros corazones a las exigencias concretas del amor de todos nuestros hermanos, a fin de que podamos ser siempre
constructores de paz... »

10

FISONOMÍA DE SAN FRANCISCO

FL HERMANO LOBO

SAN FRANGISCO Y El HERMANO LOBO (Oibujo a pluma de nuestro llorado P. Juan Caldentey)

—Hermano lobo, tú has causado muchos daños en estas tierras y has hecho gran¬ dísimos males, devastando y matando las criaturas de Dios sin su licencia; y no sólo has matado y devorado las bestias, sino que has tenido el atrevimiento de matar y des¬ pedazar a los hombres, hechos a imagen de Dios; por lo cual mereces la horca, como ladrón y homicida pésimo, y toda la gente se queja y murmura de ti, y toda esta tierra te es enemiga; pero ahora, hermano lobo, yo quiera hacer la paz entre ti y ellos, de modo que tú no les hagas más daño, y ellos te perdonen todas las ofensas pasadas, y ni los hombres ni los perros te persigan más.
Al oír esto el lobo, con el movimiento del cuerpo, cola y orejas, y bajando la cabe¬ za, mostraba aceptar y querer cumplir lo que proponía San Farncisco. Díjole entonces
al Santo:
—Hermano lobo: ya que tú quieres hacer y guardar esta paz, yo te prometo hacer que ios hombres de esta ciudad te den el sustento mientras vivas, para/ que nunca pases hambre; pues bien sé que forzado por el hambre has hecho tantos daños. Pero, en cambio, quiero que tú prometas que jamás has de hacer daño a ningún hombre ni animal. ¿Me lo prometes?
El lobo, bajando la cabeza, dio señal clara de que lo prometía. Y San Francisco le dijo:
—Hermano lobo, quiero que me hagas fe de esta promesa, para que yo pueda fiar¬
me de ti.
Y alargando San Francisco la mano para recibir el testimonio de la promesa, el lobo levantó una pata delantera y la puso mansamente sobre la mano de San Francisco, dán¬ dole la señal de fe que pedía.
De FLORECILLAS DE SAN FRANCISCO.

«

«.

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PALMA DE MALLORCA
«■
n

las tinieblas a la luz
X. - FRANCISCO, CON SUS ARMAS Y VESTIDOS
PRECIOSOS, DEJA ATRÁS AL MISMO JEFE EN LA
BIZARRÍA DE LOS ARREOS MILITARES.
En horas tan tempraneras, de la villa en las laderas,
las doncellas, congregadas,
flotando las cabelleras
en torno a sus finos cuellos — de alabastro, ensortijadas,
inclinándose adelante
con sus galas ataviadas, (como guirnaldas de rosas — en coloridas rengleras),
con chispeantes miradas
se embeben en el brillante desfile de las banderas
y las huestes ordenadas; y, al paso de su AMADOR, — el rubor o la alegría que se traslucen en sus frentes, — de rubios bucles ornadas, el color rosado copian, — (que las hace más agraciadas)
de que ha poco se teñía la fogosa aurora en tanto — al sol, su amor, despedía.
—«¿Quién es —unas a otras dícense— las doncellas más hermosas— aquel guerrero eminente
que, del desfile al final, — un saludo nos envía y vestido lan luciente, deja atrás en bizarría
al mismo arrogante jefe — de estas tropas belicosas?...».
—¿No lo conocéis? —clama una— de las mozas más rumbosas (que en secreto lo quería): —^Es la flor de la alegría y la nata del país.
Es mi Francisco de Asís
que, con flamante escudero, a los campos va de Apulla — para armarse caballero... Y las garridas doncellas — con gozo a una exclaman: —(c¡Oh!...,
ya siempre nos pareció más bello que un lucero y, en danzas, rondas y fiestas, — un señor de cuerpo entero».
Y espléndido, cual la nube — que está sobre Asís pasando y a la que va el sol prestando sus primeros resplandores,
y en alazán, cuyas crines —■ (mientras trota, relinchando, porque se note su fuego) — al viento están golpeando, nuestro héroe soñador, — con arreos los mejores.
sonriente pasa, cerrando aquellas filas brillantes, — cual flor que ofusca otras flores; y ante él (tal como ante el sol — las colinas se embellecen), las damas en sus mejillas, —■ coloradas resplandecen
y, en despedida de amores, en elogios de su atuendo — y su apostura, se crecen
y sus sonrisas le ofrecen.
P. Juan CalderUey Vidal, T.O.R.
12

su SURCO

Dimos la noticia en el número anterior;
falleció el P. Juan Caldentey Vidal, T.O.R. El P. Caldentey no pasó por el mundo como uno de tantos. Durante su vida religiosa fue abriendo un surco y este surco continuará abierto después de su muerte. Es verdad que este surco, su surco, el P. Caldentey lo sembró alguna vez de vientos. Y recogió tempestades. Casi no hace falta decir más
sobre esto.
El Padre Caldentey fue hombre de acción. Estaba dotado de una gran capacidad de trabajo y de un exagerado optimismo res¬ pecto de sus propias realizaciones. Este op¬ timismo fue la principal causa de sus virtu¬ des. Y también de sus pecados. Al hablar de virtudes y de pecados no pretendemos, como es natural, adentrarnos en el arcano
de su conciencia, sino sólo enjuiciar un po¬ co sus obras más externas, las que nos
quedan después de su tránsito por esta tie¬
rra.
Sintió el P. Caldentey, desde luego, la in¬ quietud social. Y ahí lo testimonia, en Lluc¬ major, el Colegio de San Buenaventura, cen¬ tro de segunda enseñanza que desde su fun¬ dación viene realizando una labor muy meri¬ toria en aquella ciudad. Fundó, asimismo en Llucmajor, el Patronato Social Femenino, ambiciosa institución que durante una serie
de años funcionó laudablemente en sus va¬
riadas actividades. Fue precisamente en es¬ ta obra donde, por un deficiente cálculo de las posibilidades económicas, se produjo el fracaso al que anteriormente hemos aludi¬
do.
Pero no es éste el aspecto que noso¬
tros queríamos destacar más en el P. Cal¬ dentey. Nuestro religioso tuvo durante to¬ da su vida una verdadera chifladura por el
arte. Y fue al menos dilettante en casi to¬
das sus manifestaciones. Practicó la músi¬
ca, aunque en pequeña escala y sólo para poder salir del paso, como suele decirse. Era un excelente calígrafo y dibujante, y ma¬ nejó el pincel con mayor o menor fortuna. Por algún tiempo colaboró literariamente en esta revista. Compuso alguna obrita dramᬠtica para colegios de religiosas. Y deja pu¬ blicados tres pequeños libros: VERDADES Y CUENTOS DE DONCELLAS (prosa),... !Y BEBE Y DANZA LA ClUDADj... (verso) y EL HERALDO DEL GRAN REY (verso).
No seremos nosotros de los que se jun¬ tan sin más al coro de voces amigas, más
o menos requeridas, más o menos obligadas al encomio. Pero tampoco, desmintiendo aquellas voces, caeremos en el extremo opuesto de negar todo mérito y valor a la obra poética del P. Caldentey. El P. Cal¬ dentey, digámoslo sinceramente, casi nun-

P. Juan
Caldentey Vidol,
T. O. R.
ca crea, sino que se limita a manejar con soltura, eso s(, y alguna vez con eficacia, tópicos y lugares comunes. El mismo viene a reconocerlo, al menos por lo que se refie¬ re a uno de sus libros, cuando escribe: «¿Que indudablemente críticos habrá que me tachen de poco original? No me impor¬ ta. Si yo, en alguna expresión o sentencia, en verdad consiguiera original ser, bien. Pe¬ ro pretender serlo, a sabiendas, ciertísimo que no lo he querido... «(EL HERALDO DEL GRAN REY, Introducción). Según nuestra mo¬ desta opinión, el primero de sus dos libros en verso, sus «momentos de mi mocedad», como él dice, tiene ese defecto, de delatar
demasiado al autor mozo. El exceso de ador¬
no, como un retablo churrigueresco, la mu¬ cha hojarasca de epítetos hacen parecer
amaneradas un buen número de sus compo¬
siciones. En cambio el segundo, EL HERAL¬ DO DEL GRAN REY, peca más bien del vicio contrario. Es casi siempre simple prosa na¬ rrativa versificada, lo cual a veces produce cierta grata impresión de ingenuidad. De todos modos el más lego echa de ver que son ajenas a toda poesía cuartetas como las siguientes: «Francisco, que es todo amor, /por Pentecostés, reunidos/ ver quiere en su derredor / a sus frailes tan queridos. / Quiere fruir de su presencia,/ de su piedad filial/y hablarles con insistencia, / de la Glo¬ ria celestial» (EL HERALDQ DEL GRAN REY. Capítulo de las esteras). No vaya a creer¬ se que todo es así. Se descubren paisajes menos desolados. Como homenaje póstumo a su autor, insertamos en otro lugar de este número, una de las composiciones del men¬
cionado libro.
Nos gusta la objetividad y por eso somos enemigos de prodigar el elogio estúpido co¬
mo se hace tan a menudo en materia de crí¬ tica literaria, sobre todo en vida de los
autores. Repetimos que el P. Caldentey, en los dos aspectos que hemos considerado, el social y el artístico, abrió su surco perso¬ nal y deja un nombre que tiene suficientes fulgores para disipar la obscuridad de sus defectos, si hubo alguno en su actuación pú¬
blica.

13

PÀ GIN

MARIAN AGUILÓ (1825-1897)
Tu qui en cent obres escrites
en nostre idioma natal
eixamplares tant les fites del pensament humanal,
ajuda’m a fer reviure ton suau parlar matern; que lo que hi vares escriure basta prou per fer-lo etern.
Pocs patricis fan memòria dels grans llibres que has compost, puix molts tenen vanaglòria d’oblidar sa llengua test.
Sempre el món gira Vesquena al qui sospita abatut, i eixa afronta desordena ios quarters de nostre escuU
^er ço empobrint-lo transforma un dels llenguatges més rics, com emblanquina i deforma
nostres monuments antics.
Instaura, doncs, de sa ruina l’alt parlar que tant te deu, i es nodrirà amb ta doctrina altra volta el poble teu!
Ta bella ànima, escalfada contemplant el Redemptor, volgué empendre la creuada generosa de l’amor.

NVOCACIÓ
Ram on se cull de flors molta natura,
Lull qui preneu evitar lo mal... MOSSÈN GASPAR DE VERi
Contemplant jo en ton coratge,
l’ardida creuada he empres
de restablir lo llenguatge que de la mare hem après.
Per traure’l de cativeri
com tu, si amb ta ajuda compt, faré cara al vil dicteri i al martiri de l’afront.
Fill preciar de la dolça Illa, patró del regne balear, alcança’m una centilla del foc que et va il.luminar.
En est perillós viatge vina aidar mon flac esforç, sies-me el que fou l’oratge per la nau que et duia cors.
Dóna’m, Mestre irrefragable, quelcom del teu esperit per trobar l’ardent vocable que retrunya en cada pit.
Ma inexperta jovenesa necessita un guiador; massa arriscada és l’empresa per tan pobre glosador.
Oh, si de ta llum, gran Mestre, n’alcançava un petit raig, jatsia nauxer poc destre, no temeria el naufraig.
Assegurat amb ton guiatge i amb l’ardiment de l’amor, faria el peregrinatge
sens escoltar cap temor.
No l’escolt ja...! Si m’ajudes,
trobaré sens tot escull
les gestes desconegudes de Mallorques... Aida’m, Llull!
Marian AGUILÓ (1825-1897)

LITERÀRIA.

L'ARPA
I
Pujaren al castell. L’augusta porta
oberta al vent de la tardor estava.
Allà la Reina, deturant sa filla, signà la mar de l’Orient llunyana. Entraren al palau. Sales immenses mostraven fondes la buidor que esglaia, i al so de les petjades, s’estremien los negres cavallers que les guardaven. Ai! Aquells negres cavallers de ferro no mouran mai la poderosa llança...
Al cruixir de les buides armadures
la Reina sospirava.
II
Dins la cambra reial, trista i plorosa, un trono d’or hi resplendia encara; ta Reina hi va pujar i s’hi va asseure amb lo record de majestat passada. Allà baix d’ella s’assegué la jove i mirava amb tristor l’antiga sala. —Mare, tos fills i ton poder finiren... —Filla, tu vius per a conhort encara. —¿Què resta, mare, d’aquell temps? ¿Què resta? La Reina aquí sense dir mot plorava, i fent signe llavores a sa filla
li va mostrar una arpa.
III
L arpa era antiga que en los jorns de glòria
davant los Reis en el castell sonava;
encara dins la pols d’aquelles cordes notes dormien de dolçura pàtria. La jove prengué l’arpa... i tremolosos los sons primers, com a gemecs, pujaren. Després va rompre un torrental de notes com fonda pena que plorant esclata. 1 los ecos feels que sempre vetlen repetiren la veu tan enyorada, i es movia dins l’ombra una bandera,
i l’òliba siulava.
IV
Estols de notes màgiques sortien de dins les mans de la princesa blanca, com los aucells aletejant nasqueren de dins les mans puríssimes de l’alba. Baixos los ulls, la Reina consirosa
bevia el so de l’harmonia estranya,
i per moments parlava com en somnis, i sos fills, que eren morts, anomenava... Tard era ja. La lluna, blanca i freda, guaità tranquilament a dins la cambra, i ningú sap, ¡ai Déu! fins a quina hora
durà lo so de l’arpa.
M. COSTA i LLOBERA (1854-1922)

LA' PARLA DE JESÜS
Per la ribera s’hi veu gent de tots els llocs de la comarca;
Jesús parlava dolçament mig recolzat dins una barca.
Vora la riba, costejant, segueix la blana correntia; la multitud, davant davant, des de les roques la seguia.
¿Quina és la parla de Jesús que tots la troben agradosa? ¿on son les regles de bon ús que la fan clara i melodiosa?
¿Parla l’hebreu de Salomó, tronant al Temple fins al sòtil? ¿Parla el llatí de Ciceró o el grec declama d’Aristòtil?
De llavis rústecs Ell ha pres
el seu llenguatge predilecte; humil i rònec patuès que no arribava a dialecte.
Deixa sentir l’accent vulgar d’un baix caldaic, pobre i corrupte; la fe és herència popular, com fill del Pòrtic és el dubte.
De sa divina intuido, la Sinagoga n’està trista;
qui és Fill del Pare creador serà també suprem Artista.
I aquell llenguatge es va inflamant com en nit fosca la lluerna; s’encén en foc i Esperit Sant i en resplendors de llum eterna...
¡Oh llengua nostra, torrent fresc, com has seguit el gran exemple! ¡Oh bell parlar catalanesc, de pedra humil se’n fa gran temple!
Vingué un vident que te cridà, com altres jorns a Galilea: «Es temps, desperta’t, effetà, que en tes entranyes bull la idea»!
Miquel dels S. OLIVER (1864-1920)
15

LA LLENGUA

II
Marian Aguiló és, almenys en quant al temps, el primer gran enamorat de nostra llengua. Aquest sí que la va estimar de bon de veres i amb totes les conseqüències a la nostra humiliada Ventafocs. Arraconada i oculta dins els arxius i biblioteques o empagesida i una mica espelleringada com un infant sense pares ni tutors, campant emperò amb admirable vivacitat per les viles i Uogarrons i, encara que amb algun menyspreu, també dins les grans ciutats, Marian Aguiló, amb un amor més que maternal, emprengué la santa tasca de recollir-la per a intentar retornar-li l’alta dignitat que havia perduda: el tracte, l’amistat i la convivència amb les lle¬ tres. Començà per llevar pols dins calaixos i per damunt prestatges i aparegueren vives, com a calius quan els han ventat la cendra, les grans obres literàries de nostra edat d’or, Recorregué llavors, en devot peregrinatge, tots els confins de l’antiga nació lingüística catalana i, com un mercader que cerca perles, féu una bella replega de mots per a un primer intent de diccionari general de la llengua.
L’amor que Marian Aguiló tenia a nostra parla era quasi obsessiu, un dolç turment, una de les seves idees fixes, la seva contínua fal.lera per a dir-ho amb un mot que a ell li agradava emprar. El seus mateixos versos sovint són l’expressió d’un acorat deler per la reincorpo¬ ració del bell catalanesc a la, vida de les nostres lleíres. Qualcú ha suposat que la nostra parla era com la Beatriu o la Laura que inspirava les seves glosades de ccFochs Follets». Sembla que
sí, que la llengua i la història de nostra Mallorca formen el leitmotif d’aquella interessant obra aguiloniana. A ella pertanyen les següents quartetes que ja no poden esser més explícites:

Uardent amor literari
per nostre parlar matern ha arribat fins lo desvari de fer-me oblidar lo etern.
Cap baronívol llenguatge sé més ric ni pintoresc que amb veritat avantatge l’expressiu catalanesc.
Si esmentau que ma aspra ploma tot sovint d’açò desdiu, feu-ne estalvi al gran idioma culpant sol qui el mal escriu.

Per açò ens cal escriure, per restaurar-lo millor; fent-lo altra volta reviure, si es pot, am.b més esplendor.
No em fa res que de fantàstic motegen aquest desig; afegint-hi per més càstig que es llengua en què no s’hi llig.
Ma fe per ço no s’altera ni l’amor meva es confon; cada el dia amb més fal.lera com un nàufrag m’hi abraon.

Marian Aguiló sentia per nostra llengua un amor noble, no gens agressiu, desposseït de tota mena de xauvinisme o patrioterisine. Tant és així, que es considerà obligat a haver de declarar:

Prec-te, oh Pàtria, que em perdones;
deixa els zels de l’altra amor;
vos mir germanes bessones,
i a les dues vos ador.

No li pruïa encara, doncs, gens cap dels problemes que després anaren .sorgint, sigui el que sigui l’origen o la causa dels mateixos. Està fora del nostre pla aficar-nns en la investigació o discussió de dits problemes.
No ens deturam tampoc a fer gaire raonaments sobre Marian Aguiló poeta. En aquest as¬ pecte tal vegada no el favoresquin molt les mostres que avui presentam. Es cert que entre les seves belles i oloroses flors s’hi troben cards i qualque altra mala herba, que entre vertaderes

16

troballes poètiques s’hi descobreix qualque redol de prosa repelenca. No obstant, pariant d’aquest autor Joan Alcover ha deixat escrit: «Les hores de plenitud són prou nombroses i atractives per alternar entre les inspiracions més altes de la poesia catalana». Es veu, per altra banda, que Marian Aguiló coneixia les seves limitacions com a poeta, ja que se n’excusava dient: «La poesia del poble / prenc per llum de veritat; / no cobeig títol més noble / que glosador de
ciutat».

Es això que ell sol esser sovint: un glosador que, sense filigranes ni acrobàcies imagina¬

tives o intel·lectuals, versifica els seus sentiments d’una manera més o menys poètica segons

l’assumpte.

Fra M. C., T.O.R.

BUENA MEMORIA DE UN FRAILE MENOR (s. XVj

Pláceme dejar constancia, en las pági¬ nas de esta revista franciscana, de un fraile menor de Aragón, por la aureola de santidad que le adornaba. Tanto es así, que los Jurados de Palma, con mo¬ tivo de la peste que había empezado a flagelar la capital del Reino y varias vi¬ llas, solicitaron, en junio de 1493, por consejo del lugarteniente Juan Aymerich, recién llegado a la balear mayor, su pre¬ sencia en la isla para servicio y consuelo de los atacados por la virulenta epide¬ mia. Me circunscribiré a copiar textual¬ mente una Letra misiva, que obra en el
«Archivo del Reino de Mallorca» (t. n.°
684, p. 125) y es del siguiente tenor:
«Letra tramesa a fra Francisco d’Ara-
gó de la Observança. Reverende Pater, post debitas comendationes, aprés la vulgada e virtuosíssima fama de V. R. Pa¬ ternitat és vingut en aquest Regne e Ciu¬ tat lo Spectable mossèn Joan Aymerich lochtinent real per relació del qual tal
fama és a nos en gran manera augmen¬
tada, en axí que ns dolem molt com la presència de tanta paternitat no havem puscuda haver segons lo dit mossèn Ay¬ merich nos ha dit que treballava com haiam promès que cert lo dit mossèn Aymerich dir lo que és en veritat de vos¬
tres virtuts e sanctimonia fem nosaltres
contínues pregàries a Nre. Senyor Déu vos vulla posar en la penssa de passar en aquesta terra car indubitadament per
esser freturant de tais e tants virtuoses
hòmens, lo servici de nro. Senyor Déu

ne pendria gran augment e seria gran rehedificasió de aquest Regne e axí ne scrivim a la reyal excel·lència (1) supli¬ cant-la li plàcia permetre e provehir que vostra Rt. paternitat vingué en aquesta terra per algim temps com la disposició dels habitants sia tal, que de tais hò¬
mens com és vostra Rt. Paternitat fàcil¬
ment serien molt e per gran temps edi¬ ficats. Axí, per tots aquests respectes, nosaltres per part de tot aquest Regne vos suplicam que us plàsia venir per fer tant servici a nre. Senyor Déu e a la Real Excel·lència e lo interim fer e continuar tais pregàries a la divina clemència li plàsia haver mercè a tots los pobladors en aquesta Ciutat e Regne, ço és, en pre¬ servar-nos de la ominosa (?) e introduï¬ da peste e fer-nos merexedors de adap¬
tar-nos al seu servici e sia la Sma. Trini¬
tat en contínua protecció vostra e nos¬ tra de Mallorques. = De V. Rt. paterni¬ tat devots. Los Jurats del Regne de Ma¬ llorques».
El lector adivinará el bello comentario
que asoma del anterior documento al cual hemos añadido solamente algimos signos ortográficos para facilitar su lec¬
tura.
B. GUASP, Pr.
(1) En la carta al rey (S. M. Don Fer¬ nando el Católico) decían: «Sabem que en aquexa vostra Ciutat de Barcelona és un sant home religiós de frares menors de la observança...».

17

MUESTRAS mSlOMES

Esta vez cedemos la palabra al P. Carlos Stradaioli, un misionero joven con el que hemos convivido algunos años, y que se preparó en la leprosería de Fontilles para un fecundo apostolado entre los enfermos. Trabaja ahora en la Misión de San Estanislao, en Paraguay, ayudado de algunas misioneras seglares españolas.
La carta que reproducimos de este dinámico misionero, va dirigida a los peque¬ ños seminaristas de linola (Italia) que mantienen con el P. Carlos una constante
correspondencia epistolar.

PARAGUAY

El misioneroy hombre al fin
«También nosotros misioneros somos hombres. Hemos dejado la Patria, pa¬
rientes, amigos; y con frecuencia nos llega también la añoranza. Tenemos siempre necesidad de algún amigo que nos tienda la mano, que nos anime con su apoyo. Desde vuestro seminario o
desde vuestra casa os parecerá poca co¬ sa escribir una cartita, enviar una pe¬
queña limosna. Pero cuando vuestra car¬ ta llega aquí, tiene un valor todo nuevo, mucho mayor que cuando partió. En modo particular nos alegra tanto el sa¬
ber que nos recordáis en vuestras ora¬
ciones».
1.500 hectáreas de selva
papa los indios
«Ya puedo deciros que hemos obte¬ nido finalmente del Gobierno, gratis, 1.500 hectáreas de selva para los indios
de la Colonia Santa Isabel. Y la escuela
elemental, en la misma Colonia, cuen¬ ta este año con 40 alumnos, de primer
y segimdo curso».
El sueño del P. Carlos y de las misioneras españolas
«Hemos empezado en San Estanislao los trabajos de Construcción del orfa¬
notrofio o casa-cuna. Llevará el nombre
del P. Juan Della Vecchia T.O.R., que un día nos trajo la alegría de una visita su¬ ya. Los gastos de construcción corren a cargo casi integramente de su hermano
Una de las innumerables capillas que nuestros misio neros italianos han construido en los pueblecitos dise¬ minados por su vasta Misión. Admírese el campanario,
de estilo... misionero

Duilio. Pero después tendremos necesi¬ dad de ayuda de otras personas genero¬ sas para el mobiliario y para el sosteni¬
miento de los huérfanos. La manuten¬
ción estará a cargo de algunas volunta¬ rias españolas que ya están trabajando aquí sin ningún estipendio».
Hablemos un poco del Paraguay
«Esta vez quisiera hablaros un poco del Paraguay; de esta tierra donde esta¬ mos consumiendo lo mejor de nuestras energías.
El Paraguay liene una extensión ma¬ yor que Italia: 405.000 kilómetros cua¬ drados. Pero con una población no muy
superior a los dos millones de habitan¬ tes. Todo el territorio es una llanura, con algún pequeño monte que no sobre¬ pasa los 300 ó 500 metros sobre el nivel del mar. Estepa y selva, que los agricul¬ tores cortan para convertirla en campo cultivable. La estepa no es apta para la ■agricultura. La tierra, en su mayor parte, está en manos de unos pocos propieta¬ rios, que se dedican a la cría de gana¬
do.
Los agricultores que pueden se com¬ pran parcelas de selva, generalmente de 20 hectáreas. El precio oscila entre 400 y 3.000 pesetas la hectárea. No es mu¬ cho ciertamente, pero no habiendo mer¬ cado para los productos, la mayoría de los agricultores pueden contar con una pequeñísima cantidad de dinero. Los ha¬ bitantes, en su mayoría, son blancos, oriundos de Europa. Los indios, pieles rojas son en número de 40.000 a 60.000. Los hay en estado salvaje aún: por ejem¬ plo «los Moros» en el Chaco paraguayo, y «los Guayaquíes» dispersos en peque¬ ños grupos por nuestro territorio de San Estanislao, o en los confines».
Nuestros indios «Guaraní»
«La Colonia de Santa Isabel, que esta¬ mos organizando, es una tribu de indios «Guaraní Tebyterá», los verdaderos pa-
ra^ayos, los que se pelearon con los
primeros colonizadores. Ahora no tie¬ nen ningún derecho civil. Viven en la selva por cuenta propia».
El río Paraguay «El Paraguay no tiene mar. Pero tie¬ ne un río navegable hasta la capital.

Asunción: el río Paraguay, que va a de¬
sembocar en el Río de la Plata. Desde
allí, pasando por Buenos Aires, entran las barcas. Pero a veces, a causa de la sequía, disminuye el nivel de la corrien¬ te, y Asunción queda prácticamente ais¬ lada. Y toda la vida del Paraguay se de¬ sarrolla en la capital. Para cualquier co¬ sa hay que ir allí. Hay sí otras ciudades, más o menos grandes, pero casi aisla¬ das, con mercado exclusivamente local».
Algún progreso en carreteras
«En estos últimos años se ha trabaja¬
do bastante en la construcción de carre¬
teras o caminos. Hay uno asfaltado de 250 kilómetros; y están asfaltando otros, para enlazar la vida del interior con la capital. Nosotros, en San Estanislao, he¬
mos tenido la suerte de tener un cami¬
no, si bien no asfaltado. Cuando llueve, se cierran los caminos, y quedamos ais¬ lados; pero cuando el tiempo es bueno, hay tráfico.
Se produce madera, tabaco, algodón, fruta, maní, mandioca, y ganado vacuno.
San Estanislao está en el centro de una
vasta región que se está colonizando
ahora. Nuestra ciudad cuenta 4.000 habi¬
tantes o más; pero con la campaña tiene
más de 40.000».
Nuestra Misión; su astado y dificultades
«Nuestra Misión, además de la zona de San Estanislao, comprende los munici¬ pios de Unión, Itacurubí, y General Aqui¬ no. Un total de 10.000 kms. cuadrados, con una población de unos 100.000 habi¬
tantes.
Los pueblos son innumerables, y las distancias preocupantes. La casi totali¬ dad son católicos; pero por la sola ra¬
zón de haber recibido el bautismo. La
ignorancia religiosa domina en todas partes. Las escuelas son pocas, y está prohibido enseñar religión en las escue¬
las. La falta de sacerdotes se siente en
todas partes. Prácticamente la fe sentida y vivida no existe. Los mismos Obispos del Paraguay, y el poco clero local han declarado el Paraguay tierra de Misión.»
¿Y el futuro?
«Estamos haciendo lo nosible para te¬ ner diáconos. Pero es muy difícil, y por otra parte no solucionaría el problema.
Los seminaristas en Paraguay son bas¬ tantes; pero abandonan a la mitad del
camino. Nosotros ahora tenemos siete.
Y dentro de poco tendrán que entrar en el noviciado, lo cual significa que ten¬
dremos necesidad de otros sacerdotes y de otra casa...
Y por esta vez basta. Rogad por nos¬ otros. ¡Y siempre adelante!
P. CARLOS STRADAIOLI, T.O.R., misionero en Paraguay

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Francisco Torrens, Pbro. T., por sus tra¬ bajos y escritos para exaltar la memoria del gran misionero franciscano de Petra, Fr. Junípero Serra, había sido distinguido con los honores de miembro de «La Academia
de Flistoria de la Costa del Pacífico». En su
artículo «El pago de una deuda», el Sr. To¬ rrens daba las gracias al principal promotor de aquella distinción, Mr. Carlos Eugenio Chapman.
Definitivamente concluía su estudio «So¬
ciología franciscana», Fr. Ramón de Cura. Demostraba la necesidad de aquella socio¬ logía, aduciendo como llave para cerrar su trabajo, el testimonio del Papa León XIII.
Seguía una página de versos. Un soneto
«A la Mare de Déu del Cocó», de Fra Jau¬ me Rosselló (A l’ombra clara d’una olivera, - sota la volta d’un cel tot blau, - gentil pon¬ cella talment semblau - brostada vora la
torrentera) y unos versos de un novelísimo, no tanto por la edad como por la endeblez
e intranscendencia de su «Tresor de Sant
Francesc». Para vergüenza suya aquellos
versos van firmados con el nombre del que
ahora, cincuenta años después, recoge esas
notas.
A. García Rover que, a pesar de no po¬ seer, sin culpa suya, la formación literaria requerida, tenía un noble corazón y sentía un amor muy grande a lo nuestro, dedicaba unas líneas a D. Miguel S. Oliver, el exi¬ mio escritor de Campanet, fallecido el 9 de enero de aquel año, 1920. Entre otros elo¬ gios escribía García Rover: «D. Miquel S.
Oliver era un mestre de la bella forma d’ex-
pressió en els seus escrits en prosa, i un ver exemplar d’exquisitesa en la producció poètica». Nos es grato hacer esta evoca¬
ción en el cincuentenario de la muerte del
ilustre patricio, el más inteligente y el más europeo de nuestros escritores, según nues¬ tro juicio.
En entrefilete se citaban las siguientes pa¬ labras del Papa León XIII: «Ojalá que los pueblos acudan a seguir la regla de la Or¬ den Tercera, con aquel ardor y en tan gran número como acudieron en otra ocasión al
mismo santo Patriarca...»
Continuaba C. Bauza Adrover, Pbro. T., su
trabajo histórico sobre «El Oratorio del Cal¬
vario de Felanitx», obra de un Terciario.
En Gostinet, suplente e imitador de Da¬ niel, publicaba uno de sus impromptus en mallorquín popular. Trataba de la escasez de artículos, elevación de precios, huelgas.

Tfíedio siglo atrás.,,
agresiones y desórdenes de toda clase que padecía España en aquellos calamitosos días. El título de su corto trabajo era «Aur,
lectors».
En 1921 se iba a celebrar el «VII Cente¬
nario de la Tercera Orden Franciscana». Se
indicaban los preparativos que se hacían en diversas naciones. Se citaban las palabras que el famoso literato Gabriel D'Anunzio había pronunciado desde el Capitolio de Ro¬ ma: «Venga Francisco de Asís, el más ita¬ liano de los Santos y el más Santo de los italianos, y glorifique con la voz de todos sus bienaventurados hijos esta potentísima pobreza de Italia». Recordamos que Musso¬ lini, años más tarde, hizo suyas, en parte, esas mismas palabras.
Ya iba luego la sección «Noticias y va¬
riedades». El suelto más interesante era el
referente a los tristemente célebres sindi¬
calistas Seguí, Pestaña y Bonacasa que po¬
nían las cotizaciones de los obreros a cuen¬
ta propia en los Bancos de París, un millón para cada uno. Un millón de pesetas no era moco de pavo en aquel entonces.
En «Crónica franciscana» se leía la noti¬
cia de que el Obispo de Tenerife, D. Ga¬ briel Llompart, inquense, y Terciario, había sido declarado Hijo Ilustre por el Ayunta¬ miento de Palma, el 31 del pasado mes de diciembre; que Bernadette Soubirous, la de las apariciones de Lourdes, era Terciaria franciscana, etc.
En la «Necrología» iba destacado el falle¬
cimiento de doña Francisca Vert Reura, Vda. de Morell, ocurrido el 12 de enero an¬ terior.

20

2>/a 21 tiiciembfe 1969i
ENTRADA OFICIAL DE LOS RELIGIOSOS FRANCISCANOS
(de la antigua Observancia)
AL CONVENTO DE S. BERNARDINO DE LA VILLA DE PETRA
Presidió los actos el Sr. Obispo de Mallorca.
¡Muestra revista, portavoz de la Provincia española de los Franciscanos de la T.O.R., pu¬ blica con muchísimo agrado la importante noticia, que encabeza estas líneas y se com¬ place en reproducir la crónica aparecida en «DIARIO DE MALLORCA» en su edición
del 23 de diciembre de 1969.
Asistieron a los actos representaciones de la T.O.R. y de la T.O.F.
El pasado domingo, a las cinco de la tarde, tuvo lugar en la villa de Petra un sencillo y emotivo acto, consistente en la entrada oficial de los Frailes Franciscanos de la O. F. M. al Convento-iglesia de San Bernardino, donde el gran evangelizador de California, Fray Junípero Serra, preparó sus primeras letras y cuyo paso por aquel convento le fue de tan grato recuerdo que bautizó sus Misiones con los nombres de aquellos altares y capillas, como Santa Bárbara, San Juan de Capistrano, Santa Clara,
San Buenaventura, etc.
El referido Convento permaneció cerrado desde el año 1835, debido a la Ley llamada de Mendizábal y que ahora, después de ciento treinta y cuatro años, ha vuelto a la Orden de los Padres Franciscanos que lo ocuparon, para lo cual ha sido
restaurado en gran parte.
Pocos minutos antes de la hora señalada para el acto, llegó procedente de Palma, el Excmo. y Rvdmo. señor Obispo de la diócesis, Dr. don Rafael Alvarez Lara, acom¬ pañado de su secretario, Rvdo. don Lorenzo Alcina. Frente a la entrada del templo le esperaban y le dispensaron una cariñosa acogida, la Corporación Municipal de la villa en pleno, presidida por su alcalde don Antonio Bauzá; el Padre Vicario Provincial de la O. F. M., Serafín Pérez; el Comisario Provincial de la T. O. R., Rvdo. Jaime Tu¬ gares, T. O. R.; Mrs. Dina Moore Bowden, representante de los Pioneros de Califor¬ nia, acompañada de la secretaria internacional de «Amigos de Fray Junípero Serra», Srta. Flora Riera; el párroco, Rvdo. don Juan Serra; el comandante de Puesto de la Guardia Civil y nutrido grupo de miembros de la Asociación de Amigos de Fray junípero Serra.
En el altar mayor de la iglesia de San Bernardino se celebró una misa concele¬ brada, en la que intervino nuestro prelado, quien pronunció una hermosa homilía
acerca de Mallorca misionera.
Terminada la función religiosa, el señor Obispo procedió a bendecir las celdas del Convento y sus dependencias y más tarde, acompañado de las autoridades y otras personalidades, se trasladó al Centro Estudio-Museo Fray Junípero Serra, donde en una de sus salas el grupo folklórico «Rondalla de Petra», ofreció al Dr. Alvarez Lara una jota payesa al final de la cual el señor Obispo agradeció la deferencia.
Luego, en el salón de actos del citado Centro Juniperiano, se procedió a hacer entrega del título de miembro de honor distinguido de la Asociación de Amigos de Fray Junípero Serra al prelado así como al Vicario Provincial de los Franciscanos de la O. F. M. de Valencia, Aragón y Baleares, Rvdo. Joaquín Sanchis, que por indispo¬ sición no pudo asistir al acto y que recibió en su nombre el Padre Serafín Pérez.
Asimismo fueron entregados títulos de miembros de honor de dicha Asociación a ios Padres Franciscanos que residen en el Convento-iglesia de San Bernardino, Rvdos. Salustiano Vicedo y Pedro Escriche.
Inició el acto, con un hermoso parlamento, el alcalde y pre.sidente de la referida Asociación juniperiana, don Antonio Bauzá, y posteriormente hablaron la Srta. Flora Riera, quien solicitó del señor obispo una oración por el eterno descanso del que fue gran amigo de la obra de Fray Junípero Serra, el ilustre compositor norteameri¬ cano Mr. Wells Hively; el Padre franciscano Serafín Pérez y finalmente el Obispo de Mallorca, quien expresó su agradecimiento por la distinción de que había sido objeto y afirmó que si no se merecía tal honor, desde aquel instante se proponía de todo corazón merecérselo, ya que la obra de Fray Junípero Serra, a la que conocía y admiraba siendo él sacerdote, iba alcanzando una gran trascendencia en Mallorca
y en todo el mundo, merced, muy particularmente, a la señora Dina Moore Bowden.
Terminado el acto, fue servido a los asistentes una copa de vino español.
21

I.—Díapagina» dLel teroia,rio
AVISOS A ZsAS FXtATSBNIDADES DE I.A T. O. F. DE BALEARES

II..——ENLuestra8defebrerotendrálugar,Diosmediante,lasegundaJORNADATRI¬
MESTRAL DE FRATERNIDAD del curso 1969-70.

El centro más importante de reunión será el Santuario de San Salvador de
Felanitx.

El programa preparado es asi:

A las 11’30: Misa concelebrada, con homilía a cargo del Rdo. P. Jaime Puigserver, T.O.R.

Acto seguido: Puntos de meditación, por doña Fanny Riutord de Sánchez, se¬ glar franciscana.

A partir de la 1: Tiempo libre para el almuerzo, al que segmrá el acostum¬
brado acto recreativo o «bulla de germanor».
A las 3’30: Bajada del Santuario para visitar Cala Murada y otros parajes de
interés.

Desde Cala Murada, cada Fraternidad seguirá el itinerario que más le con¬
venga.

Quedan invitadas las Fraternidades de Mallorca.

^

^

CURSILLO DE FRATERNIDAD, que debía celebrarse los días 6, 7 y 8 del último diciembre, fue suspendido debido a la epidemia de gripe que por aquellas fechas azotaba nuestro archipiélago.

Ya se cuenta con el consentimiento de la Junta Nacional para que el citado cursillo tenga lugar los días 1, 2 y 3 del próximo mes de Mayo.
Como siempre, los profesores del Cursillo serán seglares franciscanos y reli¬ giosos de la Primera Orden.

Se desea que el susodicho Cursillo esté compuesto especialmente por miem¬ bros de nuestras Juntas Directivas y por representantes de nuestra juventud. De hecho, éstas son las características de los terciarios (o terciarias) inscritos en el suspendido Cursillo de diciembre.

La invitación y el ruego de la Junta Provincial quiere llegar a todas las Fra¬

ternidades de Baleares, a las que ya se comunicó que el referido CURSILLO DE

FRATERNIDAD tendrá por marco nuestro Seminario de La Porciúncula.

tradicional JORNADA ANUAL DE FRATERNIDAD será repeti¬ da, D. m., el primer domingo de junio, la fecha de siempre. Mientras, ya podemos anunciar a nuestros seglares franciscanos que el lugar escogido para los actos religiosos de la JORNADA es la encantadora y franciscana villa de BUNYOLA, cuna de numerosísimas vocaciones franciscanas.

Daremos más detalles en otra ocasión.

L. D. M., Fr,

22

SORPRENDENTES PALABRAS DE KARL RAHNER

Entre los teólogos que se imponen a la opinión, parece ser el más conocido el jesuíta alemán Karl Rahner. La pro¬ fundidad de su reflexión, la audacia de
sus previsiones, la firmeza de sus afir¬ maciones lo han impuesto a la atención universal. Ha sido traducido en múltiples
lenguas y los editores recogen sus afir¬
maciones como un oráculo. Se han edi¬
tado sus «migas» en pequeños fascículos
que facilitan su asimilación. Pues bien, Karl Rahner acaba de pu¬
blicar unas palabras bien sorprendentes: «Desde hace veinte años —escribe—, sin haberlo buscado de ningún modo, he si¬ do considerado en el mundo de los teó¬
logos como un hombre avanzado. Y he
aquí, «de golpe», me veo obligado a po¬ nerme en el campo de los defensores de las posiciones tradicionales y centrales de la Iglesia... Tengo la «súbita» impre¬ sión de que es en el interior de la Igle¬ sia donde surge una oposición radical... Es en el interior de la Iglesia donde ha¬

ce falta luchar contra la secularización,
la desacralización y otras cosas análo¬ gas. En los próximos años será en la misma Iglesia donde surgirán las here¬ jías no cristianas: estos herejes no pre¬ tenden hacernos salir de la Iglesia, y, sin embargo, con todas nuestras fuerzas, tenemos que mantener la tradición y oponerles una desaprobación absoluta¬ mente clara, una verdadera condenación. Esto se debe hacer, evidentemente, des¬ pués de tm examen serio, impregnado de amor, en un diálogo leal y buscando comprender el fundamento de sus pro¬ posiciones. Pero nos es de todo punto necesario estar atentos a estas herejías, y tenemos para ello buenas razones, por¬ que, en nombre del progreso de la Igle¬ sia, como en nombre de nuestro tiempo y de sus tareas, atacan la sustancia del cristianismo y pretenden aclimatarse en la Iglesia».
(«Missi», número 8; octubre de 1969; página 305).
(De «ECCLESIA»)

Í~ PARTIERON HACIA LA CASA DEL PADRE

ARTA. — Día 11 diciembre 1969, D * Margarita Esteve Cursach, madre política de la Ministra de la T. O F , D.® María Genovard de Mestre.
SA POBLA. — A los 92 años de edad
y día 20 del último diciembre, D. José Obrador Rayó, padre del Rdo. P. José, M. SS. CG., y de Sor Soledad (Monja Clarisa), Sor Encarnación (Monja Capu¬ china) y Sor Jerónima de la Inmaculada (Religiosa Franciscana Hija de la Mise¬ ricordia, Superiora de Capdellá). Día 11 noviembre 1969, D Bernardino Crespí; día 21 del mes siguiente, su esposa, D. Pedrona Payeras, pa¬

dres de Sor María Magdalena de Jesús, Superiora de las RR. Franciscanas de Son Espanyol (Palma).
PALMA DE MALLORCA. — Día 6 di¬ ciembre 1969, la terciaria franciscana se(ñorita Francisca Piña Moreno.
INCA. — Doña Catalina Ferrer Melis
(2 mayo 1969); Doña Catalina Llompart Truyol (14 die. 1969) y Doña Antonia Llompart Moranta (11 enero 1970), todas
ellas de la T.OF.
Piadosísimo Jesús, concédeles el des¬
canso eterno.

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r"^S envidiable la juventud actual;
hace años que se está ganando, escalón por escalón, pequeñas batallitas que, entre todas, constituyen o constitui¬ rán un gran triunfo. Nosotros no tuvi¬ mos suficientes arrestos para hacerlo; estábamos cansados y hambrientos des¬ pués de aquella inolvidable y olvidada guerra. Ahora tienen más valor.
La actual juventud va vestida como quiere, de colorines, con la bufanda al
cuello. Nosotros nos vestíamos todos de
gris franela con nuestra corbatita oscu¬ ra. Para «guateques» nos poníamos nues¬ tro traje azulito, todos iguales, como los marineritos. En los «guateques» casi no había alcohol, sólo lo que llamaban los elegantes «cup», y de comer, de merien¬ da, muy poquito porque estábamos ra¬ cionados y solamente podían invitar a algo «práctico» los que hacían un poco de estraperlo, que estaba mal visto pero era muy rentable. De fumar, ni hablar; los mayores se llevaban las manos a la
cabeza si se les hablaba de un muchacho
que todavía no había ingresado en las fi¬ las y ya fumaba, aunque fuera a escon¬ didas. No solamente por la falta de res¬ peto que suponía , sino porque, como el tabaco estaba racionado, lo mejor era que no fumásemos para no consumirlo. Ahora el que —o la que— no fuma a los
quince años es porque es tonto o, sim¬ plemente, porque no le gusta.
Tarapoco podíamos viajar; en el ex¬ tranjero había una enorme guerra mun¬ dial y por España no se podía hacer «au¬ to- stop», entre otras cosas porque no había autos. En fin, un aburrimiento, tanto que incluso comenzábamos las cla¬

ses a principios de octubre —monótona¬

mente, todos los años, sin el aliciente de

lo desconocido—, yendo todos los días

como mansos corderitos, sin «sentadas»

ni nada. Ahora es mucho más divertido,

el criterio es mucho más amplio: hay

facultades que todavía no han empeza¬

do, que anuncian el comienzo del curso

para mitad de mes y, además no en ve¬
tustos caserones como en San Bernardo

o San Carlos, sino en preciosas instala¬

ciones en Somosaguas o en Pozuelo o

Aravaca, aparte de la espléndida Ciudad

Universitaria. Es decir, los magníficos

deseos de comenzar las clases antes, se

han quedado reducidos, desgraciadamen¬

te, a la nada; a eso, a un simple —aun¬

que elogiable— deseo, de ordenar un po¬

co las cosas, pero que no lleva camino

de hacerse realidad a menos de que a

cada estudiante se le asigne un guardia

civil fijo, familiar, como si dijéramos.

¡Ah!, y uno de tráfico para acompañarle

en sus carreras.

En fin, que no hay ni color. Los de

ahora van vestidos como les parece, es¬

tudian cuando les conviene, fuman y be¬

ben lo que quieren y bailan como les da la gana. ¡Envidiable juventud! ¿Tendrán

ellos la razón o la tendremos nosotros?

Nunca se sabe, aunque desde luego, lo

que si es evidente es que nuestra mane¬
ra de mandar no ha dado mucho resul¬

tado, porque el éxito realmente no con¬

siste en ponerle un guardia y una mor¬ daza a cada uno, sino enseñarle a com¬

portarse bien respetando a los demás y teniendo una limpia ambición de llegar a ser alguien sin necesidad de aue le em¬

pujen.

MEDINA

ITINERARIO EVANGÉLICO

(Continuación)

2. DE DIMENSIONES UNIVERSALES El Señor nos hace hallar en todo hombre un hermano

que hay que acoger

Cualquiera que viniere a ellos, amigo o enemigo, ladrón o salteador, sea recibido con benignidad.

Los hermanos, en cualquier lugar donde se hallaren, espiritualmente y con diligencia se deben reverenciar y honrar unos a otros, sin murmuración.

Y guárdense de aparecer tristes, ceñudos e hipócritas; antes muéstren¬ se contentos en el Señor, alegres y religiosamente graciosos.
(I Regla. 7. 13-16)

24

servir
Nunca debemos desear sobresalir entre los otros; al contrario, procu¬
remos con empeño ser siervos y estar sujetos a toda criatura humana por amor de Dios (I Pt., 2, 13).
(' Carta a los fieles, 47)
mantener
Tengamos, pues, caridad y humildad y hagamos limosnas, porque éstas purifiquen nuestras almas (Tob., 4, 11) de las inmundicias de los pecados.
Pues los hombres pierden todas las cosas que dejan en este mundo; pero llevan consigo el precio de la caridad y las limosnas que hicieron, por las cuales recibirán del Señor el premio y digna recompensa.
(Carta a los fieles, 30)
La limosna es herencia y justicia que se debe a los pobres, la cual nos adquirió Nuestro Señor Jesucristo.
(I Regla, 9, 10)
aceptarlo como es
Las cosas que te impidan amar al Señor y Dios 3'^ cualquier estorbo que te pongan los hermanos u otras personas, aunque te azotasen, debes considerarlo todo como una gracia. Y así has de quererlo y no de otra
manera.
Y séate esto como una verdadera obediencia que rindes al Señor Dios y a mí, pues sé de cierto que esta es la verdadera obediencia. Y ama a los que te hacen estas cosas y nada recabes de ellos, sino lo que el Señor te diere; y en esto les darás pruebas de amor, en querer que sean mejores
cristianos.
Y esto será para ti más que vivir en un eremitorio.
(Carta a un Ministro, 2-4)
buscarle
Y en esto quiero conocer si amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieres esto, a saber: que no haya en el mundo hermano, el cual pecare cuanto haya podido pecar, que, después que vea tus ojos, se aparte jamás sin tu misericordia, si la hubiere pedido, y si no te la pidiere, ruégale tú que te la pida. Y si mil veces volviere a comparecer en tu presencia, ámale más que a mí, para que le traigas al Señor, y ten siempre compasión de
los tales. (Carta a un Ministro, 5-7)
aun al enemigo.
Consideremos todos, hermanos, lo que dice el Señor: Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os quieren mal (Mt., 5, 44).
Porque aun Nuestro Señor Jesucristo, cuyas pisadas hemos de seguir (I Pt., 2, 21), llamó amigo a su discípulo y traidor y se ofreció voluntaria¬ mente a los que le crucificaron.
Son, pues, amigos nuestros todos los que injustamente dan tribulacio¬ nes, afrentas, injurias, angustias, dolores, tormentos, martirios y muerte, a
25

los cuales hemos de amar mucho, ya que por lo que nos hacen tenemos
la vida eterna. (1 Regla, 22. 1-4)
Dice el Señor en el Evangelio: Amad a vuestros enemigos (Mt., 5, 44).
Ama verdaderamente a su enemigo aquel que no se duele de la injus¬
ticia que le hizo, sino que se apena del pecado de su alma por amor de
Dios y con obras le demuestra amor.
(Aviso, IX)
El Señor nos envía a llevar a todo hombre su Paz.
Este saludo me reveló el Señor que dijésemos: El Señor te dé la paz
(Le., 10 5).
(Testamento. 23)
Continuará)

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Nacida en Bruselas el 17 de octubre de 1933, Luc Dominique se dedicó a las be¬ llas artes y obtuvo, a los veinte años, su título de profesora de dibujo en la Es¬ cuela Normal Superior de Artes Decora¬ tivas, de Bruselas. Allí enseñó dibujo du¬ rante seis años. En septiembre de 1959 ingresó en las dominicas misioneras, quienes la enviaron a la Universidad de Levaina para seguir los cursos de gra¬
duada en ciencias religiosas, y en se^i-
da los del Instituto de Técnicas de Difu¬ sión. En febrero de 1962 salió al merca¬ do su primer disco. Fue un éxito que reveló al mundo el gran talento de Sor Sonrisa. En el mes de julio de 1966 aban¬ donó la Congregación para ingresar en las Fraternidades Dominicas Seglares (antigua Tercera Orden) en donde pro¬
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gro de acarrear muchas dificultades en la educación. Por el contrario, el dinero puede ser preciso auxiliar de los padres y maestros, un excelente medio para ha¬ cer descubrir a los jóvenes las dificulta¬ des de la vida y para que hagan el apren¬ dizaje de la responsabilidad. Se ofrecen al lector previsiones de presupuestos, equilibrio entre ingresos y gastos, aho¬ rro, gran número de nociones útiles a los adultos para la administración de la economía familiar, en la cual conviene
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Paul Chauchard, médico, psicólogo, profesor y cristiano, se propone en este libro «estudiar el amor científicamente, objetivamente», situando la sede de nues¬ tra vida efectiva en el cerebro. ¿El cere¬ bro, órgano del amor? Esto es exacta¬ mente lo que Chauchard quiere demos¬ tramos. A partir del dato concreto, real, comprobado empírica y científicamente, de que todos tenemos ima necesidad fun¬
damental de amor. De amor: de amar y
ser amado. Pero amar y ser amado lúci¬ damente, racionalmente. Esta lucidez en el amor, dice Chauchard, esta conciencia del amor, esta donación recíproca, he¬ cha y recibida con lucidez y conciencia, esto es lo que distingue, también en el aspecto efectivo, el hombre del animal.

El desahogo natural
Después de una pequeña trifulca matri¬ monial en la que el marido ha hecho cierta gala de mal genio, la esposa dice:
-¡Estoy deseando que te asciendan a ¡efe de sección!
- ¿Por qué? - Para que tengas un personal a tus ór¬ denes en quien desahogar el mal humor.
Subconsciente
El papó está abstraído contemplando la
televisión.
El niño se le acerca y le pregunta: — Papá, ¿dónde están los Apeninos? — Pregúntale a tu madre. Siempre está
cambiando de sitio las cosas.

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