El Heraldo de Cristo 1970, n. 718
ALMANAQUES «HERALDO DE GRITO» 1969
Tal como está anunciado en la portada de nuestros artísticos calendarios, el 30 de octubre pasado se efectuó el segundo sorteo de los premios que quedaban pendientes (38) después del que se hizo el 19 de marzo 1969.
Damos a continuación el resultado de dicho sorteo y advertimos que el número de orden corresponde al número de la hoja del ALMANAQUE, y que los números no mencionados en esta relación que sigue son los que han aparecido antes de FINALIZAR el sorteo que, como todos saben, caducó el 30 de octubre ppdo.

2.— 74.583 4.— 60.606 5.—178.225 6.— 31.987 7,—115.655 8.— 86.069 9.—169.347 10.— 21.693 11.—147.016 12.-140.612 14.— 69527 16.— 20.147 17,- 72.103

18.— 98.475 19.-133.824 20.— 64.856 21.— 73.815 22.-146.195 23.— 57.600 25.-155.734 26.— 82.323 27.-136.150 28.— 61.358 29.-163.529 30.— 94.136 33.— 68.439

35.—136.132 36.— 42.930 37.-111.623 38.-127.258 39.-110.927 40.— 74.160 41.— 69.058 43.— 56.864 44.—102.805 46.-140.538 47.-186.415 50.— 69.824

En beneficio de todos los poseedores de nuestro ALMANAQUE, se ruega la máxima difusión de los números premiados.

REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O R
•
ENERO 1970

Año LXI - Núm. 718

•
REDACCIÓN Y ADMÓN: CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 212695
PALMA DE MALLORCA
•
DIRECTOR: P. MIGUEL COLOM MATEU, T. O. R.
ADMINISTRADOR: Fr. JAUME TUGORES MESTRE, T. O. R

•
CON LICENCIA ECLESIASTICA

•
IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ

•
PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN;

(A partir de enero 1S69)

ORDINARIA. .

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65 PTAS

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SITUACIÓN FINANCIERA

(Datos que manda pubiicarel Ministerio de Información y TurismoJ

INGRESÓS . . 150 310 PTAS.

SALIDAS . . . 171.280

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DÉFICIT . . . 20.970

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El déficit está en vías de ser cubierto

por españoles amantes del apostolado de la prensa católica, único fin que per¬ sigue la presente publicación, en la cual trabajan gratuitamente desde el Direc¬
tor hasta el último de los redactores y administrativos.

DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 -1958

NUESTRA PORTADA
IGLESIA PARROQUIAL DE S'HORTA (Felanitx.). — Ultima concreción de dos primitivos oratorios que antes exitieron en aquel sonriente lugareja, de cuando la fe era más in¬ genua, pero también más operante que hoy (aho¬ ra se pierde de puro científica). El pasado año se conmemoró el I centenario del inicio de las obras de construcción de este templo actual, de¬ dicado a S. Isidro, Labrador.
y

lea en eüte
n limero:

Mucho ruido y

3

Galería de Terceros Ilustres (España).

4

Balance del Sínodo de Roma

.

5

El lenguaje de los jóvenes ...

8

1970, bajo el signo de la violencia . 10

Ramón Llull europeista .... 12

Fisonomía de San Francisco

.

13

Vigilia deis Sants Reis (poesia) . 13 • .

Pàgina literària. .... 14

La llengua

16

Nuestras misiones .....

17

Todo bien

.19

Bibliografía

20

Nuestra pequeña historia ... 21

Página del terciario

22

Itinerario evangélico .... 25

Chistes

27

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2

MUCHO RUIDO Y...

EDITORIAL

No, Pablo VI no echó mano del popular dicho del refranero caste¬ llano para formular otra de las denuncias que viene haciendo en estos últimos tiempos. Pero es cierto que lo de «mucho ruido y pocas nue¬ ces» podría aplicarse a los pequeños grupos que gritan y alborotan o que * contestan», para decirlo con el galicismo que parece estar ya en retirada. En un reciente discurso (audiencia del 3-12-1969) el Papa, después de animar a los buenos católicos, fieles y deseosos de encon¬ trar el verdadero rostro de la Iglesia, y de aludir a la sensación de confusionismo que parece difundirse hoy entre los más estudiosos y más famosos, proseguía así:
«Os diremos, ante todo, que no hay que dejarse impresionar de¬ masiado y mucho menos atemoriza.rse. Aunque los fenómenos preo¬ cupantes adquieren dimensiones de gravedad, conviene también resal¬ tar el hecho de que frecuentemente surgen de minorías numéricamente pequeñas y fuentes a menudo poco dignas de crédito. Los medios mo¬ dernos de difusión publicitaria invaden hoy con estrepitosa facilidad la opinión pública y confieren a hechos mínimos efectos desorbitados.
Sigue habiendo todavía una inmensa mayoría de gente sana, buena y fiel ,de la que podemos fiarnos; más aún, es a esa mayoría a la que nos dirigimos, con nuestra confianza., y la invitamos con nuestra exhor¬ tación a permanecer firme y a hacerse cada vez más consciente y acti¬ va; el pueblo cristiano debe inmunizarse por sí mismo y afirmarse silenciosamente, pero con seguridad».
Denunciaba también el Papa un engañoso modo de compulsar la opinión pública: el de las encuestas. Léanse sus palabras:
«Esa opinión pública tiende hoy a formarse también con un mé¬ todo que pudiéramos llamar nuevo: el de la encuesta sociológica. Está de moda, y se presenta con la severidad del método, que parece total¬ mente positivo y científico, y con la autoridad del número, de modo que el resultado de una encuesta tiende a convertirse en decisivo de
una norma que debe adecuarse al mismo resultado. El hecho se con¬ vierte en ley.
Podría ser un hecho negativo, y la encuesta tiende igualmente a justificarlo como normativo. Sin tener en cuenta que el objeto de una encuesta es de ordinario parcial y como aislado del contexto social y moral en que está incluido, tomando con frecuencia solamente el as¬ pecto subjetivo —es decir, el de interés privado o psicológico— del hecho observado, más que el del interés general o el de una ley que hay que cumplir.
La encuesta entonces puede producir una incertidumbre moral, bastante peligrosa socialmente. Será siempre útil como análisis de una situación particular. Pero para nosotros, seguidores del reino de Dios, deberá someter sus resultados a criterios diversos y superiores, como los de las exigencias doctrinales de la fe y de la guía pastoral por los senderos del Evangelio».
Pablo VI terminaba su discurso preguntándose si el malestar que hoy sufre la Iglesia no será debido principalmente a la «contestación», tácita o abierta, de su autoridad. Con lo cual el Papa metía una vez más el dedo en la llaga, una llaga purulenta que actualmente afea la cara, la cara visible de la esposa de Cristo.
3

GALERÍA DE TERCEROS ILUSTRES (ESPAÑA)
Fue uso y costumbre de Conventos y Monasterios decorar sus salas, corredores y claustros con los cuadros de aquéllos de sus miembros que con sus virtudes, letras o buen gobierno dieron lustre y crédito a sus Institutos.
Tales memorias eran el premio a sus méritos y, a la par, un incentivo a la gene¬ rosa emulación de su ejemplo para los otros.
Con la «ocupación» (vulgo, «latrocinio») de los bienes de las Ordenes religiosas, llevada a término en 1835 y siguientes por un Gobierno «crematístico», se malbarata¬ ron y echaron a perder, junto con joyas más valiosas de arte y de religión, muchos de aquellos cuadros. Nuestra insistencia en la investigación llegó a coger un cabo del hilo..., pero el ovillo se nos resistía. Hasta que, en nuestra última «incursión», ba¬ rriendo con los ojos rincones y «cuartos oscuros», alcanzamos a descubrir algunas re¬ liquias pictóricas que, cubiertas del polvo del tiempo y del olvido, esperaban su «resu¬ rrección». Esta, si no gloriosa, al menos puede ser curiosa para nuestros lectores y por eso la presentamos en la Galería que se inicia en el presente número.
RDMO. Y VBLE. P. MAESTRO FR. LOPE DE BOLAÑOS, Ministro General de la Sa¬ grada Religión Tercera de S. Francisco, en la Congregación Española, desde el año 1502 al 1516. Trabajó infatigablemente en la defensa de la independencia de dicha Religión. Pasó a Roma, en 1509, en donde obtuvo, en contra de Observantes y Conventuales, sentencia favorable de privativa y omnímoda jurisdicción sobre los Frailes y Monjas de la Tercera Orden. Murió en Roma, siendo sepultado en la Basílica de los Santos Cosme y Damián, residencia de la Curia General de sus hermanos, los Terceros ita¬
lianos.
(Cuadro existente en la Sacristía del antiguo Colegio de Sta. María de Jesús, de PP. Terceros de Antequera).
P. Francisco AMENGUAL, T.O.R.
4

BALANCE DEL SINODO DE ROMA

Por el Cardenal Antonio Poma

Como se recuerda, los días 11-28 de octubre del
pasado año tuvo lugar, en Roma el segundo Sínodo de Obispos. Nos complacemos en reproducir en nues¬ tras páginas la síntesis de los trabajos sinodales, aparecida en *L'Observatore Romano» del 16-XI-1969.

A la hora de clausurar la asamblea el horizonte de nuestra mirada se dilata
para abrazar todas las jornadas sinoda¬ les y nos preguntamos si el balance de conjunto es positivo y si representa en
realidad —es decir no solamente de pa¬ labra, sino también con los hechos,—
un progreso en el sentido indicado por
el Concilio.

divergencias, pueden ofrecer una notable
contribución al esclarecimiento del pro¬
blema y a la determinación de las con¬ clusiones. Aquí resulta más explicable la espera, el temor o la esperanza, de acuerdo con las preferencias que no son
indiferentes a las circunstancias históri¬
cas y ambientales.

Colagialidad Episcopal
Como la base es doctrinal, vuelve cons¬ tantemente la pregunta sobre ella. Se
ha reconocido la necesidad de una in¬
vestigación ulterior sobre la colegialidad en el campo teológico e histórico con la colaboración de especialistas. La función de la Iglesia particular y de la Conferencia Episcopal debe verse a la luz del principio de corresponsabilidad y de subsidiaridad. Pero como el Vatica¬ no II contiene ya una buena doctrina sobre la colaboración colegial, se trata
ahora de determinar la medida de las
relaciones, de acuerdo con la competen¬ cia propia de los diferentes ministerios, particularmente entre los Obispos y la Sede Apostólica.

La Secretaría permanente Durante estos años se han dado mu¬
chos pasos en el desarrollo de las Con-
yVAJORICA

La búsqueda de las formas prácticas de establecer tales relaciones ha sido el
principal objetivo de este Sínodo. Es un problema difícil y delicado porque ade¬ más de la cuestión doctrinal, está impli¬ cado en él un juicio histórico que per¬ mite posibles aplicaciones diversas. Nos
hallamos de esta forma en un terreno
en el cual las discusiones, y aun las

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5

ferencias Episcopales; por ello es más insistente la exigencia de una intensa colaboración con el Papa. A este respec¬ to me parece que se pueden precisar al¬ gunas orientaciones surgidas en los de¬
bates sinodales:

1) Insistencia genérica sobre las rela¬ ciones con el Papa entendidas como for¬ mas de colaboración; estas relaciones personales o informales o de competen¬ cia son im signo de la exigencia de la Colegialidad, pero se presentan de mane¬ ra más bien fragmentaria.
2) Naturalmente todos han hecho referencia a un organismo de relacio¬ nes ya establecido y considerado válido: la Secretaría del Sínodo, que es un or¬ ganismo puramente técnico y de cone¬ xión, creado por la Sede Apostólica; en las conclusiones aprobadas por los Pa¬ dres se ha considerado conveniente ro¬ bustecer esta Secretaría.
3) Del lado opuesto se ha dado otra tendencia inspirada en la experiencia si¬ nodal de las Iglesias Orientales, y favo¬
rable a la constitución de un Sínodo per¬
manente de los Obispos; pero creo que
esta referencia no es del todo exacta
porque es evidente que las relaciones entre Obispos y Patriarca no pueden equipararse con las relaciones entre Obispos y Papa.
4) Se ha votado también una propuesta que pide fortalecer la Secretaría Gene¬
ral del Sínodo a través de la colabora¬ ción de algunos Obispos elegidos por la misma asamblea sinodal, de forma que
dicha Secretaría constituya realmente
un instrumento de continuidad entre las diversas asambleas del Sínodo. No será
una nueva Congregación romana, sino un vínculo eficaz de transmisión y de enlace. Esta resolución se apoya en la
doctrina del Vaticano II acerca de la
solicitud de los Obispos por la Iglesia universal, aun más allá de su misión dentro de los límites de la Iglesia par¬
ticular.
Es importante que se haya manifes¬ tado en este punto el resultado concreto

del Sínodo, aunque su más profunda in¬ fluencia no pueda limitarse a una re¬
novación de estructuras.
Colaboración entre
las Conferencias Episcopales
Desde esta perspectiva hay que inter¬ pretar quizá la tercera etapa del Sínodo. Pero la conexión con las etapas pre¬
cedentes viene a ser una resultante de las dos dimensiones del Sínodo: la ver¬ tical (con la Sede Apostólica) y hori¬ zontal (entre las mismas Conferencias).
Las dos dimensiones nacen de la mis¬
ma naturaleza colegial de la Iglesia. El Concilio las ha puesto de manifiesto y ha empezado a hacerlas eficaces. Se trata de dimensiones vitales, dinámicas y ope¬ rativas, de carácter pastoral, apostCico y misionero, dentro del ámbito de aq ellas áreas geográficas más amplias, qu:: presentan elementos comunales. No son necesariamente de carácter continental, sino que pueden especificarse por la len¬ gua, por motivos socioculturales, por tra¬ diciones históricas y elementos sicoló¬ gicos. Esta colaboración supranacional ha sido sugerida por el Vaticano II que con todo no la precisa. Las experiencias son diversas y se extienden desde el en¬ cuentro informal o el simposio, hasta el Consejo, las Asociaciones y las Confede¬ raciones entre algunas Conferencias Na¬
cionales.
La tendencia común es reforzar tales
relaciones y, en consecuencia, convertir en permanentes y eficaces los diversos organismos de conexión. Sin embargo.

ó

la mayor parte de los Padres Sinodales no consideran hoy por hoy oportuno plantearlas en un plano jurídico, como una sueperestructura intermedia entre Conferencias Episcopales y Santa Sede.
Es posible que en esto se manifieste el temor de sobrecargar la vida de la Iglesia, estorbando una actividad cole¬ gial que en todas las partes del mundo va abriéndose camino con fatiga.
Estructura y vida
Quizás resulte necesario hacer alguna
aclaración al final de esta nueva expe¬ riencia de un Sínodo. Para muchos el Sínodo ha sido un hecho que interesa a la estructura interna de la comunidad
eclesial, pero separado y alejado de los grandes problemas que angustian a la Iglesia y al mundo. Con todo, la expe¬ riencia enseña que una clarificación en
la misma base de las relaciones eclesiales puede conducir a ima solución de los problemas .
Es significativo que las últimas inter¬ venciones pasasen por alto la cuestión de las estructuras para afrontar los pro¬ blemas de contenido. Esto significa que basta con que la estructura sea un buen canal, un puente de transmisión para cumplir su cometido. Está puesta en ra¬ zón la necesidad y la forma de colabo¬ rar; pero sobre todo se plantea la exigen¬ cia de buscar y encontrar la convergen¬ cia sobre aquello en que hay que cola¬
borar.

Si el Sínodo ha encontrado una nueva
forma eficaz de trabajo especialmente en los grupos lingüísticos, si se ha ma¬
nifestado dentro de él el deseo de una
mayor cohesión, si se ha mirado hacia el futuro enbozando, aunque sólo sea de forma casual y en perspectiva, algún te¬ ma de gran importancia ya sea para la vida interna de la Iglesia, ya sea sobre
el desarrollo de la formación humana entonces ha dado ciertamente un tes¬
timonio de la juventud.
Por esto se puede pensar que el Síno¬ do producirá algunos reflejos inmedia¬
tos en todos los niveles. Es verdad que
la Colegialidad es una relación especí¬ fica entre Obispos y Papa y de Obispos entre sí;pero la idea de colaboración responsable es una fuerza vital que se
extiende a todas las comunidades en to¬
do el ámbito de la Iglesia.

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LA PUEBLA
7

x.e:ngxjíSlJE de x.os jovenes

El tema de la juventud se ha conver¬
tido en una verdadera obsesión... de los
mayores. Son éstos quienes hablan, es¬ criben, opinan y juzgan a la juventud, cayendo en el defecto que señalaba Isa¬ bel Lesseur cuando escribió: «Es preciso pensar menos en la humanidad y más
en los hombres». No conviene confimdir
la juventud con los jóvenes. En primer lugar para evitar la errónea generaliza¬ ción de hablar de la juventud como de algo homogéneo, siendo así que entre los jóvenes existen las mismas discre¬ pancias que entre los demás mortales, por mucho que se extienda la comunidad de sentir que están demostrando a todo lo ancho y lo largo del planeta. La ju¬ ventud es un concepto biológico, psicoló¬ gico o social, pero la juventud no existe; quienes existen son los jóvenes. Y los jó¬ venes hablan poco pero, en cambio, ac¬ túan y viven.
¿Por qué no hablan ni apenas escriben sobre lo que piensan, sienten y opinan? Hay ima respuesta primordial: todavía no han aprendido a hacerlo. La mayor parte de los que aparecen como porta¬ voces de los jóvenes ya no lo son. Ha¬
blan de oídas. Con frecuencia lo hacen
para congraciarse con ellos; a veces, pa¬ ra explotarlos. Y los verdaderamente jó¬ venes no hacen otra cosa que adherirse a unas voces ya cascadas por los años,
cuando no a voces de muertos. De los
«tres grandes M», Marx ha muerto hace muchos años, Mao y Marcuse son viejos; Preud murió también; y quienes, como
Sartre, fueron un día ídolos de la juven¬ tud, hablaban desde una madurez larga y desengañada.
Se da una diferencia insalvable entre
los jóvenes y quienes no lo son. Los pri¬ meros no se apoyan en un pasado, sino en un ansia y una ilusión ilimitada de futuro. Para éstos el pasado no es suyo sino de «los otros», de la sociedad. Es

lo que encuentran ya hecho, el mundo mejor y peor organizado, casi siempre visto como peor. Los mayores, incluyen¬ do a los que aún se llaman jóvenes con sus treinta y más años a la espalda, no pueden prescindir de un pasado propio y ajeno: «han vivido». Y muchos jóvenes intuyendo la riqueza del «haber vivido quieren adquirir esa experiencia vivien¬ do de prisa, acumulando vivencias, sin dirección y sin sentido, de lo que creen es «la vida». Por eso se «queman» pronto convirtiéndose en viejos prematuros, cargados de pesimismo y vacío —que el vacío también pesa tanto y más que la plenitud.
San Pablo, entrado en años, era aún joven al marcar la esencia de la juven¬ tud: «Yo, hermanos, todavía no me hago
a mí mismo la cuenta de haberlo conse¬
guido ya, sino que sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante corro hacia la meta para ganar el pre¬ mio al que Dios nos llama arriba en
Cristo Jesús». Un setentón con ilusiones
y con inquietud de futuro es un joven mientras que ya no lo es quien, a sus veinte años, espera muy poco en este
mundo o en el más allá.
La juventud es un tesoro fácilmente derrochable que, perdido, resulta impo¬ sible recuperar. Si se considera que la moda tiende a convertir en jóvenes a quienes todavía son muchachos y casi ni¬ ños, y por otro lado, biológicamente, la juventud se ha prolongado en sus ener¬ gías y capacidades, el confusionismo crea¬ do en tomo a la palabra juventud sube
de nivel.
Una minoría de «teenagers» y de «Lo¬ litas» no hablan en público ni escriben. Pero en cambio, cantan, bailan, alboro¬ tan, beben, se envenenan con drogas y se consumen en un libertinaje sexual, de¬ moledor de su futuro, ante el que cié-

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rran los ojos porque prefieren pensar que lo único valioso es el presente. Es¬ tos son los que parecen representantes de «la juventud». Pero quedan todavía muchos jóvenes la gran mayoría, que no se corrompen, sino que estudian, pien¬ san, meditan y aspiran a un mañana me¬ jor que el hoy. Si el mundo ha de me¬ jorar, serán éstos y no los primeros quienes realizarán la tarea.
El futuro, ese gran campo, auténtica hacienda de la juventud, está hoy amura¬ llado para grandes masas de jóvenes in¬ capaces de ver horizontes para su por¬ venir o de vislumbrar metas que valgan la pena sacrificar siquiera una parte de sus energías. En una sociedad materiali¬ zada en la que no cuenta más que el di¬ nero, insegura de sí misma e incapaz de dar solución a las graves problemas de las guerras, de las discriminaciones in¬ justas, del hambre masiva y de la explo¬ tación por los poderosos, no encuentran los jóvenes un resquicio por donde atisbar la posibilidad de «hacer algo» posi¬ tivo y noble de «subir». Por eso, sin du¬ da, la juventud obrera, todavía pobre,
que sueña y aspira a un ascenso en un nivel económico y social está menos herida que la burguesa. Pasar de peón a jefe es un aliciente; pero copiar simple¬ mente lo que ven hacer a sus padres y
abuelos carece de atractivo.
El éxito taquillero de la película «El Graduado» se lo han dado los jóvenes,
llenando los cines durante meses, por¬
que perciben que la tesis allí expuesta es la suya. «¿Qué quieres ser ,hijo mió?», pregunta el padre. «Yo quiero ser dife¬
rente.» Pero la sociedad le atrapa con
su corrupción, con sus convencionalis¬ mos. con sus ridiculas exhibiciones, tra¬ tándole como espectáculo de feria. Al
final triunfa de todos y logra ser él mis¬ mo V diferente. Lástima que la porno¬
grafía manche una obra con símbolos
tan finos como el de de lar encerrados a
los «corrompidos», valiéndose como travesaño de la puerta y como arma defen¬
siva de una cruz.
La asistencia a ciertos espectáculos, la imposición de estilos musicales, la crea¬ ción de ídolos y otros medios de expre¬ sarse vitalmente son el lenguaje de los jóvenes; lenguaje imperfecto, que re¬ quiere interpretación cuidadosa, en el que se les debiera dejar hablar a ellos sin impurificar lo que quieren decir con la explotación comercial con la politi¬ zación sabiamente dirigida y con el abu¬ so de la fuerza de los mayores sobre la indefensión de los jóvenes.
César Vaca (De «Ya»j

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1970,
Oajff sí signo de la oiolencia

Por
GREGORIO MATEU,
T. O. R.

SUPERVIVIENTES DE LA MATANZA
«Ningún extranjero vale la vida de un muchacho americano.»

^ 1 dramático descubrimiento de la ma¬ sacre de My-Lai ha vuelto al primer plano de la actualidad el tema de la vio¬ lencia. Han sido las pesadillas y los remor¬ dimientos de los soldados, ejecutores de órdenes salvajes de exterminio de civiles indefensos, los que han llevado a la publi¬
cidad el sucio asunto. La madre de uno de los «héroes» de la matanza clamaba paté¬
ticamente: «Yo entregué un joven bueno al ejército y me devuelven un asesino».
Pero, no nos llamemos a engaño. Esto no ha sido un acto esporádico. Objetivos civi¬ les, viviendas, ciudadanos ancianos, muje¬ res y niños han sido durante años víctimas de la violencia en la guerra. Ya Jonathan Schell, en un detallado informe publicado en 1968, nos daba la notable cifra de 50.000 civiles muertos por las tropas norteameri¬ canas. Algunos soldados han llegado a afir¬ mar que es habitual entre los medios mili¬ tares americanos no considerar a los viet¬ namitas como seres humanos.
No a la violencia
Resulta plenamente evidente que en nuestro mundo hay un exceso de violencia.

Perdura todavía la tortura, los campos de concentración, la deportación, la opresión, la guerra. Y no es solamente la violencia física, sino que la violencia psicológica es
uno de los inventos característicos de
nuestro siglo.
El cristianismo ha traído, en su doctrina y con el ejemplo de Cristo, el germen de la no-violencia. Si en algo se distinguieron los primeros cristianos fue primordialmente en el amor. Y hoy la conciencia universal
se ha indignado y rebelado justamente con¬ tra la barbarie de los métodos empleados por los nazis enviando millones de seres humanos, de judíos en particular, a las cᬠmaras de gas. Pero, ¿son menos bárbaros, que estos excesos, los bombardeos atómi¬ cos, capaces de provocar la destrucción de regiones enteras con toda su población? Creemos que ante las gravísimas y catas¬ tróficas consecuencias de una posible gue¬ rra atómica, es cuando debemos caer en la cuenta de que toda lucha violenta debe ser
barrida del mundo. El Cardenal Florlt, hom¬
bre de espíritu fino y sincero, ha afirmado: «Hace algunos años todo el mundo pensa¬ ba que una guerra justa todavía era posible.

10

al menos en caso de injusta agresión. Hoy los medios de exterminación que ha puesto a punto la técnica moderna hacen esta po¬
sibilidad mucho menos evidente». Por esto
«el magisterio constante de la Iglesia indi¬ ca cada vez más, que la negociación inter¬ nacional es el único medio posible, lícito, para resolver los conflictos entre los pue¬ blos, si se quiere evitar la destrucción de los valores morales y cívicos de naciones
enteras».
Es por ello que la inutilidad de las con¬ versaciones de París, encaminadas a buscar la paz en el Vietnam, llena de pena a todos
los hombres de buena voluntad. La dimisión
de Cabot Lodge ha puesto en evidencia la imposibilidad de un acuerdo por la vía del diálogo. Mientras tanto, el tandem Cao-ki-
Van Thieu lanza unas desafortunadas declara¬
ciones comentando la matanza de My-Lai. Se trata de «un acto de guerra más» y «son cosas inevitables en cualquier guerra». Aceptan con una tranquilidad, digna de me¬ jores empresas, la matanza de sus mismos compatriotas. Cosa que no terminamos de
entender.
Ha sido el conservador Cardenal Octa¬
viani quien ha afirmado: «La guerra tiene que ser totalmente prohibida». «Las masas que vean con evidencia que su gobierno prepara una carnicería y ruina del pueblo por medio de la guerra, pueden, y deben cambiar este gobierno por los medios jus¬ tos que posea el régimen».
Sigue la violencia
Las violencias de los campos de concen¬ tración nazis, la represión soviética en Che¬ coeslovaquia, las torturas policíacas en al¬ gunos países que hacen gala de civilización o de cristianismo, son otros tantos medios inmorales que ningún católico puede per¬ mitir. Incluso se tiende hoy a abolir la pena de muerte. El profesor Ruíz Giménez se ha mostrado partidario de abolir totalmente la pena capital. Y no es razón suficiente para patrocinarla su eficacia intimidativa sobre los posibles delincuentes, ya que las estadísticas demuestran que los delitos no han aumentado en los países que la han

suprimido. Hace muchos años, y aun siglos, que deberíamos haber manifestado nuestra decisión de que el único camino es que los cristianos promuevan y favorezcan «los coloquios y las negociaciones, en todos los niveles y en todas las ocasiones para de¬ terminar el peligroso recuerdo a la fuerza,
con todas sus tristísimas consecuencias ma¬
teriales, espirituales y morales» (Pablo VI).

La violencia jamás podrá ser un medio válido para lograr la justicia. El vil atentado, perpetrado estos pasados días en Milán, en el que han perecido 14 víctimas es otra de las muestras del insensato lenguaje del odio. Impresionaba el espectáculo del en¬ tierro, donde el llanto sincero, ante vícti¬
mas inocentes, se desbordaba por doquier. En una gran pancarta se podía leer: «Milán se inclina ante las víctimas inocentes y ruega por la paz».

Sin apenas haber salido de la impresión de un golpe de estado en Libia, nos llega la noticia del derrocamiento del General

Torrijos en Panamá. Siempre podemos estar al quite de alguna noticia sangrienta en los

jóvenes países africanos o en las repúbli¬

cas americanas. Recordemos los tristes su¬

cesos del pasado verano en Irlanda, donde

en lucha católicos táculo de

fratricida los protestantes ofrecían un bochornoso odio e incomprensión.

y los
espec¬

El repetido sabotaje en los aviones, los incendios provocados en edificios públicos, las algaradas universitarias, son el triste
sino de las diarias crónicas de nuestros
periódicos. El Papa Juan XXIII afirmaba en
la encíclica «Pacem in Terris»: «La verda¬
dera y firme paz debe asentarse... única¬
mente sobre la confianza mutua. Y esto
esperamos que pueda realizarse». Este es
el deseo más sincero de todos los hombres
de buena voluntad. Ojalá el año 1970 tenga un signo más positivo que el año que acaba de morir, vestido con sus ropajes de odio, egoísmo e incomprensión. Los hombres de¬ berían comprender que la paz exterior no es más que una proyección del equilibrio
interior. Si en las conciencias no reina la
paz, será una utopía irrealizable el amor y
la comprensión entre los hombres.

n

9
EUROPEISTA.

Ramón Llull creyó en la eficacia pa¬ cifista de unidad de Europa. Y, porque la precisión de su pensamiento europeista constituye —a la distancia de siete siglos
de su formulación— im verdadero valor
histórico y ima mano firme, que señala un camino, el nombre del Maestro ma¬ llorquín resonó en los ámbitos de una
luminosa disertación del Prof. Díaz Pla-
ja, pronunciada, hace poco más de un año, en los salones de la «Fundación Eu¬ ropea Dragan».
Los términos «europeismo» y «euro¬ peista» —como «mundialismo» y «mundialista» son recientes. Sobre todo, estos últimos. Pero no la concepción política y la tendencia a realizarla, que pulsan
cristianamente en ellos.
A la encíclica «Populorum progressio» se la ha llamado «la carta magna del
mundialismo» o del «movimiento mun-
dialista». Pablo VI —el Papa a la que pertenece— ha apoyado, con todo el pe¬ so de su autoridad moral, el europeismo
unionista.
El siglo XIII produjo, con el «Libre de Blanquerna», de Ramón Llull, un tratado en cuyas páginas se expone su teoría europeista, la cual tiene de común con la contemporánea, no el nombre, sino las líneas ideológicas y la médula doc¬ trinal. En la famosa novela luliana, no se leen, en efecto, las palabras «euro¬ peismo» y «europeista». Tampoco la fór¬ mula «europeismo imionista». Pero ese pensamiento late, con todo su vigor, en aquéllas.
O sea, que los motivos que han ins¬ pirado la actual concepción de una Eu¬ ropa imida, no difieren de los que lan¬ zaron a la pluma pacifista de Ramón
Llull.
Un Ramón Llull, privado de una mi¬ rada intelectual, siempre puesta en la paz universal, no es el personaje auténtico de la historia del pensamiento.
El descubrió en los nacionalismos, ver¬ daderos obstáculos para el logro de aquélla. Por lo cual, desde el «Libre de Evast e Blanquerna», clama que el mun¬ do no gozará de los bienes de la paz ni de la justicia, mientras, en los pueblos se anteponga lo nacional a lo suprana-
cional o internacional.

La continuada proliferación de los es¬ tados «particulares» —hoy los llamaría
«nacionales»— infundía en su ánimo vi¬
vos temores. Mas, no por razón de su predilección hacia un determinado ré¬ gimen político; sino en virtud de las desavenencias que surgen entre unos y otros. Ramón Llull lamenta que no haya «universal poder en lo món qui ajut a mortificar aquells treballs en que són per guerres e per mals homens, e car utilitats especials són més amades que públiques».
El europeismo unionista constituye la
antítesis de los nacionalismos individua¬
listas, denunciados por Pablo VI, como cercos que «aíslan los pueblos en contra de lo que es su verdadero bien».
Ramón Llull se adelanta siete siglos a
la formulación de esa teoría de sentido
francamente pacifista y promocionista. No es posible, efectivamente, leer, con detención, el referido «Libre de Blan¬ querna» sin alimentar el espíritu de su hondo convencimiento de que existe una «ciudadanía universal», expresión o con¬ creción política de la verdadera frater¬ nidad humana. El pensamiento luliano señala la presencia, en la tierra, de ciu¬ dadanos de Europa y del mundo.
Pero hay que subrayar que Llull pien¬ sa, habla y escribe en el siglo XIII. O sea que su europeismo unionista es de índo¬ le genuinamente cristiana. El ideal que lo preside y rige, es que «en tot lo món no sia més que un lenguatge, una creen¬ ça, una fe; consequent un papa», padre de todos los príncipes.
Sus famosas y discutidas «razones ne¬ cesarias» fueron concebidas para el diᬠlogo con todos los hombres. Para susti¬ tuir a las lanzas y cañones. Para reem¬ plazar a los campos de batalla por salo¬ nes, donde sólo se enfrenten pensamien¬ tos y palabras.
GARCIAS PALOU, PERO.
^^
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HERALDO DE CRISTO

Es una manera cordial de repetir 12 veces
«ME ACUERDO DE TI»

^

y

12

Tisonomia de San francisco
OYE UNA CITARA PULSADA POR LOS ANGELES
Durante los días que (Francisco) permanecía en Rieti (Italia), por su enfermedad de la vista, llamó a uno de sus compañeros, que en el siglo había sido citarista, y le dijo: Hermano, los hijos de este mundo no en¬ tienden de secretos divinos. La voluptuosidad humana utiliza los instru¬ mentos de música, inventados en otros tiempos para las divinas alaban¬ zas, únicamente para solaz de los oídos. Desearía, pues, hermano, que pi¬ diendo prestada en secreto una cítara, la trajeras aquí, y, entonando una honesta canción, proporcionaras algún descanso ai hermano cuerpo, lleno de dolores. A lo que replicó el religioso: «Me da mucha vergüenza. Padre, pedirla por temor de que sospechen los hombres que yo he sido vencido por esta liviandad». Repuso el Santo: Dejémoslo, pues. Es conveniente abstenerse de muchas cosas para no perder el buen nonlíjre. La noche si¬ guiente, despierto el Santo y abismado en altísima contemplación de Dios, resonó repentinamente una cítara de armonía admirable y dulcísima me¬ lodía. A nadie se veía, mas las vibraciones de los sonidos indicaban que el citarista paseaba de una parte a otra. Arrobado su espíritu en Dios, gozó tanta dulzura el Santo en tan sublime cantar que se ilusionó hallarse ya en el otro mundo. A la mañana siguiente llamó al citado religioso, y después de referirle detalladamente cuanto le había acontecido, añadió: El Señor, que consuela a los afligidos, nunca me dejó sin consuelo. He aquí que no pude escuchar la cítara tañida por hombre, y me ha sido dado
oír otra sobremanera más suave.
CELANO, Vida segunda, p. II, c. XII

VIGILIA. DELS
SANTS REIS

La nit desclou l’estoig deis bells desvaris i els va expandint arreu, sense retard... De rOrient, sota signe goliard.
vendran tres dignataris.
Pel freu endins —tot cimadal s’agüa— posà la neu rossegalls de blancor; de mil en mil, brillant en la blavor.
estels hi jan corrua.
D’aquells confins, per Veminent passatge, surten els Reis colcant lleugers camells, corona al front, d’ermini sos mantells.
i a llur costat un patge;
brill opulent de la Pèrsia o l’Aràbia, que va admirar la Ciutat de David, on el desti del Nin, mig escondit.
fixà l’estrella sàbia.
Seguir-los cal. Ma vida en tardania prepara ja l’encens, la mirra i l’or... Oh nom suprem —infant torna mon cor—
de dolça saboria: Epifania, Epifania, Epifania!
B. Guasp, Pr.
13

PÀGINA.

L1TE RÀ RIA

LA LLENGUA
Noble parla benvolguda, dolça i rica llengua d’oc;
tots te creuen abatuda, i tu encara alenes foc!
Vine a refrescar mos llavis, llengua apresa en el bressol; si et menyspreen inflats savis no és post per tu encara el sol.
Si ets esquerpa i breu i forta, comportívola ets i suau; als fills bords que et creuen morta, crida i digue’ls: Escoltau...!
Nostre desastruc llenguatge tres centúries fa que es veu que els forans ne fan ultratge i els de casa en fan menyspreu.
Des que en sa trista orfenesa
l’exïlaren del Palau
pels camps viu a la pagesa, per les ciutats viu esclau.
Mesquineta desvalguda, dolça llengua, qui et coneix? l’ufaner que et ven ajuda t'endogala i t’envileix.
Quants pocs són los qui et cultiven i els que t’escarneixen, quants! Fins tos poetes te priven dels mots propis en llurs cants.
Foraster llefigiiatge mena la mà que en el nostre escriu, fent-li dringar la cadena que el pensament duu catiu.
Lo llenguatge ardent i lliure que enraona el català, ¿per que, ha segles, s’ha d’escriure estrafent lo castellà...?
14

MARIAN AGUILÓ (1825 1897)

PER LA MORT DEL MESTRE MARIAN AGUILÓ

i

Llengua nostra, plany i canta,

mescla l’himne amb l’oració;

1

i ressoni ta complanta de Puigmal fins a Montgó,

de tes planes ponentinos

fins a les ones marines

i a les serres mallorquines

on nasqué el gran Aguiló.

Ell és mort, ell qui senyora te féu de son pensament quan malsana i moridora t’avorria ja la gent, i, seguint tes encontrados,
anà a treure venerades
les riqueses sepultades
de ton antic testament.

Altres bons t’han enaltida
oferint-te una arpa d’or;
mes ell sol t’ha redimida recobrant el teu tresor.
Ell a fons t’ha coneguda, i, amb l’amor que el ser transmuda, ta pròpia vida ha viscuda i ha posseït el teu cor.
Plora, doncs, alta matrona; i eixa llosa sepulcral
marca amb la teva corona baix del llorer immortal.
Aquí pensa i fantasia, i, honrant el qui et redimia,
sentiràs com ell t’envia
l’esperança..., l’ideal!

Miquel COSTA i LLOBERA (1854-1922)

Per vèncer tants grans obstacles. ¿on és l’elet trobador? Mester fóra un dels miracles que feia lo Salvador.
Sols Ell pot girar l'estrella del nostre parlar nadiu si volgués dir a l’orella de les gents sordes: Oiu!
Digau Effeta! al coratge de la ignorant multitud i cobrarà son llenguatge mon trist poble sord i mut.
Cap nació pot dir-se pobra si per les lletres reneix: Poble que sa llengua cobra
se recobra a si mateix!
Marian AGUILÓ (1825-18‘)7)

LA LLENGUA PÀTRIA

A la musa castellana
mos anys millors he donat,
d’una altra musa germana
fondament enamorat.

¿Què podré donar-li ara, per la tardor ensopit? Qualque cosa bull encara al fons de mon esperit.

Salut, oh llengua rica d’harmonies que en la maror has sortejat l’escull del desafecte greu. Beneita sies, llengua de l’alt En Jaume i Ramon Llull!

Llengua de perfums masella,

Entre els lleials que no et volgueren morta

tal volta, amb rara virtut,

ni menyspreada m’he pogut comptar;

com una pluja novella

som de l’estol que mai per mai comporta

I

me torni la joventut.

la cendra ofegadora dins la llar.

i

Sols ella arribar podria de mon cor fins a la rel.

Princesa de florides primaveres en castell que no es dóna a l’enderroc!

Si altra esposa fou ma Lia,

Mercès, oh llengua pàtria, que em volgueres

ella serà ma Raquel.

al teu servei humil de ventafoc.

Joan ALCOVER (1854-1926)

Maria Antònia SALVA (1869-1958)

15

LA LLENGUA
I
La llengua d’aquesta terra, la nostra. Així, simplement, sense la més petita motivització política. Tot comprenent que política n’hi ha d’haver, a nosaltres, no ohstant, cap vent no ens empeny a tirar per aqueix camí, insegur i perillós. Manifestem que, en tot cas, optam per una política que malda exclusivament pel henestar espiritual i mate¬ rial de tothom, per la intel·ligència i la concòrdia entre totes les regions o, si semhla que el nom fa massa olor de geografia física, entre totes les nacions (sentit genuí de la paraula) del mateix estat i amb tots els altres estats del món. Si aquest bucòlic pacifis¬ me nostre fa indigestió a qualcú, pitjor per ell.
Estimam la llengua. Perquè és una de les coses més íntimament nostres, de les que estan més ben entrelligades amb Jes fibres del cor. Perquè és la llengua dels nostres pa¬ res i dels nostres avis i fou la dels nostres avantpassats, com bo sabem retrocedint per una llarga graonada de segles fins al 1229, l’any de la conquesta.
La llengua és el nostre més bell monument, un monument viu que es deu encobeir i estimar tant, almenys, com la nostra Seu, el nostre Castell de Bellver, la nostra Llonja, les nostres velles esglésies... Es la llengua que ha fornit el nom a moltes de les nostres viles, de les nostres possessions, dels nostres camps i muntanyes, de les nostres fonts...
El nostre poble, des de les frescors de la gloriosa venguda del Rei En Jaume, ha parlat, ininterrompudament, en català o mallorquí, a la ciutat i a la pagesia, i ha anat pastant i fenyent, creant i recreant mots, frases i sintaxi d’accord amb les necessitats vitals del llenguatge que, mentre és viu, no es manté mai estàtic. I fins i tot s’ha fet una literatura pròpia, graciosa i llacorosa, en prosa i en vers: Jes rondaies i les can¬ çons populars. Es el riquíssim tresor que en aquests darrers temps han arreplegat, amb dedicació i paciència admirables, els nostres folJtloristes, alliberant-lo d’una perdició se¬ gura i irremeiable, com sigui que avui bufen uns vents no gens propicis per a les coses
de nostra venerable ancianitat.
Dèiem que el nostre poble ha continuat sempre estretament aferrat a la parla pròpia. No així els íntel.lectuals i lletraferits. Aquests foren víctimes d’un estrany enlluernament i, per a usar a la inversa la imatge de Joan Alcover, els seduí Lia i deixaren plantada a Raquel.
I la llengua sofrí un col.lapse. Un col.lapse que durà uns tres segles. Fins que, l’any 1833, Bonaventura Carles Aribau (1798-1862) escriví i donà a conèixer la famosa Oda a la Pàtria. Fou llavores que es produí eJ miracle del retorn. Nostra llengua literària, com un Llàtzer, sortí de la tomba. Ens referim ja a la nova eclosió coneguda amb el nom de «Renaixença». Fruit o conseqüència de la recobrada vitalitat literària de la llengua són els quatre petits poemes que exornen avui la nostra «Pàgina». Marian Aguiló, Costa i Llobera, Joan Alcover i Maria Antònia Salvà son figures cabdals de la «Renaixença» i post« Renaixença».
Que els lectors acceptin les nostres disculpes pel to evidentment massa declamatori o puerilment didàctic que a certs indrets presenta aquesta nota, per altra banda tan intrascendent. No ens n’hem sabut desempallegar.
Fra M. C., T. 0. R.
16

NUE^rAs MISIONES

£as religiosas en las misiones

Es realmente preciosa la presencia y la labor, callada a veces pero siempre fecun¬ da, de las religiosas en los territorios misionales. Cuántos problemas se resuelven gra¬ cias a sus manos, a su corazón, a su heroísmo. Relatos sencillos de nuestros misione¬ ros, cartas de estas abnegadas religiosas nos confirman la necesidad de un convento de Hermanas junto a la pobre iglesia en tierras de Misiones.
Ofrecemos a nuestros lectores el relato de una religiosa misionera de la comuni¬ dad que trabaja en nuestra Misión de Paraguay, que con la Superiora acompañó al P. Carlos T. 0. R. en un viaje a los indios de Yrybucuá.

GRATA MISION EN YRYBUCUA
Tres fines del viaje
El limes 18 de septiembre a las 8’30, juntamente con el P. Carlos Stradaioli, partimos rumbo a la Colonia indígena die YRYBUCUA con una triple misión: a) llevar la imagen de Santa Isabel, bajo cuya custodia se puso la Colonia, b) repartir ropas como signo exterior del amor al prójimo, y c) visitar a la escuelita, (1) evaluando el grado de aprovecha¬ miento de la enseñanza que con sacrificio inaudito imparte a diario a los peque¬ ños hermanos nuestros la heroína Sta. Eugenia Navarro, viendo coronada su
labor con brillantes éxitos.
Primer incidente
Primer incidente del viaje. Al llegar a Tacuara el Padre notó que habíamos olvidado llevar la imagen, objeto pri¬ mordial de nuestro viaje. Con calma de apóstol y misionero vuelve el Padre en busca de la misma, mientras nosotros esperamos en la estación de servicio desde donde pudimos observar con de¬ tención el hermoso paisaje que ofrecía el panorama del lugar a esta hora ma¬
ll) Escuela fundada y sostenida económica¬ mente por el P. Carlos. N. de la R.).

ñanera. Treinta minutos después, envuel¬ to en remolino de fino polvo, estaciona el Jeep.
Con poca comida y muchas
historietasi se continúa el viaje
Subimos y partimos sin más provisión que algunos paquetes de galletitas y ca¬ ramelos, cumpliendo casi sin querer, providencialmente, la recomendación de Jesús a sus apóstoles: «Comed lo que os pusieren delante». Libres de vanas preocupaciones seguimos la marcha con el rodar del Jeep y la narración amena, por parte del Padre, de aventuras muy graciosas de otras giras misionales rea¬ lizadas por el Padre con otros grupos.
Segundo incidente
Segundo incidente del viaje. Luego de más o menos una hora de viaje una de las bolsas de ropas desapareció del Jeep. Retrocedimos con la ligereza de un re¬ lámpago y afortunadamente muy pronto la recuperamos. Aseguramos bien todo y reemprendimos la marcha hasta poner pie en Río Corrientes hacia las once y treinta; fuimos recibidos con tanta ama¬ bilidad por el Sr. Alcalde y Subalcalde de la localidad, quienes luego de tomar con el Padre algunos intererés nos acom¬ pañaron hasta la Colina. Siempre con el Jeep, nos introducimos en una estrecha picada, bajo el sol ardiente del medio¬ día.

17

fraternidad y santa alegría que espera¬
mos atraerá la bendición de Dios.

El «cachapó», medio de transporte de ios religio¬
sas misioneras en muchas ocasiones.
En Vacapí
Llegamos a la administración de Vacapí a las trece horas. Aquí nos salió al encuentro tm señor de mediana estatura, de buena presencia, en cuyos ojos se reflejaba la calma del espíritu y la bon¬ dad, exalumno de nuestro Colegio de Santaní. Un rato después nos vimos ro¬
deados de toda la familia. Hasta tanto
que llegara el lerdo carretón que nos conduciría hasta la Colonia, tomamos algunas naranjas que la señora nos ofre¬ ciera con exquisita finura.
Por fin se llega
Después del hermoso y largo trayecto, hecho a pie y en carreta a través de es¬ pesos bosques y cañadones silenciosos, durante seis horas, llegamos a la escuelita, donde esperaban en formación los pequeños indios con su maestra, toda la familia india y otras personas. Luego de algimas demostraciones de cariño, con¬ dujimos la imagen de Santa Isabel has¬
ta el interior de la escuelita. La noche
iba ya extendiendo su negro manto so¬ bre la tierra. Nos despedimos y nos di¬ rigimos hacia la casa de la maestra dis¬
tante de la escuela más o menos un ki¬
lómetro. Emprendimos la marcha por un caminito perdido en el campo, lleno de charcos y lodazales en la oscuridad de la noche, caminando im rato, saltando otro y acortando la distancia con chistes graciosos. Descansamos imas horas y a las cuatro de la mañana, de pie, para reemprender la vuelta a la escuelita don¬ de se preparaba el Banquete Eucarístico y el trabajo de reparto de ropas y la
evaluación de la labor escolar. Todo fue
llevado a cabo en ambiente de paz, de

Despedida de la Colonia
Terminado el frugal almuerzo prepara¬ do por el Sr. Segovia y otras personas vecinas, nos despedimos del señor Ca¬ cique y de toda la familia indígena. El Jefe de la tribu, D. Eugenio Vera, nos regaló en señal de amistad, supongo, sus adornos de gala consistentes en unos granos engarzados y adornados con fi¬ nas plumas de aves. Luego de casi un día entero de sana expansión en medio de estas gentes sencillas, de algunos com¬ patriotas y el bueno del P. Carlos, vol¬
vimos utilizando el mismo medio de
transporte, el carretón tirado por dos yimtas de bueyes que con lentos pero seguros pasos nos condujeron de nuevo a Vacapí donde habíamos dejado nues¬ tro Jeep. El Rev. Padre con el Alcalde y
Subalcalde se adelantaron con el gran
deseo de cazar algún venado, pero no hubo tal. No obstante el Padre no quedó con el deseo, pues de repente se oyó una detonación; era él que disparó a una gallina que le regalara la señora del
amable administrador.
Regreso apostólico. Sermón de la Superiora
Desde este lugar nos internamos en la famosa picada; ya no rodaba el Jeep, volaba. En Río Corrientes nos esperaba mucha gente, sedienta de escuchar la palabra de Dios, oír misa y recibir los
Santos Sacramentos. Mientras el Padre
atendía a las confesiones, la gente escu¬ chaba con atención y respeto las palabras de la Rda. Madre Superiora, sobre la caridad cristiana, la imión y colabora¬ ción mutua que debe reinar entre ellos.
Acabadas las confesiones el Padre ce¬ lebró la Santa Misa, con mucha asisten¬
cia de fieles. Seguidamente hubo bau¬ tizos, que continuaron el día siguiente.
R. M. Superiora, Felicia Arévalo,
Hna. María de Jesús Candía
Nota.—Hemos dejado, por no ocupar demasiado espacio, el relato de la grande labor apostólica realizada en el regreso de este viaje. Las últimas palabras de la Hermana cronista son las siguientes: «Guardamos en el alma gratos recuer¬ dos de esta misión, persuadidas de que hemos dejado una impresión imborra¬ ble en la mente de los indios cuyos ojos vieron por primera vez a religiosas».
P. Bartolomé Nicolau

18

TODO BIEN

En la segunda quincena del pasado mes de no¬ viembre, en la nave espacial Apolo XII, Nor¬ teamérica puso por segunda vez a dos hombres en la Luna. El viaje fue de nuevo perfecto en todo su desarrollo, funcionamiento de todos los aparatos e instrumentos, exacto cálculo del tiem¬ po hasta los segundos, excelentes resultados cien¬ tíficos, etc. Con todo, este segundo salto del hom¬ bre a la Luna ya no causó en el mundo el enor¬ me impacto que el primero. Por lo que se ve, tenemos todos muy limitada la facultad de ad¬ mirarnos. En cambio, cualquier acontecimiento importante nos resulta un buen estímulo para echar nuestras filosofías. Ya se notó algo de esto a raíz del primer viaje lunar. El segundo ha si¬ do más pródigo en lucubraciones. Como ésta, muy interesante, aparecida en el periódico YA:
No me interesa demasiado el desarro¬
llo de las experiencias espaciales, con¬ cretamente los viajes a la Lima, quizás porque mi capacidad de asombro se fija más en otras cosas. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que yo no me quede un tanto patidifuso ante estas aventuras, que caen fuera de mis cono¬ cimientos y, si ustedes me lo permiten, de mi pequeño mundo emocional. Me admira «eso», como me admiran las mu¬ chas máquinas mágicas inventadas y ar¬ madas por el hombre. ¿Por qué cuando yo aprieto el acelerador de mi modesto coche éste corre más? ¿Por qué cuando viajo en avión todo parece un «milagro»? ¿Por qué al pulsar un resorte suena ima
música en mi transistor o aparecen unas
imágenes en el televisor de mi casa? To¬ do eso para mí es chino. Y mucho más lo es todo este conjunto de maravillas,
en virtud del cual irnos hombres saltan de la Tierra a la Luna y bajan de la Luna a la Tierra como nosotros nos tras¬ ladamos de una ciudad a otra. La línea
del progreso técnico se prolonga y se prolonga. ¿A dónde llegaremos? No lo sé. Sólo sé que nunca lograremos salirnos del tiempo porque al final, en todo caso, cuando sea, nos encontraremos con el punto y aparte de la muerte. Y des¬

pués de la muerte ¿qué? Otra vida, en la que yo creo firmemente por muchas ra¬ zones, sin olvidar la razón del sentido
común. Como creo en la resurrección de
la carne. ¿Resucitaremos de niños? ¿De jóvenes? ¿De ancianos, si allá llegamos? «Dios sabrá hacer que todas las edades puedan coexistir en el cielo y nada se pierda de ellas. Como también espero que sabrá hacer de manera que no se pierda nada de nuestras vidas posibles y deseadas que hemos ido dejando abando¬ nadas a derecha e izquierda del camino». Son palabras de mi paisano el filósofo
Julián Marías.
Me he separado un poco del tema. Que¬ ría decir, y lo digo, que en la reciente empresa espacial todo ha salido bien. Los astronautas, después de realizar la gran «diablura», han caído sanos y sal¬
vos en «la moneda». Han salido bien to¬
das las cosas porque en todas las cosas

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PALMA DE MALLORCA

*

19

se han puesto los cinco sentidos, sin de¬ jar nada a la improvisación. Esto nos demuestra lo que puede el hombre cuan¬ do el hombre se propone hacer las cosas bien, jugándose el todo por el todo. ¿Nos producimos así en la vida corriente? No. Ni mucho menos. Nos encogemos de hombros, trabajamos acaso por inercia y sin ilusión, y frecuentemente decimos que es igual, que qué más da. Y no, no es igual, no da lo mismo, aunque nues¬ tros trabajos sean pequeños y vulgares. No cuidamos las cosas. No dejamos las
cosas en su sitio. No afinamos. No nos
entregamos con fervor a las faenas de cada día, pensando que lo nuestro no va¬ le nada y que el mundo va a seguir co¬ mo siempre. ¿Por qué no tomamos ejem¬

plo de todos estos hombres de las aventuras espaciales? ¿Que lo nuestro carece de importancia? Todo tiene im¬ portancia. Todo trasciende: plantar bien un árbol, apretar bien un tornillo, decir la verdad pequeña y la verdad grande, clavar un cuadro, escribir una carta, po¬ ner una inyección. ¿Que a "veces, a pe¬ sar de todo, las cosas no nos salen bien? Hay que contar con la ayuda de arriba. Pero eso ya no depende de nosotros. A nosotros sólo se nos pide que hagamos todo lo que podamos. Y podemos mu¬ cho. Ya ven ustedes si han podido los astronautas. El «todo bien» implica mu¬ chos esfuerzos y muchas finas atencio¬
nes.
F. Javier MARTIN ABRIL

BIBLIOGRAFIA

LA VIDA ERMITANA A MALLORCA.-Epoca anacorética,

per Bartomeu Guasp Gelabert, Prevere.-Any del Senyor 1969.

Mn. Bartomeu Guasp ha sabut con¬
juminar durant la seva vida, les tasques del ministeri sacerdotal, sobre tot la de
la predicació, amb el conreu de les lietres en dues de les seves vessants, la
poesia i la historia. Fruit d’aquesta ac¬
tivitat extrasacerdotal és tota una sèrie
d’obres i opuscles apareguts amb la se¬ va signatura durant el curs de la seva vida ja no breu. La història religiosa de Mallorca, en monografies de més o me¬ nys extensió, és estat un camp on par¬ ticularment hi ha esmerçat les seves ho¬
res. A aquesta secció pertany l’obra de
la qual en feim ara la recensió. Es trac¬ ta d’un llibre de cent cinquanta pàgines,
tot ple d’erudició, sobre la matèria que indica el seu títol, on se’ns mostra amb tot detall el panorama de la vida ere¬

mítica a Mallorca, partint de la conques¬ ta, l’any 1229 (admetent la possibilitat de que dita vida ja florís en l’època an¬ terior, la de l’Islam), fins al segle XVII.
En im resum final l’autor ens assabenta
que les figures capdavanteres de l’eremitisme mallorquí durant aquell període, foren Ramon Llull (s. XIII), Arnau Desbrull (s. XIV), Antoni Castanyeda (s. XVI) i Joan Mir (s. XVII). Si Mn. Guasp, que sol tenir la ploma adondada al bon gust, ens ho permetés, li faríem avinent que són petites tares de la seva obra, escrita en un mallorquí quasi popular, 'algunes errades d’impremta i qualque mot de dubtosa catalanitat, com «dato», «aconteixement», etc. No lloarem tam¬ poc l’ús d’un participi tan dialectal com «sigut», quasi reprovable fins i tot a
Barcelona.

20

NUESTEA pequeña
HISTOKIA
fHedio siglo atrás,..

I '1 entrar en el undécimo año de su
publicación, nuestra revista lo ha¬
cia como envuelta en un cierto aire de
novedad. No es que cambiase de carác¬ ter, de tamaño o de formato, ni mucho
menos; pero se notaba en ella la presen¬ cia más asidua de plumas jóvenes, sin que tampoco pueda decirse que las ve¬
teranas hubiesen abandonado las armas.
En primera página de aquel número
de enero de 1920 iba la felicitación navi¬
deña, subsanando tal vez el descuido de no haberla puesto en su lugar adecuado,
en el número de diciembre anterior.
El primer articulo se titulaba «El He¬ raldo de Cristo», donde Fr. Juan de Alvemia, (P. Rafael Ginard Amorós) se
complacía en echar una mirada hacia atrás y empezaba escribiendo (copiamos literalmente porque, por desgracia, a menudo nos desviamos del espíritu con que nació nuestra revista y de los fines que se proponía): «Poco más de dos lus¬ tros han transcurrido ya desde que por vez primera apareció en público nuestra humilde revista, dedicada al fomento y propagación de la Tercera Orden de S. Francisco y demás obras franciscanas».
«Para conocer si el «Heraldo de Cristo»
ha llenado la misión saludable que venía a cumplir, basta dar una ligera ojeada a...» Y el autor iba enumerando las prin¬ cipales realizaciones que la revista ha¬ bía promocionado en sus diez años y pico de existencia: erección o reorganiza¬
ción de las Hermandades en casi todas
las localidades de la isla: la imponente peregrinación a Lluc en 1909, con motivo del vigésimo quinto aniversario de la coronación pontificial de la Virgen y del
ofrecimiento de uno de los monumenta¬
les misterios del Rosario costeado por
los Terciarios; la aún más grandiosa ro¬ mería a Petra (10.000 Terciarios), en 1913, con ocasión del segundo centenario del nacimiento de Fr. Junípero y de la inau¬ guración de su monumento; la solemní¬
sima celebración del sexto centenario
del martirio de Ramón Llull, con amplia repercusión en todos los pueblos de Ma¬ llorca; las diferentes asociaciones de ca¬ rácter religioso y social germinadas al calor de la V. O. T., etc.

Deseando aumentar la tirada de la re¬
vista, en un suelto se ofrecía una suscrip¬ ción gratuita al que proporcionase cin¬
co nuevas y premios de menor cuantía a los que lograsen sólo hacer un menor número de nuevos suscriptores.
María Josefa Amer y Penya publicaba la poesía «Records de Nadal» cuyo leit¬ motif era la falta, por fallecimiento, del padre, «lo cap de taula».
En 1921 iba a cumplirse el séptimo cen¬
tenario de la fundación de la Orden Ter¬
cera por nuestro Padre San Francisco.
Con tal motivo se proyectaba la celebra¬ ción de un gran Congreso Nacional Ter¬ ciario en Madrid. Se publicaba una car¬ ta del Delegado General de la V. O. T. dirigida a nuestro P. Provincial comuni¬ cándole dicho proyecto. Y el P. Bartolo¬
mé Salvá se adhería a dicho acuerdo e
invitaba a las Hermandades de Mallorca
a secundar tan alta iniciativa.
En otro suelto se rogaba a los Direc¬
tores de las Hermandades mandasen re¬
lación de los actos religiosos que se ce¬ lebraban en sus pueblos con el fin de poder dar noticia de ellos en la revista.
«En la llar franciscana» era otra poe¬
sía que dedicaba Fra. J. R., T. O. R., nuestro fecundo literato, al Rdmo. P. Ar-
naldo Rigo, Procurador General, poesía recitada en un acto literario que los es¬
tudiantes de la Provincia celebraron en
honor de dicha autoridad.
Contra lo que habíamo afirmado en nuestro resumen del pasado mes de no¬ viembre, el ensayo de Fr. Ramón de Cu¬ ra sobre «Sociología franciscana» no ha¬ bía terminado, sino que continuaba en
este mes de enero de 1920.

21

pagina, del teroia,rio

D. NICOLikS DAMSTO SQX7E1LLA, había de los franciscanos seglares

Nos complacemos en reproducir la interesante interview publicada por el diario «Baleares», el de más circulación en nuestro archipiélago, en su página dominical titulada «RELIGION», día 14 del mes pasado.

41

«

«

El pasado domingo habló un Padre de la Orden de Frailes Menores, para pre¬ sentar la vitalidad del mensaje franciscano. Hoy habla un seglar, también francis¬
cano.
Le ha parecido noticia al periodista informar sobre una antigua y actual por¬ ción del Pueblo de Dios: la Tercera Orden Franciscana, T.O.F. Es una sigla que aparece a menudo en nuestros periódicos, provinciales y nacionales, y hasta la ha visto uno más de una vez en «L^Osservatore Romano». Por ejemplo, en su edición del 12 del pasado mes de octubre, con motivo de haber recibido el Vicario de Cristo a los Delegados de la T.O.F., reunidos antes en ^sís para un Congreso Internacio¬ nal de los franciscanos seglares.
En busca de la respuesta adecuada a unas preguntas concretas que el laicado franciscano suscita, hemos acudido a don Nicolás Dameto Squella, Doctor Ingenie¬ ro de Minas, Ministro Provincial de la T.O.F en Baleares y miembro del Consejo Nacional de las Fraternidades Seglares Franciscanas.
Al informarle de nuestro propósito, el Sr. Dameto nos recibe inmediatamente, constándonos que le supone el esfuerzo de un difícil alto en el camino de sus múl¬
tiples quehaceres. D. Nicolás sabe escuchar y sabe responder. Con pausa y con precisión. Con
noble porte, no exento de sencillez franciscana.

El diálogo transcurrió así: —¿Qué es la T. O. F.? —Es la porción seglar de la familia espiritual surgida del carisma concedido por el Espíritu a San Francisco, porción organizada como verdadera Orden seglar que intenta vivir ejemplarmente el Evan¬ gelio de Jesucristo en medio del mundo con el estilo franciscano expresado en la Regla y Constituciones. —Conforme con la definición. Pero,
¿podría indicarnos cómo debe ser el franciscano seglar en la hora actual?
—Se impone volvevr a las fuentes. Como seglares cristianos debemos cum¬ plir la advertencia que nos ha hecho el Vaticano II en el núm. 4 del decreto
sobre el apostolado de los laicos: ...«los seglares que, siguiendo su voca¬ ción, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, esfuércense... por asimilar con fidelidad las características peculia¬ res de la espiritualidad propia de tales
asociaciones o institutos».
Pero como somos franciscanos, lo ha¬
remos sencillamente imbuidos del ca¬
risma de San Francisco, revistiendo

nuestra vida —en el matrimonio, fami¬ lia, sociedad, profesión, etc.— de las no¬ tas características de tal carisma. Es¬
tas notas inmejorablemente resumidas por los PP. Provinciales de España en un reciente documento, son: fuerte sen¬ tido de la Paternidad de Dios; entraña¬ ble amor al Verbo Encarnado, a la Vir¬ gen María y a la Iglesia; vida litúrgica con una ejemplar vivencia del Misterio Pascual de Cristo y ima especial devo¬ ción a la Eucaristía; fe y confianza en la dignidad del hombre y en la frater¬
nidad imiversal con una visión cristia¬
na del mundo, bellamente expuesta en el «Cántico de las criaturas»; ardiente deseo de anunciar el Evangelio a todos los hombres y de unión con los herma¬ nos separados; la práctica heroica de la «pobreza y humildad de nuestro Se¬ ñor Jesucristo» en la sencillez y simpli¬ cidad; el amor a todos y el espíritu de servicio a los hombres; todo desembo¬ ca en la perfecta alegría.
Usted sabe que éstos son también los valores humanos y sobrenaturales que el hombre de hoy estima, deseando ver¬ los plasmados en la realidad social.

22

Quienes han vivido dichos valores, co¬ mo últimamente Juan XXIII, son ad¬ mirados y atraen irresistiblemente. Ello explica también la simpatía y ad¬ miración por San Francisco que se nota en los hombres de nuestro tiempo.
No creo, por tanto, pecar de optimis¬ mo si afirmo que al percatarse el cris¬ tiano de hoy de la actualidad del espí¬ ritu franciscano y de su vitalidad, sentirá necesariamente su atracción, y el reflo¬ recimiento de nuestra querida familia seglar franciscana se desarrollará sin
cesar, transformándose en ubérrimos
frutos, como en sus mejores tiempos, para bien de la Iglesia y del mundo.
—Así, pues, D. Nicolás, ¿qué cree Vd. puede esperar de los terciarios la Igle¬
sia?
—El Papa, en el mensaje que envió a], Congreso Internacional de los fran¬ ciscanos seglares, reimidos en Asís des¬ de el 27 de septiembre al 3 de octubre de este mismo año, les escribió: «La
Iglesia espera mucho de los terciarios
franciscanos... El cultivo de los valores
más genuinos del Evangelio, debe dar a esta Institución (T. O. F.) no sólo su
exacta ubicación en la vida eclesial, sino
también significado y sustancia a su apostolado religioso, configurándola co¬ mo una participación en la práctica de los consejos evangélicos».
Podría seguir facilitándole afirmacio¬ nes muy parecidas del Papa actual y de sus predecesores; pero no considero oportuno alargar. No obstante, creo que lo dicho refleja que la T. O. F. es ac¬ tual y que la Iglesia espera mucho de
los terciarios.
Por otro lado, son claras e insisten¬ tes las consignas de nuestros Superio¬ res de que guardemos absoluta fideli¬

dad a la Iglesia y que colaboremos siempre con la Jerarquía y precisamen¬ te en lo que sea menos grato.
—¿Actividades actuales? —El espíritu eclesial que, como aca¬ bo de significar, debe animar vigorosa¬ mente nuestras Fraternidades, se ma¬
nifiesta en sus relaciones con la vida
de la diócesis y de la parroquia, en las cuales están insertos nuestros seglares franciscanos y con las cuales colaboran o como particulares o como Fraterni¬
dad.
En Mallorca y en muchas otras dió¬ cesis, un terciario forma parte de la Junta diocesana de apostolado séglar. En España y en casi todas las naciones,
la T. O. F. es miembro de la «U.N.A.S.»
y de «Caritas» y en Roma, por voluntad expresa del Papa, hace ya más de dos años que ocupa un lugar en el Consejo
Mundial del Apostolado Laical. En nuestra nación, y formando parte
del «aggiornamento» conciliar, las Fra¬ ternidades siguen irnos cursos de forma¬ ción que abarca especialmente estas cua¬ tro orientaciones: bíblica, litúrgica, pas¬ toral y misionera. Para ello son estudia¬ das las lecciones que cada año edita el Consejo Nacional, Consejo en el que trabajamos muy hermanados el P. Co¬ misario y el Ministro seglar de cada
Provincia franciscana. Nos reunimos en
Madrid al menos tres veces al año.
Son bastantes las Fraternidades que
llevan a cabo difíciles y trascendentales
obras benéfico-sociales. Otras han pre¬
parado y enviado equipos de seglares
franciscanos hacia las misiones de Sur
América y Africa. Funcionan los llamados grupos de
oración, caridad, apostolado, almas con-
(Pa$a o la pág. 27)

23

7tuesiros difuntos

D. JUAN CALDENTEY VIDAL, T. 0. R.

NEW YORK (U.S.A.) — Día diez de
diciembre del año pasado, nuestro her¬
mano de hábito el Rdo. P. JUAN CAL¬
DENTEY VIDAL, hermano del padre P. MIGUEL, también religioso de nues¬ tra Orden, fallecido en 1953, siendo Di¬
rector de esta revista.
El P. Juan había nacido en Vilafran¬
ca de Bonany, Mallorca, el año 1901. Recibió el hábito de la T.O.R. en 1918;
emitió la profesión de votos solemnes en 1924 y fue ordenado sacerdote en Ro¬ ma. el día 5 julio 1925.
Recién ordenado sacerdote, cumplió el
servicio militar en el norte de Africa.
Después fue destinado a nuestro Con¬ vento de Llucmajor, donde residió por espacio de 23 años. Durante este largo período de tiempo, trabajó con incan¬ sable afán y llevó a cabo varias obras
de reconocido interés, entre las que ca¬
be recordar el malogrado Patronato So¬ cial Femenino y la fimdación del actual Colegio de San Buenaventura, de Ense¬ ñanza Media. No obstante las múltiples ocupaciones que todo esto llevaba consi¬ go, dedicó parte de su tiempo a realizar los estudios ordinarios de la Universidad
hasta obtener el título de Licenciado en
Filosofía y Letras, y publicó algunas

obras en las que nos dejó muestras de su inspiración artística y literaria.
Durante los años 1951-55 residió en
los Conventos de La Porciúncula y de Quintanar de la Orden, hasta que fue
destinado a Estados Unidos de Nortev
mérica, donde por espacio de 14 años ha
desarrollado sus actividades como Vica¬
rio en nuestra Parroquia de Elizabeth y en las de San Juan de Crisóstomo y de San Benito, en NEW YORK, donde úl¬
timamente residía.
El día tres del mes pasado, se sintió indispuesto y tuvo que ser internado en el Hospital, ima semana después sufrió rm ataque cardíaco que le ha abierto las puertas de la eternidad, donde el Señor sabrá premiar debidamente las prolongadas fatigas de su siervo. Des¬
canse en paz. Enviamos nuestra sentida condolencia
a los familiares del P. Juan, especialmen¬ te a sus hermanas Apolonia y Catalina.

ARIANY .— Día 5 del mismo mes de
diciembre, el virtuoso terciario francis¬ cano D. Guillermo Genovard Ferrer, a la
edad de 66 años.
Nuestro sentido pésame a todos sus familiares. Sobre todo a sus hijas Re¬ ligiosas, Sor Maria (Franciscana), Sor Isabel (Canonesa Regular de la Orden de S. Agustín) y Sor Antonia (Misionera de la Inmaculada Concepción), así co¬
mo también a su hermana Sor Isabel
y hermana política Sor Antonia Ferrer,
Franciscanas.

PALMA DE MALLORCA .— Día nue¬
ve del citado diciembre. Da. Francisca Abraham Espinosa, terciaria francisca¬
na.
Día diez del mismo mes. Da. María Bellés Caldés, también terciaria francis¬ cana y sobrina de Fr. Antonio Rafal,
T.O.R. SANT JOAN. — Día 30 noviembre, D.“

Catalina Gayá Matas, madre de nues¬

tro hermano en Religión, Fr. Francisco

Oliver, T.O.R.

MURO .— Durante el último noviem¬

bre, Da. Margarita Gual Ferrer, Da. An¬

tonia Escalas Perelló y Da. Sebastiana Miralles Escalas, todas ellas de la T.O.-

F.

BÜNYOLA.-Día 7 de diciembre y &

81

24

años de edad, D. AatoiíB Marti Qnatglas, pa¬ dre de Sor Catalina, Vicaria General de
las Franciscanas Hijas de la Misericordia. INCA.-D.'^ María Ramis Llompart (9 diciem¬
bre), de la T. O. F.

Testimoniamos nuestra condolencia a
todos sus familiares y pedimos a nues¬ tros lectores una oración por el eterno
descanso del alma de los difuntos arri¬
ba citados.

ITINERARIO EVANGÉLICO
(Continuación)
«AMARAS A TU PROJIMO»
El amor fraterno es exigencia a la Nueva Alianza.
Hagamos, además, frutos dignos de penitencia. Y amemos a los próji¬
mos como a nosotros mismos.
(Carta a los fieles, 25)
Y todos los hermanos guárdense de calumniar a nadie, ni de promover contiendas, mas trabajen por tener silencio, con la gracia de Dios.
Ni tengan pleitos o demandas entre sí ni con otros, mas procuren responder con humildad, diciendo: Siervos somos sin provecho (Le., 17, 10)«
Y guárdense de la ira, porque todo hombre que tiene ira contra su prójimo, óbligado queda a juicio, y quien dijere a su hermano raca, obliga¬ do será a concilio; v el que le llamare insensato será reo del fuego infernal (Mt., 5, 22).
Y ámense unos a otros, como dice el Señor: Este es mi precepto, que os améis unos a otros como yo os amé (Jo., 15, 12). Y muestren con sus obras el amor que se deben, como dice el Apóstol: No amemos de palabra y lengua, mas de obra y verdad (1 Jo., 3, 18).
Y a nadie injurien, ni murmuren ni digan mal de los otros, porque escrito está: A los murmuradores y maldicentes aborrece Dios (EccL, 28, 15; Rom., 1, 29).
Y sean modestos, mostrando perfecta mansedumbre para con todos los hombres (Tit., 3, 2).
No juzguen ni condenen, y, como dice el Señor, no consideren los peca¬ dos pequeños ajenos, mas piensen en los suyos con amarga contrición de
sus almas Is., 38, 15).
Y procuren entrar por la puerta estrecha, porque dice el Señor: Estre¬ cha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que
lo hallan (Mt., 7, 14). (I Regla, 11)
1. EN UNA FRATERNIDAD
El Señor nos da hermanos, que debemos amar como la madre ama a sus.hijos:
Dondequiera que estén y se hallaren los hermanos, muéstrense familia¬ res entre sí, y tranquilamente maniñeste el uno al otro su necesidad; por-
25

que si la madre ama y cuida a su hijo carnal, ¿cuánto con mayor diligencia debe cada uno amar y cuidar a su hermano espiritual?
(II Regla, 6, 7-8)

Hagan los hermanos así como dice el Señor: Lo que queréis que los hombres hagan con vosotros, hacedlo con ellos (Mt., 7, 12). Y: Lo que no quieras que hagan contigo, no lo hagas a otro (Tob., 4, 15).
(I Regla, IV, 3-4)

Ningún hermano haga o diga mal a otro, mas con caridad de espíritu, de buena voluntad, sirvan y obedezcan unos a otros. Que ésta es la santa y verdadera obediencia de Nuestro Señor Jesucristo.
(I Regla, V, 16-18)

en un servicio mutuo,

No he venido a ser servido, sino a servir, dice el Señor (Mt., 20, 28).

Los que ejercen autoridad sobre otros gloríense tanto de su prelacia como si les encargasen de lavar los pies de los hermanos, y cuanto más se turbaren de que se les quite la prelacia que del oñcio de lavar los pies, tanto mayores trampas y acechanzas fabrican para peligro de su alma.
(Aviso IV)

desinteresados, respetuosos.

Bienaventurado aquel hermano que con tanto afecto ama a su herma¬ no cuando está enfermo y no puede recompensar sus servicios como cuan¬ do está sano, que en algún modo le puede corresponder.
Bienaventurado el hermano que tanto ama a su hermano cuando está lejos de él como cuando vive en su compañía, y no dice a sus espaldas lo que no pudiera decir con caridad delante de él.
(Aviso XXV)

atentos.

Bienaventurado el hombre que sufre a su prójimo, según su fragilidad, del modo que quisiera que los otros le sufrieran a él mismo, si se hallase en semejante caso.
(Aviso XVIII)
Si alguno de los hermanos cayere enfermo, los otros le deben servir como querrían ellos mismos ser servidos.
(II Regla, VI)
llenos de misericordia y de delicadeza.
Todos los hermanos que supieren el pecado de otro hermano ni le avergüencen ni afrenten, antes tengan gran misericordia con él y encubran el pecado de su hermano, pues no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos (Mt., 9, 12).
(Carta a un Ministro, 10)
fieles.

El que antes desea sufrir persecuciones que separarse de sus hermanos, verdaderamente permanece en la perfecta obediencia, porque sacrifica su alma por sus hermanos Jo., 15, 13).

(Continuará)

(Aviso III, 9)

26

(Vien« de la pág. 23)
D. NICOLÁS DAMETO SQUELLA,...
sagradas con votos (sin dejar el hogar ni la Fraternidad), etcétera.
Periódicamente se organizan Cursillos de Fraternidad, a escala nacional y re¬ gional, con muchísimo éxito.
Se han creado o reorganizado recien¬ temente muchos centros de Juventud Franciscana y se han puesto en marcha unos equipos de matrimonios.
La relación de actividades no es ex¬
haustiva, ni mucho menos, pero me imagino que es suficiente.
—No. Todavía falta que nos informe
sobre la T.O.F. en Baleares.
—En nuestro archipiélago, muchas de
las actividades antes citadas avanzan
paulatinamente, pero quiero hacer cons¬ tar que sería mucho mayor su ritmo si todos secundáramos como se merece el
entusiasmo y dedicación del Rdo. P. Jaime Tugores. T.O.R., nuestro estima¬
do P. Comisario.
D. Nicolás Dameto, representante de la T.O.F. mallorquina en la Junta diocesana de apostolado seglar y máxima autoridad seglar franciscana en Baleares, ha hablado con verdadero entusiasmo y con conocimiento de causa sobre las Fraterni¬ dades Seglares Franciscanas, en las que creé, en las que confia y por las que trabaja ilusionada¬ mente. Laicos comprometidos, entusiastas por la vocación recibida, es lo que necesita la Iglesia posconciliar.
J. R.

NUESTRA PEQUEÑA HISTORIA
(Viene de la pág. 21)
Bajo el epígrafe de «La raza de García Moreno no se extinguió» se copiatm xm fragmento de unas cuartillas de un integrista donde, entre otras cosas se leía: «Como Nocedal y Señante, soy también Terciario... Consejos me pide usted... y yo no sé darle más que uno: que todos los integristras sean hijos de nuestro
Padre San Francisco».
En nuestro Convento de Artá había
fallecido «Andrés Espinosa Jaume, Ter¬
ciario», alias Mestre Andreu Siurelí. Era
un hombre todo de Dios. Pocas cosas
nuevas podrá hacer el laicado actual que Mestre Andreu no hiciera ya en nuestra iglesia de Artá a él encargada por el Párroco de aquella localidad: grandes mejoras en el edificio, adquisi¬ ción de ornamentos, ejercicios piadosos, dirigir los rezos, asistir a los moribun¬ dos, pláticas a reuniones de hombres en la sacristía, etc. Al instalarse nuestros re¬ ligiosos en aquel Convento, en 1897, mo¬
ró con la Comunidad edificándola con
sus buenos ejemplos. No hace falta de¬ cir que murió santamente tal como ha¬
bía vivido.
Daniel escribía su intencionado diálo-
logo en mallorquín popular, sobre els innocents. No tiene desperdicio. Aun pa¬ ra hoy no dejaría de ser un buen veji¬ gatorio.
Serían las habituales secciones de
«Noticias y variedades» y «Crónica fran¬
ciscana».
En la «Necrología» el fallecimiento de un insigne bienhechor de nuestro Con¬ vento de Inca: D. Bartolomé Nicolau, alias Nyam. No podemos resumir lo mu¬ cho que hizo por la pequeña Comunidad y por la iglesia del Convento.
Su óbito había ocurrido el 5 de di¬
ciembre de 1919.

CHISTES
Precisando
El periodista visita al anciano que acaba de cumplir los cien años.
-¿Y ha vivido usted aquí toda su vida?
- Todavía no.
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En la ¡ugueterío, la vendedora exhibe un modelo de proyectil interplanetario;
- Es una imitación perfecta. Se le dispara y no entra en órbita más que una vez de
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