El Heraldo de Cristo 1969, n. 676
HERALDO DE CRISTO
EMERO 1969

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Calidades insuperables

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I PALMA DE MALLORCA

I

i

REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R.
ENERO 1969

Año LX - Núm. 676

REDACCIÓN Y ADMÓN: CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 212695 PALMA DE MALLORCA
•
DIRECTOR: P. MIGUEL COLOM MATEU, T. O. R.
ADMINISTRADOR: Fr. JAUME TUGORES MESTRE, T. O. R

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CON LICENCIA ECLESIASTICA

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IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNE2
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PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN:

(A partir de enero 1969)

ORDINARIA. BIENHECHOR PROTECTOR

. . . 65 PTAS.

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€

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SITUACIÓN FINANCIERA
(Datos que manda publicar el Ministe¬ rio de Información y Turismo)

INGRESOS . . 152.520 PTAS. SALIDOS . . . 180.610 »

DÉFICIT . . . 28.090 >

El déficit está en vías de ser cubierto
por españoles amontes del apostolado de la orenso católica, único fin que per¬ sigue la presente publicación, en la cual trabajan gratuitamente desde el Direc¬ tor hasta el último de los redactores y administrativos.

DEPÓSITO LEGAL P. M. 340 -195«

NUESTRA PORTADA

CAPILLA DE LA SMA. TRINIDAD

(Miramar, Valldemossa). — MIRAM A R; maravilloso asceterio de Llull; solar de su cole¬

gio piloto de lenguas orientales para futuros mi¬

sioneros; su conhorte y su desconhorte; porgue lo

que vio nacer con gozo lo contempló perecido

con llanto (*£ han fait Miramar bastir al rei

de Mallorca...» *...t haja'n consciincia qui ho

ha afollaf).

V

^

lea en esite
nn mero:

Cristo es la verdadera, la suma espe¬

ranza de la humanidad .

.

3

¿Lapidación de San Esteban o marti¬

rio del Bto. Ramón Llull?

4

Una fe para unos tiempos nuevos . 6 Altres devocions de Na Margarida

Amengual

8

Nuestras misiones

10

La Tercera Orden Regular de San

Francisco en Mallorca .

.12

Fisonomía de San Francisco ... 13

Página Literària

14

Fray Rojo entrevista..., a Doña Tele

tostón española

16

Nuestra pequeña historia 18 ...

Un «artículo» no de primera necesidad 19

Lo que los otros escriben 20 ...

La huida

22

El progreso tiene también su cara obs¬

cura

26

Página del terciario

26

Chistes

27

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2

mensale naeideño de Pablo VI
CRISTO ES LA VERDADERA,
la sama sspevaHSta <le la humanitiait
/ a experiencia de la condición dramática y en si desesperada
de la vida humana, experiencia que el progreso moderno más
que suprimirla la agudiza y exaspera frecuentemente, debe llevarnos
a admitir una insuprimible necesidad que la humanidad en formas o en grados diversos, ha llevado siempre en el fondo de su concien¬
cia: la necesidad de ser salvada. Sí, tenemos todos necesidad de ser
salvados, pero con nuestras solas fuerzas no lo logramos. Nuestro presuntuoso afán de salvarnos solos aumenta al final de la constata¬ ción de nuestra radical incapacidad. Decimos más autorizados por el conocimiento del hombre y de la historia: tenemos necesidad de
un salvador, de un Mesías. El nombre de Jesús significa salvador; y Cristo significa Mesías.
Este nombre «Jesucristo» es el anuncio de nuestra salvación, es la
promesa que funda nuestra esperanza. Tenemos necesidad de Cristo. Es preciso que El tenga un poder divino, porque ningún otro poder vencería nuestros males. Es preciso que El tenga una hermandad humana, porque si no fuera hermano, no podríamos entenderlo bien. Es San León, el pontífice del misterio de Cristo, quien habla: Si (Cristo) no fuera verdadero Dios, no podría proporcionar remedio; si no fuera verdadero hombre, no nos serviría de ejemplo».
Es por esto por lo que nuestro anuncio de la Navidad, después de casi veinte siglos, conserva su actualidad y decimos también su validez por la fe que en El tenemos. Estamos autorizados a hacer nuestras las resonantes palabras del ángel de la Navidad «Os traigo una buena nueva —es el Evangelio—, una buena noticia de gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David os ha nacido
un salvador».
«Y no es un vano anuncio, porque no será una esperanza que pondremos en El. El Cristo que en aquella feliz noche, por medio de la virginal maternidad de María, ha entrado en la historia y en los destinos de la humanidad, vive todavía. Vive en la plenitud de una gloria, todavía para nosotros sin nombre posible y sin concepto adecuado en la vida celestial; pero desde allí, vive aquí también en medio de nosotros renaciendo continuamente, como manantial en su fuente, en su cuerpo místico, que es la Iglesia, y todavía difunde en el mundo su verdad y su gracia».
«El era, dice el evangelista, lleno de gracia y de verdad. Su ver¬ dad, es decir, su palabra que actualiza entre nosotros su pensamien¬ to, es para nosotros maestra de vida, nos dice que debemos hacer y amar, nos hace ver en el hombre que sufre, más que a un hermano, a El mismo; nos restituye a la libertad, a la dignidad, a la espera del hombre ideal; nos hace capaces de bondad, de justicia y de paz; es la luz del mundo. Y para que tan luminosa y alta palabra no deslumbre nuestros débiles ojos y no oprima ni confunda nuestra innata debilidad. El la corrobora con una ayuda misteriosa y pode¬ rosa, la acción de su Espíritu. Esto es la vida. Esta es la encarnación que partiendo desde Cristo penetra en la humanidad; y la sacude, la despierta, la atormenta, la regenera ahora en el tiempo para condu¬ cirla más allá del tiempo hacia la eternidad».
(Extracto del mensaje navideño de Pablo VI, pronunciado el 20 de diciembre de 1968)
3

¿LAPIDACIÓN DE
SAN ESTEBAN O
MARTIRID DEL
BTD. RAMÓN LLULL?

¡La de mentiras y patrañas que ha¬ brán vendido por verdades, los guías improvisados o intrusos, y hasta los ofi¬ ciales, a tanto turista como pasa por museos y lugares más o menos históri¬ cos! Las anécdotas y chilindrinas no tie¬ nen número. Y conste que siempre he^ mos admirado la destreza y artificio con que han fabricado de repente sus explicaciones y el aplomo con que las han encajado a sus boquiabiertos clien¬
tes.
«Este —oimos con asombro, mientras se señala el sepulcro del Obispo Gil Muñoz (el antiguo Clemente VIII) que se halla en el centro de la Sala Capitu¬ lar de nuestra Catedral—, éste es el se¬ pulcro de JAIME I el CONQUISTA¬ DOR». Y para rubricar su verdad, aña¬ día: «Ahí arriba va su sombrero», indi¬ cando la reliquia de capelo que pende
sobre dicho monumento funerario.
Otro decía: «Contemplan Vdes. el mar¬ tirio de S. Francisco, cuyo cuerpo ve¬ rán, en el siguiente retablo, subir al cie¬ lo», y estaba enseñando a irnos turistas las figuras de S. Berardo, con el enor¬ me cuchillo hendiéndole la cabeza, y de S. Pedro Regalado, llevado en volandas por manos de ángeles: figuras centrales de las capillas 5 y 6, a manderecha en¬ trando, de nuestra Basilica de S. Fran¬
cisco.
Que a todo hay quien gane, «ahora lo veredes, dijo Agrajes».

Pasadas las fiestas navideñas, se mon¬ ta en nuestra Basílica, el cuadro plásti¬ co de la Presentación del Niño Jesús y
Purificación de nuestra Señora. Las
magníficas figuras del Nacimiento del Adriano, son sustituidas por las del gran Sacerdote, con el Niño en brazos, la Virgen, la «abuelita» Ana, sin faltar los pillines monaguillos y el candelabro de siete brazos para iluminar la escena. La están contemplando unas mujeres ayu¬ nas de ciencia religiosa, pero no de des¬ cendencia como lo prueba la numerosa chiquillería que las acompaña, y absor¬ tas cuchichean sobre el signiñcado de
todo aquello, cuando se les acerca una «entendida» en hagiografía, que oyó campanas en algún campanario..., y les espeta: «¿No comprenden Vds? Esto re¬ presenta cuando la Virgen llevaría al Niño al Obispo S. Blas, a que le ungiera el cuellecito para librarle del mal de garganta». Telón rapidísimo.
Pero el caso es que tampoco las cola¬ duras son exclusiva de los guías más o menos espontáneos: que también algún «entendido» la mete alguna vez, como dice el refrán: «El mejor nadador se ahoga».
En viaje de investigación histórica por tierras del vecino Portugal (1964), gra¬ cias a la generosidad de FUNDAÇAO CALOUSTE GULBENKIAN, arribamos a Evora, cuya Biblioteca y Museos Muni¬ cipales, fundación del Excmo. Sr. D. Fr.

4

Manuel de Cenáculo, TERCERO REGU¬ LAR (1) y Arzobispo, constituyen una verdadera gloria de la ciudad y son rico venero de documentos y testimonios históricos, literarios y científicos. En nuestro rápido viaje pudimos recoger bastantes notas y apuntar muchas más (algimas referentes al Beato Ramón Llull), que están en espera de mayor oportunidad. Pero... a lo que íbamos.
Durante las horas de cierre de la Biblio¬
teca recorrimos los numerosos monu¬
mentos de la ciudad, entrando en la antigua iglesia de S. Francisco, hoy pa¬ rroquia, en cuya Capilla de la Tercera Orden (última de la izquierda, entrando, jimto al altar mayor) nos sorprendió im cuadro, colocado a gran altura y en¬ marcado en gruesa moldura de unos 3x2 metros, representando el apedrea¬ miento de im santo, cuya mirada parece sólo estar atenta a una corona que, des¬ de lo alto, le están mostrando unos gra¬ ciosos angelitos. De contemplar este cua¬ dro en tierras mallorquinas, yo pondría ser aquello el MARTIRIO DEL BTO. RA¬ MON LLULL. Pero en Evora... La luz
escaseaba. Preguntamos a un cicerone que estaba ansiando prestarnos sus ser¬ vicios... y su respuesta, rápida y categó¬ rica, quebró en flor la ilusión de un des¬ cubrimiento que ya pensábamos presen¬ tar en Mallorca como prenda de nuestro viaje turístico. Aquella escena represen¬
taba la LAPIDACION DE S. ESTEBAN.
No quedó satisfecha nuestra interesa¬ da curiosidad y a la mañana siguisnte hétenos otra vez, con mayor luz y me¬ nos prisa, contemplando ¡LA LAPIDA-
(1) En Portugal los Terceros (o Terciarios) Regulares tuvieron, a fines del siglo XVIII, una Provincia religiosa, quizá la más floreciente de esta Orden. De ella fue Ministro Provincial, an¬ tes de Obispo de Befa y Arzobispo de Evora,
Fr. Manuel do Cenaculo.

CION! Aquel hábito talar, más de fraile que no de diácono..., el cordón, signo de franciscanismo, unas letras ORD que nos pareció entrever en el medallón su¬ perior de la gran moldura... Rondaba la iglesia el cicerone, al que expusimos nuestros escrúpulos... Y fue entonces cuando, después de hacer memoria, nos rectificó diciendo: «¡AH, SI. ESTO ES
EL MARTIRIO DE RAIMUNDO LULIO.
¡Eureka!, exclamamos alborozados.

Y nos contó como, tras una viva po¬ lémica sostenida en los periódicos «Novidades», de Lisboa, y «Noticias», de Evora, entre M. Carvalho Moniz y Ale¬ xandre Rosado, en la que el primero, después de erudita comparación de di¬
cho cuadro con otros de Giulio Roma¬
no, Daniel Crespin, Juan de Juanes, A. Carracci y Cigoli, sostenía representar la LAPIDACION DE S. ESTEBAN; y el segundo ser el MARTIRIO DEL BTO. RAMON LLULL, la victoria quedó por este segundo. Por cierto que la última razón que aducía el Rosado era... la es¬ critura del medallón en la que había leído: «OV. RAI/MUNDO LU/LIO D. E./M. DA 3 ORD». El venerable RAI¬
MUNDO LULIO, de España, MARTIR
de la 3 ORDEN.

Creemos sinceramente que, ante esta última, podía el Sr. Rosado haberse aho¬ rrado las otras razones; y que el caso puede servir de descargo a algún guía, sea éste espontáneo, intruso u oficial.

P. Francisco AMENGUAL, T. O. R.

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UNA FE PARA UNOS TIEMPOS NUEVOS
por
Gregorio Mateu, T. O. R.

En la actualidad asistimos a im hecho curioso a la par que alarmante. Se trata de la «desacralización» progresiva de to¬ dos los valores religiosos. Lo sacro, lo
sagrado, esa dimensión del hombre y de las cosas que mira hacia valores tras¬ cendentes, está en franca decadencia.
Nuestra humanidad se ha sacudido casi
completamente todas las categorías reli¬ giosas. Hace varios años las ciudades es¬ taban apuntadas hacia el cielo por las torres de sus iglesias. Hoy los rascacie¬ los ahogan los pequeños y escasos tem¬
plos que quedan.
Muerte «oficial» de Dios
Dios escapa a todo psicoanálisis. Ningima aguja acusa la acción energética de un ser que se llama Dios. La ciencia sigue su camino casi siempre separado de Dios. Ni siquiera en filosofía se pue¬ de dar un argumento capaz de conven¬ cer plenamente a todos. Nuestra civili¬ zación se mira y remira en el espejo de sus realizaciones, sin darse cuenta
que ima pequeña piedra puede quebrar el espejo de su vanidad. Un avión que se estrella, ima bomba que se desinte¬ gra, un volcán que todo lo destruye... dejan al hombre desamparado en sus propios medios. Y entonces, cuando la técnica fracasa, cuando la razón deberia humillarse, cuando el hombre se halla desvalido y asustado ante las fuerzas
desatadas de la naturaleza, o ante la
muerte, o ante el misterio, se refugia en la filosofia existencialista, en la filosofía
de lo absurdo. El hombre, así, se con¬ vierte en un ser sin sentido, abocado al
fracaso y a la destrucción. Ser para la

muerte. O ser deshmnanizado de «un
mundo feliz», en el que los niños nacen en incubadoras por inseminación artifi¬ cial y están predestinados desde su na^
cimiento a ser «alfas» o «betas» o «ga¬
mas.
¿A qué cantar «Santo, santo, santo» a tm Dios invisible, estando rodeados por todas partes de dioses bien visibles, de Ídolos a disposición de todos los me¬ dios difusivos de cine, radio y televisión? A Cristo le reconocen su grandeza hu¬ mana, su dignidad moral. Pero creer que sea Dios es ya otro cantar. De los evangelios se afirma que son fruto de una alucinación de los discípulos, de una farsa urdida por los apóstoles. Otros
nos hablan de una narración mítica,
más o menos inspirada en los misterios helénicos. De esta triste manera, la lla¬ mada de Cristo se pierde en el desierto
de los hombres.
Elreduoto escogido
Qué duda cabe de que queda todavía un reducto aislado, relativamente peque¬ ño, donde Cristo puede seguir transmi¬ tiendo su consolador mensaje. Por lo menos quedan los «oficialmente» consa¬ grados a Dios. Pero, incluso aquí, se en¬
cuentran excesivos fallos. Se ha acusar
do a los sacerdotes de muchas cosas,
bastantes de ellas con probado fimdamento. Hay un verdadero catálogo de quejas que circulan libremente en nues¬
tra sociedad. Se habla de su inmovilis-
mo histórico, de situación de privilegio, apariencias externas medievales, jerga y sermones incomprensibles, caridad fingi-

6

da, fría y formalista, aislamiento retrogado; templos, patrimonio de pocos; de¬ vociones melifluas, prácticas de piedad rutinarias, celibato huraño y psicológi¬ camente tarado, obediencia despersonalizadora, afán de lucro.
Hace ya tiempo, venturosamente, que ha pasado la época del triimfalismo, aunque queden algunos débiles vesti¬ gios. El ser religioso —sacerdote o se¬ glar— se ha vuelto crítico, sabe perfec¬ tamente que no arregla nada cerrando tontamente los ojos. Acepta la realidad, sirve a una objetividad sin prejuicios.
Las cosas son como son y no como se
quisiera que fuesen. Por ello el mensaje cristiano tiene que actualizarse, vitalizar¬ se con nuevas energías.
La nueva fe
Hoy no se puede hablar de Dios con unos conceptos que el hombre tiene por míticos. El teólogo protestante Karl Barth nos dice que «Dios es el absoluta¬ mente otro», sin posible analogía con ninguna de sus criaturas, únicamente asequible al hombre por la fe. Ya no nos vale el dios de una religión rutina¬ ria, sin vida, el dios de unas mezquinas piedades. Ya Kant repudió el concepto «económico» de una moral de premios

y castigos. No andamos muy lejos de la verdad si pensamos que mucho del ateísmo de nuestros contemporáneos no es sino la revisión de imágenes de Dios insatisfactorias y totalmente míticas.
Nuestro siglo ha purificado y relativizado todo el aparato mítico de las reli¬ giones. Actualmente no se quiere ver a Dios convertido en un Papá Noel con luenga barba blanca, habitando en el cielo, desde donde dirige, como un ge¬ neral desde su puesto de mando, el campo de batalla que es el mundo. Es¬ tamos en im momento muy interesante de la historia. Hoy más que nunca, la vocación cristiana ha de cuajar necesa¬
riamente en un clima falto de fe. Ser
portador de valores trascendentales y a
la vez ser los más humanos de todos
los hombres es la misión del cristiano
actual. Es lo que escribía Teilhard de Chardin, «desde ahora que soy sacerdo¬ te, quiero ahondar en todo lo que el mundo ama, anhela y sufre. Ser el pri¬ mero en buscar, comprender y sufrir con los hombres. Que ninguno de los que sirven al mundo sea más humano, ni pertenezca a la tierra de una manera
más noble que yo».
Si nadie hubiera puesto nunca el ti¬ món hacia nuevas singladuras, el mundo habitado seguiría siendo el mar medite¬ rráneo. Sabemos que se nos ha dado
carta blanca para la búsqueda audaz del Dios
escondido. Todo un mundo formalista, matizado por una piedad farisaica, de¬ bería desaparecer. Ha brotado una nue¬ va vida, pujante, arrolladora. Se empie¬
za a vivir al estilo de Cristo. Ya no
cuenta la circuncisión, ni la observancia del sábado, ni la anual peregrinación a Jerusalén, ni las ofrendas del trabajo. Ahora cuenta la fe en Cristo y en el
amor al hermano.
Se habla mucho de crisis. Pero se ol¬
vida que toda noche es una purifica¬ ción. La Iglesia, ha querido, en palabras de Pablo VI «profundizar la conciencia
de sí misma». Ya San Juan de la Cruz
hablaba de las noches, ansiando una ver¬
dadera unión mística con Dios.

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N de la D.—Es posible que algunas de las ideas
que vierte el autor del presente trabajo suenen duras y dejen un poco de sabor acre en la boca de nuestros lectores. El inteligente articulista pretende reflejar el panorama de la Iglesia pos¬ conciliar en sus elementos más activos, abocados
a una tarea de renovación erizada de escollos.
Comprendemos muy bien los miedos y hasta el pequeño escándalo de los fieles, acostumbrados a • una navegación más tranquila y sin sobresaltos.
7

Altres devocions de
NTa. AAa.x'sa.ridLa. Amengua.!

L* examinaren teòlegs i metges.
¿Què pensav^a el poble? Els seglars franciscans de Alallorca aniran a Costitx
dia 26 de gener.

IV i últim.

—¿Quines altres devocions anomenaríeu, Ca¬
talina i Francisca?
—Per exemple, la del Cor de Jesús. Cada dia li resava, almanco una vegada, la Coroneta d’or. Repetia moltíssim la jaculatòria «Sagrat Cor de Jesús, en Vós confii», i durant tot el mes de juny feia, i ens feia fer, l’exercici dedicat ai Sagrat Cor.
De la Passió de Nostre Senyor Jesucrist n’era devotissima. Feia el Via-crucis cada dia. Per això, llegia els «passos» composts per D. Mi¬ quel Costa i Llobera. Va arribar a saber-los de memòria. Deia que a la meditació del «Via-cru¬
cis» hi trobava totes les virtuts.
Dos anys abans de morir —ara parla només Na Catalina—, vaig veure que estrenyia les mans i que li rajaven sang. Na Francisca i jo avisàrem totd’una el Sr. Rector, el qual li va manar que per obediència li contàs lo que li havia succeït. Na Margalida li va dir: «El Bon. Jesús m’ha aparescut enclavat; m’ha posat la seva corona d’espines i m’ha deixat les Llagues als peus i a ies mans; però no me n'ha deixada a l’exterior del costat perquè li he demanat que la Llaga fos interior». (Va demanar això —co¬ menten les germanes— per no haver-se de des¬ tapar davant els metges, que ja havien vingut una partida de vegades a fer preguntes i a re¬ conèixer Na Margalida, enviats pel Sr. Bisbe).
Recordam —segueixen dient les dues germa¬ nes— que aquells mateixos dies i altres vega¬ des, li vàrem veure damunt tot el front uns pics vermellosos. (Ses primeres vegades, em pensa¬ va que era gorradura, afegeix Na Francisca).
Cada divendres, a les tres de l’horabaixa, re¬ sava el Credo i es retirava a la seva habitació. 1 encara més: un any abans de rebre les Lla¬ gues, entrava en agonia a les dotze en punt (sempre segons el rellotge de l'església), i es¬ tava així fins a les tres. Un mes abans de morir es va repetir tots els dies.
Per altra banda, així com els divendres patia els dolors de les Llagues rajant, els dijous sua¬

va sang i aigua. La vàrem veure així set ve¬ gades.
—¿I què trobau que em podeu dir de l’amor de Na Margarida a Nostra Purissima Mare?
—Lo primer, que no sabem per on començar. A la Purissima li tenia molta, moltíssima de de¬ voció. Per cert, no solia dir «la Mare de Déu», com ho hem sentit sempre, sinó que va tenir dues maneres d’anomenar-la: fins a un poc més de 25 anys, deia, per costum que no fallava, «Nostra Purissima Mare», com ha dit vostè; però, ja un parei d’anys abans de morir, quan deia
«mu-mareta» o «mu-mare» es referia a la nostra Mare del Cel.
Aprofit per dir a Na Francisca i Na Catalina que «Nostra Purissima Mare» és una expressió molt franciscana, i ben de pressa afegeixen:
Per cert que Na Margalida resava la Corona franciscana cada dia, endemés de les tres parts del Rosari i l’Ofici Parvo.
Molt sovint la sentírem aconsellant a nines, a
amigues i a noitros mateixes: «Hem d’estimar
molt ia Purissimeta».
La nostra germana va veure plorar dues vega¬ des la imatge de la Mare de Déu de Costitx, i, en honor de la Patrona de la nostra vila, anava amb freqüència a «Sa Creu», lloc on fou trobada aqueixa imatge, que encara es guarda al cam¬ bril de la parròquia.
—¿Creis que ja ho haveu dit tot?
—No, Pare; encara hi ha un fet que el duim ben clavat dins el cor i dins la memòria. Volem que el sàpiga. Es refereix al Bon-Jesús, però
també a la Purissima.
Quan Na Margalida tenia devers 27 anys, va haver de jeure tretze mesos perquè estava ben paralítica. No es bellugava gens. No poria. Fins i tot li havíem de donar el menjar a la boca.

8

alçant-li un poc el cap. No és qe menjàs gaire, sinó poquíssim. Qualque dia el passava amb un poc de cafè clar, i res més. Durant aquests tretze mesos, solia combregar cada dues setma¬ nes, més 0 manco. Per cert, el dia que li duien el Bon-Jesús ens demanava que posàssim cossiols per tot el carreró que hi ha des de l’es¬ glésia a ca-nostra.
Va passar, idò, que quan ja feia tretze mesos que la nostra germana jeia baldadeta, el senyor Rector li va dir que, si volia combregar més vegades, demanàs a la Purissima per anar a l’es¬ glésia, perque ell no feia comptes de dur-li més la Comunió.
L’endemà mateix d’haver rebuda del Sr. Rec¬ tor aqueixa advertència. Na Margalida es va ai¬ xecar i va partir a l’esgiésia a combregar a la missa primera. Però hem de dir que abans d’aixecar-se, havia arribat a ca-nostra el senyor Rec¬ tor, i quan li va demanar per què es volia aixe¬ car i anar a combregar a la parròquia, va res¬ pondre: «Mu-mare m’ha dit que m’aixecàs i que anàs a l’església i que podré combregar cada dia fins que muirá; i que el dia que muirá re¬ bré la Sagrada Comunió dues vegades: una, amb resplendors (es referia als ciris de l’altar), i l’al¬ tra, amb estrelletes» (volguent dir que seria de nit, que el cel estaria estrellat).
1 va esser així. Pare. El dia de la mort, va combregar el matí, a les 5 (a la missa primera), i el cap de 22 hores (les dues de la matinada).
En una paraula, Catalina i Francisca. Veig que d’anècdotes sobre la vostra germana en teniu un enfilall ben curiós i extraordinari. 1 no hi ha dub¬ te que sabeu contar-ho tot fil per randa i que teniu encara —gràcies a Déu— una memòria prou feliç. Ni tampoc es pot dubtar de que to¬ tes dues us aveniu fins i tot en donar eis més petits detalls. No us embullau gens ni mica. Es com una prova d’autenticitat que deixau damunt les vostres narracions, entre les quals n’hi ha tantes que presenten més d’un demble extraor¬ dinari davant els ulls humans.
Ara bé. Sabeu que no tot allò que ens sem¬ bla extraordinari dins una vida, ha d’esser tingut

infal.liblement com a fet sobrenatural. Hi ha mis¬ teris per la Intel.ligència dels homes, i no po¬ dem parlar de miracles, ni de molt, just perquè una cosa no és entesa per noitros. No oblidem que la naturalesa humana té molts de secrets que encara no coneixem o que no podem ex¬ plicar.
No obstant això, vull demanar-vos:
—Mentre va viure la vostra germana, ¿com va esser considerada dins Costitx? ¿Com a santa?
¿Com al.Iota extravagant i que feia ganes de
riure?
—La veritat és que sempre hi va haver qualcú que d’una manera o altra se’n va riure de Na Margalida o de les seves coses. Emperò, n’hi va haver poquets. La majoria de la gent la considerava com al.Iota molt virtuosa o com a santa. I allò que per un grupet de persones era tengut com a beneitura o com a cosa rara,
suceïda per casualitat, quasi tothom ho rebia com
a fet extraordinari de virtut o com a miracle; tal com sona. I es fitxi que noitros no deim que ho fós.
—¿1 la gent de fora del poble? —Porem dir més o manco igual. Es ver que a vegades va venir gent amb curiositat bastant xereca, o per riure-se’n; però no era sovint.
Bono, de Nostre Pare Sant Francesc també se’n varen riure, i molt! Pràcticament tots els sants —mentre no ha estat provada i comprova¬ da la seva virtut— han estat objecte de no po¬ ques burles. No ho trobeu extrany, i anem a una pregunta més:
—¿No hi hagué qualque Comissió enviada del Sr. Bisbe o de les Autoritats civils?
—No recordam que les Autoritats civils enviassin ningú mai; però el Sr. Bisbe, sí que va fer venir moltes de vegades dos sacerdots i dos metges.
—¿Qui eren?
—El canonge don Toni Sancho, el capellà don
(Paso a lo póg.25)

9

MISIONES

Vulnero que florece

^ e las tres cosas —oraciones, sa¬
crificios, limosnas— que los misioneros piden a los de retaguardia, el dinero va siempre en último término.
Pero el dinero es también necesario
en las Misiones. Hoy más que nunca. Hay que presentarse a la pobre gente de territorios misionales provistos de muchas cosas. En una palabra, hay que dar para obtener. Hay que abrir escue¬ las, levantar oratorios, curar enfermos...
Ya que hemos nombrado a los enfer¬ mos, más de una vez hemos hecho no¬ tar en estas páginas que cuando un mi¬ sionero intenta ponerse en contacto por primera vez con los salvajes, hay que ir a ellos con ima buena carga de medicinas para hacer frente a muchas enfermedades que casi fatalmante les atacarán, y de las cuales el misionero es el portador. Nosotros estamos ya in¬ munizados de ellas, los salvajes no. Y tales enfermedades son para ellos mor¬
tales ordinariamente. Recordemos los
estragos que en Mallorca hizo la gri¬ pe la primera vez que apareció en nuestra isla, y tendréis una idea de lo que sucede entre los salvajes atacados por estas enfermedades.
Mons. Rey, que fundó hace años una Catequesis entre los indios de Río Bran¬ co, en Brasil, llevó allí la completa des¬
trucción de la tribu. Y más recientemen¬
te Mons. Roberto, en su estupenda obra de pacificación de los Indios Pacas No¬ vas, de que hemos hablado otras ve¬ ces, tuvo que asistir al triste espectácu¬
lo de una multitud de ellos atacados por
la gripe, que segó muchas vidas. Se ha¬
bía llevado es verdad muchas medici¬
nas en previsión; pero se le presentaron los indios en número muy superior al provisto; volvió en seguida en busca de nuevos medicamentos, pero llegó tarde. Encontró la gripe sembrando la muerte por doquier (1).

Se comprende fácilmente cuántos gas¬ tos supone este primer contacto con los salvajes.
Pero hemos insinuado también la fun¬
dación de escuelas, necesarias hoy más que nunca. Dejo la palabra al P. Carlos Stradaioli T.O.R., misionero en Paraguay, en cuyas manos una cantidad en dóla¬ res mensuales que se han comprometi¬
do a enviarle unos Cursillistas de Ne¬
wark, U.S.A., han hecho florecer una es¬ cuela en medio de una tribu de indios, con óptimos frutos para los niños y pa¬
ra los mayores.
Del P. Carlos son los párrafos siguien¬ tes, sacados de una carta suya a los
Cursillistas bienhechores.
Inmensa gratitud
«He recibido ya los tres primeros en¬ víos de vuestra ayuda mensual. No po¬ déis imaginaros la gran colaboración q.ue estáis prestando a mi trabajo mi¬ sional con vuestra generosidad. Podríais
daros cuenta solamente visitando estos
lugares.
Penoso viaje hacia los indios
Me fui a visitar la escuelita —la es¬ cuela levantada con vuestros donati¬
vos— el 20 de agosto. Dos días de ca¬ mino a caballo para la ida, y otro tan¬ to para el regreso, a razón de 40 kms. por día. Un hombre conocedor del ca¬ mino me acompañaba. Llegada la noche del primer día, comimos mandioca con sal, y nos echamos a dormir. Por col¬ chón una piel de oveja y un poncho para cubrirnos; son las únicas cosas
(1) La revista MISIONES T.O.R., en su número de agosto del año pasado, cuenta el desastre.

10

que podemos llevar sobre nuestro caba¬
llo. Pero se descansa bien cuando uno
está cansado. Mas vino la lluvia. Y es
terrible caminar por la floresta cuando los árboles y plantas están mojadas. Peor que por la mañana, siguió una llo¬ vizna persistente. Estuvimos esperando hasta las nueve de la mañana; casi de¬ cidimos volver atrás. Pero luego el tiem¬ po se aclaró un poco, y seguimos ade¬ lante, pues nos hallábamos a la mitad del camino.

Cariñosísima acogida
Llegamos a las tiendas de los indios
al oscurecer. El sitio se llama ahora Co¬
lonia de Santa Isabel. No podré olvidar por mucho tiempo la acogida espontánea y sincera que nos dispensaron. Al pasar delante de la primera chocita, en segui¬ da se desparramaron los niños por to¬ das partes, para avisar que habíamos llegado. En pocos minutos estuvieron
ante nosotros casi todos los indios. El
Cacique me dio un abrazo tan sincero y afectuoso que quedé maravillado. Des¬ pués me vistió con los ornamentos que sólo él puede usar, en las grandes so¬ lemnidades de ellos.
IQué cambiol
En aquellos momentos me acordé de unos años atrás, cuando llegué allí por primera vez; el mismo Cacique se había enojado y me consideró su enemi¬ go. Creía que iba a robarle autoridad.
Pero ahora se han convencido que no
persigo intereses egoístas ni materiales. La última prueba que han recibido ha sido el edificarles la escuela, pagándola toda yo. Con vuestra ayuda, claro.
Segura la concesión de tierra
Nos sentamos luego para tomar el interminable «mate», la típica bebida paraguaya. Hablamos de muchas cosas, en particular de la cesión de tierras pa¬ ra ellos. Hace ya meses que ando por las oficinas de la Capital y todavía no terminan los papeleos. Pero la concesión es ya segura. Esta noticia fue para los
indios de enorme interés. Me decía el
Cacique que cuando tuvieran las tie¬ rras, vendrían muchos otros indios a
habitar con ellos. Les anuncié que pron¬
to iba a venir el agrimensor para lo¬
tear 1.500 hectáreas.
Llegan los niños
Al terminar el «mate», empezaron a llegar los niños. Me trajeron un poco

El P. Carlos con un grupito de niños de su Misión.
de gallina asada. Dijimos misa. Qué
cambio se ha obrado en los niños. Si¬
guieron la misa con devoción, con can¬ tos, de veras bien preparados. Hablé luego con la Maestra sobre la marcha de la escuela. Me dijo que los niños son muy inteligentes, y espera que al final del curso todos puedan ser aprobados. Hay un niño sordomudo, inteligentísi¬
mo.
Le enseñé vuestra foto en colores, queridos Cursillistas. Y les conté que es por vuestra ayuda que se ha abierto una escuela para ellos en plena floresta. Se pasaron la foto de mano en mano, curiosos. Sería bello tener una foto vuestra grande para colocarla en la pa¬ red de la escuela, a fin de que todos los días los niños pudieran ver quié¬ nes son sus bienhechores.
Para un mejoramiento de vida
Al Cacique le prometí una hacha, pa¬ ra cortar árboles. Y una hacha grande cuesta aquí 800 guaraníes... Y necesita
rían una cada familia. Además necesitan
azadas, machetes, cuchillos, y alguna arma, que les es casi necesaria para vi¬
vir. Son tantas las necesidades de aque¬
lla pobre gente... Pero hemos emnezado la obra, y creo que, con la ayuda de la divina Providencia y la vuestra, se¬ guiremos elevando el nivel de su vida. También ellos son hijos de Dios y tie¬ nen que vivir decentemente. Y nosotros somos los responsables en esta obra, los
buenos samaritanos.
P. CARLOS STRADAIOLI T.O.R.
Misionero en Paraguay

11

LA TERCERA OROEN REGULAR DE SAN FRANCISCO EN MALLORCA
LXXV ANIVERSARIO Notas estadísticas

MINISTERIO DE LA PALABRA Y ASOCIACIONES RELIGIOSAS

(Continuación)

ASOCIACION DEL VIA CRUCIS PER¬
PETUO. — El P. Agiüllo, Comisario Pro¬ vincial de los Menores de Cataluña, que impuso el hábito a nuestros Fundado¬ res, el 11 de junio de 1893, vino acompa¬ ñado de su Secretario, P. Pedro Riera, el cual en frecuentes coloquios espiritua¬ les, encaminados a infundir el verdadero espíritu franciscano a los Novicios, tan¬ to les encareció las excelencias y frutos de la ASOCIACION DEL VIA-CRUCIS
PERPETUO, que en seguida se cuidaron de promoverla entre las personas que acudían a la iglesia del Convento; y a poco de su establecimiento (29 de jimio de 1893) contaba ya con veinte Coros, con un total de 200 asociados, lo cual «dadas las circunstancias del pueblo (Llucmajor), tiene capital interés». (Re¬
vista Franciscana de Vich).
PIA UNION DE SAN ANTONIO DE
PADUA. — Para extender y propagar el culto del «Santo de todo el mundo» y la obra del Pan de los Pobres, se funda en Roma (año 1894), en el Convento Generalicio de S. Antonio de Padua, la PIA UNION DE SAN ANTONIO. Apenas lle¬ ga la noticia a los nuestros, con las de¬ bidas autorizaciones, la establecen en nuestros Conventos de Llucmajor y Ar¬ ta, años 1896 y 1897, respectivamente. Y
como hicieron muchos Cardenales en Ro¬
ma, también nuestros Fundadores enca¬ bezan ejemplarmente las listas de dicha
Pía Unión con sus nombres. El Divino
Maestro empezó a hacer y a enseñar.
ASOCIACION DEL ROSARIO PERPE¬
TUO. — Contera (diría el P. Cipriano de Sta. María) de la Cofradía del Santísi¬
mo Rosario es la ASOCIACION DEL
ROSARIO PERPETUO. Si no fundador
de varias secciones, fue uno de los más activos y fervientes propagandistas de tan hermosa Asociación, el P. Fran¬ cisco Fornés, como lo acredita plena¬ mente la patente de nombramiento de PRESIDENTE DE LAS SECCIONES DE
MALLORCA, excepto la de Manacor, ex¬ pedida en Roma por el Maestro Gene¬ ral de los Dominicos, año 1905.
ADORACION NOCTURNA ESPAÑOLA.

— El 25 de julio de 1904, festividad del Apóstol Santiago, Patrón de España, tras largas y laboriosas gestiones lleva¬
das a una voz entre los Padres del Con¬
vento de Artá y el caballero D. Monserrate Blanes, de una parte; y el Consejo
Diocesano de la Adoración Nocturna de
Menorca, de otra; inspiradas por el Ado¬ rador D. Miguel Pallicer, quedaba insta¬ lada «bajo los auspicios de los TERCIA¬ RIOS REGULARES de Artá, la PRIME¬
RA SECCION EN MALLORCA DE LA ADORACION NOCTURNA ESPAÑOL *.
Bien asentado el regular funciona¬ miento de la Adoración para Adultos, surgirá en seguida la Sección Menor de los TARSICIOS, de cuyos fervores eucarísticos serán testigos los niños, prin¬ cipalmente de nuestros Colegios de Lluc¬ major y de Artá, así como las niñas de los Colegios de las Hermanas de la Ca¬ ridad de ambos pueblos.
(Concluirá)
P. Francisco AMENGUAD, T. O. R.
(*) Nos dice nuestro buen amigo P. José Capó, C. O., que ya en febrero de 1884 empezó en la iglesia de S. Felipe Neri, de Palma, una VELA NOCTURNA (también llamada Adoración) dependiente de la Asociación de ADORACION Y VELA AL SMO. SACRAMENTO; pero... no te¬ nía ninguna relación de organización ni de Esta¬ tutos con la ADORACION NOCTURNA ESPAÑO¬ LA, a ia que no se incorporó hasta el noviembre de 1906 (Vide ALMUDAINA, 12 nobre., 1906). No formaba, pues, una SECCION y hasta parece se opondría a ello, según carta del Presidente Diocesano de Menorca al fundador de la Sec¬ ción de Artá, donde le dice: «Ya que Palma no ha querido responder al divino llamamiento, ARTA LE DA UNA LECCION ENARBOLANDO, EN ESA ENCANTADORA ISLA, LA BANDERA DE LA OBRA» (Carta de 22 de dbre., 1903). Y en carta al Director Espiritual, P. Salvá, (14 enero 1904): «COMO EN MALLORCA NO EXISTE SECCION ADORADORA NOCTURNA... deben formar UN NUCLEO EUCARISTICO...

12

FISONOMÍA DE SAN FRANCISCO
%Ln manjar que le apetecía
a nuestro seráfico Vadire: EL MORTARIOLUM

— n el número de enero de 1965, de esta revista, escribíamos una «cuestión

luliana» bajo ese epígrafe: «MORTEROL: un manjar que ya no se come».

Era un leve estudio sobre esta palabra, morterol, que usa Llull en L. de Demos¬

stcdroiiaoobcndriaeíoadnolsasde(ccqooFunnraaferndtccicciailhóib.anreApo,lgaulccanaobopmr.sap, IodIpseIi)ec.riltóoensPnreedtceseieexntnoattesáqsbuaepm laroompCsoaarntcvajiaaolurrni.noaysbaatnoextdaoastVosam,leenndcoieiavacolyensca, ol rrdemelaes¬¬,

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cPSoeam rnoerFlorealnqcm uiseocrontaohriuosbaluiebm síaemom osam, noiofretseetrnautdoeonloc,edseqsueneoos,arspeí coorserdloállbamammeanoosse,nuenscaasqtvueeelzlanneuonessetulrom viedPnaa¬¬,

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Es evidente que el mortariolum, al gía, ha de identificarse con el morterol
confección, desde luego, difería bastante teníamos recogidos anteriormente.

menos en cuanto al nombre y etimolo¬ luliano y el morteruelo castellano. La de lo que nos enseñan los textos que

chdatPvdieaeopviaeznsoódnocs,SrPtol.eteaoisoeeslNrnetSegsuaaqsotesenourlcasslaleeietttoeFrratJosíirsesar,asacmsnePoúbpqocsm eauuisnsdddie,eu creieoennads,s.zeaieopm teb¿uenílEzaardarsrem úlóaaapnnnasberanefunlm dgajpyeeaooqanrirm oluaoray,aessaczrorrrouaseecm nlapcrsidploouaopeusrm tsaduetdenaasrsesarauntríoaslsaonveúadtlodlpdnentesieraehm ?ivm m ceiiaaDcddioEzeheoiorúlolñe?oscansuaa,dfas(repeSeorsenl.myytoistm u Lesoecun da.onacalhmcrr.dair¿tiñaae,lNl2oosnr4popisg,d,oaeaorlr4aenuoe2vssm dfcm ,ar,aeiednruVcíodgayyuliaoéelslgritnqfcoearsuuaomnetieenn,añpgsc)eo.slrittosesrraioan¬s¬¬l

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13

PÀGINA LIT ERARIA

La. passió cruenta de Santa ikg;nés

¿On va, amb candor i amb nom d’anyella. Agnès? ¿Va al tàlem? Va al turment! Es tan petita la donzella que no té lloc pel naframent.
Era rebrot de noble tronc;
era poncella i prometença; tretze anys tenia; però fonc la senectud del seny immensa.
El fill galant de l’imperant per l’amor d’ella es corfonia de genollons i suplicant. Agnès així li responia:
«Ves-te'n de mi, vas de pecat, pàbul de mort, carn vermenosa, vil nodriment de malvestat: la teva amor m’és enutjosa.
Ets arribat massa tardà,
que altre amador em prevenia:
tresors sens preu me va mostrar
i em prometé que me’ls daria.
Es fill de mare virginal
el bell donzell d’on só amorosa:
més alt que el teu és son casal i sa sang és més gloriosa.
De sa blancor, de sa rossor, la lluna, el sol n’han meravella: no fallirà mai l’esplendor, de S071 nom clar com una estrella.
El nard l’ungeix amb son perfum qui els morts i tot retorna a vida; i, quan estén sa mà de llum. fa reflorir la carn marcida.
1 sa paraula és com el pa i com llunyana melodia, i com l’oreig qui fes tombar
la crosta vil de Ilebrosia.
A mon Amat sens fer injúria, ¿com en pendria un de novell tot escalfat per la luxúria, si tanmateix som tota d'Ell?

Santa Agnès s’està
en cambra tancada
Son pare li diu
si vol ser casada. Ella li diu, no:
que ja n’està dada.
(Cançó popular)
Amb son abrac m'ha circumdat, i amb ell me som incorporada, i de sos llavis he xuclat la llet i mel de la besada.
Virginifica son abraç i son contacte renovella;
trasmuda en alba el dia las
i la fembra àvol en poncella.
La vermellor que t’enamora damunt ma faç, l’ha encesa Ell; sa bella sang flamejadora donà a ma galta un foc més bell,
I de sos braços vaig sortir, més pura que la primavera. Ja el sent qui em diu: Avina a mi! I veig son tàlem que m’espera».
I de l’amor l’ocult verí, pel moll dels ossos decorria del bell donzell qui duia el si tot arborat de flama impia.
No el curarà metge seient amb ninguna herba remeiera
ni amb mots suaus d’encantament
del mal de mort que l'exaspera.
No el curarà, no el curarà.
Un bes d’Agnès el curaria: però Jesús va segellar
el cor i els llavis de l’Aimia.
La turba clama esvalotada:
«Per puniment d’aquest refús cal que al bordell sia llençada la clara perla de Jesús».
Nua del drap immaculat cegarà els ulls d'aquell qui miri
la tremolenca nuetaí
del virginal botó de lliri.
«Que sia, doncs, llençada al foc!» La flama és bella i tremolosa: per rebre Agnès s’eixampla un poc, i l’embolcalla, cobejosa.

14

Es amorosa i 'innocent
la infatigable flama viva: besa son cos Uisquívolment amb una gran carícia esquiva;

1

i de l’ardència crepitant

1

ne surt Agnès més tendra i bella:

així una nit refrigerant

1

deixa més fresca la poncella.

El jutge diu: «La mort aguda ja trobarà camí més breu pel coll de neu d’aquesta druda». Agnès respon: «Grat sia a Déu!».

Jamai un coll tan dolç i blanc ha mossegat l’espasa impia; mai el coltell ha begut sang amb més intensa glotonía.

I fumejant i sanglotant per l’ample esquinç de la ferida, amb el borboll vermellejant, com una font, li fuig la vida...

Vida d’anyell dolç, gemegant, flueix, flueix a caldes ones. IJas triomfat, verge sagnant! Ton front de nina no és prou grati! ¿Com hi cabran dues corones?

I jo, Llorenç, sirvent del Crist, dispensador de son misteri, qui pren conhort d’aquest món trist amb la dolçor del vell salteri,

per

r el Port Armat

qui ens crida a lluita i violència,

volguí exalçar el teu combat,

ton pit de verge, acuiraçat

de castedat i paciència.

Llorenç RIBER (1882-1958).

El nom de Llorenç Riber és ja prou conegut en aqueixa «Pàgina li¬ terària». Avui hi torna comparèixer enjoiat amb un dels més bells poemes del seu «peristefanon». Les corones. El calendari litúrgic del mes de gener està complicat en el fet de la inserció de dit poema.
¿Què podem escriure de novedat o d’inèdit sobre l’excepcional artista del nostre llenguatge, sobre un dels millors —si no el millor— orfebres que ha coneguts la llengua catalana? Comprovi’s això que estam dient damunt la mostra reproduïda. Nosaltres no hi sabem descobrir més que or i argent i pedreria de l’autèntica. No hi trobam res que faci so de fals o de buit o de cosa esquerdada. Tot hi és ben tallat, ben polit i ben llimat, aixi com ho exigeix Téophile Gautier en els famosos versos de L’art: «Talla, poleix i lli¬ ma» (segons la versió de Miquel Ferrà). Quin puixant reviscolament i quina gerdor recobren fins i tot els arcaismes quan En Riber els treu la pols se¬ cular i els situa a un lloc adient! Quina inesperada netedat i endreçament tenen els mots més vulgars quan En Riber, recollint-los de dins el fang, els ha abstergit amb l’aigua lustral del seu gust depurat!
En Riber de vegades, en els seus escrits, tradueix o glossa qualque text preexistent (en La passió cruenta de Santa Agnès extreu idees de Sant Ambròs en les lliçons del segon nocturn de l’antic Breviari Romà), però, quin deliciós traduir i quin glossar és el seu! Tot hi sorgeix amb una nova lluen¬ tor, amb un nou bategament vital, amb una nova actualitat calenta i en¬ tranyable.
Que se’ns perdoni si té res d’excessiu el nostre entusiasme i el nostre elogi. Es que a través de les obres de Riber, en vers i en prosa, aprenguérem, fa molts d’anys, de mirar la bellesa amb ulls més clars.
Fra M. C., T. O. R.
15

ft'Ck.tf rojo enireoisia..,.

A DOÑA TELE TOSTÓN ESPAÑOLA

¡Ah, doña Tele...! Joven ella, hermo¬ sa ella, simpática ella, coquetona ella,
con un si es no es de cristalina barri-
guita, como de incipiente embarazo. Lo malo es que cuando se da la luz, no na¬ cen más que anuncios y «telefilmes» de tiros o estupideces con risitas de fondo.
Vive doña Tele en un lugar muy apropiado: Prado del Rey. Prado, por¬ que para eso hace mucha propaganda de leches naturales, leches condensadas y quesos. Del Rey..., por la vida que se dan los que consiguen comprar los espacios publicitarios y venderlos des¬ pués a las casas comerciales al precio que a ellos les parece.
Hablando con doña Tele Tostón, se admira uno del lenguaje tan original que emplea. ¡Qué temas tan profundos trata! ¡Qué frases tan ocurrentes! Vean,
vean...
—Dispongo de muy poco tiempo. Co¬ mo ves —aquí a todo el mundo tratan de tú porque está muy de moda—, es¬ toy «empacando». Un familiar mío ha resultado «ochiso» y tengo que partir
inmediatamente.
—Yo quisiera hablar unos minutos... —¿Sobre...? Ya sabes que según qué
temas...
—Sobre..., usted (Nada de familiari¬ dades de mi parte, no vaya a ser que alguien se malpiense).
—¡Ah, entonces encantada! Conmigo todo marcha mejor, dándole a la vida
más sabor.
—¡No me diga...!

—Piensa lo que quieras. Respetaré tu opinión porque ya sabes que el hombre es persona intransferible con criterio propio que debe prevalecer...
—¡Ya! Aunque treinta millones de es¬ pañoles digamos que es una birria, a usted no le hace cambiar ni su padre.
—Por algo se afeita con «Filomatic», y el novio que tengo ahora, con Philishave3. ¡Un afeitado regio, créeme! Digan lo que digan, soy cosa de hombres y estoy como nunca. Si no tiene una Super-tele,
está usted fresco.

—¿Y sabe usted que vive en pleno si¬ glo XX, con unos problemas enormes por exponer a nuestro pueblo? ¡Hay que trabajar, amiguita!
—¡Que trabaje Rutton!
—¡Pero mujer, que estamos ante un
II Plan de Desarrollo!
—Ya le dedico im espacio semanal.
—¿Cuál? — Pequeña comedia.
—Y muy pronto —después de la cri¬ sis de la libra, del dólar y del franco, tendremos la crisis de la peseta.
—¡Tengo una frase más original para cuando llegue...!
—Suéltela.

—Contamos contigo.
—¡Simpaticona! Nuestro pueblo no necesita tiros ni viajes al fondo del mar,
sino cultura.

—No me llores, no me llores... Que compre la enciclopedia Salvat en fascí¬ culos. ¡Sólo 25 pesetas! De venta en quioscos.

—Nuestras gentes viven tristes... —Calmante Vitaminado le devuelve la algría. Calmante Vitaminado le devuelve la alegría.
—Los hombres nos desconocemos unos a otros.

—Pues ellos se conocen porque fuman L M.

—Con tanto crimen y se siente seguro...
—¡Bummm! Ponga un
vida...

atraco, guardia

nadie
en su

—La gente sólo sueña en hacer dine¬
ro sin dar golpe. El máximo esfuerzo que realizan es rellenar las quinielas por si hay suerte, y...

16

—¡Un millón para el mejor! —Ya nadie cree en la ley... —Moraleja: compre una cárcel y tire la vieja. —¡Señorita de mis pecados, que existe un problema colosal!
—Como el Colowal.
—Como usted se lo pasa de miedo... —Yo paso todo, como el Simca. Paso camiones, paso coches, naso gasoline¬ ras... ¡Soy un cinco sentidos con ner¬
vio!
—Y que lo diga. El sexto —el co¬ mún—, ni lo huele.
—Yo sólo huelo sopas Knorr. —¡Me está poniendo verde! —Como los puntos de Avecrem. ¡Tia Leo, Leo...!
—Y cuando no habla a base de anun¬
cios o tonterías por el estilo, ¿qué hace
usted?
—A mi plin. ¡Yo duermo en Pikolin,
el colchón de mis sueños!
—¡Viva la vida real, por favor! —Ya lo hago; pero vivo la vida con Pepsi. Y como visto Terlenka; yo, tran¬ quila. —Al menos, ¿sabe usted que estamos
celebrando el nacimiento de Cristo?
—¡Naturalmente! A todos los lectores de EL HERALDO DE CRISTO, Philices
Navidades.
—¿Y que —siguiendo su ejemplo—, ha
de amar a los demás...?
—«Hoy te amo más que ayer, pero menos que mañana». Y esta frase sólo eistá grabada en la auténtica medalla
del amorrr.
—Qué lejos estamos el uno del otro...! —No te preocupes. Fumemos Winston, el placer que nos une...
Lancé un bufido y me largué para que pudiese terminar de «empacar». ¡Qué pena! El «ochiso» era un familiar suyo en vez de ella.
A mí lo que menos me importa es que me frian a ammcios. En cuanto me fastidian, bajo el volumen y en paz. Lo que me hace rabiar es que se esco¬ jan las frases más usuales en nuestro dialogar cotidiano y se comercialicen. Y así no me basta con bajar el volumen o mandar a dormir a doña Tele Tostón, porque necesito hablar con las personas y son ellas las que me sacan inmedia¬ tamente la frase con su respectiva co letilla comercial. Por ejemplo:

Un anciano ya no puede decir que lu¬ chó en la guerra de Cuba y añadir que es un veterano porque, inmediatamente, algún «genio» le replicará que tiene
«eso».
No puedes meter en una conversación el socorrido «tú y yo» porque otro «listo» añadirá lo de «y cocinas Corbe-
ró».
Ni se le ocurra afirmar que un pro¬
blema tiene una solución muy sencilla, porque inmediatamente le largarán lo de «o Moriles, o Montilla.»
En una reunión, nadie sabrá que Fe¬ lipe II construyó el monasterio del Es¬ corial; pero todos le dirán que cuenta «con los años precisos para ser su co¬
ñac».
Por muy castizo que sea, no sueñe con poder soltar el chulapón «¡ahí es ná»!..., o se encontrará usted con la «recopa 501».
Si está pasando la tarde con unos amigos, domínese y no planee nada pa¬ ra la oscuridad porque al «esta noche, ¿qué?», recibirá el consabido «esta no¬ che, Flex».
¡Qué pais de monstruos está creando la tal doña Tele Tostón Española, ami¬ gos! Aunque gane todos los festivales habidos y por haber.
El jefe de programación me ve salir todo sulfurado y dice a un realizador:
—Fray Rojo se va.
Me paro en seco, giro la cabeza lenta¬ mente, le miro de hito en hito, y contes¬
to:
—¡Usted sí que sabe!
N. de la R. — La crítica que de la Televisión española hace nuestro esti¬ mado colaborador fray Rojo es amarga y poco constructiva. Verdad es que el tono festivo y zumbón que adopta el autor del trabajo, palia bastante dicha amargura. Algunos de los defectos que le señalan a la Televisión fray Rojo y ■otros, son, desde luego, verdaderos. A todos nos molestan los repetidos anun¬ cios, las interrupciones por deficiencias técnicas, los inesperados cambios de programa o de horario, etc. Pero no to¬ do es negativo. Según nuestro personal punto de vista, el saldo es más bien po¬ sitivo. Tal vez podría decirse que lo que ofrece la Televisión sube y baja por es¬ ta escala: muy bueno, bueno, aceptable, malo y hasta, si se quiere, muy malo. Como en casi todo lo humano, la situa¬
ción más frecuente es la intermedia.

17

NUESTEA pequeña
HISTOEIA

Tftedio siglo atrás.,.

1919. Nuestra revista cumplía, o estaba a pun¬ to de cumplir, sus diez añitos. ¡Honor a aque¬ llos esforzados primeros religiosos nuestros que, a pesar de su escaso número —en 1919 no se contaba aún más que con una docena de sacer¬ dotes— ya habían podido sostener hasta la edad de los diez años, una publicación como «EL HERALDO DE CRiSTO»! ¡Cuántos periódicos y revistas nacen y no alcanzan la longevidad (?) de los dos lustros! Pero nuestra revista, con todos los crecientes y menguantes que se quie¬ ra, va a cumplir sus sesenta marzos y continúa tan aferrada a la vida, ostentando, desde hace largo tiempo, el decanato de todas las publica¬
ciones isleñas no diarias.
Terminada la primera gran guerra europea o mundial y extinguida la gravísima epidemia que había cubierto de luto nuestro suelo, el año se abría con signos moralmente —y hasta material¬ mente— negativos. Ya lo denunciaba el primer título, «Camino del precipicio», de nuestra re¬ vista en aquel número de enero de 1919. Fr. Juan efe Alvemia ponía en su escrito brochazos tan sombríos como éstos; «A pasos agigantados corre la moderna sociedad hacia un abismo es¬
pantoso», «la anarquía reina en diferentes nacio¬ nes», «la situación en Rusia es gravísima», «la sociedad se aleja de Dios y Dios, a su vez, se aleja de la sociedad», etc. Y es el caso que la sociedad desde entonces no se ha apartado un momento de aquel camino. Pasa que el abismo tiene dimensiones y profundidades enormes.
Otro epígrafe muy de aquella actualidad: «El B. Ramon Llull, Protector y Abogado contra la

grippe». La grippe: —nombre y ortografía ga¬ bachos, era una intrusa— había causado mucho estropicio en Mallorca: un incalculable número de atacados, 600 defunciones en Palma y 2.000 en toda Mallorca. Los vecinos de la casa de Ramon Llull (en la antigua Plaza de Abastos), por intercesión de nuestro Beato, se habían visto libres del contagio.
Logrado el armisticio, se había de reunir la Conferencia de la Paz. Se preveía que no sería lo pacífica que era de desear. De hecho no hizo sino dejar levadura para la fermentación de la segunda gran guerra mundial. El Papa había levantado la voz para dar sus sabias directrices. Fr. Gil del R., en «El Congreso de la Paz y el Vicario de Cristo», comentaba aquellos hechos.
Le nacía, aquel mes, un suplente a Daniel: En
Gostinet. Tocaba el tema tan socorrido de las modas. En este caso, la de los sombreros de señora (moda inocentísima, por supuesto). Pero es el caso que una señora con una de esas
«mampares» no dejaba ver a «mestre Biel», en la iglesia, «ses manotadas d’es predicador».
Una larga nota necrológica de Inca; el falleci¬ miento del Rdo. D. Simón Reus, amigo y bien¬ hechor de aquella Comunidad.
Y un soneto de circunstancias, «¡Missa noval», dedicado a un novel sacerdote por Era J. R., T. O. R.
Santiago Vilella, Terciario, pintaba con mucho énfasis literario, la situación poco halagüeña del

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18

mundo en la postguerra. Titulaba su trabajo «Horas de prueba».
Se insertaba a continuación el resultado de la última colecta del «Día de la Prensa Católica» en España, con su distribución: 114.88175 ptas.
Los sueltos de «Noticias y variedades» eran variados, referentes a la pasada guerra, algunos de ellos. Bajo el título «Peregrino juicio sobre la mujer» se leía, entre otras cosas, que ésta «debe ser como un reloj de la ciudad, de una exactitud y regularidad perfecta; pero no debe, como dicho reloj, hacerse oír en toda la ciudad».
De «Crónica franciscana» destacamos la noticia
de la bendición de la capilla del Sagrario en San Francisco, de Palma. Recordemos unos nom¬ bres: arquitecto, D. Guillermo Reynés; director general, D. Fausto Morell, pintor; escultor, D. Marcos Llinás; ventanales, casa Rigalt Granell (como se sabe, esas vidrieras quedaron rotas en un bombardeo, durante la guerra civil); donante de toda la capilla, doña Ana Sureda de Veri; padrinos. Conde de Peralada y Marquesa
de Vivot.

VITAMINADO
CALMA Y ANIMA la tableta que da bienestar CONSULTE A SU MEDICO
En la «Necrología», aún bastantes jóvenes víctimas de la pasada epidemia.
Sólo dos trabajos en «Juventud Seráfica»: uno de Antonio Moragues Morell, «Lo que se impo¬ ne», sobre los grandes problemas sociales de¬ rivados de la última guerra; y otro de X. que viene a ser una descripción detallada de la nueva capilla del Sagrario, a cuya bendición
hemos aludido anteriormente.

UN «ARTICULO» NO DE PRIMERA NECESIDAD

CJy

porque no lo es, hemos
de nuestra revista. No

decidido
se hace

suprimirlo. Nos referimos al del
por motivos económicos, ni ello

nombre
supone,

así lo creemos, devaluación alguna. Se pretende sólo aligerar, simplificar tm

poco dicho epígrafe, exonerándolo de un artículo innecesario.

Los diarios y revistas buscan de ordinario, para ser designados, títulos cor¬ tos, escuetos, tajantes, desprovistos de todo viso de barroquismo o gerundismo: un adverbio o intrejección («Ya», «Hoy», «Hola», «A B C», etc.), una, dos o tres
palabras, pocas veces cuatro, como el nuestro de hasta ahora.

Pensamos que con la pequeña amputación el nombre de nuestra revista no va a perder nada de su carga espiritual o histórica. A menudo, ya desde un principio, se la viene citando como «Heraldo de Cristo» o, sencillamente, «He¬
raldo».

Para los no enterados diremos que la palabra «heraldo», de origen germá¬
nico, significaba el caballero que en las cortes medievales tenía el oficio de transmitir los mensajes de importancia. En España y fuera de España hay cierto número de periódicos y revistas en cuyo nombre figura la voz «heraldo».

Puede interesar también conocer, para percibir su sabor franciscano, el
porqué del nombre de nuestra revista. Lean lo que cuenta Celano (y, casi con las mismas palabras, San Buenaventura): «Cierto día, vestido con un sayo corto, en vez de las escarlatas que en otro tiempo llevaba, iba por im bosque y entonaba en lengua francesa alabanzas al Señor. Cayeron de repente sobre él
unos ladrones. Con amenazador semblante, le preguntaron quién era. A lo que
Francisco, con acento seguro y claro, les respondió: «Soy el heraldo del gran
Rey...», Como se ve, «de Cristo» es una glosa: «el gran Rey» es Cristo. Queda patente la razón que tuvieron sus fundadores al dar a esa revista el título de
«El Heraldo de Cristo».

19

«Que todos sean uno*
(Jn. 17,21)

lí^o que toa otros escriben

UNA NUEVA VERSIÓN CASTELLANA DEL NUEVO TESTAMENTO,

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ACEPTADA POR TODOS LOS

CRISTIANOS SIN DISTINCIÓN DE

IGLESIAS 0 CONFESIONES

Los «profetas» que hoy se presentan

para indicar a la Iglesia el nuevo ca¬

mino que debe tomar, ¿vienen de parte

I NUEVO

de Dios? ¿Cómo podremos discernir, en

el pulular de nuevas ideas, lo que viene

¡ TESTAMENTO

de Dios, lo que es palabra «profètica»

i de Dios a su Iglesia, de lo que es pala^

versión ecuménica, dirigida por el padre Serafín de Ausejo, O.F.M. Cap.

bra «humana», o peor aún, tentación del
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Por lo que se refiere a los profetas, Jesús nos ha dado tma regla infalible para distinguir los verdaderos de los
falsos: «Por sus frutos los reconoce¬

^4^ Por primera vez, un equipo de
prestigiosos escrituristas católi¬ cos y protestantes, sentodos en mesa redonda, llevó a buen tér¬
mino esta versión castellana
directa del NUEVO TESTA¬
MENTO, que puede calificarse
de auténticamente ecuménica.

réis», ha dicho El. ¿Cuáles frutos? Los frutos del Espíritu, evidentemente. San Pablo los enumera en la carta a los gálatas, escribiendo: «Los frutos del Espí¬ ritu son: caridad, gozo, paz, longanimi¬ dad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal., 5, 22-23). Mientras los

Un millón de ejemplares distri buidos gratuitamente en Hispa¬
noamérica por la Comunidad
de Taizé con generoso gesto
que marca un hito glorioso en
la historia de las relaciones in¬
terconfesionales de los cristia¬
nos de habla castellana.

frutos de la carne son: «Fornicación, im¬ pureza, disipación, rivalidades, discor¬ dias, facciones», y otros por el estilo. Ahora bien, ¿cómo se puede creer que sean verdaderos profetas, que hablen en nombre de Dios, hombres indudable¬

El libro que todos los cristianos
deben
POSEER - LEER - PROPAGAR ..

mente generosos y bien intencionados, pero en quienes, en cuanto nos es dado juzgar, no se ven brillar las virtudes evangélicas de la caridad y de la humil¬ dad? ¿Cómo se puede pensar que ven¬

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gan de Dios principios y teorías que
han influido en la defección de muchos

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sacerdotes, en la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, en el debilita-

20

ALSOS PROFETAS
miento del espíritu misionero, en el des¬ censo de la práctica religiosa; principios y teorías que han turbado a muchas al¬ mas, provocando la rebelión a la jerar¬ quía puesta por Cristo para guiar a su Iglesia, empujando a algunos a separar¬ se espiritualmente de la gran comuni¬ dad cristiana para cerrarse en pequeñas iglesias de iniciados o abandonarse a una crítica áspera y despiadada de los propios hermanos en la fe, y, en parti¬ cular, de la jerarquía? Donde hay amar¬ gura, donde hay dureza y desprecio ha¬ cia los propios hermanos, donde hay es¬ píritu de división y de secta, donde hay abierta rebelión a la legítima autoridad, se puede asegurar con certeza que allí no está ni habla el espíritu de Dios, a pesar de las buenas intenciones y el sin¬
cero deseo de servir al reino de Dios. En realidad, el carisma de la profecía
en la Iglesia no está nunca separado del carisma de la santidad, que es cari¬ dad, es humildad, es pureza, es victoria sobre la carne, es don de sí a los de¬ más, es fidelidad a la Iglesia, es gozo por formar parte de ella y sobrellevar sus cargas y debilidades. Siempre fue así en el pasado: Dios ha hablado de su Iglesia por medio de sus santos. ¿Por qué no va a ser así hoy?
(Copiamos de ECCLESIA, 30 nov. 1968, que a su vez lo saca del edi¬ torial de CIVILTA CATTOLICA, 2
nov. 1968).

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LA HUIDA

José M." Pemán

Los importantes personajes (los Magos) per¬ manecerían un rato en la casa. Acaso la hospi¬ talidad Judía del matrimonio les obsequió con algún leve refrigerio. Contarían seguramente su extraña aventura, en la que, si alguna duda quedara, su condición de sabios e intelectuales quedaba plenamente confirmada por su auténtico despiste. Siguiendo la estrella habían llegado a Jerusalén. Allí habían preguntado a unos y a otros si les podían dar noticia del Rey que ha¬ bía nacido. Nadie sabía nada. Queda confirma¬ do hasta qué punto se había evaporado el re¬ vuelo de los pastores. Entonces, siempre como metódicos investigadores, habían ido a Herodes: y con la más conmovedora ingenuidad le habían preguntado al legado del Imperio por el Rey de los judíos que acababa de nacer. Herodes les había escuchado con grandísimo interés. Por medio de los sabios y escribas de Israel se había informado secretamente de la tradición nacional sobre el nacimiento del extraño Mesías que había de liberarlos. Los levitas le habían referido la popular profecía de Miqueas; Belén era el sitio señalado. Esto que desconcertaba a

no pocos judíos enfrascados en las grandes apariencias del Mesías-caudillo, no fue en modo alguno despreciado por el recelo de Herodes. Era una conspiración lo que estaba descubrien¬ do: y para la eficacia policíaca no hay dato des¬
deñable. Pidió, pues, melosamente a los Magos
que al regreso, se detuvieran en su palacio de nuevo para informarle de todos los detalles re¬
lativos al recién nacido...
Todo hubiera sucedido así, desastrosamente, si aquella noche no hubieran, otra vez, reapare¬ cido los ángeles. En sueños dijeron a los Magos que no volvieran a Herodes, sino que regresa¬ ran por otro camino. En sueño avisaron a José: «Toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto, y permanece allí hasta que yo te avise. Pues
Herodes ha de buscar al Niño para matarle».
Poco había durado el ingenuo gozo materna! de «la noche de Reyes». En seguida había veni¬ do la noche de la angustia. Ya estaba allí la Espada. Ya había estallado el duelo con ese mundo gentil en el que Simeón les había com-

22

plicado. Se habían acabado las confirmaciones luminosas y musicales de la mesianidad —cantarcillo de ángeles, ofrenda de pastores, visita de Magos— y empezaba la confirmación nega¬ tiva y trágica: Herodes, el del palacio de las altas torres, se enfrentaba con la casucha de
Belén.
Nosotros estamos en mejores condiciones que los antiguos para entender el corazón de María en aquella noche que pasaría desvelada, reco¬ giendo apresuradamente su pobre ajuar, sudo¬ sas las manos frías, espiando las rendijas del ventanuco para ver si aclaraba el día. ¡Cuántas huidas parecidas, dos veces angustiosas —por lo seguro y por lo inconcreto del peligro—, ha conocido la humanidad actual! Los antiguos, para quienes muchas veces la palabra «guerra» sig¬ nificaba un problema de ejércitos limitados y profesionales que no perturbaban la vida normal; para quienes la palabra «política» significaba una función específica de la que podía uno estar ausente; no comprendían del todo aquel duelo total que se inició aquella noche y que luego había de tener volúmenes de genocidio, de gue¬ rra de exterminio, de descuaje de poblaciones, de exiiios masivos. Los a·ntiguos, desde los evangelios apócrifos, hicieron de la «huida a Egipto» un cuadro casi idílico; la Madre y el Hijo sobre el borriquillo que lleva del ronzal el Padre, atravesando regiones de cuento, escolta¬ dos por los ángeles, saludados por palmeras que se inclinan; socorridos por fuentes que bro¬ tan milagrosamente. Nosotros entendemos mejor la huida a Egipto, confrontándola con tantas recientes «huidas», como una pálida y nerviosa anticipación, no del Calvario, sino del Huerto: presentimiento, miedo, sudor de sangre. «¿Vie¬ nen ya?, ¿no vienen?» Todo eso que ha inspira¬ do tantas páginas de la literatura moderna, des¬

de el Diario de Ana Frank a Exodo de León
ris. Los que saben lo que es aguardar toda una noche espiando si se oyen o no en la escalera los pasos fatídicos: los que conocen el horror del «se acercan»; el suspiro de «por esta noche, nos hemos salvado», comprenderán mejor lo que, en aquella atropellada huida a Egipto, María guardaría en su corazón.
Cada mata, un posible peligro; cada ruido; «¿unos pasos?», «¿nos siguen?» Y acaso en al¬ guna fuentecilla donde se detuvieran, en algún mesón, en alguna caravana que los adelantara, el terrible «notición»; eso que nunca necesitó ni telégrafo ni radio para volar cuando el aire se llena de las ondas más veloces de todas, que son las del miedo: Herodes, al sentirse burlado por los Magos, había estallado en una cólera delirante. Sus soldados habían ido a Belén y habían empezado, sin orden ni concierto, a de¬ gollar los niños varones recién nacidos. ¡Qué horror! María confirmaba, con espanto, que su niño, el del pesebre, el de la humildad, era Rey y estaba plenamente en la Historia. Porque eso es la historia y eso es la realeza.
«Levántate, María, no es posible detenerse». No tendrían mucho más empaque las palabras constantes de José, en cada etapa. La angustia tiene un vocabulario muy corto. Descendieron los ochocientos metros de la pendiente desde Belén al nivel del mar. Luego, el desierto, don¬ de las huellas de las caravanas servían de mapa de carreteras. Luego, unas dunas arenosas. El mar a lo lejos. Y al fin, un súbito verdor luju¬ rioso. Las márgenes del Nilo. Tanta agua como antes hubo arena. Estaban en Egipto. Había aca¬ bado la emoción de la fuga... Pero María estaba ya plenamente segura de que nada había aca¬ bado: de que todo estaba empezando.

23

NUESTROS DIFUNTOS

SOR MARGARITA DE S. JOSÉ LORENTE
Co~fundadora de Las «^ermeiíeies»

El día 28 del pasado mes de octubre falleció en Palma, a la edad de 78 años, Son Margarita de San José Lorente Sastre, Religiosa, Hija de la Sagrada Familia.
Había tomado el hábito religioso de su Congregación, jun¬ tamente con otras dos compañeras, de manos del Obispo de Mallorca D. Pedro Juan Campins. Un año después profesaron y el día 15 de octubre de 1911 el mismo Prelado les aprobó las Constituciones, quedando, por lo tanto, así erigida canónica¬ mente la «Congregación de Hijas de la Sagrada Familia», por lo que a Sor Margarita de San José se la puede considerar
como una de sus fundadoras.
Esta Hermana desempeñó repetidas veces el cargo de Superiora General de la Congregación hasta el año 1955, y a partir de entonces tenía el cargo de Madre Vicaria.

LLUCMAJOR.—El pasado octubre, D.° Antonia A. Noguera, T. O. F.
ARTA —Día 26 de noviembre, D.” Ana Lliteraa, franciscana seglar y madre de nuestros estimodos her¬ manos de hábito, el Rdo. P. Antonio Terrassa (residen¬ te en Estados Unidos de Américo) y Fr. Rofael Terrdssa,
del Convento de Inca
MURO.—El día 29 del mismo mes y cuondocontaba 91 años, D. Gabriel Carbonell, padre de la Ministra de la T. O. F. de aquella villa, D." Monserrat Carbonell.
INCA.—Día 15 de noviembre, D. Jaime Beltrán Beltrán, T. Fi, vecino de nuestro convento y antiguo amigo de nuestros religiosos.

Dio 6 de diciembre, D.° Juana A. Mairata Cánaves, T. F.
Día 13 de diciembre, D. Antonio Figuerola Figue¬ rola, T. F.
PINA.—Dia 7 diciembre, D. Jaime Gelabert, pa¬ dre de nuestro estimado hermano de hóbito, el Rdo. P. José Gelabert, misionero en nuestra Prelatura de Huamachuco (Perúl.
Con nuestra condolendo o los familiares, el ruego
de una oración para los que nos dejaron temporal¬
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ALTRES DEVOCIONS DE NA MARGARIDA AMENGUAL

(Viene de la pàg. 9) Nicolau Sagesse i els metges D. Sebastià Amen¬ gua! (costitxer) i D. Bartomeu Vanrell, al Cel sien ells i tots els morts.
—¿I què feien quan es trobaven aquí?
—Moltes de preguntes a Na Margalida. 1 en¬ demés, els metges li feren reconeixements una i una altra vegada.
Don Toni i don Nicolau li arribaren a fer fins
i tot moltes consultes de Teologia. Ells dos ens varen dir que sempre responia beníssim. Un dia, després de demanar-li qüestions de Teologia, vàrem sentir que deien: «Mos ne dóna amb una
cuiereta».
—¿Quants d’anys tenia Na Margarida quan varen començar les visites en nombre conside¬
rable?
—Uns 27 anys, és a dir, tres anys abans de
la seva mort.
—¿D’on venia la gent, vull dir, de quins po¬
bles solien esser?
—^En venia de per tot Mallorca i de fora Ma¬ llorca. Emperò creim que d’allà on vingueren més persones va esser d’Inca. També de Ciutat, de Barcelona, etc. Sobretot després de la mort de Na Margalida, varen arribar a venir-ne moltes.
—¿Eren esbarts petits o aiximateix nombro¬
sos?
—De totd’una eren grupets de tres, quatre, deu, quinze o vint persones. Però ben aviat ja varen esser estols de gent. Sobretot els darrers mesos que va viure Na Margalida. I encara molt més quan per Mallorca s’escampà la notícia de la seva mort. En devers dotze dies (posi els dos dies que la vàrem tenir morta a ca-nostra i els deu que va estar sense enterrar al cemen¬ ten), vengueren unes 60.000 persones. Al manco sabem que el senyor Rector ho va escriure així. I a la revista dels frares franciscans, «EL HE¬ RALDO DE CRISTO», també varen posar aqueixa mateixa xifra. Pensi que hi va haver dies en que arribaren a Costitx més de 700 vehicles de per tots els endrets de Mallorca.
—^¿No va posar obstacles l’Autoritat eclesiàs¬
tica davant tanta de curiositat?
—Quan va esser morta Na Margalida, no; abans, sí. El Sr. Bisbe va arribar a privar aqueixas visites pel perill que hi havia de que les visions, els èxtasis i altres coses que la gent trobava miracle fossin només per mor de les mateixes visites, és a dir, per manca de virtut

de la nostra germana. Noitros, ho comprengué¬ rem i ho comprenem ben bé.
—Amb sinceritat, ¿voltros vàreu sospitar mai que ella pogués fer res de tot això per orgull, per cridar l’atenció?
—No, Pare, ni de molt. Al contrari. Un dia li preguntaren què era lo que la feia patir més: les Llagues, els èxtasis o les hores d’agonia, i va respondre: «Tot lo que m’envia el Bon-Jesús encara és poc. Vull més. Lo que em dóna més turment és la gentada que ve a veure’m, perquè aquestes visites les roben al Bon-Jesús».
—¿Sabeu de què va morir?
—No morí de malaltia. O així ens ho han dit sempre. Na Margalida, un parei de dies abans de deixar-nos, i amb motiu d’un nou reconeixe¬ ment que li feren tres metges de fora i el de Costitx, els va dir que no moriria de malaltia, perquè no en tenia cap. Els metges, per cert, només varen respondre: «Ell té raó».
D’altra banda, dia 27 de gener va anunciar que deixaria aquest món al cap de tres dies, i així va ser. Morí a les tres i mitja de la dematlnada del dia 30 de gener de l'any 1919.
—Gràcies, Catalina i Francisca. De tot cor deman a la Patrona de la vostra vila —la Mare de Déu de Costitx— i a nostre bon Déu que vos concedesquin la joia grandiosa de tenir un dia la certesa de que la vostra germana, no tan sols pareixia virtuosa, santa, sinó que ho era.
Fra Jaume Tugores Mestre, T. O. R.

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25

El progreso tiene también su cara obscura

«Un fenómeno grandioso y complejo se deli¬ nea ante la mirada despavorida del hombre con¬ temporáneo. Sobre todo, el mismo bienestar que la inteligente y fatigosa actividad humana va suscitando, se convierte fácilmente en fuente de nuevas necesidades y a veces de un malestar más grave: el mismo progreso crea, en ciertos campos, peligros enormes y espantosos para toda la humanidad: el empleo que el hombre moderno puede hacer de las fuerzas mortales, de las que se ha hecho dueño, despliega sobre nuestros horizontes no ya la desesperanza, sino nubes cargadas de terror y de locura. La paz de los pueblos o, mejor dicho, la existencia de ios hombres sobre la faz de la tierra está en
peligro. El poder destructor del hombre moderno es
incalculable, y la fatal probabilidad de que tal poder lo tenga para devastar la ciudad humana, depende de causas trágicamente libres, que ni la ciencia ni la técnica pueden dominar por sí
mismas. Ocurre entonces que a nuestra espe¬ ranza sigue la angustia.
Desgraciadamente, también por otro camino nuestra generación llega a análogo resultado. El hombre de hoy se ha dado cuenta de que toda

la construcción del sistema económico y social, que fatigosamente está construyendo con sober¬ bios resultados prácticos, amenaza con conver¬ tirse en su prisión y privarlo de su personalidad para asemejarlo a un instrumento mecánico dé la gran máquina productoral, la cual, mientras ofrece numerosas y maravillosas mejoras exter¬ nas, lo sujeta a un colosal aparato dominador. Nacerá así una sociedad rebosante de bienestar
material, satisfecha y gozosa, pero privada de ideales superiores, que dan sentido y valor a la vida, y casi sorda al gemido de los pobres, vecinos o lejanos, pero que también se llaman hombre y son hermanos. Los ojos de algunos jóvenes en especial, normalmente de visión cla¬ ra y profètica, han quedado oscurecidos por Ja falta de la enseñanza de principios absolutos y por la difusión sistemática de la duda y del ag¬ nosticismo. A un cierto punto la contestación se ha puesto de moda, con la tentación de dege¬ nerar en revolución, en violencia, en anarquía, incluso en este campo social e ideal, la espe¬ ranza humana se degrada y se extingue».
PABLO VI
(De su último radio mensaje navideño)

PÁGINA DEL TERCIARIO
AVISO A LAS HERMANDADES DE LA T. 0. F. DE MALLORCA
Día 26 de enero (y no el 19, como se había anunciado), domingo, se celebrará, D.m., en COSTIT.X, la Jornada de Fraternidad Franciscana correspondiente al primer trimestre del curso.
El programa preparado es éste: A las 10,30: Meditación predicada. A las 11,00: Misa comunitaria en la iglesia parroquial. Acto seguido, visita colectiva a la tumba de la terciaria franciscana Margarita Amengual. Ofrenda de una corona por parte de la Tercera Or¬
den Franciscana.
A la 1 tarde: Tiempo libre para el almuerzo. A las 2,30: Visita (por grupos) a la casa de la citada Margarita. A las 3,30: Asistencia a la representación del drama en 3 actos titulado: «NA MARGALIDA DE COSTITX», original del Rdo. don Rere Orpí, Premio «Ciudad de Palma».
Será proyectado también para nuestros seglares franciscanos un in¬ teresante film que recoge aspectos relacionados con la «Videnta de Cos¬ titx» y esa villa.
Alrededor de las 6,30, regreso a las respectivas Hermandades.

26

10 «íIfTfl iEÍiflRiTR, PERO «UN NOTEMOS MSTRIBDO PPMTPUfi PUMOROMÍCR ...
Muy amable
Durante una conferencia que duraba ya hora y cuarto se estropeó el micrófono.
El orador, probó a esforzarse y preguntó a los
de las últimas filas:
— ¿Me oyen ustedes? — Yo no oigo nada — dijo uno. Y — un señor correctísimo, sentado en la fila primera, se levantó y dijo: — Por favor; venga usted aquí. Le cedo mi asiento. Desde aquí se oye perfectamente.
PERSECUCIÓN
En el juzgado se presenta un señor que llega
a formular una denuncia:
— Señor juez, estoy recibiendo una serie de papeles anónimos en los que se me exige el pago de cincuenta mil pesetas y se me dirigen amena¬
zas si no las abono.
— ¿No sospecha usted de nadie?
— No, señor juez.
— ¿No hay en los papeles alguna señal que valga como indicio?
-Vienen todos sin firma. Sólo dicen arriba en un membrete: Oficina de Recaudación de Impuestos.
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