El Heraldo de Cristo 1967, n. 660
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EL HERALDO DE CRISTO

REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R.
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SEPTIEMBRE 1967

Año LVIil - Núm. 690

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REDACCIÓN Y ADMÓN:
CONVENTO DE SAN FRANCISCO
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(Foto CASA PLANAS)
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lea en esíte números

Año de la fe: encuentro con el Dios

vivo

3

Consagración episcopal de Monseñor

Damián Nicolau Roig, T. O. R. . 4

El párroco y su mundo .

. 10

Possible pròleg d'un possible llibre . 13

Pàgina Literària

....

. 14

La Iglesia cambia . . .

. 16

Nuestra pequeña historia

. 18

¿Justicia Social?

• 19

Al compás de nuestro tiempo

. 22

Página del terciario .... . 23

Bibliografía

. 25

Chistes

. 27

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EDITORIAL
Año de la fe: encuentro con el Dios vivo
El sociólogo americano, Gabriel Vahanian, acaba de publicar un
libro con este desconcertante título: «La muerte de Dios». A la ver¬
dad, el título no es nuevo y no debiera extrañarnos demasiado. Des¬ de los tiempos de Nietzsche Dios está «muriendo» en la mente y en el corazón de ciertos pensadores humanistas que pretenden salvar al hombre a expensas de Dios. «Dios ha muerto —ha dicho Malraux—; luego, el hombre ha nacido». Cierto, pero este hombre na¬
cido de la muerte de Dios no da la sensación de encontrarse muy
a gusto. Sartre declara que «el hombre también ha muerto» y que toda su grandeza consiste en saberse «una ex-pasión inútil».
Interesa, no obstante, saber cómo Vahanian explica la «muerte de Dios»: «Los fundamentos de la cultura moderna no son ni cris¬ tianos, ni anticristianos. Son postcristianos. Proceden del cristianis¬ mo, mas en ellos el cristianismo sufre no una muerte violenta, sino una tranquila eutanasia. Se puede decir que nuestra época es toda¬ vía religiosa, pero es ciertamente una época postcristiana». En el fondo, lo que niega Vahanian y tantos otros «hijos de la tierra» no es ya el «Dios de los filósofos y de los sabios», sino el «Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob», el Dios vivo, Jesucristo.
Se habla mucho hoy —y con razón— del hombre y de las rea¬ lidades terrestres, pero quizá no se insista demasiado en el hecho del Hombre-Dios encarnado en el tiempo, —el tiempo del hombre— Si la actual renovación cristiana, caracterizada por el retorno a la liturgia, a la Biblia y los Padres, quiere ser auténtica, debe alcanzar a la religión bajo su aspecto central, el del Dios-Hombre; porque, en definitiva, es Jesucristo, el Dios vivo de las Escrituras y hombre como nosotros, el que es simultáneamente causa y objeto de nues¬ tra fe. La Iglesia, prolongación del Dios encarnado en la historia, no es más que el «sacramento» de la presencia de Jesucristo entre
nosotros.
Al promover el presente «Año de la Fe», lejos de la mente de Pablo VI están unas celebraciones triunfales del centenario del mar¬ tirio de los apóstoles Pedro y Pablo, sino que nos pide «reavivar, confirmar, purificar, confesar» la fe. Todo está en crisis —se oye de¬ cir a menudo—, pero, sobre todo, hay crisis de fe. Y el creciente oleaje de incredulidad que nos invade a todos, pone a la Iglesia en la peor crisis de su historia. Una frase de la «Populorum progressio» basta para describir las consecuencias de la actual crisis de fe: «El hombre puede organizar el mundo sin Dios, pero sin Dios acaba por crganizarlo contra el hombre».
Cada vez más bellas y numerosas resultan las celebraciones li¬ túrgicas que se hacen hoy en nuestras iglesias. Incluso éstas, ma¬ terialmente, se han transformado y dispuesto para un mejor servi¬ cio de la Palabra de Dios. Todo esto está bien, pero no basta. Nos quedaríamos a mitad de camino, si estas celebraciones no nos lle¬ varan a un encuentro personal con el Dios vivo que preside a los reunidos en su nombre, si no supusieran un aumento de fe en Aquel que se sacrifica y se entrega a nosotros en el altar. Sólo des¬ pués de un encuentro con el Señor, seremos capaces de ir alegre¬ mente al encuentro de los demás, de reconocer a Cristo en el rostro de los demás hombres y compartir con ellos nuestro pan.
J

CONSAGRACION EPISCOPAL

La tarde de día 25 del pasado mes de julio, festividad de Santiago, Patrón de España, fue consagrado Obispo Monseñor Damián Nicolau Roig, T. O. R.
Con tal motivo «Diario de Mallorca»
(26-7-1967) publicó una ñel reseña del
extraordinario acontecimiento, que nos
complacemos en reproducir. Decía así:

UN MALLORQUIN, NUEVO SUCESOR DE
LOS APOSTOLES
Anoche, en impresionante y lucida ce. remonia, fue consagrado Obispo Mon¬
señor Damián Nicolau Roig, T. O. R.
Una multitud de fieles llenó la Basílica de San Francisco.

imposición de Id's evangelios: Lo pre*
dicación del Evangelio va siempre unida al sacrificio; es una carga que
pesa sobre los hombros dél nuevo Óbispo como sucesor de los Após*
toles.
4

o se ven todos los días ceremo¬
nias litúrgicas tan impresionan¬ tes y selladas de significado como la de una consagración episcopal. Al igual que multitud de mallorquines —Vila¬ franca en masa y también nutridas representaciones de las villas de más solera franciscana—, asistimos, duran¬ te más de dos horas, a la consagración de Monseñor Damián Nicolau Roig, Obispo titular de Bararo y residencial
de Huamachuco. La Basílica de San
Francisco refulgía de esplendor, rebo¬ sante de fieles, que ofrecían al Señor
el sacrificio del calor de una tarde
canicular de julio.
Actuó como Obispo consagrante el de Mallorca, Dr. D. Rafael Alvarez La-

DE MONSEÑOR DAMIAN NICOLAU ROIG, T. 0. R

ra, y como coconsagrantes los de Ibi¬ remonia este último. Los cantos litúr¬

za y de Jaén, Dres. D. Francisco Pla¬ nas Muntaner y D. Félix Romero Menjiba. Con los cuatro prelados oficiaron
el Santo Sacrificio el Provincial de la
T. O. R., P. Antonio Bauzá, el Defini¬ dor Provincial, P. Juan Ramón, y el
^écretario General de Misiones de la
T. O. R. y hermano del nuevo Obispo,
P. Bartolomé Nicolau. De Diácono y Subdiácono actuaron los franciscanos

gicos, que resonaban como coros an¬ gélicos en la vastedad del templo, co¬ rrieron a cargo del Coro de La Porciúncula y las voces blancas del Cole¬ gio de San Francisco.
Como respresentantes de nuestra sociedad cristiana, presidieron la fun¬ ción los Sres. Capitán General de Ba¬ leares, Gobernador Civil, Alcalde de

misioneros en Huamachuco, PP. Sebas¬ Palma, Presidente de la Diputación

tián Maimó, Canciller-Secretario de la Provincial y Cónsul del Perú en Ma¬

Prelatura, y Juan Bustos. De maestro llorca, D. Nicolás Cotoner. Padrinos de ceremonias ofició el Canónigo Pre¬ del nuevo Obispo lo fueron el Presi¬

fecto de Ceremonias de nuestra S. I. dente del Instituto Nacional de Indus¬

Catedral Basílica, D. José Sacanell, tria, don José Sirvent, y la señora doña auxiliado por los PP. Antonio Riutord, Blanca Goyeneche de Cotoner, Ocupa¬

Superior de la Basílica de San Fran¬ ban también puestos de honor el Al¬

cisco, y Sebastián Rosselló, Superior calde de Vilafranca, pueblo natal del de Cura. Explicó públicamente la ce¬ nuevo Obispo, al frente de la Corpora-

Un momento de lo solemne concelebración que siguió al emotivo rito de la consagración episcopal.

5

ción municipal, y jerarquías de todo or¬ den de la villa, así como los hermanos del nuevo Prelado, don Jaime y doña Magdalena, con los sobrinos y otros fa¬ miliares. Representaciones del Cabildo Catedral, Clero, Ordenes y Congrega¬ ciones religiosas, masculinas y femeni¬ nas, llenaban con el pueblo ñel el an¬
churoso recinto de la Basílica.
74?
Hasta aquí la nota, detallada, de lo que podríamos llamar la crónica de la esplendente ceremonia. Nos falta sig¬ narla del reflejo de su emoción religio¬ sa, de su significado litúrgico, de su ejemplaridad en todos los órdenes, des¬ de la procesión inicial de presentación del que va a ser consagrado con la ple¬ nitud del sacerdocio, hasta uno por uno, los datos ceremoniales, bien indi¬ vidualizados en su trascendencia, y en¬
cuadrados en el desarrollo de una Mi¬ sa solemnísima.
Podríamos ir explicando la lectura del mandato apostólico de consagra-
Foto l.“
Ungidas manos y cabeza con el Santo Crisma, Mons Damián recibe el báculo, símbolo de su oficio de pastor.
Foto 2."
£1 nuevo obispo presenta la tradi¬ cional ofrenda: dos pequeñas cubas de vino, dorada una, plateada la otra, en
las cuales han sido tallados sus blaso¬
nes.
6

ción, emanado del Príncipe de los Apóstoles y Siervo de los siervos de
Dios; el examen aleccionador del nuevo
sucesor de los Apóstoles —«a nadie pongas las manos con precipitación...»
— el acto de anonadamiento de la
consagración, la entrega del báculo, la imposición de la mitra, la unción con el santo crisma, la imposición de ma¬ nos de los tres Obispos sobre su her-
(Sigue a la pág. siguiente)

TELEGRAMA DE S. S. PAULO VI BENDICIENDO AL NUEVO OBISPO Y A LOS ASISTENTES A LA CEREMONIA DE SU
CONSAGRACION

Vaticano
Exorno. Mons. Dami án Nicolau Basilica de San Francisco Palma de Mallorca
Agradeciendo vivamen¬ te expresiones adhesión
Vuecencia al recibir con¬
sagración episcopal, Augusto Pontífice pide al Señor haga fecundo su mi-
nisterio pastoral y en testimonio benevolencia envíale implorada Bendi¬ ción Apostólica extensi¬ va familiares y asisten¬
tes rito.
Cardenal Oicognrani

Foto 1.“
El nuevo obispo, ocompoñado de los obispos consagrantes, imparte sus primeras bendiciones por el interior del templo.
Foto 2 *■
El Excmo. Capitán General de Ba leares saluda a Mons. Damián Nico¬
lau terminada la ceremonia.
7

Revestido con todos los ornamentos
pontificales, Mons. Nicolau es entroni* zado en la sede que ocupaba antes el obispo consagrante. Esta ceremonia simboliza la plenitud de los poderes
recibidos.
mano, la colocación del libro de los Evangelios sobre las espaldas del con¬ sagrado, su entronización, todo fue se¬ guido con atención y devoción ejem¬ plares por la ingente masa de fieles y con plena comprensión de su signifi¬
cado.
El Te-Deum final, con la procesión del nuevo Obispo por el interior del templo, su primera bendición apostóli¬ ca y el prolongadísimo desfile de los fieles para besar su anillo pastoral, pusieron el colofón a una ceremonia que quedará registrada con piedra áurea en Mallorca y en la gran familia de San Francisco. ¡Ad multos annos!
Bmé. SUAU
MONS. DAMIAN NICOLAU NOS
DESCRIBE SU ESCUDO EPISCOPAL
El misionero, naturalmente, no puede olvidar a su patria ni la olvida nunca. En sus correrías apostólicas van so¬ breponiéndose y mezclándose en la imaginación los recuerdos de su patria con las páginas que está viviendo. En las dificultades y en todas sus empre-
El nuevo obispo da la sagrada co¬ munión al padrino de su consagración episcopal, Excmo. Sr. D. José Sirvent,
Presidente nacional del I. N. I.

Flonqueado por sus padrinos, Excmo. Sra. D.** Moría Blanca Goyenechey Silvela, •sposa del cónsul de Perú en Mallorca, Excmo. Sr. D José Sirvent, Presidente del I. N. I., Mons. Nicolau da a besar su anillo pastorol a los numerosos asistentes a
lo ceremonia.

sas no puede dejar de pensar en los seres queridos que ofrecen sus oracio¬ nes y sacrificios por sus misioneros. Ahí está, pues, esta «torre», escudo de Villafranca, mi pueblo natal, que me recuerda con ella a Mallorca y a Es¬ paña entera.
En el cuartel superior de la derecha está la «llama», símbolo del Perú, mi segunda patria. Sin perder la naciona¬ lidad española he adquirido también la peruana. Trabajamos y nos sacrifi¬ camos por un Perú mejor. Amamos el
Perú.

«Galgo y sol», en los cuarteles infe¬ riores, son los blasones de mis apelli¬ dos paterno y materno. Ellos simboli¬ zan la veneración y agradecimiento que siento hacia mis padres quienes tuvieron una influencia decisiva en mi vocación sacerdotal y religiosa.
Los «brazos con la cruz», del campo inferior central, son el escudo francis¬ cano, de nuestra Tercera Orden Regu¬ lar, en cuyo seno he vivido desde mi infancia.
Finalmente, la «estrella» central, sim¬ boliza a María, Estrella de los mares.

Patrona de Huamachuco y Reina de los apóstoles y de las Misiones. «Bajo su amparo» he querido poner todos mis desvelos de pastor de almas y misio¬
nero.

Ç

EL PARROCO Y SU MUNDO

Nuestra Señora de la Piedad,
parroquia obrera de Vallecas.

Hay que borrar ese clima de Iglesia poderosa y de sacerdo¬ te como hombre que lo resuel¬
ve todo.

Reporta¡e de MIGUEL LOGROÑO
en el periódico «MADRID»

A la calle Monte Calobro, en el barrio de Vallecas, no le ha llegado el asfalto. Es una vía de ínfimo orden, con mucho polvo en verano. En el número 5 de la calle está el colegio Mater Clementissima, y en el colegio, ocupando un reduci¬ do sótano, la parroquia de Nuestra Se¬ ñora de la Piedad. Es de creación recien¬
te —julio de 1965—, desmenbrada de las de San Francisco y Santo Angel de la Guarda. Unos 8.500 feligreses dependen de ella. El 80 por 100 de los mismo per¬
tenece al mundo obrero —obreros de fᬠbrica y taller—, y el resto, al adminis¬ trativo. Todos trabajan fuera del barrio, donde sólo se da la pequeña industria. A las siete de la mañana se inicia el éxo¬ do; a las once de la noche todavía es¬ tán retornando. El nivel económico es medio, tirando para abajo. Colaborando todos los miembros de la familia, viven. Pocos analfabetos entre las personas
mayores, y ningimo entre los jóvenes. Un 5 por 100 de las chicas y un 15 por

100 de los muchachos asiste a la Uni¬
versidad. Todos se ayudan en sus estu¬ dios con el trabajo. En general, existen dos tipos de feligreses bien perfilados: los antiguos vallecanos y los emigrantes —de Extremadura, de la Mancha...—. Al frente de todo esto, en lo espiritual, figura un joven sacerdote, franciscano de T. O. R. Es el padre José Angulo Qui¬ lis. Conoce el barrio de Vallecas mejor que a su pueblo manchego. Camina por una formidable línea posconciliar: de apertura, de diálogo, de aproximación. El acercamiento como norma, como doc¬ trina, es su guía de apostolado.
Un estilo burgués de la Iglesia
El templo aparece vacío, de ordina¬ rio. Hay una digna provisionalidad en
los detalles. Una música tenue se expan¬
de por todos los ángulos de la capilla. <: Quiero un culto sencillo, una liturgia

10

sencilla, comprensible, directa, que in¬ vite a participar. Quiero todo de la Igle¬ sia menos que sea entendida como rma fábrica de sacramentos». Es el párroco el que habla. Yo le convoco al diálogo con una pregunta tópico, de la que no soy culpable:
—¿Es un terreno difícil el obrero pa¬
ra desarrollar su misión?
—^Yo diría si la concepción actual de la Iglesia es difícil para ellos. El sacer¬
dote no suele conocer mucho el mundo
obrero. Nosotros somos muy teóricos, humanísticos, y los obreros son más concretos, muy realistas. Hablamos con teorías y ellos quieren realidades, viven¬ cias. De ahí que las reformas posconci¬
liares deben tener esto en cuenta. No
son especialmente difíciles. Son duros;
han sufrido mucho. La necesidad les ha
encerrado en sí mismos. Simplemente, así. Pero son buenos, y honrados, y sen¬ cillos. Lo que ocurre es que, por lo co¬ mún, no se les ha sabido tratar. Inclu¬ so las campañas prosuburbios han teni¬ do unos resultados psicológicos desas¬ trosos. Se ha creado, en lo que afecta a nosotros, un clima de Iglesia podero¬ sa, de Iglesia-negociado, y de sacerdotemago omnipotente, que todo lo resuel¬ ve. Con lo cual se han ido alejando de
los curas.
—¿Hasta qué punto?
—Pues bastante. En especial, como cristianos practicantes. En mi parro¬ quia sólo cumple im 20 por 100, dividido en partes iguales entre los que vienen a este templo y los que asisten a las iglesias que iban siempre. La indiferen¬ cia es el mayor problema como pasto¬ ral. Sobre todo, para los vallecanos de

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La moderna bebida que da
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el más delicioso sabor
con leche es único!

origen. Las principales razones de esta actitud creo encontrarlas en una ignoran¬ cia religiosa, en la presentación de un estilo burgués de la Iglesia, que ellos no comprenden, y también, cómo no, en el materialismo moderno. A los emigrantes les ha afectado mucho la capital, y se han vuelto individualistas. Es la prime¬ ra reacción. Ahora bien, poco a poco, en cuanto la ciudad se abre hacia ellos, se encuentran más a gusto y se da ima postura más conciliadora. Naturalmente, el hecho de no acudir a la iglesia, que obedece en muchos casos a prejuicios y resentimientos, no implica ningún juicio pesimista. Lo importante es que son ti¬ pos muy nobles y muy cristianos. Si no vienen será porque nunca les hemos di¬
cho nada.
Hacerse igual a los demás
—Situaciones que le plantean a un pᬠrroco como usted...
—^En mi caso concreto, una sensa¬ ción, una realidad diría, de agobio. Aun contando con la valiosa ayuda de algu¬ nas personas, varias de ellas curas o es¬ tudiantes. También lo económico pesa muchísimo. Pero lo principal pertenece a otro plano. Hay que lograr que admi¬ tan al sacerdote como debe ser. No co¬ mo señor prepotente, sino como sacer¬ dote actual y de siempre, auténtico, en¬ camado con ellos, metido en la comuni¬ dad, no clericalizándolo todo. Fuera la idea de sacerdote-alcalde; de poderío. Desterrar la suntuosidad de las iglesias. Practicar una liturgia sencilla, profunda¬ mente bíblica. Procurar barrer esa dis¬ tancia enorme ente el pueblo y nosotros.

—Lo contrario a lo dicho. Es decir, in¬ tentar acercarse. En cualquier momen¬ to y ocasión. Todo ello se conseguirá en la medida que consigamos vivir la parro¬ quia comunitariamente. En este sentido vamos creando un clima conveniente. Aunque cuesta, qué duda cabe. Los do¬ mingos solemos ir, tanto yo como los que vienen a ayudarme, a comer en ca¬ sa de distintas familias. Este detalle aproxima mucho y borra posibles suti¬ lezas. Visitar a los enfermos, llanamen¬ te. Ir a las personas sin especial solem¬ nidad. Hacerse iguales, como lo que so¬
mos.
—¿Cuál es la actitud de estos hom¬
bres respecto al párroco?
—Externamente, positiva. Yo sé que existen descreídos, indiferentes, etc. Pero ello pertenece a su esfera personal. No trasciende hacia afuera. Tienen mucho respeto a los demás. Sólo por esto ya
son admirables.
—^En definitiva, ¿cuál es el problema último, total, que le plantea su vida?
—Sin dobleces, con toda la limpieza del mundo: dar los sacramentos a quien
no tiene fe.

•

•

éArtOe1sM í OÉráIVfie£aiSZ

Lulio, 12 - Tel. 211708
PALMA DE MALLORCA

—¿Qué hacer para lograrlo?

•

•

12

POSSIBLE PRÒLEG
D'UN POSSIBLE LLIBRE
Són quaranta^cinc anys
de voler traduir el ritme del cor.
Són quaranta-cinc anys d’informar-se els meus ulls, oberts damunt tota quotidiana circunstancia.
Són quaranta-cinc anys de mirar i d’escoltar allò que els altres anaven fent o deien.
Ho he registrat una miqueta tot;
i vet ací els meus discs.
Ignor si el teu novíssim aparell, lector possible, incert, podrà reproduir els vetusts records, l’antiga veu.
Són modulacions que ja no es fan, d’en temps de Verdaguer, Costa, Alcover, Riber, Maria Antònia... (Si us hagués fet algun furt infantil, bells amics, perdonau-me).
Són les notes disperses que, sobre el paisatge mallorquí, l’orella detectava amb gran delit i jo les transcrivia fidelment.
Són I’exclaustrado
de mes intimitats, jocs de la ment damunt la corda fluixa de no-res.
Són tonades d’ahir, d’un llarg ahir de quaranta-cinc anys.
Potser no es tornaran cantar mai més.
Hi ha ja un desatiès per tan vells sons! Mes, en tot cas, els meus es trobaran,
com flors passades i de morta olor, dins la breu discoteca d’aqueix llibre,
P. Miquel Colom, T. O. R.
13

PÀGINA

AC E 13 I T £ B. R A N I A

MAR R

N O S T R XJ M

Cel i mar lluen blavors diàfanes
en competencia. L’oreig anima-s’hi, i jugant amb les ones qui juguen,
rompre les fa com en rialla fresca.
Sus! Via fora! Saupada Vàncora, infla les veles ratxa fresquívola
i s’emporta la nau, falaguera, com un alè de joventut i glòria.
Arreu desfilen platges esplèndides, puntes que avancen, cales recòndites,
i, en penyals d’escultòrica trossa, cavernes dignes d’habitar-hi un cíclop.
Ah! Aquí respira la Musa homèrica dins sa més pròpia claror olímpica:
aquí el goig de la vida s’hi tasta com glop vessat de la nectària copa...
Mirau: la forma d’eixa península par que reclami columnes jòniques,
so de lèsbiques lires, o idees tais com aquelles que Plató parlava
i embadalien del Cap de Súnium les clares ones... Oh! tan poètiques
com les costes de l’Atica brillen nostres riberes, de la llum amades!
Mirau: ja mouen dansa agilissima delfins que salten, com si, pictòriques
d’alegria vivent, eixes aigües un nou triumf a Galatea fessen.
Fills bellugosos de la mar rítmica, aqueixs sirenis amen la música:
ells amb próvida esquena salvaren l’antic cantor precipitat a l’ona.
Així vols càntics, oh tu, mar clàssica, mar venerable llatina-heLlènica,
que ara rius tan serena i tan jove com al cantar-se l’Odissea augusta!
Mar de suprema blavor safírica, inagotable font de sal ática,
ets bressol de la forma perfecta, gremi matern de la humanal cultura!
Sens tu, la fonda por occeànica retret hauria tota nau frèvola;
tu, invitant amb l’abraç de tes costes, caminar feies els primers navilis.
Així escampares en fàcil càrrega els fruits d’Egipte, la tíria púrpura.

l’or d’Ofir, les riqueses de Tarsis.
I l’art i la idea, animadors de pobles. . I al coronar-te ciutats marítimes,
I feren dle’anl’tAicsiam, óln’E; uirospia iun Vn.o4ufricsea n’hi ajunta,
^ de tu nasqué el Descobridor magnànim.
Mar de les terres, cor de la Història, tu tens la saba rejovenívola...
Ah! si el temps a ma terra tornaves
i gran empori de tes naus la feies.

com aleshores en què, ple d’ímpetu, gosava dir-te Roger de Llúria:
«que ni un peix nedaria en tes si ja no duia son escut per marca!».

ones

En tant, retempra la nostra cítara, d’atzur i ritme penetra’ns l’ànima;
i nostra Art, de tu digna, navegui a ton embat de joventut i glòria!

M. COSTA I LLOBERA (1854-1922), Horadarles.

o recordara que la nostra revista banyistes compareguts de per tot el

se sia exornada mai amb una cosmos. Els mateixos delfins han ha¬

Horadaría, Avui duim a aqueixa pଠgut de fer-se mar endins davant la

gina literària la de l’ample títol, Me¬ invasió dels nous sirenis i sirenes

diterrània. Costa i Llobera, nostre que vénen a cercar nostre sol i la

excels poeta, havia viatjat i coneixia temperada frescor de nostra aigua

bé tot el Mare nostrum. Mes no hi marina.

ha dubte que la seva principal font

d’inspiració, quan escrivia dita poesia,
havia d’esser la mar estricta on està
encastada, con una gran perla, la nos¬
tra illa de Mallorca.

Mes tot això no lleva cap mèrit a la poesia de nostre Costa. Referint-se al conjunt de les Horacianes, el crític tantes vegades citat, J. M.“ Llompart,

diu que és «l’exemple de poesia pu¬

Si En Costa Thagués d’escriure avui, rissima, vigent a qualsevol lloc i

¿hi podria fer bellugar les mateixes a qualsevol temps». Res no hi fa,

idees i les mateixes imatges dins la doncs, si ara, uns seixanta anys des¬

seva poesia? Creim que no. Perquè prés d’escrites aquelles poesies, els

l’home és, en molts d’aspectes, la se¬ llocs que inspiraven la que nosaltres

va circunstància, segons s’ha dit, i la reproduim, porten damimt la cam, la

circunstància de nostra illa és tan dis¬ marca sangonosa de nostre temps.

tinta de la d’en temps d’En Costa!

Que se’ns perdoni que piquem sem¬ pre damunt el mateix clau en els lleus

Diguem o recordem, finalment, que
les Horacianes són un lloable intent

comentaris que posam al peu de les de reconstruir dins el català la be¬

k
I

produccions dels nostres clàssics de la Renaixença. No volen esser, dits comentaris, una lamentació, sinó una constatació del fet del pregon capgira-
ment que han sofert totes les coses dins un curtíssim període d’anys. No¬ res ja de «platges esplèndides» ni de «cales recòndites». Per tot arreu els

llesa clàssica, imitant-ne fins i tot la versificació, dins les possibilitats d’una moderna llengua neollatina com és la nostra. Les de la poesia copiada volen esser reproducció de l’estrofa alcaica, l’estrofa predilecta d’Horaci,
com ens assabenta el mateix Costa.

hotels i altres edificis utilitaris i el

contorn de l’illa tot a la mercè dels

Fra M. C., T. O. R.

15 14

LA IGLESIA CAMBIA

El miedo ante el cambio carece de fun¬
damento.
Toda situación nueva trae una nueva
manera de ver y de hacer las cosas.
Por Sebastián Taberner, T, O. R.

T odo cambia. Todo evoluciona, se
oye comentar a menudo. En im mimdo
en ebullición, que se renueva constante¬ mente en todas sus estructuras, la reli¬ gión no se halla al margen. Desde que Juan XXIII pronunció la palagra «aggiornamento» un sector ha creído justi-
cada toda discusión en orden a promover
cambios, sean de la índole que sean. Ló¬ gicamente ha surgido una oposición re¬ celosa que intenta, con la mejor volimtad, defender lo que cree que son va¬
lores perennes.
Pero el hecho existe: En la Iglesia ha pasado im concilio y hay cosas que han cambiado. Uno piensa en las reglamen¬ taciones litúrgicas, en la renuncia de los obispos, al cargo, para no citar más que algrmos ejemplos.
Se piensa exageradamente que todos los cambios son efecto del concilio, mientras que en algunos casos éste no interviene para nada.
Pongo tm ejemplo, dejando aparte las interpretaciones arbitrarios de doctrina de las que con tanta frecuencia se queja Pablo VI en sus discursos: La Iglesia
condenaba severamente el quemar un cadáver. Ultimamente ha cambiado su
disciplina en este punto. Han influido unas circunstancias que nada tienen que

ver con el concilio. La razón de la pro¬ hibición no era doctrinal, pues al fin y al cabo poco importa que un cuerpo se
deshaga por el fuego o por descomposi¬ ción natural. La razón era una profesión anticatólica, es decir, que se quemaban los cuerpos para negar la resurrección de la carne. Hoy, en cambio, la incine¬
ración tiene im sentido diverso. En ima
gran metrópoli la especulación del terre¬ no llega a precios asombrosos, de ma¬ nera que no están al alcance de un po¬ bre unos palmos de terreno para poder ser enterrado. Surge la conveniencia de quemar el cadáver.
Nos encontramos en este caso ante im
problema que se resuelve con criterios económicos sin que entre para nada el dogma. En estas circunstancias, la Igle¬ sia, no tiene por qué mantener una pro¬ hibición, toda vez que ha desaparecido la causa que la había provocado. Esta¬
mos ante un caso de cambio de disci¬
plina motivado por unas razones diver¬ sas a las de su formulación original. No creo que el concilio haya influido en ello, al menos directamente.
Pero volvamos a lo nuestro. Muchos cambios son obra del concilio. Citemos
también un ejemplo: La libertad religio¬ sa. Es evidente que la doctrina conciliar en esta materia no es precisamente la

16

misma que formularon en el siglo pa¬ sado Gregorio XVI y Pío IX. Y sin em¬ bargo, el cambio es el término final de un proceso de evolución lógica.
Cuando el ideal de la libretad religio¬ sa estaba abanderado por hombres do¬ minados por una concepción racionalística sobre la omnipotencia del estado,
considerando además la conciencia del
hombre libre de toda ley o norma de origen divino, la Iglesia condenó esta expresión de libertad religiosa. Hoy, en el siglo XX, la idea se ha separado del contexto político en que nació y, partiendo de la intrínseca dignidad de( la persona humana, los obispos católi¬ cos han enseñado que la libertad religio¬
sa es -un derecho natural del hombre.
Ha habido, más que un cambio, im desarrollo doctrinal, motivado por el in¬ terés persistente de la Iglesia en favor de la libertad humana, juntamente con unas circunstancias políticas diversas.
Podríamos seguir enumerando y justi¬ ficando cambios. La pregunta que se deduce de ello y que flota en muchos
ambientes en forma más o menos expre¬
sa es: ¿A dónde vamos a parar con tan¬ to cambio? ¿Al final, sabremos lo que es sustancial y lo que es accidental en la Iglesia? ¿Pasado este tiempo de
efervescencia renovadora vendrá un pe¬ ríodo de sedimentación?
Digamos ante todo que el «aggiorna-
mento» es ima tarea constante. Sería
una traición creer que está fijado una vez para siempre en los textos del Vati¬ cano II. No podemos aceptar una épo¬ ca postvaticana, como ha existido una época postridentina.

recho. Quizá porque estamos saltando bruscamente a una mayoría de edad, co¬ mo a los adolescentes, se nos escapan, «gallos» disonantes. Existe el prurito de lo nuevo y, en muchas ocasiones, con¬ viene pedir im poco de calma. La inves¬ tigación deberá demostrar en tod'os los casos la necesidad de adaptación, al mis^ mo tiempo que la continuidad profunda
en lo mismo que se renueva.
Esto no obstante, en la línea de la su¬ misión a la jerarquía, hay que afirmar repetidamente que, en cierto sentido, to¬ do está por hacer. Un concilio debe ser una creación continuada. Es preciso asi¬ milar muchas cosas nuevas para las que se requieren años. Pienso, por ejemplo, en el programa trazado en el decreto de formación sacerdotal. No podremos ase¬ gurar la fidelidad al espíritu de lo que el Concilio fue y decidió ayer, si no mi¬ ramos decididamente hacia el porvenir al que ha apuntado y preparamos cada' día nuestra mañana. El Concilio no es una meta, es un pimto de partida.
Evidentemente en esta situación es di¬
fícil mantener el equilibrio. Hay que sal¬ vaguardar, ante todo, la caridad y la uni¬ dad de los católicos. Y no podemos, por otra parte, encerramos en un con¬ formismo pacifista. Hay que integrar
en el movimiento renovador el conser¬
vadurismo. Tarea difícil, pero posible en la medida en que todos estemos anima¬ dos por un gran amor a la Iglesia, más allá de las opiniones personales. Mien¬ tras estamos abriendo el diálogo a las otras religiones es necesario tma espe¬
cie de ecumenismo en el seno del pue¬
blo cristiano. Esto no será el trabajo más fácil del postconcilio.

Por otra parte no se puede mantener
a la comimidad católica en una situa¬
ción inestable. Las normas para el pue¬ blo deben ser seguras y no pueden cam¬ biar de la noche a la mañana. Hay que asegurar a las cristiandades un clima de calma y de seguridad al que tienen de¬

La obra de renovación trazada es fan¬
tástica. El Concilio ha superado las pre¬ visiones más optimistas. No obstante, todo queda por hacer. Lo que se ha he¬ cho está muy por debajo de lo que se hará en el futuro. Malos tiempos para
los perezosos.

17

NUESTEA pequeña
HISTOKIA

Tfledio siglo atrás,,.

W olvía el P. Cerdà sobre el mismo tema del ^ número anterior con unas consideraciones
sobre «¿La Ley nueva de la Iglesia?», dirigidas a los Terciarios y a los fieles. Explicaba el sig¬ nificado de Código y de Derecho Canónico, mos¬ trando la necesidad que había de la codificación
de las leyes eclesiásticas y la extremada pru¬ dencia con que la Iglesia había procedido en la realización de aquel importantísimo trabajo.

de Lluchmayor, el P. Guillermo Rigo; de Artà, el P. Juan A. García; Maestro de Novicios, el P. Pablo Puigserver; y Rector del Santuario de Cura, el P. Francisco Fornés. Descansen en paz.
Otras notas franciscanas sobre fiestas celebra¬ das en Mancor del Valle y en Carritxó siguen a continuación. Y asimismo un ramillete de items franciscanos del extranjero.

Aparecía una nueva firma, o mejor un nuevo seudónimo, H. de A., correspondiente, casi segu¬ ro, a uno de los coristas de entonces. El trabajo va escrito en mallorquín literario, algo balbu¬ ceante, y lleva por título «Sois Déu me basta...»
Unas quintillas, bastante bien elaboradas, aun¬ que con fuerte sabor de aquel tiempo, bajo el epígrafe «Lo violí del cel», van signadas por Fra J. R., T. O. R.
Con el seudónimo X., tan manido y tan mañero, alguien toca el prodigio de las llagas de nuestro Padre San Francisco. «La nueva víctima» es el título que pone el autor a su trabajo. Termina con una petición al Llagado de Asís en favor de la paz de Europa, que se debatía aún, recor¬ démoslo una vez más, dentro de la sangre y ruinas de la primera guerra mundial.
Un nombre o seudónimo que se nos hará aho¬ ra familiar es el de Soledad, T. F. Se descubre en su trabajo, «Flores antonianas», una gran pro¬ pagandista del templo del Sagrado Corazón (ac¬ tualmente ya terminado) en el Tibidabo (Barce¬ lona). Pedía limosnas para ayudar a la cons¬ trucción de aquel templo.
Después de varios meses de silencio, reapa¬ rece Daniel. En su acostumbrado diálogo con Madá Clara, en mallorquín popular, comenta la intentona revolucionaria habida en España el pasado mes de agosto, manifestada con huelgas de toda clase y pagada con dinero del extranjero. Lo dice claramente Daniel: «Per moure sa revo¬ lució han volgut servir-se deis obrers espanyols; d'aquells homos honrats, francs, nobles, senzills, que tenen ganes d'aprofitar s’ocasió per fer un raconet, però que no tenen ganes de trui, ni de guerres, ni de revolució».

No podemos extractar las «Noticias y varieda¬ des». No ha perdido actualidad la siguiente «va¬ riedad»: «Estudiante. —bien, vosotras, santu¬ rronas y beatas, ¿qué hacéis con vuestras ben¬ ditas confesiones si después de tanto confesaros resultáis peores que las otras? Beata. —No lo
sé. Si las personas que se confiesan a menudo
son verdaderamente peores que las otras no es, en todo caso, porque se confiesen más que las otras, sino porque se confiesan mal. Lo que sé de muchos jóvenes que frecuentan años y años cada día la escuela, es que al fin y al cabo re¬ sultan más borregos que los otros... ¿La culpa es de la escuela o del estudiante?»
Continuaba J. (Jiménez) su interesante ensayo sobre «Influencia de Cisneros en el Arte». Llena¬ ba también la sección «Juventud Seráfica» un
trabajo de Francisco Pons, titulado «Los catorce millones». Esa era la cantidad que habían envia¬ do las naciones extranjeras, principalmente Fran¬ cia e Inglaterra, para pagar la fracasada revolu¬ ción de agosto, a que nos hemos referido ante¬
riormente, pesetas que, como suele suceder casi
siempre, fueron a parar a manos de los cabeci¬ llas y no a los obreros que sufrieron las conse¬ cuencias del intento revolucionario. Bonaventura Miralles hacía sus pinitos de poeta mallorquín con unos versos, defectuosos. «A la Mare de Déu». Y por último, J. (Jiménez) hacía resaltar los esfuerzos hechos por el Papa Benedicto XV para que los beligerantes de la contienda europea se decidiesen a darse el abrazo de paz.

De la «Crónica Franciscana recogemos la noti¬ cia de la Congregación Provincial celebrada el 8 del pasado mes de agosto, en la cual se hi¬
cieron los siguientes nombramientos de Priores, todos fallecidos ya: del Convento de Palma, el P. Miguel Vidal: de Inca, el P. Pedro J. Cerdá;

18

¿JUSTICIA SOCIAL?

Por Jaime Salvó

Toda justicia es social

A cada uno lo suyo

nadie puede causar novedad la enunciación que encabeza estas lí¬ neas, porque el término justicia social ha sido tan repetido y manoseado que ya puede considerarse como incorporado al acervo común del lenguaje. Y sin em¬ bargo, a cualquier oído acostumbrado a la precisión terminológica y al empleo co¬ rrecto de los vocablos produce ese ca¬ lificativo, aplicado al subtantivo justica, la impresión de una extraña e inadecua¬ da adjetivación, poco en consonancia con el rigor del lenguaje y la exactitud conceptual.
Quede bien sentado de antemano que esta crítica quiere referirse a la ex¬ presión verbal, sin que pretenda prejuz¬ gar el contenido doctrinal que se trata de dar ai concepto, cuya validez depen¬ derá en todo caso de que se conforme con los dictados de orden superior de la justicia absoluta.
Se trata, pues, de determinar si la expresión justicia social es correcta o si
existe otra forma verbal más adecuada
para declarar el mismo concepto. Un examen somero nos hace ver, ante todo, que se trata de una redundancia de len¬ guaje o repetición inútil de un concep¬ to, puesto que el nombre, no debe reite¬ rar los elementos esenciales que integran ese mismo nombre, y siendo la justicia virtud social por excelencia, no puede buscar apoyo en esta calificación ningu¬ na variedad específica que con ella quiera designarse.

Por justicia entendemos, en sentido propio y estricto, la virtud que consiste en el hábito o disposición constante de
la voluntad de dar a cada uno lo suyo.
Esta vertud, a diferencia de las que re¬ gulan la conducta del propio agente con¬ sigo mismo, no se refiere al mismo ser que obra, sino necesariamente a otro
ser exterior. La inclinación de la volun¬
tad de dar a cada uno lo suyo tiene por objeto lo que está en particular relacióh con otra persona'a quién se reconoce pertenecer con carácter éxclusivo como
cosa subordinada a su utilidad. Por con¬ siguiente, no se refiere esta virtud a la
utilidad propia sino a la ajena, de don¬ de se deduce que sólo en la vida social y en relación con los' míémbros de ima comunidad humañá' surge la idea de lo justo. Robinsón en su isla desierta no pudo practicar la virtud de la justicia porque le faltaba* un elemento indispen¬ sable para que esta'püdiera desarrollar¬ se, que era la'existencia de una socie¬ dad humana por rudimentaria que fue¬
se.
Es la justicia por tanto, social por esencia como ordenada a su fin social, lo que excluye evidentemente este cali¬ ficativo como específico de un aspecto determinado que se intente caracterizar y distinguir. Con esta virtud, que apa¬
rece como consecuencia de la coexisten¬
cia humana, se persigue el fin de atri¬ buir a cada uno lo que le pertenece, de modo que todos los miembros de la so¬ ciedad posean lo que les corresponde.

19

Cuando cada uno de los miembros de la comunidad da a los demás lo suyo,
tenemos la justicia conmutativa aplica¬ ble a las diferentes especies de contra¬
tos.
Pero formando los hombres parte in¬ tegrante de una amplia vida social y constituidos jurídicamente en Estado,
debemos considerar el orden que se es¬
tablece entre los individuos y la comu¬ nidad, y esta especie de justicia que emana de las exigencias de la vida pú¬ blica se llama justicia distributiva, la cual dirige la conducta de los gobernan¬ tes con respecto a los súbditos y de ella procede el reparto equitativo de las car¬ gas públicas en proporción a los medios de cada imo y la atribución de las re¬ compensas según la dignidad y méritos
de los individuos.
Podemos distinguir también entre jus¬ ticia general y particular. La primera
ordena al bien común los actos de las
demás virtudes, como por ejemplo la caridad, y la segunda ordena los actos
al bien individual dañado a cada imo lo suyo. Enseña Santo Tomás que todos
cuantos forman una comunidad se rela-
ííionan con ella como las partes con e’ todo, de donde se sigue que cualquier bien de la parte se ordena al bien del todo, y por consiguiente toda acción vir¬ tuosa ejercida con respecto a otro inte¬
resa más o menos inmediatamente a la
virtud de la justicia y puede referirse al bien común, que es precisamente ol ob¬ jeto formal de ella. En este sentido pue¬ de afirmarse que los actos de todas las virtudes pueden pertenecer a la justicia y por esto se la llama virtud general. Mas, como a la ley corresponde ordenar el bien común, dedúcese que la justicia

general se puede llamar también legal porque mediante ella los hombres obser¬ van la ley, la cual endereza los actos
de todas las virtudes hacia el bien co¬
21..®®mún y mueve a cada uno a contribuir
a la vida colectiva con arreglo a sus prescripciones.
La justicia social no es una nueva especie de Justicia
Los que propugnan una nueva especie de justicia a la que llaman con poca for¬ tuna social, procuran justificar su in¬ tento con razones que resumiremos bre¬
vemente.
Se trata, dicen, de calificar aspec¬ tos no comprendidos en las definiciones clásicas. Oponemos a esto que es ine¬ xacto queden excluidas de la clasifica¬
ción escolástica las relaciones de las so¬
ciedades no estatales, porque siendo es¬ tas, necesariamente, de Derecho público o de Derecho privado, en el primer caso quedan reguladas por la justicia distri¬ butiva y legal y en el segundo caso caen
en el ámbito de la conmutativa.
Cuando reclamamos algo que nos es debido a cambio de im eqmvalente que cedemos, debemos tener en cuenta que existen factores que debemos a la naturaleza y a la sociedad, y éstos cons¬ tituyen un elemento social en todo con¬ trato. Respondemos que en nuestras re¬ laciones contractuales no pretendemos algo que esté unido corporal o anímica¬ mente a nuestra personalidad, sino lo que entendemos que nos pertenece en virtud de un título jurídico, y sólo en
este terreno es donde se establece la re¬ lación conmutativa o retributiva entre

20

lo propio que enajenamos y lo ajeno que adquirimos, y esa relación no se en¬
tiende más allá de las cosas materiales
que son objeto de dominio o apropia¬
ción.
3.” Existen algunas relaciones no comprendidas bajo el concepto retribu¬ tivo, como, por ejemplo, cuando la so¬ ciedad atiende al indegente o al inváli¬ do. Aquí podemos considerar una exten¬
sión de la institución tutelar trascendi¬
da del fuero privado a la acción públi¬ ca, a cargo del Estado o de entidades no estatales, sin que este protectorado social, por amplio que sea, altere la naturaleza del concepto de justicia ni deje de quedar incluido en la división
tradicional.

naturaleza y figura entre las llamadas
cardinales.

Proclámese con Vives que la justicia es el vínculo que une la sociedad y las asambleas de los hombres y llámese, de acuerdo con el insigne humanista va¬
lenciano, debitum legale (o deuda social, si así se prefiere) a la función social de la riqueza; pero evítese el uso de signos verbales imprecisos y equívocos que puedan traer la confusión y el error con¬ ceptual y que nos apartan del tecnicis¬ mo autorizado por el magisterio del Doctor Angélico, a quien debemos la más completa y sistemática exposición de la filosofía de lo justo.

r

^

Podrá hablarse de pensamiento social, política social o ciencias sociales, pero aplicar este calificativo a la justicia, ol¬ vidando que la sociabilidad es condición esencial de su existencia, es un pleo¬ nasmo tan insufrible como si dijéramos justicia justa, ya que lo contrario sería un contrasentido o justicia virtuosa prescindiendo de que es ima virtud por

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21

AL COMPAS DE NUESTRO TIEMPO

LABOR DE LOS MISIONEROS

«Fiel a las enseñanzas y al ejemplo de su Divino Fundador, que dio como señal de su misión el anuncio de la Buena Nueva a los pobres, la Iglesia nunca ha dejado de promo¬ ver la elevación humana de los pueblos, a los cuales llevaba la fe en Jesucristo. Al mismo tiempo que iglesias, sus misioneros han construido hospicios y hospitales, escue¬ las y Universidades. Enseñado a los indígenas el modo de sacar mayor provecho de los re¬ cursos naturales, los han protegido frecuen¬ temente contra la codicia de los extranjeros. Sin duda alguna, su labor, por lo mismo que era humana, no fue perfecta y algunos pudie¬ ron mezclar algunas veces no pocos modos de pensar y de vivir de su país de origen con el anuncio del auténtico mensaje evan¬

gélico. Pero supieron también cultivar y pro¬ mover las instituciones locales. En muchas regiones supieron colocarse entre los pre¬ cursores del progreso material no menos que de la elevación cultural. Basta recordar el ejemplo del P. Carlos Foucauid, a quien se juzgó digno de ser llamado, por su caridad, el «Hermano universal», y que compiló un precioso diccionario de la lengua tuareg. He¬ mos de rendir homenaje a estos precursores muy frecuentemente ignorados, impelidos por la caridad de Cristo, lo mismo que a sus émulos y sucesores, que siguen dedicándose, todavía hoy, al servicio generoso y desinte¬ resado de aquellos que evangelizan».
PABLO VI, «POPULORUM PROGRESSIO»

mn poco de bondad de hombre a hombre es mejor que todo un amor a la
humanidad.
Dehmel

aced de los hombres una familia de hermanos.
San Francisco

jl peor mal que sufre el mundo debilidad de los mejores.

no es la fuerza de los malvados, sino la Romain Rolland

22

2 • pagina, ael terciario
VISITA DE HERMANDAD A LA T. D. F. DE MENORCA
25 setiembre
G8AN CONCENTRACION FRANCISCANA EN LA VILLA DE SAN CRISTOBAL
24 setiembre, domingo

O tra vez los terciarios franciscanos de Mallorca van a rendir visita de fraternidad a los terciarios de Menorca,
la diócesis que cada año envía una dig¬ na y numerosa representación al encuen¬ tro que la T. O. F. de Baleares celebra anualmente en algún punto de Mallor¬
ca.

El viaje —en sus líneas más genera¬
les— será así:
22 setiembre;
Salida de Palma, a las 10 noche, en
barco con destino a CIUDADELA.

Nuestros lectores recordarán que el pasado año, con motivo de la 3.“ con¬
centración del a T. O. F. en Monte-To¬
ro, fueron 55 los mallorqquines que se
unieron a dicha concentración.
El 4.° domingo de este mes de sep¬ tiembre. D. M., volverán a vivir una gra¬ ta jornada de fraternidad franciscana
los terciarios de las dos islas mayores
de nuestro archipiélago.
En esta ocasión, empero, no será posi¬ ble, por diversos motivos, peregrinar has¬ ta el Trono de la Patrona de Menorca, la citada Virgen de Monte-Toro; será la sencillez y bóndad de la encantadora villa de San Cristóbal la que recibirá gozosamente a los seglares franciscanos
de las citadas islas.
Las Hermandades de Menorca recibi¬
rán oportimamente el programa quO
se ha confeccionado.
Los terciarios mallorquines pueden ya pedir a sus Directores los informes co¬ rrespondientes.

23setiembre;
Llegada, a las 7,30, a Cindadela. Se¬ guidamente, traslado al Hotel. Pensión completa. Visita —con guía— a la Cate¬ dral y otros lugares de interés de la ciu¬ dad, así como también CALA SANTAN-
DRIA Y CALA BLANCA.
24setiembre:
Después del desayimo en el hotel, sali¬ da hacia Cala Santa Galdana, Ferreries y San Cristóbal, lugar de la concentra¬
ción de la T. O. F. Se asistirá a la San¬
ta Misa y al acto de afirmación apostólico-franciscana, así como también a la exhibición de danzas de Menorca, ac¬ tuando el renombrado conjunto folkló¬ rico del citado pueblo.
Después de visitar las playas de S. Adeodato, Fornells, (con parada en Mer¬ cadal), y Arenal d’En Castell, alrededor de las 7 de la tarde se llegará a la ciu¬
dad de Mahón.

23

25 setiembre;
Excursión en autocar a Cala En Porter
y visita a las legendarias cuevas d’En XITROI. Regreso a Mahón y visita a los lugares más importantes. En la iglesia de Santa María, concierto de órgano (del siglo XV).

Comisarios Provinciales de la T. O. F.
de los Capuchinos y de la T. O. R.
Irá al frente de la expedición mallor¬ quina el Rdo. P. Jaume Tugores Mestre, T. O. R,, Comisario, el cual facilitará in¬
formación a los Rdos. Directores o ter-
cáaríos que lo deseen.

A las 17, avión Mahón-Palma. Llegada, alrededor de las 17,30.

Dirección técnica: Viajes Aeromaxítima, S. A, Paseo Generalísimo Franco,
39, Tel. 225940. - Palma de Mallorca.

Precio por persona: 1998 pesetas.

La concentración está organizada con
carácter interobediencial. Juntamente
con el Delegado del Administrador Apos¬ tólico de Menorca, presidirán los PP.

Este precio comprende, además de las estancias y comidas en los hoteles, y los traslados y excursiones por toda Menorca, los pasajes Palma-Ciudadela (en segunda vapor) y Cindadela Palma (en
avión).

LA T. 0. F. DE BALEARES VISITO LOURDES, EL PILAR Y MONTSERRAT

Tal como se había anunciado en esta revista, la T. O. F. de Baleares rindió visita a los Santuarios marianos de Lourdes, El Pilar y Montserrat. £1 viaje se realizó entre el 27 de junio y el l.° de julio del año en curso. Todo resul¬
tó magnífico; sin el menor contratiempo, gracias a Dios.
24

bibliografía

Monsenyor E. J. De Smedt, Bisbe de Bruges. — L’AMOR CONJUGAL. Pastoral i diàleg. Versió catalana de J. Vallverdú Aixelà. 12,2 x 19,8 cm. 176 pàgs. Rústega: 70 pts.
Sobrecoberta de J. Pla Domènech. Editorial Herder, Barcelona, 1965.
Com expressa el subtítol de l'obra, monsenyor De Smedt mantingué un llarg diàleg amb un bon nombre dels seus diocesans, i utilitzà aquestes opinions per al missatge pastoral contingut en el llibre que donem a conèixer. Això és justament el que constitueix la novetat, puix que el lector s’adona tot seguit que l’autor no teoritza, sinó que fundant-se en fets concrets —els viscuts en la seva diòcesi—, procura de trobar remei als mals cada dia més grans que àmenacen la família.
Un extracte del l’Index donarà al lector una bona idea de l’oportunitat i importància del lli¬ bre que comentem: La família en perill. — Els
fonaments de l'amor conjugal. — L’absència de
la mare a la llar. — L’amor veritable. — Troba-
ment de Déu i la llar. — El contagi de la feli¬
citat. — Sortir de la torre de marfil.
Bernard Hàring. — EL MATRIMONIO EN NUESTRO TIEMPO. Versión es¬ pañola del Dr. Ismael Antich. 596 págs. Rtca.: 290 ptas. Tela: 340 ptas. Sobrecubierta de Nuria Salvat. Editorial Herder, Barcelona, 1964.

La presentación de esta obra es excelente.
Entre otras importantes ¡deas, quedan muy bien desarrolladas éstas: Estado actual de la sociología de la familia. — Naturaleza de la so¬ ciología pastoral. — Autoridad y amor en la famiciología pastoral. — Autoridad y amor en la familia. — La familia, comunidad de salvación.
E. W. Trueman Dicken. — EL CRI¬ SOL DEL AMOR (La mística de
Sta. Teresa de Jesús y de S. Juan de la Cruz). Versión castellana de
Daniel Ruiz Bueno. 14,4 x 22,2 cm. 612 págs. Rtca.: 350 ptas.; tela:
400 ptas. Editorial Herder, Barcelo¬ na, 1967.
E. W. Trueman, pastor anglicano, ha realizado un estudio comparativo de la doctrina de Santa Teresa y S. Juan de la Cruz. El estudio puede considerarse bastante ejemplar. No brinda, desde luego, un vano despliegue de erudición, sino que contribuye eficazmente, apoyándose en las fuen¬ tes, a resolver el problema pastoral más urgente de nuestro tiempo: cómo enseñar a orar al pueblo.
Sentimos no poder alargar la recensión de este libro, pero no podemos menos de recomendarlo con el mayor interés a nuestros lectores. No quedarán defraudados. Comprobarán que es otro éxito de la Editorial Herder.

Probablemente en ninguna época de la historia fue tan necesario como en la nuestra tener ple¬ na conciencia de la distinción entre lo perma¬ nente y lo variable en el matrimonio y en la familia. Sólo una completa delimitación entre lo esencial y lo accidental de ambas instituciones nos permitirá conocer lo que deben ser en nues¬ tra época, teniendo en cuenta su esencia y las circunstancias presentes.
Este libro del famoso autor de «La ley de Cristo», ayudará a sacerdotes y laicos a aunar una absoluta fidelidad al legado de la tradición con una amplia atención a las tendencias de los tiempos en que vivimos.

A. Hamman. — LA ORACION. I. El Nuevo Testamento. II. Los tres
primeros siglos. Versión castellana
de Daniel Ruiz Bueno. 14,4 x 22,2 cm. 863 págs. Rtca.: 580 ptas.; tela: 650 ptas. Editorial Herder, Barcelona, 1967.
La presente obra, que Editorial Herder publica dentro de la Biblioteca del mismo nombre, colma una laguna especialmente dolorosa, en un terre¬ no que se refiere al alma y a la fe. Fiel a la Escritura, el autor se ocupa de la oración per¬ sonal y la oración litúrgica, puesto que ambas brotan de una experiencia eclesial.

25

El análisis de los textos usados por A. Hamman muestra claramente que la liturgia eucarística es el corazón de la oración. Inspira la oración de todos los días; sostiene y transforma la existen¬
cia cristiana.
Tres índices: de referencias bíblicas, de auto¬ res, y alfabético de materias, permiten la loca¬ lización rápida de cualquier pasaje de interés para el lector.
R. F. Trevet. — LA IGLESIA Y EL SEXO. Versión castellana de T.
Diorki. 12,2 x 19,8 cm. 192 págs. Rtca.: 1255 pías. Sobrecubierta de A. Tierz. Editorial Herder, Barcelo¬ na, 1967.

sicología y sociología, E. R. Trevett observa que
las enseñanzas de Cristo son universales y eter¬ nas, y no limitadas a una determinada sociedad en un tiempo determinado.
A través del amor, se desarrolla el tema de la procreación, exponiendo la enseñanza de la Iglesia con respecto a la sexualidad.
El autor afronta de forma precisa y realista los problemas sociales contemporáneos, relacionados con el sexo: el exceso de población, las desvia¬ ciones sexuales, los fracasos matrimoniales, las neurosis sexuales y la frustración. Con sana doc¬ trina y claridad de expresión, ofrece soluciones cristianas a todas las imperfecciones de la es¬
tructura social.
Creemos que el libro puede prestar un buen servicio a sacerdotes y equipos de matrimohio.

Con un lenguaje enriquecido por la moderna

H. C.

NUESTROS DIFUNTOS
RDO. P. MIGUEL TOUS COU, T O. R. 26

El día 27 de Julio de 1967 falleció piadosamente en Barcelona nuestro hermano en religión RDO. P. MIGUEL TOUS COLL, T. O. R.
Había nacido en Buñola el 18 de enero de
1905; después de cursar los estudios de humani¬
dades vistió el santo hábito en nuestro Seminario
de La Porciúncula el día 26 de septiembre de 1926, y allí mismo emitió la profesión de votos simples el 3 de octubre de 1927 y la de votos solemnes el 4 de agosto de 1933. Fue ordenado sacerdote en Palma de Mallorca el 23 dé diciem¬
bre de 1933.
Estuvo dedicado al ministerio de la enseñanza
y se consagró también con asiduidad y celo a la predicación de la palabra divina. Trabajó en nuestra parroquia de San Juan de Mata en Barcelona por espacio de varios años como vica¬ rio cooperador hasta que en 1961 tuvo que ser
internado en la Clínica de Santa Coloma de Gramanet donde le ha visitado la hermana muer¬ te como consecuencia de un ataque cardíaco.
Rindió su alma a Dios después de recibir con fe y devoción los últimos sacramentos y la bendi¬ ción apostólica.
S'Horta (Felanitx). — A los 91 años, D. Mateo Amengual, terciario franciscano y suscriptor de nuestra revista, día 21 de abril.
Inca. — D. Sebastián Llompart Llabrés (7 ju¬ nio): D.’ Simona Llabrés Serra (9 Junio); D." Ca¬ talina Femenías Alomar (8 Julio), todos de la
T. O. F.

Sordo
El viejo ricacho, completamente sordo, se acaba de comprar un aparatito con el que oye perfectamente.
— Es maravilloso — le dice al comercian¬
te que se lo ha vendido — . Estoy verdadera¬
mente conteto.
—No lo dudo. Y creo que tombién esta¬
rán contentos todos sus familiares.
— Ellos no lo saben todavía. Y por lo pronto me estoy divirtiendo como un loco. No le digo más sino que en estostres últimos
días he cambiado dos veces mi testamento.
Amor
Dice una joven algo presumida:
- He recibido en este año cinco decla¬ raciones amorosas.
-¿Y las has rechazado todas?
-Sí. Eran del mismo.

Buen carácter
En el restaurante:
— Oiga usted, camarero: ¿diez duros me pone usted en la nota por una ración insig¬
nificante de carne incomestible? Me hace usted reir.
-Menos mal, señor. Tiene usted buen
carácter.
Como las policíacas
Dice un señor:
— A mí las novelas policíacas me quitan
el sueño. — Como a mí los libros de texto de los
chicos.
Las apariencias
Una mamá encontró en un bolsillo de su
hijo, de diez años, un papel con esta anota¬
ción:
«Primero, aspirar; luego, soplar,- aspirar, soplar, aspirar. .»
Llena de sospechas revisa todas las re¬ servas de cigarillos de la casa, huele el aliento del muchacho, y por fin se decide a interrogarle directamente;
— ¿Qué quiere decir esto? — ¿Esto? jAh! Estoy aprendiendo a tocar
la armónica...

Curados
Dos sujetos se encuentran en el tranvía y
se miran como reconociéndose.
— Dispénseme, pero yo le conozco a us¬
ted. -Sí: a mí también me parece recono,
cerle.
— No estaba usted en Leganés hace dos
años?
— ¡Justo! ¡Y usted también! Allí nos co¬
nocimos.
¿Y qué? ¿Completamente curado? — Completamente. ¿Y usted? — Lo mismo. ¿Quiere usted recordarme
su nombre?
— ¡Lipejacontroma! — Lipejacontroma. Se escribe con efe,
claro.
-No; se escribe con erre, como tomate.
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