El Heraldo de Cristo 1967, n. 683
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EL HERALDO
DE CRISTO
REVISTA MENSUAL DE LOS r P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R.
FEBRERO 1967

Año LVIII - Núm. 683
•
REDACCIÓN Y ADMÓN: CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 212695 PALMA DE MALLORCA
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IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ

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El añoso almendro se remoza con
flores para anunciarnos que siempre es posible una primavera.

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-J

lea

en eisíte

niimero:

«Permaneced fieles a la tierra» . . 3

Llamada de los laicos a la Santidad . 4

Nuestras misiones

6

¿Comprenden los padres a sus hijos? . 9

El «Cançoner popular de Mallorca»

del P Rafel Ginard Bauçà,

T. O. R

12

La mutilació (poesia)

13

Pàgina Literària

14

Los judíos, víctimas del totalitarismo

de Hitler

16

Nueva parroquia de Ntra. Sra. de

Guadalupe

18

El «Aggiornamento» de las Ordenes

Franciscanas

19

Nuestra pequeña historia 21 ...
Ecos de una conferencia .... 22

Nuevo régimen penitencial ... 23 Un franciscano escribe desde el frente

del Vietnam

24

La santa Misa es banquete escatoló-

gico

25

Bibliografía . . . . . . .27

Chistes

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2

EDITORIAL
«Permaneced fieles a la tierra»
La frase que encabeza estas líneas fue proferida por Nietzsche, reaccionando contra el cristianismo pietista de su tiempo. El filósofo alemán echaba en cara a los cristianos su desinterés por las reali¬ dades terrestres, y los acusaba de ser un estorbo en la marcha de la humanidad. Por eso lanzó esta frase admonitoria contra todos los que huyen del mundo para refugiarse en el más allá: ¡Hermanos, permaneced fieles a la tierra!
Limpiada de todo resentimiento religioso, la frase de Nietzsche bien puede convertirse en slogan para los cristianos de esta segunda mitad del siglo XX. El reciente Concilio pasará a la historia como un inmenso esfuerzo de comprensión, de parte de la Iglesia, para asumir y hacer suyas las preocupaciones y responsabilidades de los hombres de hoy. Decididamente, la Iglesia ha comprendido que no se trata de construir para ella un mundo cristiano, al margen del «mundo», sino de meter la levadura evangélica en el mundo tal co¬ mo éste se construye, tal como está construyéndose en esta decisiva etapa de la historia.
A decir verdad, desde los tiempos de Nietzsche, la fe de los crisy tianos se ha ido retirando poco a poco hacia su vida interior, aban¬ donando el mundo a si mismo. Este es un falso esplritualismo que desconoce la realidad de nuestra condición humana, la relación de nuestro espíritu con el cuerpo y la compenetración de nuestra exis¬ tencia con la tierra. Desde que el Hijo de Dios tomó nuestra carne, nada de lo que es humano, terrestre, escapa al sentido cristiano. En adelante un misterioso impulso de regeneración palpita en todas las cosas, hasta el punto que toda la creación, al decir de San Pa¬ blo, «sufre dolores de parto en espera de participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios».
No hay, pues, que separar la vida espiritual de las preocupa¬
ciones materiales. Para muchos cristianos la actividad material, que
ocupa gran parte de su vida, no ha dejado de ser todavía conside¬
rada como un obstáculo en su relación con Dios, aunque tal vez la.
«ofrezcan» a Dios al comienzo de cada jornada. Nuestra actividad terrena, nuestra profesión, el trabajo de todos los días es nuestro deber fundamental de cristianos. Es aquí donde debe manifestarse principalmente nuestra correspondencia a la gracia de Dios. «Un
buen cristiano debe ser un buen caballero, un buen ciudadano»
—insistía el Papa en una reciente audiencia general—. El buen cris¬ tiano asienta ambos pies en esta tierra, por muy fuertes que sean
sus afanes de cielo. En su fidelidad a la tierra refléjase su fidelidad
a Dios.
3

llamamiento de Los
laicos a la Santidad
II
El segundo signo de esa nueva vita-
lización de la santidad laica lo encon¬
tramos en el siguiente hecho: el laicado
católico ha descubierto de nuevo el Mis¬
terio de la Iglesia, es decir, ha llegado a un conocimiento más profundo del Misterio de la Iglesia y del hecho de que ellos son esta Iglesia, precisamente
en cuanto laicos. Todos formamos la
Iglesia, que es el Pueblo de Dios que camina hacia el Padre, todos somos el Cuerpo Místico de Cristo, vitalmente unidos a El por el Espíritu Santo, alma de la Iglesia. De esta manera la Iglesia se iba, poco a poco, despertando en las almas, según frase de Guardini. Y el
Concilio Vaticano II ha concentrado to¬
dos sus mejores esfuerzos en la contem¬ plación del Misterio de la Iglesia.
Estas y otras semejantes ideas desper¬
taron en los laicos la conciencia de es¬ tar llamados, también ellos, a la santi¬
dad, a una santidad no menor que la de los sacerdotes y religiosos, si bien algo diferente.
Hoy día, se siente la necesidad de que broten en el seno de la Iglesia santos laicos, santos entre los obreros, los ex¬ cursionistas, los padres y madres de fa¬ milia...; santos en todas las clases so¬ ciales y en todas las profesiones que parece que no han producido santos ja¬ más. En una palabra, santos que hayan
vivido la vida de todo el mundo.
«De buen grado, afirma el P. Congar, se invoca hoy a la Virgen María, Reina de todos los santos, que fue también el

primer laico de la Iglesia y que fue per¬
fecta en lo ordinario de la vida».
Otro signo que nos descubre las aspi¬
raciones actuales hacia nuevas realiza¬
ciones de la santidad, aparece en el ejemplo de los santos concedidos a nuestra época. Son santos, diríamos, ac¬ tuales, «modernos», adaptados a las cir¬ cunstancias actuales. «Algo nuevo, nos dirá el ya citado P. Congar, que no anu¬ la lo antiguo sino que solamente lo des¬ arrolla según las circunstancias actua¬
les».
Si hemos de ser sinceros, es algo que choca a la mentalidad actual, el hecho, por ejemplo, de que S. Luis Gonzaga no miraba mmca a su madre, de que el Cura de Ars no abrazaba a la suya. En cambio encontramos muy natural que jóvenes como Pier Giorgio Frassati, mo¬ delo de la juventud, mirase a las jóve¬ nes cara a cara y acampase con ellas.
Parece que Dios nos da ahora por mo¬ delos a hombres cuya santidad se rea¬ liza en actos ordinarios, idénticos a los que nosotros hacemos, pero hechos por amor de Dios y de su Reino. No son amantes en la línea de la ascética de actos extraordinarios, sino en la línea, por ejemplo, del espíritu de infancia de Santa Teresita, de abandono en la vo¬ luntad de Dios; santos en el cumpli¬ miento perfecto del deber de estado, santos en la profesión, en el matrimo¬ nio y en el trabajo.
Otra característica de la santidad de
nuestros días radica en que, en nuestra época, la idea de «apostolado» va unida
íntimamente a la de santidad. Son inse¬
parables. «En la Edad Media, nos dice otra vez el P. Congar, en xm mundo pe¬ netrado de Cristianismo, ser escogido por Dios significaba entregarse a Dios sólo. Hoy día, en im mundo que se ha vuelto no sólo pagano sino también ateo, ser escogido por Dios sigue siendo esto, pero también, y quizá sobre todo, ser apóstol, dar testimonio, servir a los
otros».
El apostolado es algo que pertenece a la misma espiritualidad laica. Ser cris¬ tiano implica ser apóstol. No más un laicado pasivo en la Iglesia, sino activo y plenamente consciente de aquella so¬

berana expresión de Pío XII: «Los lai¬ cos no sólo pertenecen a la Iglesia, sino que son la misma Iglesia». He aquí co¬
mo el Concilio Vaticano II expone ma¬
gistralmente el fundamento del aposto¬ lado seglar, en su Decreto sobre dicho Apostolado: «Los cristianos seglares ob¬ tienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Ca¬ beza. Ya que, insertos por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robuste¬ cidos por la Confirmación en la fortale¬ za del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor. Se con¬ sagran como sacerdocio real y gente santa (cf. Pedr. 2,4-10) para ofrecer hos¬ tias espirituales por medio de todas sus obras, y para dar testimonio de Cristo en todas las partes del mundo. La cari¬ dad, que es como el alma de todo apos¬ tolado, se comunica y mantiene con los sacramentos, sobre todo de la Eucaris¬
tía.
Todo esto va acompañado en nuestra época de un redescubrimiento de las realidades comunitarias y por un atrac¬ tivo por la Liturgia. Los fieles se van dando cuenta de que se han de salvar en comunidad, que no pueden desenten¬ derse de los otros, ya que todos forman el Cuerpo Místico de Cristo, miembros los xmos de los otros, todos integran el único Pueblo de Dios peregrino que es la Iglesia. Estas ideas tienen sus reso¬ nancias prácticas, sobre todo en el Apos¬ tolado. Se impone una verdadera nece¬ sidad de formar equipo, de trabajar co¬
munitariamente.
Allí donde aparece de una manera vi¬ va el espíritu comunitario es en la asam¬ blea dominical, auténtico bosquejo del cielo. No se puede santificar el Domin¬ go aislándose, aunque fuera en materia de piedad. El Domingo debe transcurrir penetrado de un vivo sentimiento de nuestra pertenencia a la Iglesia. No hay cielo para el individualismo. Gra¬ cias a la piedad litúrgica va, poco a po¬ co, floreciendo el espíritu comunitario. Es el mismo Espíritu de Dios, que re¬ nueva todas las cosas, el que conduce de nuevo a la Iglesia hacia las fuentes vivas de la Liturgia y de la Biblia.
(Concluirá)
P. Bernardo NEBOT, T.O.R.

5

NUESTRAS MISIONES

Dos caballeros andantes

Aunque todos los msioneros merezcan el título de caballeros andantes, los hay que tienen que cabalgar más que los
otros. Y este es el caso del P. Bustos y
del P. Ramón, ambos misioneros de Tayabamba, en Perú. Recuerdo que al con¬
testar ima de sus cartas en que me con¬
taban los tremendos sacrificios que de¬ ben hacer, escribía yo: Siempre había creído tener vocación de misionero, pero al leer vuestras cartas, empiezo a du¬
dar. ..
Escojo algunos párrafos de las cartas de estos dos valientes misioneros, ver¬
daderos nómadas de la sierra peruana.
A 4.000 metros de altura
algo maravilloso
Nos dice el P. Ramón:

bran trabajar en el campo y las mujeres pastorean el ganado. Estas, como visten de muchos colores, se distinguen desde muy lejos. Se pasan el día sentadas jun¬ to a las ovejas hilando la lana con que tejerán luego los pantalones, las faldas (polleras), ponchos y mantas. Cuando no hay tormentas en las cumbres, es algo
maravilloso ir a caballo a 3.800 o 4.000
metros. Los paisajes son majestuosos; algo que eleva... algo que me eleva so¬ bre la miseria de esta pobre gente».
«Lo terrible y triste de estas cumbres son las tormentas, granizo, lluvia torren¬ cial, truenos y relámpagos, niebla, que son un azote y tm gran peligro. Los
cholos temen mucho estas tomentas
porque cada año hay bastantes pastores que mueren heridos por algún rayo. En¬ tonces dicen que sobre la familia pesa

«En estos momentos estoy en imo de los pueblos más habitados de la Provin¬ cia, y que ofrece uno de los panoramas más bonitos. Dista de Tayabamba unas cinco horas a lomo de bestia, pero que se reducen a cuatro cabalgando mi es¬ tupendo «Guiñol». Casi todo el camino
es pvma. En la altura se ven a los «camais», pastores que guardan sus ovejas o sus vaquitas. Los hombres acostum¬

6

alguna maldición y vienen a buscar al Padresito para que les «eche un evange¬ lio». Yo aprovecho esta oportunidad pa¬ ra explicarles que el pecado es la cau¬ sa de los males; que se confiesen; y así lo hacen al menos una vez en la vida, ya
que casi nadie se había confesado nun¬
ca antes».

60 niños para la Primera Comunión que harán mañana. Los pobrecitos son muy ignorantes porque los maestros no sa¬ ben más.»
Algo de lo que nos dice el
P. Bustos

Los niños embelesados
escuchando «Róndales
mallorquines»
«Hace dos días que estoy en este pue¬ blo. Ayer lo dediqué a enseñar catecis¬
mo en la escuela. Estuve todo el día y los chicos estaban escuchando muy aten¬ tos. Les hablé de muchas cosas, interca¬
lando alguna «rondaia mallorquina» que les gustaba con delirio («Els ous de so¬ mera», «La flor romanial», etc). Así se les puede explicar catecismo todo el día y no se cansan. También preparé irnos

Como sé que el espacio de que se pue¬ de disponer en el Heraldo es limitado, dejo de contar tantas cosas de las que me dice el P. Ramón, para poder decir algo del trabajo del P. Bustos. Nos es¬
cribe:
«No sé si se habrá fijado desde don¬ de le escribo. Pero es que ya hace varios meses que salí de Tayabamba y hasta la fecha no puedo regresar. Desde lue¬ go, pronto podré hacerlo. No veo la ho¬
ra de estar de nuevo unos días con mis
compañeros y hermanos...»

7

pase nada. Lo cierto es que en estos momentos tengo más miedo que ver¬ güenza...»

Ahora ya no tropiezan en los baches del pavimento de la iglesia

El P. Miguel Ramón regresa de uno de sus penosfsi* mos viajes, y se ha acordodo de sus compañeros misio¬ neros, para ios cuales trae esas magnificas piños.
«En estos momentos en que le estoy escribiendo, hay una tormenta horroro¬ sa. Truenos, rayos, lluvia... En este mis¬ mo día, pero el año pasado, cayeron en este pueblo dos rayos que mataron a seis personas. Dios quiera que hoy no

«Un señor (cuyo nombre no puedo re¬
velar) se me acercó im día cuando es¬ taba bautizando en la iglesia, y me
ofreció ayuda. Logré que me diera 10 mil soles, pero con la condición de que to¬ do el piso de la iglesia tenía que ser de cemento. Lo prometí. Pero el problema que ello me planteaba era serio para mí, pues sólo el transporte del cemento des¬ de Trujillo hasta Challas (este es el nom¬ bre del pueblo) me costaba unos 7 mil soles. El cemento costaba 4.800; ya no quedaba nada para pagar al albañil. Por otra parte el pueblo no podía darme nada ¿Qué hacer?»
«Pero como Dios aprieta, mas no aho¬ ga, se solucionó todo mucho mejor de lo que hubiera podido esperar. El Ministe¬ rio de Fomento me transportó gratuita¬
mente el cemento. Los «ciudadanos» de
Challas se comprometieron a dar gratis
la comida al maestro de obras y ponerse
ellos mismos de tumo, cinco cada día, como peones sin cobrar nada. Total, que he terminado el piso de la iglesia, el de la sacristía, y todavía me sobra dinero. Ha sido la «multiplicación de los so¬
les» (1).

No le digo la alegría que tienen estas pobres gentes al ver su iglesia tan boni¬ ta. Todos me dicen que se camina muy lindo y sin tropiezos...»
P. JUAN BUSTOS Y P. MIGUEL RAMON
Misioneros en Tayabamba (Perú)

Este es aquel viejecito de que nos habló el P. Bustos en otro número, y que quería darle sus herramientas de carpintero para compensarle de las molestias de haber ido a visitarle en su pueblecito. Dice el P. Bustos que el
anciano parece un santo.

(1) El «sol» es la moneda de Perú. Sería difícil hablar de la multiplicación de los panes, porque en los pueblecitos ordinariamente no hay pan. Se come el trigo hervido o tostado.

8

a Suí

e stamos en una época de crisis, de evolución. Algunos principios, que
no son tales, costumbres, tradiciones de la vida familiar, religiosa y social pier¬ den su vigor, se desmoronan. A las ge¬
neraciones más adultas parece que se
les hunde la tierra bajo los pies, sienten una cierta inquietud ante ciertos fenó¬ menos de los tiempos que avanzan y no pueden comprender; se sienten des¬ orientados, sin horizontes. Las genera¬ ciones nuevas, por otra parte, singlan hacia un porvenir incierto. Reina entre las almas, que tienen un fino sentido pa¬

ra las andanzas del espíritu, no poca desorientación. Esta se refleja también en las relaciones entre padres e hijos. Principalmente en la adolescencia llegan a convertirse los hijos en unos seres extraños para los padres. Estos les com¬ prenden difícilmente.
Padres e hijos representan generacio¬ nes distintas. Los pimtos de origen de
cada una difieren notablemente. La for¬
mación escolar, ambiente social y fami¬ liar, diversiones, tal vez hasta el estado económico y otros factores que mode-

9

laron la infancia de los actuales padres, aun de los más jóvenes, no tienen, aca¬ so, punto de parangón con las circuns¬
tancias actuales en las que crecen sus
hijos. Y es precisamente en la infancia
cuando se decide, en gran parte, lo que será el hombre después.
Aunque padres e hijos vivan, pues, el mismo tiempo, lo viven de manera dis¬ tinta. Más aún, posiblemente también de manera antagónica, bajo puntos de
vista opuestos.
No sólo las grandes corrientes de la historia o del pensamiento se mueven, en cierto modo, antitéticamente, de con¬ traste en contraste, sino también las ge¬ neraciones. A una época de anarquía, de libertades extralimitadas sigue otra de libertades contadas, de dictaduras, de culto al orden. A imas generaciones for¬ madas en la austeridad y rigidez de un
sistema familiar o escolar autoritario, suelen seguir otras educadas con mimo, tolerancia, con otros modales. «A ima generación apaleada sigue otra mima¬
da».
He ahí, pues, ima de las radicales cau¬ sas de las discrepancias y falta de en¬ tendimiento y comprensión que con fre¬ cuencia se nota entre padres e hijos. Dejemos ahora aparte otras de carác¬ ter personal e individual, como son la diversidad de temperamento, cerrazón o torpeza espiritual de algunos padres, pues éstas están a la vista y no necesi¬
tan comentario.
Los padres de mentalidad más flexible

y abierta, que conocieron en la infancia
xma vida llena de privaciones, quieren ahorrarlas a los propios hijos. Y se da la feliz coyuntura de que también lo pueden. Muchos no ahorrarán im cénti¬ mo para hacerles posible ima formación elevada y hasta para darles carrera. En su casa adoptarán un sistema educati¬ vo de tolerancia, de «dejar hacer», pues hoy día se estila así. Juguetes no falta¬ rán. Si al hijo le apunta ya el bozo,
tendrá su tocadiscos o su motorcito.
Pero im día llega el desengaño. Con sorpresa y dolor se dan cuenta estos padres que su hijo, ya mayorcito, difiere mucho del hijo imaginado y deseado. El muchacho se ha vuelto im egoísta; sólo piensa en sí mismo, en divertirse... Se aparta de ellos. Su compañía, su ca¬ sa, no le llenan más. Entre ellos se ha abierto ima zanja. Sus sistemas de ideas, sus intereses difieren mucho. Algo ha fallado, pues, en el método educativo.
Una de las actuales deficiencias de la
convivencia familiar es el descuido de
la vida íntima, de los lazos de compren¬ sión, tolerancia y confianza entre los es¬ posos, entre padres e hijos. La paz, la unidad, la harmonía son una tarea im¬ puesta hoy día a cada familia en particu¬ lar, acaso minada por un ambiente
disolvente. Antes estaban estas virtudes
familiares guardadas y aseguradas por la mentalidad social, por unos usos y maneras de proceder que no se discu¬ tían, que se aceptaban a secas. Se nacía en ellas. Eran, por lo tanto, inconscien¬ tes. Ahora se impone un cuidado solícito

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10

e intencionado de los lazos familiares en¬
tre esposo y esposa, entre padres e hi¬ jos, entre familia y parentela. Se impo¬
ne un cultivo de valores humanos y re¬
ligiosos en familia.
Tal vez se deba este fallo, entre otras cosas, al desequilibrio que trae consigo la agitación de la vida moderna. La pre¬
ocupación número imo de muchas fami¬ lias de hoy es de carácter económico. Se vive para el dinero, para el negocio, con el afán de tener siempre más. El ne¬ gocio, la empresa, el trabajo acaparan todas las energías humanas y todas las horas del día. Falta tiempo para rega¬
larles. Cuando la madre también traba¬
ja y el día redondo está absorbida por quehaceres extraños al hogar, estas diñcultades se agudizan. Cuando llegan los
niños de la escuela encuentran sólo una
madre irritable y cansada, que no tiene tiempo y humor para ellos.
Si hay que enseñar a los niños a ser hijos, solamente podrán aprenderlo con los padres y de los padres, creciendo en una atmósfera familiar equilibrada. So¬
lamente en un ritmo ordenado de tra¬
bajo, diversión y reposo, en una vida íntima cuidada, donde las virtudes y la
zos familiares se fomenten a fuerza de
pequeños detalles de irnos para con los otros, pueden desarrollarse y madurar estas flores y frutos que son los hijos.
La educación de la juventud se va ccmplicando de día en día. Para resol¬ ver la tarea de la educación no basta el sentido común a secas. Además éste no es tan común como podría suponerse. Es necesario informarse, autoeducarse, querer conocer la infancia y la juventud de hoy y a través de ella los propios hi¬ jos, sin anatematizar de antemano lo que no nos guste. Sin el interés, tacto y tiem¬ po adecuados la tarea de la educación de los hijos, como cualquier otra, falla¬
rá. La brecha abierta entre las genera¬
ciones en cierne y las maduras se hará más profunda e irreconciliable.
P. Salvador CABOT, T.O.R.

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El «Caiiiçoiiei:* popula.i:* de !AiCa.llorca.» del P. Xl.a.fel Giiia.x*d Ba.ii.çà., T. O. B..
I

'S i no fossin un tòpic ja massa arrossegat, fingiríem encara que
el P. Ginard ens diu aquells famosos mots de la veritat i de la ben perdo¬
nable vanitat horacianes: «M'he fet un
monument més durador que el bronze; més alteros que els sepulcres reials de les piràmides». Perquè l’obra del «Can¬ çoner» ho és, amb tota veritat, un colossal monument que ha erigit el
nostre frare franciscà al folklore ma¬
llorquí i, de retop, al seu propi nom. No enderrocaran aquest monument ni la pluja rosegadora, ni les fortes mestralades, ni els llargs rosaris dels anys, ni el córrer fugisser del temps. El P. Ginard passarà d'aquesta vida, però
des de la seva obra se n'aixecarà sem¬
pre, con un eco o un ressò, el «non
omnis moriar».
L’elogi del «Cançoner» del P. Ginard ja ha estat fet moltes vegades. Algunes de les seves seccions han obtengut pre¬ mis importants a Barcelona; altres a Mallorca. La lloança més recent i més autoritzada és, sense dubte, la de F. de B. Moll, l’editor del «Cançoner». D’ell són els següents paràgrafs:
«Després de més de quaranta anys de replega pacient de les cançons que encara es canten —o que fa poc temps es cantaven— en els pobles i a la rura¬ lia de Mallorca, el Pare Rafel Ginard Bauçà m’ha confiat el tresor arreple¬ gat i em demana que el posi en mans del públic en aquesta edició».
«Emprenc la publicació amb un goig i un entusiasme comparables als que
abans he sentit en veure convertides
en realitat bategant de vida dues al¬
tres obres culminants dins la història
cultural de Mallorca: el Diccionari i
les Rondalles de Mossèn Antoni Maria
Alcover».
«Amb aquesta publicació. Mallorca pot exhibir tres monuments que per¬ petuen, amb unes dimensions no igua¬ lades per cap altra regió hispànica, la triple manifestació verbal de l’esperit del nostre poble: la llengua, les llegen¬ des i la poesia de la terra».

«L’extensió d’aquest aplec cançonístic és superior, amb gran diferència, a la de qualsevol altre que s’hagi fet en el nostre país... Més de vint mil cançons diferents i més de cinquanta mil variants, són xifres que es diuen aviat, però representen un cúmul de feina, una constància i una tenacitat
que poques vegades es troben reuni¬ des en una sola persona» (De 1’«Assaig d’estudi preliminar», introductori del primer volum del «Cançoner»).
Difícilment es poden dir coses mi¬ llors i més elogioses per a la persona i per a l’obra del P. Ginard. Serveixin aquests elogis per a desfer els prejudi¬
cis —encara n’hi ha que en tenen—
de la «gent que se’n riu, de la curolla d’arreplegar cançons, «dels que creuen que les cançons populars no són sinó literatura baixa i que arreplegar-Ies és perdre el temps».
Dits prejudicis nq són més que un producte de la ignorància. No sap la gent que pensa d’aquella manera, que tota manifestació cultural del poble, sigui baixa, sigui alta, és importantíssima per a la història de les civilit¬ zacions. El mateix P. Ginard ja escri¬ via: «Com més anau profunditzant, més veis el cúmul de problemes que el folklore suscita; se us obrin davant
horitzons considerables sobre altres
cultures; més compreneu com és d’an¬ tic i venerable el folklore, i que dins la, diguem-ne, geologia humana, cons¬ titueix un dels sediments o capes més entranyables i primitives de la huma¬ nitat» (1). I diu encara el P. Ginard: «Recollint el nostre cançoner, hem se¬ guit les petjades d’homes eminentíssims que, a altres terres i a les nos¬ tres, ens han precedit amb l’exemple» (2). No és, doncs, una extravagància arreplegar les cançons populars.
(1) «El cançoner popular de Mallor¬ ca», Les Illes d’Or, p. 15.
(2) Ib., p. 57.

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Però nosaltres, en el cas particular de les cançons folklòriques de Ma¬ llorca, opinam que, molt lluny d’esser cosa baixa, gran nombre d’elles són li¬ teratura excel·lent, tant per la versifi¬ cació com pels conceptes. A les planes centrals d'aquesta revista s’hi troba una petita mostra de dites cançons tradicionals, extretes només d’un dels
grups de les Amoroses, que formen el contengut del volum publicat. Vegi’s si sota la indumentària de la llengua
planera del poble no s’hi amaga poe¬ sia de la bona. Vegi’s si cada cançó no està construïda segons els cànons de la mètrica, amb ritme i rima sense ta¬ res. En Moll ja fa notar, dins el seu «Assaig», la semblança temàtica de la cançó 763 amb el celebèrrim madrigal de Gutierre de Cetina, A unos ojos. Consideri’s també si, en quant a la forma de la mateixa cançó, un Lope de Vega, per exemple, tan enginyós com era, hi sabria jugar amb els mots d’una manera més aguda. Es podrà dir, i això és ver, que les cançons po¬
pulars son poesia esbocinada, però convenguem en que les esberles, com les d’un mirall, refiecteixen bellesa

ben autèntica..
Prèviament el P. Ginard havia pu¬ blicat una obreta —l’hem citada abans
— que, de bell antuvi, havia de servir de pròleg al «Cançoner». Es per això que se titula, quasi homònimament, «El cançoner popular de Mallorca».
Però veient la vivesa i amenitat amb
què aquell pròleg estava fet, com diu l’editor, «va semblar que mereixia esser posat a l’abast del gran públic com un llibret especial». La crítica re¬ bé, i ben merescudament, aquest lli¬
bret amb tots els honors. El P. Ginard
hi explica, d’aquella manera tan plàs¬ tica i atractívola amb què ho sap fer ell, la gènesi i tota la història, anecdo-
tari i vicissituds del seu formidable
aplec de cançons populars mallorqui¬ nes. Ara allò que es prometia i s’en¬ treveia és ja una realitat. El P. Gi¬ nard, amb la seva admirable pacièn¬ cia i esforços, ha salvat el riquíssim tresor de nostre folklore cançonístic, que estàvem a punt de perdre. Els amadors de la cultura no podran agrair-l’hi mai a bastament.
P. Miquel COLOM, T. O. R.

LA MIJTIL·ACIÓ
Vells plàtans dels carrers de la ciutat, que avergonyeix la mutilació! Us compatesc. Ni fins i tot teniu la fuita com recurs per amagar
traumes i nuditat. Car vostres peus
traven els blocs d’asfalt o de ciment. . Plorau, sense ulls, en llagrimeig de sang. Perquè us han escapçat el cel, la llum, els núvols, els aucells, fins els estels que poblaven, de nit, vostre brancam. No podreu ja garlar amb els vells balcons ni amb les gàbies on hi canta el sol. Ni podreu ara fer, en venir el bell temps, manyagues verdes als casals amics. Ni això que us era grat, cobricelar
meloses declaracions d’amor.
Us compatecs, vells plàtans del carrer! ¿Quin crim heu fet, que se us castiga així? ¿El d’haver murmurat amb tots els vents?
P. MIQUEL COLOM, T. O. R.
13

CANÇONER POPULAR DE MALLORCA
M. MOfíí"
AMOR I MORT
Amor, tu me desbarates, alegria poc complida; si a qualcii dones la vida, per mi ets morta i me mates.
¿A on és aquella amor que tu deies que em tenies? Si em veies mort, ploraries una mica per color.
A sa pomera de s’hort s’aigo li és medecina; sa teva amor, Catalina,
m’arribarà a la mort.
Baix d’es teu portal tendrás, si vols, mon cor sepultat; ja que no em tens voluntat, almanco el trepitjaràs.
Bartomeu, a gota a gota
per tu escamparé la sang; quan l’hauré escampada tota. Tomeu, per tu no la plane.
Bella basca em fa s’estiu si no jos per sa calor; i jo, per sa teva amor,
de mort tornaria viu.
Bona amor, com vos diran que som morta i no tenc cura, vendreu a sa sepultura i ets ossos vos respondran.
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Com m’aixec es dematí,
qui an es parei don uiada, pens en tu, amor amada;
de tristor me cuid morir.
Com veig que per mi la fruita
no acaba de madurar, voldria, per no penar,
que el Bon Jesús me’n fos duita.
Damunt sa pedra d’es vas hi faré venir un notari perque prengui s’inventari de sa pena que jo pos.
Damunt un puig vaig filar
un ram de verda esperança. Juan, sa teva enyorança a la mort m’arribarà.
Darrere l’amor anau, darrere l’amor que mata.
¿I no veis mos uis, ingrata? Ingrata, ¿per què plorau?
Des que s’estimat està malalt, no tenc alegria:
ell tendrá sa malaltia i altri se morirà.
Devertiment ja no hi ha en el món, que em faça riure; tant m’estim morir com viure, si Déu no lli alça la mà.
Diumenge arraconaré tots los meus vestits de gala. Ja no hi ha cosa més mala que dur dol de lo seu bé.
Dos enamorats tenia:
un mort, i s’altre a presó.
¿Vós que no voleu, Senyor, que el món tenga alegría?
Eixuga’t ets uis, ma fia! Vet aquí un mocador; que es jove que bé et volia,
vénen de soterrar-ló.
En cadena m’heu posada; en cadena, bona amor! ¿A qual és es mal major? ¿Morir, o estar enamorada?
Encara que jo cant fort, bona amor, vós no em sentiu.
Unes uiades teniu
que m’arriben a la mort.

L·ITERÀXIIA

Hores lli ha que no sé
si som morta o si som vival s’amor me té tan cativa
com una esclava d’Alger.
Jo no sé què dar-te més que dar-te la meva vida; pren-la si la vols, garrida, que no et deman interés.
Madona, facem sa pau
i de mi no us enutgeu; calau ets uis, no em mireu,
que si em mirau, me niatau.
Mala vida em feis passar;
més mala la passareu; de mala mort morireu si remei no em voleu dar.
Margalida, Margalida, quina habilitat tens tu! Sense perjui de negú an el qui és mort pots dar vida.
Alo t’enfads, polit clavell; no tremolis per això, que, si vols sang del meu cor, du ganivet i ribelL
Pega’m una punyalada i veuràs mon cor obert,
í així tu sabràs de cert
de qui estic enamorada.
Quan la mort m’haurà menjat
sa carn i es moll d’ets ossos, encara romandran trossos
que vos tendrán voluntat.
Quan los meus ossos seran mig podrits dins el fossar,
en sentir-te atio menar
encara s’alegraran.
Rosa de totes les roses:
si m’enganes a la fi, aviat porà venir es capellà a dir-me coses.
Si de venir vos deixau, jo vos deman per favorZ duis-me s’extremunció i llavó senyal tocau.
Si jo mateix no m’entenc ni em pot entendre ningú! Dic que no te vui, i venc,
morint-me sempre per tu.

Si mu mare se moria, duria dos anys de dol; per vós, careta de sol,
tota la vida en duria.

Si no em vols, sol resplendent, no sé què cosa fer-tè; no és afronta es morir-mè
de mal d’enamorament.

Tenc sa guiterra esquerdada i es guiterró ben esmús; guiterra, no sonis pus, que és morta s’enamorada.

Un temps volia ser gendre de can Roca d’es Molí; lo que volia per mi, ara és tornar pols i cendra.

Veniu encà, diamant; veniu, roseta florida; veniu, que us vui dar ma
ara en el mateix instant.

vida

Vet aquí un ganivet; fé lo que vulguis de mi; jo m’aconhort de morir baix dels teus peus, ramellet.
Vols-me dir, en jovenet, perquè és que ja no em saludes? Si dins tres dies no mudes, jo em moriré de calfred.
Vós estau enmig, garrida, i sentireu el qui passa. El qui s’enamora massa, perilla perdre sa vida.
Vós qui amb so mirar matau, matau-me, sols que em mireu; que m’estim més que em mateu que viure si no em mirau.

Vós sou qui em poreu dar vida i cercan que em muirá prest. Saps quin turment és aquest
per un que la mort el crida!

Vós sou qui posada m’heu a una nit tenebrosa; i jo que som agradosa, ¿a mi me disgustareu?

Del «Cançoner Papular de Mallorca”, del P. Rafel Ginard Bauçà, T 0. R., vol. I, A moroses,
secció Amor i Mort.

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Al recordar ta eliminación sistemática y criminal del pueblo ¡udío por los nacionalsocialistas de Hitler, no nos mueve el afán de sensacionalismo, sino el deseo profun¬ do de enseñar a las gentes de hoy, hasta donde puede llegar la degeneración del hombre cuando, orgulloso de su poder, olvida su condición humana y de hijo de Dios.
LOS JUDIOS, VICTIMAS DEL TOTALITARISMO DE HITLER

la dilatada historia de tantos to¬ talitarismos ha habido siempre una violación radical de los derechos más elementales de la persona humana. En los totalitarismos de última hora se
guardan unas formas externas de convi¬ vencia para salvar las apariencias. Pero
todos han coincidido en esa radical ani¬
quilación de los valores de libertad física
o moral del ser humano.
Causan horror e indignación los crí¬ menes sin medida que se cometieron en
la Alemania de Hitler. Ese aldeano fe¬
roz, obsesionado por la grandeza de la raza aria, odiaba a ese otro grupo étnico que, según él, constituía ima amenaza para la raza aria. De ahí la sangrienta y criminal persecución contra los judíos.
Primeras medidas

Toda Europa contempla, con estupor, esa descarada e injusta persecución.
A pesar de que en los juegos olímpi¬ cos se suavizan algo las formas, poco después los incendios de las sinagogas y de los grandes almacenes judíos, es¬ tán a la orden del día. La opinión públi¬
ca se exacerba. Hitler decide tomar me¬
didas drásticas. Quiere expulsarlos ma¬ sivamente. A tal efecto, organiza una comisión que se encargará oficialmente de poner fuera de territorio alemán a todos los judíos. Se les dirige con pre¬
ferencia hacia Palestina. De enero de
1933 a octubre de 1941, 540.000 judíos abandonan Alemania, bajo la presión oficial. Además, por estudiado designio, los gastos de esa tremenda migración corren a cargo de los mismos judíos o de las organizaciones mimdiales.

Hitler asumió el poder en 1933. Inme¬ diatamente se negaron a los judíos los
más elementales derechos civiles. Se pro¬
hibe el matrimonio entre arios y judíos. Unos años más tarde, no pueden ejercer funciones oficiales ni públicas en pren¬ sa, radio, teatro, farmacia y enseñanza.
Paulatinamente se les va haciendo la
vida imposible. Hay lugares donde se les prohibe entrar en los almacenes de ali¬ mentación, en otros se les niega la leche a las lactantes, las farmacias se niegan a servirles medicinas y, en muchos ho¬ teles, se les cierran las puertas. Las ca¬ lles se llenan de carteles antijudíos. Y todo esto se hace oficial y públicamente.

Eichmann y su pérfida organización
Durante la guerra cambia la decora¬ ción. Eichmann fue el encargado de arre¬ glar la cuestión judía. Organizó la ex¬ pulsión de 11 millones de judíos existen¬ tes en el Reich. Quería reunirlos en Po¬ lonia y Madagascar. Pero la entrada de Rusia y Estados Unidos en escena obli¬ gó a un cambio de táctica.
Hitler da la orden brutal y despiada¬ da de exterminio. El doctor Eichmann, con un cinismo a toda prueba, organiza y planifica el gigantesco genocidio que se inicia el año 1942. Se les expulsa al Este para trabajar en campos de concentra-

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ción. La mayoría morirían en el camino y los que quedarían serían sometidos a una eliminación racional y científica.
Se organizan los campos de concen¬ tración para la muerte. Se amplía, mo¬ derniza y transforma el campo de Ausch¬ witz. Se crean los de Dachau, Belzen, Treblinca, Wolzet, etc. Los judíos van a esos campos sin distinción de sexo ni
edad. Los trenes van abarrotados y pa¬
san, de noche, por las estaciones sin luz a velocidades vertiginosas. 90.000 belgas, 95.000 holandeses y más de 400.000 hún¬ garos fueron deportados en pocas se¬
manas.
La muertej científicamente organizada
Al principio se mataba con gas monóxido. Luego se rechaza este procedi¬ miento por ser demasiado lento —quin¬ ce minutos— en producir la muerte. Se echa mano del gas zyklon B que elimi¬
na im hombre en tres minutos. Es profimdamente lamentable la enorme con¬
currencia de firmas químicas para obte¬ ner la venta de gas. Alguna, como la Kori, recuerda que con anterioridad ha comprobado su «eficacia y buen funcio¬
namiento en hornos crematorios». El
campo de Auschwitz tiene cámaras que absorben dos mil personas en cada
turno.
A la llegada de las caravanas un equi¬ po de médicos seleccionaban la «mercan¬ cía»: los niños, las mujeres, ancianos y enfermos, pasan inmediatamente a los
hornos crematorios. Los otros se desti¬ nan a trabajos forzados. Las cámaras de muerte resultan insuficientes y se acude a los fusilamientos en masa. Pe¬ ro eso les resulta demasiado caro.
Auschwitz es capaz de eliminar 6.000 judíos al día, y en verano de 1944, se lle¬ gan a eliminar en cuarenta y seis días
289.000.
Trágico balance
Como si no bastara su sistemática eli¬
minación, se les somete a las pruebas

más inhumanas. Como si fueran conejitos de indias, se hace sobre ellos expe¬ rimentos de esterilización, de inocular ción de cáncer y otros extremos vergon¬ zosos. Parece que todo está permitido con aquellos hombres sin derecho. Les privan de todos sus bienes e incluso se aprovechan las dentaduras de oro de los cadáveres. Se aprovecha el pelo de las mujeres para fines industriales.
El balance es desoladoramente trági¬ co: De 5 a 6 millones de judíos fueron
exterminados sobre un total de 9.500.00 existentes en Alemania. Solo en Ausch¬
witz perecieron dos millones. Trágico
sino el del hombre cuando olvida su
condición de ser solidario, supeditado a Dios. El mundo tiene que arrepentirse demasiadas veces de tantas vejaciones e injusticias que asolan al hombre.
Hoy, miramos con horror esos críme¬ nes vergonzosos, pero la perfidia humar na inventa otros nuevos. Actualmente, se organizan en Alemania exposiciones sobre esta singular tragedia para que el pueblo aprenda la dura lección de la historia. Me decía un amigo, que ha es¬ tudiado 6 años en Viena, que la multi¬ tud visitaba estas exposiciones con reli¬ gioso silencio, anonadada ante tanta tragedia. Dios quiera que el desaforado orgullo humano y la desmedida ansia de poder no vuelvan a convertir al ser humano en instrumento de capricho in¬ justo del hombre.
P. GREGORIO MATEU, T. O. R.
^
Difundir la lectura y suscripciones de

«EL HERALDO DE CRISTO»

Es un medio fácil para llenar de MENSAJE FRANCISCANO

el mundo de hoy.

L

-

17

NUEVA PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE GUADALUPE
(Wichita Falls, Texas)

El día 5 de junio de 1966 se bendijo solemnemente la nueva parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe, destinada al servicio religioso de los mejicanos resi¬ dentes en Wichita Palls, Texas.
En las dos fotos que acompañan esta reseña, se puede apreciar la moderna lí¬ nea arquitectónica, sencilla y elegante, de la nueva planta que no ha perdido el aire y sabor de la típica iglesia misional.

Efectivamente, Ntra. Sra. de Guadalupe no era más que una humilde «misión» cuando, en septiembre de 1327, los Pa¬ dres Franciscanos de la T.O.R., de Ma¬ llorca, se hicieron cargo de ella. Su his¬ toria durante los cuarenta años de su existencia, es la admirable historia del diminuto grano de mostaza —de que nos habla el Evangelio—, que crece y se multiplica hasta convertirse en frondoso árbol. La nueva parroquia viene a col¬
mar los sentidos deseos de la numerosa
y ferviente colonia mejicana y los es¬ fuerzos abnegados de nuestros padres que se han sucedido en su gobierno.
Las obras de construcción empezaron en marzo de 1965, bajo la inteligente y dinámica dirección del joven párroco, Rdo. P. Miguel Juan, T.O.R., asistido por el Rdo. P. Antonio Ferrer, T.O.R., vi¬ cario. En diciembre del mismo año, ya se pudo celebrar misa en la nueva igle¬ sia, levantada en el lugar que ocupaba
la anterior capilla. En junio de 1966, to¬ do estaba a punto para la solemne ben¬ dición que realizó el obispo de DallasFort Worth, Excmo. y Rdmo. Sr. Dr.
Thomas K. Gordan.

La nueva parroquia tiene capacidad para imas quinientas personas, y —se¬ gún noticias recibidas— se llena por cornipleto en las cuatro misas que se ce¬ lebran los domingos. Su vida espiritual es intensa y pujante, debido a la labor
desinteresada de la «Sociedad de los
Guadalupanos» y de los Cursillos de Cristiandad, que engloban en sus filas a varios centenares de hombres y de mu¬ jeres.

VIS A VIS

De buen grado transcribimos de «DIARIO DE MALLORCA» (II enero 1967), el interesante reportaje publicado por el prestigioso periodista D. Bartolomé Suau, después de entrevistarse con el Rdo. P. J. Tugores, recién llegado de la Ciudad del Turia, donde tuvo lu¬
gar un importante Congreso hispano-portugués de los hijos de San
Francisco de Asís.

EL «AGGIORNAMENTO» GE LAS GROENES FRAN0I8CANAS
Las Ordenes Franciscanas de la Península Ibérica se han reunido en Valencia.
El P. Jaime Tugores, representante de la provincia españolo de la T. 0. R., nos cuenta el desarrollo del interesante Congreso.

caballo entre el fin del año pasa¬
ndo y el comienzo del presente, ha
tenido lugar en Valencia un Congreso Hispano-Luso sobre la renovación de la
vida franciscana a la luz del Concilio
Ecuménico Vaticano II. En representa¬ ción de la Provincia española de la T. O. R., cuya sede está en nuestra ciudad, ha estado presente en el Congreso el P. Jaime Tugores. Dada la resonancia que ha tenido esa gran Reunión Francisca¬ na, hemos creído interesante entrevistar¬ nos con él, a ñn de dar a conocer a Ma¬ llorca entera, el desarrollo y las conclu¬ siones del Congreso. La charla, cordial, amena, transcurre ambientada en la paz y belleza del Claustro de San Francisco.
—Vd. tiene la palabra, P. Tugores...
—Nos hallamos en un momento de
revisión de toda la Iglesia, lo que se lla¬ ma el Post-Concilio. Ese estado de revi¬ sión se patentiza, tal vez con más clari¬ dad, en las órdenes religiosas. Todas ellas se encuentran empeñadas en un se¬ rio trabajo de adaptación a nuestro tiempo y a las normas del Concilio, con mantenimiento de la fidelidad máxima
al espíritu frmdacional.
—También la Orden Franciscana...
—Claro. Toda la inmensa familia de San Francisco. Es mucho el trabajo rea¬
lizado, quizás en vm clima de silencio, pero de una eficacia notable. El Congre¬ so hispano-portugués de Valencia, al que
hemos asistido unos ochenta Padres fran¬
ciscanos, no ha tenido una finalidad le¬

gislativa o de reglamentación práctica. Ha sido más bien im Congreso de estu¬ dios en el que se ha pretendido revisar el espíritu franciscano de nuestro tiem¬ po para confrontarlo con las fuentes ori¬ ginarias y el magisterio conciliar y post¬ conciliar. Su pretensión ha sido la de ver claro el camino a seguir.
—¿Organización del Congreso?
—Por voluntad de los Provinciales franciscanos de la Península Ibérica.
Han estado presentes representantes de todas las ramas del franciscanismo; la O. F. M. (Los Menores observantes, a los que perteneció Fray Junípero Serra); la O. F. M. Conv. (conventuales, que son los que guardan el cuerpo de San Fran¬ cisco); la O. F. M. Cap. (los Capuchi¬ nos) y la T. O. R.
—¿Desarrollo del Congreso?
—En un clima de ancho y cordial diᬠlogo. Prestigiosas figuras franciscanas
han desarrollado Ponencias sobre im te¬
mario de palpitante actualidad.
—¿Conclusiones del Congreso?
—^Ya he advertido antes que no se
han adoptado conclusiones legislativas, sino orientaciones para que sean perfi¬ ladas en próximos y definitivos Congre¬
sos de sana renovación.
—¿Algunas de esas orientaciones?
—Por ejemplo, el retomo a la frater¬
nidad franciscana. Se ha reconocido que

19

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Grupo de asistentes ai Congreso hispano-portugés de las Ordenes Franciscanas. Preside la foto el Excmo. y Rdmo. Fr. León Villuendos Polo, O. F. M., Obispo de Teruel y ahora retirado en el Convento franciscano de Onteniente, Valencia.

una tendencia a un clericalismo ex¬
cesivo había empañado algo esa fraterni¬ dad. Todos, los que llegan al sacerdo¬ cio y los «hermanos», hemos de volver a ser iguales, incluso en la posibilidad de ejercer los cargos superiores.
—¿Qué más?
—Se revisaron las líneas actuales de
la obediencia, según las directrices del Concilio. La obediencia ha de implicar sumisión, pero abierta, en clima que no excluya el diálogo. Una obediencia acti¬ va y responsable inmersa en la realidad circundante, que admita verdades par¬
ciales frente a nuestra verdad.
—¿Se explanó el tema de la pobreza
franciscana?
—Claro que sí. El P. Lázaro Iriarte de Azpur tuvo palabras muy incisivas, aceptadas por todos. No hay que parecer pobre, sino serlo realmente, dentro de unos línútes de prudencia y previsión. Se habló de restaurar el concepto de inseguridad tan de San Pranciso y dar testimonio de pobreza según la medida del ambiente. Los franciscanos obreros encajan muy bien en ese espíritu de po¬
breza.
—¿Más conclusiones?

—La de la puesta en marcha del traba¬ jo en equipo. La del apostolado francis¬ cano entre pobres. Misiones y en países comunistas. San Francisco fue el primer fundador que ordenó a sus frailes tra¬ bajar en territorios de misión. Hoy la
Orden Famciscana cuida de más de 140
territorios. En cuanto al apostolado en países comunistEis se consideró que el espíritu de pobreza franciscana encaja especialmente en el clima de ese mundo
no cristiano...
—¿Está en auge el franciscanismo en
el mundo?
—Progresa constantemente. Otra de las conclusiones fue la de seguir cuidan¬ do de las 2.“ y 3.“ Ordenes, las de las mon¬ jas de clausura y las de las monjas que
están en el mundo.
—¿Cifras franciscanas de hoy?
—Anote: Más de 50.000 Franciscanos
religiosos, casi 20.000 religiosas de clau¬
sura de la 2.^ Orden. Más de 280.000 re¬
ligiosas de la 3.* Orden. Y, finalmente, tres millones de terciarios seglares...
Todo un Ejército mundial. Pero, de
militantes de la Paz...
SUAU

20

NUBSTEA pequeña
HISTORIA

Ifledio siglo atrás.,,

I tónica de «EL HERALDO» correspondien¬ te al mes de febrero de 1917 era casi
igual que la del número anterior: un número ano¬ dino, con escaso material casero y de primera mano; cuatro grabados de relleno y unos pocos trabajos de colaboradores o de plumas extrañas.
El primer artículo era una carta del Arzobispo de Turin, Cardenal Richelmy, sobre la necesidad de crear prensa católica. Nuestra revista ponía por título a dicha carta «Un documento precioso
en favor de la Buena Prensa». Citaba el Arzo¬
bispo de Turin, las palabras de un célebre obis¬ po francés que, por no haber perdido aún ac¬ tualidad, reproducimos en parte: «Los periódicos católicos son las fundaciones que la Religión pi¬ de a sus hijos... La obra de la buena prensa es la obra necesaria, la obra capital, la obra de las obras. Fundar obras de caridad y de celo y omitir la obra del periódico bueno es como obs¬ tinarse en querer construir una pirámide al
revés».
Entre sus colaboradores más frecuentes con¬ taba «EL HERALDO», por aquellos años, con don
Bartolomé Miralles, buen terciario y buen amigo
de la Comunidad del Convento de Palma. En su
artículo «Aún hay fe en Israel» se revolvía con¬ tra los derrotistas que afirmaban que la fe era cosa decadente. Nos tememos que si nuestro buen terciario abriese los ojos, no podría escri¬ bir afirmaciones tan categóricas como entonces.
Otro muy asiduo colaborador, F. Torrens, Pbro., biógrafo de su coterráneo Fr. Junípero Serra, presentaba un extracto de la vida de Margarita Rosa Nicolau y Riutort, ilustre terciaria, vidente y extática, que llevaba exteriormente el hábito de penitencia y era conocida con el nombre de Sor Margarita Rosa de Jesús María. Era también de Petra donde nació el 29 de agosto de 1680 y murió el 19 de febrero de 1740. Está enterrada en la iglesia franciscana de San Bernardino, de aquella localidad.
La madre de nuestro P. F. Fornés había falle¬
cido en Artá, su pueblo, el 30 de diciembre de 1916. Una extensa nota necrológica daba cuenta
de ello.
Y se reseñaba también la fiesta de la PíaUnión Eucarística infantil de San Antonio de Pa¬ dua, celebrada el día de Reyes, igual que la renovación de la Junta Directiva de señoras, la
mayoría de las cuales fallecieron ya. Esta aso¬
ciación infantil estaba establecida en nuestro Convento de Palma y llevaba entonces sólo unos
pocos años de fundada.

Daniel (el P. Cerdá) andaría por aquellos días algo mermado de salud. En su habitual sección dialogada con «madó Clara», en mallorquín popu¬ lar, le suplía El seu Germà (seguramente uno de los coristas que estudiaban en el Convento de Inca, tal vez Fr. Miguel Quetglas). Se hacía ya ambiente para la Peregrinación franciscana a San Juan, que había de tener lugar aquel año.
En el mes de enero de 1917, Inca presenció el acontecimiento extraordinario de la santa misión. La dirigieron los Padres Mas, Serra, Fiol y Sola, de San Vicente de Paúl. Hubo un gran movi¬ miento religioso, como lo demuestra la comunión general en la que tomaron parte unas tres mil personas. Téngase en cuenta que la población de Inca no alcanzaría entonces la mitad del cen¬ so actual. Nuestra revista enteraba a sus lecto¬ res de aquel acontecimiento.
Seguía la «Crónica Franciscana». Notas sobre la biblioteca circulante de los Terciarios de Artá, sobre actividades de las Josefinas, profesión del novicio Fr. Miguel Miralles, muerto unos trece años después, trágicamente, en la iglesia de San Francisco de Palma, sobre movimiento de la Tercera Orden; sobre fiesta de nuestro Padre San Francisco en Les Salines y sobre movimien¬ to franciscano en Campos.
En «Noticias y variedades» se leían títulos co¬ mo éstos: «Pedro Juan de Montecorvino», céle¬ bre misionero franciscano en Oriente, que bau¬ tizó a 6.000 paganos: «Nuevas manchas en el sol» (ya se las habrán quitado), etc.
Después de la sección «Necrología», con va¬ rios terciarios fallecidos, venía la «Bibliografía». Habían visitado la redacción de «EL HERALDO» dos nuevas publicaciones: el semanario «La veu de Mallorca», todo él redactado en lengua cata¬ lana y que «parece tener como tema el ir hacia la reconquista de los derechos de nuestra nacio¬ nalidad»; y el quincenario «Llevant», «órgano de la asociación «Minerva» y defensor de los inte¬
reses morales de Artá y su comarca».
Como siempre, cerraba el número la sección «Juventud Seráfica», con trabajos de J. B. C., Terciario (probablemente el P. Borrás, de San Felipe), Jiménez y Alvar Mejía Silveyra, perso¬ naje, éste último, desconocido para nosotros. Los temas tratados eran, respectivamente, «La Candelaria», estudio histórico-bíblico, los abusos carnavalescos y «Recuerdos de antaño» sobre fiestas cortesanas en Madrid.

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ECOS DE UNA CONFERENCIA

\_^\\\_HORA cuando se trata tanto del «cler¬ gyman)) de los sacerdotes y del cambio de hábito de los religiosos, nos ha sorprendido el ver deambular presuroso por nuestras calles de Córdoba, un religioso, ya de cierta edad, de hábito negro, pero con cordón franciscano, des¬
conocido por estos términos.
Por el programa de las fiestas que la Casa
de Córdoba en Madrid, dedica a nuestro Cus¬ todio San Rafael Arcángel, hemos venido en conocimiento de que se trata del Rdo. P. de la Tercera Orden Regular de San Francisco, Fr. Francisco Amengual, Prior del Colegio de la Inmaculada Concepción, en Roma.
Personas que le han interviudado, nos infor¬ man que ha venido a nuestra ciudad a la caza de datos y noticias sobre su Orden, a la que perteneció el Convento de Madre de Dios y San Rafael ( actual Asilo de Madre de Dios), y a la que honraron con su HISTORIA LITE¬
RARIA DE ESPAÑA los Tustres cordobeses
PP. Pedro y Rafael Rodríguez MOHEDANO. Incansable investigador y celoso promotor del prestigio de su Orden, la Tercera Orden Regu¬ lar de San Francisco (T. O. R.), caza al vuelo las ocasiones y las agarra por su único pelo.
En efecto, a sus instancias la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras, y Nobles Artes de Córdoba el 22 del presente celebró en el Salón de Actos de la Excma. Diputación Provincial, un solemne Acto Público Académico, homenaje a los RR. PP. Pedro y Rafael Rodríguez MO¬ HEDANO, con ocasión de cumplirse el segundo centenario de la publicaeión de su famosa His¬
toria Literaria.
Abrieron el aeto breves palabras del Ilustrísimo Sr. Director de la Academia, a las que siguieron sendos discursos de ambientación Rteraria y científica, por los Académicos señores Juan Gómez Crespo y José María Ortiz Juárez; finalmente el R. P. Francisco Amengual di¬ sertó, erudita y documentadamente, sobre la obra que dio tan justa fama a los hermanos
MOHEDANO: su HISTORIA LITERARIA DE

ESPAÑA. Sorprendieron a la eoncurrencia, for¬ mada por numerosos Académicos y demás gente de letras, las numerosas citas de cartas de los
MOHEDANO con los literatos de su tiempo,
principalmente con don Femado José de Velas¬ co, gran numismático. Presidente de la Chancillería de Granada, y con el limo. Sr. Obispo de Beja (Portugal), don Fr. Manuel do Ce¬ náculo, gran amigo y consejero de los MOHE¬
DANO.
Después de aludir a las incidencias de la pu¬ blicación de la Historia Literaria y del intento
de los MOHEDANO de dotar a su ciudad natal
de un colegio piloto donde se enseñara hasta Física Experimental, Francés, Matemáticas, etc., insinuó la idea de que Córdoba perpetuara la memoria y la obra de sus ilustres hijos, dando su nombre a algún centro o grupo escolar de Primera o Segunda Enseñanza; así, afirmó, se eumpliría lo que dijera en su EPICEDION a la muerte del P. Rafael, el P. Juan de Osuna, Jesuíta expulso; «Patria grata virum aeterno cebrebabit honore)). La patria os ensalzará con honores perdurables.
Siguieron unas brillantes palabras del Sr. Direetor de la Academia en las que agradeció al Padre su presencia y su actuación, que calificó do soberbia, y el haberles dado a ellos oeasión de tributar aquel homenaje a sus ilustres com¬ patriotas.
Y terminó asegurando al P. Amengual, que la Academia hacía suya la sugerencia de la dedicación de un grupo o centro escolar a los MOHEDANO y que para ello haría las ges¬ tiones necesarias ante el Excmo. Ayuntamiento de Córdoba y demás autoridades.
Después del acto oficial, los Académicos y asistentes se mostraron muy interesados eon las noticias que sobre la Tercera Orden Regular de
San Francisco les iba dando el P. Conferen¬
ciante. Todos preguntaban al Padre: ¿Volverán las oscuras golondrinas... ?
Córdoba y octubre de 1966,

22

NUEVO REGIMEN PENITENCIAL

Habiendo cesado, el 31 de diciembre de 1966, el privilegio de la bula de la Santa Cruzada, en su sumario de ayuno y abstinencia, gracias al cual los españoles gozaban de una mitigación de la ley canónica general, insertamos a continua¬ ción las Normas dadas por el Episcopado Espa¬ ñol y que ya rigen desde el 1.° de enero de 1967:
Normas prácticas de aplicación
de la disciplina penitencial
El Episcopado español, en uso de las faculta¬ des que le confiere la constitución apostólica «Poenitemini», dispone que la ley eclesiástica de la penitencia se ha de aplicar en España según las normas siguientes:
21..° Son días de abstinencia de carne todos
los viernes de Cuaresma que no coincidan en fiesta de precepto. Son días de abstinencia y de ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
‘ Los demás viernes del año que no sean
fiesta de precepto son también días de peniten¬ cia. Pero la abstinencia de carne impuesta por ley general puede sustituirse, según la libre vo¬ luntad de cada uno de los fieles, por cualquiera de las varias formas de penitencia recomenda¬ das por la Iglesia, como son: a) ejercicios de piedad y oración, preferentemente en familia o en grupo (por ejemplo, la participación en la santa misa, lectura de una parte de la Sagrada Escritura o de vidas de santos, el rezo del rosa¬ rio y otros); b) mortificaciones corporales (ayu¬ no, privaciones voluntarias en la comida o be¬ bida, en el fumar o en la asistencia a espec¬ táculos, abstención de manjares costosos o muy apetecibles, etcétera): c) obras de caridad (vi¬ sita de enfermos o atribulados, limosna, etc.).
3.“ La cuantía de la limosna y de las demás
acciones penitenciales se deja a la conciencia de cada uno. La limosna penitencial puede darse, bien directamente a personas necesitadas, bien por medio de instituciones benéficas, y la entre¬ ga puede hacerse tanto semana a semana por cada uno de los viernes, como de una sola vez y en cantidad proporcionada para un período
4.^más largo o para todo el año. Pero aunque la
donación se haga de una vez para muchas se¬ manas, y así se cumpla el precepto, es muy conveniente renovar de algún modo cada viernes la asociación personal a la pasión y muerte del
Señor.
Teniendo presente la mayor eficacia de la

acción caritativa organizada, sobre todo si es dirigida oficialmente por la Iglesia, se recomienda con todo encarecimiento —sin que ello consti¬ tuya mandato— que aquellos que quieran volun¬
tariamente sustituir la abstinencia de los viernes
no cuaresmales por la limosna, la hagan a tra¬
vés de las Cáritas diocesanas. De este modo
podrán ser atendidas como hasta ahora, y aún con mayor amplitud, las numerosas necesidades de la beneficencia, el culto y la acción apostó¬ lica, a las que se destinaba la limosna dada por el indulto de ayuno y abstinencia que se concedía a España.
5.=' Las Cáritas diocesanas pondrán a dispo¬
sición de todos medios fáciles y seguros para
recoger los donativos hechos con intención de limosna penitencial. El producto de esta limosna, reunido en un fondo diocesano, será aplicado, con adecuada distribución, a fines sociales, bené¬ fico, apostólicos y de culto. De la cuantía total de tales limosnas, así como de su administración y de las obras atendidas, se dará cuenta públi¬ ca oportunamente en la forma que disponga el prelado de cada diócesis y la Conferencia Epis¬ copal de la nación.
6.= La ley de abstinencia obliga a no comer
carne, pero no prohibe los huevos, lacticinios y los condimentos incluso de grasa de animales.
La ley de ayuno prescribe no hacer sino una sola comida ai día, pero no prohibe tomar algo de alimento a la mañana y a la noche, guardan¬ do las legítimas costumbres respecto a la can¬ tidad y a la calidad de los alimentos.
879..=°^Laleydeabstinenciaobligaatodaslas
personas que hayan cumplido los catorce años. La ley del ayuno obliga desde los veintiún años cumplidos hasta los sensenta incoados.
La disciplina promulgada por la Conferen¬ cia Episcopal es aplicable a todos los fieles re¬ sidentes en España, aun transitoriamente.
La nueva disciplina penitencial no modifica ninguna de las obligaciones que por razón de votos correspondan a personas físicas o morales o que sean propias de institutos religiosos en virtud de sus reglas y constituciones.
La Conferencia Episcopal Española espera que la presente disciplina penitencial, adaptada a España, servirá para aumentar en todos el sen¬ tido del sacrificio, la autenticidad de una vida sinceramente cristiana y la práctica más perso¬ nal y consciente de la mortificación y la caridad.

23

X7n. fra.» cis Cain o escribe
desde el frente del Vietnam
Queridos Padres y Hermanos:
Por amabilidad de nuestro P. Provincial, quiero tenerles informados de mis andanzas por el Vietnam. Lo primero de todo, aunque taii/de, les deseo a todos un año colmado de bendiciones. Doy las gracias a los que mandaron felicitaciones y me recordaron en las misas de Navidad y en sus oraciones. Sería mi gusto contestar individualmente a todos, pero el tiempo es un lujo precioso por aquí.
Desde la última vez que les escribí, he sido trasladado del Batallón de Sanidad a un batallón de combate, de Marina, en el frente, si realmente existe frente gn esta extraña guerra. Aunque la vida no es, desde luego, tan segura ni tan cómoda como cuando estaba en el Batallón de Sanidad, me siento satisfecho de poder servir con una unidad de combate. En el hospital sólo contemplaba los efectos de la guerra, mientras que aquí veo personalmente lo que es la misma guerra. Estoy ahora más cerca de nuestros mucha¬ chos que salen cada noche, con su poco de miedo y con la incertidumbre de lo que su¬ cederá, para buscar y destruir al enemigo, el Viet Gong. Pues, en realidad, ésta es una guerra nocturna. Estos muchachos, que dejaron el Colegio no hace más que uno o dos años, están realizando una tremenda labor y yo me descubro ante ellos. Su situación es mucho más dura que la de cualquier otro de por aquí. Yo ruego, coma lo hacéis vosotros también, para que esta guerra termine pronto, pero, francamente, no creo que sea así. Según mi opinión, soy un profano, hay guerra para muchos años. Sin embargo, pienso que debemos permanecer aquí. Si nos marchásemos, ¿quién haría frente a la agresión comunista por todo el sudeste asiático? Tal vez algún día, pasados centenares o millares de años, los hombres lleguen a aprender a vivir en paz.
Antes de venir yo aquí oía noticias sobre sacerdotes que, en alguna ocasión, decían ocho misas en un día. Creía que ac¡uello era cuento, pero el día de Navidad yo mismo tuve el privilegio de celebrar diez misas. El tiempo era bueno y tuve un helicóptero a mi disposición y así pude llegarme a un buen número de puestos avanzados y llevar a Cristo, en el día de su nacimiento, a nuestro personal católico. Por término medio digo de quince a veinte misas por semana y de sesenta a ochenta al mes. Como capellanes militares tenemos privilegios nunca previstos por el Derecho Canónico. Esto explica la
cosai
El mes de enero se presenta muy estimulante. Espero salir en breve para una ope¬ ración, y algún día, en un próximo futuro, según dicen, avalizaremos hacia el norte, al terreno virgen del Viet Cong. Sé que de aquí a nueve meses tendré el placer de regre¬ sar a América, pero mientras tanto considero un privilegio, una gracia singular, poder servir con nuestros hombres y por nuestra patria en el Vietnam. No es que yo aspire a que me hagan fiambre ni me imagino ser un John Wayne clerical; me parece, con todo, que será éste el año más memorable de mi vida.
Ténganme presente en sus oraciones y que Dios les bendiga.
Sinceramente suyo en San Francisco,
Lawrence Lowry, T. O. R.
24

LA SANTA MISA ES BANQUETE ESCATOLOGICO

C—s otro aspecto que nos presenta la santa Misa. Banquete escatológico,
es decir, que pertenece al Reino de Dios en la patria, a la eternidad. Escuchemos
el Directorio:
«La forma de banquete festivo que reviste la Misa y los cantos de alabanza con que unimos nuestras voces a los coros celestiales, deben servimos de punto de partida para explicar a los fie¬ les el carácter escatológico de la misma:
mientras caminamos aún hacia la pa¬
tria, la Eucaristía nos introduce ya an¬ ticipadamente, bajo el velo de los símbo¬ los, en la realidad del banquete con que
en el cielo el Cordero celebra sus nup¬
cias con la Iglesia.
La repetida participación en este ban¬ quete —pan bajado del cielo, que da la
vida eterna— alimenta el deseo de las
cosas celestiales, desarrolla en nosotros los gérmenes de inmortalidad y es ima prenda de la gloria venidera» (n.° 23).
Toda Misa es Misa de peregrinos, de
caminantes. La venida del Señor en la
Misa nos es dada para preparamos al día de la gran venida del Señor, que San Pablo, en sus cartas, llama «el gran
día de Cristo» (Fil. 1, 10). La Misa ileva
ya en sí los signos de la vuelta gloriosa de Jesucristo. Cuanto más nos dejemos, en la Liturgia de la Misa, clavar con Cris¬ to en la Cruz, cuanto más llevemos en la misa de la vida que sigue a la Misa del altar, los estigmas de nuestro Señor en el cuerpo, cuanto más demostremos estar

el cuerpo, cuanto más demostremos estar transformados en Cristo cmcificado, tan¬ to más tranquilamente podemos esperar ser admitidos en la eterna glorificación pascual.
La Constitución de Sagrada Liturgia, al describir las funciones de la Iglesia, prefiere la palabra «celebración». Tomar parte en las acciones de la Liturgia cons¬ tituye siempre un acontecimiento festi¬ vo. En los mismos días de penitencia la Iglesia se siente inundada de confianza y consuelo; pide al Señor que instmya a sus fieles en su voluntad para hacer de la ley sus delicias. La Eucaristía es el memorial de la dichosa Pasión que cul¬ mina en Resurrección y Ascensión.
La Liturgia romana ilustra mucho la idea de que la Eucaristía «es prenda de la gloria futura». La idea de cena, ali¬ mento y convite que, aplicada a la Eu¬ caristía, se repite con frecuencia, va mufchas veces iinida al adjetivo «celestial»: «Mesa celestial», «convite celestial», «pan
celestial». También como misterio la Eu¬ caristía nos introduce en las realidades
eternas, pues la Eucaristía es el «miste¬ rio celestial», «el misterio eterno». Cita¬ remos sólo como ejemplo, la oración de después de la Comunión de la Vigilia de
Navidad;
Señor, en la Vigilia del nacimiento de tu Hijo, después de haber tenido como alimento y bebida este misterio celes¬ tial, concédenos sentimos renacidos.

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25

Copiamos, por su interés, unas pala¬ bras escritas por Dom Robeyns, monje de Mont-César, que nos explican como la Misa debe ir revestida de la alegría
de Pascua: «Cada asamblea debe ser tma
pascua, un paso del Señor por en medio de los suyos, para reunirlos, para re¬ constituir por su presencia y alrededor de ella el pueblo de Dios esparcido, pa¬
ra alimentarlo substancialmente con su
Palabra y su Cuerpo. La asamblea debe ser una fiesta, una «celebración», con
todas las dimensiones de este término.
Un «itaque epulemur» (así pues, cele¬ bremos im banquete) con la resonancia paulina, en la Misa de Pascua, copia de la parábola del Padre misericordioso. Ella debe ponernos en condiciones y también en espera de festejar el gozo del Pastor que encuentra a sus ovejas así como el gozo de la ovejas encontradas por el Pastor».
Nuestra condición de peregrinos que¬ da reflejada en la postura que sole¬ mos adoptar en nuestras celebraciones litúrgicas: estamos de pie. Somos cami¬ nantes hacia el cielo, somos resucitados en Cristo que miramos hacia la patria, conquistada con la Muerte y Resurrec¬ ción de Cristo, que la Misa reactualiza.

Para que los fieles vivan en las cele¬ braciones ima «Eclesia in via» (Iglesia en camiino), debe hacerse converger to¬ do hacia el altar, hacia el lugar donde nuestro futuro Juez está ya presente y nos sale al encuentro para disponemos
a su venida: «Proclamaréis la muerte
del Señor hasta que El venga» (1 Cor. 11, 26).
Este sentido escatológico que tiene la santa Misa lo tenían tan presente los primeros cristianos que terminaban la
santa celebración con la exclamación de
los últimos versículos del Apocalipsis: «Maraña tha. Ven, Señor Jesús».
Terminemos este tema con una esti¬
mulantes palabras de San Agustín: «Marchad por el camino con todos los pueblos, oh hijos de la paz, hijos de la Iglesia Católica, marchad por el camino y marchad cantando! Los viajeros can¬ tan así para aliviar su fatiga. Cantad, vosotros también, sobre esta ruta, cantad im cántico nuevo; que nadie cante aquí cosas viejas. Cantad los cánticos de amor de vuestra patria».
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26

La prensa católica - escribió
Juan XXIII — «es uno de los
medios mas poderosos de que se puede servir la palabra de Dios para llegar a los hoga¬ res y hacerse comprender y
amar »

EL HERALDO DE CRISTO

es prensa católica.

^

<

bibliografía

L. Klein. — DISCUSION SOBRE LA BIBLIA. Versión castellana de
Alejandro Ros. 12,1 x 19,8 cm. 168 págs. Rtca. 85 ptas. Editorial Her¬ der, Barcelona 1967.
Es de innegable actualidad y valor la obra que hoy damos a conocer a nues¬ tros lectores. En el año 1943, Pío XII, a
través de su encíclica «Divino afñante
Spiritu», animó a los exegetas católicos a aplicar al estudio completo del Anti¬ guo Testamento y del Nuevo, todos los
métodos acreditados de la crítica histó¬
rica y de la interpretación de la historia. Desde entonces, la ciencia bíblica ha lo¬ grado un auge considerable.
Hoy día, la exégesis, en su esfuerzo por poner al alcance del género huma¬ no las riquezas de la teología bíblica, se entrelaza con la teología pastoral y dogmática. De esta forma, brinda al hombre de hoy ima visión profunda y
coherente del misterio de la salvación
que constituye el eje real de la vida hu¬
mana.

Autoridad
Dos maridos intercambian confidencias.
A — veces —dice uno— tengo la impre¬ sión de no haberme casado con una mujer, sino con un sargento de carabineros.
— ¡Ah! es preciso saber tratar a las muje¬ res. Ayer le pedí a la mía un jarro de agua caliente y me lo trajo en el acto sin rechis¬
tar.
— Si; es cuestión de autoridad. — Cierto; y, además, que ella sabe que yo los platos con agua fria no los friego.

Trabajo incompleto

NUESTROS DIFUNTOS
Llucmajor. — En enero, la terciaria
franciscana doña Francisca Ciar Ciar. Inca. — D. Juan Cerdó Petro (13 diciem¬
bre); doña Juana A. López Mateu (1 ene¬ ro); Doña Margarita Moyá Vidal (1 ene¬ ro); Doña María Dalmau Moreno (4 enero); Doña Coloma Estrany Seguí (7
enero). Pertenecían todos a la T.O.F.
Doña Ana M.^ Monserrat Mut y doña Catalina Sastre Caldés, terciarias fran¬ ciscanas, fallecidas en diciembre.
Campos del Puerto. — A principios del mes pasado, el Rdo. D. Guillermo Bennàsser Vanrell, T. F., hermano del Rdo. D .Benito, Director de la T. O. F.
Día 11 del mismo mes, la suscriptora y terciaria franciscana, doña Micaela Bujosa.
Palma de Mallorca. — Día 13 de ene¬
ro, la Srta. María Aguiló Aguiló, de la
Hermandad de la Basílica de San Fran¬ cisco.
El día de Navidad, la terciaria francis¬ cana doña Catalina Llull Gili, Viuda de López, cuando contaba 96 años de edad.

Un señor bastante feo y raro, y hasta un poco deforme, se presenta a las elecciones para concejales.
En un discurso de propagando dice: -Porque yo, señores, perdonadme que lo diga rotundamente, me he hecho a mí mismo.J Y entonces se oyó una voz que gritaba: -¿Y por qué ha dejado usted el trabaja
sin concluir?
La excepción confirma la regla
El dueño del hotel de una estación bal¬ nearia trata de convencer al turista para
que se quede allí.
— Este es el clima más sano del mundo
— le dice —; aquí no se muere nadie. -¿Y ese entierro que he encontrado al
venir hacia acá?
-|Ah! Del dueño de pompas fúnebres que ha muerto de hambre.

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