El Heraldo de Cristo 1966, n. 678
EL HERALDO DE CRISTO
SEPTIEMBRE 1966

2

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EL HERALDO
DE CRISTO
^ REVISTA MENSUAL DE LOS
P P. FRANCISCANOS DE LA T. O, R.
SEPTIEMBRE 1966

Añá LVIi - Núm. 673
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REDACCIÓN Y ADMÓN:
CONVENTO DE SAN FRANCISCO
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Glorúta de Son Marroig, en el her¬ moso paisaje de Valldemosa donde, hace poco más de medio siglo, se des¬ cubriría alguna vez la silueta de Ru¬ bén Darío, el maravilloso vate de fa¬
ma universal.

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>

lea
,, ejií-ieste
nüineros

Dos'posturas aíite la.riüeva etapa de

la Iglesia

3

Los laicos en la Constitución sobre la

sagrada Liturgia
Nuestras misiones

....

4

6

Para uría semblanza de¿:Rií'b,éri Darío . 9 L'Hoste (A Rubén Darío), poesia , 10
Rubén Darío i Mallorca . . . .12

Página Literària

14

Acaso a ti también .

.

.

.

. 16

Página del Terciario

.

.

.

. 17

Nuestra pequeña historia 18 ...

Musica i poesia en conserva ... 19

Un primer divendres (poesia) . .20

Cuestiones Lulianas

.

.

.

.21

Bibliografía

25

Página de humor . . . . .27

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EDITORIAL
DOS POSTURAS ANTE LA NUEVA ETAPA DE LA IGLESIA
jon éstos unos titulares que, hace poco más de un mes, apare¬ cían en los periódicos y revistas católicas. Querían resumir la
idea básica de un discurso pronunciado por Pablo VI en una de sus audiencias públicas.
La palabra «aggiornamento», un feliz hallazgo de Juan XXIII, refiriéndose a la puesta al día de la Iglesia, labor encomendada al Concilio Ecuménico, la han manejado a su antojo católicos y no ca¬ tólicos, clérigos y laicos. Pablo VI, saliendo al paso a un tan libre examen de la palabra, a menudo contradictorio, quiso poner las cosas en su punto. Transcribamos sus mismas palabras:
«Observaréis —decía— dos fenómenos diversos y divergentes: hay hijos de la Iglesia que aprovechan este periodo de revisión de la vida práctica de la Iglesia para poner todo en discusión, para instaurar una crítica sistemática de la disciplina eclesiástica, un cristianismo conformista al espíritu de las opiniones de otros y a las costumbres
del mundo».
Y después de hacer otras varias consideraciones, proseguía el Papa: «El otro fenómeno, en cambio, consiste en el descubrimiento de ser católicos y en la alegría de serlo, con una alegría y un vigor nuevos que colocan en tantos corazones los deseos, las esperanzas, los propósitos, las audacias de una nueva actividad apostólica».
No hace falta indicar que es ésta última la postura verdadera, en la que deben situarse cuantos se precian de ser hijos auténticos de la Iglesia.
Causa dolor oir emplear con tanto desenfado y con tanta incons¬ ciencia, términos tan desacreditados y tan gastados por la política mundana como son progresismo y conservadurismo, tratando de se¬ ñalar actitudes de los diversos miembros regentes y docentes de la Iglesia. Aunque, por otra parte, sea bueno y providencial para la misma Iglesia que existan ambas mentalidades y tendencias: la de querer ponerla al día de hoy, pero sin ignorar el día de ayer.
3

LOS LAICOS EN LA CONSTITUCION SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
4

t n nuestro último artículo que hacía refe¬ rencia a la Liturgia, decíamos que ésta no
se puede comprender si no se penetra en el mis¬ terio de Cristo, ya que la Liturgia es acción de Cristo Sacerdote, Misterio Pascual, presente ba¬ jo los signos sacramentales; pero asimismo hici¬ mos notar que tampoco se puede comprender la Liturgia si se prescinde de la Iglesia.
La Liturgia es acción de ia Iglesia, de todo el Pueblo de Dios, de todo el Cuerpo Místico de Cristo. El laico no sólo participa en la Liturgia. Hace Liturgia. No es pasivo. Es activo. La Litur¬ gia no es clerical. No es un monólogo. Todos los fieles pueden ser ministros de algunos actos de Cristo: proclamar la palabra de Dios, adminis¬ trar el bautismo, el matrimonio, bendecir...
Precisamente, por haberse «clericalizado» en demasía la Liturgia, el laicado dejó la Liturgia a los sacerdotes ministeriales y buscó sucedáneos en «devociones» o «ejercicios piadosos».
El clero se quedó solo, aislado en su altar, casi cerrado al pueblo, con su idioma propio, sus ritos incomprendidos, sus gestos sin sentido para el pueblo... No hay que extrañarse si el laicado, tan escasamente nutrido, se volcara al laiscismo.
Sin embargo, la Liturgia oficial de la iglesia expresa taxativamente la participación del laico: por ejemplo en el canon de ia misa, y en el mo¬ mento culminante de ella, hace decir al sacer¬ dote: «Nosotros los sacerdotes, tus siervos, pe¬ ro también todo el pueblo santo... ofrecemos a tu divina majestad la víctima pura, santa, inma¬
culada».
Por ser acción de la Iglesia toda, «el pueblo cristiano, sacerdocio real», nos dice la Constitu¬ ción de la sagrada Liturgia, tiene no sólo dere¬ cho sino obligación de participar en la Liturgia.
El fundamento teológico de dicha participación en la Liturgia se encuentra en la doctrina reve-

lada del sacerdocio de los fieles, del sacerdocio
común.

nuestros lectores: «Cristo Señor, Pontífice toma¬ do de entre los hombres (cf. Hb. 5, 1-5), a su

rr nuevoïptíebílp. «lo hizo reino y sacerdote para Dios

El sacerdocio común de los bautizados es un

su Padre» (cf. Apoc. 1, 6; 5, 9-10). Los bautiza¬

dato explícitamente revelado. «Vosotros sois dos son consagrados como casa espiritual y sa¬

casta escogida, regio sacerdocio, nación santa, cerdocio santo por la regeneración y por la un¬

pueblo peculiar», clamaba san Pedro a los cris¬ ción del Espíritu Santo, para que por medio de

tianos; y san Juan en el Apocalipsis aplica tres todas las obras del hombre cristiano ofrezcan

veces el título de «reino de sacerdotes» a los
sacrificios, y anuncien las maravillas de quien los

fieles de Cristo: «Nos ha amado y nos ha redi¬

llamó de las tinieblas a la luz admirable (cf. I

mido por su sangre de nuestros pecados y nos Pt. 2, 4-10). Por ello todos los discípulos de

ha hecho un reino de sacerdotes para Dios, su

Cristo, perseverando en la oración y alabanza a

Padre (Apoc. 1, 5-6 cfr. 5, 9-10; 20, 6).

Dios (cf. Act. 2, 42-47) han de ofrecerse a sí

San Ireneo escribe: «Todos los fieles tienen ca¬ tegoría de sacerdotes»; y san Jerónimo: «El sa¬ cerdocio del laico es el bautismo».

mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom. 12, 1), han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere han de dar también razón de la esperanza que tienen en la

Lutero preconizó de tal modo el sacerdocio de vida eterna (cf. Pt. 3, 15).

los fieles que quiso excluir todo otro sacerdocio jerárquico. Estas exageraciones de Lutero engen¬ draron entre los teólogos católicos cierta descon¬ fianza contra el sacerdocio de los bautizados, desconfianza que llevaba consigo el peligro de mirarlo sólo como un sacerdocio puramente me¬ tafórico.
Gracias a Dios esta desconfianza ha desapare¬

El sacerdocio común de los fieles y el sacer¬ docio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de for¬ ma peculiar del único sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial, no sólo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagra¬ da potestad que posee, modela y dirige el pue¬ blo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico,

cido. Además, la doctrina clara y equilibrada de los Padres de la Iglesia siempre fue mantenida

ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pue¬ blo; los fieles, en cambio, en virtud de su sa¬

por el Magisterio de la iglesia, señaladamente cerdocio real, asisten a la oblación de la Euca¬

en las encíclicas «Miserentissimus Redemptor», de Pío XI, «Mystici Corporis» y «Mediator Dei», de Pío XII: aparece esbozada en la Constitución

ristía, y lo ejercen en la recepción de los sacra¬ mentos, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnega¬

sobre la Sagrada Liturgia y solemnemente ratifi¬ cada en la Constitución Dogmática sobre la Igle¬ sia (n.° 10): un rasgo fundamental del Pueblo de Dios es el del sacerdocio común. El pueblo de
Dios es un Pueblo de sacerdotes. El Concilio nos
indica el origen y la naturaleza de este sacerdocio y, para evitar equívocos, se señalan las diferen¬ cias y la relación que guarda con el sacerdocio jerárquico o ministerial.

ción y caridad operante» (CCI n.° 10).
He aquí, por lo tanto, expuesto brevemente, el fundamento teológico de la participación de los fieles en la Liturgia. Existe un único sacerdote y un único sacerdocio: el de Cristo. Pero se da también una doble participación en este único sacerdocio mediante los sacramentos del Bautis¬ mo, Confirmación y Orden.

A pesar de la amplitud de la cita, creo conve¬ niente transcribirla toda entera para provecho de

P. Bernardo Nebot, T. O. R. (Continuará)

5

iiuesti:*aiS
misiones

SOR TERESA

¿Quién es?
En India todos sabrían responder a esta pregunta. La respuesta más probable
sería; Es la «santa» de Calcuta.
Tiene 57 años. Nació en Yugoslavia.
Fue enviada a India donde fundó la
Congregación de Misioneras de la Cari¬ dad, con el fin principal de socorrer a los necesitados de la población más pobre.
Ha crecido tanto esta Congregación que cuando fui a Calcuta el año 63, solamente en aquella ciudad contaba 60 casas.
Ha vendido el coche que
le regaló Pablo VI
El gesto del Papa al visitar India fue publicado en todo el mundo. Antes de

dejar aquella nación regaló a Sor Teresa
su flamante coche Lincoln Continental.
Ella lo ha vendido por el precio «afecti¬ vo» de unos tres millones de pesetas, que le permitirán socorrer muchas necesida¬ des de sus amados pobres. El Santo Pa¬ dre habrá estado contento de la venta, y sabiendo las miserias de la población po¬ bre de India y el santo afán de Sor Tere¬ sa de acudir en ayuda a tanta necesidad, le ha enviado poco ha 4.000 camas para sus pobrecitos.
Espectáculo enternecedor
En un día cualquiera podríais ver, ai rayar el alba, a dos monjitas que entre la basura buscan algo. Van vestidas de blan¬ co con una orla azul celeste. Hurgando

ó

cuidadosamente entre las inmimdicias... buscan niños. No culpemos demasiado a las madres. Saben que su niño no podría vivir en casa donde no hay nada que co¬ mer, y lo abandonan a unas posibles ma¬ nos caritativas. Y todos saben en Calcuta
que tales son las manos de Sor Teresa y de sus monjitas. ¡Quién sabe si más de una vez están acechando de lejos las ma¬ dres, esperando que Sor Teresa descubri¬ rá a sus pequeños en la basura...!

tras hablábamos, entran niños siempre sonrientes, y son admitidosi no estorban nunca, aquella es su casa. Al lado de Sor Teresa se sienten felices. Allí hay comida, hay juegos, hay madres que les quieren de verdad. Salimos de aquella casa con¬ vencidos de que la caridad de Cristo pue¬ de ganar el mundo y es la solución de to¬ dos los problemas.

Niños felices al lado de Sor Teresa
No olvidaré nunca mi visita a Sor Te¬
resa en Nueva Delhi. Al lado de grandes y bellísimos palacios, la casita pobre, pero rica de amor, de Sor Teresa. Una senci¬ llez encantadora, unas pobres sillas. Mien¬

Le hace mucha gracia que le llamen «santa»
La actividad de Sor Teresa da senci¬
llamente vértigo. Se puede decir que to¬ da la pública asistencia de Calculta —cin¬
co millones de habitantes— está en sus
manos. Niños, enfermos, moribundos, muertos, todos experimentan la caridad
de Sor Teresa.

La llaman «la santa». Y al oirlo sonríe, sonríe ella añrmando que gente un poco loca la hay en todas partes. Ella cree hacer simplemente su deber, la cosa más
natural del mundo: ha tomado en serio el
Evangelio.

Es gran colaboradora
de nuestros misioneros

Ha levantado un convento junto a la casa del Obispo de Bhagalpur, nuestra diócesis, y los necesitados de nuestra Mi¬
sión hallan en Sor Teresa un corazón
inagotable.

Sor Teresa, (la que lleva el saco en la mano) con un grupo de religiosas de su misión, a la conferencia en Paris para des¬ pertar el interés del mundo hacia sus po¬
bres de India.

Nuestro Comisario de Bhagalpur me es¬
cribe:
«El Obispo y yo hemos ido a un pueblo casi inaccesible, a través de ríos, valles y selvas, para atender una petición hecha

7

Los jefes de los poblados a lo largo de nuestro camino, nos presentaron sus hom¬ bres y con ellos tratamos asuntos de re¬ ligión».

Dos fotografías

Acompañan estas líneas dos fotografías, la del Obispo de Bhagalpur, Mons. McGarry T. O. R. y la de Sor Teresa, dos grandes corazones consagrados al aposto¬ lado y a la caridad en las pobres regiones
de Bihar en India. Ambos han tomado en
serio los postulados evangélicos y consu¬ men su vida prodigándose incansable¬ mente en obras de caridad y de amor en¬ tre gente sumamente necesitada donde el
morir de hambre no es un modo de de¬ cir.

Excmo. y Revmo. Mons. Urbano McGorry T. O. R, primer Obispo de la nueva Dió¬
cesis de Bhagalpur (India).
por sus habitantes. Dos Hermanas de la Caridad (las de la Madre Teresa, la del hambre en el mundo) vinieron con noso¬ tros para visitar las mujeres enfermas.

He leído que a veces Sor Teresa se siente mortalmente cansada, pero un pen¬ samiento le da valor: sabe que más allá de esta vida le esperan un cortejo lar¬ guísimo de pobres, de niños, una selva de manos infantiles, que aplaudirán su llega¬ da al cielo. Niños y pobres que dispuestos en doble ñla le acompañarán hasta el tro¬ no de Dios, donde ni rm vaso de agua da¬ do por su amor quedará sin recompensa.
Aprendamos...

P. Bartolomé Nicolau T. O. R.

LEA Y PROPAGÜE
EL
HERALDO DE CRISTO

Roma, agosto 1966.

8

pi a muerte de los grandes artistas, como la
de los santos, es un nacimiento. Darío nos
dejó, entre sus símbolos, este de que vivamos en 1966 el cincuentenario de su desaparición fí¬ sica, para entrarnos con 1967 en el centenario de su nacimiento. Hay algo de cabalgar entre dos épocas de la poesía, entre dos grandes etapas de la cultura, en la obra de Rubén, que se inicia muy tempranamente a la luz de los españoles, que daban por entonces el diapasón a los canto¬ res que le nacían a la lengua al otro lado del mar: Campoamor, Núñez de Arce, Zorrilla, Béc-
quer.
Inmediatamente, Rubén va a saltar, a quemar las etapas. Con el pie puesto en Hugo, da el gran salto, y ya en 1888, con «Azul», vemos que ha tomado pasaje en un navio de rumbo distinto al predominante hasta entonces. Vivirá siempre umbilicalmente unido a la cultura española, pero será el llamado a renovar la música, a enrique¬ cer la melodía, a desmalezar los nuevos sende¬ ros. Cuando se produzca el gran despertar nacio¬ nal del 98, Rubén Darío, el hijo de América, es¬ tará presente en la primera línea de ios grandes españoles que decían adiós a lo negativo del pasado, que trabajaban por el porvenir. Que él sea «un español del 98» es algo tan lógico y explicable como el que Feijoo sea «un america¬ no del XVIll». Rubén es el gozne, el eslabón que mantiene visible la unidad cultural entre los dos continentes del orbe cultural hispánico: por eso nace él en un Mediterráneo, en una tierra de vínculo y de continuidad.
Fue precoz en todo: en amor, en literatura, en historia. Su vida es una parábola hacia la con¬ cisión y la sobriedad, pues comienza como una catarata incoercible y antes de los veinte años escribe los poemas más extensos de toda su obra. Lentamente, quemándose en sí mismo, con una maduración hecha de sacrificio y de autocom¬ bustión, va cerrándose, ciñéndose, ajustándose,
9

hasta quemarse al final en una suerte de doloro¬ so cirio que sólo aspiraba a arder en el altar de
Dios.
Recorrió: en esa parábola , todos los caminos, infernales. y oscurísimos algunos, pero muy ra¬ diantes y diamantinos otros, a la manera del. Alighieri a quien tanto amara. Fue del desborda¬ miento a la precisión, de la sensualidad a la do¬ ma de los instintos, del escepticismo y del pan¬ teísmo a la contemplación agradecida de la pie¬ dad de Dios vivo, encarnado en Cristo Jesús. Su lengua poética se depuraba con la depuración de su alma. Llegó a poseer un instrumento cristali¬ no, escueto, límpido, como el chorro de una fuente. Por sus grandes hallazgos como por sus grandes errores, dejó una lección perenne de poesía en lengua española. No era posible que quemase en sí todas las etapas necesarias para producir el genuino «poeta de América», el gran integrador de lo hispánico, lo indígena, lo negro, lo cósmico y lo nuevo que hay en América, pero poseyó genio suficiente para anunciar la gran poesía que vendría, la que muestra ya, con los Mistral y los Vallejo, una estatura que tuvo su germen en Rubén Darío.
Las fiestas del centenario provocarán revisio¬ nes, ajustes, precisiones. Será bueno podar lo excesivo, la beatería del rubenismo, los rema¬ nentes de cursilería, que no hacen sino opacar la gloria legítima de quien tuvo siempre el buen gusto de saber que en poesía no hay «primero» ni «mejor», sino poetas, torres de Dios, pararra¬ yos de la anticipación y de la luz.
De «Ya».
10

L'HOSTE
{A Rubén Darío)
Ha arribat tm home intensament pàlid que la dolça lira punteja per joc; a terra hivernenca porta un alè càlid, porta un alè jove del país del foc.
Son nom ens desperta amb la ressonança d’un eco de címbal o gall matiner, o la punta fina d’un ferro de llança
que toca un broquer.
Es com una pluja que refresca l’arbre de la poesia; nou Pigmalió que torna a la nimfa d’entranyes de marbre moviment i vida i palpitació.
Liba la dolcesa més fonda i coral
que en la flor deixaren distretes abelles; quan passa, les roses tornen més vermelles
i el brollador canta més solemnial.
Ell sap trobar perles en l’interior dc la dissortada serventa del vici; ell veu passar l’ombra de la temptació pel front de la verge que porta cilici,
com veu en el claustre els sants i la torre
mirant-se en el místic estany adormit, on l’ànec, que encalça la femella, esborra la imatge serena dels sants de granit.
Cavalca en el ritme com mi Don Quixot; de l’antiga musa millora la dot; pel cel de les nues soledats manchegues, polen de la flora tropical difon, i vessa d’estrofes, com àmfores gregues,
escuma de totes les corrents del món.
Va d’un món a l’altre canviant donatius, com un mercader que travessa el pèlag;

ens duu grans lluernes, com diamants vius, i a criar amolla pels agres nadius cigales sonores del. grec arxipèlag.
Passa com un cóndor de l’altre hemisferi
que un vent oceànic a Roma transporta, i entre les ruïnes, se posa amb misteri a covar els ous de l’àguila morta. £s com un heretge de sang juliana que sent en les venes la febre pagana,
vas de transparenta lluminositat,
on de nou se bada la flor opulenta
d’un món apagat.
N'hi ha qui el condamnen, i llur veredicte aquella terrible sentencia recorda dels èfors d’Esparta punint el delicte d'afegir a la lira la séptima corda. Oh bell entusiasme dels dies antics,
oh divina flama! Si en el fons és una,
¿què hi fa que es bifurqui, alçant a quiscuna
de les dues bandes clamors inimics?
¿Què hi fa si és frisança de l’avenç o culte
de la tradició?
Avui se renova l’antiga passió: benhaja el poeta que encén el tumulte!
Ara, aquí veu l’ona que bat els esculls; si la gent, quan passa, el mira en els ulls, jo sé lo que pensa i lo que ambiciona. L’illa on reposa del pelegrinatge ja el coneix per mestre de la poesia i espera la glòria de fruir sa imatge
dintre del mirall de sa fantasia.
Joan Alcover

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Rubén Rarío i Rallorca

moviment literari que amb el nom de
«modernisme» esclatà a les darreries del
segle XIX i continuà durant els primers lustres del XX, fou una reacció contra el realisme i, a l’ensemps, un intent d'estilització del romanticis¬ me. A Catalunya l’estil nou s'havia de reflectir especialment en l'arquitectura; Gaudí. D’altra banda el sentit ruralista, agrest i auctòcton, dona¬ ria pas a novells refinaments; del Canigó verdaguerià a les Rambles de Barcelona; Maragall, Carner, Guerau de Liost, López Picó, Sagarra...
A Mallorca seguíem ancorats en els nobles te¬ mes tradicionals i en la forma depurada. Costa i Alcover havien remuntat els cims més alts. Els seguidors de l’escola insular continuarien la tra¬ jectòria sense innovacions fonamentals. Malgrat aquest aparent immobilisme, a! salonet d’En Joan Alcover, a la «Casa dels Poetes» i al «Saló Beethoven», covava el desig de guaitar als fines¬
trals oberts als quatre vents.
La poesia castellana, descomptant alguns intents sud-americans, no havia de conèixer el «moder¬ nisme» fins a l’eclosió magnífica de Rubén Darío.
El poeta de Nicaragua arribà a Mallorca l’any 1906 causant una gran curiositat en ei nostre món Intel.lectual, petit però de gran qualitat, Don Joan Sureda Bimet, en el seu treball publicat, l’any 1946, a la «Revista del Círculo de Belles Artes», parlà detingudament de la vinguda del famós poeta i de la seva instal.lació a una ca¬ seta del carrer del «2 de mayo» d’«EI Terreno», entre els pins i el blau del mar.

Aleshores Rubén ja havia publicat «Azul»,
«Prosas Profanas» i «Cantos de vida y esperan¬ za». A Mallorca va escriure «El Canto Errante». El mateix Sureda i Bimet féu un encertat estudi de la persona i l’obra del gran poeta, empeses contradictòriament per les idees eternes i el dio-
nisíac goig de viure.
Duits de la mà per Joan Alcover, els nostres poetes, escriptors i artistes, li reteren un home¬ natge el mateix any 1906. 1 fou aleshores quan el mestre Alcover llegí «L’Hoste»;
Ha arribat un home intensament pàl.lid que la dolça lira punteja per joc, a terra hivernenca porta un alè càlid, un alè jove del país del foc.
L’autor de «La Serra» endevinà la magnitud de l’obra de Rubén. I la volgué defensar de la mio¬ pia dels crítics a la violeta que no li perdonaven el pecat «d’afegir a la lira la séptima corda». En un article de «Mestres i Amics» digué; «Entre els poetes de llengua castellana, és per mi, sinó el millor, el més apetitós de la nostra generació. En la seua poesia, sàvia i joguinosa, ensemps, el sibaritisme estètic subordina els fenòmens morals i materials a l’imperi exclusiu de la be¬ llesa. S’hi mesclen la saviesa clàssica, la llangor decadentista, la visió interna aguditzada per la sensualitat, l’elegància d’un dandi de les lletres i la fortor de la sang índia», I afegí; «EI poeta que troba, per trametre la sensació de vida, no¬ tes més enceses i vibrants que els altres no és un poeta frívol».

12

Miquel dels Sants Oliver, en les seves «Hojas del sábado», ens digué: «Este nieto de Sísifo trae también a cuestas un mundo de pensamien¬ tos y representaciones, acaso el mundo poético más vasto que sea posible explorar en nuestros
días».

febrer de 1916. De les seves dues estades a la nostra illa en degué conservar sempre belles recordances. Aquí fou ben tractat i considerat com es mereixia la seva obra. No li passà el que succeï a Verlaine, segons conta Glde, que fou la befa dels al.lots quan el veien amb atacs d’agut etilisme.

Rubén encara havia de tornar a Mailorca l’any 1913 hostajant-se a ia cei.ia priora! de la Cartoi¬ xa valldemossina, aleshores propietat del seu gran amic Sureda i Bimet. Si Rubén parlava so¬ vint de sàtirs, de faunes i de ninfes, segurament infiuït per i'ambient, i com si voigués cercar ia Veritat en raptes d'extrany misticisme, es vestí de monjo i circulà pels corredors cartoixans com un oceiiàs nocturn, confirmant aiiò que havia dit de ia seva vida i la seva inspiració: que anaven
de la Catedrai a ies ruïnes paganes.

Marius Verdaguer, en la seva obra «La Ciudad desvanecida», ens va descriure els darrers dies de Rubén a Mallorca, sempre assistit per amics generosos i esperits selectes.
I ara, mig segle després de la seva mort, mentre admiram la seva poesia, innovadora per tants de conceptes, li hem de dedicar una sen¬ tida recordança amb el desig de que la seva ànsia de Bellesa hagi trobat la recompensa de l’Eterna
Pau.

Enguany en fa cinquanta de ia seva mort, el

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Aqueixa «pàgina literaria», que es nodreix quasi sempre de producció ca¬
talana, preferentment mallorquina, no rebutjarà d‘exornar-se qualque volta amb
joiells d'altres literatures germanes. Avui ho fa amb un poema de mèrit tan in¬ discutible corn és èl titulat «Los motivos del lobo». Com és evident, l’hem escollit,
entre tants d’altres semblantment d’un altissim valor, pel seu tema franciscà. Se¬
rà això nostre petit homenatge al seu autor, Rubén Dario, en el cinquantenari de
la seva mort. No necessita cap justificació el nostre record del patriarca de la
poesia castellana moderna, vinculat a Mallorca per les dues estades que hi feu,
la darrera a la Cartoixa valldemossina.
LOS MOTIVOS DE LOBO
El varón que tiene corazón de lis, Alma de querube, lengua celestial. El mínimo y dulce Francisco de Asís, Está con un rudo y torvo animal, Bestia temerosa de sangre y de robo, Las fauces de furia, los ojos de mal: El lobo de Gubbia, el terrible lobo. Rabioso ha asolado los alrededores. Cruel ha deshecho todos los rebaños; Devoró corderos, devoró pastores, Y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros Fueron destrozados. Los duros colmillos Dieron cuenta de los más bravos perros,
Como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió,
Al lobo buscó
En su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
Enorme, que al verle se lanzó feroz Contra él. Francisco, con su dulce voz.
Alzando la mano,
Al lobo furioso dijo. —¡Paz, hermano
Lobo! El animal
Contempló al varón de tosco sayal; Dejó su aire arisco, Cerró las abiertas fauces agresivas, Y dijo: —¡Está bien, hermano Francisco! ¡Como! —excamó el Santo—. ¿Es ley que tú vivas De horror y de muerte? La sangre que vierte Tu hocico diabólico, el duelo y espanto Que esparces, el llanto De los campesinos, el grito, el dolor De tanta criatura de Nuestro Señor, ¿no han de contener tu encono infernal? ¿Vienes del infierno? ¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: —¡Es duro el invierno, Y es horrible el hambre! En el bosque helado ISo hallé qué comer; y busqué el ganado, Y en veces comí ganado y pastor. ¿La sangre? Yo vi más de un cazador

iterXiiií^

Sobre au caballo, llevando el azor Al puño; o correr tras el jabalí, til oso o el ciervo; y a más de uno vi Mancharse de sangre, herir, torturar. De las roncas trompas al sordo clamor,
A los animales de Nuestro Señor.
y no era por hambre, que iban a cazar. Francisco responde: En el hombre existe
Mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener.
Desde hoy, qué comer. Dejarás en paz Rebaños y gentes en este país. ¡Qué Dios melifique tu ser montaraz! —Está bien, hermano Francisco de ^sís —Ante el Señor, que todo ata y desata. En fe de promesa tiéndeme la pata. El lobo tendió la pata al hermano. Fueron a la aldea. La gente veía, y lo que miraba casi no creía. Tras el religioso iba el lobo fiero, Y baja la testa, quieto le seguía Como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza y allí predieó. Y dijo: He aquí una amable caza. El hermano lobo se viene conmigo; Me juró no ser ya nuestro enemigo, Y no repetir su ataque sangriento Vosotros, en cambio, daréis su alimento A la pobre bestia de Dios.—¡Así sea!. Contestó la gente toda de la aldea. y luego en señal De eontentamiento, Movió testa y eola el buen animal,
Y entró con Francisco de Asís al convento. .
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
En el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían Y los claros ojos se le humedecían. Aprendió mil gracias y hacía mil juegos Cuando a la cocina iba con los legos. y cuando Francisco su oración hacia. El lobo las pobres sandalias lamía. Salía a la calle. Iba por el monte, descendía al valle. Entraba a las casas y le daban algo Oe comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día Francisco se ausentó. Y el lobo
Dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo. Desapareció, tornó a la montaña, Y recomenzaron su aullido y su saña. Otra vez sintióse el temor, la alarma. Entre los vecinos y entre los pastores; Colmaba el espanto los alrededores. De nada servían el valor y el arma,
Pues la bestia fiera

No dio treguas a su furor jamás.
Como si tuviera
Fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo. Todos lo buscaron con quejas y llanto, y'^ con mil querellas dieron testimonio De lo que sufrían y perdían tanto Por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo. Se fue a la montaña
A buscar al falso lobo carnicero,
y junto a su cueva halló a la alimaña.
—En nombre del Padre del sacro Universo
Conjuróte, dijo, ¡oh, lobo perverso! A que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta: Te escucho.
Como en sorda lucha habló el animal. La boca espumosa y el ojo fatal: —Hermano Francisco, no te acerques mucho... Yo estaba tranquilo allá en el convento, Al pueblo salía, Y si algo me daban estaba contento
Y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas Estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
Y en todos los rostros ardían las brasas
De odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra.
Perdían los débiles, ganaban los malos. Hembra y macho eran como perro y perra, Y un buen día todos me dieron de palos. Me vieron humilde, lamía las manos Y los pies. Seguía tus sagradas leyes. Todas las criaturas eran mis hermanos. Los hermanos hombres, los hermanos bueyes. Hermanas estrellas y hermanos gusanos. y así, me apalearon y me echaron fuera, Y su risa fue como un agua hirviente, Y entre mis entrañas revivió la fiera,
i me sentí lobo malo de repente;
Mas siempre mejor que esa mala gente. y recomencé a luchar aquí, A me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el jabalí, Que para vivir tiene que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco Déjame existir en mi libertad; Vete a tu convento, hermano Francisco, Sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, Y partió con lágrimas y con desconsuelos,
Y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó la oración. Que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...
RUBEN DARIO (1867 - 1916)
15

encaso a ti también.**
VI CARIDAD

x/Xargarita de Cortona es la María
Magdalena de la Orden Francisca¬ na. Margarita abandonó su escandalosa vida de pecado para vestir el hábito de oración y penitencia. Tan hondo fue el dolor de sus pecados y tan intenso su amor a Cristo, que llegó a ser una santa
canonizada.
Margarita pasaba a menudo largas ho¬ ras ante el Sagrario de una pequeña iglesia franciscana, en las afueras de
Asís. Una noche se le acercó el hermano
lego y con cierta im^paciencia le dijo que iba ya a cerrar la iglesia, que debía salir. La santa quedó sorprendida ante la aescortesía, pero obedeció humildemente. Más tarde se quejó Margarita al Señor por la impaciencia de aquel hermano y
le habló asimismo de otras desatencio¬
nes observadas en el proceder de los
Franciscanos.
Cristo la escuchó con paciencia. No echó ningima disculpa. Mas, por último, dijo: «Margarita, tienes razón. Los frai¬ les tienen sus defectos; pero yo no pue¬ do enfadarme con ellos, pues hacen una cosa que me tapa los ojos para que no
vea sus faltas: son amables con los pe¬ cadores.
Otro famoso Franciscano, San Leonar¬ do de Puerto Mauricio, temía que su amabilidad con los pecadors pudiese ser una violacóin de la justicia. Pero se tran¬ quilizaba diciendo: «Si el Señor a la ho¬ ra de mi miuerte me reprocha haber sido demasiado compasivo con los pecadores, le responderé: Mi buen Jesús, si es falta ser amable con los pecadores, es ima fal¬ ta que he aprendido de Vos, pues Vos no reprendíais a nadie que viniese a pe¬ diros misericordia...»
El amor a los pecadores arrepentidos es un rasgo tradicionalmente francisca¬

no, ya que el corazón de todo verdadero hijo de San Francisco ha latido siempre al unísono con el Sagrado Corazón de
Jesús.
Francisco de Asís fue el más apasiona¬ do amante y el santo más atractivo que el mundo haya conocido jamás. Francis¬ co siguió literalmente el Evangelio. Y a esto iba dirigida la divina exigencia de Cristo en la última Cena.
Allí, en la intimidad del Cenáculo, en una escena cargada de las más fuertes
emociones en el corazón humano de
Dios, Cristo abogó por el humano amor, diciendo: «Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado. No os mando más que esto:
Amaos unos a otros».
Durante toda su vida a Francisco le
resonó en los oídos esta frase, «como yo os he amado». Esto fue lo que le condu¬ jo a las tierras de misión de Oriente para predicar el Evangelio de Cristo; es¬ to era lo que le llevaba a los tugurios de los leprosos para repartir el amor de Cristo. Su biógrafo, Tomás de Celano,
escribió: «Francisco no se habría consi¬ derado un auténtico amador de Cristo si
no hubiese amado las almas que Cristo amó».
El deseo del Franciscano de seguir las huellas de Cristo, le lleva a recorrer los pueblos y ciudades de todo el mundo. La vida del Franciscano es primariamen¬ te apostólica. Abandona familia, amigos, hogar, para llevar el amor y la salvación
de Cristo a las almas.
Tal vez empieces ya a darte cuenta de que es una cosa muy seria ser un ver¬
dadero Franciscano.
Fr. M. C. trad.

16

REUNION DE LOS PP. COMISARIOS NACIONALES Y PROVINCIALES DE LA T. 0. F.

N—on el fin de estudiar conjuntamen¬ te distintos temas de gran interés
para la T. O. F. de España, los PP. Comi¬ sarios Nacionales y Provinciales celebra¬ ron el segimdo Congreso del año en cur¬ so. Fue durante los días 16-20 del pasado junio, y las sesiones de trabajo se cele¬
braron en el Santuario de Nuestra Seño¬
ra de Cura.
Siguiendo instrucciones de Roma, los citados PP. Comisarios prestaron especial atención al estudio de nuevos proyectos para renovar la Regla y el Ceremonial de la Orden Tercera. Para ello, se juzgó ne¬ cesario proseguir recogiendo la opinión de todos los terciarios, habiéndose redac¬ tado im cuestionario sobre los puntos que se creyeron más importantes.
Por otra parte, los Padres congresistas aceptaron con gozo unánime una petición que les ha llegado de parte de muchísi¬ mos terciarios: que a éstos se les conce¬ dan mayores responsabilidades. Se estu¬
dió con todo cariño el modo de dar cauce
a esas aspiraciones, tan en línea del Con¬
cilio.
Tomen buena nota de todo ello nues¬
tros terciarios, mientras les anunciamos que, D. m., a finales de estes mes de sep¬ tiembre, recibirán las distintas encuestas

que prepararon en Cura los dirigentes mayores de la T. O. F.
Obvio resulta el decir que se pide mu¬ cho interés a cada terciario por estudiar y contestar con sentido de responsabili¬
dad.
Ejercicios espirituales para terciarias
En régimen de completo retiro, se ce¬ lebrarán —como ya anunció «GERMA¬ NOR»— en la Casa de Ejercicios de Son Bono (Palma), desde el día 14 al 17 de septiembre.
El predicador será el Rdo. P. Pascual Muñoz, franciscano de la Seráfica Provin¬
cia de Valencia.
La tanda ha sido organizada para ter¬ ciarias solteras y casadas.
Para informes e inscripciones, dirigir¬
se a la Vice-Ministra Provincial de la T. O. F., D.3 Mercedes Dezcallar, Vda. de
Alemany, con domicilio en la Plaza de San Francisco, 13, Palma de Mallorca.
Las plazas son limitadas, lo cual recla¬ ma de nuestras terciarias no esperen el hacer la inscripción a última hora.

17

UESTRA PEQUEÑA HISTORIA

^ace cincuenta añas...

«Las pasiones» era el primer título que se leia en el número de septiembre de 1916. Las pasiones, malas o buenas, son una fuerza que puede utilizarse para ei bien o para el mal. Firmaba el trabajo
Bartolomé Miralles.
Con datos históricos (tomados segura¬ mente de Florecillas, c. 23, Celano, Vida
l.“, c. 20, y S. Buenaventura, Leyenda de S. Francisco, c. 9) y con motivos fingidos, F. Torrens, Pbro. T., montaba una narra¬ ción, epigrafiada «El abrazo de los dos caudillos», haciendo referencia a la pre¬
dicación de San Francisco ante ei soldán
de Babilonia.
Unos versos, «A la memoria de mon benvolgut amic, Mn. Toni Mir, Terciari», con los defectos habituales en el autor,
venían a continuación. Eran de B. Mi-
ralles.
Fr. Francisco Lliteras, O. F. M., hacía un pequeño bosquejo de «La Madre Fran¬ cisca» López, gloria insigne de la Terce¬ ra Orden Secular, nacida en Alcoy (Ali¬ cante), allá por los años de 1570. Fue mujer de grandes dotes, espiritualmente relacionada con los Padres Jesuítas, los Jerónimos, los Dominicos, los Merceda¬ rios, los Carmelitas, los Menores Capu¬ chinos y los Franciscanos Descalzos. Igualmente con el Bto. Juan Ribera, que gobernaba la diócesis de Valencia en vi¬
da de nuestra Venerable.
Fr. Ginebró retornaba a sus estimadas
«Llegendes franciscanes». La de aquel
mes era una melosa relación de im sue¬
ño de María de Tavera, madre de San
Antonio de Padua.
«In memoriam» era el rótulo de una
poesía castellana de Margarita Estelrich. Son unos versos de agradable factura en que la autora, sobre el motivo de un pino, antes verde y frondoso y ahora con una gran herida en el tronco, vierte de su corazón sangrante como el pino, sen¬ timientos de mucha delicadeza y ter¬
nura.
La necrología de una terciaria modé¬ lica, Srta. Francisca Morell de Oleza, muerta a los 21 años, ocupaba también una larga página de aquel número.
De la «Crónica Franciscana» destaca¬
mos la noticia de la bendición de la
nueva capilla de las RR. Franciscanas de Son Servera, ceremonia efectuada por el

Obispo Miralles, el 29 de julio de aquel
año.
Y no sabemos cómo se nos pasó por alto, en nuestro resumen del mes ante rior, la referencia a la toma de hábito de Miguel López, Cristóbal Esteva, Ra¬ fael Ginard Bauçà, Rafael Ginard Gaya, Bartolomé Verger, Miguel Llompart, An¬ tonio Salamanca y Rafael Fe. Sobreviven
en nuestra Provincia el P. R. Ginard Bau
çà, nuestro conocido literato y folkloris¬ ta, el P. B. Verger, ex-Ministro Provin¬ cial, y Fr. R. Fe, lego. Casi todos los otros murieron ya, algunos fuera de la Orden, Deberíamos igualmente haber recordado la profesión simple de los novicios Fr. Antonio Rigo, Fr. Cristóbal Sureda (sa¬ lido de la Orden), Fr. Miguel Munar (fa¬ llecido) y Fr. Sebastián Rubí. Ambas ce remonias tuvieron lugar en Artá, el 23 de julio.
Retornando al número de septiembre, digamos que la sección «Juventud Será¬
fica» estaba bien nutrida con artículos
de Francisco Pons, Buenaventura Miralies, Seugarom (Moragues) y con la re¬
seña de una excursión de la «Juventud»
a La Porciúncula, firmada por J. (Jimé¬ nez). Moragues arremetía aún contra Unamimo, contra sus murmuraciones, copiando unas líneas de un artículo de D. Miguel, aparecido en El Universo, en el cual, aunque podía contenerse algo de verdad, se hacía muy poco favor a los mallorquines. Escribía el ex-Rector de la Universidad de Salamanca: De conti¬ nuar más tiempo en Mallorca me hubie¬ se habituado a no hacer nada. Es decir, hubiese superado a los mallorquines. Los mallorquines no hacen nada, nada...
De la reseña de la excursión se deduce, y lo recordamos también nosotros, que ya estaba edificada la primera capillita (derribada después), y que se ponía, col¬ gada de un alto palo, la bandera mallor¬ quina como señal de que habría misa el domingo, que ya se había construido el molino (del cual no resta ahora más que la torre), que estaba entonces comple¬
tamente desértica la ahora llamada Pla¬
ya de Palma, tan desmesuradamente concurrida actualmente y en donde se ha
realizado ima transformación tan enor¬
me, etc.

18

MUSICA I POESIA EN CONSERVA

{yLrí esdeveniment fútil és estat la
causa inicial d’aquesta crónica de no-res. De la nostra vulgaritat de cada dia se n’originen, a vegades, minúscules i agradoses conseqüències que posen a la vida, fada d’ella mateixa, una mica de picant.
Dones, me’n vaig a ca N. N. per un encàrrec. Justament, Ell, el cap de casa, no hi és. Com que som amic i conegut de la familia, me conviden a esperar. Eli, En Francesc, «vindrà —me diuen— dins pocs moments». Encetam conversa. Jo pregunt a la dona d’En Francesc com camperi a França els seus fills. D’aquí ja som als néts que hi tenen, al plaer de les cartes, als viatges en projecte i a altres
coses relacionades amb els fills i néts.
Saber escoltar amb interés; deixar dir, sense taponar la narració d’altri amb contarelles pròpies, són actes de corte¬ sia. Jo vull usar d’aquesta rara corte¬ sia. Després de tot, jo hi guany: donar gust és passar-ne.
D’una idea saltam a una altra idea. Jo, a un punt que hi venia bé, manifest la meva predilecció per la fruita. I aquí, Ella, la dona d’En Francesc, me fa una confidència reveladora del gentilíssim es¬ perit d’un fill seu.
—Ara, que hi pens, li confessaré una
falta nostra amb vostè.
%
—Ah! ¿S1? ¿I quina?
—El fill, En Miquel, abans de tornarse’n a França, ens comanà que li duguéssim figues i nesples, i també atzeroles. Sap que a vostè li agraden.
I jo, còmicament, fingint-me enfadat:
—I no heu complit! Jo no us ho per¬ dón fins i tant que pagueu el deute!

figues de cristià van aureolades de pres¬ tigi clàssic, bíblic i folklòric. Les atzeroles són incitants i enllepolidores amb el seu rústic agredolç. I confitades, sí que sí! Les nesples, juntament amb les ma¬ granes í les figues de moro, s’ufanen amb el privilegi de portar corona i serveixen de base a un joc indígena per endevinar el pensament. Me declarar vegetarià, si bé no vegetarià exclusiu. Es coneguda aquella anècdota de tirat folklòric:
—¿Què voleu, ous o sobrassada?
—Mescladet, mescladet, Madona!
Així, encara que amb preferències pels vegetals, jo aconsellaria: ni tot carn, ni tot peix, ni tot verdura. Mescladet, mes¬ cladet. El «ne quid nimis» horacià —que, bellament, podria traduir-se: «totes les masses fan mal»— és aplicable tant a l’art com a la gastronomia.
En això, entra el cap de casa. En Fran¬ cesc. La conversa pren altres camins. Brolla inesperadament una processó d’endevinalles populars en vers. No hi hagué més remei que copiar-les. ¿Podria
un ca llebrer moure una llebre i no en-
calçar-la? Sempre ens arrastra el propi natural. Afectat de cançons, jo, en sentir-ne qualcuna, l’he d’anotar, si no la
conec.
Després, en pla de més intimitat, En
Francesc i la seva dona amablement me
forcen —i bo de ginyar que som— a que assaboreixi un aplec de motius mu¬ sicals i trossos en prosa i en vers, gra¬ vats en cinta magnetofónica. Poesia i música en conserva, en obsequi als fills i néts de França. M’asseguren:
—Es vostè el primer a qui ho comu-
nicam.

I tots, vingui riure. I acte seguit, una

I aquesta novetat fa encara més gus¬

fàcil incursió pel camp de la fruita. Les tosa l’audició.

19

Quin trempó més avingut! Velles me¬ lodies nostres i cançons modernes que rellisquen dammnt un jaç de sons de guitarra. ¿Què hi fa que el sonador sigui un diletant, si posa en l’acompan¬ yament tota la seva ànima d’artista na¬ tural? Les veus i la guitarra van ben d’acord. Empotades, volaran cap a Fran¬ ça, duent-hi aromes d’Artà, la Cançó de l’Argument, la Cançó de la Carrossa, la Cançó de la Xambomba, la Cançó de ba¬ tre —òptimament cantada per l’amo En
Francesc— el Ball dels dimonis en la festa de Sant Antoni, l’Himne a la Mare de Déu de Sant Salvador. Tonades de
l’agre de la terra, com refrescareu l’espeiit dels destinataris, enyorosos de les
coses d’Artà!
Ben nodrida la secció literària i cor¬
dialment recitada. Jo sé quasi de memò¬ ria la poesia «L’Harpa» de Mn. Costa. Doncs, mai no se m’era aficada tan en¬ dins com en aquesta familiar audició. Jo tinc els ulls inflats de llàgrimes i els nervis crispats, i com a Mn. Costa me trepana el dubte anguniós; ¿serà, flnaljnent, la renaixença catalana ima glorio¬
sa i fracassada aventura?
Qui ha dirigida la gravació de la cinta i composta la introducció i l’epíleg; qui ha donades les prèvies explicacions a cada peça musical i literària és estada l’esposa d’En Francesc, una dona de fei¬ na i sense cap pretensió intel.lectual. Ella ha sabut posar emoció als comentaris destinats als fills i néts i, al mateix temps, ha conseguit aguantar-se, domi¬
nar-se. La veu nítida i càlida de la locu¬
tora no se li ha rompuda ni un sol mo¬ ment. Un llenguatge col.loquial, llis, sen¬
se arestes i ben de casa. I enfervorit
d’afecte de mare i de padrina.
Un plat de música i poesia en cinta magnetofónica. Una carta viva en prosa i en vers que me deixa l’ànima xalesta i el cor esponjat d’alegria.
¿Creuríeu que m’oblid de fer l’encà¬
rrec?
P. Rafel Ginard Bauçà, T. O. R.
20

UN PRIMER DIVENDRES
La pobreta vol i dol, i em rep somrient i atenta; mes fa temps que, macilenta, ja no es mou del seu redol.
Vella caseta isolada amb uns crulls al dret costat
i un llorer mig esbrancat que traspassa la teulada.
1 un hortet, ensà i enllà, de bells gladia Is se gosa —el blanc, el vermell, el rosa—; són per vendre i dur-ne pa.
Si ha perdut de cada gaita les fresques colors d’antany, va avivant amb sant afany son esperit, la malalta.
Ho veig en Confessió amb què es vessa, humil i clara, fent de son cor net una ara per a la Comunió.
¡Qui ho diria, qui ho diria, que dins tu. rar i gallard, se formàs, ocult, tal Nard,
caseta de serrania!
Don l’adéu. Un jai s’atraca, avi d’ella, i em diu: Senyor, vos agraïm el favor
d’honrar la nostra barraca,
B. Guasp, P

cuestiones lulianas

JLENGXJA.S DEL PUEBLO

II
(Gonalusión)

La mejor demostración de que Llull estaba dotado de clarividencia y de un gran talento práctico para el «negoci» de la conversión de los infieles es que no se ha hallado nada me¬ jor que los colegios para prepararse para las misiones; y es con razón que «s’ha especulat molt sobre els precedents e prefiguracions lul·lianes de la moderna organització, missional sobretot, de l’Església» (Obres essencials I, Li¬ bre d’Evast e d’Aloma e de Blanquerna, nota 55). También para los negocios temporales el colegio es el lugar donde normalmente el hom¬ bre de hoy trata de equiparse con el conoci¬ miento de las lenguas de aquellos pueblos con quienes piensa sostener relaciones comerciales o
de otra índole.
El Llull práctico, por lo tanto, no sólo no es contrario al uso y aprendizaje de los idiomas vernáculos, sino que lo juzga una necesidad perentoria para el trabajo misional entre los in¬ fieles, declarándolo con machacona insistencia. Seleccionamos algunos textos más:

enemics de la Sancta Esgleya, e que n sia
dada messió a fer monestirs e mostrar diverses
lenguatges a aquells qui volran anar preycar la sancta fe per lo món» (L. de Sancta Maria, pàg. 153). ccE no valria més fer monestirs e nodrir hòmens infants en aquells monestirs e enamorar los de morir per la fe e mostrar los sciències e lenguatges a preycar la fe...?» (Ib., pàgs. 153-154).
Señala Llull la conveniencia de que los mo¬ nasterios para el aprendizaje de las lenguas de los infieles se situen en lugares estratégicos, por diferentes partes de la tierra: «E la ajudn que US deman, reyna, per aquests hòmens, és que vós los donets tal virtut a lurs paraules, que ells pusquen moure lo senyor Papa e sos companyons e los princeps e los prelats e los religiosos a amar lo negoci que ells tracten, ço és saber, que sien apreses diverses lenguatges e fets monestirs en diverses terres on los lenguat¬ ges sien apreses, e que per tot lo món sien preycats los evangelis» (Ib., págs. 219-220).

«D aquest tresor (bienes temporales de la Iglesia) vos deman la décima (3) per tots temps, del qual sien fets guerrers corporals als

También propone Llull otra modalidad de en¬ señanza: que sean representantes de los infie les quienes vengan a los países de cristianos

(3) Otras referencias a ayuda económica que pide Llull que sea otorgada del tesoro de la Iglesia, para la propagación de la fe, en Contemplado VI, p. 178; Cont. Vil, p. 547. Para la conquista del Santo Sepulcro, la déci¬ ma, «lo deé», en Rims I, p. 246; «la deena», en Rims II, pág. 262.

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donde aprendan la lengua y la verdadera reli¬ gión (especie de laicado indígena) y después vuelvan a sus tierras para trabajar en la con¬ versión de sus paisanos: ccBé saps tu, fill, que 1 Apostoli ha missatges diverses que pot tra¬ metre en les terres on estan idolatries e gentils, e que s en fassa venir de diverses terres e de
diverses nacions cinc cents o mil o pus, e que
Is fassa mostrar nostre lenguatge e nostra fe,., e puxes los trameta en lur terra, per tal que aquells sàpien la nostra fe, la qual ignoren, e la aurien si la sabien; car hom sens fe, idolatric, leuger és a convertir» (Doctrina Pueril, pág. 155). Es curiosa y acertada la última ob¬
servación.
O que sean los infieles mismos los llamados para actuar como maestros de los futuros mi¬ sioneros: «E 1 Apostoli trames per totes les na¬ cions dels infeels que hom n amenas per apen¬ dre lo lur lenguatge (de los cristianos) e per ÇO que hom aprengués lo lur (de los infieles), e que ab ells ensems hom anas preyear ais aitres en lurs terres» (Blanquerna, pág. 297).

Y con mucha psicología práctica continúa es¬ cribiendo: «E que a aquells qui haurien aprés latí e haurien conexença de la santa fe católi¬ ca, fossen donats diners e vestirs e palafrens, per ço que s loassen dels crestians, e com se¬ rien en lur terra tornats los ajudassen e Is mantenguessen» (Ib.).
Refiriéndose a los griegos cristianos, dice Llull: «Aquests han moltes de bones custumes, e per so con són ten prop a la fe cathólica, se¬ rien leugers a enduir a la Esgleya romana, si era qui apresés lur lenguatge e lur letra» (Doc¬ trina Pueril, págs. 128-129).
Al ermitaño que intenta disuadirle de ir a predicar a los sarracenos (según la ficción del Desconort) a causa de la dificultad del árabe: «Encara, que home no sabria parlar - lenguat¬ ge arabesc; mas per enterpretar - no poria per res ab éls molt enansar; - e si 1 lenguatge ’pren, jjorá y trop trigar», Ramón contesta: «En apendre lur lenguatge hom no esta longament» (Rims I, págs. 232-233).
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bibliografía

LOS SALMOS. Introducción, ver¬ sión y comentarios, por Angel Gon¬ zález, Pbro. 14, 4 X 22,2 cm. pág. Rtca.: 420 ptas. Tela: 480 ptas. Bi¬ blioteca Herder, núm. 73. Sección de Sagrada Escritura. Edit. Herder, Barcelona, 1966.
El P. Angel González, profesor extra¬
ordinario de A. T. en el Seminario de
Astorga, miembro de la «Casa de San¬ tiago para estudios bíblicos y orienta¬ les» de Jerusalén, graduado en Teolo¬ gía por la Universidad de Salamanca y en Sagrada Escritura por el Institu¬ to Bíblico de Roma, doctorado en el Instituto Católico de París y, desde hace diez años, con residencia casi habitual en Jerusalén, ha preparado la interesante obra que nos acaba de servir la prestigiosa Edit. Herder.
Cada salmo está precedido por un extenso comentario, en el que se defi¬ ne la composición según su contenido, su estructura y su género literario. El
lector tiene una visión total del senti¬
do de cada salmo, en su contexto his¬ tórico y doctrinal. Por otra parte, los valores poéticos que contienen los sal¬ mos están expresados en toda su fuer¬ za, gracias a la sólida preparación que demuestra el distinguido hebraísta au¬ tor de la versión que comentamos.

Rinden un eficaz servicio los tres ín¬
dices que lleva el volumen: el de refe¬ rencias bíblicas, de nombres y de ma¬
terias. — H. C.
K. Rahner. EL CONCILIO, NUE¬
VO COMIENZO. Versión castellana de E. Lator Ros. 12,2 x 19,8 cm. 32
pág, Rtca. 20 ptas. Editorial Her¬ der, 1966.
Resulta interesante que nos hable del Concilio un teólogo como Karl Rahner, cuyos escritos son cada vez más difundidos y apreciados en los países de lengua castellana.
El libro que comentamos recoge una conferencia que el P. Rahner pronun¬ ció en Munich, en diciembre de 1965,
a raíz de la clausura del Concilio. El autor habla con toda claridad
acerca del verdadero y único resulta¬ do del Concilio y de toda reforma postconciliar. El Concilio y todo el in¬ menso trabajo postconciliar de refor¬
ma —dice— no son sino servicio y
preparación. Es otro libro que recomendamos
con interés a nuestros lectores. — H. C.

NUESTROS

DIFUNTOS

INGA.—D.° Francisoa Beltrán Domènech (18 junio) y D.° Magdalena Maura Saurina (7 julio), terciarias franciscanas.
PALMA DE MALLORCA.—0. Juan Bauzá y Pizá, T. F., día 14 de julio, cuando contaba 36
años de edad.
SINEU.—Día 30 de julio, 0.° Juana Ana Alomar Ferragut, a los 79 años Era terciaria fran¬ ciscana y durante más de SO años fue nuestra diligente corresponsal en Sineu. Nuestro administra¬ dor, Rdo. P. Jaime Tugares, se trasladó a esa villa para celebrar (día 4 de agosto) una misa en su¬ fragio del alma de tan benemérita corresponsal.
Descansen en la paz del Señor.

UNA SUPLICA URGENTE A NUESTROS SUSCRIPTORES
Se la hacemos para pedirles con el mayor interés quieran hacernos el favor de enviar al P. Administrador de esta revista los números siguientes;
Agosto/Seiiembre, Octubre y Noviembre del año 1960; Junio de 1961; Febrero, Marzo y Abril de 1962.
Son ejemplares que nos faltan para completar el archivo de nuestra
administración.
Hacemos la súplica especialmente a los conventos de franciscanos y
franciscanas.
Agradecemos por anticipado el favor enorme que nos dispensarán.
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La prensa católica - escribió
Juan XXIII - «es uno de los

medios más poderosos de que

se puede servir la palabra de

Dios para llegar a los hoga¬

res y hacerse comprender y

amar »

EL HERALDO DE CRISTO
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LEA Y PROPAGUE
El
HERALDO
DE CRISTO

PRECISANDO
Un joven va por primera vez a una reunión y es muy bien acogido por imo de los presentes.
—He oido su nombre y me parece que conozco a su familia.
—¡Ah! —¿No es usted, por casualidad, el hijo
de doña Rosa? —Lo soy; pero no por casualidad.
EL ZAPATO IDEAL
La señora lleva dos horas probándose zapatos y aún no se decide.
—¿No le gustan éstos, señora? -^Es que yo quiero unos que sean pe¬ queños por fuera, pero anchos y cómodos por dentro
PENSAMIENTO
El novelista francés Guy de Maupassant dijo en una ocasión:
—¿A qué mentir, si para que no le
crean a uno es suficiente con decir la verdad?
¿CUAL DE LOS DOS?
El novelista Cecil Saint Laurent, ha¬ blando del matrimonio, decía:
—Sí; ya sé que un hombre y una mu¬ jer cuando se casan son dos en imo, pero, ¿cuál de los dos?

LOS PADRES QUE ESPERAN
Se ha publicado en Norteamérica un curioso álbum con las frases cogidas al oído en un sanatorio de Washington en¬ tre los padres que esperaban noticias del fruto que había de traerles la cigüeña. He aquí algunas de esas frases:
«Van seis horas de espera; de seguro es
niña».
«Por fin me llega im motivo para tener una parte más de mis ingresos libres de impuestos».
«Otra niña. Con ésta son ya cuatro mu¬ jeres bajo el mismo techo. ¿Qué va a ser de mí?».
«¡Dios mío, gracias!».
DISFRAZ
Sabido es que el gran actor cinemato¬ gráfico Alee Guinness es maestro de la caracterización y se disfraza con tal arte que ha llegado a interpretar en una mis¬ ma película siete personajes distintos.
Paseando el otro día los también famo¬
sos actores David Niven y Peter Ustinov, vieron correr por una galería de los estu¬ dios un bicho disforme y extraño que sa¬ lía de una grieta del muro.
—¡Qué horror! —exclamó David Niven, disponiéndose a aplastar al bicho.
Pero Ustinov lo sujetó enérgicamente,
diciéndole:
—¡Quieto! Puede tratarse de Alee Guio¬
nes disfrazado.
PROBABLE SUSPENSO

EL JEFE
Un humorista francés da la siguiente definición del jefe:
—Es el señor que llega tarde cuando el empleado llega en punto y que llega en punto cuando el empleado llega tarde.

El muchacho vuelve del examen para
obtener el permiso de conducir. Entra cariacontecido y le dice a su padre:
—Me he lanzado contra una camión.
—Entonces... ¿te han suspendido en el
examen?
—Pues... no lo sé, porque el examina¬ dor que venía conmigo ha muerto.

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TERCIARIOS FRANCISCANOS DE MALLORCA
j^Juestros hermanos terciarios de Menorca se han unido ya varias ve¬
ces a la concentración anual que tiene la T. O. F. de Mallorca cada primer domingo de junio.
En justa correspondencia, los terciarios mallorquines hemos de devolver la visita a la T. O. F. de Menorca, que se reúne animosamente cada año en el Santuario de la Virgen de Monte-El Toro.
Con el fin de asegurar lo mejor posible la buena marcha del viaje, cuidará de la dirección técnica de la peregrinación mallorquina la pres¬ tigiosa agencia “AEROMARITIMA, S. A.”.
Se partirá en avión la mañana del día 24 de septiembre. El mismo día se visitará Mahón y sus alrededores, entre los que se cuenta la bellísima Cala’N Porter, con la sugestiva y legendaria “Cova d’En
Xuroi”.
Día 25, la expedición mallorquina se unirá al grupo numerosísimo de los terciarios franciscanos menorquines, los cuales celebrarán otra
vez la acostumbrada concentración en el citado Santuario de la Patrona
de Menorca, la Virgen de Monte-El Toro. Es un lugar desde el cual se puede contemplar la belleza de toda la isla.
El lunes, día 26, a las 10 de la noche, se cogerá el barco CiudadelaPalma, después de haber visitado Fornells, Cala Thomás, Cala Galdana, Cala Blanca, Santandría, Cala’N Blanes, Mercadal, Ferreries, Cinda¬ dela, etc. Es decir, que en menos de 3 días, los terciarios mallorquines
habrán rendido visita de fraternidad a los terciarios de la vecina isla
y habrán recorrido y admirado todo Menorca.
☆
PRECIO: 1.800 Ptas. (Incluidos viajes, hoteles de 2° y autoca¬
res por el interior de Menorca.)
INFORMES E IHSCRIPCIOHESi
¡AEROMARITIMA, S. A.-Gmo. Franco, 39 -Tels. 25940-16673 P. Comisario de la T. O. F. Convento de San Francisco Tel. 12699
En ios puoblost Rdo. Director de la T. O. F.
A. 0. 8IMÉNEZ - LULIO, T¿ - PALMA