El Heraldo de Cristo 1965, n. 660
EL HERALDO DE CRISTO
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MARZO 1965

Año LVI - Núm. 660

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NUESTRA PORTADA

La liturgia en marcha.

Otra vez el altar en su augusta sim¬
plicidad.

El altar es símbolo de Cristo. <Y la

piedra era Cristo».

\\

)

en

numero:

Nuevo abrazo de Oriente y Occidente 3

La lengua de la liturgia .... 4

Santiago, camino de Europa

.

.

7

Nuestra pequeñísima historia . .9

Nuestras misiones .

.

.

.

. 11

La juventud y su problema ... 15

El Papa, en India, regala su coche a

la Madre Teresa

.

.

.

.16

Página del Terciario 17 .... Em halla el pensament (poesia) . . 18 Sant Honorat, Arquebisbe d'Arles . 19
Ecos del Sanatorio-Escuela «Mater

Misericordiae»

21

Cuestiones Lulianas ..... 23

Preguntas y respuestas .... 25 Página de humor . . . . .27

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2

EDITORIAL
Un nuevo abrazo de Oriente y Occidente
^ V ecordamos todavía con emoción el. fraternal abrazo que se dieron Pablo VI y Atenágoras, la histórica noche del 5 de
enero de 1964, convertidos en humildes peregrinos por la tierra del Señor. Aquel conmovedor abrazo significaba el primer encuentro de Oriente y Occidente, después de nueve siglos de incomprensible ais¬
lamiento.
Desde que en el verano de 1094 quedó sobre el altar de Santa Sofia de Constantinopía la bula papal, excomulgando al Patriarca de Oriente, las relaciones entre Roma y el Oriente cristiano se habían vuelto cada vez más hostiles. No lograron restablecer la unidad per¬ dida los concilios unionistas de Lyon, en 1275, y de Florencia, en 1439. Y cuando Pío IX, al convocar el Concilio Vaticano I, cursó una afectuosa invitación al Primado de Oriente, éste ni siquiera se dignó tocar con sus manos el sobre que contenía el mensaje pontificio y anticipó rápidamente una airada negativa. Incluso, en nuestros días, a causa de viejas fricciones entre Constantinopía y Moscú, no fue posible al voluntarioso Atenágoras enviar observadores a las dos primeras sesiones del Vaticano II. Había que esperar mejores oca¬
siones.
La gran ocasión providencial se presentó al iniciarse el año 1964, cuando Pablo VI, revestido del espíritu de luán XXIII, se es¬ trechó en fraterno abrazo con Atenágoras en el Huerto de los Olivos, en el lugar donde Cristo sudó sangre por los pecados de todos. Este abrazo superó en trascendencia histórica al viaje mismo del Papa a Tierra Santa. Significaba la esperanzadora reanudación de un diᬠlogo interrumpido torpemente hacía nueve siglos.
Ahora —leo la noticia en la prensa del día en que escribo, 17 de febrero— el Primado de Oriente, Atenágoras, acaba de enviar al Vaticano a los metropolitanos Melitón y Crisóstomo de la Iglesia Ortodoxa, con el fin de informar a Pablo VI de los recientes acuer¬ dos tomados en la Conferencia Panortodoxa de Rodas. En su carta de mensaje, Atenágoras dice: «Nuestra muy santa Iglesia Ortodoxa Oriental... ha decidido y proclamado su aspiración y su deseo de cultivar relaciones fraternales con la venerable Iglesia de la antigua Roma que Vos presidís, a fin de promover la unidad espiritual en
Cristo».
Hemos querido airear esta noticia en nuestra primera página, porque a nuestros ojos adquiere rango de acontecimiento histórico en el ecumenismo de nuestros días. La simple lectura de esta noti¬ cia en los periódicos del mundo es ya una gracia de amistad humana. Y para los que saben ir más allá de la noticia, se convierte en señal tangible de que la gracia de Dios actúa sobre la buena voluntad de
los hombres.
3

LA LENGUA DE LA LITURGIA

El latín deja paso a las len¬ guas modernas: los fieles tomarán parte activa en el
culto.
Escribe el P. Jaime FE CORRÓ, T. O. R.

¿A quién no le preocupan hoy las reformas litúrgicas, tanto aquellas que ya se han puesto en práctica, como las que se irán aplicando en tiempos sucesivos? Porque suponemos que este
tema interesa a todos los lectores de «El He¬ raldo de Cristo» es por lo que vamos a dar unas
explicaciones relacionadas con el mismo.
Cuando el Concibo trató la cuestión del uso
de la lengua en la Liturgia se vio que no todos consideraban el problema de la lengua como de vital importancia. Sin embargo, es muy signi¬

ficativo el hecho de que quienes más apoyaron el uso de las lenguas modernas en la celebra¬ ción de la Santa Misa y en la administración
de los Sacramentos fueron los Padres conciliares
que antes de ser elevados a la dignidad episco¬ pal, habían entrado en el corazón del pueblo desempeñando el oficio de vicario o de párroco. Este hecho, hemos dicho, es muy significativo. Nos da a entender el motivo principal que in¬ duce a nuestra Madre la Iglesia a esta gran restauración litúrgica: acercar la Liturgia al pueblo y que el pueblo participe de una ma-

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ñera plena, activa y consciente de esta misma Liturgia, que es, según expresión del Papa Pío X, «la fente principal e indispensable de la
vida cristiana». El Concilio se hace eco de las
anteriores palabras cuando proclama la Sagra¬ da Liturgia como «la fuente de donde mana toda su fuerza a la Iglesia y la cumbre de la
cual tiende toda la actividad de la misma».
Creemos ser objetivos en la exposición de la verdad, si tratamos de probar cuán absurdas y demostrativas de ignorancia son las objeciones que algunos presentan en contra de este esperanzador movimiento litúrgico.
Hay ciertas objeciones que son vulgares y otras que pretenden tener algún fundamento. Pero en resumidas cuentas son de personas ig¬ norantes, desconocedoras de los principios fun¬
damentales.
Es vulgar la objeción que presentan algunos cuando dicen: ¿Es que las personas piadosas no estaban ya unidas con Dios, particularmente cuando asistían a la Santa Misa, sin necesidad
de ver turbado su silencio externo con estas
normas? Ciertamente que sí, que estaban uni¬ das con Dios; pero su piedad, agrdable sin duda al Señor, era egoísta; perdía vitalidad al no vi¬ vir un principio fundamental de esta restaura¬ ción de la Sagrada Liturgia: conseguir un cris¬ tianismo comunitario, entregado al amor de los miembros de Cristo, considerando a la Igle¬ sia como una asamblea de hermanos que reci¬
ben su fuerza de la vivencia de la hermandad.
Es difícil precisar el grado de unión con Dios, superior siempre al que consiguieron por medio de su piedad privada, que habrían alcanzado si hubieran conocido esta participación activa, plena y consciente.
Es vulgar aquella objeción presentada por personas ignorantes: «Ya estaba bien como es¬

taba, ¿para qué cambiar las cosas? «Recorda¬ mos a una vieja que decía:» ¿Para qué cambiar, con lo hermosa que era la misa en latín?.
Aparte de que los que así hablan demuestran una mentalidad anticuada, ¿no será la pereza la que les hace hablar con tan poco aprecio de la Liturgia? Es más cómodo hacer lo que siem¬ pre se ha hecho. Para vivir el espíritu de estas normas que entraron en vigor día 1 de enero y las que lo harán día 7 de marzo, primer do¬ mingo de Cuaresma, y otras más que seguirán, precisa renunciar a la facilidad. Para escoger lo mejor, que impone sacrificio, debemos despojar¬ nos del individualismo que degenera en egoísmo. Los hay que saben rezar «por» sus hermanos, pero no saben rezar «con» sus hermanos.
Otros objetan que ya se participa en la Santa Misa contestando en latín al sacerdote y guia¬ dos por el monitor. Es cierto que se participa Pero por medio de estas reformas se participa¬ rá. Pero por medio de estas reformas se parti¬ cipará más. Estas reformas no se llevan a cabo para gusto de los técnicos, los cuales, bien for¬ mados en la Sagrada Liturgia, ciencia más am¬ plia que lo que muchos se creen, la viven fruc¬ tuosamente celebrando en lengua latina. Estos técnicos, de espiritualidad profunda, como que la alimentan en la misma fuente de la gracia, son almas animadas de gran celo y no pueden consentir que tanta riqueza se pierda.
Los hay que defienden el latín como lazo de unidad o como lengua sagrada. Pobre religión la nuestra si tuviera que fundamentarse en una lengua que, al fin y al cabo, es medio de co¬ municación, no fin. Lo que da unidad a la Igle¬ sia es la Palabra de Dios, contenida en las Sa¬ gradas Escrituras. Es precisamente la Sagrada Liturgia la que nos hace recorrer por medio de una lectura meditada las páginas sagradas. Len¬ guas sagradas lo serán también las lenguas mo¬ dernas, una vez empleadas en la Liturgia.

5

Es verdad que no todos los problemas de pastoral quedan resueltos por la extensión del uso de las lenguas vivas. Pero es innegable que sin esta decisión del Concilio, todas las re¬
formas ordenadas no habrían favorecido mucho
por sí mismas, la participación activa y cons¬

ciente del pueblo de Dios en los sagrados mis¬
terios.
Desearíamos continuar tratando este tema,
que sin esta decisión del Concilio todas las re¬ más espacio. Esperamos proseguir esta explica¬
ción en otra ocasión.

AÑO SANTO COMPOSTEIANO

camino de Suropa

por GAR LORE

x/Xuchas veces nuestra revista ha pe¬
regrinado a Roma, la Ciudad Eter¬ na, para orar sobre las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo. A Roma, en el júbilo del Jubileo, en el fervor del Año Mariano, en las solemnidades de las Ca¬ nonizaciones... A Roma por .todos los ca¬ minos y por todas partes, para ver y sa¬
ludar al Padre de la cristiandad. A Roma —de ahí el nombre de toda «romería»—,
de paso hacia Jerusalén, para seguir los pasos de Cristo y venerar su Santo Se¬ pulcro. A Roma y a Jerusalén de nuevo, siempre, porque allí, en la lejana Pales¬ tina, no se puede mirar ,sin ver lo que Cristo vio, caminar sin hacerlo por los caminos que Cristo recorrió. La fe, como alguien dijo, se encuentra también en los
caminos...
Roma, Jerusalén... y este año, Compos¬ tela. En sus anuales Itinerarios de la Fe, «El Heraldo» no podía olvidar esa gran meta de peregrinación al otro extremo de Europa. Por eso este año, en el es¬ plendor jubilar del Campo de la Estrella,
se unirá al fervor de las multitudes ha¬
cia la Casa del Señor Santiago, en la hú¬

meda Galicia. El programa, en sus líneas generales, está ya trazado: a Compostela, concha asida al paisaje gallego, no se puede ir más que por la ruta tradicional de Santiago, por ese camino abierto por
la fe de la Edad Media.
En este primer avance de información,
nos interesa resaltar la trascendencia histórica de Santiago, camino de Europa. En la historia cristiana, Jerusalén y Ro¬
ma señalan el inicio y expansión de la Iglesia; Santiago, el providencial encuen¬ tro. Después de la «noche» bárbara y antes de los «terrores» del año mil, apa¬ rece la Estrella de Compostela como una señal, un grito de esperanza. Los pueblos se sienten atraídos por la luz de la es¬ trella posada sobre la tumba del primer Apóstol Mártir. A los «palmeros» de Je¬ rusalén, a los «romeros» o «romitas» de Roma se unen los «jacobeos» o «jacobitas» de Compostela, hasta llenar los ca¬ minos de Europa. Y ocurre entonces lo imprevisible: la Iglesia se encuentra a sí misma por el camino de Santiago. Y nace Europa... El camino de Santiago —el «ca¬ mino francés»... no es, como las calzadas

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Peregrinos de
Compostela
Jan Evermaro de Frisia, San Teobaldo, San Francisco de
Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Luis Rey de Francia, San Vi¬ cente Ferrer, Santa Isabel de Por¬ tugal, San Bernardino de Sena, San Toribio de Mongrobejo, el Beato Ramón Llull, Santa Brígida de Suecia, Guy de Borgoña, Juan de Brienne, Emperador de Bizancio, Carlos V, Alfonso el Casto, los Re¬ yes Católicos, Felipe II, la Reina Matilde de Inglaterra, Catalina de Aragón, Ana de Bretaña, el Prín¬ cipe Farnesio, Jaime Stuardo, el Cid Campeador, Juan de Austria, el Gran Capitán, Dante, Guido Ca¬ valcanti, Van Eick, Menling y tan¬ tos otros por no nombrar sino los
más señalados y antiguos.
•ís
iVTENCION!
IV Itinerario de la Fe
a Santiago
Para principios del próximo ve¬ rano, en fechas todavía a concretar,
«EL HERALDO DE CRISTO» tie¬
ne organizado su IV Itinerario de la Fe a Compostela por el camino de Santiago: Barcelona - Zaragoza Logroño - Burgos - León - Astorga Ponferrada - Santiago de Compos¬ tela. Al regreso se visitará Lisboa Coimbra - Fátima - Guadalupe - To¬
ledo - Madrid - Valencia.
Se darán más detalles en el pró¬ ximo número.
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romanas, una vía de dominio y de poder. El camino de Santiago es la gran vérte¬ bra de la unidad europea, de la herman¬ dad de los pueblos. Nunca como enton¬ ces se sintió Europa tan unida. Santiago, gran penitenciario de la cristiandad, te¬ nía el recurso de sus grandes perdones y la paz de sus indulgencias infinitas.
El camino de Santiago aparece así co¬ mo un lazo de unión entre pueblos y razas diferentes, al calor de un ideal re¬ ligioso. Pero hubo más. Aquel peregri¬ nar por Dios que avanzaba por valles y mesetas, al grito ritual de «'¡Ultreya! ¡Susea!», inspiró a los artistas e hizo cantar a los juglares. Surgió así una li¬ teratura y un estilo —el románico—, co¬ mo exponente de la unidad europea. La ruta quedó poblada de exvotos, pero tam¬ bién de recuerdos artísticos y culturales.
Compostela rivalizó y hasta superó a las dos grandes ciudades de peregrina¬ ción: Jerusalén y Roma. La importancia de éstas se apoya en hechos históricos para nuestra fe; Compostela nació de la fe de los pueblos. Cruces y más cruces jalonan su camino. Dante llegó a decir en la Vita Nuova que, «en sentido estricto, se entiende por peregrino el que va a la Casa de Santiago».
Con el correr de los años degeneró la peregrinación compostelana. No todo fue tan bello y piadoso como en los prime¬ ros tiempos. Entre los grupos compactos de romeros penitentes se mezclaron prony bohemios que vivían a costa de los vie¬ to los falsos peregrinos, los vagabundos jos viejos y santos caminos. La decaden¬ cia empieza, propiamente, al romperse el bloque espiritual europeo con la Refor¬ ma protestante. Entonces, la frase del Kempis: «El que mucho peregrina rara¬ mente se santifica», se convierte en dicho popular. La ruta jacobea había dejado de ser el camino de la esperanza y de la unidad. Pero ahora, con el deseo de una Europa unida, se abre de nuevo el cami¬ no de Santiago para el amor y fraterni¬
dad de los hombres.

UESTRA PEQUEÑISIMA HISTORIA

XIa.ce cincuenta años...

«EL HERALDO» (lo decíamos ya en el número pasado) llenaba sus primeras
páginas con una extensa nota biográfica del Obispo Campins (1859-1915) con mo¬ tivo de su fallecimiento, ocurrido el 23 de febrero. El pontificado del Obispo Campins fue realmente, bajoi múltiples aspectos, glorioso y muy beneficioso para la diócesis de Mallorca. No podemos ahora, como lo hacía entonces nuestra revista, enumerar los principales hechos que Jalonaron el gobierno de tan virtuoso y sabio Prelado. Ciñéndonos a lo que más nos atañe a nosotros, recordemos que el Obispo Campins prestó su eficacísimo apoyo para que la Congregación Fran¬ ciscana fundada por el P. Antonio Ripoll pudiese incorporarse a la Tercera Orden Regular; que en 1906 cedió a nuestra Provincia la iglesia de San Francisco de Palma y la de Inca en 1909; que en 1913 nos entregó también el santuario de
nuestra Señora de Cura. Autorizó la ins¬ talación de Hermandades de Terciarios
Seculares en casi todos los pueblos de la isla; presidía nuestras peregrinaciones anuales; él mismo era Terciario y estan¬ do a punto de morir pidió que le pusie¬
sen el cordón de nuestro P. S. Francisco.
En el número pasado ya aludimos a su
fervorosa devoción al Beato Ramón Llull

El 4 de octubre de 1913, festividad de nuestro seráfico Padre, envió una efusiva bendición a los redactores y lectores de
«EL HERALDO».
En el mismo número de marzo de 1915 se lee un artículo sobre el sexto cente¬ nario de Ramón Llull. Viene a ser como
un programa, a grandes rasgos, de lo que habría de ser, según el articulista, la mencionada celebración: algo grande en fiestas religiosas y cívicas y en actos literarios y, sobre todo, se había de em¬ prender la ejecución del hermoso pro¬ yecto, ideado por el Obispo Campins, para «poner en mayor veneración el cuerpo del mártir de Rugía, colocándolo en pre¬ ciosa urna, erigida en suntuoso recinto, donde pudiera leerse, por así decirlo, la autobiografía del B. Ramón Lull en ale¬ góricos mosaicos de espléndida riqueza y sobre todo en esculpidos textos de las obras del gran polígrafo».
No parece fuera de lugar decir aquí que nuestra revista, aunque nació legíti¬ mamente franciscana, se adornó ya des¬ de su cuna con algún rasgo luliano. En efecto, su segundo número salió encabe¬ zado con unos textos, en lengua original, del L. de Contemplació y al llegar al año

9

• del centenario luliano, en 1915, no menos

GRANDES ALMACENES

de una veintena de trabajos relacionados con Llull habían aparecido ya en las

columnas de «EL HERALDO». El alma

del movimiento luliano (y demás inquie¬

tudes culturales) en nuestra revista, fue

Pañería - lencería-Tapicerío- Modistería - Sas trería - Poñerio - Camisería Géneros de pun^o
Novedodes -Bordados - Perfumería
Artículos de Viaje

sin duda alguna, el P. B. Salvá. Firman aquellos primeros trabajos lulianos el mismo P. Salvá, Manuel de Lete (des¬ pués P. Andrés de Palma, capuchino),

P. Cait, 5 oM2 y General Goded, 6 y 8. Tels. 24200 • 24201
PALMA DE MALLORCA
¿

Lorenzo Riber y otros. Este carácter luliano, con alternativas de más y de menos, ha venido conservándolo nuestra

revista a través de sus años de existencia.

Así es que puede hablarse con toda ra¬ zón del lulianismo de «EL HERALDO

DE CRISTO».

En 1915 estaba ya en todo su apocalíp¬ tico desarrollo la primera gran guerra europea, que acabó por hacerse mundial, guerra en la que empezaron a emplearse
las terribles armas modernas. Nuestra revista daba cuenta de las rogativas por
la paz que, siguiendo la exhortación del Papa, se hicieron en Mallorca. Revistie¬ ron carácter solemnísimo, dichas rogati¬ vas, en la iglesia de San Francisco de Palma que «estuvo concurridísima como pocas veces se ve. A la comunión general (7 de febrero) asistieron los Terciarios todos, los asociados a la Pía Unión Euca¬
rística Infantil de S. Antonio de Padua
(el que ahora escribe esas líneas, miem¬ bro fundador de dicha asociación, asistía a los actos que se reseñan), con numero¬ sísimos ñeles que llenaban casi por com¬ pleto el vasto templo. Después de la misa de comunión, a las nueve de la mañana, se expuso el Santísimo y durante todo el día hicieron vela seis caballeros, ocho señoras, dos niños y seis niñas, releván¬ dose cada media hora, sin que faltara ni
uno de los avisados».

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xiuestraiS misiones

Dos Religiosas Franciscanas visitan la Provincia de Bolívar en Perú. $on las primeras religiosas de la historia que pisan
olquellas tierras.

-P

I 7l verlas llé®ar, los bolmrianos no

podían dar^^édito a ojos. Dos

madreeitas, a lomi^de be^a, durante

días, por caminos N^^cíbs^os, atrave¬

sando una y otra veFTla^ corrientes de

jque los ríos —^uno solo hdy
caballo 64 veces— expiieslas

cruzarlo a
a mil serios

peligros (un oso negro salióles al en¬

cuentro), era algo increíble.

Desde Bolívar mismo escriben a la Reverendísima Madre General, contando sus impresiones. Entresacamos algunos párrafos de la interesante carta.

Día 10 de diciembre la partida
«Salimos de Huamachueo día 10 el P. Maimó, Sor María y yo. Nos acompa¬ ñaron hasta Jocos (una hacienda) Fray Paco y la Madre Superiora. Al día si¬ guiente ellos regresaron a Huamachueo, y nosotros tres continuamos el viaje ha¬ cia Bolívar con unos caballos lindísimos, y llegamos a otra hacienda, Marcamachay, a las 2,30 de la tarde, después de seis horas de cabalgar».

Cruzando el rio Crisnejas
«Cruzamos el río Crisnejas tres veces; es un río enorme. Al decirnos que tenía¬ mos que atravesarlo, sentí un grande miedo. Nos dijeron:: Madreeitas, al cru¬
zar el río no miren el agua, que se ma¬
rearían, miren lejos. Y un cholo cogió

el ramal de nuestro caballo, y adelante,
con el corazón en un hilo... Yo me aga¬ rraba fuertemente a la crin del caballo; el agua me llegaba a las rodillas, pero como hacía tanto calor, era agradble, y al cuarto de hora estábamos secasí>.
A través del Marañón
«Cruzamos el Marañón en balsa. Como desde Marcamachay nos acompañaban la señora de la hacienda, .sus primos y cria¬ dos —en total ahora éramos 12— fue
necesario poner tres balsas, dos para los pasajeros y otra para el equipaje. Estos «trasantlánticos» se componían de nueve troncos uno junto a otro y dos atravesa¬ dos; otros tres palos servían de butaca. Para la travesía hay que ir descalzos, pues el agua tiene entrada y salidad li¬ bre. Demoramos dos horas, pues el rio
es anchísimo e íbamos contra corriente»
Primer contacto con la gente
«Llegamos a Chuquitén, otra hacienda. Nos dio una impresión tremenda ver co¬ mo iba aquella gente, medio vestida, de¬ macrada, y con una suciedad que se los come; nos miraban de pies a cabeza y en seguida nos hicimos amigos. Estuvi¬ mos aquí dos dias, visitamos a varios enfermos; es una pena como viven, pues .se alimentan sólo de frutas y del pescado que cogen en el Marañón. Hace un calor sofocante y hay muchos mosquitos que

11

pican de lo lindo; por esto hay en estas
zonas mucho paludismo.
Regalamos jabón a los niños para que se lavaran, y al día siguiente no parecían los mismos. Por la noche en el patio de la casa se reunía toda la gente, rezába¬ mos el santo rosario, y el Padi'e les hacía un sermón de una hora, y era un gusto ver con que atención le escuchaban.
Toda la gente nos decía: Madrecitas, ¿volverán? Estamos muy solos; ¡vengan
a enseñarnos!»
Madresitasi ¡un oso!
«De nuevo emprendimos el viaje^ hacia Pana; ocho horas de caballo sin encon¬ trar ni una persona. El único ser vivien¬ te que nos salió al encuentro fue ¡un oso! Ya puede imaginar el susto que nos lle¬ vamos. Al oir al P. Maimó que nos decía: ¡Madrecitas, un oso! y al verlo tan cer¬ ca, ya nos veíamos devoradas. Si viera qué colmillos y qué garras tienen. Fue un milagro que el Padre no tuviera el revólver a mano, pues, según nos han dicho, no lo hubiera matado, y la fiera al sentirse herida, nos hubiera atacado.
Además nos hallábamos en un sitio pe¬
ligrosísimo, pues a una gran profundidad

teníamos el río, y no había donde me¬ ternos ya que el caminito era muy es¬ trecho. Como el P. Maimó nos ha dicho que le cuenta al detalle este percance del oso, no le cuento más».
En Pana, otra hacienda
«Llegamos a Pana, otra hacienda, a las nueve de la noche. Nos esperaban los hacendados con grande ilusión, pues a pesar de haberles anunciado que iban madrecitas, no lo creían de ninguna ma¬ nera. Es imposible, decían que vengan por estos caminos. Los niños de la ha¬
cienda no se cansaban de mirarnos. Y las niñas decían a su mamá: Me tienes
que comprar un vestido igual al que lle¬ van las madrecitas; todos se hubieran
venido con nosotras».
¡Y por fioi Bolívar! Entrada triunfal
«El día siguiente salimos a las 10 de la mañana, y llegamos a Bolívar a las seis de la tarde. A la entrada del pueblo nos estaban esperando las Autoridades y mucha gente; al vernos empezaron a dis¬ parar cohetes, y a gritar ¡Viva las ma¬ drecitas! Nos apeamos del caballo, y nos
inundó una lluvia de flores. De todas
partes se oía decir: ¡Qué «guapasas»! (¡qué valiente!); es la primera vez en la historia que vienen madrecitas a nuestra pobre tierra de Bolívar. El Alcalde en nombre del pueblo nos dio la bienvenida, y dijo que nunca hubiera creído que madrecitas quisieran venir a Bolívar por estos caminos tan tremendos, y añadió: Si nosotros cuando llegamos estamos des¬ hechos, ¡cómo estarán las madrecitas!»

Continuas visitas de las «hermanas
ratas» durante la noche
«En la escuela nos habían preparado una habitación con dos camas; todo muy b'en arreglado y sobre todo muy limpio. Eso sí, tenían entrada libre nuestras hermanas ratas que todas las noches ve¬ nían a visitarnos, e incluso se subían al catre; ya ve estábamos bien acompaña¬ das; pusimos ratoneras, y cogimos siete bellos ejemplares».

Sor María del Corazón Inmaculado Geno-
vard y Sor Gregorio de la Inmaculada Co¬ llado, autoras de este reportaje, sobre los
caballos, dispuestas al viaje apostólico.

Grandes muestras de simpatía y afecto. Regalo de un toro
La gente no sabe qué hacerse para obsequiarnos; todos los días tenemos

visitas, nos traen leche, papas, manteca, huevos, cancha (maíz), etc. El Profesor de Inglés la víspera de Navidad nos ob¬ sequió con un toro que hizo matar para que no nos faltara nada. Y el día de Navidad, que aquí es el día de los rega¬ los, nos trajo un paquete a cada una con una caja lindísima de bombones, uvas
pasas, pañuelos...
Dulce y santa Noche buena
En cuanto llegamos, empezamos a reu¬ nir a las niñas para enseñarles villanci¬
231.°-UnadecosyprepararunaNochebuenalomás
solemne posible, a pesar de que la igle¬ sia esté aun en construcción, con sólo dos paredes, sin techo; para que no se mojara el retablo pusieron unas calami¬
nas.
Hicimos el Nacimiento con ramas de
pino, lo mejor que supimos; y cuando pedimos el Niño Jesús, nos trajeron un Niñito que parecía un cholito, pues iba vestido igual que ellos. Todo el 24 llovió, pero la noche tuvimos un cielo despeja¬ do, lo que hizo que tuviéramos mucha gente a la función de la Vigflia. Nunca habían tenido Misa del Gallo, y todos
disfrutaron muho. Los villancicos muy
bien, y muy del gusto de todos».
¿Cuándo volverán! Madrecitas?
«Nos han enseñado al lado de la igle¬ sia, un solar para nuestro Convento y Colegio; si lo viera. Reverendísima Ma¬ dre, le gustaría tanto o más que el de Huamachuco; y sobre todo la gente es mucho mejor y más necesitada, están completamente solitos. Todos nos pre¬ guntan: ¿Cuándo volverán, Madrecitas? Y nosotras damos a todos la misma res¬ puesta: ¡Muy prontito, y para quedar¬
nos!...
Sor Gregorià de la Inmaculada y Sor María del C. Inmaculado
tantas veces en que debe va¬
dearse un río montados sobre el caballo.
—La balsa de Chuquitén que traspasa los equipajes y pasajeros a la otra parte
del Marañón.
—Bolívar. La iglesia parraquial de la ca¬ pital de provincia.
13

Palma, 10 de enero de 1965.

Apreciado Padre:
Soy joven y dicen que alegre. Y a us¬ ted me dirijo con la anticipada alegría de que seré escuchado, a la vez que com¬ prendido.
Uno lleva en el alma el problema que tienen o han tenido todos: ese de ser joven. Muchas veces los «otros» no le dan a ese problema la importancia que
realmente tiene.
Estudio para psiquiatra. Por eso me interesa enormemente el problema de la juventud. Y ya sé ahora que si más tar¬ de le viene a uno, para ser examinado, un hombre maduro que se queja de «al¬ go» que no le funciona bien, será señal casi segura de que en su tiempo no se
le hizo mucho caso a su problema de juventud.
Ser joven implica vitalidad, dinamis¬ mo, es decir, unas fuerzas cuya acción trata cada uno de «arreglar» por sepa¬ rado, cuando es asunto que debería ser estudiado seriamente por todos desde su
14

misma base. La vitalidad es el problema principal de la juventud. El joven quie¬ re hacer algo, tiene necesidad de hacer algo, bueno o malo. Se lo exige su misma
naturaleza.
Y aquí, en este algo está la verdadera raíz del problema: en la bondad o mali¬ cia de lo que los «otros» ofrezcan a los jóvenes para poder hacer.
Si la acción que ha efectuado el joven tiene un resultado funesto, los mayores dirán casi siempre lo mismo: «Esta ju¬ ventud de hoy es un asco, los jóvenes no sirven para nada». Y no piensan que son ellos quienes no han sabido señalar al joven en qué y cómo ha de expansionar su dinamismo juvenil.
No sé si me entiende. Padre. Estoy tratando un asunto algo engorroso. No quiero echar toda la culpa de lo que nos está pasando a un solo bando. Creo que los dos, el de los jóvenes y el de los mayores, la tenemos mitad por mitad.
Si nuestra juventud necesita campo para la expansión de su vitalidad, lo

buscamos donde sea. Si no nos lo dan, nos lo tomamos nosotros mismos, aunque después se nos echen -encima al sobreve¬ nir el desastre. Es aquí donde iba a
parar.
Queremos acción, una acción que ab¬ sorba nuestra potencialidad, tanto en lo
material como en lo moral. Pero no una
acción fija, estable, sino adecuada a cada circunstancia. Una acción progresiva, no siempre la misma. A los estudiantes y obreros de hoy nb les interesa lo que interesaba a los de ayer y no sabemos si lo que interesa a los de hoy interesará
aun a los de mañana.
No sé. Padre, si encontrará usted que excesiva nuestra pretensión. Nosotros no lo creemos así. Claro que nosotros los jóvenes miramos por nuestro propio

«telescopio», muy distinto del de los «otros». Alguien, no sé si Pablo VI, ha afirmado: «Los jóvenes son la esperanza del mañana y los forjadores de un mum do nuevo, de una nación puesta al dia, según las exigencias de los nuevos tiem¬
pos».
Toda demasiada oposición a esa exi¬ gencia nuestra de acción será inútil y a la par contraproducente. No sólo porque no se asegurará la paz de hoy, ya que chocan continuamente las dos ideologías, sino porque tampoco se contribuirá a la paz del futuro al impedirnos ser plasma¬ dores de nuestro mundo, del mundo que se ha de empalmar con -el de mañana.
Desde luego que esto ha de ser costoso y exigirá muchas concesiones, muchas
renuncias de cada uno de los dos bandos.
¿Pero no cree. Padre, que se trata de una cosa necesaria?

Estamos cansados de pasarnos el día jugando al fútbol o al basket-ball y de bailar el twist, la bossa-nova o la yencka. Queremos algo que sature mejor nuestra vida, no sólo algo que entretenga simple¬ mente nuestros ratos libres.

Se lo pedimos a «ellos» que han pasado por el mismo camino y conocen mej Ol¬ ios peligros y-'las ventajas de todo. Pero
no qu-eremos que se nos ahorre todo el
trabajo de ir investigando esta vida. Que¬
remos hacerlo también un poco por nues¬
tra cuenta. Los jóvenes son fuertes, pero les falta -experiencia y necesitamos una
mano generosa que nos ayude a cargar en los hombres nuestras alforjas.

Padre; no sé si habrá podido coger y seguir el hilo de las ideas que acabo de escribir de una manera tan desordenada. Me alegraría mucho de saber que sí. Y de que se publicase esa carta si la en¬
cuentra pasable. No por vanidad, sino po rser la exposición sincera de un sen¬
tir que ereo existe en el corazón de la

15

mayoría de los jóvenes. Y sea como sea, gracias por adelantado.
Su afmo. y s. s. q. b. s. m.,

¿)cos del (Congreso
^ucarisitco de C^^omlyat)

D. S. H.
Tu carta, querido joven, no deja de resultarme interesante. Me parece la manifestación clara y explícita de como piensa no sólo un joven, sino la gran mayoría de la juventud de hoy,, de esa juventud que va un poco a la deriva, pero que desea poder arribar a tiei-ra firme para enderezarse y seguir rutas más seguras de paz, de verdad y de justicia.
Razonas, querido joven, de una manera juiciosa, no dando a nadie toda la culpa de la embarazosa situación en que se encuentra nuestra juventud. Es verdad que tampoco das una solución concreta para el problema que expones.
De todos modos tus ideas, algo confu¬ sas, pueden dar pie a que los mayores se preocupen un poco más de vuestras co¬
sas.
Considero particularmente muy legiti¬ ma vuestra exigencia de acción. No apro¬ vechar vuestro dinamismo es quitar unas enormes posibilidades no sólo a una na¬ ción determinada, sino al mundo entero.
La Iglesia misma, hoy más que nunca, necesita también de una juventud ani¬ mosa, dispuesta a vencer todas las dificul¬ tades para llevar a Cristo por todos los ámbitos de la vida. Todos los problemas, aun los materiales, no tendrán una solu¬ ción verdadera fuera de El, fuera de Cristo. El vino al mundo para rescatarlo del poder del demonio. A redimir otra vez al mundo de las garras del hambre, de las injusticias, del malestar en general, con la doctrina del Evangelio, puede ayu¬ dar la vitalidad y el empuje de la juven¬ tud de hoy.
Fr. Armando Saralegui, T. O. R.

El Papa, en India^ regala
su coche a la Madre
Teresa
T. a Madre Teresa es una religiosa de ori¬
gen yugoeslavo, que en India ha funda¬ do una Congregación religiosa para ejercer la caridad en favor de los pobres necesitados, tan numerosos en aquella vasta nación.
Está muy relacionada con los misioneros de nuestra Orden, y recientemente ha abierto un gran convento junto a la casa del Obispo, Mons. McGarry, T.O.R., para cuidar de los necesita¬ dos y enfermos de Bhagalpur.
En mi viaje a India la visité en Nova Delhi y quedé altamente impresionado de su senci¬ llez, de su espíritu misionero, y sobre todo de su grande caridad. Tenía la casa llena de pe¬ queños, que habían encontrado en Sor Teresa
una verdadera madre.
Sólo en la ciudad de Calcuta contaba ya su
Congregación 25 casas, centros de misericordia y de caridad abiertos a todas las necesidades.
Los periódicos contaron que deseando ella asistir a la función de apertura' del Congreso Eucarístico de Bombay, mientras se dirigía a la gran plaza del Oval, se extravió, y se en¬ contró con un espectáculo frecuente en India: debajo de un árbol el cadáver de un hombre, seguramente muerto de hambre, y una mujer
moribunda. Ya no se acordó más de la ceremo¬
nia del Congreso la Madre Teresa; en seguida hizo las gestiones necesarias para el sepelio del cadáver, y llevándose a la mujer moribunda, la reanimó con medicinas y alimentos, hasta de¬ jarla en buen estado. Es un detalle de lo que es la vida de esta religiosa.
El Papa, antes de dejar India, en el mismo aeropuerto, anunció que su auto, que desde Roma había sido trasladado a Bombay, pasaba a ser propiedad de Sor Teresa. Y los enfermitos y moribundos serán trasladados ahora en el blanco coche que fue antes del Padre Común de los católicos, al que tanto impresionaron las necesidades del pueblo indiano.
P. BARTOLOME NICOLAU, T.O.R.

16

PAGINA DEL TERCIARIO
RETIRO ESPIRITUAL PARA LA T. 0. F.

V .uvo lugar en nuestro Seminario Seráfi¬
co de La Porciúncula. Y todo fue mag¬
nífico esa tarde del 24 de enero ppdo. Esplen¬
doroso el sol. Numerosa la concurrencia. Cordia-
lísima la acogida del Rdo. P. Miguel Tous Ga¬ ya, Rector y demás Religiosos del Seminario. Brillante y certera la plática del Rdo. P. José Luis López, T.O.R., Vice-Director de la Her¬ mandad de Palma. Cargada de fervores eucarístico-franciscanos la Hora Santa seguida atenta¬ mente por todos. Mas, detallemos algunos otros
aspectos.
A las tres y media de la tarde, habían lle¬ gado al Seminario Seráfico representaciones de las Hermandades de Palma, Llucmajor, Artà, Inca y Manacor. Un centenar de terciarios. Se¬ guidamente fue empezada la Solemne Hora Santa, preparada y escrita para la T.O.F. Hizo la Exposición del Santísimo el Rdo. P. Antonio Fiol, Prior del Convento de Llucmajor y Direc¬
tor de su T. O. Reservó S.D.M. el Rdo. P. Fran¬
cisco Company, Director de la Llermandad de Artà y Prior del Convento.
Hora y media duró la función religiosa. Hu¬ bo profundo recogimiento, trato íntimo con El, mirada de confianza filial hacia Ella, examen sincero de posturas personales y colectivas, pro¬ pósitos decididos de mejoramiento en la Milicia Seráfica, etc., etc. Los asistentes al acto saben que no me equivoco al escribir tales afirmacio¬ nes; éstas flotaban en el ambiente de aquellos momentos y, por otra parte, saltaron, hechas pa¬ labras, de la abundancia de más de un corazón.

Incluso me lo han repetido algunas cartas que he recibido. Demos por todo ello rendidas gra¬
cias al Dador de todo bien.
Y agradezcamos también el interesante con¬ cierto con que nos deleitaron las voces exqui¬ sitas de nuestros Religiosos Filósofos, con su insuperable Maestro al frente: el Rdo. P. Jai¬ me Genovard Font. Supieron conjugar tan fe¬ lizmente sus dotes de amabilidad, sentido artís¬ tico y fraternidad franciscana, que dejaron bo¬ quiabiertos a todos los asistentes.
Mis queridos terciarios: Por gracia del Cie¬ lo, es ya un nuevo retazo de historia francis¬ cana este primer retiro trimestral organizado por el Discretorio Provincial de la T.O.F. de
Baleares. Pero sobre todo deseo toméis nota de
que el CUARTO DOMINGO DE ABRIL PRO¬ XIMO pensamos celebrar otro retiro especial¬ mente para las Hermandades de Mallorca.
¿Predicador? El Rdo. P. Jaime Fe Corró, T.O.R., Director espiritual del Colegio Bto. Ra¬ món Llull, de Inca, y Director de la T. O. F.
de Lloseta.
¿Lugar? El Sanatorio-Escuela «Mater Miseri¬ cordiae», la extraordinaria obra benéfico-social de las RR. Franciscanas Hijas de la Misericor¬
dia.
Los Rdos. Directores recibirán oportunamen¬
te el programa a seguir.
A todos os invita y bendice cordialmente,
Fr. Jaime Tugares, T.O.R., Comisario
de la T.O.F. de Baleares.

17

EM BALLA EL PENSAMENT

Em balla el pensament damunt la mà

—’■baldufa amb quatre franges de color,

blanc i vermell i groc i blau de mar,

'

estranya flor de llum, fresc pom d’olor.

El mír, com un infant, embadalit
davant la nova atracció del joc,
i compt les quatre franges amb el dit,
el blau de mar, el vermell, el blanc i el groc.

M'apar sentir a la mà el pessigolleig,
la lleu esgarrifança de la pell; i com més Vescodriny i més el veig, em sembla el pensament més fi i més bell.

Em ve llavors la gran temptació i m’agullona fort la vanitat de llençar el pensament, sense temor, a córrer per la vila i la ciutat.

I ja el veuen mos ulls anar, xamós,
de boca en boca i en festa a tot arreu,
com un gran home tot feixuc d’honors,
condecorat amb molta i molta creu,

I sucumbesc, com era d’esperar
--no està la humilitat molt ferma en mi—; deix anar el pensament, tombant la mà,
i ja el tenc que comença el seu camí.

Ves-te’n, balla que balla, pensament; mostra ton art, ta llum. Jo ja preveig
que fins i tot la veu subtil del vent em. comptarà ton triomfal passeig.
Cor trasbalsat, desperts els cinc sentits, esper un dia, n’esper dos i tres; mes, dels triomfs prevists, ja mig gaudits, del pensan'ient, no me n’arriba res.
I, oh l’amarg desencís del que s’estufa amb vàcua ufana d’inexpert al.lot que jutja com si fos bella baldufa allò que és solament vulgar burot!
P. Miquel Colom, T.O.R.

d«a.iíi:.e:s

II i darrer

La virtut fa claror i escampa la bona
olor de Jesucrist. A Lerins, dones, se¬
guint el quest o rastre d’aquella bona olor i claror, hi arribà, un dia, un home i, després, un altre i un altre, i encara més. Amb Sant Honorat, ermità, volgue¬
ren esser ermitans i pendre’l per mestre
i guia. Amb fanc i branques i amb pedres de les antigues edificacions construïren —una per hom— petites cel.les baldrumeres per arrecerar-s’hi. La penitència no ama la fútil polidesa ni el confort. Seria estat un evident contrasentit proveir-se
de palaus per practicar-hi una vida auste¬ ra. Erigida enmig d’aquelles rústiques barraques —caus, enfonys, amagatalls, llorigueres... una cosa així— erigida al centre i més gentilment endreçada, l’es¬ glésia. Vet aquí com va néixer la laura —boldró de monestirs a lloc despoblat—
a l’illa de Lerins. El silenci, sense el qual
s’esbrava la vida interior, hi era rigorosa¬
ment obligatori. Els diumenges resaven

en comú i, enfere setmana, se reunien qualque pic, per escoltar la predicació
del Mestre.
L’illa de Lerins va esser una preclara escola de santedat i de cultura. La pie¬ tat és útil per qualsevol noble empresa. Sant Honorat i els seus deixebles varen impulsar la ciència llatina i eclesiàstica i contribuïren a sostenir-la enmig de la universal inundació dels bàrbars. I els
pobles, percebent la llum que brollava de l’illa de Lerins, s’hi giraren per escollirhi els seus pastors. Honorat, a la força, hagué de canviar el paupèrrim tuguri per la casa episcopal d’Arles. Els de Lyon se’n portaren Sant Euqueri, sense cap

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consideració a les seves protestes. Sant Llop, vulguis no vulguis, hagué d’esser Bisbe de Troyes. Hilari i Cesari, ara un i l’altre suara, foren obligats, després de la mort del Mestre, a regir la diòcesi
d’Arles.
A Mallorca, la devoció popular a Sant Honorat està circumscrita a Llucmajor i a Algaida. Els algaidins el veneren, de temps vell, com a Patró.
Belluga, a l’entorn de Sant Honorat, una deliciosa contarella folklòrica. A Al¬
gaida, tothom la sap de correguda. Sant Honorat tenia una germana de nom Mar¬ garida i més bona que el pa. Sant Hono¬ rat, a impugnes d’ella, havia accedit a entrevistar-s’hi, a raó d’un pic cada any. Margarida, naturalment, ho trobava poc. I xalucava. Però, Sant Honorat, tantes me’n diguis! La senya convinguda pelcol.loqui anual; en florir els cirerers. Ai¬ xí s’entenien. I ella, de cap a cap d’any, quina enyorança!
Aqueix mal que sols té nom en nostra llengua estimada, aqueixa veu dels ausents, aqueix sospir de la pàtria...
Les dones són encaradisses i algunes, tenen, per la seva gran virtut, més bo amb Déu que no els sants més afavorits. (Recordau el cas de Sant Benet amb la germana seva Santa Escolàstica.) Doncs, un any, els cirerers, sensibles a l’enyoran¬ ça de Margarida, endemés de la florescència normal, varen, també, florir a deshora. Sant Honorat, ple de meravella, comprenent que allò era una innegable manifestació de la voluntat de Déu, va doblegar-se, complascut, al desig de la germana. I, així, aquell any, s’aplegaren en fraternal conversa dues vegades
És igualment de tirat folklòric la fan¬ tàstica notícia de què ens innova una vi¬ da de Sant Honorat, del segle XVI, arromançada en pla i gustós catalanesc. Allà s’hi assegura que el sant anacoreta vingué a Mallorca^, Motiu\_ del viatge: constituir¬ se presoner per alliberar de l’esclavitud un jove, flll de viuda, que els pirates de la nostra illa havien capturat.
Sant Honorat se’ns presenta amb l’es¬ clat màxim de la virtut i cenyit, també, com veis, amb la humil auriola del folklo¬ re 0 sigui com amb una fosforescència de
lluerna o foc follet. La riallera musa po¬
pular li ha dedicades algunes cançons que, per excessivament pedestres, no es poden reproduir en una prosa hagiogrà-
fica.
P. Rafel Ginard Bauçà, T. O. R.

(ÍqL ^anatotío - ¿òcu^la
\\
«MATER MISERICORDIAE»

C on singular sencillez van cubriéndose las etapas más decisivas en el Sanatorio-
Escuela «Mater Misericordiae». Hoy podemos anunciar con alborozada alegría que el pabe¬ llón para niñas paralíticas ha entrado ya en funcionamiento. Los amplios dormitorios, re¬ pletos de camitas bien alineadas, ofrecen un aspecto realmente simpático, alegrado por la algarabía infantil de tantas pequeñas que, al fin, ven posible el hasta ahora irrealizable mi¬ lagro de su total curación. Hemos visto como, de manos de expertas religiosas, numerosas niñas realizaban los más variados ejercicios en el modernísimo gimnasio, instalado en el nuevo pabellón.
Todos cuantos visitan las dependencias del Centro, pronto se dan cuenta de que allá todo está perfectamente estudiado. Tanto la alta di¬ rección de la obra como el personal médico y docente han volcado su generosidad y su cien¬ cia para que todo estuviera a la altura que exigen las circunstancias actuales. Las religio¬ sas franciscanas —modelos de abnegación y
sencillez— están realizando una extraordinaria
labor que, los que seguimos de cerca la mar¬ cha de la obra, no podemos silenciar. Ellas han comprendido perfectamente aquellas palabras de Cristo «Cualquier cosa que hagáis a uno de estos pequeños a Mi me lo hacéis».
Debemos darnos cuenta de la ineludible
obligación que todos tenemos de ayudar a ha¬ cer posible la curación de tantas pequeñas que sufren en sus carnes un agudo dolor, una la¬ mentable deformidad, sin ser ellas culpables. Todo cuanto sirva para suavizar toda dolencia

y alegrar la vida de estas enfermitas será poco en comparación de lo que merecen estos ánge¬
les de la tierra.
Hay que agradecer la extraordinaria genero¬ sidad de los mallorquines que han sabido com¬ prender la urgencia de esta obra social. Pero queremos recordar que ahora, además de las obras materiales que siguen un curso acelera¬ do, hay que cuidar de la alimentación y ense¬ ñanza de más de cuarenta niñas. Es por todo ello que nuestra generosidad debe ir en au¬ mento de una forma constante y progresiva a medida que aumentan las necesidades del Sa¬
natorio-Escuela .
Todas las familias deberían suscribirse como
socios protectores, pagando mensualmente una determinada cantidad, ayudando así de una forque es orgullo de todos los mallorquines. Para ello pueden ponerse en contacto con las mon¬ jas franciscanas de la localidad o directamente
con el Centro.
Entre los muchos donativos que siguen llo¬ viendo sobre el Sanatorio-Escuela, queremos destacar —por lo simpático— el generoso gesto de las Casas editores BELTER, VERGARA, R.C.A. Española y EDGSA que se han dignado mandar estupendos lotes de discos infantiles que ya están haciendo las delicias de todas las
niñas.
Cuando uno respira el milagro diario de
esta ohra realmente colosal se da cuenta de que
todo es posible para aquel que confía en Dios.
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II

(Continuación)
Convertir en monedas los metales es mone¬
dar; pero sólo tenemos ese verbo en su partici¬ pio y aún adjetivado: «Amistat d amic e d amat val mays que tot 1 aur monedat» (Rims I, pág. 158). «Les .iij. vertuts de la anima valen mes qtie no fan tots los diners qui son monedáis» (Contemplació VII, pág. 556).
Los que baten la moneda, por lo menos la falsa, se llaman moneders: «Nos veem que Is falses argenters e Is falsos moneders, que fan encamarament en 1 argent e en 1 aur, e mes¬ clen coure e lauto, e donen los color e forma d aur e d argent, per tal que pusquen enganar la gent» (Contemplació III, pág. 125). Como sc ve, la principal falsedad en las monedas con¬ siste en darles apariencia de un metal más pre¬ cioso que aquel del que realmente están he¬
chas. Otro texto nos muestra lo mismo: «.1.
hom atroba .11. diners: la .1. era de lautó e 1 al¬
tre era de argent. Aquell hom se cuydà que lo diner de argent fos de plom, e que lo diner de lautó fos de aur; e amà més lo diner de lautó que ceyll del argent» (L. de Meravelles IV, pág. 68).
Nos dice también Llull que las monedas han de tener el peso debido y la debida ley del me¬ tal y que no han de estar rajadas: «En axí que 1 cavaller reeba tots los florins, e cascú en son pes degut e en especie d aur, e encara, que sia sencer cascú deis florins» (Arbre de Scienda I, pág. 323).
Tal vez los tenedores de libros, nuestros ac¬ tuales contables, fuesen para Llull los comta-

dors de diners: «Sensualment sentim que en
aquest mon més vegades ic son nomenats di¬
ners e tresors de coses movents, que no sots vos, e més son los libres on hom escriu e més
son los escrivans que escriuen e més son los comtadors de diners, que no son los homens qui vos nomenen ni los libres on vos sots escrit e los homens qui com ten vostres laors» (Con¬ templació VI, pág. 144).
Los cambistas o banqueros, los de la tabula cambii de los documentos latinos medievales,
son los cambiadors: «Los canibiadors veem que
cambien argent per aur, e diners per argent» (Contemplació III, pág. 129). «Lo cambiador no volch fer almoyna al pobre» (L. de Mera¬ velles II, pág. 49). «En aquella plaça havia un cambiador molt ric qui tenia davant sí molts diners» (Blanquerna, pág. 60). «Lo cambiador asaja en la pera qual es mellor aur» {Contem¬ plació V, pág 223).
Y entonces, como ahora, a los que prestaban
con excesivo interés se les llamaba usurers y su
trabajo se decía usura: «.1. crestià era usurer. lo qual havia muller einfants. Al die de la sua mort li dix lo seu confessor que no .s podia salvar si no retia tot ço que tenia de usura» (L. de Meravelles I, pág. 120). «Fo reprès un usurer de la usura que fía» (Arbre de Scienda I, pág. 292). «Los jueus qui son usurers son pus pereosos que altres homens» (Arbre de Scienda III, pág. 288).
(Continuará)
P. Miguel Colom, T.O.R.

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preguntas respuestas

Rdo. P. Marcelino: ¿Es verdad que to¬ da autoridad viene de Dios, o solamente la autoridad justa? Por ejemplo, en el ca¬ so de Fidel Castro o de Hitler mismo, que exterminó a tantos judíos, ¿de dónde le venía la autoridad con que hizo tantas barbaridades? Si fuera verdad que le ve¬ nía de Dios, ¿cómo se explicaría que el
desobedecer a un hombre fuera desobe¬
decer a Dios, aun cuando fuese contra su ley?
Espero que me responda y me tranqui¬ lice a mí y a muchas personas que pien¬
san como yo.
D. C, (Palma)
Si se plantea este problema —el de la
autoridad— en términos fiilosóficos nos
damos cuenta que todavía es mucho más profundo de lo que parece a simple vis¬ ta: ¿Cómo —siendo todos los hombres iguales, sujetos de los mismos deberes y derechos, puede uno de ellos hacerse obe¬ decer por los otros? ¿Es que hay varias «clases» de hombres, unos nacidos para obedecer y otros para mandar?
La doctrina de la Iglesia en este pun¬
to está claramente definida y su respues¬
ta a estas dificultades es la que más sa¬ tisface al hombre de hoy.
El hombre es por naturaleza sociable —«animal sociable»—, pues Dios ha de¬ positado en él una fuerza interna de so¬ ciabilidad que le impele a unirse, a agru¬ parse, a formar sociedad para ayuda, apoyo y progreso mutuos.
Esta sociedad, por el hecho de ser so¬ ciedad, necesita categóricamente un prin¬ cipio rector que conserve, mantenga y oriente el orden establecido y querido por Dios. Este principio es la autoridad, que viene de Dios desde el momento que
El nos creó sociables.
Así, pues, Dios ha dejado la autoridad en el cuerpo social, pero sin designar las personas que la han de ejercer; ni tam¬ poco ha pupsto señales o signos para designar los individuos o personas en

quienes ha de recaer. Esta es tarea de los hombres, de los componentes de la so¬ ciedad, quienes a través de la historia
han inventado diversos modos de gober¬ narse, es decir de designar los elementos rectores. Y a estos individuos designados
o elegidos, precisamente porque son hom¬ bres como todos, la autoridad les viene directamente de Dios, a través de la so¬
ciedad.
Luego, la autoridad, en sí considerada, es de derecho natural y divino. En cam¬ bio la manera de realizarla y concretizar-
la en sus mil formas existentes es mera
y totalmente humana.
En el caso de Hitler, no hay duda que la autoridad que ejercía le venía de Dios y aunque la forma de administrarla fue¬ ra horriblemente injusta y no obligara a obedecer, no por esto era ilegítima.
Sucede lo mismo en el Evangelio con la crucifixión de Cristo. Es la mayor in¬ justicia cometida a lo largo de la histo¬ ria. Sin embargo, sabemos que Jesús le dijo a Pilato: «No tendrías ningún po¬ der sobre mí sí no se te hubiera dado de
lo alto». O sea, que la autoridad a Pilato le venía de Dios, aun cuando la ejercía injustamente.
Es más o menos el caso actual de los
gobiernos comunistas. Aun a ellos el po¬ der les viene de Dios, incluso cuando se valen de él para perseguir la verdad y la justicia. Y porque viene de Dios hemos de confiar: «Dios no es Dios de desorden, sino de paz»... y de justicia.
Lo que pasa es que casi siempre se cree que el poder, la autoridad, son in.strumentos para servir al gobernante y no instrumentos para que el gobernante sir¬
va a todos los demás. Cuando este con¬
cepto evangélico de autoridad-servicio se haga realidad entre los hombres, será cuando veamos claramente que la auto¬ ridad viene de Dios para bien de todos
los hombres.
Fr. Marcelino

NUESTROS DIFUNTOS
SELVA.—Dfa 21 de octubre del posado año entregó su alma al Creedor 0.° Catalina Jaume Pujades. Testimoniamos nuestro dolor a sus familiares especialmente a su hija Marfa y a su hermana Sor Marfa de la Trinidad, Monja Concepcionista Franciscana.
CAMPOS DEL PUERTO.—Descansó en la Paz del Señor, dfa 9 de enero del año actual, D. An¬ tonio Mercadal Ballester, después de penosa y larga enfermedad Tenfa 81 años.
También fue llamado por Dios o la vida eterna, dfa 21 del mismo mes D. Ramón Mas Pizá, con tando 82 años. Los dos difuntos eran ontiguos suscriptores de nuestra revista.
LLUCMAJOR.—Dfa 18 de enero falleció la Terciaria franciscana D.” Micaela Coll Noguera. Suplicamos a nuestros lectores les tengan presentes en sus oraciones.
R. I. P. A.

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¡Pobre madre!
El borracho. —Veo a mi pobre madre, en pie, junto a la ventana...
El guardia. —¿Cómo sabes tú que es¬ tá de pie?
El borracho.—Vorque he vendido to¬
das las sillas antes de abandonar la casa.
¡Ay, pobre madre mía querida!

Presentación

El nene quiere acariciar el lorito. —No lo toques. Te va a morder, le
dice una señora.
—¿Por qué? —Porque no te conoce — Entonces, preséntamelo y dile que
me llamo Garlitos.
Exacto
— Niña, eres muy vanidosa. Te en¬ cuentro siempre mirándote al espejo ¿Es qué me ves hacer eso a mí?
—No, mamá. Pero tú no tienes ne¬ cesidad de mirar en el espejo para ver¬
me a mí.

Monumento democrático de un general, en el cual se tuvieron en cuenta también los méritos de sus subor¬
dinados.
El colmo
— Señora, el doctor.
-Dile que me es imposible recibirle. Estoy enferma.
Equivoco
El cliente. —No obstante, ¿no me ha asegurado que usted sacaba las muelas
sin dolor?
El dentista —¿Y tengo acaso cara de haber sufrido algo?

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