El Heraldo de Cristo 1964, n. 654
Plaza cJe Cort, 16

C. CRUZ. 18 - TEL. 168

INCA (MALLORCA)

ON PARLE FRANCAIS • ENGLISH SPOKEN • TALAR SVENSKA
VIUDA DE
PEDRO VAQUER
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PALMA DE MALLORCA

RECUPERE SU EQUILIBRIO

i Eliminará sus dolores o molestias proporcionándole
bienestar y optimismo

r
EL HERALDO
DE C R 1 S T O
^
KEVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O R
•
SEPTIEMBRE 1964

Año LV - Núm. 654
•
REDACCIÓN Y ADMÓN.-
CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 12695
PALMA DE MALLORCA
•
DIRECTOR:
P. L. GARÍ-JAUME, T. O. R.
VICE-DIRECTOR: P. JAIME TUGORES, T. O. R.
ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA: P. F. BATLE, T. O. R. Y GORO
IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ

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PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN:

ORDINARIA. BIENHECHOR PROTECTOR

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50 PTAS. 75 PTAS. 100 PTAS.

•
DEPÓSITO LEGAL P. M. 340-1958

NUESTRA PORTADA
Las chumberas o «higueras de mo¬ ro» como las llamamos los mallorqui¬ nes, abundan en nuestra isla convir¬ tiéndose en un tipismo más para los
turistas del Norte. (Cortesía de CASA PLANAS)

ea e n
/
esve numero:

Los caminos de la Iglesia

...

5

«Ecclesiam suam», una encíclica de

nuevo estilo

6

Un tema en estudio: «Objección de

conciencia»

9

Huamachuco: cartas y noticias «El Vicario»

. 10
11

La Juventud Seráfica de Palma pere¬

grina con motivo de sus Bodas

de Oro

13

III Itinerario de la fe a Roma ... 16

El P. Borrelli, vagabundo de Nápoles. 17 La capelleta de la Porciúncula (poesia). 17

Stop-Paralelos

19

Cuestiones Lulianas ...

.20

Página del Terciario

....

23

Página de humor

27

• IRECTOR-ritOriETARIO:
NELSON B. CRAMER

merímna

LAVADO EN SECO Y HÚMEDO

NUESTROS TELÉFONOS:

TALLERES Y OFICINAS: Pasaje Ca'n Foixina, 68-70 y 72 - 15012 y 22273 TIENDA: Plaza Olivar, 22 -11104 SUCURSAL DEL TERRENO: Calvo Sotelo, 198 - 30221 SUCURSAL EN PALMA: Barón Sonta M.' Sepulcro, 20

SERVICIO

DE

8

HORAS

1

INCOMPARABLE POR SU CALIDAD
2

cartas al director

¿Qué pasa con «Informations Caíholiques
Internationales»?

Barcelona, 10 de agosto 1964
Rdo. P. Director;
De una manera constante y reiterada he vis¬ to como algunas publicaciones españolas se me¬ tían despiadadamente con «Informations Catholiques Internationales». De una manera especial un partidista semarmrio duda el ridicu¬ lizarla con demasiada frecuencia. Yo ten¬ go entendido que I.C.I., revista profundamen¬ te católica, puede preciarse de servir noble, de¬ licada y fielmente a la Iglesia y a sus intere¬ ses. He leído muchas manifestaciones de la Je¬ rarquía católica en favor de dicha publicación. Además, creo que este año I.C.I. ha organiza¬ do unas jornadas de estudio con unos 1.50G participantes, entre los que se contaban nume¬ rosos miembros de la Jerarquía católica. Allá se pudo constatar como grupos integristas, tur¬ badores, intentaban desconcertar a los asisten¬ tes. No veo por qué razón intentan ligar a I.C.I. con el movimiento católico polaco «Pax» (alia¬ do del partido comunista). ¿Puede aclararme Vd., P. Director, la situación de dicha revista?
M. Salom

Nosotros no dudamos de la ortodoxia de la

estupenda revista I. C. I. Hemos leído con pe¬ na las acusaciones a las que Vd. alude. Ha ha¬
bido numerosos testimonios de autoridades re¬

ligiosas en favor de esta revista y en contra de las acusaciones gratuitas lanzadas contra Hourdin y Debois-Dumée «sin ninguna prueba ni fundamento», según la expresión del Obis¬

po de Soissons, —cartas de los cardenales Feltin, Lienart y Wyszynski y de Mons. Stourm, presidente de la comisión episcopal de infor¬

mación, etc. En la reunión a la que Vd. alude hubo sus
más y sus menos. Desde hacía un mes se ha¬ bían lanzado tracts en Lyon contra las jorna¬ das, denunciando las maniobras comunistas de

la I. C. I. A dicha campaña respondió un co¬ tudos los obispos lioneses, y además Mons. Ancel municado público firmado colectivamente por

estuvo presente en todas las sesiones por espe¬ cial encargo del Cardenal Gerlier. Sería muy largo explicar el proceso y el motivo de todos estos incidentes. Los católicos valientes, decidi¬

dos, se encuentran con estas dificultades. Es la

ley de la generosidad y del riesgo.

•

•

Inmoralidad de nuestras playas y calles

Rdo. P. Director:
He seguido con marcado interés las polémi¬ cas que se han desarrollado en «Diario de Ma¬ llorca», «La Actualidad Española» y otras re¬ vistas sobre la moralidad de nuestras calles y de

c a r t as a I di rector

nuestras' pL·yas. No puedo comprender cómo alguien sc atreve, movido supongo por torpes fervores patrióticos, a decirnos que nuestras pla¬ yas y nuestras calles son un modelo de limpieza moral. Realmente cualquier vecino de Palma puede darse una vuelta por las más céntricas ca¬ lles de la ciudad y se encontrará con espectácu¬ los no muy conformes con la decencia más ele¬
mental. Y lo más curioso es ver cómo los en¬
cargados del orden público permanecen impasi¬ bles, en muchos casos, complacidos, ante tanta
desfachatez. Cada año a principios de la era estival salen
las normas convenientes del Ministerio de Go¬
bernación. Pero es lamentable que sólo se que¬ den escritas en un papel, para después hacer historia —católica, naturalmente—. No cree, P. Director, que basta ya de tanta fachada, tantos escritos, tanta propaganda, si después se apre¬ cian más unas estúpidas divisas que nos lleva¬ rán tarde o temprano a la perdición, que una actualización práctica y efectiva de normas no digamos católicas, sino de honradez natural, de
educación cívica.
Sería conveniente que nuestras autoridades se dieran cuenta del peligro que corre la tan cacareada moralidad, honradez, pundonor del pueblo español. Y no se diga que es imposible no poner orden en este sentido. Muy bien cuv> dan las autoridades de poner coto a los que perturban el orden civil o político. El mismo interés, al menos, deberían poner en el tema de la moralidad pública que también —no fal¬ taba más— es patrimonio nacional.
Le saluda atentamente s. s.
G. Estarelles

UlaeH.I

rABRICAClÓM PROPIA ■ MVBRLRS TAPICORÍA ■ RECORACIÓN

Plaza San Antonio, 25-27
PALMA DE MALLORCA

•

•

Sobre este tema hemos recibido otras cartas
—exactamente, tres— que vienen a decir, en substancia y con menos énfasis, igual que la que reproducimos. Hemos oído, además, de viva voz, muchos comentarios denunciando el mal. Indicio todo ello de que no se ha perdido toda¬
vía entre nosotros el sentido de moralidad.
La carta que nos complacemos en publicar
señala claramente el hecho y sus causas en to¬
da su complicidad. Sólo añadimos de nuestra parte que el hecho reviste ya caracteres de es¬ cándalo que hay que atajar. Y no hay que de¬ jarlo todo en manos de las autoridades. Todos tenemos nuestra parte de culpa.
Es verdad que se cruza uno por nuestras pla¬ yas y calles con demasiados turistas que con la ropa se dejaron los buenos modales en casa, pe¬ ro también es verdad, dolorosa verdad, que a
mucha de nuestra gente les quema un extra¬ vagante afán snobista. Ya no es fácil distinguir a los unos y a los otros. Nuestro tipismo va
mezclado con mucha chatarra.
Del turismo —del de fuera y del de casa, del verdadero y del falso— habría mucho que ha¬ blar. Como también de los que se ensucian las

3

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Gran Via José Antonio, sjn PALMA DE MALLORCA
4

manos con el «negocio del turismo». Porque
también esto es inmoral. El turismo se ha he¬

cho hoy una necesidad humana. Y siempre se¬ rá una estafa explotar una necesidad del pró¬
jimo. Hay que barrer de nuestras playas y ca¬ lles todo lo que pueda ofender al pudor y mo¬ ralidad pública, pero también hay que sanear nuestras proliferantes tiendas y puestos de «sou¬ venirs» del injusto trato que reciben los turis¬ tas, cobrándoles más de lo debido o robándoles descaradamente. No sea que, por eso de acelerar nuestro desarrollo económico, convirtamos nues¬
tras playas y ciudades de mar en inmensos «pa¬ lios de Monipodio», es decir, en lugares de ga¬ nancias demasiado rápidas.

•

•

*

Regulación de nacimientos

Rdo. P. Director:

Soy médico y siempre me ha preocupado et problema cada vez más alarmante de la natali¬ dad. Debo felicitarle por su artículo «¿Nuevo método válido para regular los nacimientos?»,

aparecido en el número de junio de la revista de su digna dirección: valiente, bien documentado,

progresista en buen sentido. A poco de leerlo y darlo a leer a varios de mis colegas, me entero

por la prensa de que el Papa iba a hablar sobre tan vital problema. Creo que se anunció que lo haría el día 26 de julio. Pasó la fecha y yo no he visto información alguna sobre el particular.

¿Podría aclarármelo?

Disponga siempre de s. s. s.

G. P.

Agradeciendo en todo lo que vale su elogio, debo decirle que yo esperaba con cierta ansiedad la anunciada fecha en que el Papa iba a pro¬ nunciarse sobre este palpitante tema de actua¬ lidad. Pero, no. Se ve que la agencia que di¬
fundió la noticia no estaba bien informada. Ha¬
brá que esperar la decisión del Concilio Lo más reciente sobre el asunto son las palabras que dijo Paulo VI, el día 23 de junio, a los cardenales que fueron a felicitarle por su fiesta
onomástica: «No tenemos, hasta el presente, ra¬ zones suficientes para considerar como supera¬ das, y por consiguiente no obligatorias las nor¬ mas dictadas por el Papa Pío XII a este respecto.
Deben considerarse también como válidas estas
normas, al menos hasta que no nos sintamos obligados en conciencia a modificarlas».

NXTESTRik GIIA.TITX7D
Nuestra más sincera gratitud y reconocimiento el Director de «Diario de Mallorca» por sus entraña¬ bles palabras de elogio y simpatía para con EL HE¬ RALDO. el comentar y citar ampliamente, en la sec¬ ción «Radar» del pasado día 18 de agosto, el articu¬ lo «Un tema en discusión: Iglesia y Estado» que Fr. José M. Vidal, T. O R. escribió en el último número de julio-agosto de nuestra revista. Su autorizada palabra nos ha infundido mayores deseos de supe¬ ración en la difícil tarea de difundir y servir fiel¬
mente la verdad.

EDITORIAL
LOS CAMINOS DE LA IGLESIA
J n primera encíclica de Paulo VI «Ecclesiam suam» está des¬
tinada, junto con la «Mater et Magistra» y la «Pacem in Te¬ rris» de Juan XXIII, a dejar profunda huella en la difícil coyuntura histórica que nos ha tocado vivir. «Caminos de la Iglesia» es el títu¬ lo que mejor refleja, a juicio del propio Pontífice, lo que esta singu¬ lar carta pretende decir a los hombres de nuestro siglo. Ella viene a confirmar la línea de pensamiento que el Papa Montini había ya esbozado a lo largo de sus cuatrocientos y más discursos de su pri¬ mer año de pontificado. Y quien conoce los famosos «Discorsi sulla Chiesa» del ex-arzobispo de Milán, no puede sorprenderse de que Montini en su primera encíclica aborde el tema de sus amores: la Iglesia. «Papa de la Iglesia» es también un titulo que define mejor al hombre que hoy gobierna la barca de Pedro.
Conciencia, renovación, diálogo, he ahí los tres caminos señala¬ dos por Paulo VI a la Iglesia de nuestros días y que el Concilio ha¬ brá de delimitar. Son los tres caminos que el inolvidable Papa Juan abriera con la promulgación del Vaticano II y que su sucesor está empeñado en seguir, como más idóneos para que la Iglesia se en¬ cuentre a sí misma y cumpla su misión en el mundo. Sólo Dios sabe hasta donde se andará. Por de pronto, «Ecclesiam suam» constituye ya un primer paso decisivo, que llevará muy lejos. Juan Bautista Montini, como siempre, sabe donde va, seguro de sus pasos. El tex¬ to mismo descubre a una mente que ha reflexionado mucho sobre la Iglesia, a un corazón que siente un amor inmenso por la Madre de los pueblos, a una mente y corazón unidos en un hombre que, cual otro Pablo, quiere abrazarlo todo para ofrecerlo todo a Cristo y a su Iglesia.
«Ecclesiam suam» no quiere ser una encíclica doctrinal o dog¬ mática. A Montini, místico de acción, no le gusta hablar ex cátedra. Prefiere dialogar en un lenguaje nuestro, escuchar las múltiples vo¬ ces de nuestro tiempo, persuadir a los hombres con lo mejor de sí mismos. El pastor y padre que un día entró en su nueva diócesis de Milán besando el asfalto de la carretera y empezó el supremo pontificado de la Iglesia pidiendo perdón a todos, debía adoptar un tono coloquial, entrañable, en su primer documento oficial. ¡Y qué bien ha hablado! Nos tememos que el mundo no le haya prestado to¬ da la debida atención. Muy pronto se verá que las posibles delibe¬ raciones del Concilio, que Paulo VI acoge desde ahora con un res¬ peto altamente aleccionador, afloran'ya en estas líneas magistrales. El Papa no ha querido hacer más que una meditación en voz alta sobre lo que es y debe ser la Iglesia de cara al futuro. Leal observa¬ dor del alma del mundo moderno, ha trazado los caminos, ha dado las directrices a seguir. No hay que temer: una vez más el destino de la Iglesia frente a los nuevos tiempos está asegurado.
5

&L ctiario cLe un Papa
Por primera vez en la historia de la iglesia se publica el diario de un Papa. «Mi alma está en estas páginas), dijo a su secretario el Papa Juan
XXIII al concederle el
permiso para publicarlo.
Nos encontramos en el año 1898. El
joven Roncalli va a casa de vacaciones. Pero antes hace sus propósitos: «Humil¬ dad y amor, he aquí las dos virtudes que procuraré conseguir durante estas vaca¬ ciones.» Pero después de cuatro días: «En fin, también hoy he caído: hablaï de una parte a otra, de modo que parez¬ co uno de los mejores charlistas del mundo. Después me doy cuenta inmedia¬ tamente y me arrepiento, pero es nece¬ sario pensarlo antes. No creo que haya
dicho mal de los demás; pero es necesa¬ rio estar atentos. Es todo amor propio
que se manifiesta, todo ganas de apare¬
cer».
•••
En 1900, se impone una especie de de¬ cálogo de buena educación: «tranquili¬ dad, quietud, jovialidad, buena ediCcación, nunca una palabra de resentimiento con ninguno, nunca irritarse discutiendo; si¬ no simplicidad, cordialidad; pero fran¬ queza al mismo tiempo y no cobardía, no
flaquezas».
6

“ECCLESIAM SUAM“.
Tengo que confesar, en honor a la ver¬ dad, que la primera encíclica de Paulo VI me ha sorprendido. Después de las ma¬ gistrales «Mater et Magistra» y «Pacem
in Terris» del llorado Juan XXIII uno
creía que Paulo VI seguiría la misma lí¬ nea, digamos dogmática —entiéndase la palabra—. Y el Papa Montini sin seguir actitudes copiadas, caminando su propio sendero, ha escrito de su puño y letra una primera encíclica que rezuma espiri¬ tualidad, dinamismo evangélico, espíritu renovador, dejando que el Concilio se defina sobre los más candentes y palpi¬ tantes problemas de nuestro mundo con¬ temporáneo.
En este precioso documento —uno no
se cansa de leerlo— adivinamos un hom¬
bre profundamente religioso, con voca¬ ción de asceta, de una nítida lucidez ideo¬ lógica, que da una sabia lección de la más encumbrada espiritualidad a fin de que
los cristianos estén suficientemente pre¬
parados para afrontar con energía las de¬ liberaciones del Concilio. Delicado, fino, con una singular confianza en las institu¬ ciones democráticas y un religioso respe¬ to a la persona, a la libertad, a la verdad, va preparando las mentes para el «aggiornamento» de las estructuras, en muchos casos caducas, de nuestra sociedad.
Una actitud: El diálogo
El Papa invita a la Iglesia a hacer una profunda refiexión sobre sí misma. Fruto de esta refiexión debe surgir .una renova¬ ción que nos libere de un conservaduris¬ mo a ultranza y nos lleve por los auténti¬ cos caminos del Evangelio. Todo ello pre¬ supone una sincera y abierta actitud al diálogo. Y este es el matiz que deseo des¬ tacar, de una manera muy especial, en
esta reseña. El Santo Padre dedica toda
la tercera parte de su documento al diᬠlogo; es decir, «se refiere al modo, al ar¬ te, al estilo, que la Iglesia debe infundir en su actividad ministerial en el concier¬ to disonante, voluble y complejo del mun¬ do contemporáneo».
Hoy ya nadie pone en duda que el diᬠlogo es la condición indispensable para
andar el camino de la necesaria renova¬ ción conciliar. Solamente unos pocos, amurallados en unos absurdos privilegios,
temen el diálogo que podría poner en pe¬ ligro su privilegiada situación. Pero de¬ bemos ser sinceros y valientes, afrontan¬ do las dificultades que ofrezca el diálogo.

una encíclica de nuevo estilo
Tres son las cualidades que debe regir nuestra dialogante actitud: un mutuo res¬ peto personal, una alerta sensibilidad pa¬ ra todos los valores que dan sentido y no¬ bleza a la vida humana y un común afán de construir un mundo más libre, más so¬ lidario, más justo.
No basta postular el diálogo para que el diálogo exista. Es necesaria la actua¬ ción práctica y efectiva de esta forma de hablar entre varios. El Papa nos ha dado vivos ejemplos de esta realidad. Todos pudimos leer en la prensa las palabras del Dr. Skydsgaard, representante de los observadores del Concilio, y la respuesta
de Pablo VI. Una verdadera muestra de
diálogo ecuménico. Decían así las pala¬ bras del primero: «Ante todo, ninguna di¬ visión nos impedirá amarnos los unos a los otros, porque el amor de Cristo no
conoce fronteras. Con este amor de Cris¬
to es preciso buscar y encontrar la ver¬ dad: buscar para encontrar y encontrar para más buscar, como decía San Agus¬
tín». Paulo VI contestó: «Verdad divina
que es preciso esforzarse en profundizar sin tregua para mejor poseerla y vivirla plenamente. Buscar para encontrar, y en¬ contrar para más buscar: esta frase de San Agustín, que hemos tenido el placer, señor profesor, de escucharos citar, nos concierne a todos; un verdadero cristiano
no conoce el inmovilismo».
En el ánimo del hombre de hoy —muy
especialmente del español—’se da la con¬ ciencia de la urgente necesidad del diᬠlogo. Se tiene un marcado pánico a las palabras «monopolio», «monólogo políti¬ co», «totalitarismo», enemigos declarados del fructífero diálogo. No se trata de «to¬ lerar», de «aguantar» las opiniones de los demás, sino de estudiar, de intentar com¬ prender sus puntos de vista. El sujeto del diálogo es el hombre, de ahí deriva el respeto a su peculiar manera de pensar. Nadie puede atribuirse un feroz monopo¬ lio sobre la manera de pensar de los de¬
más. Cada uno tiene perfecto derecho a indagar la verdad según su conciencia, a defender sus derechos y los demás tienen la obligación de reconocérselos.
Dialogar no es transigir con el error, ni atenuar la verdad. Pero exige acercar¬ nos fraternalmente, sinceramente, noble¬ mente, a quienes no piensan como nos¬ otros, a los de «la acera de enfrente». Los católicos deben buscar la compañía

diario de un Papa
Para su escudo de obispo, y después de Papa, escoge la frase: «Oboedientia el pax»: obediencia y paz, una regla que se había impuesto ya desde los años de su juventud: «Me agrada estar sano. He aquí la enfermedad. Dios la manda. Pues bien, bendita sea la enfermedad. De aquí, la práctica de la santa indiferencia que ha hecho a los santos. SI pudiese conquistar yo aquella tranquilidad de es¬ píritu, esta paz del alma en la prosperi¬ dad y en la adversidad... Pobre o rico, despreciado u honrado, pobre cura de pueblo u obispo de una gran diócesis, debe ser todo una misma cosa, con tal de que de este modo cumpla la voluntad de Dios, cumpla mi deber de siervo fiel y me salve. Más aún; si se puede admitir una preferencia, la pobreza debe antepo¬ nerse a la riqueza, el desprecio a los honores, las ocupaciones más bajas a los oficios más eminentes».
•••
El oficio que desempeña como secreta¬ rio de Mons. Radini-Tedeschi, le lleva a tratar con mucha gente. «El sentido vivo
de mi nada —escribe— debe madurar y
perfeccionar en mí el espíritu de bondad, de mucha bondad y paciencia e indul¬ gencia con los demás, en el modo de tra¬ tarlos y juzgarlos. Esto ayudará a la tran¬ quilidad de mi espíritu».
•••
Siendo director del Seminario: «El que
me juzga exteriormente, me ve calmo y constante trabajador. Trabajo, sí, siem¬ pre; pero en el fondo de mi ser hay una tendencia a la poltronería y a la divaga¬ ción. Combatiré enérgicamente, con la ayuda de Dios, esta tendencia. Para cons¬ tante humillación mía me diré siempre a mi mismo que soy un perezoso, un ju¬ mento que debe dar mucho más, y con más prontitud, y que por tanto debe ser tratado con látigo».
•••
«Mi temperamento y la educación re¬ cibida —escribe en 1947, todavía nuncio en Francia— me ayudan en el ejercicio de la amabilidad con todos, de la indul¬ gencia, de la cortesía y de la paciencia.
7

HUAMACHUCO;

Q cartas

noticias

De «Misiones T. 0. R.» —esa excelente e interesante revísta en ciclos¬ tilo que dirige y hace nuestro corresponsal en Roma, el Muy Rdo. P. Bar¬ tolomé Nicolau—, hemos espigado esta serie de breves noticias que ofrece¬ mos a nuestros lectores. Todas ellas están entresacadas de cartas de misio^
neros nuestros que trabajan en Huamachuco: Mons. Nicolau y los PP. Oliver Maimó, Mas, etc.

Buenos auspicios
«La nueva parroquia de ba¬ rrio confiada al P. Vanrell, en Lima, —escribe el P. Mas— empieza a funcionar con fir¬ meza y buenos auspicios. Hace poco que terminó la «Semana
de la Biblia». Ha sido un éxi¬ to. Hasta el Cardenal de Lima
ha felicitado al incansable pᬠrroco. Próximamente, va a co¬
menzar la construcción del sa¬
lón parroquial que servirá, de momento, para las funciones religiosas. Sin hacer milagros, se va adelante y, lo que vale mucho más, se va trabajando
con ilusión».
Un pato que metió la pata, mala pata por
cierto
Adons. Nicolau, Prelado de Hua¬ machuco, después de su regreso a la Prelatura, de vuelta del Concilio, escribe;
«Desde Dallas volamos a
Miami, y en el trayecto cho¬ camos con un pato que rompió el farol de un ala del avión.
Consecuencia: entraba aire por
el ala y el vuelo no iba bien. Tuvimos que parar en Nueva
Orleans. A medianoche nos
acompañaron a un hotel, y a la mañana siguiente pudimos
continuar el vuelo».
Si algún lector desea noticias de cómo quedó el pato, nos lo comunique y pediremos infor¬ maciones. Se cree que también quedó con ambos faroles rotos y algo más.
¡Los cinco primeros
seminaristas!
«Gracias a Dios la Prelatura Nullius de Huamachuco tiene
ya cinco seminaristas: uno en

Lima que cursa primer año de Filosofía, y cuatro en Truji¬ llo, dos de primero, uno de se¬ gundo y otro de cuarto año de
Humanidades. Encomendemos
al Señor estas primicias voca-
cionales de Huamachuco».
Gesto ejemplar
«En Wichita Falls (Texas)
encontré —nos dice Mons. Ni¬ colau— un obrero católico y
cursillista que, considerando la importancia de las vocaciones eclesiásticas, me dijo: Yo ga¬ no el jornal mínimo, pero co¬ mo no tengo familia, puedo ahorrar algo cada mes, con lo que podré costear la carrera de
uno de sus seminaristas. Y di¬
cho y hecho, me entregó los dólares suficientes para los tres primeros meses. ¡ Dios se lo pague!».
¡De colores!
«Ayer (9 de agosto) se clau¬
suró el lil Cursillo de Cris¬
tiandad dirigido por el P. Ga¬ briel Fernández, T.O.R. Re¬ sultó un gran éxito espiritual. Era impresionante ver a los 36 nuevos cursillistas junto con los viejos (en total, un cente¬ nar) dirigirse desde el local de clausura a la iglesia, cantando a pleno pulmón «De colores». Participaron en este III Cursi¬ llo cinco jóvenes de Tayabamba, ocho de Cajabamba y el resto de Huamachuco. El fruto de los Cursillos, hasta ahora, no puede ser más esperanza-
dor».

«Campaña del ladrillo»
Del P. Oliver —buen
amigo de todos los que ha¬
cemos «EL HERALDO»— se ha recibido en nuestra Redacción una carta en es¬ tos términos:
«Vamos a construir en
Tayabamba una especie de
Club Social con escuelas de
Artes y Oficios, Dispensa¬ rio etc . ; pero necesita¬ mos la ayuda y colabora¬
ción de todas las buenas
personas relacionadas con
nosotros. Se trata de que
en las páginas de «EL HE¬ RALDO», tal y cómo uste¬ des crean oportuno y pru¬ dente, se realice una cam¬ paña que podríamos lla¬ mar la «Campaña del La¬
drillo».
Completamente de acuerdo, P. Oliver, y muy satisfechos de poder ayudarle en algo. Desde ahora abrimos y patroci¬
namos con toda el alma su
«Campaña del Ladrillo».
Naturalmente que para ello confiamos contigo, lector, con toda esa gran familia de cinco mil suscriptores e innumerables lectores que formamos «El He¬ raldo. ¿Qué precio vamos a poner al ladrillo? No vamos a discutirlo. La generosidad no estipula, sencillamente, da to¬ do lo que puede. A mandar «ladrillos», pues, a precio del corazón. Dirijan sus donativos
a: Dirección de «El Heraldo
de Cristo», Convento S. Fran¬ cisco, Palma oe Mallorca, po¬ niendo en la parte superior del sobre: «Campaña del Ladrillo».

10

«EL VICARIO»

Comentario dolido
tj recuerdo afectuoso
a Vio ÓCll

Mucho se ha escrito y discutido acerca de la obra de teatro, tendenciosa y seudo-histórica, «El Vicario», cuyo autor es el joven escritor Hochhuth Tal vez se ha dado demasiada impor¬ tancia a este escritor nuevo, cuya cualidad arfísica y literaria es muy dudosa. Pasar por al¬ to y en silencio un asunto de poco valor es una actitud prudente y cierta. Pero, por razones éti¬ cas y morales, no es posible guardar silencio acerca de este «drama», que continúa siendo de una irritante vulgaridad. Porque hay un into¬ lerable abuso en su realización, abundan las mentiras, las falsificaciones, existe una direc¬ ción conscientemente mala y se trata de disfra¬
zar la verdad eon todas estas eosas. El único
punto positivo del drama fue la reacción de la publicidad alemana. Unánimemente rechazó, en casi su totalidad, la injusta y degradante difamaeión que el autor de «El Vicario», hoy con treinta y dos años, hace de Su Su Santidad Pío XII. Católieos y protestantes declararon públi¬ camente su pesar sobre esta obra, que, por otra parte, pasó por la escena sin especial repercu¬ sión en el púbbco.
Erwin Piscator, hábil empresario de esta obra mentirosa, cuando estrenó la pieza en Berlín, tuvo el acierto y la previsión de coloear a la

entrada del teatro una declaración de los ju¬ díos, gratos al Papa Paceili. Piscator hizo algo más: Redujo la «obra» a la mitad —el texto presentado por Rohvolt tiene 227 páginas— y suprimió algunas escenas atrevidas de conteni¬ do erótico. Si éste tuvo sus méritos, también dio eomo resultado que la figura del Papa quedase
bastante reducida. Cn omucha razón dice el Pa¬
dre jesuíta Leiber que Hochhuth tenía una an¬ tipatía apasionada, casi enfermiza, por Pío XII. Esta puede ser una explicación para la actitud de infamia y mentira del autor contra Eugenio Paceili, después Pío XII. Durante los años que fue nuncio apostólico en Alemania, Pío XII fue muy estimado por todos y gozó de gran popu¬ laridad, debido principalmente a sus esfuerzos incansables en favor de la paz, de la salvación de los perseguidos y de la reconciUación de los pueblos. La antipatía un tanto patológica de Hochhuth por la personalidad superior de Pío XII no le disculpa, de ningún modo, de la irres¬ ponsabilidad en su modo de proceder.
Sin ningún fundamento afirma que su «dra¬ ma» se apoya en documentos históricos y en búsquedas en los archivos. ¿En qué documen¬ tos? Si alguno trata de escribir sobre Pío XII y sus relaciones con los judíos, debe conocer,

11

como mínimo, los datos históricos, y no debe apoyarse en las falsas polémicas acerca de los hechos. Debe consultar a los testigos de los acon¬ tecimientos, como, por ejemplo, al Padre Leiber, íntimo colaborador del Papa durante la guerra, o al Padre Weber, encargado por Pío XII de los asuntos del pueblo judío perseguido.
Nada de esto hizo Hochhuth, según se des¬ prende de sus propias palabras. Como argumen¬ to «in loco» alega su permanencia en Roma ha¬ ce algunos años, en donde, según afirma, hizo sus pesquisas, así como también en la Secretaría de Estado del Vaticano. Al ser preguntado si pidió indicaciones más detalladas, se calla pru¬ dentemente. Sin embargo, ni en Roma ni en los
archivos del Vaticano se acuerda nadie de ha¬
ber visto al visitador de Guetersloh. El autor
—^librero en ciernes, de profesión— se recuerda también que estudió en las costas del sur del país, repletas de sol. Su «drama cristiano» —un
drama había de sei— está basado casi exclusiva¬
mente en material publicado ya en lengua ale¬ mana. Así la «Revista de Bonn» dice que está probado que Huchhuth se sirvió de una litera¬ tura de segunda clase.
La obra de Pío XII es, de hecho, bien cono¬ cida y variada, de modo que no puede ser im¬ pugnada. Todo el mundo conoce sus grandes esfuerzos por la paz y su constante empeño en favor de humanizar la cruel guerra. El recuer¬ do de la gran actividad y de los poderosos auxibos de la Santa Sede durante la segunda gue¬ rra mundial, está todadvía bien vivo en la me¬ moria de todos; al igual que la a5ruda enérgica que el Vaticano dispensó a los judíos persegui¬ dos, como declaran espontáneamente muchos lí¬ deres del judaismo actual, y la habían declara¬ do otros muchos al terminar la guerra. No es éste el lugar para hablar acerca de las innume¬ rables pruebas de agradecimiento que Pío XII recibió de las instituciones, de los pobticos, de infinidad de organizaciones y, por último, del antiguo presidente Heuss, por todos los esfuer¬ zos hechos por el representante de Cristo.
Rolf Hochhuth, que se dice a favor de la Iglesia Católica, se situó, sin ningún escrúpulo, al margen de todo esto. Se refiere con palabras de grandeza al Papa Pacelli, diciendo que guió la Iglesia casi sin prejuicios, al través de las tempestades de la segunda guerra mundial; pe¬ ro, en este elogio, va envuelta, de un modo paradógico, una acusación al Papa porque descuidó su deber como representante de Cristo.
La pieza pretende hacernos creer que Euge¬ nio Pacelli, por razones de Estado y por cobar¬

día, se calló sobre la mortandad de seis millo¬ nes de judíos que Hitler mandó exterminar. Y peor todavía: ese infierno, según dice Hochhuth, hubiera podido ser evitado, o por lo menos ate¬ nuado, si «El Vicario» hubiera estado dispues¬
to a dar una condenación «ex-catedra». En otras
palabras: El Papa Pío XII sería considerado responsable, como mínimo, por uno de los más bárbaros y horrorosos crímenes que han existi¬ do desde que el mundo existe.
¡Esta afirmación es monstruosa! Uno se pre¬ gunta, con espanto, de dónde Rolf Hochhuth, que siempre se esforzó por evitar discusiones pú¬ blicas sobre «El Vicario», sacó ese lamentable valor y coraje para tantos ultrajes.
¿Acaso la Iglesia no condenó la ideología y
los métodos del nacional-socialismo? Pero ¿po¬
día, por ejemplo, la Encíclica sobre Alemania, «En aflicción y con gran preocupación», de 1937, impedir nuevos destierros y asesinatos? En 1942 hubo una gran protesta pública de los obispos holandeses contra las persecuciones a los judíos, con el triste resultado de que los católicos judíos de Holanda, que hasta enton¬ ces no habían sido molestados, fueron desterra¬ dos. Hochhuth quiere ignorar el mensaje de Navidad del Papa, del mismo año, así como las muchas intervenciones de los obispos alemanes, cardenal Faulhaber, cardenal Bertram, obispo Von Galen, de la ciudad de Muenster... «Ad maiora mala vitanda» —para evitar males mayo¬
res— escribió Pío XII en abril de 1943 al obis¬
po de Berlín, Graf von Preysing, explicando su
actitud.
A pesar de «El Vicario» haber obtenido un grande éxito en las taquillas, los teatros alema¬ nes no se muestran muy interesados con la pri¬ mera obra de Hochhuth, debido, en parte, a las numerosas protestas. Hasta el presente, acep¬ taron la pieza, que tal caricatura hace de Pío XII, en su programa los teatros de Francfort y el teatro Giessen. Empresarios de categoría, como, por ejemplo, Hans Schalla, Hilpert, Everding, Stroux, 0. F. Schuh, rechazaron ese «dra¬ ma», según consta, y como motivo principal, por consideraciones artísticas. Los versos son
«malos y completamente desconectados»; la do¬ cumentación histórica no convence a nadie; el tema parece «que no domina plenamente», la ca¬ racterización del Papa «es bastante pobre»... Así piensan y comentan los críticos más im¬ portantes y de fama. Lo que más irrita en este
drama de Hochhuth es el hecho de haber pre¬
sentado al público alemán una tal obra, extra¬ ña y sin cualidades artísticas.

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£a ^uoentud Seráfica de Palma peregrina
con motioo de sus "^odas de Oro

- orno epílogo de la celebración de
las fiestas del Cincuentenario de la
fundación de la Juventud Seráfica de Pal¬
ma, durante la segunda decena del julio próximo pasado, un grupo de Seráficos, con su Director y Vice-Director al frente (PP. Genestar y Batle), acompañados de familiares y simpatizantes, han peregri¬ nado a Lourdes, al Pilar y a Monserrat, para pedirle a su celestial Patrona, bajo tres advocaciones y en sus respectivos Santuarios tan famosos, su maternal pro¬
tección sobre nuestra amada Juventud
Seráfica, para que crezca lozana y fructi¬ fique cada día más, con óptimos frutos de santidad, de caridad y de apostolado, du¬ rante este segundo cincuentenario que ahora empezamos, especialmente en estos

tiempos decisivos del apostolado seglar, en que tanto han insistido los últimos ro¬ manos Pontífices, lo mismo que el Con¬
cilio Vaticano II.
No vamos a repetir el itinerario, ya publicado meses antes en esta revista, pero sí recordar rápidamente los lugares más bonitos y emotivos.
Andorra, con sus paisajes encantadores de montañas y valles policromados —pre¬ dominando el color verde en sus múltiples gamas—... Lourdes, con su Gruta rebo¬ sante de fe y de piedad marianas, a orillas del río Gave, con la emotiva procesión eucarística de los enfermos y con la ma¬ ravillosa procesión de las antorchas, con

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sus fervorosos cánticos del Ave, Ave, Ave
María!!...
San Sebastián, con su renombrada pla¬ ya de La Concha, Monte Igueldo, Isla de Santa Clara y Monte Urgull, mágicamente iluminados por nocturnas luces misterio¬ sas... Zaragoza, con su Pilar multisecular, gastado de tantos besos y tantos roces,
a orillas del Ebro...
Montserrat, con su Moreneta y sus ejemplares funciones religiosas... Aquí tuvimos la gran oportunidad de poder asistir a una solemnidad inolvidable: una Misa Mayor concelebrada juntamente por el P. Abad y más de veinte concelebran¬ tes, alrededor del mismo altar, de la mis¬ ma Hostia y del mismo Cáliz...
Y a los pies de la «Moreneta», igual que a los pies del Pilar, y a los pies de N.^ S.?' de Lourdes, musitamos la misma plegaria: por nuestra amada Juventud Se¬ ráfica! por su santificación y su aposto¬
lado!...
**♦
Y ahora queremos aprovechar esta oca¬ sión para recordar, siquiera a grandes rasgos, los actos del Cincuentenario de la

J. Seráfica, ya que no lo hicimos a su tiempo, para que en «EL HERALDO DE CRISTO» quede constancia de dichas bo¬ das de oro, pues en los albores de esta
revista colaboró eficazmente nuestra Con¬
gregación, especialmente su primer Pre¬ sidente D. Antonio Jiménez, llenando mu¬ chas páginas de la misma. Aunque ya se publicaron reseñas detalladas de nuestras Bodas de Oro, a su debido tiempo, en la prensa local, con reportajes e interviews, y un número extraordinario de «Guía» —suplemento de «EL HERALDO DE CRISTO»— es justo que lo hagamos tam¬ bién, aunque sea un poco tarde, en las mismas páginas de esta revista francisca¬ na, tantas veces rellenadas por noveles plumas de jóvenes Seráficos.
Los principales actos conmemorativos tuvieron lugar en la primera quincena
del mes de Octubre de 1963.
Inauguramos nuestras fiestas cincuentenarias con una solemne Vigilia pública de nuestro Turno de Adoración Nocturna, en la noche del 2 al 3 de octubre, unién¬ dose a la misma la Comunidad y Coristado franciscano, y asistiendo a nuestra Ba¬ sílica una representación del Consejo Diocesano de la A. N., con su Director y Presidente al frente. La misa de Comu¬ nión final se aplicó por todos los difuntos de nuestra Congregación.
Siguió una semana de competiciones deportivas, en la que tomaron parte mu¬ chos jóvenes de otros Centros de Palma, con adjudicación de Copas y Trofeos con¬ memorativos a los vencedores, haciéndose la entrega de los mismos, en el decurso de una fiesta muy animada, celebrada la tarde del sábado día 12 en nuestro local
social profusamente engalanado.
En la noche del jueves, día 10, los di¬ rectivos del Decanato, de la Cofradía de Penitentes de la J. Seráfica organizaron una velada para rendir homenaje postumo a los primeros Directores de la J. S., ya fallecidos, de una manera especial a los PP. Puigserver y Vidal, Confundadores de la misma. D. Antonio Jiménez, su pri¬ mer Presidente, explanó un muy docu¬ mentado parlamento sobre las vicisitudes de nuestra Congregación en sus primeros
lustros. En el decurso de esta velada el
P. Genestar fue objeto de un cordial ho¬ menaje por parte de los Decanos y Cofra¬ des, que le hicieron entrega de un Diplo¬ ma y le impusieron la medalla de Oro de la J. S., que él agradeció en sentidas
frases.
Todos estos actos revistieron gran bri¬ llantez, siendo solamente superados por

14

Lápida conmemorativa del Cincuentenario de la
Juventud Seráfica de Palma, colocada en una de las pa¬ redes de su local social.

los de la jornada del domingo, 13 de
octubre.
A las diez en nuestra Basílica tuvo lu¬ gar solemne Misa Mayor, que celebró el
M. I. Sr. D. José Sacanell, Canónigo de la S. I. C. B., antiguo Seráfico. Ocupó la sagrada cátedra el P. Miguel Tous, Supe¬ rior del Convento de Palma, quien des¬ cribió magistralmente las principales efe¬
mérides de los cincuenta años de existen¬
cia de nuestra Congregación y sus acti¬ vidades más destacables. Al final se cantó solemne Te Deum de acción de gracias, y un Responso por los difuntos. A continua¬
ción todos los asistentes se trasladaron
al local social, donde se descubrió una lápida conmemorativa de este Cincuente¬ nario, y tuvo lugar un homenaje a D. An¬ tonio Jiménez, con la entrega del Título
de Presidente Honorario de la J. Seráfica.
También se entregó otro Título de Bien¬ hechor Insigne de la misma al M. R. P. Antonio Bauzá, Mtro. Pral., y otro de
Director Honorario al R. P. Antonio Bar-
celó.
Finalmente fue leído un telegrama del Vaticano, acogido con grandes aplausos, cuyo texto reproducimos para perpetua
memoria: «Su Santidad concede miembros
Juventud Seráfica esa Ciudad, en sus Bo¬ das de Oro fundacionales, implorada Ben¬ dición Apostólica, prenda celestes favores que les animen nobles propósitos vida cristiana. Cardenal Cigognani».

Luego se dio lectura a una carta de adhesión del Rdmo. P. Juan E. Boccella, Mtro. General, de la cual transcribimos el
párr^o final: «...A Vd., P. Director, al
Presidente y Junta Directiva, al meritísimo Decanato y a todos los Jóvenes Socios, llegue mi más paternal y efusiva Bendi¬
ción Seráfica»!
Una salva de aplausos se tributó a estas frases emotivas del Rdmo. P. General.
Para cerrar tan inolvidable jornada, celebróse una Comida de Compañerismo en El Círculo Mallorquín, que fue muy concurrida y se desarrolló en un ambien¬ te de gran animación franciscana.

♦

*

Terminamos esta crónica de nuestras Bodas de Oro fundacionales con unas pa¬
labras pronunciadas por nuestro P. Direc¬
tor en la velada dedicada a nuestros Fun¬
dadores:
...»E1 mejor obsequio que podemos ofrecer a nuestros predecesores, en este Cincuentenario, es el hacernos dignos continuadores de la obra que ellos nos legaron, siguiendo sus ejemplos de vida profundamente cristiana y franciscana, para que así nuestra amada Juventud Se¬ ráfica crezca lozana y fructifique con ópimos frutos de apostolado, de caridad y
santidad!»

15

Ill ITINERARIO DE LA FE A ROMA
El anual Itinerario de la Fe que nuestra revista organiza para sus lecto¬ res ha tenido por meta espiritual la Ciudad Eterna. «Todos los caminos van a Roma, decimos los mallorquines, aludiendo al hecho de ser Roma como una estrella desde donde partían rayos de calzadas hacia todos los extremos del viejo orbe conocido. La peregrinación a Roma ha sido siempre uno de los más bellos ideales del cristiano ilustrado y fervoroso. Tanto es así que «romero» y «romería» son palabras creadas exclusivamente para designar al peregrino
y la peregrinación a Roma, aunque después se hayan hecho sinónimas de peregrino y peregrinación en general.
A Roma, pues, peregrinó nuestra revista con un grupo de 45 mallorqui¬ nes, en los días del 22 de junio al 6 de julio del presente año. Y sucedió lo¬ que suele acontecer cuando se peregrina con fe: nos encontramos por los vie¬ jos caminos de Europa formando una gran familia que «tenía un mismo co¬ razón y una misma alma» (Act. IV, 32). La audiencia con Paulo VI, el Papa peregrino, y la misa celebrada en las catacumbas mantendrán siempre viva esa gozosa unidad que está en la base de la fe cristiana.
Según el programa, además de una detallada visita a la Roma monumen¬ tal y artística, se recorrió por los bellos parajes de la Costa Azul y de la Riviera Italiana, visitando una serie de ciudades, como Genova, Pisa, Siena, Asís, Florencia y Venecia, cuyos solos nombres son otros tantos capítulos de
la historia del arte.
Europa nació andando al lento ritmo de infatigables bordones. Se diri¬ gían a Palestina, Roma, Santiago de Compostela... Hoy lo mismo que ayer. El año pasado nuestra revista peregrinó al País de Jesús, este año a la Ciudad de los Papas y el año próximo peregrinará, si Dios quiere, a Compostela en
su Año Santo.
16

EL P. BORRELLI, í^a^abundo dQ A/apoUá

En Ñápeles, junto a los lujosos hoteles, los flamantes automóviles y los turistas derrochadores, hay 250.000 obreros para¬ dos y gran cantidad de truhanes, los cua¬
les viven en la calle o en inmundos tu¬
gurios, siendo sus medios de vida la rapiña y explotar a los turistas. Esta po¬ blación, peligrosa y abigarrada, tiene representantes de todas las edades. Lo más penoso de ver es que entre ellos hay gran cantidad de niños y adolescentes. Pero hay alguien vigilante, dispuesto a ayudar a todo el que se ponga ante sus ojos. Nos referimos al Padre Borrelli.
«Don» Borrelli lleva más de quince años viviendo entre tahúres, «chorizos» y cha¬ vales aprendices de tan «dignas» profe¬ siones. Este hombre, apasionado, lleno de dinamismo, de amor por los humildes y por los más pequeños y miserables, ha salvado en este tiempo más de ochocien¬ tos rapaces, que hoy, sin duda, estarían dando trabajo al fotógrafo de cualquier
cárcel.
Infancia difícil
La infancia de este sacerdote no fue fá¬

cil y desde luego no había nada en torno suyo que al parecer lo llevara al sacerdo¬ cio. Nacido en un matrimonio muy pobre con diez hijos, de los cuales sólo sobrevi¬ vieron cinco, tuvo que ser confiado a un vecino y, además, fue necesario que em¬ pezara a trabajar. Su «protector» le ense¬ ñó «los secretos de la vida», entre vaso y vaso de vino, siendo ilustrados por publi¬ caciones pornográficas que este hombre ponía en manos del niño. Verdaderamente todo era propicio para que se hubiese con¬ vertido en un granuja más que engordaría
la lista de los delincuentes.
{«Quiero ser cura»!
Mario —que así se llama nuestro hom¬ bre— entró de aprendiz en una barbería. Entre los clientes había un sacerdote, «don» Nobílione, que siempre —el úni¬ co— sonreía al muchacho. Un día Mario, cabizbajo, se acerca al padre y le dice; «¡Quiero ser cura!» El anciano ministro se quedó perplejo. Dudaba de la autenti¬ cidad de las palabras de Mario. ¿Eran és¬ tas una ilusión de niño o, por el contra¬ rio, constituían una llamada de Cristo?

L·sk Capelleta
de la
P o p e i li a c u 1 a^^^
P. Miquel Colom, T. O, R. trad.
1 Del mcu «souvenir» literari, IL COLLE LU¬ MINOSO, de B. Ginocchietti Ilibre adquirit a la tenda anexa a la basílica de la Porciúncula (Assís), en el viatge recent per Itàlia

Angels en vol
desvetlen Francesc
que prega dins el bosc.
Miracle d’esplendor, dins la capelleta humil esperen dolçament la Verge i el Senyor.
Dins èxtasi de llum un do misteriós
Francesc implora amb els llavis tancats.
I la divina paraula il.luminà les pedres, aquella nit més blanques que els estels.
Oberta per Francesc aquesta vella porta té encara forts els seus galfons.
La traspassa el pecat com una onada grisa de la mar i s’esbrella a la roca del perdó.
I les ànimes en surten
amb la joia de la pau.
17

CABO SAN ROOUL CABO SAN VICENTE
Totolmmnftt mtimaftxado»
Línea Regular a Sud-América
Cruceros Turísticos

PROXIMAS SALIDAS PARA SUD-AMERICA

De GENOVA: 31 agost, y 21 setiembre
De BARCELONA; l.°22 setiembre

De PALMA. De CADIZ: De LISBOA:

2 y 23 setiembre 3 y 24 seliembre
4 setiembre

De TENERIFE: 6 y 26 setiembre

LLEGADAS DE SUD-AMERICA

A TENERIFE: A LISBOA:

1." y 21 octure
3 octubre

A ALGECIRAS: 4 y 23 octubre

A PALMA:

5 y 24 octubre

A BARCELONA: 6 y 25 octubre

A GENOVA; 26 octubre

Informes y reservas de plazas: Su agencia de viajes, o
YBARRA Y CIA., S. A.
Avda. Antonio Mauro, 64 Teléfono 15303 (3 líneas) PALMA DE MALLORCA
18

«Don» Nobilíone cree en el pequeño y decide pagarle los estudios. A los doce años Mario entra en la Escuela Apostóli¬ ca y a los dieciocho en el Gran Seminario de Nápoles.
«Padre Vesubio»
Su vida de seminarista está caracteri¬ zada por su entera dedicación al estudio. Tiene también un alma apasionada. Es
por esto por lo que sus compañeros le llaman «Padre Vesubio». Sus profesores, dadas las dotes del muchacho, le vaticina¬ ban un buen puesto dentro de la jerar¬ quía. Pero en él había otro deseo. Cono¬ cía la pobreza, la miseria moral y mate¬ rial de muchos. Sabía de aquellos barrios infames de chabolas, donde hombres, ra¬ tas, o niños y suciedad «jugaban» a vivir. No se podían salir de su mente las no¬ ches de invierno en las que, en un chami¬ zo lleno de goteras, dormían, hacinados, un gran número de pilluelos, los cuales tenían como mantas y colchón periódicos amarillentos por la mugre.
En 1946 es ordenado sacerdote. Tenía veinticuatro años. El momento no es fe¬ liz. Italia atravesaba una de sus más pro¬ fundas crisis. La postguerra azotaba al
país con más penalidades que la misma guerra. Y si toda Italia estaba mal, en el sur se llegaba al máximo. La idea de re¬ mediar dentro de lo posible la pobreza del cuerpo y del alma seguía constante
en él.
Consigue una vieja ambulancia. La transforma en capilla rodante. Con ella recorre los suburbios a la hora en que el amanecer hace acto de presencia. Hora también de que los obreros y obreras marchen a sus ocupaciones. En cualquier sitio dice misa y conñesa a todos los que quieren.
Marionetas que enseñan catecismo
Pero son muchos los niños que se que¬
dan solos por estar trabajando sus pa¬ dres. «Don» Borrelli permanece con ellos. Monta un teatro de marionetas, cuyos
muñecos hacen la señal de la cruz y en¬ señan catecismo. Los chicos se divierten y aprenden. Nuestro cura se va haciendo
popular y querido. Hay otros niños —casi adolescentes—
que no van al «espectáculo». No tienen padres, viven por su cuenta, dedicándose
a lo inenarrable. Estos chicos son blanco
de todos los vicios y de todos los sinver¬ güenzas. Le rehuyen. Todos sus intentos
(Sigue en póg. 21)

STOP

Vacaciones
en Mallorca
Pues, sí; resulta que este año, como soy el mayor de la casa, he decidido ir a Mallor¬ ca con mis dos mayorcetes a pasar unos días de vacaciones. Yo pensaba estar unos cuantos días más, pero nos tuvimos que volver al lunes siguiente por lo de la pasta. Es una lás¬ tima que siempre sea éste el
punto flaco de un padre de fa¬
milia.
Me he llevado dos impresio¬ nes: una buena y otra mala. Primero, diré la buena. Y es que parece ser que se han to¬ mado muy en serio el Plan de Desarrollo Económico; porque, con eso de que el turismo es una fuente de divisas para la nación, ellos también quieren contribuir en aumentar los dó¬ lares. Y por eso la gente, que allí es muy buena, se preocupa mucho de que no les falte na¬ da a los extranjeros, a fin de que paguen mucho. Bueno, para ellos no es mucho, por¬ que como resulta que un dólar al llegar a España se multipli¬ ca por sesenta pesetas, los yan¬ quis se maravillan. Y enton¬ ces se les puede cobrar las co¬ sas a precio europeo. Lo único

que no me gusta es que des¬ pués no distingan a los que
son turistas de los que no son
turistas, y me hagan pagar treinta y siete pesetas por una cerveza y unos refrescos que
me tomé en un bar corriente
con mis dos niños. Supongo que me deberían ver esta cara tan ingenua y despistada, y pensaron que sería uno de tan¬
tos.
Mi mujer dijo, cuando se lo conté, que esto era un autén¬
tico abuso. Y que parece men¬ tira... Yo he tratado de con¬
vencerla; y le he contado lo de las vacas flacas y las vacas gordas. Pero ella no lo ha en¬
tendido.
Después me he puesto a pen¬ sar en las cosas que ha dicho; y he llegado a alarmarme por¬ que estoy convencido de que llegará la hora de las vacas flaquísimas, y precisamente por nuestra culpa.
La otra impresión ha sido peor que ésta. Y es que no he
encontrado ambiente de mora¬
lidad ni decencia pública. Pa¬ ra evitar cualquier escándalo ya editaron los altos organis¬
mos una cuartilla donde se da¬ ban unas normas de lo que se

podía hacer y no podía hacer en materia de moralidad y de¬ cencia. Y lo que se debe ha¬ cer, si no lo hacen. En fin, ve¬ nía a decir eso, poco más o
menos. Ha sido una feliz idea
que ahora, a la vuelta, me ha hecho meditar largo rato, por¬ que he descubierto que todos estos señores (al menos todos los que vi) encargados de que se cumplan estas normas, de¬ ben ser importados de Suecia.
Pues vi cómo hacían el sueco
ante un grupito de extranjeras con pantalones cortitos y con sus ombliguitos al aire. Y de
otras cosas vergonzosas y ver¬
gonzantes, inimaginables, que me han contado, la más ele¬ mental educación me prohibe
hablar.
De la playa lo único que quiero decir es que cualquier padre de familia, aunque no tenga dólares, tiene derecho a tomar un baño con sus hijos sin que necesariamente vean lo que los míos vieron. Y esto me irritó. Porque a mí no me convencen los que dicen que «el que no quiera mirar que
no mire».
Digo yo que no somos bo¬ rregos, caramba.
DON CANDIDO

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PALMA DE MALLORCA
19

cuestiones luliunas

PIEDRAS PRECIOSAS

Se ha dicho hasta la saciedad que el lengua¬ je hablado no es una cosa estática. Se parece más bien a un cuerpo vivo, que se mueve, asi¬
mila lo que le conviene, disimula lo que le estor¬ ba, expele lo que no le es útil, ignorándose mu¬ chas veces las normas íntimas que regulan ta¬ les funciones. En el período de formación de las lenguas hubo, sin duda alguna, un tiempo
en que coexistieron grados de evolución distin¬ tos para una determinada palabra. Y eso ex¬ plica las muchas vacilaciones que encontramos en los escritores primitivos. Pero después, pau¬ latinamente y en virtud de aquella actividad vi¬ tal a que acabamos de aludir, rechazándse o admitiéndose vulgarismos, arcaísmos, neologis¬ mos, el joven lenguaje fue robusteciéndose hasta llegar a una relativa (1) fijación de sí mismo.
Hemos hecho ese pequeño exordio sólo para decir que Llull, o más exactamente, los copis¬
tas de las obras catalanas de Llull son una de¬
mostración de lo que venimos afirmando, pues emplean tres formas diversas para la palabra latina petra: pedra, peira o peyra, pera (2). Véanse unos ejemplos:
«Así como el fuego que vemos en la llama y en el carbón y que está en la pedra y en el hierro» (Arbre de Sciencia I, pág. 31). «Son genus say que peira es» (Rims I, pág. 5). «La peyra es cuerpo inanimado» (Gentil, pág 55). «El hierro es conveniente para la herrería... y las peres para edificar». (L. de Demostracions, pág. 198).
Contra lo que podía esperarse, la forma que ha prevalecido, al menos literalmente, es la menos evolucionada, pedra. ¿Cuál habrá sido la causa de esa especie de regresión a lo que parecía estar ya superado? No lo sabemos. Sien-

do tan dispares los significados y distinto el gé¬ nero de las dos palabras, no puede invocarse la razón de la homonimia, de la concurrencia con el nombre propio Pere (Petru).
Hallamos, pues, en los escritos lulianos tres maneras distintas de nombrar las piedras pre¬ ciosas: pedres precioses, peyres precioses, peres precioses. Esta última manera es mucho más frecuente que las otras.
«Lina señora... en la cabeza una corona... de
pedres precioses llevaba» (Arbre de Sciencia II, pág. 389). «Y tenía en la mano una pedra preciosa» (Blanquerna, pág. 266). «Bellos pa¬ lacios y bellas cámaras <jue serán de oro y pla¬ ta y de peyres precioses» (Gentil, pág. 268).
«Pues todos los días se ven muchas peres pre¬
cioses que tienen todo lo que atañe a nobleza y a belleza de pera preciosa» (Contemplació III, pág. 53). «Veo, Señor, que los príncipes se adornan las manos con oro y plata y con precioses peres» (Ib., pág. 54).
Aunque preciosas, no todas las piedras tie¬ nen el mismo valor: «Una pera preciosa pue¬ de valer más que muchas otras» Contempla¬ ció VI, pág. 156). «Vemos, Señor, que una pe¬ ra preciosa vale como ' ciento o como mil de otra clase» (Contemplació III, pág. 47). Y el valor de la piedra no depende siempre de su ta¬ maño, sino de su virtud: «La bondad de las pe¬
res precioses no está en multitud de cantidad, sino en su virtud» (Ib., pág. 48). El joyero la¬ pidario conoce su valor y trata de adquirir las mejores: «Así como el lapidari tiene mayor amor y voluntad y mayores deseos de comprar la pera preciosa cuanto más conoce su virtud» (Contemplació IV, pág. 481).
(Continuará) P. Miguel Colom, T. O. R.

(1) La fijación nunca es absoluta. A espal¬ das de la literatura, o con su complicidad, cam¬ bios fonéticos, morfológicos, de léxico y de sin¬ taxis van alterando siempre más o menos la fi¬ sonomía de las lenguas. Junto a pedra, la for¬ ma literaria que, como decimos, desbancó las otras dos, peira y pera, el pueblo ha creado, por metátesis, una cuarta forma, preda, vulgaris¬
mo que no se desdeñan de emplear hasta per¬
sonas medianamente cultas.

(2) Es el mismo proceso que han seguido, entre otras, palabras como patre, matre, fratre que, pasando por padre, madre, fradre y, tal vez, por paire, maire, fraire, dieron pare, mare, frare, las formas que han quedado. Las formas peira y pera permanecen fosilizadas en gran multitud de topónimos catalanes. En Mallorca tenemos uno muy conocido. Cap de la pera, ac¬ tualmente Capdepera.

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20

(Viene de póg. 18^
EL P. BORRELLI,...
de atraerlos'son más que fallidos. Esto le impide dormir.
Un vagabundo más
La solución es unirse a ellos. Hacerse
jefe o integrante de una banda. No pue¬ de, su dignidad sacerdotal se lo impide. Está decidido a ello. Pide permiso a sus superiores. Le es denegado. Insiste, día tras día. Muestra fotografías, muestra lo terrible de esas vidas. Los harapos, los vicios precoces. La desesperación de estos pequeños le hacen ser más fuerte. Por fin es recibido por el anciano cardenal de Nápoles. Le escucha y le bendice, pre¬ viniéndole de los peligros que para un
sacerdote tiene su ferviente deseo.
El padre Borrelli se convierte en un vagabundo que recorre sempiternamente los bajos fondos de Nápoles. Duerme en cualquier sitio. Come lo que encuentra. Pero sigue constante en su empeño de
relacionarse con estos chavales abando¬ nados.
«Nariz rota»
Durante varios meses Mario sigue va¬ gando. Empieza a ser conocido. Le llaman «Naso Suorto», «Nariz Rota». Ya tiene su apodo, nada le falta para ser un hampón. Efectivamente, por fin es admitido en una banda de golfos. Todos tienen «bellos» nombres: «Cabezota», «Sarnoso» y «Puerco Gordo». En seguida de intimar con ellos llega a lo que ha generado su terrible vida: la falta de amor. De acuerdo que tienen profundos vicios y que la falta de honradez es su ley. Pero todo, absoluta¬ mente todo, gira en torno a los afectos que nunca han tenido. «Nariz Rota» en seguida lleva la batuta. Es mayor, sabe muchas cosas. Poco a poco se les hace imprescindible.
Ha llegado el día «D». Mario les mani¬ fiesta que es cura. Los muchachos enmu¬ decen. Se hace un desesperante silencio. Les dice que ha querido conocerlos para salvarlos, que está dispuesto a enseñarles a vivir como es debido. Los golfillos le

miran sorprendidos. El padre se espera todo, pero confía en Dios. Su confianza no le defrauda. Un estallido de alegría, acompañado de abrazos, rompe el mutis¬
mo. Y así es como «Nariz Rota» se con¬ vierte de nuevo en «don Borrelli».
800 muchachos salvados
Recién cambiados los harapos por la sotana, al padre Borrelli se le plantea el problema de la falta de medios. Empieza a hacer colectas, a pedir por las casas, a la jerarquía. Por fin en 1949 abre su pri¬ mera «casa de golfillos». Un suceso, una novela vendría a ayudai'le. El novelista Morris West escribe «Los niños del Sol», inspirándose en la realidad del cura na¬ politano.
Hoy son más de ochocientos los niños salvados. Muchos de ellos se han casado, formando un hogar cristiano. Otros emi¬ gran con algún oficio aprendido. Pero es¬
tén donde estén escriben a «don» Borre¬
lli. Hay, asimismo, dos centros con no¬ venta chicos y en construcción otro para ciento cincuenta. Salen adelante gracias a la caridad, a las subvenciones del Esta¬ do italiano y, en un 40 por 100 de la to¬ talidad de lo recibido, gracias a los lecto¬ res de Morris West. Llegan donativos de Australia, América y casi toda Europa.
Mario, Nariz Rota» o «don» Borrelli, sigue igual que el primer día. Sigue con¬ quistando, robando muchachos a la calle.
Es incansable. Actualmente hace un año
que duerme en un tugurio de la peor especie. Le preguntaron que hasta cuán¬ do viviría en él y respondió que hasta cuando fuera el suyo el único que exis¬
tiera. No hace mucho fue a visitarle el pre¬
lado que confió en él. Le dijo: «Hijo mío,
tenías razón».
Y ahí queda «don Borrelli» con su na¬ riz de boxeador, con el cuello de la ca¬ misa por encima de la sotana. Enseñando a sus chicos a jugar al fútbol, a rezar, a sonreír, a trabajar y, por qué no, a ser
maridos de bien.

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HERM A]V1> A» RE LLECRAJOR

El año 1890, para gloria de Dios y hon¬ ra de la Iglesia, volvía a ponerse en mar¬ cha la Hermandad de Terciarios Francis¬ canos de la ciudad de Llucmajor.
Pero el franciscanismo de nuestra ciu¬
dad data ya del siglo XVI. Y las páginas de la historia de Llucmajor enaltecen la caridad heroica de los hijos del Poverello, especialmente cuando Mallorca sufrió el terrible azote de la peste, en 1652.
Con todo, los frutos ubérrimos de la primitiva fundación de Frailes Menores quedaban marchitos a raíz de la expulsión de las Ordenes Religiosas, en 1835.
Después, en 1890, las raíces vivas del
árbol retoñaron nuevamente con la res¬ tauración de la Venerable Orden Tercera de N. P. S. Francisco. Varios de sus miem¬
bros empezaron a vivir en comunidad, para una vida de mayor perfección evangélica.
Primer plantel de terciarios. Nido de castos amores, del cual emprendió el vuelo el que, en 1893, fue el restaurador de la T. O. R. en España, el Rdo. P. Fray Anto¬ nio Ripoll Salvà. Sencillo y humilde, como el Pobrecillo de Asís, ardientemente anheló la unión con la T. O. R., de votos solemnes, de Roma. Vio colmados sus deseos en mayo del año 1906.
El minúsculo grano de mostaza nacido en nuestra ciudad, extendió pronto sus ramas por la isla: Artá, Palma, Inca, San¬ tuario de Cura y La Porciúncula. Más tarre traspasó el mar, y en 1942 el árbol tenía muy frondosa copa y se había ex¬ tendido hasta Roma, EE. UU. de Améri¬ ca, Viena y distintos lugares de nuestra
Península.
Mas, volvamos a la historia de la Her¬
mandad. Como todas las cosas de la vida, tuvo su ñujo y reflujo.
Con el surgir de la misma, en 1906 se confeccionó el primer pendón, que luego recorrería los caminos de Mallorca en el ir y venir de las peregrinaciones francis¬ canas, de tanto esplendor.
Durante los aciagos años de la Repú¬ blica, se notó un paréntesis de menor
actividad.
Terminada la guerra de Liberación, la Hermandad recibió nuevo impulso, gra¬ cias al celo desplegado por su Director, R. P. Fr. Antonio Fiol. Este, después de

reorganizar los coros, tuvo el otro acierto de conseguir que los terciarios contribu¬ yeran al fondo común de la Hermandad según las posibilidades de cada uno, como indica el párrafo XII del capítulo II (2.9) de la Santa Regla. Así, con los fondos recaudados y con nuevas aportaciones, pudieron los terciarios ayudar, en 1950, a la adquisición del nuevo órgano de la iglesia del Convento, enviar ornamentos a parroquias pobres de Roma, etc.
De nuevo, el año 1954, la Hermandad recaudaba abundantes limosnas y las en¬
viaba a las Misiones de Mato-Grosso
(Brasil), confiadas a la T. O. R.
En ese mismo año, cabe destacar las
actividades llevadas a cabo con motivo del
Año Mariano: Campaña del Santo Rosario y fervoroso entusiasmo en los actos gene¬ rales organizados por la parroquia con motivo de la visita de la Virgen de Fáti-
ma.
Igualmente prestó su valiosa coopera¬ ción a la memorable jornada del día 5 de junio de 1955, fecha en que los tercia¬ rios de todos los pueblos de Mallorca congregáronse en la montaña de Randa para festejar a la Virgen de Cura, en su
Coronación Pontificia.
Año tras año, la Hermandad contribuyó a las mejoras de la iglesia de San Buena¬ ventura, tales como instalación de alta¬ voces, reforma de los bancos laterales y restauración del nicho de la Purísima, en la capilla del Sagrario.
En esta coyuntura, presentes tenemos a los que fueron nuestros Directores: Rdos. PP. Fray Bartolomé Oliver, Fr. Mi¬ guel Tous Gayá, Fr. Antonio Riera Esta-
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relies, Fr. Esteban Cloquell y Fr. Balta¬ sar Cloquell.
Desde octubre de 1961, rige los destinos de la Hermandad el ya citado Rdo. P. Fr. Antonio Fiol, Superior del Convento. No ha perdonado sacrificio para dar impulso y mayor vida a los actos de piedad.
Desde muy antiguo, nuestros terciarios llucmayorenses celebran sus reuniones mensuales. Misa de Comunión y Visita cada segundo domingo de mes. La Visita, empero, se ha reformado por iniciativa de lactual P. Director. Tiene lugar a las 5,30 de la tarde del segundo domingo y es sólo para los terciarios. Se desarrolla así: Corona franciscana, preces del cere¬ monial franciscano, exposición, plática, preces prescritas y bendición con el San¬
tísimo.
El nuevo enfoque de dicha visita fue tan del agrado de todos que la concurren¬ cia ha ido aumentando considerable¬
mente.
Entre las más recientes actividades de
la Hermandad cabe consignar el nuevo pendón, riquísima joya, cuyo coste sufra¬ gó una devota terciaria (Cf. «EL HERAL¬ DO DE CRISTO», septiembre 1963).
Y tampoco podemos dejar de consignar la Visita Canónica que recibimos del P. Comisario de la T. O. F. en Baleares, Rdo. P. Jaime Tugores Mestre, T. O. R. Fue día 14 del pasado mes, segundo do¬ mingo. Dirigió la Visita vespertina a la que nos hemos referido y con su entu¬ siasta palabra despertó en el corazón de cuantos le escuchamos ansias de perfec¬ ción y anhelos de apostolado en el campo franciscano. Un poco más tarde, ya fuera de la iglesia, el P. Comisario tuvo frases de aliento y gratitud para el P. Director,

para los dos Discretorios y demás tercia¬ rios, parte de los cuales llenaban la Sala
de Juntas hasta rebosar.
Fue una hermosa jornada en la que el P. Tugores nos recordó, entre otras cosas, que nuestras Constituciones prescriben la renovación de cargos cada trienio; que es preciso cultivar el sentido de responsabi¬ lidad, puesto que de nada sirve alargar las listas, si luego no se responsabiliza el compromiso adquirido el día grande de la profesión; que es necesario, por tanto, seleccionar, no admitir al primero que se presenta si no hay esperanzas de que cumpla; que nunca podemos olvidar que la T. O. F. nació para hacer realidad la vida evangélica en medio del mundo, y que, por tanto, no podemos hacerle per¬
der este carácter a nuestra Orden.
Debemos sentirnos todos —siguió di¬ ciendo— miembros del Cuerpo Místico de demás cristianos, amándonos los unos a
los otros en el Señor.
Finalmente, el P. Tugores recalcó la necesidad de cumplir el artículo 81 de
las Constituciones de la T. O. F. Dice tex¬
tualmente: «Según los deseos de los Ro¬ manos Pontífices, los Directores y los
hermanos de la milicia seráfica procuren con todo empeño aunar sus fuerzas y
prestar su cooperación para llevar a cabo las obras que las autoridades elesiásticas propongan en sus respectivas naciones, regiones, diócesis o parroquias, especial mente el apostolado de la Acción Católi¬ ca. Conserven siempre la paz y armonía con las demás asociaciones piadosas, ma¬ yormente con las parroquiales».
Llucmayor, julio 1964.
Isabel Ferretjans, Secretaria

NUESTROS DIFUNTOS
LLUCMAJOR.—Pasaron a mejor vida: D ° Bárbara Pina Aguiló, espo¬ sa de D. Francisco Bonnín, Maestro de Novicios de la Hermandad de Ter¬ ciarios (10-V-64). Catalina Garau Amengual (19-V-Ó4). D.° Antonia A. Garau Amengual (21-V-64)
S'HORTA (Felanitx) .—Día 25 de marzo falleció cristianamente D.° Sebástiana Roig Oliver de Fernández, a los 34 oños de edad.
SELVA.—El pasado día 29 de mayo se durmió en el Señor, D. Jaime Femenías, a la edad de 76 años.
¡Descansen en la Paz del Señor!
Donativos para nuestras misiones.—La niña de Capdepera, M ” Co¬ rola Sancho Julià entrega con motivo de su Primera Comunión 50 ptas. para bautizar a una Margarita (nombre de su madre) y a un Bartolomé (nombre de su padre). — Una devota persona de la misma villa entrega 30 ptas para un Miguel y un Rafael.
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una estrella de cine «de la noche a la maña¬
na».
«Puntualidad es el arte de saber a qué
hora llegará el otro».
«Extravagancia es comprar una cosa que de ningún modo puede utilizar nuestra espo¬
sa».

Hombre elocuente
Un día le preguntaron a Wilson cuánto tiempo tardaba en preparar un discurso de diez minutos, y contestó:
— Dos semanas.
-¿Y un discurso de una hora? - Lo prepararía en una semana. -¿Y uno de dos horas? - Puedo empezar ahora mismo

— ¡Se Fueron por allí!
Histórico
A Françoise Sagan, que cenaba cierto día en un conocido restaurante, le di¡o el dueño:
-Mi hijo es tan leído como usted -¡Ah! ¿Es también escritor? -jOh! no. Es el que redacta los menús.

Niño listo
El pequeño había pedido que le sirvieran un tercer helado, pero al observar su madre que ya no podía con él, le dijo:
— ¿Lo ves? Demasiado helado — No, mamá, poco nene.

|No tantol
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