E1 ZZe r a. 1 d. o de Cristo INCA (MALLORCA) LORENZO RIPOLL ^alfticaclonai -OttíciiLoó da )^UL PRENDAS ANTE Y NAPA SEÑORA, CABALLERO Y NIÑO CARTERAS - BOLSOS - GUANTES Y TODA CLASE DE ARTICULOS DE PIEL Jaquotot,2 y Capuchinas, 24 PALMA DE MALLORCA RECUPERE SU EQUILIBRIO REVISTA MENSUAL DE LOS P P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R. MARZO 1964 Año LV - Núm. 648 • REDACCIÓN Y ADMÓN: CONVENTO DE SAN FRANCISCO TELÉFONO 12695 PALMA DE MALLORCA • DIRECTOR: P. L. GARÍ-JAUME, T. O. R. VICE-DIRECTOR: »>. JAIME TUGORES, T. O. R. ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA: P. F. BATLE, T. O. R. Y GORO IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: ORDINARIA. ... 50 PTAS. BIENHECHOR ... 75 PTAS. PROTECTOR ... 100 PTAS. • DEPÓSITO LEGAL P. M. 340-1958 NUESTRA PORTADA Cristo en la cruz, de Ve~ lázquez (Detalle). \\ J en este numero: Biblia y liturgia 3 La Misa en la nueva reforma litúrgica. 4 Florecillas de Juan XXIII ... 6 Yo sabía lo que hacía 7 Tríptic de Passió ..... 9 El «caso Judas* 11 Nuevas obras en el Seminario Seráfico La Porciúncula 15 Cuestiones Lulianas 16 «Venerables» de la Tercera Orden Re¬ gular 17 Paso a la juventud 19 Mater Misericordiae 20 Página del Terciario 21 .... Preguntas y respuestas .... 23 Página de humor 27 meríeana LAVADO EN SECO Y HÚMEDO NUESTROS TELÉFONOS: TALLERES Y OFICINAS; Pasaje Ca'n Faíxina, 68-70 y 72 -15012 y 22273 TIENDA; Plaza Olivar, 22 -11104 SUCURSAL DEL TERRENO; Calvo Sotelo, 198 - 30221 SUCURSAL EN PALMA; Barón Santa M.' Sepulcro, 20 SERVICIO DE 8 HORAS 1 ^ ^ IL ^ ^ O) © V ^IMTDOm IL©3 V D ^ qJ) lE Gran Via José Antonio, sjn. PALMA DE MALLORCA CRECIMIENTOS ACELERADOS ÍNDICES DE CONSUMO ÍNFIMOS con Honderos, 95 Teléfono 22072 PALMA DE MALLORCA • • 2 EDITORIAL BIUL·IA Y L<IT1JR«IA A nosotros, hombres de esta mitad del siglo XX, resultan in¬ negables dos hechos: la importancia e interés otorgado a la Biblia y a la liturgia. Este binomio -^Biblia y liturgia— concentra todas las aspiraciones de reforma y renovación que sacuden a la cris.tiandad de nuestros días. ¿Síntomas del tiempo? Sin duda algu¬ na. Ante la angustia moderna, fruto amargo de dos guerras, que ha sumido a los espíritus en esa «tristitia saeculi» de que habla la Sagrada Escritura, y ante el miedo visceral de ver desaparecer mañana, en un cataclismo sin precedentes, los valores primordia¬ les que hacen posible la vida, el hombre de esta mitad de nues¬ tro siglo busca en las páginas del Libro Santo una respuesta vᬠlida a sus múltiples preguntas. Así la Biblia se ha convertido, des¬ de un tiempo a esta parte, en el libro más leído por nuestros con¬ temporáneos, superando en mucho las más grandes ediciones de ios «bestsellers» en circulación. El movimiento bíblico 7 litúrgico que presenciamos no es más que un movimiento hacia la unidad de la Iglesia, un nuevo retorno hacia la savia más profunda y más rica de la vitalidad cristiana. La doble decadencia de la Biblia y de la liturgia en los últimos siglos de la Edad Media preparó la rebelión protestante. Cuando ésta estalló, la Biblia había dejado de ser en la Iglesia lo que siempre había sido hasta el siglo XIII en el cuadro vivo de la liturgia: la fuente casi única de su plegaria y de su pensamien¬ to. La Biblia, desgarrada brutalmente de la tradición viviente de la. Iglesia, en manos de los falsos reformadores se convertía en arma temible, en letra sin espíritu que mata la fe. La Iglesia tuvo que restringir prudencialmente su uso entre los fieles. Ahora, des¬ pués de cuatro siglos de desvitalización, el cristiano ferviente, cansado de tantos «sucedáneos» como se le han servido, siente necesidad de abrevarse en las fuentes mismas de la fe y de la vi¬ da cristiana. El resurgir de la liturgia, que contiene la quintaesen¬ cia de la verdad y de la revelación bíblica, señala esta vuelta im¬ presionante al Libro Santo, libro de Dios y libro del hombre. El florecimiento de la liturgia corre parejas con el de la Biblia, pues ellas dos son la salvaguarda de la vitalidad cristiana. El vigor de un organismo se mide por la facultad que mani¬ fiesta de renovarse, en contacto con su ideal primitivo; pues, sue¬ le ser al principio, en los orígenes, cuando se da la explosión más rica de su vitalidad. En este sentido, la Biblia y la liturgia consti¬ tuyen para la Iglesia el espejo viviente en que ésta contempla sin cesar sus orígenes a fin de conformarse a ellos. El florecimiento actual de la Biblia y de la liturgia asegura a la Iglesia una recupe¬ ración de juventud y el impulso necesario para lograr esa puesta al día, ese «aggiornamento» exigido por la actual coyuntura his¬ tórica.. 3 LA MISA EN LA NUEVA REFORMA LITURGICA '— orno ya saben nuestros queridos lectores, Pablo VI ratificó y pro¬ mulgó en la solemne sesión pública del 4 de diciembre de 1963 la Constitución Litúrgica que los Padres del Concilio Vaticano II habían ya aprobado. Por este acto pontificio el Documento privado del Santo Sínodo pasaba a ser doctrina y ley en la Iglesia Católica, aunque faltaba por cumplirse ese período de tiempo que media entre la promulgación de toda ley eclesiástica y su ejecución. El tiempo que llaman de «vacación». Ahora, pues, con el Motu Propio del 25 de enero pasado de Pablo VI, ha adqui¬ rido plena vigencia la Constitución Li¬ túrgica aprobada en la segunda sesión conciliar. Pero, como dice el propio Papa en su Motu Propio, «es evidente que muchas de las prescripciones de la Constitución no pueden ser aplicadas en breve tiempo, por cuanto deben ser antes revisados al¬ gunos ritos y preparados los nuevos li¬ bros litúrgicos.» Para lo cual el propio Papa ha designado una comisión, cuya ta¬ rea principal será revisar con todo cui¬ dado las prescripciones de esta Constitu¬ ción. «Sin embargo —dice también el docu¬ mento pontificio del 25 de enero—, como entre las normas de la Constitución hay algunas que pueden ser llevadas ya a la práctica, queremos que entren inmedia¬ tamente en vigor, para que los fieles no queden privados por más tiempo de los frutos de gracia que de ellas esperan...». Nos encontramos ya en las manos con los primeros frutos, calentitos y sabro¬ sos, del Concilio Vaticano 11. Para poder saborear los otros habremos de esperar aún algún tiempo, hasta que las comisio¬ nes nacionales en coordinación con la comisión central de Roma traduzcan a la práctica los principios de la Constitución conciliar. De todos modos vamos noso¬ tros a conocer el pensamiento y comen¬ tar las normas de orientación netamente pastoral de tal documento conciliar, res¬ tringiéndonos a la liturgia de la Misa, al Sacrosanto Misterio de la Eucaristía. Plena y activa participación del pueblo La Constitución que estamos estudian¬ do consta de 130 artículos, agrupados en siete capítulos, un proemio y un corto apéndice. Estudia, en primer lugar, la naturaleza e importancia en la vida reli¬ giosa de la Liturgia y se centra después, sobre todo, en el estudio de Cristo como centro de toda acción litúrgica. Y es que la catequesis postridentina insistió abun¬ dantemente en la presencia de Cristo en las especies de pan y vino, insistencia que ha llevado en la práctica religiosa a la vivencia casi única del Cristo eucarístico. Sin embargo, ha reclamado el Conci¬ lio, El está siempre presente en toda acción de la Iglesia, y por ende en toda acc’ón litúrgica. Se hace presente en el sacrificio de la Misa «tanto en la persona del ministro como, sobre todo, en las especies de pan y vino». Paralelamente se exponen también otros tres modos de presencia de Cristo en la celebración litúrgica: «virtute», en los sacramentos; «in verbo suo», en las lecturas evangélicas y bíblicas en gene¬ ral; y, en tercer lugar, en las preces y en el canto litúrgico, «dum supplicat el psallit Ecclesia». «En consecuencia, toda celebración li¬ túrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es ac¬ ción sagrada por excelencia.» Veamos, entonces, cuál sea la partici¬ pación del pueblo en esta celebración li¬ túrgica y comprenderemos cuál será su «eficacia» en toda «acción» litúrgica. Hasta ahora, es una verdad cuotidiana, el fiel se ha limitado a «asistir» a los actos litúrgicos, bien sea la Misa como centro de la vida cristiana, bien sean las demás ceremonias religiosas. Maitines de Navidad, funciones de la Semana San¬ ta, etc. Y era su asistencia meramente pasiva, fría, obligada a veces... Es aquí donde el Concilio ha puesto el dedo sobre la llaga. Los términos «plena y activa parti¬ cipación» saltan a cada paso en la lectura de la Constitución. 4 Por voluntad, pues, de la Iglesia, la activación de la Sagrada Liturgia deja de ser un patrimonio exclusivo de clé¬ rigos y sacerdotes o de gente más o me¬ nos culta. Todos colaboramos en la rea¬ lidad del misterio y todos, por ende, par¬ ticipamos de él. Que no es más que llevar a sus últimas consecuencias teológicas las verdades del Bautismo, por el que en¬ tramos a formar parte viva y activa del cuerpo de Cristo. «Las acciones litúrgicas no son accio¬ nes privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es «sacramento de unidad», es decir, pueblo santo congregado y or¬ denado bajo la dirección de los obispos» (art. 26). «Siempre que los ritos, cada cual según su naturaleza propia, admi¬ tan una celebración comunitaria, con asistencia y participación activa de los fieles, incúlquese que hay que preferirla. en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi privada» (art. 27). Las reformas concretas La curiosidad del lector querrá natu¬ ralmente conocer las reformas concretas de la Misa previstas o apuntadas en la Constitución. Hemos ya descubierto esa importancia teórica que otorga al ele¬ mento «comunidad», «ecclesia», la orlen tación de todo el cuerpo del trabajo so¬ bre Liturgia, pero, ¿en qué actos o cam¬ bios concretos de la Misa se traduce tal actitud? Ya se ha dicho que las modificaciones, en su gran generalidad, se han dejado en manos de comisiones postconciliares. To¬ da una asamblea conciliar no podría tra¬ tar o desmenuzar los pormenores de esa «popularización» de la Liturgia, que com- 5 FLORECILLAS DE JUAN XXIII Un Papa ríe,,. { Continuación) Su «casa» del Vaticano Llegado a Papa, Angel Roncalli huía de expresarse en un lenguaje áulico. Con¬ tinuaba hablando como si en realidad fuese una persona cualquiera. Por eso, cuando tenía prisa por volver al Vatica¬ no al término de una visita, decia: «Voy retrasado. Ya debería estar en casa!» Las dos estatuas Uno de los principios de Juan XXIII era el que no había que impartir órde¬ nes si no se estaba moralmente seguro de que serían cumplidas. Y para ilus¬ trar éste su concepto, el Papa indicaba las estatuas de San Pedro y de San Pa¬ blo que se encuentran al pie de la esca¬ linata de San Pedro: «El primero señala el suelo con el índice de su derecha. Y eso quiere decir que las leyes se hacen aquí, en la tierra. Pero San Pablo apun¬ ta con su índice hacia el cielo, y eso quiere decir que es allí donde se cum¬ plen!» No se trabaja de rodillas A un periodista ceremonioso que se empeñaba en permanecer de rodillas mientras el Papa le daba sus informa¬ ciones, Juan XXIII le dijo: «Levántese y siéntese sobre esta silla». «Santo Pa¬ dre —le repuso el otro— me encuentro bien así. Estoy acostumbrado a esta po¬ sición, pues la adoptaba también en los coloquios con Pío XII». «Estar de rodi¬ llas es lo ideal para rezar, pero no para trabajar», le replicó el Papa. 6 pete, por otra parte, a peritos de la ma¬ teria. De todos modos algo se deja entre¬ ver, algunos cambios que por ahora no se llevarán aún a la práctica. a) Más abundancia de lecturas bíblicas: la lengua latina ha roto este contacto del pueblo con la sagrada Palabra. La vuelta a la liturgia de la lengua vulgar hará posible un mayor acercamiento del pueblo al manantial de vida divina de las Sagradas Escrituras. El «manjar de la Palabra, debe ser más abundante. Y más variado, de tal manera que «en un perio¬ do determinado de años se lea al pueblo la parte más importante de la Biblia» (art. 51). b) Revalorización de la homilía: ésta debe ser el complemento y explicación de las lecturas bíblicas, de tal manera cue, cuando concurra el pueblo, no se ha de omitir sin causa grave. La obligación de homilía de cada domingo pasa ahora a todos los días festivos. c) Restauración de la «Oración de los fieles»: de dentro de la Liturgia de la Palabra y como sello final se vuelven a resucitar estas preces antiguas. Después del Evangelio y de la Homilía el pueblo pedirá en lengua vulgar «por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los nece sitados, y por la salvación de todos los hombres (art. 53). Es la misma oración de los fieles que hasta ahora sólo se con¬ servaba en el Viernes Santo. Por ella el pueblo participará plenamente en esa parte imprecatoria de todo sacrificio eucarístico. d) La comunión de los fieles: el artícu¬ lo 55 habla de una participación más per¬ fecta en la comunión cuando los fieles reciban el cuerpo de Cristo consagrado «en el mismo Sacrificio», en la misma Misa. En ocasiones importantes, como la Ordenación sacerdotal, la profesión re¬ ligiosa o la misa postbautismal de los adultos, se podrá recibir la comunión bajo las dos especies. Estas son, en su parte más directamen te pastoral y ateniéndonos al sacrificio de la Misa, las variaciones apuntadas ya en la Constitución Litúrgica. Esperemos ahora, de todos modos, las aplicaciones prácticas, en su membración global, de las comisiones postconciliares. Fr. A. PEREZ, T. O. R. Ij.o sabia lo que hacia... Extracto de I Testimoni delia Passione, de Giovanni PAPINI —Caifàs habla con Pedro y con Juan... ¡Yo sí, yo... sabia lo que hacía! Pilato respondió a mis sacerdotes: «Lo que he escrito, lo he escrito». Pues bien, yo, yo puedo repetiros con la misma seguridad que los romanos: Lo que he hecho, lo he hecho. Sí, yo sabía que condenaba a muerte a un Dios, o, si queréis, al Hijo de Dios. Las palabras que Cristo pronunció sobre el Gólgota se referían a los soldados ro¬ manos, ignorantes ejecutores materiales, y quizá también al pueblo que vocifera¬ ba en derredor de las cruces. A mí, no. Jesús sabía que yo sabía... Veo sobre vuestros rostros una som¬ bra de estupor y de horror. Y no tenéis valor para dirigirme la pregunta que os oprime el corazón, y vuestros labios no aciertan a prenunciar: ¿Y por qué, sa¬ biendo que era Dios, le has condenado y hecho dar muerte? Sí, vuestro Cristo era Dios. Pero, ¿qué clase de Dios? Pensad un instante... Un Dios que en vez de aparecer con toda la gloria en medio de su pueblo, salvarle de la opresión y hacerle triunfar sobre todos los reinos de la tierra, se presente aquí abajo con las trazas de un vil car¬ pintero, que respeta al César, y no se cuida de libertar y engrandecer a sus hermanos. Su Padre trataba gustoso con los Pa¬ triarcas, con los sacerdotes, con los guerreros. Y he aquí que el Hijo frecuen¬ ta los plebeyos, los enfermos, los mendi¬ gos, los débiles. ¿Por qué no vino a mí que represento la Fe y la Tradición del pueblo, y que era capaz de entender sus más altas revelaciones, bastante mejor que los pescadores y los vagabundos? ¿No comprendisteis que yo debía estar celoso, terriblemente celoso? ¡Y de quién! De doce miserables ignorantes co¬ mo vosotros. tin Papa rie «Estamos en la era de la luz» Juan XXHI, cuando recibió al yerno de Kruschev, Agiubei, y a su mujer, se volvió a ésta última para pedirle el nom¬ bre de sus hijos. —«Nikita, Alexis, e Iván», le responde ella tímidamente.— «Son tres bellos nombres», exclama el Papa que nota como el nombre de Iván corresponde al suyo de Juan. Por eso le añade con infinita dulzura: «Cuando vuelva a su casa deles una caricia a sus hijos, y en especial a Iván, de parte mía. Los otros, supongo, no se sentirán celo¬ sos por esta caricia especial a Iván». Después, hablando con Agiubei, el Pa¬ pa evocó los versículos de la Biblia so¬ bre la creación del mundo, diciendo: «Dios creó el cielo y la tierra en seis días. Seis épocas. La primera fue la de la luz: afiat luxy>. Nosotros ahora nos encontramos justamente en esa primera era, la de la luz: la luz de mis ojos se ha encontrado con la de los vuestros. Que el Señor nos ayude por el camino de la bondad, si a El place así». El Papa y el obrero Cuando tomó posesión de su departa¬ mento personal en el Vaticano, Juan XXHI se sentó en una silla y comenzó a rezar el breviario, mientras los obreros encargados del traslado colocaban los muebles. Al acabar, anduvo unos pasos para explorar la estancia que no conocía y entró en un salón donde algunos obre¬ ros estaban colocando gruesos baúles. Uno de ellos, que estaba trabajando in¬ clinado sobre el pavimento, tenía la vis¬ ta completamente obstruida por un eajón. «¿No os estorbo, chicos?», preguntó el Papa. El obrero que estaba inclinado detrás del baúl creyó reconocer la voz de uno de sus compañeros. «¿Todavía no has acabado de hacer el estúpido?», gritó resentido. «Déjate de bromear y ven a darme una mano». Juan XXHI avanzó y cogió la caja por la otra parte. Fue entonces cuando el obrero, alzando los ojos, confuso y pᬠlido de emoción, balbuceó: «Santidad, Santidad...» Juan XXHI le bendijo a él y a sus compañeros y viendo al obrero aquel to¬ davía no recuperado de la fuerte emo¬ ción buscó de darle una salida. «Usted y yo, le dijo, pertenecemos al mismo partido». «Pero, si yo no estoy inscrito en nin¬ gún partido», replicó el obrero. «¿No te has fijado en mi traza»?, son¬ rió el Papa bonachón. 7 IIh Vapa ríe,,. «A gente como a ti y a mí es necesa¬ rio inscribirlas en el partido de las per sonas gordas». La palabra en el corazón Durante una audiencia pública Juan XXIII pasa delante de un grupo de per¬ sonas que no reconoce. Monseñor Callori Di Vignale le susura al oído: «U.N.E.S.C.O.». Pero el Papa continúa distraido, inmerso en otros pensamien¬ tos Se para silencioso y, delante de la gente estupefacta, se golpea varias veces el pecho, después la frente, por fin los labios. Después explica: «Las palabras las tengo aquí: en el corazón, en la ca¬ beza. Pero no aciertan a salir a la boca». «Saldré de noche» Haciendo alusión a sus frecuentes sa¬ lidas del Vaticano Juan XXIII dijo: «Di¬ cen que salgo demasiado durante el día. Pues bien, saldré de noche!». «No querréis que me quede a cenar» Juan XXIII poseía un innato, finísimo sentido del humor. Un día está para sa¬ lir de un instituto de Salesianos. Pero los sacerdotes paran su coche, le rodean, hasta tal punto que queda bloqueado el tráfico. Le presentan después un micró¬ fono al Papa y él comenta sonriendo: «No querréis que me quede a cenar!». El Nuncio inquieto Durante su período parisino. Monse¬ ñor Roncalli acoge de buena gana la in¬ vitación de visitar las provincias aun pa¬ ra manifestaciones modestas. Pío XII le hace saber que sospecha que el Nuncio no está suficientemente en su propia se¬ de. Roncalli le responde: «Padre Santo, yo me muevo únicamente cuando me in¬ vitan los obispos. Y pienso así poder lle¬ var a los fieles de Francia el corazón, la voz, la mano benéfica del Papa». ¿Está pronta la «carrozza? Durante su existencia el Papa Juan no pronunció nunca la palabra «automò¬ bil». Le parecía no formar parte de su lenguaje. En vez de decir «automòbil», decía «carrozza». «¿Está pronta la ca¬ rrozza?», preguntaba sonriendo a sus co¬ laboradores. ¡Pacienciai paciencia! Al pastor Roger Schütz, prior de la co¬ munidad protestante de Taizé, que le des¬ cubre su deseo de ver en la Iglesia Ca¬ tólica un espíritu más evangélico y po¬ bre en su aspecto exterior, le responde el Papa: «Paciencia, paciencia, no pue¬ do hacerlo todo de una vez». (Continuará) 8 Pero aún esto no era bastante. Yo soy rico, y vuestro Dios glorificaba la pobre¬ za. Yo soy sabio, y El estimaba a los niños más que a los escribas y doctores. Yo soy el jefe del Templo, y El profeti¬ zaba que sería destruido. Cada una de sus palabras era para mí una herida, ca¬ da promesa, un peligro. Era Dios, pero se portó conmigo como un enemigo. Conmigo, que hasta ahora era el más alto representante de Jacob sobre la tierra. ¿No comprendéis toda¬ vía que tenía que odiarle, y que todas las fibras de mi ser me impulsaban a desha¬ cerme de El? Sabedlo de una vez: La crucifixión no fue un error, sino una ven¬ ganza. Yo soy un hombre, y El es Dios. La lucha, diréis, es desigual, absurda, in¬ sensata. ¿Y qué importa? Hay en mí algo de esos titanes que celebran las fábulas de los griegos. Jacob luchó toda una noche con Dios, pero no pudo vencerlo. Yo he conseguido matarlo. No os imagináis lo que puede ser la voluptuosidad terrible, el orgullo embria¬ gador, de sentirse hombre mortal, y a pesar de todo, tener enUe las manos la vida de Dios. Nadie antes de mí ha po¬ dido detentar, aunque fuese sólo un ins¬ tante, este temible, pero supremo e ine¬ fable poder. Y creo que no tocará a nin¬ gún hombre probar lo que yo he saborea¬ do: estar en la tierra, y condenar al cielo; ser un hombre y matar al Creador. Estoy por encima de todo el género humano. Soy el único que haya tenido la temeri¬ dad sobrehumana de condenar a muerte a Dios. Soy el único, y seré para siempre el único. Pero vosotros, pobres y mezquinos ex¬ pósitos pequeños, no podéis comprender mi exaltación desesperada, y sin embar¬ go gozosa. Palidecéis y tembláis. Estáis horrorizados. Quizás no creéis a vuestros oídos, y os imagináis seguramente que me he vuelto de repente loco, o que Sa¬ tanás ha entrado en mí. No, no comprendéis, no podéis com¬ prender, no comprenderéis jamás... tríptic DE PASSIO FLAGEL·LAT Ereu ja poc un home, un home bell —la majestat per tot us refulgia i vostres ulls li feien llum al dia—; un home sa, mes sou ara un mesell! Clapes de sang i nafres, vostre pell han enfosquida tota; on s’hi estenia frescor de rosa i llir, la ferotgia s’hi és esbravada a cops de dur flagell. «Vet aci l’home!» crida el gran covard —«el verm» més bé diria; vermenosa la vostra humanitat quasi se feu! Mes jo. Senyor, commòs al vostre esguard, tacant-me d’heretgia piadosa, dic: Sou menys home, però sou més Déu! ESCUPIT Es ja la vostra cara nafra pura. La pell de front i galtes, mentó i nas, tot un clivell. Davant vostres ulls clars hi penja com un drap de sang obscura. Tocats d’espines o amb l’escorxadura del guant de ferro i dels assots, cap vas roman sencer. Es ja la vostra faç fruita de passió massa madura. 9 Doncs no; Vodi no té assaciament. Afig a un turment, altre turment; al vil menyspreu, Vescreix de grolleria! I al rostre trist, tan xop, tan estremit de patiment. Senyor, us hi ha escupit els seus pútrids gargalls, la gola impia! «SITIO» Vós que teniu pel gram i per la rosa la caritat del rou cada matí i al fontinyol i al riu hi feis venir Vaigua que canta i corre i mai reposa; Vós que del fosc moixell que al cel se posa en sabeu filar pluja, bri a bri, i dau de beure, amb vostre enginy diví, a Vhome, a tot vivent i a tota cosa; Vós, dalt la creu, clamau que teniu set! ¿Quina set és aqueixa que us tortura? Mes ja. Senyor, endevín tot el secret: Per a regar la dolorosa flor de vostres llavis secs, teniu fretura de Vaigua dels meus ulls i del meu cor! P. Miquel Colom, T. O. R. Detalle de la célebre escultura en madera del «Cristo Devoto», que se conserva en la Catedral de Perpiñan. 10 El «ca.so Judas» fHisterio det amor dioino íf de la iniquidad humana Escribe: L. GARI - JAUME, T. O. R. El otro día, en plena clase de Religión, una niña de doce años me interrumpió: —¿Por qué eligió Jesús a Judas para for¬ mar parte del Colegio Apostólico, sabien¬ do que después le traicionaría? La pregunta se quedó, por un instante, prendida del silencio de la sala, mientras yo me disponía a responder. Pero, ¿acaso podem.os los hombres responder a esta pregunta? ¿No estamos frente al más in¬ quietante de los misterios? Por toda res¬ puesta, me limité a preguntar: —^¿Sabrías decirme, pequeña, por qué unos hombres se salvan y otros se con¬ denan? Igualmente, el «caso Judas» es un misterio que no podemos comprender. Es el misterio del amor divino y de la iniquidad humana... ¡Doble misterio! Esta simple reñexión pareció aquietar la mente de la ingenua niña. Asintió sin más. Y yo no juzgué oportuno ni condu¬ cente problematizar sobre una cuestión que constituye la cruz de los teólogos y los divide en campos de verdaderas ba¬ tallas ideológicas. ¿Para qué levantar más polvareda y verter más tinta sobre un problema (un problema que se hace «misterio», como diría Marcel) que sólo se verá claro en el cielo? Conviene, no obstante, considerar, a la luz de los hechos, los móviles que lle¬ varon al Iscariote a perpetrar el crimen que manchó para siempre su nombre. El «caso Judas», en deñnitiva, es el «caso» de todos los que, tarde o tempra¬ no, hemos traicionado alguna vez al Se¬ ñor. El siniestro ruido de las treinta monedas, arrojadas en el santuario, gra¬ vitará siempre sobre la humanidad. Nues¬ tra tragedia empieza allí donde termina la de Judas. Participamos todos de su complicidad. ¿Quién era Judas? Judas, apodado el Iscariote —«hombre de Queriot» (pueblecito del sur de Ju¬ dea)—, era el único judío entre los Doce. Los demás apóstoles eran de Galilea. Anotemos este dato. La geografía —^uno de los dos ojos de la historia— ayuda a veces a interpretar los hechos. En nues¬ tro caso, los conñrma. En Judea —la desnuda y estéril Judea—, con sus landas de monte bajo y sus valles pedregosos, se forjará el pueblo de «dura cerviz» que cruciñcará al Señor. En la fértil Ga¬ lilea, tierna de pastos y gozosa de fru¬ tales, Jesús verá crecer con vigor la se¬ milla de su doctrina. Una mirada, un gesto, una palabra, bastarán a Jesús para arrancar de sus redes, de sus barcas, de sus pingües tierras, de detrás del regiS" tro de contribuciones, a los que deben continuar un día su obra redentora. Podrán los de Judea tratar a los galileos de ignorantes y provincianos y hasta mo¬ farse de su defectuoso acento en el ha¬ blar, pero ninguno de los nacidos en la dulce Galilea hubiera sido capaz de ven¬ der a su Maestro por cuatro miserables dineros. Al menos así lo aseguraba un dicho rabínico: «En Galilea el dinero cuenta menos que el honor». «Uno de vosotros es un diablo» En la lista de los Apóstoles que nos dan los Evangelios sinópticos, el nombre de Judas —«el que traicionó al Señor»— aparece siempre en último lugar. Se di¬ ría, como una lúgubre sombra en torno al Maestro... Y a la verdad, su oscuro rostro —rojizo, como imaginan algunos— nunca se deja ver a plena luz a lo largo del Evangelio. Todo es sombrío en él. Las pocas alusiones son tan vagas que sólo se harán comprensibles a la trágica luz del Jueves Santo. Al año y medio de su elección, Jesús da este severo juicio de Judas: «¿No he elegido yo a los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.» (Jn. 6, 70). Esta amarga comprobación se hace en un momento en que el círculo de ñeles se estrecha en torno a Jesús. Fue después del discurso del Pan de Vida —aquel discurso tan «duro» que originó la desbandada de Cafarnaúm—, cuando Pedro, en nombre de los Doce, declaró lealmente: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y n sabemos que tú eres el Cristo». Para en¬ tonces, Judas era ya un «demonio» para Jesús. ¿Por qué? Consultemos el con¬ texto. El día anterior había tenido lugar la multiplicación de los panes a la orilla del lago. La multitud saciada ve en el milagro una señal mesiánica y quiere proclamar rey a Jesús. Pero Jesús sabe muy bien cuál es el carácter de este mesianismo —^puramente nacionalista y te¬ rreno—, del que participan también sus apóstoles (sobre todo, Judas), y se es¬ cabulle de la turba delirante. «No sólo de pan vive el hombre —ha¬ bía dicho al tentador en el desierto—, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4, 4). El camino que le ha trazado su Padre no es el espectacular y glorioso que esperan los judíos, sino el camino de la cruz redentora. ¿No ha¬ bría Judas intentado apartar a Jesús de este camino, como a su vez lo preten¬ diera Satán en el desierto? ¿No sería por esto que Jesús le habría llamado «demonio»? Así, un año antes de su ges¬ to deñnitivo. Judas había abandonado ya a Jesús. Al menos, en su interior. El que siga quedándose con el Maestro es ya una traición. Y aquí el «caso Judas» se hace todavía más impenetrable. ¿Cómo Jesús puede consentir en tenerlo cerca de él sabiendo que le va a traicionar? No queda más explicación humana que el inñnito amor de Jesús, quien tratará sacar del mal todo el bien posible: el crimen del Iscariote le servirá para la redención del mundo. era ladrón y, llevando él la bolsa, hur¬ taba de lo que en ella echaban» (Jn. 12, 6). La avaricia, unos inconfesables celos que no se sabe si son de odio o de amor acaban por traicionar al futuro traidor. La no correspondencia al amor transfor¬ ma en ladrón al administrador de la bolsa común. Pero antes de traicionar la bolsa había traicionado el corazón de Jesús. «Era de noche» San Juan precisa que «era de noche», cuando el traidor abandonó el Cenáculo, camino de su perdición. Parafraseando una frase de San Agustín (Tract, in Joh. 42, 6), cabría decir que la noche acudió a la noche. ¿Y quién se atreve a pene- El traidor traicionado No hay duda, Jesús amó a Judas hasta el punto de distinguirlo entre los demás, conñándole la bolsa común. ¿Correspon¬ dió Judas al amor y confianza de su Maestro? Un detalle nos permite dudar¬ lo. Hallándose Jesús, la víspera del Do¬ mingo de Ramos, en un banquete en casa de Simón juntamente con Lázaro y sus hermanas, he aquí que María se acerca con un vaso de ungüento en mano para derramarlo sobre los pies de Jesús y en¬ jugarlos después con el cendal de sus cabellos. El vaso contenía «un perfume de nardo auténtico de gran valor». Toda la casa se llenó del aroma, pero el alma de Judas dejó exhalar también todo el hedor de su vil hipocresía: «Por qué este ungüento no se vendió en trescientos de¬ narios y se dio a los pobres? Esto decía, no por amor a los pobres, sino porque Basta un puñado de cuartos para traicionar la amistad, la libertad, la justicia y la paz individual familiar y social. 12 trar en la doble noche en que se sumer¬ gió el alma de Judas, antes que su cuer¬ po pendiera de un árbol? A pesar de la abyecta estipulación de su persona —treinta sidos de plata era el precio que debía pagarse por la muer¬ te de un esclavo (Ex. 22, 12)—, Jesús intenta penetrar en el alma tenebrosa del discípulo a quien ciertamente había ama¬ do durante tres largos años. Por tres veces, en la tarde del Jueves, Jesús trata de prevenir a Judas, ocultan¬ do su nombre, como si le arrojase una última áncora de salvación. Durante el lavatorio de los pies, el Maestro dice a sus Doce para acentuar el carácter simbólico de su gesto: «Yo sé que vosotros estáis limpios, pero no todos». Y el agua corrió por los pies de Judas, sin llegarle al corazón. Fue el corazón de Jesús quien empezó a palidecer, ya casi sin fuerzas para disimular, apenas sentado a la mesa: «En verdad os digo que uno de vosotros me traicionará». Entre las voces de los demás se alza, temblorosa, la de Judas: «¿Acaso seré yo?, y recibe, en voz baja, la respuesta que sólo él debía oir: «Tú lo has dicho». ¿Audacia, inconsciencia, ansiedad no fin¬ gida en la pregunta de Judas? Todo es posible en un alma abandonada a sí mis¬ ma. Luego, para conmoverle, la voz de Jesús se hace sollozo: «El Hijo del Hom¬ bre se va, según está escrito; pero, ¡ay de aquel hombre por quien será entrega¬ do! ¡Más le valdría no haber nacido!». Ya ni siquiera el trozo de pan untado que le brindara Jesús, como prueba ex¬ trema de su amistad, hizo volver en sí al hombre de Queriot. En aquel preciso momento «Satanás entró en él», puntua¬ liza San Juan. Y ya no hubo más reme¬ dio que alejarlo de su presencia: «Lo que has de hacer, hazlo pronto», suplicó Jesús, sin fuerzas para soportarlo. Judas salió. Tampoco él podía aguantar más al Maestro. Su rencor le ahogaba. «Era de noche...», y Judas se entregó al poder de las tinieblas. El hijo de la perdición Era costumbre que el discípulo besara la mano del rabino o maestro. El Tal¬ mud así lo prescribía. El Evangelio se li¬ mita a constatar: «Adelantándose, Judas, dijo: —¡Salve Maestro! Y le besó». Sin embargo, la tradición constante del arte imagina un beso en la cara. Y quizá fue¬ ra así. Un beso en la cara servía de me¬ jor contraseña para distinguir, a la luz de las antorchas, al Dios confundido en¬ tre los hombres. —«Amigo, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?». Aquel beso había desconcertado a Jesús hasta el punto de llamarle con increíble ter¬ nura: ¡Amigo! Era la última llamada de amistad, por parte de Jesús, que no en¬ contraría respuesta. Judas se retiró para que la jauría se apoderase de Cristo. Y huyó, perseguido por el fantasma de su negra traición. Aquel beso le revolvía la sangre. Los treinta dineros le quemaban las manos. Y he aquí que todavía un último destello de luz detuvo al hombre de Queriot en su camino de perdición. «Cuando vio que condenaban a Jesús, Judas llenóse de arrepentimiento y de¬ volvió a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos los treinta sidos, dicien¬ do: He pecado al entregar sangre ino¬ cente». No era sólo la avaricia, pues, la que guiaba esta alma tenebrosa, puesto que vino a arrojar el dinero en el santua¬ rio. Ni tampoco el odio inconfesable de perder a Jesús, pues reconoce su felo¬ nía. No, Judas no quería llevar a su Maestro hasta la muerte de cruz, a lo más, unos azotes que le servíeran de es¬ carmiento. ¿De dónde, pues, su suprema y exasperada adhesión a Jesús? ¿De dón¬ de, sino de un amor desesperado, del infierno de un amor sin esperanza de amar y de ser amado como los demás? Judas amaba a Jesús, pero su amor no era desinteresado como el de Pedro a quien bastó una sola mirada del Maes¬ tro para llorar su pecado. El corazón de Judas no estaba lo suficiente blando pa¬ ra las lágrimas del arrepentimiento. Le faltó lo que fue concedido sin más al buen ladrón: la esperanza del perdón. Sin embargo, constituye el misterio de los misterios el que Dios permitiera que uno de sus elegidos se convirtiera para siempre en el Hijo de la perdición. «Misterio del amor divino y de la ini quidad humana» — es el subtítulo que empleamos para designar el «caso Ju das». Efectivamente, no hay otra frase en el Evangelio más misteriosa que la que se aplica de lleno al hombre de Queriot: «Es necesario que venga el es¬ cándalo; pero, ¡ay del hombre por quien se produce el escándalo!» (Mt. 18, 7). 13 14 Huecas oòras en el Seminario Seráfico LA PORCIÚNCULA P jr articipando de la fiebre de construcción que sacude a toda la ancha zona turísti¬ ca de El Arenal, el Seminario Seráfico La Porciúncula ha ido cambiando de aspecto y fisono¬ mía durante estos últimos años. El antiguo adificio, de sobrias líneas y espe¬ cífico gusto de los años veinte, —que venía a ser una cuarta parte de un proyecto, afortuna damente, dejado sin terminar por su mala orien¬ tación (este - oeste)—, resultaba incapaz de al¬ bergar el número siempre creciente de vocacio¬ nes. La Porciúncula, a pesar de su nombre, que significa ccporción pequeña» en recuerdo de la iglesia de Asís, no tuvo más remedio que en¬ grandecerse y multiplicarse. En 1956 se inau¬ guraba un nuevo edificio, orientado hacia el noroeste y partiendo de casi frente el lado oc cidental del antiguo edificio, unido a éste por¬ uña baja galería. Es un esbelto pabellón de cuatro plantas, rematado por una magnífica te¬ rraza con cierto aire de fortaleza. A fines del año pasado se estrenó otro nuevo pabellón, si tuado al otro lado del antiguo edificio y tam¬ bién en dirección noroeste, exclusivamente des¬ tinado a salas de estudio y comedores para más de trescientos aspirantes. Su blanca fachada es muy elegante y vistosa. El antiguo edificio, no¬ tablemente reformado en sus dos pisos superio res, queda habilitado ahora para dormitorios, por cierto, muy confortables y espaciosos. A nues¬ tro modo de ver, no estaría de más remozar un poco su fachada exterior en consonancia con los dos flamantes pabellones contiguos. No es tanta su historia, ni está tan lejano en el tiem po, para que se respete su intrascendente fiso¬ nomía. Impresionante y grandioso es el cuerpo de edificio que se levanta sobre columnas de ce mento armado, en dirección hacia el mar, de 96 metros de longitud. En dos meses se han cu¬ bierto las cuatro inmensas plantas destinadas a Seminario Mayor, con compartimientos separa¬ dos para los alumnos de Filosofía y Teología. De arriba a abajo: I) Nuevo pabellón, recién ter¬ minado, para salas de estudio y comedores del Semina¬ rio Menor. 2) Edificio en construcción para los alumuos de Filosofía y Teologia. 3) Perspectiva desde la carre¬ tera de entrada. mW// Esbelta y vistosa fachada del pabel lón recién estrenado. Tendrá más de un centenar de habitaciones in¬ dividuales, sus correspondientes aulas, museos bibliotecas, etc. Hacia la mitad longitudinal de este edificio y en la parte que mira a los res tantes pabellones, se erigirá una iglesia de gran¬ des dimensiones que armonizará todo el conjun¬ to. Está concebida según la más avanzada téc¬ nica de la arquitectura sacra de nuestros días. El arquitecto Sr. Ferragut quiere hacer de ella su obra más representativa. Tendrá forma gra¬ ciosamente ovalada, con el altar mayor en su parte más ancha, rodeado por varias sillerías de coro en semicírculo, y sobre el cual una altísi¬ ma cúpula proyectará, de día, un misterioso halo de luz natural. Toda ella estará construi da con material noble y sus muros laterales se¬ rán de cristal policromado. ¡ Algo único en to¬ da Mallorca! Terminamos esta breve reseña expresando nuestra más reconocida gratitud y entusiasta en¬ horabuena al Muy Rdo. P. Antonio Bauzá, al¬ ma y artífice de todas esas nuevas obras en La Porciúncula, cuyo nombre quedará aquí, talla¬ do en piedra, para estímulo y gloria de las ge¬ neraciones futuras. 15 cneistionesi Inlianas «PRODUCTOS El pintarse, entonces como ahora, no era eostumbre privativa de una clase social determi^ nada: «La mujer del herrero, que se pinta, ¿por qué hace hurla de las manos de su marido, que están negras?» {Arbre de Sciencia III, pág. 50). No sólo se ponían colors en la cara, sino tam¬ bién otros ingredientes: «Entre las otras (mu¬ jeres) había una que iba muy bien ataviada de vestidos y que se había puesto en el rostro mu¬ cho afeite de colors y de altres coses» (Blanquerna, pág. 359). No todas las mujeres tenían bastante habili¬ dad para saber disimular el artificio de la pin¬ tura: «Y por eso le sucede al hombre como a la mujer que se pinta la cara y cree embelle¬ cer, pero se afea por cuanto no sabe encubrir a la gente los colors y las artimañas, ni sabe adornar sus facciones con tanto primor como lo hace la naturaleza» {Contemplació VI, pág. 236). Ni se avergonzaban ya entonces las mujeres, de acudir a los lugares sagrados o a las cere monias religiosas, pintarrajeadas de cualquier manera: «El cardenal de Adoramus te vio una mujer que seguía la procesión, la cual mujer estaba adornada con oro y plata y piedras pre ciosas y cuya cara, con los colors que se había puesto, brillaba de igual manera como brillan las imágenes en las cuales (al pintor) se le ha (^Continuación) ido de la mano el barniz {verniç)y) {Blanquerna, pág. 328). No siempre se empleaban productos de pri¬ mera calidad y por eso despedían a veces olo¬ res poco gratos para el olfato: «Un hombre te¬ nía una mujer que se tenyia y se adobava la cara. Aquella mujer poníase en el rostro tales colors, que despedían mal olor y el marido lo sentía cuando se acercaba a su esposa. Aque¬ lla mujer se adobava para parecer bella a su marido y darle placer» (L. de Meravelles III, pág. 76). Y entonces, lo mismo que ahora, las mujeres se pintaban o teñían los cabellos y las cejas, los ojos, las mejillas y la boca: «La mala mujer. Señor, se pone blanquet y color y se tiny los cabellos y las cejas y la boca y los ojos para parecer bella a la gente» {Contemplació III, pág. 10). «Si las mujeres pinten sus ojos con colors... Si las mujeres se pinten la boca de vermella color... Si las señoras se pinten los ca¬ bellos de groga color y negra...y) {Ib., págs. 112 y 113). «El (Blanquerna) vio muchas señoras que entraban en la iglesia, las cuales iban ves¬ tidas con muy nobles vestidos. Teñidas lleva¬ ban las cejas y los cabellos; en su cara había colors, blanco y rojo, para que los hombres las viesen y las deseasen para los placeres de la lujuria» (Blanquerna, pág. 257). ( Concluirá ) P. Miguel Colom, T.O.R. SORDOS!! OIR BIEN ES FELICIDAD DISPONEMOS DE 35 MODELOS EN APARATOS AUDITIVOS. CONFIE SU OIDO A UNA CASA ESPECIALIZADA. Pje. Maneu, 38 • TeL 16034 Palma 16 «VENERABLES» de la tercera orden regular Allá en nuestros años mozos (ayer, como quien dice), cuando se nos encarecía y ponía en el cielo las excelencias de la Tercera Orden, nombrándonos aquella no corta serie de santos que la ilustraron con sus virtudes, pensábamos para nuestros adentros: Pero éstos y aquellos pertenecían a la Tercera Orden Secular. ¿Es que, nos decíamos, en la Tercera Orden Regu lar no hubo quienes alcanzasen a ser eminentes en santidad señalada, ejercitándose heroicamen¬ te en las virtudes religiosas? Desde entonces, llevamos en el corazón el afán de sacar de la oscuridad los nombres de los Religiosos, cuyas virtudes nada comunes les mereció aplauso, admiración y fama de santi¬ dad entre sus contemporáneos, y el dictado de Venerables de los Cronistas. Y ahora, puestos nuestros deseos en ejecución, se nos ha venido a los ojos una primera lista de aquellos Religio¬ sos; de los cuales, unos resplandecieron en el amor a sus prójimos, y aplicados a su servicio en hospitales y entre los apestados, cayeron víctimas de su caridad; otros, principalmente, en los Conventos de la Recolección, emularon a los antiguos anacoretas con sus abstinencias, penitencias y asperezas: éstos practicaron fiel¬ mente la altísima pobreza franciscana y la más perfecta obediencia; aquellos, consumieron días y noches en afectuosa oración y atentísima con¬ templación. Manuel Oliveira Ferreira, portugués, en su «Compendio General de Historia de la V.O.T.» (Tabla III, Hagiología) y el P. Buenaventura Tellado, de la Provincia de Santiago de Com¬ postela, en su «Prontuario de Terceros» (Cap. VII) nos dieron la mano con la siguiente lis ta de Venerables de la Orden Tercera Regular, a la que sólo añadiremos brevísimas notas de los PP. Arbiol O.F.M. y Antonio de la Chica, Trinitario Calzado, y nuestras. Rdmo. P. Maestro ANTONIO de TABLA¬ DA, Visitador General de la Congregación Es¬ pañola, durante 24 años. Obtuvo del Pontífice Clemente VII la célebre Bula «Ad uberes fruc¬ tus» por la que era nombrado Visitador Gene¬ ral también de toda la Tercera Orden, con fa¬ cultad exclusiva de dar hábitos a los seglares. Fue Visitador de los Conventuales en España. R. P. Maestro Antonio Chacón, 4 veces Mi¬ nistro Provincial. En el Capítulo General de toda la Orden Seráfica del año 1639, renunció al nombramiento de Ministro General que le otorgara el Cardenal Protector Barberino, en nombre de Urbano VIII. Ill Itinerario de la Fe a ROMA organizado por «El Heraldo de Cristo» Sieí día 23 de junio at 6 de julio de 196^ Itinerario: BARCELONA - MONTPELLIER - MARSELLA - NIZA - ALASSIO GENOVA • PISA - FLORENCIA ■ SIENA - ROMA • ASIS • PESARO PADUA - VENECIA - MILAN > TURIN - GAP - NIMES - PER¬ PIGNAN - BARCELONA. Guío - acompañante • Servicio - PP. Franciscanos Autocar - Pullman • Hoteles confortables Plazas limitadas • Pida folletos - programa Onformes tf reseroas-. Dirección de «El Heraldo», Convento S. Francisco, Palma de Mallorca (de 5 a 7 tarde). AEROMARITIM A, S. A , Paseo Gmo. Franco, 39 Palma de Mallorca. 17 CalnWj LATABLEIAQUE DA BIENESTAR Y TONIFICA lOS NERVIOS R. P. Maestro Antonio Pérez, dos veces Mi¬ nistro Provincial. R. P. Juan Mejía Solideo, Ministro Provin¬ cial, Fundador de la Recolección en Caños San¬ tos y Visitador de las Provincias de la T.O.R. de León y Portugal. R. P. Ivo de Jesús, primer Provincial de S. Miguel de Terceros y gran defensor de los de¬ rechos de éstos. R. P. Francisco de Arjona, Ministro Provin¬ cial. R. P. Maestro Miguel de la Vega, Ministro Provincial. R. P. Martín de las Cruces, Fundador del Convento de Ntra. Sra. de los Remedios y Co¬ legios de Sta. María de Jesús, en Antequera; y del Convento de Caños Santos, en Olvera. R. P. Blas de Dios Tamariz, Fundador del Convento de Sta. Ana de Ecija. R. P. Cristóbal de Ubeda, Fundador de San Antón el Viejo, en Granada. R. P. Gabriel Lorenzo, Fundador de San An¬ tón de Granada. R. P. Maestro Cipriano de Sta. María, Escri¬ turario y Defensor de la Inmaculada (Vid. El Heraldo, Dbre. del año pasado). R. P. Maestro Gabriel de Maqueda. Con un tratado apologético dedicado al Rey Felipe IV consiguió el cierre, al menos momentáneo, de las casas públicas... R. P. Salvador de Olivares, Maestro de Teo¬ logía y Ministro en el Convento de Granada. R. P. Pedro Montero, Ministro de Osuna. R. P. Andrés de Sta. María, muerto en Jerez. Se llegó a incoar en la Curia de Sevilla su pro¬ ceso de Beatificación. R. P. Maestro Juan de Segovia, muerto en Roma, cuyo cuerpo enterrado en Santiago de los Españoles fue inútilmente reclamado por los Religiosos de la T.O.R. de SS. Cosme y Damián. R. P. Manuel Viegas. R. P. Nicolás de la Torre. R. P. Esteban de Jesús Sevilla. R. P. Antonio de Jesús M.", id. R. P. Martín Rivilla, gran Predicador. R. P. Bernardo García, penitente en Sti. Spi¬ ritus del Monte. R. P. Pedro de Benavides, tío del Marqués de Javalquinto. Se le atribuyen algunos mila¬ gros. R. P. Rodrigo de Vivar. R. P. Pedro de Mendoza. R. P. Pedro Sancho de Lebrija. R. P. Juan de S. José, de Ecija. Murieron víctimas de su caridad con los apestados de Antequera: R. P. Juan Domínguez; R. P. Antonio Cano; R. P. Cristóbal Jiménez; R. P. Ildefonso Mora¬ les; R. Fr. Alonso de la Concepción, (Corista de 17 años); R. Fr. Juan Meléndez, (Corista); R. Fr. Juan de S. Bernardo, (Corista); R. Fr. Cristóbal Galán, (lego); R. Fr. Francisco Gar¬ cía, (lego), víctima de su caridad con los apes¬ tados de Triana; R. Fr. Juan Muñoz, (lego); R. Fr. Marcos de Vergara (lego), en Jerez. Le llamaban el «fraile Santo». En nuestro afán de sublimar muy alto a la T.O.R. pedimos a N.P.S. Francisco que los ejemplos de nuestros mayores enciendan en los espíritus de sus hermanos un ardiente deseo de igualar, sino superar, sus virtudes y su san¬ tidad. Fr. Francisco Amengual, T.O.R. IGNIS Oistribuidor exclu«¡voi El campeón de los FRlOORlFICOSi Una maravilla italiana, abora en S<«paña General Ricardo Ortega, 11 - Teléfono 26238 PALMA DE MALLORCA 18 PASO A LA JUVENTUD Sr. Director: Ya sé que es¬ to de presentarse uno mismo no se suele hacer. Pero uno tiene que hacerlo si quiere darse a conocer. No soy más que un estu¬ diante que se prepara para la Universidad. No espere, pues, de mí una colahoración profe sional. Sólo quiero mostrar lo que tengo. Lo que todos noso¬ tros tenemos. Una juventud sincera que husca a través de sus pocos años una reflexión de adulto. Personalmente, me gusta discutir. Dialogar con toda la gente. Pero, hablando siempre uno después del otro para co¬ nocer mejor lo que dice mi interlocutor. Sr. Director, yo le he pedi¬ do escribir en su revista y us¬ ted me lo ha concedido con mucho gusto. Gracias. Siem¬ pre tendré bien presente el consejo que me dio; «Ten en cuenta, Luis, que cada cabe¬ za es una opinión distinta. Y que estamos en una sociedad en creciente diversificación de mentalidades. Y la tuva es tan sólo una más entre todas ellas. Eso, sí, sincera como tú me dices». ¿Qué pasa? Nada. No me refiero a Bar¬ celona. Yo no sé lo que pasa por allá. Sólo quería decir que aca¬ bo de leer uno de los prime ros números de un semanario «independiente» que se publi¬ ca en España. Lo pongo entre comillas porque en el número cinco, por ejemplo, dice; «Tra¬ ducimos a dogma toda suge rencia dada por el Estado». Con lo cual deja fuertemente asentada la clara posición de su neto partidismo. Si verdaderamente esto quie re ser un ensayo de pren sa independiente, nosotros los jóvenes, los que tenemos aho¬ ra en nuestras manos el futuro de la nación, aborrecemos tal independencia. Queremos ser independientes en nuestras opi niones. En nuestra manera de pensar. Por eso no creemos en tales «ensayos». El Concilio ha señalado la pauta, con el ejemplo tan pal¬ pitante de la libertad de expre¬ sión y opinión de todos sus componentes. El Concilio ha dicho que la prensa deberá ayudar a la cultura y al bien común. Pero al bien común no se le ayuda si cada individuo no manifiesta plenamente sus propias opinicnes y necesida des. West Side Story Un 3r. Pero, con mis cua tro pelos de barba de toda la semana y la gabardina oscura de papá, me cuelo. Francamente, no creo que la juventud de hoy sea de es ta manera. En España, desde luego que no. En cambio, en América, puede que ocurra así. Aunque el problema racial y el de la delincuencia juvenil se tocan de una manera muy superficial. Lo suficiente para crear la amibentación de un nuevo Romeo y Julieta, diría yoSe nota, fácilmente que. a partir de la segunda escena, deja olvidado ese crudo drama¬ tismo de los dos barrios riva¬ les (portorriqueños y ameri canos) para meternos en el es tudio y dejar el verdadero West Side (lado oeste). Es amoral, en cuanto que lo religioso, lo moral. Dios mis¬ mo, está o se deja totalmente al margen de la vida de estos jóvenes. Aquí está el fallo y lo más peligroso de todas aque¬ llas películas donde la ausen¬ cia de un principio recto que regule las acciones humanas, lleva necesariamente a formar un concepto utópico de la vi da. Y como consecuencia, uno se deja arrastrar por la sim¬ patía de una juventud sin pe¬ nas ni castigos, que actúa an te el crimen con una naturali¬ dad simplona. Esta película debería hacer¬ nos reflexionar, y mirar ante todo por la conservación de los verdaderos valores del espíritu y de la conciencia moral. LUIS 19 HATER mSERieORRIAE Una entrega generosa para el bien de vuestras hijas ^^ientras esperamos impacientes la apertura, cercana ya, del Sanatorio - Escuela cc Mater Misericordiae», en números sucesivos os iremos informando detalladamente de lo que será núes tro Centro y lo que necesita para que sea efi¬ caz. Para realizarse son precisos tres elementos: la bendición de Dios y la protección de María, labor docente y cooperación de las familias de nuestras alumnas. El favor de Dios es evidente para cualquiera que siga paso a paso la ingente obra. Para la docente labor, el Centro cuenta ya con varias religiosas especializadas. El edificio consta, como saben, de tres pabellones: UNO para paralíticas, clasificadas en diver¬ sas categorías. DOS para educación especial (lo que hasta ahora hemos llamado de retrasadas mentales) que abarcará: retrasadas por debilidad mental; retrasadas por defectos de lenguaje; retrasadas por defectos auditivos; retrasadas por defectos varios; retrasadas por semieducables; inadapta das escolares por defecto de carácter. Dadas las circunstancias diversas en que pue den encontrarse las distintas familias, el régi¬ men del Centro será de: Internado, externado, ambulatorio y consultorio externo. En los diversos casos se trabajará en grupos reducidos y homogéneos bajo la dirección de religiosas especializadas, en colaboración con médicos especialistas, necesarios y convenientes. La exploración y tratamiento de la capacidad mental, personalidad e psicomotricidad se abor¬ dará según los métodos y técnicas propias y modernas de que dispone: la psicología expe¬ rimental, la pedagogía terapéutica, la clínica actual, la rehabilitación. Los trabajos manuales o terapia ocupacional, en sus varias divisiones: recreacional, educacio¬ nal, vocacional, ergoterapia, ocupará un lugar preeminente, pues, según el dictamen de un gran psicólogo español, contemporáneo, trata¬ mos, no de «crear un mundo para la niña, si no de incorporar la niña al mundo, a la socie dad». ¿Cómo pueden colaborar las familias de nuestras futuras niñas? Desde estas líneas, pero en otras ocasiones, os informaremos sobre ello. Os adelantamos hoy unos consejos: • Acepten el estado de la niña como algo que¬ rido o permitido por Dios. ® No la mimen, no le ahorren ningún esfuer¬ zo que ella pueda realizar. Con esto irán quitando el complejo o senti miento de inutilidad, que a veces se apodera de las niñas, y prepararán la base para una posi¬ ble recuperación. Sigue la lista de donativos Anónimo Sr. Dr. D. Francisco Valdés 200 pts. 5.000 )) Anónimo 1.000 » Albaceas de D. Miguel Cerdá D.'* Magdalena Daviu Bordados Mirador 5.000 )) 100 )) 200 Imprenta Palmesana 200 Pueblo de Moscari 700 D.’ Catalina Nebot 3.000 D. Antonio Company Colegio S. Francisco de Asís de Pe- tra, de una rifa Colegio S. Francisco de Asís de Inca Pueblo de Son Servera 100 2.500 1.100 1.000 Rdo. D. Ramón Riera 500 D. Miguel Mulet D."* Catalina Valls 1.000 25 Sra. de Asensio 25 Casa Regional Catalana 2.000 )) D. Juan Vidal de Santanyí 100 3) Colegio S. Francisco de Asís, La Real 400 » Anónimo 300 3) enceua eai CREACIONES DE PARÍS ARTICULOS CRHISTIAN DIOR: GUANTES Y MEDIAS, BORDADOS DE TODAS CLASES, LENCERIA FINA, REGALOS DISTINGUIDOS oyí^ctí/di) ~ cíe Qy 20 (íPc Ze agina ael retaría VENERABLE ORDEN TERCERA DE SAN LUIS REY Esta Hermandad que, regida por los Rdos. PP. de la T.O.R., radica en la Pa¬ rroquia de San Francisco de Asís, Ma¬ drid, ha organizado unos cursillos de for¬ mación terciario-franciscana, dirigidos por el Rdo. P. AGUSTIN de Barcelona. Han tenido lugar los días 31 de enero al 6 de febrero del año actual. A estos Cursillos, que han resultado magníficos, han asistido la casi totalidad de los hermanos de esta Hermandad y varios más de Hermandades sujetas a las Obediencias de PP. Capuchinos y de Me¬ nores, dando fin con la celebración de una magna Asamblea en la que han par¬ ticipado hermanos de las Obediencias in¬ dicadas, siendo presidida por el Rdo. P. Agustín, Director de los Cursillos, el Rdo. P. Sebastián Ginard, Director de esta Hermandad, el Rdo. P. Antonio Barceló, Comisario Provincial de la T. O. R., el Rdo. P. Casiano Sáez, Comisario Pro¬ vincial de los Menores, y nuestro Discre¬ torio. En la Asamblea que, previo el rezo de las preces de costumbre, fue abierta por el Director Rdo. P. Sebastián, la herma¬ na Ministra dio lectura a una breve Me moría de la actuación de la Hermandad desde su fundación. La hermana Tesorera dio lectura a un resumen de los gastos e ingresos de la Hermandad durante el año de 1963. Se tuvo un coloquio en el que los asis¬ tentes, incluso el Rdo. P. Agustín, dieron su impresión sobre los Cursillos celebra¬ dos, siendo unánime en todos el entusias mo. El Rdo. P. Agustín intervino para ex¬ poner, en la forma clara, sencilla y ame na que él acostumbra, todo lo que en la T.O.F. debe considerarse esencial y a su vez lo que es accidental. Nuestro P. Director hizo la propuesta a los PP. Comisarios de preparar me¬ diante cursillos a Unos grupos de herma- INCOMPARABLE POR SU CALIDAD 21 • • »••• • •• • Trasfitliinttcom CABO SAN ROQUE CABO SAN VICENTE T^almmnfm mOmafí**M/o» Línea Regular a Sud-Américo Cruceros Turísticos III CRUCERO A LOS PAISES NORDICOS Del 11 af 30 Julio 1964 «Cabo San Roque» Precio por persona, desde Ptas 12.800 nos que puedan dedicarse a propagandis¬ tas de la T.O.F. Intervinieron a continuación los PP. Comisarios, Rdos. P. Antonio Barceló y P. Casiano Sáez, quienes felicitaron a es¬ ta Hermandad, por ser la primera en lle¬ var a cabo el acuerdo del Discretorio Na¬ cional Interobediencial de celebración de cursillos en las Hermandades. En cuanto a la organización de propagandistas, creen que también se conseguirá. Entre tanto, los mismos Directores pueden ir preparando algunos hermanos dentro de cada Hermandad. Expresaron su convencimien¬ to de que deben ser los seglares los que se vayan responsabilizando en la organi' zación y marcha de los Discretorios. Se dio fin a la Asamblea con el rezo de un Padrenuestro y la invocación a N.S.P. San Francisco, cantándose por todos a continuación el Himno Franciscano. Valeriano Fernández Tesoro espiritual del Terciario Absolución general: Días 19, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28 y 29. Indulgencia plenaria: Días 5, 6, 9, 19, 22, 25 y 29. CRUCERO A LAS ISLAS GRIEGAS GRECIA Y TURQUIA Del 18 af 29 agosto 1964 Sfo. Domingo, TI PALMA DE MALLORCA «Cabo San Vicente» • • Precio por persona, desde Ptas. 9.900 Informes y reservas de plazas: Su agencia de viojes, o ï YBARRA Y CIA., S. A. Avda. Antonio Mauro, 64 Teléfono TSSOS {3 líneas) PALMA D£ MALLORCA 22 preguntas if respuestas ¿Adiós a la Bula? Rdo. Padre Marcelino: Si es cierto que la Bula proviene de los privilegios concedidos para fomentar la lucha contra los moros, ¿no parece su uso, ahora, fuera de tiempo? La con¬ dición, supongo, sería luchar, ¿no le parece que difiere mu¬ chísimo de la de ahora: pagar un impuesto y así «comprar> in¬ dulgencias y privilegios? ¿No hay otra manera de pedir limosna? ¿No le parece que sería un buen ejemplo de ecu- menismo que nadie comprara Bula, que se diera la misma limosna y que se ayunara? J. G. (Inca) Evidentemente la Bula es un privilegio fuera de tiempo que debía haber desapa¬ recido de España con los últimos moros, pues después de ellos no tenía motivo su existencia. Por eso ha dado lugar a esa especie de «simonía» que insinúa usted. Es claro que todos van a comprar su bu¬ la para no tener que ayunar. Serán contadísimos los que no la compren y den aquel dinero en plan de limosna para ga¬ nar sus indulgencias, que a fin de cuen¬ tas viene a ser lo mismo. Pero el problema, a mi entender, es más profundo hay que buscarlo en ese excesivo tradicionalismo del catolicismo español, en ese «vivir de rentas», del re¬ cuerdo, de la gloria pasada, del esfuerzo de otros, para quedarnos inmóviles, extasiados, embobados y no hacer nada. Eso, sí, seremos muy católicos porque un bisabuelo de nuestro tatarabuelo mató moros a porrillo (para que no le mataran a él), porque el Papa en un discurso di¬ jo: «la católica España» (que lo sea), porque tenemos una tía monja y un sobri' no sacerdote (pobrecitos) y porque va¬ mos a misa (¿entera?) todos los domin¬ gos... Pero detrás, cubiertos por esa her¬ mosa cortina, hacemos lo que nos da la gana. ¿Y no seríamos tan católicos o más, si empezáramos a vivir como tales? ¿No se¬ ría bueno dejarnos de anticoallas y tras¬ tos de museo, por valiosos y fósiles que sean, para fijarnos un poco en nuestro seudocatolicismo actual para hacerlo más cristiano y católico? ¿No es ya hora de mirar qué hacemos nosotros por la Igle¬ sia, y no qué ha hecho, hace o hará la Iglesia por nosotros? Este es el problema: problema de adap¬ tación que va siendo resuelto por el Con¬ cilio, pero también problema de autenti¬ cidad por parte de los católicos. Si se quita la Bula (muy posible); si se dice la Misa en castellano (muy necesa¬ rio); si se dan unas normas muy claras y evangélicas pero después seguimos tan frescos, se habrá perdido el tiempo. Por eso creo que lo primero que debe mos hacer es vivir auténticamente nues¬ tro catolicismo, ser católicos «de pelo en pecho» y entonces esos problemitas se so¬ lucionarán por sí solos. ¿De acuerdo? Fray Marcelino NUESTROS DIFUNTOS PALMA DE MALLORCA. — Fallecieron los siguientes Terciarios de la Hermandad de la Basílica de San Francisco; D. Miguel Mir Thomàs, día 5 de enero; D Julio Pedrera, el 21 del mis¬ mo mes; D. Julián Vidal, el día de la Conversión de San Pablo y del Bto. Ramón Llull. PUEBLA DE ALMORADIEL (Toledo).—Después de 19 años de enfermedad, murió muy cristianamente la suscriptora de nuestra revista, Dña. Asunción Salazar, día 8 de enero del oño en curso. INCA.—Día 26 del citado mes de enero pasó a mejor vida la Terciaria Franciscana Doña Magdalena Pastor Frau. LLUCMAJOR.—Día 22 de noviembre de 1963 falleció Dña. Margarita Garcias Ciar, sus¬ criptora. STA. EUGENIA. — Día 20 del pasado mes de enero durmióse en el Señor D. Antonio Ro¬ ca Pericás, antiguo suscriptor de la revista y fiel cumplidor de sus deberes cristianos. LLUBI —Día 13 de enero murió cristianamente D. Juan Martorell Lladó, a los 93 años de edad. Nuestro péseme a sus familiares, especiolmente a su hija Sor Margarita del nombre Jesús, Religiosa Franciscana, Superiora del Convento de S'Aranjasso, y a su sobrino Fr. Francisco Alomar, seminarista franciscano. 23 nterih ^(líllut Uume Contratista de Obras Santiago Rusiñol, 4 Tel. 11342 PALMA DE MALLORCA TAPELES PINTADOS Y PINTURAS ÓLEOS Y ACUARELAS PARA ARTISTAS MARCOS Y MOLDURAS Casa Pomar Flores S. 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El de levantar el «capot» para estudiar el motor del coche, cuando no entendemos una palabra de mecánica. • El de quedarnos mirando durante un ra¬ to la boca de la alcantarilla por donde se nos acaba de caer una moneda de cinco pe¬ setas. • El de viajar inclinados sobre el asiento del conductor del coche cuando llevamos prisa, como si así fuésemos a llegar antes. • El de pulsar una y otra vez el interruptor de la bombilla que sabemos positivamente fundida. • El de mirar al trasluz la botella que, una vez invertida, ya no deja salir ni una gota. 27 a LOMPART maquinaría AGRICOLA MOTOCICLETAS PALMA - MANACOR - INCA - LA PUEBLA lÈ CASA FRAU MUEBLES CARPNTERÍA PKRSIAMAS KMROL·L·ABL·GS R. 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