El Heraldo de Cristo 1962, n. 631
EL HERALDO DE CRISTO
REVISTA MENSUAL DE LOS r P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R.
•
OCTUBRE 1962

Año LUI - Núm. 631

•

REDACCIÓN Y ADMÓN:

I CONVENTO DE SAN FRANCISCO

TELÉFONO 12695

|

PALMA DE MALLORCA
•

ji

DIRECTOR:
P. L. GARÍ-JAUME, T. O. R.

VICE-DIRECTOR: P. JAIME TUGORES, T. O. R.

ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA: P. F. BATLE, T. O. R. Y GORO

IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ

•
PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: ORDINARIA. . . . 40 PTAS. BIENHECHOR ... 75 PTAS. PROTECTOR ... 100 PTAS.

•
DEPÓSITO LEGAL P. M. 340-1958

NUESTRA PORTADA
El retrato más antiguo de San Fran¬ cisco de Asís, pintado en 1228, dos años después de su muerte, en el muro de una capilla lateral del Sacro Speco
de Subiaco.
y

cJ^ea en
i este numero:

El Concilio de la Catolicidad

.

.

1

.Mensaje de esperanza .... 3 Mato-Grosso y Huamachuco, tierras
de misión y contraste ... 4 Los testigos de Jehová, sembradores
de miedo y confusión ... 7 Desde los Andes peruanos ... 9
V Centenario de la muerte del Ven.

P. Bartolomé Catany
Si San Francisco volviera

11 ...
14 ...

La flor de l'alt penyal .... 16

Luz roja. La hora de la familia . . 17

Punto y seguido

19

Cuestiones Lulianas

20

Sanatorio - Escuela «Mater Misericor¬

diae»

.21

Página del Terciario. . . . .23

Preguntas y respuestas . . . . 24

Página de humor

25

——
■IRECTOR-PROriETARIO;
NELSON B. CRAMER

ccsliairanñatena

mmmnn

LAVADO tN SECO Y HÚMEDO

NUESTROS TELÉFONOS:

TALLERES: TIENDA:

OficiRos: Pasaje Ca'n Faixino, 68-70 y 72 -15012 y 22273 Secciones de limpiezo y teñides 22272 y 22274 Plaza Olivar, 22 -11104

SUCURSAL DEL TERRENO: Calvo Sotele, 198 -11129

SERVICIO DE 8 HORAS

EL CONCILIO DE LA CATOLICIDAD
(D¡esde que el 25 de enero de 1959 el Papa Juan XXlll sorprendió a la Iglesia y al mundo con el anuncio de un próximo Concilio Ecuménico, los hombres de la propaganda han querido buscar un título adecuado para la futura asamblea ecuménica. Al principio las primeras informaciones, todavía un poco confusas, dieron pie para que brotaran espontáneamente diversas denominaciones. En una primera frase de espectacularidad informativa se quiso ver en el Concilio la gran concentración convocada por el Romano Pontífice para lograr la unidad de todas las confesiones cristianas. Y así, la asamblea ecuménica comenzó a llamarse el “Concilio de la Unidad".
No tardó en aclararse el horizonte y las primeras informaciones apresuradas de las agencias dieron paso a nuevas referencias mucho más reposadas y precisas. El Papa no se había propuesto como objetivo, por otra parte ingenuo, del Concilio, obtener automáticamente y casi taumatúrgica¬ mente el milagro de la unidad. Este sería uno de los problemas inscritos en la agenda de la asamblea; pero no el único, ni siquiera, quizá, el principal. Pronto se advirtió que el Santo Padre se proponía realizar un gigantesco examen de conciencia de la Iglesia entera en todos sus aspectos vitales, a fin de responder a la angustia de los hombres de nuestro tiempo. Así, esta pers¬ pectiva mucho más cercana a la realidad, dio paso en algunos sectores a
una nueva denominación: “El Concilio de la esperanza".
Pero este título tampoco prevaleció. Una idea grande y luminosa fue adquiriendo vigor y relieve a medida que el Papa y los organismos prepara¬ torios iban definiendo y aclarando los objetivos y las características del Concilio Ecuménico. Pronto se advirtió que una palabra sacra se hallaba pre¬ sente en toda la estructuración, en todo el programa, en todos los trabajos pre¬ paratorios y en todos los propósitos de la magna asamblea: la universalidad. El Vaticano II no sería un Concilio polémico contra algo o contra alguien, sino un Concilio positivo, mucho más inclinado a las actitudes y decisiones pastorales, que a las proclamaciones y cánones dogmáticos. La totalidad de la Iglesia iba a mirarse en el Evangelio para comprobar los quilates de su fidelidad. Al mismo tiempo, por primera vez en la historia, la Iglesia, al escu¬ char la voz de su propia conciencia, iba a escuchar la voz de la humanidad entera, representada físicamente por 2.500 Padres Conciliares procedentes de todos los continentes, de todas las lenguas y de todos los pueblos de la tierra. Así, justificadamente, se abrió paso la gran denominación definitòria del
Vaticano II: “El Concilio de la Catolicidad".
1

Heui^aje
ile
esperanza
La Providencia ha querido que ¡a solemne apertura del Concilio Ecu¬ ménico coincida casi cronológicamente
con la celebración del DOMUND.
El Concilio se inaugura el 11 de octu¬ bre y el DOM UND se celebrará 10 días después. Por estas fechas, toda la inquietante atmósfera de la opinión pública, no solamente cristiana sino también mundial, se verá impregnada del aire esperanzador del Concilio.
La Dirección Nacional del
DOMUND ha preparado una gran novedad este año: el ‘mensaje de es¬
peranza*, es decir, el envío al Santo Padre desde todas las familias e insti¬ tuciones españolas de una tarjeta de adhesión en esta hora grave de la Igle¬
sia. Dice así: ‘Al iniciarse las tareas del Concilio Ecuménico Vaticano 11, envío a Vuestra Santidad, como men¬
saje de esperanza, la promesa de mis oraciones y sacrificios y la ofrenda del donativo que entregaré el próximo día
21 en la colecta del DOM UND con
destino a Vuestra Santidad por medio de la Obra Pontificia de la Propagan¬
da de la Ee>.
Solicita esta tarjeta de adhe¬ sión, que se te servirá gratis. Todos los fieles españoles deberían enviar al Pa¬ pa, desde el .11 al 21 de octubre, este ‘mensaje de esperanza». Se quiere bloquear el correo del Vaticano con un millón de tarjetas españolas. Que no falte la tuya.
3

Mato - Grosso
y Huamachucoj
tierras de contraste

Interesantes manifestaciones del
P. BARTOLOME VANRELL, T. O. R.

C.— 1 P. Bartolomé Vanrell, T. 0. R., necesita presentación en las co¬
lumnas de nuestra revista. Es conocido
su nombre, pero no su persona. Nuestros lectores lo conocen tan sólo de vista, a través de una foto publicada en el pasa¬ do número de junio, hecho todo un «ca¬ ballero andante» sobre vieja muía por los Andes peruanos. Pero ése no es el P. Vanrell que acabo de descubrir mi¬
rándolo a la cara.
Me sirvo de la fotografía que encabe¬ za esta página para ensayar un esbozo de su persona: ojos verde-oscuros, saltones, momentáneamente fijos porque trata de revivir su gran aventura «como en un sueño de vigilia»...
Todo el P. Vanrell está en esa mira¬
da largamente tendida, en la que uno puede leer todo cuanto le bulle dentro. Y sólo quien le ha oído hablar confiden¬ cialmente podrá leer esa especie de in¬ terlíneas insinuadas en sus labios cerra¬
dos, que no saben si reir o reírse. Aña¬ diendo que sus dos ojos iluminan un ros¬ tro lleno tras unas negras gafas, tendre¬ mos el perfil de un hombre de treinta y dos años, alto y fornido, a quien le pe¬ san un poco sus anchas espaldas.
Y no está de más saber que el P. Van¬ rell es hijo de Petra, cuyo nombre Fray Junípero unió para siempre con la remo¬ ta orilla del hemisferio colombiano. El
mismo espíritu misionero llevó al P. Bar¬ tolomé a gastar los años de su mejor ju¬ ventud en esa franja de sol y selva que se extiende desde Mato-Grosso, Perú y Méjico hasta la floreciente California evangelizada por el fraile de Petra, Ju¬ nípero Serra.

El P. Bartolomé Vanrell acaba de pa¬ sar en Mallorca los tres meses de este
verano. La aparente entrevista que si¬ gue es el resultado de unas cuantas pre¬ guntas formuladas de viva voz en el transcurso de una fraternal comida, que el P. Bartolomé prefirió contestármelas por escrito. Ahí van textualmente sus respuestas.
—Cuénteme, Padre, algunas de sus im¬ presiones sobre los ocho años de vida mi¬ sionera desplegada en Mato-Grosso, Mé¬ jico, o el Perú.
—Al dejar Mallorca, rumbo a las mi¬ siones del Brasil, sentía que se iban ex¬ tendiendo ante mí nuevos horizontes, nuevos campos de apostolado, y me lle¬ naba de una rara alegría ante esa desco¬
nocida aventura. Instintivamente veía
realizarse el ansia de todo joven sacerdo¬ te, ávido de una vida de contrastes, de lucha, de incógnita. Además estaba sa¬ tisfecho de ser uno más que podía res¬ ponder a la llamada del Papa, ante la es casez de sacerdotes en América Latina.
—¿Ofrecen peculiares características las distintas misiones en que ha trabaja¬
do?
—Acerca de las misiones, tanto en Bra¬ sil como en Perú, otros Padres han ha¬ blado ya extensamente. Yo podría decir que es un trabajo apostólico diferente del que conocemos en España, con las características especiales del medio am¬
biente: selva o sierra. Claro está que también los caracteres de los sacerdotes

4

son diferentes, y por esto, mientras unos gustan de la vida tranquila del convento, o la tarea abnegada del colegio, de la pa¬ rroquia, otros se acostumbran a esta vi¬ da agitada y aventurera, que les resulta más fácil y agradable. Yo, por mi parte, siempre me encontré muy a gusto en los años que llevo en América, ya que ia simpatía de la gente y los frutos abun¬ dantes que uno ve en las labores espiri¬ tuales son un gran consuelo para el es¬ píritu del misionero.
Sólo voy a dar unos detalles particula¬ res, extraídos de mi dietario (que, dicho sea de paso, funciona más por tiempos que por días). Leo en uno de los días de mi jira misionera: «Aquí la naturaleza parece implacable». A uno que se aso¬
ma a la inmensa selva del Amazonas o
a las imponentes cumbres de los Andes le invade la profunda sensación de estar ante un misterio, —el misterio de la na¬ turaleza—, como si se adentrara en el arcano de los tiempos, para ir al encuen¬ tro de la rectilínea sencillez de las cosas.
La civilización, con todas sus complica¬ ciones, está muy lejos aún. Aquí se escu¬ cha el lenguaje de la verdad desnuda, sin subterfugios ni violencias. La natura¬ leza aparece implacablemente dominado¬ ra, sin trabas, exuberante, virgen y gran¬ demente fecunda, lujuriosa en su belleza y hechizo, que atrae y fascina.
No es raro que aquí el ser humano se sienta solo, aislado e indefenso. No do¬ mina aún los impulsos violentos de la naturaleza, porque carece de medios. No tiene defensa de los elementos externos, que lo agotan continuamente y lo dejan con el sombrío aspecto del vencido. Esta es la impresión que me llevé tanto de los «caboclos» del Mato-Grosso, como de los «cholos» de los Andes. Esto, diríamos, en el campo material. Pero, gran reper¬ cusión tiene también en la vida espiri¬ tual de estas personas. Dado su carácter y la falta de sacerdote, se refugia en ciertas creencias religiosas, hechas a su imagen y semejanza. Todo esto desembo¬ ca en un extraño fatalismo en sus actos, que uno puede observar fácilmente en ellos, además de prácticas supersticiosas, que a veces son su único consuelo espi¬
ritual.
—Toda vida de misionero es una aven¬ tura tejida de experiencias y episodios novelables. ¿Tiene algo que contarnos en este sentido?
—Sigo con otra anotación de mi cua¬ derno: «Aquí es tierra de contrastes». Al que siempre ha seguido el camino traza¬

do, hecho por la disciplina y monotonía del seminario o convento, difícil se le ha¬ ce creer en la amplitud, variedad y efi¬ ciencia que adquiere el apostolado en es¬ tas tierras. No es el claustro cerrado, es el campo sin fin. No es un reglamento para una vida, es la vida misma que ha¬ ce su propia ley, la cual es buena cuando nos eleva y nociva cuando nos deprime.
Un episodio de un día cualquiera de
nuestra ruta en Bolívar: Nos levantamos
al tercer canto del gallo, a las tres y media de la madrugada. La luna se pasea orgullosa y lozana entre campos de es¬ trellas. Mientras ya emprendemos la mar¬ cha, figuras de mil formas se nos acer¬ can y nos hacen grotescas y variadas muecas. El ronco compás de los cascos de los caballos es el único ruido que me tranquiliza. Mi espíritu está fresco como el rocío de los campos y yo gozo de una paz extraordinaria. Pienso en la casa de mis padres, ausencia que ya ha formado en mi ser huella de soledad; recuerdo que sigue vivo en mis pasos, en mi ora¬ ción, en la gratitud más sincera por el apoyo a mi vocación...
Brasil... Méjico... ¡Méjico...!
Yo estoy sumido durante horas en es¬ te sueño de vigilia.^.
Pero, gradualmente, y como por arte mágico, mis ojos se abren a un espec¬ táculo maravilloso, que contrasta notable¬ mente con la confusión y las sombras de momentos antes. La montaña que tengo enfrente, alta unos 4.000 metros, corona¬ da por el sol, es una antorcha que apun¬
ta al cielo. Las nubes se han convertido
en llamas. Ya se distinguen los ríos, ár¬ boles, rocas... A mi derecha, éstas se lanzan a la inmensidad del espacio, mien¬ tras que a mi izquierda, allá abajo, veo al río Marañón sembrar de árboles y flo¬
res su camino.
El guía nos explica: «El camino por
donde vamos se llama camino del Inca.
Allá lejos está el «Tambo» (posadas si¬ tuadas a distancias determinadas), don¬
de los indios descansaban en las noches.
Ahorita estas construcciones están en
ruinas. Cerca del «Tambo» de Callangate, antiguamente murieron muchos, ya por el frío, ya por las guerras entre las tribus rivales». Días antes, él mismo nos hablaba de las curiosas leyendas de la <Mamatonga», de «Luna Verde», etc.
Este es el día de mis dos aparatosos tumbos; rodamos caballo y caballero, jun¬ tos, hasta morder el barro... del Inca. Día de muchas y variadas emociones. Al cabo de 14 horas de caballo, escribí: «Tie¬ rra de contrastes», como el alma del jo¬ ven misionero.

5

Otro día, tal vez llevado por el cansan¬ cio de las largas horas, escribí pesimista
en Bolívar; «Los días inútiles». Inútiles
califiqué en aquel momento los esfuerzos y trabajos de la inmensa mayoría de es¬ tos pobladores, ya que, ante la falta de medios de comunicación, no se pueden exportar los productos; con el individua¬ lismo en los negocios no se puede lle¬ gar al comercio organizado; la falta de protección en sus empresas hace que di¬ fícilmente puedan miejorar su nivel de vida; tampoco hay médicos ni farmacias a las que confiar su salud.
—¿Qué clase de dificultades entorpe¬
cen u obstaculizan la labor del misione¬
ro?

ricanos de Mariknoll, que tan fecundos frutos da y que ha merecido el aplauso de la Jerarquía. Labor también de un sa¬
cerdote norteamericano han sido las fio-
recientes Cooperativas, obra social estu¬
penda y de grandes alcances, entre per¬ sonas las más necesitadas y que ha dado una solución efectiva al mejoramiento del nivel de vida de muchos que, de otra manera, hubieran quedado siempre en la miseria. Podría llamarse urgente esta formación religiosa y técnica, pues hay dos fuerzas poderosísimas que tratan de atraerse a las masas: el comunismo y el protestantismo. Y hay que luchar con me¬ dios eficaces y modernos si no queremos estar en franca desventaja.

—La campaña que están desarrollando los protestantes en América Latina es de grandes proporciones. No es un aposto¬ lado directo a la- persona, a la familia. Una gran organización tiene unidos pas¬ tores y fieles; éstos no son espectadores, sino todos se sienten activos apóstoles formados en la «palabra de Dios», la Bi¬ blia. Y predican «opportune et importu¬ ne» en todas partes. No necesitan gran¬ des iglesias para ostentar su fe; en las visitas domiciliarias, en las calles, pla¬ zas.... La efervescente inquietud de su fe es una búsqueda incesante.
Mientras que el sistema católico es su¬ perficial, y por tiempos. Religión sin pro¬ fundidad: misas, bautismos... Separación entre clero y feligreses. Católicos hechos mirando la tradición... La competencia, en estos lugares, es muy desigual.

—Sus ocho años de experencia en tie¬ rras de misión le capacitan. Padre, para dar unos consejos orientadores. ¿Qué aconsejaría a uno que quisiera ser misio¬
nero?
—Ante todo, plena acomodación a la nueva vida, al nuevo ambiente. Recono¬ cer que, como nos decía el Nuncio de Li¬ ma, los nativos poseen virtudes y gran¬ des cualidades que nosotros mismos a veces no tenemos y que al principio no se aprecian como es debido.
Más que el respeto a su «Padresito», se tiene que conseguir la confianza llana y sincera del hermano y del amigo. Des¬ pués, mucha preparación y sólida forma¬ ción en todos los aspectos de la vida pa¬ ra una mayor y una más profunda ac¬ ción evangelizadora. En Perú hay ejem¬ plos maravillosos de este espíritu abier¬ to a todas las necesidades humanas. Hay el célebre sistema del apostolado cate¬ quístico entre niños, jóvenes y adultos, llevado a cabo por los Padres norteame¬

De vez en cuando, se ve merodear algún oso por el río Marañón. He aquí un ejemplar capturado.
—Y para terminar, ¿tiene algún men¬ saje o saludo especial para dirigir desde
estas columnas?
—Desde las páginas del «HERALDO DE CRISTO» quiero enviar un fraternal saludo a todos los colegas misioneros de la Orden; un agradecido recuerdo al P. Sebastián Lliteras, que con la falange de «Martas» son un apoyo constante a nues¬ tro apostolado misionero. Y, como algo particular, a los queridos feligreses de la iglesia de Nuestra Señora de la Espe¬ ranza, en Méjico, verdaderos apóstoles desde sus hogares, mi más cálida y since¬ ra gratitud. Y a todos los lectores del «HERALDO» que nos ayudan con sus oraciones y limosnas les digo sincera¬ mente: es muy grato pensar que no esta¬ mos solos en estas misiones que la San¬
ta Sede nos ha confiado.—L. G. J.

6

#

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ, SEMBRADORES DE MIEDO Y CONFUSIÓN

«Guardaos de los falsos profetas^ que vienen a vosotros con vesti¬ duras de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces». [Mat. 7, 15).

Yo los he visto desfilar, tristes y silen¬ ciosos, por las calles de nuestros pueblos y Ciudades. Como los falsos profetas dt siempre, también los de hoy se hacen acompañar del lúgubre son de las trom¬ petas del Juicio Final.
Seguramente, tú también los has visto y has tenido que oir sus apocalípticos anuncios. A unos golpes o a una llamada de timbre te encontraste con ellos, a la puerta misma de tu casa. Eran dos per¬ sonas desconocidas, más bien jóvenes, de cuidada presencia. Envolvieron sus pri¬ meras palabras de saludo a ti y a todos los de casa con este extraño mensaje; «Os anunciamos una gran noticia: El Rei¬ no de Dios ha llegado».
Fuego del cielo
Después, aprovechando tu momentánea confusión, te soltaron el siguiente o pa¬
recido «rollo» de miedo: ...Pues el fin
del mundo está cerca, a la vuelta de es¬ quina, como quien dice. Fuego del cielo pronto va a caer sobre vuestras cabezas. La explosión atómica de Hiroshima no fue más que un juego de niños al lado del diluvio de fuego que incendiará la tierra. ¡Convertios!
Plazas reservadas
Quizá, la «noticia» te sonó a vulgar monserga de charlatán e intentaste ce¬ rrar la puerta. No fue fácil. Con un pie la mantuvieron entreabierta, hasta que

terminaron de soltar la tarabilla: Reclu¬
tamos gente para el Reino. Darse prisa. Quedan pocas plazas disponibles. El nú¬ mero de los 144.000 elegidos, que serán salvos en los «cielos nuevos», está para ser completo. ¡Ea, en camino! Id a sal¬
var el mundo. Mañana será tarde. No os
olvidéis de llevar en las alforjas de via¬ je un buen frasco de vitriolo contra el Papa, promotor de guerras, y una buena provisión de calumnias contra la Iglesia Católica, religión de Satán.
Ya lo has oído: ¡Un cielo a plazas re¬
servadas!
¿Quiénes son?
Dijeron llamarse Testigos de Jehová y ser tan cristianos como tú. Los simples títulos de las revistas y folletos que te ofrecieron (Sea Dios veraz. El mundo se acaba. Atalaya, Despertad, etc.) los de¬
latan.
Espero que no te entretuviste en leer su contenido, ni siquiera por curiosidad. No vale la pena hacerlo y, además, está prohibido por la más elemental ley de sanidad pública. Podrías naufragar en la fe de tus mayores. Prende fuego a toda esa baja literatura, no sea que baje fue¬ go del cielo a devorarnos a todos.
Te prometieron volver. Déjalos. La ca¬ lumnia y la mentira no deben encontrar más que el desprecio, sobre todo si se
fabrican con la verdad envenenada. A so¬
las, en tus oraciones, trata de excusarlos ante Dios por ignorancia. Son unos pobres hermanos extraviados.
¿Quiénes son, me preguntas? No du¬ do en contestarte, Biblia en mano, como hacen ellos: Falsos testigos, pues está es¬ crito: «El falso testigo profiere menti¬ ras» (Prov. 14,5).
Pot-pourri de herejías
En el próximo número de «EL HE¬ RALDO» pienso enumerarte la serie de

7

desvorganzantes mentiras y trasnochados
errores que constituyen su doctrina, -.«pot-
pourri» de todas las herejias de los siglos
pasados. Te hablaré de los fundadores de esa especie de trust americano, del fracaso escandaloso de sus profecías, de sus interpretaciones cabalísticas y fan¬ tásticas de la Biblia, de su organización y táctica. Una palabra lo resume todo: el odio contra la Iglesia Católica. Créame, a estos nuevos «ungidos» no es el Espí¬ ritu Santo quien los dirige, sino el espí¬ ritu de Satán, padre de la mentira.

Falsa denominación

En su maliciosa ignorancia (nada hay más espantoso que una ignorancia acti¬ va, en frase de Goethe), han errado hasta en su misma denominación. Se
llaman Testigos de Jehová. Debieran sa¬ ber que el nombre divino Jehová es una transcripción monstruosa de la palabra hebrea Jaweh, que significa: Yo soy el que soy (Ex. 3,14). Para los judíos Jaweh era el nombre sagrado de Dios por exce¬ lencia, llamado «tetragrama», porque consta de cuatro letras. Antiguamente, el hebro se escribía sin vocales. Después de la cautividad, los judíos, por reveren¬ cia. no se atrevieron a pronunciar el nombre propio Jaweh y lo sustituyeron por el genérico Adonay, vocalizando el tetragrama lo mismo que Adonay, de don-

•'

•

!

¡

!

MfíSlCOK. S.H.

!

VENTAS AL DETALLE:
Pl. Rector Rubí, 8 - Tel. 42 - MANACOR y en los buenos establecimientos del ramo

VENTAS AL MAYOR:

Avda. Joime III, 4 - pral. - Teléfono 1 6 5 4 8

PALMA DE MALLORCA

•

—

•

de resultó la lectura errónea de Jehová.
Se escribía Yaweh y se leía Adonay. Ninguna persona iniciada hubiese leído
Jehová. Esto es sólo una cuestión de
nombre. ¿Cabe esperar nada serio de tan arbitrarios «publicadores» de la Palabra de Dios, cuando nos dan a conocer el
verdadero sentido de la Biblia?
Espíritu alerta
Cuando ellos dicen que el fin del mun¬ do está más cerca hoy que ayer, los Tes¬ tigos anuncian una verdad más grande que una catedral. Pero ningún texto de la Biblia nos autoriza a afirmar que este fin será pronto. Dijo Jesús: «Velad, pues que no sabéis el día ni la hora» (Mat.
25,13). Y en Mat. 24,36: «De aquel día (fin de los tiempos) y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo (en su ciencia humana comunica¬ ble), sino sólo el Padre». ¡Ya ves, los Testigos pretenden saber más que los ángeles y el mismo Hijo de Dios!
Lo que importa, repite Jesús, es per¬ manecer siempre alerta. La vida cristia¬ na es una vela, una vigilia, la prepara¬ ción del retorno y del triunfo definitivo
del Maestro.
Los «últimos tiempos»
Con la primera venida de Cristo los «últimos tiempos» han llegado, pero no están consumados: están en vía de reali¬
zación. El cristiano es un itinerante que
va de paso para el Reino. No camina ba¬ jo un cielo vacío, con la repugnante sen¬ sación de «estar de más», como el exis¬ tencialista; tiene ya las «primicias». El cristiano es una promesa de lo que eter¬
namente será.
La genial frase de San Pablo: «Cristo en nosotros, la esperanza de la gloria», (Coios. 1,27) es la mejor definición de la
existencia cristiana. La vida del cristiano
no es más que un salir al encuentro de ese Cristo triunfante que un día apare¬ cerá sobre las nubes desgarradas del cie¬ lo. No sabemos cuándo, ni nos interesa. Nos basta la presencia de Cristo en noso¬ tros por la gracia, germen de la gloria. Esa inenarrable presencia debe animar, dirigir e iluminar nuestros pasos hacia
el encuentro definitivo con el Señor.
En la primera epístola a Timoteo, 4, 1-2, San Pablo anuncia: «El Espíritu di¬ ce claramente que en los últimos tiem¬ pos habrá quienes apostatarán de la fe, dando oídos al espíritu del error y a las doctrinas diabólicas...» ¿No son los mis¬ mos Testigos de Jehová uno de los más evidentes presagios de los últimos tiem¬ pos?
Gar-Lore

8

loi ■Ondeí aetuanai
PRIMERA VISITA A LA província de
PATAZ

Escribe; P. Sebastián Maimó, T. O.R. Misionero de Huamachuco

(Entre los muchos reventones)

«quien espera».
se cansa de esperar, lo más cierto. Es in¬ creíble las demoras y* esperas que hemos pasado para llegar a la Capital de la Pro¬ vincia de Pataz, Tayabamba: una sema¬ na con las alforjas preparadas, esperan¬
do de un momento a otro el aviso de sa¬
lida anunciado con imprecisión, el sueño en vilo porque más seguro era viajar de noche. (De esta espera dieron buena cuenta los cigarrillos).
Día 11 de julio, a las dos de la madruga¬ da, en la cabina de un camión al lado de Monseñor Nicolau (el buen «Pare Da¬
mià»), en asiento demasiado bien asegura¬ do contra la ruptura de muelles, pues no los tenía, principiamos esta jira. Llegamos a Chagual, puente sobre el Marañón, bien entrada la noche, con un retraso de varias horas debido a tres pinchazos en las llantas (¡buena propaganda para quienes defien¬ den que viajar con curas es pronóstico de mal agüero! Y no tan buena para la compañía B. F. Goodrich «la llanta que vale un perú y corre todo el Perú»); dor¬
mimos en «comunidad» con hombres que
discutían de política, mujeres que reían y hablaban a gritos, y niños que jugaban en la cama y lloraban de sueño luego. A
las cuatro de la mañana reanudamos la
marcha; a las dos horas de subida, ma¬
niobrando en retroceso y arranque en
una curva muy peligrosa, se rompieron los frenos. Providencialmente, este ac¬ cidente no tuvo fatales consecuencias.

pues el chófer paró el camión con no sé qué maniobra profesional; arreglados és¬ tos, dos horas de correr, y pinchazo de
nuevo a los ocho de la mañana; y como
los anteriores pinchazos habían agotado las reservas, nos encontramos sin llantas de recambios y hasta sin parches. Enton¬ ces, la solución dependió exclusivamente de la llegada o encuentro con otro ca¬ mión que nos proporcionara siquiera un parche; así «botados», en la carretera es¬ tuvimos hasta las ocho de la noche, ¡pa¬
labra!
De noche se reanudó la marcha en ca¬
ravana con otros cuatro camiones que a
última hora se juntaron en la espera; dos horas más de correr... y frenazo seco: era un «derrumbe» (desprendimien¬ to de tierra sobre la carretera) que im¬ pedía totalmente el paso; píe a tierra y trabajar para facilitar el paso. Una ho¬ ra más de retraso, y reanudamos la tan accidentada carrera. A las doce de
la noche se paró el camión para que los pasajeros pudieran dormir, y lo hicimos menos que a medias: Monseñor sobre el asiento y yo en el suelo de la cabina con la cabeza gn los frenos; el chófer y los
demás en la carrocería. De nuevo" en ca¬
mino, a la madrugada; y en unas horas el camión llegó al final de su trayecto. En¬ tonces, ruegos y más ruegos porque en¬ tre otras cosas no éramos dos «rubias»; y por fin otro camión accedió resignado a llevarnos a Tayabamba, donde llegamos

9

cerca de las nueve de la noche del día trece.
a la «montaña»
Así llaman vulgarmente al lugar que tiene clima y vegetación de selva. Si bien en nuestra Prelatura coincide siempre con la irregularidad topográfica de la sierra. Estabámos insistentemente invita¬ dos a pasar las fiestas patronales en Ongón, distrito en plena «montaña»; ade¬ más, hacía ocho años que no tenían la visita de algún «padresito» y, por tanto, «habían har tazos hombresitos y mujersi¬
tas» sin bautismo. En sus cartas nos ase¬ guraban medios de comunicación para
trasladarnos desde Tayabamba a Ongón. Llegamos pues a Tayabamba con el pro¬ pósito de no demorarnos allí y pasar de frente a Ongón; pero no hubo las bes¬ tias prometidas; las esperamos tres días y al final tuvimos que alquilar unas por
nuestra cuenta. Mientras tanto pasaron
las fiestas patronales. ¿Qué había ocurri¬ do? Alguien había desmentido nuestra llegada. Seguramente, una maniobra co¬ barde de los protestantes.
Ongón. Nos impresionó el aspecto físi¬ co de los indígenas: pálidos, enfermizos. Luego nos explicaron que la tierra úni-
Reunión con los «cholos»
camente produce «yucas» y «cantones» (tubérculos de escasa alimentación), plᬠtanos en muchas variedades y café. Na¬ da más. Vimos cómo los niños acudían a la escuela con el fiambre a la espalda, y dicho fiambre consistía en una «yuca sancochada (hervida)» para pasar la jor¬ nada escolar. Allí no corre «plata» (dine¬ ro); con ella no se consigue nada; y la única forma de conseguir algo es inter¬

cambiando productos que no tienen. Ellos mismos cargan a la espalda el ca¬ fé, cuatro o cinco arrobas, y en cuatro días de brutal viaje llegan a Tayabamba,
donde lo venden bastante mal a comer¬
ciantes sin conciencia (S/. 9,60 el kilo).
Este mismo camino hicimos nosotros a
lomo de bestia en dos días, madrugando y llegando de noche cada vez. En este distrito hicimos cuanto pudimos, menos «plata».
labor protestante
Machacona y agresiva. ¡Cómo trabajan estas criaturas! Y por si no bastara el éxito que consiguen en el campo católi¬ co, se entretienen en desmentir nuestras llegadas, como ocurrió en Ongón y Frailetambo. Se explica este avance protes¬ tante porque semanalmente llegan a Ta¬ yabamba unos «gringos» (pastores pro¬ testantes norteamericanos) con su ca¬ mioneta, proyecciones fílmicas, folletos y libros de propaganda; y naturalmente, en un ambiente donde no hay cine ni sa¬ las de lectura, a la fuerza estos medios tienen gran aceptación; éstos, a la vez, forman pastores indígenas que se repar¬ ten por la Provincia, y ¡con buenos suel¬
dos! Nosotros carecemos de todos estos
medios, aunque trabajemos mucho más que ellos. Y lo más lamentable es que to¬ do esto despierta únicamente admiración por nosotros, en los católicos, pero nada
más...
por cumplir una palabra,
ocho horas seguidas a pie. Habíamos anunciado nuestra llegada a Frailetambo sobre la una de la tarde. En la imposibi¬ lidad de viajar con dos bestias, porque la que debía traernos el fiambre y al mis¬ mo tiempo llevarme a mí no llegaba, em¬ prendimos la marcha de cuatro horas pa¬ ra no hacernos esperar. Y llegamos a tiempo; Monseñor, montado, porque tenía «menos horas de vuelo» y más años que el que iba a pie. Había tres personas que nos esperaban, pues los demás habían
dado crédito a la mentira del Alcalde
del lugar que era protestante... Un tan¬ to molestados, almorzamos un plátano frito con un huevo y un café, que nos ofreció una india. Y continuamos el ca¬
mino en la forma que lo veníamos ha¬ ciendo; andando uno y a ratos los dos, contando cuentos y acomodándolos a nuestra suerte, cuando el deshuello no lo impedía. Así llegamos a Uctubamba a las siete de la noche (pues nos anocheció a las seis). Dormimos en el suelo, como lo habíamos hecho la noche anterior, y esto facilitó el madrugón de la mañana siguiente. Esta jornada, última para re-
(Sigue en pdg. 23)

10

V Centenario de la Muerte del Venerable

P. Bartolomé Catany, franciscano, fundador del Hospital General

C.— n los días 28, 29 y 30 de septiem¬ bre de 1962, se conmemoró solem¬
nemente en Palma el V Centenario de la
Muerte del Venerable P. Bartolomé Ca¬
tany, franciscano, fundador del Hospital
General del Reino de Mallorca.
Durante estos días, a través de los mi¬ crófonos de «Radio Mallorca» y «Radio Popular», se dio a conocer la obra y per¬ sonalidad del ilustre fraile mallorquín por los siguientes escogidos oradores: Dr. D. Pedro Alcover, Director del Hospital Provincial, Rdo. P. Lorenzo Garí-Jaume, T.O.R., y Rdo. D. Bartolomé Morey, Ca¬ pellán del Hospital Provincial. Habló también un enfermo con palabras de agradecido amor por la benemérita obra del P. Catany.
El día 30, a las 10 de la mañana, el Excmo. Sr. Dr. Jesús Enciso, Obispo de Mallorca, bendijo el Nuevo Camarín del Santo Cristo de la Sangre, donde está emplazado el sepulcro del Venerable Pa¬ dre. Acto seguido, el Rdo. D. Bernardo Ramis, Prior de la Iglesia de la Anuncia¬ ción, celebró Solemne Misa a la que asis¬
tió de medio-Pontifical nuestro Sr. Obis¬
po. Ocupaba sitio de honor el Muy Rdo. P. Antonio Bauzá, Ministro Provincial de la T. O. R. en España. El Muy Ilus¬ tre señor doctor Sebastián Garcías Pa¬
lou, Canónigo Magistral de Mallorca, di¬ rigió a la enfervorizada multitud de fie¬ les un elocuente sermón de circunstan¬
cias. El Coro de la Basílica de San Fran¬
cisco realzó la gran solemnidad con una brillante interpretación de la Misa «In ho¬
norem Sancti Ferdinand!» del Mtro. P.
Antonio Martorell, T. 0. R. EL HERALDO DE CRISTO quiere
también asociarse a esta conmemoración
centenaria evocando, breve pero sentida¬ mente, la figura del hombre que escribió una de las mejores páginas de nuestra
historia balear.
¿Quién era P. Catany?
Día 1 de octubre de 1462, lleno de días y obras ante Dios y los hombres, moría en el hoy desaparecido convento de Je¬ sús, extramuros de Palma, Fray Bartolo¬ mé Catany, primer religioso observante

de la Custodia franciscana de Mallorca.
La llama de Dios que ardía en él había creado una especie de aureola en torno a su figura; al apagarse, se percibió cla¬
ramente el olor de su santidad. Ha muer¬
to un santo —todos decían— y así lo ve¬
neraban.
¿Cuántos años tenía? Quizá lo ignore¬ mos siempre, por falta de documenta¬ ción. Su primer biógrafo. Fray Juan Amadeo Bauzá, nos asegura que el P. Ca¬ tany se preocupó de mantener oculto to¬ da su vida el día de su nacimiento, como también el nombre de los padres y del lugar que le vio nacer. Parece, no obs¬ tante, que su edad debió correr parejas con la centuria que le tocó vivir: sesen¬ ta y dos años es una edad razonable pa¬
ra enmarcar todas sus actividades. Más
aventurado es decidir el lugar de su ori¬ gen. Antiguamente, Lluchmayor y Fela¬ nitx se disputaban la gloria de contarle como a hijo; «pleito y honrosa ambición que suele ocasionar la virtud» —senten¬ ciará el cronista D. Vicente Mut—. Hoy, más fácilm.ente, nos contentamos en pro¬ clamar al P. Catany hijo ilustre de Ma¬ llorca. Tanto más que fechas y nombres interesa conocer la proyección luminosa de una vida, en la que cada palabra y ges¬ to se hace mensaje y lección para nos¬
otros.
El resumen de la vida de nuestro Ve¬
nerable Padre está hecho muy pronto: un fraile devorado por su vocación hasta el total agotamiento de sus energías.
Restaurador de la observancia
En tiempos del P. Catany, la Orden que con San Francisco había inaugurado una primavera de pujante espiritualidad en la Iglesia, se estaba debilitando a cau¬ sa de profundas escisiones internas. La relajación introducida en la observancia de la pobreza por Fray Elias, sucesor del «Poverello» en el generalato, fue agra¬ vándose poco a poco hasta originar en el siglo XV la abierta oposición entre Claus¬ trales y Observantes.
Nombrado Custodio de los tres conven¬
tos claustrales o relajados, únicos exis¬ tentes en las Baleares, a saber, San

n

¿oj horojí
Jíhfiántt
V'

Lámina grabada sobre plancha de cobre, realiza¬ da en el S. XVIII porO. Mel¬ chor Guasp, Pbro., represen¬ tando varios pasajes famo¬ sos de la vida del P. Catany (Cedida por los outores de la Historia del Hospital Pro¬ vincial, publicada el año pasado).

1,

oí

‘

Sioélor :%.eoh^^3^n;àlca<ior de ¿nwjuito.ji Jw

Mp dador det .Xojpital áin*. áe la Ciudail de íJklma,

Conser^^y dòe\\e^aào Jh·\\pt^‘!'',y también de W

de Ji^iwde5a};

^ may áeJ^iw ¿e ibllcr,en<MaU"jy de Je/íu de<Mahon,e'níM.en‘^suS^rimeí^i

Cti/i? é Jn/fautTuior de laOhíer;uaiiijcía.€l £jual,d^pue.r de Kawr uivido enXirnA

pobrera,oración., ayunos,^ afferízasy reíplandecidoc'ncspintu^rof'P^íJ^íiía^^

tj/lurló, eii el dicho de Je/iu deS^eima,en donde je coru*entero,al I.Octu* de 146^

Francisco de Palma, Inca y Cindadela, el P. Catany empeñó toda su ciencia y vir¬ tud para implantar en ellos la Observan¬
cia Regular. No lo logró en su primer intento. Obligado a renunciar a su car¬ go, se fue a llevar vida eremítica en una cueva de los alrededores de Sóller,
atrayéndose otros frailes animados del mismo espíritu. Pero Dios había escogido al celoso P. Catany como luz y sal en
medio del mundo. Pocos años después le
vemos en Palma, requerido y secundado por generosos caballeros, colocando la primera piedra del convento de Jesús, extramuros, cuna de la Observancia Re¬ gular en las Baleares. A esta primera

fundación siguió, más tarde, la de los conventos de Jesús de Sóller, Mahón e
Ibiza.
Apóstol y taumaturgo
La gran lámina abierta en cobre que reproducimos, firmada por el sacerdote D. Melchor Guasp en el siglo XVIII, es un índice gráfico de la portentosa activi¬ dad desplegada por este incansable fran¬ ciscano mallorquín. Es su mejor biogra¬ fía. Se le ve, envuelto en luz inefable, predicando desde el púlpito o mezclado entre las multitudes, erigiendo conven¬
tos al nombre de Jesús o en acto de ser¬
vir a los enfermos del Hospital. Y todo ello realzado por su poder taumatúrgico:

12

restableciendo a su enemigo el brazo que se le secó cuando se disponía a matarle, o profetizando la inmediata llegada de dos naves llenas de trigo en época de pe¬
nuria.
«Predicador de opinión y séquito», en quien «la palabra divina halló un digno intérprete», «Fenelón de Mallorca...».
Durante toda su vida siente como una pa¬
sión por evangelizar, por arrancar las al¬ mas a sí mismas y ganarlas para el cie¬
lo. Dos volúmenes de sermones manuscri¬
tos nos lo atestiguan. Se afirma que tenía una maravillosa
comprensión para todos; estaba siempre pronto a abrir los brazos a las infinitas miserias que se le presentaban. Y lo ha¬ cía con aquella inagotable generosidad que sólo puede nacer de la unión con el Dios vivo. Nada le resiste: ni la salud, ni sus adversarios, ni la ironía, ni la ame¬ naza. Ahí queda todavía en su puesto, en¬ jugando lágrimas y curando dolencias, la gran obra que el tiempo no podrá enve¬ jecer:
El Hospital General
Después de actuar eficazmente en la re¬ conciliación de forenses y ciudadanos y reprimir las sublevaciones populares de la azarosa primera mitad del siglo XV, el P. Catany —«pequeño de los menores y grande de los mayores en santidad»— se entregó a la ardua empresa de redu¬ cir a uno solo los ocho diferentes hospi¬ tales, de precaria existencia por falta de medios, enclavados en el término de Pal¬ ma. El gran prestigio de que gozaba el P. Catany por su ciencia y virtud ante los pontífices y monarcas hizo que, entre los años de 1456 y 1460, se erigiera con toda clase de privilegios el Hospital Ge¬
neral.
Sepulcro glorioso
El humilde fraile que moría en olor de santo aquel viernes, día 1 de octubre de 1462, siguió viviendo en el corazón de las gentes a lo largo de cuatro centurias. Exhumado su cuerpo, quince años des¬ pués de su muerte, se le encontró inco¬ rrupto y «tan fresco como si acabara de expirar». Este inesperado prodigio mo¬ tivó la solemne traslación de su cadáver, enterrado como cualquier otro fraile, a un nuevo panteón construido en el inte¬ rior de la capilla de la Purísima de la Iglesia del convento de Jesús. Muy pron¬ to dicha capilla se vio «llena de mortajas, muletas, ojos, manos y pies de cera o plata», que una multitud de devotos iban colgando en señal de agradecimiento.
La devoción fue creciendo cada día
más, enardecida por nuevas gracias y mi¬

lagros, y el venerado cuerpo tuvo que ser trasladado a la capilla de las Animas de la misma iglesia, donde la muy noble se¬ ñora Catalina Sant-Marti y Simonet ha¬ bía mandado erigir a sus expensas un suntuoso sepulcro. Para ello se organizó una memorable procesión, presidida por los jurados del Reino y los miembros del Cabildo con el Vicario General, «sede va¬ cante», a la cabeza. Ese día, 25 de julio de 1644, en que el pueblo en masa extre¬ mó su fervor y alborozo entre un repi¬ que general de campanas, señalará un jalón impresionante en la historia del
culto inmemorial a nuestro Venerable
Padre.
La lámpara que la devoción popular mantenía encendida ante el sepulcro glo¬ rioso del P. Catany sólo se apagará, cuan¬
do se cierre el histórico convento de Je¬
sús después de la expulsión de sus frai¬ les en 1835. Entonces, los dignos diputa¬ dos protectores del Hospital General, con un gesto que les honra altamente, soli¬ citaron para la iglesia del mismo el cuerpo de quien fue su esclarecido fun¬ dador. Así, desde el 7 de febrero de 1843, fecha de la tercera traslación, los restos mortales del que fue llamado «Padre de los pobres» descansan dentro de una ur¬ na de cristal, cerrada con una puerta de tres llaves, en un sencillo mausoleo en¬ clavado en la parte izquierda del cama¬ rín del Santo Cristo de la Sangre.
Hasta mediados del siglo pasado el ca¬ dáver del P. Catany —según reza el Mar¬ tirologio Balear publicado en 1850 por Antonio Furió— se conservaba incorrup¬ to. Hoy aparece en forma esquelética, re¬ vestido del hábito franciscano. Y uno se
pregunta: ¿No se habrá enrarecido el ve¬ nerado cuerpo por la incomprensible frialdad de nuestra devoción? Nos expli¬ camos en parte el actual olvido que ro¬ dea al P. Catany en un sitio, donde la piedad ancestral de nuestro pueblo se ha
volcado hacia el Santo Cristo de la San¬
gre. Esto es, precisamente, lo que nos re¬ comendaba a todos, cuando decía a sus
sus frailes momentos antes de morir:
«...Amad a Jesús, vivid en Jesús y morid por Jesús». Y hoy, estremecido en sus ce¬ nizas, sigue repitiéndonos: Aquí está, en este grande y patético crucifijo, «la Sang» que redime y sana los cuerpos y las al¬ mas. Pero esto no impide que nosotros, a fuer de hijos agradecidos, honremos
como se merece la memoria del Padre
que no descansó hasta ver realizada en Mallorca la gran institución benéfica del Santo Hospital. Para ello debe servir la presente conmemoración centenaria de
su muerte.
L. Garí-Jaume, T.O.R.

13

L mnpiàeo i/oli/iem...
veces me he sorprendido pensando qué diría al mundo de hoy,
si San Francisco volviera...
Es ésta una interrogación silenciosa que nace y muere dentro de mi: no me atrevo a responder. ¿Acaso tiene respuesta? ¿No sigue vi¬
brando el alma del Poverello en cada brizna de hierba o en cada rayo
de luz? ¿Necesita ser interrogada la transparencia de su alma?
La pregunta se invierte: ¿Qué habéis hecho del mundo? ¿Qué ha¬ béis hecho de la luz? —«¡Yo hice lo que es mío; lo que es vuestro, Cristo os lo enseñe!» —dijo, antes de morir, puesto sobre la desnuda tierra y con la mano izquierda en la llaga del costado.
Desde toda la eternidad sólo existe una palabra, la «Palabra que se hizo carne»: Cristo. Una palabra que no es distinta del que la pro¬ nuncia. Una palabra que se identifica con la Cruz. Nuestras palabras sólo tienen sentido en relación con ella. Por eso San Francisco firmaba sus escritos simplemente con la letra tau. No tenía otro nombre el «Cristo de la Edad Media».
Están muy lejos de comprender al Santo de Asís quienes tan sólo
aciertan a ver en él un teorizador de una suerte de bondad natural que
deberla transportarnos a la paz de los primeros días de la creación. Ignoran que el hombre que se abría paso entre las flores, envuelto por el canto de las aves, vistió a su «hermano cuerpo» con un sayal en for¬ ma de cruz... enrojecido después por la sangre de los estigmas.
No es tan sólo el dulce patrono de una Arcadia religiosa el hom¬ bre que, ante el Obispo de Asís, se despojó un día de sus vestidos en¬ tregándolos a la codicia de su padre, para abandonarse en los brazos del Padre de los Cielos. No sólo él, sino el alma de todo un siglo se liberada con aquel gesto de la sofocante opresión de los bienes de la tierra. Su alma era transparente a trueque de una implacable renun¬
ciación.
Si San Francisco volviera... repetiría, sin duda, a nuestro mundo enfebrecido por el afán de lucro el simple mensaje de su vida: el di¬ nero no puede sustituir a Dios. Y de paso nos recordaría que la pri¬ mera necesidad del hombre es el hombre. Y después trataría de ha¬ blar del AMOR en un mundo donde el amor es un mito en el que na¬
die cree.
Si San Francisco volviera... ¿Acaso se ha ausentado nunca del mundo que tanto amó? Una triple verja de hierro protege su cuerpo encerrado en la roca viva, para que nadie robe a la ciudad de Asís tan precioso tesoro. Corrió la voz de que el Santo se encontraba de pie, con las manos elevadas al cielo. Lo cierto es que su sepulcro está ro¬ deado de una veneración no interrumpida de fieles —como ángeles que de día y de noche montasen guardia—. Ahí está el Patriarca de Asís, en medio de una sublime pobreza, repitiendo de labios de Jesús el mensaje que los hombres no quieren escuchar: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos». L. G. J.
El sepulcro de San Francisco, en la Basílica del Sacro Convento de Asis
14

Al Rnd. P. Antoni Mcjer, T. O. R.
amb motiu de les Bodes d‘Or de la
seva professió religiosa, afectuosament.

Ja no hauré nnai la flor de l'ait penyal! La cama és fluixa i el cervell ja em baila;
el corriol és rost i fa de mal
pujar per entre cards i pedruscalla.
Malgrat això el desig encara hi és i l'enlairada flor de lluny m'estira. Ai, qui em Iliurás del pes! Ai, si tornós lleuger com la guspira!
Perquè no beu cap mola humor del plo, la flor de l'alt penyal té bona flaire; perquè només es sap alimentar de glops de llum i de finíssim aire.
La flor de l'alt penyal té bell color perquè contempla totes les aurores; i ja de bon matí li fa l'amor el sol amb parauletes torbadores.
Mon ull no veu la flor de l'alt penyal,
mes el cor subtilment me la destria
per entre la calitja capvespral que sl temps feixuc al meu entorn congria.
La meva mà no pot donar-se pler de l'enyorada flor amb el contacte; mes l'oratjol amb el suau alè fa arribar son perfum al meu olfacte.
Així està sempre tens mon esperit, amb un deler que l'omple i que el dilata; un llarg deler que no és mai acomplit; un gra que sempre dol i no s'esclata.
I ho torn a dir: queja no l'hauré mai la flor de l'alt penyal, flairosa i bella; perquè hi ha un ample freu de blau espia innavegable entre el meu port i ella.
P. Miquel Colom, T. 0. R.

M ly

IL

EXPOSICIÓN:

Conquistador, 24-Tei 503

MAN ACOR

ROM AIR
TALLER Y ALMACÉN CON EXPOSICIÓN: Paz, 97,101 y 103-Tel. 468
(Mallorca)

luz i*oja

Horizontes lejanos
v--e engañas, Ricardo. Tu drama no es de tipo sentimental, sino reli¬
gioso. Es inútil que vuelvas la cabeza a una
realidad tan palpable. Te esfuerzas de¬
masiado en luchar contra una verdad pa¬
ra la que no tienes objección posible. Por otra parte, no comprendo tu obstinación. De cualquier ángulo que mires tu proble¬ ma, tendrás tu conciencia encadenada a una solución satisfactoria. Puedes elegir el estado o profesión que te dé la gana. Eres completamente libre. Pero ten en cuenta que aquel que yerra el blanco donde apunta la principal actividad e in¬ tención de su vida, debe considerarse fra¬ casado. En los planes de Dios no está el forzar la voluntad, sino el invitar.
La felicidad o la desgracia de una per¬ sona no está en elegir, sino en acertar o no en esa elección.
—Me parece haber comprendido. Pa¬ dre. Pero yo no tengo seguridad en mi decisión. No veo que mi Vocación sea
verdadera.
De una parte no puedo rechazar mi
inclinación vehemente hacia un sacerdo¬
cio que colmaría plenamente mi ilusión de una vida al servicio del prójimo. Vida de renuncia, de voltaje. Pero me falta se¬ guridad.
—Explícate. —La perspectiva de un fracaso en este campo me acobarda de tal modo que no dudaría, a pesar de mi inclinación a la vi¬ da sacerdotal, afirmar que no se da en
mí la verdadera llamada.
—La vocación es un misterio que deja perplejos a muchos individuos.
Dios no viene a llamarnos como llamó
a Pedro y a decirnos: «Sígueme». Ni lo hace como lo hizo con S. Pablo, tirándole del caballo, o como a Ramón Llull. En la vida ordinaria, cada uno oye sus «voces».
Debemos contar con un llamamiento que no se manifiesta sino por indicios, por se¬
ñales que hay que interpretar con cui¬
dado.
En la vocación se compromete, no únicamente la inteligencia o la voluntad.

sino todo el complejo sicológico de una persona. Por eso nadie mejor que el propio individuo es capaz de determinar si una vocación concreta responde comple¬ tamente a sus aspiraciones.
Dices que sientes inclinación al sacer¬ docio. Que tienes gran ilusión. Tienes ase¬ gurada la primera y principal de las pre¬ misas. Sin una gran ilusión no se realiza
nada en esta vida. La ilusión es el móvil
de nuestras mejores actividades.
El eterno problema
—¿Y mis padres? ¿Cree usted que puedo oponerme a ellos? Me aplastan con sus objeciones. —«Te hemos dado la vida para que nos pagues de esta ma¬ nera?» «Eres muy joven, fracasarás». «Te falta tono espiritual para agarrarte a esa vida.» «Te llevas la alegría de casa, etc...»
—El deber de los padres es educar y formar a los hijos para la independen¬ cia. Todo su esfuerzo debe estar centra¬
lizado en darles impulso para que pue¬ dan valerse solos. No deben, por lo tanto, extrañarse de que llegue un día en que los hijos digan: Queridos Padres, voy a orientar mi vida, ya me siento con áni¬ mo para seguir un camino escogido por mí.
Cuando un hijo se encuentra en la encrucijada de una elección, el padre de¬ be ayudarle a que lo haga por sí mismo, pero no ha de forzarle.
Cada día nos encontramos con vidas
rotas por el excesivo amor (egoísmo) de los padres. La vocación es asunto per¬
sonal.
Muchos padres cierran una situación y a veces un porvenir con un no categó¬ rico. No se dan perfecta cuenta de que para los hijos, la vocación a un determi¬ nado estado está sobre cualquier otra. Cometen un grave error, obligándoos a renunciar, aunque sea temporalmente, a
la realización de un deseo que no se ve¬ rifica con entusiasmo sino a esta edad.
Verdaderos motivos
—No puedo oponerme a mis padres porque no estoy seguro de que mi voca¬ ción sea auténtica. ¿Opina usted que lo
es?

17

INCOMPARABLE POR SU CALIDAD
18

—Nadie puede estar completamente seguro de no equivocarse cuando se tra¬ ta de la vida interior de otro. Tú, mejor que nadie, estás capacitado para ilumi¬ narte el camino. Piensa en serio si la
vida sacerdotal se acomoda perfecta¬ mente a tu complejo humano. Si eres sincero en eso, tú mismo te decidirás.
—Para mi nada hay tan agobiante co¬ mo esa duda terrible: ¿Acertaré o no? Ayúdeme a disipar sombras y vencer
obstáculos.
—Mira, muchacho; te veo con valor suficiente para enfrentarte solo a esa duda; tienes capacidad que te sobra pa¬ ra superar tú solo esas dificultades. Te daría mi consejo, si no tuviera confian¬ za en ti. De todos modos, para que ten¬ gas certeza debes saber que la Iglesia exige que te examines de üos cosas; AC¬
TITUDES Y MOTIVOS. Si eso es afir¬
mativo, lo sumas a tu inclinación y te dará la seguridad de que tienes vocación. ¿Qué te parece?
—Mi deseo de ser sacerdote no ha na¬
cido de una manera espontánea. No es fruto de un sermón, ni de un libro. Es todo un proceso sicológico. En principio es la búsqueda de una respuesta a mi
deseo interior de ascensión vertical ha¬
cia lo infinito; la búsqueda de una vida evangélica sin rincones. No deseo comi¬ quería vana y egoísta. Quiero poner mi
vida al servicio de una causa noble. Me
asquean las posturas fáciles y las pala¬
bras inútiles. Me rebelo contra la medio¬
cridad de nuestro cristianismo, contra ese «comodismo repugnante e inútil de los que hemos heredado una fe y no he¬ mos hecho nada por conquistarla».
Me gusta el sacerdocio porque está siempre en la brecha: con los ancianos inválidos, con los niños abandonados, con las personas que lloran, consolando al preso y al moribundo, dando de co¬ mer a los que se mueren de la peor de
las hambres: hambre de Dios.
—Evidentemente, muchacho; la vida evangélica no es para los comodones, sino para los luchadores y sacrificados.
Me decías que tenías miedo, que duda¬ bas. Pues bien, esa duda es el primer pa¬ so, o, si prefieres, la primera encrucijada. Pero hay otras. No obstante basta andar por ese camino con lealtad perfecta pa¬ ra darse cuenta de que Dios viene a nuestro encuentro. Con El desaparecerá
el miedo.
Te felicito, muchacho, porque has ele¬ gido un objetivo por el que merece la pena morir.
P. Joaquín TEBAR, T. O. R.

Hubo revuelo en la escalera. Cotilleo. El Doctor había dicho: «No pasará de mañana. Avisen al cura, a los familiares, al notario. Mis honorarios son cuatro mil
pesetas. ¡Buenos días!». D. Bartolo, el carnicero, estaba palidu-
cho. Parecía un alma purgante. Un fue¬ go fatuo. Una colilla. Se moría...
D.^ Mercedes exclamó: «¡Ya no volve¬ rá a vender carne de vaca, de caballo, ni siquiera de gallina. No somos nadie. Pol¬
vo!».
D. Bartolo de joven quiso ser «mataor». ¡Cuántas palizas le propinó su madre por hacer novillos! D. Bartolo pensaba... Pen¬ saba en la atracción de la gravedad. Le¬ yes físicas. Su alma seguiría la misma dirección de la plomada. Blasfemo. Lu¬ jurioso. Lleno de vicios. Deudas...
—«¡Que venga un cura... dos, cuatro, seis... un batallón de curas. Quiero con¬ fesarme. Me agarran por el cuello!».
Se rubirozó el cura a pesar de ejercer
cincuenta años su ministerio.
Llamaron a la puerta: Familiares, ve¬ cinos, amigos, curiosos.
Valvieron a llamar: Rufina.
Llamaron otra vez: Alberto.
Siguieron llamando. En el fondo todos
le amaban.
Alberto se acercó a Rufina:
—...¡Nadie se escapa. Todos pasamos por el «sapur.és». Dios es justo!
— ¡Y misericordioso! D. Bartolo dijo tres veces: —¡Ay, que
me muero!
El rictus mortal se dibujaba en su ros¬
tro.

—No, todavía no, —corearon los ami¬
gos.
Pasó una hora, un día, un día y me¬
dio, cuatro... A D. Bartolo no le daba la gana de mo¬
rirse. A la semana, volvía estar vendien¬ do carne de vaca, de caballo, hasta de gallina. Volvió a blasfemar. Faltó contra el primero, segundo, tercero... hubiese faltado contra el decimonono si lo hubie¬ se habido. El peligro pasó. La condena¬ ción volvía a caer lejos. La vida seguía. El susto pasó. Todo. Nada. ¡La vida!
Comedia en tres actas
Acto 1. Salen a escena algunos seño¬
res. Afirman que van a hacer algo posi¬ tivo para la «seguridad de los mortales».
Ellos no se incluyen. No más guerras. Desarme nuclear. No más bizcochos a base de carne de cañón. ¡Paz! (Aplau¬
sos) Acto 11. Conferencia. Fotos, Propagan¬
da. Discursos. Ginebra. Más fotos. Nada.
Nada de nada. Acto III. Los mismos señores preparan
otra reunión. Desarme nuclear. Prometen
la paz. Todo igual que antes. TELON.
D. Severo afirma...
...que uno de los privilegios de Adán y Eva en el Paraíso fue el de no pagar
impuestos. ...que dos y dos siempre fueron cuatro. ...que aún quedan personas buenas.
También de malas.
...que en el mar hay agua, incluso pe¬
ces.
...que la vida está poniéndose cara. Dése una vuelta por el mercado.
J. Guerra

u

—

,

El campeón de los

IGNIS

FRIOOR 1F1 € O
lina mara-villa italiana, ahora en España

Distribuidor exclusivos

General Ricardo Ortega, 11 • Teléfono 25976

PALMA DE MALLORCA
19

FRUTALES
XIII
a dijimos que el vino compartía con el pan y el aceite, los honores de la más remota antigüedad y entre los productos alimenticios elaborados por la mano del hombre. Sabemos por la Biblia que Noé experimentó ya los efectos del zumo de la uva fermentado. Son innumerables las leyendas acer¬ ca de los orígenes de la vid y del vino.
Es riquísima en todas las lenguas la terminología relativa a la vid, al viñedo, a la uva y al vino. Diremos una vez más que Ramón Llull no elucubró ningún tratado de Botánica. Sólo a través de sus símiles y comparaciones nos es dado descubrir algunas muestras de aquella terminología.
De la palabra cep fvid) no tenemos más que un solo ejemplo: «En tu vinya cada cep está por sí mismo' (L. de Demostracions, pág. 326). En cambio son muy abundantes los textos donde sale la palabra vinya:
«Yendo por el camino, el abad y Blanquerna y el procurador, pasaron por delante de un noble lugar, abundante de agua, de campos, vinyes, árboles, pastos* (Blanquerna, pág. 194), ‘Caridad no he tenido con mi prójimo, codiciando los bienes que Dios le ha encomendado, así como hijos y sirvientes, esclavos y esclavas, campos y vinyes (Doctrina Pueril, pág 408).
El refrán castellano «el miedo guarda la viña» tiene su correspondiente exacto en Llull; ‘Paor guarda la vinya» (Arbre de Sciencia III, pág 39).
El agricultor poda la vinya con la podadera (podadera): «El agricultor piensa en arado, reja, buey, azadón, rastrillo, podadera» (Arbre de Sciencia I, pág 213). ‘Los labradores po¬ den las vinyes y los árboles * (Contemplació III, pág 119). ‘Aquel que poda la vinya abre las puertas a las partes nuevas para que puedan entrar en generación» (Arbre de Sciencia III, pág 355). Y hasta nos habla Llull del podar la viña en luna vieja: ‘En podar les vinyes en la luna vella» (Astronomia I, l.° I, 2.®)
El vástago de la vid, la sarment (femenino en Llull igual que en el mallorquín actual) se levanta en lo más alto del árbol que le sirve de rodrigón, para echar la flor: ‘Y la flor de la sarment que sube a estar más arriba que la flor de cualquier otro árbol con el que participa» (Arbre de Sciencia II, pág. 202). ‘Así como la zorra que tiene industria en cazar y la sarment en ligarse con las ramas de los árboles a los cuales sube.» (Arbre de Sciencia I. pág 199). «Un pescador ata su barca a una sarment, a la orilla de aquel prado* (Arbre de Sciencia III, pág. 275).
Las tijeretas o zarcillos que nacen en los sarmientos se llaman fils: ‘Así como el fil de la sarment que no ve y se extiende al árbol para poder ligarse con él* (Astronomia I, 1 ° 2.®) ‘La sarment... cuando sube por el árbol, ¿por qué tiene los filis derechos según la dirección de la ra¬ ma?* (Arbre de Sciencia III, pág. 477).
De los sarmientos se hacían camas para los pobres o lechos de penitencia: «Mientras decía estas palabras dentro de sí mismo, vio al extremo de la casa dos camas que eran de serments» (Blanquerna, pág. 64). «Vuestra cama es de serments* (Ib., pág 113).
El sarmiento puede llamarse también tória. No conocemos más que un solo texto luliano donde aparece esta palabra y todavía mal transcrita (ebria por tória a causa de la fácil confusión entre la C y la t en los caracteres gráficos de los códices). El sarmiento, sobre todo si es largo y her¬ moso, se puede murgonar (acodar) para dar una planta nueva - y dice Virgilio (Geórgicas) que las vides nacen mejor de sus mugrones — : ‘Si morgones algún cep, el padre engendrará otro cep en su misma tória, y aquella generación durará hasta tanto que la tória que habrás puesto bajo tierra, se convierta en cep que subsista por sí mismo» (L. de Demostracions, pág. 326).
A pesar de ser la vid un simple arbusto hace el fruto más grande que muchos otros árboles: «Así como la figuera que es gran árbol y no hace tan gran fruto como la sarment» (Astronomia 1,1.” 2 •). (Concluirá).
P. Miguel Colom, T. O. R.
20

El Presidente Kennedy entrega
la tercera Medalla de Oro «Dott.
Thomas A. Oooley» a la madre del famoso médico y escritor
norteamericano.

Nuestra felicidad tiene precio:
la caridad con los que sufren
En una reciente ceremonia celebrada
en la Casa Blanca, el Presidente Kennedy ha otorgado la tercera medalla de oro <<.Dott. Thomas A. Dooley» a la madre del joven médico y escritor norteame¬
ricano.
Torn Dooley, el «doctor que tenía pri¬ sa» —como gustaba definirse él mismo—, murió en Laos en enero del año pasado, víctima del «cáncer negro», a los treinta y cuatro años de edad.
En la vigilia de su muerte, un ilustre visitante que le quería mucho le dijo: «Puedo asegurarle que Vd. en treinta y cuatro años ha hecho más que la ma¬ yoría de los hombres en toda su vida.»
Este ilustre visitante era el Cardenal
Spellman. Es que Torn no sólo tenía una mortal
herida abierta en el pecho, sino también una herida sangrante en el corazón: la responsabilidad de combatir y aliviar el sufrimiento y la miseria de los demás.
«El mundo —decía— debe ser curado y reconstruido por gente ordinaria, pero
capaz de hacer cosas extraordinarias».
Torn fue uno de éstos. Su muerte estre¬
meció a todo el mundo y su vida, verti¬

da al cine en Hollywood con el título «The night they burned a mountain» (La noche en que incendiaron la montaña), se erige en el ejemplo más grande que un hombre puede dar a otro hombre.
Todo comenzó en el verano de 1954,
cuando Torn Dooley era brillante oficial de la Naval Reserve de los Estados Uni¬
dos. Desde el puente de la nave en que prestaba servicio a bordo vio, por prime¬ ra vez, el río de millones de hombres an¬ drajosos, hambrientos, asustados, como un rebaño de animales perseguidos, que huían del norte del Vietnam comunista
para refugiarse en el sur. Torn no pudo resistir la miseria de
aquella pobre gente y organizó sobre la misma orilla del mar un primer puesto de servicio médico. Todo era primitivo: instrumentos y personal, pero irrefrena¬
ble la afluencia e inmensas las necesida¬
des. Torn se juró volver allí apenas ter¬
minado el servicio militar.
Y en 1954 Torn volvió a su puesto, después de haber vendido todos sus li¬ bros para reunir dinero en favor de los necesitados de Laos. Él era el único mé¬
dico cualificado para dos millones de personas en un lugar donde sólo el cin¬ cuenta por ciento de niños sobrevivían.
¡Cuántos niños salvó de una muerte prematura!

<3 LOMPART

PALMA

MANACOR

MAQUINARIA AGRICOLA MOTOCICLETAS

INCA

LA PUEBLA

21

Tom comprendió que había que dar una forma permanente a la asistencia y
en 1958 creó la «Medical Internacional
Cooperation» bajo esta consigna: «N'o basta crear un hospital, recoger medici¬ nas y formar gente que sepa usarlas; lo más importante es la compasión, el amor hacia los que sufren...».
Torn se trasladó a Norteamérica para
agitar su gran idea desde la Televisión y empezó así a llamar colaboradores, a recoger fondos y medicinas, y después a organizar turnos de médicos no sólo pa¬ ra Laos, sino también para Jordania, Bir¬ mania, Pakistán, Kenia...
Y Vd., Doctor, ¿qué gana con estas sus prestaciones? —le preguntó un periodis¬ ta en una rueda de prensa. Y Dooley respondió simplemente: «La felicidad» y explicó al periodista sorprendido el inmen¬ so gozo que experimentaba al oir repe¬ tir: «Cop chai, cop chai!» (Gracias, gra¬ cias).
En agosto de 1959 Torn Dooley volvió
a Norteamérica. Estaba mortalmente en¬
fermo. Una profunda herida del pecho, ocasionada por una desgraciada caída en la jungla, estaba fatalmente ennegrecida. El «cáncer negro» minaba su vida en
plena juventud. Dooley sabía que le quedaba poco me¬
nos que un año de vida. Pero también

sabía que millares y millares de niños tenían necesidad de él. «Soy el único médico en quien confían mis pequeños». Torn sabía que millares de mujeres de Laos tenían también cáncer. Seguramen¬ te —pensaba él— cada una de ellas se diría: «Si Torn Dooley regresa a la jun¬ gla, también yo podré volver a mis que¬
haceres domésticos».
Y el «Doctor que siempre tenía pri¬ sa» se apresuró más esta vez para volver a Laos, después de haber atravesado to¬ da América, recogiendo 300.000 dólares y dos millones de medicinas.
Ahora que Torn Dooley ñnalmente des¬ cansa en la paz del Señor, la mejor ma¬ nera de recordarlo, más que proclamar¬ lo «Premio Nobel por la paz», será imi¬ tarlo y sustituirlo en la labor redentiva del sufrimiento y miseria humana.
Así lo han comprendido las humildes Religiosas Franciscanas. Ellas han senti¬ do en su carne la angustia y abandono en que viven tantas niñas paralíticas y retrasadas mentales de las Baleares.
Ellas, en su entrañable amor maternal, no han podido resistir por más tiempo el triste estado de nuestras pequeñas desvalidas y se han puesto a levantar el
Sanatorio-Escuela «Mater Misericordiae».
Como infatigables hormigas de la cari¬ dad, nuestras beneméritas «monges bla¬
ves» están recorriendo todos los rincones
de la Isla despertando la generosidad de los buenos mallorquines. Ellas nos ofre¬ cen a todos la gran ocasión de ser feli¬ ces. Recordemos la respuesta de Torn Dooley al periodista: Con mi desinteresa¬ da ayuda me gano la felicidad. Nuestra felicidad tiene un precio: la caridad con los que sufren. Nuestra ayuda al Sanato¬ rio-Escuela «Mater Misericordiae» nos
ayudará a ser felices. — L. G. J.
(Extracto del guión radiofónico leí¬ do el 16 de septiembre durante el espacio que «Radio Popular» de Ma¬ llorca dedica todos los domingos, a la una y media de la mañana, al Sa¬ natorio-Escuela «Mater Misericor¬
diae».)

SORDOS!!
OIR BIEN ES FELICIDAD DISPONEMOS DE 35 MODELOS EN APARATOS AUDITIVOS. CONFIE SU OIDO A UNA CASA ESPECIALIZADA.

Pje. Maneu, 38

Tel. 16034

Palma

22

página del terciario

I
Vocalia de Misiones
en ios Discretorios
El Discretorio Interobediencial tomó el buen acuerdo de invitar a todas las
Hermandades Terciarias, especialmente a las que radican en conventos de algu¬ na de las Familias Franciscanas, a que instituyan sin falta en sus Discretorios locales la VOCALIA DE MISIONES, por medio de la cual podrán interesarse y or¬ ganizar todo ío relativo al gran problema misional, que tan vinculado está a la Or¬
den Franciscana en sus diversas Fami¬ lias.
El Seráfico Padre S. Francisco, que era una hoguera de amor y que lloraba y ge¬ mía porque el AMOR no era amado, se compenetró en lo más profundo de su al¬ ma del interés de este problema de mi¬ sionar para extender el reino de Cristo y hacer que el AMOR fuera amado.
Por eso sentía, habitualmente, una san¬ ta inquietud apostólica; por eso marchó a países sarracenos; y por eso legisló en su Regla para los Frailes Menores sobre
las Misiones. Fue el PRIMER FUNDA¬
DOR DE RELIGIOSOS QUE LEGISLO
SOBRE MISIONES.
Cada una de las Familias Franciscanas
es heredera de este espíritu misionero

de su Santo Fundador, y cada una traba¬ ja por doquier en la extensión del reino
de Jesucristo.
Ahora bien:
Los Terciarios deben estimar como su¬
ya esta obra, y deben solidarizarse con ella e interesarse por ayudar a sus her¬
manos.
Hijos de un mismo Padre, como somos todos los que seguimos las huellas del Seráfico Francisco, hemos de conside¬ rar como patrimonio de Familia lo que unos y otros emprendemos.
Así como tenemos una amplia comuni¬ cación espiritual de méritos, sacrificios y obras buenas, con bendiciones e indul¬ gencias, así también hemos de sentir
nuestra fraternidad en la estima de nues¬
tros trabajos y en el auxilio mutuo que nos prestamos.
La VOCALIA DE MISIONES en los
Discretorios puede servir para esparcir estas ideas en las Hermandades, para in¬ vitarlas a colaborar y para organizar la
colaboración.
(Continuará)
X. X., T. F.

(Viene de pág. 10)
gresar a Tayabamba, tuvo poco que en¬ vidiar a la anterior; por eso no la descri¬
bo.
serenata inoportuna
¡Bien que nos fastidió, aquella noche en Buldibuyo! Anunciaron nuestra visita
a este Distrito unos carteles insultantes
a nuestras personas, pintados en la fa¬ chada de la Iglesia; y luego el autor de los letreros, un ateo con impiedad medie¬ val, se tomó la molestia de pasarse va¬
rias horas de la noche tocando su trom¬
peta junto a la habitación que ocupába¬ mos. Tal señor se confiesa públicamente ateo y comunista; todos los domingos ex¬ pone un cartel a la puerta de su casa ne¬ gando a Dios, y no satisfecho con esto entra en el Templo, donde suelen reunir¬ se dominicalmente unas piadosas perso¬ nas a orar y les insulta a voces. Siempre va armado hasta los dientes, amenazan¬ do a quienes intentan oponerse a sus ca¬ prichos satánicos, cosa que ocurrió cuan¬

do un católico intentó borrar dichos es¬
critos en la Iglesia. Las autoridades la¬ mentan todo esto, pero le temen, lo cual crea un complejo de invencible en él.
y termino
Una Provincia de gran riqueza agríco¬ la, en general; casi todo el sub-suelo tie¬ ne oro, plata y otros minerales, que no se explotan por la dificultad en transpor¬ tarlos. Es la Provincia más poblada de
nuestra Prelatura.
En el aspecto espiritual, los adjetivos negativos no pueden calificar el estado. Adquirimos una impresión de terrible impotencia frente a una necesidad extre¬ ma de personal y de medios de infiltra¬ ción. El catolicismo pierde alarmante¬ mente terreno por carencia absoluta de instrucción religiosa y por la propagan¬ da protestante y comunista. Nosotros es¬ tamos dispuestos a hacer cuanto esté de nuestra parte. Lectores: no nos admiréis sólo. Haced algo de lo que está de vues¬ tra parte.

23

preguntas y respuestas

Rdo, Padre:
Varias amigas hemos estado discutien¬ do sobre la «licitud del beso». Me gusta¬ ría contestara claramente a esta pre¬ gunta: ¿Es o no pecado permitirle a un joven que me bese? Le saluda attme.
— B. P.
La forma como viene redactada tu pre¬
gunta indica claramente tu parte pura¬ mente receptiva en el asunto.
El beso es el símbolo del amor. Algún día deberá ser para ti la señal con que podrás probarle a un joven que le amas lo suficiente como para poder ligarte a él para toda la vida.
Por desgracia las costumbres modernas han desvirtuado bastante el significado del beso, pero la costumbre no puede destruir la idea que cualquier persona decente se hace de lo que es un beso. Debe ser una cosa muy sagrada y muy hermosa, una entrega de su cariño a al¬ guien que ha ganado un puesto definiti¬ vo en su corazón.
Por ello el beso gratuito y fácil trae consigo un cierto deje de cosa barata. La muchacha que se deja besar con dema¬ siada facilidad se vuelve, como quien di¬ ce, de segunda mano. Aunque parezca que a él le gusta y lo arrebata celosa¬ mente, en el fondo desprecia a la joven que lo concede con demasiada facilidad, después de un helado de chocolate, pon¬ go por caso. El beso es un pago dema¬ siado grande para retribuirle a un mu¬ chacho una invitación sin importancia.
No he contestado, claramente, a tu pregunta. Lo vas a hacer tú misma.

Supongamos que una madre besa a su hijo. ¿Hay en ello pecado?
Si un hermano besa a su hermana al
salir de casa para alistarse en la «mili», ¿es pecado? (Te estás riendo de la ino¬ cencia de mis preguntas).
Bien, veamos otro aspecto de la cues¬ tión. Un joven ha estado saliendo con una muchacha durante cierto tiempo; la quiere de veras y es correspondido. El la besa con cariño y suavidad al darle las buenas noches. ¿Es pecado?
Presiento tu fundada duda. Por el mo¬ mento esta clase de beso no es necesa¬ riamente pecado.
Supongamos, más aún, que el joven
bese a la muchacha con violencia y que
ese beso se prolongue mucho, que ella se sienta agitada, y se dé cuenta de que él también lo está. En esto, ¿hay peca¬
do? Tu duda anterior se ha desvanecido
para dar paso a la respuesta afirmativa.
Entonces, la diferencia entre un beso que no es pecaminoso y otro que se vuelve pecado u ocasión de pecado está en la pasión. Y ella es un elemento fácil de reconocer. Cuando se presenta en uno mismo se siente en seguida y también se percibe claramente su presencia en otra
persona.
De manera que un beso, aun sin pasión, lleva consigo un peligro. Los jóvenes, in¬ flamables por naturaleza, no pueden en¬ tregarse a ellos sin dar entrada a la pa¬ sión. Y una vez que la pasión ha apare¬
cido...
Fr. MARCELINO

NUESTROS DIFUNTOS
Alquería Blanca.-D. Guillermo Bonet Pons, durmióse en el Señor el día 4 de septiembre, o la edad de 83 años. Sus exequios y funerales se vieron concurridísimos dado su carácter afable y bondadoso. Nuestro más sentido pésame a sus hermanos y sobrinos.
Perrerías. - Dfa 4 de junio falleció Sor Bernarda Real Crespí, ejemplar y abnega¬ da religiosa franciscana. Ejerció el cargo de Madre Maestra de Novicias
Son Garrió. - Día 9 de septiembre murió cristianamente D. Juan Puigrós Sansalo-
ni, a los 69 años de edad Nuestro más sentido pésame a sus hijos Sor Margarita del Espíritu Santo, religiosa franciscana, y Juan, seminarista, como también a sus hermanos Rdo. Sr. Don Miguel, Sor Antonia de San Miguel y Sor Magdalena del Corazón de Jesús, religiosas fran¬
ciscanas.
DONATIVOS PARA NUESTRAS MISIONES
Muro. - En recuerdo de su Primera Comunión, mondan 10 ptas. cada uno los siguientes niños; Bernardo Cloquell pora el bautismo de un Bernardo Jesús, Gregorio Noceras pare una Pilar, Miguel Fornés para un Fran¬ cisco, Gasparin J. Morales para una María, Juan María para un niño del mismo nombre. Todos juntos, además, mandan 75 ptas para una Moría, Salvador. Apolonia y Juan.
De Francisco Gallardo hemos recibido 20 ptas. para una Rosario y Bárbara.
24

TIENDA Y DESPACHO: Co«ta y Llobera, 3 - Tel. 13544
TALLER: Nicolás de Pax, 79 y 81 PALMA DE MALLORCA V

En el manicomio
—Y ése que ve Vd. colgado del techo se cree ser una lámpara.
—Hágale bajar, Sr. Director. —No, no; nos quedaríamos a oscuras.

Sobresaliente
Se celebran exámenes en la Academia Militar de Moscú. El Profesor pre¬
gunta: — Los trenes con abas¬
tecimiento no llegan a
tiempo a vuestro sector
del frente y la División bajo vuestro mando está
sin municiones y sin ví¬ veres. ¿Qué debéis hacer en tales circunstancias?
—Invitar a una confe¬
rencia al Jefe de la Divi¬ sión enemiga y hablar con él acerca del desarme y las ventajas de la par hasta que lleguen las muni¬
ciones.
— ¡Sobresaliente!

-¿Cómo, qwe no valen? jSi son los mismos botones que echó usted en el cepillo el pasado domingo!
25

RADIO - T KLE VlSlélV - EEECTRICIDAD
LAVADORAS - DISCOS - FRIGORIFICOS

CENTRAL: Arco de la Merced, 17 y 19

SUCURSAL; Sindicato, 188-Tel 23587

LÍNEA Y CALIDAD

j
i i

I Italmobel

I MUEBLES - DECORACIÓN

I

Aragón, 51

i

PALMA DE MALLORCA

I Viladomat, 110

- Tel. 433616

BARCELONA

ntm'w

mme

Contratista de Obras

Santiago Rusiñol, 4

Tel. 11342

PALMA DE MALLORCA

PAPELES PINTADOS Y PINTURAS
ÓLEOS Y ACUARELAS PARA ARTISTAS
MARCOS Y MOLDURAS
Casa Pomar Flores

S. Miguel^ 187

Teléfono 21483

PALMA DE MALLORCA

26

^ ^ \_ THanufacturas

^^00/

de Piel

t

rFAi Bn Rn I1 C^ AA

Bolsos-Guantes-Chaquetas Ante-Artículos Piel
Sacs . Gants • Vestes de Daim -Articles en Cuir
Bags - Gloves - Suede Jackets - leater Goods Oomen-Handtoschen -Hondscheu - Wlldladerjoken-Ledtrwaren

DISTINCIÓN Y CALIDAD PRECIOS DE FÁBRICA

FÁBRICA: Cruz, 18-Tel. 168
INCA

TIENDA:
O. Llompart, 53 Tel. 197
(Mallorca)

GRANDES ALMACENES
V V D ^ d) lE

Pañería - Lencería-Tapicería- Modistería - Sas¬ trería - Lanería - Camisería - Géneros de punto
Novedades -Bordados - Perfumería
Artículos de Viaje
r. C«rt, 5 al 12 y Genero! Goded, 6 y 8. Teis. 24200 - 24201
PALMA DE MALLORCA

CRECIMIENTOS ACELERADOS
ÍNDICES DE CONSUMO ÍNFIMOS
con

Gran Vía José Antonio, sjn.

in n HM

PALMA DE MALLORCA

Honderos, 95

Teléfono 22072

PALMA DE MALLORCA

•

:

•

•

•

MUEBliES; . DECORACIÓN - TAPICERÍA

ffiijos de 'losé ¡&labrés

Sindicato, 26 al 32

•

-

Tel. 21213

PALMA DE MALLORCA
•

•

—

•

•

•

TALLER DE TAPICERÍA
fícenle ^^^erncindez

CONFECCIONES EN LENCERÍA FINA
Y
BORDADOS A MANO

Especialidad en cortinajes, sillones gran confort, salones y muebles de encargo

•Qlj^zedo /3onet

Arquitecto Reynés, 3 - Teléfono 11451
PALMA DE MALLORCA

San Nicolás, 15

Teléfono 22117

PALMA DE MALLORCA

27

fiaran}a da8
ESTRELLA
fUimonadas
Y AY> AATURAY
LA PUEBLA

Snmiiiislios para la construcción
úntenío Jciidtei‘

CASA CABOT
J
Etectricídad - Saneamiento - Calefacción
RADIO—DISCOS-AMPLIFICACIÓN
Plaza Reina, 9 - Te/s. 21418 - 13483
PALMA DE MALLORCA

ALMACEN-, Gilabert de Centellas, 26
OFICINAS:
Gilabert de Centellas, 19 y 21 Teléfonos: 11920 y 12218
PALMA DE MALLORCA

Sal Jlaó JQocaó
Galletas-Caramelos-Choco lates

Cordelería, 54

Teléfono 14116

PALMA DE MALLORCA

1 CASA FRAU MUEBLES CARPINTERIA

PERSIAMAS PMROL·L· ABIiKS

R. Esclaramunda,9 al 17 Tels. 17129 y 17619

PALMA DE MALLORCA

EL CALZADO DE MAYOR DURACION
OOIRfllLA

Venta exclusiva en: Velázquez, 35

PALMA DE MALLORCA

28

VENTAS MAYOR Y DETALL SERVICIO A DOMICILIO

ON PARLE FRANÇAIS ENGLISH SPOKEN

OOILIMIAID)© ©©ILOIMI

ULTRAMARINOS FINOS

Sfo. Domingo^ 15

Teléfonos 11159-25631

Palma de Mallorca

♦
MOTOCICLETA M. V.
^ ahora•••
EL NUEVO MODELO 235 cc. 4 TIEMPOS
Distribuidor exclusivo en Baleares:

Honderos, 45

Tel. provisional 15466

PALMA DE MALLORCA

Jovelianot, 2 y 4-PeIairei, 32

Teléfono 24150

PALMA DE MALLORCA

£aoadoras
AL·IiECLRO
DISTRIBUIDOR: PaH» ^uf9sa Tammniam
Barón de Pinopar, 12 - Tel, 17357
PALMA DE MALLORCA

FABBICACIÓM PROPIA ■ RUEBIíEH • TAPICBRÍA - DBCOBACIÓIV

Plaza San Antonio, 25-27

PALMA DE MALLORCA

MAQUINAS AGRICOLAS Y PARA OBRAS
TRACTORES - REMOLQUES - ARADOS - CULTIVADORES MOTORES - BOMBAS - RIEGO POR ASPERSION - TRILLA¬ DORAS - COMPRESORES - PALAS ELEVADORAS - EXCAVA¬ DORAS - NIVELADORAS - DUMPER - BARRENADORAS - PISO¬ NES ■ MACHACADORAS - GRAVILLADORAS - GRUAS - CAR¬ GADORAS DE CINAT-HERRAMIENTAS-MEUMATICAS-ETC.
Avda. Héroes de Manacor, 184 - Palma de Mallorca -Telegr.: OSCA
* fAC»LíPAPEg PE Pago haSíí^' 3 a^os S
*. 6. GIMÉNEZ - LULIO. 12- caima