El Heraldo de Cristo 1962, n. 625
El Heralfln\_ile Cristo
962

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EL HERALDO
D E CRISTO
b.
REVkSTA MENSUAL DE LOS r. P. FRANCISCANOS DE LA T. O. R.
ABRIL 1962
Año Lili - Núm. 625
•
REDACCIÓN Y ADMÓN:
CONVENTO DE SAN FRANCISCO
TELÉFONO 12695
PALMA DE MALLORCA
• DIRECTOR:
P. L. GARÍ-JAUME, T. O. R.
VICE-DIRECTOR: P. JAIME TUGORES, T. O. R.
ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA: P. F. BATLE, T. O. R. Y GORO
IMPRESIÓN: ARTES GRÁFICAS GIMÉNEZ
PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN:
ORDINARIA. ... 40 PTAS. BIENHECHOR ... 75 PTAS. PROTECTOR . . .100 PTAS.
DEPÓSITO LEGAL P. M. 340-1958
IVUESTRA PORTADA
I Cada año, por Semana Santa, I toda la belleza y religiosidad de la
I mujer española se recoge y exalta entre los pliegues de su negra mantilla. (Cor¬ tesía de nuestra suscriptora Margarita
[^Salvador Serra, — Foto AMER)

en

numero:

Editorial. La hora de la cruz .

.

.

3

Proyección histórica de la cruz de

Cristo

5

Via Crusis 1962

7

¿De qué murió Jesús? .... 9

Noticias de Huamachuco

...

11

Luz roja. La hora de la familia . . 13

«Ses monges blaves» de Mallorca ya

están en Bolivia

....

15

Festival pro Sanatorio-Escuela «Mater

Misericordias»

16

Donativos pro Sanatorio-Escuela «Ma¬

ter Misericordiae»

....

18

La entrevista del mes. En la «isla de la

calma» no hay inquietud social . 19

Punto y seguido.

21

Cuestiones lulianas

22

Nosotras

23

Panorama franciscano

....

24

Preguntas y respuestas .... 27

Nuestros Difuntos

27

Página de humor

29

DIRECTOR-PROPIETARIO:
NELSON B. CRAMER

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2

la hora de la
cruz

EDITORIAL

rías páginas del presente número de nuestra revista hablan de la cruz. De la Cruz de Cristo se entiende. Porque de la otra, de aquella que Cicerón con¬ vino en llamar «el más cruel y tétrico suplicio» con todo el énfasis de su re¬ tórica, sólo puede hablarse para vergüenza de la humanidad. La cruz es adorable, porque Cristo murió en ella. Una cruz sin Cristo no se entiende.
Una gran cruz se alza en el vértice de la historia desde el primer Viernes Santo. Todo gira en torno a ella: es el eje, la inscripción vertical
del Hombre-Dios sobre los horizontes del mundo. El cristianismo no conoce
otro signo. Con dos trozos cruzados de madera empieza cada capítulo de su historia. Desde los mártires de los primeros siglos hasta los mártires del mun¬ do comunista, la vida cristiana no es más que un testimonio de la cruz. Y hoy más que nunca. Desde Berlín a Budapest, desde Shangai a Moscú, Cristo agoniza con los ochenta millones de cristianos perseguidos. De la Iglesia del Silencio surge un grito desgarrador. Ese grito, índice de todos los
dolores, señala la hora de la cruz sobre el cuadrante de nuestra historia.
Poco importa que sea de acero o de bambú: Cristo está clavado en ella.
A muchos parecerá un contrasentido hablar de la cruz en plena civilización materialista. A nuestro entender, el hombre de hoy no está muy lejos de la cruz. Esa angustia de muerte, ese tedio de vivir que experimenta puede ser muy bien su hora de Getsemaní. También Cristo se sintió aplastado por la materia. Sóla falta que el hombre levante su rostro desfigurado y mire a la cruz: allí se reconocerá en el rostro doliente de Cristo. Hay un dolor que ignora o rechaza la cruz, y hay un dolor que sufre mirando a la cruz y en ella se enclava. El primero se atormenta en la soledad y se hunde en la de¬ sesperación; el segundo se aligera en comunión con Cristo sufriente y se abre a la esperanza. Este último es el dolor que nos redime y eleva, redimiendo y elevando al mundo. La cruz representa el triunfo del espíritu sobre la materia.
3

Para muchos que hablan demasiado del tcultivo» de la persona¬ lidad el mensaje de la cruz podrá parecer oscuro, extraño. El llevar cada uno su cruz y seguir a Cristo —pensarán— es una enajenación del hombre, un empobrecimiento de la personalidad. Nada más falso. En la base de toda perfección, ya sea cristiana como simplemente natural, está el tsustine et abstine» de los antiguos, el ^negarse a sí mismo» del Evangelio. La renun¬ cia que esto implica no es destrucción de la personalidad, sino de las más¬ caras del ípersonaje» que a veces representamos. Personalidad quiere decir autenticidad, personare es sonar por sí mismo. En la cruz y seguimiento de Cristo el hombre se purifica y libera de todo lo que no es él mismo.
Ha sonado la hora de la cruz. Ha llegado el momento en que se nos pide a todos un testimonio auténticamente cristiano. El sufrimiento de la hora presente es un grito de atención, una llamada del Dios que sufre en el
Calvario. Dios no actuará en nosotros sin nosotros. Cada cristiano debe ser
un Cireneo para ese Cristo que va con la cruz a cuestas por las calles de nuestros pueblos y ciudades. Sólo así se obrará nuestra redención.
El Director.
DACHAU —En el lugar tris¬ temente famoso de Dachau, como campo de exterminio de tantos de¬ portados durante la última Guerra Mundial, se ha levantado esta mo¬ derna capilla dedicada a la Agonía de Jesús.
4

o^e ¿C» Orfcfis cfe

a cruz significaba en la Roma an¬ tigua el suplicio más espantoso que pudiera darse a un condenado. Cice¬ rón alude a ella en sus discursos y la llama «el suplicio de la esclavitud y su¬ mo y extremo de los suplicios». En la crucifixión se juntaban todos los dolores y todas las infamias. Parece totalmente increíble que un Dios se humille murien¬ do en semejante patíbulo. Aquella muerte, aquellos clavos, aquel madero parece que repugnan en el hombre maravilloso que calmaba las tempestades y resucitaba los muertos. Esta idea movió a los herejes de los primeros siglos del cristianismo a imaginar que, en el momento de la Pa¬ sión, Jesús había sido sustituido por el
Cireneo. Por esto nos habla San Pablo
del «escándalo de la cruz», suplicio de la¬ drones y bandidos.
La crucifixión no tenía origen hebreo. Mucho antes de que se conociese en Ro¬ ma y Jerusalén ya se practicaba en Egipto y otras regiones mediterráneas. Fueron los fenicios, probablemente, quienes la difundieron. Genuinamente la palabra cruz se aplicaba a un único ma¬ dero vertical que se clavaba en el suelo. Más tarde se añadió el trazo horizontal.
En tiempos de Cristo se conocían tres formas de cruces: una, la menos usada, es la «decussata», vulgarmente llamada cruz de San Andrés, porque en ella su¬ frió el martirio el hermano de S. Pedro.
Tenía una forma aspada, y se ataban las extremidades del condenado a sus cuatro
brazos. Otra es la llamada «patibulata» en forma de T. En los primeros siglos del cristianismo se usaba este emblema
para manifestar la fe de Cristo. En las monedas de los emperadores Constancio y Constantino y también en las antiguas argollas y piedras sepulcrales se ven im¬ presas numerosas cruces de esta forma. Algunos han afirmado que fue ésta la cruz que se usó en la crucifixión de Cris¬ to. Pero, no parece probable, pues en realidad no era más que un simulacro de la verdadera cruz, que la prudencia aconsejaba usar en aquel tiempo de en¬ carnizadas persecuciones.

¿Cómo era la cruz de Cristo? La cruz que emplearon los verdugos de Jesús fue, probabilísimamente, la «crux immisa»», llamada vulgarmente cruz latina. Estaba formada por dos vigas
superpuestas, siendo la vertical más lar¬ ga que la otra. Era de madera de pino, resinosa, oscura y resistente. La cruz a veces no era muy alta y el condenado ca¬ si llegaba con los pies al suelo, especial¬ mente cuando las fieras tenían que de¬ vorarlo. Pero, ordinariamente, se usaban las cruces altas, en especial para gran¬ des criminales. Tal fue la de Cristo. La viga vertical ofrecía, en su parte central, un travesaña o cuerno saliente que ser¬ vía para sostener el cuerpo del crucifica-

5

do. Este sostén, metido entre las piernas, era del todo necesario para que el peso del cuerpo no desgarrase las manos cla¬ vadas. La suspensión de los condenados de un poste nada tenía de común con la crucifixión. Esta se efectuaba después de la ejecución. El ajusticiado se diri¬ gía, cargado con la cruz, al menos con la viga vertical, al lugar del suplicio en¬ tre las burlas y los denuestos del popu¬ lacho. No faltaban nunca, como no falta¬ ron en la «via crucis» de Jesús, unas
mujeres compasivas que llorasen la suer¬
te del condenado.
Se encargaban de crucificarle cuatro
lictores o soldados al mando de un cen¬
turión. Ellos se repartían las ropas del condenado. Solían matarlo, bien rom¬ piéndole los huesos, bien con una lanza¬ da en el corazón, pues de lo contrario tardaba en morir toda una noche y aún todo el día siguiente. Pero los judíos te¬ nían la ley de bajar los condenados an¬ tes de la puesta del sol, a fin de que el que había sido maldito de Dios no man¬
cillase la tierra.
Signo de redención
Con la muerte de Cristo, este instru¬ mento de ignominia se convirtió en sig¬ no de salvación y gracia ante todos los hombres. Es un glorioso trofeo de la
más insigne victoria que se ganó jamás. Desde el siglo II los cristianos la traza¬ ban sobre su frente, la colgaban de su cuello, la cantaban en sus asambleas y la grababan en su sepulcro. Por esto, en los albores del cristianismo, los paganos
llamaban a los cristianos «adoradores de la cruz». El misterio maravilloso, para¬
dójico, de la cruz obra el milagro de la
transformación más radical de los per¬ vertidos ambientes romanos. Y todos los
siglos se inclinan reverentes ante el ma¬
dero sagrado.
Sombras y luces...
En los comienzos del siglo IV un impre¬ sionante abandono sumía los Santos Lu¬ gares. La colina del Gólgota y el Santo Sepulcro permanecían ocultos bajo in¬ gentes montañas de escombros. Todos los

cristianos deseaban encontrar la cruz de
Cristo, pero se habían perdido las espe¬ ranzas. Escribía un poeta del siglo IV: «¡Oh Santa Cruz, la tierra no te poseerá jamás...! Santa Elena, madre del primer emperador cristiano, llega a Jerusalén para restablecer los Santos Lugares. De¬ rriba las estatuas de Venus y los altares de Zeus. Y bajo aquellas fatuas ruinas aparece la gruta del Santo Sepulcro. El trabajo continúa y en el fondo de la gru¬ ta se encuentran las tres cruces del pri¬ mer Viernes Santo. ¿Cuál de las tres es la de Cristo? Al contacto con una mujer paralitica y en presencia del Obispo de Jerusalén y Santa Elena, una de las cru¬
ces la devuelve la salud. La tradición
añade que la enfervorizada multitud que
acompañaba el Santo Madero topó con
un desfile fúnebre. Con el roce de la Ve¬ ra Cruz el difunto resucitó.
A principios del siglo VII la cruz desa¬ pareció de nuevo de Jerusalén. El rey de Persia, Cosroes II, entregó a la solda¬ desca la ciudad de Jerusalén, que sufrió todos los horrores del saqueo. Los histo¬ riadores antiguos hablan de 57.000 muer¬ tos y 35.000 prisioneros. El patriarca Za¬ carías fue llevado a Persia con gran nú¬ mero de fieles. Ardieron las Basílicas de la Resurrección, del Monte Olívete y otras muchas. Pero la pérdida más dolo-
rosa fue la de la Vera Cruz. Los persas
la descubrieron y se la llevaron como el más preciado trofeo de victoria. La cris¬ tiandad lloró amargamente esta pérdida. Pero el emperador de Constantinopla, Heraclio, con un aguerrido cuerpo de vo¬ luntarios atacó Ctesifonte y dictó la ca¬ pitulación del enemigo vencido. La pri¬
mera de las condiciones fue la restitu¬
ción del Sagrado Madero. El emperador, depuesta la majestad de su corona, con ceniza en la cabeza y sayal de penitente, portó sobre sus hombros hasta Jerusa¬ lén la misma Cruz que llevó Cristo.
•••
Como signo de libertad para el humano linaje, resplandece presidiendo el correr apresurado de los siglos. Y hoy como ayer, besamos reverentemente los trozos inapreciables de aquel Madero maravillo¬ so que tocó las carnes sangrantes del Re¬ dentor de la humanidad caída. Bajo la sombra de la figura paradójica de Cristo crucificado, donde se fraguaron tantos mártires de la verdadera fe, la Iglesia marcha segura, tanto en el continuado
Viernes Santo más allá del Telón de Ace¬
ro, como en la apoteosis del Corpus Cris¬ ti de nuestras ciudades.
Fr. Gregorio Mateu, T. O. R.

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VIA CRUCIS1962
Primera estación. — El juez se lava las manos. La calderilla se las ha ensuciado. Acaba de recibir la «prima» por haber declarado inocente a un asesino millonario. Dos horas más tarde, condenará a la hor¬ ca a un inocente. Lo uno por lo otro. Empatados. Su conciencia (¿¡) queda tranquila... Pero Cristo ha
vuelto a ser condenado a muerte.
Segunda estación. — José Pérez. Treinta y cinco años. Casado. Cuatro hijos. Veintiocho pesetas de sueldo... cuando puede trabajar. Por la mañana, una espuerta, un pico, una pala, un pedazo de pan y una sardina arenque. A la noche volverá con el pico, la pala y la espuerta llena de dolor. Cristo con la cruz
a cuestas.
Tercera estación. — Malos ejemplos de sus padres. Conversaciones subidas de tono. Películas del 3-R y
del 4. Tentación. Curiosidad... Luis Fernández ha pe¬
cado por primera vez. Está asustado. Su alma llora. Sus ojos espantados están clavados en la sima sin fon¬ do del pecado. Primera caída de Jesús...
Cuarta estación. — Hijo único. Se lo llevan a que muera en un hospital. Lo suyo es contagioso... Sus
dedos se retuercen como los de un demente y sus
ojos están desencajados por el dolor. El bien común, ¿sabe?... Lo meten en una ambulancia... La Madre ha visto a Cristo por última vez.
Quinta estación. — Un hombre está tirado en me¬ dio de la carretera. Unos motorizados ladrones de vi¬ das le dejaron así. Pasaron un católico, un protestan¬ te, un mahometano y un budista. Todos tenían mu¬ cha prisa... y mucho egoísmo, claro. Llegó un ateo —el Samaritano— y le recogió, le curó y le cuidó. Y Cristo le recompensó por haberle ayudado a llevar la
cruz besando su alma.
Sexta estación. — Reunión de comadres. Cristo
está siendo azotado con el peor de los látigos: el de la lengua... ¡Menudo sinvergüenza!... ¡Si ya lo decía yo!... Pero, ¿qué se habrá creído?... El látigo sigue silbando en tiempo de «rock» mientras Cristo se re¬ tuerce como un gusano. De pronto, sin miedo a na¬ die, ella se pone en medio y le limpia el rostro. Se arrodilla. Cierra los ojos... Ahora están azotando a los dos... ¡La muy...! ¡Por algo lo hará!... Mira que si esta mosquita muerta...! Ahora es la Verónica la que se retuerce en su cuerpo y en su alma. Pero no importa: al menos se han repartido los latigazos. Ahora sólo la mitad para Cristo. Y, además, le ha limpiado el rostro...
Séptima estación. — Luis Fernández es ya un vi¬ cioso. En la vida de los hombres sólo hay dos peca¬ dos: el primero... y los demás. Una vez en la pen¬ diente, los pecados —como los muertos— no se cuen¬ tan. Por eso a Cristo, a pesar de su divinidad, le
cuesta muchísimo el levantarse cuando cae por se¬ gunda vez.
7

Octava estación. — Vizinsky, Midzenty, Beran, Stepinac... camino de la cárcel, del destierro, de la muerte por defender la Verdad. Las madres de los fiscales, de los testigos vendidos, de los jueces «po¬ pulares» no pueden contener las lágri¬ mas al paso de la Verdad crucificada. Y Cristo se para. Vuelve la cabeza. Las mi¬ ra con sus ojos puros. Y vuelve a decir aquello de «no lloréis por mí, sino por vuestros hijos»...
Novena estación. — Las caídas de los
elegidos. Los «pecadillos» —¡¡los pecadazosü— de las almas «buenas»... Las
fariseadas de los que presumen de pu¬ blícanos y las publicanadas de los que ni siquiera llegan a fariseos. Esta vez Cris¬ to no se cae: le tiran con una vulgar zancadilla. Y, mientras se levanta, los culpables corren a ponerse en el grupo de los que lloran por El... ¡Pobrecito!... ¡Cuánto debe de sufrir!... ¿Tendremos
aún ocasión de poneríe otra...?
Décima estación. — Ellas, desnudas de cuerpo. Ellos, desnudos de alma. Porno¬ grafía andando y pornografía envasada en libros y revistas. Y los reyes del pe¬ cado exigiendo libertad para meter más fácilmente su asquerosa mercancía. Y sus súbditos haciendo lo posible por con¬

seguir esa libertad que les esclavice más y más. Unos y otros siguen desnudando
a Cristo... Primero la túnica. No basta.
También la piel... Y lo que era un hom¬ bre queda convertido en una horrible masa sanguinolenta... ¿Por qué no hacéis lo mismo con vuestras amantes? Quitad¬ las la piel y no volveréis a pecar. ¡Idio¬ tas! ¡Estáis cambiando a Cristo, su gra¬ cia y su gloria por un trozo de pellejo!
Undécima estación. — Diez años cruci¬
ficada en una cama. Cada día tres clavos
y tres martillazos —Oración, Rosario, Co¬ munión— para poder seguir resignadamente cosida a la Cruz. Y para poder seguir cooperando a la salvación del mun¬ do. La gente no entiende esto... o no lo quiere entender. Por eso se condena. Y por eso Cristo necesita seguir crucificado.
Duodécima estación. — Ya estabas condenado de antemano. Un simulacro
de juicio para cubrir las apariencias y al paredón. Una ametralladora ha emitido brevemente su peculiar tartamudeo y ya está... ¿Ya está? ¡Qué asco! Sin siete pa¬ labras, sin guardias, sin terremoto... ¿quién se atreve a hacer una película de esta muerte?... Sí, claro: para teatro, ya basta con el que hacemos nosotros cada
día. Cristo «sólo» viene a morir para re¬ dimirnos.
Decimotercera estación. — Todo el mundo en sus manos. Muerto... como Su
Hijo. Pero —¡qué terrible paradoja!— porque aún está en sus manos, alienta, vive... Es Ella la que lo vivifica. ¡No lo tires. Madre! ¡Si lo apartas de Ti, no ha¬ brá ya remedio! Sí, es verdad, seguimos matando a Tu Hijo... pero es que nunca sabemos lo que nos hacemos...
Décimocuarta estación. — La nuestra.
La de nuestro siglo. Dios muerto, ence¬ rrado y custodiado por un ejército de mercenarios a sueldo de la ciencia, del arte, de la música, del deporte, de la política, del vicio, del crimen, de la men¬ tira... ¡Pero Dios resucitará! Dios rompe¬ rá la mortaja con que le ataron los dervi¬ ches de la carne... Y ese fabuloso ejérci¬
to de muñecos de cartón volverá a ir di¬
ciendo por ahí que les robaron a Dios
mientras dormían. Pero es lo mismo:
Dios se aparecerá a unos y otros y esas estúpidas afirmaciones —impresas en
«off»— resonarán como el eco de la con¬
dena a una civilización que creyó conse¬ guir la muerte de Dios cerrando los ojos y gritando que no existía.
Tengamos fe.
Dios resucitará.
Aleluya.
Fr. Eduardo Rojo, T. O. R.

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¿ 1t-7'«c (¡ue
mutió
QcóuaI?í
Por £. Çarí’·'^aume, S. O. H.

sta pregunta la formulo para los otros. Para mí, sólo el pensarla, me aturde. Sobre mi mesa de trabajo tengo un Crucifijo y nunca mis ojos se lo han preguntado. A mi devoción le bas¬ ta saber «por qué» murió Cristo en la cruz. Ahora, cuando me pongo a escribir el «cómo», me parece estar remachando la punta de sus davos. Sinceramente, me asusta tener que escucharme respon¬ diendo a una tal pregunta.
El año pasado, en un artículo sobre las misteriosas «Sábanas» de Turin, ex¬ presé mi indignación contra una revista protestante, que afirmaba con todo apa¬
rato científico: «Jesús no murió en la
cruz». Según este manifiesto sensaciona¬ lista, la lanza no habría atravesado el co¬ razón, pues éste siguió funcionando en el sepulcro, a juzgar por ciertas manchas de sangre impresas en el Santo Sudario. ¡Pobre Jesús! A El, que vino para ven¬ cer la muerte, ni siquiera se le habría permitido lo que a todos: ¡morir...! ¿Qué sentido tendría, entonces, nuestra muer¬
te?
Sí, murió Jesús de muerte humana. Pero, ¿cuál fue la razón inmediata que le llevó a entregar su espíritu en manos de Dios? Toca a los especialistas del cuerpo responder. Nosotros, como los evangelis¬ tas, guardaremos silencio reverente.

”EI más cruel y tétrico suplicio’*
De muertes por crucifixión está llena la historia de la antigüedad: asirios, per¬ sas, cartagineses etc., remataban así sus victorias. Las «águilas romanas» se ali¬ mentaban con la sangre de miles de es¬ clavos y bandidos crucificados. Sólo cuan¬ do se vertió sangre ciudadana, abrió su boca Cicerón para echar en cara al mis¬ mo Verres la ignominia de ese «crudelissi¬ mum teterrimumque supplicium». En Ju¬ dea, rincón oscuro del Imperio, miles de
cruces se habían levantado antes de Cris¬
to. Quintilio Varo ordenó la crucifixión de dos mil judíos, por haberse rebelado
a la muerte de Herodes. Y no mucho an¬
tes, la historia nos recuerda con horror el espectáculo de ochocientos fariseos colgantes de una cruz, con sus mujeres e hijos desollados a sus pies, mientras Alejandro Janneo banqueteaba entre sus
concubinas.
En este tétrico desfile de condenados
a cruz, que tan poco honra a la humani¬ dad, también tienen su puesto las muje¬ res, crucificadas de cara contra el leño, por pudor. Y entre unos y otros. Cristo, el más puro de los nacidos de mujer.
La ’’causa mortis”
A pesar de los miles de ajusticiados, no se tiene experiencia a este respecto.

9

Muchas, sin embargo, han* sido las hipó¬ tesis propuestas por médicos y fisiólogos
sobre la «causa mortis» de Jesús. Se ha
pensado, por ejemplo, en una muerte por hambre, puesto que Jesús no había
comido desde la última Cena. El Dr. Bar¬
bel observa, justamenté, que nadie suele morir de hambre, ni tampoco de sed, en veinticuatro horas. Con todo, sobrecoge mi ánimo el pensar que Aquel que se quedó entre nosotros en forma de pan y nos prometió fuentes de agua viva pu¬ do haberse muerto de hambre y sed... El médico Le Bec propone la hipótesis de un síncope mortal por deglución. Las pocas gotas de agua acidulada con vina¬ gre, que ofreció a Jesús moribundo ei soldado compasivo, le habrían ocasionado la muerte, como sucedió al asesino Kle ber, que se puso rígido y murió después de haber bebido un sorbo de agua. No hace mucho tiempo que un médico italia¬
no sostenía la tesis de una muerte por
embolia, mientra dos fisiólogos ingleses aseguraban una rotura de corazón, expli¬ cándose así la salida de sangre y agua
en el momento de la lanzada. Jesús ha¬ bría muerto con el corazón destrozado
por un dolor físico y moral. Según unas recientes investigaciones realizadas en Colonia, se trataría del «colapso ortostático» por insuficiencia coronaria. Efecti-
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vamente, se comprobó en una persona colgada por ambas manos que la sangre llega con dificultad al corazón, lo que acabaría por dejarlo sin movimiento. Pa¬ rece ser ésta la hipótesis más convincen¬ te.
Todas estas y otras muchas aprecia¬ ciones médicas (insolación, tetania mus¬ cular, asfixia etc.) tienen, a nuestro jui¬ cio, su parte de verdad, pero ninguna de
ellas es decisiva. Para nosotros la «cau¬ sa mortis» de Jesús no fue única, sino
múltiple. El caso de Jesús no es el de un crucificado cualquiera, sino el de un hombre que había sufrido mortalmente en su carne y en su espíritu, antes de
ser clavado al leño. Al menos así debe¬
mos explicarnos su rápido desenlace. La agonía, ordinariamente, era más larga.
Petronio habla de días enteros de tortu¬
ra. ¿No se tuvo que romper a golpes de clava las piernas de los dos ladrones, pa¬ ra acelerar su muerte? La agonía para Jesús había empezado en el Huerto de los Olivos. La palabra «agonía» nunca tu¬ vo el sentido de lucha como allí: ¡sudó sangre! Vinieron despues las bofetadas y garrotazos, el horribile flagellum roma¬ no, como lo llama Horacio, y las punza¬ duras de las espinas en la cabeza... Y todo su cuerpo ¿no quedaría hecho un muñón de carne magullada a los pies de la columna de la flagelación? ¿No debería¬ mos preguntarnos por qué no murió en el Pretorio de Pilato y no en el Gólgota, como solía suceder a otros muchos? ¿Y para qué se obligó al hombre de Cirene a cargar con el patibulum de Jesús? Todo el camino que va desde Getsemaní al Calvario quedó manchado de sangre y el «colapso cardíaco» pudo haber venido en cualquier momento. Jesús llegó al lu¬ gar del suplicio en el extremo límite de
su resistencia humana.
A esto hay que añadir todo aquello que había probado ya en la hez del cᬠliz: la amargura de la traición, las risas, las burlas y blasfemias de las gentes, el abandono del Padre... ¿Qué esperaba a morir? Cumplir todas las profecías y pronunciar aquellas Siete Palabras que nunca olvidaremos. Mas, antes de morir, exhaló aquel grito misterioso, que hizo
confesar al centurión romano: «Verdade¬
ramente este hombre era Hijo de Dios».
Esta frase lo dice todo: el hombre que
así muere es Dios. ¿De qué murió Dios? El silencio de los evangelistas es la me¬ jor respuesta.

10

Noticias de Huamachuco
Estas noticias han sido entresacadas de una carta dirigida a la Dirección de cEl Heraldo» por Mons. Damián Nicolau, Administrador Apostólico de Huamachuco.
n I 7 cabo de dar una conferencia sobre la Santa Misa en el Catecismo pa¬
ra adultos que tenemos todos los lunes en nuestra parroquia. Gracias a Dios la
321—JFMuroanytseñiglesiasellenacadavez,lomismoque
en el Catecismo para niños y niñas que tenemos todos los domingos.
Durante los días de Carnaval, es pe¬ ligroso andar por las calles de Huama¬ chuco. He pensado mucho en la «bulla» que se hacía en Artá. También aquí «els darrers dies fan bulla y també cualque desflassat». Como en Artá echan harina, yeso, polvos talco y... mucha agua. Toda la gente joven y alguna que otra viejecita, que no ha perdido el humor de la ju¬ ventud, va provista de bolsitas, que lle¬ nan de agua y echan a los transeúntes dejándolos completamente mojados. En una cosa superan los huamachuquinos a los artanenses: durante estos días, en to¬ das las tiendas y mostradores de vende¬ dores ambulantes, se vende anilina de diferentes colores que convierten en tin¬ ta. Una bolsita llena explotada en la frente de un transeúnte lo pone «de co¬ lores» para varios días.
En el momento en que escribo el P. Bartolomé Vanrell y el P. Sebastián Maimó habrán atravesado ya el río Marañón, en una jira apostólica por toda la provincia de Bolivar, siempre a caballo y bajo la lluvia que indefectiblemente
cae cada día desde diciembre a abril. Es
un viaje verdaderamente misional, difí¬ cil a más no poder; pero los paisanos del P Junípero Serra no se arredran ante las dificultades y han emprendido con ejem¬ plar entusiasmo ese penoso y largo vía je. Algún día tendrán que cabalgar nada menos que durante 12 horas.
De arriba a abajo; Nico/ou, Adminis¬
trador Apostólico de Huamachuco,
a caballo.
Francisco con dos de sus monaguillos, Lucio y Javier. Vista de
Huamachuco desde el Cacañán.
al rio Chuquichaca, que pasa por Huamachuco.
u

El P. Juan Bustos ha tenido también
hoy su paseito apostólico. Ha tenido que
ir a un caserío distante de Huamachuco
unas tres horas, para hacer la tradicio¬
nal bendición de los frutos. Ha montado
el caballo y a los pocos minutos el ani-. malito se ha rendido y no ha querido se¬ guir adelante. El P. Juan ha continuado su camino a pie, bajo la lluvia y por ca¬
minos llenos de barro.
De regreso, un teniente de Guardia Ci¬ vil, muy atento, le prestó su caballo, un potro joven, brioso y saltarín. Apenas ha montado el P. Juan, el caballo em¬ pieza a dar saltos hasta que consigue sa¬ cudirse los 79 kgs. que le molestan. El Padre no se ha apurado; los misioneros tenemos siempre a nuestra disposición el caballo de San Francisco y en él ha re¬ gresado, unos ratos a pie y otros andan¬ do, llegando calado hasta los huesos y
con el barro hasta las rodillas.
••
El P. Jerónimo se ha ido a Lima, co¬ misionado por las autoridades y alta so¬ ciedad de Huamachuco, para negociar
con el Gobierno la continuación de las
obras de la Catedral y la modificación de su plano, por resultar demasiado an¬ gosta.

Fray Andreu está hecho todo un capi¬ tán de una pandilla de muchachos y jovencitos. Cada domingo después del Ca¬ tecismo, los va entrenando para un día poder enfrentarse con el Mallorca, en el caso de que se quede campeón de Li¬
ga.
oo
Los buenos huamachuquinos van de¬
mostrando continuamente lo mucho que
aprecian a los «Padresitos». Los Tercia¬ rios de San Francisco nos han regalado una docena de sillas para nuestro despa¬ cho, media docena de lavabos y toallas, seis reclinatorios para nuestra capilla particular. Nuestro hermanito Fray Fran¬ cisco no sabe ya donde colocar todas las cosas que nos traen para nuestra comi¬ da. He ahí una lista que parece intermi¬ nable; cestillas de panecillos, empanaditas y «rubiols», pasteles, botes de confi¬ tura, naranjas, plátanos, uvas, mangos, papayas, paltas, limas, granadas, grana¬ dillas, nísperos, manzanas, café, fideos, arroz, macarrones, fuentes de fian, pa¬ pas (patatas), remolacha roja para ensa¬ ladas, chicharrones, repollos, ajos, cebellas, lechugas, conejillos de India, hue¬ vos, palomas, un carnero, un corderillo y unas dieciséis gallinas. Y no digo las veces que nos han invitado a comer o almorzar. Parece que Dios, nuestro Se¬ ñor, quiere darnos el ciento por uno has¬
ta en las cosas materiales.

«»• *53 0 0»^»ci,k>6e»

H09AMES CSPAMOLCS

OE VENTA EN lÓS MEJORES ESTABLECIMIENTOS DEL RAMO

...Pero lo que más nos consuela y ale¬ gra es ver cómo la gente va acercándose a Dios. La asistencia a la Misa ^ a las funciones litúrgicas ha aumentado nota¬
blemente. Las comuniones son cada do¬
mingo más numerosas. No podemos cal¬ cular los que han venido a confesarse y comulgar después de treinta años de no entrar en la iglesia. Cada semana tene¬ mos primeras comuniones de niños de veinte, treinta y cuarenta años. Muchas parejas de amancebados, acompañados de sus hijitos, vienen a pedirnos la bendi¬ ción sacramental para vivir en paz con
Dios.
••
Tocamos con nuestras manos y vemos
con nuestros propios ojos el fruto de las oraciones y sacrificios que se están ofre¬ ciendo por nuestras misiones. Por esto, ahí va nuestro más sincero agradecimien¬ to y nuestra más cordial bendición para todos los colaboradores en la evangelización de la Prelatura que la Santa Sede se ha dignado confiar a la Provincia es¬ pañola .

12

Junto a la cuna de tu primer hijo

Querido amigo: Me has escrito y me dices: «Estoy la mar de contento. Dios se ha fiado de no¬
sotros y nos ha dado nuestro primer hi¬ jo. ¡Si viese qué «salao» es! ¡La de mo¬ nadas que hace ya! Le hemos puesto Jo¬ sé Luis. Se parece bastante a su madre, aunque la boca dicen que es mía».
Me alegro de que te salte el corazón de alegría y que hasta en las letras de tu carta se note el nerviosismo que tie¬ nes, al comunicarme la gran noticia.
Hoy la radio no funcionará en tu casa; no es necesario, llevas dentro de ti una música celestial que te absorbe por com¬ pleto. Este día del nacimiento de tu pri¬ mogénito será para ti el más bello del año, aunque no haya salido el sol.
Después, pasas a decirme que quieres educarle muy bien y que sabes que eres el responsable de esa educación.
Me escribes para que te eche una ma¬ no en tu flamante oficio de padre. ¡Gra¬ cias por tu confianza!
No sé cómo empezar ni qué decirte, pero desde luego no esperes que te man¬ de una receta de educación como si se
tratase de preparar un exquisito plato. Ni que te recomiende un montón así de
libros sobre el arte de educar de tal o
cual autor famoso. No. Simplemente te diré que le améis mucho y penséis que, para conducirle rectamente, tendréis que renunciar a muchas cosas.
Ya desde ahora estaréis con el alma
en vilo pendientes de su vida. Porque, aunque muchos no lo crean, el niño des¬ de los primeros instantes de su vida va
recibiendo la educación a través del com¬
portamiento de sus padres. Tendréis su¬ mo cuidado de que en vuestro hogar rei¬ ne la armonía. Que en el ambiente fa¬ miliar no haya tensión ni desorden, pues esa tensión, creada y mantenida por mu¬ cho tiempo, puede producir trastornos

nerviosos en el organismo de vuestro re¬ toño.
No creáis que os estoy hablando de ciertos episodios aislados, que habréis
de recriminaros de vez en cuando. Lo
más importante es vuestra postura de cada día. Que él siempre os vea abnega¬ dos y cariñosos, que os amáis y le amáis. El mejor regalo que podéis hacerle es el propósito de ir educándoos cotidianamen¬
te a vosotros mismos.
No cometáis el disparate de hacer con¬
sistir la educación de vuestro bebé en es¬
tar todo el día detrás de él, corrigiéndo¬ le esto, lo otro o lo de más allá. No son vuestras palabras las que le educarán, si¬ no vuestra conducta. Cuando vuestro hi¬ jo sea un poquito mayor, estará delante
de vosotros como una cámara cinemato¬
gráfica, captando cualquier acción. Se¬ réis para él los protagonistas de la pe¬
lícula de su vida.
A propósito de esto que te estoy escri¬ biendo, mira lo que leí hace unos días:

«¿Sabéis, padres, cuándo nos dais ejem¬ plo? Cuando vuelves del trabajo, cuan¬ do dejas el periódico para atendernos, cuando comes con nosotros, cuando re¬ zas, cuando te pones «a gatas» para di¬ vertirnos, cuando tus ojos nos dicen que estás preocupado pero tus labios sonrien, cuando no te pavoneas por las felicita¬ ciones, cuando no te desalientas por los recelos, ¡entonces!, cuando tú estás más despreocupado, nosotros, los hijos, canta¬ mos, sin que tú te enteres: yo quiero ser como mi padre.»
Larga fue la cita, pero la he creido conveniente para que comprendáis la im¬ portancia y el influjo de vuestra vida en la incipiente personalidad del niño.
Por medio de vosotros comprenderá la bondad, la justicia y la misericordia de Dios, pues a Dios aplicará de modo emi¬ nente lo que en vosotros vea digno de elogio.
«Vuestros defectos le harán daño, por¬ que sois para él lo mejor que se puede ser en la vida, pero no os asustéis que también se contagiará de vuestros gran¬ des ideales y de vuestros grandes amo¬
res».
Todo esto que os llevo dicho os supon¬ drá el estar siempre en vela, el tener

que sacar muchas veces «fuerzas de fla¬ queza», como vulgarmente se dice. Por¬ que no podéis ediflcar en el alma del ni¬ ño lo que en la vuestra yace en ruinas.
Pero, no os preocupéis, que Dios está con vosotros, si es que queréis asociarle a vuestra tarea. Ese Dios que ha puesto
en vuestro corazón tanto amor hacia
vuestro hijo os hará pasar por los más grandes sacrificios.
Leed y reflexionad todas estas cosas. Junto a la cuna de vuestro José Luis
pensad que Dios os ha encomendado una gran misión, junto a esa flor que empie¬ za a crecer. Mientras ella le mece y tú le contemplas satisfecho, con el alma que se te dirrite de gozo, considerad que es¬ tá en vuestras manos como un ser inde¬
fenso, sin poder valerse. Y seria indigno que torcieseis su vida. De vosotros de¬ pende en todo y por todo. Respetadle y amadle, y no olvidéis que un día juzga¬ rá la obra que habréis realizado con él.
Que de vosotros se pueda decir lo que el Apóstol nos enseña de la «mujer fuer¬ te»: sus hijos se levantarán y la aclama¬
rán bienaventurada.
Afmo. en Xto.
Fray Federico Martin Cuenca, T.O.R.

Ritme del cor, ritme d'abril. Damunt l'enclusa, el so gentil i el martelleig blau de l'argent: aucells, campana, sang batent. Rima perfecta: flors i cors; cors amb perfum, glatir de flors. Confecció d’amor i nard,
grata a tot temps i a tota part, dins l’alabastre trencadís de l'hora breu. El sol incís
per tot arreu; embotiment d'un or calent, quasi vivent. Terra exultant, gerdor, color. Flauteig de l’aigua en mi menor, entre els joncars del fontinyol. Joguina, bes de l’oratjol. La galta fresca, el llavi fi,
dins la tendresa del matí.
La flor i el cor, color, amor, perfum, batec, abril sonor. Rimes i ritme, llum i pau,
sota un tendal de cel tot blau.
P. Miquel Colom, T. O. R.
14

«

»

de fttatlorca
Ija esián en l^oUoia

1, ya están en Bolivia las humildes y simpáticas «monges blaves» de Mallorca, nuestras beneméritas Religio¬ sas Franciscanas. Llegaron ya a su cam¬ po de acción que, para cinco de ellas, se¬ rá el Seminario de Sucre, y para las otras seis el pueblo de Padilla, de unos 14.000 habitantes.
En la larga travesía a bordo del «Uso-
dimaje», comenzaron ya su apostolado,
enseñando Catecismo y preparando a tres personas para la Confirmación, que reci¬ bieron solemnemente en aguas del At¬ lántico, la noche blanca de Navidad.
En el Seminario de Sucre ocuparán las dependencias que para ellas se van cons¬ truyendo. La entrega alegre y callada de las religiosas y su formidable espíritu apostólico han merecido ya los paterna¬ les elogios de Mons. Maurer, Arzobispo de Sucre, quien ha intervenido personal¬ mente para satisfacer las necesidades de
las Hermanas. Tenemos un verdadero Pa¬
dre —dicen las monjitas— que se preo¬ cupa continuamente de nosotras.
Las destinadas a Padilla salieron hacia
allá, después de pasar unos días en Su¬
cre. Padilla está a 180 kms. de Sucre.
BIENVENIDAS «MADRESITAS»
Esta cariñosa frase se podía leer en numerosas pancartas y arcos de triunfo. Ya antes de llegar tuvieron que apearse de la camioneta, pues había una enorme aglomeración de gente. Un grupo de se¬ ñoritas las obsequiaron con preciosos y delicados ramos de flores, mientras la gente les prodigaba una lluvia de confetti. ÍEs lo que ellos usan con los huéspedes de alta estima). Después de visitar la iglesia fueron a la Casa Municipal, donde las esperaba el Ayuntamiento. Entre¬ tanto, un sacerdote, por medio de un al¬ tavoz instalado en un jeep, iba anuncian¬

do la gran dicha que estaba viviendo Pa¬
dilla. Los arcos de triunfo resultaban la
mar de curiosos: a lo largo del palo ho¬ rizontal, completamente envuelto con pa¬ pel de colores, estaban colgados platos, cucharas, tenedores, cacerolas de alumi¬ nio, etc. Al pasar las religiosas lo movían, produciéndose un extraño y alegre tin¬
tineo. En uno de los arcos se leía: «El
pueblo de Padilla les ofrece amor y gra¬
titud».
En la recepción, ofrecida por el Ayun¬ tamiento, se leyó el Acta de la última se¬ sión de esta corporación, en la que se declaraba festivo el día que estaba vi¬ viendo Padilla, y se nombraba a las mi¬ sioneras huéspedes de honor e hijas pre¬ dilectas del pueblo. El P. Rector del Se¬ minario de Sucre dio las gracias en nom¬ bre de las religiosas. En la Misa que se celebró poco después, la iglesia resultó insuficiente para la gente que acudió.
COMIEÍ^ZAN SU LABOR
Una vez en casa, no sabían las misio¬ neras cómo agradecer tantas simpatías, viéndose recibidas y agasajadas de todos con tantas muestras de cariño y afabili¬ dad. Mientras tanto, han empezado ya su
labor con verdadero sentido de respon¬
sabilidad y generosa entrega.
Han preparado para recibir los Ulti¬
mos Sacramentos a una enferma que hacía muchos años que no se confesaba.
Poco después de confesar y comulgar, muirió en la paz del Señor. El número im¬ ponente de familias que se acercan, con¬ fidencialmente, a las religiosas, descu¬ briéndoles sus vidas deshechas, crece de cada día. Parejas que viven ilícitamente unidas piden instrucción, pues quieren casarse pronto. Quieren que las religio¬ sas sean madrinas del Sacramento.

15

FESTIVAL PRO SANATORIO ESCUELA «MATER MISERICORDIA:»

123—«DLeiaátlog
Da arriba a abajo: de la representación dramática «Tarsieio»
Tuna» en plena actuación. de sJuguetes de Reyes».
16

£ la mañana del 25 de fe¬ brero y en el Salón de
Actos del Colegio San Francisco, tuvo lugar un brillante Festival a
beneficio del Sanatorio - Escuela
«Mater Misericordiae», organizado por las alumnas y ex-alumnas de los colegios que regentan las Reli¬ giosas Franciscanas en Plaza Cua¬ drado y Calle Antlllón de Palma de
Mallorca,
El programa, variado y ame¬ nísimo, deleitó sobremanera al nu¬ meroso público que llenaba por completo el amplio Salón, hasta el punto que fue necesaria una repeti¬ ción del mismo, en la tarde del 3 de marzo, con igual éxito de gente.
Todos los números estuvie¬
ron muy bien preparados. Pues¬ tos a destacar, lo hacemos con gusto a favor de los niños de Sor Juana con la representación dramática
«Tarsicio». ¡Qué graciosos estos
pequeños grandes artistas! Nos gus tó el aire con que toca y canta «La Tuna» de Antillón, a la que el pú¬ blico, enardecido, coreaba a veces. Muy delicado y vaporoso fue el ba¬ llet del «Lago de los Cisnes» y «Ju¬

guetes de Reyes»; muy sugestivo y ambientado el pasaje evangélico «La
Samaritana», como también el cuen¬
to «Margarita». ¿Quién no admiró la gracia y el arte de M.* del Pilar Pujol en «Baile Español»? La sopra¬ no Mercedes Ballester, acompañada al piano por María Luisa Joy, nos
dió un buen recital de «lieders» y romanzas. Y de las cinco ex-alum-
nas que representaron el saínete có¬
mico «La Criada Nueva», ¿a quién vamos a destacar? ¿A la del som¬
brero negro y abrigo oscuro? Todas superaron su papel. Todos estos nú¬ meros no podían tener mejor final; el maravilloso y emotivo cuadro plástico del Sanatorio-Escuela «Ma¬
ter Misericordiae».
Este Festival tenía un obje¬ tivo: recaudar dinero para el Sana¬ torio en construcción. Algo se reco¬ gió. Pero, ¿qué representan unos
cuantos miles de pesetas para una
obra de millones? Por eso, desde estas columnas de EL HERALDO, suplicamos a todos nuestros lecto¬
res y suscríptores su generosa apor¬
tación en esa magna obra benéficosocial, emprendida por las Religio¬
sas Franciscanas

231—DCBouañledtr
De arriba a abajo: de «Juguetes de Reyes» plástico sobre el Sanatorio-Bsvuela «Mo¬
ter Misericordiae»
del «Logo de los Cisnes».
17

Donativos Pro Sanatorio-Escuela «Mater Misericordis»

D.® Coloma Sureda Massanet (Artá) .

D. Juan Sard Pujadas (Artá) .

.

D. Juan Sard Esteva (Artá) .

.

D. Pedro Morell Oleza

.

.

25' — 250' — 50' —
200' —

Pueblo de Lloret de Vista Alegre

,

Alumnas y ex-alumnas de Plaza Qua-

drado y C/. Antillón .

.

Alumnas y ex alumnas de Cala-Ratjada

Colegio niñas de Pina

.

.

D. Sebastián Llompart

.

.

D. Pablo Marqués .

.

.

D. Manuel Moragues .

.

.

D. Gabriel Coll

.

.

.

1.443'50
7.000' — 3,500' — 1.000' —
100 — 100' — 1000' —
50' —

D.® Juana Pujadas .

.

.

100' —

D. Antonio Cabanellas

.

.

50' —

D. Valentín Mota

•

.

.

200' —

D. Agustín Mir

.

.

.

50' —

D.“ Magdalena Fiol .

.

.

100' —

D. Víctor Muñoz

.

.

.

200' —

Pueblo de Mercadal (Menorca)

. 1.100 —

Colegio de Calonge .

.

. 1.000' —

Anónimo

.... 15.000' —

Colegio C/. Salas, Palma

.

Pueblo de Moscari

.

.

. 1.000' —
. 1.500' —

Colegio niñas de Marratxinet .

. 223'50

Alumnas y ex alumnas de Campos Colegio niñas de Corral de Almaguer . Colegio Manacor Colegio de Ariany Alumnas y ex-alumnas de Biniali
D.® María Vallori
D. Juan Bassa .... D. Juan Mateu.
D. Gabriel Vallori
D." Antonia Vallespir. D.“ Magdalena Seguí .
D. Antonio González .
D. Ignacio Rotger
D.® Francisca Encinas .
Rdo. D. Martín Cifre .
Colegio niñas de la Colonia de San Jorge

3.000'460'-
6.000'1.600'1.000'-
100'60'25'25'-
200'100'-
50'200-500'150'-
25'-

Este año, brillantemente, se ha proclamado Campeón Local entre los diferentes equipos femeninos de la
Ciudad de las Perlas.
18

enlvevtsla del mes
En la «isla de la calma»
hay poca inquietud social Los españoles no están formados socialmente
La idea del Mercado Común Europeo es de suyo cristiana

el 12 al 18 de marzo, se celebró en
la Basílica de San Francisco la
gran Semana Social organizada por la
Venerable Hermandad de Terciarios Franciscanos y Juventud Seráfica de nuestro convento de Palma. Todos los
días, a las 8 de la noche y por espacio de una hora, numeroso público escuchó con vivo interés la palabra autorizazda, persuasiva y valiente, del Rdo. Sr. D. Jo¬ sé M.?- Osés en sus exposiciones sobre los puntos más destacados de la Encíclica «Mater et Magistra» de Juan XXIII.
p. José María es Director de la Comi¬
sión Episcopal de Orientación Social, Pro¬
fesor del Instituto Social León XIII de Madrid y Profesor de la Escuela de Pe¬
riodismo de la Iglesia. D. José María, además y por encima de todo esto, es un simpático sacerdote navarro, abierto y de¬ cidido, que vive de cara a la dolorosa realidad social de nuestros días y no deja vivir tranquilos a los demás. A D. José María, gran admirador de la belleza de Mallorca contemplada désde los mirado¬ res de nuestra costa brava, le hemos preguntado:
—¿Ha visto inquietud < sócial en la «is¬
la de la calma»?
—Poca, a decir verdad.'El nivel de vi¬ da, al parecer, es,bastan te alto y la gente aún no se ha planteado seriamente el problema sócial que gravita sobre nues¬ tra épóca. Existe, sí, una gran preocupa¬
ción en los círculos de formación reli¬
giosa que he visitado.
“. -r^¿Cómo explica la deplorable falta de coriéiencia social en la mayoría de los es¬ pañoles?
—Son muchos los factores que han contribuido: concepción individualista hasta en lo religioso, falta de educación social, ignorancia de las directrices pon¬ tificias sobre este punto, persistencia de

ciertos mitos y estructuras de vida su¬
peradas, etc.
—La encíclica «Mater et Magistra»
¿señalará un resurgir esperanzador en nuesljra patria bajo el aspecto social?
—Creo que sí, aunque lentamente. La Encíclica ha tenido en España, como en todas partes, gran resonancia. Espero que se hará algo más que vocear su doc¬ trina en conferencias y artículos de prensa. Por de pronto, ya se empieza a publicar algunos comentarios, por ejem¬ plo, de C. Abaitua, P. Alberdi y J. M. Setien, reunidos en un volumen, en don¬ de se exponen, con actitud clara y valiente, las dos terceras partes de la Encíclica. Está próxima a aparecer una publicación de la B. A. C. en que colabo¬ ran veintiún autores. En breve también saldrá un volumen conteniendo las encí¬ clicas Rerum Novarum, Quadragesimo anno, el Discurso de Pentecostés y la Mater et Magistra con unas introduccio¬ nes históricas y unos ochenta guiones doctrinales. Se han celebrado dos Sema¬ nas de Pastoral Social, en las que se ha visto la urgente necesidad de aue este importante campo de acción adquiera un sentido auténticamente social. El clero se interesa cada vez más por los movimien¬ tos apostólicos de la clase obrera. AIpo positivo se está haciendo, pero aun es¬ tamos en los comienzos de una necesaria reforma de nuestras estructuras y mo¬
dos de pensar.
—¿Cuál debe ser la actuación de los cristianos para afrontar lo que el Papa llama problema de la época moderna?
—La Encíclica destaca la necesidad de
que los católicos se responsabilicen en su acción temporal, no solamente como un servicio, sino también como un deber de
conciencia. Al cristiano de hoy se le plantean problemas nuevos que es preci¬ so afrontar con gran sentido de respon¬ sabilidad. Toda la vida moral del hom-

19

•

•••••

•••

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Aí»*«ro9 Trt$s9itl^ntl€:»»

CABO SAN ROOUl
CABO SAN VICENTE
Tmiahnante «/7ma/teo^o«

PALMA - BUENOS AIRES

Buque
C. S. Vicente -

Fecha
4 abril

Horario
LLEGADA-SALIDA

-

7 11 h.

PALMA - GENOVA

Buque

Fecha

Horario
LLEGADA-SALIDA

C. S Vicente - 27 abril

- 15 23 h.

C.S. Roque - 25 radyo - 15 23 h.

Excursiones extraordinarios y facultativos a JERUSALÉN Y SANTOS LUGARES
GALILEA Y TEL AVIV.

PARA INFORMRS:
Su agencia de Viajes, o
YBARRA Y CIA S.A.
Avenida Antonio Maura, 64 Teléfono 15303 (3 líneas)
PALMA DE MALLORCA

bre está implicada en la solución de estos problemas.
Naturalmente, de vez en cuando, la conversación derivaba a otros puntos
más o menos- relacionados con el tema
social. Hablamos, por ejemplo, de la di¬ versa estructuración sindical en otros paí¬ ses, del alarmante proceso de descristia¬ nización que' Se da hoy en el mundo, etc. Sobre esto último pregunté a don José
María: ,
—¿Cuál es la realidad religiosa del me¬ dio ambiente español?
—No tenemos sobre ella un conoci¬
miento objetivo. Se han hecho tan sólo álgunos estudios sobre el cumplimiento dominical y pascual, que demuestran que el catolicismo español está gravemente minado. Desconocemos hasta qué punto el medio religioso español está descristiani¬ zado, porque no se tiene una visión real y sincera, pero podemos afirmar, sin lugar a dudas, que España no es una excep¬ ción en el proceso mundial de descris¬
tianización.
A D. José María, perfecto conocedor de la situación social, religiosa y política de nuestra patria, pregunté para termi¬
nar:
—¿Qué opina sobre el ingreso solici¬ tado por España en el Mercado Común Europeo?
—Que es un gran acierto, aunque ello plantee, en su fase inicial, serías dificul¬ tades y no pequeños sacrificios a nues¬
tra economía. La idea del Mercado Co¬
mún es de suyo cristiana y entra de lleno en la mente de Juan XXIII, al pedir en la Mater et Magistra una mayor inteli¬ gencia y colaboración entre las diversas comunidades políticas.
Esta entrevista tuvo lugar en la Sala
de Lectura de nuestro convento. Cuando
nos separamos, eran casi las doce de la noche: habíamos conversado, animadar mente, más de hora y media; Aquella no¬ che, antes de acostarme, hice mi primer
examen social de conciencia.
Me asomé al dolor de los «otros» y re¬ conocí en ellos el rostro doliente de Dios. En el fondo de mi conciencia escuché
con distinto acento las palabras de Jesús: «...y el segundo mandamiento es igual al primero». Os aseguro que no me acosté tan tranquilo como en otras noches. Y es que, ante la trágica realidad de nues¬
tra hora, los cristianos no pueden fácil¬
mente desearse «buenas noches».
GAR-LORE

20

Compra y venta de hombres
ti título, que ustedes acaban de
leer, no está escrito en tono hu¬ morístico; no se trata de decir alguna ex¬ travagancia para hacer sonreír a los ama¬
bles lectores de «El Heraldo de Cristo».
Está escrito en serio. ¡Vaya que sí! ¿Es que no leen ustedes, con la mayor fre¬ cuencia, en las secciones deportivas de los periódicos, estas o parecidas pala¬ bras: «El club tal o cual traspasa o
vende (que para el caso es igual) en tal o cual cantidad al jugador Mengano, Zu¬
tano, etc.?» Sí, se venden y se compran hombres,
como se venden y se compran máquinas de escribir y aparatos de radio. En los países civilizados, como España, Francia, Italia, etc., en pleno siglo de la aviación, de los cohetes a la Luna, y de la tele¬ grafía sin hilos, se compran y venden
hombres blancos como se vendían y com¬
praban negros en los tiempos de la es¬
clavitud.
Un poco repugnante es, pero es así. ¡Claro que en esas «ventas», en que se rebaja hasta lo inverosímil el concepto de la dignidad humana, se infringen le¬ yes fundamentales de los países que no permiten las compras y ventas de seres humanos! Creemos que los futbolistas merecen que se les ampare, ahora en
que tanto se exaltan los derechos y dig¬
nidad de los trabajadores.
— ¡Oiga, escribidor! ¿Y quién le ha di¬ cho a usted que los futbolistas sean tra¬
bajadores? —Tiene usted razón, señor. No he di¬
cho nada.

Consultorio internacional
Tengo entendido que en el año 1229 Jaime I estuvo en Mallorca, no precisa¬ mente como turista, sino para expulsar de ella a una legión de contrabandistas, trañcantes, piratas, etc. etc.; gentes que
habían hecho de la Isla su «cuartel ge¬
neral». Como soy muy amante de las aventuras y he decidido pasar mis vaca¬ ciones en Palma, me dirijo a Vd. para preguntarle si aún queda algún pirata. Me gustaría ver alguno, por pequeño que
fuera.
En espera de ser complacida, le salu¬
da A. B. China.
—Desde luego que existen aún, pero con una diferencia: hoy nuestros típicos piratas no son tuertos ni mancos, como los de antaño; tampoco se hacen a la mar con sus bergantines; normalmente, via¬ jan en modernos trasatlánticos y con bi¬ llete de primera, sin distinguirse de los
demás.
E. F.—Palma. Como todo está ya tan explotado en nuestra ciudad, me he per¬ mitido pedirle consejo. ¿Qué clase de negocio opina daría resultado? Gracias anticipadas.
—¿Por qué no prueba Vd. de poner una Academia de Lenguas especialmen¬ te para los que del turismo no vivimos?
Así pronto sabremos pedir limosna en diferentes lenguas.
O. P. Portugal. ¿Qué puedo hacer yo para no envejecer?
—Tal vez, morirse joven. A unos y a otros deseamos, mientras tanto, felices Pascuas de Resurrección.

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PALMA DE MALLORCA 21

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uíinnu

FRUTALES VIII

^i^^^/abemos por nuestros abuelos que en alguna ocasión, en las graneles penurias de alimentos,

f

motivadas por guerras o por sequías, a gente pobre de Mallorca se veía obligada a saciar su

hambre con algarrobas. Pero de ordinario la algarroba no sirve más que para pienso del

ganado. Sólo en sentido lato podemos aplicar el nombre de fruta a lo que es más bien una legumbre.

El algarrobo, junto con el olivo, era, y es todavía, uno de los árboles típicos en la tierra cultivada de nuestra isla. Hasta es un árbol folklórico, que entra en cierto número de canciones populares.

El castellano y el catalán emplean las mismas palabras —con pequeños cambios fonéticos o morfológicos— para designar el árbol y el fruto de que estamos escribiendo. Se trata de voces árabes. Se ha hecho notar que los arabismos catalanes se diferencian de los castellanos en que éstos llevan
aglutinado el artículo árabe al, mientras que los catalanes, por lo general (hay bastantes excepciones), no lo tienen. Garrova y garrover, frente al castellano algarroba y algarrobo, son una demos¬ tración de ello. Llull, o mejor dicho, los copistas de sus códices, conforme a la koíné literaria del anti¬
guo catalán, escriben las formas garrofa (o garroffa) y garrofer. No obstante, según veremos en los textos que ponemos a continuación, aparece también el dialectalismo baleárico garrova, más
cercano fonéticamente a la forma castellana.

•Y si (alguien) quiere buscar la naturaleza de la manzana en la pera, más fácilmente podrá percibirla en el peral que en el olivo o en el garrofer, pues más cerca está en naturaleza pera o membrillo de manzana, que no manzana de aceityna o de garrofa» (Contemplació IV, pág. 23). •Dijo la cereza a la garroffa que era torcida y negra, y dijo la garrofa a la cereza que ella estaba pronto podrida* (Arbre de Sciencia II, pág 359) «La B más hermosamente se mueve en la v® figura cuando... nombra rosa o lirio o manzana que cuando dice garrova o zarza* (Contemplació
VII, pág 536).
De las especies de árboles que producen la bellota (el género Quercus) sólo tenemos registrado el roure (roble): «Así como en el manzano en el cual la expulsiva echa fuera la corteza, que no es vegetada, y las hojas que caen de él; y eso se ve en el roure que tiene la corteza más grue¬ sa* (Arbre de Sciencia I, pág 102).
También las bellotas son preferentemente comida de animales. No obstante hay la variedad dulce que es apreciada, particularmente entre los pequeños Apartándose de las otras lenguas románicas, aun de las peninsulares, el castellano se ha quedado cen el arabismo bellota La palabra latina glans, evolucionada según el sistema peculiar de cada habla, es general en toda la Romanía.
Es conocida la manera cómo ha cambiado de género (por una falsa separación del artícu¬ lo) la palabra aglà, antes femenina (y en Mallorca todavía lo es en Artá). Diciendo la gla, una gla, se creyó que la a de los artículos pertenecía al nombre, l'aglà, un aglà, quedando éste así masculinlzado. Tenemos un solo texto luliano donde aparece dicha palabra (y aún en su forma provenzal, glan): <No es una glan a comparar* (Rims II, pág. 195).

P. Miguel Colom, T. O. R.

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Respuesta a ’’Punto y seguido”
uestro vecino de página, el sim¬ pático «Punto y Seguido», nos hizo una pregunta a la que no quere¬ mos, en modo alguno, dejar de contestar. Sin embargo, advertimos a nuestro con¬ sultante que responder a qué piensan y cómo quieren «ellas» a «ellos» no es fᬠcil, porque se trata de exponer una opi¬ nión bastante general respecto a un pro¬ blema que, en cada mujer, suele tener
diferentes matices.
«Nosotras» se ha ocupado hasta ahora de pequeñas cosas que interesan a la mujer, pero nunca de lo más importante para ella: El hombre.
Generalizar sobre cualquier tema pue¬ de dar lugar a incurrir en error, sobre
todo cuando nos atañe a cada uno en par¬ ticular. En un grupo femenino raramen¬
te se coincidirá, al exponer nuestros de¬ seos de cómo desearíamos fuese el hom¬ bre que Dios nos ha destinado, porque ese deseo depende, casi únicamente, del carácter de cada una de las mujereá que integran ese grupo, pongamos por caso.
El ñno ingenio de «Punto y Seguido» nos ha hecho salir, con su pregunta, a la palestra, como suele decirse, y ya en la arena vamos a intentar apuntar lo que, normalmente, desea toda mujer hallar en
el hombre.

De todos modos y sea cual fuere el carácter y modo de ser de una chica, hay cualidades que, por regla general, son comunes a todo ideal masculino crea¬ do por la mujer.
Se desea un hombre de buena forma¬
ción religiosa, porque ello allana tantas
diñcultades...
Pide encontrar en ese hombre un equi¬ librio intelectual que compense el desa¬ sosiego de la vida de hoy.
Espera hallarse protegida junto a él.
Y aspira a que sea delicado, atento, educado y comprensivo.
Así enumeradas parecen excesivas as¬ piraciones, pero todo ello no representa sino todo el valor que tiene cualquier hombre de bien.
Bueno, «Punto y Seguido», hemos sido
absolutamente sinceras al expresar nues¬ tro punto de vista. Ahora bien, no es
justo que únicamente nosotras indique¬ mos nuestro modo de pensar y sentir.
Creo que tanto a las lectoras de «Noso¬ tras» como a M. L. les interesará mu¬ chísimo saber, a la recíproca, todo lo que «ellos» desean encontrar en la mu¬ jer.
M. L.

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panorama franciscano
Colaboración de nuestro corresponsal VADÍNGUEZ

España
En Madrid, como es sabido, tiene su
sede el Discretorio Interobediencial de la
V. O. T. española. Una de sus realidades logradas es la siguiente:
Durante todo un año, ha venido fun¬ cionando el CURSO DE FURMACION TERCIARIA POR CORRESPONDENCIA, organizado por este Discretorio Inter-
obedencial. Cada mes se han venido enviando a
los inscritos dos lecciones desarrolladas con un cuestionario de diez preguntas
sobre la misma, a las que los cursantes tenían que contestar por escrito. Esas
contestaciones las han enviado los cur¬
santes a la Dirección del curso y, des¬ pués de caliñcadas, se han devuelto a los interesados con las notas y correc¬ ciones procedentes. En la Dirección se dispone de los expedientes individuales de cada uno de los cursantes, en los que se anotan los puntos correspondientes a la caliñcación de las respectivas leccio¬ nes, para poder expedir en su día certi¬ ficados o diplomas de los cursos, a efec¬ tos de propaganda o docencia dentro de la misma Orden.
China
Entre los Obispos de los cuales se te¬ nía noticia últimamente que seguían en¬ carcelados en las prisiones comunistas, uno era Mons. Fr. José Van, O. F. M., Obispo de Hengchow. Por negarse, con enérgica constancia, a todas las insinua¬ ciones para que diera su nombre a la Iglesia Patriótica fue encarcelado en 1955. Recientemente ha llegado a HongKong la noticia de que ha muerto en la
cárcel. Su nombre viene a añadirse aho¬ ra a los de tantas otras víctimas del odio
comunista a la religión, entre los cuales se contaban en los últimos años los fran¬ ciscanos Fr. Luis Chang y Fr. Teófilo Yang, pertenecientes también a la Dió¬ cesis de Hengchow y asesinados en 1950; Fr. Francisco Li, Vicario General de Laohokow y Fr. Buenaventura Hu, muer¬ tos en 1951; Fr. Juan José Shi y Fr. Leo¬

nardo Cheng, sacrificados en 1954; Fr. Buenaventura Chi y Fr. Francisco Chang, que perecieron en 1957 y 1959, respec¬
tivamente.
Japón Según estadísticas, después de 1946,
han sido distribuidos en Japón 27.238.084 ejemplares de la Biblia en edición com¬ pleta o parcial; y no están incluidas en
este número las ediciones católicas.
El «Studium Frascicanum», bajo la di¬ rección del padre Bernardino Schneider, prepara actualmente en Tokio una edi¬ ción católica completa de la Biblia en japonés.
NERVIOSISMO MALESTAR OPRESION “En los frecuentes trastornos de la vida
diaria, sobre todo en
mis molestias nervio¬
sas siempre tomo MELISANA“, se oye decir a muchas personas.
Estas manifestaciones tan moles¬ tas son debidas al agotamiento
nervioso a que nos llevan las ne¬
cesidades de la vida moderna.
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La Calobra: —Tiempo a libre disposición para bañarse quien lo desee (un hermoso sol está asegurado) y almorzar. —Visita al extraordinario TORRENTE DE PAREIS.—Por lo tarde, emprenderemos nuevamente la marcha para dirigirnos, por la re¬
ciente ruta abierta al tráficoy hacia el PUERTO DE SÓLLER.
Puerto de Sóller: —Haremos parada para admirar este nuestro magnífico puerto na-
, tural y a continuación nos dirigiremos hacia SÓLLER para emprender el viaje de
regreso hacia PALMA.
Palma:-Llegada alrededor de las 20'00 horas a la PI. de San Francisco, donde se dará término a este l·r. viaje de nuestra Revista en un cordial ambiente de camara¬ dería y optimismo (también está asegurado) y dándonos ya cita para el próximo.
Observación-.
Los Sres. participantes deberán llevar el desayuno y el almuerzo en frío. Aquellos que deseen almorzar en el Restaurante de la Calobra, podrán proveer¬ se del ticket correspondiente mediante el suplemento de 65.-ptas. por persona.
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Conciencia y pecado
Rdo. Padre: Me acontece con frecuen¬
cia que, debido a algunos sermones, me doy cuenta de que vivo en falsas persua¬ siones, creyendo no haber pecado donde efectivamente lo hay. Esto me llena de inquietudes. ¿Qué responsabilidad me al¬
canza en todo esto? J. M. — Palma.
Le alcanzaría responsabilidad grave únicamente en el caso de que estas fal¬ sas persuasiones fueron debidas a igno¬ rancia voluntaria por su parte, y le pu¬ sieron en grave peligro de quebrantar preceptos importantes. Es decir, si su
conciencia le indicó anteriormente que debía buscar ideas claras acerca de tal o
cual precepto, y usted, por culpa propia,
continuó en el error.
Ahora bien; si vivía de buena fe en su persuasión errónea, no le alcanza ningu¬ na responsabilidad, ni grave ni leve.
La razón es clara: Dios no nos guía, en su economía ordinaria, con su luz in¬ falible, sino por el dictamen falible de
nuestra conciencia .De hecho a veces se
equivoca.
¿Tuvo la Virgen más hijos?
La Virgen tuvo más hijos: He aquí la dificultad de moda. Es por donde los enemigos de la Iglesia comien¬
zan a minar la fe de los católicos poco
instruidos. Y, sin embargo, todos los ar¬ gumentos que ponen son de facilísima refutación, como podréis observar.
Primer argumento: Según San Lucas (8,19) «Vino la madre con sus herma¬ nos... y le comunicaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean verte». Luego, si Jesús tuvo más hermanos, María hubo de tener más hijos.

Refutación. Fijaos bien: Los Evange¬ lios hablan de los hermanos de Jesús, pero nunca hablan de los hijos de María. Sólo nos hablan de Jesús como hijo de María. Pero, además, sabemos con cer¬ teza absoluta que los hebreos llamaban hermanos a todos sus familiares, sin dis¬ tinguir si eran hermanos, tíos o primos. Esto lo podemos probar con multitud de textos de la Biblia, entre los que escoge¬ mos el siguiente (Gen, 14, 12): «Llevᬠbanse también con toda su hacienda a
Lot, hijo del hermano de Abraham (lue¬ go su sobrino)... y como supo Abraham que había sido hecho cautivo su herma¬
no...»
Queda claro, ¿no?
Pero hay más aún: San Marcos (6, 3) nos cuenta que los judíos murmuraban diciendo: «¿No es éste el artesano, el hijo de María y el hermano de Santiago y José y Judas y Simón?». Ved cómo se distingue entre hijo y hermanos o pa¬ rientes, dándonos los nombres de éstos. Y más adelante (15,40) nos dice que en la crucifixión estaban presentes muchas mujeres entre las que destaca a María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José (dos de los hermanos antes citados) y Salomé. Que esta María no es
la madre de Jesús es clarísimo. Si lo hu¬
biera sido, San Marcos hubiese puesto: «María, la madre de Jesús, Santiago y Juan». Además, por San Juan (19, 25) sabemos que «estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su ma¬ dre, María, la de Cleofás y María Magda¬
lena». Los más eminentes escrituristas
creen que esta María, madre de Santiapo y de José, es o María de Cleofás o la hermana (pariente) de la Santísima Virgen.
FRAY MARCELINO

Nuestros Difuntos
PALMA.-Confortada con los Ultimos Sacramentos, dfa 5 de marzo, falleció D.° Francis¬ ca Comas Pascual, viuda de Nadal, terciaria franciscana. Nuestro pésame a sus hijos Miguel (Minaco), Bartolomé, Francisco, Juon y Rafael y a toda su familia.
VILLAFRANCA DE BONANY.-Día 16 de marzo, se durmió plácidamente en el Señor D. Jaime Rosselló Gayó, a la edad de 72 añas, padre del Rdo. P. Jaime Rosselló, T. O. R. Nuestro
más sentido pésame a toda su familia. LLOSETA.-Día 19 de febrero,^ falleció D. Juan CoH Cañellas, suscriptor, a la edad de
52 oños. Nuestra condolencia a su hijo Guillermo, seminarista de La Porciúncula, a su tía Sor María del Buen Consejo, religiosa franciscano y a toda su familia
PORTOL.-Descansa en la paz del Señor Sor Estanislava Xamena, religiosa franciscana, fallecida el día 15 de enero, a la edad de 81 años y 50 de profesión religiosa.
SES SALINES.-Día 25 de febrero, se durmió en el Señor Sor Rafaela Adrover, a los 78 años edad y 51 de profesión religiosa.
ARIANY.-Dfa 15 de eneio, murió D.” María Mestre Ribot, a los 91 años, madre del P.
Antonio Frontera, T. O. R.—D.° Bárbara Ribot Darder, falíecida el día 6 de febrero, a los 99 años. Estas dos difuntas eran Terciarias franciscanas y suscriptoras de «El Heraldo».
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Otro
Un perro se ha evadido de la zona del Berlín-Este.
— ¿Qué tal por allí? — le pregunta uno de los perros del Berlín-Oeste.
-Pues... bien. Hay una igualdad abso¬
luta en todo.
— Entonces. . ¿Cómo es que te has posa¬
do tú?
— Bien, es que a uno le gusta poder la¬
drar de vez en cuando

Niño listo
La criada:
— Si comes más tarta, vas a estallar.
El niño:
— Pues dámela toda y vete lejos de aquí.

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HORIZONTALES: 1.—Pie de la poesía griega íplural). 2.— Mamífero rumiante de África de cuello largo. Parte del es¬ cenario. 3,—Persona que cuida la casa de otro. Vele. 4 — Preposición. Entregó. Letras iguales. 5.—Cetáceo de los ma ■ res del Norte, enemigo de la ballena. ó.-^Música moderna. (Al revés y plural). Arbusto rosóceo cuyos tollos tienen agui¬ jones. 7.—Parte de un edificio. Propio de los ancianos. 8.— Licor que se saca de la mezcla de melazas y zumo de caña de azúcar (Al revés) Poto. 9.—Instrumento empleado para asegurar las embarcaciones. Pareja de macho y hembra. 10.—(Al revés) Mezcla. (Al revés) Río de Italia. 11.—Cam¬ peón. Nombre de varón. 12.—Vapor. -Lienzo que se pone el sacerdote debajo del alba. 13.—Aceite. Rezad. 14.—Acusada.
VERTICALES: 1.—Hierba de flores amarillas que crece entre les escombros. 2—Aludo. Deje el lugar. 3.—Lleve alfiler grande. Sene. 4.—Altar. Mira las letras. (Al revés) Noto. 5.—(Al revés) Apócope. Cloruro sódico. Allí. 6.—(Al revés) Medida de capacidad hebrea. (Al revés] Se alimentaban. 7.—Leopardos. Marchará. 8.—Entenderáselo. Semejante. 9.— Consonantes de Safari. (Al revés) Sufro. Composición poé¬
tica. 10.—Movimiento convulsivo. Adornas 11 —Rezar. Ápu-
ros. lugar donde se reúne gran cantidad de agua. 12.— Cubrir sus pies.
Soluciones del anterior • Horizontales; 1.—Alcántara.
2.—SadaíR. EticC. 3.—Tarada. Oso. 4.—Ra. Uno. As. 5.—S.
OteS.A. 6.—DPS. O. Sitiar. 7.— Re.a. L. Líale. 8.—Ars. OseiT. 9.—Suecos. Posee. 10.—T. Coto. eD. 11.—Id. Red. T. 12.—Cid.
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