DOS EN UNA, NO; UNA SIN SEGUNDA, SI n el slogan de una Agencia de Viajes se auncia una Peregrinación a Roma y Lourdes, haciendo ver que en un sólo recorrido se visitan dos punios que merecen dos peregrinaciones. Y llévase razón. Al hablar de NUESTRA PEREGRINACION del próximo agosto, no podemos decir que de un tiro matemos dos pájaros; hay que confesar que como NUESTRA PEREGRINACION no hay otra. Son 4.794 kilómetros los que se recorren; se pasa por cinco países; se visitan detenidamente las capitales de Suiza, Austria e Italia; se bordean la Costa Brava Española, la Costa Azul Francesa, la Riviera Italiana; y, además de Roma, con su Vaticano, Basílicas, Foros y Catacumbas; Asís, con su Porciúncula, Sacro Convento y Santa Clara; Florencia, con su Santa Croce, Duomo y Palazzo della Signoría; Padua, con su San Antonio,Venecia con su San Marcos, sus canales y gón¬ dolas,- Viena, con su Danubio y sus canciones; el Tirol, con sus glaciares perpetuos; Zurich, Berna, Lucerna, Laussane y Ginebra, con sus maravillosos valles y montañas, ríos y lagos, vamos a ser huéspedes de ciudades francesas tan importantes como Narbona, Montpelier, Niraes, Valence y Lyón .. Todo eso to Jo eso y mu¬ cho más verás lector que¬ rido si te decides a formar parte de la Peregiinacíón Franciscano - Mallorquina a Ars, Asís y Roma, que saldrá de Barcelona, el 16 de agosto. 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Protector 25 Ptos 30 » 40 » En el 750 aniversario de la aprobación de la Regla Franciscana Ei Papa Juan XXIII ilustra la esencia del Franciscanisino El jueves, día Í6 de abriL conmemoró la Archibasílica de San de se en Juan Letrán de Roma el magno acontecimiento del 750° aniversario de la aproba¬ ción de la Regla Franciscana, dada por el Papa Inocencio 111, en el año 1209, En presencia del Sumo Pontífice Juan XXllI, a quien acompañaban 19 Car¬ denales, con la representación de todas las Familias Franciscanas y de millares de Terciarios, el gran acontecimiento histórico no podía tener una más digna conmemoración. Estaba ya completamente llena de público la Basílica Lateranense cuando, a las 19, llegó el Sumo Pontífice. Una explosión de aplausos entusiastas sonó en el gran templo y acompañó al Papa, quien, a pie, en señal de humildad, recorrió la nave central del templo, pasando a adorar al Santísimo Sacramento en el altar de San Francisco y a venerar la imagen del Seráfico Patriarca. Después de unos ins¬ tantes de oración Juan XXIÍl pasó al ábside y tomó asiento en la Cátedra mientras la «Schola Cantorum», compuesta por religiosos de todas las Familias Francis¬ canas, dirigida por el Padre Santini, cantaba el <Tu es Petrus». En ei referido ábside, además de los Eminentísimos Cardenales, había dos largas hileras de Obispos Franciscanos, las Curias Generalicias de las cuatro Familias del Orden Seráfico y las Comisiones de las Terceras Ordenes Seculares. En sitios de honor, frente al trono del Papa, estaban los cuatro Superiores Mayores 166 El Haraldo de Cristo de las mismas lamílias, los Rdmos. Padres Agustín Sépinski^ Ministro General de los Frailes Menores^ Victoria M. Constantini, Ministro General de los Menores Conventuales, Clemente de Milwaukee, Ministro General de los Frailes Menores Capuchinos, Lorenzo Hrzic, Ficario General de la Tercera Orden Regular, en representación de su Ministro General, Rdmo, P. Juan,H. Boccella, ausente de Italia^ Él Rdmo, P. Sépinski, representando a toda la Familia Franciscana, leyó un saludo filial al Sumo Pontífice, terminado el cual, tras un silencio impresionante, los cuatro Ministres Generales recitaron la fórmula de renovación de la profesión religiosa en nombre propio y en nombre de sus subordinados. El Santo Padre les contestó con las palabras: «Y Yo, de parte de Dios todopoderoso, si estas cosas guardareis, os prometo la vida eterna > y seguidamente pronunció la siguiente alocución: Venerables hermanos y queridos hijos; Estos piimeros meses de nuestro servicio apostólico como sucesor de San Pedro en el Episcopado romano están marcados por la conmemoración de algunas fechas históricas y religiosas que se presentan con feliz auspicio. El encuentro de hoy, en cristiana fraternidad de sacerdotes- y seglares de varias lenguas, con diverso hábito exterior pero con igual sencillez y viveza de recuerdos y de corozones, es uno de los más característicos y más alegres. Aquí en Letrán, en la basílica «urbis et orbis mater et caput», no son los Apóstoles quienes nos congregan esta tarde, sino San Francisco de Asís, el «homo chatolicus et totus apostolicus», que reúne o sus hijos, desde la lejanía de más de siete siglos, en torno a sí. Desde la gran estatua de bronce de la inmensa plaza él invita a contemplar la magnifica y misteriosa «sedes papalis atque patriarchalis». Vedlo aquí en el mosaico central brillando en puesto de honor, entre la Virgen, San Pedro y su gran hijo San Antonio de Paduo, entre San Juan Bautista y el Evan¬ gelista. Aqui y allá, sobre las viejas lápidas, reaparece su nombre bendito y el recuerdo de los preclaros acontecimientos de su vida en esto colina santificada y veneradísima a lo largo de ios siglos, como en la inscripción del Papa Nicolás, Francisci proles primus de sorte Minorum; el primero de los cinco papas fran¬ ciscanos. Esta tarde es el recuerdo de su Regla el que nos trajo aquí. Se diría que la figura del Papa Inocencio III, de incomporable memoria, que reposa en su noble y magnifico mausoleo, se hubiera como despertado de su reposo para reafirmarnos la realidad de su sueño, el prodigio de la Providencia celestial para la cual aquella Regla, aprobada no sin titubeos en un primer tiempo y después reconocida, por divina inspiración, como llamamiento de Jesús a sus más altas enseñanzas, fué sellada por primera vez con el sello apostólico. Puede provocar cierta admiración el hecho de la multiplicación de las familias religiosas que bajo el mismo nombre del Pobrecito de Asís presentan variaciones tan numerosas, y a veces impresionantes por su hábito, por la vida monástica, por las normas de apostolado. Pero para quien sabe escrutar los intimidades del senti¬ miento, del corozón, del pensamiento humano para quien, habiendo visto muchas partes del orbe, se da cuenta de antiguas y de recientes experiencias y sabe pre¬ cisar y distinguir entre lo que es principio sacro y evangelio eterno y lo que es mutabilidad de climas, de temperamentos, de contingencias locales, crece más bien el estupor por esta fidelidad a los puntos fundamentales de la Regla franciscana antiguo, por este fervor de retorno a su pureza primitiva. La ley de la naturaleza, que colorea las auroras, hace estallar el fuego del mediodía, hace más manso y El Heraldo de Cristo 167 suave el atardecer, sólo teme la llegada de la noche; esta ley se aplica por entero al orden del espíritu humano, individual y colectivo, y prepara nuevas ¡ornadas. Por tanto, sólo es de temer la noche cuando prolonga sus sombras y se hace inacce¬ sible a toda nueva claridod. La grande, inmensa, multicolor familia franciscana es como una nave maravi¬ llosa que surca el océano. Ella dispone de tres potentísimas áncoras pora la defensa de su navio. Estas son capaces de asegurarle conquistas vastas y firmes, por encima de toda tempestad, por encima de toda adversidad de cielo, de tierra y mar. La sustancia del franciscanismo está en estas virtudes de defensa y de conquisto. Tres polabras lo dicen todo y resumen la gran Regla que el Papa Inocencio aprobó; «Paupertas, oboedientia, caritas» {pobreza, obediencia y caridad). La pobreza Los dos ilustradores más atendibles y más devotos, Tomás de Celano y Sen Buenaventura, por lo que nos han referido de San Francisco y de los comienzos de su obra, ofrecieron al mundo el manual más perfecto de vida religiosa, selecta y santa, la forma reoitr.ente magistral para obtener del esfuerzo colectivo de todos los hijos de San Francisco éxitos muy consoladores de renovación religiosa y social. ¡Ah, la santa pobreza! ¡Qué riqueza como consejo, como voto! Dicho esto de la pobreza efectiva. Dicho y repetido de la pobreza de espíritu. , Las cuatro grandes familias franciscanas de los Hermanos Menores, «simpliciter» llamados. Hermanos Conventuales, Hermanos Copuchinos, Tercera Orden Regular, disponen de una amplia literatura, antigua y modernísima, sobre el concepto, las formas y el ejercicio de la pobreza. Más interesante, sin embargo, que las disquisi¬ ciones doctrinales es la ilustración de las ventajas y de las alegrías serenos de la pobreza. Realizada ésta a la perfección, es lo que tan estupendamente dice el autor de la «Imitación de Cristo»-* «Dimitte omrtia et invenies omnia» (Déjalo todo y lo encontrarás todo. III, 32). No de otro modo cantaba el buen Jacopone da Todj en sus rimes: Dolce amor di povertade Quanto ti degiamo amare: Povertade poverella, Umilíade è tua sorella, Y lo que a estos versos sigue en deliciosa expresión de conceptos y de frases. Puede suceder, es cierto,'que en el ejercicio de esta virtud fundamental del franciscanismo, por el hecho de la misma pobreza, sobreabunden las riquezas, incluso las riquezas materiales; y que penetre en el espíritu, en virtud del dicho «paupertas in divittis abundavit» un sentimiento de dominación universal, incluso en el mundo físico, que por su indiscreción puede resultar peligroso hasta engen¬ drar confusión en el orden de las ideas y de la práctica diaria. Es preciso, pues, un sentido de discreción y de medida. No olvidamos la página de las «Florecillas», en que Fray Angelo, encontrándose con San Francisco a su regreso de Oriente, en una pequeña isla desierta y deliciosa de la laguna Veneta, invitó a ios pájaros, que llegoron a festejarle, a unir su canto al rezo de! breviario.' Respondieron los pájaros con su lenguaje canoro, pero tan alegre y cla¬ moroso, que Fray Francisco, tan satisfecho por su festiva compoñía, hubo de pedir¬ les que acabaran con su canto porque perturbaba demasiado su oración. La obediencia Además de la pobreza, es de gran significación en la santa Regla, aprobada por el Papa Inocencio, la obediencia: al Obispo y particularmente al Obispo de Roma. «Subditi et subjecti pedibus Sanctae Romanae Ecclesiae», según la expresión 168 El Heraldo de Cristo de San Francisco. La historia de la iglesia, estudiada sin animosidad, proporciona la documentación más exhaustiva de cuanto en la obediencia pura y simple a la Santa Iglesia hay de éxito en la vida de las órdenes religiosas y cuanto de desven¬ taja y desolación tienen que lamentar y llorar siguiendo, solos o colectivamente, los caminos de la insubordinación y de la indisciplina. Observamos en nuestros años jóvenes una antigua pintura extendido sobre toda una pared de una espléndida iglesia del siglo XIV. Lo pintado llevaba el nom¬ bre de árbol de San Buenaventura: con hermanos que suben con sencillez a las robustas ramas; otros, ardientes e impetuosos, que caen miserablemente. A menudo el engaño sucede a la ambición secreta y a la jactancia. El autor de la «Imitación de Cristo» continúa impertérrito: «A menudo se pregunta lo que un hombre ha realizado; pero no se cuida de buscar con qué espíritu de obediencia haya proce¬ dido en su esfuerzo. Se prefiere mirar si es poderoso, rico, bello, hábil, escritor sabio, cantor grato, orador vivaz, trabajador incansable, pero no se pregunta si tiene espíritu de obediencia, de pobreza; si es dulce, piadoso, recogido. La natu¬ raleza engaña a menudo; el espíritu obediente canta siempre victoria» (III, 31). La caridad ¿Qué decir del tercer atributo característico y fundamental de todo buen her¬ mano, según San Francisco? El espíritu de catolicidad, y de apostolado, cual San Francisco lo presentó a sus contemporáneos, lo dejó como preciosísima herencia o sus hermanos después de haberlo sancionado como un precepto en la santa Regla que <dominus Innocentius Popa, vir gloriosus, doctrina quoque fluentissimus, sermone clarissimus, zelo justitiae fervens», después de madura reflexión aprobó y bendijo. San Buenaventura, en su «Legenda major et legenda minor», consagra páginas conmovedoras a la preparación de esta regla de apostolado misionero en vasta escala, que debía marcar la trama del trabajo conquistador de olmas innumerables tal como habría de desarrollarse en el curso de más de siete siglos, por el difundido conocimiento, por el triunfo del nombre, del amor, del reino espiritual de Jesús crucificado, salvador del mundo. Las abundantes bibliotecas donde se recogieron en ricos volúmenes, antiguos y nuevos, las gestas a menudo teñidas de sangre de los misioneros franciscanos, no quieren ser honradas como coronas de laurel sobre las que reposan los herederos de tanta gloria, sino como aliento y ánimo que se hacen más vivos en esta circuns¬ tancia de conmemoración centenaria para «aemulari charismata meliora». Es una gloria ésta de las familias franciscanas que conduce, como se puede laudablemente comprobar, a una noble y santa competición con todas las demás fuerzas espirituales del apostolado misionero que prosiguen en distintos escuadro¬ nes, hoy más activos que nunco, las tareas más que ásperas y contrastadas que se presentan en las diversas partes del mundo. La voz de San Francisco, siempre suave y poderosa, en concordancia armónica con los demás insignes padres del.apostolado que son en el cielo especiales pro¬ tectores de congregaciones misioneras por ellos fundadas, sea atrayente invitación para todos hacia una concentración de invencibles energías en todos los puntos de la tierra donde se troboja, se sufre y se combate espirítuolmente contra el espíritu de las tinieblas; para que la gran tribulación que azota en estos años a la Santa Iglesia se calme y se convierta en bendición para los mismos opresores de la libertad y de la verdad. El Papa, terciario desde los catorce años Y chora, queridos hijos e hijas de las familias franciscanas y cuantos otros pertenecen a las innumerables asociaciones de caridad y de apostolado que se inspiran en este ideal, elevemos en santa fraternidad el himno de grados por los setecientos cincuenta años de operante vitalidad de la «Regula Sancta Francisci» y El Heraldo de Cristo 169 añadamos la ferviente plegaria «Ad multos annos, ad pacem et salutem animarum nostrarum, ad gloriam et benedictionem totius Ecclesiae Sanctae Dei». Queridos hijos: Permitidnos añadir una especial polabra del corazón a cuentos aquí presentes pertenecen al pacifico ejército de los terciarios seglares de San Francisco «Ego sum Joseph, frater vester». Nos complace decirlo con ternura. Lo somos desde que teníamos apenas catorce años; el 1 de marzo de 1896 fuimos re¬ gularmente adscritos por ministerio del canónigo Luis Isocchi, nuestro padre espiri¬ tual, que era director en el Seminario de Bérgamo; y queremos bendecir al S.ñor por esta gracia que nos concedió en feliz sincronia con el acto de iniciarnos, preci¬ samente en aquel año y en aquellos meses, en la vida eclesiástica mediante la tonsura. ¡Ah, la alegría serena e inocente de aquella coincidencia! Terciario franciscano y clérigo camino del sacerdocio; ganado, pues, por los mismos hilos de la sencillez, todavía inconsciente y feliz, que nos había de acompeñor hasta el altar bendito; que nos había de dar después todo en la yido. ' Nuestros ojos, por otra porte, tuvieron como familiares desde la infancia la más sencilla visión del pequeño convento regular de los hermanos menores de Baccanello, que en la abierta campiña lombarda, donde habíamos nacido y crecido, era el primer edificio enteramente religioso que encontrábamos; iglesia, modesto eremitorio, campanario, y muy cerco, muy cerca, humildes hermanos que, se esparcían por los campos y los modestos caseríos para pordiosear, difundiendo aquel aire de sencillez enteramente ingenuo que hacía tan simpático a Son Fran¬ cisco y a sus hijos. Séanos permitido decir que tras de un largo «curriculum* por los cominos del mundo y habiéndonos acercado a tantas nobilísimas obras de aquel espíritu entre hombres doctos, ilustres y santos que honraron a. las órdenes froncisconas y a la Iglesia de Cristo en el nombre del padre seráfico de Asís, nada fué nunca tan dulce y delicioso a nuestra alma'como volver o Bacconello, a oquella inocencia, a aquella apacibilidad, a aquella santa poesía de la vida cristiana, madurada en el sacerdocio y en el servicio de la Santa Iglesia y de las almas. Precisamente dentro de estos recuerdos, el humilde terciario franciscono con¬ vertido en Papa y sucesor de Inocencio III, de Nicolás IV hasta León XIII, y sin perder nada de la primitiva sencillez, más aún,gustando más que nunca lo du'zuro; precisamente, decimos, inmerso en estos recuerdos gustábamos el posado domingo en San Pedro una espiritual e inefable embriaguez al exaltor al nuevo sento de la Iglesia del Señor, San Carlos de Sezze, modestísimo hermano lego de los herma¬ nos menores, a quien la gracia, la purezo/ la sencillez/ la inspiración labroron una corona tan fúlgida de dones celestiales aquí abojo, y dé gloria sobrehumana para nuestra admiración, nuestro ejemplo y nuestra protección. Al pequeño convento todavía ogreSte, pero tan querido de Baccanello, paid evocación de recuerdos dulcísimos de toda nuestra vido, queremos enviar como regalo papal el relicario precioso que la Orden seráfica tuvo a bien ofrecernos como recuerdo perenne del glorioso acontecimiento. Como el gran patriarca Francisco, así su último hermano menor glorificado San Carlos de SezZe, «pauper et humilis, coelum dives ingreditur, hymnis coelestibus honoratur, allelujo, alleluja». Queridos hijos en San Franciseoí A Nos, a vosotros y a todos repetimos la gran advertencia que desde lo alto nos llega: ésta es la gran «Regla» que cetebra^ mos; éste es el camino que conduce a la vida, a la bendición, a la gloria. Allelujo, alleluja. En el primer aniversario de la muerte de Maria Antonia Salvà que acercarse ol pueb'o. María Antonia Salvó lo hizo y io hizo con dignidad. Por esto —dcj ndo oparte otros méritos de la poetisa— merece la emocionada gra¬ titud de todos los que amamos nuestra tierra. Es inap'azable que veamos los cosas con ojos realistas. Nuestra lengua se nos muere un poco más, codo día. Y quien dice nuestra lengua, dice el alma de Mallorco. Si no se emprende un in¬ tenso y eficoz apostolado literario y lin¬ güístico, vamos a perderla en plozo más o menos breve. Y, tal vez, el síntoma peor es que nuestro pueblo, atrofiado el sentimiento lingüístico, ni siquiera lo lamenta. Ya podemos disponer de gramáticas perfectas; de un Diccionario maravilloso que pone, ante nuestra vista, los inago¬ tables recursos del idioma; de un pelo¬ tón de poetas, tan odmirob'es, que nun¬ ca se apean de su torre de marfil para repartir a Jos pequeños el pan de la belleza... Si perdemos al pueblo —y vamos, precipitados, por este caminotodo está perdido. Como resultado del divorcio eritre el público que lee y nuestros poetas, hemos llegado a lo siguiente: boy por hoy, apenas si disponemos de un poema que que sea apto para enseñar a un niño, para uña fiesta literaria o escolar, para una lectura en familia. Nuestro pueb'o ha llegado a mirar con asco, y hastío a los poetas. Los lectores corrientes —y hay que ir a la conquista de ellos— ne¬ cesitan, por ahora, no sutilezas y gongorismos, sino una especie de inundación de «Rondaies Mallorquines» y versos transparentes y correctos, pero con savia pop.ular, a la manera de María Antonia Salvó. El fef enorme del folklore Considerem, ara, si vos piau, un as¬ pecte curiós de l'obra literària de Maria Antònia, o sigui el caire folk óric deis seus versos. Jo tiñe un poc de flaca pel folk ore, potser i tot que me n'entengui una mica i, per això, no estranyareu — així ho esper— que la meva conversa, ara, prengui per un camí pintoresc. Pin¬ toresc, sí, però no banal. No serà per de més que facem, sobre aquest tema, algunes prèvies reflexions. El folklore, a judici de la gent no ayesada a discórrer, és una cosa lleugera, gairebé risible, en què s'enfretenen qua¬ tre senyors maniàtics, amb el cervell ple de terenyines i sense saber confeigir dues idees d'una manera mitjanament discreta. Uns personatges a qui quasi ningú atorga bal'iigerància. El folklore, per molts, consisteix en bots í cabrioles, esclafits i costanyetes; en riure a base d'expresions baldrumeres; en disfressar- se, els darrers dies, amb vestits rancis,en usar d'un idioma esqueixat i malolent. I no és això, ni prop fer-hi. Dues causes, al menys, han contribuït a formar del folklore aquest concepte pejoratiu. Primera, les persones que ens l'han conservat són persones incultes. Éls que presumeixen —sense motiu, cal dir-ho, però són innumerobles— de lletraferits miren aquestes persones amb prevenció i amb rebuig Mes la gent del poble, sense cultura, analfabeta i tot, és, molt sovint, sàvia de veres, amb la sabiduría de la sang- Inexperts —d'acord— en erudició llibresca, però iiestíssims en ciència viya i vital. Coneixen a fons els secrets del seu ofici i, llaurant, fent mar¬ ges, arreglant amb el càvec el terrer per I hortalissa, componen, d'ull i sense mi¬ des, uns dibuxos admirables per la seva uhiformitat i precisió. Són músics i poe¬ tes instintius i ho demostra que sàpiguen tantes tonades i cançons que la poesia i múàica docta, tan reiteradament, ha aprofitat. Els nostres camperols, de tont de tractar amb el temps i viure a la seva inclemència, són molt entesos en meteo¬ rologia. Saben un inacabable enfilall de JÈl Heraldo de Órisio l7í refranys ¡ dites on hi ha, confitada, l'ex¬ periència de segles. Observadors com són, han registrat la, diguem-ho així, vida social í sentimental d'animals, ar¬ bres i plantes i, graciosament, n'expli¬ quen les seves pintoresques consuetuts. I, sobretot, aquestes persones indoctes són les que hah fet pervenir fins a nosal¬ tres l'enorme riquesa de l'idioma nostre. En l'idioma hi ha qualque cosa de mira¬ cle. Es l'ànima del pcble, la canal i el dipòsit de les seves múltiples sensacions. Doncs, si la part de més sucu'ència del llenguatge nostre s'és conversada fins al present, ho devem, no als llibres, no ois escriptors, no als governants, sinó ol poble humil, il'literat i analfabet que, sense adonar-se'n, posseeix, en conjunt, una extraordinària sabiduría. Emperò la sabiduria folklòrica és de caient rústic i de colors poc vistosos, i això ho contri¬ buït a desvaloritzar el folklore i, indús, o desacreditar-lo davant la classe mitja de lò cultura; dels que en diuen, en mallorquí, literats i escriptors de pan- fonteta. I ja resta indicada la segona causo que sol dur a menysprear el folklore: la ignorància, no la humil i, per això ma¬ teix, intel·ligent, sinó lo ignorància atre¬ vida i pretenciosa d'aqueixa al·ludida classe mitja. —El homes verament savis i de vàlua com Milà i Fontanals, Menéndez Pelayo, Marian Aguiló, Mn. Verda¬ guer, Mn. Antoni Maria Alcover, Menéndez Pidal, són estats sempre amics entu¬ siastes de'folklore.— Són legió els que ni sospiten la trans¬ cendència i significació de les coses populars. Prenent-les com a matèria frí¬ vola, no arriben a Veure que són, per contra, un tema immens, difícil, amb arrels profundíssimes i mil·lenàries en la humanitat i amb problemes de tota mena; un temo entrunyellat amb la His¬ tòria, amb la Mitologia, amb la Bíblia, amb la cultura de tot el temps i on cal entrar omb les sabates ben cordades, vull dir, ben armats d‘erudició i ciència i amb un gran sentit de les belles arts. D'aquí, un ja pot conèixer que el terrer folklòric és relliscadís i que, si un no hi camina ben previngut, trabuca el peu o cada passa I, a raig I roi, diu despro¬ pòsits. Les dues causes que ccabam d'expli¬ car i l'ésser ja el folklore un poc fruita fora temps —som a una època de tran¬ sició, època de progrés mecànic i mate¬ rialista que se desentén del passat— han contribuït, com dèiem suara, a formar del folklore un concepte pejoratiu. . Escrítors que s'empraren del folklore Végem, tot seguit, a través d'alguns màxims escriptors, quin valor té el folk¬ lore on se són inspirades tantes obres immortals. Deixem, per ovu», de bonda els grans músics que, per les seves com¬ posicions, s'aprofitaren, fent-ne una alta estima, de melodies fo'k'òriques. Reflexionem, abans de seguir més en- vant, que la Mitologia grega i romana donà naixença a moltes pàgines fulgu¬ rants. Doncs, la Mitologia no és més que una complicada màquina folk òrica. I com li tregueren el suc els escriptors grecs i, llavors, els llatins que no gosa¬ ven apartar-se quasi mai de les petjades dels grecsl En l'obra de Virgili, hi ha tantes coses de regust folklòric o popular, espargides per les Églogues, les Geòrgiques i l'Enei- da que, per tractar-ne amb una mica de detenció, absorbirien una llarga confe¬ rència i, si voleu, un llibre. Emperò si, de folklore, n'hi ha fins i tot a Horaei, el més docte, primfilat i, en sentit noble, el més esquiterell dels poe¬ tes llatins. És d'Horaci aquell vers famós del Llibre llj de les Odes, Oda I: Odi profanum vulgus et arceol «Jo avoresc el poble boix i el rebuig>i>. No obstant, d'aquest, mateix poble des¬ denyat i amb qui; a pesar de tot, hovia conviscut, Horaci en va prendre més de dues coses. Basti recordar l'expresió, per cert no gens ática, que els nostres enjogassats camperols empren en con¬ vidar qualcú a menjar figues; —Menjau-ne que tanmateix les hem de donar als porcs! Doncs, aquesta mateixa frase la trobam a Horaci i Horaci, indubtablement, la prengué del poble. (Continuará) P. Rafael Ginard Bauçà, T. O.R, 3 AURAS DE JUNIO Un corazón • • • Hora grande y sublime de la entrega. En la Cruz ya la* Luz se va encubriendo. Todo se consumó. Ya está apagada la suave llama de los ojos bellos,- rotas están las manos generosas, desgastadas del bien que repartieron; rotos los pies que con tesón buscaron la ovejita perdida en el otero. Todo se consumó. Mas algo queda íntegro aún en su amoroso aliento: Un CORAZÓN de célicos tesoro?; un CORAZÓN, tesoro de los Cielos. ¡Ah..., que también se quebrantó en la ofrenda! La lanza, aleve, atravesando el pecho desgarró aquél joyel enamorado que prodigó sus hálitos postreros en. gotas aromadas de perdones como un clavel que deshojara el cierzo. «Mirad el CORAZÓN que tanto os ama» nos dirían después aquellos pétalos. ¿Y por mí el Corazón os haft partido y aún las partes del mío me reservo? ¿Y veo en Vos el Corazón exhausto y aún tengo el mío de quereres lleno? ¡Ah, no, Jesús! No más indecisiones, no más ingratitud ni regateos: ante aquél Corazón que adoro roto, quiero dejar el mío todo entero. M. Ana María de la Trinidad C. C. E, PRIMERAS COMUNIONES El angelical niño Joaquín Ozonas Sard en el día solemne de su PRIMERA COMUNIÓN, celebrada el 3 de Abril, en la Capilla de Son Claret (Capdelld), envía 25 pesetas para las Misiones Franciscanas de Mato-Grosso, suplicando el bautismo de un negrito con el nombre de Joaquín. Enhorabuena. Y muchas gracias. Magdalena Rosselló Gayó recibió por vez primera el Pon de los Angeles, de manos de su tío Rdo. Padre Jaime Garí, T. O. R., en la Iglesia Parro¬ quial de Puigpunyent, el día 12 de Abril de 1959, a los 7 años de edad. Nuestro parabién a la comulgante y a sus padres; DOS SANTOS Muy amanies del Señor, muy favorecidos por Dios en vida, y muy venerados después de su muerte, para obtener del cielo el pan de cada día, la salud, el trabajo remífcerado y el ha¬ llazgo de las Icosas perdidas. Muchos son louque experimen¬ tan su protección;per eso ios días 12 de mayo y 13 de junio son las DOS FIESTAS que con mayor solemnidad cele¬ bra en nuestra Basílica el pue¬ blo de Palma. Al lado de la Hermandad de Terciarios, del ejército de devotos del Beato Ramón Lull, no desentonan las DOS COFRADIAS canónicamente erigidas en el primer templo franciscano, con cerca de cuatro mil asociados, que velan por el culto de sus DOS SANTOS PATRONOS li nimii. Malli! farmiia farragal, I. f.. Ia lallacilo Sor Fermina Ferragut Alzamora, natu¬ ral de Capdepera, nació el día 28 de Oc¬ tubre de 1879. En plena juventud, cuando el mundo falaz comenzaba a dejarle entrever sus vanos Y caducos encantos, consagró su alma al Esposo Divino, y tomó el hábito el día 8 de Septiembre del año 1899 en Pina, de manos del Sr. Vicario D. Miguel Juliá. Profesó el 1 de Octubre de 1900. Habilísima en los trabajos manuales fué en principio ocupada en el bordado de ornamentos sagrados. Otra parte de su vida la consagró a la formación y en¬ señanza del Catecismo a los parvulitos. Posteriormente fue Superiora de algu¬ nas Casas de la Congregación y ejercía dicho cargo en la Casa-Noviciado de Pina cuando en el Capítulo de 1918 resul¬ tó elegida por un sexenio Consiliaria General. De esta manera iba el Señor acriso¬ lando su alma hasta hacerla digna de asumir cruces mayores. Pasaron los años, Y en Febrero de 1930 se convocó un nue^o Capítulo en el cual resultó nuestra Hermana elegida Superiora Ge¬ neral de la Congregación. Así fué como llegó la humilde florecilla franciscana a la cumbre del sacrificio. Su generalato fué difícil- La iglesia de Cristo atrave¬ saba en España tiempos muy críticos, los enemigos esperaban amenazadores para descargar sobre ella su odio satánico, y la ocasión no se hizo esperar a raíz de la segunda República. Nuestra buena Madre soportó impávida las penurias consecuentes y con mano firme y segura pasó a través de luchas y dificultades sin cuento,* una confianza filial ilimitada en la Divina Providencia la sostenía. En esta época acuciante en que las fuerzas del mal atacan denonadamente a la Iglesia, ella funda cuatro conventos en Mallorca: Palma (Plaza Quadrado), San Agustín, Randa, Lluch, y una Clínica en La Puebla. Las turbulencias de los tiempos tuvieron como fin nuestra guerra de liberación. Nuevas pruebas acrisolaron el alma de la M. Fermina, su corazón de Madre se conmovió profundamente ante la suerte de tantas hijas que fueron sorprendidas en terreno enemigo,* se desveló incansable por ellas y en el primer barco que salió para Menorca, marchó, junto a las tropas liberadoras, ella, que era alma y guía de la Congregación. Un nuevo sexenio de reelección le dió ocasión para otras fundaciones: en S'Aranjasa y la Cruz Roja de Palma, así como una tercera en Mahón. Frente a sus dotes naturales magníficas, en nada desmere:;ieron sus cualidades mora¬ les. Su entereza y ecuanimidad le daban un porte sereno y grave. Sin embargo su espí¬ ritu de sacrificio y caridad sobrepasaron con creces a las demás virtudes. En cierta ocasión halláronse en Pina dos personas atacadas de viruela, el médico solicitó algún voluntario para cuidarlas, pero que para evitar el contagio debia perma¬ necer en la casa (de los pacientes) totalmente incomunicado. Ante tal sacrificio familiares y deudos presentaron sus excusas, y solo la M. Fermina se ofreció generosa¬ mente para atenderlas. Recibid a través de una pequeña ventana la comida que diaria¬ mente le llevaban las religiosas del convento y asi permaneció hasta el total restableci¬ miento de aquellas dos señoras. Los trabajos y fatigas precedentes arruinaron su cuerpo incapacitándolo para deter¬ minadas ocupaciones, al mismo tiempo su alma maduraba más y más en la oración y en el sacrificio. El día 21 del pasado Mayo entregó su alma a Dios. Descanse en la paz del Señor la que supo ser antorcha y guía de futuras generaciones. Comentarios a una “instrucción*’ de la Sagrada Congregación de Ritos Por el Rdo. D, Miguel Alomar^ Pbro,. Miembro de la Junta Diocesana del Apostolado Litúrgico. (Continuación) Una tercera y más perfecta, manera de participación se consigue cuando los fieles contestan litúrgicamente al celebrante, como dialogando con él. Pueden distinguirse cuatro grados en esta participación más perfecta que son descritos detalladamente en la linstrucción» que comentamos. En las Misas rezadas los fieles pueden rezar junto con el sacerdote todo el «Pater noster», que es una oración apta para la Comunión, pero siempre en latín y aña¬ diendo tcdos al final Amén. También los fieles pueden, en les Misas rezadas, cantar cantos populares reli¬ giosos, que han de estar en consonancia plena con las diferentes partes de la Misa. Después de dedicar unos párrafos a la Misa conventual o coral, se pasa a describir como se ha de rezar o cantar el «Oficio divino» y en el número 45 se dice lo siguiente: Consérvese, donde exista, la práctica antigua y venerable de cantar Vísperas juntamente con el pueblo los domingos y fiestas y donde no exista, intro¬ dúzcase, en cuanto sea posible, al menos varias veces al año y esto aunque se celebre Misa Vespertina, que, por otra parte, no debe perjudicar a ios actos litúrgicos o piadosos, con que el pueblo cristiano suele santificar las tardes de los días festivos. Seguidamente se habla de la <Bendición Eucarística» que es verdadero acto litúrgico y en el apartado segundo se describen las diversas clases de Música sagrada. En el apartado tercero se detallan los diversos litúrgicos libros. En el cuarto se habla de los instrumentos musicales y de las campanas. Cuatro números se dedican al órgano que es el principal y más solemne instrumento musical litúrgico de la Iglesia latina. Más adelante se dice que, además del órgano, pueden emplearse en el templo otros instrumentos musicales, con tal que sean instrumentos que en realidad pueden adaptarse al uso sagrado y que su sonido se produzca de tai manera que fomente la piedad de los fieles. Se prohibe en absoluto en los actos litúrgicos y piadosos, tanto fuera como dentro del templo, el uso de instrumentos ó máquinas automáticas: El gramófono, la radio, el magnetofón y otros parecidos. Es lícito usar tales instrumentos, aún dentro del templo, fuera de los actos litúigicos y piadosos, para oir la voz del Papa, Prelado de la Diócesis y otros oradores sagrados, para instruir a los fieles en el canto sagrado y para sostener el canto en les procesiones fuero del templo. Se pueden usar también amplificadores, aún en los actos litúrgicos, para amplificar la voz del celebrante, comentador ú otros que, según las rúbricas o mandato del rector de la iglesia, pueden hablar o cantar en el templo. Finalmente se prohibe en absoluto el uso de máquinas cinematográficas en los templos, sean mudas o sonoras, aún con fines benéficos. En el número 74 y siguientes se indican las condiciones bajo las cuales puede el Ordinario del lugar permitir la trasmisión de las funciones sagradas por radio y televisión En el número 81 y siguientes se recuerdan tos tiempos y circunstancias en las cuales l76 £l Heraldo de dristò está prohibido el uso del órgano y demás instrumentos musicales, como son el Adviento, Curesma (excepto las fiestas] y el Oficio de Difuntos y Misa de Difuntos. Nada menos que siete números dedica el Documento que comentamos a hablar de las campanas que han de ser consagradas o al menos bendecidas para el uso del templo y han de ser conservadas cuidadosamente según costumbre muy venerable en la Iglesia. ( Seguirá) Cirurgia espiritual Preneu el bisturí i iníerveniu-me el cor, Metge diví. Fa estona que m'hi sent quelcom que m'oprimeix, greu i insistent. Obriu-me al flanc un vermell esvoranc per on borbolli lliurament la sang. Palpau, posau l'orella frec a frec per resseguir del cor el malalt batec. Feis, no em planyeu, la vivisecció per tal de descobrir l'ocult racó on cova el vell neguit que m'esllangueix i em seca Pesperit. Potser, enquistada dins un lloc pregon, hi hagi una inflor de vanitat del món, o un sac de gelosia amb fètid pus que us dóna fàstic, oh mon bell Jesús! De tota cosa immunda feis-me net. Tallau allò que no vegeu condret, que sia mig podrit, que sia mort, que a vostres ulls tengui malura o tort. Fins qüe tot resti abstergit i blanc. I després transfoneu>mo vostra sang,injectau dins mes venes vostra amor; revitaminitzau-me en Vós, Senyor! P. Miquel Colom, T. O. R. ^uaútíonQò TELAS Y VESTIDOS IV (Continuación) Los nombres más frecuentes en Llull para designar el vestido son vestidura (también vestedura) y vestiment- «Estas pohrei vestádures» [Félix de Meravelles pÓQ. 103). «Y vestía vestedura de pelo de camello» [Blanguerna^ pdg. 183). «Y entonces el santo le dio unas blancas vestidures* [Arbre de Scienda 1^ pdg. 396). «Con una vestidura rota creen satisfacer a su gran pobreza» {Contemplació |||, pdg. 102). «Si por nobles vestiments has pecado, satisfaz con humildes vestiments^ [Proverbis, pdg. 348). Halla¬ mos también substantivado el infinitivo vestir-, «Hasta que toda mi cara y todos mis yestirs estén mojados de Idgrimas» [Contemplació |^ pdg. 165). El vestido del religioso o del eclesidstico se llama hàbit-, «Más hermosa está una orden por santidad que por hàbit)» [Proverbis, pdg 50). «Religioso: tu hàbit debe estar formado de muchos bienes» [Rims ||^ pdg 272). «En él . camino encontró una gran escuela de leyes donde había muchos escolares vestidos de hàbit eclesidstico» [Blanquerna, pdg. 336). El que hace los vestidos es el sartre (lat. saríor=sastre): «Desama el sartre que te ha hecho la gonela» [Doctrina Pueril, pdg 150). «Los sartres hacen de la tela gramalias» (Coníem/j/aciíí m, pdg. 125). Ei sartre corta [tallar) y cose [cosir) los vestidos: «Pero jamás encontrasteis Vos, Señor, un «aríre que tantas vestedures os tallás ni os cosís ni os vistiese» [Contemplació 111, pág. 125). El sartre maneja las tijeras [tesares o tisores) y |a aguja [agulla) y emplea el hilo (fil): «Lo sartre consira agulla e fil e tesores e drop» [Arbre de Scienda |, pdg 212). <do sartre maleí les tisores e la ogulla» [Arbre de Scienda H, pdg.353). Diremos, como de paso, que el ovillo es capdel de fil «Y no estd ningún capdel de /ï/ tan fuertemente devanado como la tabla está colmada de muchísimo significado» [Rims H, pág. 212). El oficio o arte de sastre se llama sartoria o sartureria: «Ramón, un -sartre cómo puede aprender bien el arte de sartoria2» [Arbre de Scienda ||i, pdg. 247). «Unos hombres son sutiles en física... y otros en sartureria* [Contemplació |V, pág. 391). Los vestidos no eran en tiempo de Llull, como no lo son ahora, irrompibles^ y por lo tanto había necesidad de apedassar (remendar), verbo del cual sólo tenemos registrado el participio: «A los ojos corporales no les agrada ver telas viles ni vestidos apedassats» [Contemplació |||, pdg. 9). «Pero sobiduría vio a un fraile, que estaba en aquel monasterio, vestido con un hdbito apedassat* [L. de Intenció, pág. 202). {Continuará). P. Miguel Colom, T. 0> R. %(iúxí^ oi paíé VIAJE A PORTO MORÉ Muchos de vosotros, amigos lectores, recordaréis todavía algunos detalles de mis sencillas confe. rendas misionales y evocaréis los colores vivos de las proyecciones sobre la tribu amiga de los indios Mores... aquellos indios cobrizos con sus arcos y sus flechos... los recordáis? Hoy os invito a hacer un interesante viaje hasta el simpático pueblecito donde viven estos amigos míos, los Mores, para conocer su ambiente actual y escuchar de boca de algún viejo indio sus primitivas costumbres y casos y cosas de cuando ellos vivían en plena selva, completamente salvajes. Llegaremos hasta el «Monte azul» otra pequeña aldea de los mismos indios donde viven algunas familias cui¬ dando de las plantaciones de arroz, maíz y yuca, los tres elementos básicos de su alimentación. ¿Cómo haremos el viaja? ¿En tren, ómnibus, avión...? No caro lector, el único medio para llegar a Porto Moré es la barco y el único camino el río. Vamos pues a embarcarnos en una estrecha chalupa, hecha de un tronco de los grandes árboles de la selva y detrás colocaremos un pequeño motorcito de popa. De Cuajara Mirim a la diminuta aldea de los indios nos separan unos 250 Kms. Tendremos que ir subiendo el caudaloso río Mamoré y vencer las numerosísimas vueltas que hace este río en su trecho final, antes de unir sus aguas con las del río Madeira, el afluente más grande del Amazonas. ¿Estáis todos prontos?, ¿Preparados?... Entremos pues en nuestra rústica pero graciosa barquita para comenzar e| viaje. El motorista del Sr. Obispo, Ricardo, hace funcionar el motorcito de popa y la chalupa deslizase veloz y ágil por sobre las aguas del Mamoré. Aquella torre que se ve allá detrás, es el campanario de la ig'esia parroquial de G. Mirim; esta$ casas cubiertas de aluminio, son los almacenes de Iqs comer¬ ciantes de la goma; y aquí, en frente de! puerto, tenemos los viejos y muy primitivos astilleros, de donde, después de mucho trabajo, se bajan al agua algunas barcazas de hierro, de forma poco elegante, pero qué sirven muy bien paro el transporte de la goma y de las castoñas, principales riquezas de esta región. ¿Y estas chozas cubiertas de palmas secas? Son las últimas casas del pueblo^ donde viven unas familias de negros. Doblamos la primera vuelta del río... y el paisaje se nos presenta cubierto de una tal vegetación que parece estamos ya en lo más interior de la selva, lejos muy jejos de todo poblado, y apartados de toda civilización...; como si nuestra barqui* chuela fuese la primera en surcar aquellas aguas y nuestros ojos los primeros en penetrar las sombras obscuras de aquellos frondosísimos parajes amazónicos ■. Un viaje a través de estos inmensos ríos tropicales es sin duda muy interesante; pero también tiene algo de monotonía. El relieve no presenta ninguna variación expresiva. De todas partes siempre la misma planicie verde cortada de tanto en tanto por los ríos y torrentes de aguas negras. Las orillas de estos ríos determínanse invariablemente por márgenes bajas, de donde se levanta como una muralla i/Q/é verde que reduce la expansión de la vista e impide ver un palmo más allá de la hostil e impenetrable cortina de esmeralda. Las distancias son siempre enormes; por eso el tiempo en estas zonas no cuenta. Viene el so! y después las estrellas, después otra vez el sol y otra vez las estrellas, y la meta del viaje todavía está hjos. Porto Moré no está muy lejos; lo más que nuestro motor puede emplear, son dos días... Estamos navegando entre dos naciones Bolivia y Brasil; a nuestra derecha tenemos ios habitantes de habla castellana y a nuestra izquierda el país de las grandes selvas. Las orillas de este río Mamoré son muy fértiles, por eso hoy muchos moradores que viven en estos márgenes dedicados ai cultivo especialmente de frutas. Aquí cerca podemos contemplar una casa típica del Mamoré: un rancho de palos, cubierto de palmas secas, todo ello construido sobre unos 10 o 12 estacas, (para defenderse de las aguas cuando el río desborda). Esos dos grandes árboles que hay en frente de la casa se llaman «mangueiras» que dan mucho fruto y proporcionan agradable sombra a la casa; al lado hay los plataneros. Esas hojas como de pita llenas de espinos son las plantas que producen la fruta más apreciada de la región: «la pina americana»... Por detrás de la casa siguen los plantaciones de café, de cacao, chirimoias y otras frutas raras Cada casita de estas tiene su puerto en el río, que consiste en unos tres o cuatro metros sin hierba con un palo hincado en la tierra para amarrar la barco. Hay también en el puerto dos o tres troncos gruesos bien amarrados uno con otro flotando sobre el agua y encima de ellos unas tablas donde se colocan las mujeres para lavar la ropa. Nuestra barca, ágil y sin perder tiempo, va siguiendo rumbo sureste hacia lo suspirada aldea de ios indios. Por delante tenemos agua, agua mansa llena de reflejos inmóviles', un espejismo perfecto. Tirando una fotografía sería difícil reco¬ nocer cual es la parte de la selva y cual es la parte reflejado... Por detrás ogua también, agua agitada por la hélice del motorcito, agua llena de imágenes vivas que se cortan y parece profundizarse hasta el fondo del río.. Aquel puntito negro en medio del río es una barca de algún morador de estas fértiles márgenes momorenses... Más cerca, otra barca a remo cargada de frutos que va bajando hacia Guajara Mirim para vender las sabrosas y deliciosas pifias americanas, los aguacates, plátanos, chirimoias, papaias... Y nuestro viaje por el majestuoso río continúa con estas pequefias variaciones y distracciones. El manto negro de la noche ha envuelto por completo el río y la selva... Como es peligroso viajar en la obscuridad, vamos a saltar a tierra, colocaremos nuestras arnacos, y pasaremos la noche bajo esos frondosos árboles. Mafiana llegaremos a Porto Moré. [Continuará] P. Jerónimo Genovazd, misionero en el Mato-Grosso. La ^Juventud Seráficas y la ^Semana de la Juventud y De nuevo volvió a hervir en los jóvenes corazones el fervor y la reli¬ giosidad, desde el 20 al 26 de Abril, en que se celebró la «Semana de la Juventud». Unos 13.000 muchachos de ambos sexos se dieron cita en la Catedral, desde el lunes al sábado, y en el Coliseo Balear, el Domingo, para asistir al último acto y escuchar, valga la expresión, el cañoneo de palabras que a las juventudes mallorquínas dirigió el dominico P. Royo. Se cuidaron de la organización las Congregaciones palmesanas, encargándose la «Juventud Seráfica» de la grabación, en cinta magnetofónica, del «Himno de la Alegría de la gracia», y repartición délos impresos del mismo, teniendo a su cuenta también, en parte, el orden en el Coliseo Balear. El mismo Domingo tuvo lugar, en la Sala de la Hermandad de los Tercia¬ rios Franciscanos, un coloquio presidido por el P. Royo, con la asistencia de los Directores y Directivos de las Congregaciones palmesanas. Y a propósito del tema... Un Seráfico nos habla de la juventud ¿Qué es la juventud?. Es la mejor época de nuestra vida, en la cual toda empresa nos parece fácil, insignificante. Estamos dispuestos a todo y para todo y deseamos llegar a metas nunca igualadas. Perb pasa muy rápidamente, ya lo dijo Rubén Darío; «Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver»... Por lo tanto debemos aprovecharla toda, dejando la copa juvenil completamente vacía de su grato licor. Ahora, eso si, bien aprovechada, con mucho cuidado, no sea que por levantar el vuelo demasiado pronto o de mala manera, caigamos de modo estrepitoso. No demos nuestra juventud al mundo, al demonio y a la carne# ya que estos no nos darán la felicidad; démosla a Dios, que éste sí sabrá premiar nuestros esfuerzos. Esto no significa meterse en un convento; significa ofrecer a Dios todas nuestras diversiones, alegrías, actos y hasta las penasi no sólo para nuestra santificación sino también para la de los demás. No seamos como muchos que dicen; «Ahora soy joven y voy a disfrutar de la vida, cuando sea viejo ya me cuidaré de las cosas de Dios». No creáis que por ir a Misa y a comulgar seáis unos beatos, unos «fifis»; seréis más hombres. Pero reid, alegraos, que los grandes santos fueron alegres, con la santa alegría de la buena conciencia. Aprovechad esa época maravillosa, y encaminad vuestra vida durante este tiempo, puesto que es el período de las grandes pasiones y de los grandes propósitos; haced que podáis exclamar como Espronceda; «¿Dónde volarán? layl aquellas horas de juventud, de amor, y de ventura regaladas de músicas sonoras adornadas de luz y hermosura...» M. Salvá NECROLOGIA Lloseta — El día 29 de Mayo entregó su espíritu al Señor, DON GUILLERMO COLL JAUME, a la edad de 50 años, confortado con los Santos Sacramentos y la Bendición Apóstólica. Sufrió con ejemplar resignación la larga y penosa enfermedad que lo llevó al sepulcro. Descanse en paz- Reciban su esposa D.° Beatriz Villalonga, hija, madre y hermanos nuestro más sentido pésame. Sant Jordi.— A la edad de 72 años, confortada con los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica, el día 4 de Noviembre de 1958, falleció DOÑA MARGARITA BALLESTER VANRELL, modelo de madres cristianas y mujer de conocida piedad. Reciban sus familiares nuestro pésame más sentido, en particular su esposo, hijos Pedro, Sebastián, Mateo, Antonio, Guillermo y Anita. Cala Ratjada.-- A la edad de 34 años, bajó al sepulcro, e' día 14 del mes de Marzo, D. MIGUEL ESTEVA MASSANET, con una muerte preciosa a los ojos del Señor. Durante los catorce meses que duró su última enfermedad se mostró modelo de paciencia y resignación a la voluntad divina. Con grande alegría y esperanza recibió la visita del Médico de las almas y la Extremaunción. Su muerte fuó muy sentida, tanto por el vecindario de Cala Ratjada, como por los vecinos de otros pueblos donde tenía él muchas amistades; ello se demostró con la inmensa concurrencia al acompañamiento del difunto a su última morada y a los funerales que por su alma se celebraron. Acompañamos en su justo dolor a su esposa, hijo, desconso¬ lados padres y hermano Bartolomé, suscriptor de nuestra Revista. Aranjassa.— DOÑA CATALINA BAUZA BOU, suscriptora de nuestra Revista, murió inesperadaiinente el día l.°de Abril, a los 69 años de edad. Mujer de su casa, se ocupaba en las labores del campo y de¬ dicaba largos ratos a rezos particulares y obras de caridad. Reciban su esposo D. Salvador y demás familia el testimonio de nuestro más hondo pesar. S'Horta.— A la avanzada edad de años, el día 5 de Abril, dejó de existir DOÑA SEBASTIANA ADROVER MANRE¬ SA, confortada con los Santos Sacramen¬ tos y la Bendición Apostólica. Era una fervorosa Terciaria, fiel cumç^plidora de los estatutos, suscriptora pro¬ tectora de fEI Heraldo dé Cristo». Como buena mujer de Acción Católica, daba ejemplo a todos por su devoción al Santo Rosario y por la asiduidad con que asistía a las funciones parroquiales. Su entierro y funeral se vieron concurridísimos. Enviamos nuestro pésame a su hija, hijo político, nietos y de¬ más familia, y suplicamos a nuestros lectores una oración por el eterno descanso de su alma. Montuuiri.— El día 24 de Abril, falleció cristianamente en su villa natal DOÑA MAGDALENA GOMILA, madre de nuestro hermano en religión Fray Pedro Miralles, de la Cómunidad de Lluchmayor, habiendo recibido los Santos Sacramentos y la Bendición de Su Santidad. La finada era Terciaria de San Francisco, muy dada a las obras de caridad y piedad. 184 El Heraldo de Cristo no consintiendo que posoro ningún día sin el rezo en familia del Santo Rosario. Descanse en paz y reciban sus familiares nuestro péseme. Avtá.— Día 28 de Abril, a la edad de 89 años, entregó pldci•damente su alma a Dios la virtuosa terciaria de N. P. S. Francisco, DOÑA MARIA AMOROS ALZAMORA. Madre de nuestro Muy Rvdo. P. Rafael Ginard Amorós, D. P., ostentaba con santo orgullo sobre su pecho la medalla de las modres sacerdotales. Abuelita de nuestro misionero de Mato-Grosso, P. Jerónimo Genovard, ofrecia piadosamente a Dios los dolores de su enfer¬ medad, especialmente la pérdida casi total de su vista, para que los ojos de los negritos de la gran selva brasileña se abriesen a la luz del Evangelio. Como buena terciaria franciscana frecuentaba cuanto se lo permitían sus fuerzas los santos sacramentos y asistía a todas las funciones religiosas de nuestro convento. Nuestra condolencia a todo su familia, especialmente a sus hijos, D. Juan, Muy. Rvdo. P. Rafael y Doña Angela, Presidenta de las Obreras de San José y a su nieto Rvdo. P. Jeró¬ nimo Genovard, misionero del Brasil. tin a fiAÁ&éMoé Suplicamos a quienes los tengan y quieran des¬ prenderse remitan a nuestra Administración Jos siguien¬ tes números de «EL HERALDO DE CRISTO»: 1921, Enero.— 1924, Enero — 1929, Agosto y Septiembre.— 1930, Octubre — 1931, Diciembre.— 1932, Febrero — 1933, Mayo. - 1934, Junio.— 1957, Marzo. «Día de la Prensa e Información de la Iglesia» 29 de Junio no hay enemigo pequeño... en la noticia más insignificante pueden ir el bien o el mal para las almas. He aqui la eficacia de la Prensa, de la que también necesita la Iglesia. «La voz de la Iglesia en todos los hogares» iLi1D1H RFbURi1H1 lOVELUHOS IRISALES. DEVOCIONARIOS. RELIGIOSOS Teléfono 4131 Jovellanos. 5 • PALMA Confeccloaes en lencerfa fina jr BORDADOS AMANO. 'Equipos 'Canastillas ' Encajes Camiseria ' Géneros de punto. .-' ALFREDO BONET Suceaor de MANUEL BONBT Antigua Casa PONS Y BONET - S. 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