El Heraldo de Cristo 1951, n. 499
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Palma de Mallorca, Junio 1951

Núm. 499

LA LLAMADA DE PEDRO

EN EL LAGO DE GENESARET

iWlUCHOS otros milagros —dice San Juan— hizo Jesús, los cuales, * biesen uno por uno, creo que este mundo no podría contener

si se escrilos libros"

. Í21,25).

Y, sin embargo, puede decirse que la mayoría de ellos quedaron registrados,

mejor dicho, grabados, en la pura, graciosa y pequeña retina del lago de Gene-
saret o mar de Tiberíades.

¿Que en su forma ovalada quisieron ver los antiguos la figura de una arpa? A mí se me antoja, más bien, distinguir en el cristal de sus límpidas aguas la ima¬

gen de un libro escrito dentro y fuera, no con la pluma de ninguno de ios cuatro

evangelistas, sino por la mano de Aquél que, un día, para confundir a los escri¬ bas y fariseos, púsose a escribir con el dedo en el suelo.
El lago de Genesaret es como el libro del Nuevo Testamento. Casi todo el

Evangelio de Jesucristo giró en torno de aquel claro, sereno y delicioso lago. ¿No fué la ciudad de Cafarnaúm, que se mira coquetona y olegre en el espejo de sus aguas, el centro de la actividad de Jesús? ¿No se obraron allí los más'^ruido-

sos milagros? ¿El poseso\_de Cafarnaúm? ¿La suegra de Simón? ¿El paralitico? ¿El criado del centurión,..? ¿No son las ciudades ribereñas de^Betsaida, Magdala, Ti¬ beríades y de Gerasa nombres familiares en la vida del Señor? ¿Las mejores de

sus parábolas no las pronunció el divino Maestro junto al Mar de Galilea? ¿Y no fué en las aguas de este mar que Jesús amansó las furias de la tempestad? Más
aun: si la llanura de Genesaret era como un jirón del paraíso, ¿no era por ventura
debido a que había sido santificada por las huellas de Jesús? Es Flavio Josefo

quien escribe: "Admirable es su índole como su belleza. El suelo es tan fértil, que allí crecen toda suerte de árboles... Su temperatura es tal, y está tan bien propor¬

cionada, que conviene a los árboles más diversos, de suerte que florecen nogales,

palmeras, olivos, higueras, viñedos. Diríase que la naturaleza quiso juntar en este
rinconcito de Galilea los productos más diversos; así que cada estación puede re¬ clamar esta llanura por suya propia».
Un día, la muchedumbre, cada vez más campacta, empuja al profeta de Na-

zaret hacia el agua. Jesús fija la vista en dos barcas que había en la orilla. Sube o una de ellas y dice al patrón que es Simón Pedro: -Apártala un poco de la orilla. -Y, haciendo su tribuna y su cátedra de la nave, empezó a predicar.

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£1 Heraldo de Cristo

Cuando concluyó de hablar, dijo a Simón: —Guía mar adentro, y echad vuesr tras redes para pescar—. Replicóle el soncillo pescador: —Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin coger nada, pero, en tu nombre, echaré la red. Hízolo así, ayudado de su hermano Andrés, y cogieron tan grande cantidad de peces, que las redes se rompían. Por lo que hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y llenaron tanto las bar¬ cas, que por poco se hundieron.
No han faltado hombres mezquinos que han pretendido despojar el hecho de todo elemento sobrenatural. ¿Quiénes? Aquellos oíos discípulos de aquellos, según los cuales e! Profeta de Nazaret realizaba las mds admirables curaciones de ciegos y sordos, merced a especiales polvos y colirios cuya eficacia era tan solo de él conocida. Aquellos, o los discípulos de aquellos, que osaron afirmar que la resurrección de Lázaro, y la del mismo Jesús, no fueron sino el suave des¬ pertar de un profundo letargo. ¡Ninguno de ios dos — según el racionalista Paulushabía muerto! ¡A pesar de que—como notan los sinópticos—Lázaro ya hedía horriblemente, y Jesús llevaba nada menos que tres días en el sepulcro! Así tam¬ bién, esta pesca de que nos habla el evangelista San Lucas (5, 1-11,) sería —al de¬ cir de ciertos racionalistas— no una pesca milagrosa, sino, a lo más, una pesca
afortunada.
Que el lago de Genesaret era bastante rico en peces, nos lo asegura Flavio Josefo. Que el oficio de los pescadores del lago era bastante remunerativo nos lo dice claramente el número exorbitante de velas que surcaban sus aguas, hasta el punto que sólo Tariquea poseía no menos de 230, según el historiador judío. ¿Qué más diré sino que, si el pueblo de Magdala o Torre era llamado por los rabinos Torre de los Peces y por los helenistas Tariquea o Salazón de Peces, no era sino para poner de manifiesto la principal industria de sus moradores?
Pero los pescadores más familiarizados con su arte saben que, si el mar es un abismo, la pesca, es, a veces, un misterio más profundo que las aguas del mar, y días y noches hay en que parece que los peces han emigrado totalmente de las aguas. Una de aquellas noches sin fortuna había sido, en verdad, la noche prece¬ dente al sermón de Jesús, y, si Simón consintió en echar nuevamente las redes, lo hizo fiando sólo en la palabra del Salvador. La fe y la docilidad del hijo de Jonás tuvieron su recompensa. Una pesca tan prodigiosa que, a la vista del milagro, Simón cae de hinojos a los pies de Jesús, diciendo:
—Alejaos de mí. Señor, porque soy un pecador. —No temas—contesta el Maesiro—, en adelante serás pescador de hombres. Es el llamamiento definitivo de Jesús. Desde aquel día, Simón, abandonando
tcrbofca, lasn*ecfes; la casa, la muiei^iguió a Jesús..j^¿Que Pedro negó, por tres
veces a Jesús, en la noche de la pasión? Más allTTlüntò aTlago, un^vez-resruoi+cr»— do el Maestro, borrará la triple negación confesando su amor por tres veces {S. Juan, 21,15-18):
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? — Sí, Señor, tú sabes que te amo. — Apacienta mis ovejas. —Simón, hijo de Juan, me amas? —Sí, Señor, tú sabes que te amo.
—Apacienta mis ovejas.
—Simón, hijo de Juan, me amas? —Señor, tú lo conoces todo, tú sabes que te amo.
—Apacienta mis ovejas. Jesús le exige una triple confesión de su amor, antes de confirmarle en el oficio de jefe y cabeza de los apóstoles y pastor de su rebaño, que vale tanto como decir pastor universal de su Iglesia.
P. M. CALDENTEY, T.O.R.

BREVIARIO POPULAR

A Baltasar Coll Tomás, poeta, colabora¬ dor del «Cançoner Popular de Mallorcai.

Cançons amoroses

LGUNOS de nuestros fieles lectores, o veces nos han preguntado: «¿por qué
motivo no se insertan, en esta sección folklórica, canciones amorosas? ¿Es
que ya no existen o usted las desdeña?» Existen,desde luego, amables lectores, las poseemos en abundancia y las te¬
nemos, por añadidura, a vuestra disposición. Esto ya significa que no las desde¬ ñamos. Bien al revés, las apreciamos sobre todas las demás. Son las más bellas.
Si, hasta el presente, no hemos publicado canciones de este género ha sido, únicamente, por falta de espacio. Esta crónica pobreza de espacio nos ha impe¬ dido dar, simultáneamente, muchas cosas a los lectores y, por ello, mientras sa¬ cábamos a luz canciones religiosas y campestres, no podíamos ocuparnos de las amorosas o de otras variedades de canciones. «Es temps que nuen no fon corda».
{Notad, de paso, amables lectores, que habéis catado, solamente, más no agota¬ do, ni mucho menos, los cantos piadosos y campesinos de nuestro Cancionero.)
En este número, para satisfacer la legítima curiosidad de algunos amigos, ahí van unos cuantos cantares de amor, nacidos, como amapolas, en los benditos
campos de Mallorca. Si, después de probarlos, os complacen, amigos, estos viejos cantares de amor, sabed que obstamos en condiciones de serviros más, hasta col¬
mar vuestros deseos.
Y puesto que os interesáis por los asuntos del folklore mallorquín, vamos a deciros, confidencialmente, algo relacionado con las coplas amorosos de nuestro
«Cançoner». Los cantares de amor son los mejores y más numerosos, en Mallorca y en to¬
das partes. No podemos precisar, todavía, la cantidad de material almacenado, durante tantos años de folklorista, pues este material se halla en período de clasi¬ ficación. No obstante, según cálculos, probablemente, por debajo de la realidad,
no bajarán de cinco mil las canciones amorosas que tenemos en cartero. Cinco mil canciones de amor, os aseguro, amigos, que son muchas canciones y nadie, sino quien lo experimentó, puede explicar el cúmulo de trabajo y preguntas y averiguaciones que esto supone. Publicando cincuenta coplas de estas codo mes, tendríamos original de sobra por más de ocho años. Con que, amigos, ya com¬ prenderéis que si, hasta lo fecha, no os habíamos ofrecido cosas de este genero folklórico, no era por falta de recursos.
El tema del amor es el más fecundo. Si no hubiera de parecer impropio de estas humildes páginas, citaríamos aquel verso famoso con que termina Dante la Divina Comedia: «l'Amor che muove il sole e l'altre stelle», verso que podría¬ mos traducir; «el Amor todo lo mueve». El amor está en el fondo de todos los
pensamientos y obras de poetas, artistas, hombres de ciencia y trobpjodores. No es extraño, pues, si el amor resulta el tema preferido de la poesía popular y si este jema ha inspirado lo mejor del Cancionero mallorquín.

Si jo t'alcanç, jovenete, pens que moriré d'amor. Me'n pren cóm lo ginebró qui mor amb sa fuia dreía.
Jo no hauré de menester
mocadors per recordança. Ja em bastará l'enyorança, el temps que tot sol viuré.
Quan me veus, tanques sa porta
per donar-me més tristor. Obri un poc es finestró i es meu cor ja s'aconhortal

Aigo de font viva i fresca, aigo de penya taiada! No comporteu, estimada, que el qui té set, que patesca!
Quines uiades don jo per dins aquest semerter! Però no veig lo meu bé qui té ses claus d'es meu cor!
Què són aqueixes uiades que tu em dónes de través? Fe'ni un pler, no me'n dons més que an el cor me són llançades!

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£1 Heraldo de Cristo

El quí íestetja d'uiades ralla poc i obra molí.
Jo mir i cali i escolt
i no parí més que amb mirades.
Ses teves uiades poren dar-me vida i dar-me morí.
Jo due tanta mala sort!
Som com ses plantes d'un hort que, en no regar-les, se moren.
Enamorat som estat,
però n'he girada fuia. No et pensis, amor, que et vuia sàpigues que n'he mudat!
Si Na Juana Maria
amb un altre se casàs, si trobàs obert un vas (tomba)
a dedins m'hi tiraria.
Saps que és de mala beguda per un fadrí enamorat,
trobar guerrer an es costat
de s'aíloía més volguda!
Dóna fil a sa miloca
i, si fa vent, da n'hi més. No tengues por d'es guerrers, mentres tengues bo amb s'atloía!
Tant de cas faç de guerrers com de paia de civada.
Faré més amb una uiada
que tots plegats en un més.
Com era petit, guardava una rosa a un jardí; i, ara, que som fadrí, com l'he volguda coïr, la m'han haguda robada!
S'aíloía em deu esperar
amb sa porta mig oberta. Ja la pot tenir per certa que, per anit, no'm veurà!
¿Totes dues me voleu?
No sé com ho íenc de fer!
Jugau me a cart o creu, veiam de quala seré.
Pobreta de berganíella qui tó dos enamorats! Guerrers són i van plegats? Cert ós que se riuen d'ella!
Voldria que el qui n'és causa que vós l'intent heu mudat, estigués tants d'anys penjat com, a sa porta, una baula.
Que no saps què em vares dir an aquell cantó de caixa? Que jo n'era paret baixa per haver me de servir!
Amor, no m'enganaràs, perque alerta t'estaré. Saps quan m'enamoraré? En sebre que tu hi estàs.

Déu sap lo que pagaries perque jo tornàs venir. Per voler més adquirir perderes lo que tenies! Porà esser, però no ho crec, que t'envii a demanar, que, de s'altre dia ençà, ni et cerc, ni el veig, ni et conec.
Si havia d'escriure es bé
que vui a Na Catalina, es molins que fan farina
haurien de fer paper.
Qui festetja d'amagat sempre va talent enrera. I jo, de s'amor primera,
mai m'he vist assaciat.
Jo hi anava per un brot i la vaig coïr sencera. I s'estimada qui em deia:
—du te'n cossiol i tot!
Cantau, caníau, ramelleí, com que sieu l'espaseta!
Quan sent aquesta veueta,
m'agafa mal de coret.
Quan s'amor m'haurà menjat
sa carn i es moll d'ets ossos, encara en romandran trossos
que vos tendrán voluntat.
Com veig, ramell de ma vida, que m'he d'apartar de vós,
no bastaran mocadors
per dar-vos la despedida.
Garrida de So n Maiol, des que vos ne sou anada, es parei i tot du dol i sa terra que ha llaurada.
Vida trista, vida trista, vida trista n'és per mi. Me'n pren com al sebetlí qui cova els ous amb sa vista.
Garrideta, pensau-hi un any, si no basta un mes. Perque, en haver dit «que sí», es pensar ja és per demés.
Diuen que, en haver dit «sí» ja no poren tornar arrera, perque hi ha una barrera que tanca fins a morir.
Es viudos, corrents, se'n vénen, resolts i determinats, i, per esser prest casats, prometen més que no tenen.
Sí, 8 mi, em lessen Papa o Rei, o em deixaven comandar,
no deixaria casar
dona jove amb homo vei.
R. G. B.

San Miguel de Campanet (Conclusión)
El oratorio de San Miguel
nuestro vagabundeo por las heredades de Campanet, hemos topado con el oratorio de San Miguel, la primitiva parroquia de este pueblo. Los muros están cariados, la espadaña como si hubiera sido atacada de viruelas. El interior es mohoso y huele a rancio. Desnudez y vejéz. Mas esto, no repele, sino atrae a nuestro espíritu. Cosa parecida debía
sucederle a Sainte Beuve cuando escribió:
Le temps, vieillard divin, honore et blanchit tout; pensamiento que el pueblo mallorquín asimismo ha formulado, si bien no supo expresarlo con la valentía del poeta francés: «s'antiguedat puja un grau més damunt lo novell». Son, éstos, unos parajes abrumados de historia, donde hierve un enjambre de recuerdos y tra¬
diciones.
En resumidas cuentas, no sabemos casi nada del santuario de San Miguel y, tal vez, es mejor. Así, se puede dar rienda suelta a la fantasía sin atarse a documentos que (hablamos en general) casi nunca dicen la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¡También, en los documentos, hay mucha fantasía! Nosotros creemos poco en eso que llaman «histo¬ ria» y hasta opinamos que la «historia de veras*, la que declara las raíces hondas y causas reales de los hechos se escribe sólo muy de tarde en tarde. Y por esta desconfianza, con qué miramos a la historia no sabemos lamentarnos si, en algún caso, como el de San Miguel de Campanet, escasean las noticias empapeladas. Mas, ¡chitón! Dejemos este asunto, algún tanto escabroso, ya que podríamos escandalizara muchos pudibundos embusteros. Con todo, nosotros no inventaremos nada y nos ceñiremos a lo que nos hon transmitido los archivos y las leyendas.
El oratorio de San Miguel es de los más antiguos de Mallorca. Hay que ponerle al lado de la iglesia de Crestaig o Vialfás, dedicada a Santa Margarita; de San Pedro de Escorca, en los aledaños de Lluch; de Nuestra Señora de la Paz (Castellitx, Algaida); de la Cueva de San Mortín, en el término municipal de Alcudia, que algunos consideran anterior o los moros y, como éstos eran tolerantes, abierta al culto durante su dominación.
Ignoramos cuando se levantó el santuario de San Miguel. Sin embargo no parece temerario asegurar que su primera construcción se remonta al siglo XIII. Quizá, en una u otra forma, ya existió antes de la conquista de Mallorca por Jaime I. Doctores tiene la historia mallorquina que, por ventura, podrían dar sentencia en esta ardua cuestión.
El santuario de San Miguel apoya su artesonado sobre unos arcos góticos. En estos arcos, con caracteres rojos, hay dos fechas. En uno, 1400. En el otro, 1480. Naturolmente, estas fechas no se refieren a la construcción primitiva, sino a renovaciones posteriores. El
año 1425, el oratorio de San Miguel dejó de ser la iglesia parroquial de Campanet. Lloran, desde entonces, los caminos del primitivo lugqrejo, huérfano de sacerdotes y de solemni
dades religiosas.
En 1577, la iglesia de San Miguel estaba ruinosa. Menudeaban las goteras y pudrieron el maderamen del artesonado. El agua enterneció las paredes. Si el edificio no vino a tie¬ rra fué porque, a toda prisa, se tomaron las oportunas precauciones. Se reforzaron los mu¬ ros, se renovó el artesonado y se retejaron sus dos vertientes. Si, ya en el siglo XVI, este ora¬ torio se hallaba cascado y amenazaba desmoronarse, bien podemos argüir de esta circuns¬ tancia que su construcción arranca de tiempos muy remotos.
En 1849, se quiso arrasar la iglesia de San Miguel y levantar otra en el mismo sitio. El siniestro intento no prosperó y, en vez de derribarla, se hicieron en la misma notables re¬ paraciones para asegurar su permanencia. ¡Menos mal! Pues ya son en excesivo número las construcciones de importancia histórica o artística que han sido ejecutadas por la barbarie
de hombres civilizados y progresivos.

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£1 Heraldo de Cristo

El Cristo de San Miguel
La fiesta del martes de Pascua florida (la única que se celebra en el oratorio; los registros del misal siempre se hallan en las mismas páginas^ está dedicoda al Cristo que, junto con San Miguel, preside la ermita. Este Cristo, durante la semana santa, sube a Campanet y asiste a las procesiones del jueves y del viernes, no sin antes hacer escala en «Es Pujol» para dar una recepción a los vecinos de aquel barrio. El Cristo, antes de entrar •n el pueblo, recibe la vara del señor Alcalde. El martes, por la mañana, el Cristo vuelve a su templo vetusto «p'es comí vei», y se le hace un lucido acompañamiento. Este viejo camino, convulso como un reptil, se desploma y se encabrita continuamente. Los árboles, primaverales, cubren la carrera y despliegan sus estandartes azules. Grupos de pitas que presentan armas. Pájaros que hacen gorgoritos.
El recorrido hacia San Miguel puede hacerse por carretera, pero el Cristo «no deixa ses carreres veles per ses novelles» y le place salir de su hogar solitario y volver a él por este arrastradero que le evoca las vías de Palestina.
Tradiciones
En primer lugar, la de «Es Camí de Na Pontons». Na Pontons fue una señora de Sant ilorenç d'Es Cardessar, noble y muy hacendada. Devota del oratorio de San Miguel, venía aquí desde su pueblo natal para oir la santa misa. Al objeto de poder realizar con mayor facilidad el largo recorrido, adquirió una faja de tierra que, de Sant Llorenç, pasaba por Manacor, Petra, Muro y Sa Pobla hasta Campanet, y convirtió esta faja en un camino, que aun hoy existe y del que hablan muchos documentos. El martes de Pascua, el predicador, si no quiere defraudar al auditorio, debe mencionar tEs Camí de Na Potons» y hacer hincapié en la Insigne piedad de esta señora.
San Vicente Ferrer, holló, con con sus bellos pies de apóstol, el camino de Na Pontons y, probablemente, hallándose tan cerca, visitó la antigua parroquia de Campanet. (El Santo estuvo en Mallorca desde el l.° septiembre, 1413, a 22 febrero, 1414, y el oratorio de San Miguel fuá parroquia hasta 1425.) Es un hecho que el predicador dominico pasó por casi todos los pueblos de la isla y esto abona nuestra suposición.
Sea como sea, San Vicente predicó en el camino de Na Pontons entre Talapi y Biniaco, sitio equidistante de Sa Pobla y Muro, donde se construyó un oratorio conocido por «Sant Vicenç». Por aquellos parajes, hay una charca. San Vicente la bendijo y, al momento, reco¬ braron la salud cuantos enfermos bebieron de aquella agüa. En memoria del prodigio, la laguna se llamó, desde entonces, «Sa Bassa Perrera».
Sa Pobla y Campanet tuvieron, durante largos años, sus dimes y diretes. Los poblenses para hacer rabiar a los de Campanet, descolgaron la campana de San Miguel y la echaron a «Es Pou de Sa Cova». Otra vez, los poblenses robaron el Cristo de que hemos hablado pero, al llegar al puente, tornó pesadísimo y, no pudiendo con El, tuvieron que dejarlo.
Costumbres
No hace más allá de treinta años, aun subsistía, en la fiesta del martes de Pascua, una costumbre muy fina. Había en San Miguel mercado de naranjas y se vendían sin desgajar¬ las del ramo. Los jóvenes enamorados obssquiabdn a sus novias con uno de estos ramos, densos de fruta, y ellas, más hermosas y coloradas que nunca, blandían aquel trofeo de amor «pensant en l'amor de les tres taronges».
Otra costumbre y ésta poco recomendable. Muchos jugadores de Mallorca se daban cita en la fiesta del Santo Cristo de Campanet para jugar a los naipes. ¿No recuerda esto a los soldados del Calvario, echando suertes a ios pies de la Cruz de Nuestro Señor?

£1 Heraldo de Cristo

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El cementerio
En frente del oratorio de San Miguel, hay un viejo cementerio abandonado. Un cemen¬ terio muerto. Un cementerio de una belleza escalofriante. Las sombras de los aquí sepulta¬ dos flotan, inconsolables, por el ambiente. Este recinto, amasado con jugos humanos, car¬ gado de emoción, vio nacer y morir, amar y llorar a los tatarabuelos de Campanet. Hierbajos crasos, abanicos de palmeras, trazos recios de cipreses, losas negruzcas, inscripciones carcomidas, paredes herrumbrosas y la copa pagana de un pino. ¡Por Dios! ¡Que no se urbanice este cementerio y quede siempre abandonado en su tristeza y su belleza!
Las montañas que sirven de respaldo a la capilla de San Miguel, se visten de noche. Lentamente, a la luz crepuscular, voy hacia Campanet. Se despeña, allá, en la lejanía, como una cascada de cencerros. Los buhos, religiosamente y a dos coros, dicen vísperas y completas. Voy repitiendo y saboreando ios nombres jugosos y montaraces de Puig Tomic, Bonndber, Sa Penya Corba, Sa Carrasca, Puig del Boix, Cucuia de Massana, Puig de Santioni. ¡Salvaje letanía que sabe a todas las cosas de las tierras de Campanet!
El torrente de San Miguel requiebra las flores y las salpica con la risa de su espuma. Desde aquí veo, otra vez, los cipreses, erguidos, que apuñalan el espacio. Un sendero, en diagonal, abre una herida interminable en el verdor de los sembrados. El alma, asomada a los balcones de los cinco sentidos, recoge las vibraciones de esta hora crepuscular. Un airecillo juguetón agita sus invisibles banderas.
P. RAFAEL GINARD BAUÇÀ

El llardenal Mlcara, nuevo Protector de ta
Tercera Orden Regular de San Francisco
^ S. el Papa Pío XII, por Letras Apostólicas de 1 de marzo de 1951, se ha
• dignado nombrar Protector de la Tercera Orden Regular de San Fran¬ cisco, cerca de la Santa Sede, a su Emcia. Rvdma. el Cardenal D. Clemente Micara,Obispo de Velletri y Vicario General de S. S. el Papa en la Curia Ro¬ mana y su distrito.
Apenas recibida lo fausta noticia, el M. Rdo. P. Provincial de España envió al ilustre purpurado el siguiente telegrama:
«La Provincia Española de la T. O. R. de San Francisco se alegra en gran manera, y de lo mas íntimo del corazón da gracias a Dios, por haber sido confiada por le Sede Apostólica nuestra pequeña grey a Vuestra Emi¬ nencia, para que la proteja, guíe y apaciente- Por tan señalado favor, todos los miembros de la misma Provincia se llaman felices e imploran humilde¬ mente Vuestra Bendición, al mismo tiempo que elevan a Dios fervorosas preces por Vuestra salud e incolumidad. —De Vuestra eminencia adictísimo
servidor. El Ministro Provincial.»
«EL HERALDO DE CRISTO» se complace en saludar al nuevo Cardenal Protector de nuestra Orden, y pide para su Director, redactores y lectores
su Paternal Bendición.
¡AD MULTOS ANNOS! AMEN.

La Catedral, vista desde el mar

Interior de la Catedral

Aliar Mayor

Iglesias Insignes de Palma de Mallorca

Basílica de S. Francisco

Sta^ Eulalia

Bóveda de Montesíón

Cripta de S, Lorenzo (Iglesia de Sta. Cruz)

OCIOS Y SOLACES
EL PARROCO DE CUCUGNAN

I*

ODOS le llaman el abate Martín; es bueno como el
a sus feligreses.

pan, y ama paternalmente

Cucugnan, en la Provenza, hubiera sido para él un paraíso en la tierra si

aquellos habitantes le hubiesen dado un poco más de satisfacción. Pero ¡ay!, las

arañas tejían en su confesionario, y el hermoso día de Pascua las hostias consa-

das permanecían en el fondo de su cupón. El buen sacerdote tenía lacerado el corazón a causa de tan grande indiferencia, y no cesaba de pedir a Dios la mer¬
ced de no morir antes de haber vuelto ol redil su descarriado rebaño.

Y Dios escuchó sus ruegos como vais a ver.

Un domingo, después del Evangelio, el abate Martín subió al pulpito y dijo a

sus oyentes:

— Hermanos míos, creedme si queréis, la otra noche, ¡mísero de mí, pecador!, me hallé a las puertas del paraíso. Llamé y abrióme San Pedro.

— ¡Hola! —me dijo— ¿Sois vos, abate Martín? ¿Qué buen viento os trae acá?
—Mi señor San Pedro —respondí yo—, vos que tenéis el gran libro y las lla¬ ves del cielo, ¿podríais decirme (si no peco de curioso en demasía) cuántos hijos de Cucugnan tenéis en el paraíso?

— Nada puedo negaros, mi buen abate, sentaos y vamos a ver juntos lo que
os interesa.

Y poniéndose los anteojos, cogió San Pedro su abultado libro y lo abrió. — Veamos; ¿Cucugnan decís? Cu... cugnan. Aquí está. Señor abate, toda la

página está en blanco. ¡Ni un alma!

— ¿Pero cómo es esto? —repliqué yo—. ¡Ni un alma! ¿Es posible? —Vedlo vos mismo, santo varón.

¡Demasiado cierto era por desgracia! Yo, hermanos míos, hería el suelo, y

juntando las manos clamaba misericordia. —Colmaos, señor abate, calmaos—díjome el bendito Santoal fin, no te¬
néis vos la culpa. De seguro que los vuestros de Cucugnan estarán pasando su cuarentena en el purgatorio.

— ¡Ah! ¡Por caridad, mi señor San Pedro, haced que a lo menos pueda verlos

yo y consolarlos! —Con mucho gusto, amigo mío. Calzaos estas sandalias, porque los caminos
no están nada buenos. Bien, ahora id en derechura. ¿Veis allá abajo, en el fondo, a la vuelta^ Pues allí encontraréis una puerta de plata, llena de cruces negras, a
mano derecha. Llamad y os abrirán. ¡Adiós amigo!

* 3F

Y anduve... anduve... ¡Vaya un trajín! Carne de gallina se me pone con sólo pensarlo. Un sendero lleno de combroneras, de carbunclos relucientes y de cule bras que silbaban, me llevó hasta la puerta de plata.
— ¡Tan, tan, tan!
—¿Quién llama? -dijo una voz ronca y quejumbrosa. — El cura de Cucugnan.
‘
—¡Ah!... Podéis pasar adelante! Entré. Un ángel grande / hermoso, con alas oscuras como la noche y un troie talar resplandeciente como el día, con una llave de diamantes colgando del cin¬ turón, escribía cra-cra en un gran libro más grueso que el de San Pedro. — Acabad pronto. ¿Qué se os ofrece? —dijo el ángel. Bello ángel de Dios, quisiera saber (si no peco tal vez de curioso) si hay aquí vecinos de Cucugnan. — ¿Decís Cucugnan? Veamos. Y el ángel va, y abriendo su gran libro comienza a recorrer sus hojas.

Ei Heraldo de Cristo

113

—¿Cucugnan? -dice exhalando un suspiro-. Señor abate, en el purgatorio no tenemos a nadie de Cucugnan,
—¡Jesús, María, José! ¡Nadie de Cucugnan en el purgatorio! ¡Santo Dios! ¿Pues
dónde están?
—Estarán en el paraíso, santo varón. ¿Dónde queréis que estén? — ¡Pero sí vengo de allí, del paraíso! —¿Qué venís de allí? Bueno, ¿y qué? —Bueno, ¿y qué? ¡Qué no están allá! ¡Santa Madre de los ángeles! — ¡Ah!, pues ¿qué remedio, señor cura? Si no están en el paraíso ni en el pur¬ gatorio, ¡qué duda tienen! están en el... ¡Ayl, hermanos míos, ¿cómo pintaros mi desolación? Era ella tan grande, tan profunda, que el ángel del purgatorio me dijo: -Oíd, mi pobre abate Martin: si queréis aseguraros de lo que hoya sobre este asunto y verlo por vuestros propios ojos, tomad esa senda y andad a buen paso. A la izquierda encontraréis un gran portal, y allí os darán razón. ¡Id con Dios!
* 4c *
Después de mucho andar, vi a la izquierda una puerta... un enorme portón abierto de par en par, como la puerta de un gran horno. ¡Oh, hijos míos, qué es¬ pectáculo! Allí no me preguntan mi nombre; allí no hay registro. Por hornadas y con puerta franca éntrase allá, lo mismito que entráis vosotros el domingo en
la taberna.
Sudaba yo la goto gorda y sin embargo estaba yerto y sentía grandes esca¬ lofríos. Poníanse los pelos de punta y olía a chamusquina, a carne asada, algo así como el olor que se difunde por nuestro pueblo cuando el albeitar Eloy que¬ ma el casco de un burro viejo al herrarlo.
—¡Vamos, tú! ¿Entras o no? —me dijo un demonio cornudo pinchándome con
su tenedor.
—¿Yo? No entro. Soy un amigo de Dios, — ¿Con que eres un amigo de Dios? ¿Pues a qué vienes aquí, gran tiñoso? —Vengo... ¡Ah no me hables de eso, que ya no puedo tenerme en pie!... Vengo... vengo de lejos... a preguntar humildemente... si... por casualidad... hay oquí... alguno de Cucugnan... -¡Fuego de Dios! ¿Te haces el tonto, como si no supieras que todo Cucugnan está aquí? Mira, feote, mira y verás cómo apañamos aquí a tus cucugnanenses. Y en medio de un espantoso torbellino de llamas vi: Al larguirucho de Coq Galine (todos le habéis conocido, hermanos míos); aquél que se emborrachaba tan a menudo y que con tanta frecuencia sacudía las pulgas a su pobre Antonieta. Vi a Catalina, aquella mendiga pequeña, con su nariz al aire, que dormía sola en el hórreo. ¿Os acordáis, tunantones? Pero, chito; he dicho lo bastante. Vi a Pascual, que hacía su aceite con las olivas del señor Julián. Vi a la espigadora Delfina, que para atar más pronto su gavilla robaba a pu-
dados en los montones de haces.
Vi al maestro Grapasi, que untaba tan bien la rueda de su carretón. Y a Tortillard, que cuando me encontraba llevando al Santísimo seguía como si tal coso su camino, calada la gorra, con la pipa y orgulloso como Artban, cual
si se hubiese encontrado con un perro.
Y el buen párroco iba citando nombres, mientras e! auditorio, conmovido y pálido de miedo, gemía al ver en el infierno, abierto de par en par, quien a su pa¬ dre, quien a su madre, éste a su hermana, aquél a su consorte...
—Ya comprenderéis, hermanos míos—prosiguió el abate Martín—, ya com¬ prenderéis que esto no puede continuar así. Tengo cura de almas y quiero sal¬ varos del abismo a donde estáis en vías de rodar cabeza abajo. Mañana pongo manos a la obra; mañana mismo sin tardar. |Y no faltará quehacer!
Y se confesaron todos...

DE LA

ORCIÚNCULA

Mes de Abril
Primavera
Llegó la estación de las flores Esplén¬ dido panorama se otea desde las ventanas
de nuestra casa. £1 estro de la belleza se adentra en la mente de cuantos habitamos
ese silencioso paraje franciscano Si del
Patriarca de Asís se ha escrito haber sido
el más santo entre los poetas y si "i^ós poe■la entre los-santos, también con orgullo de herencia es sentido y vivido por sus hijos el arte semidivino de la poesía. De las mis¬
mas tareas escolares de las clases de litera¬
tura en nuestro seminario seráfico pode¬ mos entresacar estrofas como las siguien¬ tes, referidas al amadísimo colegio La Por-
ciúncula:
Solitario, entre pinares, de mi corazón querido, se esconde el sagrado nido donde aprendo mis cantares.
Aquí en purísima oración murmura el agua en los prados: ¡Serán bienaventurados los limpios de corazón!
Mi Porciúncula gentil es una imagen viviente
del alma humilde e inocente
de fray León... de fray Gil...
Espíritu misionero
La revista «Anales de la obra misional
pontificia Santa Intancia» en su núm. 202, correspondiente a los primeros meses del año en curso publica, en página destacada, los nombres de colectividades y particula¬ res de la provincia de Baleares que, en 1950 contribuyeron con sus cuotas al bau¬ tismo de infieles. Va en cabeza el colegio
La Porciúncula con la lista de .'ïl alumnos
que costearon en total 38 bautizos de niños
paganos.
Ilustres visitantes
Día 2.—Llegado este mismo día en viaje de bodas a la isla mallorquina el Sr. Alcal de del Exorno. Ayuntamiento de la ciudad de Quintanar - Toledo-, D Valentín Oli¬ va, su primer saludo fué^ara nuestro co¬ legio. Le acompañó, desde Palma, el M. Rdo. P. Provincial. D. Valentín es amigo íntimo y distiguido bienhechor de la Comu¬
nidad de la T.O.R sita en su domicilio.

Día 8.—La junta del discretorio de la
rama femenina de la Hermandad de ter¬
ciarios de Palma y otros miembros de su
sección estuvieron esta tarde en La Por¬
ciúncula juntamente con su director R. P. A. Barceló y Mtro de capilla de la Basílilica de S. Francisco R. P. Antonio Riera, Tuvieron una plática reglamentaria que
terminó con una función eucarística. Los
colegiales obsequiaron a dichas señoras con recitaciones de fragmentos musicales y unos juegos rítmicos, y, a su vez, fueron por ellas obsequiados con una merienda.
Día 11.—También visitó esta casa D.® Isa¬
bel Quilis de Angulo procedente de Quin¬ tanar de la Qrden, al objeto de vei en Ma¬ llorca a su hijo Fray José Angulo, novicio.
Varias
Día 12. -En la clínica del doctor F. Val-
dés sufrió operación de apendicitis el alumno de 2.“ Guillermo Porquer Ramis, de Muro. El resultado de la intervención qui¬ rúrgica fué completamente satisfactorio.
Días 15 y 19. - Venidos en plan de asue¬ to respectivamente, el 15 y 19 sendos gru¬ pos de l.° y 2.° del colegio S Francisco de Palma y de 6.° y 7 ° del colegio S. Buena¬ ventura de L'uchmayor, acamparon en los alrededores de la casa y en el campo de deportes contendieron amistosamente
con nuestros internos
Día 19 —Marcha destinado a la parro¬
quia de San Diego de Madrid Fray Damián Coll quien hasta la fecha nos había prestado sus servicios como hermano sa¬
cristán.
Día 23.—Día onomástico del Rdo. P.
Jorge Mut, profesor del colegio. El home¬ najeado ha cantado esta mañana la misa
conventual de la comunidad. Ha habido
vacaciones.
Día 30 —Empieza el mes de María.
Nuevos postulantes
Dos nuevos postulantes ingresaron en el decurso de esta última temporada. Son: José Aparicio, de la ciudad de Albacete y Francisco López de Quintanar —Toledo.
Hasta el próximo mes, si Dios quiere. Wadingubz
La Porciúncula, 1 Mayo • 1951.

De Palestina. Coros Siquier la visita de y danzas de España nuestra España co¬
reográfica Y folkló¬ rica, o por mejor decir, representación de ella, ha sido una visita más que de médico, ya que nuestros compatriotas se fueron sin ver el Río más famoso de la Historia, sin
visitar Jericó, ni Betfagó, ni, dicho se está, los Santuarios sitos en la zona hebraica; es
decir, que se quedaron a media miel; así y todo (y lo consignamos rebosando gozo y hasta cierto orgullo muy natural), la estan¬ cia, digo, de nuestros compatriotas aquí, en la Tierra de Jesús y de María, ha cons¬ tituido uu exitazo, hecho que ha de formar época en los anales de estas Tierras bendi¬ tas. ¿Por qué así? Vais a verlo.
El solo anuncio de la exhibición espa¬
ñola había suscitado, en los naturales del
país-si en todos no, en la inmensa mayo¬ ría - .cierto-. cierto regustillo nada sabro¬ so, cierto recelillo... Gentes ordinariamente
muy recatadas y modestas en el vestir, máxime las musulmanas que barren los suelos con sus amplios faralaes a guisa de nuestras gitanas, temían que se les entrase
en casa una constelación de damiselas de
poca ropa, de descocado porte, como por
desgracia lo están viendo en las mujeres que aquí y allá se llaman cristianas. Que aquí, señores Obispos de Europa, los san¬ tones no tienen que escribir pastorales ni amenazar con castigos a las chinas y co¬ chinas tiranizadas por S. M- la Moda- Yo
no sé cuál es el termómetro moral que usan
los mahometanos en sus hogares, porque
nunca estuve en ellos,-pero aparentemente,
puertas afuera, nada hay que censurar,- ni jamás he visto sombra de inmoralidad. . callejera... De ahí, pues, y por la triste ex¬ periencia adquirida, la prevención de los
naturales no cristianos. Acerca délos otros,
de los extranjeros, ya es harina de otro costal: ya entra en el recelo, la pasión, la
malicia el maldito chauvinismo enrofcé. Eter¬
namente hostiles,- imbuidos, emoapados
por la hiel que en sus panfletos f¿ ?)^ vertie¬
ron Dumas, el de los Pirineos, Honorato de
Balzac, Teófilo Gautier y cien otros, se de¬ cían: «-¿A qué viene ahora Españ ?¿A cantar y danzar? ¡Para bailotees estemos!» Y ya se creían, los muy sandios, delante de una turba de mujeres a la grupa de Diego Corrientes, ojos morunos, faca en la liga, rojo clavel en el pelo, con el inevitable cortejo de panderos, castañuelas, chalanes
Y toreadores; es decir, otra Españolada, con

música de Carmen, de Bizet... El caso es
que, preparado así el ambiente chulapón. Comunidad, hubo, y muy respetable, que nos negó su salón de actos para la primera Y grande exhibición coreográfica de los nuestros, y fué menester recurrir al Cine El Nazha. Mas Dios es Dios que está en lós cielos, e hizo el Señor que la verdad triun¬ fara Y muy presto, porque cuando unos y otros de los mal prevenidos creían ya ver
guitarras rotas, flecos por tierra, haldas y otras cosas por los aires, quedáronse con un palmo de narices que ni el narigudo Ovidio Nasón, el de Quevedo: ^Erase un hombre a una nariz pegado...'», y, displicentes y adustos, no sabían dónde esconder la jeta: que así paga el diablo a quien le sir¬
ve.
España grande, única, Pero no nos pre¬ fuerte, líbre, gallarda cípítemos: Espa-
paña grande, úni¬ ca, fuerte, libre, gallarda precisamente en su variedad étnica,- en la concreción folk¬ lórica de sus regiones tan maravillosamen¬ te distintas, pero no diversas, y menos ad¬ versas,- en el rico acervo de sus idiomas, dialectos, matices de dialectos, todos vene¬ randos por su valor e historia,- España, la Reina sin par circumdata varietate..,, nos ofre¬ ció una espléndida muestra de esta varie¬ dad con que se adorna, y pudimos aspirar brisas del Guadalquivir con las andaluzas; hierbas medicinales y olorosas con las ex¬ tremeñas del Crisiu Bendita- sol de aquellas inmensidades parvas de la austera Castilla; ecos del Tormes y Fr. Luís con las mucha¬ chas charras; morriñas y saudades, con las
gallegas; sardanas y virolais, con las chi¬ cas de Cataluña. . ¡Señor, qué noche, qué antevíspera de Navidad! Duro debe tener como un cuarzo el corazón aquél que no se le sintiera fundir como un panal d© miel... Por la mañana había llegado aquella España fuerte, pintoresca y cristiana, y a las cuatro de la tarde, en el Cine Nazha, repleto de bote en bote que no cabía un alfiler; al frente todas las autoridades civi¬ les consulares ., la verdadera España ya estaba rasgando el velo de la prevención injusta. í Si hasta han cantado el Adeste /■/de/es», me decía, 8 la vuelta, un cristiano del país, Y hasta f - .. des chansonnetes da
Noel» añadía otro cristiano vecino nuesfro.
«-Hasta, hasta»., esta partícula, repetida V resonada, tenía toda la fuerza de una rec¬ tificación absoluta, eco de una sorpresa in-

lió

£1 Heraldo de Cristo

sulsa. Pues ¿qué se habían creído ustedes, hombres de poca fe? Coros y Danzas espa¬ ñoles aquí están por Cristo y su Cruz,- lo demás se os da por añadidura. Que, como dijo muy acertadamente el Padre Justo de Urbel, a nuestro Rdmo. P. Custodio en el acto de homenaje que nuestra nación le ofreció: «España reza cuando baila, y baila cuando reza», como David y como los Seises
de Sevilla.
Por cierto que al despedirnos en el cam¬ po de aviación, convenimos, con el Padre Justo y el magno Eugenio Montes, hacer resaltar este aspecto apologético y nacio¬ nal del grande advenimiento: ellos allá; aquí mi pobre pluma. Y aquí está lo pro¬ metido. Heraldos de España, a cumplir lo que juramos; a repetir hasta que nos oigan
los sordos, sobre todos los voluntarios, que España pasó por aquí, como por Otumba
y San Marcial, Cravelinas y San Quintín, dejando trozos de su corazón y.-, \\astillas
de la Cruz!
La Cruz, sanio 7 seña, guión ¡La Cruz! y norte de nuestras gestas À la ma¬
ñana si¬
guiente, domingo 24, mal comidas, peor dormidas, las muchachas españolas, al frente el Director, Padre Justo, que debía predicar el Vía Crucis, ya estaban reco¬ rriendo el sendero que Jesús purpuró con su Sangre, desde el Pretorio hasta la cum¬ bre del GóIgota...y era de ver-extranjeros son los que lo atestiguan — aquella devo¬ ción, aquella piedad sólida e intima, aque¬ llas lágrimas de amor y de locura de la Cruz que derramaban las doncellas de Es¬ paña... Yo sé de una que al llegar a la VI Estación no pudo contenerse y exclamó, más con el corazón que con los labios: 'i—Benerice, Verónica, ¡quién hubiese podido arrebatar tu lugar!» Y de otro varón, sé (éste paisano mío) que, al llegar a la cima del Calvario, se encaró con el Cristo erguido en la partida roca, y le apostrofó como el
fiero dicambro; <—Señor, si hubiésemos
estado aquí nosotros, no Te crucificaban!; siquiera el devoto paisano mío no supiera lo del Rey francés, y olvidara que Cristo debía morir, que no siempre la exaltación religiosa corre parejas con el rigor dog¬
mático de la doctrina.
A visitar el Sepul- Y luego sin preocucro de la Virgen parse del cuerpecillo
que también tiene sus derechos y pragmáticas, a visitar el Sepulcro de la Virgen, la montaña santa del Olivete, Betania, la de los amigos de Jesús, la Tumba del Amigo... Como el corajión divino que aquí se hizo pedazos, pe¬

dazos se hacían aquellas españolas almas que se disputaban la primacía en la reci¬ procidad del amor de Cristo-.., y ¿quién contiene el llanto creyendo escuchar aún aquel himno de la inmortalidad: «Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien creyera en Mí...»? Señor, todos creemos que sólo Tú tienes palabras de vida eterna... Señor: que siempre seamos tus amigos... Señor, que lo sea hasta más allá de los siglos la Nación, que es nuestra Madre, Madre de Naciones... La oración era común, colecti¬ va... y las lágrimas también.
¡A Belén! Y así, con llanto en los ojos,
pero llanto dulce, de cariño, de ternura, ¡a Belén! ¡Y que se calle el cuer¬ po, y que vayan noramala el hambre, el cansancio y el sueño! ¡Belén, Casa del Pan, Horno de la Eucaristía... España, la del Corpus, sin par, la de los Autos Sacramentales, de las Custodias de arte...! | A Belén! Noche
como ésta no se ofrece más en ía vida.
Ya hemos llegado, no sin que la Virgen del Pilar nos socorriera y tal vez bajara o viniera de Zaragoza para frenar uno de los coches que se iba para atrás en un veri¬ cueto que da grima, sin muros de conten¬ ción, con el abismo abajo, abiertas las fau¬ ces. No fué nada, sí pudo ser ¡Buena írenutriz nos ha valido! La Gruta, el Agujero más sublime del orbe, el Rinconcito más santo del mundo... ¡Cómo no derretirse en
amores aquí! Aquí nació, aquí comenzó a llorar por nosotros, aquí resonó el Himno de Paz-, aquí se calla para rezar sin palabras, para sentir, para solamente amar... ¿Quién piensa en el frío o en la comodidad case¬ ra? Las tres de la noche son; está terminan¬ do el grande Pontifical del Patriarca,- desfile de uniformes, galones, entorchados... Nuestras españolitas están sentadas en el duro suelo, pero despiertas, avisadas como la Virgen de los Cantares... y en ayunas,-
porque quieren abrazarse con Él... ¡Hun¬
dirse con Él...!
Y comienza la Misa, que cantan como los ruiseñores y alondras do nuestros vergeles, y luego, sin mirar más adentro, a recibirle, que por eso le han preparado un Belén que el otro lo tiene envidia, porque aquí hay pajas encendidas de amor, encajes de lᬠgrimas, tibias plumas de místicos nidos. ¡Qué Común-Unión aquélla! ¡Qué buena No¬ che, aquella Noche Buena! Al que sepa describirla, narrarla, yo le doy una parte de mi gloria. Y llueven piropillos al Niño más bonico, y suenen villancicos y gaitas, y zambombas, y guzlas andaluzas, y tenoras catalanas..., hasta que es fuerza irnos, des pedirnos de Jesús, porque ya en el aero¬ puerto nos aguardan.

El Heraldo de Cristo

117

Jamás me habían parecido tan antipáti¬ cos, tan odiosos estos monstruos de frío
acero; los hubiese querido triturar con mis dientes y añicarlos con mis uñas. £1 sol va cayendo como un púgil herido. Ya funcio¬
nan los élitros de los inmensos buitres, ya
la flor de España se acomoda en su buta¬ cas... Pañuelos que baten, trémulos en las
gargantas, que no saben expresar su triste¬ za... ¡Qué tristes son todos los adioses! Ecos aún de malagueñas, zorzicos, sauda¬ des y sardanas... Los aviones intentan el despegue. ¡Adiós.., adiós!.. «¡Pilarica nues¬

tra; que son cosa tuya, hijos e hijas de tu heredad; condúcelos sanos y salvos a sus laureles, no los abandor.es! ¡Adiós... adiós!» ¿Por qué. Señor, se habrán hecho las des¬ pedidas? ¿Por qué. Señor de los panales, no nos dejas hartarnos de miel? Ya se ele¬ van, ya rayan el cielo, ya casi desapare¬ cen aquellos pajarillos que parecen impo¬ sible lleven dentro tantas cosas grandes. lAdiós, Adiós, España mía. Nación de Cris¬ to, herencia de tu Madre!
(Fr. F. Iglesias, O. F. M.)

PUEBLA DE ALMORADIEL (Toledo).DíaSdeabrii pasó a mejor vida, con¬ fortada con los santos sacramentos y la bendición apostólica, D.° Manuela Ma¬ dero Vda. de Sepúlveda. Era fervorosa Terciaria de N. P. S. Francisco y modelo de madres de familia. A sus hijos Sor Rosario, Religiosa Franciscana, Higinia y Juan y su hermano D. Tomás Madero, Alcalde y Procurador en Cortes y de¬ más familia, nuestro más sentido pé¬
same.
BUÑOLA.—Día 27 de febrero bajó al sepulcro nuestro suscriptor y devoto del Pobrecillo de Asís D,..Guillermo Bu-
josa Font, conocido generalmente por
«Mestre Roseta». Estuvo enfermo de pa¬
rálisis una porción de años, sin que nunca saliera de su boca una palapra (íe impaciencia. Era la alegría de la ca¬ sa y sus hijos y esposa han quedado anegodos en un mar de dolor. Su muer¬ te fué muy sentida y sus funerales muy concurridos. A su esposa, hijoa y demás
familia el testimonio de nuestro pé¬
same.
CAIMARl.—Día 5 de marzo a los 73
años de edad, falleció cristianamente D.° Francisca Mir Moyá. En su larga vida hizo gala de sus virtudes cristianas

y sociales. Su muerte fué muy sentida. A su familia, nuestra más sincera con¬
dolencia.
COLONIA DE SAN JORGE (Salinas).Día 7 del pasado marzo falleció en el
convento de Hermanas Franciscanas de
Las Salinas la Religiosa Sor Francisca Concepción Riutort Serra, natural de Muro, a los 45 años de edad y 25 de profesión religiosa.
Era la finada de carácter activo y
emprendedor, así que durante su vida religiosa trabajó con ahinco en llenar el cometido que le encargaron los Su¬ periores.
En la Colonia de San Jorge de donde era Superiora al fallecer, no perdonó trabajo ni sacrificio para el bien espiri¬ tual y material de aquella gente que en¬ contraba en élla solaz para todas las
necesidades. Su muerte fué la de una
santa; pues había muchos años que Je¬
sús la tenía en aras del sacrificio. Nues¬
tra condolencia a sus ancianos padres y a sus Hermanas en Religión, especial¬
mente a su hermana Sor Juana del Per¬
petuo Socorro, también Religiosa Fran¬
ciscana.
DESCANSEN EN PAZ AMÉN

ORAD POR LOS DIFUNTOS

Sor Francisca Concepción, Religiosa Franciscana

D. Guillermo Bujosa D.° Francisca Mir

Font, de Buñola

Moyá, de Caimari

CRÓNICA FRANCISCANA

La Visita Jubilar de Como final de los
ia V. O. T. de Palma ejercicios espiritua¬ les practicados por
los Jóvenes Seráficos y Hermanos Terciarios y como primer acto de los que habían de practicar las Hermanas Terciarias, los miem¬
bros de estas dos asociaciones realizaron
día 4 de marzo la Visita Jubilar para lucrar las indulgencias del Año Santo.
La V. O. T. visitó en primer lugar la Basí¬ lica de San Francisco, y, seguidamente, la Catedral, San Miguel y, finalmente, la iglesia de la Anunciación, donde, después de los re¬ zos de ritual, desfilaron todos los asistentes ante la venerada imagen del Santo Cristo de la Sangre.
Dirigió el rezo en los cuatro templos el Rdo. P. Director, Rdo. P. Antonio Barceló.
Visita a la Capilla de Bellver El domin¬ go día 22
de abril, por la tarde, siguiendo las reco¬ mendaciones del Santo Padre de organizar peregrinaciones a los santuarios durante el presente Año Santo, la V. O. T. de Palma y
amantes de María se reunieron en gran nu¬
mero a la entrada del bosque de Bellver, para visitar en procesión la capilla santifica¬ da por la Reina de los cielos en su aparición a San Alonso Rodríguez. Durante la subida, que se efectuó por la carretera principal, di¬ rigió el rezo de las oraciones el Rdo. P. An¬ tonio Barceló, T. O. R.
A la entrada de la capilla, se cantó uno Salve y, a continuación, el mismo P. Barceló dió una breve y detallada explicación del milagro de la aparición de la Virgen, tenien¬ do también un recuerdo para los moradores del castillo en aquella fecha, el Gobernador, Nicolás de Pachs y su santa hermana Juana.
Al final todos desfilaron ante la reliquia
del Santo Portero de Montesión.
/
Bendición de los Frutos Día 15 de abril
en el Santuario de Cura tercera Domi¬
nica después de Pascua, tuvo lugar en la cima del monte de Randa la tradicional y solemne bendición
de los frutos de Mallorca. Celebró la Misa
Mayor y efectuó la bendición el M. Rdo. P. Antonio Bauzá, Provincial, teniendo de mi¬ nistros al Rdo. Sr. Adrover, Ecónomo de Al¬ gaida,y al Rdo. Sr.Martí, Ecónomo de Randa, y de capa, al Rdo. P. Antonio Barceló, T.O.R. Ocupó la sagrada cátedra el Rdo. P. Rafael Ginard Bauçà, T. O. R.
Cuidó del canto una selección de la Ca¬
pilla de la Porciúncula.
La concurrencia fué numerosísima, como
pocos años se había visto. Algaida, Montui-

ri. Porreras, Lluchmayor, Randa y otras villas de Mallorca estuvieron espléndidamente re¬ presentadas en la sagrada ceremonia.
Entre los invitados de honor había los
Sres. Alcaides de Palma, Algaida, Lluch¬ mayor, Montuiri acompañados, respectiva¬ mente, de varios concejales.
Bendición de un Sagrario Día 1 5 del en Son Espanyolet (Palma) pasado abril,
en el Orato-
torio de las Religiosas Franciscanas tuvo lu¬ gar una solemne fiesta, con motivo de la bendición de un nuevo Sagrario, valiosa y primorosa obra de arte litúrgico. Toda la ba¬ rriada asocióse a los actos ya adornando profusamente sus calles, ya asistiendo en gran número a la religiosa ceremonia. Ni hay que decir que la Capilla era un bello, ra¬ millete da flores y de luces. Efectuó la ben¬
dición el Sr. Cura-Ecónomo Rdo. P. José Sa¬
las, actuando de padrinos D. Francisco Sin¬ gala Ascensión y D.® Magdalena Nadal To¬ más, quienes, a continuación, ocuparon pues¬
tos de honor.
Terminada la bendición, numerosísimos
feligreses se trasladaron a la iglesia parro¬ quial para participar en el traslado del San¬ tísimo al nuevo Sagrario. Ofició el memora¬
do Sr. Ecónomo, asistido de los Rdos. PP. Pascual y Cerdá, CC- RR- terminando la pro¬ cesión con el canto del tedéum. Seguidamen¬ te, y a intención de los bienhechores del Con¬ vento, vivos y difuntos, celebróse misa so¬ lemne que ofició el Rdo. P. Salas ministrado, de diácono y subdiácono, respectivamente,
por los Rdos. PP. Pasqual y Cerda. Ocupó la sagrada cátedra el Rdo. P. Estanislao Rosse¬ lló, C. R. La "Schola Cantorum" del Conven¬ to de Religiosas Franciscanas de Palma in¬ terpretó con, gran ajuste, una partitura a vo¬
ces.
—T?or la tarde hubo solemne Hora Santa
con rosario, trisagió^y^sermón, resultando la capilla incapaz para contener el extraordi¬ nario concurso de fieles, prueba elocuente de las grandes simpatías con que cuentan |as Religiosas Franciscanas en la barria¬
da.
Ni paró todo aquí, Ai día siguiente tuvo lugar un Día Eucarístico exclusivamen¬ te para las niñas y párvulos del Colegio y Religiosas. A las 10 de la mañana se expuso S. D. M., que continuó patente hasta las siete de la tarde, no cesando en todo este tiempo ios turnos de adoración y oración.
Tanto el Rdo. Sr. Cura-Ecónomo como la
Rda. Madre Superiora, Religiosas y padrinos recibieron muchos parabienes por tan bri¬
llantes actos. A ellos unimos el nuestro.

La Fecundación Artificial en Seres Humanos.—Colección «Problemas de Hoy» Por R. Palmer. R. Savatier. 'G. Marcel. Ch.
Larere. P. Tesson y P. Tiberghier. Traducción y apéndice a la edición española por el M.
I. Dr. Antonio Sancho Nebot. Un volumen de
12 X 20 cms. y 112 páginas, cubierta a colorí
pesetas 16. Edita: «Ediciones Stvdivm de Cul¬ tura». Madrid-Buenos (Aires. Distribuidora, «Difusora del Libro». Bailón, 19. Madrid.
Recientemente se ha difundido en los Es¬
tados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia y otros países, un procedimiento extraño; la
inseminación artificial. En los libros de Teo¬
logía Moral ha tenido que tratarse esta cuestión; en los de Medicina ha entrado co¬
mo en su propia casa y como quiera que en muchos casos puede la inseminación artifial constituir un delito gravísimo contra la ley natural, muchos juristas se han preocupado de enfocarla según la legislación positiva de sus respectivos países.
Dicho procedimiento alcanzó gran publi¬ cidad. Sus propagandistas lo presentan en una luz asaz favorable que puede inducirá error a muchos espíritus incautos. Ha llega¬ do a ser un tema muy discutido en amplios secretos y no pocas veces ha sembrado el
confusionismo.
Es de urgente necesidad que científicos católicos aclaren la cuestión y orienten sa¬ namente la opinión pública. En este libro
estudian la inseminación artificial sacerdo¬
tes y especialistas, para poner coto a los abusos y prevenir males funestos.
Instituciones de Filosofía Neo-Esco¬
lástica Tratado I. Lógica. —Por Dr. Emi¬ lio González y González. Un volumen de 14,5 X 20 cms. y 246 páginas, en rústica 30 pesetas en tela 40 pesetas. Publicado por
«Ediciones Stvdium de Cultura». Madrid Bue¬
nos Aires. Distribución: «Difusora del Libro».
Bailén, 19 - Madrid.

El autor de este libro es sobradamente
conocido del católico culto español e hispano-americano, por sus diversas obras. Es ca¬ nónigo de la S. I, Catedral de Madrid y fuó durante muchos años profesor de Filosofía de los Seminarios de Segovia y Madrid.
Este Tratado de «Lógica» va precedido
de una interesante «Introducción General a
la Filasofía», y aparece mejorado con algu¬ nas nuevas aportaciones doctrinales. Al sa¬ lir la primera edición que obtuvo un gran éxito se le consideró como el «mejor Trata¬ do de Lógica» que existía en castellano.
Al fondo y solidez científica con que se estudian las cuestiones, se unen una claridad y trasparencia de pensamiento y un lengua¬ je tan castizo y atrayente que, en medio de la aridez propia de las materias filosóficas, se hace sumamente grata e interesante su lectura. La presentación es inmejarable.
Enquiridion de Deontologia Médica. Por el Rvdo. Fr. Agapito de Sobradillo, OFM. Cap. Un volumen de 14x22 cms. y 136 páginas a dos columnas, latín-castellano. 28 ptas. Publicado por «Ediciones Stvdium
de Cultura». Madrid Buenos Aires. Distri¬
buye: Difusora del Libro». Bailén, 19. Madrid. Las cuestiones biológicas y médicas se
han colocado en primer plano en nuestros
días en correlación con los movimientos y
concepciones vitalistas del mundo. Los dere¬ chos del niño antes de nacer, el aborto, el in¬ fanticidio, el matrimonio entre enfermos, los medios anticoncepcionales, la deformación de las relaciones matrimoniales, la quirúrgi¬ ca de la madre, la cremación de cadáveres,
la administración de los sacramentos en ca¬
sos clínicos, la peritación en los milagros, la educación sexual, causas de impotencia, oginoismo, esterilización, racismo, eugene¬ sia, fecundación artificial; he ahí una serie de problemas que inquietan, no solo a los científicos y profesionales, sino que tambiént

120

El Heraldo de Cristo

al menos de una manera difusa y tanto más
peligrosa cuanto más recatada vari siendo del dominio del público, no siempre bien in¬ formado, aún tratándose del católico, de cuáles son las normas de la Iglesia que rigen
estos aspectos de la vida. El P. Sobradillo, Catedrático de Teología
Moral de la Universidad Pontificia de Sala¬
manca y Conciliario de la Hermandad Mé¬ dico-Farmacéutica de San Cosme y San Da¬
mián de dicha ciudad, ha recolectado en su «Enquiridion», estas normas y decisiones y con ello, además de proporcionar a profe¬
sionales, médicos y moralistas, un criterio ■fijo que fácilmente pueden hallar en este diccionario de cuestiones morales ya resuel¬ tas, ha logrado una auténtica obra apologé¬ tica, poniendo de manifiesto la continuidad
e identidad de la doctrina católica sobre
tales problemas, desde los mismos principios de la civilización a que Ella, con asistencia providencial dió origen.
El P. Sobradillo nos ha proporcionado un libro imprescindible con la ventaja de su fᬠcil manejo, para sacerdotes, módicos, farma¬ céuticos, juristas, educadores, predicadores y directores de cursillos de formación cató¬ lica y muy útil e interesante para el público en general.
Iré a mi Padre.—Por Epifonio Morón. Redentorista. Un vol. de 12 x 17 cms. y 236 páginas, cubierta policromada. Editorial El Perpetuo Socorro. Manuel Silvela, 14 Ma¬
drid.
«Otro libro del P. E. Morón, Anunciar su
aparición equivale a anunciar a las almas que ha brotado para ellos una nueva fuente de aguas vivas; equivale a decir al surco que, abierto, anhelante, espera la semilla, que esa semilla ya plena, formada al calor del Corazón de Jesús, va a hundirse en él,
llevando encerrada en su aparente peque¬
nez laffecundidad maravillosa de gérmenes divinos...«Componen el presente volumen un comentario a la parábola del Hijo Pródigo,

una Hora Santa, síntesis eucarística, y un tratadito que podríamos llamar «de las co¬ sas pequeñas». No obstante la aparente va¬ riedad, la aparente falta de relación de unos temas con otros, tienen estos, si bien los examinamos, una perfecta ilación, una per¬
fecta unidad. Son tres rosas de un mismo
tollo, brotadas del mismo rosal de fuego: el Corazón de Jesúsi,
Apóstol Y Mártir. Don Atanasio Arnáiz Alvarez, presbítero y mártir de
Madrid. 1892 1936.—Por Eusebio Arnaiz
Alvarez, C. SS. R. Un vol. de 14 x 19 cms. y 192 páginas con láminas intercaladas y cu¬ bierta policromada. Editorial El Perpétuo Socorro. Manuel Silvela, 14. Madrid.
Es la emocionante vida del ejemplar sa¬
cerdote de la diócesis de Madrid D. Anasta¬
sio Arnaiz Alvarez, perecido asesinado por los comunistas, escrito por un hermano del Mártir el P. Eusebio Arnaiz Alvarez, C. SS. R., conocido publicista español de China que lleva ya sacados a luz, sobre materias hete¬ rogéneas, diez preciosos volúmenes y, entre ellos, un resumen chino de esta biografía.
Leer este libro es leer los hechos de uno
de los apóstoles novísimos que regaron con su sangre el suelo que les vió nacer, mien¬ tras allá, en el cielo, brillaban los luceros.
El San Gerardito de los Niños.—Por
el R. P. Ramón Sarabia. Redentorista. Un vol. de 11 X 16 cms. y 166 páginas con her* mosa cubierta policromada. Editorial El Per¬
petuo Socorro. Manuel Silvela, 14. Madrid. Es la historia de San Gerardito, escrita,
como sabe hacerlo, por el P. Sarabia y de¬
dicada a los niños: «De como Gerardito
jugó al escondite con el Niño Jesús. De co¬ mo San Miguel le díó la Primera Comunión
a San Gerardito...»
No dudamos que este librito, puesto en manos de los niños, será un regalo para ellos. Así tendrán ante los ojos un modelo admirable, que hará un bien inmenso a sus
almas infantiles.

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