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EL HERALDO DE CRISTO Año XXXV Palma de Mallorca Septiembre i942 Núm^ 394 LITURGIA FRANCISCANA Lo Iglesia parece haber reunido en su liturgia, el día dé la Exaltación de la Cruz, las más enérgicas frases del Evangelio: «Este signo se alzará en el cielo cuando venga el Señór a juzgar el mundo». «No debemos gloriarnos sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, que es nuestra salud, vida y resurrección». «Oh Cristo redentor nuestro, tú que salvaste a de nosotros». Y siempre y Pedro en la mar, a cada momento dpoomrineal poder de tu cruz, ten la idea de la Cruz. compasión Profundamente penetrado de estos sentimientos, estaba Francisco de rodillas delante de su celda la mnñana del día 14 de septiembre. No aclaraba aún, y el san¬ to, con el rostro vuelto al oriente, los brazos extendidos, y ambas manos levanta¬ das, oraba de esta forma: «¡Oh Señor mío Jesucristo! Te ruego que me concedas dos gracias, antes que muera: la una que durante mi vida sienta yo en el alma y en e) cuerpo, en cuanto es posible, los dolores de tu acerba pasión; la otra que sienta en mi corazón, en cuanto es posible, aquel excesivo amor con que Tú, Hijo de Dios, fuiste llevado a padecer voluntariamente tanta pasión por nosotros pecadores». Y es¬ tando en esta oración comprendió que Dios le oía, y que le sería dado padecer más que ninguna otra creatura. Animado con tal promesa, Francisco se puso a conside¬ rar devotamente ia pasión de Jesucristo, y su infinita caridad, y creció tanto en el fervor y la devoción, que en el exceso del amor y del fervor se sintió todo trasfor¬ mado en Jesús. Y como se hallase inflamado en esta contemplación, aquella misma mañana vió venir del cielo un serafín de alas inflamadas y resplonaecientes, el cual con raudo vuelo se acercó a San Francisco, de modo que le pudiese ver y conocer clara¬ mente: traía en sí la figura de un crucificado, y sus alas dispuestas de manera que dos se extendían sobre la cabeza, otras dos se extendían en actitud de volar y las dos restantes cubrían todo su cuerpo. Al ver esto San Francisco se llenó de asombro y al punto le embistieron a una la alegría, el dolor, y la admirarión... Largo espa¬ cio duró asta maravillosa visión, y una vez desaparecida, quedó el corazón de San Francisco inflamado en ardiente llama de amor divino, y en su carne impresa la imagen de la pasión de Cristo; porque en seguida comenzaron a aparecer en las manos y en los pies de! Pobrecillo unos clavos, en todo semejantes a los que os¬ tentaba el cuerpo de Jesucristo en la seráfica aparición. Dichos clavos.le traspasa¬ ban las manos y los pies, y solo se diferenciaban de los comunes en ser hechos de su propia carne; sobresalían de una y otra parte, rematando por el dorso de las ma¬ nos y de las plantas de los pies en verdaderas puntas medio dobladas, y por las palmas y empeines en cabezas redondas y negras; y a tal punto eran clavos que,.si se émpujabqn por una de las extremidades, se movían, haciéndose más visibles por la otra, y causándole a él insufrible tormento. También el costado derecho apare¬ ció abierto por una herida como de lanzada, por la cual manaba sin tesar la san¬ gre del santo cuerpo, humedeciendo la túnica y los paños menores. Nada de esto dijo el Santo a los demás frailes, esforzándose por ocultarles sus manos y pies; mas le era imposible sentar los pies para caminar. A poco se dieron cuenta de todo, al ir a lavar la ropa del Santo, que hallaron toda ensangrentado, por donde vinieron en conocimiento de que su maestro llevaba también en el costado,- como en las manos y pies. Ja Imagen y semejanza corporal de Nuestro Señor Je^ sucristo. Esta es la historia del Milagro de las Llagas de N. P. San Francisco. ítttax^Víi POEMA HISTÓRICO EN TRES JORNADAS V Isabel, habiendo visto con profunda tristeza que Luís, su prometido, no la había obsequiado a su regreso al castillo, como solía, cuenta sus cuitas a un anciano y fiel caballero. Repuesta, al fm, algún tanto de su dolor y quebranto, salió a buscar, lastimera, al anciano noble y santo que al castillo la llevó; y al punto que lo encontró le dijo de esta manera: «|Ay, mi leal caballero que me trajiste de Hungria: tan grande es la pena mía que de amargura me muerol Luís, mi bien, mi único amado, gran desamor me ha cobrado. Siempre que él aquí volvía agasajarme solía; y, hoy, casi no me ha mirado, cuando a su encuentro salía. ¿Estará de mi enfadado?... Jamás un desdén me hacía. ¿Por qué hoy me habrá desdeñado, sin ninguna culpa mía?... Yo le quiero con delirio. Si me faltara su amor mi vida fenecería, cual se mustia y seca el lirio, falto de riego y calor. ¿Qué tendrá Luís, qué tendrá?... Dímelo, tú, caballero, que eres su fiel consejero.* ¿es que no me quiere ya mi prometido hechicero? El Heraldo de Cristo 280 VI EL ANCIANO CABALLERO EXPLORA EL ANIMO DEL PRINCIPE LUIS Y sucedió que el buen anciano estando, un día, con el príncipe cazando no lejos de Inselberg, alta montaña, do espesa selva crece y se enmaraña y la tierra al empíreo se junta, le hizo, cauto y prudente, esta pregunta: —¿Me permitís hablaros, mi Señor, con franqueza de viejo servidor?— Díjole Luís: «Hablad tranquilamente» —Pediros yo quería humildemente— replicó, circunspecto, el caballero, -¿qué hacer queréis de mi Señora?-Quierocontestó el duque—pronto unirme a ella en matrimonio; que es mi sol, mi estrella, mi amor, mi dicha y mi felicidad. —¿Aseguróisme, vos, qué esto es verdad?— Al oir esto el duque enamorado que estaba sobre el césped verde echado, maquinalmente al punto se elevó y extendiendo su diestra señaló al Inselberg y dijo: «Si este monte, fquuees,eedsecsadrpealdaoc, idmeasgaal rpraie el horizonte, oro puro y me lo dieran, caballero: os juro que de buen grado lo rechazaría si para recibirlo yo tenía que renunciar la mano de Isabel fragante cual la rosa y el clavel. Por su fe, su virtud y honestidad, con toda mi alma, la amo yo en verdad.» Fin de la primera jornada Fr. Juan Caldentey Vidal (Continuará) TEMASLUiïANOS &9jft€Ldí& da Á/uaAita Sañota. da &uta y al JQa&to K&mén ^uU La obra cultural de Randa ’ Magníficamente fioreció también la vida cultural en la montaña de Randa, verdadera cuna de las letras y nido de águilas desde donde las doctrinas lu- lianas interesaron a Roma y a las grandes Universidades y cortes europeas. Digna sede de las Artes Generales y la Medicina en Mallorca, acudieron no sólo los na¬ turales de esta isla sino otros muchos de la península y extranjeros, ávidos de sus enseñanzas. Consta de numerosos asientos del libro de Clavaría del municipio de Lluchma- yor, el suministro de alimentos a los Maestros del Puig de Randa, acusando en 1450 el nombre del Maestro Catany, y ya desde 1453 el del célebre lulista catalán Reve¬ rendo Pedro Juan Llobet a quien Alfonso V concedió, en CastelnovO de Nápoles el 26 de enero de 1449, real autorización para leer la ciencia luiiana en Mallorca. La fama de Llobet atrajo a Randa el concurso de muchos estudiosos nacionales y de otros países de Europa; murió el Maestro en 11 de mayo de 1460, recibiendo sepultura en la Iglesia Catedrcl de Palma,- y sus méritos fueron señalados por Juan 11 de Aragón, indicando la época de Llobet como modelo de la reorganización de la Escuela de Randa por él autorizada. Coincidiendo con este maestro, aparece el nombre de Fr. Pedro, muerto el año 1459, revelando esta pluralidad de maestros la importancia de la Escuela. Ya como compañero de Llobet encontramos otra figura de maestro en Randa, quizás la mas interesante por su dinamismo y múltimes facetas de su talento: El maestro en Artes y Medicina, veneciano, Fr. Mario de Passa, señalado como muy afecto a las doctrinas de Ramón Lull. En su persona vemos reunirse dos instituciones que hasta entonces estaban separadas: el Priorato de los Ermitaños y el Colegio. Mediante instrumento que autorizó el Notario de Lluchmayor Gabriel Salvó, en 26 de mayo de 1478, el Superior de los ermitaños de Randa, Raimundo Pujol, designó sucesor e instituyó donatario a Fr. Mario de Passa, Maestro en Artes y Medicina que mucho tiempo vivía en su compañía. Y al mismo tiempo es Fr. Mario quien llevó a cabo la empresa de reorganizar el Colegio y reconstruir su dispersa biblioteca, maltrechos a consecuencia de las luchas entre tomistas y lulistas. Para perfilar las circunstancias de estas luchas, fuerza es recordar que en aque¬ lla época vivía el aragonés Eimerich, Inquisidor General de España, que en las dos veces de ocupar este cargo persiguió con saña a los lulistas, llevando sus ve¬ jaciones a la misma cuna de la ciencia de Ramón Lull. Pero, en Randa estaba Fray Mario, y rudo, la dsei feelnsaataqnuoedaejólosdeasmear dporsoptoerscoioronsadeaspyirittaunalehsáybil culturales del y constante, lulismo fué que no cesó hasta logrado el pleno triunfo y la reintegración de Randa a nuevo esplendor. Contando con el apoyo ae los Jurados del Reino, decididos protectores de Randa, Fr. Mario consiguió de Juan II de Aragón en privilegio dado en Barcelona a 5 de septiembre del478, facultades para reedificar y ampliar el ermitorio de Ran¬ da del modo aue le pareciese, tomando de sus cercanías las tierras cuitas o incultas que le acomoqasen, pudiendo poner sobre la puerta el escudo de armas de Aragón sin necesitar de otro real consentimiento. Es más, con fecha 9 de diciembre del mis¬ mo año 1478 le fué librada Real carta con orden de serle entregados los libros de la biblioteca del ermitorio. Órdenes que fueron seguidamente cumplimentadas, mandando el Lugarteniente del Reino, Blanes de Berenguer, al Alcalde de Lluchma¬ yor, en 12 de diciembre de aquel mismo año, la devolución de los libros, y el Al¬ calde de Algaida, en 10 de enero de 1479,1o referente a reedificación y amplia¬ ciones. Siendo nota simpática de estos mandamientos, la de la urgencia y prioridad dada a la recuperación de los libros, sobre la de los valores materiales. Hizo más Fr. Morio de Passa; procuró y halló medios para realizar lo conse- seguido e imprimir a las actividades de Randa mayor impulso. Ostentando la repre¬ sentación de la Universidad del Reino, en Barcelona el 23 de septiembre de 1478, aceptó la donación que en aquel mismo acto hizo de todos su bienes la noble dama El Heraldo de Cristo 28a barcelonesa D.” Beatriz de Pinós, para las atenciones de la ciencia luliana en Ma¬ llorca y sostenimiento en Randa de un maestro, trece escolares y dos sirvientes. Cura en particular debe a Fr. Mario de Passa no sólo el esplendor de su Escue¬ la, sino también su mismo nombre de indudable afinidad con la ciencia de la Me¬ dicina. Según el Padre Luis de Villafranca (Misceláneas), fué Fr. Mario de Passa, Maestro en Medicina, el primero que en Mallorca abrió escuela de su arte. El San¬ tuario por tradición hq sido mirado por el pueblo como lugar de remedio para los enfermos. Y los mismos Jurados del Reino, en ocasión de dictar disposiciones para el mejor régimen de la Cofradía allí establecida, en 5 de junio de 1555, abundando en esta consoladora tradición, consignaron para la Virgen de Cura la hermosa de¬ precación que: «curare velit animos et mentes Christianorum». Sobre aichas bases la ciencia luliana en el Real Colegio rJe Cura adquirió su máximo esplendor, singularmente en la persona de su maestro el teólogo Pedro Daguí, Presbítero natural de Montblanch, llamado a desempeñar la cátedra luliana instituida (y dotada con cien libras anuales) por otra dama, Inés de Quint y Prats, en instrumento que autorizó el Notario Pedro Litrá día 30 de agosto de 1481. Daguí dió su primera lección en la Iglesia Catedral de Palma con asistencia numerosísima presidida por el Cabildo, Jurados y Autoridades civiles de la Ciudad. Muerto el Rey Juan II, el protector de Randa, la presencia del maestro Daguí en la montaña dió ocasión a renovados ataques de tomistas e inquisidores contra el lulismo. De todos triunfó Daguí por sus altísimas dotes y bondad de la doctrina que defendía. En primer lugar en Palma en controversia sostenida ante un congreso integrado por el Gobernador del Reino-promotor de la reunión—, Obispo, Cabildo Catedral, Jurados y Doctores de la Ciudad, ante el cual el Inquisidor de Mallorca, dominico Fr. Casellas, reconoció que el Maestro Daguí no profesaba, ni tenía ni sentía cosa alguna contra la Fe. Triunfó segunda vez, en Roma, a donde acudió presuroso al tener noticia de haber sido denunciada la doctrina tuliana; el Papa Sixto IV sometió a Daguí a examen dé una comisión de seis graves Doctores (An¬ tonius, Episcopus Fanensis, Nojanus, Episcopus Xephalensis, Ferdinandus, Corduben¬ sis Subdiaconus Dni, nostri Sixti IV, Joannes, Abbas Sti. Bernordi Valentini, Jocobus Conii, Gulielmus Bodonit), los cuales habiéndole oído diferentes veces y disputado con él de espacio, y conocidas sus relevantes prendas y lo sano y católico de la doctrina luliana, le dieron su abono. Y por tercera vez triunfó, de nuevo en Roma, en ocasión de haber sido llamado para responder de acusaciones formuladas ante eí Sumo Pontífice Inocencio VIII; para descargo suyo' y de la doctrina de Lull, se le dió el cometido de leer públicamente la Arte que profesaba; cumpliólo luego y que¬ dó en paz y él y su Arte luliana fueron abonados y aprobados por dicho Sumo Pontífice. Según el historiador Paborde Tarrasa, portan felices sucesos se hicieron fiestas y grandes alegrías en Mallorca, y en la iglesia de San Francisco se celebró certa¬ men literario sobre la vida, doctrina y martirio del Beato, con asistencia del señor inquisidor. Murió Daguí el año 1500. Mallorca, con Randa por exponente, había alcanzado un grado de cultura muy elevado y aspiraba al reconocimiento oficial del mismo mediante la creación de su Estudio Genera! o Universidad literaria luliana. A este fin los Jurados del Reino acudieron al Rey Fernando el Católico, v su embajador, el Jurado Francisco de Axertell, fué bien recibido y mejor despacnado. Dicho Monarca firmó en Córdoba, a 31 de agosto de 1483, Real privilegio a favor de la ciencia luliana instituyendo en Palma el Estudio General. Cuyo alto centro fué organizado a base de las cátedras lulianas existentes. El ocaso de Randa fué motivado por su propia gloria. Pero los Jurados del Reino no olvidaron su significación y promovieron la creación en Cura de una cᬠtedra de Gramática que desde entonces funcionó como una dependencia del Estu¬ dio General, y vino a ser para ios mallorquines el centro preparatorio para los altos estudios universitarios. Por obediencia al P. Prior de Cura, (Concluirá). JUAN MULET, Abog. Cofrade. 4jacla la. taátautacíón da tápana CARTELES APOLOGÉTICO- MORALES DE «EL HERALDO DE CRISTO» POR P. PEDRO J. CERDÁ T. O. R. ¡Restauración espiritual y moral! ¡Reconstrucción material y económica! ills se realliará Síes Is sesoida, si ss se res^iza la piisiefal OBSERVAD EL ORDEN SEGUIDO POR — EL BOLCHEVISMO DEVASTADOR - Primero incendió los templos. Luego mató a los sacerdotes. Antes había corrompido las costumbres,- Y había extraviado las ideas. Al final pudo incendiar ciudades, destruir las obras de arte y robar las riquezas, así públicas como de las corpo¬ raciones y de los particulares. NO PERDAMOS DE VISTA SU TACTICA, QUE SE REPITE CONSTANTEMENTE; AUN AHORA MISMO, y DEMOS A DIOS Y AL ESPIRITU EL PUESTO QUE LE CORRRESPONDE EN LA VIDA DÉ CADA UNO Y EN LA VIDA DE LA PATRIA ¡Se lo dá el Caudillo: Démoslo nosotros! Ved su devotísima oración; digna de tan gran cristiano: Señor: Haz que el esfuerzo de esle pueblo, siem¬ pre tuyo, que conmigo ha vencido al enemigo de la verdad, de este siglo, sea fructífero. Señor Dios, en cuya mano está todo poder y todo derecho, préstame tu auxilio para conducir este pueblo con plena li¬ bertad al Imperio, para gloria Tuy» y de Tu Iglesia. ¡Señor! que todos los hombres conozcan que Je¬ sús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Y AL HABLAR AL EJÉRCITO DICE: Nosotros tenemos ahora qne derribar la frivolidad de un siglo, que desterrar hasta el último vestigio del fatal espíritu de la Enciclopedia.» MAS, DESPUES DE VINDICAR LOS DERECHOS DE DIOS, DICE A LOS LEONESES. Nosotros hemos luchado por salvar a España de la barbarie marxista y comunista. Pero también para hacer una España mejor; una España más justa, más humana, más fraternal, más querida; sin que la masa obrera pueda ser jamás explotada por el poderoso; para hacer una vit«a mejor para todos los españoles. Este debe ser el orden de la reconstruc¬ ción de España - Este es el programa del C audillo. Esta la obra. En que hemos de I trabajar todos. Monumental cisterna como todas las de los antiguos claustros franciscanos de Mallorca — de nuestro Colegio del Beato Ramón Lull, de Inca. (Dib. de P. B. Nicolau Roig, í. O. R.j DE SAN DIEGO DE MADRID V es, ahí, lector, algunas estampas de la solemne fiesta del Corpus Christi en la parroquia de San Diego, de Madrid. Por concesión especial del Sr. Obispo, Dr, Eijo, y por resultar incapaz la iglesia provisional, algunos de los actos tuvieron por marco la nueva Iglesia Parroquial, aún en construcción. Sencillez, fervor, recogimiento, fueron las notas distintivas de este día. El Párroco y su Coadjutor pueden estar satisfechos* de sus desvelos en bien de su amada. Parroquia. DE CALA RATJADA encantadores niños Leonor March Delgado, Glo¬ ria March Delgado y Gabriel Balaguer Riera, que apa¬ drinaron una preciosa imagen de N. P. San Francisco, magnífico obsequio de D.“ Leonor Servera de March, a las Religiosas Franciscanas de Cala Ratjada, imagen que fue bendecida por el Excmo. Sr. D. Gabriel Palmei, Protonotario Apostólico, día 2 de Agosto de 1942. (Véase Crónica Franciscana). La angelical niña Bárbara Vadell Maimó en el día de su primera comu¬ nión,hecha día 3 de mayo, en Calonge Devoto Santo Cristo - regalo de una piadosa persona - que, convenientemente bendecido, adorna la Capilla de las Religiosas Franciscanas de Porreras. NECROLOGICAS D.® Margarita G a 1 m é s Pujol, de Manacor. D. Jaime Noguera Monserrat, de Lluchmayor. Véase Los quo mueren en el Señor tc*ccici*cia et^ ^ucl·iteà^ Áe ^tacLd -Vil. ' Matrimonio F «—S norma ordinaria que ha trazado el Supremo Hacedor y Causa Primera de todo ser, el servirse de las causas segundas, comunicándoles en cierto modo el poder creador. Ello es prueba de la sabiduría, poder y bondad infinitas: conforme a esta, providencia y en virtud de un mandato suyo, el sol recorre sin retraso su carrera diaria, y las estaciones se suceden metódicamente, y la acción combinada del calor y la humedad hace germinar en la tierra flores y frutos a su debido tiempo,- sólo en raros casos, como en el desierto multiplicando el pan, y en las bodas trocando en vino el agua, deroga la ley ordinaria. Es el milagro. Aunque advierte el Aguila de Hipona, San Agustín, que no es mayor mi¬ lagro alimentar a cinco mil hombres con algunos panes que sustentar todo el género hu¬ mano con unos granos echados en el surco. Habla Dios y brotan en la tierra las primeras plantas, y surgen los primeros animales, fabrica luego con sus propias manos la primera pareja humana infundiéndoles un s^lo de vida, un alma espiritual: y a las plantas, a los animales y al hombre, diciéndoles «Cre¬ ced Y multiplicaos», les dota del poder misterioso de reproducirse y perpetuarse en su propia especie. Desgraciadamente, por el pecado de origen ese poder se convierte en funesto para nuestro linaje, y como dice un Doctor de la Iglesia: «Adán y Eva antes que padres fueron asesinos de todos nosotros, manando de la misma fuente la vida del cuerpo y la muerte del alma». Fué obra del Redentor sanear esas aguas, y reabiliíando al hombre no sólo legitimó la fuente de la vida, que sin la Redención no tenía razón de ser ya que «de nada nos aprovechara nacer si no debíamos ser redimidos», mas aún, Jesucristo ennobleció esa fuente que es ^ familia y el matrimonio, elevándolq a la categoría de verdadero sacra¬ mento, es decir, fuente de gracia, para que los casados cumplan los graves deberes que su estado les impone, y gozando moderadamente de los legítimos placeres que les acom¬ pañan, críen hijos para la Iglesia y ciudadanos para el cielo. Entre las fuentes de gracia que brotan del pecho de Cristo moribundo es esta la sép¬ tima y última, no ciertamente en importancia y dignidad, pues el mismo Apóstol le llama gran Sacramento por ser símbolo de la unión de Cristo con su Iglesia. Fresca se conserva aun en la memoria de todo el orbe católico la palabra autorizada del entonces Supremo Maestro de la cristiandad. Pío XI. quien en ia Encíclica «Casti Connubii» de 31 de diciembre de 1930 trata-, de la naturaleza cristiana del matrimonio, de su dignidad, de las ventajas y beneficios de que de él emanan para la familia y para la misma sociedad humana, de los errores; contranos a este importantísimo capítulo de la doctrina evangélica, de los vicios adversos a la vida conyugal y en fin de los.principalas remedios contra éstos. Todos los esposos católicos deberían leer y meditar las grandes enseñanzas del Pajpa. Los Terciarios particularmente, en su inmensa mayoría llamados al estado de matrimonio, se aprovecharán tanto más de sus frutos y cumplirán mejor los deberes de su estado, cuanto más viva sea la conciencia y más alto el aprecio que de él tengan. De lo cual nos da elocuente ejemplo el Seráfico Patriarca al fundar la Venerable Or¬ den Tercera, para que los seglares sin dejar su familia ni salir de su casa, con sólo santi¬ ficar unos deberes ya santos de sí, constituyeran una verdadera Orden religiosa, con aspiraciones al ideal de perfección, según el precepto de Cristo. Francisco sin romper la unión de los matrimonios - ha dicho Rorhbacher - ni despoblando el país, prometióle una legislación espiritual que en medio del mundo brindase la paz de la vida religiosa. «Fran¬ cisco,-se ha dicho,—hizo de cada casa un convento, de cada familia una comunidad». Para Francisco el matrimonio es santo,- es el gran sacramento símbolo de la unión de Cristo con su Iglesia,- para Francisco toda alma cristiana es esposa de Jescristo. Conforme a esta orientación se santificaron Lucresio y Bonadona, Luis IX de Francia, Fernando III de Castilla e Isabel de Hungría, para no citar sino los más conocidos. Conformé a esta orientación, recuerden los terciarios de hoy día que su estado de matrimonio es santo, si bien en grado inferior al de virginidad, como tiene definido la madre Iglesia. Y que si bien no imprime carácter sacramental es, sin embargo, una fuente perenne de gracia. Fr. Mateo Ramis, T. O. R. ESTUDIOS 0tden ^tóLnchcana ¿Qué es la T. o. F.? Jurídicamente, «es una asociación de fieles que tienden a una mayor perfección cristiana, según el espíritu de S. Francisco y bajo la dependen¬ cia de la Primera o Tercera Orden Regular Franciscana.» Y notad que no es una simple asociación religiosa, es una Orden, por las si¬ guientes rezones: 1) Porque se rige poruña Regla aprobada por la S. Sede, tiene su noviciado, su profesión y su hábito peculiar, a semejanza de una Orden; 2) Porque la T. O. fección constituye un modo religiosa; 3) Porque estable de nacida de vida para la Primera lOasrdpeenr,sopnroafsesqaueunaasppirearnfecacilóanpedre¬ vida según el espíritu peculiar de la misma; 4) porque dependiendo en su vida orga¬ nica de la Primera o Tercera Orden Regular, está dividida y subdividida en Herman¬ dades, en vitud de previlegios apostólicos. Como se ve, el primordial fin de la T. O. F. es la reforma individual, seguún el molde evangélico y con la peculiar modalidad franciscana, que es modalidad de amor, de humildad y de podreza, esencialmente. Pero no creáis que esa reforma indi¬ vidual, por ser esencialmente religiosa, carece de eficacia para influir directamente en la renovación del orden social. Dice con exactitud Sueun «Escuela de ascetismo y de penitencia, fa T. O. lor social. Ella introduce F. tiende a perfeccionar en el mundo el espíritu al individuo, para aumentar su monástico, traduce en práctica va¬ no sólo los preceptos, sí que también los consejos evangélicos, en lo que éstos tienen de compatible con la vida secular. Por esta su manera de ser, ella rompe de frente con ese cristianismo fácil y adaptado a todos los gustos. Ella es la renovación de la aus¬ teridad del medio del eEjevmanpgloe,lioq,uedeelseeslpmíriátus de humanidad, excelente de de penitencia y de apostolado por los, apostolados. He aquí la misión de la T. O. F.: reformar la sociedad mediante la reforma de todos y cada uno de sus miembros». Pero, concretamente, para lograr esa finalidad es necesario que el espíritu fran¬ ciscano informe completamente nuestra vida. Y nunca ha necesitado el mundo tanto de la vitalidad franciscana como en la actualidad, este mundo que se exfisia en el egoísmo, en el odio, en el culto de lo terreno, en el desconocimiento de lo eterno, que constituya precisamente la negación y la antitesis de lo franciscano. Concluyo con unas palabras de Pió XI en alocución de 4 de Septiembre de 1936; «Que haría S. Francisco si viviese en estos tiempos? Primeramente, exigiría de sus Terciarios el sentido de la responsabilidad de su vida y de su misión; después exigi¬ ría la práctica de la vida cristiana y el ejemplo, el apostolado del ejemplo tan fácil y tan obligatorio. Exigiría S. Francisco de ^os suyos cristianos elegidos dignos de El». BEMAAR. (?ueátionat¡o JQeíí^ioúo Pregunta 142: He oído hablar no pocas veces sobre el acto heroico de caridad en favor de las almas del pur¬ gatorio. ¿Quisiera decirme, en qué con¬ siste y si es conveniente hacerlo?—M. N. Ciudadela de Menorca. Respuesta: De mil amores voy a con¬ testar a su doble pregunta, fundado en lo que, no mucho ha, sobre punto tan importante escribió el P. Angel D. Diéguez, de quien no hacemos sino casi repetir sus mismas palabras. Y vamos a la primera. El acto heroico de caridad en favor de las almas del Purgatorio consiste en la oferta que los fieles, o empleando alguna fórmula, o sólo con la mente, hacen a Dios en favor de di¬ chas almas, de todas sus obras satisfac- El Heraldo de Cristo 990 torios que practicaren en vida, y de todos los sufragios que les fueren apli¬ cados después de su muerte (S. C. 1., 19 die- 1885). Nótese que se cede sólo la parte satisfactoria de nuestras obras. Sabido es que toda obra buena hecha en estado de gracia tiene cuatro valo¬ res; 1.° el meritorio-, esto es aumenta la gracia y la gloria del que la practica. 2°, el propiciatorio; aplaca el enojo de la divina justicia, nos hace al Señor propicio; 3.°, el impetratorio; nos obtie¬ ne de Dios gracias y favores; 4.° el satis¬ factorio; con las penalidades sufridas al hacer la obra buena, se paga la pena temporal debida par nuestros pecados. Pues este último solamente es el que se cede en favor del acto heroico: el valor satisfactorio, que sirve para pagar Iqs deudas contraídas por'nuestros pecados, y, si algo sobra, va a! tesoro de le Igle¬ sia. Aun del valor satisfactorio no se ceden aquellas satisfacciones o sufra¬ gios que tenemos obligació;; de aplicar a determinadas personas, aunque sea por promesa expontónea. Después de hecho el acto heroico se puede seguir orando por sí o por otros como antes. El sacerdote que hizo el acto heroico puede aplicar la santa Misa por cual¬ quiera persona determinada; pues por e! tal actó sólo cede, en cuanto a la Misa, el fruto satisfactorio propio del sacerdote; queda por tanto en la potes¬ tad del sacerdote disponer del fruto especialísimo de la misa, de recibir también la limosna por su aplicación (Rae. p. 531). En el acto heroico se ceden también todas las indulgencias que se ganen co¬ mo que por el mismo voto se concede que sean todas aplicables a los difuntos. Por tanto no se puede reservar para sí ninguna inulgencia. (S. C. I., 19 die. 1885). La aplicación de las obras satisfacto¬ rias a tal o tales almas es líbre. Es muy laudable la práctica de depositarlas en las manos de la Santísima Virgen, para que ella las distribuya en favor de las almas del purgatorio según su voluntad, pero esta condición no es necesaria para el acto heroico; basta ofrecerlas a Dios. ,(S.C. i., 19 die. 1885). El sacerdote que tiene el privilegio personal de altar privilegiado, gracia concedida a ios que hicieren el acto he¬ roico, debe aplicar la indulgencia ple¬ naria de altar privilegiado por el alma por quien aplica la Misa, ya se aplique ésta por los vivos o bien por los difun¬ tos. (S. C. I., 25 Agost. 1897). Para hacer el acto heroico de caridad no es necesario emplear alguna fórmula determinada, siendo suficiente el acto de voluntad y la ofrenda hecha con el co¬ razón (Rae. p. 532). Mas en caso de que¬ rer emplear alguna, puede servir la si¬ guiente de San Ligorio; «Dios mío, en unión con los méritos de Jesús y de Ma¬ ría os ofrezco por las almas del purga¬ torio todas mis obras satisfacíor¡a.s, como también aquellas que me sean aplicadas por otros durante mi vida y después de mi muerte». (Las deposito en las manos de la Santísima Virgen, para que ella, según su sabiduría, y bondad maternal, las aplique a aquellas pobres almos). Conviene renovar con frecuencia esta oferta, aunque sólo sea mentalmente. El acto heroico de caridad no se hace temporalmente sino que de suyo es per¬ petuo; pere no es un verdadero VDto que obligue bajo pecado (Rae. p. 532), ni venial siquiera. El que lo hizo puede revocarlo a su arbitrio (S. C. I., 20 feb. 1907). Cuanto a la segunda pregunta: ¿Es conveniente hacer este octo heroico de caridad en favor de la:ï almas del pur¬ gatorio? Sin duda alguna. El acto heroico es de grandísima excelencia y perfec¬ ción; pues desprenderse uno de lo nece¬ sario para socorrer a otros, elegir pagaJ las deudas propias en el fuego del pur¬ gatorio para que otros se libren de aquellas llamas, es realmente un acto heroico de caridad con el prójimo, y por lo mismo de extraordinario mérito. Este solo acto puede hacernos crecer más en gracia y gloria que todos los demás actos juntos de nuestra vida. Y nótese que un solo grado de gracia y gloria es de más estima que la remisión de las mayores penas del purgatorio, porque éstas en último término algún día han de acabar, mientras aue el au¬ mento de gracia y gloria nos nace más dichosos por toda la eternidad. Si le quisiere hacerme alguna otra pre¬ gunta sobre el particular, hágala con toda libertad. P. Delgado. ¿UN CUENTO MORAL PARA CADA MES? A/o/ Una ^lotacilla ^tanciócana Están en el huerto de Santa María de la Porciúncula fray Francisco, fray Ange¬ lo y fray Tripinetas, y es en mitad de un hermoso día otoña!. El sòl tiene una suave y clorada dulcedumbre en el azul del cielo, de tal manera, que aún se abren a su caricia con cierta pompa veraniega, las anchas hojas ásperas de las higueras y las matas de alcachofas, que la rústica mano de fray Juan plantó junto al camino de la noria, como un ornato humilde y provechoso. También en el alubiar que crece co¬ mo una múltiple enredadera delante del cobertizo de las gallinas, cuajan las florecitas blancas entre el follaje. Fray Angelo, anegado en aquella espesura va tentando las vainas que ya llegaron a buena sazón. Ya llenó un gran cuenco de madera y aún quedan muchas que habrá de dejar para mañana. Entretanto, brillan en el cauce que el cuadro dbeajlaosdpeimlaienntoorsiat,ariodsíosú.ltiBmroilslanresctoons del agua con que fray un plácido espelo según Angelo regó que la tierra los va sorbiendo lentamente, y también en esto se barrunta la tibieza del mediodía, por que unas alondras que andan en el huerto, de acá para allá, como por su pror pia casa, asornan a veces ai regato y beben una gota con las patitas dentro del agua. Entre las parras hay un rumoreo de abejas que buscan afanosas los últimos granos picoteados por los pájaros. Algunas en una rápida elipse, vuelan sobre la tapia hacia la montaña de San Damián,que asoma al fondo su oscura selva verde, o bruscamente tuercen hacia los almendros que hay bajo las murallas de Asís. Ya más de una vez los soldados que hacen la guardia han descubierto algún enjam¬ bre bajo la roja cornisa de las almenas. Todo resplandece alegremente, en la clari¬ dad del mediodía. Unicamente la vida del Seráfico Padre declina hacia un ocaso mortal. Pero también es como un resplandor. Como un incendio, como un gran fuego que se extinguiera por no tener ya donde cebarse. Le ha abrazado las po¬ tencias, los sentidos, el corazón. Su mismo cuerpo no es más que un haz de huesos y de nervios traspasados por las cinco misteriosas llagas que nunca se cierran. No puede andar ni mantenerse en pie, Y cada mañana sus bienaventurados conpañeros tienen que sacado en hombros desde su celda, como quien transporta una reli¬ quia. A pesar de los dolores que hostigan sin descanso su pobre cuerpo, Francisco abísmase al instante en la contemplación de las hermosas criaturas, las cuales son para él como vidrios preciosos, a cuyo través sigue la resplandeciente huella del Padre. Esta mañana el vuelo de una simple abeja le ha transportado. Es, precisa¬ mente, una abeja de aquel colmenar que tanta guerra da a fray Juan Tripinetas, cada vez que tiene que catar los panales. Ahora mismo, a pesar de haberse cu¬ bierto la cara con un grosero paño, alguna abeja, sintiéndose robada ha debido de encontrar modo de clavarle el cruel aguijón. A través de la espesa parra, se le ve dar brincos, con las manos en la calva, mientras la olla de la miel rueda por el suelo. Fray Juan Tripinefas.—¡Ahora mismo abraso yo este colmenar! ¡Alimóñas! Fray Angelo (asomado con susto y cautela entre las alubias)—¿Qué pasa, her¬ mano Juan? Fray Juan Tripinefas.—iEI diablo del infierno! Fray Angelo, (se persigna azorado).—¿Le viste? Froy Juan Tripinetás (muestra la hinchazón de su calva.)—{Míralo! ¡Ahora mis¬ mo van a perecer! Fray Ange/o.~No, hermano. Nuestro Padre nos tiene encomendado queouidemos q las abejas con el mayor amor. Dice que son unas criaturas que Dios nos ha dado para nuestro ejemplo. Fray Juan Tr/pínetos.—Nuestro Padre no sabe como yo, que en cada abejucho hay un demonio, y que la miel que fabrican es un cebo para nuestro engaño. Fray Ange/o.—Las abejas son laboriosas y su contemplación nos convida o aprovechar el escaso tiempo de nuestra vida. È1 Heraldo de Cristo ^ Fray Juan Tripinefas.-ios abejuchos son avarientos y crueles. No quieren dar lo que les sobra. Saben que perdiendo el aguijón pierden la vida y prefieren hacer daño y morir. Fray Ange/o.-Ellas fabrican la miel que es regalo del paladar y medicina de muchas enfermedades. Fray Juan Tripinefas.—También fabrican veneno y punzan rencorosamente. Fray Angeio.-Yo he oído a nuestro Padre alabarlas por lo que tienen de ha¬ cendosas y solícitas. Fray Juan Tripinefas.—Mil veces más alaba a las alondras y a las cigarras que tienen puesta toda su esperanza en el Padre Celestial. Mientras tanto con una actividad avivada por el dolor que le hace pasarse a cada instante la mano sobre la calva, Fray Juan Tripinetas ha formada un montón de hojarasca bajo el enjambre con el propósito de asfixiarlo con la humareda. Pe¬ ro se oye la suave, la vacilante voz de Fray Francisco que llama; Fray Francisco.—¡Fray Juan! Fray Juan corre desolado y con una ciega obediencia se postra a sus pies. Fray Francisco.—No corras; no me ahuyeentes esa abejita preciosa que tengo delante de mí. jMírala qué hermosa y pura criatura! Hace ya rato que está laboran¬ do sobre las florecillas de esa mata. ¡Con qué suave tacto se posa en los pétalos! No los mancha. No los roza. Sólo que sabe extraer el jugo del fondo del cáliz de¬ licadamente, como una caricia. Así hemos de ser nosotros. De cada criatura her¬ mana nuestra, de nuestroe hermanos mismos hemos de obtener aquella partecilla de bien que Dios puso en ellos para nuestro provecho. Y así como la abeja de Dios, acabando su trabajo no se distrae ociosa entre las flores, sino que corre a aumentar el tesoro de la colmena, nosotros hemos de comportarnos con las cria¬ turas de manera que el demasiado apego a ellas no entorpezca nuestro aprove¬ chamiento. |Y así como las abejas del Señor, trabajar siempre cantando, envueltos en ese murmullo de oro que ha de ser la alégría de nnestro propio trabajo bendecido por el Padrel ¡Mírala cómo vuela ahora sobre el cauce del agua! Fray Juan Tripinefas (con alguna timidez).—Padre mío, también son crueles. Ved lo que me han hecho porque cataba el panoli. Fray Francisco.—Es que te ha querido enseñar que así ha de defender el alma su tesoro cuando el enemigo la ronda. ¿Catabas mucha miel? Fray Juan Trip/nefos (simplemente).—Toda. Fray Francisco.—¡Pobrecillas! ¿De qué iban a vivir este invierno? Ve y devuél¬ veles, en santa obediencia, la miel que les has quitado. Si no hay bastante, sal a pedir de limosna. Y además,*has de rociarles el panal con el vino generoso que nos mandó ayer Messer Lucca para la Santa Misa. Fray Francisco oculta cuidadosamente en todo instante sus manos llagadas, como si fueran ese tesoro que el enemigo nos quiere robar. Y Fray Juan Tripinetas corre lleno de alborozo a obedecer al Padre con la diligencia acrisolada de una abeja. Javier Vallejos. ^05 t^jue mueten... ^tónica ^iancióeaná. Lluchmayor. - £1 18 de junio cerró sus ojos a la luz de este mundo, a la edad de 75 años, nuestro antiguo suscriptor y amigo D. Jaime Noguera Monserrat, piadoso con Dios y afable con todos especialmente con nuestros religiosos de Lluchmayor. Nuestro pósame a sus familiares, en particular a su hijo D. Damián, farmacéutico y gran ami¬ go nuestro. —Día 17 de julio pasó a mayor vida, en su ciudad natal de Lluchmayor, el decano de los Rdos. Sacerdotes de Mallorca, Sr. D. Antonio Rubí Socías, de 91 años de adad. En el año de 1879 f ué encargado por el se¬ ñor Alcalde y Ayuntamiento de Palma, con ei beneplácito del Ordinario, del Oratorio de Ntra. Señora de Cura. Ocupó, además, ei cargo de Vicario-Cooperador de Lluch¬ mayor, y Vicario in cápite de Las Salinas, donde continuó aquella Iglesia en cons¬ trucción, activando las limosnas de los fie¬ les. Pasó luego varios años en la Archidiócesis de Buenos Aires, dedicado a intenso ministerio parroquial. De vuelta a su pa¬ rroquia de origen, contribuyó grandemen¬ te con su propio peculio a diversas restau¬ raciones de capillas de aquella Iglesia arciprestal, dejando fundadas algunas obras pías de ejemplar desprendimiento sacer¬ dotal. Por nuestra parte debemos decir que el Sr. Rubí fué un terciario ejemplar y un amigo bienhechor de nuestros religiosos de Lluchmayor, a los que amaba como a hermanos y en cuyas manos entregó a Dios su espíritu. Nuestro pésame a sus sobrinos y demás familia. Manaoor.-Día 30 de febrero durmióse en la paz del Señor la Religiosa Faanciscana Catalina Radó, a la edad de 80 años, la¬ boriosa, jovial y amable con todas, muy sumisa y obediente ccn sus superiores y muy devota de la Misa y del Viacrucis. —Confortada con los aussilos de la reli¬ gión pasó a mejor vida la fervorosa tercia¬ ria de N. P. S. Francisco P.“ Margarita Cal¬ mes Pujol, que por su religiosidad y bon¬ dad de corazón era amada de cuantos la trataban. Nuestro pésame a su familia. Palma.*-Día 25 de julio murió en la paz del Señor, D.“ Francisca Darder Ramis, a los 60 años de edad, terciaria, que en medio del siglo llevaba una vida de claustro. Nues¬ tro pósame a su familia, en especial a su her¬ mana Sor María Concepción Darder, reli¬ giosa de San Gerónimo. Marratxí. (Pont des Goll).—Día 3 de ma¬ yo entregó su alma a Dios, con la preciosa muerte de los justos, el fervoroso terciario de N. P. S. Francisco y lector asiduo de nuestra revista D. Pedro Vidal Oliver, a la edad de 94 años, de carácter afable y bon¬ dadoso. Su oración fuvorita era el Santo Rosario y su deprecación cotidiana era es- Bendición de una ima- Día 2 de agosto, gen de San Francisco domingo, tuvo en Calarratjada. lugar en Cala- rratgada la ben¬ dición de una imagen de S. Francisco, mu¬ nífico don de D.® Leonor Servera, de March, a las Religiosas Franciscanas de aquel case¬ río. El acto efectuóse en un marco de singu¬ lar esplendor. Ya en la vigilia del domin¬ go, pinos y banderines en ia Iglesia del lu¬ gar y en ei Convento de Franciscanas. Por la mañana del domingo, oficio solemne que ce'ebr :■ el Sr. Vicario y predicó el Rdo. P. R. Naíiv.!, f.O.R., y al cual asistió D.® Leónor Servera con su hijo Bartolomé, amén de una gran muchedumbre de fieles de la colonia veraniega. Hizo la bendición el Excmo. Sr. D. Gabriel Palmer, Protonotario Apostólico y fueron padrinos de ia imagen ios encan¬ tadores niños Leonor March Delgado, Glo¬ ria March Delgado y Gabriel Balaguer Rie¬ ra, las dos primeras, nietas de la donanate, y el tercero sobrino de una sobrina de la misma señora. Pulsó el armonium, dirigiendo el canto el M. I. Sr. D. Francisco Esteve, Canónigo. Por la tarde salió de la Iglesia una impo¬ nente procesión en la que era llevada en andas la nueva imagen, seguida de sus gra¬ ciosos padrinos, recorrió las calles más cén¬ tricas del caserío, hasta llegar al Convento de las Franciscanas. Su paso fué presencia¬ do por D.® Leonor Servara, al pie de su es¬ pléndida villa. Pronunció un segundo ser¬ món el memorado P. Nadal. Acabada la función de la tarde, se sirvió a todos un refresco. Amenizó ia solemne procesión la Banda de música de Capde¬ pera. Fallecimiento de un De «The Regís- famoso escritor Clare- ter National». 6 clans, admirador del abril de 1942 que V. P. Fr. Junípero Serra gentilmerrte nos Ka remitido nue- tro hermano en religión P. José Picoví, to¬ mamos la nota que sigue: «Ei Reverendo Eugenio Sugranes, C. M. F., sacerdote clareciano, de todos cono¬ cido,- falleció en el Hospital de la Madre Cabrini en Chicago, a los 64 años, después de una breve enfermedad. En tiempos pasa¬ dos Superior del Colegio Clareciano de Washington D. C., el Padre Sugranes tomó parte muy importante en la restauración de la abandonada misión San Gabriel de California. Sus escritos han dado a conocer en este país la historia y belleza de las mi¬ siones españolas de Méjico y California.» ta; «Glorioso San Franciscó, dános pan de cada día, y ropa para vestir». A su anciana esposa, e hijos el testimonio de nuestro pé¬ same. Descansen en paz^ Amén JSeindícíon con cl SacLtíóimo Leemos en un libro piadoso^ Sonto Gertrudis [tuvo uno oporición en lo que Je¬ sucristo le dijo: «Siempre que un cristiono contemple lo imogen del Crucificodo, Jesús se dirige o su coro- zón, y como que le dice estos polobros: Miro como por tu omor me veo desnudo, ofrentodo, locerodo, ozotodo y clovodo en uno cruz. Y mi omor o tí es ton encendido y tierno, que si fuero preciso podecer por tí sólo, lo que podecí por todo el mundo, lo sufriría gustoso». Cuando exponemos ol Santísimo, también nos dice Jesús este su amor; pero ol mismo tiempo, se lo dice ol Eterno; pidiendo por este amor de Cristo todos los bendiciones de Dios poro nosotros. Por esto causo inmediatamente nos bendice el Sacerdote con el Santísimo, poro hacernos conocer lo bendición, que por Jesucristo, amador infinito nuestro, nos da en aquel momento Dios. ¿Y qué bienes no habremos de esperar de ella? ■* Por eso, niño amado, cuando el Sacerdote da la bendición con el Santísimo, lejos de tí toda distrac¬ ción. Aquel es el momento para decir a tu amado Je¬ sucristo: «Mi rey, mi Dios, yo te amo. Haced quo no ame nada en este mundo que no sea en Vos y por Vos». Concurso de 1942 Discurre cabeza!!! 29. Jeroglífico. M. H.T. (Lo llevan los soldados) ‘30. Añadir a P tres notas musicales de modo que re¬ sulte un título eclesiástico. 31. Nunca podrás alcanzarme por más que corras tras mí y aunque quieras retirarte siempre iré yo junto a tí. 32. Con un letra y dos notas musicales formar un nombre de mujer. Soluciones de Julio 22, PATO AÑIL tilo OLOR 23. £1 ratón que coma queso y el gato coma ratón son ciertamente dos puntos que onusan admiración. 24. Poniendo una CH en medio de coro tenemos el oficio de cochero. Números obtenidos Fr. Fuster 3 Francisco t P. Blanco F. 3 £. Cloquell 2 P. González 3 A. Planells 3 M. Tur 2 Pedro Navarro 2 Pedro Rigo 3 Correspondencia Francisca Fusfer.-Las ideas de tu poesía, felices. Hay, sin embargo, versos que son coctos de un cabo. Continúa ejercitándote en este arte y llegarás a ser maestra. Taraieio CASA CABOT Plaza Libe tad, 9 - Borne Electricidad - Radio Sanitario TALLER MECANICO BOMBONES ESTEVA y toda clase de dulces a precios de Fábrica • P. Juanot Colom, 7 Palma IS E M I L L A S seleccionadas de I hortalizas y forrajes ¡ Francisco Gallent Calle del Aceite, 3 Palma de Mallorca Gabriet Esteva Sucesor de BOSCANA Piaza de Cort, 28 Palma Drogueria, Artículos para la fo¬ tografià, Pinturas al óleo para artistas. Pinceles y Brochas. ÓPTICA Graduación gratis de la vista por médico oculista. 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