El Heraldo de Cristo 1939, n. 357
EL HERALDO DE CRISTO

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PUNTOS LULIANO
L Beato Ramón Lull es como el mar. El mar con sus abismos
i¡ tempestades: con sus riberas quebradas, sus acantitadas cos¬ tas 1} sus montañas de espuma: el mar con sus nastas bonanzas, sus éxtasis ij sus ensenctdas de rubias arenas. Solamente et mar da una idea aproximada de lo que es su obra in¬ gente i] compleja. Pues, como al mar afluyen todos los ríos, asi, tam¬ bién, afluyeron a este Océano, que se llama el Beato Ranwn Lutt, todos los rios del saber humano y divino. Asi como el mar (S ancho y pro¬ fundo, es dinamismo y reposo, paz y guerra, tragedia e idilio, asi, tam¬ bién la vida y los escritos del Bienaventurado Maestro. Si eres artista, tienes en él una fuente inagotable de inspiración; si eres hombre de ciencia, un sabio a quien admirar; si persona piadosa, un hombre de .<iantidad excelsa, saturado de amor a Dios y a los hombre.s; si sacerdo¬ te amigo de t s buenos tibros, un escritor de quien recoger altísimas en¬ señanzas que, en raiidat copiosísimo, vertió en .sus obras innumerabtes. Siendo esto asi. ¿no querrás ser, desde ahora, su devoto? ¿^No pro¬ curarás, con todo ahinco, por tu parte, que su novena y su fiesta se cetebren, con inusitado esptendor?

Ç

^~

ha dicho, cou mucha verdad, que et estito es et hombre. De

ta abundancia det corazón, ludda ta boca. Los escritos son el

espejo del alma. ¿^Quieres tii conocer al Beato Ramón Lutt? Jxe, pues, sus obras y especiatmeute et “Libro de Contemptaciém" y co¬ nocerás ai hombre tumuttnoso y férvido como un mar encrespado, al
escrito! de vena irrestañabte, at .santo contemptativo (,ue .se sirve de to¬ das tas (osas, como de otros tantos petdaños, para subir a Dios. Si
te inmeige.s en este mar tutiano det “Libro de Con¬

templación”, si bebes de este vino añejo (¡ue mana co¬ mo de otros tantos caños de sus ,%6 capitutos, que¬ darás para siempre como embriagado de amor y
arrebatado de entusiasmo hacia et Beato Ramón Lutt.

¿,Por (¡ué tú no empiezas, también, ta lectura de esta su obra cumbre en desagravio ai autor por et otvido en que le has tenido?

BLANQUERNA.

^Q\\^ol\\^ÍQnd.o una i/ióíta

A ciudad de Palma de Mallor-

siempre ha profesado tiernísima devoción a la Virgen

de Cura. Ya antiguamente,

según refiere el M litre. Sr.

D. Mateo Rotger en su «His¬

toria del Santuario y Colegio

de Ntra. Sra. de Cura» cele¬

brábase en la Santa Iglesia Catedral una fiesta de¬ dicada a la misma piadosa Virgen. Fundó dicha fiesta la Sia. D.® Juana, viuda del discreto Anto¬

nio Ferrer, notario, y tenía lugar el domingo si¬

guiente a la fiesta de Cura, o sea la cuarta Domi¬

nica después de Pascua y el limo. Cabildo, a pro¬ puesta del Reverendo Procurador Mayor de la

Cofradía de Saja Pedro y San Bernardo, en cuya

caja había depositado el capital de la fundación

Nfra. Sra. de Cura

la fundadora, aceptó, en sesión de 11 de Abril de 1548 esta fiesta como doble mayor de Aioy, dándo¬

le la misma solemnidad que se daba a la fiesta de

la Visitación de la Virgen.

La devoción de los palmesanos a la Virgencita de Cura se acrecentó muy sobrema¬ nera, con motivo de la visita triunfal que Nuestra Sra. hizo a Palma, en las solemnísimas fiestas de la Victoria. ¡Cuántos devotos de la Virgen desfilaron ante la veneranda efigie,

primero en la Iglesia de San Francisco y, después, en la Catedral! ¡Cuántas súplicas des¬

pachó favorablemente a sus devotos la Virgencita, en la ciudad y en la iglesia que guar¬ da como un precioso tesoro los huesos de aquél amante siervo suyo e hijo dilectísimo, el

Beato Ramón Lull, cuyo corazón fué una fragua ardiente de amor a la purísima Madre de

Dios y sus libros un inmenso Salterio Mariano! Mas los palmesanos, por deber de amor y gratitud, debían devolver la visita a la
Virgen de Randa en su mismo alcázar de Cura, y esa visita se la hicieron, día 18 del pa¬ sado Junio, en número de unos 300, quedándose muchísimos más sin poder ir, por no ha¬ ber sido posible encontrar vehículos suficientes. Formaban en la devota peregrinación numerosos élementos de la Venerable Orden Tercera de San Francisco y de la Juventud

Seráfica.

Al llegar los romeros marianos a la cima del monte de Randa, en el lugar denomina¬ do «Cova de Migdia», bajaron de sus coches y, formando grupos en torno de la bandera de la Hermandad de San Francisco, y cantando himnos marianos y lulianos, se dirigieron

hacia el Santuario para besar el pie a la milagrosa Imagen. Presidían la romería el M. Rdo. P. Fr. Pedro J. Cerdá, Ministro Provincial, el M. Rdo.

P. Fr. Bartolomé Verger, Visitador de la Hermandad de Terciarios y el Rdo. P. Fr. Anto¬

nio Barceló, Director de la Juventud Seráfica. No mucho después a la llegada de los peregrinos, empezó solemnísima Misa Mayor,
que celebró el M. Rdo. P. Provincial, asistiéndole, como presbítero de honor, el Rdo. Sr. D. Lorenzo Llompart, Pbro., y como diácono y subdiácono, respectivamente, el M. Rdo-

82

El Heraldo de Cristo

P. Fr. Bartolomé Verger y el Rdo. P. Fr, Antonio Riera. Dijo un sermón alusivo al acto el Rdo. P. Fr. Antonio Pericás, T. O. R.
Terminados los divinos oficios, los peregrinos visitaron la Cueva del Beato Ramón Lull, santificada por la presencia y las lágrimas del egregio Penitente de Randa, y, des¬ pués, se desparramaron por diferentes sitios de la montaña, para otear sus bellísimos pa¬ noramas y confortar su cuerpo con las abundantes y riquísimas provisiones de las cestas que llevaban.
Por la tarde tuvo lugar un ejercicio eucarístico-mariano, al final del cual cantóse so¬ lemne Tedeum en acción de gracias a la Virgen de Cura, por los inumerables favores dis¬
pensados sobre Mallorca durante la guerra, y, en especial, por el beneficio de la victoria. Seguidamente los peregrinos, déspués de besar, otra vez, el pie de la Virgencita, inicia¬ ban el descenso de la montaña, visitando los santuarios de S. Honorato y de Ntra. Sra. de Gracia, a pie, hasta Randa, en donde subieron, de nuevo, a sus camiones para dirigirse a Palma, pasando por Lluchmayor, en cuya Iglesia de San Buenaventura cantaron una
Salve.
Una vez en Palma, y antes de marchar a sus hogares, se reunieron en la Iglesia de San Francisco para cantar, en férvida manifestación de fe religiosa, el Credo del Maes¬
tro Romeu.

Visfa parcial del Sanluario de Cura. Enfrada de la antigua Aula de Gramálica.

Una luz en noche obscura Vida y aposfolado de Eucaristía de las
Hijas de la Misericordia, Religiosas Franciscanas, en Ciudadela de Menorca
bajo el yugo del marxismo

20Terc aentrevistaconel Obispo
Ciudadela había una nutrida falan¬
ge de discípulos de Cristo, de vida verdaderamente ejemplar, como la de los primeros cristianos. ¿Por qué no tentar de llevarles el consuelo y aliento de la sa¬ grada comunión? El clarín de la victoria todavía resonaba lejos, muy lejos. Queda¬ ban muchas jornadas por andar, en aquel desierto de amarguras, antes de llegar a la tierra prometida, que emanaba leche y miel.
Privados ios fieles del Señor del Pan de los
Fuertes, ¿no había peligro de que sucum¬ bieran en el camino, como el profeta Elias, antes de que el Angel del Señor, alargán¬ dole un pan cocido al rescoldo, le tocara dicióndole: «Levántate, come; porque te queda un largo camino?» (III de Reyes, 19,7).
Las Hermanas Franciscanas tenían entra¬
ñas de madre. Aquel lamento de Jesús: «Tengo compasión de estas gentes, porque ha ya tres días que perseveran conmigo, y no tienen que comer» (Mat. 15; 32), era su
P-,2 "Lalamento. Ellas irían, por tercera vez, al
Obispo y pedirían a S. I. el privilegio de poder llevar a aquellas gentes el regalo del cuerpo y sangre de Cristo, no una vez al mes, ni una vez a la semana, sino cuantas veces pudiesen.
Será en esta tercera y última entrevista que el Obispo, oomo santamente molestado por tanta terquedad én pedir, dirigirá a las
21"VicarosHermanasaquelamorosoreproche:

unas tijeras. Y de estas formas, se llenarán las cajitas de oro y plata, que, generosamen¬ te les hayan prestado las damas de Ciudade¬ la, y las cajitas de lata o de aluminio-¡cajitas de «Pastillas Juanola» que hayan podi¬ do recoger las religiosas, y, luego, todos estos improvisados copones, ricamente re¬ vestidos de seda y de otras telas preciosas, serán llevados, con gran secreto, al Minis¬ tro del Señor, para que, sobre ellos, pro¬ nuncie la sagrada fórmula de la consagra¬ ción, en su misa clandestina. Y, aunque parezca mentira en tiempos de persecu¬ ción, se harán muchísimas consagraciones de 2000 a 3000 mil hostias, que las monjitas repartirán de casa en casa, ora llevándolas en su bolso de señora y en una caja de inyecciones para los enfermos, ora en su mismo seno, sobre su corazón, pero, siem¬ pre, en lugar seguro y a salvo de toda pro¬ fanación, porque ya lo dijo el Maestro: «No deis lo santo a los perros, ni echéis vues¬ tras perlas delante de los puercos, no sea que las huellen con sus piés, y revolvién¬ dose contra vosotros os despedacen.» Mat. 7, 6).
paz sea con vosotrosi Yo
soy, no temáis" (Luc;, 24, 36).
ara la entrega del Sacramento, en lascases particulares, se guardaba este ceremonial, tan sencillo como devoto: al llegar la Hermana con el depósito sagra¬ do, se reunían todos los miembros de la fa¬

¿-Es que ustedes son las madres de milia y demás invitados al festín eucarísti-

todos?

co, en una de las estancias superiores, y

Sí. Perfectamente. Las madres de todos más apartadas de la casa. La religiosa de¬

y, desde hoy en adelante, más que madres positaba la cajita preciosa sobre una mesi-

serán.

ta, habilitada para altar, y encendía dos

de Cristo y dispen>
sadores de los misterios de
Dios" (II Corint., 6, 4).

cabos de cera de abejas, de los muchos
que, siempre llevaba, en su bolso ,de seño¬ ra. Luego, rezaba, en voz algo alta, seis Pa¬ drenuestros, Avemarias y Gloria Patri, y,

terminadas estas oraciones, se retiraba si¬

/

fabricar hostias!

lenciosamente, no sin antes darles aquel

¡Muchas, muchísimas! Porque saludo que Jesucristo enderezaba frecuen¬

muchísimas son las bocas abiertas, en de¬ temente a sus amados discípulos:

manda de la Eucaristía. Dos hermanas no

-¡La paz sea con vosotros!

tendrán más ocupación diaria que cocer el

Y era entonces que, en el corazón de

pan ázimo del altar y cortar las formas con aquellos fieles, parecían resonar, como

84

El Heraldo de Cristo

25El salidas del fondo de la cajita sacrosanta,
aquellas otras palabras, tan alentadoras,
del Maéstro:
-«Yo soy, no temáis». {Luc., 24, 36), Por razón de estos ágapes sagrados, tan
semejantes a los de los tiempos apostólicos, en cada casa había una verdadera Iglesia, es a saber una congregación de fieles de Cristo, de manera que los de una casa muy bien hubieran podido saludar a los de otra al estilo de San Pablo que decía:
«Saludad a Ninfas y a la Iglesia que es¬
iifZ\\ 23El ylA 26El táensucasa».(Coios.,4,15). milagro de la harina

C/^*^^e^rceoftradádies

a los

aquella viuda de
Sidonios, a quien

Sa-
no,

faltó nunca la harina de la orza, para fabri¬

car panecillos debajo del rescoldo, confor¬

me a la palabra del Señor, que había ha¬

blado por boca de Elias? Pues algo asi su¬
cedió a las Franciscanas con relación a la

harina con que hacer las hostias. ¡En qué

duros aprietos se verán las monjiías! ¡Cuán¬

tas lágrimas de angustia y de dolor no sal¬

drán de sus ojos, para llorar, de tiempo en

tiempo, la escasez de aquella harina pre¬

ciosa, tan necesaria, absolutamente nece¬

saria, para amasar el pan eucarístico! Mas,

por un verdadero milagro de Dios, a un

talego de harina sucederá otro talego de

harina, la mayor parte de los cuales habrán

salido del fondo de unas tinajas, sepultadas

en las entrañas ds la tierra, a la maliciosa

luz de la luna, y que formaban las ilusiones

y las esperanzas del pan de más de media docena de hogares...

24El 27Lamilagrodelvino

milagro de la cera
realizaba de la siguiente manera: una dama muy golosa-golosa de la Eucaristía-pedía a los colonos de sus tie¬ rras panales y más panales de miel, que, hacía llegar a la tienda de un cerero de toda su confianza, con el encargo de fabri¬ car velas de pura cera de abejas, para el consumo de las religiosas de la calle del Degollador.
milagro del lenguaje
/ada faltaba, pues, a las Francisca¬ nas para el santo sacrificio de la
misa.
Y cuando algún sacerdote, escondido desde el primer día o escapado de la pri¬ sión, quería celebrar no hacía más que, di¬
recta u indirectamente-mediante el Vica¬
rio General o el que hacía sus veces-, pasar recado a las religiosas mallorquinas en de¬ manda de lo que le hacía falta. Casi siem¬ pre el recado llegaba cifrado. Así, por ejemplo, alguna vez estaba concebido en
estos términos:
«Tengan la bondad de darnos alguna medicina para el enfermo, y, si no deben echarlo de menos, un poquito de hilo
blanco».
Que valía tanto como decir:
«Necesitamos hostias y vino para la san¬
ta misa».
Otra vez, érase una pobre mujer que les pedía algún vesíidito, para su nene, y las monjitas, que ya entendían su lenguaje figurado, le entregaban toallitas y purifica¬ dores para el servicio del altar.

En aquellas circunstancias era más que

nunca realidad aquel dicho de los Prover¬

como en casa de los noveles es¬ bios: «quien mide sus palabras docto es y

posos de Caná, también en el con¬ vento del Degollador llegó a faltar el vino necesario para la misa del consagrante, y, también, esta vez, correrá a cargo de la
Madre de Jesús remediar la necesidad.

prudente».
viejecita moribunda que quería comulgar.

A pesar de que la uva estaba rigurosa¬ mente intervenida, las Franciscarias, sir¬
viéndose de un piadoso y fiel seminarista, pudieron recoger hasta cuatro quintales de

u,n día, fué requerida una de las Her"manas Franciscanas para asistir a una viejecita, que yacía enferma en una

ella. ¿De qué manera? Así como se les ins¬ granja, lejos de la ciudad. Una de las reli¬

piró la Madre de Jesús. ¿Y, después? Ma¬ nos a la obra; Dando ^por excusa que los necesitaban para lavaf la ropa de las Her¬ manas, pidieron prestados muchos barre¬ ños,* con sus propios dedos exprimieron los

giosas preparó su maleta, en cuyo fondo
puso, a buen recaudo, una cajetilla «Jua¬ nola» con quince hostias consagradas, y
partió hacia el puesto de sacrificio, que la obediencia y la caridad le señalaba.

maduros racimos en aquellos recipientes, y,

Empeoró la viejecita y fué solicitada la

de allí, vaciaron el mosto en garrafas de presencia de un doctor, el cual no hizo más

vidrio, en donde fermentó, hasta conver¬ que diagnosticar la gravedad de la enfer¬ tirse en vino espumoso, generoso, que no ma. Nada de esto dijeron a la viejecita,

parecía sino aquel vino nuevo, que Jesús pero ella lo comprendió todo, y se puso

prometió beber, con sus discípulos, en ca¬ triste.^ muy triste. La primera noche que

sa de su Padre.

quedó, a solas, con la religiosa, llamóla a

El Heraldo de Cristo

85

sí, Y derramando abundantes lágrimas, le dijo con una pena que partía el corazón:
-Yo me muero, Hermaniía, y» aquí, en la casa, nadie se percata de mi gravedad.
Y la monjita: -Por Dios, Señora, no diga, usted, eso; ¿no sabe que le acabamos de llamar al
doctor?
-Los médicos de este mundo ya no pue¬ den hacer nada en mi favor. El único que
puede hacer bien a mi cuerpo y a mi alma es el médico celestial. ¡Hermanita! - y la viejeciía pronunciaba estas palabras con tanta angustia que parecía que iba a ex¬ halar el alma-:conjúrole por el amor que
nos tiene Nuestro Señor Jesucristo y su
benditísima Madre, a que me busque un sacerdote que me administre los últimos sacramentos, y, luego, moriré en paz, como el viejo Simeón.
Calló la viejecita, y rompió a llorar
amargamente.
Verdad, mucha verdad, que ni siquiera
la Hermana le había hablado de su grave¬
dad, ni de la muerte que se acercaba, ni del cielo que Dios tiene prometido a sus fieles servidores. ¡Cuánto había sufrido la pobre enfermera, aguardando que Dios le proporcionara oportunidad para hacerlo! ¿Sabe el discreto lector que sobre las Her¬ manas pesaba, como un alud terrible, la prohibición, severísima, de no hablar, ni media palabra, de Dios, ni del juicio, ni del cielo, ni de nada tocante al orden so¬ brenatural, a los enfermos, so pena de ser fusiladas inmediatamente? ¡Claro que la monjita no estimaba en nada su propia vi¬ da, pero, había que ser prudentes como las serpientes... y, además, su vida podía ser muy útil Y hasta necesaria a otros enfer¬ mos, más abandonados, de la ciudad!
28 Es llamado un Padre Salesiano
^^Cien pronto la religiosa pudo asegu-
rarse de que todos los que habita¬ ban en la granja eran gente buena. Bien pronto supo, también, que, no muy lejos de allí, escondido entre las breñas y los mato¬ rrales, vivía un Padre Salesiano, llevando
la vida de San Juan Bautista en el desierto.
Por un aparcero de su confianza pasóle re¬ cado la Hermana, enterándole del caso y suplicándole encarecidamente que tuviera a bien venir. Presentóse el Salesiano, a las pocas horas, y confesó no sólo a la vieje¬ cita sino también a la Hermana y a ocho payeses de la granja. Y como el varón de Dios lamentara, en alto grado, no poderles administrar la sagrada comunión, entonces, la buena religiosa, sonriendo dulcemente, abrió su maleta e hizo entrega al Padre de la cajita de las hostias, de las cuales se gastaron diez.
Volvióse el Salesiano a sus breñas y
matorrales, y la Hermana quedóse en la

granja, para asistir a la viejecita, que se consumía lentamente, lentamente, en un
idilio celestial... Mas como fuese que pasa¬
ran los días Y hubiera ya consumido, en su comunión del alba, las cinco hostias res¬ tantes de aquella comunión general de los payeses, envió un gañán, sencillo y bueno, a sus Hermanas de Perrerías, con el ruego de que la proveyesen.
Y, solamente cuando la consumida vie¬ jecita, después de alzar su mano para sig¬ nificarse en la frente y de exhalar un hon¬ do suspiro, cesó de orar y de vivir... la abnegada religiosa volvió a su convento de Cindadela, con la noble satisfacción, en su pecho, de haber abierto las puertas del
cielo a un alma.
29 Noche buena de 1937
y^/oche buena. Noche franciscana. Noche más clara y luminosa que el
día. Noche de cantos angélicos y rumor de esquilas y flautas y zagales. Noche idílica, en que el Beato Jacopone de Todi cantaba,
alborozado;
¡«Fiorito é Cristo nella carne pura or si ralegri l'umana natura»!
Y aquel otro cantor franciscano, ingenuo y profundo, el Beato Ramón Lull, tan seme¬ jante a Jacopone, se deshacía en estos dul¬
ces villancicos:
¡«Jesucrist, Sènyer, ah, si fos en aquell temps que nasqués vós,
e vos vesés infant petit, vostres carns nues e poc llit,
pobre de draps, ple de bontat! Ah, com fóra enamorat
en vos veser, tenir, tocar, e contra ergull contrastar,
veent lo rey del cel e el tro jaer en paubre lliteló!
Àh, qui fos en celi temps nuirit que Jesús fo infant petit,
e com tots jorns amb el anàs, ab ell estés, ab ell jugàs»!
{Medicina de pecat^ V. 7).
¡Con qué nerviosas ansias recordaban las Hijas del Pobrecillo de Greccio aquella Misa del Gallo, inundada de luz, revestida de grandeza, arrebolada de gloria y ma¬ jestad!
¡No! Ellas no pasarían aquella Noche Buena como se pasa una noche cualquiera. Sobre una tosca mesa de su ya desmantela¬ da capilla, harían, nada menos, que un pe¬ sebre, con el Misterio completo, con el buey Y el jumento, con pastores y zagalas. Un pesebre en donde no faltaría ni la hu¬ mildad del musgo, ni la pureza de la nieve, ni la alegría de los molinos de viento, ni la sublimidad de la gloria...
Y, «cuando un quieto silencio contenía

86

El Heraldo de Cristo

todas las cosas, y la noche, en su carrera, tenía ya la mitad de su camino», ellas se
31Un arrodillaron ante su belén y cantaron vi¬
llancicos, bajito, bajito, para que solamen¬ te las pudiese oir el Divino Infante, que les sonreía, tendidito en pobres pajuelas. Y su oración fué muy fervorosa y muy larga, si bien pudiera resumirse en estas breves pa¬ labras: «Divino Parvulillo, Príncipe de la paz, otórganos la paz.»
Y esa plegaria se la hicieron a Jesús, después de haber recibido, en su pecho, el
bocado celestial de la Eucaristía.
¡No hay día más apto, ni momento más propicio para conmemorar la Navidad del Señor, que el día y el momento en que se
recibe a Jesús Sacramentado!
«Verb d'àngels nimbat, jo vos ador a dins la cova del meu pit amb tremolors de goig, com un pastor d'aquells qui us adoraren. Nin petit»!
30"Danos 32Reconimentos canta,comoarrobadoenunéxtasisde
amor y de dulzura, uno de nuestros poetas amigos.
hoy nuestro pan so¬ bresubstancial". (Mat. 6)". Da¬ nos hoy el pan nuestro de ca¬ da día. (Luc., 11, 3).
Divino Maestro enseñó a sus discí¬
pulos: «Cuando orareis decid: Padre, santificado sea el tu nombre, venga el tu reino. Danos hoy el pan nuestro de cada día». (Luc., 11, 2-3). Y esa fué la oración, casi incesante, de las vírgenes del convento del
3 (7Degollador:«Danos,hoy,elpannuestrode

dará bienes a los que se los pidan?» (Mat., 7, 9-11)
insigne bíenechor
'or gratitud, queremos consignar, aquí, un nombre: D. Laureano López. Este noble doctor ciudadelano, amén de asistir y suministrar gratuitamente las me¬ dicinas a todas las Religiosas Franciscanas enfermas, a una de las cuales practicó, tam¬ bién, por puro amor de Dios, una delicada operación quirúrgica, este señor, digo, en aquel duro período de tiempo en que no había distinción entre ricos y pobres, ya que a unos y aotros escaseaban extremada¬ mente los medios más elementales para vi¬ vir, socorrió muníficamente a las Hijas del Pobrecillo de Asís en dinero y en especie, haciendo verdaderos prodigios de heroismo, en diferentes ocasiones, para propor¬ cionar un pedazo de carne a las más deli¬ cadas de salud. ¡Dios se lo pague!
de las monjas.
[^as no vaya a creer alguien que
toda la vida de las Hijas de la Misericordia bajo el yugo marxista, trans¬ curriera, así, beatíficamente, al rededor de la Eucaristía. Eso habría sido, a decir ver¬ dad, un cielo anticipado. Las monjitas de¬ bían tener sus sustos y sus alarmas. Verdad es que hasta día 7 de enero de 1937 no fue¬
ron molestadas—si bien las Hermanas ya habían cuidado de tomarse las medidas
más elementales con relación a la capilla, como retirar el sagrario y una imágen de la Inmaculada, sustituyéndola por un cua¬

cada día.»

dro de la misma celestial Señora—¡ pero, a

Y el amable Jesús que proveyó, tan li¬ partir de este día, las visitas de los rojos se

beralmente, a sus fieles esposas del pan so¬ sucederán una a otra, hasta llegar en pocos

bresubstancial, sobrenatural y divino, de días al número de cuatro.

la Sagrada Eucaristía, sin el cual no puede vivir nuestro espíritu, no las dejó, tampoco,

de Enero de 1937)

faltas y hambrientas del pan material, esto es, del alimento que, cada día, necesitamos

"¡Dlósl que buen vasallo,
si oviera buen señorl"

para sustentar nuestro cuerpo. Ora en una huerta les ofrecían legumbres y patatas, ora

^^ué la primera de parte de dos poli

en una granja les suministraban queso y

cías, caballeros y corteses, que ve

mantequilla, ora ellas mismas acudían a nían con el encargo de registrar la capilla

las Comisiones de Abastos para reclamar para ver si guardaban en ella objetos reli

aquello que les correspondía, como a ciu¬ giosos, pues corrían voces, en la ciudad

dadanas enfermeras, el caso es, que, todo de que, en el convento de las Franciscanas

el tiempo que sufrieron, bajo el yugo mar¬ había misa cada día.

xista, no les faltó a las pobrecillas lo más

Grande fué el susto y la alarma que se

estrictamente necesario para vivir.

llevaron, esta vez, las pobrecillas, y, mien¬

No en vano ellas oraban a su Padre ce¬ tras algunas entretenían, como más bien

lestial de esta manera; Danos hoy el pan podían, a los dos emisarios, otras corrían a

nuestro de cada día. «¿Y quién de vosotros la capilla, para retirar la cajita de Nuestro

es el hombre, a quien, si su hijo le pidiera Señor Sacramentado, una cajita de bombo¬

pan, le dará una piedra? ¿O, si le pidiera nes, ricamente enjaezada, y, saliendo una

un pez por ventura le dará una serpiente? Hermana por una puerta secreta, fué a de¬

Pues, si vosotros, siendo malos, sabéis dar jar aquella sencilla píxide en casa de una

buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto vecina. Mas, jayl mucho temió la tímida y

más vuestro Padre, que está en los cielos. débil vecina, al verse, sola, en su casa, con

£l Heraldo de Cristo

69

aquel tesoro precioso, Yi sospechando al¬ gún registro de parte de los dos policías, salió inmediatamente, en persecución de la misma Hermana que le había encomen¬ dado el Santísimo, para hacerle nuevamen¬ te entrega de él. Recibióle la Hermana, con mucho respeto, mas, cuando ella volvió al convento, ya se habían escapado los dos guardias.
¿Qué había sido del registro? Pues, jnada! Subiéronse los dos policías a la capilla, pero, viéndola muy desmantelada, volvie¬ ron, rápidamente, sobre sus pasos, al pare¬ cer, satisfechos de no haber hallado cosa punible, y pidiendo mil excusas por la in¬ oportuna visita.
No eran malos, no; más bien parecían buenos, y de cada uno de ellos podía decir¬ se lo que decía el viejo poeta castellano.
«¡Diós! ¡Que buen vasallo,
si oviera buen señor!»
Los malos eran los que les habían man¬
dado allí.
34 Más tumultuosa fué la
segunda visita. (14 de Enero de 1937)
Cy ue hizo a las Hermanas una Co-
misión, compuesta de algunos hombres y varias mujerzuelas, de formas poco delicadas. Al entrar en la capilla y no hallarla tan ricamente enjaezada, como ellos habían imaginado, no pudieron menos de manifestar su descontento y desilusión, y, enfrentándose una de aquellas mujeres ruines con la Madre Superiora, le dijo con gran despecho:
-¡Antes la capilla no estaba así! No se amedrentó la buena religiosa y replicóle serenamente: -¡La capilla está así como está! Tenía harto sobrada razón aquella infe¬ liz, al afirmar, tan osadamente, que, antes, la capilla no estaba así, con lo cual quería decir que estaba más adornada y más es¬ plendorosamente amueblada; porque bien sabía la Madre Superiora que, entre aque¬ llas mujeres desgraciadas, había una que, en tiempo de paz, cuando no era persegui¬ do el Nombre de Cristo en Cindadela, ha¬ bía entrado en aquel mismo oratorio con objeto de tomar la medida del altar, para hacer unos manteles. ¡Contrastes de la Tra¬ gedia Española! Fué entonces que una de aquellas saté¬ lites de Satán subióse sobre el ara, y, des¬ colgando groseramente el cuadro de la In¬ maculada, hizo trizas de la estampa, rom¬ piéndola, nada menos, que en 66 pedazos. No pudo contenerse la Superiora, al ver que manos indignas perpetraban tales des¬ manes, y, poniendo sus graves ojos sobre la apóstata, dióle en rostro su fea acción,
diciendo:

¿Mejor pensamiento no le ha acudido a usted, señora?
y la impía mujer, viendo que aquellas buenas religiosas ya no llevaban el santo hábito, y deduciendo neciamente de esto
que habían dejado de ser religiosas, con¬ testóle, levantando mucho la voz, como suelen hacerlo siempre, los que, para de¬ cirlo en estilo de Pedro, «tienen muy bella la cabeza pero no tienen seso».
-Tan verdad es que Dios no existe co¬ mo verdad es que ustedes eran religiosas y ahora no lo son.
Rióse de ella la Superiora, diciendo: -El hábito no hace al monje. A la postre, fuéronse los de la Comisión, no sin antes haber registrado minuciosa¬ mente toda la capilla, y no haber hallado más que algún cingulo roto o alguna estola estropeada: lo que las prudentes y sabias monjitas, para disimular más el amago de los verdaderos ornamentos sagrados, ha¬ bían tenido buen cuidado de dejar en los
roperos. No bien hubieron salido los de la Comi¬
sión, una Hermana bajó a la calle y reco¬ gió amorosamente, uno por uno, todos los pedacitos de la estampa de la Inmaculada, que, pacientemente adobada, volvió a cam¬
pear sobre el altar de la capilla, para pre¬
sidir los actos de comunidad de las reli¬
giosas.
35 Tercera y cuarta visita
^\_\_^1 día siguiente, recibieron la visita de algunos hombres, que, sin atro¬ pellar ni insultar a las Hermanas, registra¬ ron toda la casa, menos los dormitorios y enfermería en la que yacía, enferma, una religiosa, guardando la cajita de Nuestro Señor Sacramentado. Al entrar en la Capi¬ lla y ver su rico altar y el confesionario,
dijeron a las Hermanas que, muy lue^o,
vendrían por ello con una carreta; y, solo cuando la Superiora les suplicó, una y otra vez, que, dada la escacez de leña, al menos les permitiesen hacer de aquellos mue¬ bles astillas para el hogar, aquellos hom¬ bres, que no debían ser muy malos, las de¬ jaron en paz, con la promesa de volver, muy luego, para ver sí se había cumplido la palabra de la Superiora.
¡Qué había de cumplirse la palabra! La Madre Superiora llamó a un carpintero de toda su confianza y le encargó que aserra¬ ra el altar y el confesionarió, en muchos de sus puntos, de tal manera, pero, que pudíe ra volverse a reponer cuando se quisiera, sin que hubiera sufrido ningún grave me¬ noscabo. ¡Y a fe mía que el artesano cris¬ tiano cumplió muy bien su oficio! Y to¬ dos aquellos pedazos-pedazos del corazón -quedaron amontonados desordenadamen¬ te, en un rincón del patio, que daba pena
el verlos.

£1 Heraldo de Cristo

En la cuarta visita a las monjitas, dos hombres que decían iban mandados por la superioridad, se apoderaron de todos los libros de las Hermanas y los pusieron cer¬ ca de la portería. Mientras uno de ellos iba a buscar un saco para recogerlos, las Her¬ manas suplicaron al buen hombre que que¬ daba que, por amor de Dios, les dejara al¬ este les devolvió todos los mejores a truegún librito. Y que, pero, de que no dijeran nada a su compañero.
Esta vez las monjitas cumplieron su pa¬
labra.
36 "Te Deum Laudamus"
echaron al vuelo las campanas y
por las torres y terrazas y balcones
de las casas tremolaban al viento las ban¬
deras bicolores y la ciudad marina parecía lo mismo que un buque empavesado, en un día de gala. Cindadela con un esfuerzo so¬ brehumano, había roto sus cadenas y son¬ reía nuevamente a la libertad y a la vida...
Aquel día hubo mucho trajín y ruido en el convento de Religiosas Franciscanas, en torno a la capillita. Aquella mesa o altar que yacía, un día, hecha un montón de as¬ tillas, en un rincón del patio, había sido como tocada por la mano del Taumaturgo. ¿No leisteis, nunca, en la vida de San An¬ tonio de Padua, el caso de aquella pobre viejeciía que, yendo por agua a la fuente, hizo trizas de su cántara, más recogiendo Fray Antonio de Padua todos sus pedaciíos se la devolvió, íntegra, a la mujer, que bai¬ laba de puro contento? Pues, algo así suce¬ dió con el altar de la Capilla de las Herma¬ nas. Tocólo el carpintero, sonriendo, y, po¬ co a poco, volvió a surgir como de la na¬ da, lindo, brillante, encantador, y las mon¬ jitas no cabían en sí de gozo, y casi baila¬ ban como la viejecita de la cántara.
Y, sobre el altar, apareciéronlos blancos manteles, y sobre los manteles, el sagrario, y, sobre el sagrario, la imagen de la Inma¬ culada, y en torno a la Madre de Dios, una aureola de flores y de luces...
Cuando el ara estuvo ya aparejada del todo, empezó la Santa Misa, que oyeron, con la devoción y emóción que es de su¬ poner, todas las Hermanas y numerosos amigos y vecinos de la casa.
Aquella misa era la primera que un mi¬ nistro de Dios celebraba publicamente en
la ciudad liberada.
Al finalizar el santo sacrificio, que «es
propiciación para vivos y difuntos», reso¬
naron en el diminuto oratorio las notas
triunfales del Himno Ambrosiano:
«A Vos, oh Dios, os alabamos,- a Vos por
nuestro soberano señor os confesamos.
A Vos, oh Padre Eterno, os venera to¬
da la tierra.
A Vos, todos los Angeles, a Vos los cielos y todas las potestades:

A Vos los Querubines y Serafines can¬ tan, sin cesar:
Santo, Santo, Santo...» Eran aquel día 9 de Febrero de 1939, Año
de la Victoria.
37 "Y si está bien y como lo exi¬ ge la historia, esto es lo que yo deseo: pero si está con me¬ nos dignidad, se me debe di¬ simular... aquí, pues, será el fin". (Macab., lib. II, 15, 29.)
^^^^^ijimos sólo aquello que bondado¬ samente narraron algunas de nues¬
tras dulces hermanas en San Francisco.
Quizás no lo sabían todo. Quizás nuestra
flaca memoria no lo retuvo todo. Si en algo faltamos a la verdad, perdónenos Dios, y perdónanos tú, lector amable. Y a tí y a mí dénos el Señor su gracia, para recibir siem¬ pre, dignamente y con fruto, el Pan de los Angeles, de manera que, nunca, sean dichas para nosotros aquellas gravísimas palabras
del Seráfico Doctor San Buenaventura: «Te
pusiste fuego en el pecho y no sientes ca¬ lor,- miel en la boca y no experimentas dul¬ zura» (Prepararadón para la santa misa y comu¬ nión, cap. 2) con menoscabo del intenso amor y grandísima reverencia que debe¬ mos al que nos dió su cuerpo para comida y su sangre para bebida, el amante Jesús,
el cual sea bendito de todos nosotros por
los siglos sin fin. Amén.
APENDICE
1 Las Religiosas Franciscanas de
Ferrerias. Sucinta relación
c-/'.principio de nuestra narración di¬ jimos que las Hijas de la Misericor¬
dia tenían abierta una casa en Perrerías.
¿Que les pasó a las de Perrerías durante el dominio rojo? ¡Cuánto sufrieron las pobrecitas, y cómo llegaron a sudar hasta como gotas de san¬ gre, en aquella interminable noche de Get-
semaní!
Primero, escoltados por milicianos rojos, como si se tratara de indignos malhechores vieron salir de aquel pueblo, para no vol¬ verlos a ver más, a su amado Ecónomo D. Juan Benejam, y a su bondadoso Vicario D. Alberto Triay. Después, mudas de dolor, contemplaron como otro benemérito mi¬ nistro del Señor, D. Jaime Mascaró, que, por aquel entonces, se encontraba acciden¬ talmente en Perrerías, su pueblo natal, se llevaba secretamente, el Santísimo Sacra¬ mento de su capillita, que quedó tan triste Y vacía como aquella cunita en donde ba¬ jaron los ángeles y dijeron al niño: ¡Vente con nosotros! ¡Ay!, como se comprimió do¬ lorosamente el corazón de las monjitas,
viendo como el ministro del Señor se ale-

El Heraldo de Cristo

89

jaba, llorando, con la preciosa píxide! No era posible atajar las lágrimas y sollozos de aquella inmaculada grey.-Se apagó,-de¬ cían,-la luz de nuestros ojos, quebróse el báculo que sustentaba nuestra flaqueza, apagóse la antorcha que alumbraba nues¬ tra senda, rompióse la cadena que anudaba nuestra concordia, robósenos nuestro Se¬ ñor Y nuestro Dios.
//^ás 2Las "Piadosas Mujeres" tarde ellas, las Hijas de la Mi¬ sericordia, recogieron el último
aliento de aquel novel sacerdote, por nom¬ bre Juan Huguet, honor de su pueblo, que cayó gloriosamente, como caen los márti¬ res de Cristo, teñido en su propia sangre, por haber respondido con un vibrante y fervoroso grito de: «¡Viva Cristo-Rey!» a la sacrilega y monstruosa intimación de un jefecillo rojo, de que escupiera sobre un pequeño crucifijo, que el levita llevaba colgado, como una preciosa reliquia, en su pecho.
Como quien se abandona a un dulce sueño, así yacía el mártir de la realeza de Cristo, caídas sobre el pecho las manos consagradas, los ojos entreabiertos, entor¬ nada la cabeza, como la de un Cristo ago¬ nizante que dice: «Padre, perdónalos, por¬ que no saben lo que hacen».
Y las «piadosas mujeres», con aquella ternura con que confiesa haberlo hecho San Gregorio Niseno, en la muerte de la
3£1virgenSantaMacrina,acercaroncon sumo
dolor sus manos a aquel rostro angelical, cerraron delicadamente sus párpados, le comprimieron la boca y lloraron...
éxodo de las Hermanas
(5 de Agosto de 1937)
^/^na^ mañanita, la hermana encargada de visitar a los enfermos regresó a su convento con los ojos cuajados de lágri¬ mas, Y con la angustia y el espanto refleja¬ dos en su semblante. ¡Pobrecita! Afuera la habían enterado de que la turba recorría una por una las ciudades y pueblos de la isla, atropellando a los hombres de bien, y devastando palacios, conventos e iglesias, y aquella turba caminaba, ya, en dirección a Perrerías... Las monjitas en su acalorada y muy excitada fantasía se imaginaban que aquella horda sería algo así como aquel caballo pálido del Apocalipsis, sobre el que cabalgaba la muerte y le seguía el in¬ fierno, Y le fuá dado poder sobre las cuatro partes de la tierra, para matar con espada, con hambre y con mortandad, y con bestias de la tierra. (Apoc. 6, 8). El mismo Alcalde de Perrerías, por conducto de una antigua alumna de las Franciscanas, las invitó con
gran deferencia, a que ellas mismas salie¬

4Elran de su convento y le hicieran entrega
de las llaves para que, así, se evitara el sa¬ queo Y destrucción de la casa, que pasaría, a los ojos de los revolucionarios, como pro¬ piedad del Ayuntamiento.
Entonces, llorando todas a lágrima viva su común qubranío, las Hermanas se abra¬ zaron, las unas a las otras. Besaron por úl¬ tima vez, el hábito santo del cual debían desprenderse dolorosamente, ahora, y sa¬ lieron de la santa mansión, arrastrando mu¬ cho los pies, como si les faltara el ánimo para dejar aquel conventito franciscano,
desde donde se había irradiado tanto bien
a los niños, a los pobres y a los enfermos.
recuerdo de su patrona Santa Isabel

(^/

ronto infundióles
de aquella santa

aliento el
Duquesa

recuerdo
de Turin-

gia, madre de los pobres e hija de reyes, echada inhumanamente de su castillo, que en una tarde de invierno nevado, bajaba,

sola, a pie y llorando, por el áspero y es¬

carpado sendero que conducía a la ciudad de Eisenach, trayendo en brazos la niña

que pocos días antes diera a luz, mientras sus otros tres niños eran conducidos por las dos doncellas fieles, que la seguían.

Mas, si los habitantes de la ciudad de

Eisenach fuel on muy duros Y crueles con la Princesa real de Hungría, que tantos do¬

nes, en un tiempo, les prodigara, fueron en cambio muy generosos y caritativos con sus

monjitas los vecinos de Perrerías, los cua¬

les, a porfía, se disputaban el altísimo ho¬

nor de albergar en sus hogares a las santas

vírgenes, ofrecimiento que aceptaron tem¬

poralmente algunas de ellas, yendo las de¬
más en una casa de campo, que un genero¬

so señor y bienhechor puso a disposición
de las exclaustradas.

No pudieron estar mucho tiempo sepa¬

radas, unas de las otras, las que tanto se
amaban en el Señor. Y habiéndoles sido

ofrecida, en el pueblo, una espaciosa casa,

por el noble propietario D. Miguel Pons

Pons, rasgo de generosidad digno del

mayor encomio en aquellos tiempos de

persecución religiosa, en ella volvieron a reunirse, si bien como seglares, las Hijas

de la Misericordia, alimentándose diaria¬

mente del cuerpo eucarístico de su esposo

Jesús, que siempre las sacó incólumes de todos los peligros del alma y del cuerpo, y

puso como un ángel invisible, blandiendo

una espada de fuego, a las puertas del nue¬

vo convento, para que nadie osara turbar

la paz, la oración y la caridad de aquellas

vírgenes santas, que se habían consagrado a él con los tres votos de pobreza, castidad

Y obediencia.

Fr. Miguel Caldentey, T. O. R.

p agina

an

UNA LECCIÓN

O
Un día el Príncipe de Coníi había entrado en una igle¬ sia para oir misa. Hallóse casualmente al lado de un niño, que estudiaba en un colegio dirigido por religiosos, y aprovechando aquella coyuntura, cuando el sacerdote leía el Santo Evangelio, le preguntó; ¿Qué os enseñan en el Colegio? El niño no respondió. El Príncipe creyendo que no le había oído, repitió su pregunta, sin más resulta¬ do que antes. Insistió, por tercera vez, y entonces le con¬ testó el niño; Señor: nos enseñan a guardar silencio en la iglesia.
El Príncipe aprendió la lección y jamás volvió a ha¬ blar en la iglesia.
•
¿Cómo oyes tú la Santa Misa? Guárdate siempre de reir o cuchichear y de mirar por todas partes. No te olvi¬ des de que estás en la Casa de Dios,- de que Dios te vé; de que tu Angel custodio está a tu lado y oye la misa como quiere la oigas tu Madrecita del cielo.

Concurso de Acertijos
de 1939
21.

23.

SANTOS DE AGOSTO

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Sustituir las estrellas por
letras, de modo que horizon¬ tal y verticalmente se lea: l.° consonante; 2.° tiempo de verbo; 3.° vehículo; 4.° nombre de varón; 5.° ma¬
mífero insectívoro; 6.° fiera,-
7.° vocal.

* « • «I» * e e e *

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* * « ^ e * i)i

24.

TRIÁNGULO

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22.
Segar con una lezna sería un
o
¿Quién entiende este len¬ guaje?

Sustituir las estrellas por
letras, de modo que hori¬ zontal y verticalmente se
lea: l.° Nombre de una san¬
ta franciscana; 2° tiempo de verbo; 3.° tiempo de verbo,4.® nota musical; 5.° vocal.

tJlÑOJ
Soluciones de Mayo
13. PATO
AÑIL
TILO OLOR
Bendita sea tu pureza... etc.
etc. etc.
15.
El médico es el sobrino del alcalde.
16. RE
PETRA PERA PAR P
Números obtenidos
Antonio Vila 4 Matías Juliá 4 B. Barceló M. 3 Marcos Sastre 3
Miguel Nicolau 4
Pedro Prohens 4 Jerónimo Genovard 4 Flecha 4 B. Barceló 4
Miguel Galmés 3
Francisca Fuster 4
Jorge Autonell 4 Pedro Fiol, 4 Jorge Llompart, 1
Anita Planells 3
NOTA:
En la enumeración del mes an¬
terior se dejaron de nombrar invo¬ luntariamente los nombres de Jorge Autonell y de Pedro Fiol que habían obtenido 3 y 4 números respectiva¬
mente.
A los dos, lo mismo que a Jorge
Llompart y a Antonio Vila agradez¬
co de corazón vuestras cartitas.
Tarsicio.

PINA. - Primera casa del Insiitufo.
Sor Concepción de San José (en el siglo, D.‘^ Josefa M.® Ribas de Pina y Gallard), Fundadora de la Congregación de Hijas de la Mi¬ sericordia, Terciarias de San Fran¬
cisco de Asís.
Perrerías (Menorca). - Convento de las Religiosas Franciscanas.
PINA. - Casa Noviciado.

NECROLOGIA

Manocor.-Día 11 del pasado Mayo, dur¬ mióse dulcemente en el Señor la Religiosa franciscana Sor María-Rufina Crespí Real, a la edad de 70 años y casi 50 de vida reli¬ giosa. Durante su última y larga enf. rmedad puso de manifiesto sus exquisitas vir¬ tudes, singularmente, su caridad para con las Hermanas y su resignación a la volun¬ tad de Dios, ofreciéndose como víctima para la salvación de España.
Nuestro pésame a la Rda. Comunidad de Franciscanas de Manacor y a la familia de la extinta, singularmente a su sobrina Sor Elvira de Jesús, también Religiosa Francis¬
cana.
Sineu. - Día 1 del pasado marzo, cerró sus ojos a la luz de este mundo D.® Isabel Ramis Costa. La pía finada, muy devota del Serafín de Asís, pertenecía a la V. Herman¬
dad da Terciarias desde el año 1886. Era
además Presidenta General de las Madres
Cristianas, Tesorera de las Conferencias de San Vicente de Paúl, y Celadora de la Pro¬ pagación de la Fe.
Nuestro pésame a su familia.
Villafranca de Bonany.-Día 7 del pasado Junio, cayó en Palma de Mallorca, víctima de su deber, el joven Guardia de Asalto D. Miguel Mestre, Terciario de N. P. San
Francisco y na¬ tural de este
pueblo, de 25
años de edad.
Perteneciente a
cristiana y pia¬ dosa familia, y educado, en sus primeros años,
en uno de nues¬
tros colegios Miguel era el joven simpáti¬ co, bondadoso y cristiano,ami¬ go y querido de sus iguales y de sus superiores
A la conducción del cadáver en Palma y a
sus solemnísimas exequias celebradas, pre¬ sente el cuerpo, en su villa natal, concu¬ rrió una ingente multitud de gente de to¬
das las clases sociales.
A su afligido padre y demás familia, en particular a nuestro hermano en religión P. Mguel Salom, primo del finado, enviamos
el testimonio denuestra condolencia.
Mafia de la Salud.-Caído por Dios y por España; D. Jorge Matas Mestre, buen pa¬ triota y mejor cristiaíio, que exhaló el últi¬ mo suspiro a los 20 años de edad, sumiendo a sus padres en un mar de desconsuelo.
Les acompañamos en prueba tan dolorosa.

Llucmayor.-Otro caído; José Ferrer Car¬ deli del Tercio Requeté San Miguel, muer¬ to gloriosamente por Dios y por España día 1 de Enero del presente año, en Granadella
- frente de Ca¬ taluña - a los 26
años de edad,
habiendo reci¬ bido los auxi lios de la Reli¬
gión. Hijo y
hermano cari¬
ñoso, miembro
de la Juventud Seráfica y mo¬
delo de jóvenes católicos, deja
sembrado de rosas el camino de su vida iron cheda en flor.
¡Qué su heroico
sacrificio redunde en bien de la Patria a la
que tanto amó! Nuestro pésame a su familia.
Palmo.-Día 25 del pasado Abril falleció en la paz del Señor, a la edad de 85 años, D.® Manuela López Mantaras. Pertenecía
desde hacía muchísimos años a la V. Orden
Tercera y gozábase muy sobremanera cuan¬ do algún religioso franciscano visitaba su
casa. Durante toda su vida frecuentó asi¬
duamente nuestra Iglesia de San Francisco, que amaba en gran manera.
Nuestro pésame à su familia.
Llosetc.-Día 31 del pasado Mayo entregó su espíritu en manos del Creador el devoto Terciario de San Francisco y antiguo sus-
cfiptor de nues¬
tra revista D.
Miguel Fiol y Pons, de 68 años
de edad. Desde
muy joven sé encargó de la
Secretaría d e 1
pueblo y asistía
con gran cons¬
tancia, a la igles i a parroquial para cantar las
divinas alaban¬
zas. Sus hijos y
demás familia reciban nuestra más sentida
condolencia.
R. 1. P.

ENSALADA MALLORQUINA
SA GUERRA NO S'ES ACABADA
QUIN alé! Hem guanyat! Ja no tenim contraris! -No heu diguis tan aviat: queden es principals, encara! -Es principals? I quins són es principals? No, no, no! Ben clar que heu du es diari: quan han vist que no se porien aguantar més, o són íuits o se són donats, i, a totes ses províncies, han posada bandera blanca... -No torn sa paraula arrera! Lo dit, dic: ets inimics més grossos d'Espanya encara van a lloure. I si no, veiam, no campen i floquen, a tot arreu, s'amor propi, sa rebellió contra Déu i es set pecats capitals? Que això, diràs, va contra Déu? Bé; però, i qui no veu que anar contra Déu es girar-se contra sa pàtria? Debades voldrém edificar una nova Espanya si no'l posam a Ell per fonament. I a Déu, fins aquí, no mos hi som rendits! Aquesta és s'hora en que hem d'hissar bandera blanca com a mostra de que, entre Ell i noltros, s'enemistat s'és acabada. Noltros seguim en ses nostres posicions de guerra i no acceptam, per cap vent del món, es pactes amb que Déu mos ofereix sa seva pau i amistat. I, si no hei ha pau amb Déu, tampoc no n'hi haurà amb sos homos, perque, si ün fa gue¬ rra a Déu mateix, com és posible que servi, llavors, respecte a ningú?
-Però, això, és embuiar fil i xerrar per xerrar! -No, fiet, res d'embuiar fil! «Seguim, com abans, en ses nostres posicions de guerra!» Sí, homo, sí! Volem remolcar-mos dins es nostros vicis,- mos renegam a deixar ses usan¬ ces i ses lleis del món, del dimoni i de la carn, que són just al revés de ses consuetuts cristianes; cercam únicament lo d'aquí baix, igual que si no hei hagués ànima ni l'altra
vida, ni mai haguessem d'aclarir comptes amb Déu nostro Senyor. ï aquestes manéres de viure, què són sinó com a posicions o trinxeres a on mos hem fortificats contra Déu i d'on
no hei ha qui mos tregui? -Quina manera de treure punta a ses coses! No t'esperava jo, aquí! Però i alió des
«pactes amb que Déu, segons tú, mos ofereix sa pau?» Q ja no te'n recordes? -Prou que sí! No heu porem dir tot d'un cop! -Vaja, idò, espedeix! -No estaràs per mi! «Rebutjam es pactes o condicions que Déu mos presenta per
concertar sa pau», això és, no acceptam es seus manaments sinó que'n feim tap de pica, des primer fins an es darrer. I, si no, escolta.
No estimam Déu sobre totes les coses, sinó que estimam totes ses coses per damunt Déu, fins an es punt de que, per noltros, és com es darrer mot des credo. No! Ni això! Perque, en es nostro credo, sols no hei entra!
No honram es seu Ncm, sinò que, s'anomenar-lo, moltes vegades, és per tirar li una injúria. Quants, davant la gent, que s'empegueirien de posar-se, amb reverència, es nom de Déu a sa boca i, per flastomar-lo, no s'amaguen de ningú!
Santificar es diumenges i festes? Ca, barret! Entre noltros, aquests dies són es dedi¬ cats, i amb molta de preferència, an ets inimics de s'ànima i en que Déu reb més ofenses.
Ja som an es quart manament. S'obediència, emperò, no es per noltros, perque, en es temps que correm, cadascú porta un rei dins es cos i mos pareix que, es creure, rebaixa i esclavisa. Ah! i es que no consideram que, servir Déu, és reinar, i que, subjectar-se a sa seva llei - s'únic camí de sa bondat i de sa veritat - és dignificar-se i adquirir sa lliber¬ tat vertadera. S'enteniment, és creat per lo ver,- sa voluntat, per lo bo. Per tant, quan un se governa per sa llei de Déu i d'aquesta llei en fa es motlo de sa seva vida, no és esclau, sinó ben franc, perque respira s'atmòsfera que demana sa seva condició d'homo i ocupa es lloc que correspon a sa seva naturalesa.
Lo que esclavisa és fugir de Déu, perque es tirar-se, de cap, dins sa falsedat, i sa do¬ lentia, i mil altres inconvenients. Aixecar-se contra s'autoritat de Déu és tan perjudicial a s'homo com heu seria an es peixos si, per viure més a l'ample i provar ho tot, volien saltar a tena, i an ets aucells passar a la mar.
I, així, un darrera s'altre, poriem anar pes deu manaments i veuriem que, en general, els observam tan poc com si l'obligatori fos lo contrari. Ara bé,- porem dir que hei ha pau vertadera quan encara hei ha tants d'inimics de Déu? Ja veus, tú, si això és enfilar ia per sa punta i xerrar perque sí.
I és que encara poria passar si només fossen quatre gatvaires que, en lloc de seguir sa carretera més o manco llarga de ses seves obligacions, prenguessen per sa drecera dets seus vicis, de sa seva mala voluntat i de ses seves conveniències particulars... Em¬ però, és casi tothom que adreça i són tornats molts pocs es qui van pes manaments que és es camí de Déu. Es camí de ses obligacions el troben massa llarg.
-Bé, i què? I, això, a on va a parar? -No faces es desentès! Massa que heu veus, tú, a on va a parar! T'ho repetiré. Si a Espanya, queden tants d'inimics de Déu, porem dir que sa guerra se sia acabada? No;

^4

El Heraldo de Crisío

perque, mentres Déu no sia venerat, obeït i glorificat per damunt tot, no hei haurà pau vertadera, ni progrés que duri, ni grandesa segura. I ja pots esperonetjar!
Sense amor i temor de Déu, - i qui és que'n té? - no hei ha conciència; i, sense conciència, no hei haurà res que valgui un xítxero. Sense conciència, ets administradors des cabals públics, s'ho posaran a dins sa butxaca,- ets jutges, donaran sa raó a qui millor heu
pagu'; ni directors, ni dirigits sabran cumplir amb ses seves obligacions,- es pares, no pu¬
jaran es fills conforme,- i ningú serà de fiança.
-Emperò, i com t'ha pegat per aquí? Per lo que atany a Déu, ja hei ha l'esglèsia per
predicar? Cada cosa, a son lloc i no mesclem cols amb caragols. -I tú, que voldràs sostenir que hei ha llocs que no són propis de Déu? -I ja és segur que heu vull sostenir! I, tú, que no heu trobes? Lo de Déu i sa religió,
dins l'esglèsia... Allà ós ca seva! I que vol dir...? -Ca, homo! Si hei ha un lloc a on Déu no hei estigui bé, que decantin aquell lloc, i
no a Déu. À Déu l'han d'aficar per tot, perque comanda de tot. No ja de ses esglèsies,de sa política, des carrers, de ses places, des diaris, de ses tavernes, des teatros i cines, de tot comanda! Si hauriem de pensar amb Ell més vegades que no alenam!
-Jo crec que, aiximateix, heu exageres!
-No; amb dret seny, tú no pots assegurar que això sia exagerat! Si no és possible, sant homo, caure en exageració, tractant-se de Déu! Per extraordinaris que sien ets ho¬ nors i ses alabances que li donem. Ell en mereix infinitament més. No hei ha por de que un passi sa reixa de sa prudència, ja que, tractan-se de Déu, per molt que un s'estiri, mai
arribarà a sa mida de ses seves obligacions.
Ell ha creada sa nostra ànima que pensa, estima i recorda,- ha format es nostro cos que hei veu, hei sent, assaboreix, olora i toca. Sense que noltros sapiguem com, ni hei pren¬ guem part, és Ell qui mou es nostro cor i, per ses canals de ses venes, refresca i alimeijta tot s'organisme. Ell se cuida de sa nostra creixença, de sa nostra respiració i digestió, de que cada part des cos prengui de sa sang lo que, particularment, necessita i mos dóna, regalat i amb abundància, aigo, aire i llum, de que tenim fretura a cada moment. Es Déu qui compon es grans de blat dins ses espigues i penja ses fruites an es abres,- qui dóna virtut a ses herbes medicinals i ha fet es dibuix de totes ses plantes, qui se cuida des no
driment dels animals, qui pinta ses flors i posa an es lliris una túnica blanca com un
glop de llet. Idò bé; si Déu fa això i moltes altres coses en profit nostro, no és una vergonya anar-
li, llavors, quan l'hem d'honrar, amb un compta-gotes? -I ets «inimics principals d'Espanya», que deies tú? -Són es qui tot heu planyen a Déu o se'n empegueeixen. O, lo que és pitjor, li plan¬
ten cara amb més atreviment que no heu farien a un celador de llogaret o a un pobre municipal. Aquests són, no heu dubtis, ets inimics més grossos d'Espanya perque folien a
sa primera i més sagrada de ses seves obligacions i demostren que no tenen es sentit de sa justícia, ni de s'agraiment, ni de sa cortesia. I d'homos traïdors a Déu, desagraïts, in¬
justs i grollers, no'n poren sortir bons espanyols. Qui, avui, sap trepitjar, tranquilament, sa principal de ses seves obligacions, com tendrá escrúpols, demà, per ses altres? No'n
tendrá!
Per això, me sembla que, fins aquí, no porem cantar victòria completa, suposat que,
entre noltros, encara queden ets inimics pitjors d'Espanya que son sa indiferèncin reli¬
giosa, sa rebel·lió contra Déu, ets set pecats capitals...

Així, amb aturades i manotades, i caminant daixo, daixo, les tenen un diumenge de capvespre es nostros dos personatges, mentres van tirant cap a sa caseta d'un d'ells, a veure ets ametlers i es sembrat. No pensen igual i, no obstant, són amics de vei,- tan
amics que saben discutir, i, fins i tot, cridar, sense espuntar-se. I és que tots dos volen que suri, no sa seva opinió, sino sa veritat.
Sa terra està en saba. Ets abres duen una tòria mai vista,- ja hei ha cireres, ençà i en¬
llà, i, as mig de tantes fuies, pareixen com a calius colgats, que es vent, juguetetjant, des¬ tapa,- ets blats s'empinen amb un espigam d'un fore,- ets aucells s'afanyen a dur busques an es niu i, per dins es sementers i per sa vorera des camins, hei ha tot un brodat de roelles i floretes. De tant en tant, qualque aubelló que encara sanglota, perque, enguany, ha
plogut de tard,- emperò, ses fonts, ja s'aprimen i es torrents se s6n amagrits molt i ja no venen tan delitosos. En aquest temps, sortir a fora vila, és com qui anar a festa. A una festa de claror, i de verd, i d'aroma i d'alegria.
Es nostros dos personatges han seguit una bona estona sense dir-se res, amb sos uis
ben oberts i com a extasiats.
Arriben. S'asseuen. I es qui havia feta més la llengo, torna pendre ses messions. -Si jo comandàs, en es corters i a ses escoles, en es tallers i fàbriques, pes carrers i a

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ses sortides des poble, hei penjaria uns cartells d'aquesta conformidat, grossos, grossos, i
amb unes lletres de mitja cana. (S'altre, que és l'amo d'aquella clova d'ametlers, treu sa cabra i la comença a
munyit). «Qui és inimic de Déu, és ínimic d'Espanya.» «D'un mal cristià, no'n pot sortir un bon espanyol.» «Un mal cristià, no és bo ni per esser súbdit, ni per esser autoridat.» «Perque un qui és traidor a s'autoridat divina, no pot donar cap esperança d'esser
lleial a s'autoridat humana.»
«S'autoridat que no accepta Déu i no'l respecta, se destrueix a si mateixa, perque Déu és es fonament, causa i raó de tota autoridat.»
«Totes ses calamidats i totes ses guerres són possibles dins una nació à on Déu i ses seves lleis no ocupen es lloc principal.»
«Allà on Déu no hei comanda, qui governa és es pecat, i es pecat és sa pitjor de totes
ses metzines socials.»
«Tots ets inimics de Déu i de sa Pàtria no són més que iiis o bordáis des pecat.» «Sa victòria hauria de significar esmena i sa pau, virtut.» «Sa victòria sobre ets inimics hauria d'esser com una penyora de sa victòria sobre es nostros vicis i pecats, que és més difícil que sa victòria militar, i més necessària per s'engrandiment de sa nació.» Que trobes, íú? T'agrada s'idea des cartells? I l'amo de sa clova, en lloc de contestar-hi, deixa sa cabra i, amb ses mans brufades d'esquitxos de llet, n'hi presenta una escudella plena, a caramull d'escuma, i oferint-la-hi, -Au, ara que és calenta!
En Tià de Sa Real.

CIRONIICA FRANCISCANA

Cultos al Bto. Después de so-
Ramón Lull, lemnísíma Nove¬
na y solemnísimo Triduo al Bto. Ramón Lull, predicado por el Rdo. Sr. D. Bartolomé Guasp, Pbro., día 3 del mes en curso, celebráronse es¬ plendorosos cultos, en nuestra iglesia de San Francisco de Palma, dedicados al
Bto. Ramón Lull. A las ocho de la maña¬
na hubo misa de comunión general para los cofrades y devotos del Beato, que ce¬ lebró el M. Rdo. P. Provincial, y, a las diez y media, la Misa Mayor, costeada
por el Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad.
Fué el celebrante el M. I. señor D. An¬
drés Caimari, Canónigo, asistido por el M. I. Sr. D. Juan Quetglas y los Rdos. Sres. D. Juan Niell y D. Juan Thomás,
Pbros.
En el presbiterio ocupó puesto de pre¬ ferencia el Excmo. y Rdmo. señor Arzo¬ bispo-Obispo, doctor don José Miralles Sbert, que tenía a sus lados los canónigos señores Ortega de la Lorena y Espases.
Ocupaban también puestos de preferen¬

cia el Excmo. Sr. Comandante General
don Enrique Cánovas; el Jefe de la Base Naval, representado por don José Ramón Muñoz; el Presidente de la Diputación señor Moragues Monlau; el Secretario del Gobierno Civil; el Presidente de la Au¬ diencia; una representación del Cabildo Catedral; Director y Profesores del Insti¬ tuto; Directivos de la Sociedad Arqueo¬ lógica Luliana y Causa Pía Luliana; una
comisión del Claustro del Semip^rio pre¬
sidida por el Rector M. I. Sr. D. Miguel Alcover, y otra comisión del Colegio de la Sapiencia; el Ayuntamiento, formado por el Alcalde señor Cicerol y los ges¬ tores señores Andreu, Rotger, Valdés, Roca, el Secretario Sr. Rosselló y el Se¬ cretario particular de la Alcaldía señor Tous y Maroto.
La corporación se trasladó al templo acompañada de los maceros y de la Ban¬ da Municipal, y todo el trayecto que re¬ corrió el dignísimo Ayuntamiento de Pal¬ ma, para asistir a la Iglesia de San Fran¬ cisco, estaba alfombrado de mirto.

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El Heraldo de Cristo

Hizo el panegírico del Beato el Rdo. P. Fr. Rafael Ginard Bauzá, T. O. R., Su¬ perior del Convento de Palma.
En el Sanctus, la Banda Municipal in¬ terpretó el Himno Nacional.
Solemnísima fué también la función de
la noche no sólo por los actos religiosos, sino por la concurrencia de fieles que lle¬ naba el templo.
Al anochecer, era un hormiguero de fieles que desfilaron ante el sepulcro del Beato, adorando la reliquia. Nunca se ha¬ bía visto tan gran número de fieles, prue¬ ba de como ha prendido en el alma del pueblo palmesano la devoción a Ramón
Lull.
A las siete de la noche, la Banda Muni¬ cipal dió un concierto en la Plaza de Cort, frente al cuadro de Ramón Lull, que adornaba la fachada del Ayuntamiento.
Casi toda la prensa del día dedicó edi¬ toriales al Bto. Ramón Lull, llevando pro¬ fusión de grabados ilustrativos de su san¬ ta vida; el comercio cerró por la tarde; y la mayoría de casas de Palma lucieron colgaduras con estampas del Mártir de Jesucristo. Ni hay que omitir la espléndi¬ da iluminación, con faroles a la venecia¬ na, que ostentó, hasta altas horas de la noche, la Iglesia de San Francisco. El Sepulcro del Beato era, también una ver¬ dadera filigrana de flores y de luces.
Acto luliono El mismo día de
én el Colegio de la festividad del Lo Sapiencia. BeatoRamón
Lull, por la tarde, tuvo lugar en el Colegio de Ntra. Sra. de La Sapiencia de Palma, un acto luliano, organizado por el Rector y colegiales de este venerable instituto. Presidiéronlo el Jefe de Estado Mayor, Sr. Alvárez de Sotomayor, en representación del Excmo.

Sr. Comandante General de Baleares; el Provincial de los Franciscanos, M. Rdo. P. Fr. Pedro J. Cerdá; el abogado D. To¬ más Mut, antiguo colegial de La Sapien¬ cia; el Comandante de Infantería Sr.iLacy y el Rector del Colegio don Miguel
Amorós.
Empezó el acto con interesante y do¬
cumentadísima conferencia sobre el Bto.
Ramón Lull, con relación al Oriente, que dió el Rdo. Sr. Dr. D. Sebastián Garcías, Ecónomo de Sant Jordi, de la que pensa¬
mos ocuparnos, más extensamente, en uno de los números de nuestro Suplemen¬
to de Estudios Lulianos «Randa».
El conferenciante fué muy justamente aplaudido, repetidas veces.
El Rdo. señor D. Sebastián Gayá dió lectura a bellísima poesía mallorquina en cuatro cantos, alusiva a la vida gloriosa del Beato Ramón, que, por su inspiración y belleza de imágenes, fué muy aplaudi¬ da y su autor muy felicitado.
Finalmente, el Rector del Colegio de La Sapiencia, D. Miguel Amorós, pro¬ nunció breves palabras, agradeciendo a las autoridades y a la concurrencia su asistencia al acto, y ofreciendo la entu¬ siasta colaboración de todos los colegiales de la Sapiencia para cuanto redunde en
honor del Beato Ramón Lull.
También fué muy aplaudido. Después de dar mil plácemes al Rdo. Sr. Garcías y al Rector y colegiales de La Sapiencia, hacemos votos para que, en este antiguo Colegio, enriquecido con tantos tesoros lulianos, se den, de vez en cuando, actos del alto valor intelectual y artístico, como el del día 3 de este mes,
que tan poderosamente ayudarán a acre¬ centar, más y más entre los palmesanos el conocimiento y amor al Beato Ramón Lull, honor y prez de la Iglesia Mallor¬ quina y de la Familia Franciscana.

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