El Heraldo de Cristo 1938, n. 348
EL HERALDO DE CRISTO
BEATO RAMON LULL
EN EL SANTUARIO DE CURA
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ANO XXX OCTUBRE 1938 NUM. 348

Album luliano de EL HERALDO DE CRISTO N® 13.

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Album'Luliano de «EL HERALDO DE CRISTO», N.® 14

Descriptio Montis Randae

Añetrjaa eploegsríaablaadtiona Eqfuigaie iludse¬l
Monte de Randa (Etigies Mon¬

tis Randaej, contenido en el
incunable luliano latino «Divi

Raymundi Lulli Doctoris Illumi¬
nati. Ars inventiva veritatis», ri¬

ca herencia del Colegio de La

Sapiencia, de Palma de Ma¬

llorca. (Copia y traducción es-

*

pecial para «El Heraldo de

Cristo»).

Randa tenens regni centrum balearis alta Equor et ingentes undique mostrat agros.
Pandit ad phebi radios umbracula passis. Prospectus varios concava Fana parant.
Elevat ingenium, cnras expectorat omnes. Totaque vivaci robore membra novat.
Hic bibit infusus Raymundus dogma superne. Hic quoque mirandus condidit artis opus.
Angelus hic illi visus pastoris amictu,
Prevuit et meritis oscula multa libris.
Dixit eos varie passuros multa sub hoste: Sed fore pro sancta fortia tela fide.
Huc erecta sibi collustrans Cella cacumen, Plena venustatis Gratia nomen habet.
Hinc manare piae doctrinae splendor in orbes. Hinc sibi perniciem secta maligna timet.
Nicolaus de Pax. .
Randa enclavada en el centro del Reino Ba¬
lear, desde su altura contempla, en todas direccicnes, et mar y los dilatados campos. Cfrece a los fatigados sombras pacíficas, que los resguar¬
dan de los ardores del sol. Desde sus cuevas sa¬
gradas se vislumbran variados panoramas. Eleva el ingenio, disipa todos los cuidados, y, por to¬ das partes, refuerza los miembros con energías vitales. Aquí bebe Raimundo las verdades infu¬ sas del cielo. Aquí, además, concibió su Arte Magna, que le hace admirable. Aquí aparecióle el Angel, en traje de pastor, y besó, repetidas veces, sus provechosos libros, prediciendo que si bien mucho sufrirían de parte de varios ene¬ migos, serían, no obstante espadas invencibles en defensa de la fe santa. La Celda que (Raimun¬ do) edificó para sí, honor y prez de la alta cima, llena de belleza, lleva por nombre Gracia (*). De aquí irradia el esplendor de la santa doctri na en el orbe, y aquí teme ser vencida la secta
malvada. Nicolás de Paz.

(*) Esta Celda, collustrans cacumen, que ilustra la cima del monte-, hace referencia no al
oratorio de Nuestra Señora de Gracia sino al er-
mitorio que, según la Vida Coetania, Raimundo hizo edificar para sí «en aquell loch hon ell rabe aquella gran illustració diuinal», y que vino a ser como la primera piedra del actual Santuario que corona la cima más alta del monte y que, sin poder asegurar cuando empezó a denominar¬ se así, a principios del siglo XVI era ya conoci¬ do bajo el titulo consolador de Nuestra Señora
de Cura.
(N, de la R.)

Año XXX

Palma de Mallorca, Octubre 1938

Núm. 348

6 n la conmemoración
do un fausto aniversario
ugusta montaña de Randa, eres para Ramón Lull algo asi co¬ mo el monte Aluernia para el Pobrecillo de Asís: Tabor de de¬ licias inefables del corazón y Calvario de mementos martirios
del alma!
¡Aluernia y Randa! ¡Montes abruptos en cuyos altivos pe¬ ñascos brama el viento y la tormenta, brilla el rayo y el re¬
lámpago y óbrense, pavorosos, los precipicios! ¡Aluernia y Randa! ¡Montes sagrados en cuyas silvestres y amables sole¬ dades se reveló el Señor a sus fieles siervos, Francisco y Ramón! En las quiebras u ho¬ rados de las peñas es en donde tienen su asiento y hacen su nido las palomas silvestres y, por eso, se lee en los Cantares: «Paloma mia, en los agujeros de la peña, en la con¬ cavidad de la albarrada, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis orejas; porque tu voz es dulce y tu semblante hermoso». ¡Aluernia y Randa! ¡Montes amigos, torturados hasta en sus entrañas por los pesares infinitos y quejidos inenarrables de aquellos dos mártires de deseo, y, más tarde, de hecho, tan gemelos en sus aspiraciones insaciables de martirio—¡al fin y a la postre un mismo cordón ceñía sus lomos!—, uno de los cua¬ les mereció llevar marcados en sus doloridas carnes los estigmas de la Pasión, y, el otro, fué digno de verter su sangre por el Amado, muriendo, como soñara, en piélago de amor. «Las aves, con sus cantos saludaban el alba; y despertóse el Amado, que es Alba; y las aves cesaron en su canto y el Amigo murió por el Amado a la hora del alba». ¡Alvernia y Randa! ¡Testigos oculares de las efusiones de dos almas amantes de Cristo! Si fray León, ovejuela del Señor, pudo sorprender a Francisco mirando hacia Oriente y orando en esta forma; «Señor mío Jesucristo, dos gracias te ruego que me concedas antes de morirme: la primera que sienta yo en mi cuerpo y en mi alma, en cuanto sea posible, el dolor que sufriste en tu Pasión, y, la segunda, que sienta yo en mi corazón, en cuanto me sea dado, aquel excesivo amorque a Ti, Hijo de Dios, te llevó a sufrir voluntariamente tormentos por nosotros los pecadores»; ¿aquel misterioso pastorcillo «de alegre y hermoso rostro», de que nos habla la Vida Coetánea, no hubiera podido hallar al ermitaño contemplativo Ramón, cara al sol, sobre la cumbre de Randa, pi¬
diendo a Dios misericordioso no otro don que aquel gusto exquisito de padecer por Él
y derramar su sangre por el Amado, siendo asi que el mismo escribe en el Libro de Contemplación: «Ah, Señor, plazca a Vos que así como mi boca probó al principio la leche que vivifica al cuerpo, asi. Señor, la última cosa que guste en este mundo sea la sangre que derrame el cuerpo, muriendo por amor vuestro, y dando loor a vuestra
bondad?»

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El Heraldo de Cristo

Y tras de la oración vino el prodigio. Francisco descendió del Alvernia, llevando la efigie del Crucificado, no grabada en tablas de piedra o de leño, sino esculpida en su misma carne por el dedo del Dios Vivo. Y Ramón bajó de Randa—según cuenta una vieja tradición—, estrechando entie sus brazos la cruz de la que, para regalarle, se había desprendido su Amado, ij acariciando en su corazón la promesa y el eterno afán de martirio, que en las postrimerías de su vida longeva vería coronado en tierras de Bugia, muriendo lapidado, como el diácono San Esteban.
Al bajar Francisco del Alvernia, quedaron muy tristes aquellas medrosas alturas; y aquella celdilla que el Pobrecillo habitara, al pie de una muy bella haya; y el her¬ mano halcón que venía todas las noches a despertarle, a la hora de Maitines; y aque¬ llos pinos y abetos que formaban las columnas monolíticas de la agreste iglesia, cuya bóveda inmensa era el cielo azul. Igualmente, al descender el fogoso penitente de su amado monte, en donde con heroico gesto paulino había sepultado al hombre viejo y se había vestido del nuevo, ¡en qué profunda amargura quedaría sepultada la monta¬ ña excelsa, con sus dulces y solitarios encantos, que vieron el milagro de la ilumina¬ ción de Ramón; con sus paisajes espléndidos y vírgenes, que no lograron hartar las pupilas insaciables del apostólico misionero, anhelantes de tierras más vastas y mares más anchos; con su humilde ermita, que el penitente había levantado en el mismo lu¬ gar en que fué iluminado, y en la cual habitara por cuatro meses, pidiendo incesan¬ temente a Dios que dirigiera sus pasos y el arte que su divina majestad le había mos¬ trado; y el canoro pajarillo con el cual, a la luz esmaltada de las estrellas, dialogaba el Amigo el lenguaje de amor!
Por eso muy bien dicen al monte de Randa aquellas laudes amorosas que el Po¬ brecillo de Asís pronunció sobre el monte de los estigmas, al bajar de él para siempre; «¡Adiós monte Alvernia! ¡Adiós monte de los Angeles! ¡Adiós roca altísima sobre la cual yo acostumbraba a orar! ¡Jamás, jamás, he de volver a verde! ¡Adiós, adiós, peñón que me recibiste en tus entrañas, dejando burlado al demonio! ¡Adiós, monte Alver¬ nia! ¡Quédate en paz! ¡Te bendiga Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo!»
Y añade el sencillo cronista que presenció la dulce y pesarosa despedida de Fran¬ cisco: «Mientras nuestro amado Padre pronunciaba estas palabras, vertían nuestros ojos arroyos de llanto, y él se partió lloroso aún... Yo, fray Maseo, escribí estos ren¬ glones con muchas lágrimas: Dios os bendiga». ¡No llor’aria también Ramón en aquél memorable día, í í de Agosto de 13ÍA, en que por última vez se hizo a la mar con las velas del bajel y de su corazón hinchadas de buen viento, navegando en pos de la preciosa corona de los mártires, al ver desaparecer de sus ojos, la ingente montaña de Randa, —Horeb y Sinai—, testigo de la iluminación de su entendimiento, de la visita del Pastorcillo celestial y de la dolorosa aparición del Crucificado!
Si tan intimo es, pues, el lazo que une la venerable montaña de Randa con el Bienaventurado Maestro y Mártir de Jesucristo, Beato Ramón Lull, nada más pues¬ to en razón que las solemnes fiestas conmemorativas del veinticinco aniversario de la instalación de nuestros religiosos en el vetusto Santuario de Cura—levantado sobre la cumbre de Randa—, cerraran, como con broche de oro, en un grandioso homenaje al Beato, acto que tuvo lugar en la histórica y monumental Aula de Gramática, con asistencia de las primeras Autoridades de la Provincia, y en el cual, después de la ben¬ dición de la Biblioteca-Museo liilianos, efectuada por el delegado del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo-Obispo de Mallorca, hablaron los oradores siguientes: Rdo. P. Rafael Ginard Bauçà, Superior de nuestro convento de San Francisco de Palma y Vice-Con-

El Heraldo de Cristo

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siliario de la Cofradía del Beato fíamón Lull; el Rdo. P. Bartolomé Nicolau, 1.0.R., Doctor en Teología y profesor del Colegio del Beato Ramón Lull de Inca; el Sr. D. Juan Pons y Marqués, Archivero y Presidente de la Sociedad Arqueológica Luliana, el Rdo. Sr. D. Lorenzo Riber, Maestro en Gay saber y Miembro de la Academia de España; el Rdo. Sr. D. Salvador Galmés, Notario eclesiástico y Director de la edición de las Obras Originales del Doctor Iluminado; el limo. Sr. D. Mateo Zaforteza MusoIes, Alcalde de Palma.
Para perpètua memoria del acto y a honor y gloria del Bienaventurado Ramón Lull, Terciario de San Francisco, incluimos en el presente número de (.(EL HERALDO DE CRISTO», estos seis eruditos parlamentos, en el mismo orden en que fueron pro¬
nunciados.
Mil gracias a los oradores por la exquisita amabilidad, tan propia de los nobles varones de letras, con que nos cedieron los originales, y sea este número de nuestra humilde revista tributo de amor al ilustre Misionero de Jesucristo y de veneración al amado Santuario de Cura, levantado sobre la cumbre de Randa, en donde, según feliz y pía expresión consagrada poi dos ilustres biógrafos lulianos, «las piedras enseñan virtud y mueven a devoción las malezas».
FR. MIGUEL CALDENTEY, T. 0. R.

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El Heraldo de Cristo

0íüestra gerencia
!■ 1 Beato Ramón Lull legó a Mallorca sus despojos sangrientos y su alma inmensa al ■■■ universo mundo. Reposa su cuerpo estrujado y roto por una granizada de piedras en el sarcófago de alabastro que le construyó la piedad de maestros antiguos jurados. Y su alma impaciente y huracanada se agita y rebulle en sus libros, donde la vació toda entera, para que hicieran sus veces y prosiguieran y ensancharan su apostolado hasta el fin de los tiempos.
Sus libros son, pues, en la intención del insigne Maestro, una especie de Eucaristía donde él transfundió su substancia espiritual, para gozar así del don de ubiquidad, per¬ petuarse acá en la tierra y vivir con los hombres mientras reina allá en el cielo, coronado con la triple aureola de Doctor, Apóstol y Mártir. Y nada más puesto en razón, porque, sí la vanidad de inmortalizarse en este mundo espolea a los humanos ingenios y los ejercita en los más rudos trabajos, ¿qué no habrá hecho en el Beato Ramón Lull el amor de Dios, que es más fuerte que la vanidad, para que no se interrumpiera con la muerte un aposto¬ lado que era como la niña de sus ojos y la razón y la clave de su existencia y sobre¬ humana actividad? Por esto, decimos que sus libros son su alma, sus deseos, sus ideas, su testamento y también nuestra especialísima herencia, porque sus escritos, aunque perte¬ nezcan a toda la humanidad, son, no obstante, de los mallorquines en primer término. ¿Y qué estima hemos hecho de esta inagotable herencia, viva y palpitante, que, si por una parte nos ha enriquecido, por otra parte nos ha impuesto una grave responsabilidad? Haciendo caso omiso de nuestros deberes y abusando de la confianza ilimitada y, por lo visto, inmerecida, que en nosotros depositó el Beato Ramón Lull, hemos dejado que sus libros se enmohecieran y apelillaran en el fondo de nuestras bibliotecas, en vez de secun¬ dar los planes del santo Autor desparramándolos por todas partes. Sí, mallorquines; hay que confesarlo, mal que nos pese, y sea esta confesión el principio de nuestra enmienda; hemos procedido con la misma sublevante estolidez del heredero manirroto y casquivano que deja convertidos en un páramo los jardines, los bancales de regadío y las tierras de pan llevar, con gran ofensa del generoso testador.
Si nos acercamos con una veneración casi medrosa a su sepulcro, donde se guarda solamente aquello que el indomable atleta de Cristo tenía de arcilla y vamos avanzando por la afelpada penumbra del ábside de San Francisco con paso quedo y religioso estu¬ por, porque nos oprime, nos subyuga y nos anodada el recuerdo de su imperial grandeza, ¡con qué respeto y místico pavor, y, al mismo tiempo, con qué férvido entusiasmo nos hemos de adentrar en la enmarañada selva luliana o sea en sus libros que son el estuche viviente no ya de aquello que tenía de arcilla sino de aquello que tenía de Dios, el arca incorruptible que contiene en realidad su alma poliédrica, su alma que fué y es ahora un chisporroteante y deslumbrador torbellino de fuego! Su cuerpo sangrante, como un racimo pisoteado, su cuerpo sembrado de desolladuras, que proclamaban como otras tan¬ tas bocas enrojecidas la gloria de su Amado, es una de las más pingües riquezas de Ma¬ llorca, pero su alma, que está en sus libros, vale infinitamente más y es el alma lo que da tan gran valor a sus reliquias como el diamante a la joya donde va engarzado.
¡Cómo se nos hubiera revuelto la sangre en santo furor-aun ahora el corazón palpita, amedrentado, al pensar que esto fué posible-si alguien de esta legión de sacrilegos que ha vomitado el infierno sobre España hubiera osado profanar los huesos venerables del Beato Ramón Lull, molidos y quebrantados al servicio de su espíritu abrasado en el amor de Dios! No por tardía y baldía le dejaríamos sin nuestra maldición. Pero guardemos para nosotros mismos tan justo encono. Si no hemos profanado sus cenizas, en cambio, ¿qué hemos hecho con nuestro desdén y menosprecio pasivo hacia su espíritu que son sus libros? Le hemos ofendido. Desamar y olvidar ya es ofender. Y este es nuestro caso. En Mallorca, no amar al Beato Ramón Lull es ofenderle y no le ama quien, pudiendo, no co-

£1 Heraldo de Cristo

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noce sus obras. Es la nuestra una ofensa por omisión. El Beato Ramón Lull que amó sus escritos con amor apasionado y entrañable, porque en ellos veía como otros tantos cami¬ nos para ir a Dios, ¿como puede perdonárnoslo si, después de tantos llamamientos, toda¬ vía persistimos en esa inapetencia, nauseas y desvío hacia lo que era su patrimonio espi¬ ritual y es nuestra riquísima herencia? Da pruebas de flaca salud quien siente desgana ante manjares sólidos. ¿Qué diremos, pues, del alma de los mallorquines si continúa re¬ chazando, como hasta aquí, el alimento sano y substancioso que le ofrece en su bien
abastada mesa nuestro santo escritor?
Pero no bastan las lamentaciones más o menos acerbas, ni son suficientes los propósi¬ tos de enmienda más o menos generales. Urge algo eficaz y práctico, de carácter perma¬ nente, y urge nc demorarlo más. Por esto, ya que se me ofrece tan venturosa ocasión, voy a proponer una idea a las dignísimas Autoridades que, presidiendo esta fiesta, la magnifi¬ can, para que si la creen viable, la patrocinen y pongan en ejecución. La idea es esta. Que la Excelentísima Diputación Provincial o el Magnífico Ayuntamiento de Pálma, que ya consagra cada año una fiesta religiosa a nuestro ilustre compatricio, instituyeran un Certamen Luliano anual, para promover los estudios, investigaciones y trabajos de toda índole acerca del Beato Ramón Lull. Un Certamen de ancha base, donde pudieran concu¬ rrir los escritores, poétas y dramaturgos; los músicos, pintores y escultores; los teólogos, los filósofos y hombres de ciencia. Es decir, un Certamen con temas tan variados que abar¬ caran toda la complejidad de la vida y obras del Doctor Iluminado.
Estoy firmemente persuadido que si se pudiera tomar esta idea en consideración y se ofrecieran premios de alguna importancia para que sirvieran de mayor acicate a los es¬ tudiosos, pronto sería un hecho tangible el tan deseado y nunca, en realidad, plenamente conseguido Renacimiento Luliano. Muy en breve tendríamos pinturas y esculturas de asuntos lulianos; ensayos teológicos y filosóficos en torno al Santo Doctor; oratorios o poemas musicales y poemas literarios, trabajos de erudición e investigación y bellos libros en verso y en prosa a la mayor gloria y honor del Santo, del Místico, del Teólogo, del Filósofo, del Escritor, del Hombre de ciencia y del Aventurero, y tal vez surgiera un dra¬ maturgo que nos daría, para su glorificación en la escena, el drama de su vida, como nos
dió Pemán el de San Francisco Javier.
Bendiciéndolo Dios, si esto se realizara, no tardaría mucho tiempo en iniciarse una fe¬ cunda corriente de estudios lulianos y Mallorca cumplirla, finalmente, con el grave com¬ promiso que pesa sobre ella, de amar, y hacer amar, y dar a conocer al Beato Ramón Lull que es la cifra y compendio de todas sus grandezas.
Fr. RAFAEL GINARD BAUÇÀ.

36^

£1 Heraldo de Cristo

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en mis tareas de colegio, poniendo ante mis ojos aterrados la lista de los otros oradores'

vino a sacarme de mi error.

¿Qué hacer-me dije-con mis cuartillas malamente pergeñadas en pocos momentos? Un día mi Seráfico Padre San Francisco, invitado a la mesa del Cardenal Hugolino,

durante el banquete, con encantadora sencillez, sacó de sus alforjas mendicantes sus

mendrugos de pan duro. Ahí va, también, entre la elegancia y magnificencia de los otros oradores, mi pobre

mendrugo, tal como lo había encontrado en las alforjas de mi indigencia literaria. Cuando un día, lejos de mi patria, empecé mis modestas investigaciones en el campo

de la ciencia luliana, una amarga desilusión vino a infiltrarse en el entusiasmo pacífico

que sentía por nuestro Beato. Al lado de los fervientes admiradores de Ramón Lull, vi er¬

guidos a la multitud de sus adversarios,- y, junto a la sincera admiración de unos, noté, con dolor, el silencio injusto de otros. Comprendí que la tarea de reivindicar para Ramón Lull el honor que merece, exigía una lucha santa y tenaz. Muchos, en la Universidad que fre¬ cuenté, no hubieran sabido imaginarse el nombre de Lull, sino en la lista de los equi¬

vocados.

Algunos alumnos de la Universidad sentimos herido nuestro honor de hermanos del ilustre polígrafo mallorquín. Decididamente, aquello clamaba noble venganza. Y la toma¬

mos. Repetidas veces, en exámenes doctorales, Ramón Lull fué el tema de discusión. Y le vimos aparecer radiante en su Mariología; genialísimo en su Cristología,- interesantísimo en sus relaciones con la Teología Oriental... Habíamos hecho algo muy sencillo, y al par de mucha trascendencia. Habíamos logrado correr el velo, y dejar a Ramón Lull visible para todos los que le quisieran ver.

Pero, es poco conocer a Ramón Lull sabio. Ante todo hay que conocer al Santo. Al

terminarse este período del Santuario de Cura-que yo llamaría casi de reconstrucción

material-, e iniciarse un período nuevo, de reconstrucción luliana, precisa fijar bien la orientación de este movimiento. Esta orientación no fuera ciertamente sana y eficaz, si

tuviera un carácter puramente científico. Si fué siempre impropio el considerar en Ramón Lull el sabio, sin acordarse del santo, -puesto que no era sabio si no fuera santo, y puesto

que el amor divino no solamente fué la causa de toda la actividad científica de Lull, sino que es el alma y meollo de toda su ciencia-,- aquí empero, donde hasta las piedras ense¬

ñan virtud, desde que recibieron la sombra de Ramón, y fueron regadas con sus lágrimas,

y escucharon sus ardientes suspiros,- aquí donde Ramón fué armado caballero de la fe, y desde donde partió con la reluciente espada de su Arte Magna-concebida por divina ilustración en Randa y escrita cabe el altar de Nuestra Señora de la Real-a la conquista del mundo entero, para regalarlo al Amado; aquí, digo, fuera de una incongruencia lamen¬ table el prescindir de la santidad de nuestro Apóstol. No se ocultó esto al ojo avizor de nuestro M. R. P. Provincial,- que, muy oportunamente, escribía no ha mucho, en "El Heraldo de Cristo", refiriéndose al Santuario de Cura; «Deseamos que este lugar vuelva a ser lo que fué para el Beato Ramón Lull, y lo que fué para sus admiradores. Para el Beato fué centro de oración y de estudios, para sus seguidores centro de piedad y de estudios lu-
lianos».

La rauda hoguera, cuya chispa inicial son los actos que celebramos hoy, brille siempre

con el doble fulgor de la santidad y de la ciencia de Ramón Lull. I quiera Dios que este

fulgor sea aurora feliz del día que todos deseamos: el de la suprema glorificación del Hijo

Mayor de nuestra Raza.

Fr. BARTOLOMÉ NICOLAU, T. O. R.

El Heraldo de Cristo

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Presencia de dtamón Bull

la sola eventualidad de estar ocupando, en comisión de servicio como si dijere, la Presidencia de la Sociedad Arqueológica Luliana, debo el compromiso y el honor de tomar parte en este acto. Grato honor el de juntarse a una fiesta que, quienes hace cinco lustros tomaron posesión de esta altura, dedican con señorial delicadeza a quién, hace siete siglos, la ungiera con el inmarcesible prestigio de su presencia augusta y formi¬ dable. Y más grato todavía, asociarse a la inaguración de una Biblioteca Museo Luliano antigua aspiración de todo devoto del Bienaventurado y concreción permanente de lo que fué una acertada realización de nuestra Sociedad: aquella lejana Exposición de Icono¬ grafía y Bibliografía Luliana de julio 1915 en el colegio de la Sapiencia. Paro compromiso tam' bión, porque no lo es pequeño esquivar el desentono y la banalidad en lugares como este, a los que la historia, la tradición, la devoción y la leyenda consagraron y perfumaron de consuno hasta darle el relieve espiritual de los sitios unidos a la memoria de un santo y de un sabio, inaccesibles a la frivolidad de toda fácil retórica. El nombre de Randa y esta cima rocosa, mirador de Mallorca, Tebaida luliana un día, Sinaí y Tabor de Ramón como elegantemente le llama Riber, van unidos al nombre de nuestro Beato con unión que ya nada puede destruir y que comparten con otra altura is¬ leña, la de Miramar, cuna y sepulcro de uno de los más bellos, y postumamente fecundos,
ensueños lulianos.
Era la época gloriosa y efervescente de Alberto Magno, de Tomás de Aquino y del Dante; acababan de morir los dos grandes fundadores, Francisco y Domingo, cuya innú¬ mera descendencia iba a ceñir el mundo de un cordón penitencial; surgían las grandes ca¬ tedrales góticas y los Estudios Generales,- y en el orden político, en nuestra España, dentro de la unidad moral de Europa, consolidada por el esfuerzo de las Cruzadas, tomaban cuer¬ po y forma los núcleos nacionales que más tarde iban a confluir en la unidad con el matri¬ monio de Isabel y Fernando, matrimonio canónico y por tanto indisoluble como la misma unión de lo que con ellos se juntaba. Era la Edad Media, edad histórica que pudo no ser perfecta, pero que fué, en cambio, completa, y en la que se adentran para tomar savia y
vida las raices más hondas da nuestro ser social. Y es toda esa Edad de caballeros errantes
y de troveros, de romeros y enciclopedistas, de batalladores y de navegantes, de trafican¬ tes y de predicadores, de pecadores y de santos la que nos trae Ramón Lull en su vida y en sus obras; aquel Ramón Lull imponente y originalísimo que aquí viniera a retirarse para estar consigo, depuós de haberse hallado a si mismo entsu conversión, y que sigue siendo para nosotros todo eso que fué en realidad y todo ello a la medida excepcional de su per¬ sonalidad, en un vital desbordamiento de energía cuya intensidad deslumbra a siete siglos de distancia nuestra insigne pequeñez y nuestro encogimiento espiritual: caballero y tro¬ vador, polígrafo y enciclopedista, pecador y apóstol, mártir, poeta y santo.
Figura grandiosa, ante ella habían de ofrendarse naturalmente las más varias coronas del humano encomio. De allende el mar que con tan porfiada insistencia surcara, en el ir y venir de su santa inquietud de cristiano errante tras del ideal de sus vastísimos desees, vi¬ niéronle a nuestro Ramón Lull los más extraordinarios y desintesados elogios,- que los pro¬ pios pudieran no parecerlo del todo, al enderezarse a quien hizo pasar de un salto prodi¬ gioso, sin transición casi, de la categoría de habla vulgar a las mismas alturas del vértigo, que sólo el genio alcanza, el puro idioma materno que nos puso Dios con la vida en los
labios.
De entre todos, sino el mayor desde luego el más elevado y comprensivo de los pane¬ gíricos literarios de Lull, sigue siendo el del Maestro insigne a quien el certero instinto de nuestros actuales gobernantes ha señalado por patrón y guía de la reinstauración integral de la cultura española, Menédez y Pelayo.

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El Heraldo de Cristo

Trátase hoy/ Y debiera tratarse siempre, de servir a Ramón Lull y no de servirnos de él para ningún fin humano, por alto y legítimo que el mismo sea. Toda actuación en torno a nuestro Beato tiene para los católicos una meta señalada, que no es otra que la consecu¬ ción de la apoteosis y consagración definitiva de su santidad en este mundo. Y sería en vano esperar tal triunfo sin antes rodear a su figura y su memoria de aquella atmósfera afectiva en que se incuban las grandes consagraciones populares. Pero hay además un hecho nuevo, y es el Mofu Proprio del Pontífice felizmente reinante, Pió XI, de 6 febrero 1930 que añadía a la Sagrada Congregación de Ritos una sección histórica, a la que encomen¬ daba para en adelante la preparación y el estudio de las "causas históricas" de los siervos de Dios candidatos a la santificación, es decir, de aquellas para las cuales no pueden re¬ cogerse {sea respecto a la vida, virtudes, martirio o culto antiguo) declaraciones de testi¬ gos contemporáneos, o producirse documentos auténticos de los tales, hechos en tiempo oportuno. Causa histórica es indudablemente la de nuesto Bienaventurado, y ello obliga a replantear fundamentalmente sobre normas estrictas de crítica histórica la biografía y la biblograíía lulianas, y a colmar con el más depurado criiero científico las lagunas de una y otra. Mucho han de facilitar esta labor, para el día que se acometa decididamente, las inves¬ tigaciones de los lulistas de la buena escuela, cuyo último representante fué el P. Pascual, Y mucho más la obra reciente de contemporáneos nacionales y extranjeros como Longpré. Peers, Carreras y nuestro Galmés y su solitaria edición magnífica de las obras origina¬ les. Aun perdura el eco, renovado hoy mismo, de voces próximas que anunciaban un re¬ nuevo franciscano y mallorquín de la bibliografía luliana, a cuyo anuncio no han de falar los más sinceros y cálidos augurios.
Trabajo hay para todos, que la miós es mucha y los operarios pocos. "Hay en la doc¬ trina luliana pensamientos de valor permanente: no todo presenta en ella un valor exclu¬ sivamente histórico - escribía hace pocos años el Dr. Pont y Puig, - hay algo de interés actual. Mas aunque la verdad estuviera de parte de los que creen lo contrario, se expli¬ caría, con todo, el predicamento permanente de las doctrinas de Lull, la seducción simpᬠtica que ejerce a través de los siglos, por ser uno de los más geniales y generosos esfuerzos para realizar la aspiración permanente de la humanidad: unidad."
Si esto pasa con la filosofia, ¿qué no ha de pasar, por ejemplo, con la poesía luliana? Los nidos de ruiseñor que, en la imagen tan repetida como bella y exacta de Darío, pue¬ blan sus robles filosóficos, encantan aun al mundo traducidos cada dia a nuevas lenguas Y enlazan sus trinos celestiales con las aladas rimas de un San Juan de la Cruz y con los deliquios místicos de un San Bernardo y un San Buenaventura.
Esta es la hora, se ha dicho, de la unidad. Suénala a rebato la presente guerra de libe¬ ración y de reintegración de la gran Patria española. No ha de ser en esta hora fuera de lu¬ gar ni desacorde, yuxtaponer y enlazar con esta unidad aludida la unidad metafísica que está a la base de la doctrina luliana y que desde la unidad de la ciencia va a todo exten¬ dida. Ni ha de ser tampoco desmedido esperar que, en la hora del renacer glorioso de la Patria, ya que todo renacimiento supone un primer nacer, no estén ausentes aquellos que, como el solitario dé Randa y de Miramar, estuvieron presentes y se contaron entre los mag¬ nos actores del alumbramiento y la formación primera de un común patrimonio espiritual, que es y ha de ser siempre nuestro mejor y más preciado tesoro.
JUAN PONS Y MARQUÉS.

El Heraldo de Cristo

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£a Montaña del Ornado
^|obre la frondosa llanura de Mallorca se yergue un monte célebre no seguramente por su altitud, sino por la irradiación espiritual que ha tenido en el mundo. Lleva el nombre de Randa, leve deformación del nombre primitivo de Arrenda, voz arábica que vale tanto como decir caña o espiga de aleo. Es cosa sabida que este bello y simbólico vege¬ tal propio del Oriente, levántase como un candelabro iluminado de flores amarillas cuan¬ do llega el mes de mayo, en derredor del cual miles de abejas llevan el oro sonante de su nido. Este nombre fué verdaderamente profótico. A esta cumbre subió a iluminarse Ramón Lull, candelabro de Dios y a esparcir a los cuatro vientos el buen olor de Cristo. Ilustróla con el milagroso florecimiento de su doctrina, compendiada en el Arte Magna que Ramón creyó haber recibido por iluminación celeste. Por los silvestres senderos de este monte, el Doctor Iluminado ha dejado huellas de luz y rastro de polvo sideral.
El monte de Randa se eleva taciturno y meditativo y la ausencia de vegetación le hace aparecer calvo y desnudo. Silencio impresionante es el que se abate sobre el mon¬ te y lo envuelve como un ave celeste, en la caricia de sus dos alas mudas. Sobre el idilio del Amigo y del Amado florecido con flores de austeridad y visitado de sobrias y místicas
cardelinas, flota un agreste perfume de Randa. A Randa subió Ramón vestido con sayal hu¬ milde y grosero como conviene a la condición de vida ermitaña que es morar en la soledumbre de los montes y mantenerse de yerbas y vestir ciliciO: para la aflicción de la carne.
Aquí subía meditabundo y con la frente caída, abrumado por el peso de un mundo todavía no alumbrado. Desde la cima redonda del otero Ramón podía columbrar a placer el levante y el poniente, el mediodía y el norte, la cruz inmensa, señal adorada de su Ama¬ do. Aquí arriba todo le hablaba del Amado:
"Cantaba el ave en el vergel del Amado y vino el Amigo que dijo al ave: sino nos en¬ tendemos por lenguaje, entendámonos por amor, porque en tu canto se representa a mis
ojos el Amado."
"Cantaba el ave en un ramo de hojas y flores y el viento mecía las hojas y esparcía el olor de las flores. Interrogaba el Amigo al ave qué significaba el movimiento de las hojas y el olor de las flores. Respondióle el ave:-Las hojas significan en su movimiento obedien¬ cia y el olor significa malandanza."
La aromática austeridad del paisaje impregnó su espíritu y su celo dilató las aves a la medida del horizonte. Aquí Ramón, solo consigo mismo, vagaba con el alma abierta a los grandes pensamientos y a la bondad inmensa que cae del firmamento infinito. Ramón se levantaba filo de la media noche; remiraba el cielo y las estrellas y desterraba de sus pen¬ samiento todas las cosas mundanales y poníase a pensar en las virtudes de Dios...
"Pensativo iba el Amigo por las carreras de su Amado y tropezó y cayó entre espinas las cuales pareciéronle rosas y flores y lecho de amores."
Ocho días hacía que estaba en Randa Ramón Lull cuando recibió el golpe y la aveni¬ da de espiritual ilustración con que hacer el libro para la conversión de los que vivían en las tinieblas de la ignorancia y del error. Contemplaba el cielo atentamente y se sintió interiormente todo inundado de luz. {Gloria a Dios en las alturas! Ya sabía cómo haría el gran libro y derritiéndose en hacimientos de gracis, bajó de Randa, su cátedra y su sede, con el pensamiento fecundado y con la frente tímida de la gestación bienaventurada del gran libro y embriagado de luz y de espíritu dirigió sus pasos vacilantes al monasterio de la Real, en los aledaños de la Ciudad de Mallorca. Famoso fué el nombre de este monasterio de monjes bernardos, en donde venerábase una imagen de Nuestra Señora Santa María. El libro incontrastable que escribió allí, a la luz de los ojos estelares de Nuestra Señora fué el Arte General. Con el libro escrito debajo del brazo volvióse a Randa el ermitaño contemplativo. Quería aquí arriba bañar y ungir sus hojas tiernas y frescas con el rocío de sus lágrimas. En el mismo lugar en donde había recibido el torrente de ciencia, se cons-

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El Heraldo de Cristo

truyó una ermita en donde vivió aún más de cuatro meses, pidiendo a Dios de día y de noche que según la muchedumbre de sus misericordias le prosperase a él y al libro pa¬ ra mayor gloria suya y provecho de la Santa Iglesia Romana.
Por largo tiempo el monte de Randa estuvo en gloria y honor. El entusiasmo de los lulistas antiguos le había aplicado la magnífica promesa de Isaías: Y un monte se erguirá sobre el vértice de los otros montes. Pero la ambiciosa profecía no tuvo cumplimiento. Las aulas de antiguo renombre cayeron en ruinas, mudas de toda luz, mudas del enorme zum¬ bido de los enjambres lulianos. Lloraban los senderos agrestes porque ya no subían por allí las viejas procesiones penitenciales Inmóvil subsistía en su frialdad de alabastro Nuestra Señora de Cura en su iglesia ermitaña, rodeada de soledades,- y amargamente debía medi¬ tar en la inconstancia de las cosas humanas el Ermitaño glorioso con corona de ilumina¬ ción. Solo las pequeñas cosas, contentibles y frágiles perseveraban eternas y fieles: el alien¬ to del viento que meneaba las hojas, el volátil y penitente aroma del silvestre rosmarino, las
aves amorosas que con Ramón dialogaban y el perenne prodigio verde de la Mata Escrita... Pero no; no es cosa fácil extinguir el espíritu. Tiemblan a veces las estrellas con una
luz tan medrosa, que parece que el viento va a llevarse en sus alas rapaces el celeste pábi¬ lo. Y aquel pequeño fuego es inmortal. Tiembla delante del Sagrario la lámpare ténue, que no han de ver apagada los siglos. Perpetuamente arde asimismo el espíritu. No queráis apagar el espíritu, recomendaba San Pablo. Y es precisamente el espíritu vivaz de Ramón Lull que en esta altura luliana nos congrega y nos hace columbrar una nueva resurrección.
LORENZO RIBER.

ALBUM LULIANO DE «EL HERARDO DE CRISTO», N.° 15

'

Efigie del Mon¬
te de Renda. Grabado de un incunable luliano »Árs inventi¬
va veritatisi, existente en la biblioteca de La
Sapiencia de
Palma de Ma -
Horca. (Copia especial para
(El Heraldo de
Cristos). 1

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El limo. Y Rvdmo. Sr. Obis¬ po Campins, para quien el
Beato Ramón Lull fué lo que verdaderamente es: un san¬
to Y un sabio.
En esta conmemoración his¬
tórica, la figura y el recuer¬
do del ilustre donante de
Cura no puede menos de ser evocada con gloria y con
honor.

Estampa del grandioso homenaje al Beato Ramón Lull,
celebrado en el Aula de Gramática del Santuario de Cura (Randa), día 21 del pasado mes de agosto.
ALBUM LULIANO DE «EL HERALDO DE CRISTO», N.° 16

insili
NUESTRA SEÑORA DE CURA
Ante esta veneranda imagen, la Capilla de La Porciúncula canló solemnísimo Te-Deum y Sal¬ ve en fastuosa conmemoración de aquel senci¬ llo Te-Deum y de aquella Salve que, hace 25 años, rezaron humildemente cabe el altar de la Virgencita, los primeros Religiosos Terciarios Franciscanos que se instalaron en el derruido
Santuario mariano-luliano de Cura.
ALBUM LULIANO DE «EL HERALDO DE CRISTO», N.° 17.

El Excmo. Sr. D. Francisco Moreno,
Almiranle-Jefe de las fuerzas del
Bloqueo del Mediterráneo, que prometió su asistencia al homena¬ je Y que, a última hora, por altas razones de su cargo, no pudo subir a la montaña de Randa y envió como representante suyo al Ex¬
celentísimo Sr. Conde de Alba
Real del Tajo.
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k
Jí;

La Excma. Sra. Es¬
posa del Almirante Sr. Moreno y el
Excmo. Sr. Conde de Alba Real del
Tajo, al llegar al
Santuario.

El Excmo. Sr. Co¬ mandante de Mari¬
na, Sr. Rodríguez
Acosta cuya repre¬ sentación llevaba el Excmo. Sr. Con¬ de Alba Real del
Tajo.
El Excmo. Sr. Comandante General de Ba¬
leares, General D. Enrique Cá¬
novas Lacruz
que presidió el
acto.

Otras personalidades que asistieron o enviaron representante a la magna Asamblea Luliana.

El Excmo. Sr. Go¬

bernador Civil de

Baleares D. Miguel Fons, que estuvo representado por
el Presidente de la

Diputación de Ba¬

i

leares.

i ;í

M. Rdo. P. Fr. Pe¬
dro J. Cerdà, Mi¬ nistro Provincial, organizador y alma
del acto luliano.

El Excmo, Y Rvdmo. Sr. Dr. D. José Miralles y Sbert, Arzobispo-Obispo de Mallorca, ilus¬ tre lulista Y ferviente admirador del Santuario de Cura. Delego su asisten¬
cia al acto en el Rdo. Sr. D. Juan Fe¬
rrer, Vicario - Ecónomo de Randa.

El Exmo. Sr. Presidente
de la Diputación de Ba¬
leares D. José Quint Za-
foTieza, que asistió en nombre propio y en el del
Gobe rn ador Civil.
El limo. Sr. D. Mateo Zaforte-
za Musoles, Al¬
calde de Palma de Mallorca.

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Antiguo certificado de sanidad del Reino de Ma¬ llorca, adornado con las figuras de la Inmaculada, S. Sebastián, Sta, Bárbara, Sta. Catalina Tomás y
Bto. Ramón Lull.
(Col- Fund),
ALBUM LULIANO DE «EL HERALDO DE CRISTO», N.° 18

Dibujo a pluma de D. Francisco Salvá de l'Állapassa, Terciario Franciscano, hecho especialmente para «El Heraldo de Cristo».
ALBUM LULIANO DE «EL HERALDO DE CRISTO», N.° 19.

Vista general de Cura
en el año 1913
£

Entrada actual del Monasterio

CURA DESPUES
DE XXV AÑOS

El Heraldo de Cristo

380

irradiaciones del 3. Cantón Bull
La compleja personalidad de Ramón Lul , fabulosamente movida dramática, y es una de las más interesantes de la Edad Media. He ahí por qué ha tenido siempre un mara¬ villoso poder de fascinación sobre los espíritus que han cruzado su mirada con la de él, al través de la Historia, en sus múltiples manifestaciones: filosófica y científica, literaria y artística, pedagógica y didascálica, religiosa y agiográfica en sus dos facetas de ascetismo y apostolado.
Este aserto no es hiperbólico. Para su comprobación bastará citar dos ejemplos, to¬ mados del Extranjero, uno antiguo, moderno el otro.
Pasado ya más de medio siglo de la muerte de Ramón Lull, el inquisidor Nicolás de Eimerich, de la Orden de Predicadores, lanzó sobre él la inculpación póstuma de heregía. Pues bien: al poco tiempo, o sea a principios del siglo XV, el cardenal alemán Nicolás de Cusa, sin prejuicios de escuela, sin miras polémicas, sin otros afanes que los del espíritu, se dedica tenazmeute al estudio del opus luliano, asimila su doctrina, la comenta o la ex¬ tracta, y no considera indigna de su investidura cardenalicia la simple labor de copista. Recientemente se ha publicado en Alemania el catálogo de su biblioteca, y en los manuscri¬ tos aparecen treintinueve obras lulianas completas {dos de ellas duplicadas), seis incom¬ pletas y veintitrés extractos. Y es de notar que el cardenal no estudiaba solamente la Ars o filosofía de Lull, sino principalmente su mística, sacada del libro de Contemplació en Déu, según indica el mismo en dos lugares distintos de sus extractos.
El otro ejemplo es ultrapirenaico y de fines del siglo pasado. Los autores de la Historia Literaria de Francia, de espíritu volteriano y enciclopédico, diametralmente contrario - huelga decirlo - al de nuestro bienaventurado Maestro, se creyeron en el caso de incluirle en su Historia, a pesar de no ser francés, ni haber escrito nada en francés, sólo por el mero hecho de haber residido largas temporadas en su territorio y haber escrito obras en Montpelier y París. Su exagerado exclusivismo nacional no fué obstáculo para que dedicaran a Ramón Lull y su obra un volumen entero de su Historia, el XXIX, estudiándole con interés y simpatía, por no decir amor, con crítica respectuosa y justa en cuanto podía esperarse de su criterio maleado, como si se sintieran orgullosos de participar en algo de la grandeza exorbitante de Ramón Lull. ¡De tal manera los había fascinado!
De él, como filósofo, ha dicho el italiano Vittorio Longo que entre la bandada de Maestros que enseñaban dentro la órbita viva aún y gigantesca del de Aquino, él solo (Ra¬ món Lull) en aquel período, con Escoto y Bacón, emerge y se sobrepone con su fisonomía distinta, profunda, singular, como una de las figuras principales de los bajo-relieves del Pisano, y que fué uno de los salvadores más activos del Pensamiento de la civilización lati¬
na contra las infiltraciones mahometanas.
El canadiense P. Efrém Longpré, hombre frío y analítico, como buen metodologista que es, parece arrebatado de entusiasmo meridional al decir que "la personalidad religiosa y científica de Ramón Lull recuerda, en notable medida, a los dos grandes conquistadores espirituales de la Iglesia: San Pablo frente al mundo greco-romano y San Francisco Javier a las puertas de la China,* añadiendo que la poesía religiosa y la metafísica contemplativa de nuestro Beato disputan la palma al propio San Buenaventura Príncipe de ellas,* que el libro de Sancta Maria no es indigno de San Bernardo, y que la magna enciclopedia ascética del li¬ bro de Contemplació en Déu, es uno de los tres o cuatro monumentos de la literatura católica
del siglo XIII". Finalmente, y para cerrar con broche digno estas citas, nuestro gran Menéndez y Pe-
layo, le proclama "maestro universal de todas artes y ciencias", "tipo artístico de pies a
cabeza"/'uno de los grandes filósofos que honran a la humanidad", cuya vida "queda más
poética que la de otro filósofo alguno", poeta "místico, con todas las potencias de su alma" que "abre la serie de nuestros grandes místicos y sólo cede la palma a dos o tres de los ma-

S81

El Heraldo de Cristo

yores del siglo XVI, aventajándole en aquella cincelada forma artística, flor y fruto del Re¬ nacimiento, pero no en la originalidad, ni en el brío de las concepciones, ni siquiera en la encendida y arrebatadora tempestad de los afectos".
Y es que de hecho Ramón Lull fue, no un mero sujeto pasivo, sino un factor activo de la cultura y de la espiritualidad de su tiempo, y quizá su exponente más característico. Toda la vitalidad expansiva y adolescente de aquel turbulento siglo XIII, toda la inquietud y el anhelo de las mudanzas ascensionales de edad, todo el fervor religioso y el afán amoroso de aquellas generaciones pletóricas, todo se encarnó plásticamente en Ramón Lull. El esta¬ dio de su dinamismo fuá el mundo entero; su utillaje, la palabra en el más amplio sentido de universalidad; oral, escrita, muda o de acción y sacrificio,* el campo de su pensamiento la ciencia universal; el objeto de su amor, la humanidad toda coordinada entre sí y subordi¬ nada a la Verdad y Amor esenciales, a saber: Dios, motor y rector del mundo de la materia, del mundo del espíritu, y del mundo sobrenatural. Y en sus investigaciones Ramón Lull ex¬ ploró todos estos mundos, y nos dejó guardados en sus obras los frutos que recogió abun¬ dosamente. Algunos tal vez sean pasados ya, o insipidos para el gusto de nuestros tiempos. ¿Quién, por ejemplo, después de Leibnitz, orientado por Ramón Lull, se encandilará con una ciencia universal, en nuestra época de especialidades, es decir, de atomización de la ciencia? Otros, pero, conservarán perennemente su sabor, ora de fruta pasa, dulce y bien
agradable, como sus obras de carácter literario y novelesco, tan golosamente apetecidas por Menéndez y Pelayo; ora de fruta reciente siempre apetitosa, como las lírico-místicas, hoy como ayer de actualidad y de universalidad, según tesis reciente del profesor inglés
E. Allison Peers.
Sin embargo estas obras son casi deconocidas, y en gran parte, cuantativamente, duer¬ men en el fondo de venerables códices, inéditos aún, diseminados en las principales biblio¬ tecas de Europa, especialmente en las Nacionales de Madrid, París, Londres, Munich, en la Ambrosiana de Milán, en la Vaticana y en la de San Isidoro de Roma, sin contar la nuestra Provincial y la del Colegio de la Sapiencia.
"Pesa sobre España la deuda y la responsabilidad de no haber hecho aún una colección de las obras de Raimundo Lulio", decía Menéndez y Pelayo en 1884. Entonces no existía más que la edición alemana de Maguncia, con 48 obras vertidas al latín, en ocho volúmenes in folio, empezada en 1721 e interrumpida definitivamente en 1742. Hoy van publicadas 38 obras - no todas bajo mi dirección - en texto original, como deseaba el polígrafo monta¬ ñés, distribuidas en 20 volúmenes en 8.* mayor; y quedan más de otros tantos a publicar, unos en texto original, otros en su versión latina por haberse perdido aquél.
Si en el terreno cultural y patriótico es una ingratitud no tener hecha la edición com¬ pleta del opus luliano, después de siete siglos, en el terreno religioso es una vergüenza, ya que es condición precisa para introducir la causa de canonización del bienaventurado autor. Desde los tiempos de Felipe II, muy interesado en ello, la reclaman desde Roma, y muy insistentemente en nuestros días; pero, al parecer, quienes más interesados deberían mostrarse, "no n'han cura ne ansia", como diría el mismo Ramón.
Sin embargo, no hay que echar toda la culpa a los demás. Examinemos en el fondo de nuestra conciencia si sentimos el peso y la responsabilidad de no conocer a Ramón Lull en sus obras, de no haber hecho el más mínimo sacrificio para su difusión; y si nos halla¬ mos puros, tendremos el derecho de lanzar la primera piedra,* si no, sólo queda un camino noble: el arrepentimiento y la enmienda.
Yo bien quisiera acelerar el ritmo de la publicación, y, en mi optimismo de tiempos pasados, hasta soñó poder terminar los textos en romance original. En los límites de la vejez, con medios económicos muy exiguos, y en el supuesto de no surgir obstáculos
imprevistos o eventos muy propicios, sólo puedo aspirar a sacar a luz un volumen cada tres años, o sean tres o cuatro más a lo sumo... y faltan unos doce originales y otros tantos
en latín.
Ante el cerrado horizonte del porvenir que aguarda a la edición restante del

El Heraldo de Cristo

382

opus luliano, brilla hoy un rayo de esperanza, al inagurarse este modesto MuseoBiblioteca, pequeña semilla que puede llevar opimos frutos. Sus iniciadores miran a proseguir la edición, según propósito expreso dsl M. R. P. Provincial, y a con¬ vertirlo con el tiempo en el gran Hogar da Ramón Lull, donde se reúnan en fo¬ tocopia todos los códices lulianos esparcidos por el mundo, todas las ediciones, todo su ingeníe bibliografía, todo cuanto de cerca o de lejos se relacione y re¬ cuerde al bienaventurado Maestro, como yo soñara antes como un derecho y un deber de la Provincia y de la Ciudad. Entonces sería llegado el momento de fundar aquí mismo o en la capital, un centro de altos estudios lulianos, con la misión de revelar en todo su esplendor la gloriosa figura de Ramón Lull, de disipar las tinieblas que pudieran impedirla libre acción de aquel poder fascinador que de la misma irradia, de ganar adeptos a su causa, a su persona y a su obra; y que fuese como hotel abierto a todos los turistas del espíritu; pensamiento o amor, con mesa repleta de manjares condimentados ya, ofreciéndose en generosa hospitalidad.
Con la oración y el estudio, en la soledad de este monte bendito, Ramón Lull, ilustrado por el Padre de las luces, concibió y preparó su cruzada de glorificación a Dios. Parta de aquí también, en perfecta organización, una nueva cruzada para honrar a Ramón Lull y glorificar a Dios en su siervo.
Ahora permitidme un desahogo sentimental. Si 28 años de labor en la heredad de Ramón Lull me dan derecho a pedir algo en nombre de sus devotos y admiradores, yo ruego, Autoridades dignísimas, a Sus Excelen¬ cias, que me dejen interpretar su presencia en este acto no sólo como un homenaje, sino también como un desagravio a nuestro Beato. En plena euforia de la maladada "república de trabajadores" coincidieron los centenarios del nacimiento de Ramón Lull y de la muer¬ te de Maimónides. La España sectaria rindió tributo oficial a la memoria del judío cordo¬ bés, pero ni oficial ni exíraoficialmeníe se asoció a ningún homenaje al cristiano mallor¬ quín. Permitidnos pues. Excelencias, que veamos, en vuestra presencia, una reparación de aquella injusticia. Y si se me autoriza para pedir, yo pido a todos un poco de sacrificio para la obra escrita de Ramón Lull, supervivencia de su alma grande, gloriosa, y prelimi¬ nar obligado de su canonización; y para su persona excelsa, un mucho de devoción al santo, de admiración al sabio, de honor al compatricio, de amor al hombre que supo de amores y dolores, de sacrificios y abandonos, de sublimaciones del espíritu y humillacio¬ nes de la carne en pos de un ideal inasequible en este mundo. Bien se lo merece, y termi¬ no con palabras de Menéndez y Pelayo: "aquel utopista generoso y bueno, que no soñó Icarias ni ciudades del Sol, pero que se empeñó en convertir el mundo en un paraiso cristiano. Si no fuera uno de los grandes filósofos que honran a la humanidad, siempre sería uno de los mayores bienechores de ella, y uno de los varones más justos y perfectos que han aparecido sobre la tierra para honrar la carne que vestimos."
SALVADOR GALMÉS, PBRO.

383

El Heralda de Cristo

Mrando al 9omniv
que teneis prise por oír la palabra atrayeme del Sr. Alcalde de Palma, que ha de seguirme en el uso de la palabra; también la tengo yo; Y» como os hablo fuera de pro¬ grama, seré sumamente breve. De aquellas grandes construcciones que a principio del siglo XVII albergaron a un centenar de estudiantes, con sus profesores; y más tarde fueron locales de la renombrada Escuela de Gramática, al empezar nuestro siglo no quedaban sino ruinas, cubiertas de ma¬ leza; manteniéndose en pie solamente la pequeña capilla, y esta sala donde nos hallamos reunidos, aunque no completa, pues el sitio, desde el cual estoy hablando, tenía desmoro¬
nada la bóveda.
De todo el conjunto nos hicimos cargo hace 25 años, recibiéndolo con el respeto con que se recibe una reliquia; y, desde luego, confiando mucho más en la protección divina que en lo raquítico de nuestros medios, emprendimos la obra de su restauración.
Es muy cierto que al llegar a Cura experimenta uno la sensación de lo muchísimo que falta hacer para que haya una comodidad razonable,* pero es justo que reconozcamos cuanto es lo que se ha hecho en este tiempo.
Fué urgente levantar las paredes medio arruinadas por el abandono y la intemperie; restaurar esta sala para que pudiera conservarse,* construir habitaciones indispensables para el personal de la casa,* preparar un comedor y algunas celdas para los visitantes; dis¬ poner grandes depósitos de agua... y todo esto se hizo,* y ¡con cuántos sacrificios se hizo!
También se ha hecho la magnífica carretera. Y se hizo gracias al interés que en ello puso la Diputación Provincial que proporcionó los medios,* y al cariño con que la miró un ingeniero que me está oyendo, y cuyo nombre quedará incorporado a la historia del San¬
tuario.
Al propio tiempo fueron restableciéndose en lo posible las antiguas solemnidades re¬ ligiosas: la fiesta de Cura, con su bendición de frutos,* la fiesta de Sta. Catalina, con sus fo¬ gatas; y alguna otra más; haciéndose continuo el culto de la venerable capilla antes aban¬ donada; convirtiéndose el Santuario en puesto de cita para numerosas peregrinaciones.
Esta fué, en resumen, la obra de estos 25 años. Los actos de hoy señalan un nuevo jalón en el camino de la restauración completa de
Cura.
Puesta en marcha la reparación y reconstrucción del edificio material, que debe pro¬ seguirse hasta el fin; renovadas las antiguas fiestas de la vida religiosa del Santuario que, irán adquiriendo más y más importancia, a medida que sean mayores los medios; es preci¬ so que desde este día fijemos la mirada y pongamos atención en el origen y carácter lulianos de este lugar venerado.
Y esto, no solo para honrar los caminos que el Bto. Ramón recorrió con sus pies, y los sitios que santificó con sus visiones y sus penitencias; sino principalmente para rece¬ jar - como indicaba uno de los que me han precedido toda la herencia espiritual de su gran inteligencia y de su gran corazón, volcado sobre sus preciosísimos escritos.
La Biblioteca Luliana y el Museo luliano que acabamos de bendecir e inaugurar, tan modesto que casi podría decirse semilla de Biblioteca y semilla de Museo, son el signo de la nueva empresa, que nos trazamos a partir de esta fecha.
No es empresa de un día, ni obra de un hombre,* es empresa de tiempo y de cooperación de todos. Deseamos reunir aquí elementos de estudio y recursos de consulta, para que, an¬ dando los años, y cuando las condiciones del edificio y el aumento de esta biblioteca lo permitan puedan reunirse aquí los amantes del Bto. Ramón Lull, para realizar sus investiga¬ ciones en el apacible recogimiento de este lugar y mirando el mismo paisaje que miró el
Beato.
Y deseamos que se convierta Cura en centro de Estudios Lulianos, como lo fué otro tiempo; para que, así como en su siglo partió desde este sitio el Bto. Ramón para ir a la reconquista espiritual del mundo, llevándolo a Cristo,* así desde este mismo sitio parta la di¬ vulgación de sus principios fundamentales y de las aplicaciones prácticas de los mismos.
Principios y aplicaciones que abarcan los distintos aspectos de la vida individual y social; principios religiosos,* principios filosóficos,* principios teológicos,* principios eco¬ nómicos; principios pedagógicos; principios sociales,* principios políticos; que desde este lugar vayan volando a todos los confines de nuestra Patria; y penetren en las esferas inte¬ lectuales y en las esferas populares, apoderándose de la mente y del corazón de todos los españoles; para que bajo la égida providencia del Hombre que Dios nos ha dado; incom¬ parable, porque es Su Hombre, pueda realizarse de un modo firme y perdurule anhelo de ideal de la grandeza de España.
FR. PEDRO J. cerda, T. O. R.
Miniitro ProTÍncial

£l Heraldo de Cristo

384

discurso det Alcalde de 9alina
r*
^^^uentan de un político español, al que calificaré, y con justicia, de eminente, que
paseando una tarde por la calle de Alcalá, de Madrid, con un su amigo, se cruzó con un terceio; el político dijo a su acompañante; ¿ve V. ese caballero? estoy seguro que le soy profundamente antipático: ¿no le conoce V.? No, pero estos sentimientos siempre son recíprocos y él me lo es en sumo grado a mí. Conté esta enécdota para apli¬ carla, aunque en sentido contrario, a este momento.
Agradezco con toda el alma las muestras de simpatía y afecto con que me habéis recibido y como éstas, así como la antipatía, son recíprocas, estad seguro que correspon¬ do muy de veras a ellas, tanto, que tomando pie de la confianza en el afecto fundada, me atrevo a recoger vuestros aplausos para ofrendarlos a la presidencia de honor de este acto: Raimundo Lulio, el Generalísimo y la bandera de España.
Raimundo Lulio, definido por Menéndez Pelayo, en sus «Ideas ascéticas» con aquellas palabras; «El autor del cántico al Amado» es uno de los mas grandes místicos de la Edad Media; sus obras son el compendio de la literatura ascética y religiosa de aquella edad y podemos colocarle, sin reparo, junto a San Buenaventura y a mucha mayor altura que los
alemaiies.
Raimundo Lulio en el prólogo del libro de Santa María, hablando de Roma, dice: «En aquella época en que Roma señoreaba al Mundo, los romanos cuidaban siempre de la uti¬ lidad común; por eso tenían virtud y Roma señoreaba al Mundo.»
«Pero tan luego desapareció de la vista aquella utilidad común, es decir, tan pronto los ciudadanos romanos prefirieron su utilidad particular a la pública y no pensaron más que en simismos, Roma perdió su virtud y vino en decadencia.»
¿Verdad que estos párrafos parecen escritos para España? Cambiemos la palabra Roma por la de España y apliquemos el pensamiento del gran Místico:
España, los ciudadanos españoles aspiran a la utilidad común,- por eso lucharon con¬ tra los invasores del suelo patrio y, olvidando y dando de lado a egoísmos y ambiciones, fundan la unidad Hispana con Fernando e Isabel; que no otra cosa que olvido de ambicio¬ nes particulares quiere decir aquel «tanto monta, monta tanto» del escudo Imperial hispano, y, en premio de esa conducta tan serena, tan digna, Dios cedió a nuestra Patria uno de sus atributos principales: «el poder creador» y allá fueron las carabelas de Colón, de Espa¬ ña, a crear,-pues descubrir es crear,-un nuevo mundo en el que infiltró su espiritualidad.
Sigamos a Raimundo Lulio: «El poder es cosa tan grande que el que lo ostenta ha de ser humilde y sencillo, justo y misericordioso, inteligente y lleno de justicia y misericordia.»
«De modo que cuando se encuentra un príncipe que tal sea debe ser amado y honrado, porque nada hay mejor que un príncipe lleno de inteligencia y buenas costumbres, no tanto por el bien que pueda hacer como por el mal que pueda evitar.»
«Por eso. Señor, si Vos queréis habrá estos príncipes sobre la tierra.» ¿Verdad que Raimundo Lulio previó a nuestro Caudillo, al Generalísimo Franco? hu¬ milde y sencillo, pero si no tiene casa, si puede decirse que vive de prestado, sin suelo es¬ pecial y hasta muchos días los pasa en las trincheras con sus soldados; justo y misericordio¬ so, pero si lo examino bien veo que por su condición de Jefe de Estado no tiene más re¬ medio que hacer justicia, pero todo su ser respira bondad y su corazón es fuente inagota¬ ble de misericordia; inteligente, que duda cabe. Liautey dijo de él que era el primer gene¬ ral de Europa y no recuerdo en estos momentos que autor alemán dice: Hay que remontar¬ se a Napoleón para poderle comparar con alguien. Franco es la inteligencia unida a la energía. Por todo eso debemos amarle y honrarle y dar gracias al Altísimo, porque ha querido que un tal príncipe exista hoy en España.

3Ó5

£l Heraldo de Cristo

Y como es época de sinceridad, debo ser sincero: Señores, no sé nada de Raimundo Lulio Y si me atreví a llegar a este estrado fué por la petición reiterada del Padre Cerdá; si os gusté pues u os disgusté, libradme a mi y recaiga sobre él toda la responsabilidad.
MATEO ZAFORTEZA
Alcalde de Palma

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ItlefiniídueluIÜ»

Martirio del Beato Ramón Lull, según un grabado de un incunable luliano tArs inventiva veritatiss, del Colegio de la Sapiencia, de Palma de Mallorca.
(Copia especial para tEl Heraldo de Cristos).

ALBUM LULIANO DE «EL HERALDO DE CRISTO», N*" 20

EL HERALDO DÈ CRISTO

3é6

Crónica franciscana

Bajo los más bellos auspicios, celebró¬ se, el 21 agosto próximo pasado, la magna
fiesta del 25 aniversario de la instalación
de nuestros Religiosos en el Santuario de Ntra. Señora de Cura (Randa), la cual commemoración, si bien cronológicamente ocu¬ rre el 25, transfirióse en la citada fecha por
razón de solemnidad.
Día simbólico el de tan fausta efe¬
mèride. La mañana abre sus párpados a la luz, envuelta en delicioso arrullo de una brisa ligera y sutil, que nos trae vaporosas
nubes de aromas silvestres. Por el claro cie¬
lo, vierte el hermano sol un río de celeste claridad. Se percibe un bienestar primave¬
ral.
Hacia la cima bendita, todo es un con¬ tinuo afluir de gente. A la hora del Santo Sacrificio el templo, que luce sus mejores atavíos, se halla repleto, y en sus alrede¬ dores pululan un sin fin de animados gru¬ pos de peregrinos.
La Misa solemne es cantada por el M. Rdo. P. Pedro J. Cerdá, Ministro Provincial, asistido por el Rdo. P. Fr. Antonio Mójer, Superior del Santuario, y por los Rdos. PP. Francisco Fornés, Superior del Convento de Lluchmayor, y Esteban Amer, los dos ex-Superiores de Cura. En frases cálidas y sentidas teje un bello sermón de circuns¬ tancias el Rdo. P. Rafael Nadal, ex-Superior de aquella residencia.La Capilla del Colegio de la Porciúncula interpreta una partitura a tres voces mixtas, seleccionada en varios autores contemporáneos.
Momento de intensa emoción vivimos
todos, cuando, al final del Santo Sacrificio,
entona el M. Rdo. P. Provincial el Himno
Ambrosiano, pues evocamos con placer aquel primer Tedeum que los fundadores rezaran en el mismo histórico templo.
Concluidos los actos religiosos, un en¬ jambre de peregrinos va diseminándose por la montaña, para tomar esparcimiento, y admirar el panorama sin igual que se goza desde aquella excelsa cumbre. Entre¬ tanto, unas nieblas espesas vienen a empa¬
ñar la tersa bóveda del firmamento. No
quema el sol con sus ardores, pero el cielo nos regala con su etérea pureza y sua¬
vidad.
Habiendo el día despertado alegre y festivo, con brisa y con sol, tórnase, ahora, pardo y triste, y cae densa lluvia en todos los contornos. Vientos procelosos se desta¬ can con impetu y lanzan una constante amenaza al humilde alcázar mariano. Rayos igníferos agrietan el espacio y encienden
la nube. La montaña se ha trocado en un
Sinaí de gloria donde con voz tronante promulga su nuevo código flamante de

empíreas doctrinas y anhelos, el Moisés de
423567891..320--.L«DDC-«LaiiaEssnclc'cuuirróooRanda,queconmágicoabrazosaludala
isla indígena. Ha llegado ya la Hora de
La magna asam- En la espaciosa e his-
blea i u lia na. tórica Aula de Gra¬
mática se hallan congregados en fraterno y patriótico lazo de amistad las dignísimas autoridades militares y civiles de nuestra isla, oon un público selecto y cuantioso.
En presencia de las referidas autorida¬ des y crecida masa de pueblo, tiene lugar la solemne bendición e inauguración del Museo y Biblioteca lulianos, instalados en el mencionado local, y en magníficos y sun¬ tuosos estantes, obra del distinguido escul¬ tor, gran admirador del Bto. Ramón Lull,
Sr. Colom. Verifica la bendición el Rdo.
Sr. Cura-Ecónomo de Randa, que lleva la representación del Excmo. y Rdvmo. Sr. Arzobispo-Obispo de Mallorca. Seguida¬ mente se da principio al acto-homenaje al Iluminado Doctor. La parte musical corre a cargo de nuestra ya renombrada Capilla
de La Porciúncula.
Programa 1.-Himno al Bto. Ra¬ món Lull, a coro y solo. (A. Torrandell).
espiritual a tres voces. (J. Guerrero. 1527-1599).
por el Rdo. P. Rafael Ginard Bauzá, Superior de S. Francisco de Palma y
Vice-Consiliario de la Cofradía del Bto.
Ramón Lull.
ronda del nene, canción rítmica. (E. Jaques Dacrose).
por el Rdo. P. Bartolomé Nicolau, T. O. R., Doctor en Teología y profesor del Colegio del Bto. Ramón Lull
de Inca.
Ciutat de Nàpols», canto popu¬ lar mallorquín armonizado a 4 v. m. (J. Massot).
por D. Juan Pons y Mar¬ qués, Archivero y Presidente de la Sociedad Arqueológica Luliana.
Al Niño Jesús, canción popular burgalesa.
por el Rdo. Sr. D. Lorenzo Riber, Maestro en Oai Saber y miembro de la Academia de España.
gentil», madrigal italiano a 4. V. m. (R. Casimiri).
Discurso por el Rdo. Sr. D. Salvador Galmés, Notario eclesiástico y Director de la edición de las obras originales del Doc¬
tor Iluminado.
rama, ronda infantil. (J. Llongueras).
rossinyol», canto popular ma¬ llorquín armonizado a 5. v. m. (D. Mas y Serracant).

1145..--DHiismcnuorso387

El Heraldo de Cristo

por el limo. Sr. D. Mateo nostalgias, mientras un cierzo violento

Zaforteza Musoles, Alcalde de Palma.

arremete contra nosotros, cubriéndonos de

nacional a 4. v. m. (J. Ma. sus fieras y suaves caricias, y trayendonos

Thomás).

mil besos de todos los pueblos de la fértil

Formaron la presidencia el Excmo. Sr. planicie.

Comandante Militar de Baleares, D. Enrique

El sol deja entrever una vez más, furti¬

Cánovas Lacruz que vino acompañado ael vamente, su disco ardiente y se hunde en

Jefe de Estado Mayor, D. Carlos Martín el horizante, opaco y negruzco.

de Bernardo y el ayudante del General, Sr.

Damos el postrer adiós a los beneméri¬

Conde de Peralada,* el Excmo. Sr. Presiden¬ tos moradores del Santuario y emprendemos

te de la Diputación de Baleares, Sr. D. el camino de regreso. Guardando la entra¬

José Quint Zaforteza, que asistió en nombre da del soberano alcázar de la Reina de los

propio y en representación del Excmo. Sr. cielos, está el vigil ciprés que nos bendice

Gobernador de la Provincia, Sr. D. Miguel con ungida majestad y grave silencio. Si¬

Fons; el Excmo. Sr. Conde de Alba Real del gue rezongando el vendaval y nos envuel¬

Tajo en representación del Excmo. Sr, Almi¬ ve en raudales de aromas.

rante Jefe del Bloqueo, Sr. Moreno y del

Bajamos la montaña con el alma fasci¬

Excmo. Sr. Comandante de Marina, Sr. Ro¬ nada por el avasallador encanto de ese

dríguez Acosta,* el Sr. Jefe Provincial de augusto y santo monte que tiene algo de

Falange Española Tradicionalista y de las sobrehumano Cuanto más se aleja nuestro

J. O. N. S., D. Canuto Boloqui,* el Alcalde de corazón de aquel mirar celeste de Níra. Se¬

Palma, Sr. D. Mateo Zaforteza Musoles, que ñora de Cura, tanto más sentimos la magné¬

vino acompañado de su secretario particu¬ tica atracción de aquellos ojos piadosos

lar, Sr. D. José Tous y Maroto,* el M. Rdo. P. y con más fuego baten nuestras venas, al

Fr. Pedro-Juan Cerdá, Ministro Provincial de par que en nuestro pecho va abriéndose

los Franciscanos en Mallorca,* el Sr. Coronel una honda cicatriz de divina añoranza...

Jefe de Artillería, Sr. D. Gerardo de Tejada,* el Rdo. Sr. Cura-Ecónomo de Randa Rdo. Fiesta íntima Habiéndose anticipa**

Sr. D. Juan Ferrer quien ostentaba, como ya
dijimos, la representación del Excmo, y Rvdmo. Sr. Arzobispo-Obispo de Mallorca,*
el Alcalde de Algaida, Sr. D. Gabriel
iver.

do la solemne conmemoración del grato
aniversario, al domingo anterior, en gracia a la mayor solemnidad con el fin de dar a la fiesta un cariz del todo popular y efu¬ sivo, al ocurrir el histórico día 25, no

Terminado el homenaje, que resultó de una cordial y emocionante efusión, autori¬ dades y público acudieron a la Iglesia, donde cantóse una solemne Salve por la
paz de España.

pasó omisa su memoria, celebrándose con carácter íntimo y a la vez solemne aquel fausto acontecimiento que en precisa
cronología acaece en la expresada fecha. Antes de los divinos oficios verificóse,
este día, la bendición de una elegante es¬

Acabó la fiesta Besamos, reverentes, tatua del Bto. Ramón Lull, obra del Sr. D.

sinpar bella. la divina planta de la Miguel Vadell, efigie que presidirá, encla¬

celestial Señora, y nos salimos del sagrado vada en esbelto y gracioso dicho, el Museo-

recinto, ahitos de amorosos recuerdos y Biblioteca lulianos.

El Heraldo de Cristo

388

Como triunfan nuestros inguenses
Vieron la luz en Inca.
Pasaron en esta ciudad su infancia y su juventud. Y su vida estuvo ligada con las instituciones franciscanas inquenses. ¡Cuantas veces rezaron en nuestra iglesia! Ya como miembros de la floreciente Hermandad Terciaria, cuyas insignias quisieron vestir Ya como alumnos de nuestro Colegio del Bto. Ramón Lull, de Inca, cuyos fru¬ tos de amor a España, decidido y abnegado, revelaron a Mallorca la fecunda y sólida labor de nuestros religiosos durante los pasados años. No son los únicos inquenses, ni los únicos nuestros,- son los que reúnen las dos circunstancias; y cuyos datos tenemos recogidos en este instante. Tampoco podremos decir cuanto de ellos sabemos. Lo que podría decirse no cabe en el estrecho espacio que se nos ha conce¬ dido en este extraordinario de EL HERALDO DE CRISTO. Quizás podamos de¬ cirlo algun día. Dediquémosles un breve recuerdo, que suscite una oración, de parte de
cuantos lean estas líneas.
•
Miguel Esquivias Sampol. Alférez de Infantería. Tenía 19 años. En constante paz con Dios y con su alma, cumplió con la mayor
naturalidad los deberes mas peligrosos y difíciles, sin conocer otro temor que el temor de Dios. Herido en el frente de fué trasladado al hospital de Jadraque; no se inmutó observando el curso poco satisfactorio de su herida, y dictó las noticias que convenía transmitir. Cuando se le indicó que se preparase para recibir el san¬ to Viático, dejó pasmados al capellán, a la hermana, y a cuantos, se hallaban pre¬ sentes, diciendo «que podía comulgar cuando quisieran, pues su conciencia esta¬ ba limpia y no tenía necesidad de confesarse.» Confesó para mejor disposición,comulgó devotamente, y corv el nombre de España en los labios se abrazó con la
hermana muerte el 27 de Noviembre de 1937.
Antonio Esquivias Sampol, Teniente de Regulares. De temple militar y de grandes cualidades intelectuales, se consagró entera¬
mente a la defensa de la verdadera España. Sus Regulárosle idolatraban;sus Jefes le felicitaron repetidas veces por el acierto con que había dirigido las operaciones confiadas, alcanzando sin bajas objetivos difíciles... y después de una de es tas operaciones brillantes y de una felicitación entusiasta, fué herido de muerte en el frente de Castellón. Se le trasladó al hospital de Artana, y allí murió edificanmente el 7 de Julio dsl corriente año. Muestra de la gran delicadeza de su alma es la carta escrita a sus padres, después de la muerte de su hermano Miguel. En ella se mezclan la entereza del militar con el cariño del hermano y la afectuosa piedad del hijo,- y se conservan detalles muy interesantes relativos al difunto. Preparóse a morir con la recepción de los sacramentos,- y pocos momentos antes recogió de su cartera el santo crucifijo, que le había acompañado en los combates, en los peligros, y en los triunfos para besarlo una vez más y dedi* cando un recuerdo a su madre y besando el crucifijo, murió. Tenía 21 años; era terciario de S. Francisco desde el 12 de Abril de 1931; y había sido alumno muy distinguido de nuestro Colegio de Inca.

389

El Heraldo de Cristo

Miguel González Alomar; Brigada de Infantería. Murió en la misma fecha que el anterior, 7 de Julio de 1938; en el frente de Cas¬
tellón y en el fragor del combate. Habíase portado como un héroe,- la «Orden del día» lo citaba como MUY" DISTINGUIDO, por su decisión y valor en aquella opera¬ ción, y Dios quiso distinguirlo por su parte, dándole el Premio más grande y más duradero que se puede desear.
Queríanle sus jefes y sus soldados por su carácter cómplaciente y abnegado. Al morir tenía 29 años; había sido Presidente de Coro de la Hermandad de Inca en que había ingresado el 21 de Enero de 1923; y había realizado en nuestro Colegio buena parte de sus estudios.
Sebastián Roselló Llabrés, Cabo de Infantería. En el frente de Extremadura, Dios le llamó a Sí, el 20 de Julio pasado: conta¬
ba 21 años. Las aguas del río se llevaron su cuerpo, unido en abrazo de muerte y gloria con el del alférez Mariano Oleza y Gual, que heroicamente quiso salvarle. Con que alegría se presentarían juntas ante Dios las almas del cabo y del alférez. Este moría por caridad; aquel había escrito cuatro días antes estas palabras: «Os » suplico, si en lo sucesivo recibís cartas largas, y escritas con lápiz algunas de » ellas, no os alarméis; oración y mas oración, confiando siempre en Dios. Teniendo » presente esto: el que muere por su Patria vive eternamente.» Este bello ideal se realizó: la patria y Dios aceptaron y recogieron su sacrificio.
José Aguiló Segura, Alférez de Infantería. Alumno de nuestro Colegio hasta terminar su bachillerato: Terciario desde
el 12 de Abril de 1931. Tenía 24 años. Operando en el frente de Extremadura, y en acción de fuerte empuje contra los rojos, cayó gravemente herido. Hecha la pri¬ mera cura fué trasladado al hospital de Torita, donde murió dos días después, el 23 de julio pasado. De carácter sencillo, y modesto, murió apreciado por lodos y ofreciendo su vida por la salvación de España.
José Noguera Jaume. Teniente de Artillería. Pasando por encima de los cariñosos consejos de sus amigos, y de la conve¬
niencia de sus intereses, voluntariamente quiso ir al frente de batalla, donde más eficazmente podía ayudar a España. No pretendía ascensos, pero siendo licenciado en Ciencias Químicas, fué obligado por la Superioridad a tomar parte en un cursillo para Tenientes. Destinado al frente del Ebro fué gravísimamente herido, yMespués de recibir los santos sacramentos murió en el hospital de Batea el 2 del pasado
Agosto. En el Colegio, del cual fué profesor, dejó el recuerdo de su laboriosidad^
y de la pedagógica orientación de sus alumnos hacia la investigación. En la Ter¬ cera Orden había ingresado el 19 de Marzo de 1921.
He aquí como saben morir nuestros hombres. Todos habían partido voluntariamente de su casa, para tomar las armas en de¬ fensa de una causa santa,- todos habían ofrecido su sangre y su vida a la verdade¬ ra España: todos la dieron animosamente cuando llegó su hora, sin arrepentirse de haber sido generosos hasta el fin. Al transmitir a los padres y hermanos de tales héroes la expresión de nuestra condolencia por la pérdida de ellos, les damos la enhorabuena porque tienen delante de Dios quienes tan directamente ruegan por sus familias y por el triunfo definitivo de la España Nacional, defensora de la civilización cristiana.
Septiembre de 1938

HEROISMO
OFRECIDAS A DIOS
Y A ESPAÑA Miguel Esquivias Sampol
Alférez de Infantería Triunfó día 27 de Noviembre de 1937
José Aguiió Segura
Alférez de Infantería Triunfó día 23 de Julio de 1938
José Noguera Jaume
Teniente provisional de Artillería, Licenciado en ciencias químicas Triunfó día 2 de Agosto de 1938

Antonio Esquivias Sampol
Teniente de Regulares
Triunfó día 17 de Julio de 1938
Miguel González Alomar
Brigada de Infantería
Triunfó día 7 de Julio de 1938
Sebastián Rosselló Llabrés
Cabo de Infantería
¡Triunfó día 20\_de Julio de 1938

NECROLOGIA
Biniolí.-Otro caído por Dios y por España: Antonio Mairata Nicolau, de 27 años, Ter¬ ciario Franciscano. Su acendrada piedad, su carácter afable, y bondadoso, su respeto y amor filial, virtudes fueron por él aprendi¬ das y practicadas no sólo en el hogar pater¬ no sino en nuestro Colegio de Artá, en donde estuvo, como alumno interno, duran¬ te dos años. Ésta circunstancia unida a la
de tener una hermana suya en la benemérita Congregación de Hijas de la Misericordia, Religiosas Franciscanas, le movieron a pro¬

Antonio Pizá Creus
Natural de Santa María, alumno de ingreso de nuestro Colegio de La Porciúncula, que voló al cielo día
2 del pasado Septiembre.
•
Plácenos transcribir aquí, para con¬ suelo de su cristiana familia, una cartita que dirige a su amigo del cielo nuestro querido Tarsicio.
Amadísimo Antonio: Te has mar¬
chado sin avisarnos.
¡Traidorcillo! Nos has ganado a to¬ dos. Ahora veo porqué hiciste la con¬ fesión general, pocos días antes, por qué apreciabas tanto tu escapulario, por qué
besabas tan afectuosamente la estampa
de la Virgen, que siempre tenías en el libro de estudio, porqué gritaste con tanto entusiasmo, media hora antes de tu
muerte, «Visca María.»
Aquella misma mañana escribías así
a tu madre:
«¡Viva Jesús! ¡Viva Maríal-Querida madre: Sabréis que estoy muy bien y que estoy muy contento de estar aquí.»
¿Verdad que sabías que estarías ya
en el cielo cuando tu madre leería estas
palabras? Un día viste que al despedirse de ti
se le caían a tu madre algunas lágrimas. Tu le encomendaste mucho que al vol¬ ver a verte no llorase. Volvió y... ¡lloró mucho! Tú, desde el cielo, le repetías: «No lloréis, madre mía. pues estoy muy bien y muy contento de estar aquí.»
¡Feliz tu, que estás viendo cara a cara
a Jesús y a María! ¡Cuánto te envidio! No
sé por qué me llamaron Tarsicio y no
Antonio.
Dirás a nuestra Madre del Cielo que
nos eche, cada día, sus bendiciones a tus hermanitos de La Porciúncula, a tus pa¬ dres. hermanito, abuelita, tíos y tías.
Recuerdos a los angelitos que más conoces y un besito de mi parte a Jesús
Hasta la vista.
Tu afmo. en Jesús y María
Tarsicio

fesar una muy tierna devoción al Pobrecillo de Asís. Sus deberes militares y patrióticos le llevaron al frente de honor y de comba¬ te en donde halló gloriosa muerte día 20 de Julio, un día después de haber recibido a
Jesús Sacramentado.
Los Terciarios encomiendan a Dios su
alma y reciba su familia nuestra sentida
condolencia.
Palmo. - Día 2 de Agosto, festividad de Ntra. Sra. de los Angeles, murió cristia¬ namente, como cristianamente había vivido D ® Cayetana Muntaner y Rubert, habiendo
recibido los santos sacramentos. Contaba 83
años de edad.
Frecuentó diariamente nuestra iglesia de Palma hasta que la hermana enfermedad la postró, durante los últimos años, en, el lecho del dolor, en donde manifestaba muchas veces su deseo de visitar a Jesús sacramen¬
tado y al glorioso S. Antonio de Padua, de quien era muy devoto Pero resignábase al considerar que cumplía con la voluntad di¬ vina, así como resignadamente había acompañado al sepulcro a un hijo y a cuatro de sus hijas, una de las cuales Religiosa
Franciscana.
Nuestro pésame a su familia y en particu¬ lar a su hija D.“ María, presidenta de coro
de nuestra Hermandad de Palma.

LAS HERMANAS GOLONDRINAS
•
Se lee en la vida de N. F. S. Francisco, llena de seme¬
jantes escenas; Un día llegó el Santo a la pequeña ciudad de Alviano,
para anunciar allí la palabra de Dios. Subió a un lugar elevado, para que todos le vieran, e impuso silencio. Las gentes se callaron y quedaron llenas de respeto; pero una multitud de golondrinas estaban allí cerca, construyendo sus nidos con mucho alboroto. Como por causa de sus can¬ tos, la gente no podía oir bien las palabras de San Francis¬ co, dijo ésta a los pájaros: «Hermanas mías golondrinas, ya es tiempo de que hable yo, porque vosotras ya habéis hablado bastante hasta ahora. Oid la palabra del Señor, y estad quietas y callando, hasta que termine el sermón.» Y, efectivamente, enmudecieron los pajaritos y no se movie¬ ron hasta que se terminó el sermón.
Es que era tan santo San Francisco - dice San Buena¬ ventura-, que toda la creación se sometía a su voluntad.
Sus devotos le consagran este mes de Octubre. Ha¬ cedlo también vosotros, rezándole cada día un Fadre-^
nuestro.

Concurso de Acertijos
de 1933.
(Continuación) 48.
xxxxSx xAxxxx
xxxNxxxxx xxxxxTx xxxxO
xxSxxx
Sustituir el signo x por letras, con¬ sultando, en el Calendario de tEl Heraldo da Cristos, el mes de Oc¬
tubre.
49.

50. Escala musical

Do? .... RE?? .... MI??? . . . FA????. . . SOL????? . LA?????? . SI??????? . DO????????

Título Verbo Arbusto Vestido Verbo Insecto
Figura Prosódica
Número

Sustituye los puntos de interroga¬ ción por letras.

51.

¿En qué se parecen los
hidroaviones a los huevos?

Soluciones al n.° de Agosto 41, Fadre, Fared. 42. Toro, Loro.

43.

1

10

1

10

10

1

10

1

38. (Atrasado) Trama
Marta Matar
Números obtenidos
Fedro Bestard, 4 Felayo, 4 Francisco Sitjar, 4 Juan Bonafé, 4 Antonio Vila, 3 Anita Flanells, 3 Francisca Fuster, 3 Fetrín González, 1
Nuestra Correspondencia
Bartolomé Oliver, Inca. - Me gusta tanto tu cartita que la
he leído muchas veces. Con¬ tinúa amando mucho a tu
Amigo del Sagrario. Muy bien, por lo que me dices
de la Cruzada de Oraciones
y Sacrificios por la salva¬ ción de España. El Corazón de Jesús te bendiga. Saludos a tus papás y a tus compa¬ ñeros de colegio.
Francisca Fuster, Artá.-Siento mucho no poder publicar tu hermoso problema versi¬ ficado, pues me dicen que es demasiado semejante al del n.® 43. Leyendo las no¬ tas que has puesto a la so¬
lución de este mismo núme¬
ro, me parece que no leiste bien aquellas palabras: «en
el mismo sitio». Saludos a tu hermanito.

Combinando estos signos, dibujar un pajarito.

Juan Bonafé, Biniamar.-Me pides en la tuya del 29 de

3^3

£l Heraldo de Cristo

Agosto cual es mi gradua¬ ción en Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S. Voy a decírtelo.
Pero... ¡no! No conviene que te lo diga. Pues si supieras que Tarsicio es p. e. Alférez o Teniente... adiós cartitas;
ya no me escribirías o me
escribirías con mil respetos
y reverencias. Prefiero tus
cartas llenas de amistad y
confianza.

Cafa/ína Caldenfey, Ariany.Deseaba y esperaba ver a tu
hermanito Antonio en el Co¬
legio de La Porciúncula cuando la primera misa del Rdo. P. Miguel Rigo, pero no le vi por ninguna parte.
Continúa rezando mucho
por España, tú que sabes ha¬
cerlo tan bien.
Pedro Garau, Inca.-Eres un Apósfol de nuestra Cruzada

Así me gustan los niños. Es¬ tudia mucho y sé muy bue¬ no pues el Santo Padre se vuelve cada día más vieje-
cito y...
Telegrama recibido
tPelotón llegado felizmen¬
te Vinaroz. Recuerdos lecto¬
res Página Infantil.-Capitán
Bombón.»

HISTORIETA RÁPIDA
Juanita y sus gatitos agradecidos

{Ya veis cómo os quiero! Tamoién nosotros te queremos.

Y...!!!

//

; EL

//

Cruzada de oraciones y sacrificios por la salvación de España

Misas Comuniones
Comuniones espirituales.
Rosarios Visitas al Santísimo . . Avemarias Salves Viacrucis

. 1.123 . 2.408 . 2.316 . 3.863 . 23.315
. 1.604

Padrenuestros.... . . 8.996 Goronitas de oro. . . . . 1.704 Mortificaciones . . . . . 3.824 Jaculatorias . . . . Coronas varias . . . . . 2.664 Florecillas varias. . . . . 5.180 Obras de caridad . . . . 1.701 Letanías

Roguemos al Sagrado Corazón de Jesús por España.

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