El Heraldo de Cristo 1933, n. 291
Año XXV

Octubre 1933

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Año XXV

Palma de Mallorca, Octubre 1933

Núm. 289

Ved ahí al Santo de
Umbría de quien di¬
ce Tomás de Celano:
"Era por todo extre¬
mo insinuante y
atractiva su figura; la pureza de su alma,
el intenso amor de
Dios que ardía en su pecho, y aquel en¬
trañable afecto de caridad con que abrazaba en Cristo
a todos los hombres,
se reflejaban en su
exterior como en
un espejo, y daban
a su fisonomía un as¬
pecto angelical".

162

Heraldo de Cristo

GLORIFICACION DE SAN FRANCISCO
(ANTE UN FRESCO DE OIOTTO)
A mi muy dilecto e inolvidable homónimo R. P. Fernan¬ do Tamburri. T. O. R. que con tanta amabilidad y competen¬ cia me hizo conocer y recorrer las huellas del Serático Padre por la ciudad de Asís y sus alrededores.
¡El Pobrecito de Asís! He aquí un personaje singular que después de siete siglos de haber dejado este mundo, su nombre, lejos de quedar obscuro y olvidado en la penumbra de los tiempos, se conserva radiante y glorioso: he aquí un hombre extraordinario que siempre ha arrastrado en pos de sí el alma y el corazón de los pueblos, la admiración y entusiasmo de los sabios y artistas.
Todo converge en el dulce e irresistible imán del nombre de Francisco; miradas y palpitaciones, pinceles y pentágramas, artes y ciencias... La poesía, la música, la pintura y las artes todas parece que se enzarzan en cariñosa porfía para obtener la palma en la glo¬
rificación de San Francisco.
Es que-como decía Renán Francisco fue el hombre que más amó a los hombres, despues de Jesús, y estos, en retorno, han senti¬ do siempre un impulso irresistible de amarle y ensalzarle.
En efecto, a esta corriente de simpatía, que brotó en vida del Santo, ya la vemos pujante y desbordante a raiz de su misma
muerte.
El pueblo en masa le bendice, los cardenales le aclaman, el Papa Gregorio IX—gran amigo suyo de toda la vida—le inscribe en el catálogo de los santos y con el esfuerzo de todos surge rápida y prodigiosa la doble Basílica de Asis para ser el reliquiario de su cuerpo precioso.
Pero hoy solamente podemos fijarnos en una de las notas que puso la pintura en aquel dulce concierto de admiración. La tenemos en el fotograbado que ocupa estas páginas. Representa uno de aquellos grandes y admirables frescos que Giotto, el celebérrimo artista italiano, pintó en las bóvedas de la Basílica del Santo.
Aqüí la rica e innovadora fantasía del fundador de la pintura ita¬ liana dió la más gallarda muestra de aquellas claridades y traspa¬ rencias encantadoras que siempre supo dar a los colores; aquí la dulcísima poesía del Dante Alighieri pudo encontrar el más suave intérprete.
Sobre todo el conjunto resalta la figura juvenil de S. Francisco
vestido de diácono. Está sentado sobre riquísimo trono rematado de
un lábaro rojo con siete estrellas y una cruz de oro.

El Heraldo de Cristo
San Francisco en el arte.—lglesia inferior de San Francisco de Asís
Glorificación de San Francisco. (Giotto)
El estandarte significa, según las palabras de S. Buenaventura, el glorioso triunfo del Heraldo de Crisío—nombre que gustaba darse S. Francisco—y las siete estrellas recuerdan las siete apariciones que
tuvo en vida.
Ostenta en su mano derecha una cruz y en la otra un libro, para simbolizar su gran amor al crucificado y a la Sagrada Escritura.
Llama la atención el aspecto extraordinariamente joven que pre¬ senta el Santo Patriarca. Concuerda esto muy bien con el principio teológico de la perenne juventud que gozarán los celestiales contem¬ plativos y comprensores de la Divinidad.
Sale, además, de la figura del Santo una gloria de rayos que
ilumina a toda la falange de espíritus celestiales que forman brillantí¬
sima corona a su alrededor. Algunos de estos ángeles van cargados de rosas y lirios que son las virtudes del Santo; los otros tocan largas trompetas para difundir por todas partes su fama y su gloria.
Así, tan fina y delicadamente, ya sabían aquellos artistas del siglo XIII ensalzar y glorificar al personaje más pobre y humilde que han visto las generaciones después de Jesús.
Fr. Fernando

164

El Heraldn de Cristn

La vida cristiana y el espíritu de San Francisco
DOCILIDAD
El alimento de la vida cristiana son los actos de las virtudes cristianas, esto
es, de las virtudes teologales y cardinales; cuantos más sean esos actos y más perfectos, tanto más Aigorosa y más elevada será nuestra vida de cristianos. De aquí se verá la especial solicitud, que se ha de tener, en procurar a la vida inte¬ rior espiritual una selecta y nutrida alimentación; para lo cual tenemos un auxi¬ lio eficaz y especial en la práctica de una virtud cuyo fin inmediato es ordenar los actos de todas las demás virtudes: es la virtud cardinal de la prudencia, la
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cual, no obstante ser inferiora las teologales que tienen ])or objeto inmediato a Dios, las rige y modera como a las demás cardinales en cuanto al ejercicio de sus actos dictando como y cuando ban de practicarse.
En esta delicada y sublime tarea ayudan a la prudencia como partes inte¬ grantes, constituyéndola virtud perfecta, ocho virtudes que facilitan el libre ejercicio de la misma. Una de ellas es la docilidad, necesaria para el fomento de
la vida cristiana.
Pónese esta virtud de la docilidad parte integral de la prudencia, porque siendo varios y casi infinitos los casos particulares de la vida y careciendo o de experiencia o de capacidad suficiente para sabernos llevar rectamente, acudamos solicita, frecuente y reverentemente a los mayores y nos atendamos a su dictamen, * no descuidándolo por pereza, ni despreciándolo por soberbia. En esto consiste la docilidad, virtud moral y parte integrante de la prudencia.

Antes de hacer aplicación a la vida cristiana, recordemos, para mayor clari¬ dad de nuestro intento, un texto de S. Pablo. Dice el Apóstol en su carta a los Gálatas, cap. IV, v. 19: aliijitos mios, por quienes segunda vez padezco dolores de parto, hasta formar enteramente a Cristo en vosotros)).—El objeto del lamento Paulino (.(hasta formar enteramente a Cristo en vosotros)) nos sugiere esta pregunta: cuando empezamos a vivir vida cristiana o cuando empieza a formarse Cristo en nos¬ otros? Podríamos responder que, oficialmente, cuando i)or medio del Santo bau¬ tismo se nos infunde la gracia santificante con su esplendoroso séquito de virtu¬ des y dones luminosos del Espíritu Santo. Entonces nace Cristo en nosotros.
Después de la generación cristiana, el creciipiento o el vivir la vida de Cristo. Como se desenvuelve un tal vivir? Por la asimilación constante del espíritu de Cristo, palpitante en los hechos y ejem})los de su vida, contenidos en la narración evangélica. Entonces se forma Cristo en nosotros por manera particular y
meritoria.
Condición indispensable para la asimilación del verdadero y no adulterado espíritu cristiano es prestar auscultación atenta y prolongada, primero, a las inspiraciones del Espíritu Santo, que de muy distinta manera pero siempre ])ródigamente las dispensa, y después, a las prescri])ciones y consejos de un director sabio y santo, animado del genuino celo por el bien eterno y temporal de las
almas.
Lo exige, sobre todo, la formación de Cristo en nosotros, a que todos venimos obligados, el exiguo y siempre interesado conocimiento de nosotros mismos, la falta de experiencia y la variedad de las circunstancias de la vida.

Como aparece la virtud de la docilidad en la vida de S. Francisco? Puede afirmarse que pocos santos han correspondido tan fielmente como él a las suaves
inspiraciones de la gracia y que en pocos, como en él, ba intervenido tanto y tan

El Heraldo de Cristo

165

directamente la acción del Criador. Parecía, dice nn venerable escritor IVancis-
cano, qne el Verbo y el Paráclito lo empujaban y conducían por los caminos extraoixlinarios de la í'ormación cristiana. Recuérdense, entre mucbos, tres episo¬ dios de su vida que reflejan la suma docilidad de su alma.
La vida fervorosa y penitente, que llevaba, le babía granjeado el primer compañero, Bernardo de Quintaval. Al oir S. Francisco la fuerte resolución del rico caballero de Asís, exultó de gozo y le propuso al instante que para la obra
grande y dificnltosa que juntos se proponían realizar, convenía pedir consejo a nuestro Señor Jesucristo, rogándole mostrara sobre esto su voluntad y enseñara el modo dé ejecutarla. Fuéronse al palacio del Obispo y, después de oir Misa, el
sacerdote, a ruegos de S; Francisco, abrió tres veces al azar el misal en nombre de la SS. Trinidad y en cada una aparecieron sentencias de vida perfecta, enseña¬ das y practicadas })or el mismo Señor Jesucristo. Con esto se aquietaron y empe¬ zaron a caminar seguros por la vía evangélica.
Más adelante, babiendo ya reunido a muchos com^iañeros que entraron en la Orden, se originó en su grande alma una fecunda lucha de ideales. Por una parte la actividad andariega de predicador y consolador de las gentes le hostigaba cada día a nuevas einjiresas; por otra las sugestiones de la soledad, la contempla¬ ción de las cosas celestiales le envolvían en ondas de atracción y de misterio.
En trances parecidos de duda apelaba al juicio de Dios. Ahora se atenderá a lo que le intimen de parte de Dios los dos grandes amigos del Altísimo, Santa Clara y Fr. Silvestre, religioso de devoción y santidad sublimes, mandándoles al efecto Fr. Maseo para ({ue les requiera su parecer y le traiga la respuesta, la cual fué que Dios no le había elegido para él solo sino también para la salud de los demás, por lo cual había de ir por el mundo a predicar.
Después de la acción dolorosa del monte Alvernia, dudó si debía revelar la visión beatífica y la iinjiresión de las llagas o no. Estimulado por la conciencia, llamó así a sus frailes más familiares, y jiropOniéndoles la duda en términos
generales, les pidió consejo. Entre ellos había uno de gran santidad, por nom¬ bre Fr. Iluminado, el cual le contestó que no para él solo, sino también para los
demás. Dios le mostraba algunas veces sus misterios; y por esto tenían razón
para temer que si ocultaba estas gracias que Dios le había revelado para los demás, sería digno de reprensión.
Movido por estas palabras, S. Francisco con grandísimo temor refirió lo
acaecido.

Cuanto más dóciles, tanto más cristianos.

Fr. F. Company

T. o. R.

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¡El domingo día 8 de Octubre, acudid al Santuario s

de Ntra. Señora de Cura para honrar al Doctor Iluminado g
e Inclito Mártir de Bugía, en la solemne conmemoración I

del septimo centenario luliano.

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Oportunamente, en la prensa local, se dará a conocer el programa de las fies- §

tas. Quien quiera saber detalles acuda al R. P. Superior de S. Francisco de Palma o 8

o al R. P. Superior del Santuario de Cura.

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El Hp:raldo de Cristo

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Altar Major de Tesglésia de Sant Francesc d'Asís

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S PRECARIA A S. FRANCESC r°

o casi enamorat de la natura,

qui fereu el camí d'aquesta Valí

cantant «germana» a teta creatura
car ella reflecteix com un mirall

de l'excels Creador l'imatje pura,

mirau que han fet els homes lloc de ball

del santuari august de la natura
on lloareu a Déu sens aturall.

Alçau una crevada immediata

per rescatar els «sancta conculcata»,

o

o o

o hereu del zel de Judas Macabeu!

Què sia l'univers flamejant ara

on l'home coronat d'una tiara.

Pontífex dels vivents, encensi a Déu.

Fra Miquel CALDENTEY, t. o. r.

■^Oooo 000OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO0 00000000OO0000OOOOOO0000OOOOOOOOOOOOOO000oooO

El Heraldo de Cristo

167

Esta encantadora escena que el pincel de Lorenzetii trazó en nn ángulo del presliiterio de la basílica inferior de Asís, es una de aquellas pinturas que exigen rigurosamente al turista o peregrino el trilnito de un largo rato de contemplaeión, y pasan necesariamente a ocupar un puesto entre los
recuerdos imborrables.
Apenas la vi, sentíme cautivado ])or su dulce atracción.
El Niño, con su rubia cabecita estirada en generoso ademán, y en cuya mirada asoma su alma con ganas infinitas de dar y bendecir, parece ^ire-
guntar a su madre, teniendo ya levantada su blanca mano infantil. «A quien voy a ecbar mi bendición, madre mía?» La Virgen, percibiendo el perfume
del amor de su amante siervo Erancisco, y vislumbrando en el porvenir el cúmulo de encendidos afectos y cariños, de loores y gloria que en todo tiem¬
po le darían los hijos de la triforme familia franciscana, no vacila un mo¬ mento. Con gesto expresivo y delicado señala a Francisco, cual objeto dig¬
nísimo de la más tierna bendición de su divino Hijo.
El Pobrecillo siente que el alma se le derrite de amor, y en el profundo
abismo de su bumildad exclama una vez mas: «A mí. Virgen Santísima?.. A mí. Niño Divino?.. Pero no sabéis que soy un pobre y vil gusanillo, el más ingrato y miserable de los jiecadores»?
San Juan Bautista, desde el otro lado, contempla el idilio no sabiendo
que admirar más, si la gentil fineza del Niño y de la Madre, o el sincero
anonadamiento del manso y humilde Francisco.
Fr. Bartolomé Nicolau, t. o. r.

168

F^l Hervldo de Cristo

ESTRELLAS FULGIDAS DEL CIELO FRANCISCANO

OCTUBRE

«FRATE FRANCESCO »

F]1 universo es un

SAN FRANCISCO DE ASIS

gran templo en que se adora la majes¬
tad del Criador; es

un libro siempre

abierto que pregona la infinita sabidu¬

ría, la infinita bondad y el infinito po¬

der del supremo Hacedor de todas las

cosas; es una cítara afinadísima cuyas

cuerdas, ora con voz de céfiro y de

pajarillos, ora con voz de cataratas y

abismos y truenos, canta un incesante

Te-Deiim a Aquél que, con sólo querer¬

lo, lo hizo todo de la nada.

Por eso el sabio tilda de necios a los

hombres que, considerando la gran multitud de bienes que encierra el uni¬
verso, no supieron concluir quien fuera
su autor.

Si todos los santos fueron unos ena¬

morados de la naturaleza porque en toda cosa criada veían la suave ima¬

gen del Criador, ninguno, pero, lo fué más que Francisco de Asís. El es el Hermano por antonomasia: Frote Fran¬
cesco, porque llamaba hermano al sol, bello esplendoroso ij radiante, y llamaba hermanas a la luna y a las estrellas, claras bellas ij preciosas, y decía herma¬ no al viento y al agua, utilisiina, precio¬ sa, casta ij humilde, y al fuego con que alumbra Dios la noche ij es hermoso,
alegre, fuerte y robiistisimo, y a la madre tierra que ]}os nutre y sostiene, y produce
frutos diversos, hierba y pintadas flores.
Hasta la muerte, de la cual no se libra
hombre alguno, era para el cantor de
«Frate Sole» sora nostra, su hermana.
F'rancisco tenía también ese dulce

nombre de hermano para el lobo,—al cual (al de Gubbio) reconcilió con su

pueblo;—para las alondras,—que alguna
vez guardaron silencio mientras el San¬
to predicaba, y no parecía sino que be¬ bieran ávidamente la palabra de Dios;
—para las abejas,—que una vez labra¬ ron un panal de miel en la escudilla de barro en que Francisco había bebi¬

do; para la cigarra,—a la que el Ju¬ glar de Dios bacía cantar, y con júbilo alabar al Criador;—para el ruiseñor,—
con el cual alternó cantando las ala¬
banzas del Altísimo;—para el buey,—
con el cual mostraba tanta compasión
que rogaba a los labradores le aligera¬ sen la carga; — para el halcón, — tan amigo del Santo que como siervo solí¬ cito le despertaba cada noche a la hora en que él solía- rezar sus oraciones;—
para la liebre,—a la que recomendaba maternalmente no se dejara cojer por los cazadores;—para las alondras, sus hermanas pobres,—que con ser aves de luz y no de tinieblas, la noche en que el Pobrecillo partió para la celestial Jerusalén, volaron en bandadas sobre
el tejado de la Porciúncula, piando con gran dolor de su corazón.—
«Tanto amor rebosaba y se derrama¬ ba del corazón del Santo de Umbría,—
dice una ilustre escritora — que des¬ pués de amar a Jesucristo con el deli¬ quio y encendimiento mayores que
quepan en el alma, después de amar a los hombres con caridad que le consu¬ mía, quedábale aún caudal inmenso de afecto que emplear en todos los se¬ res, desde el sol que alumbra los cielos hasta el gusano que rastrea entre el
limo».
Algunas criaturas eran objeto de es¬ pecial amor y veneración del Santo.
Así amaba entrañablemente al cordero
porque le recordaba al Cordero de Dios que borra los pecados del mundo; y a las tórtolas, simples, inocentes y crestas, a quienes en la Sagrada Escritura son comparadas las almas castas y humil¬ des y fieles; y a los gusanos jiorque de ellos dijo el Salmista, hablando en la persona de Cristo: yu.sano .soy y no hom¬ bre; y a las aves que nos enseñan a
menospreciar la tierra y volar al cielo.
Es célebre el sermón de S. Fñ’ancisco
a las aves. FJ poeta Marquina lo cantó con delicadeza de angel:

El Heraldo de Cristo

169

Predicaba el de Asís, y le oían muchedumbres de pájaros que haciendo reverencia a la prédica, venían a posarse a sus píes y parecían millares de gotitas de corazón, latiendo.
—«Por el amor de Dios, hermanas aves,
»alabadme al Señor que os ha dado ))agua en las fuentes y trigo en el prado ))y en el pecho calor y alas de plumas suaves ))para incubar las crías en el nido abrigado; «¡Alabadme al Señor, hermanas aves!»

El silencio era de cristal,
y todas las cosas tomaban calidades religiosas
en la hora matinal.
(íemía una alondra, piaba un pardal, se apiñaban, en los senderos,
oscuros ruiseñores,
canarios jaros, mestizos jilgueros con los demás... ejércitos enteros de innumerables pintas y colores.
Y la mano del Santo en el aire ascendía
como la llama de un cirial;
y pegándose al cuerpo rígido, parecía de madera de talla su tosco sayal. Y el Santo bendijo a la turba sumisa y alada y la mandó volar. Y al volar la bandada que tomó sol, trazando la curva grácil del vuelo, desparramó en el aire matices y fulgores,
como si, a una señal del Pouerello, desbandados los átomos de todos sus colores,
se diluyera el Iris para inundar el cielo...!

Hay pinceles que hablan como las vivamente corno los pinceles de Ra-

lenguas de los Crisóstomos, pero

^ Miguel Angel,

también hay lenguas que pintan tan

Tena de GULCIMELI

IGLESIA INFERIOR

IIIIE

Eli ARIirilllE

FRANCISCO DE ASiS

ALEGORIA DE LA POBREZA (Gotto

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En el fresco, inspirado en el Canto XI del Paradiso de Dante, domina la figura seca de la Santa Pobreza descalza, derecha sobre un escollo en donde no brotan sino ramos de espinas que le han roto el hábito, pero que después se cambian sobre su cabeza en rosas y lirios floridos.
Jesucristo le sostiene la mano derecha, alargándola a Francisco que tiernamen¬ te pone en su anular el anillo de esposo. Asisten a la escena, solemnemente atentas, la Caridad, la Esperanza y un grupo de ángeles extáticos. Más abajo, un mastín acosa a la pobreza y un ratero está a punto de lanzar a la Pobreza una piedra mientras otro tienta golpearla con un bastón.
A la izquierda, un ángel toma del brazo a un joven para indicarle el místico desposorio, y él, con ademán alegre, regala su capa a un viejo mendigo, casi des¬ nudo, que le está vecino. De frente otro ángel señala los desposorios a un gentil hombre que tiene sobre el brazo un halcón de caza, pero este hace un gesto des¬ deñoso, volviéndose hacia otros compañeros suyos de vida alegre, uno de los
cuales estrecha la bolsa contra su corazón.
Arriba, otros ángeles ofrecen al cielo vestidos elegantes y un hermoso palacio, fruto de la renuncia hecha en homenaje de la Pobreza, y, desde el cielo, las manos de Dios, se abajan para aceptar el sacrificio.

ALEGORIA DE LA OBEDIENCIA (Giotto)
La escena se representa en una sala gótica, en medio de la cual está sentada una vieja señora alada, la Obediencia, vestida de fraile y con un yugo sobre sus espaldas. A su derecha, igualmente sentada, está la Prudencia, con dos caras, joven la una y vieja la otra, coronada la cabeza, un compás y un espejo entre sus manos y cerca del astrolabio, símbolos respectivamente de la medida, de la reflexión y de la precisión.
A su izquierda está arrodillada la Humildad, joven, de aspecto sumiso, con un cirio en las manos. Arrodillado ante ella un viejo monje recibe de la Obediencia el yugo que voluntariamente coloca sobre sus espaldas, mientras la Virtud, llevándose
la mano a la boca, le recomienda el silencio.
Abajo, hacia la izquierda, un ángel señala con el dedo la Obediencia a dos dóciles novicios, puestos de hinojos, mientras, de frente, otro ángel en vano se esfuerza en domar un centauro, símbolo quizás del orgullo o del amor propio, que no quiere doblarse a la voluntad de otro.
Arriba, Francisco, derecho entre dos serafines, es elevado por las manos del Altísimo hacia el cielo, mediante las mismas cuerdecillas del yugo de la Obedien¬ cia, que él tiene fuertemente ligadas a las espaldas.
A sus lados dos ángeles llevan carteles con esa inscripción: Tollife jugum ofae-
dienfiae sanctae ef imitamini istum per crucem poenitentiae.

172

El Heraldo de Cristo

CUENTOS Y VERDADES PARA DONCELLAS VIII

¡Qué madres. Señor, qué madres!

Una joven buena, aunque no sea hermosa de cuerpo, parece una gracio¬
el sa ánfora de oro bruñido en que
amor de su madre ha ido depositando gota a gota el bálsamo suavísimo de
todas las virtudes.
En cambio, una joven frívola, por bella que sea físicamente, se asemeja a una mísera vasija de barro más o me¬ nos pulimentado y barnizado, en la que
la vanidad de su madre ha ido vertien¬
do, inconscientemente, el veneno que destilan los usos y costumbres de la corrompida sociedad moderna.
Tal parece Febea. Cada vez que la veo la miro con una pena igual a la que
me causa la vista de un fruto verde que
se pudre porque absorbe mala savia. ¡Pobre Febea! Ella sería buena si su
madre lo fuese. Ella se entregaría a la práctica de la devoción sincera, si su madre no ahogase los sentimientos de verdadera piedad que en su corazón despiertan los actos de culto, llevándola de la iglesia a los teatros, de las sesio¬ nes catequísticas a los bailes, del Círcu¬
lo de estudios a los salones.
Es domingo... Declina el sol... La ma¬ dre de Febea, roja como un pimiento penetra en la casa rectoral... La ven entrar un grupo de doncellas y súbita¬ mente cambian sus charlas 3^ risotadas sonoras y frescas como cascadas, por apagados y misteriosos cuchicheos...
La madre de Febea se llama Petra.
El bueno y anciano párroco recibe a
doña Petra con una sonrisa dulce y
franca y la invita a tomar asiento y és¬ ta, sentándose, con voz temblona dice:
—¡Ay, señor cura! V. me ha muerto con el sablazo que acaba de dar a mi
hija despidiéndola del Círculo de estu¬
dios. ¡Dios mío! ¡Qué sonrojo el sium y que vergüenza la mía! ¡Cuando me en¬ caminaba hacia aquí parecíame que
todo el mundo me señalaba con el
dedo!..

¡—Válgame Dios! — exclamó jovial¬ mente el párroco—Por muy dura que le parezca a V. doña Petra, esa medida,
tenga en cuenta que yo no podía tomar otra, para ser fiel a mi deberv a las pres¬ cripciones del Reglamento del Círculo'
—¿Qué manda el Reglamento? —Entre otras muchas cosas, que cada una de las jóvenes que constituyen el Círculo de estudios, predique con la
palabra y el ejemplo la doctrina que en él se enseña, absteniéndose princi¬
palmente de asistir a bailes y expectáculos inmorales o peligrosos de adornarse con vestidos poco conformes
con la modestia cristiana... Y ya que
sólo nos oye Dios, bueno será advertir a V., doña Petra, que tenía por des¬ contado que había de ser V. el ina^Tir obstáculo con que había de tropezar yo
a cada paso con mi noble afán de trocar
el corazón de su hija y convertirá ésta en celosa propagandista de la Acción Católica... Pero ¿quien sabe, me decía, si mis argumentos y la gracia de Dios
podrán más que la vanidad y la ligere¬ za de su madre!... Mil veces, pues, de¬ lante de sus ojos puse el fin [lara que hemos sido criados; que no es otro— como V. sabe—que para conocer, amar
y servir a Dios en esta vida y después ver¬ le y gozarle en la otra; mil veces le mos¬
tré la vanidad del mundo, lo poco que
dura la belleza corporal y el escaso va¬ lor que tienen las riquezas, para com¬ prar con ellas nuestra felicidad; y el
jierjuicio y mal que causa al cuerpo y
al alma la vida ociosa, muelle y rega¬ lada: mil veces, finalmente, atendiendo
a las excelentes dotes físicas e intelec¬
tuales de su hija, traté de persuadirla
de que quien mucho ha recibido de
Dios, obligado está a devolverle también
mucho; más, todo al fin tenía que sei¬ en vano; porque surgiriendo V. a su
hija la conveniencia de conocerlo todo, de ir a todas partes y de brillar en to¬
das ellas, deshacía V. en un momento
todo cuanto yo en un mes hacía...

El Heraldo de Cristo

173

El buen párroco viejecito habla con voz presa de celo intenso que re¬ tiembla, ardiente: como una hoguera. D.'‘ Petra, escucha sin apenas respirar y de vez en cuando se limpia los ojos...
—V. doña Petra—prosigue el párro¬ co, tras breve pausa,—no ama de veras
a su hija; digo: no hace euanto debe
por la salud de su hija.
—¿Qué no?...—exclama la madre de
Febea con voz rota en un trémolo que
a duras penas puede reprimir.—Mire V. señor cura: uu día cuando la hija de mi alma era aún pequeñita, y dulce¬
mente dormía en mi seno, vinieron a
decirme que en el pueblo se habían
presentado varios casos de garrotillo.
¡Que terrible noticia, Cielo santo! En
aquel mismo instante, yo, como aloca¬ da, formé en torno de la hija de mis entrañas, con todas las cautelas y todos los cuidados imaginables y sobre todo con mis brazos y hasta con mi propio aliento,—como una especie de cordón sanitario, temiendo que todo pudiera
ser poco para evitar el contagio...
Aquello, señor cura, no era vivir sino
un morir continuado... Actualmente, si
el sol, el calor, el frío, la humedad, la
lluvia y el aire me inquietan y espan¬
tan, es pensando siempre en la salud de mi hija. ¿Y aún cree V. que no hago
por ella lo bastante?... Le parece a V.
poco el que la tenga terminantemente
prohibida de aspirar aromas fuertes
que excitan demasiado los nervios, y el que la haya privado severísimamente de tener amistad con ninguna joven débil o enfermiza, mayormente si su
tos puede despertar la sospecha de que está tísica?... Llámeme V. lo que quiera, señor cura? pero ¡por Dios! no me diga
que no amo de veras a mi hija, o que
no cuide lo suficiente de su salud.
—¡Gracias a Dios que al fin cayó V. en donde yo quería, doña Petra! Pues bien ya que hablando ha llegado V. a parar aquí, dígame: ¿Acaso su
hija solo tiene cuerpo? ¿Por ventura no tiene también un alma que salvar, más
preciosa en verdad que todos los cuer¬
pos juntos de la tierra? —Claro que sí.
—Pues, cuando yo le digo que no
ama de veras a Febea, me íundo pre¬
cisamente en que no ama V. a toda su

Febea; siuo solo a una parte de ella y por cierto la más vil, o sea el cuerpo; es decir, fúndome en que V.—que con la ayuda de la naturaleza, ha sabido, a fuerza de cuidados, hacer hermoso, sa¬
no y robusto el cuerpo de su hija,—noha sabido o no ha querido hacer her¬ mosa su alma. V. que un día supo sal¬ var a su hijita del garrotillo; y sabe, ahora, reservarla de cuanto puede alte¬ rar su salud, lio sabe o no quiere librar su alma de cuanto puede ponerla en¬ ferma y matarla: de los libros inmora¬ les, de los cines indecentes, de los bai¬
les modernos que la Iglesia condena y de las modas descaradas que el pudor
detesta; antes al revés, V.. misma es la
que la provee de libros; V. misma es la
que le señala las amistades; V. misma es la que la lleva a los teatros, a los cines, a las verbenas y a los bailes; V. misma es la que le compra los vestidos y la que señala a la modista los figuri¬ nes a que ha de sujetarse en la coníec-
ción de ellos; V. misma es finalmente:
aunque uo quiera, la que envenena y asesina el alma de su hija.
—¡Por Dios, señor cura, no me diga esas cosas!.. Si lo que yo hago lo hacen
todas las madres... Si la corriente lo
lleva... si es lo que hoy se estila... si es esa la moda... y en siendo moda una cosa ¿quien sin caer en el ridículo más bochornoso puede dejar de hacerla?
—¡Por la Virgen de las Angustias! no diga V. doña Petra, para justificar su conducta, que está de moda obrar así;
porque yo le responderé con Tertulia¬ no que Jesucristo no se llama moda si¬ no verdad, que al juzgarnos lo hará no por la moda que cambia sino por la verdad que permanece y que no es la moda la que debe reformar el Evange¬ lio sino éste a aquella.
Confusa doña Petra, levántase brus¬
camente de la silla y saludando sólo
con una ligera inclinación de cabeza toma cobardemente la puerta... y el buen Párroco viejecito, alzando al Crucifijo sus ojos, exclama profunda¬ mente apenado: ¡Qué madres. Señor, qué madres! ¡Qué vuestra preciosísima sangre caiga, Jesús mío, sobre ellas
y sobre sus hijas, y las purifique y sal¬ ve para siempre!..
Alonso de la Espina,

174

El Heraldo de Cristo

Fecha Centenaria

(continuación)

Créese que excavando el caballo el suelo, donde estaba atado, metió alguna vez la mano tan adentro que al sacarla
dejó abierto real y no fabulosamente conio del fingido Pegaso la delirante gentilidad lo creó, un manantial tan caudaloso que la copia de agua dulce y viva que manaba hizo entender al Due¬ ño cuando volvió para recobrarle, y lo entendieron cuantos por informe del forastero fueron testigos oculares de la novedad, que aquello era indicio de caudal más copioso procedente de al¬ gún hidrofilacio escondido en su seno. Trataron de hacer averiguación de su
juicio y a poco que cavaron hallaron que se conformaba con la verdad. (Sepius a minimis inferri maxima possu¬ mus). Y como al hallazgo de aquel teso¬ ro debieron los de Felaiiitg el aumento de su pueblo, habiendo sucedido a 20 Julio fiesta de Santa Margarita Virgen y Mártir Antioquena, esto, a lo que se conjetura, fué la causa impulsiva de votarla la villa por Patrona y de erigirle
en el mismo sitio donde se verificó el
hallazgo, en memoria y señal de este. Capilla en su honor.
Esto y no otro, ni con otras circumstancias es lo que cree y ha creído siem¬ pre este Pueblo; y sin embargo poco ha, contra lo que está recibido en creencia e inmemorial y no interrum¬ pida tradición oral, pasada con sinceri¬ dad de padres a hijos, se ha esparcido

la noticia que fué milagroso el hallazgo de nuestra fuente que nos la concedió Dios mediante las devotas diligencias
del Mtro. Fr. Guillermo Casellas de la
Orden de Predicadores, hijo de esta villa, de cuyo mérito se hará honorífica mención en la tercera parte de esta obra; y que sucedió, no como hasta aquí ha creído el pueblo, y sí en termi¬ nos muy diferentes, noticia extraída, según se me ha informado, de las obras
de cierto autor de folios volantes y que
sin duda inguoraría que la piedad ver¬ dadera jamás ama la falacia, y que en punto a nuestra Sagrada Religión la ficción más leve es siempre mentira
grave.
Dice esta noticia (cuyo contenido a pesar de llevar todo aire de inverosimititud posible ha obtenido el aprecio de algunos) «que hallándose en esta villa
))en el mes de Julio, hacia los años de
))mil cuatrocientos y noveynta, el ex))presado religioso, viendo la falta de ))aguas vivas que experimentaba el ))pueblo, con deseo de remediarla, po-
))niendo en Dios la confianza de lo-
wgrarlas, dispuso una devota y solemne ))procesión de Rogativa que se hizo el ))dia veynte de dicho mes a la cual
«concurrieron el Clero, el Alcalde, y
«Jurados con todo el resto del Pueblo
«y también el referido religioso; (Continuará) Por la copia, Ben-Ali

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El Heraldo de Cristo

175

PAGINES POPULARS

i\\ quant caurà sa República?

Aquesta és una pregunta que molts fan i que no saben contestar ni resoldre. Jo, lectors benvolguts, venc a dir-vosho; i voldria que tot d’una que voltres lieu sapiguesseu lieu dasseu a
conèixer a tothom; als vostres amics i
a tots aquells qui vos fassin la tal pre¬ gunta.
¿Quant caurà sa República? o, lo que és igual, quant acabará aquest mal-es¬ tar general que lii ha dins Espanya?
I quant ha de caure? Caurà quant Déu voldrà, és a dir, (m’havia equivo¬ cat, dispensan) caurà quant iioltres vol¬ drem. ¿No heu creis lectors? ídò això serà sa realidat; quant noltros voldrem que acabi acabarà.—Està bé, voltres direu; jo heu vull ben de bon de veres i 110 obstant segueix com si res.
En un dels escrits trobats darrera¬
ment de la Vble. M. Maria Ràfols de
qui tots heu sentit parlar moltes vega¬
des, el Cor de Jesús, diu, en sustància
aquestes paraules; «Jo prest reinaré da¬ munt Espanya,—lectors, escoltan be lo que ve, que és molt interessant — però abans la purificaré de totes les seues
inniuiidícies, de tots els seus vicis i pe¬ cats i de tot això que ofén a mon Pare Celestial,
Heu sentit, lectors?
Ara deixau que vos dugui a contem¬ plar una estoneta lo molt enfora que estam de l’estat en que el Cor de Jesús desitja trobar a Espanya per establir-lii
el seu reinat.
Generalment després d’haver passada una cosa se pot judicar d’ella; i ara que ja és passat s’estiu podem també judicar d’ell.
Enguany les platjes de la nostra illa s’han vistes atapaïdes de gent de tota

classe i condició; cada any anava amb aument, però enguany ha arribat a un punt culminant. ¿Està aquí el mal? No; tots bé sabem que és lícit estiuejar. Però lo que no és lícit és fer lo que s’ha fet. Les platjes de Mallorca s’han ofeses gravement, s’han embrutades, millor dit, amb les immodèsties que en elles s’han comeses.]
El cel blau i transparent de Mallor¬ ca no s’havia queixat tant may dels mallorquins. Perquè? Perquè contem¬ plant el modo de vestir, o millor dit, la desnuesa dels estiuejants ha tingut per gran ofensa que mentres ell se con¬ serva pur i clar la gent que ell abriga¬ va s’entregàs als vicis i escàndols més repugnanfs. Déu solament sab els es¬ càndols que s’han donats. Quantes àni¬ mes abans blanques i pures, més que les assutzenes de la platja, han quedat tacades amb la lletjura det pecat!.,.
Passem ara a un altre punt. Anem a contemplar les festes que hi ha hagu¬ des als pobles.
En el número de Juliol dèiem que les festes consistien en anar ben mudats,
fer un bon dinar i coses semblants. Ara
vejent lo que hi ha hagut podem afegir qualque cosa més; i és que les festes d’enguany han cansistit, casi a tots els pobles, amb uns bons balls d’aquets
moderns, amb unes comèdies moder¬
nes també i amb uns cines que voltres
bé sabeu si son moderns o no; i a tots
aquets espectacles que tothom sab estan prohibits per l’esglèsia, per les bones costums i pel sentit comú, no hi ha fal¬ tat gent d’aquella que a boca plena se
diu catòlica.
Vos contaré un cas perquè vejeu que no són infundades les queixes.

176

El Heraldo de Cristo

A iins 4el pol)les més cristians de Mallorca (el nom del cual me perme¬ treu deixi dins el tinter) va succeir un cas de lo més edificant.
Es el dia de la festa del poble. Al de-
matí molta gent va a missa i a combre¬
gar. Entre la gent que s’acosta a la sa¬ grada Comunió bi ba una jove. Rebuda la Comunió i oïda missa—per allò de quedian de quedar bé davant totbom,—
torna a ca-seua. Durant el dia no deixa
cap funció de la festa a no ser les de l’església. Al cap-vespre, com que s’ba
fet un vestit non, surt a Iluir-lo. Es tan
inmodest i impúdic qne si el dugés un’altre ella s’escandalisaria, però ara és ella i... ¡paciència!
Al vespre bi ba ball (s’entén del ball modern, que ja ba passat a riiistória), ella bi és; no ba de refriar lo que fan les damés; i com és de suposar fa de
bailarina fins a la mala-hora de la nit.

Permeteu-me aquesta retxa de punts suspensius perquè no podem posar
més detalls.
Tard, ben tard, se veu passar pel ca¬ rrer un grapat de gent duguent una jove. Es ella... la duen a ca-seua. Sa mare tota avergonyida no sab que dir... és que en té la culpa. La posa al llit i després de 4 o 5 bores torna en sí... Ma¬ re i filla se vesteixen i parteixen a mis¬ sa (es la segona festa) i també van a combregar.
Lectors! Aquí vos present a una beata acabada i exemplar, que dú un ciri a
St. Antoni i un altre també al dimoni,
pregant perquè prest acabi sa Repú¬
blica.
Què vos pareix, acabarà anant així? Tendrá ganes el Cor de Jesús de venir a reinar damunt la nostra Espanya si le veu tan tarada? Esper que vol tros
sabreu contestar.
D. Quel Torre (Capità retirat)

FIESTAS LULIÁNÁS EN CURA
¡¡TERCIARIOS MALLORQUINES!!
Sobre la montaña de Randa, santificada por fa peniten¬ cia del Beato Ramón Lull, el domingo día 8 de Octubre,
se hará conmemoración solemne del nacimiento siete
veces secular del Hijo Mayor de nuestra Raza.
No dejeis de acudir allí

El Heraldo de Cristo

177

Numerosos peregrinos a Roma. —A la misa rezada que el Papa dia 7 de Septiembre celebró en la Basílica de San Pedro para los peregrinos que se hallan en Roma, parq los «ayanguardisli» italianos que residen en el Ex¬ tranjero pero que abora se encuentran en Roma para tomar parte en las prue¬ bas deportivas y también para los participantes en la XVII Semana So¬
cial Católica Italiana, asistieron en total
unas 30.000 personas.
Entre las personalidades í'ignraban 30 obispos y don Carlos, hijo del conde de Caserta, con su hermana la princesa
María Pía de Borbón, viuda de Orleans,
así como el hijo de ésta. Los «avanguardisti» entraron Ibrina-
dos en la Basílica al mando de sus jefes y llevando sus banderas y músicas, cansando la admiración de los peregri¬ nos presentes.
Su Santidad descendió con el ascen¬
sor a las siete y cuarenta y, subiendo en
la Silla Gestatoria, entró en la Basílica
en medio de las aclamaciones de la
muchedumbre.
Al llegar a los «avanguardisti)) se de¬ tuvo el cortejo y el Papa bendijo a la
multitud.
Después se dirigió al altar, se revistió con los ornamentos violáceos y dió comienzo a la misa por la propagación
de la Fe.
Asistió a Su Santidad el Cardenal
Dalla Costa, arzobispo de Florencia.

Una vez terminada la misa. Su San¬ tidad en la Silla Gestatoria, se retiró, no sin volverse desde el fondo de la
iglesia y bendecir de nuevo a los líeles que reanudaron las aclamaciones al
Pontífice.
La muchedumbre tardó media hora
eii evacuar la Basílica y, ya fuera, pre¬ senció el desfile de los «avanguardisti»
italianos.
La representación de la Pasión en el Japón. — Sapporo, (Japón).—El Padre Zenón Fleck, misionero en el pueblo de Hiroshima, junto a Sapporo, lia querido celebrar el Año Santo de una manera particular con la represen¬ tación pública de las escepas princi¬ pales de la Pasión de Nuestro Señor
Jesucrisio.
La pequeña cristiandad aceptó la
idea con entusiasmo, encontró entre sus miembros 19 actores y también los me¬
dios de hacer frente a una parte de los gastos necesarios.
El misionero tuvo que pensar en todo y hacer todos los oficios para preparar lo necesario. La escena fué preparada en el campo deportivo, y en la tarde del 25 de junio una gran muchedumbre de cristianos y paganos, venidos de los contornos, asistía conmovida a la pia¬ dosa representación.
La subida al Calvario y la escena de la Cruciñxión, han hecho la más pro¬ funda impresión.

178

El Heraldo de Cristo

Tragaciiras confundido.—Dos sacer¬ dotes viajaban en un tren cerca de
París, Suben varios comunistas. Uno
de ellos, al ver dos sotanas, exclama:
«He aquí dos bocas inútiles. Estos zán¬ ganos se han hecho curas porque no sirven para otra cosa».
Entonces uno de los Padres saca
tranquilamente su tarjeta de visita y la presenta al tragacuras, quien lee: «Pa¬ dre Andreas Renaul, excapitán de arti¬ llería, Legión de Honor». Otro tanto hace el segundo sacerdote. El comunis¬ ta lee: «Fray Columbano, capuchino, en el siglo Agidles Lefebre, capitán de fragata».
Los frailes son retrógados?—Trinidad (Belli, Bolivia).—A causa de la depresión económica, lo que más escasea actual¬ mente en esta región—debido a su cos¬ te fabuloso—es la ropa. Cosa rara, ya que en el pais se recoge una cosecha abundante de algodón, muy variado y de óptima calidad. Mas la falta de co¬ municaciones impide competir con otras industrias similares, bien organi¬ zadas, del extranjero.
Ello ha hecho que los misioneros católicos, deseosos siempre de fomentar el bienestar completo de sus fleles, ha¬ yan optado por la construcción de tela¬ res a fin de que los indígenas aprendan
a fabricar en sns mismas casas telas
acaso mejores que las recibidas del exterior. Ya, antiguamente, las Misiones de Mojos que caían dentro del Vicariato Apostólico actual de Beni,eran famosas por los tejidos que allí se elaboraban.
En el museo de Viena se conservan
algunas vestiduras principescas, con¬ feccionadas con telas, preparadas por los Mojos.
Fué el jesuíta Padre Cipriano Barace quien al internarse, entonces, por aque¬

llas selvas enseñó a los indios el oficio
de tejedores, a fin de que, con algodón silvestre pudieran confeccionar telas y
cubrir sus desnudeces.
Esta industria fué establecida en to¬
dos los pueblos. La distribución del trabajo se efectuaba por «parcialidades» que eran como las cofradías y gremios de Europa. Aún, hoy en dia, todavía los indios Mojos se acuerdan de aque¬ llos tiempos, bien que no canserven más que un telar primitivo y rudimen¬
tario consistente en un bastidor vertical.
Los Misioneros Franciscanos tratan
de dar ahora nueva vida a los talleres.
Los Padres Marchena y Anasagasti, han montado ya sus pequeños talleres en las localidades respectivas de San Ignacio y San Lorenzo.
Mientras en España se prohibe enseñar a los religiosos...— Taihoku (Formosa, Japón). — Hace algunos meses se ha celebrado en el gran Colegio de la Beata Imelda la distribución de diplomas y premios a 95 alumnas (japonesas 68 y las restantes formosanas) que habían
terminado el bachillerato.
El acto fué presidido por el excelen¬ tísimo Gobernador Provincial y el In¬ tendente de estudios del gobierno de la isla, además de otras autoridades y más
de un millar de personas.
El séñor Gobernador y el Intendente de Estudios pronunciaron discursas altamente elogiosos para las directoras del Colegio, donde actualmente hay 465 alumnas y un claustro de 17 profe¬
soras.
Dicho gran centro docente, único en su género, en toda la isla, se halla a cargo de las Dominicas españolas y ejerce una influencia moral tan grande que constituye una de la^ mayores glo¬ rias de la religión católica en Formosa.

El Heraldo de Cristo

179

NECROLOGIA

PALMA.—Dia 8 de Septiembre falle¬ ció la noble Señora, Terciaria de San
Francisco, Doña Josefa Sqnella Rossi¬ nyol, de 39 años de edad, esposa del
noble Señor D. Nicolás Dámelo Rossi-
nj^ol. Aimcfne la muerte le sobrevino muy apresuradamente pudo recibir los
santos sacramentos de Penitencia y
Extrema Uncionquele fueron adminis¬ trados por el P. Superior de S. Francis¬ co.—Nosotros que la conocíamos pudi¬ mos apreciar su profunda piedad y su ardiente caridad hacia Dios y hacia el prójimo. Nuestro convento de Palma la
cuenta entre sus señoras benefactoras
más insignes. Enviamos la expresión de nuestro
sentido pésame a la familia de la di¬ funta Señora, principalmente a su es¬ poso que llora inconsolable tan sensible pérdida y rogamos encarecidamente a nuestros lectores que encomienden a
Dios el alma de la finada.
—D. Andrés Xamena y Llabrés, natu¬ ral de Consell y domiciliado desde al¬ gunos años en esta ciudad, falleció dia 15 de Agosto después de recibir los últi¬
mos sacramentos. Cristiano ferviente
educó cristianamente a sus hijos. Des¬ de hace muchos años pertenecía ala V. O. T. de S. Francisco y era suscriptor
de «El Heraldo de Cristo».—Mientras
rogamos a nuestros lectores le tengan presente en sus oraciones enviamos nuestra condolencia a su familia parti¬ cularmente a su hijo D. Miguel, sus dos hijas. Religiosas Franciscanas, Sor Ma¬ ría de la Cruz y Sor Estanislava, y su hija política D“. Angela.

—Enviamos nuestro pésame a la fami¬ lia del difunto, en particular a su hija. Religiosa hija de la Caridad, Sor Rosalina, y a sus sobrinos, nuestros hermanos en religión, R. P. Fr. Damián Nicolau y R. P. Fr. Rartolomé Nicolau.
LLOSETA.—Dia 24 de Agosto murió en la paz del Señor la fervorosa Tercia¬ ria y antigua suscri])tora de nuestra
revista DL Catalina Coll Abrinas, de edad de 60 años. Sufrió con admirable
paciencia y resignación la dolorosa en-
íermedad que le llevó al sepulcro.— Qué el Señor de vivos y difuntos le dé el eterno descanso de los justos y con¬ suele en su justo dolor al esposo y de¬
más familia de la difunta. PORRERAS.—Confortada con los au¬
xilios de la Extrema Unción falleció en
la paz del Señor el dia 12 de Agosto, D‘'.
Catalina Bonet a la edad de 71 años, de¬
jando buen ejemplo de acrisoladas vir¬
tudes cristianas.
Fué terciaria devotísima del Seráfi¬
co Padre San Francisce y pertenecía a

VILLAFRANCA DE RONANY.—Des¬
pués de muy breve enfermedad y des¬ pués de recibidos los auxilios de la Reli¬ gión, dia 22 del pasado Agosto, murió
D. Jaime Nicolau Marimón. Hombre
de arraigadas creencias religiosas in¬ culcó a sus muchos hijos el santo temor de Dios que es el principio de la sabi¬
duría. bA’a uno de los Terciarios de
San Francisco más antiguos de dicho pueblo y profesaba gran amor y devo¬ ción al Seráfico Patriarca y a sus hi¬ jos.—Dios le tenga en su santa gloria.

la Junta Directiva de la Hermandad de
Porreras, siendo fiel y exacta cumplido¬
ra de su cargo.
Su cadáver fué acompañado al ce¬ menterio con el pendón y un notable grupo de Terciarios.
Reciba su íamilia, particularmente
sus hijos, nuestro sentido pésame, y su¬ plicamos a los lectores del «Heraldo» del cual era suscriptora rueguen por
el eterno descanso de su alma.

180

El Heraldo de Cristo

21.° BIBLIOGRAFIA Fragancias del Carmelo. Ejercicios devotos y
prácticas de piedad consagrados a la Virgen del Carmen. Por MANUEL MOZAS Mesa, Catedrático
Cofrade del Carmen.—Un volumen de 8k 13 1/2
cm., de 110 pags. En rústica, Ptas. 1. (Por co¬ rreo, certificado, Ptas. 0'20 más.)-Luis Gilí, edi¬ tor, Córcega, 415, Barcelona.
Una obra más consagrada a la Sanfísima Vir¬ gen del Carmen, devoción universal y tan hon¬ damente arraigada en el pueblo español. Este librito viene a acrecentarla, pues comprende:
Una reseña histórica del santo Escapulario

Museum, novament transcrita i publicada amb intro¬ ducció, notes i glossari per FRANCESC DE B. MOLL.
El joven y muy competente filólogo, Francis¬
co de B. Moll, ha demostrado su vivo entusias¬
mo por la causa luliana editando de nuevo la Vida Coetania de nuestro insigne compatricio,
el Bto. Ramón Lull.
Cosa notoria es la importancia del mencio¬ nado documento, escrito primero en latín y traducido luego en lengua vulgar por un ad¬ mirador contemporáneo de nuestro Beato.
Esta nueva edición de la Vida Coetània, pre¬

del Carmen, con los privilegios, requisitos y parada con cariño e interés, forma un breve

condiciones para lucrar sus grandes promesas. opúsculo cuidadosamente presentado y viene

La Visita Domiciliaria déla Reina del Car¬ avalorada con acertadas notas aclaratorias y

melo, con sus oraciones de bienvenida y des¬ con un sucinto vocabulario para facilitar la lec¬

pedida. 3.° Ejercicio devoto para el 16 de cada tura del mallorquín de los siglos medioevales:

mes dedicado a la Virgen del Carmen, con su por todo ello abrigamos la esperanza de que

ofrecimiento. Corona de las Siete Alegrías y sú¬ el opúsculo luliano será bien recibido y adqui¬

plica. 4.° Novena en honor de Nuestra Señora rido por los que todavia sienten amor y entu¬

del Carmen; y 5.® Los Segundos Domingos de siasmo por el gran Maestro y Mártir de Bugía.

Mes consagrados a la Santísima Virgen del

Esta galana flor, que el Señor Moll ofrece al

Carmen, con su oración preparatoria, una lec¬ Beato con motivo del centenario de su naci¬

tura espiritual para cada mes del año y oración
final.
De ahí el expresivo título del librito: FRA¬ GANCIAS DEL CARMELO, reflejos de las vir¬

miento, doquiera sea llevada difundirá fragan¬ tes aromas de virtud y santidad del más santo y virtuoso de los hijos de Mallorca.

tudes que se han de sentir y exteriorizar para que se dilate más la devoción a la Santísima Virgen en su dulce y amoroso título del
Carmen.
El doctor Manuel Mozas Mesa, joven e ilus¬ tre catedrático, laureado literato y excelente publicista, de muy justo renombre, ha escrito el librito con tal amor y galanura, que constituye una excepción honrosísima en las obras de este género, por lo que no dudamos de la favora¬ ble y entusiasta acogida que ha de merecer su obra, que será leída con agrado y conservada
con esmero.

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El enunciado de estas estampas explica su contenido, que no es otro que poner a la con¬ sideración y meditación de los tieles los quince misterios del santo Rosario. Texto escogido y bellos grabados; precio de propaganda. De¬

Vida coetania del reverend Mestre Ra¬ votos de María, haceos un deber difundir es¬

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