El Heraldo de Cristo 1923, n. 175
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Los consuelos de la muerte
Non a ver che sia la morte
il peggior di tutt’i malí; e un sollievo pei mortali
che son stanchi di soffrir.
scuLPiDo groseramente en un árbol del Desierto de Sarriá, vi hace muchísimos años estos versos. No es fácil adivinar si los inspiró una resignación religiosa o una desesperación materialista.
Algunas veces los he recordado después; una de ellas hoy, viendo un entierro. Entre los concurrentes, unos decían ¡Pobre hombre!, otros apresuraban el paso, como para alejarse de aquel recuerdo de la muerte. Unos y otros me ofrecían la fotografía moral de la sociedad moderna sobre este punto. Mirar la muerte como la gran desgracia; desechar su idea como perturbadora del bienestar que se disfruta. ¿Es esto razonable?
jA vivir! ¡A sentir! jA gozar! Lícita o ilícitamente, por móviles de virtud o de vicio, para fines más ó menos recomendables, la grande aspiración de la generalidad de las personas es vivir aprisa, buscar y amontonar emociones, dar actividad febril a las concepciones del entendi¬ miento y a los afectos del corazón, cual si se tratara de abarcar en algunos años de vida la vida de algunos siglos.
¿7 qué produce esta exuberancia de aliento vital? ¿A qué móviles obedece? ¿Obramos, al procurarla, por convicción serena o somos arrastrados inconscientemente?
]Ah! La razón es bien sencilla. Obramos así porque la vida es corta y nos parece que lo es aún más; porque la muerte se nos presenta siempre amenazadora en todas las edades del hombre, y para que no nos sorprenda, tratamos de aprovechar cuanto se pueda, en nuestro bien, los días tan pocos que el Criador ha concedido a su criatura.
Si al menos, dada esa tendencia de nuestro espíritu, mirásemos la muerte sin espanto, como lo que es; como el término sabido y esperado de nuestra existencia; como el punto

162

El Heraldo de Cristo

hacia el cual vamos andando, cual viajeros en camino, desde que nacemos; no como una desgracia, sino como un suceso natural y, a veces, hasta como una esperanza consoladora.
Si estas ideas se generalizasen, serían de gran provecho moral para todos los que sufren, para todos los agobiados de pesares y tristezas. Con ellos están nuestras simpatías; para ellos son estas líneas.
Los hombres no somos lógicos y consecuentes en este punto. Mientras tenemos la muer« te, la olvidamos, como si con olvidarla la pudiéramos alejar un solo minuto: rechazamos su idea como un recuerdo inoportuno, sin fijarnos en que todo parece a nuestro alrededor, y que todo nos presenta la imagen de una marcha progresiva de destrucción.
Desde el robusto cedro, que vive siglos, hasta la flor hermosa que brilla un solo día, todo el inmenso reino vegetal nos ofrece la imagen de la instabilidad de sus bellezas.
En el reino animal la vida'es también limitada, aunque en algunas especies sea fecundí¬ sima; y hasta en el mineral, en las transformaciones físicas del globo y de los diversos elementos que lo constituyen, las convulsiones geológicas, la destrucción lenta y progresiva de toda la materia, nos está gritando: Jmuerte, ley de muérteí or todas partes.
En cuanto a la criatura humana; no sólo perece, sino que su existencia es un prodigio continuado. Desde la cuna al sepulcro, nuestro cuerpo débil, funcionando con un organismo tan perfecto como delicado, está sujeto a infinitas enfermedades y accidentes mortales. Cada día que abrimos los ojos a la luz; después del sueño; que es una muerte transitoria, recibimos una nueva vida; que se sostiene a pesar de su fragilidad, porque la Omnipotencia divina ha fijado un término, y mientras’no lléga ese término, la preserva casi milagrosamente de todo lo que pudiera y debiera destruirla.
y si nuestra obcecación o aturdimiento dudase de esto o nos lo hiciera olvidar, el espec¬ táculo de lo que vemos cada día debiera ser una lección bien elocuente. Mueren los ancia¬
nos por la extinción natural de la vida; pero mueren también los jóvenes y los que aun podían esperar algunos años de disfrutarla. Si echamos la vista a nuestro alrededor, jcuántos pa¬ rientes, amigos y personas queridas, pedazos de nuestro corazón, hemos visto desapareceri ¡Asombra el cálculo del plazo periódico en que cada población se renueva por completol ¡Espanta el considerar como el corto recinto de los cementerios va tragándose generaciones
enteras I
Pues bien; lo que a los demás les mató, pudo matarnos a nosotros. No ha sucedido así; gracias a la bondad divina, continuamos aún en la tierra, pero por breve tiempo quizás, y cuando llegue nuestra hora, toda nuestra existencia pasada se resumirá en dos cosas: para Dios, en las buenas o malas obras que habremos hecho; y para el mundo, en el poco bien que hayamos procurado a nuestros hermanos, y en el recuerdo cariñoso que dejemos a las
personas queridas.
Esto es ley inevitable. ¡Inevitable!... sí; y aunque la palabra parezca terrible, no debe serlo: la muerte no debería espantarnos, sino ser esperada, prevista y recibida con resigna¬ ción consoladora. Lo contrario es desesperarnos en la impotencia y aspirar al absurdo.
Imaginemos un imposible; figurémonos que uno de nosotros goza aquí en la tierra de una vida si no inmotal, duradera de siglos en vez de serlo de años. ¿Gozaría más? No, cier¬ tamente; vería desaparecer de su lado la generación que le es amada y con la cual ha vivido; prolongaría una existencia aislada, cansada, enferma quizás, y llegaría a desear la muerte como un reposo material para el cuerpo y como esperanza celestial para el espíritu, que no
perece.
Cuando la tradición popular ha querido personificar en un individuo el crimen del pueblo deicida, no ha inventado castigo mayor que el de suponer un judío errante sobre la tierra, que anda y anda siempre, sin encontrar, aunque lo busca y lo desea, el descanso de la
tumba.
Además, para el que sufre y tiene fe, ¿qué es la muerte más que la comparencia ante el

El Heraldo de Cristo

163

Tribunal divino e inapelable, donde se líquida toda cuenta y donde empieza a aplicarse estrictamente la gran ley de las compensaciones, sin la cual ni es posible concebir la perfecta justicia de Dios?
¿Eres desgraciado? ¿Has sufrido la pobreza? ¿La has soportado con recto proceder y con cristiana resignación viendo sin envidia ni rencor tu honrado abatimiento, al lado del alzamiento de otros hombres? Pues la muerte en Dios, no sólo es para ti el fin de esa vida de penas, sino el principio de otra de verdaderas riquezas celestiales.
Vosotros los que sufrís por otro estilo, los que teneis el corazón lacerado por dolores superiores al de la simple pobreza; vosotros los que recibís en esta vida la amargura a mares y el consuelo a gotas; vosotros los que lleváis, por vuestra culpa o sin vuestra culpa, la marca del dolor esculpida en vuestra alma, no os consideréis seres privilegiados de la adversidad, no levantéis gritos de rebelión contra la injusticia que os condena a padecer, mientras otros gozan inmerecidamente; esperad la muerte; en ella está el cambio venturoso; allí se nivelan las penas y los goces; allí recibiréis lo que aquí os ha faltado. Al llegar nuestra última hora, ¡dichoso el que ha padecido mucho en esta vida!...
Finalmente, si nos asusta la muerte porque nos separa de las personas que son objeto de nuestro cariño, pensemos que esas personas son mortales también; que serán llamadas como nosotros a una nueva vida imperecedera, y que en ella hemos de volver a verles y a amarles y a ser amados por ellas, con una perfección jamás alcanzable acá en la tierra, sin ninguna aspereza, sin ningún lunar, libres en absoluto de todos los defectos que en el mundo como hombres hemos tenido unos y otros, y con las cualidades y virtudes que poseíamos,
auntentadas a las sublimidades excelsas de la mansión celestial.
¡Afuera, pues, cobarde miedo a la muertel Ya que la arrostran valerosamente el soldado en el campo de batalla, el marino en los mares tempestuosos, el misionero en su evangélico apostolado y el mártir en la sublimidad de la Santa fe, arrostrémosla todos, aunque no estemos en esas condiciones excepcionales de heroicidad, con el valor sereno del alma, con la convicción de ser un sueño inevitable, y con la confianza suprema en Dios, que es el mejor depositario de santas confianzas.
Pobres que sufrís, seres,que padecéis en todos conceptos, oídlo bien: no sois tan desgra¬ ciados como creéis; no tenéis motivo de queja, porque... sois mortales. La muerte sin fe será una gran desgracia, pero la muerte con la fe, ¡qué gran consuelo!...
Fausto
(De La Familia)

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164

El Heraldo de Cristo

FELIZ INSPIRACION

Sobre el lecho del dolor yacía un infe¬ liz padre de familia, aquejado por ferri-
ble enfermedad.
Estaba desahuciado de los médicos;
moriría sin remedio, pero sólo él lo ignoraba.
—No hay que asustarle, decian por lo bajo las personas que le rodeaban; no, no hay que asustarle, y moriria sin sa.cramentos, sin arrepentirse de una vida malgastada en la indiferencia y ¿quién sabe? en el vicio; triste engaño que hoy se ha generalizado, por desgracia, como
un medio cómodo de morir sin remor¬
dimientos, y mueren los cristianos sin pensar en Dios cuando más necesidad tienen de granjear su misericordia en aquella terrible hora de las justicias ine¬ xorables y eternas.
Afortunadamente para el enfermo, te¬ nía un hijo de nueve años, verdadero
angel de candor, y este se encargó de comunicar a su padre la terrible noticia: los niños suelen tener sublimes aspira¬ ciones que Dios les concede en momen¬ tos oportunos.
—jPapá! le dijo un día, mamá está llorando en el salón, el médico ha dicho

que no tienes remedio; yo he rogado a San Antonio que te ponga bueno, pero no debe ser la voluntad de Dios, quiero que te confieses, papá, me lo ha inspi¬
rado un santo
El enfermo abrió los ojos desmesura¬ damente, quiso incorporarse...
—Si, hijo mió, le dijo abrazándole, y también quiero, tu mismo llamarás hoy al Sr. Cura, que venga
A los tres días espiraba el enfermo, pero antes llamó a su hijo, y en presen¬ cia de todos dijo:
—Hijo mió, sin la inspiración de San
Antonio, acaso hubiera muerto sin sa¬ cramentos, me has hecho el mejor bien posible que puede hacer un hijo por su
padre; que Dios te bendiga, yo cuidaré
de ti desde el cielo.
El padre murió como mueren los jus¬ tos que antes se han arrepentido de sus extravíos y el hijo fué siempre devoto de su querido Santo.
Fr. Angel Ortega
o. F. M.
(De la Voz de San Antonio)

Tú que a los pobres das la mano y al afligido consuelas; Tú que solícita velas por la suerte del cristiano;
Házle sentir que no es vano
su salvación en ti fia, dále paz, dálc alegría. Sé su amparo y su consuelo, y sepa el que, si va al cielo. Es por ti, dulce María.
Fr,Juán de Dios León

El Heraldo de Cristo

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LOS DESPOSORIOS DEL NIÑO JESÚS CON SANTA CATALINA
Cuadro de Murillo « Museo del Vaticano

OREMOS

"Bienaventurados los miseri¬ cordiosos, porque ellos alcan¬ zarán misericordia."
N estos días en que hacemos con¬ memoración de los difuntos, la
Iglesia nos llama a todos para cantar himnos no alegres y festi¬
vos, sino tristes y severos
Hoy resuena la voz dolorida de las cam¬ panas cuyos sonidos, rasgando los aires, llegan hasta nuestros oidos, y nos invitan al templo a orar por los difuntos que nos precedieron en la profesión de la misma fe y

duermen el sueño de la paz, esperando e auxilio de nuestras oraciones y buenas obras.
Hoy, como nunca, debemos elevar fer¬ vientes plegarias al Señor, uniéndonos así a nuestra madre la Santa Iglesia que anhela
ardientemente subamos a Dios con las alas
de la oración, para que se digne atender a los suspiros jamás interrumpidos de aque¬ llos que nos han precedido en su tránsito a la
eternidad.
Asimismo nos convida a la ciudad de los
muertos, al cementerio que tantos recuerdos evoca, y que es para nosotros cristianos.

166

El Heraldo de Cristo

lugar de dulce y apacible sueño del cual vendremos a despertar un día, para sabo«
rear eternamente las dulzuras celestiales.
Aquí, en este campo santo, que a pocos días será nuestro reposo, hacemos memoria de nuestros padres, hermanos, amigos... cuyos
beneficios echamos de ver ahora más que
nunca. Aquí, en esta región de la muerte, reproducimos en el alma las penas que afli¬ gieron profundamente nuestro corazón, cuan¬
do oíamos de unos labios balbucientes el
último adiós. Aquí, en fin, aprendemos cuán poco dista el amanecer del ocaso, y enton¬ ces, sí, con razón comparamos la vida a una flor hermosa que nace al rayar el alba, mensajera del nuevo día, pero que se mar¬ chita por la tarde:
«A florecer las rosas madrugaron, y para envejecerse, florecieron: Cuna y sepulcro en un botón hallaron.»
Asi presenta la muerte la realidad de la vida, y traza las sendas por donde camine¬ mos. Abracemos, pues, sus sabios consejos, que es cátedra de verdad, y quien aprenda
en su escuela, vivirá eternamente. Estas consideraciones que declaran muy
al propio la instabilidad de la vida, y la falsa apariencia de las flores que la adornan, y las imponderables miserias que la circun¬ dan, podrían acobardarnos y conducirnos a una tristeza indiscreta. Pero, parad mientes que tenemos una madre solícita y diligente, prudente y veraz, que ama con entrañas encendidas en amor ardiente, y salva a cuan¬ tos se acogen a su sombra maternal: es la Iglesia que no qui'“re hijos lánguidos y que¬ jumbrosos, sino fuertes y resueltos, a quie„ nes alienta por ese valle de lágrimas; y en razón de conseguirlo nos recuerda aquellas consoladoras palabras del Espíritu Santo a S. Juan: *Beati mortui qui in Domino mo·' riuntufj bienaventurados los muertos que mueren en el Señor.» Expresión que endulza las tristezas, que abre los ojos para el cielo, y hace barruntar la grandeza del galardón
que nos espera.

Siendo esto asi, por muchos títulos ve¬ nimos obligados a escuchar su voz maternal, y a grabar en nuestro corazón sus divinas enseñanzas y sabios consejos. Porque, si llevamos fruto de buenas obras, nuestra vida
no pasará como humo que se disipa, sino que permanecerá iluminada con las miradas
eternas del divino Redentor.
Además, razón será por título de caridad, que socorramos a nuestros prójimos a quie¬
nes asaltó la muerte, cuando todavía no
estaban purgados de todos los pecados. Por lo cual, sus almas padecen ahora los rigores de la divina justicia, al par que de¬ sean unirse a Dios, como el ciervo apetece
las fuentes de las aguas.
]Cuán copiosamente nos recompensarían las oraciones y mortificacionés, si procurᬠsemos aliviarlasi Ellas, en efecto, asi que estén purificadas, luego subirán a la Jerusalén Santa, donde resplandecerái\\ como luceros perpetuos, y sus plegarias serán favorablemente despachadas por el Altísimo: no tendrán un deseo que no sea colmado plenamente, ni proferirán una palabra que benignamente no sea atentida, ni se acor¬ darán de nosotros, sino para impetrarnos las gracias que necesitamos. Asi, nos concederán toda suerte de bienes, porque el caudal de su riqueza será aquel soberano Señor, cuya voluntad es obrar, y cuya misericordia exce¬ de infinitamente a los grandes abismos de
los mares.
Finalmente, si acudimos a Dios por la ora¬ ción y mortificación, y mitigamos los tormen¬ tos que padecen estas almas. Dios mismo, en marchitándose la flor de nuestra vida, labrará la corona de nuestra gloria, y abriranos paso por aquella escalera que vió Jacob, cuyos cimientos estribaban sobre la espaciosa tierra, y cuya cumbre se remon¬ taba hasta el cielo. Pues, está escrito que son «bienaventurados los misericordiosos, por¬ que ellos alcanzarán misericordia.»
Fr. Bernardo de Quintaval

El Heraldo de Cristo

167

Cierto día habiendo llegado San Fran¬ cisco al pueblo de Albiano para predicar la palabra de Dios, subióse a un sitio más elevado donde pudiera ser visto de todos y solicitó su silencio. Enmudecie¬ ron y permanecieron quedos cuantos alli había; sólo algunas golondrinas que anidaban por los contornos movían es¬ trepitosa algarabía con sus atiplados
trinos. Reconociendo Francisco que era
imposible que se oyera su predicación, dirigióse a las inquietas avecillas y les dijo: «Golondrinas hermanitas mías,
tiempo ha que estáis charlando; hora es ya de que yo hable. Escuchad la palabra de Dios, guardad silencio y estaos quie¬

tas hasta tanto que yo acabe.» Entonces las avecillas, con admiración y pasmo de los asistentes, callaron al instante y no se movieron de su lugar hasta terminado el sermón. Al ver semejante prodigio, aquellos rectos varones, poseídos de
profunda veneración, exclamaron: «En verdad que este hombre es santo y ami¬ go de Dios.» Y con humilde respeto se acercaban al santo para poder siquiera tocar sus vestiduras, alabando y bendi¬
ciendo al Señor. Y no es ésto de mara¬
villar, por cuanto aun las mismas cria¬ turas irracionales reconocían el piadoso afecto y presentían el ingénuo cariño que les profesaba.

Claustro de San Francisco

“La Orden Tercera de San Francisco, sin hacer alardes que suelen suscitar

odios o restar simpatías, es un apostolado silencioso. Por su naturaleza parece

llamado, particularmente en nuestra época, a restaurar en los individuos y en las

familias el espíritu del Evangelio que va languideciendo en el mundo, merced a la

ruda oposición que contra el han levantado los enemigos de Dios. Su constante

labor, no por humilde y silenciosa, habrá de ser menos fecunda, porque no son los torrentes impetuosos, que se desbordan, los que fecundan los campos, sino mas bien

los rios de mansa y apacible corricnte.“

Emmo. Cardenal ÀLMÀRÀZ

168

El Heraldo de Cristo

EL VESTIT DEL BON

SEGONA PART

(Continuació)

Are ens falta examinar el puní curios de la modalitat del vestit del Bon Jesús,
o sia, del vestit hebreu en temps de Jesu-
crisí, comparat amb el dels altres po¬ bles. D’ aquesta comparació resulta que el vestit hebreu era igual sustancialmení an els dels grecs. En dues coses de secundaria importancia es diferenciaven, aixo es: en el sudari, en lloc del qual els
grecs duyen capell de diferent factura, i en les fimbries, que no tenien els man¬ tells grecs. En lo demés, aixo es, en les túniques i la faixa, en la classe de man¬ tell, i en les sandalies coincidien el dos
pobles. Cosa exíranya parexeirà aquesta afirmació, a més d’ un dels qui me es¬ colten', peró com comprendan, no es de la meva invenció, sino que la defensen autors dè nota, com per exemple, el
P. Munier en son llibre Vers /’ eternel
beauté, i M. Repond en la revista Bíblica que publica l’Instituí biblic de Roma. Vejem quines son les proves amb que
se fuhda.

Vista panoràmicide Calamayor

El Heraldo de Cristo

m

JESÚS

xitón i el mantell imatión, les sandalies
hipodémata o sandalia. Exactament
iguals son els noms que donen els grecs a les corresponents peces del seu vestit. Com a prova, per parí dels evangelis, basta recordar els passaíjes citats a la
primera parí d’ aquest treball; i en quant an el poble grec no tenim mes que con¬ sultar els autors grecs qui parlen de vestuari, o obrir qualsevol diccionari de la llengua grega. Prescindesc de cites
per no fer mes pesada aquesta confe¬ rencia. Are be, la coincidència exacta
dels noms usats en els evangelis i ent.’e el poble grec qualque cosa diu a favor de r ideníidaí de les coses per ells sig¬ nificades, o sia dels vestits.
El poble de Deu, com a nació petita
que va esser sempre, exceptuant els reináis de David i Salomó, en que s 'exíengueren un poc més els confins del reine, va estar sempre, en quant a indu¬
mentària baix de l’influéncia de les grans
nacions que el rodetjaven. Primer, dels egipcis dels quals tenia la forma de ves¬ tit quant s’en anar a la terra de promisió.
Després, dels assiris que extengueren

BALEARES r .3’ AIQO DOtSA
, 1.® En primer lloc, els noms de les peces del vestit hebreu, que usen els evangelis son exactament els mateixos que empren els autors grecs per desig¬ nar les peçes de la seva indumentaria. Així la túnica an els evangelis se diu

BALEARES.*, PALMA • MOLINOS OE STA. CATALINA
les seves conquistes fins an el mediíerrà, i per Lilíim, dels grecs que amb n’Elexandre Magne conqueriren tota l’Àsia i l’Egipte, i estengueren per tot la seva llengua i les seves costums. Dins la
Palestina no hi írobam monuments ar-

170

El Heraldo de Cristo

queológics d’escultures o pintures a fa¬ vor d’aquesta afirmació, perqué la Iley de Moisés prohibía an els hebreus ferne, a fi d’esqvivar el perill d’idolatria an a que tenien tanta propensió. Però no
falten medis de comprovaria. En quant a l’influència egípcia i al us del vestuari
egipcia, a la primera época de residència a Palestina, no’s pot duptar, perque els israelites procedien d’Egipte; allá vis¬ queren per espai de sitgles, i anant a la terra de promisió s’en dugueren el vestit
i altres costums que no estaven en opo¬ sició amb la llei de Moisés, com per
exemple, la costum d’embalsamar els
cadàvers.
Aquesta influència egípcia durà fins que un altre poble alcansà el predomini
demunt tot l’Orient, aixó es, fins que els assiris tot ho subjectaren a la seva po¬
tència, o al manco a la seva influència
predominant. D’aquesta època si que n’hi ha de monuments arqueològics trobats
en les excavassions de Ninive i la seva
comarca, que demostren que el vestit
hebreu, aixi d’Israel com de judà, era
igual an eldelsassiris.Bontestimoni n’es
un baix relleu del Obelise Negre de Salmenassar 11, trobat modernament en les excavacións de Nimrut i que’s conserva en el Museu Britànic. À les quatre cares
de dit Obelise, a son compartiment 11, hi apareix un bell estol d’israelites. A la primera hi ha representat Salma-
nassar 11, acompanyat de dos grans homos de sa cort, i un embaixador is¬
raelita, postrat amb gest humil a sos peus. També s’hi veuen dos missatjers igualment israelites portant en ses mans un tribut. Part demunt s’hi llegeix la
sigüent inscripció encaractercuneiforme: Madatusa Jau~a hahal Huunríi, que vol
dir: tribut dejehü fill d’Amri. Ala segona,
tercera i quarta cara hi son figurats altres missatjers portant en ses mans, o bé de¬ munt el cap o demunt les espatles altres objectes que especifica la sigüent ins¬ cripció: plata, or, làmines d’or, copes d’or, botelles d’ or, vassos d’or, utensilis reyaIs, ceptres per la ma del rey, bas¬ tons: tot aixó ho he rebut jo. (1) Aquest fou el tribut que pagájehú rey d’israél, l’any 842 antes de Cristo, an el rey de
Ninive Salmanassar II, essentne porta-
(1) F. Valbuena, Egipto y Asiría resucitados, torn
lllj Ilib. Vil, cap. IV

dor una bella partida de missatjers. Tots ells van vestits a usança dels assiris.
Lo mateix feien els naturals del reyne
de judà. Ho testifica un altre baix relleu de l’any 701 antes de Cristo, cisellat a un marbre del palau que tenia Senaquerib a Coyundschik, a la vora del Tigris, i que avuy es conserva igualment en el Museu Britànic. En ell figuren sis jueus, tres dels quais están ajonellats, i els altres drets, a la presència de Senaquerib, que séu ple de majestat en el seu trono, dins un camp frondós, a la vora de Lakis, ciutat de Judea que tenia assetjada. Ho dona a entendre l’inscrip¬ ció que te gravada, la traducció de la qual es com segueix: Senaquerib, rey de les nacions, rey de Assíria, está assegut demunt un trono alt. i a sa pre¬
sencia son les despulles de Lakis. (1) Encara que els dits jueus no duguen
sino just la túnica no poren amagar en
via nenguna que vesteixen a l’estil assirienc. Aquí qualqú poría posar en qües¬ tió si els assiris representaven els seus
tributaris amb el vestit assirienc., i no el
propi de cada nació vençuda. Peró ens demostren lo contrari les portes de bronze del palau del mateix Salmanas¬ sar, a on els pobles subjugats vesteixen cada qual a sa propia manera. Per tant si els jueus son esculpits amb el vestit assiri, es clara senyal que 1’ havien adoptat i l’usaven. (2)
Mes tart la nació jueva fonc penetrada per l’influència grega. A la segona mitat del sigle IV antes de Cristo, Aleixandre Magne se feu seva tota l’Asia, ende¬ rrocant fimperi dels perses, i les portes de Jerusalem li foren ubertes, fins i tot les del temple a on adorà el vertader Deu. A la seva mort, l’any 301, els jueus caigueren baix de la dominació dels Ptolomeus i un sigle mes tarí dels Seléucides, uns i altres de niçaga grega. Des¬ prés de les èpiques lluites dels Macnbeus, l’any 140 antes de Cristo, recobra¬ ren llur independència, fins que Pompeu los somaté a l’imperi romà, una cinquentena d’anys antes de Jesucrist. Dins tot aquest temps, inclosa l’època roma¬ na, les costums i la civilisació grega im-
(U F- Valbuena. Egipto y Asiría resucitados, \\om III, llib. VIII, cap. II, art. 2."
(2) Lenormant, Histoire ancienne de ¡‘Orient, ed. novena, tom IV, p. 200.

El Heraldo de Cristo

171

pcraven dins la Judea. Filó i Flavi Jusep escrigueren en grec les seves obres, Jesucrist en les seves predicacions ciíava 1’Antic Testament segons la traducció grega dels Setanta. El titol de la creu
se posa en hebreu, grec i llatí; en'hebreu, perque era la llengua del poble; en llatí,
perque els romans eren els amos de la térra, i en grec, perque era una llengua coneguda de molts. En grec foren es¬ crits tots els evangelis, fora del de Sant Mateu, i també totes les cartes de Sant
Pau i els demes apostols.

Essent, doncs, tan forta l’influència

grega dins cl poble hebreu en temps de

Jesucrist, i tenguent en conte l’esperit de adaptació que tenia en la scua indu¬ mentària an els pobles preponderáis, hem de concloure que el poble hebreu

vestia en aquelles saons a usança dels

grecs.

Fr. M. Ll. T. O. R.

(Continuará)

Ses maianses de Mestre Cleníent

CA mestre Clement enguany fan matanses: a trenc d’auba,
sa mestressa Felipona ja ha
comensat a adesar sa casa i
enlleslir feines, perque en
arribar la seva gent i la familia d’ell, que li havien promès no ferhi falta, heu trobasen lot a punt de pastora mía. Espe¬
raven també els de ca’n Botch els de ca’n Sufrit i ses de ca madó Marsala i
volia porcrlos rebrer diguentlos, fietcs meves, com tanta de son? ellvctaqui que
sols falta es matador: ala, voltros ber-
gantelletcs, heu veis que tant dematí, ja no hi falta res? es ben ve que una dona
fà sa casa i una dona la desfà; com diu
sa cansó. .
Així s’escoblctjava tota sola sa mes¬ tressa Felipona, quant s’entregà mestre Clement amb so matador que ja venien de prende es bon día amb una taça d’aigordent i un café de dos. Deixà es matadó sa sanaicta amb ses eines van a
veure s’animal i al entretant arriban els
convidats.
—^Ja’m pensava que no vendrien, va
esser s’escomesa de sa mestresa Feli¬
pona.
—Es que en haver de partir respon sa cunyada de ses Cascs Noves, ja se sap
en surten mil.
—1 ell? preguntà cl de ca’n Botet, que ja es a buidarne una?
—Remavida, ja n’ha vengut, i ara amb en Pop el matador es a veure s’animal.

—Au, idó; diu en Tianet de ca’n Si-

frit, que ja es hora de tot; ¡Clement!

que’l manau?

—Si, respon en Clement, no importa

que vengueu, amb en Pop ja l’hem tret,

i tira tira, el farém venir.

Ses dones ja s’han posat es devantal

blanc, els homos s’han tret es jaquet i

arromangats, trevèn sa banca, es saco-

rrells, ses pedres tosques, sa caldera

que se cuiden ses dones d’umplirla, es

ribeil, canyoms, tot lo que sa mestressa

tenía apareiat.

Arriba mestre Clement amb so porc i

en Pop es matadó, el se miren, cada un

posa sa dita de lo que poc mes poc

manco deu pensar; uns diuen que pesará

mes de lo que se pensen perque te s’o-

sada grossa, altres que está ben redó i

en Pop, diu:

—Ala, fora mes calendaris, ja heu

sabreu en haverli fet dar- sa sane, jo he

enviada a dur sa romana grossa i vos

treureu es gat des sac, ala qui s’hi aferra,

venga

amunt

ja’s nostro

es

ribeil, ala, tu, es ribeil; agontau fort.....

be, ell no ferá mes que una esperonet-

jada.

—Eli recuatre gambes que en Pop, es

trempat de tot, esclama en Tianet. . —Si que la hi te a sa ma trencada,

afegeix es de ca’n Botet, ell sois no ha

grinyolat.

—Ell jo’n vui haver amb qui alena,

respon en Pop, porc que jo li agaf es

172

El Heraldo de Cristo

morro, li acor sa guincveta i ja íc

ün

estirament i dona tota sa sane.

—En Pop, sabeu que hu es de trempat, diu mestre Clement i per buidarne una,

si que si, maldement sia aigordent mes

forta que
—Sia lo que sia, tot me cau be respon

es matado, jo beuría

trementina rea¬

lista.

Sentint aixó tots feren sa riaia. Una

de ses joves treu figues seques, una

altre, es botil de s’aigordent, beven un

glop, encenen un xigarro, i ala atlots,

vengue sacorrells, i foc, i en un dos per

tres, ja’l me tenen net, desxuiat, i en Pop

Eli sois no ha grinyolat...
ja li ha estret, a fer sa pell a un altre, diguent que’l vos pogueu menjar en sa¬ lut, i molls d’anys.
Tots respongueren: Amen.
Se feu horabaixa i ja no se sentía
olor de porquim, sino, unas oloretes d’aguiats que sortian de sa cuina, a on ses joves convidades, baix de sa indis¬ pensable direcció de sa mestressa, vo¬
lien lluir ses seves manyes, unes en
s’arros, altres en ses casóles i ses veies,
fent bunyols i oraianes, mentres que sa mestressa Felipona, acabava de posa taula, componguent-hi, platets en ba¬ sons torrats, pomes que tenía gordades adins paia, reim calop frese, cuït des parral, un meló i una cindria que li ha¬
vien duit de ca’n Botet i un botil de vi
negre de ca’n Sufrit, esclamant:

—Remavida, ja me pensava jo, que ambtanbones matenseres, totaniria com
un xailá; ido? ell antes de sopá ja tenim se perxa composta, tot penjadet, botiferrons, camaiots, butifarres, talecs, so-
brasades, Hengonises, blanquets; i es sahim blanc i vermei ben empotat, sa
xuia adins ses salseres, ses costelles
ben saledetes, lo mateix que ses oreies i es peus; an a qui? remavida, axó son matanses, a s’hora de sopá, tot net i escurada sa caldera, esribells, ses taules
fregades, ses guinavetesi pedres tosques arreconades, remavida, tot, tot, com una
seda i are es sopá! Ja heu cree, arregladet per aquelles manetes d’angel, aixo si, que válgalos de jo, en que m’estiga mal es dirhó. ¡Remavida, ala tots, a so¬ par, Clement, espediu, que s’arrós ja
vos espera.
Se posen tots a sa taula i si havien feta bona feina en ses matanses, milió la
feren en el sopar. Acabat, sense mourerse de sa taula,
comensaren ses endevinaies i es cuen¬
tos, i després mestre Clement s’aixeca dret i arromengat diu:
—Com es vel-la remiscla, que s’ale¬ gria d’anit me fa pensar, en un vespre, en que ara va fé anys, amb uns quants • anavem a cassar; erem a lluny adins una garriga i ses derreres que teniem que fossem a Tots Sants, sortirem ademunt
untrescollat i comensarem a sentí, dainc,
dainc, ses campanes que tocaven; a tal hora porros? vaix jo dir; crit es companyeros i a tots mos agafaren cal frets, i llevor un diu: beneits, ses campanes
toquen per les ànimes, i un, es mes jove, afegeix: ¿per les ànimes? i comensarem a riure perque mos fugis sa por, perque va dir aquell, toquen per fer por i res
més.
—Es cunyat de Ses Cases Noves, li contesta, i tu que creus, que sols to¬ quin per fer por?
—jo no se que te de dir, pero aquell día
—Idó jo f ho diré: vaix sentir un predicadó que esplicava que ses campanes,
sa nit de Tots Sants diven: <pensa, re¬ corda, resa>, en so dainc, dainc.
—O Jesús, esclamen ses dones i es
ben vé, que par que heu digue aquell, dainc, dainc, ¡mirau, quina cosa!
—Diven, pensa, que fhas de morí;

El Heraldo de Cristo

173

recorda, es leus pares morís, o es teus filis, o germans, o amics, i resa per íoís ells, que f ho demanen de dins el Purga¬
tori.
—Com es vel-la remiscla, i de que los
Sense moiirerse de sa taula comensaren ses endevinaies i cuentos. serveix es resá si son morts i son an el
Purgatori? També heu deia, es predicado, resant,
demanau, i pagau, i aixi com en aquesta vida porem demanar i pegar per un altre.

per example per un prisioner, ido be, demanam per les animes prisioneres dins el Purgatori i pagam per elles es deute que tenen amb Deu.
—Talment, afegeix, en Tianet, com es soldats des Marroc, que estaven pre¬ soners, i ells no porien fer res, mes que patir «esclavitut», i d’aqui demanaren per ells i pegaren es rescat i lo que fe¬ ren d’aqui va servi per ells allá, talment me pareix que lo que noltros demanam i lo que pagam amb so reso serveix per treure aquelles animes perqué oferim es
reso.
Se mestressa Felipona, diu, ala idó, fessen part a ses animetes d’aquestes maíanses, resant per acabà un pari nos¬ tro i llevó ja vos deveríireu un poc.
Resaren es pare nostro pels aníepassaís de la casa i armaren llevó es
ballet de matanses.
Lectors i lectores de El Heraldo de
Cristo, pensau, recordau i resau, que en nom de les santes animes del Purga¬ tori, mos diu es dainc, dainc, de ses
campanes i complireu en una obligació, que si no es de justicia sempre es de caridaí i com se mesíresa Felipona, aca¬ bará avui en un requiescant in pace.
Amen,
Es Vev de Son Alegre

Noticias y Variedades

Colosal estatua en
honor de Fr. Junípero Serra.
Leemos en la prensa llegada de Norteamé¬ rica que se está actualmente trabajando allí en la elaboración de un proyecto referente a
la erección de una colosal estatua al Fran¬
ciscano español mallorquín, Rdo. P. Fray Junípero Serra, en la bahía de San Fran¬
cisco de California. La estatua medirá 15
metros y será colocada sobre un pedestal
de 230 metros. Será la estatua de mayor
elevación del mundo. Este singular monu¬ mento, que representará a un Frayle Fran¬ ciscano, constituirá el símbolo de aquella ciudad y de su historia primitiva en cuyo desenvolvimiento tanta celebridad alcanza¬
ron los Franciscanos.

Otro monumento
Se ha constituido en Milán una comisión
para elevar a S. Francisco de Asís un gran¬ dioso monumento en una de las principales plazas de la ciudad. La comisión está cons¬ tituida por eminentes personalidades del Clero, del Parlamento, del ejército, de la magistratura, de la universidad, de la indus¬ tria y de las bellas artes.
Se ha hecho a toda Italia vibrante llama¬
miento con el fin de recaudar los fonc'os
necesarios. Pues se trata de una obra nacio¬
nal y digna del Santo de Asís. Tiene la co¬ misión el propósito de ensalzar en el Pocrecillo la victoria del espíritu sobre la materia, del amor sobre el odio. Hay que presentar en S. Francisco el verdadero pacificador dé" las clases sociales y de los pueblos.

174

El Heraldo de Cristo

El juicio de Dios
«Excelsior» ha publicado recientemente la siguiente sensacional noticia, que reprodu« cimos por ser de interés y gran eficacia, para infundir el santo temor de Dios.
Durante la celebración de la vista de una
causa ante el Tribunal de Feldekirch (Tyrol),
se desarrolló un suceso emocionantísimo:
Un individuo llamado Strunner, que cornparecía ante los jueces por hallarse acusado de haber envenenado a su mujer para cobrar el importe de un seguro de vida, terminó su defensa diciendo: «Que Dios todopode¬ roso, me mate ahora mismo, si soy culpable del crimen que se me imputa.»
Apenas pronunciadas las terribles palabras el acusado pareció vacilar, desplomándose en tierra. Con toda urgencia fué avisado un médico. Acudió presuroso el facultativo y reconoció a Strunner, pero no pudo hacer otra cosa, que certificar la muerte.
La impresión producida por este suceso, en cuantos lo presenciaron, fué intensísima.
Congreso Eucarís-
tico en Genova
El día 9 del próximo pasado septiembre, tuvo lugar la clausura del Congreso Eucarístico Nacional Italiano, que había empe¬
zado el día 5 del mismo mes. Más de 80.000
personas han asistido a la solemne proce¬
sión de clausura. Ocho horas duró la pro¬
cesión en su recorrido por las calles de la ciudad. Figuraban en la procesión I.OOO banderas. El Emmo. Cardenal de Saix, de¬ legado pontificio, dió al último la bendición
con el Santísimo.
¡Qué el bendito lego franciscano San Pas¬ cual Bailón, celeste Patrono de los Congre¬ sos Eucarísticos y de las todas Asociaciones Eucarísticas presentes y futuras, bendiga desde el Cielo los trabajos de la Asamblea e igualmente aquella explosión de fe prác¬
tica de los asambleístas en veneración del
Misterio de Fe por excelencial
Ht • ♦«
Desengáñense ustedes, decía un autor; el que escribe transmite al público las emocio¬
nes que experimenta al hacer su obra; si rie
al escribir también el público rie; si se le saltaron lágrimas, el público llora. Cuando yo escribí mi novela...
—Ya le adivino lo que le sucedió a usted. —¿Qué me sucedió? —Que se durmió usted en todos los ca¬ pítulos.
* ♦*

El director de una cárcel pregunta a un
reo en capilla, momentos antes de su eje¬
cución:
—¿Desea usted tomar algo? Pida usted lo que quiera.
—^Sí, señor; quisiera comer fresas de Aranjuez.
—¡Pero, hombre, si estamos en invierno! Tendría V. que esperar hasta la primavera.
—Bueno; no importa, ya esperaré.
Cróníra jFrantíscana
CAMPOS DEL PUERTO
La fiesta, que todos los años dedican los Terciarios de este pueblo a su glo¬ rioso fundador y B. P. S. Francisco de Asís, se celebró con gran solemnidad en los días 21, 22 y 23 del pasado sep¬
tiembre.
El día 21 empezó en nuestra hermosa parroquia solemne triduo de Cuarenta Horas, cuyos sermones estuvieron a cargo del Rdo. P. Fr. Francisco Fornés
T. O. R, Por la mañana del día 23 celebró el
P. Fornés Misa de comunión, acercán¬
dose a recibir el Pan de los Ángeles gran número de Terciarios, ostentando todos el escapulario. Fué un acto su¬ mamente devoto y tierno.
A las 10 hubo Misa mayor cuyo cele¬ brante fué el Vicario D. Miguel Pomar ayudado por los ministros Rdos. Don Juan Ballester y D. Benito Bennasser. Cantóse la Misa de Angelis, alternando el pueblo con el coro. El mencionado P. Fornés predicó el panegírico del
Santo.
Al anochecer después de una plática del mismo Padre y hecha la Visita ca¬ nónica, tuvo lugar una solemne proce¬
sión como final de las Cuarenta Horas.
Puede decirse que todos los Hermanos Terciarios de Campos del Puerto se
asociaron a tan hermoso acto, sin faltar
las autoridades civiles y venerable Dis¬ cretorio de la Hermandad con su digno
Director el Rdo. D. Antonio Thomás, Ecónomo de esta parroquia.
En la misma tarde recibieron el hábito
de la T. O. 8 hombres y profesaron 41 mujeres y 46 hombres.

El Heraldo de Cristo

175

Al dar la más cordial enhorabuena
a los Terciarios de este pueblo, no po¬ demos menos de rogar a Dios para que
derrame sus bendiciones sobre cuantos
se esfuerzan para que se sostenga y
crezca tan benemérita Hermandad.
SANTA CATALINA

la Tercera Orden Franciscana 18 homr
bres y 94 mujeres.
Nuestra sincera felicitación al incansa¬ ble P. Pons, al celoso Párroco, D. Anto¬
nio Servera y particularmente a los nue¬ vos hermanos terciarios a quienes damos gustosos el abrazo de paz.
ESPORLAS

Como preparación a la fiesta de San
Francisco de Asís, se celebró en la
capilla del Convento, con la solemnidad
acostumbrada, una novena cuyos ser¬ mones estuvieron a cargo del celoso orador Rdo. D. Pedro Gelabert, Vicario, cantando todos los días de la Novena
las alumnas del Colegio escogidos y apropiados motetes.
La víspera del Santo se cantaron so¬ lemnes completas.
Día 4, fiesta del Serafín de Umbría, hubo misa de comunión general en la que comulgaron además de las alumnas del Colegio otras devotas personas de
San Francisco.
Celebró la Misa Mayor el Rdo. don Antonio Marimón y cantó las glorias del Humilde Llagado de Asís, el orador sagrado Rdo. D. Jaime Sastre Pbro.
Al anochecer, después de la Novena, se cantó solemne «Te Deum» que ento¬ nó el Rdo. Cura Párroco Sr. Ramis,
terminando con la bendición y reserva de S. D. M.
A todos los actos asistió selecta con¬
currencia.

El día 14 del pasado Octubre celebró¬ se en este cristiano pueblo la fiesta de
N. P. S. Francisco.
Ensalzó las glorias del Santo, nuestro activo P. Pons, gracias a cuya predica¬ ción y al celo del digno Párroco, D. Ma¬ teo Tugores, vistieron por la tarde el cordón Franciscano 14 hombres y 62
mujeres.
Saludamos cordial y efusivamente a los nuevos hijos de S. Francisco de Asís
deseándoles la perseverancia hasta el
fin.

SON SERVERA
El día 5 del pasado Agosto tuvo lugar en el pueblo de Son Servera una fiesta simpática de la que no dimos cuenta a su tiempo por un descuido involuntario que lamentamos vivamente.
Consistió ésta fiesta en la celebración solemne del jubileo de la Porciúncula. Por la mañana hubo oficio en el que
predicó el Rdo. P. Fr. Bartolomé Pons, de nuestro Convento de Artá, quién dió
a conocer a los buenos serverenses la obra amorosa del Serafín de Asís.
Por la tarde, despues de una cálida y ervorosa plática, hecha por el predicaor de la mañana, abrazaron la Regla de
d

Día 16 de Septiembre falleció en el con¬ vento de Religiosas Franciscanas, Sor María Buenaventura Rubí y Amengual, natural de Marratxí, a los 87 años de edad y 60 de vida religiosa.
Estuvo tullida en cama sin poderse mover por espacio de 11 meses, sufriendo con santa resignación los dolores de la enfer¬
medad.
Murió la muerte de los justos. Era ver¬ dadera hija de N. S. P. San Francisco por el encendido amor que profesaba a Jesús Sacracamentado, comulgando casi todos los días mientras duró su penosa enfermedad.
Asistió voluntariamente a muchos enfer

176

El Heraldo de Cristo

mos del cólera que hubo en la Ciudad de Palma el año I87T y con el permiso del Sr. Obispo visitaba los atacados de esta epidemia en sus respectivos domicilios.
Dios sin duda le habrá recompensado tan generosa caridad dándole el premio mere¬ cido por sus relevantes virtudes.
Lluchmayor
Murieron en el ósculo del Señor las Ter¬ ciarias de S. Francisco D.® María Vidal
Fullana, D.° Ana M.® Ripoll Salvá, D.® Co¬ loma Vidal Thomás y D.® Juana A. Salvá
Sales.
Montuiri
Día 21 del pasado septiembre, falleció en Montuiri, casi repentinamente D. Mateo Cerdá; hombre de corazón recto y magnánimo,
sumamente devoto de N. P. S. Francisco.
La constancia y asiduidad en el trabajo y la continua elevación del espíritu a Dios por medio de la oración eran sus principales ocupaciones, como pudimos observar du¬ rante largas temporadas que trabajó en
varias de nuestras casas.
Aunque no era amigo de exhibirse ni fi¬ gurar, que de ello le retraía su singular hu¬ mildad, su trato siempre afable, jovial y ca¬ ritativo era de todos conocido y apreciado.
Diligente en el cumplimiento de sus debe¬
res no descuidó nunca el socorrer generosa¬
mente al necesitado siempre que lo permitían
sus ahorros.
Por especial Providencia murió el día de
su santo: llamóle Dios a sí seguramente para premiar, en tan señalado día, el mérito de
sus virtudes con eterno galardón. Reciba su familia y en particular su hijo
Francisco la expresión de nuestra condo¬ lencia; al mismo tiempo suplicamos a los Terciarios una fervorosa oración por el eterno
descanso de su alma.

Bibliografía
Mirando al cielo. Colección de Artículos
sobre la ^ Unión Misional Franciscana,,
publicados en el Diario de Lérida por el Rdo. P. Luis Poitell, O. F. M., Procura» dor local de dicha Unión.—Imprenta Ca¬ tólica de Jaime Miró.—JQ23.
He aquí uno de aquellos libros, cuya lec¬ tura, una vez empezada no se suele dejar hasta llegar al término, y en cuyas páginas se goza uno saboreándolas muchas veces.
Lo confesamos sinceramente; hasta ahora nada habíamos visto sobre misiones que
estuviera escrito con tanto interés y ameni¬ dad. Es que se trata de un asunto estudiado con mucho amor y entusiasmo y que va di¬ rectamente al corazón. No será, pues extraño
que el autor consiga fácilmente sus nobles propósitos de hacer amar y admirar la ím¬ proba labor que se hace entre los infieles, y, por ende, mover la caridad de los católi¬ cos en favor y para socorro de aquellos seres infelices que yacen aún entre las sombras del paganismo y del error.
El estilo de este áureo librito es clarísimo,
de una tersura y sencillez poco comunes; y el interés que despierta desde los primeros capítulos va aumentando hasta su fin. Uno de estos capítulos está dedicado a nuestro gloriosísimo Beato Ramón Lull, presentán¬ dole como promotor de las misiones entre infieles y vindicando para él la bella y genial idea de la fundación de Propaganda Fide.
Recomendamos eficazmente a nuestros lec¬
tores esta magnífica obrita, seguros de que en su lectura, además de una fruitiva com¬
placencia, hallarán una buena y hermosa ocasión de practicar la caridad.
Se puede adquirir en nuestra Administra¬
ción.

S TJ ILvd:-A. I O

Los consuelos de la muerte . . . .

Feliz inspiración

María, auxilio de los cristianos ...

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Florecilla

El vestit del Bon Jesús

Ses matanses de mestre Clement . .

Noticias y variedades

•

Crónica Franciscana

Necrología

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164 164
165 167 168 171
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174
175

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