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ANO XII.

l." NOVBRE. DE 1930 NUM. 139'

¡Oid a los difuntos!

UNQUE sea cosa tantas ve¬
ces tratada y vuelta a tra¬ tar no podemos ni quere¬ mos que pase el noviem¬
bre de 1920 sin decir a los lectores de El Heraldo
DE Cristo
Algo de ios muertos.
Porque a pesar de la disi¬ pación espantosa a que es¬ tán entregadas las gentes de nuestros dias, y a pesar del materialis¬ mo brutal que todo lo invade y nos lle¬ va a prescindir de lo relacionado con el espíritu y con Dios, es cosa muy cierta
que

Los muertos hablan.
Su lenguaje es-el lenguaje de los he¬ chos, más elocuente que todas las pa¬ labras y discursos; su voz no se perci¬ be por los sentidos, pero hace llegar hasta la inteligencia la verdad de sus enseñanzas, que se prestan a largas y muy provechosas consideraciones.
Sus lecciones son más útiles que los escritos y libros cuya fama sea tal vez
general entre los vivos, pero cuyo ob¬ jeto no pasa de ser puramente tempo¬ ral, y por tanto mezquino y deleznable.
Porque en primer lugar ios muertos
Nos hablan de la muerte;
poniendo de continuo ante nuestros ojos la inseguridad de nuestra vida, lo

i62

El Heraldo de Cristo

transitorio de las cosas mundanas, y el poco precio que en sí tienen las vanida¬ des y bienes que buscan con frenesí los hombres, sin tener en cuenta que a cada momento pueden perderse, y que en los momentos de mayor necesidad
nos han de faltar.
Ellos nos dicen que pronto vendrá para nosotros lo que para ellos vino; y qué si ellos fueron un día lo que somos nosotros, nosotros seremos pronto lo que ellos son.
y sus cuerpos deshechos y podridos en las tumbas, aún las más suntuosas y magníficas
nos hablan de nuestras almas
que no se deshacen, ni se pudren, co¬ mió la materia; sino que, espíritus nobi ísimos, viven siempre, felices o des¬ graciados, según cuales hubieren sido
sus obras.
Porque si el alma no fuera, si al mo¬
rir el hombre se acabaran sus destinos, si en la tumba se terminara todo el
proceso dé nuestro ser, y allí tuviera fin todo el hombre., ¿porqué habríamos de mirar con respeto los asquerosos restos, y guardar en mármoles las ce¬ nizas de los que ya no viven?
Ni ¿quién nos daría la razón de nues¬
tras ansias nobilísimas de inmortalidad
perdurable? Ni ¿quién podría explicar por la acción de aquella pobre materia las elevadas y sutiles funciones de la inteligencia y de la voluntad humanas?
Foresto los difuntos que con tanta elocuencia nos hablan de la muerte, con la misma fuerza y elocuencia
Tíos hablan de la inmortalidad.
Y en la doctrina consoladora de la
inmortalidad de las almas, hallamos efi¬ caz sedativo a los males y miserias de la presente vida, y razonable explica¬ ción a tantas disposiciones de la Provi¬ dencia que de otro modo podrían pare¬ cer misterios de crueldad y dureza én
Dios mismo.

Mas porque estas almas inmortales no son las almas de seres tan perfectos que se hallasen en este mundo libres de toda culpa; sino por el contrario se¬ res débiles y miserables, expuestos a mil insidias del enemigo, sujetos a los halagos de la carne y envueltos en los peligros del mundo, es muy de temer que al parecer delante de Dios para re¬ cibir la remuneración de sus actos, ha¬ yan necesitado ser purificados antes de
entrar en la eterna bienaventuranza.
Y por esto es que los muertos
Nos hablan del Purgatorio»
recordándonos las hermosas doctrinas
de la Iglesia relativas a la Comunión d^ los Santos, y haciéndonos presente que nosotros podemos auxiliarles y ayudar¬
les para abreviar el tiempo de ^su puri¬
ficación.
Con esto nos invitan a elevar los
ojos al cielo para llamar a las puertas de la divina misericordia y aplacar a la divina justicia satisfaciendo una par¬ te de lo que ellas deben y podemos pa¬ gar nosotros. , Y por este camino los muertos
Tíos hablan de Oíos,
del cual nos hacen recordar que es
nuestro Rey y Padre, Amo y Protector, Juez y Galardón.
Y porque estos difuntos cuyas al¬ mas sufren tal vez en el Purgatorio, son nuestros padres o hermanos, o amigos; los que fundaron nuestras ca¬ sas, los troncos de nuestras familias, los que nos dieron nuestros nombres y nos legaron los bienes que poseemos y sobre todo la sangre de sus venas
Debemos rogar por ellos.
Reguemos, pues, cumpliendo un de¬ ber de justicia y de caridad, y haciendo obra que será agradable a Dios, útil a
las almas de nuestros difuntos y prove¬ chosa para nosotros mismos.
Fr. P. J. C.

El Heraldo de Cristo

163

mis advertencias tocan.

Oh! i que l’anyor de r^olt al temps d^enrera,..
aquell temps embaumat de fe encisera,

tan pie de bonhomia

en que la pietat arreu floria,

quant veig que se profanen amb vilesa els dies que més amen la tristesa;

quant veig que en la diada,

severa i endolada

'

dels morts, en quels cloquers plora qui plora s'están, tot trists, una hora i una altra hora, se troba gent sens eima

que va come per befa al cementeri

moguent un alguer tal ques un desveri...

sens que puji a sos llavis, ni per descuit, un prec per sos bons avis!

Ah, si del vas els nostres vells s'alçaven!

devant eix espectacle, qué dirien?

Llur terrible anatema llançarien

posats demunt la tomba on reposaven:

Afront de nostra sang i nostra raça —noblement indignats ells clamarien—

sortiu d’aqui,ja’ns heu insultat massa,

fogiu del lloc sagrat on s'arrecera la pau, fogiu, fogiu, sens més espera; deixaunos sossegà en la calma muda, oh fills degenerats, que Ja heu perduda la antiga fe que tant ens distingia ..
no us coneixem; i qui us coneixeria?
Tot-d’una vos hem près per gent pagana...
cosa tal no's de fer per gent cristiana... .

164

El Heraldo de Cristo

^alo.r, de la oración ^

(Leyenda cartujana)

un día lluvioso de di¬

funtos

muere la tar¬

de lenta y tristemente. El sol, desangrado, frío

y macilento, traspone allá a lo lejos, entre negros nubarrones, la robusta y tupida arboleda de selvática

colina, y más a la izquierda, de un ve¬
tusto bosque de encinas, surge altiva la mole ingente de la Cartuja como nave formidable del océano profundo. El ho¬ rizonte se obscurece por momentos.... a través de la niebla se columbra ya, leja¬

no y mortecino, el parpadeo de alguna estrella primeriza, y la luna con su faz triste y ruborosa, asomándose de vez en cuando por algun ancho rasguño del sombrío celaje de las nubes, baña el

paisaje de un tinte suave y melancólico al par que de la tierra s^e levanta una sinfonía profunda, lúgubre, confusa triste murmullo de aguas que entre bre¬

ñas resbalan, blando rumor de hojas

que en los árboles se mueven, dulce so Ilozo de agua que de las ramas gotea...

Retirábanse los monjes, aquella noche,
a sus celdas, exhaustos de fuerzas y car¬
gados los párpados de sueño, después de un día de cantar y rezar casi sin in¬
terrupción; pero lo hacían esta noche, algo intranquilos ,y como presagiando alguna cosa de muy mucha gravedad. El haber llegado, cerrada ya la noche y en aquellos parajes solitarios y abrup¬ tos, un cierto mozo rendido, jadeante y con los ojos arrasados de lágrimas; el haber oído el portero su llanto lastimero mientras el abad con palabra dulce, al parecer, le consolaba, y el extraño res¬ balar de monedas de oro y plata... eran
circunstancias estas de un interés bas¬
tante a scitar la curiosidad del más
ensimismado de aquellos cenobitas.

Afirmáronse en su juicio y alarmáron¬ se no poco cuando, dejada poco antes la oración, el sonido agudo y vibrante de la campana les llamaba nuevamente a aquella.
Esperábales a la entrada del coro, el abad, anciano venerable en cuyo rostro seco y bondadoso, frente espaciosa, ca¬ bello cano, mirada dulce y boca algo hendida se refiejaba la figura de Bruno, su fundador, en sus últimos años. Y lle¬
gado que hubieron todos los monjes les habló así; «Ha venido poco ha el joven y cristiano conde de Colburg con los ojos preñados de lágrimas y el Ibolsilo rebosante de oro. Con sus lágrimas llo¬ ra a su padre bondadoso que acaba de expirar, y con su oro le acelera, en cuanto puede, el éxito de sus penas solicitándo para esto nuestra humilde, pe¬
ro inmediata oración. Oremos, pues, hermanos e hijos míos, con fervor y de¬ voción por el alma de nuestro antiguo
bienhechor.»
Entraron luego ordenadamente diri¬
giéndose cada uno a su asiento respec¬ tivo y entonces de aquel grupo silencio¬ so surge, potente y sonora, la voz del P. Abad entonando un Bequiescat in pace todo envuelto en una armonía dul¬ ce, doliente, deprecativa a lo cual responden todos con un Amen fúnebre, melancólico, suplicante
Propagábase aun el eco de la plega¬ ria, vibrando por la inmensa nave del
templo hasta esfumarse en lo más alto de sus bóvedas, y el Abad con paso tar¬ do y seguro ya salía del coro seguido de sus monjes que con el semblante per¬
plejo y confuso parecían no entender la
razón ni los motivos de tan corta ora¬
ción. Volviéndose entonces hacia ellos
el Abad les dijo: «Ahora, hermanos míos, a dormir, porque la fatiga es mu¬ cha y avanzada la hora.»

El Herai.do de Cristo

165

Al entre tanto el conde, que, postrado en un ángulo del templo, todo lo había presenciado, sentía bullir en su ánimo
una lucha violenta de encontrados afec¬
tos. Por una parte le oprimía una tris¬ teza profunda, por otra le contrariaba un descontento grande; de un lado le
parecía ver, entre negras humaredas y relumbrantes lenguas ígneas, el alma doliente de su padre, del otro veía la oración ineficaz o al menos insuficiente de los monjes.
En esto acercóse el abad, quien tocán¬
dole suavemente le dice:

—Avanzada es la hora, noble conde, para permanecer de este modo y en tal
sitio.
Alzó el conde la cabeza y, atendiéndo más al curso de sus ideas que a las pa¬ labras del abad, con tono áspero y des¬ contento le dijo:
—¿Ha sido eso. Padre mío, oración o
sarcasmo?
—Desdice del hijo de vuestro padre
el hablar de tal manera.
—Y con esta pobre oración quedará recompensada mi grande generosidad? ¡Caro se vende en esta casal

i66

ÉL Heraldo de Cristo

—Mal hacéis, noble conde, en decir

tal, pues que negocio en estas co¬ sas no se hace. Si algún precio a esto se pusiera, de seguro que mu}'^ corto os quedaríais. ¿Querríais comparar el oro vuestro con la oración de mis monjes?

—¡De manera que cgn todas mis ri¬

quezas no podré ni tan solo aplicar los

sufragios necesarios por el alma de mi

padre?

^

Calló por un momento el abad indeci¬

so y pensativo, añadiendo después con
resolución:

—Seguidme, noble conde; os lo pido. Partió, al instante, el abad y, subyu¬ gado por sus últimas palabras, siguióle el conde rápido y silencioso.

Dejan el templo espacioso; atraviesan

por en medio el ancho claustro, en cuyo eco profundo y lejano se repite cada uno de ïus pasos, y penetran en una es¬ tancia grande y severa en cuya mesa del centro se sostiene un crucifijo de mirada lánguida, dolorosa y agonizante.
Tiró, al entrar, el abad, de una cuer¬
da y vibró al instante la campana aguda y reciamente.
—Dignaos, noble conde, esperar por breve tiempo dijo entonces al tiempo

que echando mano de un papel lo fué dividiendo en menudas partes hasta

que formando un gran número de cedu litas las dejó superpuestas en la mesa.
Al poco tiempo fueron llegando pre¬ surosos todos los monjes con el sem¬ blante atónito y soñoliento colocándose
en un ruedo al rededor de la mesa. Le¬

vantó la cabeza el abad y con pausa y
gravedad dijo así: «Os pido, hermanos míos, y os lo mando, que cada uno de vosotros escriba, en una cédula de estas, la oración que juntamente rezamos poco ha en el coro en sufragio del alma del viejo conde de Colburg, a fin de que este su hijo pueda ver su poca fe y
cuanto es el valor de vuestra oráción.»

Escribió cada uno de los monjes con

el corazón' palpitante y el pulso temblo¬ roso el Requiescat in pace. Amen.
Tomó después en sus manos, una ba¬ lanza V£^çiando en un platillo de la mis¬ ma el contenido de la bolsa que era el oro mismo ofrecido poco antes por el
conde.
Alza luego su mirada al crucifijo al tiempo que sus labios moviéndose dul¬ cemente parecen respirar una oración.
Fijaos, noble conde, dice entonces le¬ vantando la balanza, en el peso de
vuestro oro. Caído estaba el oro con su
platillo hasta tocar el plano de la mesa. Todos lo observan ansiosos y especian¬ tes. Coge luego el abad el montoncito de cédulas, las echa en el platillo vacío y... ¡I¡milagro singular!!! el platillo con las cédulas desciende rápido, veloz, co¬ mo masa de plomo mientras el otro su¬ biendo no menos rápidamente echa con
el rebote su contenido derramándose las
monedas y formando con su caída una hermosa y sonora lluvia de oro.
Míranse estupefactos los monjes a vis¬ ta del prodigio mientras el abad con el rostro afable y la palabra dulce dice: «rjPoco pesa vuestro oro, noble conde!»
Comprende entonces este, por el mi¬ lagro, la salvación de su padre y con los ojos arrasados de lágrimas de arrepenti¬ miento y de... alegría arrójase suplican¬
te ante el abad
Y e-l astro de la noche con su faz tris¬
te y ruborosa traspone, allá en lontonanza, las selváticas montañas levantándose de la tierra y de la obscuridad una sin¬ fonía profunda, lúgubre, confusa... tris¬ te murmullo de aguas que entre breñas resbalan, blando rumor de hojas que en los árboles se mueven, dulce sollozo de agua que de las ramas gotea...
Kbpos

I

El Heraldo "de Cristo

167

UNA CORONA

Una corona vaig teixi per rnon bon avi, qui al cel sia, de bells estranys i gessamí i prest al sol restà mostia.
Planyent, llavors, li endreçi els mots suaus d'una elegia i apenes, ai! mon cant finí dins Poblidança romania.
Flors de la terra ja no’n vull; no'm plau cap rosa qui s’esfull per les corones funeràries.
Damunt la tomba del bon vell
ara hi floreix un sol ramell: la santa creu i les pregaries.
Fra Jaume posselló
T. 0. R.
0®OD®CO®00®00®00®00®0>3SOO®OOÍ&CO®00®00®CO^O^O®00®OC>Sg< O®CO®O0Íg( 0®( 0®OD®CO®CO®Co5gf o®cc^o

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últimos lamentos de la moda

C RiQurosamente histórico)

i-» ,.■4^ 9S
OS reporters, en nuestras an¬
danzas periodísticas, ni que decir hay que hemos de ^ jg vernos a todo, y oir muchas cosas que, siendo verdade'\\ÍC I ras, por lo raras, no dejan de parecer falsas historias..
De muestra sirva este bo¬ tón.

En el tren.

Un departamento de segunda clase. Tres señoritas e/egan/es y un comer¬
ciante, despreocupado, de grandqs ba¬

rrigas, que duerme a pierna suelta en un rincón del coche.

Mi subida al vehículo es saludada por

un cuchicheo y una risita sarcástica de

parte de las elegantes.

'

•

El tren ha partido y mientras desplie¬

go el periódico de la mañana, empiezan

ellas este vivo e interesante diálogo...

i68

El Heraldo de Cristo

—Has visto a la de García?
—No me he fijado, y tu, ¿la viste y no
la has saludado?
—Figúrate, que nos hemos besado y
hecho la mar de bulla.
—¡Pobre muchacha! ¡Cuanto ha cam¬
biado desde la fecha de su casamiento!
—Líbrenos Dios de un hombre como
Curro, su marido. —Es una verdadera mártir. ¡Quién lo
creyera! ¡Parecía tan bueno! —Figúrate que estaba con nosotros
de veraneo y ni la dejaba respirar, al baile ni por pienso, a las reuniones noc¬
turnas de la casa de C. ni una sola vez,
y en cuanto a modas era lo más ridículo de la colonia. ¡Qué pobre hombre y qué vulgar es su marido! ¡Si se pudieran re^'
hacer ciertas cosas....!
—Y ya que de modas dices ¿has pen¬ sado que hay que elegir el figurín y el vestido para la temporada de invierno?
—Me tiene en extremo preocupada. —Y has visto que color más bonito
llevaban las de N.?
—A mi me gusta más el moaré impe¬ rial y el rojo antiguo que el encarnado de amapola, por otra parte hay que es¬ coger un color que esté de moda, que siente bien a la piel, un color que no pase, que juegue con el último..
—Y tampoco te ha gustado la forma, los adornos, los forros...?
—¡Ay hija! ¡Qué me tienen aburrida esos trajes de invierno! son tan pesa¬ dos, tan gruesos, tan sosos, tan sofocan¬ tes, tan....! ¡Quién hiciera del verano
una estación interminable! Son tan ele¬
gantes sus vestidos, tan bonitos, tan cla¬ ros, tan cortos, tan ligeros, tan frescos!... Figúrate que tuve la curiosidad el otro día de pesar la ropa que llevaba y. .
(¡Vean Vds., lectores míos, lo que
marcó la basculiia! Y aquí empieza
aquello del rigurosamente histórico.) Medias, 18 gramos; pantalón, 25; faja-
corsé, 63; camisa 32; vestido de “fou¬ lard,, 113. Total: 251 gramos.

(¡La mitad justa de un chaleco de caballerol)
—¡Qué monada! —Y cómo voy a colarme yo ahora el pesado y grueso traje de invierno....!
El tren llegó a la estación y tuve que apearme y al bajar yo del departamento, despertóse el despreocupado comer¬ ciante y continuaron ellas, las elegantes su vivo e ¡interesantel diálogo....
Y yo que no me entendía de modas pero que creía entenderme algo de de¬ licadeza, de pudor, de recato, de honestFdad, de vergüenza...; pensé que, como pesaba poco aquel vestido, poco pesa¬ ría en el tribunal de Dios, el alma de aquel cuerpo semi-cubierto con tanta frescura; y que mientras se pasean ellas, gozosas, con sus escotes, tan al descu bierto otros tiritan de frío; y que al tiem¬ po mismo que a ellas les aburre el traje de la temporada, tan grueso, tan pesado, tan sofocante; otros ¡pobrecitos! aquella misma temporada no tendrán con que
cubrir sus carnes desnudas... Pensé que
mientras la Iglesia por boca de sus Pre¬ lados, sacerdotes, predicadores, levanta su voz enérgica, suplicante y triste a la vez para encauzar a la sociedad en una tendencia general a la modestia en vida y costumbres; ellas la malgastan, la aho¬ gan, la desprecian cpn sus escándalos, con sus libertades, con las proyocacio-
nes de sus modas indecentés e indeco¬
rosas... Y ... recordé en aquel instante aquellas palabras terribles de Cristo... ¡Ay de los que escandalizan a los otros! Más les valiera no haber nacido, o que después dq nacer les hubieran colgado al cuello una piedra de molino y los hu¬ bieran anegado en lo profundo del
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170

ÉL Heraldo de Cristo

¡Gafó Heos!
¡Jalmas generosas!

en verdad y apurada es la situación en que acaba de poner
el Gobierno italiano a nuestras herma¬
nas las religiosas Clarisas de Roma.
Establecida allí dicha Comunidad
desde los comienzos de su Orden y en
vida ya de su misma santa Madre y Fundadora, había ocupado siempre el espacioso convento y la magnifica igle¬ sia que la santidad del Pontífice enton¬
ces reinante le cediera.
Mas, llegó el año 70 de la centuria pasada, y a raíz de la ocupación de la Ciudad Eterna por las tropas de Victor Manuel, en virtud de las leyes de desa¬ mortización se vieron precisadas a tro¬
car su antigua querida morada por otra más chica y reducida, que les proporcio¬ nó el usurpador mismo por todo el tiem¬
po que viviesen los mismos miembros
que constituían entonces aquella Comu¬
nidad.
Pero, ahora, cuando quedan aún dos de las que presenciaron expolia¬ ción tan villana, después de transcurri¬ do medio siglo, con muy poco reparo y sin consideración alguna son echadas de nuevo a la calle, han sido arrojadas, en estos mismos días, de su segundo do¬ micilio con grande urgencia.
Y ¿donde van a establecerse ahora
aquellas infelices desheredadas? Sin ho¬ gar propio, ¿donde alojarse las 20 reli¬ giosas que integran dicha Comunidad?
En buen hora, pues, su digna abadesa Muy Rda. Madre María Agustina Cato¬ ni ha iniciado las gestiones para la ad¬ quisición de un local capaz y digno para sus religiosas; contando solo con la di¬ vina Providencia y los caritativos sen¬
timientos de almas generosas.
Bien es cierto que, a fin de aliviarla en tal premura y para que tengan pronta y feliz realización sus ardientes

deseos, le entregó poco ha S. S. Bene¬ dicto XV la respetable suma de 100.000 liras, y que con idéntico fin una entu¬ siasta protectora la obsequió con otras, 20.000; pero, ¡cuánto le queda aún por hacer a la Madre Abadesa! ¿Qué supo¬
nen esas 120.000 liras si, en Roma y en
las presentes circunstáncias, las fincas más modestas y de la capacidad como da que el número de hermanas exige, se
cotizan a más de trescientas mil liras?
Ayudarla, pues, en la ímproba labor de excitar el celo y desprendimiento de
corazones dadivosos, es lo que preten¬
demos hoy nosotros al exponeros, bené¬
volos lectores, las críticas circunstancias
por qué atraviesan aquellas hijas de
Clara.de Asis.
Este es el único fin y objeto de las presentes líneas, esperando no se hará sordo a ellas ninguno de nuestros her¬ manos a quienes Dios confió bienes pa¬
ra el socorro de sus semejantes.
¡Almas generosas! Se necesita de vues¬ tra ayuda para proporcionar un retiro a las castas esposas del Amado, en donde puedan acogerse de nuevo y juntas ele¬
var al Señor sus oraciones, implorando misericordia y perdón sobre la humani¬ dad prevaricadora... ¿^Negaréis vuestra protección?
jCatólicos! ¿No aportaréis vuestro
óbolo a la construcción de una morada
en la que siempre y constantemente se demandarán al cielo bendiciones y gra¬ cias sobre todos los pueblos, sobre todos
vosotros?...
Os lo agradecerán eternamente aque¬ llas desconsoladas religiosas y os lo re¬ compensará con creces nuestro Señor.
Recogeremos gustosos en esta Redac¬
ción cuantas limosnas se nos entreguen
al indicado fin.

El Hfralüo de Cristo

Sania Catalina, \\?lrgen y Mártir

(DESDE PARIS)
UNA mODA DE CDAüüOr^CA

Avui no vá per voltros, benvolgudes.
Dispensau-me.
Será un altre día.

lectores

Ahí, dins el passeig, me vaig topá amb un mallorquí, íntim amic, que just llavò arribava.
Qu’em va sorprende! Jo qu’em creia esser l’unic de Ma¬
llorca en tot París!
Férem una xarrada.., poreu pen sar!
Primé’m contà.,, qué sé lo qu’em

contava!... unes coses que m’alegra¬ ven ferm, perque en duien dolsos recorts de la Boqueta qu’és lo millor del
mon.
Però, després, passada ja una esto¬
na, mudarem de conversa!... m’en
contàunesaltresque... ai, !Deu meu!...
Fugim de fam—me deia—i de mi¬ seria. Allà ni el menestral, ni el jornaler s'hi poren viurer... Per hó que sia el sou, per res te hasta... Tens els patrons que t'escatimen tot cuant poren, i els queviures
estan mes cars de cada dia. I en tot i re¬
bentar te de feina no pots esfoviar un cén-

I72

El Heraldo de Cristo

tim per ses veieses... I la gent ha ubert
éls ulls!... Erem 50 dins él vapo, que
deixarem Mallorca él divenres p>assat!... Cada correu véssa de gent obrera que va
trescant el mon sercant acomodarse... i
uns sçspitxen a VHavana i els altres cap a Cuba; per Marsella i Eons Aires s'en son anats la mar... basta dir-te que fa mitx any que a dins Mallorca axó hi
está de moda... Pobles hi ha que van
quedant sense hornos^ sobre tot jovenea No sé, no sé, seguint axi la cosa^ qui sembrarct la nostra terra., qui hi seguerá les
messes!... no se si d’avui en avant roman¬
drem sens conreí ja aquells camps de Ma-
Horca ....
L’impresió que aquestes noticies
me causaren va esser terrible,.,
tot m’entristiren.
Vaig despedir Tamic, i deseguida pártese cap en el meu piset;
i allá vaig comensà a pensar... a pensar que hauria estat de bó i hermós que aquells a qui tocava haguessen mirat un poc més p’el benes¬ tar del púb'ic i un poc manco p’el seu propi benestar, que s’haguessen interessat al menos un moment per les necesidats dels
súbdits...
I pensava amb la solució donada a
n’els derrers conflictes entre obrers i
patrons, amb les debilidats i desacerts dels
qui duen la vara, amb el vil egoisme dels acaparadors i amb la propaganda descarada
d’aquesta prensa borda que fa creurer als lectors que allá d’allá la mar no s’hi explota, que hi trobarán riqueses, que res les mancará...
I pensava també amb aqueixa ma¬ nia que ha pegat en el pobre de imi¬
tar el senyor,
de pareixer més qu’ell,
de dú més estufera...
I veia que l’obrer no és vol privar de res, per inútil que sia...
que va a les tavernes, que assisteix en els toros,

que frecuenta els teatros, que juga en loteries i que juga i tot a cartes 1 llavò vaig pensar... que si no fosaxi, que si el pobre i l’obrer sabessen ser prudents i els governants sabesen tení seny; no se despoblaria l’Illa, no quedarien sens cónrár els nos-
tros camps, ni s’hauria fet moda a dins Mallorca
l’embarcar se per altres terres... 1 llavó vaig veurerquetothom, amb
tal que trebaiàs, podria esser felis a
dins ca-seva,
■ podria fer molt bé el seu reconetpQT passar ses veieses
sense necesidatde deixar sa familia,
d’esposar sa salut i sa vida, de gastar forses i energies, per anà a millorar regions forasteres cer¬
cant un benestar
i unes riqueses que fugen del qui les persegueix, com l’ombra fuig del cos de qui l’encalça. ,,
En Gostinet
Paris, octubre de 1920.

MUY AGRADECIDOS
quedamos a nuestro entusiasta colabo¬ rador D. Antonio Garda Rover por la nueva prueba de afecto que a esta Redac¬ ción ha dado obsequiándola con un ejem¬ plar de sus primorosos “Enginys Lite¬ raris,,: ramillete de gapas y delicadas composiciones que tejió allá en sus ju¬
veniles años.

¡IMPORTANTE!

PARA NUESTROS 8U8CRÍPT0RE8

DE CATALUÑA

A fin de dar facilidades a los sus--
criptores de Cataluña, la Dirección
de «EL HERALDO DE CRISTO» ha
nombrado corresponsal por aquella región a su particular amigo
D. Juan Ribera Solé

Calle de Verdí, n.° 44, ler piso

(GRACIA)

Barcelona.

El Heraldo de Cristo

173

IlSITERIOI^
Consagración al Corazón de Jesús
El Rdmo. P. Fr. Arnaldo Rigo y Cañellas, recientemente elegido Ministro General de la Terceiça Orden Regular,
-como recordarán nuestros lectores, ha dado feliz comienzo a su gobierno con
un bello e Importante documento. Ya en Roma, a raiz de ,su promoción
al Generalato, cerró con llave de oro el
Capítulo General consagrando toda la Orden al Sagrado Corazón de Jesús,
Posteriormente en hermosísima Cir¬
cular que enderezó a nuestro amado
P. Provincial, ha ordenado la consagra¬ ción de cada Convento de nuestra Será¬
fica Provincia al deífico Corazón.
En cumplimiento de tan autorizado mandato y plausible disposición tuvo lu¬ gar el día 4 del pasado octubre en nues¬
tro Real Convento de Palma un acto re¬
ligioso de los que dejan huella imborra¬ ble en el espíritu, y digno más bien de
entallarse en tablas de oro puro y ma¬
cizo, que no de escribirse en deleznable trozo de pape!.
Las tres y media de la tarde serían, poco más poco menos. Aún respirában¬ se perfumes de incienso, y por la atre¬ vida bóveda del espacioso templo seme¬
jaba repercutir todavía el eco de la voz

que por la mañana había extremecido de admiración nuestra alma y henchido-
la de alborozo con locuras de la Cruz,
desposorios de pobreza, fragancias de rosas, resplandores de llagas, proezas y
excelsitudes de amor...
Colocada que estuvo la Rda. Comuni¬ dad sobre las marmóreas gradas del altar mayor, y una vez expuesto el Sagrado Copón, el Rdo. P. Fr. Miguel Vidal, Su¬ perior del mencionado Convento y Se¬
cretario Provincial, dió lectura a la su¬
sodicha Circular del Ministro General,
en la que (dicho sea de paso) resaltan y campean sólida doctrina y exquisita piedad.
Acto seguido el Ministro Provincial, M. R. P. Fr. Bartolóme Salvá, leyó el ac¬ to de Consagración ofreciendo al Cora¬ zón de Jesús la Provincia Regular con todos y cada uno de los miembros a su custodia confiados, y rogándole final¬
mente nos uniera a todos en unos mis¬
mos sentimientos de caridad y sacrifi¬ cio, ds zelo por la observancia religiosa y la santificación de las almas.
El acto, que fué tierno y emocionante por demás, terminó con el canto del Te Deum y \\2i reserva-de la Divina.Ma¬ jestad.
Quiera el Sagrado Corazón de Jesús
asentar su real divino solio en medio de

174

El Heraldo de Cristo

los que vivamente ansian e imploran su reinado; dígnese habitar entre nosotros El que cifra sus delicias en morar entre
los hijos de los hombres, y sea Él blanco
de nuestros actos, sabor y regalo de
nuestras conversaciones, dueño de núes
tros pensamientos y meta de nuestras aspiraciones, al par que Corazón de ver¬ dad, es a saber, verdadero Centro de todas nuestras operaciones, de donde fluya la savia vivificante que r=moze el cuerpo de nuestra Orden, y do, a fuer de crisol divino, se purifiquen nuestras
almas de la escoria de la vida.
En honor de N. S P. S. Francisco
PALMA
La concurrencia a la novena y a todos los actos con que se solemnizó este año
la festividad de nuestro Seráfico Funda
dor, fué elocuente testinionio de la gran¬
de devoción que anida en los corazanes de los fieles hacia el simpático Pobreci-
llo de Asis.
Dijo la misa de Comunión el Sr. CuraPárroco de Sta. Eulalia, Rdo. Sr, D. Ga¬
briel Muntaner.
Celebró el Oficio mayor el canónigo Muy 1. Sr, D. Antonio M.^ Alcover; y
ensalzó las virtudes del Santo el Reve¬ rendo P, Antonio Gómez, Mercedario.
La función de la noche finalizó con la tierna ceremonia del Tránsito de San
Francisco, habiendo precedido antes el canto del Trisagio y el sermón que pro¬
nunció el mismo Orador de la mañana.
BUHOLA
Día 1 o, segundo domigo del pasado Octubre, se celebró en esta Parroquia la fiesta que todos los años dedican al Se¬ ráfico P. S. Francisco las religiosas fran¬ ciscanas, el Obrero del Santo, Sr. Borrás y la V. O. Tercera aquí establecida. Fué precedida de solemne triduo con sermón y cánticos después del rezo del Santísi¬
mo Rosario.
En la misa mayor del día lo, que ce¬ lebró el Vicario D. Juan Negre, se can¬

tó la de Angelis alternando el pueblo con el clero. Predicó las glorias del San¬
to, como también los sermones del tri¬ duo, el Rdo. P. Fr. Gabriel Tous, francis¬
cano del Convento de Palma. El altar
mayor, donde había sido colocada la fi¬ gura del Seráfico Patriarca bajo blanco dosel, estaba elegantemente adornado e iluminado con profusión de flores y de
luces.
Que el Santo de Asís bendiga a todos y particularmente a cuantos han trabajádo por el esplendor de la fiesta.
CAMPOS DEL PUERTO
El 26 de Septiembre la Hermandad
de terciarios establecida en nuestra villa
celebró los solemnes cultos que anual¬
mente dedica a su seráfico fundador, S. Francisco de. Asís.
Como preparación a dicha fiesta prac¬
ticóse un devoto novenario durante una
Misa; y al anochecer del día 22 dióse principio al solemne Triduo que predicó
el Rdo. P. Fr. Francisco Fornés, T. O. R.
El domingo, día 2Ó, todos los tercia¬ rios de este pueblo honraron a su serᬠfico Padre recibiendo en su pecho a Je¬
sús sacramentado. Durante la misa de
comunión cantáronse escogidos mote¬
tes eucarísticos.
Celebró el Oficio Mayor el Rdo. Se¬
ñor D. Sebastián Socíí?, Cura-Párroco.
Bajo la dirección del Rdo. ü. Bartolomé Glnart cantóse la misa de Angelis^ alter¬ nando el pueblo con el clero. El panegí¬ rico estuvo a cargó del P. Fornés.
Por la tarde numerosos terciarios, con
sendos ciriosy ostentando sobre su pecho el santo escapulario, acompañaron la figura del Patriarca de Asís por las prin¬ cipales calles de la población. Al llegar a ía parroquia dióse a todos la bendi¬ ción papal.
Para cerrar dignamente tan solemnes , cultos el Rdo. P. Francisco Fornés, después de breve exhortación, impuso
el Hábito de la Orden Tercera a 6 hom¬
bres y 27 mujeres y admitió a la profe¬ sión a 3 hombres y 10 mujeres.

El Heraldo de Cristo

175

Quiera Dios que el espíritu francisca¬ no, arraigado desde muy antiguo en los moradores de Campos y manifestado
con tanto entusiasmo en la reseñada
fiesta, sea el antemuro que nos defienda de las falsas y corrupturas doctrinas que

quieren arrancar de nuestro corazón las creencias religiosas que nos legaron
nuestros padres.
Campos del Puerto, 7-X-20.
El Cronista.

Día 5 de Septiembre a las ocho de la
mañana falleció en el convento de Reli'
glosas Franciscanas Sor Tobía Catany
Martí, a los 67 años de edad y 43 de vida religiosa.
Fué la difunta Hermana muy amante de la santísimà Eucaristía.
Durante 23 años ejerció con pacien¬ cia suma el delicado cargo de portera. Por su trato afable y cariñoso granjeóse
el aprecio y la amistad de cuantos la
conocían.
Dios haya acogido en su seno el alma
de la finada.

resa, en S’Horta (Felanitx), su pueblo
natal..
Era la finada de carácter sencillo y
bondadoso. Modelo de esposas y de ma¬ dres, la piedad fué su alimento y su más bello ornamento, con el cual cuidó muy bien de hermosear el alma de sus hijosH'zo de su hogar un pequeño santuario
por el constante ejercicio de prácticas cristianas, que ella estimó siempre el más preciado legado que heredó de sus
mayores.
Achaques de la vejez acibararon los
últimos años de su vida, e hicieron más

—A la avanzada edad de 82 años dur¬
mióse plácidamente en el Señor la fer.
vorosa terciaria D.“ Catalina Vidal.
S’ H o RT A
D.^ Catalina Manresa Día 2 del pasado septiembre murió llena de años y de méritos para el cielo la fervorosa teiciaría D.^ Catalina Man¬

Doña Catalina Manresa
glorioso su tránsito al cielo, purificando de toda imperfección su espíritu, que
salió de este mundo confortado con la Extremaunción.
Reciba su familia, y en particular su esposo y sus hijos nuestro amigo D. Jai¬ me, y nuestro hermano de hábito Fr. Mi¬
guel Soler la sincera expresión de núes

1/6

El Heraldo de Cristo

tro dolor, al paso quç rogamos a los terciarios tengan presente el alma de la finada en sus sacrificios y oraciones.
OAMPOS DEL PUERTO
La religiosa Sor Rosalina Mercadal, Terciaria Franciscana, pasó a mejor vi¬ da a los 34 años de edad, después de
haber recibido los santos sacramentos y
la apostólica bendición-
La difunta Hermana sufrió con edifi¬
cante paciencia la traidora enfermedad que poco a poco la ha llevado al se¬ pulcro.
Durante los 15 años que vivió en re¬ ligión fué modelo y ejemplo de todas las virtudes y distinguióse singularmen¬ te por su observancia y por la devoción que profesaba a la Santísima Virgen,
aigjo-<*@)e=~o@c=-
Bibliografía

los Custos que posteriormente lo han regido hasta
nuestros días.
El autor con oportunas observaciones cuida bien no interrumpir el hilo de la narración, cegando la¬ gunas que nunca faltan en la realización de seme¬ jantes trabajos, y que son, a menudo, harto difíci¬ les de llenar. Los juicios que emite dan colorido al fondo y carácter.a la obra.
Es muy para alabar la incansable laboriosidad de que da gallardas muestras el Sr. Bauzá Adrover con la publicación de varias monografías salidas a luz en tiempo relativamente breve. De nuestra parte, lejos de regatearle el aplauso, se lo tributa¬
mos sincero y^entusiasta, anhelando no ceje en tan
laudable tarea; que si bien es cierto ser ésta ím¬ proba y nada.lucrativa, consuélese con todo pen¬ sando que en la futura completa historia de su pa¬ tria chica, no poca parte le cabrá a él de gloria.
Del Sr. Presidente de la Diputación Provincial hemos recibido un ejemplar del opúsculo Apolo¬
gia de Quadrado que, con motivo del centena-
riodel natalicio de este ilustre polígrafo Ciudadelano y pór acuerdo de la misma Diputación, escribió D. Miguel Ferrá.
Agradecemos la atención y el obsequio.

¡Reminiscencias históricas del Con¬ vento de Agustinos en Felanitx—Sn au¬
tor Cosme Bauza Adrover, Pro. Felanitx = 1920. Imprenta de Bartolomé Reus. Un libro 21 por 13 centímetros de 84 páginas.
Otra piedra acaba de aportar al monumento de
la historia de Mallorca el Sr. Bauzá Adrover con
la publicación de esta su última monografía. La obra aparece dividida en tres capítulos. En
el primero con la recopilación de curiosos docu¬ mentos, que el autor transcribe de ordinario tex¬ tualmente, relátase la fundación y el desarrollo del Convento agustiniano; el segundo trata de la iglesia y su ornato interior, y en el último preséntase una sucinta biografía de los Priores que desfilaron por el historiado Convento desde sus comienzos, y de

Influencia de la radioactividad en la
vida vegetal por D. Pedro J. G///.—Andraitx (Baleares) Junio de 1920. Palma de Mallor¬ ca. Establecimiento tipográfico de Francisco Soler.
1929. Un folleto 20 por I3. Reputamos sumamente bienhechora la,lectura
de este folleto para los agricultores que a más de encontrar en él una explicación bella y metódica del crecimiento, desarrollo y multiplicación de los vegetales, hallarán con agrado un abono que im¬ prime mayor esfuerzo orgánico en los vegetales sin que en algo les perjudique, cual es el abono
natural Radita.
Al benemérito, autor del Folleto, D. Pedro J. Gi¬ li le felicitamos, augurándole la coronación de su
empresa con un feliz éxito.

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