El Heraldo de Cristo 1918, n. 110
Año X

Junio 1918

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en nuestra iglesia de San Francisco en Palma durante el mes de Junio.

Mes del Sgdo. Corazón de Jesús. ^Durante este mes se practicará . el ejercicio dedicado al Sagra¬ do Corazón de Jesús durante la misa de las seis con exposición del Santísimo.

Novena de S j\\ntOnÍO

I

..I

.1

Sy

siete y media durante

una Misa y por la noche con toda solemnidad. Se

expondrá el Santísimo después del rezo de la corona que será a las ocho y seguirá la novena predicada

por el Rdo. P. Fr. Eduardo Faus, O. F. M. de la Provincia de Valencia.

Comunión para los p* obres de S. Antonio.^ el domingo
día 9 a las siete en la iglesia de la Hermandad. Terminada esta se repartirá a los pobres pan y arroz.

Festividad de S. Aatomo.‘~"‘r’^"

"í”; 'í"*

de Comunión general para los socios de la ria-

Unión y devotos del Santo. A las diez, después de expuesta S. D. M., se cantará Tercia. Acto seguido

bendición de los lirios de S. Antonio y Misa mayor, cantándose la Misa Pontificalis del maestro Perosi.

Sermón por el Rdo. P. Eduardo Faus. Por la tarde, rezo de la sagrada Corona, Trisagio cantado por el

pueblo, sermón por el mencionado orador, conclusión de la Novena, procesión con el Stmo., solemne

Te~Deum y reserva.

NOTA.—Las personas que deseen se aplique a su intención alguno de estos ejercicios, procuren dar

aviso en la sacristía.

mensual.

[)()tnín^^O

mañana a las ocho misa de comunión general
para los Terciarios. Por la tarde a las ocho tendrá lugar la Reunión

Novena del Bto. Ramón £o//.„Empe,arádía 24 .I«s ochode htard.co,. ' exposición del Santísimo y sermón por el
Rdo. Sr. D. Nicolás Saggese, Pbro., Profesor del Seminario.

^

*

condiciones ordinarias los Terciarios pueden ganar indulgencia plenaria los días siguientes de este

mes: Día 3, El Bto. Andrés de Híspelo.—7, El Sgdo. Corazón.—9, San Pablo de la Cruz.—13, S. Anto¬

nio de Padua.—15, La Bta. Miquelina de Pisauro.—20, Octava de S. Antonio.—24, S. Juan Bantista.—

29, S. Pedro y S. Pablo, Apóstoles.’

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Dedicada al fomento y propagación de la Tercera O. de S. Francisco §

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Redacción y Administración: Convento de San Francisco
Palma de Mallorca

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Precios de suscripción:

En España ... 2 ptas. al año.

En el Extranjero . 3 »

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Aflo X.

Junio de 1918

Núm. lio

S XT XkiC .A S. X o

=ct)

El nuevo Obispo preconizado de Tenerife.
—¡Oración y limosnal.— Visió.—El mestre (poesía.)—De cómo se quebró una guitarra en la cabeza de Roque...—Pan de S. Antonio.— Es «soldat de Nápols».— La Peregrinación

Franciscana de 1918.—Sección Doctrinal.— Noticias y Variedades.—Crónica Franciscana.
— Necrología.— Juventud Seráfica.— Li¬ bertad.— Cómo las perlas.— La Mariposa.—
Nuestros deberes.

61 nuevo Obispo preconizado de t^enerife

N fecha reciente acaba de ser
preconizado Obispo de la Dió¬ cesis de Tenerife, el hasta aho¬ ra Canónigo de la S. I. C. Basílica de Mallorca, M. I. Sr. D. Gabriel Llom-
part. La elevación del Sr. Llompart a
aquella silla episcopal, al par que vie¬ ne a constituir un digno coronamiento de las virtudes y relevantes dotes del meritísimo Canónigo mallorquín, honra singularmente a los hijos todos de nues¬ tra hermosa Isla, entre los cuales es ya considerable el número de los que han ceñido la simbólica mitra y empuñado el báculo pastoral; pero con toda espe¬ cialidad puede gloriarse de tal distin¬
ción la Orden Tercera de N. P. San

Francisco, a la que cabe el honor de contar ya entre sus hijos ilustres al nue¬
vo Prelado nivariense.
Alabamos al Señor que ha tenido a bien elegir a nuestro estimado hermano en S. Francisco para regir una porción de su Iglesia, y hacemos votos para que el Pontificado que dentro de poco va a empezar sea fecundo en obras de santi¬ dad y de cristiana perfección.
Notas biográficas
El M. I. Sr. Llompart nació en Inca,
el 18 de Noviembre de 1862. Sintiéndose con vocación al estado
eclesiástico, ingresó en el Seminario de la Diócesis en 1875, siendo ordenado de presbítero en 1866, por el Excelen-

102

ÉL Heraldo de Cristo

e.

limo. Y l^mo. Sr. D. Gabriel Llompart
Obispo preconizado de Tenerife

Hísimo Sr,. Cervera,-después de una ca-
-rrera brillantísima.. . .
Regentó después en el Seminario las cátedras de-Latín, Historia .Sagrada, Metafísica, Teología Dogmática y De¬
recho Canónico.'
En 1888 obtuvo los grados de Licen¬ ciado y Doctor en Sagrada Teología en.el Seminario de Valencia y en 1896 obtuvo la Licenciatura y el Doctorado en Derecho Canónico, siempre con la nota de Nemine Discrepante. .

El año 1886 tomó parte en unas opo¬ siciones a Rector en. esta Diócesis, re¬ sultando apj-pbados sus ejercicios, apro¬
bando después cinco oposiciones a Canongías en nuestra Santa Iglesia Cate¬
dral.
En 1909, previas oposiciones, fué elegido Canónigo Penitenciario de la
Catedral de Orihuela. Allí, en 1905, fué nombrado Juez delegado en el Pro¬ ceso sobre la santidad, virtudes y mila¬ gros en general de la Causa de Beati-

El Heraldo de Cristo

103

ficación y Canonización de la V. Sor Canónigo de esta Santa Iglesia Cate¬

Juana Guillem. El 26 de Febrero de dral Basílica, pasando a ocupar, des¬

1908 fué nombrado Censor y Vocal del pués de brillantes oposiciones,, la va¬

Consejo de Vigilancia de aquella Dió- • cante del M. I. Sr. don Mateo Rotger.

cesis, el 13 de Marzo de 1911 vocal de

Día 17 de Diciembre de 1917 fué

la junta Diocesana de Orihuela para la propuesto por S. M. para la Sede de

organización del XXII Congreso Euca- Sta. Cruz de Tenerife y el 24 de Ma¬

rístico Nacional.

yo se recibió por telégrafo la noticia

Día 9 de Agosto de 1916 fué elegido de su preconización.

-t-¡ORACIÓN Y LIMOSNA!

l^^ERMOSO día se avecina, ¡la Fiesta de la prensa católica! bello día

IIa/Í

celebrarán rogativas

y colectas en favor de la buena

prensa. ¡Prensa bendita! que propa¬

gando las enseñanzas de Jesucristo pu¬

rifica el ambiente corrompido por la

prensa impía, continuadora del testa¬

mento de Judas.

Contrarrestar, sofocar, aniquilar la

mala prensa; favorecer, propagar y cul¬

tivar la buena, es el mejor servicio que

se puede prestar al reinado de Jesu¬

cristo, es la mejor prueba de fidelidad

y amora la Iglesia Católica.

Los que sostienen y propagan la ma¬

la prensa, se unen al coro de los que

vociferaban; «Tolle, tolle, crucifige

eum»; los que la miran con indiferencia

y no la combaten, oyen impávidos el

infame pito y con su pasividad aumen¬

tan el grupo del pueblo bárbaro; los

que la combaten, los que protegen la

buena, enjugan y recogen los sudores

de Jesús agonizando en la Cruz y hacen

llegar a todas partes los amorosos sus¬

piros de suamantísimo Corazón.

Alma amante de nuestro Redentor,

sé expléndida en favorecer la buena

prensa, siempre, pero de un modo es¬

pecial en el Día de su fiesta. Los hijos

del odio gozarían en el fracaso; los hi¬

jos del Amor estamos obligados a tra¬

bajar para el mayor explendor de la

victoria.

Señora católica, hermana mía, rece¬

mos, pidamos a Dios dé a nuestra pa¬ tria escritores que con energía y valen¬ tía defiendan la verdad, proclamen muy alto la autoridad de la Iglesia Católica

y la soberanía de Jesucristo. Recemos para que la prensa católica

penetre en todos los hogares y sea la enseña del cristiano; pero a nuestra ora¬ ción juntamos la dádiva para su fomen¬

to y desarrollo. El dar vida y robustez a la buena, debilita y ataja la mala.

Recemos, sí, pero con nuestras limos¬

nas sostengamos el arma del combate, la espada del bien contra el mal.

Religiosas, señoras, obreras, niñas...

todas, todas, prestad vuestro apoyo a la prensa católica; ella defiende los re¬

zos, los hospitales, asilos, colegios,

conventos, el orden social, la patria, la

Iglesia y a Dios. Los periódicos netamente católicos
son emisarios celestiales, que nutren a nuestra alma de sana doctrina; los es¬
critores católicos amanuenses son de

Jesucristo. Contribuir al sostenimiento

de la bueña prensa es la caridad de las
caridades.

Por amor de Dios, hermana querida,

oración y limosna para la prensa ca¬

tólica

el bien y la patria te lo agra¬

decerán; Dios te bendecirá y recom¬

pensará largamente.

Soledad T. F.

104

El Heraldo de Cristo

parencia nitidissima d’una llàgrima,

m’ha aparegut, com una visió clara

i precisa, aque'l horietd'Artà, queam

En el segón aniversari de | tant d afany cuidàreu, Jo‘¡ veia igual la mort del Rvt. P. Fra que en aquell temps que reialment el

Antoni Ripoll.
Sempre’m recordará... Mai heu obli¬
daré.
Era ha-ny d'el Senyor 1916. La primavera moria lentament... teixint-li el sol amorosit una garlanda d‘or, brillant, esplendorosa, feta am los raigs gemats de sa llum viva... El mes de Maig, el qu’es mes rioler de l‘any, agonejava am do’orós defa¬
lliment... finia anémic el seu reinat
d'amor...
I llavors vaesser... A les derreres
hores del 29 del sus dit mes prenguereu comiat de nosaltres, o Pare Anto¬ ni, per emigrar an el cel... Sí, molt
bé ho recort.
Com fruita ben madura i olorosa,
qu’el mes suau oreig despenja de la branca, calguereu Vos del arbre de la
vida sens el mes lleu dolor, volant
lleuger a fruir les belleses d’aquella primavera dels jardins del Edén, que
mai s'e.svauvaràn...

recorria, en aquell temps inolvidable,
cuant Vos viviau encara...
jFelís moment! Semblava'm que del pit m’havien tret tot el pés del condol!.. Quina hora es estada aquella per mi mes do'ça...
Allá dins jo us contemplava, al ar¬ dor d‘un sol d'estiu, ocupat am los quefers que tan vos delitaven... arrebassant am vostra mà arrugosa Thortiga que crexía confusa am l’hortolissa... tomant branquillons secs dels fruiters que vos mateix plantàreu... treguent de la cisterna Paigua pel regadiu... i mentres tant de vostre front veia brostar-hi perles que la suor formava i que després regali¬ mant pausadamenf caien d’en una en una, a barretjarse am Paigua, demunt
la terra...
¡Oh quin encís tenia alió per mí!... La meva fantasia am quin pler hi vo¬ lava per sobre aquell hortet...
Vos veia, ai hora baixa, recorre-

Sembla‘m un somni encara... i de guent els caminals am vostre gaietet

llavors en çà ja n’han passats dos
anys... dos anys d’anyorament tortu¬ rador pels vostres fills...

»

*

**

inseparable... i veia com els arbres
vos aclamaven tremolant son fullat¬
ge... i am quin respecte les branques se vinclaven al vostre pás, per besarvos la testa honorable... Quin espectá-

Avui, peró, no sé, no sé que m‘ha ele tan magnífic i consolador!...

passat...

Després, embadalit, vos hi mirava

Avui que l’anyorança m’havia re- mentres passàveu la Corona assegudet

venguda amb esclator intensa mes en él recó del hort, ran de la llimo¬

que mai, he sentit, no obstant, estre¬ nera... Quin cuadre aquell!... El sol

mir de goig tots els meus membres... per veurervos par que no volgués apo-

me sentia anegat en un pélec de ditxa nentar se... Phoratge frese de 1‘hora-

gran..., dede icia inefable... pélec in* baixa venía a besar, tot amatent, la

mens... sens fons ni voreres...

vostra faç marcida... los aucellets

Tot solet, en el reculliment de d‘aire lleuger i fí, volant de branca en

m’humil cel·la, amb el cap tombat branca, acompanyaven el vostro res

demunt les dues mans, anava desgra¬ am llurs arpegis... en breus moments

nant vius records vostres... amb los aparegué gran munió d'estels que us

ulls entelats i el cor estret d’augúnia... esguardaven, sense pipelletjar, desde

De cop en-sec, per dins la trans¬ 1‘alt mirador del firmament... i, la

El Heraldo de Cristo

105

Duna a poc a poc goitava, per derrera la cresta de les montanyes de Lle¬ vant, la seva cara plena, com si vol¬ gués contemplar am tot el seu esplen¬ dor aquell idiii bellíssim —
Com los obría jo ais ulls devant tal espectac'e!... Oh, cóm gosava jo lla¬ vors!... quines emocions mes tendres
que sentía...
Mes, ai! noera mes qu'un somni... una pura visió vana i alada que des¬ prés de esvahida, m‘ha deixat altre
volta* tot solet, en mitx del meu dolor
en el reculliment de m'humil cel la. .
La buidor que llavors he sentida

me corgelava... la pena me punyía com una aritja...
*
Jo seguiré, o ínclit Pare Antoni, la ginya que dexáreu pel camí de la vida la ginya inesborrable de les vostres virtuts; jamái la dexaré tot desitjant contemplar-vos un día, am los ulls de la meva ánima, recorreguent, vol¬ tat de gloria, els caminals del Hortet del «Anyell.»
Lleó d’Irán.
29 de Maig 1918.

EL MESTRE

El mestre dels poetes de parla mallorquina que demunt tots s‘aixeca com Pi de Formentor, que besa Testelida i amb mágica mirada
dins 1‘infinit hi troba rimes de fé i amor.

El mestre de modestia, de sentiments seráfics que el vol sublim traspassa del águila capdal i canta a tal altura mes fort que les ventades jAmunt ánima forta com Vau del temporal

El mestre de doctrina que com un vell profeta
rebvida i s‘alimenta de les amoí's del cel

i les virtuts contempla i en cantarles s‘afanya i dolces les ofrena com esquisida mél,

El mestre de armenia que de sa lira arranca

vibracions de nostalgia del retut pelegri,

de la vella que re.sa, de la jova que anyora,

'í

del ninet que en la plalja le retxa tentadora

que terra i mar separa de bades vol segni.

El que amb lo dit senyala el viu penyal d‘on brolla le font de pures aigues de celestials remors...
els àngels que s‘hi banyen., els lliri.« que bi blanquetjen i el sol que li regala un arc de mil colors,

Aquest es el poeta de parla mallorquina
que demunt tots s‘aixeca com Pi de Formextor • Aquest es el poeta de talla gegantina que sobre les miseries victoriós domina.
Ministre del Senyor
Bartomeu Miralles

El

Herai,do

de

Cristo

EucaristíldInastieucó

El Heraldo de Crïstò

107

De como se quebró uno guitarra en lo cabezo de Roque...

La escena acaeció en el mes de Octu¬
bre, bajo las verdes ramas de un pino Santanero y cabe una fuente de aguas limpias y frescas. El protagonista es Pas¬ cual, un mozo en la flor de su edad, casi
ciego y tocador de guitarra... Era como media tarde. Bajo del pino
Santanero, bullían en animada gresca, una porción de mozos y mozas y la tia Nemesia que hacía de guardiana. Tira¬ dos por el suelo, había trozos de queso
y salchichón, manzanas, pan, vino... y en derredor de tan sabrosos manjares, es¬ taban los mozos y las mozas sentados en tierra, comiendo y bebiendo y tirando por sus bocas alegres risotadas.
Plegándose estaban los manteles cuan¬ do llegó al corro Pascual con su guitarra que a los divertidos comensales les vino como anillo al dedo. ¡Pascual, toca!... decían los mozos; ¡Pascual, canta!... re¬ plicaban las mozas... y Pas'ïual, con voz lánguida, pregonera de un fuerte desma¬ yo, les decía:
—Señores míos: el quinqué para que arda necesita gas; la máquina para que ande pide carbón... denme, pues, sus mercedes que coma y beba y en se¬ guida me tendrán listo y en sazón para cantar y tocar lo que gusten....
Los relieves de la merienda, se los
comió muy a gusto el casi ciego Pascual y después de embestirle cuatro veces a la redoma del vino, tosió, se limpió los labios con la manga derecha, púsose la guitarra sobre el pecho, hizo unos cuan¬ tos arpegios, la afínó y mientras vibra¬ ban en la agudo en la prima, en la que parecía un quejido de mujer, dijo:
¿Que desean ustedes que cante? —¡Una «jota»!—contestaron los mo¬
zos.
—¡Una «granadina»!—vocearon las
mozas.
—Lo que tu quieras, Pascualico, re¬ puso la vieja Nemesia.
—¡Vaya! Cantaré las dos cosas...

—Pero antes, dijo un tal Ginés, toma otro trago, pero cuidadíto con marearse,
Pascual.
—Oye, Ginesico, exclamó el ciego, ¿Acaso me has tomado a mí por algún
borracho?
—¡Hombre! yo no sé... pero... me con¬
taron el otro día que...
—¿Que te contaron, so alimaña? dijo el ciego medio enfadado.
—Me contaron que ibas camino del
puente viejo, siguiendo los pasos de tu burra y con la chaqueta al hombro. Sin duda te cansaste de llevarla y la pusiste sobre la burra, pero a los cinco minutos,
se cayó la chaqueta y tu la recogiste y echástela sobre la pollina diciendo:
¡ridiez! ¡una chaqueta! A ios pocos pasos vuelve a caerse la chaqueta y tomándola otra' vez dijiste: ¡ridiez! ¡otra chaqueta! y así anduvisteis, ella cayéndose y tu
echándola sobre la burra, hasta que te hartaste de recoger chaquetas y casi en¬ furruñado dijiste: ¡ridiez! para que quie¬
ro yo tanta prenda! y ¡zás! la capuzaste en el rio y te quedaste sin chaqueta. Es¬ to quiere decir que llevabas una mona de padre y señor mío...
- Eres un embustero, Ginés, respon¬ dió el ciego, porque ni a mí me pasó eso ni yo tengo vista para ver las chaquetas, ni en mi casa hay burra alguna, como no sea la moza de mi madre, que ni aún
vale como la mitad de media burra...
—¡Ea! A cantar, y fuera de romances, dijeron mozos y mozas
—Eso es, a cantar, dijo el ciego. Y
como buen aragonés que soy, comenza¬
ré cantándole a mi hermosa Pilariea...
Si otra vez güelvo a ser chico he de aprender a cantar,
pa que íne hagan infantico de la Vír.gen del Pilar... —¡Olé tu mare!—gritaron los del co¬ rro haciendo palmas. —¡Ea! ¡Venga otra de ahí! dijeron las
mozas.

to8

ÈL Heraldo de CrisLo

—¡Allá va!... Le digfo a la Pilanca
Siempre que su imágen beso: Si no golviese mañana, puedes decir que estoy muerto. ¡Muy bien, y vivan los aragoneses!
vocearon todos...
—¡Venga otra, Pascualito! dijo la tía Nemesia, y Pascual siguió entonando copias muy sabrosas y cada vez que ter¬ minaba una de ellas, un ¡ole tu mare! coreado por todos los del corro, apaga¬ ba por unos instantes los alegres sones de la guitarra.
--Añóralas «granadinas» dijo el ciego. Y comenzó a preludiarlas con mucho sentimiento. Mas, estando en esto, Ro¬
que, un mozo que estaba a la vera del cantor, vomitó una feísimá blasfemia. El
ciego que tal oyó, paró en seco y dijo:
—Señores míos: delante de un arago¬
nés no se blasfema de la Virgen. Al que ose hacerlo otra vez, le aplasto la cabe¬ za con la guitarra.
— ¡Muy bien dicho! respondieron mo¬
zos y mozas.
—No hagas caso, Pascualico, dijo la tía Nemesia, que este Roque es un ne¬ cio y no sabe lo que se dice. ¡Ea! canta las “granadinas,, y cuidado con que na¬ die hable lo que no debe.
—Yo cantaré muy gustoso, pero mire lo que habla ese Roque, porque sino...
¡Vaya! ahí va la “granadina,,
Murió mi madre
no hay quien me quiera, el hombre que me amaba
ya no me espera.
Y yo solita me busco un querer muy grande,
pero no encuentro ninguno grande como el de mi madre...
—¡Olé! ¡Viva el cantador! gritaron de
nuevo los def corro.
Y otra vez, el necio de Roque, por sacar de tono al ciego, o porque le picó un mal bicho, soltó otra blasfemia ho¬ rrenda contra la Reina del cielo, y en el acto, se puso en pié Pascual, empuñó la
Ijuitarra con brío y descargó tan terrible

golpe en la cabeza del blasfemo, que el instrumento se hizo trizas y solo quedó el mango de reliquia... Roque quiso pe¬ garle al ciego, pero mozos y mozas se lo impidieron y hasta hubo uno que, ense¬ ñándole los puños a Roque, le habló así; ¡So indecente! ¡Mal hablado! Si tocas a Pascual, te los hundo en las costillas.
El que pega a un ciego, es un cobar¬ de.. y el que blasfema como lu, merece que se le rompan cuarenta guitarras, y no una. Asi es que, conténtate con la suerte que te ha tocado, que el pobre ciego, ofendido en sus más caros senti¬ mientos de amor y veneración a su Vir¬ gen del Pilar, ha sabido vengar como debía, una injuria tan villana y grosera... Y, ahora, señores mozos y mozas: lo que importa es que echemos del corro al blasfemo, y, entre todos, le compre¬ mos a Pascual una guitarra, que, puesto que el pobre ciego, vive de ella y de sus cantares y se le ha roto entre noso¬ tros y en esta ocasión que nos estaba obsequiando tan a gusto, no está bien le dejemos desamparado. ¿Que os parece?
—¡Si! ¡si! ¡muy bien! gritaron todos, menos uno, que avergonzado y con la cabeza abatida, se alejó del corro, mien¬ tras el pobre ciego, emocionado, les de¬
cía a mozos y a mozas:
—Dios y la Virgen del Pilar, os pa¬ guen largamente esta buena obra...
Por la copia. F. T. Pbro. T.
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Repartido en metálico. . 50’00 *
Total repartido . . . 200’00 .
Remanente.... . 1316 *

ÉL Heraldo de Cristo

100

ADÓ Clara, ¿que hi ha salut? —Si, grades a Deu; salut i
gana, i Deu les mos conservi,
si convé.
¡cuidado! amb so menjá! —Perque? —Perque diuen que amb aqueixa ma¬ laltia que reina es precis está alerta a una partida de coses.
—Com es are?
—No convé menja ensiam, ni cireres, ni aubercocs, ni molta fruita de cap cas¬
ta, ni res crüu
—Vols que te diga, que jo me'n ric
un poc.
—Ido no vos n’haveu de riurer; per¬ que els sabis han fets estudis d’axó, i diuen que totes aqueixes coses son peri¬
lloses i que's precís que ses cases i habitacions estiguen ben oratjades, i que s’han de fer sa boca neta amb aigo ca¬
lenta...
—¡Re bota! Ido digués que no tendrem res pus que fer, mes que cuidar-
raos de ses maníes.
—No son maníes, dona; es que hi ha una epidemi grossa que se pren; i se fa necessari estar alerta; i posar es medis que sien utiis per defensarmos.
—Are ho dius tot: es medis que sien utiis; i tu que saps quin son es medis
utils?
Perque jo estic conforme en que con¬ vé tenir ses habitacions oratjades: no’m venguen amb cuartos acubats que fan
aló d’aire corromput i d’ou nial. Confor¬
me en que es precís qué’s sol mos toqui, perque aposta l’ha fet Deu Nostro Se¬ nyor perque fassa fruita sa terra i servesca per la nostra salut. Conforme en que
es necessari estar alerta a fer excesos en
so menja, i que segons de quines coses
hi ha d’haver mes mirament.
Tot aixó es ben ver; pero si tot aixó ho han descubert are es sabis, los me

pots comenar molt; perque jo sense esser sabia estic cansada de sabrerho, i to¬ ta la vida ho he posat en pràctica.
—¡... ..! Que voleu que vos diga! —Vol dir per guardarse de s’epidemi han de cercar aire pur; í han de estar alerta en so menjà! !Vaja un descubriment! I en no haverhi epidemi que ja porem passar sense alenar... o porem fer qualsevol desbarat? —No, dona; pero volen dir qu’are
hem d’estar mes alerta.
—Mira, alerta hi hem d’està sempre;
perque es de beneits esperar posarse sa
cervellera quant tenen es cap romput:
pero els conseis del sabis, i sobre tot de certs sabis... t’assegur que les poren rompre sense pecat mortal.
—Be! ja ho sabem: pero no negareu que es parer d’una persona qu’ha estodiat es molt mes d’escoltar que’s parer d’un qualsevol.
—Si jo no dic lo contrari; pero me fas riaies tu, que com que en haver estu¬ diat ja tenguen cera del corpus', í jo les crec segons i com.
—Que voleu dir vos, segons i com? —Segons i com, ¿que ho entens? Per¬ que bono, escoltem. Una malaltia que se presenta i ningú sap com; que primer mos diuen que ve de devall sa terra perque han remoguts es fonaments; i Ilevors mos diuen que no, que ve de s’aigo; després mos diuen que s’aigo no hi te res que veurer, que es cuestió de s’aire.... i que se jo. Una malaltia qui li fan exàmens i exà¬
mens i no n’arriben a treurer sentencia; ni saben qu’han de fer per curaria, ni
quines medicines li han d’aplicar: ni quins remeis han de donar a nes malalts. I ventura que de tot d’una no se’n mo¬
rien; perque si no, cuant es remei seria
arribat mes de mitx Madrit hauria estat a
sa tomba.

no

El Heraldo de Cristo

Una malaltia axí... trobes que m ha de
fer creurer molt en ses coses des sabis.
I que llevors se’n venguen a dírme: no poreu menjar ensiam, no poreu menja fruita, heu de prender aire frese Los m’escolt tant com si me diguessen que’s mal de caixal se cura amb pessigoies a sa font d’es peus, o que un uixol se cu¬ ra amb un caramull de pedres fet en mitx des carré. Primer han de sabrer que se pesquen eils, i llevors mos han
de donar conseis a noltros.
Mado Clara tenia rao! no's possible
exigir a sa ciencia humana que ho sàpi¬

ga tot; i es precis regoneixer que a pe¬ sar de lo moltissim que sabem, mos que¬ da moltissim mes qu’aprender. La cien¬ cia humana queda humillada devant les incògnites que se 1¡ presenten a cada instant obligantia a confessar la seva curtesa e impotencia: els vertaders sabis no hi tenen cap inconvenient en dir que no saben pus: pero els presumits i orgu¬
llosos no hi volen consentir en declerar
la seva ignorancia, i cerquen enginys per desfressarla. Mes en so pecat hi duen la penitencia, perque queden en ridicul
devant el sentit comú i la recta raó, que
junts amb la Fe mos diuen que solament Deu es infinitivament sabi.
Daniel

Pabellón de la Biblioteca y Sala Capitular
DEL monasterio de GUADALUPE

El Heraldo de Cristo

III

La Peregrinación Franciscana de 1918

JÍMumerosa y animada como siempre, ||7/ la peregrinación franciscana de
1918 ha sido una prueba más de la vitalidad de las hermandades mallorquí¬
nas, y una manifestación expresa del in¬ terés con que miran todos los actos y
empresas franciscanas, y de la prontitud con que acuden al llamamiento de sus
Directores.
A continuación publicamos la reseña que hace de tan importante acto el dia¬ rio católico Correo de Mallorca, y así podrán nuestros lectores hacerse cargo de lo que fué la peregrinación y guar¬
dar de ella un interesante recuerdo h s-
tórico.
«Bien arraigada está ya la costumbre venturosamente establecida por las fer¬ vorosas Ordenes Terceras de Mallorca, de reunirse anualmente en alguno de los santuarios con que la piedad mallor¬
quina quiso honrar a la Virgen Santísi¬ ma en las cúspides de nue{ tras montañas.
Tales romerías constituyen una nota reconfortante de sano esplritualismo que demuestran como no todo está podrido, apesar del ambiente materialista que
nos envuelve. Espléndida manifestación de piedad, homenaje de amor a la Vir¬ gen Santísima, rogativa por los crueles males del mundo, santa expansión de la gran familia franciscana en la cual ocu¬
pan la misma grada el pobre y el rico, esas romerías merecen el aplauso de to¬ das las almas buenas que de veras se
preocupan por la vida pública y social de nuestra Religión.
El pueblo señalado para la de ayer fué Manacor, la ciudad agrícola; y el santua¬ rio, la humilde y recién restaurada ermi¬ ta del Rosario en la pintoresca colina de
Santa Lucía.
La gente que llegó a reunirse en Ma¬ nacor fué, numerosísima, y a fe, que Pal¬ ma aportó no pequeño contingente: 550 peregrinos. Acudieron también las Or¬ denes Terceras de Artá, María, Lluch-

mayor. Inca, Villafranca, Montuiri, Al¬ gaida, Muro, Porreras, etc.
Larguísimo convoy condujo a los de Palma, de donde salió a las cuatro de la
madrugada. La máquina había sido obje¬
to de adorno con banderas y arrayanes
y bella imagen del Seráfico Patriarca,
San Francisco.
A las siete y media entró el convoy en agujas, en la estación de Manacor, cuyas afueras estaban atestados, pues es¬ peraban a los palmesanos las otras her¬ mandades y el pueblo.
Las bandas de música (la del Sr. Ros-
selló y la de los Boy-scouts) rompieron en animada tocata mientras eran acogi¬ dos los peregrinos con vibrantes salvas de aplausos. El clero, que acudió con cruz alzada, el Ayuntamiento, los Padres Dominicos la comisión receptora, la au¬
toridad militar dieron la bienvenida a los
romeros, los cuales, al poco, se juntaron con sus hermanos, emprendiendo todos el camino de la parroquia, llevando ca¬ da hermandad su respectivo estandarte, al frente. Dos compactas hileras de gen¬ te cedían el paso a la peregrinación. La ciudad de Manacor estaba engalanada luciendo la mayoría de casas grandes y
vistosas banderas. Entre los adornos des¬
tacábanse Soberbios arcos de triunfo,
dedicados al Prelado (que hace allí la Visita Pastoral) y a la Peregrinación.
Las músicas daban al aire sus armo¬
niosas notas y las campanas de la Parro¬ quia y del convento saludaban con ale¬
gres repiquetees. Llegados a la igle^ia parroquial, cuya
grandiosidad y esbeltez es incompara¬ ble, el Arcipreste Sr. D. Rafael I. Rubí, acogió a ios romeros con afectuosas fra¬ ses de simpatía. Luego el Sr. Obispo,
asistido de los Rdos. Sres. Rosselló y
Alemany, Bonet y Frau celebró la Santa Misa, en la cual repartió la Sagrada Co¬ munión a gran número de peregrinos. Muchos comulgaron ya en otros altares.

112

ÉL Heraldo de CRisto

Celebrado el primer acto de la rome¬ ría, la gente invadió fondas y cafés, has¬ ta que las campanas convocaron nueva¬ mente a los peregrinos. Rehízose otra vez la comitiva y dirigióse ai Puig de
Santa Llucía. Este se halla a unos pocos
kilómetros, que fueron fácilmente reco¬ rridos, pues el tiempo era benigno. El panorama que desde la cumbre se divisa
es espléndido, gozándose la vista en con¬
templarlo. El Prelado, que acababa de llegar, des¬
pués de breve descanso, se revistió con los ornamentos pontifícales, y ayudado del Arcipreste, Sr. Rubí, y de los Reve¬ rendos Sres. Rosselló y Alemany y Pa¬ dre Bruna, dominico, procedió a la ben¬ dición y colocación de la primera piedra del templo que se piensa edificar en honra de la Virgen del Rosario. Fueron padrinos los nobles señores doña Ana de Oleza y de España y don José Rosse¬ lló y Alemany.
Como ya se había hecho tarde hubo
que sustituir el anunciado oficio con mi¬ sa rezada que dijo el Rdo. P. Miguel Vi¬ dal, Superior del Convento de San Fran¬ cisco de Palma, pronunciando, durante la misma, un sermón el P. Federico de
Berga, Visitador de la Orden Tercera
capuchina en Cataluña y Baleares. Emprendióse luego el regreso a Ma¬
nacor, llevando empero la comitiva la devota imagen del Rosario que, recibida en la población con un repiqueteo fué
depositada en el altar mayor del Con¬
vento de Padres Dominicos.
Siguieron luego unas horas de descan¬ so, que fueron aprovechadas para la co¬ mida, y, a las cuatro y media, salió del convento la procesión con la Virgen del Rosario, en la cual figuraban las Her¬
mandades con sus estandartes, el clero

Parroquial, los Padres Dominicos, la Junta del Rosario Perpetuo de Palma y las Juntas organizadoras. Actuaba de Preste el Arcipreste señor Rubí, acom¬ pañado de los Rdos. señores Parera y
Durán.
Presidía la comitiva el señor Obispo
quien llevaba, a ambos lados, al Alcalde D. Francisco Gomilay al Primer Tenien¬ te, D. Rafael Fuster, yendo, a continua¬ ción, el Ayuntamiento y los Superiores de Padres Dominicos y Capuchinos.
El gentío que presenció el paso de la
comitiva era sencillamente enorme.
Al llegar a la parroquia, el Superior de los Capuchinos pronunció un ser¬ món, rezándose luego cinco Padrenues¬
tros al devoto Santo Cristo que se ve¬
nera en aquel templo. El Sr. Obispo, como digno remate de
las solemnes fiestas celebradas, dió su bendición al pueblo.
* **
A las seis y media la estación del tren ofrecía un golpe de vista espléndido:
todo Manacor se había reunido allí.
Los peregrinos fueron despedidos afectuosamente, sonando, al arrancar el
convoy, grandes aplausos, mientras que las bandas tocaban animado pasa-doble.
El tren llegó a Palma a las diez, reu¬ niéndose los peregrinos en los Capuchi¬ nos, cantando una Salve a la Virgen San¬ tísima en acción de gracias por el éxito de la Peregrinación.
Como siempre, la romería de ayer re¬ sultó solemne y espléndida. Pueden es¬ tar satisfechos los organizadores y por
esto les damos nuestra enhorabuena.
Que tales actos sirvan para fomentar en todos los terciarios el salvador espíritu
franciscano.»'

ÈL Heraldo de Cristo

La Iglesia nuestra querida madre, manda que los sacerdotes recen todos los días el Santo Oficio, y esto sub gravi a fin de que en nombre de la misma pa¬ guen a Dios el tributo de adoración y
de alabanza.
Este mandato de rezar y adorar a Dios, es noble y grande, pues, justo es que todos los ministros del Señor aun¬ que Obispos, Cardenales y hasta el San¬ to Padre, pidan cotidianamente a aquel cuyo nombre es digno de loor y alaban¬ za, que se compadezca de la miseiia hu¬
mana ya que tantos son los hombres que continuamente en lugar de loarle le in¬ sultan y blasfeman, y en vez de muestras de amor le dan vituperios y desprecios. Pero, ¿acaso son los sacerdotes solos los que han de elevar sus voces al cielo? No tienen también los cristianos obliga¬ ción estricta de alabar a Dios y de ren¬
dirle todos los días el tributo debido
por los favores y gracias qué continua¬ mente Ies otorga? Si; no cabe la menor duda, pues todos somos criados por aquel noble fin: amar a Dios en este mundo y después gozarle eternamente.
Pareció tan digno a N. S. Padre ala¬ bar las obras y el nombre de Dios, que impuso a sus hijos todos, el rezo del
Santo Oficio o en su defecto cincuenta
Padrenuestros, distribuidos en forma de

horas canónicas, si bien ahora esta pres¬
cripción ha sido modificada. La Regla novísima prescribe para los
Terciarios seglares tres ofícios: l.° el Divino, 2.° el de N. Señora, 3.*^ el de doce Padrenuestros, Avemarias y Glo¬
rias. Todos estos tres oficios son canó¬
nicos y por tanto reconocidos por la Iglesia. De modo que rezando el Tercia¬ rio uno u otro de estos tres, cumple con el precepto de la Regla. Bueno sería que todos los Terciarios rezasen el Ofi¬ cio Divino o el de N. Señora, pero, exi¬
gir esto, sería un inconveniente, pues pára la generalidad es algo difícil; y por esto señala la Regla el de los doce Pa¬ drenuestros. La Iglesia misma atendien¬ do a la agitación y ocupaciones de la actual sociedad ha querido dar facilida¬ des a los Terciarios, y a este fin aprobó
es^a reducción de su rezo a brevísimas
oraciones.
El modo y la disposiciones con que hemos de adorar a Dios por medio de esta santa oración vocal, Será objeto del número siguiente.
Patrón del mes: San Antonio de
Padua.
Devoción especialísíma: El Sagrado Corazón de Jesús; desagraviémosle de las ofensas de los pecadores.
Fr. Simón.

114

El heraldo de Cristo

Palabras de un convertido
Las ha escrito el célebre dramaturgo francés Henri Lavedan, arrepentido de sus pasadas impiedades:
<lOh! Un pueblo de cadáveres cubre los campos... ¡Que tristeza ser ateo en presencia de este inmenso cementerio nacional! lYo no puedo serlo ya! Me en* gañé a mi mismo y os engañé a vosotros, los que leisteis mis libros, mis canciones:
Francia, oh Francia, vuelve a la Fe; ale¬
jarse de Dios es marchar a la ruina. No sé si mañana viviré aun; pero debo de cirio a mis amigos: Lavedan no quiere morir ateo. Me oprimía hasta hace poco este pensamiento: vive un Dios y te en¬ cuentras muy lejos de El. Alégrate alma mía, pues ha llegado la hora en que pos¬ trado de rodillas puedo exclamar:
¡Creo en un Dios!
Confesión Póstuma
Desde un pueblo situado en la zona glacial del No: te de América mandaron llamar a un misionero católico, para que
asistiese a los atacados de una mortífera
epidemia, que desolaba el país. Por des¬ gracia, cuando el sacerdote llegó, tras un largo viaje, afrontando heroicamente una temperatura de 40 grados bajo ce¬
ro todos los habitantes habían sucumbí*
do a causa del frío. Más al examinar los
cadáveres notó el misionero que cada uno tenía en sus manos una hoja escrita, la cual resuhó ser la confesión, conñada

al papel, por el respectivo difunto, antes de morir. Así quisieron testimoniar aque* líos buenos cristianos la contrición y los propósitos de confesarse que sentían en
sus últimos momentos.
La locomotora más grande del mundo
Una Compañía de Ferrocarriles del Estado de Virginia (Estados Unidos) po¬ see la locomotora más grande del mun¬ do. Se emplea particularmente para el transporte de carbón, y no solo es la más grande en peso y volumen, sino también la que tiene más fuerza de trac¬ ción, pues puede arrastrar un tren de más de 300 vagones repletos de carga.
A causa de su enorme peso, no pue¬
de circular en cualquier línea sino solo
en las más resistentes.
Esta locomotora efectúa el trabajo de varias del tipo ordinario, y su empleo
resulta relativamente económico.
Para la buena Prensa
El Exemo. y Rdmo. Sr. Obispo de Jaén ha distribuido, conforme a las nor¬ mas generales de la Buena Prensa, la cantidad de 60.000 pesetas, valioso do¬ nativo que para la misma dejó en su tes¬ tamento, el caballero católico, D. Ramón
Millán Bueno.
¡Ojalá cunda el buen ejemplo del
señor Millán, entre los católicos, para
proteger de un modo efiicaz, la Buena
Prensa.

El Heraldo de Cristo

115

Hríá.—Con mayor solemnidad que los
años anteriores ha celebrado la Asocia¬
ción de Obreras de S. José la fiesta que
todos los años dedica a su Patrono, el día 9 del próximo pasado Mayo.
Por la mañana a las ocho hubo misa
de comunión general para los socios y pobres socorridos. A las diez y media misa solemne en la que se cantó la misa Eucarística de Perosi. Ocupó la sagra¬ da cátedra el P. Juan Ginard, C. O., e hijo de este pueblo. Contribuyó a la so¬
lemnidad de la fiesta además de los
adornos que con sencillez y sumo gusto habían sido dirigidos por varios miembros de la Junta la numerosísima concu¬ rrencia que asistió a dichos actos.
Por la tarde a las cinco y media en el
salón escuela de PP. Franciscanos hubo
una tarde literario-musical organizada por las mismas socias.
El salón estaba conipletamentc lleno. Se sentaron a la presidencia el P. Supe¬
rior del Convento con las autoridades
civil y judicial y las señoras que compo¬ nen la Junta Directiva.
Empezó el acto con el himno propio déla Asociación. Luego la Vice Secre¬ taria D.® Margarita Sureda, dió cuenta

siguiente:
Colectas ordinarias . . .
Bandeja en dos actos
literarios
Beneficio de una rifa . . Donativo a beneficio de los
pobres enfermos . . .

499‘24
231^69 191*59
27*00

Total ingresos. Ptas. Limosnas repartidas
En metálico
29 prendas de vestir. . . 52 recetas para enfermos .
Gastos de la rifa ....
Para misas en sufragio de
varias socias difuntas .
En artículos varios . . .

949‘52
5i3'5o 120*25 48*0 j
27*25
8*00
25*00

Total gastos. Ptas.

742*05

Este abstracto de las cuentas de este

año habla elocuentemente del estado se-

pujante y floreciente en que se halla la
Asociación.

Recitaron poesías con mucha soltura y maestría las socias Señoritas D.® Ana María Amorós, D.^ Catalina Llabrés y D.® Margarita Sureda. Todas fueron muy aplaudidas. Un coro de cantoras recreó en extremo el auditorio con la interpre¬ tación delicada y afinadísima de varias

Ï i6

El Heraldo de Cristo

piezas musicales, entre ellas el coro a tres voces de Rossini «La Esperanza», fruto de la infatigable y verdadera maes¬
tra en este arte, D.® Remedios Baamon-
de. Una salva de aplausos coronó el final de estas pieza?.
Luego el P, Ginard C. O. dió una con
ferencia sobre la cuestión social reba¬
tiendo con palabra fácil y sólidos argu¬
mentos las fal ?as teorías de los socialistas
que pretenden solucionar esta cuestión prescindiendo de la religión. Fué con ra¬ zón muy aplaudido.
Terminó el acto con las gracias que el P. Superior dió a todos los que con sus trabajos habían cooperado a tan so¬
lemne función.
Desde estas columnas no podemos menos de tributar un aplauso a la Junta
Directiva de esta Asociación que tanto
hace en bien de los pobres. Que el Patriarca S. José les recompen¬
se su trabajo y desvelos.
e32:teï?.io:r,
Centenario de 5. Bernardino de Sena
Del Piamonte, dicen, que en este año de iqi8 piensan celebrar allí piadosa¬
mente el V centenario de la estancia en
esa región italiana de San Bernardino de Sena, franciscano insigne, que fué notable no sólo por sus esc·’itos misti cos, sino por su alma de apóstol del Santo Nombre de Jesús e impugnador de la blasfemia. El mejor obsequio que al Santo podría hacerse es tratar por
todos los medios de desterrar vicio tan
horrible que tanto ofende a Dios y re¬ baja al hombre.
La Basilica de Santa Maria de los
ángeles
Con Motu propio del 21 de Noviembre de 1917 S. S. Benedicto XV declaraba inmediatamente sujeta a la S. Sede Apostólica la Basílica de Santa Maria de los Angeles cerca de Asís, en donde Nuestro Seráfico Padre Francisco impe¬ tró de Dios la Indulgencia del Perdón de Asís y en donde la Orden de Frailes
Menores tiene su cuna.

La jurisdición papal cerca de esta Basílica, (pues que desde el 11 de Abril de 190Ó había sido declarada por el Pa¬ pa Pío X Basílica Patriarcal y Capilla Pa pal,) el Sumo pontífice piensa y estable¬ ce que sea ejercida oor el Cardenal
F. Giustini Protector de la Orden y por los Cardenales sucesores en el mismo
protectorado

^

^ ^ ^ -1--^

SanlQnÇÍ-—Día 7 de Mayo entregó su alma al Señor, a los 74 años de edad,
habiendo recibido los Santos Sacramen¬
tos D.® Margarita Bonet Ramón. Era Terciaria fervorosa, y muy celosa y exacta en cumplimiento de las obliga¬ ciones que le imponía la Regla que ha¬
bía abrazado..
Madre ejemplarísima se esmeró en la cristiana educac ón de sus hijos y su más vivo anhelo era poder contemplar
aunó de ellos recién ordenado subdiá
cono ofreciendo sobre los altares el san¬
to sacrificio de la misa. Dios no obstan¬
te, en sus inescrutables juicios, no le
concedió en este mundo tanta dicha, y
ella acató resignada las disposiciones de
la Providencia, como sufrió también re-
signadísima las penosas molestias de su larga enfermedad.
Dios la haya acogido en el seno de su misericordia y derrame el bálsamo del consuelo sobre su afligida familia.

—

'■

■

¡Como sentimos engrandecerse con intenso placer, toda nuestra organización al contemplar a esa reunión infinita de seres limitados que viven en el seno de Dios y bajo la mirada de Dios; al poner¬
nos en contacto con ese océano de mun¬
dos, cuyo término no adivina la fantasía ni la razón concibe! Perosi por todas
partes las maravillas se sobrepujan unas a otras en armónica y bella realidad, acaso ningún objeto reúna en sí tanta
belleza como el hombre mismo.
En el hombre no hay acto, fenómeno, pormenor ni particularidad alguna que no merezca cuidadosa y esmeradisima atención. Entre esas particularidades está
la ñbertad.
Y aquí un pequeño paréntesis: Justifi¬
co el desarrollo del tema que me pro¬
pongo explanar, por contar yo como todo mortal con tan importante cualidad y por habérseme dicho que se me daba
entera libertad de elección para un asun¬
to de artículo publicable en el Heraldo
DE Cristo.
Quisiera que mis palabras manifesta¬ sen en esta ocasión la verdad tan limpia
y tan brillante como en mi mente se es¬
conde.
La libertad humana cuando es verda¬
dera e inmaculada libertad, busca y
escoje necesariamente el bien y el hom¬ bre que escoje el mal no lo escoge li¬ bremente. ¿Intentaré significar con tal

afirmación que aquel que obra mal, de¬ jando de ser libre, no está sujeto a res¬ ponsabilidad alguna? No ciertamente. Dios, en el hecho de permitir al hombre que comprenda su destino y en el he¬ cho de darle la energía bastante para cumplirle, le ha creado libre, y le orde¬ na que sea libre; le ha creado capaz de determinarse ai cumplimiento de su des¬ tino, por un impulso propio y le ordena que así lo haga; le ordena que conserve y mantenga esa libertad hasta el punto de que obre siempre en armonía con las
serenas indicaciones de su razón. El
hombre que consiente que su voluntad se debilite y que obedezca al llamamien¬ to de una ruin pasión o de un parcial y miserable interés, abdica su alta digni¬ dad, se convierte en instrumenta de ese
interés o de esa pasión cometiendo así la punible falta de despejarse de su li¬
bertad.
El hombre sabe que Dios le ha dado un cuerpo que cuidar, una inteligencia que ejercitar, unos afectos que dirijir por buen camino y una voluntad que fortificar y sujetar ai mandamiento de la razón, y ese hombre que así conoce el objeto de su vida, por propia voluntad anhela llenarle y le llena en efecto, y este hombre en fin es libre, ejercita su liber¬ tad, pero la ejercita para el bien, para la
verdadera libertad.
La piedra y la planta que no conocen

ii8

Juventud Seráfica

el objeto de su existencia, y que no son
capaces de determinarse a llenarlo, en virtud de su propio movimiento, jamás pueden pecar. El hombre puede pecar
y peca porque conociendo su destino y teniendo medios para cumplirle de una
manera expontanea, de una manera libre, desciende a veces de su alta jerarquía
para seguir ciega y servilmente el im¬ pulso de los agentes que le solicitan.
Y termino sentando en base sólida

el concepto de la verdadera libertad que solo consiste en escojer el hombre,
el medio conducente a la consecución
del fin para que fué creado, pues de otra manera renegamos de la dignidad de seres libres, caemos en el crimen y en la servidumbre, y descendemos, pecando gravemente, a un nivel inferior al de los
seres irracionales.
A. Moragues.

Como las perlas

Las perlas, aun las más bellas y ricas, se han formado en toscas conchas y és¬
tas, a su vez, han tenido por lecho el fondo inmenso del mar, donde se han
visto batidas furiosamente por las co¬ rrientes. Si con el vaivén de las olas, han

quedado cautivas en grutas encantadas
o encalladas entre algas y arenas han conservado en sus entrañas la lágrima nacarada que ha ido redondeándose
creciendo y haciéndose más hermosa y
más preciada.

En el caudaloso mar de la vida hay

perdidas infinidad de rústicas conchas

que guardan, sin saberlo ellas mismas,

una perla.

Ni es preciso buscar ni fijarse mucho

para encontrar a docenas, seres que en

sus pechos toscos guardan un gran co¬
razón sin pulir, como una perla acabada de sacar del fondo del océano.

Id a un teatro, a un cine, donde se re¬

presente una obra o un film que tenga

entre sus protagonistas una víctima y un

verdugo y vereis que aquellos semblan¬

tes populares, antes inexpresivos, se con¬

traen y a veces de sus labios brotan, co¬ mo del volcán las lavas, interjecciones

valientes, llenas de indignación para con el malhechor, que demuestran claramen¬ te la antipatía natural, la adversión que

les produce el vicio, el crimen

En

cambio si la víctima, el virtuoso, el dé¬

bil, el que se ha captado las simpatías

desde el principio, es el vencedor; veis
que sus pechos oprimidos durante la re¬
presentación se ensanchan gozosos y
hasta hay quien pugna por esconder dos perlas que van rodando por sus mejillas y que brotaron del corazón.
Hay buscadores de perlas, que a bus¬ carlas dedican sus energías todas y al hallarlas las pulen y embellecen para después engarzarlas en ricos collares.
Hay muy pocos buscadores y pulido¬ res de estas perlas que tienen por con¬ cha un pecho y están perdidas en el mar inmenso y sin fondo de la vida.
No todas las conchas del mar tienen
perla pero todos los pechos tienen co¬ razón. Buscadlos, encontradlos, pulidlos
y tened en cuenta que cuanto mas tiem¬ po hayan estado a merced de las olas del mundo, como las perlas, serán mas
grandes y más ricos. Busquen perlas los terciarios, como
supo buscarlas y encontrarlas el busca¬ dor de Asís, y al ya rico collar empeza¬ do en el siglo XII, podránse unir en el siglo XX ejemplares de no menos esti¬ mable valía que engarcen dignamente con los que desde aquellos remotos tiempos brillan con irradiaciones de cielo sin que el tiempo que todo lo des¬ truye haya conseguido disminuir la in¬ tensidad de su luz, la cuantía de su va¬
lor, la nitidez de su transparencia.
Turilla Ven.

Juventud Seráfica

iig

Lua mariposa

Traducción del Francés.
Era una vez una mariposa que revo¬
loteaba sóbrelas flores. Un muchacho la
vió y la encontró tan hermosa que quiso cogerla y se puso a perseguirla.
Pero, cada vez que el muchacho se acercaba hacia la mariposa, éita se ele¬ vaba en el aire y huía.
¡Oh! déjala, amado mío, led ijo su ma¬ dre; deja esa mariposa y conténtate con verla dichosa y libre; pues, si tu la toca¬ ras, ella perdería toda su hermosura y tus ojos perderían el placer de verla.
El niño fué dócil; cesó de perseguir la bonita mariposa y la miraba posarse
cerca de él sobre una rama florida. Era
ésta una mariposa festoneada, afelpada, esmaltada de puntos rojos y negros que parecian perlas.
Ella tenía cuatro alas y esas alas eran tan ligeras que el menor movimiento aun¬ que muy rápido no producía ruido al¬ guno. Durante su vuelo tenía sus patas dobladas a lo largo de su cuerpo, pero al posarse, las enseñaba y el muchacho pudo contar tres por cada lado.
Después vió que la mariposa desple.gaba una trompetilla fina como una seda que tenía enrollada en la boca y la su¬ mergía delicadamente dentro el cáliz de las flores donde ella aspiraba su aliento
sin destruir nada.
Pero las mariposas no pueden estar largo tiempo en un mismo sitio. Después de algunnos instantes la mariposa ama¬ rilla huye de la rama florida y revoloteó acá y allá dibujando en el aire capricho¬
sos zig zags y pasando de una flor a otra

con tanta ligereza que su peso no les daba la menor sacudida y les hacía ape¬

nas temblar.

El niño no se cansaba de semejante

espectáculo; no podía apartar de él sus

ojos. Temió ver la mariposa volar y de¬ saparecer. El deseo de poseerla le hizo
olvidar la buena recomendación de su

amada madre; y en un momento en que la mariposa sin desconfianza bebía tran¬

quilamente en el cáliz de una rosa el ni¬

ño la cogió.

Pero al abrir la mano... ¡Hay de mí!

dijo el pobre niño ¿Que había sido del

gracioso insecto? Un polvo suave y bri¬
llante cubría ios dedos del pequeño

muchacho y la mariposa medio aplastada

agitaba temblando sus pobres alas des¬

pedazadas.

A esa vista el niño quedó consterna¬

do. Pronto gruesas lágrimas mojaron sus

ojos. En fin, triste y desconsolado

corrió a arrojarse en los brazos de

su querida madre. Esta, viéndole tan afli¬

gido, tan pesaroso del mal que había

hecho, hízole estas serios reflexiones.

El hombre se fatiga frecuentemen¬

te en busca de la fortuna, honores, pla¬

cer, gloria. Lucha con constanciacontra los obstáculos que encuentra a cada pa¬ so. Y frecuentemente al tiempo en que le parece está a punto de alcanzar lo que con tanto ardor anhelaba, comprende la

nada del objeto de sus deseos y sin

placer ni encanto percibe lo que había

sido objeto de sus más serias preocu¬

paciones.

Por la traducción.

Francisco Po.vs.

iió

Juventud Seráfica

No0stt<os úzhzpzs

Hoy la Europa está convertida en un verdadero mar alborotado y sufre un grave quebranto la justicia y el derecho por haber naufragado la caridad y el amor a impulsos del egoísmo de los fuer¬ tes. Nuestra querida España se ve empu¬ jada hacia el revuelto torbellino y a la inevitable confusión que invade todos los órdenes de la vida por causa de la gue¬ rra que a todos y a todo alcanza.
Y a todo esto añadiremos el menos¬
precio que se tiene a la autoridad públi¬ ca, y que muchas veces por debilida¬ des y condescendencias de la misma va tomando fuerza y aliento.
Es este un daño tan grande que mien¬
tras subsista en la sociedad todas las
más absurdas sorpresas son posibles, y, en cambio, los esfuerzos más generosos
y los sacrificios más heróicos para el progreso son estériles e infecundos.
Porque es bien seguro que cuando una revolución quiere derribar una auto-
dad socialmente constituida no va direc¬
tamente contra ella, sino que se dirige a sus súbditos atacando la obediencia que es la mayor garantía para la autoridad pública y ese incendio social, cuyas fu¬ nestas llamaradas ya han iluminado nues¬ tro suelo patrio va creciendo siempre y
sus llamas destructoras amenazan acabar
con la sociedad.
Y para apagar ese incendio que nos va devorando ¿qué hacen los católicos españoles o al menos la mayor parte de ellos? Duermen y duermen un sueño que
parece de muerte y dejan el paso libre
al socialismo que destruirá la cómoda posición que algunos han elegido y se
llevará hacia los sindicatos de resisten¬
cia, a los mismos obreros católicos, ne¬
gándoles que la autoridad social viene

de Dios y de su autoridad suprema nace la virtud de obligar.
Delante de este cuadro de dolor y de tristeza, ¿no os causa verdadera lástima contemplar a tantos miles de miles de católicos cruzados de brazos, creyendo haber cumplido ante Dios y ante su con¬ ciencia porque no violan ciertos debe¬ res individuales pero dejando en com¬ pleto abandono sus deberes sociales?
Estos católicos que echan lelos de si toda preocupación serán las primeras
víctimas de los días tristísimos que se
avecinan, porque habiéndo podido evitar el mal a tiempo no lo han evitado, dan¬ do un extraño ejemplo de inconsciencia ante los furiosos golpes de la realidad; si¬ guiendo los millones de inocentes sacrifi¬ cados por la guerra social, el que lleva¬ rá consigo odio de clases, la destrucción, el saqueo y la ruina.
Y nosotros debemos tener confianza
en que Dios y los hombres de buena vo¬ luntad han de amparar nuestras justas as¬ piraciones. Obligación nuestra es procu¬ rarlo con todo esfuerzo, empezando por separarnos de estas sociedades que abiertamente niegan las verdades funda¬
mentales de la convivencia humana y
proponen la destrucción de la sociedad y por consiguiente, moral y judicialmente
son ilícitas.
Deber nuestro es alistarnos en aquellas asociaciones que respetan el derecho aje¬ no, que ejecutan de buen grado y con el debido respetóla obra que justamente les mandan sus patronos, que aman la Reli¬ gión y de ella toman el consuelo más efi¬ caz en los trabajos y contradicciones de esta vida, y haciendo esto cooperan a la paz y prosperidad pública, a la concor¬ dia entre el capital y el trabajo.—F.

Obras del P. Ambrosio de Valenciná

La Vida Espiritual. Cartas a Teó/ila.—
8.* Edición. Un tomo de 457 págs. en¬ cuadernado en tela, ptas. 2*50. Obra indispensable a cuantos tratan de perfección, recomendada por todos los Prelados españoles e inmensamente difundida en toda España y América.
La Vida Religiosa. Cartas a Sor Mar¬
garita.—ó.^Edición. Un tomo de 440
páginas, encuadernado en tela, 2*50. Libro escrito por el P. Ambrosio pará los religiosos de uno y otro sexo, y que ha sido llamado el Kempis de las reli¬ giosas por los Prelados españoles.
Soliloquios.—Quinta edición ilustra¬
da. Un tomo de 345 págs. encuaderna¬
do en tela 2^50 ptas. Esta obra retrata al P. Valencina, cuyo corazón seráñco derrama las efusiones
de su espíritu franciscano por sus cálidas páginas, que no pueden leerse sin emo¬ ción, constituyendo un libro admirable, reputado como de los mejores de su
autor.
Fiores del Claustro y Arrullos de Palo¬ ma.—'^,*' edición ilustrada con ^ti fo¬
tograbados. Encuapernado en tela, 2
pesetas. Es un libro por el estilo del anterior
con la sola diferencia de que en éste, los soliloquios están puestos en labios de de una religiosa, flor del claustro y palo¬ ma de la soledad. Es una joya en el con¬ cepto místico y ascético. Lirios del Valle.—6.” edición ilustrada.
Un tomo de 270 págs. encuadernado
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tan llena de piedad, poesía y sentimien¬
to, que diñcilmente se suelta el libro de las manos empezándolo a leer.
61 Director Perfecto y el dirigido San¬
to.—Correspondencia epistolar entre el B. Diego J. de Cádiz y su Director el V. P. Francisco Javier González. Tercera edición. Un tomo de 624 pá¬
ginas encuadernado en tela, 3 ptas.
Libro único en su género, verdadera
autobiografía del gran Apóstol del siglo XVIII que tan gran influencia ejerció en

ios destinos de España, e igualmente Util a los directores de almas que al his¬ toriador y el erudito, Es una de las más lindas joyas de la mística española, que
debe leer toda alma deseosa de su per¬ fección.
Las Siete Palabras.— Predicadas el
Viernes Santo de 1907 ante SI M. el Rey en la Capilla Real de Palacio. 3.* edición. Un tomo de 128 págs. encua¬ dernado i’5o. Son una de las galanas muestras, des¬ graciadamente pocas, de la elocuencia de su autor, gloria del pulpito sagrado.
Poesías religiosas o flores de mi Ju¬ ventud.—4.* edición corregida. En¬
cuadernado en tela 1*50. Las poesías religiosas resaltan por su delicadeza, sentimentalismo y piedad. Son un precioso regalo para premios.
Preparación para el Matrimonio.—2.*
edición. Un tomo de 316 págs. encua¬ dernado en tela 3 pesetas^ en rústica 2. Ultima obra del P. Ambrosio, de éxito
sin igual. Deben leerla todos los jóvenes, para prepararse al gran sacramento del Matrimonio. De él han hecho grandísi¬ mos elogios el Episcopado Español y toda la prensa católica en general. Es regalo indispensable a las prometidas.
Leyendas edificantes o Historietas piadosas.—S ®" edición ilustrada. Un
tomo de 431 págs. encuadernado en tela 2 pesetas.
Hermosísima colección de lecturas re¬
creativas, de sana moral y grandísimo interés. Libro indispensable para pre¬
mios.
Murillo y los Capuchinos.—Un tomito
de 132 págs. I’25 ptas. en tela.
Interesantísimo estudio histórico, re¬
pleto de datos desconocidos de las rela¬ ciones con los Capuchinos del gran pin¬
tor de la Inmaculada,
Mi viaje a Oceania.—4* edición corre¬ gida. Un tomo en tela» X peseta.
Obrita interesadísima, preciosa mues¬ tra de estilo descriptivo y de ameno na¬
rrador de su autor.

Obras del P. Ambrosio de Valencina

Los Capuchinos en la guerra de ia in¬ dependencia.
Como Murillo y los Capuchinos^ es un estudio histórico, perfectamente docu¬ mentado, del influjo de los Capuchinos en la épica lucha contra Napoleón.
En tela, 1*50 y en rustica i peseta,
f^eseña histórica de la Provincia Ca¬ puchina de óindaiucía, y varones iius
tres en ciencia y virtud^ que han flore
cido en ella desde su fundación hasta el
presente—5 tomos, en rústica 4^50; y con lomera de piel 7 pesetas. Vida del P. Carabantes.—Un tomito
de 94 págs 0*50. La vida del P. Carabante-s, que en bre¬ ve será beatificado constituye una de las másasombrosas que existen y derpiertan grandísimo interés.

Retórica elemental o lecciones de lite¬
ratura preceptiva. Tercera edición. Ua tomo encuadernado con preciosa plan¬
cha, dos pesetas.
CARTAS DE CONCIENCIA que ei Beato Diego J. de Cádiz, dirigió a su Director espiritual D. Juan José Alcober e Higueras, anotadas por el M. R. P. Die¬ go de Valencina con un prólogo censura del muy Ilustre Sr. Dr. D. Juan F. Muñoz
Pabón.
Esta obra interesante ha merecido los
elogios más cumplidos del público y de la prensa, no siendo menores los de los críticos y renombrados escjitores de España.
Consta dicha obra de 583 páginas, encuadernada en tela, 2 pesetas.

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