El Heraldo de Crisío Revista mensual ilustrada Impresión de las Llagas de N. 5. P. 5. Francisco Año Vlll Neptiembrfc 1916 Núm. b9. pHNHDeRlH SHjSírH eULEL·lE Fabricación esmerada de galletas y bizcochos de todas clases. 3EI2Xr X:3NrSí^X][\\X.i3LX3^S Plaza de Juanot Colom.—Sucursal en la Plaza Santa Eulalia, 15.—Ser-vicio a Domicilio de todos sus productos. — Exacta puntualidad ert los encargos Mercería “La Patria,, San Miguely número I7| bis X>E3 3VEAI\_.I\_.OIlGA. ESPECIÁLIDAD EN CAFES TOSTADOS DIARIAMENTE jf. José gestará Calle Cordelería, 68 PALMA DE MALLORCA Instalaciones de Alumbrado ELÉCTRICO Timbres, Teléfonos y Pararrayos Braulio González ELECTRICISTA MOTORES, ARCOS Y DINAMOS Palacio,25-PALMA de MALLORCA Gran Cerería BLANQUEO DE TODAS CLASES Cirios esteáricos primera clase a 2 Ptas. kilo Seear del Real.-PAliMA MAL·LiORCA Para encargos, pedidos y demás informes dirigirse a DON PABLO COMAS Y PAVERAS — (San Miffuel núm. 26.—PAIíRA ~ =JOSÉ FEI IU F. 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El día 17 la Misa Mayor se cantará en la Iglesia de San Francisco, con sermón por el Rdo. P. Fray Gabriel Tous, T. O. R. Las Cuarenta Horas se terminarán con solemne procesión por el interior del claustro. , ^OVGfia a P. S» Prancisco» Empezará día 24 a las siete de la tarde, con medita- ■■■' ción y canto. En los di s consecutivos se practicará asimismo durante las misas de cinco y media y de once y cuarto. Cuarto DominS^O. —II ■■ ^ ocho, misa de Comunión General para los terciarios. Por la noche a las siete, tendrá lugar la\_ reunión mensual con exposición del Santísimo. Por la tarde ab s cinco habrá veslición de terciarios. indulgencias plenarias. Con lar condiciones ordinarias los terciarios pueden ganar indulgencia plenaria los días siguientes de este mes: Día I, Bta. Isabel.—4, Sta Rosa de Viterbo.—8, Natividad de Ntra. Señora. — 1 i, Beato Bernardo de Offila.—17, Impresión de las llagas de N. P. S. Franci;co. i8, S José de Cupertino—24, S. Pacífico. — 27, .'í. Elzcario.—29, S. 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La ignorancia de los católicos. — ¡Vaya calor! i —Desa ino y garrotazos.—Excursión de la «Juven- I tüd» a la Porciúncula. Es ana equivocación lamentable el creer que para ser buen cristiano y hasta fervoroso católico, sea un obstáculo el tener un corazón capaz de grandes pa¬ siones, como lo sería el creer que en el mundo físico son perjudiciales las gran¬ des fuerzas en su. múltiples y variadísi¬ mas manifestaciones. La inteligencia del hombre, destello de la infinita de su Creador, le hace ver, apreciar y admirar lo bueno y lo bello, y al transmitir al corazón la impresión que tales cosas le producen, este siente an¬ sias de poseerlas y al resolverse a satis¬ facer este deseo que le atosiga, esta ne¬ cesidad que le empuja, comienza una lucha contra todos los obstáculos que le separan del ideal, lucha a la que contri¬ buyen todas las potencias del alma, a cuyo servicio las fuerzas orgánicas pare¬ ce se multiplican realizando asombrosos actos que se llaman santidad, heroísmo, patriotismo, abnegación, etc., manifesta¬ ciones múltiples de un solo sentimiento; nota única que más o menos intensa, dan siempre las fibras del corazón al llegar hasta ellas algo que pueda hacerlas vi¬ brar. Este sentimiento, esta fuerza impul¬ siva de efectos tan extraordinarios y a veces muy peligrosos, se llama amor.El amor es, pues, el punto de partida y eje de las grandes pasiones y de los grandes hechos que en todos los órdenes de la vida ha engendrado la personalidad de estos hombres escepcionales que admi¬ ramos aún a través de los siglos con la misma admiración que lo hicieron sus contemporáneos. Las fuerzas físicas no solo no son ma¬ las, sino que su utilidad es manifiesta. La fuerza expansiva de los’gases, con¬ vierte los terrenos montañosos en cam¬ pos de cultivo y pone en movimiento las máquinas que han de producir traba¬ jo útil a la humanidad; pero si encerra¬ dos aquellos en bombas de estudiada resistencia para producir una explosión, se aplican sus propiedades a la consu¬ mación de un crimen, no se culpe al gas ni al recipiente que le encerraba, ambos han cumplido la ley física a que están sometidos. El hierro ni el gas no son asesinos, el asesino es únicamente la in¬ teligencia que ha preparado la explosión para un fin malvado. Así pues, también las pasiones no sólo i6o El Heraldo de Cristo no son malas, sino que su utilidad es manifiesta. La fuerza impulsiva de la pa¬ sión, haciendo despreciar vida y fortuna, salva dificultades, salva obstáculos, acu¬ mula fuerza de gigante en el cuerpo más raquítico y desmedrado y hace asequi. ble al que esté poseído de ellaa quello que en vano pretendería alcanzar el que guiado tan solo por la fría razón lo in¬ tentara. Pero así como la fuerza expansi¬ va de los gases mueve los telares y ro¬ tura los campos cuando está bien dirigi¬ da, y se convierte en instrumento del crimen cuando una mano homicida la dirige contra sos semejantes, así también las pasiones hijas del amor a lo bueno y a lo bello, producen un Francisco de Asís, una Teresa de Jesús, un Ramón Lull, y al calor de estas hogueras nacen insti¬ tuciones que llenan el mundo con sus gigantes empresas, le admiran con el ejemplo de su heróica abnegación y nunca iguafeda actividad, edificando de paso las generaciones, con las luces de su inteligencia y el perfume suave de sus virtudes. Estas pasiones que la fé fecunda, la esperanza incuba y la caridad desarrolla, despojan en cierto modo el alma de la envoltura material en que está encerrada y al sustraerse a las miserables influendias del medio en que ha de vivir, se levanta magestuosa para fijar toda su atención y dedicar todas sus facultades a procurarse los tesoros de belleza, de bondad y sabiduría objeto de sus amo¬ res y no descansa hasta encontrarlos en su origen, que es Dios. Las pasiones malas son desviaciones de la inteligencia y herrores del cora¬ zón, la primera al aceptar por bello y por bueno lo que en realidad no lo es, impulsa al corazón a conseguirlo y este al lanzarse ciegamente sin haber tenido la previsión de levantarse previamente, se arrastra por los laberínticos senderos del vicio, llegando hasta la locura y des¬ esperación a medida que le van resul¬ tando engañadores fantasmas las menti¬ das bellezas que le mintió su fantasía. Procuremos conocer lo bueno para enamorarnos de lo que verdaderamente ha de llenar nuestro corazón y si este amor llega.al grado máximo de pasión, no temamos, es que nos acercamos a Dios y solo Dios basta, Bartolomé Mirallis. El aürazo de los dos couiiíllos Estaba Malek orgulloso con su victo¬ ria de Damieta, ocupando un trono que deslumbraba por su magnificencia. En torno surgían, inmóviles como estatuas, los guardas nobles vestidos de gala y con los alfanjes desnudos. Pelotones de curiosos circuyen la tienda real, ansiosos de presenciar un nuevo espectáculo de sangre. Malek va a recibir en audiencia a dos frailes que acababan de anunciar¬ se como embajadores; introducidos es¬ tos en la tienda real, aquel tigre con rostro humano, clava en ellos una mira¬ da feroz cuajada de odio, desdén y or¬ gullo. Todos los desenfrenados instintos que anidan en su pecho de réprobo, se dan cita para presidir aquella singular audiencia, pero al tropezar los ojos del terrible musulmán con los de los humil¬ des frailes, que despiden caridad inefa¬ ble; al sorprender en aquellos rostros, desfigurados por las agresiones brutales de su soldadesca, uñ reflejo sublime de resignación cristiana; al apercibirse de que aquellos hombres penetran libre¬ mente en un campamento, mirando de frente y con seguridad a lo único que de él pueden esperar, esto es, una muer¬ te segura... siente en su corazón una im¬ presión hasta aquel momento descono¬ cida, que parece amortiguar el fuego de su crueldad y fanatismo... —Habéis solicitado una audiencia de mi excelsa persona. Ies dice Malek al¬ gún tanto desconcertado: supongo que, a despecho de las apariencias, venís a mí, según me han dicho, con carácter de embajadores... C(AULRRTÓ) 162 El Heraldo de Cristo —Es cierto, Majestad, replica Fran¬ cisco; embajadores somos, pero no de un rey de la tierra, sino del Rey de re¬ yes y Señor de los que dominan: ¡Veni¬ mos en nombre de Dios! —Perfectamente. ¿Y qué tenéis que decirme? —Señor, a una oveja prendida en un zarzal se la socorre; al que va a perecer en un incendio se le auxilia; al que se arrastra a ciegas al borde de un abismo se le presta ayuda... ¿y os extrañará que Dios se muestre menos solícito en or¬ den a sus criaturas predilectas, expues¬ tas a perecer entre los zarzales del error, bajo ía acción mortífera del incendio de las pasiones, al pié de un abismo de eternas desventuras, de sempiterno llanto? —¿Quienes son esas criaturas? —Sois vos y vuestros súbditos. Por eso Dios nos envía aquí para advertiros el peligro, para salvaros de una muerte perdurable. Tal es la misión que se nos ha confiado; esta es nuestra embajada. Malek, hondamente impresionado, no tuvo valor para contener la audacia de aquel fraile, que se imponía en su pre¬ sencia con la aureola luminosa de esos hombres extraordinarios a los que Dios parece haber dejado en pleno arbitrio íqs recursos de su omnipotencia. Así es que el sultán desechando sus escrúpulos de muslime fanático, le permitió seguir hablando. Francisco no desperdició esta coyun¬ tura. Su oratoria vigorosa y flexible, re¬ vestida con galas de elocuencia, desple¬ góse en presencia de aquellos infieles, con toda la fuerza abrumadora de la verdad, con todo el impotente atractivo de una belleza ultraterrena. El mismo Malek le escuchaba azorado y compla¬ ciente; sus súbditos no podían explicar¬ se tanta tolerancia en quién tenía cerra¬ do siempre el corazón a todo sentimien¬ to humanitario. Hubo, sin embargo, un momento en que los presentes creyeron llegada la hora de un trágico desenlace; Francisco en un arrebato de su entusiasmo acaba¬ ba de abordar francamente su empresa, invitando a Malek a que, dando a sus súbditos el ejemplo, se sometiera el pri¬ mero a la ley de Cristo, cuyas excelen¬ cias acababa de ponderarle. —¡Ahora sí que es la suya!, murmura¬ ron entre dientes los guardas nobles, acariciando nerviosamente la empuña¬ dura de sus alfanjes. Pero ¡cosa extraña! Malek, en vez de enfurecerse, bajó con¬ fuso la cabeza, pensando quizás que abrazar la fe cristiana equivalía para él a abdicar el cetro, a tender a los pies de aquel fraile la púrpura del Trono pa¬ ra que la desgarraran las espuelas de los Cruzados. —Si no bastan las razones, insistió Francisco, añadiré a ellas los milagros, poniendo mi fe a la prueba del fuego. Soy, es cierto, un hombrecillo vil y mi¬ serable; pero Dios, en cuyo nombre os hablo, no me negará su ayuda, puesto que en ello está interesada su causa y vuestra salvación. Disponed ¡oh Sultán! que se encienda en la plaza pública una gran hoguera, y entraremos en ella lue¬ go uno de vuestros sacerdotes islamitas y ye, si bien a condición de que abraza¬ réis el catolicismo en caso que las lla¬ mas, consumiendo a vuestro ministro, me respeten a mí milagrosamente. Malek, asombrado de la propuesta, miró hacia la entrada de la tienda por donde había visto se asomara uno de sus ulemas; éste, empero, temeroso de verse comprometido, escurrió disimula¬ damente el bulto y desapareció por la parte de afuera. —No creo, respondió luego el Sul¬ tán, que haya entre los míos sacerdote que se resuelva a seguirte. —Pues entraré yo sólo, pero con la condición antes indicada. ¿Qué resol¬ véis?... —¡Nada! puedes retirarte... —¿Me despacháis sin respuesta? —No hay respuesta posible a tales preguntas. El Heraldo de Cristo 163 —Señor, si no fuera demasiado atre¬ vimiento... —Te comprendo, contestó Malek; de¬ seas quedar en libertad. Pues bien, que¬ da en el campamento, y recorre, si así lo deseas, mis estados. Te daré un salvo conducto para que nadie pireda tocarte un pelo de la ropa; más aun, podrás venir a visitarme cuando bien te pa¬ rezca... —Gracias, Majestad, contestó Francis¬ co, os quedo grandemente agradecido. Y haciendo al Sultán una profunda reverencia, salieron de la régia tienda Francisco y su compañero Iluminado. —Pero ¡como! se atrevieron a decir algunos a Malek ¿es posible?... —No me lo explico yo mismo; la mi¬ rada de ese hombre me subyuga. Al verle en mi presencia he sentido en mi pecho una impresión de terror indes¬ criptible. Pensad vosotros lo que que¬ ráis; pero en ese hombre hay algo de extraordinario. Le temo... ¡yo que des¬ conozco el temor! y, al propio tiempo, le admiro y siento por él profundas sim¬ patías. Y en efecto, Francisco y el Sultán fueron (lesde aquel día dos amigos inse¬ parables. Francisco entreteníase con él en hablarle de la Religión Católica, ex¬ hortándole a que renunciara al mahome¬ tismo; y si bien no logró esto último, obtuvo, cuando menos extirpar de su corazón el odio a la Cruz y hacerle más humanitario para con los prisioneros. Entregó a Francisco un rescripto real que le permitía a él y a sus frailes reco¬ rrer, sin ser molestados de nadie, los dominios musulmanes y edificar conven¬ tos de su Orden; rescripto que le per¬ mitió también visitar los Lugares Santos y establecer en Tierra Santa sus Frailes Menores para que custodiaran, en nom¬ bre de la cristiandad, los Santuarios au¬ gustos de nuestra Redención. ■—Majestad, dijo Francisco a Malek, cierto día: mi permanencia entre los vuestros es inútil, toda vez que no re¬ solvéis abrazar la fe cristiana. —Es que no puedo, replicó Malek; y sin embargo yo soy el primero en amar¬ la y admirarla. Espero que, si como di¬ ces, es vuestra Religión la verdadera, no me negará Dios la gracia de morir en su seno. ¿Qué dificultad puede haber en que continúes entre nosotros? —Dios me llama a otras partes en donde mi misión pueda ser más prove¬ chosa. Es necesario que yo me aleje de aquí. —Pues no lo harás, dijo Malek, sin que antes te ofrezca, en prueba de amis¬ tad, algun valioso presente. —Vuestra alma... vuestra alma. Majes¬ tad, es lo único que deseo. —Toma dinero. —No he renunciado a mi fortuna pa¬ ra enriquecerme a costa de los demás. El dinero me estorba. —Recíbelo, al menos, para sostén de vuestras iglesias y hospitales. —Gracias, Señor, no lo habernos me¬ nester, ni yo puedo recibirlo. — ¿Entonces? exclamó apenado el caudillo de los musulmanes. —Vuestra alma .. dadnos vuestra al¬ ma para entregarla al Dios de los cris¬ tianos. ¡Ah! ¡cuanta sangre evitaríais con solo renunciar a vuestras falsas creen¬ cias!... exclamó, llorando, el caudillo de la Orden Franciscana! Del campamento siguió San Francisco a Palestina y en fragosa soledad próxi¬ ma a Antioquia, dió con un antiquísimo monasterio de Benedictinos, que troca¬ ron en masa su negra cogulla por el Franciscano sayal. F. Torrems, Pero. T. A la memoria ie moa íearoljat amlc Ma. Toal Mlr. Terciari Vexell que a vela plena creuares la mar blava vencent en 1‘heroisme Fairada tempestad. 104 El Heraldo de Cristo la fe de Deu per brújela i empès per l‘Esperança al port a que rumbares feliç has fondetjat. Poeta que tot anima tot cor, tot sentiment, en somnis de bonança i angfunies d'anyorança en lo ritme suau i ardent, la triste “Melangia,, la sentida “Nostalgia,, la vida que fugía... el Cel que era te patria... cantares somrient. Ministre del altar que te entregares al servei del Senyor amb cor plehent, la estela que el teu pas deixa trassada vía dreta a la patria suspirada condueix, ahont se viu eternament. Jo vui seguí el camí que tu trassares jo anyor la patria a la que tu arribares, si amb fatigues i afanys I‘he d’alcançar i ses forces me falten qualque dia... sa ma, mon bon amic, vulla'm dona’*. B. Miralles. üa CDadfte praneisca Contemporánea de grandes santos, de no pocos beatos y de otros innumerables siervos de Dios, la Madre Francisca Ló¬ pez, gloria insigne de la Vble. Orden Tercera de nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís, vivió más de 80 años en este mísero mundo, perfumando esa larga carrera ds sus días, con el aroma suavísimo de sus cristianas y heróicas virtudes. Nacida en la provincia de Alicante y ciudad de Alcoy por los años 1570, des¬ de su infancia fué, no obstante, vecina de Valencia; porque sus afortunados pa¬ dres, a esa hermosa ciudad del Turia, trasladaron poco después su habitual do¬ micilio y no volvieron a cambiarlo en toda su vida, como consta en la Segunda Parle de la Crónica de los Menores Descalzos, escrita por el docto P. Anto¬ nio Panes, en donde podrá leerse, muy por extenso, la historia de esta inapre¬ ciable joya franciscana. En este desaliñado articulo, presenta¬ remos a nuestros piadosos lectores úni¬ camente el bosquejo de las relevantes virtudes, ciencia mística y santidad de la Madre Francisca López, por el singu¬ lar aprecio que de ella hicieron millares de varones doctos, sabios y santos, así del Clero y de la nobleza española, co¬ mo de las Ordenes Religiosas, diversas en hábitos y costumbres, cuyos indivi¬ duos la tenían por su madre espiritual, la veneraban interior y exteriormente, le confiaban sus mayores secretos, la con¬ sultaban en casi todos sus negocios, se postraban a sus pies, le besaban la mano, le pedían su bendición y se encomen¬ daban en sus oraciones, que creían siem¬ pre eficaces. De este modo la vemos íntima y espi¬ ritualmente relacionada con los Padres Jesuítas, con los Jerónimos, con los Do¬ minicos, con los Mercedarios, con los Carmelitas, con los Menores Capuchi¬ nos, con los Franciscanos Descalzos, a la vez que con ilustrados canónigos de Valencia y de S'egorbe, con doctores católicos muy renombrados, con obispos y con el Bto. Juan de Ribera, quien, en vida de la Vble. Francisca, gobernó la Archidiócesis Valentina por espacio de 42 años. Sólo para hacer en particular mención de algunos de los dichos varones, nom¬ braremos al P. Maestro Roca, de entre los Carmelitas, el cual juzgaba como grande merced del cielo cada instante de ios que pasaba al lado de esta sierva de Dios, comunicándole las cosas de su alma, postrándose a sus pies, besándole las manos y recibiendo su maternal ben¬ dición. Citaremos también a los M. Rdos. Pa¬ dres Eugenio de Oliva y Luís de Valen¬ cia, ambos esclarecidos Provinciales de El Heraldo de Cristo 165 Seminario Pontificio de Comillas los Menores Capuchinos, quienes se con¬ sideraban felices y dichosos, porque eran hijos espirituales de tan santa Madre y la trataban con frecuencia. Bien demostró el primero de estos prelados cuanto ap··eciaba las bendiciones maternales de nuestra Vble. Francisca, la vez que, re¬ gresando él de Roma, se dirigió al do¬ micilio de tan santa mujer, antes que al Convento de su residencia, para que ella le bendijera y exhortara espiritualmente, como solía hacerlo con todos los que adoptaba por hijos de su alma e iban a visitarla en ocasiones semejantes. Diremos, además, que el P. Miguel de Fuentes, miembro ilustre de la Compa¬ ñía de Jesús, venerado en vida y en muerte por su doctrina y notoria santi¬ dad, se arrodillaba dentro del confeso¬ nario para escuchar con más veneración y respeto los hermosos relatos de sus comunicaciones espirituales, durante los 14 años que fue su cunfes^r y su di¬ rector. El Bto. Juan de Ribera, tan ilustre en¬ tre los Arzobispos de Valencia, se entre¬ vistaba con la Madre Francisca, se enco¬ mendaba en sus oraciones y le regalaba objetos piadosos para que de él se acor¬ dará más eficazmente en la presencia de Dios. Otro tanto puédese afirmar del enton¬ ces Obispo de Orihuela, de varios canó¬ nigos de Valencia y de Segorbe y de otras dignidades eclesiásticas, que la trataban con frecuencia y aprovechaban mucho, merced a esa comunicación espi¬ ritual, devoción y santidad. «De nuestros Descalzos, dice textual¬ mente la expresada Crónica en su pági¬ na 689, no había que especificar sujetos, porque casi todos los más señalados en letras y espíritu que la alcanzaron en el tiempo que frecuentó nuestro Convent» l66 ÉL HERALt)0 DE CrÍSTO de San Juan de la Ribera, hicieron de ella muy grande estima». Habiendo des¬ pués nombrado en particular a varios de esos religiosos, sigue diciendo el mismo Cronista: «Todos estos graves y prudentes varones se preciaban de ser hijos espirituales de tan bendita Madre.» Algo más expresivo es lo que escribe del P. Luís de Benavente, Ministro Pro¬ vincial de los Descalzos, quien pidió a la Sierva de Dios y le mandó por santa abedíencia que aceptase la dignidad de madre espiritual de todos los religiosos da su seráfica Provincia, siéndole este cargo aprobado y bendecido por su di¬ vino y casto Esposo, que la quería ma¬ dre de muchos vivientes. Sabedores de dicha orden, los reli¬ giosos de la expresada Provincia, esti¬ maron en mucho esa adopción de hijos espirituales y la celebraron con demos¬ traciones de santa alegría. Así es que entraban en ella y se ratificaban en la misma henchidos de gozo espiritual, a pesar de que ya algunos eran muy an¬ cianos y les circuían aureolas de ciencia y de virtud. Entre éstos hay que coniar al santo Fr. Pedro Lobo y al no menos distinguido Fr. Juan Herrero, los cuales la trataban con suma veneración y res¬ peto filial, tan pronto como conocieron su profunda humildad, su bautismal ino¬ cencia, su abrasado celo por la salvación de las almas y la ardiente caridad con que ejercía los oficios de amorosa ma¬ dre, tanto con ellos como con los otros, a quienes espiritualmente prohijaba. Según la misma Crónica, de ser hijos espirituales de la 4Vladre Francisca, se gloriaron también el alumbrado siervo de Dios Fr. Gabriel Gómez y el extático Fr. Diego Mozón, que tanto honraron a la Provincia de San Juan Bautista con su penitente vida y morigeradas costum¬ bres. Del primero se dice que la vene¬ raba como a un ángel del cielo y que la servía de secretario, tal vez porque no sabía leer ni escribir; mientras que al segundo ^e contaba ella como a su Ben¬ jamín, porque era el que mejor ha¬ bía participado, bajo la benéfica influen¬ cia de esta esposa de Jesucristo, de la leche de los divinos pechos y de la altí¬ sima sabiduría de Dios, que tan a gusto se comunica a los humildes y conversa con los sencillos de corazón. Por esto el P. Diego, a boca llena la llamaba su ver¬ dadera madre, su luz y su guía, en el camino de la vida religiosa que andaba a toda perfección, dentro de la Provin¬ cia de San Juan Bautista. De aquí le vino al dicho Padre el impulso de dar a Dios continuas gracias por haberle elegido tan excelsa maestra, bajo cuya dirección descubrió las gran¬ des riquezas espirituales, los tesoros de inmensas virtudes, los divinos favores y carismas singularísimos, de que habla extensamente en muchos lugares de sus obras. ¿Por qué no suscita Dios a una bue¬ na alma que saque del polvo y reedite de nuevo, en tomo aparte, la «Vida de la extática virgen y Vble. Madre Fran¬ cisca López, Beata de la Tercera Orden de nuestro Padre San Francisco, hija de la Provincia de San Juan Bautista, escri¬ ta pór el docto Padre Antonio Blanes?». Fr. Fra cisco Lliteras. O. F. M. L’amarsiira i la doicor d’un somnl (Llegenda franciscana) Era jove encara i hermosa, sa ros¬ sa cabellera descomposta, els ulls vermeis per les llàgrimes, vel'lava amorosa vora *1 bresol del seu fill. El nin sembla¬ va un lliri blanc; estava malalt; jamegava llastimosament i sens deixar de mirar sa mare sonreía amorós com si res tengués: el besava sa mare i l’es'renyía dolça¬ ment quantre el seu pit. A un moment d’exaltació febrosa que¬ dà dormida aquella pobre mare i El Heraldo de Cristo 167 ¡somniava!... somniava que havia entrat dins Ia cambra Fr. Francesc, aquell frare que amb la capuila posada, i dins ses amples manegues del habit ses mans, feia por an els nins, i que mirant dins el breç, havia pres amb los seus braços el tendre infant i, fent-lo callar, havia ama¬ gat baix del respós escapulari sa rossa cara, i sortia correns de dins la casa. Ella vol prendre el seu fill i no pot, vol agafar l’habit d’aquell frare i li fuig de ses mans, plora, demana, el maltracta, Se troba sens compta devant les por¬ tes d’un jardí ple de flors hermoses, fres¬ ques i pures com no n’havía vistes mai. En mig d’aquell jardí hi havia una caseta blanca enrevoltada de jeramins purís- sims; i assegut an el portal, estava resant Fr. Francesc qui la mira amb mirada dol¬ ça i plena de consol. Allá corre ella, pregunta an el frare, s’ajenolla an els seus peus i li demana el seu fill, fins que ell sens deixar de resar i de somriure li diu: el malaieix, i ell no’n fa cas. La pobre —El teu fill es feliç i ditxós més que mare, creu morir-se de pena, amb ses cap altre. Mira, ¿veus aquella flor que mans tremoloses cerque per demés dins té per corona la santa puresa i ses fu¬ el breç buit al seu fill estimat i no hi lles blaves com lo cel? Idò aquesta flor troba més que una flor hermosa, un lliri representa el teu fill tal com vol Deu blanc. Desesperada, loca d’amor, corre que sia. Entra dins la casa i si després de pels carrers i ningú respon als seus trists haver vist lo que pot ser el teu fill el gemecs més que una veia de cara ruada vols an el món jo el te tornaré. i atrevida., Entrà María dins la casa, i va veure —¿Que tens hermosa Matia? —¡Ai, que Fr. Francesc m’ha robat el meu fill, la flor de mes amors, el mirall amb qu’ hem mirava, un troç del meu cor, l’esperança de la meua vida! ¡Ai de mi, que no teñe consol! *—¿Vols trobar el teu fill? —¡I com si el vull trobar! —Mira; ves cap a l’Orient, camina i atravessa aquella hermosa valí; allá tro¬ baràs un riu, i a s’altra vorera está, dins una caseta blanca; el teu fill. Maria parteix sens contestar, sens ai- xugar-se ses llàgrimes, sens apagar sos gemecs, cap a I’Orient; arriba a la vore¬ ra homida del riu, i ¡oh! ni una barca, ni un pescador, ni ningú pot auxiliar-la. Se asseu en terra i plora i crida i diu an els peixos i an els aucells:—Peixets qui bo- gau per les aigos, mostrau-me vostra art salvadora; aucellets qui volau de rama en rama, deixau-me vostres aletes perque puga arribar an el meu fill... Se aixeca de prompte i arrebassant les rames de tamarells florits fa una bar¬ ca lleugera i petita an a qui sols una mare amorosa hagués confiat sa vida. La tira a l’aigo i rema ab força y delit cap a s’altra vorera; fa un esfors i hi arriba. dues finestres. Mira per una d’elles i llet- gi «Lo que serà en mig del món el teu fill*, i el va veurer sutrint totes les pe¬ nes de la vida, el va veurer trist, malalt, sen ditxa ni ventura plorant ses miseries d’aquest món. A ella, just el mirar-lo li traspassava el cor i fuig d’aquella fines¬ tra per anar a mirar per s'altra aon lletgeix «Lo que serà el teu fill amb Fra Francesc* i allá el va veure com li som¬ reia amorosament, el va veurer pur i blanc com els lliris d’aquell jardí florit, el va veurer vestit amb aquell habit de Fra Francesc predicar i convertir els in¬ fecís, curar els malalts, i, després de mort va veure com el poble l’aclamava per sant i com an els peus del seu altar acudien de totes les parts del món a de¬ manar auxili i protecc ó quantre totes les miseries i penes de la vida... Plena d’entussiasme i alegria surt i corre an el jardí i rega amb llàgrimes de ternura i piedad la flor que representa¬ va el seu fill... Aquí desperta d'aquell somni trist i consolador i agafant son fill amb sos brcH ços, el besa i l'ofereix an el Senyor i a Fra Francesc... Aquella dòna era María de Tavera, l6S ÉL iÍERALDO DE CrÍSTO Aquell nin era Ferrán de Bulloens, més tart St. Anloni de Padua, el Sant de tot el món.... ^3*^)0 -CKÍgjC:- Fr. Ginebró. -=3(^g)C= Cada vez que la muerte, un ser amado del mundo se ha llevado, le abre nueva incisión. Disimulando vive ante la gente y muere lentamente sangrando el corazón. Margarita Estelrich. In memoniam Era por lo gentil, verde y frondoso el pino más hermoso orgullo del pinar; recostada en su tronco, cada día, trabajaba, leía o contemplaba el mar. Brindóme su ramaje grata sombra; fué su hojarasca alfombra que me tendió a su pie, y en la edad de mi vida más riente al árbol confidente mil cosas le conté. De mi vida pasó la primavera; la querida ribera hoy vuelvo a visitar, y conservando aquel afecto antiguo, con ansia, al buen amigo me lanzo a saludar. Allá como un coloso en plena vida me da la bienvenida, parece sonreír; ¡más que fugaz y breve es la ventura! una gran incisura la savia hace fluir. Mi árbol predilecto de esta suerte herido está de muerte. Mirándole verter gota a gota la sangre de sus venas mis lágrimas apenas me es dado contener. Tal de mi corazón es el destino; semejante a ese pino mantendrá su esplendor mientras le queda un átomo de esencia mas sólo en apariencia conserva su vigor. NECROLOGÍA liiSrtii.D.THiillllorellilel)leM Ha sido trasplantada al cielo esa flor pura y preciada antes de que pudieran ajarla los aires corruptores de este mun¬ do falaz. Para dicha suya, podemos afirmar de ella que, a pesar de sus 21 años, no co¬ noció el mundo. Educada con ufta pie¬ dad sólida y práctica, creció en edad sin separarse jamás del lado de sus padres, sin frecuentar ni visitar teatros ni paseos, y sin dejarse jamás seducir por vanido¬ sos aires mujeriles. No por eso dejó, de recibir esmerada educación conforme a las exigencias de su estado. De carácter siempre sencillo, franco y alegre, distin¬ guióse siempre por su discresión, por la bondad de su corazón y por la afabili¬ dad de su trato. Su actividad no tenía reposo; no la desarrollaba empero en tejer galas y va¬ nos adornos; los ejercicios de piedad, la enseñanza de la doctrina cristiana, la confección de objetos para el culto divi¬ no eran su única ocupación. ¡Cuantos escapularios de esos que ostentan orgullosamente sobre su pecho los Terciarios en las funciones colectivas, en procesio¬ nes y peregrinaciones, pasaron por sus manos, a pesar de la ímproba y pesada labor que ello supone! Porque la Srita. Morell era Terciaria fervorosa, y no se contentaba con cum¬ plir los rezos y demás actos que señala la Regla; quería hacer algo más, y lo hacía. Y además de coser y bordar es- El Heraldo de Cristo i6i 'Vf.' - " 7' V Vista general de Cádiz capularios, arreglaba listas y escribía papeletas, y siempre se la encontraba dispuesta a realizar esa labor oculta que no aparece a la vista de los hombres, pero sí a la vista de Dios, y que muchas veces es el sostén principal de una Con¬ gregación. Al fallecer ocupaba el cargo de Vice-Tesorera. Entre sus más acendradas devociones ocupaban lugar preferente Ntra. Sra. de Cura y el Bto. Ramón Lull. Mientras go¬ zó de salud, visitó repetidas veces el elevado Santuario de aquella celestial Señora sobre el monte de Randa; cuan¬ do la enfermedad la tenía postrada en el lecho del dolor, encargaba todavía a su familia que en su nombre subiesen a Cura a postrarse a los pies de la Reina de los cielos. ¿Como no habían de premiarle la V irgen y el Bto. Ramón tan sincero y ange¬ lical afecto? ¿Y como podían recompen¬ sárselo mejor que llevándose en su com¬ pañía a lia qne tanto se^.afanaba en venerar y honrar sus imágenes? Desde hacía algunos años padecía con singular resignación molesta afección que no la impedía, no obstante, seguir en gran parte sus piadosas tareas. Cuan¬ do hace algunos meses tuvo que rendir¬ se a la traidora enfermedad que la mi¬ naba y que debía llevarla al sepulcro, ella no se inmutó. Miró la muerte cara a cara sin espan¬ tarse. Sentía, sí, vivamente el dolor acer¬ bo que debía causar a sus padres su se¬ paración; mas ella estaba totalmente resignada con la voluntad de Dios; o, mejor dicho, anhelaba ansiosamente rom¬ per las cadenas de su cuerpo para unirse con su Dios. Recibió con ejemplar devo¬ ción el Viático y la Extrema-Unción, y así antes como después, durante el cur¬ so de su enfermedad, comulgaba con toda la frecuencia posible. Muchas y fervorosas oraciones subie- 170 El Heraldo de Cristo ron al cielo para obtener la salud de la pobre enferma. Mas ella, en el fondo de su corazón no deseaba la salud, sino el cielo, y al cielo subió el día 28 del pró¬ ximo pasado Julio, con una muerte edifi¬ cante y santa que más que sentimiento, causaba envidia. Pocos días antes, y a propias instan¬ cias, había recibido la bendición con in¬ dulgencia plenaria concedida a los Ter¬ ciarios para la hora de la muerte. Su cadáver, como ella misma había pedido repetidas veces en vida, vestía ostensi¬ blemente el escapulario y el cordón, y con esta honrosa librea fué encerrado en el sepulcro. Creemos sinceramente que su alma no necesita sufragios para disfrutar ya de los eternos goces del cielo; pero como nunca se pierden, no dejen los Tercia¬ rios de ofrecérselos, y rueguen al propio tiempo al Señor que derrame el bálsamo de la santa resignación en el corazón de sus atribulados padres y demás familia. CRONICA FRANCISCANA i:iNI trada del pueblo por el dignísimo señor Solemne fiesta en Son Servera. — Celebróse el día 29 de Jnlio, una solem¬ nísima fiesta, en el convento de las Re¬ Rector D. Juan Rubí y demás clero, junto con el ilustre Ayuntamiento. Acompañado su lima por las autori¬ ligiosas Terciarias Franciscanas de Son Servera, con motivo de la bendición de • dades, el clero y el pueblo convento, en cuya entrada se dirigió al los estaban una nueva capilla, un retablo y hermoso sagrario, dos efigies, una de la Inmacu¬ aguardando la M. Rda. M. Superiora Ge¬ neral y un crecido número de Religiosas, las cuales fueron cortesmente saludadas lada Concepción y otíra del Patriarca S. José. uicha bendición revistió una extraor¬ por el limo. Sr. Obispo, cantándose con viveza y emoción, al tiempo que le be¬ dinaria solemnidad; fué efectuada por el limo, y Rmo. Obispo de Lérida Dr. Miralles que se dignó honrar de esta ma¬ nera a dichas religiosas. saban el anillo pastoral, el himno Sacer¬ dos et P07itifex por el armonioso coro de cantoras que hay. en dicho lugar dirigido por el Rdo Sr. D. Antonio Ser El 28 por la tarde, manifestaba todo vera, Pbro. el pueblo una extraordinaria alegría, Después de breve descanso, se efec¬ había levantado hermosos arcos de triun tuó la bendición de la hermosa capilla y fo, el trayecto desde la Casa Convento hasta la Parroquia, aparecía alfombrada de mirto y adornada con pino?, sembra¬ dos a uno y otro lado de la calle. Cerca de las 10 de la mañana, del día sagrario que apadrinaron los nobles y distinguidos señores, D. Mariano Serve¬ ra y D.^ Luz Aguado; seguidamente se bendijo la figura de la Inmaculada que apadrinaron los dos n ños de la familia 29, llegaron en d^s automóviles el limo, y Rmo. Sr. Obispo acompañado de su capellán de honor, Rdo. D. Pedro Jaume, del M, I. Sr. don Antonio San Garau que la había costeado, Juan Moll Garau y Magdalena Garau Terrasa; y la de San José que apadrinaron los niños Antonio Gili y Bárbara Sureda. cho. Canónigo, de esta Basílica, y del Acabada la bendición, el Rmo. señor Rdo. Sr. Riera beneficiado de la cate¬ Obispo, entonó solemne Tedeum que dral de Ibiza, siendo recibidos a la en¬ fué cantado con entusiasmo por el clero, El Heraldo de Cristo 171 alternando con el coro de cantoras y re¬ ligiosas. Terminada la ceremonia fué servido al limo. Obi po, autoridades y demás Señores que habían asistido al acto, un expléndido lunch, y con su acompaña¬ miento se dirigió a la Parroquia para administrar a los niños el sacramento de la Confirmación. Entre tanto se celebró la misa en la nueva capilla, quedando reservado el Santíí^imo Sacramento. A las cinco de la tarde, se expuso el sagrado Copón, cantándose con toda so¬ lemnidad el Tíisagio de los serafines, y una estación, y últimamente la bendi¬ ción y sagrada reserva. Mil plácemes a la Muy Rda. Madre y Religiosas Terciarias Franciscanas, y redunde todo a mayor gloria de Dios. EXITEJRIOR, En el colegio de Ontenieiite Nuestros Padres franciscanos de Va¬ lencia son acreedores de un sincero aplau'^o por lo bien que instruyen a los alumnos del Colegio de la Concepción de Onteniente, incorporados al Instituto general y Técnico de Valencia, Los exámenes verificados en Junio úl¬ timo dejaron a gran altura dicho Colegio. Se presentaron 187 alumnos matricula¬ dos en 826 asignaturas obteniendo las siguientes calificacionet: 538 aprobados; 178 notables; iio sobresaliente?; 36 ma¬ trículas de honor y el 3 por lao de sus¬ pensos. Muy bien por los Padres del Colegio de Onteniente que vieron coronados .sus trabajos con tan opimos frutos, San Francisco y la acción popular católica Recientemente el Papa Benedicto XV ha nombrado Patrón de tía acción po¬ pular católica italiana», a San Francisco de Asís. Como consecuencia, y en aten¬ ción a este acto del Soberano Pontífice, la Dirección, después de haber delibera¬ do, ha resuelto que en adelante las asam¬ bleas de la «Acción popular» que se verifican en los diversos centros de Italia tengan lugar hacia el 4 de Octubre, épo¬ ca de la fiesta de San Francisco de Asís, que debe ser el inspirador y modelo de la «Acción popular», puesto que San Francisco es el santo verdaderamente popular de Italia. Nuevo Obispo franciscano Con solemnidad ex raordinaria verifi¬ cóse en Sulmona, Itnfia, la consagración episcopal del M. R. Padre Nicolás Rotoli, a quien ha sidó encomendado el gobier¬ no de la diócesis de Iseinia y Venafro. Al acío, que resultó brillantísimo, con¬ currió muchedumbre inmensa, dándole gran realce la presencia del Emmo. Car¬ denal Falconio, Prefecto de la Congre¬ gación de Religiosos, el Cabildo de la Catedral Basílica de Sulmona, el Clero de la ciudad y las autoridades civiles y militares. El limo. P. Nicolás nació el 20 de Fe¬ brero de 1869. Movido de divina inspi¬ ración, a los 16 íños de edad tomó el h.'ibito franciscano en el convento de San Julián de Aquila, de manos del emi¬ nentísimo Cardenal F Iconio, Ministro Provincial por aquel entonces de los Abruzos. Merced a sus dotes de gobierno fué elegido tres veces Ministro de su Pro¬ vincia, y últimamente desempeñaba el cargo de Custodio. Nuestra entusiasta enhorabuena al l'us- trísimo P. Nicolás Ro'.oli, y que el Señor le ayude y proteja para que apacenté con saludables doctrinas al Rebaño de Cristo que le ha sido encomendado. Obra admirable de un terciario Un ilustre sacerdote, hijo de la Ter¬ cera Orden de Penitencia, ha bajado al sepulcro, no ha mucho en Italia, llama¬ do justamente por los que tuvieron la fortuna de conocerla «ui prodigio de caridad y de apostolado». Este Tercia¬ rio heróico, a quien la nación italiana coi rara unanimidad ha rendido emo- 172 El Heraldo de Cristo donante tributo de admiración, es don Luís Guanella El apóstol terciario, he¬ redero del gran espíritu de S. Vicente de Paúl y del V. Don Bo5co, ha consa¬ grado su vida entera a aliviar la infeliz suerte de los niños pobre?, enfermos, escrofulosos, idiotas y abandonados de sus pidres; a todos esos infortunados seres, recogió en los asilos y casas de beneficencia, que para ello construyó y sostu o con su invicta paciencia, inago table caridad y espíritu de sacrificio. No contento con estas obras de efusi¬ va caridad y ardiente apostolado hacia los niños, tuvo aliento todavía para fun¬ dar también asilos para niñas pobres, estableciendo para este fin una Comuni¬ dad de Religiosa?, que, a semejinzi de las admirables Hermanitas de los Po bres, van todos los dias mendigando, de puerta en puería, el sustento necesa¬ rio a las infelices criaturas. El insigns terciario D. Luís Guanella deja fundados al morir unos 25 estable¬ cimientos benéficos de ambos sexos, co¬ nocidos con el r ombre de «casas de la divina Providencia», por sostenerse ex¬ clusivamente con las limosnas de los piadosos fieles. En estos tristísimos días, en que los dulces lazos de la fraterna caridad su¬ fren tan frecuentes quebrantos a causa del egoismo reinante, bueno es recor¬ dar los grandes ej impíos de caridad que a todos nos ha dejado el fervorosísimo terciario D. Luis Guanella. Un Centro de la O. T. detrás del frente francés A tres leguas de la línea de fuego, en Gonnehem (Paso de Calais), situado a 14 kilómetros del célebre reducto de Hohenzo lern, hay establecido un cen¬ tro de la Orden Tercera. La asistencia a las funciones es nume¬ rosísima y escog'da, y hasta de la línea de fuego acuden soldados terciario?. La Orden Tercera de dicho punto está consagrada al Sagrado Corazón. El atrevimiento, por no emplear otra palabra más dura, aunque merecida, de presentarse en el templo, inc uso a co mulgar, algunas señoras y señoritas, con vestidos escotados en el cuello y en los brazos, si bien algunos de ellos cubier¬ tos con ténues gasas, ha obligado al Ca¬ bildo Catedral de Orense a tomar el si¬ guiente acuerdo, que ha fijado en las puertas de la Catedral basílica. «El limo. Cabildo Catedral, velando por el re.'ipeto debido a la casa de Dios, ruega encarecidamente a las señoras y señoritas que vengan al templo vestidas y ataviadas con la debida modestia cris¬ tiana, sobre todo al acercarse a recibir la Sagrada Comunión». Después del edicto precedente solo toca obedecer, si no se pretende hacer¬ se merecedoras de un duro calificativo. El catolicismo en Francia D Armando Palacio Vaidés ha publi¬ cado en A7 Imparcial un notable artícucu'o, en que nos hace ver como la reli¬ gión aumenta en Francia. Son de una importancia trascenden¬ tal los siguientes párrafos: «Yo he visto por las noches poblarse de gente una pequeña iglesia de aldea. Allí acudían pobres mujeres enlutadas llevando de la mano a sus hijos, enlutados también. Con paso vacilante las seguían algunos ancianos de rostro pálido y triste miradi. Y en el silencio augusto del templo, El Heraldo de Cristo 173 mientras los corszones se dirigían al Altísimo pidiendo misericordia, estalla¬ ba de vez en cuando un sollozo que re¬ movía las entrañas. Hoy en París la mul¬ titud elegante, que en otro tiempo co¬ rría a los sitios de placer, invade las iglesias.» Este sólo párrafo es suficiente para demostrar que solo nos acordamos de Dios cuando su mano nos toca. Siempre lo mismo A pesar de que en el corazón del pueblo la fe aumenta a cada paso, como acabamos de ver, el Gob erno permane¬ ce lo mismo o tal vez peor. El Minis’ro del Interior decretó estos días la expul¬ sión de las Hermanas de la Caridad, y su inmediata salida de los hospitales. No sabemos cuando los representan¬ tes de la nación francesa abrirán los ojos. La Unión Apostólica Impulsados por el amor de Dios, y por el amor de la prosperidad y grande¬ za de nuestra patria, van a reunirse por segunda vez a la sombra de nuestro amado Pilar de Zaragoza los Sacerdotes que forman la benemérita institución de la Unión Apostólica para tratar cuestio nes de actualidad, y de interés práctico para el resurgimiento del espíritu reli¬ gioso y social, a juzgar por el programa que se proponen seguir, y por los temas que intentan desarrollar. ]Que el Señor les ayude y premie con creces esa labor que está llamada a dar los más hermosos resultados! El Papa y la paz Todos los católicos saben que el día 30 del pasado mes se hizo la Comunión general de niños mandada por el Santo Padre para impetrar la prz. El Papa ha recibido en audiencia a 4/ 00 niños romanos, que han recibido la Sagrada Comunión ptra impetrar del cielo la paz. El Cardenal Vicario, monseñor Pom¬ pili, que fué quien hizo la presentación de los niños al Santo Padre, pronunció una sentida alocución, a la que Su San¬ tidad contestó con emocionantes pala¬ bras, diciendo que se consideraba feliz en aquellos momentos al contemp’ar an¬ te sí aquella numerosa muchedumbre de niños, candorosos y llenos de santo amor, cuyos core zones palpitaban en aquella hora a impulsos de encendidos y divinos afecto.s. A continuación, Su Santidad explica el significado de la invitación a los ni¬ ños para la Comunión de este día, di¬ ciendo que su recuerdo debe quedar grabado para siempre en sus corazones en el momento horrible en que los hom¬ bres se destrozan y matan. Que el cielo atienda las súplicas de tantos corazones inocentes que no co¬ nocen el mal. Calumniando siempre Leemos en L Echo de París: que un habitante de Maurienne había afirmado que el Obispo de la diócesis entregara 300 000 francos al emperador de Ale¬ mania; pero muy pronto se vió en la precisión da retractarse en la forma si¬ guiente: El abajo firmado Juan Pedro Bouttsz, domicili, do en Foncoutverte, reconoz co hater dicha que monseñor Fodesé, Obispo de Maurienne, hab.'a entregado al emperador de Alemania 300000 fran¬ cos para hacer la guerra a Francia, y que la guerra acabaría cuando el Papa quisiese, porque era el Papa quien faci¬ litaba el dinero a los enemigos de Fran¬ cia.» En realidad que esta es una calumnia sectaria tipo. Hecho milagroso En Navarra sucedió un caso milagro¬ so debido a la protección de la Virgen. Certifica D. Eugenio Azpeitia, Licen¬ ciado en Medicina, que D. José Maríá Ibáñez sufría una obstrucción intestinal, siendo su estado gravísimo. En vista de que la ciencia nada podía hacer, se le encomendó a la Virgen María, y al pun¬ to se solucionó la dificultad desapare- 174 El. Heraldo de Cristo ciendo lodos los síntomas de gravedad, quedando curado espontáneamente. Un gran invento Leemos: «Un ilustrado profesor del Seminario de Cuenca, D. Julio Navarro Briones, ha patentado un invento que, si es como nos lo han descrito, revolu¬ cionará inmediatamente la manera de vestirnos, la higiene, el arte de la cale¬ facción y hasta el método de abrigarse en las trincheras. Trátase de un produc¬ to que, aplicado como tela al cuerpo, le conserva en una temperatura normal y constante lo mismo en el Polo que en el Ecuador. Se suprimirán por lo tanto, los abri gos de vestir y los de cama; no habrá enfriamientos, ni catarros, indige stiones, ni congestiones de ninguna clase. Y probablemente no habrá necesidad de veranear.» El inventor es ni más ni menos que un señor Cura... días del Señor, y hacer de él la norma de nuestra vida práctica. Haced visible la persona del Señor, qu ' en estas horas está seguramente en medio de nosotros y hasta nos dirige. En uní carta que el presidente del Reisthag hi dirigido al Kaiser felicitán¬ dole, éste le contestó con frases pareci¬ das poniendo siempre sus miras en el Señor. Necrología Palma.—Día i ^ de Julio, después de haber sido largamente probada en el crisol de dolorosa enfermedad, falleció la fervorosa hermana D,® Francisca Vanrell y Fihni, a la edsd de 56 años. Durante el mes de Agosto han falle¬ cido las hermanas D.'^ Margarita Horrach y D ^ Tea e‘a Capdebou. A. E. K. I. F. A. Un discurso del Kaiser E' corresponsal del limes en Ams terdam ha envií.do a su periódico un extracto del discurso pronunciado por Gjillermo II en !a primavera última a los capellanes del Ejército alemán en el frente occidental; este discurso ha sido publicado ahora por un capellán dimi¬ sionario. «La guerra mundial—dijo el Kaiser— separa la paja del burn grano, y nue tro deber es que el pueblo aleo an acepte con recogimiento estos iiempo’, como una prueba de resignación. Tenetros necesidad de un cristianismo práctico, que modele nuestra vida, según la per¬ sonalidad del Sí ñor. Tomad ejemplo de las palabras y ac¬ tos del Todopoderoso. Yo os digo que hay que inspirar nuestros actos en el respeto al Señor, vivir con él y para él. Si el Señor entrase por esa puerta, ¿osa ría nadie mirarle frente a frente? Paraalcanzir ese cristianismo no es menester sólo ir una vez por semana o la iglesia; hay que ocuparse todos las Bibliografía Novena de Sta. Catalina de Sena por el J?, P, Francisco LHterrs, 0. F M, Valencia Tipografía Moderna—Avellanas^ ii. Conocido es de nuestros lectores el Rdo. Padre Fr. Francisco Lliteras, por los excelentes artículos con que ha honrado esta revista. El librito que acaba de publicar consta de 84 páginas cuidadosamente impresas. Precede a la novena propiamente dicha una breve biografía de la santa; y las meditaciones de extensión muy acer¬ tada, despiden el aroma de piedad y santa unción que constituyen el mérito principalísimo en los es¬ critos de esta índole. Se vende en las librerías católicas de Valencia a o’25 ptas. el ejemplar y 2*50 ptas. la docena con el 20 p.Q** de descuento en los pedidos de más im¬ portat.cia. Nueva publicación. Hemos recibido la visita del Mensajero del Circulo de Obreros cató¬ licos de Sta. Catalina, Como indica su mismo nom¬ bre es el órgano de aquella floreciente sociedad, y al mismo tiempo que se propone estrechar más y más las relaciones entre los socios de !a misma, servirá para la defensa de la moral y de la reli¬ gión-y será medio aptísimo para divulgarlas. Á1 felicitar al Círculo por esta nueva prueba de su vitalidad devolvemos gustosos el saludo al Men¬ sajero deseando que pronto pueda ver realizado su ideal de ser una publicación regular de cada mes y con el taxto aumentado. Lta ignopancia de los católicos Lo que más debe pesar, sobre la igle¬ sia Católica es la ignorancia que muchos de los que se llaman católicos tienen de las leyes y fundamentos de su santa re¬ ligión; porque es bien seguro que si os atrevéis a preguntar a un moro o a un judío por ios principales artículos y par¬ tes de su ley sabrá daros abundante ra¬ zón de ella; y entre los cristianos que pçr haber sido los privilegiados en ha¬ ber recibido la doctrina de Dios ten¬ drían que ser los que debieran llevar más hondamente impresas en lo más ín¬ timo dé su corazón esas doctrinas es donde hay, por desgracia, tanto descui¬ do y tanta negligencia, y no solamente entre los niños sino entre los jóvenes y hombres de más edad (hasta en los que están llamados a darla a conocer a sus hijos); a duras penas saben los primeros elementos de esa celestial doctrina. Porque qué pueden esperar de Dios esos hombres, que tienen con tanto des¬ cuido su doctrina más que aquella mal¬ dición del profeta que dice que el niño de cien años será maldito, esto es, el que después de tener edad y juicio per¬ fecto y cabal todavía es niño en la igno¬ rancia y en el juicio y sentimiento de las cosas de Dios? Porque si la primera puerta por donde han de entrar todos los bienes a nuestra alma, o sea, por el entendimiento está cerrada ¿qué bienes pueden entrar en ella? Y por esto es que el estudio capital de nuestro enemi¬ go es quitarnos la luz; lá luz que halla¬ mos en la palabra de Dios que cómo espada espiritual corta todos los vicios y es la misma que empleó nuestro Re¬ dentor en el desierto contra las suges¬ tiones e insidias del enemigo. Los impíos no quieren el catolicismo y sin embargo se ío deben todo; hasta esa civilización de que tanto se ufanan y esa libertad de que tanto se muestran celosos. Desconocen ellos su influencia y ella los invade, los acosa, los penetra por doquier. No pueden anunciar una verdad moral que él no haya proclama¬ do, un buen principio de legislación que a su inspiración no se deba. Si todos los ciudadanos son iguales hoy ante la ley, es porque todos los hombres son iguales ante Dios; si tenemos reyes moderados es porque el cato'icismo los ha formado, si Cartas y Constituciones sin el catoli¬ cismo es una mentira, una quimera por¬ que él es el que sabe conciliar los dere¬ chos y deberes de los pueblos. Igual¬ mente que un niño que arroja lejos de sí la fruta cuyo jugo ha chupado, dese¬ chan aquellos con desdén la Religión católica, más deben tener en cuenta que sus sistemas pasarán como han pasado tantos otros y esa Religión que con tan¬ to afán persiguen no pasará porque es inmortal como su Autor que les aguarda para vengarse de ellos con nuevos bene¬ ficios’ Y vosotros Católicos que desconocéis por completo esta gloria tan alta y tan grande ¿de qué os servirá de que Dios sea tal sino os aprovecháis de sus bene¬ ficios?; sino afisionais vuestro corazón y vuestros deseos a los deseos del cielo? Si la medicina es maravilla y de eficací- 176 Juventud Seráfica sima virtud ¿qué provecho os traerá sino queréis usar de ella? Porque no está el bien del hombre en la excelencia de las cosas sino en el uso de ellas, para que se haga bueno el que no lo es con la participación y uso del bien. Francisco Pons ¡Vaya calor! Debe ser verdad cuando todos lo afir¬ man tan unánime y espontáneamente, parece que flote en esta atmósfera aplas¬ tante algo así como un gigantesco inte¬ rrogante al que es fuerza contestar cual¬ quier vulgaridad siquiera para no pare¬ cer descortés. Ha visto V. calor? dice el parroquia¬ no al entrar en la barbería para dejarse cobar cara y cabeza envuelto en la blan¬ ca túnica que le ha de constituir esclavo del tiránico tomador de pelo y bajo cu¬ yo poder habrá de sudar la gota gorda. ¡Qué calor! dice entrando en el tranvía un caballero gordo cuya familia veranea en el Terreno mientras él se hace la vida en la carretera, en la oficina y ha¬ ciendo encargos en la ciudad, resultan¬ do un veraneo algo negro, pues sólo de noche puede alcanzar las ventajas de la hermosa y envidiable vida del campo. La frescura es lo que vale en estos tiempos; y al decir la frescura no me re¬ fiero a la de algunas personas a los que en virtud de una figura retórica inventa¬ da ya hace mucho tiempo, se ha dado en llamar frescos; ni refiero al fresco ar¬ tificial que mi abuela buscaba en el aba¬ nico y en el agua recién sacada de la cisterna y que hoy se encargan de pro¬ ducir el ventilador eléctrico y la moder¬ na soda, el vertiginoso automóvil y el nunca sustituible baño de mar. Estaba yo pensando en todos estos medios buenos para defenderse de los rayos del cálido Febo, cuando han veni¬ do a pedirme el trabajo, que para El Heraldo de Cristo debía tener prepa¬ rado, y... ¡vaya calor!... la temperatura ha subido a mi rededor hasta los 40” y décimas y las gotas de sudor rodaban por mi frente y mejillas, debido a faltar¬ me frescura para contestar que no tenía nada hecho, nada preparado para mi estimada sección de E'. Heraldo.— Luego lo mandaré... pero ha visto usted calor? Y al calor de un cabo de vela que también da alguna luz sobre estas des¬ greñadas cuartillas sin llegar a alumbrar los recónditos pliegues que en el inte¬ rior de mi mollera permanecen en la obscuridad, me he propuesto cumplir lo prometido, porque lo prometido es deu¬ da y las deudas pueden convertirse en fuente de calor, cuya influencia hay que evitar a todo trance. Y qué,les digo a los lectores y lecto¬ ras de El Heraldo? que hace calor? Está esto tan repetido que parece una vulgaridad; pero tampoco puedo decir¬ les que hace frío, porque temo que du¬ déis de mi sinceridad. Yo sudo..., pero como el sudor es una razón que pierde mucho en verano, temo no llegue a convencer a nuestro direc¬ tor ¡No! yo escribiré unas cuartillas fres¬ cas como un sorbete, saturadas de brisas de mar para hablaros de la Porciúncula, semillero de futuros franciscanos que a imitación de los que llenan las páginas de nuestra historia han de cumplir una misión grande religiosa y social en nues¬ tra bendita tierra, pero... esto será en el próximo número... ¡Hace hoy tanta calor!... Buenaventura Miralles -CJigjJCS- Desatino y $arrotazo Es la hora que convida a un descanso largo y reposado. Son las. tres de la tar¬ de, hora en que parece que todo va en¬ vuelto en un ambiente de insomnio e inactividad, debido sin ‘duda al estado húmedo y caluroso de una admósfera cerrada del mes de Agosto. Esto no obs- Juventud Seráfica 177 tante, tras violentada comida amenizada por constantes preocupaciones, y bu¬ llendo en mi cerebro una amalgama de ideas a cual más encontradas, me siento plácidamente y sosteniendo en ambas manos mi cabeza, se me ocurre zambu¬ llirme en la ola inmensa del Derecho Español. En un voluminoso tomo de Derecho Administrativo decido buscar materia apta para que ilustrándome a la vez, haga mas fácil y menos penosa la digestión de una comida algo agitada. Abierto el libro al azar, se presenta a mi consideración el capítulo referente al Sistema penitenciario español. Ani¬ mado del deseo del saber quiero ocu¬ parme bien de lo rtla ivo a prisiones y cárceles, pero no es posible realizar mi propósito porque un número de El Uni¬ verso que duerme en la mesa aprisiona¬ do por un pesado pisapapeles, distrae mi atención y ésta se fija en un artículo en el cual se muestra un desatino más y una reputación menos para el q ¡e desa¬ tinando siempre, no hace sino ser fíel a la costumbre. Me refiero a un D. Miguel que no es de Cervantes el cual en el caso que me ocupa, dedica a Mallorca una flor exquisita: Juzguen los lectores por una de sus murmuraciones que copio íntegra: De continuar más tiempo en Mallorca me hubiese habituado a no hacer nada. Es decir hubiese superado a los mallorquines. Los mallorquines no hacen nada, nada Esta es la lógica convincente de un móstruo de Jurisprudencia española, y asentada afirmación de quien alardeando sin duda de su gran ingenio, ofende in¬ justamente a quien le llama, recibe y escucha con esperanza de éxito, con amabilidad extrema y con inmerecida atención Lamento en estos momentos desvir¬ tuar el título del presente escrito pero me es fuerza terminar pues solo dispon¬ go de reducido y tasado espacio. Queda sí i embargo consignado el desatino. El garrotazo lo reservo para el número pró¬ ximo en que empapado del sentido de aquél puede ser proporcionado al palo consiguiente. Y espirada ya mi misión, viene como anillo al dedo el estudio de¬ tenido del capítulo de prisiones y cárce¬ les vigente en España. Seugarom ^xeur^íón la a la J^oreiiineula Gallardos, contentos y alborozados, salimos de nuestra venta predilecta, San Francisco, a la del alba. Palma duerme, menos sus luces y serenos, y solo es mo¬ lestada en alguno que otro barrio, por los chirridos de algún baco serpentean¬ te. Preséntase el nuevo día, ataviado con un cielo claro y limpio, y los luce¬ ros que aún brillan, compaginan perfec¬ tamente con nosotros, (porque no decir¬ lo) que anhelamos columbrarnos en es¬ pacios infinitos. Fuera ya de la charca, cambíase por completo nuestra visión. Entonan conciertos todos los grillos y las zigarras matineras. Oleadas de polvo levantamos por calzadas y caminos, y casi entre tinieblas se divisan discos de oro, que aún lucen alguna espiga aban¬ donada. Son las eras... Pasamos por poblados de nuestra ri¬ bera oriental. Adquirimos viandas en mesones, para un almuerzo en perspec¬ tiva, y mientras tanto sin fatiga ni can¬ sancio, va rodando por el cénit el sol radiante, el dios Febo que más tarde tos¬ tará nuestros semblantes. Con tropiezos y traspiés bien con¬ quistados por senderos de mal índole, hemos llegado a penetrar entre las som¬ bras del pinar de Son Sunyer. Ya divi¬ samos la enhiesta y ondulante enseña de Mallorca, el viejo Reino, con que re¬ mata la torrecilla del futuro estudiantado, llegando al poco tiempo, junto a los mu\_ 178 Juventud Seráfica ros que la sostienen y que son el germen de mayores construcciones. Si. Hemos llegado ya, a la nueva Capillita de la Porciúncula, a este lugar es¬ cogido para que entre pinares y lentis¬ cos, tenga un trono predilecto, la que es Reina y Señora de los Angeles; un lu¬ gar nuevo de continua y constante ado¬ ración, a la Madre de Jesús nuestro Maestro. Son las cinco y media y nuestro guía y capitán, celebra el Santo Sacrificio. Comulgamos, no sin antes haber oído con deleite, las palabras Evangélicas que brotaron de la Luz, de Jesucristo, al llo¬ rar sobre la urbe más ingrata que\_ ha existido, sobre los mjros Deicidas de Jerusalem Las palabras del Maestro, pronuncia¬ das en tal sitio, no se porqué, llevan en sí, fuerza mayor, arrastrando nuestra al¬ ma, hacia lugares no terrenos. Es que todo lo eleva el sentimiento de la fé. Campesinos de no lejos, han llenado con nosotros la capilla, endomingados a porfía y completando el cuadro rico y excelente, que a todos nos ha bañado de impresión. Vánse los lugareños matineros y que¬ damos los llegados para ser los saltim¬ banquis de este bosque, para vivir con los cantores de las selvas en este sitio bien hallado. En ayunas, sin chaleco, y con sombre¬ ros de gran radio, practicamos correrías por doquier. Nos bañamos en la playa encantadora del Arenal, en esta concha preciada de la Bahía de nuestra Palma, en este sitio predilecto al que debieran concurrir y conocer los que se asombran ante las playas del Cantábrico. Agotadas las fuerzas del acuático tragín, las repa¬ ramos, premiando la labor con un al¬ muerzo de primera magnitud. Pasamos la mañana, bajo los pinos de la orilla, saboreándola con melones que exprofeso nos han traído del poblado, y con char¬ la, que da lástima no encontrar algún taquígrafo. Dan las doce. Esta hora pre¬ dilecta, nos coje a todos entre las con¬ chas de la playa, adquiriendo, de ellas, los ejemplares más bonitos de la prole, y de la hora, una tostada de calibre re¬ gular. Poco tardan en llamarnos al menú que arreglado con primor, se nos tiene preparado, obra culinaria, que es asola¬ da en un abrir y cerrar ojos. Mientras pasa, presta guardia el perro fiél, con sus sentidos aguzados, y puesto el rabo en movimiento, esperando la calda de algo gordo. Entre tanto consumido, solo son las dos y media. Hechamos siesta bajo los pinos del cercado, mientras se oye el ronco chirriar de un molino que con len¬ to movimiento, extrae agua para el sem¬ brado de la huerta. Cara al sol y a pier¬ na suelta, nos hemos ido al otro barrio una horita, despertándonos la charla de los eternos campeones de la fiesta. Un clavicordio se expone al público. No hay quien sepa tañer una nota. Un acor¬ deón se ofrece expontáneo. No hay quien acierte ni por pienso una tonada de las muchas que en sí encierra. Alto. Son las cinco y media. Cejemos cayado y alforjas, y dando cara al sol partimos hacia Palma. Polvo y charloteo de doble ingenio con la charanga del regreso. Largo parécenos el camino, más al pasar ante las ventas de poblados, que se ofrecen a nuestro paso, ni paramos ni corremos como hicimos de mañana. El Sol se ha puesto y la Luna, guía nuestros pasos fatigados. Sin la charla y gallardía del origen de este día, hemos llegado a Palma. Son las ocho y media. De la lle¬ gada, al catre, no media un pelo. Coje¬ mos un sueño tan atroz, que ni a tiros nos despiertan. Bien. Muy bien. Perfectamente bien se ha pasado la jornada del 13 del pre¬ sente. Ella ha servido de entrenamiento, para que no esté lejos el día, de pasar otra semejante, entre las bellezas que guarda la Mallorca occidental.—J. Agosto de 1916. Tip. Católica de S. Pizá. Jardín de la Reina, 19 Obras del P. Ambrosio de Valencina La Vida Espiritual. Cartas a Teójila. - 8 ^ Edición. Un tomo de 457 págs. en¬ cuadernado en tela. p*as. 2 50. Obra indispensable a cuantos tratan de perfección, recomendada por todos los Prelados españoles e inmensamente difundida en toda Españi y América. La Vida Religiosa- Cartas a Sor Mar¬ garita.—6.^ Edición. Un tomo de 440 páginas, encuadernado en lela, 2*50, Libro escrito por el P. Ambrosio pará loa religiosos de uno y otro sexo, y que ha sido llamado el Kempis de las reli¬ giosas por los Prel dos esp. ñoles. Soliloquios.—Quin a edición ilustra da Un tomo de 345 pags. encuaderna¬ do en tela 2*^50 pías. Esta obra retrata al P. Valencina, cuyo corazón seráfico derrama las efusiones de su espíritu fi anciscano por sus cálidas páginas, que no pueden leer e sin emo ción, constituyendo un libro admirable, repu‘adü como de los mejores de su autor. Flores del Claustro y Arrullos de Palo¬ ma.—^ ^ edición ilustrada con di fo¬ tograbados. Encuapernado en tela, 2 pesetas. Es un libro por el estilo del anterior con la sola diferencia de que en éste, los soliloquios están puestos en labios de de una religiosa, flor del claustro y palo¬ ma de la soledad. Es una joya en el con cepto místico y ascético. Lirios del Valle.—6.® edición ilustrada. Un tomo de 270 págs. encuade nado en tela, 2. ptas. Novelita de lectura tan interesante, tan llena de piedad, poesía y sentimien¬ to, que difícilmente se suelta el libro de las manos empezándolo a leer. t\\ Director Perfecto y el dirigido San¬ to.—Correspondencia episto’ar entre el R. Diego J. de Cádiz y su Director el V. P. Francisco Javier González. Tercera edición. Un tomo de 624 pá ginas encuadernado en tela. 3 ptas. Libro único eri su género, verdadera autobiografía del gran Apóstol del siglo XVin que tan gran influencia ejerció en los destinos de España, e igualmente Util a los directores de almas que al his¬ toriador y el erudito. Es una de las más lindas joyas de ia mística esp ñola, que debe leer toda alma deseosa de su per¬ fección. Las Siete Palabras.— Predicadas el Viernes Santo de 1907 ante S. M. el Rey en la Capilla Real de Palacio. 3.® edición. Un tomo de 128 págs. encua¬ dernado 1*50. Son una de las galanas muestras, des¬ graciadamente pocas, de la elocuencia de su autor, gloria del pulpito sagrado. Poesías religiosas o flores de mi Ju¬ ventud.—4® edición corregida. En¬ cuadernado en tela 1*50. Las poesías religiosas resaltan por su delicadeza, sentimentalismo y piedad. Son un precioso regalo para premios. Preparación para el Matrimonio.—2» edición. nU tomo de 316 págs. encua dernado en tela 3 pesetas, en rústica 2. Ultima obra del P. Ambrosio, de éxito sin igual. Deben leerla todos los jóvenes, paia prepararse al gran sacramento del Matrimonio. De él han hecho grandísi¬ mos elogios el Episcopado Español y toda la prensa católica en general. Es regalo indispensable a las prometidas. Leyendas edificantes o Historietas piadosas.—5.^ edición ilustrada. Un tomo de 431 págs. encuadernado en tela 2 pesetas. Hermosísima colección de lecturas re¬ creativas, de sana moral y grandísimo interés. Libro indispensable para pre¬ mios. Murillo y los Capuchinos.—Un tomito de 132 págs. i’25 ptas. en tela. Interesantísimo estudio histórico, re p^eto de dato.s desconocidos de las rela¬ ciones con los Capuchinos del gran pin¬ tor de la Inmaculada, Mi viaje a Oceania. —4-® edición corre¬ gida. Un tomo en tela, i peseta. Obrita interesadísima, preciosa mues¬ tra de estilo descriptivo y de ameno na¬ rrador de su autor. Obras del P. Ambrosio de Valencina Los Capuchinos en la guerra de la In¬ dependencia. Como I^iurillo y los Capuchinos^ es un estudio his’órico, perfectamente docu¬ mentado, del influjo de lor Capuchinos en la épica lucha contra Napoleón. En tela, 1*50 y en rú tica i pcíe^a. F^eseña histórica de ia Provincia Ca¬ puchina de Andalucía, y varones i>us tres en ciencia y virtud^ que han flore cido en ella desde su fundación hista el picsen!e—5 tomos, en rú lica 4’5o; y con lomera de piel 7 pesetas. Vida del P. Carabantes. - Un tomito de 94 pSgs o'50. La vida de l P. Carabantes, que en bre¬ ve será beat)fl;cado constituye una de las másasombrosas que existeu y derpiertas grandísimo interés. Retórica elemental o lecciones de lite¬ ratura preceptiva. Tercera edición. Un tomo encuadernado con preciosa plan cha, dos pesetas. CARTAS DE CONCIENCIA que el Bea^o Diego J. de Cadiz dirigió a su D’rector espiritual D. Juan José Alcober e Higueras, anotadas por el M. R. P. Die¬ go de Valencina con un pró’ogo censura del muy I'ustre Sr. Dr, D. Juan F. Muñoz Pabón. Esta obra in creíante ha merecido los elogios más cu.i pUdos del público y de la prensa, no siendo menores l 's de los críticos y renombrados eicritores de España. Consta dicha obra de 583 páginas, encuadernada en tela, 2 pesetas. Al hacer los pedidos al Administrador, mándese además del importe de lo® libros, para el gasto de franqueo y certificado. Los pedidos pueden hacerse a esta Administración o a la Administración del «Adalid Seráfico», Ronda de Capuchinos, Sevilla. 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