EI Heraldo de Crisío Reuísta mensual ilustrada Año Till Fel»rt ro de 1916 Nilm. 83. pH]SHDeRlH STif^ZE eULHUH x>e: Fabricación esmerada de galletas y bizcochos de todas clases. x:sífde:ox^iiiTX3.íí\\.x> ekt Plaza de Juanot Colom.—Sucursal en la Plaza Santa Eulalia, 15.—Ser¬ vicio a Domicilio de todos sus productos. — Exacta puntualidad en los encargos Mercería “La Patria,, San Miguely número I7y bis P^X-.1VE.A. IDX: ]VC.A.X-.I-.OXt.G.A. ESPECIALIDAD EN CAFES TOSTADOS DIARIAMENTE jf. 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Por la tarde a las seis reunión mensual con exposición y plática. Cuarenta^horas por ¡as Almas del Purgatorio.—Empezarán día 28. ex o- — sición a las seis, empe¬ zando un lurno de misas hasta las doce. Por la tarde-a las seis, rezo de la corona, meditación, estación cantada y reserva. /nduÍ0‘CnC¡aS nícnaria^ ^ ' Eon las condiciones ordinarias los terciarios pueden ganar indulgencia plenaria los días siguientes de este mes; Día I, Bto. Andrés de los Condes. 2, La Purificación de la Virgen.—3, Bta. Viridiana.—4, S. José de Leonisa. — 5, Stos. Pedro Bautista y compañeros mártires del Japón.—S. Conrado de Plasència. -2i‘ Sta. Angela de Méricis. - 22, Sta. Margarita de Cortona. FÁBRICA DE MOSAICOS HIDRÁULICOS Y PIEDRAS ARTIFICIALES 2sd:iGhTJE3Ij FJLI?. 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Ragonesi, en la Asamblea de la Orden Tercera-de .'san Francisco, celé¬ brala en San Ferm n de los Navarros, el g de Enere, que transcribimos p.ira que pue¬ dan admirarlo nuestro, lectores. «Amadísimos Hermanos y Hermanas en Jesucristo: Cortésmente invitado a pronunciar unas palabras en esta solemnísima reu¬ nión, sin fijárseme el tema, no estimé prudente contestar con promesa cierta, por las dificultades que encuentro en manejar la sonora lengua de Cervantes. Sin embargo, al recorrer el otro día este programa, con sorpresa hube de persuadirme que a más de comprometer¬ me a ello, se determinaba el argumento: Resumen. Cual cumple a un Terciario francisca¬ no, haré, pues, gustoso de la manera más sencilla un resumen. ¿Empero, cómo resumir la elocuencia de los l'oradores, la inspiración de los poetas y los acordes de voces e instru¬ mentos de los artistas que, mezclando lo dulce con lo útil, nos han deleitado e instruido al mismo tiempo? Con una pa¬ labra: armonía. Hablaré, por tanto, en brevísimos términos acerca de la armo¬ nía, como remate y coronamiento de esta armoniosa velada. El Catolicismo es, por su propia esen¬ cia, Religión de armonía: armonía es el sistema de sus verdades; armonía, el có¬ digo de sus preceptos; armonía, la jerár¬ quica pirámide de sus autoridades; ar¬ monía, el ceremonial de sus sagradas funciones. Notas armónicas son los siete Sacramentos que,.con la gracia, trasmi¬ ten a la tierra las melodías del cielo; notas divina y humanamente armónicas las siete virtudes principales; notas inte¬ lectual, moral y civilmente armónicas los siete dones del Espíritu Santo; notas inefables de compasión consoladora los siete dolores de la Reina de los márti¬ res; escalas de armonía espiritual y tem¬ poral las catorce obras de misericordia; notas armónicas las siete peticiones del Padre Nuestro que, brotadas de los di¬ vinos labios del Salvador, perennemente se repiten a coro en todos los idiomas 12 El Heraldo de Cristo por millones y millones de hombres es¬ parcidos sobre la redondez, del planeta, como himno fraternal del género huma¬ no al Padre Común de todos. Nadie acaso sintió esta armonía del Catolicismo de manera tan honda como el seráfico San Francisco: aquella alma divinamente poética que, penetrando las íntimas correspondencias del espíritu humano con los tres reinos de la Natura¬ leza, dialogaba con el «hermano sol», con las flores y las aves; aquel serafín de amor que en todas las criaturas desci¬ fraba las estrofas del misterioso poema que el universo canta a la gloria del Creador. Cierto es que él imprimió la armonía a todas sus obras y en sumo grado a la Orden Tercera. En esta admirable Corporación caben personas de variadísimas índoles y con¬ diciones: desde los genios más sublimes, como el de Dante y Colón, hasta las más sencillas inteligencias; desde los poderes más encumbrados como los Papas y los Reyes, hasta los más humil¬ des ciudadanos, hidalgos y plebeyos, ri¬ cos y pobres, patronos y obreros; todos, sin distinción de estado, clase y partido, encuentran en esta obra maestra de ar¬ monía medios fáciles y suaves de practi¬ car las virtudes evangélicas. ¿Y cuál es el fin de la Orden Tercera y la misión de sus miembros? Llevar la armonía a los individuos, a las familias, a la sociedad. El espíritu de San Francisco penetra en los individuos y concentra poco a poco sus pensamientos, sus afectos, sus actos en Dios, y así coordinando y su¬ bordinando paulatinamente las faculta¬ des intelectuales, las potencias volitivas y las- fuerzas físicas, hace de los Tercia¬ rios hombres equilibrados y católicos perfectos. El espíritu de San Francisco se dilata en las familias y fomentando la autoridad en los padres, la ternura en las madres, la obediencia en los hijos y en todos caridad, abnegación y sacrificios, tras¬ forma los hogares y los hace conciertos de amores. El espíritu de S. Francisco se trans¬ funde del corazón de los individuos y del seno de las familias a las venas de la sociedad y en ella también se' mani¬ fiesta fuerza eminentemente armoniza- dora. En efecto, el espíritu seráfico es espí¬ ritu de sabiduría en los legisladores, es¬ píritu de justicia y equidad en los ma¬ gistrados, espíritu de prudencia y forta¬ leza en los gobernantes, espíritu de res¬ peto y acatamiento en los gobernados, en todos espíritu de orden, tranquilidad y patriotismo. Por eso los Terciarios franciscanos han escrito en la historia, no sólo eclesiástica, sino en la civil, in¬ mortales páginas de oro. De esta suerte, la Tercera Orden se nos presenta, no sólo como obra maestra de armonía, sino como gran factor armo¬ nizante en las relaciones individuales, domésticas y sociales. Y a ello contri¬ buye de un modo eficacísimo infundien¬ do en todos el amor filial y la más firme adhesión al Sumo Pontífice, verdadera fuente de paz y de armonía en los pue¬ blos, no sólo en el orden interior, sino también en el orden internacional, como elocuentemente ha explicado el eminen¬ te orador Cristóbal Botella. Por desgracia, ¡cuántos demonios de disensión se encuentran en la sociedad!; demonios que, con insinuantes sospe¬ chas, con malignas murmuraciones y con arteras calumnias, excitan, fomentan y desarrollan antagonismos, odios y ven¬ ganzas entre individuos, familias y clases sociales. Y ¿cómo contrarrestar la obra de es¬ tos maléficos agentes que no hacen sino sembrar discordia, en todo discordia, siempre discordia? Uno de los podero¬ sos medios será la palabra y acción con¬ ciliadora de los Terciarios franciscanos. Vosotros, animados del espíritu del gran Fundador, os mostraréis ángeles de paz, de concordia y armonía, como fué ángel de paz vuestra compatriota Santa El Heraldo d-e Cristo 23 Isabel, Reina de Portugal y Terciaria franciscana, cuyas virtudes y cuya obra de paz tan brillantemente ha expuesto en su hermoso discurso la señorita Pilar Moreno. Así, cooperando a la unión de los ánimos, a la disciplina de las voluntades y al orden público, fundamentos esen¬ ciales para el bienestar de las naciones, a la vez que progresáis en el camino ha¬ cia el cielo, para llegar a ser ciudadanos del Paraíso, influiréis poderosamente a fin de que vuestra patria, rica en tantas cualidades y en tantos elementos de de prosperidad moral y material, logre aquel alto grado de gloria y grandeza a la cual está providencialmente llamada. Tal es el ardiente deseo que, al prin¬ cipiar este nuevo año, formo por vuestra felicidad, por la paz y la concordia de las naciones, y particularmente por la prosperidad y el adelanto de la amadí¬ sima España.» (Una nutrida salva de aplausos y vivas a la Venerable O. T., al Sumo Pontífice y al Nuncio de su Santidad acogieron las elocuentes palabras del excelentísimo Sr. Ragonesi, a quien de corazón envia¬ mos nuestra modesta felicitación). En el vepgel sepáfieo San Conrado de Placencia Variadísimas, y todas ellas encantado¬ ras, son las flores que la mano del Omnipotente ha sembrado en el jardín franciscano para que la fragancia de sus buenos ejemplos y el aroma de sus celes¬ tiales virtudes, atrajera las gentes al sen¬ dero de la perfección cristiana. Una flor de penitencia vamos a entre¬ sacar de entre tantas como escoger pu¬ diéramos para ofrecérosla a vosotros, caros terciarios, ya que es fruto de la misma gloriosa Orden Tercera de Peni¬ tencia a la que tenéis la dicha inmensa de pertenecer. Es San Conrado de Placencia, cuya fiesta celebra la Iglesia el 19 de los co¬ rrientes. Nacido de una de las más nobles fa¬ milias de la ciudad que le dió su nom¬ bre, vivía pacíficamente con. su esposa, persona digna de él por su virtud y no¬ bleza. Como su señorial posición le permitía vivir desahogadamente, su constante y única ocupación era la caza. Y de la caza, en que tenía puesto todo su placer y sus delicias, se valió la bondadosa Providen¬ cia del Señor para inducirle a más es¬ trechos caminos de santidad y perfec¬ ción. Estaba un día cazando en las espesu¬ ras de frondoso bosque, y he aquí que la pieza perseguida se interna entre riscos y malezas. Deseoso de cobrarla, manda a sus criados que prendan fuego a las malezas, lo que se hizo con tan mala for¬ tuna, que movidas las llamas por fuerte ráfaga de viento, prendieron todo el bosque y los sembrados contiguos. Al ver Conrado la magnitud del de¬ sastre, retiróse rápidamente a su castillo para que nadie sospechara quien fuera su autor y causante. De las pesquisas y diligencias que se practicaron, resultó preso un pobre hom¬ bre que había ido a cortar leña en el bosque, y a pesar de las sinceras protes¬ tas de su inocencia fué condenado al úl¬ timo suplicio. Iba ya a ejecutarse la sen¬ tencia, cuando Conrado en un súbito y generoso arranque de justicia presentóse al juez, declaróse autor del incendio v manifestóse dispuesto a resarcir todos los daños causados con su imprudencia. Como eran.estos enormes, no le bastó su opulenta hacienda y tuvieron también 24 El Heraldo de Cristo que desprenderse de la dote de su mu¬ jer, que a ello accedió gustosa. Tenía entonces veinte y cinco años. Con serias reflexiones reconoció la ins¬ tabilidad de las cosas mundanas y se persuadió que el servicio de Dios es la única cosa digna de ser estimada y am¬ bicionada. Su esposa vistió el hábito de Sta. Clara en el convento de Placencia. Conrado, después de distribuir a los po¬ bres lo poco que le restaba de hacienda, vistióse de peregrino y retiróse a un lugar solitario para hacer vida eremita bajo la Regla de la Tercera Orden. Desde aquel instante adelantó tan rᬠpidamente en la perfección cristiana qué bien pronto extendida la fama de su santidad, empezaron a visitarle multitud de gentes, especialmente sus conciuda¬ danos. Para sustraerse a tales homenajes y vivir desconocido, emprendió peniten¬ te peregrinación a los Santos Lugares, y a su regreso retiróse a Netina, donde moró por espacio de treinta y seis años, ora en el hospital de San Martín, ora en una cueva de una montaña vecina. La vida solitaria de Conrado estuvo enteramente consagrada a la contempla¬ ción. La desnuda tierra era su lecho, una piedra su almohada; crudas yerbas y un poco de pan duro eran todo su alimento. El demonio le dió terribles asaltos, mal¬ tratándole con frecuencia con injurias y con crueles golpes, mas él lo resistía re¬ doblando las austeridades, y arrojándose a veces desnudo sobre espinas hasta que brotaba sangre de todo su cuerpo. El don de profecía y el poder de obrar milagros, fueron gracias con que el Se¬ ñor recompensó tanta virtud y santidad. En tiempos que la carestía y el hambre desolaba aquellos contornos, acudieron muchísimas personas a implorar las ora¬ ciones de Conrado que, movido a com¬ pasión, levantó su oración a Dios, y bien pronto aparecieron Angeles que llevaban manjares con que alimentarse aquellas gentes. Este milagro se repitió muchas veces. La fama de santidad y la luz sobrena¬ tural de sus consejos, atrajo a la cueva del Santo multitud de visitantes. Fué un día a verle el Obispo de Sira¬ cusa, a cuya jurisdicción pertenecía en aquel entonces Netina, para cerciorarse por sus propios ojos de lo que se decía. No habiéndole encontrado en la cueva, púsose a examinarla detenidamente, sin encontrar ni un lecho para descansar, ni un mueble, ni provisión alguna. Al regre¬ sar el solitario, echóse a los pies del Prelado, pidiéndole su bendición y con¬ versando con él largo rato sobre cosas celestiales. Llegada la hora dé la refección, el Obispo mandó a sus criados que prepa¬ rasen las provisiones que habían llevado, mientras sonriendo decía al devoto soli¬ tario: «Hermano Conrado, no tenéis na¬ da en vuestra celda? Nada tenéis que ofrecer a los que han venido a visita¬ ros?» Levantándose con alegre semblan¬ te, respondió Conrado: «Señor Obispo, voy a ver si encuentro algo», y volvió enseguida llevando algunos panecillos frescos y sabrosísimos. Admirado del prodigio, tomó el Obispo con reverencia aquellas viandas, como venidas del cielo, y las comió alabando al Señor y procla¬ mando bendito al que pone en El su confianza. Renovó el milagro de S. Antonio, con¬ virtiendo en pez la carne que le habían presentado en día de Viernes algunos li¬ bertinos, en ocasión de encontrarse en la ciudad para visitar un devoto Cruci- fijo. Poco antes de morir fué a visitar al Obispo para hacer con él confesión ge¬ neral de sus culpas. Al llegar al palacio episcopal, le saludaron multitud de paja¬ ritos que, como anteriormente a S. Fran¬ cisco, le rodearon y le acompañaron en su regreso a la ermita. Habiéndole sido revelado por un án¬ gel el día y la hora de su tránsito, mani¬ festólo a su confesor, expresándole su deseo de ser enterrado en la iglesia de S. Nicolás de Netina, anunciándole la lu¬ cha que se promovería con tal objeto El Heraldo de Cristo 25 entre los habitantes de esta población y los de Hibla. Comulgó con inusitado fervor; pos¬ trado ante la imagen del Crucifijo, rogó por los bienhechores y por los. habitan¬ tes de aquella ciudad, y rodeado de luz celeste,,entregó su alma a Dios el 19 de Febrero de 1351. En aquel mismo instante las campanas de Netinayde los lugares circunvecinos, doblando por sí mismas, anunciaron la muerte del siervo de Dios^ Los vecinos de aquellos lugares acudieron todos, disputándose la posesión de sus vene¬ randos despojos, pero al conocerse la voluntad del finado la respetaron reve¬ rentemente; y encerrados en caja de pla¬ ta fueron colocados en dicha iglesia de S. Nicolás de Netína, que lo eligió sa patrono. León X y Paulo 111 aprobaron su culto, y Urbano Vlll lo canonizó solemnemen¬ te en 13 de Septiembre de 1625. San Conrado es invocado especial- BENDICIÓN DE DA MESA 26 El Heraldo de Cristo mente para la curación de la hernia, ob¬ tenida por su intercesión por muchos mientras aún vivía. Estas curaciones se obtienen sobre todo el dia de su fiesta. Así ensalza Dios la humildad y santi¬ dad de aquellos que en vida renuncia¬ ron gustosos todos los bienes de la tie¬ rra para vivir dedicados exclusivamente a su servicio consagrando su vida a la penitencia. Fr. Silvestre. liuehas del Alma IV La carne es otro de nuestros enemigos capitales, otro de los principales agen¬ tes de la expresada feria, otro de los empresarios de aquel nauseabundo mer¬ cado, que desde la caida de nuestros primeros padres en el paraíso terrenal, viene infectando y corrompiendo todo el orbe, con harto sentimiento de las al¬ mas que se conservan puras y castas. El espíritu de esta carne de pecado es un poderoso impulso, una propensión interna, un fuerte estímulo de nuestra naturaleza corrompida, una marcada in¬ clinación, irresistible sin los auxilios de la divina gracia, a los placeres y deleites de los sentidos externos. Pero no es fᬠcil medir con exactitud la fuerza con que este mortal enemigo seduce y arrastra al desorden de las humanas pasiones, en aquellos que a discreción se entregan en sus hercúleos brazos. Hablando en general, están ya domi¬ nados de este inmundo espiritu los que gustan de ver y de ser vastos; de dar y de recibir vanas noticias; de inmiscuirse en vidas privadas y negocios ajenos; de obrar siempre con ligereza; de violar se¬ cretos naturales; de oler especies aro¬ máticas; de rociarse con esencias perfu¬ madas; de comer y beber regaladamente; de peinar y vestir según los últimos figu¬ rines; de usar telas suaves y lujosas; de recostarse en mullido lecho y dormir lar¬ gas horas; de holgar y divertirse con ex¬ tremada libertad; de oir músicas profa¬ nas y cantares alegres; de leer novelas amorosas y revistas de salón; de registrar estampas y postales lascivas; de ¿isistir a bailes modernos y a teatros de baja estofa; de frecuentar paseos públicos y lugares concurridos; de ir habitualmente a los cafés, a los casinos y a las casas de juego o de recreo; de excitar los apeti¬ tos concupiscibles y darse a la vida mue¬ lle de este siglo, sin los frenos de la sa¬ na razón que los contenga. Por esto, cada vez que se entra en ciertas casas católicas, que se habla con¬ fidencialmente con determinados ele¬ mentos de reconocida piedad, que se penetra en el despacho de muchas per¬ sonas virtuosas, que se examinan las li¬ brerías de no pocas cristianos modernos, que se observa el menaje de algunas habitaciones y de hogares honrados, que se nota la indumentaria con que el sexo devota se presenta a la Iglesia y a reci¬ bir la sagrada Eucaristía o a confesar sus culpas y pecados en el sacramento de la Penitencia; cada vez, finalmente, que uno se entera de las costumbres casi pa¬ ganas y de las relaciones sociales que ahora más privan en los mismos pueblos todavía adictos a la fe de Cristo crucifi¬ cado, se comprende, entonces más a las claras, lo mucho que ha podido, hasta con la gente buena y con la masa honra¬ da, esta infame e inmunda bestia de la carne. Con requiebros y zalemas de astucia refinada, invita de continuo a que con¬ curran a sus fiestas y mercados, a que visiten sus espaciosos jardines, a que admiren sus deliciosos parques, a que recorran sus anchas alamedas, a que co¬ jan sus bellas flores, a que ciñan sus ri¬ cas guirnaldas, a que liben a menudo las doradas copas de sus placeres, a que penetren en sus edenes perfumados, a que tomen asiento en sus opiparas me¬ sas, a que recreen sus oidos con sus vo- El Heraldo de Cristo 27 luptuosas músicas, a que se entreguen con alma y vida a sus locos devaneos y bailes profanos, a que se duerman en sus mullidas camas y gocen satisfactoriamen¬ te de todos sus inmundos lupanares, los cuales tienen aspecto de palacios encan¬ tados. No se puede negar que es de todo punto inimitable esa maestría con que la carne despliega y extiende por el mun¬ do sus tupidas redes para cazar como moscas a las almas descuidadas. Lo más sensible es que éstas, a juzgar por el ses¬ go que han tomado las costumbres pú¬ blicas y privadas, son muchas más de lo que parece a primera vista. Yo no sabré decir el número de las personas piadosas que un día y otro día prestan oído aten¬ to a la sirena de estos mares de podre¬ dumbre humana y que víctimas luego de enormes extravies, unas más pronto, más tarde otras, caen casi todas en la cloaca inmunda de las pasiones más viles y re¬ pugnantes. Siendo, pues, tan malas como seduc¬ toras las obras de la carne, hay que estar sobre aviso en todo tiempo y que huir apresuradamente de tan falaz como cruel adversario. Urge ante todo cerrar los ojos, taparse los oídos y pasar corriendo, cada vez que uno se encuentra con él o que siente su nociva proximidad. Líci¬ tamente nunca se pueden admitir sus tra¬ tos ni cambiar con tan mala bestia los saludos de costumbre. Lo único que procede es volverle las espaldas y dejar¬ lo bruscamente con la palabra en la bo¬ ca, antes de que nos comprometa con sus dulces lisonjas y alevosos razona¬ mientos. Que no se olviden los innumera¬ bles casos referidos por las historias eclesiásticas de personas virtuosas y muy santas, las cuales no obstante, por haber¬ se fiado demasiado de sí mismas y de sus cristianas virtudes, sucumbieron a la postre en una charca de vicios pestilen¬ ciales y en los pecados más escandalo¬ sos, dentro de las épocas respectivas. Fr. Francisco Lliteras,- O. F. M. El Ermitaño Pacomio I Una noche del mes de Diciembre, una de esas noches frías como los hielos del Norte y negras como la boca del lobo, cruzaba los enmarañados vericuetos de una escabrosa colina y profundo valle, un anciano y venerable ermitaño de la Regla de San Pablo. Sobre el pico de escarpado monte se levantaba, majestuosa al par que humil¬ de, la ermita de su residencia dedicada a María Santísima; edificio de aspecto tranquilo, cuyo modesto campanario se erguía entre los árboles, y en torno del cual revoloteaban las aves del cielo. Era un varón de gran renombre en to¬ da la comarca por su piedad y sencillez cristianas, que vivía en aquella soledad, retirado por completo del bullicio del mundo, y consagrado al cuidado de su pobre ermita y a servir de bálsamo y consuelo a los sencillos moradores de aquella sierra. El ermitaño Pacomio, (éste era su nombre) había salido del solitario recin¬ to. El campo estaba húmedo; los pajari¬ tos corrían y volaban de mata en mata haciendo saltar las gotas de rocío; de vez en cuando, extremeciéndose a su paso los lagartos y musarañas del bos¬ que, huyan despavoridos arrastrándose y removiendo la hojorasca que cubría aquella sinuosa superficie. Un silencio sepulcral reinaba en aquel negro espacio. Cabizbajo y con los brazos caidos ca¬ minaba sin fijarse en nada; rezaba pa¬ sando las rieras y los cercados; parecíase a esos hombres que, por habei abusado de las más fuertes bebidas, ya no espe- rimentan impresión alguna de embria¬ guez. La costumbre, que baja como tu¬ pido velo entre la criatura y la creación, dejando a la primera ciega y sin sentido, había tomado carta de naturaleza en el austero cenobita; y cruzaba el valle y el monte a todas horas y en todas las esta¬ ciones, con la misma impasibilidad y so- -OO El Heraldo de Cristo IDILIO DIVINO ÉL Heraldo de CRisf o ^9 siego que nosotros cruzamos en todas direcciones y a todas horas, la habitación en que vivimos y el campo que cultiva¬ mos. Habíase familiarizado con la naturale¬ za de tal modo, que ni el murmullo del riachuelo retorciéndose por entre las ro¬ cas, ni el bramido quejumbroso del vien¬ to que azotaba el follaje de la arboleda, ni el ahullido del lobo, aterrador y espe¬ luznante, que desde su guarida convoca su manada para embestir la presa que ha olfateado, nada de cuanto tiene la noche de tétrico y fantástico para la generali¬ dad de los hombres, alteraba la tranqui¬ lidad del ermitaño Pacomio. De vez en cuando, fatigado por la jornada y por el peso de los años y de los sacrificios que se había impuesto en bien de sus semejantes, sentábase, ora al lado de una fuente cristalina, ora sobre el verde musgo, o una roca, y cla¬ vando una de esas miradas arrobadoras, pronunciaba estas palabras que encie¬ rran en sí mismas todo un poema desan¬ ta abnegación y heroísmo: — «Señor; Virgen sin mancilla, he aquí vuestro indigno siervo; haced que pueda cumplir fielmente la misión que me ha¬ béis confiado.» —¿A dónde se encaminaba en aque¬ lla fría y oscura noche, el ermitaño Pa¬ comio? —¿Qué resorte misterioso le había hecho abandonar su solitaria morada, sin un guía que le señalara la ruta que debía seguir en medio de las tinieblas que le rodeaban? F. Torrens, Pbro. T. (Continuará). preciso que sean de lana las cintas que lo sostienen. Debe estar hecho de forma que una parte de él caiga sobre el pecho, y la otra sobre la espalda. Ambas deben estar unidas de modo que vengan a constituir una sola pieza; y suelen unirse por dos cintas que apo¬ yadas sobre los hombros sostienen di¬ chas partes principales y esenciales del escapulario. Estas deben ser de lana como hemos dicho; y además de forma rectangular o cuadrada: pero de ningún modo ovalada, ni circular. No debe confundirse, como hacen mu¬ chos, el escapulario con la estampa que le sirve de adorno. Lo esencial de nues¬ tro escapulario es la parte de lana; la imagen no es necesaria: sin embargo, como el llevarla contribuye a que mire¬ mos el escapulario con mayor respeto y devoción, haremos bien en proseguir ia piadosa costumbre de unir a nuestros escapularios la imagen y la bendición de N. P. S. Francisco. En cuanto a las dimensiones, si bien antiguamente era el escapulario de la T. O. mucho mayor que los escapularios hoy corrientes, decretó la Sagrada Con¬ gregación de Indulgencias en 30 de Abril de 1885, que bastaba para tener las indulgencias y privilegios de la Ter¬ cera Orden, un escapulario cuya forma y dimensiones fueran iguales a las que tienen los escapularios de las restantes cofradías. Conforme con este decreto se exten¬ dió generalmente el escapulario que hoy usan nuestros terciarios; el cual conser- franelseano ^vando anejos los derechos y gracias pro¬ pias del escapulario mayor, tiene la ven¬ taja de ser mucho más cómodo y fácil de llevar. ¿Cual es el hábito propio de los Ter¬ ciarios?—El escapulario y el cordón; si no los llevasen, no gozan de los privile¬ gios y derechos concedidos. El escapulario de los Terciarios debe ser necesariamente de lana, pero no es El cordón puede ser de lana o de cᬠñamo, y aun de lino, algodón u otra ma¬ teria sencilla; pero de ningún modo pue¬ de ser de seda, o de otra materia pre¬ ciosa. 30 El Heraldo db Cristo Santa Filomena, virgen y mártir Debe ser bastante larg-o para que pue¬ da llevarse a manera de cingulo, pues es-te es su objeto, y esta la forma en que debe llevarse para ganar las indul¬ gencias. Suele tener tres o cinco nudos, en memoria de la pasión del Salvador. ¿Pecan los Terciarios que no llevan el cordón y el escapulario?—No pecan; pero quedan privados de todas las gra¬ cias y privilegios de la Tercera Orden: de consiguiente aunque tengan el nom¬ bre de Terciarios, en realidad se apro¬ vechan poco de tan honroso titulo. Puede excusar una causa justa y razo¬ nable-; por ejemplo no será preciso lle¬ varlo durante la noche, o al tiempo de ÉL íÍERALDO DE CRISTO 31 alguna enfermedad, o cuando lo aconse¬ jen las circunstancias especiales que mo¬ tiven justamente una dispensa por parte de los superiores de la Tercera Orden. Cuando no existan tales motivos para no llevarlos, debe el Terciario vestirlos siempre, considerando como ún bochor¬ noso descuido el dejar de vestirlos. ¿Es necesario que hayan sido bende¬ cidos el cordón y el escapulario que lle¬ van los Terciarios?—Es indispensable, si se trata del cordón y escapulario que se imponen a los Hermanos en el acto de ingresar en la Orden, o del primer escapulario y cordón, que los Terciarios llevan inmediatamente después de su in¬ greso. Pero fuera de estos casos, no hay ne¬ cesidad de otras bendiciones: basta que se lleve dignamente esta librea de la Orden Tercera, y que tenga la materia, forma y dimensiones prescritas por los Sumos Pontífices. Pan de 5. Antonio Mes de Enero Cepillo de la iglesia de S Francisco en Palma. Limosnas recogidas . . 315'60 ptas. PoróOOKgs. de pan . . 184’35 » Repartido en metálico. . 30’00 » Total repartido . . . 214’35 ptas. Remanente. . . . lOi’25 ptas. Di—43EÏI- I2SI TEPÍ.IOÏI Palma.—En extremo conmovedora y simpática resultó la fiesta dedicada a la Conversión del Bto. Ramón Lull, que se celebró el 25 de Enero, en la Iglesia de San Francisco, donde están depositadas sus venerandas reliquias, Con plausible acierto encargóse de ella el Seminario Conciliar Diocesano, que ya el primer año ha conseguido re¬ vestirla de inusitado esplendor. En la noche del 24 los seminaristas, con sus profesores, los colegiales de la Sapiencia y la comunidad de esta iglesia, cantaron Completas, a dos coros, actuan¬ do de Preste el M. 1. Sr, D. Juan Quetglas. Secretario de Cámara, asistido del Rdo. Sr. D. Antonio Truyols, ambos ca¬ tedráticos del Seminario. Para la misa solemne del 25, se había invitado a las escuelas públicas de Palma y a los colegios de religiosos. El vasto templo fué insuficiente para la numero¬ sa concurrencia, pues todos correspon¬ dieron al llamamiento del M. litre. Señor Rector del Seminario. Cantó la misa el M. I. Sr. D. Nadal Garau, Doctoral, asi tido por sus com¬ pañeros de profesorado, el Rdo. D. Vi¬ cente Frau, como Diácono, el Rdo. Don Juan Rotger, como Subdiácono, y el Rdo. D. Emilio Sagristà, como Presbíte¬ ro Asistente. ’ Ocupaban lugar distinguido el Muy I. Sr. Rector y Claustro de Profesores del Seminario, la Causa Pía Luliana, la arqueológica Luliana, los Colegiales de la Sapiencia, el Inspector de ¡.^ense¬ ñanza y buen números de Profesores de los que con sus alumnos asistían al acto. Cantóse la misa de Angelis^ alternando el pueblo con el coro formado por los seminaristas. El Rdo. Sr. D. José Espases pronunció adecuado y elocuente sermón, expo¬ niendo la vida del Beato antes y des¬ pués de su Conversión y encareciendo a los asistentes, muy particularmente a los 32 ÉL Heraldo dé Crispo niños la devoción al ilustre Mártir de Bugía. Terminada la misa, subió al pulpito el M. I. Sr. D. Antonio Sancho, Canónigo, para dar las gracias, en nombre del Claustro de Profesores del Seminario, a todos los que hablan cooperado con su asistencia al esplendor de la fiesta. Seguidamente desfilaron todos los co¬ legios ante el S pulcro donde reposan los sagrados despojos del Beato, En Carritxó (Felanitx). — Simpática y emocionante fué la fiesta de Instala¬ ción, celebrada en la tarde del domingo, 2 de Enero, délas Religiosas Francisca¬ nas y de la Reserva del-Santísimo Sacra¬ mento. La voz festiva de la campana congre¬ gó un número considerable de personas de todas las clases sociales, las cuales clasificadas en sacerdotes, hombres y mujeres, a la orden del Sr. Director, Don Bartolomé Obrador, Rector del Oratorio de aquel lugar, se dirigieron hacia la es¬ quina del camino vulgarmente llamado de Marina, cuyo trayecto estaba cubier¬ to de fresco mirto y arrayán, con el fin de esperar allí y dar la bienvenida a la comitiva religiosa de franciscanas. Al llegar, fueron francamente saluda¬ das y recibidas con la más completa sa¬ tisfacción de todos los circunstantes. Luego el grupo se encaminó a la Iglesia, severamente iluminada, llenándose com¬ pletamente de fieles, en donde hubo ex¬ posición del Sagrado Copón, con algu¬ nos motetes eucarísticos, y acto seguido sermón por D. Antonio Artigues, quién llevaba, en aquellos momentos, designa¬ do por el Sr. Rector de Felanitx. D. Se¬ bastián Planas, la representación del se¬ ñor Vicario Capitular, S. V, ‘Terminado que hubo el Sr Artigues su exquisito discurso, formado de con¬ ceptos bellísimos de amor y poesía, se cantaron tres Padrenuestros a San Fran¬ cisco de Asís, el Tedeum e Himno Eu- carístico; luego reserva y bendición con el Sagrado Copón. La bendición de la nueva casa con¬ vento, situada frente a la fachada de la Iglesia, terminó con un modesto obse¬ quio de pastas y licores a todos los pre¬ sentes. Reciban la nás completa enhorabuena los moradores del Carritxó por tan luci¬ da fiesta, que les dejaba, celebrados los números del programa, la Sagrada Hos¬ tia, encerrada noche y día dentro el Sa¬ grario, y las hermanas franciscanas, aprontadas para consolar y servir al po¬ bre enfermo, y necesitado. También merecen felicitar el Reverendo señor D. Bartolomé Obrador, iniciador y causa de todas las reformas, realizadas en el Carritxó, lo mismo que las Religiosas destinadas a llenar el vacío de Caridad, que tiempo hacía se encontraba en el indicado lugar. Que el Dios de la Eucaristía y nues¬ tro Seráfico Padre San Francisco, de¬ rramen sobre ese bendito y poético lu¬ gar, sus moradores, y bienhechores, sus bendiciones y gracias,— Un Terciario. Petra.—En la tarde del día 30 del pasado mes de Enero tuvo lugar una so¬ lemnísima fiesta con motivo de la insta¬ lación de la reserva en la capilla de las Hermanas Franciscanas de esta villa. Primeramente se bendijeron en la Iglesia parroquial dos hermosos copo¬ nes regalados a dichas Hermanas por una distinguida y piado ja persona, y puestas las sagradas formas en uno de dichos copones se organizó una solemne procesión desde la Parroquia a dicho convento. Llevaba la Sagrada Eucaristía el dig¬ nísimo Sr. Párroco D. Juan Coll, acompa¬ ñado del clero, del digno Sr. Alcalde y Ayuntamiento y multitud de fieles. Las calles por donde pasó estaban elegantemente adornadas con pinos, banderas y mirto. La capilla donde de¬ bía ser depositado el Divino Tesoro pre¬ sentaba un magnífico aspecto; las pare¬ des estaban adornadas con ricos damas¬ cos; multitud de bombillas eléctricas formaban artística guirnalda al rededor del nincho principal. El HEkÀLDó DÉ CrísTó 33 Depositado el sagrado copón en el nuevo sagrario se entonó solemne Te¬ deum alternando el clero con el pueblo, dejándose expuesto el Santísimo a la adoración de los fieles, un breve espacio de tiempo, durante el cual se cantaron varios motetes eucarísticos. Finalmente fué cantado un hermoso Trisagio a tres voces, concluido el cual se dió la bendición con el Santísimo, dejándose el Divino Jesús depositado en la capilla del mencionado convento. Enhorabuena a las Hermanas Fran ciscanas y que redunde todo a mayor gloria de Dios. Artá.—Día 6 del próximo pasado Ene¬ ro, tuvo lugar la reunión anual de los terciarios en la que se dió cuenta del movimiento de esta Hermandad. Empezó la función con las preces pre¬ paratorias; luego el P. Director dió cuen¬ ta de la elección del nuevo Discretorio de hermanos y hermanas formado por el siguiente personal: Discretorio de hermanos Ministro.—D. Antonio Blanes. Vice-Ministro.—D. Lorenzo Joy. Maestro de Novicios.—D. Gabriel Ma- ssanet Fornés. Tesorero,—D. Andrés Servera Esteva. Bibliotecario.—D. Bartolomé Ginard Esteva. Secretario.—D. Pedro Llabrés Brunet. Vice-secretano.—D. Gabriel Espinosa. Enfermeros.—D. Jaime Nicolau Bla¬ nes y D. Andrés Esteva Servera. Discretos.—D. Pedro José Muntaner, D. José Nadal Ferrer, D. Bartolomé Gi¬ nard Esteva, D. Juan Cursach Garau y D. Sebastián Amorós Sancho. Discretorio de hermanas Ministra.— D.® Remedios Baamonde Estelrich. Vice-Minislra —D.^ María Sancho Lli- teras. Maestra de Novicias.—D.“ Concep¬ ción Baamonde. Vice-Maestra de Novicias.—D.^ María Bestard. Tesorera.—D.^ Juana María Servera. Vice-Tesorera.—^D.^ María Pastor. Bibliotecària.—D.* Juana Ana Sureda Sancho. Vice-Bibliotecaria.—D.® María Terra- sa Sancho. Secretaria.—Doña Catalina Tous Ni¬ colau. Vice Secretaria. —D.® María Terrasa Font. Enfermeras.— D.** Margarita Sureda Ginard, D.® María Antonia Sancho Su¬ reda,- D.^ Francisca Sancho Amorós, do¬ ña Magdalena Fornés Femenías. Discretas.—Doña Ester Tous Perez, doña María Esteva Esteva, doña Anto¬ nia Llinás Garrió, doña Antonia M.*^ Al- Zamora, doña. María Angela Blanes, doña Luisa Payeras, doña Antonia Sancho Amorós, doña Catalina Sureda Sureda, doña Juana Ana Llinás Casellas, doña Margarita Tous Llinás, doña María San¬ cho Cantallops, doña María Terrasa Sancho, doña Josefa Sullá, doña María Ginard Ginard. —Durante el pasado año 1915, han ingresado en esta Hermandad 10 hom¬ bres y 28 mujeres; han fallecido 12 her¬ manas y han profesado 22. Existen ac¬ tualmente 34 novicios, 110 novicias, 84 profesos y 427 profesas; total 655 ter¬ ciarios. Las hermanas que han fallecido en el indicado año, son: Doña Petra Delgado Marien, doña Masiana Muntaner Ribas, doña Bárbara Esteva Ginard, doña Margarita Sureda Roig, doña Catalina Sureda Tous, doña Margarita Nadal Cantó, doña Isabel Gi¬ nard Muntaner, doña Isabel Amorós Gi¬ nard, doña Micaela Ginard Garrió, doña Francisca Nadal Pascual, doña Catalina Amorós Ginard, doña Antonia Ana For- teza Fuster. Terminada esta relación se cantó un responso en sufragio del alma de estas hermanas difuntas y luego el P. Director dirigió a los asistentes la palabra dando a conocer el grande incremento que en todas partes ha tomado la Orden Terce- U El Heraldo de Cristo ra y el copioso fruto que de ella han es perado los Pontífices y demás autoridi* des eclesiásticas y exhortó a todos los terciarios a que' fuesen amantes y entu¬ siastas propagadores de tan benéfica orden. Terminó la función con la adoración del Niño Jesús, durante la cual se canta ron hermosos villancicos y se repartie¬ ron los patronos para el presente año. Nuestra más cordial enhorabuena a todos los que han sido nombrados para formar el Discretorio para el presente trienio. Al mismo tiempo suplicamos una oración en sufragio de las hermanas de esta Hermandad que han fallecido el pa¬ sado año. EXITERIOR. La Tercera Orden en España Según una estadística, acaso la pri¬ mera en este género, existen actual¬ mente en España 595 Hermandades de la Venerable Orden Tercera de N. S. Pa¬ dre San Francisco, bajo la obediencia de los Frailes Mei^ores, con 229.382 Ter¬ ciarios. Los PP. Capuchinos dirigen 243 Hermandades,con 60.124 miembros. To¬ tal de Hermandades dirigidas por Fran¬ ciscanos y Capuchinos en España: 838. Terciarios que integran dichas Her¬ mandades: 289.506, ¡Que el Seráfico Padre infunda en tantos hijos suyos aquel espíritu de pie¬ dad y ardoroso celo por la salvación de las almas en que se abrasaba su extática alma mientras peregrinó por este valle de lágrimasi ¡Terciarios muy queridos. trabajad sin descanso por llevar a tantí¬ simos corazones fríos de nuestra infor¬ tunada época la resplandeciente luz de la fe y las inefables dulcedumbres de la divina caridad! Caridad heroica de un joven francis¬ cano En la seráfica escuela del Pobrecillo de Asís se ap ende a amar al prójimo aun a costa del sacrificio de la propia vida. No ha mucho que un infeliz padre de una numerosa familia fué llamado a las armas y estaba ya a punto de mar¬ char al frente del ejército italiano, ex¬ poniendo por esta razón a sus tiernos hijos a inminente riesgo de quedar huér¬ fanos y a su esposa en las amarguras de una prematura viudedad. No hay que decir que el dolor del pobre hombre era inmenso. Pero he aquí que se le acerca, dispuesto a enjugar sus lágrimas, un ge¬ neroso joven franciscano, todavía estu¬ diante de voto j simples, que se le ofrece con decidida vo untad a ocupar su puesto, cambio que fué aceptado por los jefes militares. Ahora el buen padre presta sus servicios en la milicia territo¬ rial, bien lejos del peligro, y el joven religioso hállase en la línea de fuego pronto a sacrificar su vida en aras del más ardiente amor al prójimo y a la ma¬ dre patria. Así responden los Religiosos a la ho¬ rrenda campaña de calumnias que con¬ tra ellos está propalando a diario la prensa anticlerical de Italia vendida ala masonería. ¡«Venganzas evangélicas»! o®oo®oo^o®oo^ o^oo^oo^oo^oo^oo^oo^oo^oogoo^oo^oo^oo^oo^oo^-j^co^oo^oo^OD^oo^oSgooggo Una. confesión fervorosa He aquí un hecho emocionante que nos refiere «La Croix» de un bravo soldado: «Herido gravemente un soldado inglés quiso confesarse. Acudió un sa- cerdote que ignoraba la lengua del sol- dado y valiéndose de un intérprete, ofi¬ cial protestante, le dijo que se arrepin- tiese, porque le iba a dar la absolución, Pero el soldado, deseando manifestar El Heraldo de Cristo 35 sus faltas, se las declaró al oficial pro¬ testante, para que éste hiciese el favor de traducirlas al sacerdote. Hecha esta confesión, el oficial pro¬ testante maravillado de tanta humildad, que sólo la religión católica podía haber inspirado, manifestó su deseo de con¬ vertirse. Vacilaba el sacerdote francés en admitirle tan pronto en la Iglesia católica, pero cedió por fin a sus reite¬ radas instancias. ¿Qué haría V., dijo el oficial al sacerdote, si yo me encontrase en peligro de muerte?—Eso sería dife¬ rente—respondió el sacerdote.—Enton¬ ces añadió; —En el frente de batalla ¿no «stoy yo siempre eu un grave peligro? Vencido por estas razones y buenos de¬ seos, el sacerdote le hizo abjurar sus errores y le administró el sacramento del bautismo sub conditione. Aquella misma tarde sucumbía muerto por la metralla.» Nueva prueba de amor del Papa a los prisioneros Benedicto XV, incansable en procu¬ rar el bien espiritual y material de los prisioneros, ha conseguido de los Go biernos beligerantes concedan a esos desgraciados el descanso dominical. Al¬ gunos Gobiernos ya habían concedido a los prisioneros el reposo del domingo u otro día de la semana; pero ahora, por mediación del Vicario de Cristo, se ha acordado ya por todos el descanso absoluto en el día del Señor. Los Papas y la paz He aquí una interesante estadística que demuestra mejor qüe nada la admi¬ rable labor conciliadora ejercida por la Santa Sede en todos los tiempos: El Papa San León (siglo V) salvó a Italia de la ferocidad de Atila; San Gre¬ gorio I (siglo VI y VII) aseguró la paz de los lombardos con los romanos y con los Emperadores de Oriente; San Gre¬ gorio II (siglo VIII) salvó de nuevo a Roma de otro Rey lombardo, Luitprando; Victor II (siglo XI) restableció la armonía entre el Emperador Enri¬ que III, Balduino de Flandes y Godofredo de Lorena; Inocente II (siglo XII) hizo la paz entre Juan de Inglaterra y Felipe Augusto de Francia; Honorio III (siglo XIIÍ) entre Luís VIH de Francia y Enrique II de Inglaterra; Inocente IV (siglo XIII) pacifTcó al Rey con el pue- blo de Portugal; Nicolás III (siglo XIII) al Emperador Rodolfo con Carlos de Aojou; y Juan XXII (siglo XIV) a Eduar¬ do II de Inglaterra con Roberto de Es¬ cocia. Más recientemente, el Papa Benedic¬ to XII (siglo XIV) hizo la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe de Valois de Francia: Gregorio XI (siglo XIV) entre los Reyes de Portugal y Cas¬ tilla; Nicolás V (siglo XV) compuso ami¬ gablemente frecuentes diferencias surgi¬ das entre Alemania, Austria e Italia; Inocente Vil (siglo XV) arregló pacífi¬ camente la célebre disputa de España y Portugal acerca de la división del Nuevo Mundo; Gregorio XIII (siglo XVI) me¬ dió entre el Zar de Rusia y el Rey de Polonia; Urbano VII (^iglo XVII) recon¬ cilió a las cabezas de las casas reinantes de Italia; en nuestros tiempos, León XIII fué elegido como árbitro en el conflicto de España y Alemania sobre las Caroli¬ nas, y tanto él como el gran Pío X pres¬ taron el mismo servicio a distintas re¬ públicas sudamericanas. Y a la vista de este glorioso catálogo de favores dispensados a la humanidad por los Papas, añadimos nosotros: ¿Aca¬ so Benedicto XV no está demostrando, Qon su actitud y sus obras, que es el Vi¬ cario del Príncipe de la paz? El gran Templo Eucaristico de Bue¬ nos Aires Ei 3 de Julio de este año entró triun¬ falmente el Santísimo Sacramento en el nuevo templo dedicado a la Adoración Perpetua, que han levantado los Padres Sacramentinos. Débese principalmente esta maravilla del arte a la munificencia de Doña Mercedes Castellano de An- chorena, que quiso convertir en templo su propia casa. Comenzó a levantarse 3^ El Heraldo de Cristo en IÇ03. Es de estilo neo b'z^nlino. So¬ bre una gran cripta se levanta con sus magníficas torres la nave central, dos laterales y una trasversal. Oro y bronce, mármol y mosáico, granito bruñido y todo cuanto la tierra esconde de rico y puro se ha combinado *en esta obra ad¬ mirable. El monumental altar mayor, que domina por completo la Iglesia y atrae todas las miradas, no tiene itnágen algu¬ na sino sólo una custodia de tres metros de altura, cuyo pedestal forman cuatro demonios aplastados y sobre ellos las estátuas de plata de la Sarítísima Virgen y de San José, y sobre los rayos dora¬ dos, que rodean la sagrada formá los símbolos de la Santísima Trinidad. Sólo hay en la iglesia otros dos altares meno res de Nuestra Señora del Santísimo Sa¬ cramento y de San José; y otros dos preciosos cuadros de mosaico bizantino; el uno que representa la cena y el otro la glorificación de la Sagrada Eucaristía. pagandista acérrimo y defensor incansade la tesis católica y española. La labor de este nuevo David fué fe¬ cundísima; armado de la pluma-espada hirió de muerte a los modernos errores y en especial, al liberalismo, contra el que combatió incesantemente. Acérrimo propagandista de las buenas costumbres y sana moral, ¡luchó siempre contra los incrédulos e impíos, siendo sus trabajos notabilísimos que merecieron el aplauso unánime de los buenos españoles. Por esto ahora al descender al sepulcro fué llorado de todos y su sepelio constituyó una imponente manifestación de duelo. Militaba también en las filas de la Ter-»* cera Orden de San Francisco. Descanse en paz el llorado maestro, y roguemos al Señor le dé el descanso eterno. En sufragio de las víctimas de la guerra Con gran solemnidad se han celebra¬ do en la iglesia de San Juan de Letrán los funerales en sufragio de todas las víctimas de la guerra. Celebró la misa Mons. Festa, canónigo de la Basílica, y dió la absolución el cardenal Pompili, vicario del Papa. La música de la Capilla pontificia, dirigida por el Sr. Relia, vicedirector de la misma, interpretó uua Misa de Perossi. La concurrencia al solemne acto fué verdaderamente extraordinaria, pues seguramente excedía de zo.ooopersonas, entre las cuales figuraban muchos oficiales y soldados de los distintos Cuer¬ pos del Ejército, representantes da la corte pontificia, personalidades políticas y de la Juventud católica italiana. El Sr. Sardá y Salvany Una pérdida sensible acabamos de experimentar los españoles. Una graví¬ sima enfermedad acometió repentina¬ mente al preclaro Sr. Sardá y Salvany que le condujo a la muerte. Sí, murió el meritísimo, providencial expositor, pro¬ Necrología Palma. -Día i de Enero, falleció el señor don Ramón Fortuny y Estades, persona nobilísima y de gran arraigo en la sociedad, y devoto Terciario. Acompañamos a su distinguida fami¬ lia en el justo dolor que siente por tal pérdida, y le deseamos el bálsamo de la cristiana resignación. Inca.— En, el convento de monjas Franciscanas, el día 24 del pasado mes de Enero, pasó a mejor vida Sor Marga¬ rita de S. José Lliteras, a la edad de 26 años, habiendo permanecido cuatro en la Congregación. Sufrió con santa resignación por es¬ pacio de algunos meses una penosa en fermedad que la ha llevado al sepulcro. Fué muy d vota de la Eucaristía y le cupola feliz suerte de recibirla pocas horas antes de espirar. A. K. B. I. P. A, Xj-A. Sin ambages ni rodeos, rindo afecto y pleitesía al optimismo más completo, y siempre vi de color claro y trasparente, el horizonte de la vida juvenil, a pesar de sil traspaso por el prisma de prueba y el dolor. Mas si alguna que otra vez, se me nu¬ bla la cabeza, y me anego en oscuro pe¬ simismo, es que hecho una mirada, a es¬ tos seres sin ventura, a estos jóvenes sin cuento, que sin guía ni gobierno en su cabeza, andan libres, vacilantes, sin idea¬ les que apoyar, y malgastando energías valiosas, se aburren, dando tumbos y traspiés a cada paso, y buscando los aplausos de un mundo que no tiene más modelo que arlequín. Si en verdad es lamentable que esto pase en los tiempos de normal situación, me parece que lo es más, en los momen¬ tos actuales, en que todo debiera oler a penitencia y contrición, esperando su¬ plicantes que la gracia bienhechora del Dador de todo bien, nos envíe los mensa¬ jes de la paz. Son los críticos instantes, en que exánimes se hallan las naciones, con motivo de la guerra más cruel que el mundo vió, destrozadas se contemplan las ciudades, escasea la robusta juven¬ tud, y es la reina del hogar la tristeza y el dolor. Son las horas del amargo des¬ consuelo, y de más nueva trascendencia, pues que con incertidumbre se vislum¬ bra el porvenir, y se ignora en todas par¬ tes por completo, el camino que los pue¬ blos tomarán. Si se nota actualmente en nuestra pa¬ tria alguna vida, y se pulsan las corrien¬ tes de opinión, ya escribiendo o plati¬ cando, sólo es, para defensa de honores e intereses del vecino, es decir, se dis¬ cute y se pelea solamente, por querer sacar a flote las acciones belicosas del Imperio, la República, o cualquier otra potencia, augurando sobre quien recaerá el honor de la victoria. Mas muy pocos, veo reñir o batallar, defendiendo a tro¬ che y moche a nuestra Patria, presagian¬ do horizontes de grandeza y poderío, o soñando con desquites necesarios, que orienten sin estorbos un brillante porve¬ nir y un durable bienestar. Es penoso y lamentable que esto su¬ ceda, más esto reina, porque se halla entronizada en muchos iberos varones, la mayor indiferencia y apatía producidapor carencia de fe ardiente, en los grandes ideales de amor al Ser supremo y a la Patria nuestro suelo, los motores principales que debieran gobernar sin ningún pero, ni alguna condición, medio único de haber orden, en las vidas sin programa, y vestir resueltamente la po¬ breza patriótica, que nos lleva en gran carrera al más hondo precipicio. Ya es hora de que cese el murmullo criticante, para solo desprestigiar a nues¬ tra España, y es hora de cerrarse tantos labios maldicientes, que pululan por do- ’ quier, sólo buenos, para esparcir el re¬ guero de la acción hecha, sin el tino y la cordura necesarios; soloespertosen plan¬ tar indiferencia en aquellos en que aún no extinguido se encontraba, el velón del amor patrio. Salgan pues a la palestra, las fogoro- 38 Juventud Seráfica sas iniciativas, las ardientes imaginacio¬ nes, los nobilísimos arrestos y todo cuan¬ to sea útil a la acción, para así, revistar todas las fuerzas existentes y ponerlas al servicio de la causa buena y santa. La¬ boremos con los medios más activos, en llevar almas oscuras a un grado de vir¬ tuosa claridad, y en manera especial, en hacerlas resistibles contra vientos y hu¬ racanes peligrosos. Una vez efectuada con conciencia, la mentada refundición en la fragua de la mutua caridad, nota¬ remos sin querer, que se habrán tornado dóciles los más encastillados seres, hu¬ mildes los orgullosos, sabios los ignoran¬ tes, pacientes los rebeldes, diligentes los perezosos..., y se habrá plasmado, tras un continuo batallar, a los hombres que han de ser en todo y por todo, los atle¬ tas más idoneos, para hacer resurgir la la raza toda, y formar la gran nación, que por su fe, su trabajo e inquebrantable hermandad, sea el único modelo a la cual quieran todos imitar. Esta es la hora, y el momento de ha¬ cer algo. Arriba los corazones. Los ins¬ tantes son de suma trascendencia y no es lícito, el estar mano sobre mano. Levan¬ temos a menudo la mirada hacia el trono, en que se sienta Jesucristo Dios y Rey de todo el orbe. Trabajemos sin descan¬ so para que obre con grandeza e hidal¬ guía todo hombre bien nacido, al ganar tras de un surco o en gabinete, su sus¬ tento cotidiano. Reine en todos la virtud perennemente, y nosotros los que somos terciarios, los que somos paladines del gran Santo de Asís, montemos constan¬ temente ya en Babieca o Rocinante, ya que el medio no hace al caso, y vayamos de puerta en puerta, ofreciendo los dic¬ tados generosos que el Apóstol, San Francisco, nos legó. Y si acaso, hay quien rehúse nuestra oferta, señalemos con cruz roja, las mansiones que desoi¬ gan nuestra voz. Dónde vamos a papan? Donde vamos a parar? se preguntará cualquier persona bien nacida, al ver la inmoralidad, que, cual nube de plomo, amenaza asfixiar a los moradores de nues¬ tra siempre estimada y querida Patria Chica. Creo yo, que vamos a pasos agiganta¬ dos hacia un precipicio inminente que todos conocemos, y a pesar de ello, se¬ guimos avanzando hacia él con indife¬ rencia suma, sin hacer nada para evitar la caída, mirando con soñolientos ojos los que están al borde del pantano in¬ mundo dispuestos a encenegarse en éL sin tenderles una mano amiga, que sea, lo que es para el náufrago, el cabo de cuerda que, desde el barco, le tiende el que será acreedor al reconocimiento del que sin fuerzas ya estaba a punto de quedar sepultado para siempre en las profundidades inmensas del mar. Doquiera volváis los ojos divisáis ya clara ya veladamente, antros de corrup¬ ción, cloacas de inmundicia, centros de lupanar... inmoralidades sin que nadie les ponga coto ni que se interesen para que mengüen, al menos, si no los pueden estirpar; es al revés, los mismos que de¬ bieran ser apóstoles que velaran por la moralidad, los que tienen la misión sa¬ grada de hacer cumplir con la ley son los que la infringen y así ¿quien ha de obedecer si las faltas que han de casti¬ gar son las faltas de que ellos adolecen? La hermosa isla que nos sirvió de cuna, la que es envidia del mundo entero, la que guarda en su seno las flores más hermosas, los campos más fértiles, las bellezas naturales más expléndidas, la que llaman «Isla de oro» y en realidad es una perla nacida en el Mediterráneo mar, tiende a desmoronarse. Por eso, se- Juventud Seráfica 39 ñores, vosotros que sois ag-radecidos y que amais el terruño que os vió nacer desechad la apatía que tal vez sentó sus reales en vosotros, no consintáis jamás que a vuestra isla madre en lugfar de «Illa daurada« la llamen «Illa podrida». Buenaventura Mirallhs. Señor, piedad! Indudablemente es tristísimo el re¬ cuerdo del año que acaba de pasar los umbrales de la eternidad para nunca jamás reaparecer. La funesta herencia que nos leg-ó el año 1914, lejos de disminuir y agotarse ha tomado todavía mayor incremento. El fuego devastador de la guerra ha pren¬ dido en nuevas naciones, y sangre y más sangre sigue derrámandose en los cam¬ pos de batalla...! Y quien proporciona esta sangre? En su mayor parte, la juventud. Todos sienten el peso abrumador de la guerra, todos experimentan sus terribles efectos, pero quienes principalmente se ven for¬ zados a tomar parte más directa é inme¬ diata en ella, son los jóvenes. De los pe¬ chos juveniles brota el ardor de la lucha, y los pechos juveniles..., son tam¬ bién el blanco donde van a incrustarse las balas mortíferas de los enemigos! ¡Cuantos han visto segadas en flor las esperanzas é ilusiones de su vida! Unos han sentido agotarse las energías de sus cuerpos; otros han visto mutilados sus miembros; todos, a pesar de su valor, de sus arrestos y de su heroísmo han expe¬ rimentado indecible amargura en el fon¬ do de su corazón al recuerdo de sus an¬ cianos padres, a quienes han dejado sumidos en la desolación, cuando no en la miseria. ¿Y por qué será, Señorj que los jóve¬ nes es a quienes principalmente hiere el azote con que vuestra justicia castiga las injusticias del linaje humano? Que la guerra es un castigo de Dios, no cabe duda. Que la juventud de nues¬ tros dias es en gran manera esclava de gravísimos males, de grandes iniquida¬ des, tampoco cabe dudarlo, aunque sea triste tener que confesarlo. ¿No será, pues la guerra el hierro con que Dios pretende purificarla, o el látigo con que quiere levantarla de la corrupción en que está en gran parte encharcada? Ya que hasta la hora presente la divi¬ na Providencia nos ha librado a nosotros de tan espantosa desgracia, seamos agra¬ decidos a las bondades del Señor. No irritemos con nuestros pecados su justi¬ cia, para que no desenvaine contra no¬ sotros su espada vengadora. Señor salvad a la juventud; tened pie¬ dad de tai tos jóvenes desgraciados que gimen y lloran abrumados por inmensos sufrimientos y calamidades. Haced que estos gemidos y lágrimas broten del fondo de sus corazones arrepentidos, y detengan los rayos de vuestras ven¬ ganzas. Señor, tened piedad de nosotros! F. Ápellklografía Seráfica “Jeroglífico comprimido,, Revístete lector de Plasència, si in¬ tentas pasar la vista por estas mal traza¬ das líneas y Miralles mi trabajo sólo co¬ mo fruto y testimonio de amor a la «Juventud Seráfica». La silueta apellidográfica que Pinto, será coja y falta de lo que tu mereces, pero espero que tu Mulet-a. de tolerancia, sostendrá mi in¬ tención, hasta dejar satisfechas mis aspi¬ raciones y las de mis Compañy-eros, protegidos a la sombra de la gran Pal¬ mer-a. Seráfica. No voy a narrar escenas sangrientas donde Jimenez-iennaáos mi¬ les de humanos. Tocante a guerra, me encierro en el Maí-ismo más absol uto 40 Juventud Seráfica No quiero recordar. las Po/-émícas sos¬ tenidas recientemente con motivo de la estatua Ferrer, en Bélgica, ni mucho menos detenerme en los grandes comba¬ tes del Rif entre Moragues y cristianos. Tampoco describiré la belleza grande que desde la más alta cumbre del Puig mayor se divisa, ni la exhuberante vege¬ tación de los campos de Deyá, parajes estos Llinás de encantos, y amenidad en sus Bosch-es, donde encuentra el hombre todo el aliento Vidal que ne¬ cesita. Aunque sería mi gusto, no haré la apología estética del Tedeum de Tortell, porque no sé de música ni una palabra. Los sucesos lamentables acurridos en tiempo de Oliver-\\o Crouwel; la frescu¬ ra inaudita y rara de los Infantes de la Cerdá; los es Pons-ales de D.^ Berenguela, la reunión de las Cortes en la populo¬ sa ciudad de Manresa en tiempo de Enrich-e Segundo; el sitio de Barceló-na y el solemne centenario del gran músico Simonet-i en Venecia, hechos serían constitivos de una prueba Segura de mi competencia en Historia de España, si los espusiera, y prorrumpirían los lecto¬ res de el Heraldo de Cristo en una Salvá de aplausos y vitores, Amengual de otras pruebas de aprecio que reci¬ biría. Os supongo enterados de las correrías de iSanso'-crates con Capd-te de lana por el Marroig de la Persia antigua. No es necesario ser un Salom-ón para afir¬ mar que desde C’ as Catalá a la calle de Zanoguera, hay mas trecho que desde la de Morey a la cerería del señor Picornell; como no es posible confundir el Puente de la Riera y la Font santa con la cuenta detallada del Sastre, y los es¬ tatutos de la Co/om-bófila de Palma, res¬ pectivamente. Estaréis al corriente del estado actual del monumento al Gran Conquistador en la plaza de Jaquotot Colom, como igualmente conoceréis el raid-zepelin sobre París, salido de un an- Garau-téntico . alemán y sus peripecias al pasar la Frontera, y encontrarse a la altura del cabo Ortegal con un buque del Marqués de Comellas. La Juventud Seráfica cual delgado Juncosa-caáo en raiz, se dobla fácilmen¬ te a todo lo que sea grande y noble y está pronta a repeler el dardo punzante que le dirige el Ballester-o más atrevido. Las fiestas de Ramón Lull las coronó debidamente, corona digna de la más Serra-na y castiza de las Juventudes. Por la Garda de Dios, la Juventud Serᬠfica vale más de lo que parece y una de Moranta-gómca en confesarlo sería la injusticia más grande. Réstame tributar un Amorós-o saludo a los socios de la misma. Ahora que me acuerdo; en el relato de hechos históri¬ cos, involuntáriamente he dejado de consigna las victorias del general Mar¬ tínez Campos y del coronel mallorquín señor Gelabert. Almas pacientes: Llenad lagunas y atad los cabos sueltos que notáis en lo escrito más arriba, fijáos en la letra más visible que forma apellidos, todos cono¬ cidos; meditad el jeroglífico y la solu¬ ción será la cabalgata alegórica de los Hij os de Asís; un puñado de oro; la Juventud Seráfica. A TONio Moragues Morell. Tip. Católica de S. Fizá.—Jardín de la Reina, 19 Muelas Harineras . = de pedernal (pedra foguero) Estas muelas de pedra foguera^ hoy tan en uso para moler trigo como para moler cemento, por sus grandes ventajas sobre las catalanas, se construyen, con piedras de superior calidad y trabajo esmeradísimo, en la fábrica que, de dicho género, posee en Maiiacor, calle (le Artá nüm. 3, el maestro constructor y propietario Antonio Po- COVÍ y Sastre, a quien podéis dirigiros para toda clase de informes. Visitad dicha casa, y os convenceréis, pues aunque sea conocida ya del público mallorquín y extranjero, por contar con más de 30 años de existencia, hoy dispone de un material abundante y selecto como jamás había tenido y bastante número de operarios para poder servir a la mayor brevedad posible cualquier pedido. Hntígua panadería ^ r>orno de la peletería DE Especialidad en los panecillos de aceite, salados, franceses, panes blancos, de trigo y de los ricos bizcochos y burregos. 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