El Heraldo de Cristo 1913, n. 52
EI Heraldo de Crísío
Revista ieillcaia al fomento y propaiaclóii ie la Orien Tercera ie S. francisco

Año V

Palma i.° Junio 1913

Núm. 52

SUMARIO: Sàh Antouio vive. -San An¬
tonio de Padua, (poesía).—Documentos espirituales.—A unos y a..} otras.—Una . visita á la exposición.— Fiestas €onstantinianas, (página gráfica). —¡Calma, calma!—¡Ala, envanti—Jubileo Cons-
tantiniano.--La Corona Franciscana.— Pan de San Antonio.—Crónica Fran¬
ciscana.—Noticias y Variedades.—Neerológía.

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En España un año .... i Pta. T

En el Extranjero.

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Cultos en nuestra iglesia de San Francisco de Palma durante el mes de Jilnio.

Mes de! Sagrado Corazón de Jesús.

1 )i(raiite este messè. praclicará él 'ejercicia-, dedicado al Sagrado Corazón., de Jesús

durante la inisa dejas cinco y media con exposición del Santísimo.

ó.

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Novena de S. Antonio.

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Empeztnvadia 5 y se hará a las .siete y media durante úriá misa )r-.,
por la noche con toda .'■olemnidad. Sé expondrá-'el Sahtfsiríio .

despues del- rezO:‘de. la.coroíva.qüe será.a ¡as dete y cuarto y seguirá la iiorena [iredicada [)br él.'reputado

orador Rdo P. Joaquín Colperv Franciscano de la residencia de llarceloua.

Comunión paraJos pobres de S. Antonio.— Tendrá lug.arei domingo diais

a las siete. Terminada esta se-reparlira a los polires pan y ano/..

pQgljy¡Úad de S Antoniól^ Viemes día 13, por la-mañana a las siete y media misa de

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‘-1; l-t'-

;■ ' ■ tomünión general para los .sov'io.s de la l’ia-Unión y devotos

del balito. A las <liez se cantara"Tercia y .Misa Mayor interpretando nuestra óVvve. í? Canlorutn la Missa

Brcs'is de Palestrina. Sermón .por. el mismo orador, de la novena. Por la no.clie, despue.s déla corona

trisagio cantado, sermón .y conclusión de la novena con solemne proce'-ión, TeMleum y reserva.

Cuarto Domingo y fiesta de! Sagrado Corazón.

Domingo, dia 22, por
^ a .mañana a las siete

mCa de comunión general para los Teiciar.io.s-y demás devotos que hayan practn ado el ejercicio del

mes dedicado al Sagraao Corazón. A las diez^Terciay Misa mayor con sermón en la que se cantará la de

Ari|éha alternando ePpueblo cón la «bchol,a Cantorum». Porlu tarde a Ins siete tendrá, lugar la reu'nión

in'euiual con exposición del S.' S. y plática. •. :

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índíïIS^enciaS

^ Píenarias* .

condiciones ordinarias pueden ganar los Terciarios
' .-láin.j'n]gpnria.q\\lp.na.ri!i los dins sigiiie.ntps fie este m.eS:

" ’Dia,3, Bto. Andres de Híspelo.— t slan Antonio de Pftdna. 19, Bta. Miguchna dé Pisauro,—20,

Octava de S. Antonio de Fadua. —22, íS.-Juan BaiUlsta. ^ 29,'8tos. Pedro y Pablo.—'El-día dé la’’-leiniión

raensual y otro cualquiera del mes a su libre elección.' '

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Reois^fl ®e0suflL
Mut al fomento | propagación de la Orden Tercera de 8. Francisco de Isís y demás obras franciscanas

Año V

Palma i.° Junio de 1913

■ Núm. 5 2

/vntonio viv^
Breve fué ciertamente la existencia
mortal de S. Antonio de Padua, y corto
el plazo de los treinta y cinco años y
diez meses transcurridos entre su naci¬
miento y su muerte; pero fueron tan fe¬ cundos los esfuerzos y trabajos del glo¬ rioso Taumaturgo, y bendijo Dios de tal manera la memoria y las obras de su Santo, que puede muy bien decirse que ahora, después de casi siete siglos, vive todavía, conmoviendo a los pueblos del siglo XX como conmovió a los del si¬ glo XIII.
Vive por el aroma de sus virtudes que perdura siempre fresco a través de los años que pasan, y vive por el recuerdo indeleble de sus predicaciones y de sus ejemplos.
Vive por el estrépito de los milagros que hizo, cuya relación se transmite de padres a hijos entre las tradiciones más simpáticas y populares; y vive por la continua repiticiónde hechos milagrosos, y favores extraordinarios con que atien¬ de a las súplicas de sus devotos y a las lágrimas de los que imploran su protec¬ ción. Así como ya desde su muerte pa¬

recía salir del sepulcro que encerraba su cuerpo, una virtud y fuerza especial que
curaba, consolaba, remediaba y salvaba;
así ahora porece que de cada upo de sus altares, y de cada una de sus imágenes
sale también una virtud e influencia es¬
pecial que cura a los enfermos, consuela a los afligidos, remedia a los necesitados y salva a los pecadores.
Consecuencia de todo esto es la de¬
voción siempre creciente que profesan los cristianos al Taumaturgo de Padua, devoción por la cual vive también el Santo en nuestra siglo.
Bien lo demuestran el interés dé los
fieles en poseer y colocar en sus casas la imagen de S. Antonio, el concurso continuo ante sus altares, la concurrencia a sus fiestas, el fervor con que se cele¬
bran sus Trece Martes.
Ni se demuestra menos la vida de San
Antonio en nuestro siglo, por la prospe¬ ridad y desarrollo de las restantes obtas
antonianas.
Ahí está sino, la grande Hermandad de S. Antonio de Padua, cuyo único fin es extender su culto y propagar su devo¬ ción; y cuya primera sección compuesta

82

El Heraldo de Cristo

de eruditos y escritores, se dedica a pu¬
blicar continuamente escritos antonianos.
Ahí está la Pía-Unión de S. Antonio, con sus millares y millares de asociados, tejiendo constantemente al Santo una corona de oraciones y de acciones de gracias.
Ahí está la admirable institución del
Pan de San Antonio, institución pecu¬ liar de nuestros tiempos; por lo que el bienaventurado hijo de S. Francisco re¬ coge a sus pies las limosnas de los ricos agradecidos a los favores alcanzados, y hace llegar a las casas de los pobres el pan necesario.
Ahí están los Lirios de S. Antonio, nuevo recurso para obtener la protección
del Santo en las necesidades así corpo¬
rales como espirituales. Ahí está, en fin, el conocido Respon¬
sorio de S. Antonio, puesto, por decirlo así, en los labios de toda la humanidad, y atrayendo sobre ella las miradas de su compasivo bienhechor.
No es verdad, pues, que vive en nues¬ tro siglo el glorioso S. Antonio?
No es verdad que deja sentir a los pueblos la eficacia de su protección y la
influencia de sus méritos? Vivamos también nosotros consagra¬
dos a él, y vivamos de tal manera que, imitando sus virtudes, seamos por nues¬ tra parte dignos de alcanzar sus favores.
Fr. P.J. C.
/intonio de f^adua
Hijo del Santo Patriarca (1) del glorioso Fundador fue su cuerpo feble barca en cuyo seno hubo un arca de riquísimo valor.
(i) San Francisco.

Fue tan grande y tan profundo el celo de aqueste Santo que mientras vivió en el mundo tan sólo en Dios, Sol fecundo,
halló verdadero encanto.
Y cual abeja industriosa
laborando silenciosa
fue chupando en cada ñor...
Del néctar de cada rosa
formó gran panal de amor.
Peregrino celestial, ñor sencilla, ñor galana, pasó su vida mortal en lucha cruel contra el mal, en bien de la grey humana.
Consuelo del desvalido viviendo en oculto nido
de todos fué siempre amado humilde y desconocido y en solo Dios abismado.
Cual pacífico labriego gozando el dulce sosiego que en el frondo valle había arrimado junto al fuego
de San Francisco vivía.
¡Qué aromática y benigna su tosca y tácita mansión! ¡Qué hermoso su corazón! ¡Llena de santa ilusión su alma pura, su alma digna!
Inmortales narradores han cantado sus amores
con muchísimo sabor; y en el campo los pastores
con trinos de ruiseñor.
En intensa melodía su alma santa se fundía en las horas de la paz;
de burdo zayal vestia, tersa y límpida su faz.

El Heraldo de Cristo

83

Cual pacífico labriego
gozando el dulce sosiego
que en el frondo valle había arrimado junto al fuego
de San Francisco vivía.

.^i .1-»

.^.i.

Bijo del Santo Patriarca, del glorioso Fundador fue su cuerpo feble barca de riquísimo valor.
Antonio Mir, Piro, T.
.i~.——♦«•.1«.-

Doenmeníos Espirituales
IV
1. Factores de piedad. — 2. Deben ser conocidos. —3. Muy verdaderos.—4. Puestos en práctica.— 4. Buscados donde están.— 6 Siempre amados.
i.° Sabiendo, como lo saben ya
mis amados lectores, que el árbol de la piedad cristiana es a manera de un hábito santo, o de una buena costum¬ bre adquirida por el alma, que busca
a Dios con ia antorcha de la fe en la
mano, que le ama de todo su corazón y le sirve lo mejor que puede en la presente vida; nos corresponde ahora averiguar dónde haya de plantarse este brillantísimo árbol para que arrai¬ gue profundamente y produzca en tiempo oportuno copiosos y sazona¬ dos frutos de virtud y de santidad. Confieso por mi parte, que no hay en el mundo otro lugar a propósito más que el entendimiento y el corazón de

los hombres dotados de estas nobilísi¬
mas facultades. Se ha de acostumbrar,
pues, al entendimiento a ver a Dios; y a conocer la acción de su divina pro¬ videncia en todas las criaturas, mien¬
tras que el corazón contraiga el hábito de amar todas esas disposiciones con que vela él sobre nosotros, sobre todo lo nuestro y sobre cuanto existe en el cielo y en la tierra. Hasta que estos dos hábitos estén formados y sólida¬ mente arraigados en nuestrar almas, no poseeremos una piedad verdadera, robusta y perdurable. Pero esta virtud ha de ser obra de las dos potencias juntas, porque sin este concurso si¬ multáneo, no hay piedad posible en
la vida del hombre.
2.° La bondad de las cosas no es
objeto propio del corazón, hasta que
en verdad lo ha sido de la mente, que
es su puerta de entrada. Pero estas noticias mentales, una vez adquiridas, no pueden quedarse paradas en esa

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El Heraldo de Cristo

puerta sino que han de pasar adelante y ganarse la voluntad. De lo contra¬ rio, lejos de ser fecundas en buenas obras, resultarían tan estériles, como las concepciones del perezoso, que nunca llegan a sazón. ^De que le sirve al enfermo conocer la medicina, si no
quiere tomarla? De los que conocen el bien y no lo aman, o el mal y no
lo aborrecen ni detestan cual convie¬
ne, cabe decir que tienen la fe, pero no las obras; que pueden ser devotos, piadosos y santos, pero que no lo son, porque no les da la gana. Otros hay que no lo son ni lo pueden ser, por¬ que sus mentes se hallan vacías de Dios y de todo lo que a él nos condu¬ ce. ¡Calcúlese por aquí la suma desdi¬ cha de los que todavía están sentados en las tinieblas del error y de la igno¬ rancia por no haber llegado hasta ellos la luz del Santo Evangelio! ¡Qué
triste es también la suerte de los he¬
rejes, de los cismáticos y la de tantos otros malos cristianos, que han con¬ traído la perversa costumbre de resis¬
tir a las dulces insinuaciones de la di¬
vina gracia! ¡Señor!... que vean estos ciegos!... que te crean estos rebeldes!., que te reconozcan y confiesen,cuantos redimiste con tu vida y con tu sangre!
3.'’ Es evidente que no basta ver, ni conocer... hay que ver y que conocer bien. Y esto porque el corazón no puede corregir los defectos del enten¬
dimiento ni adelantarse a sus noticias
particulares. Si se presenta el rey a vuestra casa y disfrazado de mendigo os pide una limosna, no es posible que vosotros tributéis entonces a su majes¬
tad los honores reales, que a su perso¬ na le son debidos. Así, después de una larga peregrinación por tierras extranjeras, regresó San Alejo a su casa y familia. Pero no le recibieron como dueño y señor, porque dentro de aquel voluntario disfraz, no fué reconocido de su esposa ni de la servi¬ dumbre. De conocerle, no sólo le hu¬
bieran hospedado en los principales

salones, sino que le hubieran entre¬
45,.®*^gadotodoelpalacio,paraquegozara
de él y del cariño de todos los deudos, amigos y allegados que lloraban amar¬ gamente su ausencia. Es lo que suce¬
de con todas las cosas de este mundo,
cuando no son exactos ni verdaderos
nuestros conocimientos. Tan pronto
nos apegamos a las personas, como a las riquezas, a los placeres, a los ho¬ nores, a las dignidades o a otras de las mil zarandajas de este siglo. Todo porque ignoramos el fondo de vanidad qne hay en la criatura apartada de su Dios Los santos no suelen equivocar¬ se tan fácilmente. Desde lejos ya dis¬ tinguen clamado de su corazón, co¬
nocen el dulce acento de su voz y sa -
ben que es él quien los llama y lo que quiere de ellos a cada instante.
Tampoco es suficiente conocer bien... urge, además, obrar de con¬
formidad con lo rectamente conocido:
Estos conocimientos prácticos son los que dan el ser y la vida a la piedad cristiana. Porque, si conozco que me perjudica el trato con esta o con la otra persona, luego me aparto de ella. Si entiendo que debo ir a tal o cual parte, me pongo de seguida en camido. Si veo que esto es así o asá, me
acomodo a las circunstancias del pre¬
sente y saco de ellas el fruto que pue¬
do. Obrar de esta suerte, no una que
otra vez, sino hasta que se tenga cos¬ tumbre de hacerlo, es fecundo ma¬
nantial de piedad cristiana. De esta manera se arraigan pronto los hábitos buenos y se ganan justamente los dic¬ tados de piadosos y de fervientes ca¬
tólicos ¡Ójalá fuéramos ya humildes,
mansos, dóciles, atentos, cariñosos, serviciales, sufridos callados y morti¬ ficados! ¡Cuánto habríamos adelanta¬ do, si a estas horas quedaran destrui¬ dos los hábitos viejos de las malas pa ¬ siones, que antes nos dominaban!
Todas las cosas de este mundo tienen un lado verdadero y otro lado falso. Por el primero, sabemos lo que

El Heraldo de Cristo

85

ellas son, y para qué sirven. Por el segundo, nada sabemos, que nos sea de provecho. Miran a las criaturas por el lado verdadero, los que sólo las to¬ man para los menesteres de la vida, y usan de ellas como de escalones para subir a la gloria eterna. Las ven, en cambio, por el lado falso, los que se figuran que hay en ellas miel suficien¬ te para endulzar las amarguras de
nuestro destierro sobre la tierra, sa¬ ciando con pleno goce nuestras poten¬ cias y sentidos, que de sí son insacia¬
bles. No se necesita cavilar mucho
para adivinar la suerte que a éstos se les espera. Ellos han cambiado las etiquetas de pócimos y medicinas en¬ tre sí tan contrarias, que es ya casi
inevitable encuentren la muerte, don¬
de solo busquen la salud y la vida.
Así es como ahora en el mundo, a
causa de ese trasiego de nombres y de cosas, han subido a la categoría de grandes virtudes, los vicios más abo¬ minables. ¡Cuánto trastorno, Dios mío, se ve hoy por todas partes!... ¡Cuánta confusión! .. ¡Cuánto desba¬ rajuste!... ¡Y extrañaremos que mue¬
ran dioriamente tantas almas envene¬
nadas pos esos fatalísimos errores del
entendimiento humano?... Ya que tenemos sed de verdad., sed de doc¬
trina... sed de buenos ejemplos .. va¬ yámonos a beber a los pozos de la santa Iglesia, de las Sagradas Escri¬ turas, de los santos Padres, de los doctores eclesiásticos, de los teólogos y canonistas católicos, o en las fuen tes de la Ascética y de la Mística, cuyos manantiales son verdaderamen¬ te inagotables, ¿Por qué entretenerse y perder tiempo sondeando esos algibes y cisternas rotas, que no pueden contener las aguas de los placeres mundanos, únicos a que aspira esta
sibarítica sociedad?...
6.° San Agustín ha dicho que el hombre es aquello que ama. Del que ama la tierra, dice que es tierra. Del que ama el cielo, dice que es cielo.

Del que ama a Dios, dice que es tam¬ bién Dios. Cosa parecida ya dijo Jesu¬ cristo en su Santo Evangelio. «Dónde
está tu tesoro—dice—allí está tu cora¬
zón». Por el corazón se ha entendido
siempre todo el hombre o la persona que ama. Por el tesoro, en cambio, se ha querido significar el objeto ama¬
do. De estas dos autoridades se des¬
prende claramente que cada uno de nosotros es aquello que ama en su corazón, y que nos convertimos y transformamos en la cosa más amada,
por el mero hecho de amarla con es¬ ta preferencia. Deduzcan de aquí mis lectores la absoluta necesidad de vigi¬
lar constantemente los afectos del co¬
razón y la extraordinaria importancia que tienen sus primeros movimientos
de amor o de odio hacia las criaturas
de este mundo. ¡Cuántos, por ser des¬ cuidados en esto, contraen en su ju¬ ventud hábitos viciosos, que después arrastran por toda su vida!... Veamos, pues, ahora—diré con San Pablo— dónde edificamos, y cuál es de sólido el fundamento, que ponemos a nues¬ tras obras. Porque, según sea la soli¬
dez de estos cimientos, así será la de
todo el edificio. Si nos apoyamos en
las cri-aturas, caeremos con ellas. Si
nos las colocamos sobre nuestras ca¬
bezas, nos aplastarán y llevarán al fondo del abismo. ¿No sería mucho mejor que las pusiéramos a todas de¬ bajo de nuestros pies, y así nos levan¬ tarían de la tierra, y nos ayudarían a
subir al cielo?...
Fr Francisco Lliteras.
O. F. M.

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ñ unos ^ a... OTRUS

Válgame Dios y que apuro el mío! En que aprietos ponen a veces a un
hombre las ocurrencias de ciertos ami¬
gos, sobre todo si son ellas tan razona-

86

El Heraldo de Cristo

bles que no se puedan despreciar, y los amigos tan buenos que no sea posible desatenderles y tan... que tampoco sea posible huirles de la cuestión, y escapar¬ les por la tangente.
Y éste es precisamente mi caso. Háganse ustedes cargo de la siguiente
carta;
«Rdo. P. Fr. Junípero.
»Mi estimado Padre: Aunque a V. R. ha¬ ya de parecerle poco menos que imposi¬ ble, le diré que desde hace meses me he puesto serio, y algo tristón y malhumo¬ rado. Esfuérzome cuanto puedo en bro¬ mear y reir con los amigos, para que no adviertan que me pasa algo anómalo y extraordinario,pero en mi mismo me sien¬ to profundamente melancólico, y devora¬ do por no sé que extraña nostalgia; y co¬ mo no puedo disimular siempre, me lo han conocido los de casa, y mi madre me pre¬ gunta diez veces cada dia que es lo que tengo.
»Que tengo! Yo mismo lo ignoro. Pero he llegado a persuadirme de que mi esta¬ do es efecto de una causa que no desco¬ nozco por completo.
»Hace algún tiempo que mi porvenir me preocupa seriamente: no mi porvenir económico, que, gracias a Dios, tengo bastante asegurado, sino mi porvenir pro¬ pio y personal. Por mi parte me aturde la idea de que el mejor dia puedo perder a mi madre^ y quedarme casi completa¬ mente solo; ¿qué voy a hacer entonces
de mi corazón? Por otra me atrae la idea
de amar a una esposa y formar una fami¬ lia. Por otra me espantan los deberes de un esposo y las cadenas del matrimonio con todas sus obligaciones. ¡Vale tanto la independencia y libertad que disfruto de soltero! Por lo demás, nunca he pensado en meterme fraile! yo no he nacido para
eso.
»Y héme aqui indeciso y perplejo so¬

bre el partido ’que me conviene tomar esperando que algún alma caritativa ven¬ ga a sacarme de dudas.
»En esto sospecho se encuentre la raiz
de mi mal.
»Si V. R. que me conoce perfectamen¬ te, y a quien he confiado mi secreto, quie¬ re ejercer conmigo la obra de misericordia de dar buen consejo al que lo ha menes¬ ter, tenga la bondad de contestarme a es¬ tas preguntas:
»¿Debo casarme? »Y en caso afirmativo, ¿qué he de tener en cuenta para la elección de una buena esposa? »Y una vez elegida ¿qué medios habré de poner para asegurar la felicidad en el
matrimonio?
»Y si no he de casarme ¿qué he de ha¬
cer?
»Esté seguro, Fr. Junipero, de que se¬ guiré su consejo sea cual fuere; y que si
me resuelve esta cuestión me devolverá
la alegria y buen humor que he perdido. ^Anhelo recibir contestación; pero no
la considero tan urgente que se hayan de sacrificar a la prontitud la extensión, ni la claridad de la respuesta.
»A\\ entretanto queda esperando su carta y sus órdenes el que de veras le quiere y
b. s. m.
Antonio >
Y ahora contesten ustedes a la carta y
preguntas de mi amigo; como si lo que pregunta fuera cosa baladi que pueda con¬ testarse a la buena de Dios y sólo por
salir del paso. Menos mal que reconociendo el intere¬
sado la seriedad del asunto, no ha de que¬ jarse porque se retarde algún tanto la res¬ puesta; y pidiendo para sí una obra de mi¬ sericordia, no ha de enfadarse si haciendo públicas la consulta y la contestación, podemos hacer la obra de misericordia

El Heraldo dè Crístó

con todos los demás que se hallen en pa¬
recidas circunstancias.
¡Son tantos los que necesitan luz en la
misma cuestión!
La lección, por otra parte, no sólo po¬ drá ser de provecho para ellos, sino tam¬ bién para muchas otras a quienes sería preciso estudiarse a sí mismas y pesar
con madura reflexión tan delicado asunto.
Procuraremos al tratarlo acomodarnos
a las necesidades de todos.
Fr. Junípero.
Una Disíta a la Exposición
La idea de una Exposición de Crucifi¬ jos, llevada felizmente a la realidad, ha
sido un feliz coronamiento de las fiestas
constantinianas celebradas en esta capi¬ tal. Ya que la Cruz parece ser el objeto culminante que campea como emblema de recuerdos y esperanzas en este movi¬ miento consolador que ofrece este año el mundo católico, nada más lógico y, al mismo tiempo, más simpático que reu¬ nir en vistosa galería algunas de las in¬ finitas variedades con que el arte cris¬ tiano ha dado forma plástica a la sagrada
Humanidad de nuestro Señor Jesucristo
en el misterio supremo de sus dolores, en el misterio de la Cruz, el más repro¬ ducido en todos los siglos de toda la Ico¬ nografía cristiana.
Desde luego, atendiendo al tiempo de que se ha podido disponer, a las cir¬ cunstancias especiales en que se ha cele¬ brado y al objeto que se propusieron sus iniciadores, bien se puede decir que la Exposición instalada en dos espaciosas
salas del histórico claustro de San Fran¬ cisco ha tenido un verdadero éxito.
Galantemente invitado el que estas lí¬ neas escribe, visitó la Exposición el miér¬ coles último, quedando altamente sor¬
prendido de la variedad y multitud de

los ejemplares expuestos, como del valor que a muchos les da, ya la materia de que están labrados, ya la firma del artis¬ ta que los produjo, ya algún recuerdo histórico de personajes insignes a quie¬ nes pertenecieron, ya el amor y piedad que cada uno de aquellos ejemplares re¬ presenta; verdaderos relicarios de mu¬
chas de nuestras cristianas familias, que las han ofrecido con cariño para la Ex¬ posición.
Desde el Cristo de marfil, regalo de
Pío V al Srmo. D. Juan de Austria al
partir para la gloriosa expedición de Le¬ pante y que legó, al morir, aquel prínci¬ pe al célebre franciscano mallorquín P. Miguel Cerviá, que le acompañaba en concepto de su confesor y teólogo, hasta el que usaba en sus apostólicas misiones el V. P. Llinás, franciscano de la pro¬ vincia seráfica de Mallorca, ¡cuántos nombres se pueden leer de simpáticos recuerdos! Los Cristos que usaron el V. Castañeda, confesor de la Bta. Cata¬ lina Tomás, Sor Coloma Fiol, el Obispo Caixal, los generales Troncoso y Barce¬ ló (Capità 'n Toni)\\ el de la Sierva de Dios Sor Francisca Ana Cirer, de San-
sellas; el del Bto. Diego de Cádiz; el pec¬ toral del limo. Sr. Torrella, primer Obis¬ po de Mallorca, y otros que es imposible
recordar.
Hay, además, numerosos ejemplares de reputados artistas cuyo nombre se ha
inmortalizado en la historia del arte. El
notable calvario propiedad de la exce¬ lentísima Marquesa de la Cenia, pintura preciosísima del Peruggino, maestro de Rafael; un Cristo de Mesquida, propie¬ dad de nuestro Exemo. Ayuntamiento, que también expone un precioso tríptico de escuela flamenca; una tabla gótica del siglo XV del Convento de la Concep¬ ción; varios Cristos del célebre Adrián
Ferrán; un ejemplar en mármol blanco, tal vez el único existente en Mallorca, del célebre mallorquín Vadell, escultor de Napoleón I. Es objeto de la atención
de todos los visitantes un Cristo micros¬
cópico con la Dolorosa al pie, cincelado

FIESTAS CONSTANTINIANAS
Detalles de la exposición de Cruces y Crucifijos en el convento de S.. Francisco y miembros de la^Junta
1 y 2, Dos vistas de la sala que contenía la mayor parte de las cruces y crucifijos expuestos. 3, Doctor D. José Auba, Pbro., que pronunció elocuente y entusiasta discurso el día de la clausura.—4, El Muy Rdo. P« Bartolomé Salvé, Provincial de los Franciscanos.—5, D. Bartolomé Ferré.—6, D. Francisco Salvé de Sa Llapassa.—7, D. Antonio Giménez.—8, Dr. D. Francisco Sureda, Pbro.—9, D. Antonio Pons, Diac.—10, D. Juan Burgués Zaforteza.—11, D. Manuel de Lete.—12, Dr. D. Francisco Esteve Blanes, Pbro.—13, D. Jaime Planes.

El Heraldo de CRisto

89

con notable precisión (peso, un cuarto
de gramo); es propiedad del Sr. Marqués
del Palmer. La Sra. Vda. de D. José de

España ha expuesto una cruz también
pequeña, en cujx) fuste y brazos vacia¬ dos con una paciencia asombrosa apare¬ cen cincelados en miniatura y arte los
misterios de la vida de Nuestro Señor.

Después se ven crecido mímero de Cristos, algunos de alabastro, bastantes de marfil, medallas de Constantino, cru¬
ces de nácar, de cristal de roca, de oro,
etcétera. En la lista de expasitores he¬
mos podido ver mezclados los nombres de nuestras Comunidades religiofas con los de muchas familias particulares, des¬ de las más linajudas hasta las más mo¬ destas. Todo el conjunto, bien presenta¬ do y distribuido, ofrece una nota bella y simpática, muy digna del objeto que con ella se ha querido festejar. Merece nues¬ tros plácemes el iniciador de la Exposi¬ ción, D. Bartolomé Ferrá, que ha llevado la mayor parte del peso del trabajo rea¬ lizado, con el entusiasmo que, a pesar de
sus años, hierve en su sangre juvenil, contando con la colaboración de algunos

jóvenes decididos y varios amigos, que han consagrado los espacios libres de
sus estudios y respectivas carreras a la realización del simpático proyecto. Los Padres franciscanos, eternos heraldos de

la Cruz, según el espíritu de su seráfico Padre, desde el principio patrocinaron
con cariño la obra, ofreciendo sus perso¬
nas y su casa: ellos se han constituido en guardianes de la Exparición y han transformado en vistoso jardín, el corre dor y la regia escalera que conduce a la misma. Dios les recompense su buena
voluntad.

Por todos estos motivos la Exposición
se ha visto en estos dias continuamente

visitada por un público selecto e inteli¬

gente

Fabio.

(De Correo de Mallorca.)

iCalma, calma!
De pie sobre el mostrador, las sucias alpargatas entro los platillos del azúcar y Jos botellines de ron-, el mozo daba cuerda al reloj.
El amo desde el suelo le gritaba: — ¡Alma de cántaro!... ¡No tan despa¬
cio!
Y a continuación:
— ¡Animal!... ¡No tan aprisa, que lo vas a hacer saltar!. . Baja, baja de ahí, que erres un bestia...
Y el amo, el gran barrigón, subió con harto trabajo al mostrador y alzó al reloj
sus brazos.
Mas antes de seguir con la cuerda, preguntó con su tonante voz de capiscol:
— ¿Han «dan»-las diez?...
— No las he oído—contestó el mozo.
— ¡Qué has de oir tú, pedazo de alcor¬ noque!...—exclamó el amo. Y dirigién¬ dose a un par de tipos que en un extre¬ mo del cafetín estaban ya tan de mañana jugando a la baraja, les gritó:
—¡Eh, vosotros!... ¿qué hora es? Abrióse en aquel instante la puerta, y Bautista, el yerno del cafetero, entró de
la calle.
— ¿Sabe usted lo que ocurre?... — ¿Qué?... — El maestrillo nos va a jugar una mala partida. — ¿El maestro?... Explícate...
Y saltando desde el mostrador al sue¬
lo, plantándose con los brazos en jarra ante su yerno, añadió:
— ¡A ver!... ¡Cuéntame! .. ¡Aprisa!...
-jf -íí*
-- La Bibiana la coja ha dicho que la tía campanera le ha dicho que...
— ¡Bah!.. Habladurías de mujeres. No me interrumpa usted... A la
campanera le ha dicho su pequeño que el maestro les explicó ayer tarde la crea¬
ción del mundo. .
— Pero no sería a todos los chicos.
— ¡A todos! —¿A todos?... ¿Hasta al nuestro?... ¿Y

go

El Heraldo de Cristo

por qué no nos denunció él ese abuso tan pronto como vino de la escuela?
— ¡Qué se yo!... —¡Ah, sanguijuela de maestro!... Ya te arreglaré yo... ¡A ver, Simona!... ¡Mi
bastón de barra!
—Pero, hombre, ¿vas a reñir con al guno?
—¡Mi bastón, digo!... Y cuando yo
mando una cosa...
*
*«
— El tío Tinaja está ahí fuera y quie¬ re hablar con usted—dijo un muchacho llegándose a la plataforma del maestro.
—¿Cuándo lograré que llaméis a las personas por sus nombres? — repuso aquél, mostrándose enojado. — Luego nos entenderemos, amiguito... Y tú, Lucas,
cuídame de la clase unos instantes...
El cafetero impaciente, golpeaba en el
suelo con su recio bastón...
—Perdone usted, don Paco Pase usted por aquí....—Y llevándolo a su cuarto, a su humilde despachito de maes¬ tro, le ofreció una silla.
—No, no me sionto gruñó don Paco. —Una vez que viene usted por aquí... —Y que sea la última. —¿Qué ocurre, pues? —Que está usté abusando de la pa¬ ciencia de los padres de familia de este pueblo, y que le puede costar caro. —Gracias por el aviso, don Paco—dijo
el maestro inmutable y sereno.
—No admito gracias —borbotó el cafe¬ tero dando un porrazo al suelo con el bastón.—Lo que quiero es que se cum¬ pla en esta escuela lo que muchos pa¬ dres de familia han exigido.
—Ya sé a donde va usted, don Paco - habló el maestro sin perder su calma. —Pero no son muchos, sino cinco tan sólo los padres que no quieren para sus hijos el Catecismo.
—Y usté les da lección de él.
—A esos cinco niños, no. —Pues me consta que sí, y como uno
de ellos es mi nieto...
—Le han engañado a usted, don Pa¬
co...

— ¡Qué don Paco ni don!...—echó a gritar desaforadamente el gran barriga. Usted es un hipócrita y un reaccionario que está jugando con las conciencias de los chicos, y voy a denunciar al gober¬ nador lo que está pasando en este pue¬
blo...
—Sosiégúese usted... Dígame en qué
he abusado...
—Sí, señor; ayer tarde, sin ir más lejos, estaba usted explicando a los chi¬ cos la creación del mundo, y eso no pue¬
de consentirse...
El maestro, sin contener la risa, ex¬
clamó:
—¡Pero si les estaba enseñando Geo¬ grafía!
—Geografía, sí, señor... Y para que
no se moleste usted más en lo sucesivo,
sepa que cuando les enseño Historia de España les hablo de nuestras tradiciones gloriosas, y de nuestros santos, y de nuestras luchas por la fe... Y cuando les enseño Geografía les hablo de Dios crea¬ dor, y del cielo, y de la vida católica de
las naciones... Y cuando les enseño His¬
toria Natural les hablo del fin del hom¬
bre, más, noble que el de los anima¬ les y de la alteza del alma... Y cuan¬ do les cuento ejemplos, los tomo... de donde me da la gana, señor mío... Y si ustedes se creían que con cerrar la escuela laica y encajarme la media doce¬ na de muchachos que iban a ella, exi¬ giéndome que no les enseñase Catecis¬ mo... si ustedes creían que yo me iba a molestar mucho por esa hombrada, se han engañado ustedes de medio a me¬ dio, pues estoy más contento, más satis¬ fecho que nunca, por poder hacer algún bien a esas pobres almitas inocentes que iban a perderse,..
—Luego... —interrumpió, rojo de ira,
el cafetero.
—Luego, en la escuela mando yo— dijo el maestro. —Y su nieto de usted no
sabrá el Catecismo... no se lo enseñaré
yo... pero que hay Dios, y alma, y cielo, y deberes cristianos, y conciencia e in¬ fierno, todo eso y otras muchas cosas...

El Heraldo de Cristo

91

¡vaya si las ha de saber mientras venga
a mi escuela!
— Entonces...
— Entonces pida usted al Gobierno que los maestros no enseñen a los niños asignaturas en que Dios intervenga, que no hablen de aquello en que palpite y se
trasluzca lo sobrenatural... Pida usted

que no se dé el lítulo de maestro más que a quienes demuestren que no tienen
conciencia...

— ¡Ah!—masculló el cafetero, dirigién¬ dose. ciego de enojo, hacia la puerta—
¡yo denunciaré este caso de clericalismo ai inspector, al gobernador, al mismo
Romanones!...

— ¡Calma, calma, don Paco! quedó aconsejándole el maestro.
■*
**

— se

¡Oh!... Con maestros buenos, ni un solo pequeñuelo se perdería.

J. Le Brun.

iflla, eovantl
-- Voltros que no hi veniu? — ¿About?
—A Petra.
— ¿A Petra? I ¿que hi ha Petra? — Cosa grossa de tot. Figurauvos que fan una estatua nova, i no hi ha ningú que no hi baja posat qualque cosa, o no baja promès posar-le-hi, i en venir es Setembre, quant 1’ bajen d’ estrenar o descubrir, o lo que vulguen dir, e-hi han
d’ anar devers deu mil terciaris de tota
Mallorca.
—Tant mateix? ¿Que hi son a Mallor¬
ca es deu mil terciaris?
—¡Bon Jesús! I més que n’ hi ha! Jo no sé quants en sortirien, si escurassem es racons; pero lo que es cert que a Pe¬ tra es tan bo de fer s’ anar-hi, que els estremunciats y tot podrán anar enguany a sa pelegrinació franciscana.
— Bono, bono! I d’ animació ¿que tal? —Molta, moltíssima. A Petra tothom

prepora la cosa per fer an es pelegrins
una rebuda de lo més coral i entusiasta:
i a r hora d’ are ja no se parla d’ altra cosa: i fora de Petra e hi ha uns quants pobles que fan vía ferm an espendoris per tenir-los a punt en venir sa pelegrinació, i de per tot arriben cada día noticies noves, i com més va més satisfactòries.
— Això será gros!
— Si e-hu será? No! i en veuréu de
prop si que hu trobaréu que hu es. —I a Petra ¿que e-hi haurà lloc per
tots?
—¿Lloc? No tengueu ansia! E-hi una esglesia gran ferm, enrevoltada de plassa; e hi ha a ’s mitx del po¬ ble una plassa més grau; i en sortir des poble, es terma arriba per un cap fins a Sant Juan, i pe’ s’ altra fins a Manacor: i en tant de lloc no mos agombolarem?
—Vos anau de bromes!
— Ja es segú: Amb un viatje que se farà amb tanta comodidat que tothom podrá partir es matí de ca seua, i es vespra e-hi tornará esser; amb un temps com es de Setembre que tant poren estar an es sol com a s’ ombra; i amb una vo¬
luntat com sa dels tarciaris que no repa¬
ra mai en sacrificis: no hi ha que tenir po des lloc. Això sensa contar !a bona hospitalidat del pobla de Petra, dispost a atendrer-mos en tot i per tot. ¿Que vos pareix?
— Sobretot, ell e-hi haurem d’anar
aquesta vegada. - Jo hu trop que sí...
Daniel.

M

w

\\A/

Dubileo eonstaníiniano

En el Boletín Eclesiástico de esta
Diócesis de 17 de Mayo se publica el edicto del Jubileo concedido por Pío X en sus letras de 8 de Mayo próxi¬ mo pasado con motivo del Centenario de la paz de Constantino. Los actos exigidos para lucrarlo son: «l.° confe¬
sar y comulgar - 2° Visitar seis veces

g2

ÈL Heraldo de Cristo

la iglesia señalada.—3.° Dar una li¬ mosna a los pobres o para alguna obra piadosa, según la posibilidad de
cada uno.
Las iglesias señaladas (en esta Dió¬ cesis) para las visitas son: La Catedral Basílica o la iglesia parroquial o filial a que cada uno pertenezca.
Los que residan en un caserío que forme núcleo de población separado donde ha^-a iglesia pública, aunque sin cura de almas, podrán hacer en ellas las seis visitas prescritas; si aquel
dista más de un kilómetro de la res¬
pectiva iglesia parroquial o filial. Los que acudan al Santuario de
Ntra. Sra. de Lluch, aunque sea par¬ ticularmente, podrán también hacer en aquella iglesia las seis visitas man¬
dadas.
Por el presente se hace efectivo también el señalamiento especial li¬
mitado a un solo caso en favor de las
peregrinaciones que oportunamente
lo solicitaron.
Las visitas han de ser distintas y
para cada una ha de entrarse en el templo rezando en todas ellas vocal¬
mente a intención del Romano Pon¬
tífice. Se recomienda que se diga cin¬ co veces el Padre-Nuesiro, el Ave Ma¬ ría y el Gloria Patri.
El plazo señalado para el presente
Jubileo finirá el dia 8 de Diciembre.
Las obras prescritas pueden prácti
carse en uno o en varios días, pero
se advierte que en la última se requie¬ re el estado de gracia como indispen¬ sable para ganar el Jubileo.»
Los privilegios y facultades conce¬
didos a los confesores en fervor de
los que desean ganar el jubileo son cuatro. i.° Dispensa de la comunión a los niños que no han recibido la primera y conmutar a los imposibili tados las visitas y limosna por otras obras de piedad; 2.° Absolver de pe¬ cados y censuras; dispensar de irregu¬ laridad; 4.° conmutar votos.

i^a (^orona f^ranei^eana
su ORIGEN
Refiere el Padre Lucas Wadíngo ana¬ lista preclarísimo de la Orden Seráfica, que el año 1422 ingresó en la misma Orden un joven muy amante de la San¬ tísima Virgen. Tenía la costumbre de tejer coronas de flores naturales y coro¬ nar la imagen de María. No podiendo seguir con esta devoción en el noviciado, resolvió dejar el hábito. Mas he aquí que se le aparece la Santísima Virgen, lo confirma en su vocación y le dice: No te aflijas porque no te permitan obsequiar¬ me con la corona de flores; yo te ense¬ ñaré como puedes hacerme otra corona más grata para mí y de rosas más her¬ mosas. Todos los días me vas a formar una corona, no de flores que se marchi¬ tan, sino de devotas oraciones. Rezarás
un Padre nuestro, diez Avemarias y un Gloria Patri en reverencia de cada una
de mis mayores Alegrías, que son: la
Encarnación del Verbo; 2.“ la Visita a
mi prima Isabel; 5.“ el Nacimiento del
Niño-Dios; 4.^ la Adoración de les Re¬
yes Mayos; 5.“ el Encuentro de Jesús en el Templo; 6.^ la Resurrección del Se¬
ñor; 7.“ mi Asunción a los cielos. Consolado el joven se puso luego a
practicar la devoción que se le había co¬ municado; el Maestro de novicios, que le observoba, vio a un angel que, mien¬ tras rezaba el novicio, iba ensartando en un hilo bellísimas rosas, y en cada diez Ave Marías, colocaba un lirio de oro, y que terminado el rezo formó una hermo¬ sa guirnalda y la puso en la cabeza del
novicio.
Pasada la visión preguntó el maestro al jóven qué devoción había rezado? y le respondió que había rezado la Corona en la forma que le había enseñado Ma¬ ría Santísima, con lo que entendió el
Maestro el secreto de lo ocurrido.
INDULGENCIAS CONCEDIDAS
Los Sumos Pontífices León X y Paulo V concedieron a los Religiosos y Reli-

ÈL Heraldo de Cristo

93

glosas de la Orden Franciscana una In¬
1234..".."^°°dulgenciaplenariacadavezquerezaren
la Corona de los siete Gozos de la San¬
tísima Virgen.
El Sumo Pontífice Pío X, por el de¬ creto de la S. Congregación de Indul¬ gencias de 23 de Agosto de 1905, en favor de la Corona de los Gozos, ben¬
decida en la forma acostumbrada en la
iglesia por el Ministro General de la Or¬ den de los Frailes Menores, o por otro Sacerdote, ya secular, por él delegado, concedió para todos los fieles las siguien¬ tes indulgencias, para siempre valederas y aplicables a los difuntos, excepto la in¬ dulgencia que se puede ganar a la hora
de la muerte:
Aquallos que asistieren al rezo público de la Corona en las Iglesias de las tres Ordenes, concede las mismas Indulgencias que ganan los Religiosos y Religiosas de la misma Orden.
Indulgencia Plenaria a los que, confesando y comulgando, rezaren la misma Corona en las fiestas de cada uno de los siete Gozos, y en las fiestas prin¬ cipales de la Santísima Virgen o durante
su Octava; asimismo Plenaria una vez al mes a los que acostumbran rezar la Corona todos los sábados; además Ple¬
naria en el artículo de la muerte a los
que, teniendo la Corona, la rezaren con
frecuencia durante la vida.
Parcial de trescientos años a los
que rezaren la misma Corona en las otras fiestas de la Santísima Virgen; de dos¬ cientos años a los que en las fiestas de precepto; y de cien años o los que en el día de sábado; y finalmente de setenta años y otras tantas cuarentenas a los que rezaren la Corona en cualquier día
del año.
Parcial de diez años a los que,
llevando en sí la Corona bendecida, co¬ mo se ha dicho, la rezaren con frecuencia, practicaren alguna obra piadosa en ho¬ nor de Dios, o para provecho espiritual o temporal del prójimo, o rezaren siete

Avemarias en memoria de los Siete Go¬
zos de la Stma. Virgen.
El mismo Sumo Pontífice Pío X, por el Decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias de 12 de Septiembre de 1906, concedió a todos los fieles las mismas Indulgencias, asistiendo al rezo
público de la Corona en las Iglesias, de
las Tres Ordenes de San Francisco, aun¬ que no tenga la Corona material.
Finalmente por Decreto de la misma Sagrada Congregación de 12 de Sep¬ tiembre de 1906 se concede Indulgencia Plenaria a los que rezaren la referida
Corona el día de la fiesta de los Siete
Gozos, que se celebra el Domingo des¬ pués de la Octava de la Asunción de la Santísima Virgen.
(Act. Ord. Min. a. XXIV, pag. 349)

Pan de 5. flníoníQ

Mes de Mayo

Cepillo de la iglesia de S Francisco en Palma.

Limosnas recogidas . .

235‘71

PoróOOKgs. de pan . . . 184’35

Repartido en metálico. . , 40’00

Total repartido

224’35

Remanente

ir 36

Crónica J^raneiseana

Inca.—Según costumbre de los años anteriores, se celebró en la iglesia de
S Francisco de esta ciudad, la fiesta
que en el mes de Mayo dedican a la Reina de los Angeles, la Comunidad de Francisesnos y la Hermandad terciaria.
Tuvo lugar el i8 de Mayo. La comu¬ nión general fué muy numerosa, llaman¬
do la atención el ctecido número de
hombres que asistieron. En la misa ma-

94

ÉL Heraldo de Cristo

yor predicó el Rdo. D. Simón Reus, presbítero, a cargo dtl cual han estado las pláticas del mes de María. El día de la fiesta en un discurso sencillo y bien cortado, presentó la grandeza de María como Madre de la humanidad, y acla¬ mada por ella como su principal pro¬
tectora.
Por la tarde se celebró con gran so
lemnidad el ejercicio del mes de Mayo. Hubo también una plática, en que el
Rdo. P. Cerdá, Director de la Herman¬
dad, dió cuenta a los reunidos de las
disposiciones del Papa y de nuestro amadísimo Prelado relativas al Jubileo de Constantino: y con tal motivo explicó después el por qué de las fiestas constantinianas, y las grandes ventajas veni¬ das a la iglesia por el edicto de Milán, cuyo i6.° centenario se ha cumplido este mismo Mayo.
Antes de terminar la función de tatde
se impuso el hábito de la T. O. a lo Hermanas, y se recibió la profesión de cincuenta y cuatro.

nos y ejemplares como simples herma¬ nos, pero que son inhábiles para el oficio que se les ha confiado o están iroposibi litados para cumplir con él. Con este modo de proceder se esteriliza incon¬ cientemente la misión ev ngélica de la
Vble. Orden Tercera.
Por la tarde, después del sermón, re¬
cibieron el Hábito de manos del reve¬
rendo P. Francisco Fornés, dos herma¬
nos y treinta harmanas y fueron admiti¬ dos a la profesión diez hermanos y treinta y cinco hermanas.
¡Bien por nuestros hermanos de San Juan!
Muro - Sabemos qué en este pueblo
los terciarios se preparan con gran en¬
tusiasmo para asistir a la peregrinación
franciscana de Petra. Se está confeccio¬
nando un pendón riquísimo que según se nos asegura será la admiración de los peregrinos. Hace ya mucho tiempo que las religiosas franciscanas de aquel pue¬ blo están trabajando en él; seguramente
resultará una obra de arte.

En la procesión del Corpus, que re¬ sultó este año concurrida y brillantísima, fué sacada por primera vez a las calles el pendón de nuestra Hermandad, prece¬ diendo a una nutrida representación de ella, que asistía con escapulario a tan
solemne acto.
5811 3lian.—El día primero del pasado Mayo recibió la Visita Regular la Her¬ mandad de S. Juan. Nos consta que el P. Visitador quedó muy satisfecho de la buena marcha que va tomando la Terce¬ ra Orden de este pueblo, gracias, a par¬
te del entusiasmo de sus celosos direc¬
tores, a que Iqs individuos que compo¬ nen los Discretorios saben desempeñar y desempeñan con fe el cargo que se
les ha confiado.
Conviene que se fijen en esto aquellás Hermandades, que nunca se resuel¬ ven a elegir un Discretorio verdad; y, o
carecen de él, o si lo tienen está consti¬
tuido por personas que serán muy bue¬

Nuestro Rmo. P. General en Hmérica.—
Según noticias que nos ha comunicado nuestro muy amado Padre Procurador, el Rmo, P. Pío Dujmoviç Ministro Ge¬ neral T. O. R. partió para América el 14 de Mayo para presidir el Capítulo Provincial que han de celebrar nuestros hermanos y para asistir a la inaugura¬ ción de un nuevo colegio que estos han erigido en la ciudad de Sioux del estado de Jowa.
Deseamos un felicisimo viaje al Reve¬ rendísimo Padre y felicitamos cordial¬
mente a nuestros hermanos de Araérico
que se han visto honrados con tan agra¬
dable visita.
Milán.—El 10 de Abril se ha celebra¬ do la Semana Franciscana en Milán,
asistiendo el Cardenal Arzobispo y mu¬ chos Obispos de la región. Antes se ha¬
bía celebrado un solemne triduo de pre
paración.

El Heraldo de Cristo

9$

Los temas tratados han sido: la Terce¬
ra Orden, según las normas pontificias, la Tercera Orden y el sacerdocio, las glorias de la T. O. a través de los siglos (con proyecciones), la T. O. la moralidad y el trabajo, la T. O. y la infiuencia so¬ cial, la T. O. y la juventud.
Palabras de JVlr. Ricbar.—Mr. Richar
Arzobispo de Auch, decía que los ter¬
ciarios son como las reservas con las
cuales puede contar la iglesia para todas las obras católicas sin excepción alguna.
Deseo que sean cada vez más nume rosos, y me propongo recomendar con particularidad a mi clero, con ocasión del retiro pastoral, la difusión de la Ter¬
cera Orden de S. Francisco como el
medio por excelencia para santificar las almas y procurar el bien de la iglesia y la gloria de Dios.
Noticias ¥ Variedades
Datos que confortan
Una de las pruebas más concluyentes del progreso actual de la prensa católica en España, nos la suministra el Catálo¬ go descriptivo de la misma que acaba de publicar la redacción de «Ora et Labo-
ra> de Sevilla.
Figuran en él descritas (título carác¬ ter, periodicidad, tamaño, páginas, pre cios, dirección, etc.) 600 publicaciones católicas de España, cincuenta más que el año anteriori de las que 246 son pe¬ riódicos, 287 revistas y 67 hojas de pro¬ paganda.
Entre los periódicos hay 68 diarios, 5 trisemanales, 9 bisemanales, 80 sema¬ nales, 3 decenales, 16 quincenales, 23 mensuales y 42 de periodicidad desco¬ nocida o irregular.
Entre las revistas 32 son semanales, 56 quincenales, 122 mensuales y 77 de periodicidad desconocida o irregular.
De las hojas son propiamente parro¬ quiales 32; las 35 restantes de propa¬ ganda.

La prensa católica en el extranjero
Los redactores del Almanaque de la Prensa Católica que publica el Centro
«Ora et Labora» de Sevilla, han realiza¬
do una obra meritísima al formar el pri¬ mer Ensayo de un Catálogo de publica¬ ciones católicas no españolas, que con muy buen acuerdo han dedicado al Con¬ sejo Superior de Roma de las fiestas uni¬
versales constantinianas.
Es indudablemente algo más que un ensayo, como pueden juzgar nuestros lectores del número de publicaciones que contiene, expresándose de cada una titulo, periodicidad y dirección.
Alemania, 50; Argentina, 150; Austria Hungría, 20; Bélgica, 6; Brasil, 62; Co¬ lombia, 15; Chile, 39; Ecuador, 18; Esta¬ dos Unidos, 300; Francia, 165; Gran Bretaña, 21; Holanda, 8; Italia 39; Méji¬ co, 185; Portugal, 30, y Australia, Boli¬ via, Canadá, Costa Rica, Cuba, China,
Filipinas, Guatemala, Irlanda, Luxemburgo, Perú, Rusia, Santo Domingo, Uruguay y Venezuela, en pequeños nú¬
meros hasta i.ioo.
Deseamos continue perfeccionándose esta obra tan importante, útilísima entre otras muchas ventajas, para promover
movimientos católicos internacionales.
Sacrificio heroico
Leemos en La Semana Católica de
Valencia: Cuando en 1991 hacía la lepra grandes estragos en Madagascar, hubo que convertir los hospitales donde se ha¬ llaban los leprosos en verdaderas prisio¬ nes, para que el mal no se propagase, pero, ¿donde encontrar enfermeros bas¬ tante abnegados para consagrarse a las
víctimas de tan terrible mal?
M. Decrais, Ministro entonces de Ne¬
gocios Extrangeros, recurrió a las Her¬
manas Franciscanas de María, que acep
taron gustosas, no exigiendo más que la comida y el viaje de ida, pues sabían que
no habían de volver.
M. Le Myre de Viliers, que entonces se ocupó de esta cuestión en el Parla¬ mento francés, decía:

96

El Heraldo de Cristo

«Exponer la vida durante algunas ho¬ ras en el campo de batalla o en una epi demi'!, es un sacrificio que hacen mu chas personas de gran corazín y nobles sentimientos; pero enterrarse viva en un sepulcro dende la muerte os acecha a cada momento y acaba por alcanzaron?,
fatalmente, eso es un acto de heroísmo
sobrehumano de que sólo los Religiosas
son capaces.
Diálogo interesante
— ¡Jesús, hijal Todos son a pedir y nadie a dar. ¡Me voy a borrar de todol
—¿Qué te pasa, mamá? —Que acabo de pagar un recibo del Apostolado y otro dél Carmen, y ayer pagué otro de la Buena Prensa, Parece que todos son de la tribu de Isacar. —Ya, ya: lo que debes hacer es bo¬
rrarte.
—Eso pensaba yo. Porque un poco de aquí, y dos pocos de allá, se van los cu¬
artos sin sentir. Tenemos demasiadas
cosas, y no puedo tanto, y los tiempos están muy malos.
—Y luego que hay que atender a otras
muchas necesidades.
—¿De qué te parece que nos borre¬
mos? Mira, tenemos el Carmen, que se da seis reales al año; el Apostolado y
Buena Prensa, que damos dos reales al mes; al Ropero, diez céntimos cada mes; una peseta a las Hermanitas de los Pobres, todos los meses; un real a las Conferencias: cuatro a la Cruz Roja...
—Pues ahi tienes; entre unas cosas y otras, casi casi son doce reales cada mes.
—Así se encuentra una sin dinero ca¬
si siempre. * **
—Di, mamá: ¿cuánto dijiste que te costó el sombrero para este verano?
—Doce duros, hija mía. —¿Y la tela para el traje de verano?
—Veinticuatro duros.
—¿Y los trajes para las fiestas de Agosto?
Tres mil pesetas.

Algo carillo; pero es muy bonito, y de lo más original que se hace.
—Para hs ocasiones es el dinero, y
yo lo que quiero es que ocupes el lugar que te corresponde'
—Me gusta más que el del año pa¬
sado.
— Pues duro má^, duro menos, ha cos¬
tado lo mismo.
— Luego la modista te va a llevar un
dineral.
— ¡Qué se va a hacer! A mí en estas cosas no me importa gastar dinero.
Necrología.
Ha fallecido de la Hermandad de Pal¬
ma la hermana D.® María Oliver y el jóven D. Miguel Nadal a la edad de 19 años. Ingresó éste el 27 del pasado Abril. Desde las gradas del altar se puso en cama edificando con su piedad y resig¬ nación con que sufrió su enfermedad, a
todos los circunstantes como les había
edificado durante toda su vida que fué de dolencia y sufrimientos. Descanse en paz su alma y su familia reciba el más sentido pésame.
SinCU-—En Palma falleció el 20 del
pasado Marzo a la edad de 50 años la terciaria Isabel Alomar Vallespir. Perte¬
necía a la Hermandad de Sineu, y era terciaria desde 1911.
Había tenido que pasar a un asilo de
Palma a causa de un trastorno mental y
allí acabó sus días. ¡Descanse en paz!
lnC8—A la prematura edad de 21 años, murió en Inca el 27 de Abril la jo¬ ven terciaria Antonia Areste Mora, des¬ pués de una penosa dolencia. Edificó, en los últimos días de su enfermedad, por la resignación con que sufríalas mo¬ lestias propias de ella; y murió tran¬ quilamente en la mañana del día expre¬
sado.
A. E. R. I. P. A.
Tip. Católica de S. Pizá—Jardín de la Reina, 19

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-

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be ser el verdadero Kéfir.
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