El Heraldo de Cristo 1911, n. 32
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Sumario:'S. Francisco y la restauración del espíritu
cristiano en la sociedad.—Sant Francesch.—El So¬
cialismo y la Orden Seráfica.—Remedio.—¿Ramón
Lull Terciario Franciscano?—La Política de Dios
según Ramón Lull.—Olor Seráfica.—¡Loque son
las cosas!— A Sant Francesc d’ Assís.—Pan de San
Antonio.—Crónica Franciscana.— Noticias y va¬
riedades.—Necrología.

Sk

—

CttltOS en nuestra iglesia de San Francisco de Palma durante el mes de Octubre
vWcS do OctubrG ■ Durante este mes se rezerá una parte de Rosario por la mañana á las
\_cinco y media, otra á la?, once y cuarto durante una Misa, y la tercera por la noche á las seis y media, practicándose cejpués el ejercico propio de este mes dedicado á San Francisco, que se hará también durante la Misa de las seis.

Festividad de N. F. S. Francisco.— Día 3á las cinco de la tarde se cantarán m«-
—tines y Laudes solemnes. Día 4, miércoles,.
por D mañano á las siete y media Misa de Comunión general para los Terciarios y devotos del Santo. A las diez Tercia y Misa mayor con sermón panegírico por el Rdo. Sr. D. Jaime Sastre. Se cantará la Misa dif Angelis, alternando el pueblo con la Schola Cantorum. Por la tarde á las seis rezo del .Santísima Rosario con exposición de S. D. M., Triságio cantado por el pueblo y acto continuo tendrá lugar la tierna ceremonia del Tránsito de N. P. S. Francisco con sermón que predicará el mismo orador de la
mañana, terminando con la Bendidieión Papal.

Cuarto Domingo —^la 24 p°r 'a mañana a 'as siete misa de comunión general para los

-

Terciarios. Por la tarde á las seis tendrá lugar la reunión mensual con

exposición de S. D. M. y plática; después se impondrá el.escapulario y cordón á los que previamente lo hayan solicitado.

Novena de las Almas

\_

*

cisco que se continuará por la noche.

Empezará el día 23 y se hará durante la M’sa de las seis>
suprimiendo en esta hora el ejercicio del mes de San Fran¬

Indulg***encias a" leñarías

Con las condiciones ordinarias pueden ganar los Terciarios
indulgencia plenaria los días siguiemtes de este mes:

Día 2, Los Santos Angeles Custodios. — 4, Festividad de de N. P. S. Francisco. - 6, Santa Francisca

de las cinco Llagas. 11, Octava de N. P. S. Francisco.—12, San Serafín de Montegranario. 13, San¬

tos Daniel y compañeros mártires.—19, San Pedro de Alcántara.—23, San Juan de Capistrano. — 2Ó?

Beato Buenaventura de Potenza. - 30, Beato Angel de Acrio.— 31, Beato Tomás de Florencia

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El Heraldo de Cristo

Año III

Palma l.° Octubre de 1911

Núm. 32

San Francisco en contemplación

ISO

El Heraldo de Cristo

Tuvimos, si, la dicha de lavar nuestra

Sao Francisco y la restauración fiel espíritu cristiano

cabeza en las aguas regeneradoras; más tarde fuimos confirmados en nuestra fe; cien veces hemos expiado nuestras cul¬

en la sociedad

pas en el tribunal de la penitencia y hemos confortado nuestro espíritu con

el manjar celestial; con gran frecuencia,

¿Somos cristianos? De nombre, si; en | tal vez diariamente, contemplamos la espíritu, no. Y no es que nos falte el j renovación incruenta del Gran Sacrifi¬

propósito sincero y firme de seguir en cio; pero en medio de todo eso nuestras

todo las huellas del Divino Maestro; es costumbres están saturadas de paganis¬

que decaemos en la lucha incesante que mo, al que nos hacen retrogradar los fi¬

hay que sostener para no declinar de la lósofos y los políticos á la moderna usan¬

dirección que nos imprime aquel propó¬ za, queriendo convencernos de que nos

sito. Dadas las condiciones de nuestra han hecho dar un gran paso hacia ade¬

naturaleza, débil y mal inclinada, no ¡ lante. basta el impulso inicial, por bueno y de- i Para cada estado ó condición social

nodado que sea, para llegar en línea existe hoy día como en aquellos tiempos

recta hasta el término de nuestra carre¬ ominosos un ídolo ó un falso dios, en

ra; sino que es necesario un esfuerzo | mutilación del Dios verdadero; y aun¬

continuado que vaya rectificando el de- , que no cesa en absoluto el culto á Este

rrotero, á fin de que por una curva de tributado, resulta con frecuencia un cul¬

infinitas sinuosidades alcancemos asi¬ to frío y rutinario, mientras que el otro

mismo la meta deseada. No de otra lo consigue calculado y fervoroso.

manera el experto timonel encamina la

El procer ó el linajudo, que por nada

nave hacia el punto preconcebido, for¬ cejarían en las continuas prácticas reli¬

zándola á cada momento á recobrar el giosas que les imponen tradiciones de

rumbo, del que sin cesar la desvían los familia antiquísimas, aparecen encasti¬

vientos y las mareas. Si el timonel se llados, cual otro Júpiter, en el trono

descuida, la nave pierde su derrota; si olímpico de su soberbia, del cual no ba¬

abandona su puesto, la nave se estrella. jan por temor de ensuciar su manto con

La humana sociedad, en nuestros días, el contacto de las gentes humildes, á

no sólo ha torcido su camino, sino que menos que su fausto y su molicie les

hasta ha olvidado el punto cardinal obligase á rendirse á los pies del capita¬

hacia el que debe dirigir sus pasos. Com¬ lista, que hoy día les disputa y poco á

batida en todos tiempos por los vientos poco les va arrebatando el imperio del

huracanados y el encrespado oleaje de mundo.

las pasiones humanas, y arrastrada hoy El profesional y el hombre de ciencia

además por esa corriente sorda y mansa ó de gobierno le piden á Minerva que

del espíritu moderno ó derecho nuevo, les erija en la Tierra un trono de sabi¬

puede decirse que casi ha perdido ya la duría ó de poder semejante al que á ella

noción del ideal cristiano,

le está consagrado allá en el Olimpo, y

El Heraldo de Cristo

151

no se les alcanza que puedan tener otro fin, ni objeto más noble, las excepciona¬ les dotes de inteligencia, ni las prerro¬ gativas de autoridad con que Dios les
ha favorecido.
El comerciante y el industrial están abismados en el tráfago de su negocio, que les absorbe todos los momentos de su existencia, todas las energías de su espíritu, sin dejarles espacio más que para pensar en el éxito de 's ¡ empresa ó soñar en la gloria de su porvenir. El dios Mercurio, con la bolsa en la mano, es por tanto, el único que recib 1 sus ado¬ raciones, porque no apetecen otras mer¬ cedes que las que éste dispensa, según la antigua fábula
El proletario, descontento de la for¬ tuna, ansioso de transponer los límites de la clase social en que ha nacido y ebrio de envidia y do furor contra los
más fávorecidos en bienes terrenos, se encomienda al fiero Platón, dios de los
infiernos, dispuesto á oir las maldiciones de sus adeptos; cuando no se encomien¬ da á un simple mortal, que con la pro¬
mesa de verter sobre él el cuerno de la
abundancia, de Aqueloo, y abrir sobre sus contrarios la caja de todos ios males, de Pandora, no hace más en realidad
bue servirse de ellos como escabel para
ellogro de sus desapoderadas ambicio¬
nes.
Y todos somos cristianos; pero hay quien se empeña en descristianizarnos: en esa empresa trabajan individualida¬ des, escuelas, sectas, sistemas, partidos y gobiernos; y en la lucha que forzosa¬
mente había de entablarse entre los dos
bandos, no puede decirse que hayamos quedado derrotados, pero si que hemos pactado una paz deshonrosa,

Precisa restaurar las cosas en Cristo;
es necesario volver á situarnos buscando
la Estrella Polar que á Cristo represen¬ ta; se impone encender de nuevo los fa¬ ros, por descuido apagados, que á Cristo nos conducen. Estos faros, estas lumbre¬ ras son los Santos y Santas que la Igle¬ sia nos propone como modelos de con¬ ducta, porque en ellos está la encarna¬ ción viva de toda virtud, así como en los dioses de la antigua Mitología estaba la represen!ación fabulosa de todo vicio.
Francisco de Asís, el Patriarca Será¬
fico, cuyo feliz tránsito conmemora la Iglesia en el presente mes de Octubre, es el Santo que inspira el objetivo de este desaliñado escrito, porque en él precisamente se encuentra el remedio ó
la medicina bastante á curar todos los
males que aquejan á nuestra época. Es el Santo de la humildad y de la
caridad. Huye voluntariamente de los honores y distinciones, y ni siquiera acepta, por juzgarse indigno de ella, la ordenación sacerdotal; se complace en vivir entre los pobres y hasta cambia con ellos sus vestidos. ¡Qué lección pa¬ ra esos poderosos del mundo que no viven más que del humo de su propia gloria, ni ven en el pobre sino un ser de especie inferior á la suya é indigno por tanto de alternar con ellos! Es de temeP que esos dioses de la Tierra no querrán entrar en el Cielo, por temor de verse rodeados de los pobres y los hu¬ mildes, á quienes de un modo especial está.prometido el reino eterno.
Es el Santo del desprecio de las ri¬ quezas y en general del desasimiento de todos los bienes terrenos. No les puede
tomar afición á los asuntos mercantiles
& que le dedican sus padres; y si se

>52

El Heraldo de Cristo

huelga en los beneficios que de ellos se obtiene es para invertirlos en la reedifi¬ cación de iglesias pobres ó en el socorro
de los menesterosos. No así nuestros
hombres de negocios, que sueñan cons¬ tantemente en el lucro, y no para apli¬ carlo á fines nobles y levantados, sino
de ordinario á la satisfacción de sus pro¬
pias pasiones. Es además el Santo de la resignación
y de la penitencia. No apetece salir de la condición oscura en que la Provi¬ dencia le colocara, antes bien se abaja gustoso á oficios más humildes como el de simple peón de albañilería; no ambi¬ ciona fortuna, sino que renuncia gene¬ rosamente á la que le expectaba en bie¬ nes paternos, y hasta se desprende de sus vestidos, sin reservarse más que una
burda túnica ceñida con una cuerda.
¡Cuan distinto es el espíritu de nuestra clase jornalera, que á todas horas mal¬ dice de la suerte que en la sociedad le ha tocado, y se nutre sólo de odio á las demás clases que considera privilegiadas!
¿Será preciso, para no comprometer el negocio de nuestra salvación eterna, desprendernos de todos nuestros bienes, vestir un tosco sayal, dar un adiós al mundo y entrar en estrecha religión, donde nuestra ocupación continua sea la oración y la penitencia?
El mismo Francisco,,con ser modelo
acabado de tanta virtud, es el que con¬
tiene á una inmensa multitud de perso¬
nas de diferentes estados que desean seguirle hasta el interior de los claustros,
y les advierte que tod> s pueden santifi¬ carse, cada uno en la peculiar condición en que Dios le ha colocado; y para cal¬
mar el ferviente anhelo de esas gentes
venturosas, crea una nueva congrega¬

ción, la venerable Orden Tercera, fór¬ mula feliz, digna de la piedad de tan gran Santo, que armoniza los deberes
del estado social con los méritos de una
vida penitente. Acojámonos pues al amparo de esa
Orden salvadora, que provista del tesoro inmenso de méritos de su egregio fun¬ dador, el pobre, el humilde, el peni tente, el taumaturgo, el seráfico Francis¬ co de Asís, aumentado con los de tantos
Hermanos ilustres en santidad como en
ella han florecido, tendrá sin duda vir¬ tud y eficacia bastante para restituirnos á cada uno en particular el espíritu cris¬ tiano de que hemos sido despojados, y para salvar á la sociedad en general del tremendo naufragio á que la exponen las furiosas tempestades que hoy la
combaten.
Miguel Sampol, Abogado,
Terciario.

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«Nos consuela grandemente saber que de día en día se extiende y flore¬ ce más y más la Tercera Orden de San Francisco de Asís, instituida á fin de comunicar á todos los piadosos fieles los frutos de salvación que él había procurado á sus hermanos. Nos alimen¬ tamos la esperanza que la propaga¬
ción de este saludable Instituto con -
tribuirá muchísimo á reparar aque¬
llos males con que es oprimida la so¬ ciedad humana (Pío IX).»

Él Heraldo de CRtsfo

S-A-IsTT FBAlsTOBSOH

Amor mi mise in fuoco
Veu pa sar la figura macilenta de S. Francesch, lo serafí encarnat, de Jesucrist aparició viventa
ab claus del seu amor crucific A.
D’ amor ploren sos u 11s, d’ amor encesa sa cara está, flametja lo seu pit: dú als peus y mans y cor la llaga impresa, carta en que Deu posá lo sobrescrit.

Don.s ¿qui li ha feta exa ferida hermosa? ¿Li obriria la llança ó be 1’amor? ¿Quin raig de sol esbadellá exa rosa? ¿Quina hermosura esbadellá aqueix cor?
Lo Cor de Jesucrist: sois d’ Eli ha apresa
1’ angélica follía de la créu, que en cors de carn la caridat ha encesa, y fá girar los ulis del home á Déu.
J. Verdaguer

154

El Heraldo de Cristo

El Socialismo f lo Orden Seráfica
(De La Lectura Dominical)
El socialismo es un hecho, y un hecho uniforme, simultáneo, constante, que se
va desenvolviendo en la sociedad moder¬
na y cuyos estragos han de ir en au¬ mento mientras perseveren las causas que lo han originado.
A la hora presente son ya muchos los hombres sensatos que declaran la im¬ posibilidad de seguir viviendo en tan continua zozobra, y sin embargo, el es¬ trago va en aumento en proporciones
aterradoras.
Las doctrinas de las cátedras de los
sofistas se han trasformado por una
evolución lógica en protestas y rebelio¬ nes de las plazas públicas; de modo que ni ellos podrían ya recoger los proyecti¬ les que han arrojado contra el orden so cial: la evolución sigue su curso y el estrago va en aumento, así en las natu¬
ralezas débiles como en las fuertes.
Ricos sin Dios, capitalistas sin cari¬ dad, poderosos sin freno, debían engen¬ drar con el concurso de la ciencia impía obreros sin obediencia, servidores sin amor, pueblos sin patria.
Ahí están: la política liberál es un es¬ tímulo al daño; la conservadora, un pa¬ liativo; ¿donde está el remedio?
En vano la sociología se devana los sesos para formar el hilo que saque á la sociedad del laberinto en que se halla metida y extraviada; la solución hay que buscarla más arriba, y puede formular¬
se en estos términos: la conversión del
mundo pagano fué obra de apóstoles; la conversión de las sociedades bárbaras, obra de misioneros; la conversión del socialismo moderno ha de ser conquista
de frailes.
Todas las capitales del mundo no bas¬ tarían para saciar la ambición de los proletarios socialistas; ellos mismos lo dan á entender cuando, más que á lu¬

crarse con el capital de los ricos, tiran á
destruirlo. Y si con dinero no se los ga¬
na, ¿con qué se los puede dominar'? ¿Con espadas y cañones? ¿Es que no lle¬ garán ellos á poseerlos, cuando entre ellos se reclutan los soldados que los
manejan? Para ganar á esas clases numerosas,
para saciar su apetito devorador, para dominarlas con leyes suaves y eficaces, no hay más que compartir su pobreza, rectificar su apetito y someterse con ellos á una suave y fecunda obediencia.
Esta es la obra de las Ordenes religio¬ sas, y para esto nacieron en el seno amo¬ roso de la Iglesia. Lo hemos dicho otras veces, y no nos cansaremos de repetirlo;
el movimiento franciscano de nuestros
días, que se extiende á los países protes¬
tantes como un misterio de la Provi¬
dencia, es para nosotros un síntoma con¬ solador y lleno de esperanzas, pues si todas las Ordenes religiosas realizan la misma obra, parece que la franciscana debe ocupar la vanguardia en esta cru¬ zada de reconquista social.
El socialismo no lo han de dominar
los ricos, sino los pobres; no será nunca su guía un Rostchild, acaparador de grandes capitales, sino un San Francis co, el cruciferario de Cristo, que hizo un capital de la santa pobreza.
De no ser así, hay que pensar en los días apocalípticos; porque el estrago au¬ menta, se extiende, lo invade todo, cuen¬ ta con el concurso ciego de los ricos y con la complicidad artera de los gobier¬ nos, no hay dique que contenga la vio¬
lencia de sus olas.
El mundo pagano arrojó los primeros cristianos á las fieras, y vencieron las víctimas, salvando á los verdugos.
Las Ordenes religiosas son ho}^ objeto del mayor encono de parte de los go¬ biernos liberales, y por lo mismo las víctimas triunfarán, salvando á sus per¬
seguidores.
Nu LEMA.

él Heraldo de Cristo

155

Remedio
Los especialistas en dolencias sociales aseguran que nuestra sociedad padece mal gravísimo y que realmente herida
está de muerte: la fiebre de materiales
goces tiempo hace agotó las fuerzas del cuerpo social y la inmoralidad, en sus múltiples manifestaciones,' envenenó su
sangre.
Pero, las sociedades como los individuos
son sanables, y de consiguiente la nues¬ tra, á pesar del deplorable estado en que se encuentra puede verse remediada.
El mal es grande indudablemente; más Dios Nuestro Señor, no ha dejado de poner á nuestro alcance un remedio proporcionado y oportuno.
Sabéis quienes son, en donde están los
hombres con dotes bastantes para em¬
prender y realizar la grandiosa y difici¬ lísima empresa de nuestra regeneración moral, política y social? Hombres nue¬ vos, con alientos y energías de que es¬ tán dando elocuentes pruebas en la hora actual; hombres que forman un contin¬ gente notable de elementos sanos con verdaderos principios, cuyos anteceden¬ tes los abonan, cuya actitud los autori¬ za y cuyo programa los prestigia: la Or¬ den Tercera secular de S. Francisco, en
una palabra, esa Hermandad de cerca de dos millones y medio de hermanos, hermandad humilde por su aparato ex¬ terior pero fabulosamente fecunda por
sus obras de un carácter eminentemente
práctico. Ahí tenemos el remedio de las llagas
sociales. Porque la Tercera Orden con su organización, con su espíritu, con su re¬ gla, infunde á sus miembros alientos nuevos y energías nuevas, levanta sus corazones hacia lo idela, lo nohle y cris¬ tiano, y dispone su voluntad á la lucha y al sacrificio.
Prueba elocuentísima de las naturales
manifestaciones de la Orden Francisca¬
na, dignas de todo estudio y diligencias,
han sido las espléndidas obras, reciente¬
mente realizadas en el Congreso Euca -

rístico madrileño, que,al prepararse para intervenir en los conflitos sociales, fija el ideal, para que no venga el cansancio y la inercia; proclama que para el buen Terciario no basta llevar el escapulario y ceñir el cordón, sino que es preciso imi¬ tar á nuestro seráfico Padre S. Francisco;
¿como?, informándose de su espíritu, aprendiendo y practicando su vida. Y
para contrarrestar las organizaciones re¬
volucionarias, para hacer frente á esa lu¬ cha de clases que relega á segundo tér¬ mino las individuales, las políticas y hasta las nacionales, sabe establecer una
fraternal y compacta unión entre todos
sus miembros, amándose como verdade¬
ros hermanos y constituyendo, en los momentos de desvalimiento y de depre¬ sión moral, un bloque de fuerza incon¬
trastable.

Por desgracia la acción católica en

España es aun muy lánguida; la Orden Tercera es la llamada á vigorizarla. El seráfico ejército impregnado del espíritu del llagado Patriarca regeuerará el mun¬
do; así, reiteradamente, lo han predicho
los Sumos Pontífices.

Es preciso, para lograrlo, que los ter¬
ciarios armados con nuestro programa
social, lleguemos al corazón del pueblo para que, vuelto á la Igesia, luche con tesón y energía por las reivindicaciones
cristianas.

Ante el espectáculo con que á diario nos amenaza el lobo revolucionario, recorde¬
mos el gran milagro que hizo el glorio¬ sísimo S. Francisco al convertir y redu¬ cir el feroz lobo aparecido en la ciudad de
Gubbio, y particularmente el sermón que
hizo al pueblo, una vez amansada y do¬
mesticada la fiera, diciendo á los de Gub¬

bio que era á causa de sus pecados, que Dios les había enviado aquella plaga.
Confiemos que si Dios permite que nuestra sociedad en castigo de su preva¬
ricación se vea amenazada de muerte

por el lobo revolucionario; quiera en su misericordia salvarnos por la obra de

aquel serafín que supo amansar al lobo

de Gubbio.

B. Mulet, Terciario.

i5Ó

El Heraldo de Cristo

¿tiioi Lull Terciario Fraiciseaio?
Si no puede probarse con irrefraga¬ bles documentos históricos que Ramón
Lull ciñera el cordón franciscano, una
no interrumpida tradición y el testimo¬ nio constante de la iconografía luliana lo dejan fuera de toda duda. Lo abona también lo que se cuenta en su Vida coetánea del sermón oído por él en la iglesia de San Francisco de esta ciudad, predicado por un Obispo. El ejemplo del glorioso Mercader de Asís que des¬ nudo quiso seguir á Cristo desnudo, con¬ fortó maravillosamente los propósitos concebidos por Ramón en las noches sin sueño en que Cristo le apareciera cruci¬ ficado, y le lanzó intrépidamente á la consecución de los tres grandes deseos,
norte de toda su vida.
Pero lo que nadie será osado de negar es el dulcísimo sello franciscano que lle¬ van todas sus obras, cual si el Cristo de Alvernia hubiera puesto sobre ellas su palma hendida por el clavo seráfico.
¿Qué es el gran Libre de Contempla¬ ció en Leu sino una escala espiritual que
desde la humilde criatura de la hierba,
del pájaro ó del insecto llevaba su mente y su corazón enardecido ante el acata¬
miento del Criador con el inefable pro¬ ceso franciscano iniciado en el Cántico
de las criaturas? Franciscana es aquella magnífica efusión de amor con que Ra¬
món Lull amaba todas las cosas. Fran¬
ciscana es aquella obsesión suya en bus¬
car en las cosas visibles las huellas del
Invisible, el estandarte del gran Rey y el signo del Amado. ¿Quién sino un hijo del ardiente Alfieredi Christo podía des cubrir con sagacísima intuición lo que se lee en uno de los capítulos del gran li¬ bro, es á saber, aquel en que cuenta co¬ mo el hombre advierte y considera lo
que hacen las aves? Dice así: «A vos, Señor, sea gloria y loor y ben¬
dición en la sucesión de los siglos por¬
que representasteis á nuestros ojos cor¬

porales la forma de la santa Cruz, siem¬ pre que las aves andan volando por los
aires á nuestra vista. Clámoos merced y
os ruego que al ver los pájaros y las aves
volando con las alas tendidas y repre¬
sentando el signo de la santa Cruz, rae
acuerde también de la dolorosísima pa
sión que en la Cruz sostuvisteis.»
Una bandada de ruiseñores harmo¬
niosos, como los que escucharon el ser¬ món de San Francisco y fueron anega¬
dos en su dulcísima bendición cantan
embriagados de amor sobre los espi¬ nos florecientes del Libro del Amigo y del Amado ó en las quiebras del monte
desierto ó en un hueco del campana¬
rio de la ermita de Blanquerna ermi¬ taño. ¿De quién pudiera ser sino de San Francisco ó de un hijo de San Fran¬ cisco aquel inefable diálogo del Amigo y del avecita canora? ¿Quién pudiera decir al pájaro insomne sino un místico franciscano aquella expresión de tan hondo y penetrante sentido: Si no nos entendemos por lenguaje, entendernos hemos por amor?
Se presta á un estudio muy deleito o
este carácter franciscano de las obras de
Ramón Lull que yo no tengo tiempo ni holgura, aunque si deseos entrañables de hacer. Hasta su sepulcro es francis¬ cano y con singular misterio. Del púlpito de la iglesia de San Francisco de
Asís descendió en el corazón del Senes¬
cal del Rey D. Jaime II de Mallorca la imperturbable eficacia de su vocación que le impelió por invencible manera á la consecución de aquella tríada de de¬ seos, como quien se lanzara sobre fogo¬ so corcel á la conquista de tres estrellas que rutilasen muy alto. De los tres de¬ seos sólo vió Ramón uno saciado, el de¬ seo del martirio. Y con la conquistada y preciada presea fuése á descansar en el punto mismo de su partida, en la pe¬
numbra misteriosa de las naves de San
Francisco de la ciudad de Mallorca.
Lorenzo Riber, Pbro.
Terciario.

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158

El Heraldo de Cristo

La Política de Dios
según Ramón Lull
(Ideas entresacadas de el «Llibre de les Besties»
1.° séptima parte del libro «De les Maravelles»)
Propicia es la ocasión para saborear con deleite, las preciosas enseñanzas sobre materia política, que el gran pensa
2.° dor del siglo XIII, Ramón Lull, hizo
brotar de su iluminado entendimiento y
fecundísima pluma. No forman libro aparte en el extenso
catálogo de sus obras; hállanse oportu¬
namente diseminadas en diversos pa¬
sajes del curioso é interesantísimo “Lli¬ bre de les Besties,, en que son animales
4.°los interlocutores, é integra su contenido
una continua alegoría sembrada de in¬ geniosas moralejas.
Nosotros las entresacamos, y agru¬
pándolas por orden de conceptos, pode¬ mos, hoy, ofrecer á los lectores, un pequeño tratado de verdadera política.
5.°CAPITULOI
Del significado de la realeza
¿Que significa ser rey en este mun do? La monarquía instituyóse en la tie¬ rra, para que el rey fuese una significa ción de Dios, esto es, para que el rey mantenga en el siglo los fueros de la justicia, y gobierne bien y derechamen¬
6.°te al pueblo que Dios ha puesto bajo su

CAPITULO III
De las cualidades del rey
Seis son las que se describen, a) Jus¬ ticia, b) Valentía, c) Catolicidad,d) Sabi duría, e) Nobleza, f) Humildad.
Justicia. Un rey injusto é inicuo
causa en su reino un daño mucho ma¬
yor que todo el bien que un hermitaño puede hacer en su soledad.
Valentía. No sienta bien el mie¬
do en el ánimo de un rey, y menos
cuando no tiene éste conciencia siquiera de aquello que le atemoriza.
3o Catolicidad. Si como rey son en
el mundo la imagen y la representación
de Dios, enojaros debéis contra todo
aquello que á Dios enoja, y odiar más y más todo lo que Dios más y más odía.
Sabiduría.—La sabiduría del so¬
berano se revela por la sabiduría y por los méritos de sus embajadores, por la palabra discreta y persuasiva de estos,
por la madurez de su consejo, y por la
fuerza conciliadora de sus razonamien¬
tos.
Nobleza. - La nobleza y las altas dotes delamagestadreallas revelan tam¬ bién los mensajeros cuando hacen me¬ surada ostentación de poderío, y cuando, sin asomos de mezquindad, se muestran ordenados en sus gastos, y, sin irritante ni exagerado lujo, visten bien y seria¬ mente, y llevan en su compañía agrega¬ dos corteses, bien dispuestos y de una educación superior, y sobre todo cuando

régimen y su amparo.

se presentan adornados de grandes vir¬

CAPITULO II

tudes sin el menor vislumbre de ofensi¬

De la elección del rey

va soberbia, de ambición, de liviandad ni de otro vicio alguno.

Según Lull, dos requisitos debe reu¬

Humildad.—-Humilde es Dios, y

nir todo monarca para poder ser elegido: eso que es señor del cielo, de la tierra y

a) nobleza de corazón, b) gallardía de de todo cuanto existe; y siempre que la

persona. Veamos lo que dice. A la no¬ criatura humana quiere verle y hablarle,

bleza del corazón conviene añadir la consigue al momento su deseo, y puede

gallardía de persona; y por eso es menes¬ exponer á su inmensa bondad todas sus

ter que el que elijamos, al mismo tiem¬ necesidades y todas sus penas. Reyes que

po sea hermoso y de respetable corpu¬ no tiene porteros ni camarlengos, ni su

lencia, sea humilde por su carácter y milleres á quien el suplicante haya d

que considere á sus súbditos y no les comprar con dádivas, ni ministros qu

infiera el menor daño.

por el oro prevariquen para hacer qu

El Heraldo de Cristo

159

triunfe la maldad y el engaño. Rey es que no presta oído á las lisonjas, ni hace
12..°°vegueres,nijueces,nibailes,niadminis¬
tradores del real erario á los soberbios,
á los vanagloriosos, á los avaros, á los livianos, á los lascivos y á los servido¬ res de la iniquidad y de la injusticia. ¡Loado sea mil y mil veces este rey! ¡Benditos los que le aman, le conocen, le alaban, le honran y le sirven!
Desgracia grande lo es en verdad no tener rey encaminado á procurar el bien de los Estados que rige, sin que sepa mantener en ellos la paz y la justicia. Este daño no se sigue sólo del mal que se hace, sino de impedir el bien que ha cerse puede. Así es que la iniquidad de los príncipes abre en sus reinos dos ma¬ nantiales de desdichas y calamidades.
CAPITULO IV
DE LOS CONSEJEROS Ó MINISTROS
El rey lia de tener á su lado mi¬ nistros sinceros y humildes á quienes no ensoberbezca el poder, ni inche la vanidad de la alcurnia, hasta el extremo de igualarse á é!. Esto tiene la ventaja de que ofrece excelente ejemplo de es¬ peranza y humildad á los súbditos dóci¬ les y sencillos que viven en la pobreza y
escasez.
En copa menguada y reducida no puede caber mucho vino, y en persona que sea vil por su origen no busquéis acrisolado honor ni gran lealtad; y por esta razón me parece conveniente acabéis de una vez con el vil é indigno, y que os rodeéis de buenos y honrados consejeros; ejerciendo con entera liber¬ tad vuestro señorío, sin rebajar en ma¬ nera alguna, por malvadas instigacio¬ nes, la nobleza que Dios os ha dado por
vuestra elevada alcurnia y por vuestra
regia dignidad.
Manuel de Lete, Terciario.
(Conchará.)

Olor* Seráfica
Jo sent set de poesía de sentiment y frescura;
mes no ‘n trob dins la malura del modernisme del día.
El gran Poeta d‘ Umbría glosant la gaya Natura, té ‘1 llenguatge de dolsura que a mon cor agradaría'.
Jo 'm voldria estasiar ab la frescor de les roses
que floriren al peu seu;
y com son amor volar par demunt totes les coses per sentir P etsís de Deu.
M. D. Terciari.
——Ss—*—•—í:—- <«■-€*> — ®—■—í—si—
¡lio que son los cosas!
Abundan por desgracia los hombres que quieren pasar por católicos, que se indignarían si alguien pusiera en duda su catolicismo, que en el recinto de su casa y en el seno de su familia cumplen tal vez escrupulosamente con las prácticas acos¬ tumbradas en las familias cristianas; pero tienen un modo tan especial de ser cató¬ licos, que consienten en cualquier bajeza antes que cometer la imprudencia, que dicen ellos, de mostrar su catolicismo an¬ te la sociedad; ó sacar á relucir sus creen¬ cias ante las personas que quizás no están muy conformes con ellas.
¡Qué especie de funesta obsesión pro¬ duce en ciertas gentes el temor al riaículo, al insensato que dirán...
Cuantos católicos serian buenos católi¬
cos si no se avergonzaran de presentarse como tales, ni creyeran rebajarse si han de parecer cristianos...

íéò

ÈL ÜERALbO DE CrISTÒ

También existen otras clases de catoli¬
cismo especial. Hay comerciantes que llamándose cató¬
licos estafan ó perjudican á los parroquia¬ nos; hay industriales y amos que llamán¬ dose católicos oprimen disimuladamente á sus operarios; hay trabajadores que lla¬ mándose católicos tienen pretensiones del todo irrazonables; hay criados que llamán¬ dose católicos son infieles á su cargo; hay empleados que llamándose católicos no cumplen con su deber y ponen precio á su honrradez; hay hombres que venden su conciencia por un puñado de oro...
Preguntad á tales comerciantes, á tales industriales, y á tales trabajadores y pro¬ pietarios y prestamistas y deudores y em¬ pleados—¿sois católicos?
—Está claro que si! — Pues por qué hacéis traición á vuestro catolicismo, y traspasáis la ley de Dios y faltáis, aunque sea disimuladamente, á lo que exigen de vosotros la caridad, la fide¬ lidad y la justicia? —Ah! Es que es preciso vivir, es preci¬ so comer, es preciso sostener nuestra po¬ sición social, es preciso aumentar en cuanto sea posible nuestros capitales y nuestras rentas... porque sino ¿como po¬
dríamos subsistir?
Queda todavía otra clase de católicos, ó mejor dicho de católicos especiales.
La de aquellos que se rinden á una es¬ pecie de tii ano que nadie sabe definir de un modo concreto, y que se llama conve¬
niencia social.
¿Es buena católica la mujer que viste según una moda contraria á la decencia, al recato y aún á la propia dignidad?
¿Obra como católico el que asiste asi¬ duamente á espectáculos que son un escar¬ nio para la moral y para la religión, y apoya con su dinero á- empresas que así desmoralizan los pueblos?

¿Vive como católica la que trasnocha inconsideramente y despues á la mañana no puede levantarse sino cuando ya no es posible comulgar, ni hacer otras obras de piedad que pudiera y debiera hacer da¬ do el tiempo que le dejan libre sus ocupa¬
ciones?
¿Procede como católica la que se en¬ reda en mil lecturas de periódicos, de no¬ velas y libros frívolos, peligrosos y qui¬
zás inmorales?
Mas no pongáis en duda el catolicismo de tales personas; se ofenderían, se cree¬ rían injuriadas por vuestras apreciaciones; os juzgaran exajerados é injustos.
Ni les preguntéis por qué siendo católi¬ cos viven en completa contradicción con su nombre; de todos modos tienen que
contestaros:
—Es preciso guardar las conveniencias sociales; es preciso acomodarnos á la so¬ ciedad en que vivimos; no es posible pro¬
ceder de otra manera.
Si seguimos la moda, es porque la mo¬ da es patrón generar de los vestidos de actualidad, y no podemos separarnos de
ella sin caer en una verdadera extravagan¬ cia; si asistimos al teatro es por compro¬
misos de amistad, y por complacer á nues¬ tros allegados; si trasnochamos mucho y madrugamos poco, es porque así lo hacen las gentes de buen tono; si leemos ciertos libros y ciertos periódicos es porque así lo hace todo el mundo, y no hemos de ser menos que las demás.
Obrar de otra forma sería desconocer
las conveniencias sociales; hacer un tris¬ te papel á los ojos de las gentes edu¬
cadas...
•Y sin embargo... San Francisco, N. S. P., depuso un día sus vestidos ante el obispo de Asís que le cubrió con su propio manto, y consideran¬ do que no era éste vestido apropiado para

El Heraldo de Cristo

161

su persona lo cambió después con un caco: y luego en sucesivas permutas hechas con los pobres que encontraba al paso fué cambiándolo en un verdadero harapo, has¬ ta que no encontró quien le aventajase en vestir pobremente.
No vestía pues según las exigencias de la moda, sino según los últimos consejos de perfección evangélica.
Ni leía otros libros que los salmos y los evangelios.
Ni tuvo el menor empeño en conservar la amistad de los compañeros con quienes se había entretenido; ni tomó ya parte en las fiestas que antes le deleitaban y de las
cuales había sido en cierto modo el cam¬
peón y el alma... Se desentendió por completo de todo el
pesado fárrago de las conveniencias so¬ ciales, tuvo libertad, indepedencia, valor para despreciarlas todas...
Y á la vista salta, que no hizo, ni hace el tristepapel que temen ciertos católicos.

práctica de la verdad de aquella sentencia Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por
añadidura.
¡Prudencia, prudencia! Es el lema de muchísimos católicos que ocultan con tan simpático nombre la cobardía y el respeto humano; y para no parecer imprudentes resultan traidores á su religión y á su
nombre.
No pidáis á S. Francisco prudencia se¬ mejante.
Vestido con su originalísima indumen¬ taria se presenta como el Heraldo del gran rey: prceco sum Magni Regis; y obrando en consecuencia con tal principio, llevado de una especie de santo delirio, muestra su fe, su piedad, su devoción, su amor á Dios opportune et importune; en¬ seña á las multitudes, exhorta á los parti¬ culares, anima á sus discípulos, increpa suavemente á sus mismos enemigos...

Tampoco tuvo gran empeño en acrecen¬ tar su caudal y aumentar sus .rentas.
Hizo voto de no negar cosa alguna al que se la pidiese por amor de Dios; re¬
nunció totalmente á sus bienes; abrazó la
pobreza como esposa, y tuvo la pretensión de ser el más pobre de los hombres.
De modo que no deseó lo ajeno; ni fal¬ tó á sus deberes para ser más rico; ni se empeñó en sostener á todo trance su po¬ sición, sino todo lo contrario; y sin embar¬ go puesto en las manos de la Providencia, pudo subsistir, y vivir, y comer; pudo contemplar á sus hijos numerosos por mi¬ llares, alimentados y sostenidos por el Pa¬ dre que está en los cielos, y que cuida de vestir las flores del campo, y de alimen¬
tar las aves del cielo.
Vivió sin los afanes, cuidados, zozo¬ bras, injusticias y bajezas, á que se entre¬ gan muchos pretextando que sin aquello no se puede vivir; y fué una demostración

El sistema es diametralmpnte opuesto á la prudencia de muchos católicos de hoy que creen defender la buena causa ocul¬ tándola, guardando silencio, y contempo¬ rizando con todo lo malo y perjudicial á
la misma.
Pero hemos de convenir en que la im¬ prudencia de aquel santo arrastró los pueblos hacia Cristo, reanimó la fé, res¬ tauró las costumbres, y salvó de una gran crisis la sociedad de su tiempo...
¡Lo que son las cosas! Fr. Junípero.
-a—#—*
«Entre las obras de propaganda la más eficaz en las parroquias es la Tercera Orden, puesto que es el me¬ dio más eficaz también para reani¬ mar la caridad. en lo$ corazones. (B. Vinney, cura de Ars).»

162

El Heraldo de Cristo

A Sant Francesc d’ Assís

(INVOCACIÓ)
A vos, ¡oh, nostro’n Pare Sant Francesc!
que sou símbol de pau y caritat, model perfet de vera germandat, a implorà ’1 vostro aussíli, acudesc.

Segell herètic, vil, marcat de fresc,
porta aquest sigle vint, desventurat; mostrauli vostro ’n còs per Deu llagat, ion. Sant d’ Assís!, de bó eus ho encárese.

Feys que 1£ amor diví del Bon Jesús s’ escampi arreu per tota la Nació; y que P antiga fe revisca, ab 1’ us

de vestir, sempre, vostre sant cordó:
¡lligam fratern, que d’un modo inconcús, uneix al genre humá ’b el Redentó.

P. d’A. Mulet, Terciari.

-SC-—♦—

.¡..j. ■» » ■ j..j. ■».. »

—}¡e-

Pan de 5. Antonio

Mes de Septiembre

Cepillo de la iglesia de S Francisco en Palma.

Limosnas recogidas. . . . Por 433 kilogramos de pan.
Repartido en metálico. . .

200’70 15F55
30’00

Total repartido

18F’55

Remanente. .

....

19T5

Çróniea franciscana
INTERIOR
Inca.—Herm05a fiesta.—Lo íué real¬
mente la que tuvo lugar, el pasado dia 18.de Septiembre en el Convento de las Hijas de la Misericordia de la ciudad de Inca, en obsequio de las Sagradas Lla¬ gas del Seráfico Padre San Francisco de
Asís. En la noche anterior del dia 17 se can¬
taron por un nutrido coro de voces, so¬

lemnes completas, como preparación ála fiesta del siguiente dia, que se principió con una misa de comuión genera!, en
la que el Rdo. Sr. Arcipreste D. Bernar¬ dino Font, distribuyó el Pan délos An¬ geles á multitud de personas (entre ellas álas niñas que asisten al Colegio dirigido por las Religiosas de esta Comunidad)1
mientras se cantaban hermosos motetes
eucarísticos.
A las 10, después de Tercia, se empe¬ zó la Misa mayor, que celebró el Reve rendo P. Pedro J. Cerdá, Superior del
convento de San Francisco, asistido por
los Rdos. D. Pedro J. Beltrán, y Don
Miguel Llinás como Diácono y Sub¬ diácono respectivamente. Un bien orga¬ nizado grupo de cantores y cantoras dijo con notable ajuste la partitura del Maes¬
tro Torres.
D. José Auba, cuya arrebatadora elo¬
cuencia es bastante conocida, fué el en¬
cargado de hacer el panegírico deí Sera¬
fín de Asís. Con palabra fácil nos pre sentó al Santo Patriarca, como la copia
más perfecta de Nuestro Divino Reden¬ tor; nos cautivó reseñándonos las gran¬ des maravillas que se obraron en el
monte Alvernia, Tabor y Calvario fran¬ ciscano, cuando el Serafín Alado grabó en el cuerpo del Serafín de Asís las ad¬ mirables llagas del Redentor crucificado; y terminó haciendo notar los incalcula¬ bles bienes que las ínclitas hermanas franciscanas han reportado á nuestra ciudad en los 32 años que llevan de re sidencia entre nosotros, ya sirviendo á los enfermos con maternal solicitud, ya
instruyendo á la niñez con incansable diligencia.
El discurso del Sr. Auba, fruto del
sincero entusiasmo de un hijo que pro¬ clama las glorias de su padre, dejó en el auditorio grata y profunda impresión.
Por la noche se rezó el santo rosario,
al que se siguió la exposición menor del Santísimo, y ejercicio de la adoración de las Sagradas Llagas de nuestro Padre
San Francisco. Los solemnes cultos de
este dia se terminaron con el canto del

El Heraldo de Cristo

163

Te-Deum, con reserva y bendición de
S. D. M.
A todos los mencionados actos asistie¬
ron numerosos fieles, que llenaron el Ora¬ torio y partes contiguas del mismo; prue¬ ba de las grandes simpatías que tanto
nuestro Bienaventurado Padre S. Fran¬
cisco, como sus hijas, las Religiosas de la Misericordia, tienen en nuestra ciudad
de Inca.
Antes de terminarla presente crónica,
liemos de felicitar á las beneméritas her¬
manas franciscanas por el buen éxito de la fiesta celebrada; suplicando á nuestro glorioso Padre que las proteja siempre, y bendiga á cuantos las favorecen y les
hacen bien.
Un terciario.
EXTERIOR
Recompensa merecida—El Presiden¬ te de la República del Ecuador, á pesar de sus disposiciones poco favorables á los religiosos, ha otorgado diploma de primera clase con medalla de oro al Pre¬ fecto de la Misión de los Capuchinos en Caquetá, para recompensar su colección, la más variada y abundante, de la faura y flora de! inmenso territorio de su Misión. Esta colección figuraba en la Exposición nacional.
Una obra prouidencial.— En París,
en el barrio Glaciére, tristemente cé¬
lebre por ser un nido de apaches, las Religiosas franciscanas tenían abierta una escuela donde instruían gratuita¬ mente un centenar de niñas, proporcio¬ nándoles además vestido y provisiones.
Habiendo sido cerrada la escuela en
nombre de la libertad, las Religiosas
fundaron un taller-escuela de bordado.
Las niñas son admitidas á partir de
los 13 años. Actualmente asisten 80. Al
principio ganan un módico salario. A los 16 años pueden ganar dos francos por día. Si quedan en la casa como obreras ganan cinco ó seis francos por diez ho¬ ras de trabajo.
. Los habitantes del barrio respetan en

gran manera á las Religiosas: las ma¬
dres las detienen con frecuencia en la
calle y muchas les dicen: «Cuanto qui¬ siera que mi hija tuviera 13 años para
mandarla á su taller».
Lo Francia Franciscana.—Con este tí¬ tulo se ha fundado en Francia una «So¬
ciedad de historia y arqueología consa¬ grada al estudio de las Ordenes de San Francisco» en aquella nación. Su divisa
es la célebre frase de Tomás de Celanc:
Diligebat Franciam ut amicam corporis Christi: (amaba San Francisco á Fran¬
cia á causa de su devoción al Santísimo
Sacramento.) Esta frase indica clara¬ mente cual es el espíritu de la nueva
asociación.
El objeto de sus estudios será todo lo que concierne á las tres Ordenes: con¬ ventos, provincias, personajes, obras, ministerios, constituciones, necrologías,
etcétera.
Es de esperar que serán numerosas las adhesiones á esta sociedad y que los amigos de San Francisco favorecerán
con entusiasmo el estudio de sus Orde¬
nes, hasta ahora tan olvidado en un país que le ha dado su nombre.
La protección de un Sanio— La Voz de San Antonio inserta la siguiente co¬ rrespondencia de D. Felipe Robles :
«En esta villa de San Esteban del
Valle (Avila) nació en el siglo XVI San Pedro Bautista, religioso Franciscano, que después de predicar el Evangelio en Méjico y Filipinas, fué enviado como embajador al imperio del Japón, y allí, á los tres años y medio de trabajos apostólicos, logró la palma del martirio, siendo clavado en una cruz por orden del emperador Taicosama, el 5 de Fe¬
brero de 1697.
»Una gracia muy señalada, que todos atribuimos al patrocinio de San Pedro Bautista, es que ningún soldado de este pueblo ha muerto nunca en batalla.
»Los reclutas se llevan todos la estam¬
pa ó la medalla del Santo, y á él se

164

El Heraldo de Cristo

encomiendan en los trances duros de la
guerra. »Para la última de Melilla fueron de

La operación se practicó con buen re¬
sultado.
¡Loado sea Jesucristo!

aquí once: dos del regimiento de las Navas, cuatro de Figueras, cuatro de

Concurso curioso

Saboya y un artillero. »Eu el combate del 27 de Julio, en el
barranco del Lobo, fue mortalmente he¬
rido Policarpo García y García, reservLta, casado en este pueblo, pero natu¬ ral de Navacepedilla do Conejo. Los otros diez, los paisanos de San Pedro Bautista, salieron siempre ilesos de los gravísimos peligros en que estuvieron.
»Para dar gracias al Santo por este fa¬ vor, el día 9 de Julio se celebró una fies¬
ta costeada por los diez soldados, que de uniforme asistieron á todo y comul¬ garon en la Misa mayor. Hubo proce¬ sión y sermón, y el regocijo de todos fué imponderable.»

En los Estados Unidos ha sido objeto de un concurso esta pregunta: «que haréis con vuestras hijas?», siendo pre¬ miada la siguiente respuesta:
«Darles una buena educación reli¬
giosa y una sólida instrucción. Enseñarles después á coser, á lavar,
á planchar, guisar, etc. Decirles que para economizar es pre¬
ciso gastar menos de lo que se tiene. Que aprendan á comprar, á poner la
cuenta de la cocina y á dirigir los queha¬ ceres domésticos,
Hacerles comprender que un honrado
en mangas de camisa vale más que una docena de petimetres imbéciles y vani¬
dosos.

Noticias üariedodes

Enseñarles á despreciar la vanidad y á odiar el disimulo y la mentira.

ILoad.) sea Jesucristo!

1

Un periódico alemán cuenta que en

Bou un médico iba á operar á un cam¬

pesino que tenía un cáncer en la lengua.

Numerosos discípulos rodeaban al ci¬

rujano, el cual, dirigiéndose al paciente,

le dijo:

—Para que las cosas vayan bien, es

preciso conformarse, mi amigo, con la

idea de que después de la operación ya

no podrá usted hablar más; y si tiene al¬

gún deseo que expresar, algunas pala-

brar que dirigir á alguien, hágalo Pien¬

se bien que éstas serán las últimas pala¬

bras que usted pronunciará en su vida.

Después de la operación va á quedar

mudo.

Todos esperaban con ansiedad. El paisano inclinó un instante la ca -
beza, y salieron de sus labios estas pa¬
labras:

— ¡Loado sea Jesucristo! Una viva emoción se apoderó de to-

Después de todo esto se puede enseñar el piano, la pintura y otras artes...»
Necrología
Inca - En la tarde del 6 de Septiem¬
bre falleció en esta ciudad el Rdo. Don
Mateo Mas, Pbro., dignísimo capellán castrense del Regimiento de Inca, y fer¬
voroso terciario de N. V. S. Francisco.
Su carácter bondadoso y sus virtudes
verdaderamente sacerdotales le habían
conquistado las simpatías y el respeto de los jefes y soldados, al mismo tiempo que el aprecio de cuantos le trataban.
Sufrió con ejemplar resignación la penosa enfermedad crónica que le pro dujo la muerte y se preparó para el últi¬ mo trance recibiendo con singular de¬
voción los últimos sacramentos. El día 17 le hizo la Hermandad de
Inca los sufragios de costumbre.
A. £. R. I. P.

do.s, y se vió saltar lágrimas á los ojos de1 cirujano.

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