El Heraldo de Cristo 1911, n. 30
de Cristo

* Revista dedicada al fomento y propagación de la

Orden Tercera de San Francisco y á difundir su

espíritu en las familias cristianas, publicada por

los PP. Terciarios Regulares de San Francisco de

Asís de la Provincia de la Inmaculada Concepción

en Mallorca. &

&a

Aso III

l.° Agosto de 1911

NúaC. 80

SUMARIO: Acuerdo importantísimo.—La Orden Franciscana en el Con¬ greso Eucarístico.—Testament.— El Espíritu de S. Francisco.—Arte Seráfico —La última moda...—De todo un poco.—Pan de S. Antonio.—Crónica Fran¬ ciscana.—Noticias y variedades.—Bibliografía.—Necrología.

| PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN

REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN

En España un año . . . . i Pta.- ~

En el Extranjero

2 , id. T

Convento de San Francisco Palma de Mallorca.

CuítOS: en nuestra iglesia cié S. Francisco de Asís de Palma durante el mes de Agosto.
Novena de S. POQUe. Empezará día 6, practicándose todos los días durante la misa de

Cuarenta horas en honor de la Purísima Concepción, durante ios días

—

—

8, 9 y io. La

exposición se hará á las 7 de la mañana. A las 10 y media habrá misa cantada. Por la noche á

las siete y media rezo de la corona, meditación, estación cantada y reserva de S. D. M.

Fiesta de la Asunción de Ntra. Sra. A las diez y media Misa mayor cantada
por el pueblo y la Schola Cantorum, con
sermón panegírico por el Rdo. P. Juan Rubí, T..0. R. Por la noche ejercicio dedicado á la Asunción de Ntra. Sra. el que se Continuará todás las noches durante la octava.

Cuarto

domin—g—o1.

^‘a 27> p°r *a mañana á las 7 misade comunión general par^ losTer-
ciarios. Por la tarde á las 7 tendrá lugar la reunión mensual con ex¬

posición de S. D. M. y plática.

Indulgencias
S

Lp- lenarias.I

Con ^as condiciones ordinarias pueden ganar los Terciarios
indulgencia plenaria los días siguientes de este mes:

Día 2, Ntra. Sra. de los Angeles. Toties quoties.—4, Sto. Domingo deGuzmán.—12, Santa

Clara de Asís.—15, La Asunción de Ntra. Sra.—16, San Roque.—18, Sta. Clara de Montefalco.

—19, S. Luís, Obispo de Tolosa.—25, S. Luís, Rey de Francia, Patrón de los Terciarios; in¬

dulgencia plenaria y absolución general.

uri AnvaliOí* rlnl Pnnn libro que contiene los salmos y cántiLLI Auxiliar Owl UUlü.. c°s religiosos más usuales, para el
”, uso de los cantores y del pueblo en las funciones sagradas.
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Dedicada al fomento y propagación de la Orden Tercera de S. Francisco de Asís y demás otras franciscanas.

Palma i.° Agesto de 1911

Núm. 30

¡mporfaníi^imo /Acuerdo

tualidad sus actos y funciones, también lo es que, dada la humana flaqueza,

En Roma tuvo lugar el 27 del pasado
Abril una reunión de todos los Directo¬ res de las Hermandades Terciarias del
Lacio, y entre otros acuerdos muy dig¬ nos de notarse, que estudiaremos algún día, se tomó el siguiente:
6. Toda Hermandad procure, según las prescripciones de la Regla, tener al
menos cada año la visita canónica: y se
hacen votos para que los Superiores Fran¬ ciscanos se apresuren á concederles un Vi¬
sitador apto. Este acuerdo es á nuestro juicio
De interés uiíal
para la buena marcha de las Hermanda¬
des, tanto en el Lacio como fuera del Lacio, y por esto llamamos hoy sobre él la atención de los terciarios, y en parti¬ cular de los Directores y Ministros.
Porque, si bien es cierto que sin la visita canónica puede en absoluto una Hermandad estar bien organizada en sí misma, ser numerosa, y tener con pun¬

La visita canónica es indispensable
para sostener constantemente la activi¬ dad y animación de los fervorosos; y pa¬ ra que tengan un estímulo más para ser mejores, los perezosos y negligentes; es indispensable para que los miembros de
los Discretorios no se descuiden un pun¬
to en el desempeño de sus respectivos cargos, ayudando constantemente á los Directores en los esfuerzos que tienen que hacer, para que se sostenga el buen espíritu de las Hermandades; es indis¬ pensable para que se reparen las omi¬ siones que se hayan ido introduciendo, y se eviten las peligrosas novedades, ad¬
mitidas á veces con más celo que pru¬
dencia, en perjuicio del verdadero ca¬ rácter franciscano; es indispensable pa¬ ra que los Terciarios díscolos é incorre¬ gibles, si alguna vez los hubiere, tengan además de sus superiores inmediatos, una autoridad más alta, de la cual reci¬ ban sin apelación las correcciones y las penitencias.
Para todo esto, y para muchas otras

118

El Heraldo de Cristo

cosas que fácilmente puede colegir cual¬ quiera queen ello se fije, es indispensa¬
ble la visita canónica.
¿Es que no son feruorosas nuestras Her¬
mandades?
¡Como si lo son! Precisamente tene¬ mos de ello pruebas incontestables y re¬ cientes; pero no hemos de suponerlas más fervorosas que esas venerables Co¬ munidades de clero parroquial, que con su ejemplo y celo impulsa toda la pie¬ dad, la religión y las obras católicas de una parroquia; y esas Comunidades
tienen su visita canónica.
Ni hemos de suponerlas mejor orga¬ nizadas y más fervososas que esas Co¬ munidades de Religiosos y Religiosas que emplean todas las horas de su vida en atender á la propia santificación y al bien del prójimo: y para esas comuni¬ dades está prescrita la visita canónica.
De modo que cuando deseamos la vi¬ sita canónica para todas las Hermanda¬ des, no es porque las consideremos ti¬ bias y negligentes, sino para que ob¬ tengan todos los grandes bienes que la visita puede producir, y de hecho pro¬
duce.
Puede que alguno diga:

la Visita canónica! ¿Que digo terciarios?
¡Cuantos miembros de Discretorios ha¬ llaríamos, que, á pesar de su celo y de su entusiasmo por las cosas de la Terce¬ ra Orden, leen, sin hacer caso, aquellas palabras del capítulo m de la Regia en que se prescribe la Visita hecha cada año; sin duda porque no se han fijado en los grandísimos bienes que de la vi¬ sita podrían reportar sus Hermandades!
Está pues en su punto el acuerdo de los Directores del Lacio; y sería justo y razonable que su determinación fuese imitada y seguida por los celosos Direc¬ tores de nuestras Hermandades. Porque si ahora, siendo tales como somos, y es¬
tando tal como estamos, podemos hacer lo mucho que se hace; cuanto no podría¬
mos hacer cuando la visita canónica de
cada año habría perfeccionado nuestra
organización, habría corregido los peque¬ ños defectos, y habría llevado á todas
partes el mismo espíritu? ¿No es verdad que, puestas en estas
condiciones nuestras Hermandades, po¬ drían hacernos esperar y obtener todas los copiosísimos frutos que según los Sumos Pontífices han de producir en la sociedad, y que ya en parte vemos con nuestros ojos y palpamos, por decirlo a!-í, con nuestras manos?

iPéro, si esto es (te Regla!

\\! eso ¿cómo se arregla?

¿A que viene acordarlo ahora una reu¬ nión de Directores en Roma, y publicar¬ lo como cosa interesante y nueva?
Ahí está precisamente el mal; en que siendo, como es, cosa prescrita por la Regla de la Tercera Orden, haya respec¬ to de su cumplimiento menos cuidado que respecto del cumplimiento de mu¬ chos otros puntos de la misma Regla: lo
cual resulta en detrimento de las Her¬
mandades, y depende seguramente de que, por lo general, no se ha dado á la Visita canónica la importancia que tiene
realmente.
¡Cuántos terciarios hay que ni siquie¬ ra tienen noticia de que exista para ellos

preguntará alguno, deseoso^de ver puesta en práctica desde luego tan provechosa disposición.
La cosa es fácil.
Cada Hermandad, ya por medio de su Discretorio, ya por medio de su Di¬ rector, cuida de pedir la visita, indican¬ do al mismo tiempo la época en que les vendrá mejor recibirla para que sea có¬ moda para sus terciarios.
Por lo que se refiere á las Hermanda¬ des que pertenecen á la obediencia de la Orden Tercera Regular, hágase la peti¬
ción al M. R. P. Provincial de dicha
Orden, que reside en el convento de
S. Francisco en Palma.

El Heraldo de Cristo

119

El tiempo de la visita ha de ser desig¬ nado al menos de un modo aproximado por la misma Hermandad; pues si bien es voluntad de los Papas que la Visita se haga todos los años y más á menudo si fuere necesario, y que no se omita ja¬ más; es también su deseo que quede al
arbitrio de las Hermandades el escoger
el tiempo;-ya que elles mejor que nadie conocen cual es el más oportuno, y de la oportunidad depende en gran parte
el fruto de la visita.
Hecha la petición y señalado el tiem¬ po, se determina
Quien fia de ser el Visitador.
Como pueden ver los Sres. Directores en el número pasado de esta revista, la Congregación Provincial, tenida en Palma á 22 de Junio, eligió cuino Visita¬
dor General de nuestras Hermandades en Mallorca al Rdo. P. Fr. Francisco
Fornés, cuyas visitas particulares y ani¬
mosas exhortaciones han recibido ya muchas de ellas.
Creemos haber dado una idea general déla gran trascendencia de la Vi ita ca¬ nónica á las Hermandades Terciarias, y de la suma facilidad con que pueden conseguirla; resta ahora que, acomo¬ dándose á la letra y al espíritu de su Regla procuren tener cada aña, empezando por el presente, la visita ca¬ nónica; y pongan en esto, que tan fácil y cómodo es y tan poco trabajo ha de cos¬ taries, un poco del heroico empeño que
han sabido mostrar en actos tan costo¬
sos y tan llenos de sacrificios, como los que ya repetidas veces han realizado.
Fr. P. J. Cerda.

La Orden Franciscana
en el Congreso Eucarísíico
Un Franciscano, el seráfico San Pas¬ cual Bailón, es el Patrono de los Con¬ gresos y de todas las obras eucarísticas, y es natural que la Orden Seráfica haya estado dignamente representada en el XXII Congreso Eucarístico internacio¬
nal.
Además del eminentísimo señor Car¬
denal Legado de Su Santidad, han veni¬ do Comisiones Franciscanas de Italia, Francia, América, Portugal y de todas las provincias seráficas de España.
En las sesiones literarias han tomado
parte activa y han presentado varias Memorias de reconocido mérito; pues no ha faltado religioso que ha presentado cuatro Memorias, siendo elogiadísimas todas ellas por las ponencias y congre¬
sistas.
El estandarte de San Pascual presidió
todas las sesiones de San Francisco el
Grande, y antes de comenzar los actos se cantaban la antífona y la oración de este ínclito Patrono para impetrar gra¬ cias del Altísimo por el buen éxito del Congreso.
Pero el golpe franciscano estaba pre¬ parado para la gran procesión. Según el telegrama oficial dirigido á Su Santidad, 2.000 Terciarios con preciosos estandar¬ tes y una banda de música, llamaban la atención de todos los espectadores. Nu¬ meroso clero y caballeros de alta posi¬ ción social se veían en el ejército fran¬ ciscano con su escapulario y cordón.
Aquello era sublime, encantador. El iniciador de esta idea, muy reverendo Padre Andrés Ocerín Jáuregui, me¬ rece mil plácemes por haber organizado, con la valiosa ayuda de los reverendos Padres Capuchinos, tan hermosa proce¬
sión.
Él precioso estandarte de San Pas¬ cual, que expresamente se trajo de Villareal de la Plana, por indicación del Pa-

32..aa 120

El Heraldo de Cristo

dre Jáuregui, para tan solemne acto, ocu¬ paba lugar preferente y era llevado, bajo
la dirección del fervoroso Terciario y
presbítero D.JoséVillareal y del P.Ramonet, por seis robustos jóvenes de la mis¬ ma villa en que descansan los restos ve¬
nerandos del Seráfico Patrono de todas
las advocaciones eucarísticas, se colocó
en la puerta principal del Palacio real. La procesión de los Terciarios la ce¬

pues es cosa triste que los hijos no se¬ pan la vida de su padre y modelo.
Que la Orden Tercera es una, y,
por consiguiente debe establecerse una fraternal y compacta federación con las
Ordenes Terceras de todas las obedien¬
cias, fomentando la uniformidad en el es¬
capulario y en todas las manifestaciones externas y amándose como verdaderos hermanos en cualquier punto que se en¬

rraba el señor doctor D. Antonio Rome¬ contrasen; y

ro y Montes, Prelado doméstico de Su Santidad, Misionero apostólico y cura párroco de Dos Hermanas, á quien

Que para estrechar más y más es¬ tos lazos de federación y fraternidad se¬
ráfica, proponía á la Asamblea que en

acompañaba su hermano el presbítero D. Sebastián Romero y Montes y varios sacerdotes de alta categoría.
El día l.° de Julio tuvo la Orden Ter¬

1913, como séptimo centenario de la ve¬ nida de ¡San Francisco á España, se ce¬ lebre un Congreso Nacional de la Orden
Tercera, en San Francisco el Grande, de

cera de San Francisco una Asamblea en Madrid.

los salones de las Conferencias de San

Apenas pronunció estas últimas pala¬

Vicente de Paúl.

bras, cuando una atronadora salva de

Presidió el acto el señor Obispo de Jaén, teniendo á la derecha á la exce¬ lentísima señora duquesa de Tarifa, condesa de Valdegrana y otras Tercia¬

aplausos salió espontáneamente de los escaños de la Asamblea y ovacionaron
con delirio al Padre Andrés, quién ter¬
minó su discurso entre un entusiasmo

rias insignes, y á la izquierda el reve¬ indescriptible.

rendo Padre Andrés Ocerín Jáuregui

Cerró la Asamblea el excelentísimo

y numerosa representación de Padres Capuchinos.
Abrió la sesión, después de las preces de costumbre, el Padre Garnica.
El Padre León de Santibáñez nizo

señor Obispo de Jaén, aprobando las
conclusiones, pronunciando un hermoso discurso sobre la gran misión de San Francisco y de sus hijos, rezando un
Padre nuestro en honor del Seráfico Pa¬

atinadísimas observaciones sobre la bue¬ na marcha de las Ordenes Terceras: el
Padre Guardián de Olot explicó la mar¬

triarca y dando la bendición á todos los presentes.

cha y la actividad de los Terciarios en Cataluña, y el Padre Andrés Ocerín Jau-
regui pronunció un elocuentísimo dis¬ curso, indicando en él las tres siguien¬

Testament

tes conclusiones prácticas:
1.a Que no basta llevar el escapulario
y el cordón para ser buen Terciario, sino que es preciso informarse del espíritu de
San Francisco, ser imitador del seráfico
y llagado Patriarca, cuyo espíritu, según
las reiteradas instancias de los Sumos

Quant jo muiga, amada esposa, si tú vius, y no‘t fa nosa, tancam los nils, ¡tos espills!
Si es morta ma conpanyera,
lo que ella amorosa íera, feulio vosaltres, mos fills,

Pontífices, puede regenerar al mundo.
Para conseguir, pues, este espíritu se¬ ráfico, debe el Terciario leer y aprender
bien la vida de S. Francisco de Asís,

De fó y humiltat en proba
amortalleume ab la roba
del bon Pare Sant Francés;
de corones y garlandes,

El Heraldo de Cristo

i2t

de creus, insignies y bandes, ¡vanitats!, nolm poseu res.
En les mans lo Sant Rosari
vull portar; 1‘escapulari del Carme penjat al pit; y com signe ben notori de mon dijós desposori,
1‘anell d’or ficat al dit.
Quant me porten á la fosa, davant, ¡insignia gloriosa!, vaja ben alta la creu; si acompanyarme ‘s dignaren los que ‘n vida m’ estimaren tai favor els pague Deu.
Paseume per la capella de la Verge pura y bella,
Patrona dels valencians;
y quant arrive á la porta,
canten en veu no mol forta
un responso els capellans.
Pera guardar mes despulles,
baixant á terra les fulles,
no plantéu ningún ploró; plantéu un xiprer, que apunta dret al cel, y al cel s‘ en munta
com s‘ en munta la oració.
La oració, que tota pena conhorta, dolsa cadena
que unix els vius y els difunts: aixó, mos filis, vos demane; que preguéu vos encomane sempre agermanats y junts.
¡Preguéu á Deu que ‘m perdone y la santa gloria ‘m done, ja que, indigne pecador,
si molt faltí en esta vida, men ánima malferida
sempre ha estat plena de amor!
L'amor sant, divina essencia, endolce vostra existencia donantvos dijes sens fí;
y quant, tranquila y confiada,
alcéu al cel la mirada, enrecordeuvos de mí.

Y vosaltres, els insignes trovadors, mes que jo dignes del que ’m doneu dols tribut, per traure d’ell harmonía que trovar jo no sabría, prengáu mon pobre llaút.
La Musa volguda y santa que les patries glories canta, mare amorosa, el posá en les meues mans febroses, quant, coronada de roses, del llarch somni despertà:
més inspirats y més destres, ¡oh nobles amichs! ¡oh mestres del'Gay Saber triunfador! feu vibrar totes ses cordes, cantant en triples acordes la Fé, la Patria y 1’ Amor. .
Cantéu la Fé, llum segura, que á la pobra criatura, si enfosquix son seny lo mal,
entre nubolades negres
mostra ‘ls resplandors alegres de son reyne celestial.
Cantéu la Patria, y si á terra baixa T front, en mala guerra ferit, digau á una veu que aquell que la desampare,
fill bort de tan bona mare, •
no tindrà perdó de Deu.
Cantéu l’Amor, que agermana tota la familia humana, que entre tots partix el pa; y en nostres vies asproses, lliris entre carts, y roses á pomells esclatar fa.
¡Y si la gloria vos dona la cobejada corona de un reynat que no te fí, penséu ab quánta alegria jo en vostre front la voría, y enrecordeuvos de mí!
f Teodor Llorente.

122

El Heraldo de Cristo

El Espíritu de S. Francisco

gún género; no por esto dejaba de dibu¬ jarse en el rostro de sus moradores la

más franca y sincera alegría, ni cesaban

Pontifical en 5ía. María de los Hngeles.—
Capítulo de las Esteras. - Palabras me¬ morables.— bos pobres son socorridos. —Loslobosv los corderos—Principa¬ les estatutos de este Capítulo.

éstos en sus pláticas espirituales y en sus dulces cánticos, imitando á los pinta¬ dos pajarillos que, descuidados de su sustento, mezclaban con ellos sus suaves
melodías.
Tan agradables é inusitadas impre¬

El día 26 de Mayo de 1219, fiesta de siones obligaron al anciano Cardenal á

Pentecostés, se celebraba en la humilde y exclamar, acordándose de las palabras

solitaria capillita de la Porciúncula una del Patriarca Jacob; «Verdaderamente,

función solemnísima, preludio de una este es el campamento del Señor que

asamblea asaz memorable y de fecun¬ conducirá las almas al cielo!» Y Francis¬

dos resultados. El Cardenal protector de co, dando gracias á Dios por haber mul¬

la familia franciscana, delegado por el tiplicado sus hijos como las arenas del

Papa para presidir el segundo Capítulo mar, les dijo para conservar y aumentar

general de la Orden, celebraba Misa en ellos el espíritu seráfico: «Hermanos

Pontifical en el altar de Santa María de mios, grandes cosas hemos prometido

los Angeles, asistido propablemente por á Dios, y se nos han prometido todavía

los fundadores de las dos Ordenes her¬ mayores. Cumplamos las unas, suspire¬

manas, é imploraba la asistencia del Es¬ mos por las otras: el placer es corto, el

píritu Santo, cuyo himno cantaban al¬ dolor eterno, el sufrimiento posible y li¬

ternativamente dos nutridísimos coros gero y la gloria infinita. Muchos son los

de religiosos. Aquella capilla veneranda llamados y pocos los escogidos. Cada

por su antigüedad y por los prodigios en cual recibirá el premio á que sea acree¬

ella obrados inspiraba en aquel día una dor. »

devoción más tierna y fervorosa que de

¿Por qué predicar tanta pobreza y des¬

ordinario, y la presencia del Cardenal, precio del mundo, cuando se habían ya

y la apacible santidad de los fundado jI despreciado efectivamente todas las co¬

res, y la religiosa compostura de una le- ' sas, y se carecía de lo estrictamente ne¬

gión innumerable de religiosos que se cesario? ¿No era imprudencia grande des¬

amaban antes de conocerse y hablarse, cuidar las necesidades corporales de

embargaban dulcísimamente el ánimo, y los Frailes y atender sólo á su provecho

le hacían exclamar con el Profeta- ¡Cuan espiritual? Francisco, modelo perfecto

bueno y agradable es habitar en tan de celestial prudencia, tenía profunda¬

santa compañía!

mente impresas en su corazón las pala¬

Por los alrededores de la vetusta igle¬ bras de N. S. Jesucristo. «Buscad pri¬

sia la pobreza había sentado sus reales meramente el reino de Dios y su justi¬

para aquel numeroso ejército. Cabe los cia, y todas las demás cosas se os darán

árboles frondosos, y arrimadas á los pe¬ por añadidura», y dejaba á la Provi¬

ñascos,y esparcidas por el campo veíanse dencia el cuidado de las necesidades de

confusas en agradable desorden nume¬ sus hijos. Y la Providencia de Dios no

rosas cabañas fabricadas de troncos y faltó en esta ocasión, como no podía fal¬

ramas de árboles y cubiertas en su ma¬ tar. Poco despues viéronse llegar de Asís,

yor parte de esteras, de donde le vino de Perusa, de Foligno y hasta de Espo*

á este celebérrimo Capítulo el llamarse leto hombres de todas condiciones, cléri¬

con este nombre. En el interior de las gos y seglares, caballeros y plebeyos,

cabañas no se veían sillas, ni mesas, ni con abundante provisión de víveres para

rústicas camas, ni provisiones de nin¬ los cinco mil religiosos allí reunidos; y

El Heraldo de Cristo

123

no sólo se los distribuyeron generosamen ! María. 2.il Que en las oraciones de la

te, sino que tenían á grande honra servir Misa Protege nos, Domine y Exaudi nos,

á los pobrecitos de Cristo. Aquellos soco¬ Deus se hiciese expresa mención de los

rros duraron todo el tiempo del Capítulo. Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y 3.a

Recordaremos solamente de paso la sa¬ Que no se admitiese iglesia ni convento

ludable impresión que causó en la mayor II alguno que no fuese conforme con la

parte de los curiosos asistentes un espec¬ santa pobreza prometida. De este modo

táculo semejante, y que muchos de ellos empezaban á delinearse algunos de los

<3>volvieron ásus casascon sentimientos
muy diferentes de aquellos con que ha¬ bían venido, y que otros muchos—pasa¬ rían de quinientos—según dice su vida, más generosos ó más desembarazados de negocios y familia, determinaron quedar¬ se con aquellos santos, para imitar su santa vida y gozar de su grata compañía. A vista de tan lison jeros resultados y de tan copiosos frutos séanos lícito observar j
que la conquista del mundo para Dios, que consiste en la difusión de la fe ca¬ tólica y en la reforma de las costumbres, se ha de alcanzar con las armas espiri¬ tuales de la caridad, de la abnegación, de la humildad y mansedumbre, y de la
pobreza, porque no es conveniente que j los corderos se vistan de lobos para lie- 1
gar á persuadir á éstos que, depuesta su ferocidad, se conviertan en mansos cor¬
deros.
Francisco amaba la sencillez y natu¬ ralidad y odiaba todo fingimiento y exa¬
geración. Y así, habiendo sabido que al¬ gunos de sus hijos se entregaban ádurísimas penitencias y cruentas flagelaciones, mandó que le fuesen presentados todos los instrumentos de penitencia, y viendo
que se había reunido un gran número de ellos, prohibió terminantemente este i

principales rasgos distintivos de la Or¬
den Franciscana.
Fr. A. R.

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Ante Seráfico

(CONTINUACIÓN)

Fundiéronse, pues, en un mismo

ideal, dos artes diferentes, pues al

mismo tiempo que «Cfiotto escribía su

p etna en la bóveda de la iglesia su¬

perior é inferior (de Asís), el Dante,

su contemporáneo y amigo, escribía

el suyo en »u Divina Comedia; admi¬

rándose en ambos un mismo gvnio y

una misma inspiración, de tal modo,

que los frescos inmortales del pintor,

hacen recordar los imperecederos ter¬

cetos de! poeta.

Este cantó á aquel

en sus versos; demostrándonos lo mu¬

cho que superó G otto ásu maestro Ci-

mabue y la gloria que alcanzó en el

difíc 1 arte de Parrhasios:

CredettO Ciinabuó nelL pitlura Tener lo campo, mi ora lia Ciolto il grillo
Slccho. la fama di colui oscura. (2)

til sitio indicado para buscar los

género de maceraciones, moderando con tan sabias disposiciones el indiscreto fer¬

grandiosos prodigios del art- floren¬ tino es la Basílica de Asís, á laque

vor, y previniendo los graves peligros ¡ que de ahí podían seguirse.
Tres disposiciones se tomaron en este Capítulo dignas de eterna memoria y de ser observadas puntualmente por todos

con toda propiedad se ha llamado la
verdadera cuna de la naciente escue¬
la. Terminada ya la magnífica fᬠbrica de la.iglesia, era indispensable e decorarla; era necesario, como dice

los que nos preciamos dé ser hijos del
Patriarca de Asís. Fueron estas: 1.a Que
todos los sábados se celebrase en cada

(1) Clit-rancó. Vida citada.
(2) Liniabue creyó imperar en el campo de la pin¬ tura, y Gimió es abora el que priva, dejando eclipsado

convento de la Orden una Misa solemne
en honor de la Bienaventurada Virgen

y oscuro id renombre de aquel. (Divina Comedia, Eurgitorio, Canto XI, 9i.)
(1) Clierancó.

i ¿4

El Heraldo de Cristo

un autor, (1> que las piedras hablasen y que hablasen en el lenguaje de la pintura, porque éste es el que entien¬ den los ignorantes y los pequeños; era necesario poner allí visible el cielo, y que los ángeles y los santos perma¬ necieran presentes para consuelo y enseñanza de las gentes; y al efec to distribuyó en la Basílica superior ventiocho vastas composiciones, que son «obras maestras, de nobleza é in¬ genuidad, y que le ganaron el título de discípulo de la naturaleza.» (2)
Ejecutó esta magnífica obra entre 1298 y 1808, por orden de Giovanni di Muro, (s) General entonces de los Franciscanos. Empezó por el ruuro de la derecha, y sobre los que C¡mabué había comenzado. El orden y títulos de estos magníficos frescos, son como siguen:
l.° Un habitante de Asís extiende
su manto para que pase sobre él San
Francisco. 2 ° El Santo dando su tú
nica á un mendigo.—3.° Aparición de
Cristo á S. Francisco enseñándole
un palacio lleno de armas.— 4.° El Crucifijo de San Damián le ordena la reparación de la iglesia. — 5.° San
Francisco renuncia á los bienes del
mundo. — 6:° El Papa Inocencio
III ve en sueños á San Francisco
sosteniendo la iglesia de S. Juan de Letrán que está amenazando ruina.— 7.° Honorio III aprueba la regla de
los frailes Menores.—8.° Los frailes
Menores ven á S. Francisco arreba¬
tado en un carro de fuego.—9.° San Francisco y sus compañeros ven en sueños á un angel que le enseña cin¬ co tronos.—10. S. Francisco expulsa
los demonios de la ciudad de Arezzo.
11.-S. Francisco delante del Sultán de
Egipto.-12. El Santo en éxtasis hablan
do con Dios.—13. Celebra en Greccio
(1) Ozanam (Antonio Federico). N. en t813. M. en 1853. Autor de «Los poetas franciscanos en Italia en el siglo XH1» y otras obras de la misma indole.
(2) Manjarrés (D. José de) Arqueología española.
(3) Vasari.

el misterio déla Natividad del Señor.
— 14. El Santo hace brotar el agua
de una peñn para apagar la sed á
un ciudadano. — 15. San Francisco
predicando á las aves.—16. El Santo predice la muerte de un hombre de Celano, su huésped.—17. San Fran¬ cisco predicando delante del Papa Honorio III.— 18. Mientras predica S. Antonio de Padua en el Capítulo de Arlés, se aparece San Francisco, que vivía aún en este mundo -19- San Francisco recibiendo las sagradas lla¬ gas en el monte Alveroia.-20 Los frai
les Menores celebran los Dinerales del
Santo.—21. El fraile Agustino y el Obispo de Asís son informados en sue¬
ños de la muerte del Santo,—22. Jeró¬
nimo de Asís se convence de la vera¬
cidad de los estigmas de S. Francisco —23. El cuerpo del Santo es lleva¬ do solemnemente á la iglesia de San Damián,siendo recibido en el atrio por Santa C ara y sus hermanas de la Or¬
den.—24. Canonización de S. Fran¬
cisco, y milagros obtenidos por su in¬ tercesión.— 25. Aparición del Santo al Papa Gregorio IX para probarle la realidad de las Llagas.—26. San
Francisco cura de una herida mor¬
tal á un joven hombre de Lérida, que le era muy devoto. — 27. Resucita en monte Maraño (cerca de Beneven¬ to) una mujer muerta en pecado y que
le era devota- 28 —El Santo haciendo
libertar de prisión á Pedro de Asís, acusado de hereje.
Admíranse en estas obras tres ma
nos diferentes, ó al menos tres épocas
distintas.
Son, como se habrá obvervado por el título de las composiciones, «esce¬ nas casi contemporáneas y ya poeti¬ zadas por la fantasía popular: por tanto se inspiró sencillamente en las narraciones exquisitas de las Floreci¬ tas; interpretó en pintura la'deliciosa
leyenda deS. Buenaventura; y, seme¬ jante al piadoso estático que apaci¬ guaba á los hombres, encantaba á las

i

El Heraldo de Cristo

125

mujeres, atraía á los niños y conver¬ saba con los pájaros, se dirigió como
él á la naturaleza viva.» W
Tarea larguísima sería el describir los méritos que corresponden á cada una de estas bellísimas composiciones; así es que nos limitaremos sólo á las que de un modo visible superan á las demás. Las que sobresalen por su be lleza y rica variedad de grupos son: la que representa la fiesta del Pesebre, la impresión de las Llagas, el Capítu¬ lo de Frailes Menores habido en 1224,
y el Santo predicaudo delante del Pa¬ pa Honorio III y sus Cardenales. Don¬ de brilla más portentoso su genio es en el 10, en el que delineó la ciudad
de Arezzo con el Santo expeliendo los demouios. Aparecen sobre la ciu
dad siete monstruos horrendos, sim¬
bolizando los siete pecados capitales,
y á la izquierda un templo de bella arquitectura y elegantes proporcio nes. Sigue después por su mérito el 11 que representa al Santo delante del Sultán de Egipto, y provocando á la prueba del fuego al sacerdote de Mo¬ hamet. El IB representa la Natividad
de Nuestro Señor Jesucristo celebra¬
da en el bosque de Greccio. De ro¬ dillas el Santo delante del pesebre, contempla en piadosa actitud al Niño Dios. El más estupendo es el que re¬
presenta la muerte del Santo. Ha pin¬
tado Giotto esta obra en el momento
que sale Santa Clara de la iglesia de S. Damián poniendo la mano sobre el féretro para contemplar de cerca la figura del Santo, como queriendo re¬ cordar la dulce atracción que la ilu¬ minó toda su vida. Representó en el
20 los fuuerales del Santo viéndose el
alma trasportada al Paraíso. ¡Cuán inspirado en la invención, principal¬ mente en la parte superior de esta obra! En la parte inferior se ve una admirable disposición en las figuras arrodilladas todas con gran devoción

alrededor del cuerpo muerto del gran Padre y Maestro.
«Puso Giotto en esta obra toda la
inspiración de su genio, principal¬
mente en la distribución del claros¬
curo, compendiando en toda ella en general la gracia de Fra Angélico, la maestría del Perugino y el ideal de Rafael.» (1) Se dió principio á esta co¬ losal obra con Giunta; la continuó Cimabué; y fué terminada por Giotto en la pared superior de la Basísica.
Con ella se había dado un gran paso
en el pregreso de la pintura, y princi* palme'nte en el arte florentino,
Antonio Giménez, Terciario.

{Continuará)

!-;■

-» ♦ -j-l- -*■ ♦ j-j—*—jfc-

J,a última moda...

Aquel día creí resuelta de veras la cuestión que me preocupaba.
Consideré que la opinión de las gen¬ tes sensatas estaba preparada por las campañas de los periódicos católicos; que los ánimos estaban dispuestos y las voluntades propicias; que el buen sen. tido había ganado el terreno casi por completo; y que faltaba muy poco para que se convirtiera en un hecho la reac¬ ción y guerra contra las últimas modas, que según el parecer general, manifes¬
tado sotto voce, son un monstruoso esper¬
pento en lo artístico, una funesta ruina
en lo económico, y una escandalosa des¬ vergüenza en lo moral.
Con la idea de hacer algo práctico que pudiera servir de punto de partida, cogí dos ó tres números de un diario católico, y me encaminé al palacio de

(lj Georges Lafenestre. (Peinture italiane.)

(i) Prudenzano.

126

El Heraldo de Cristo

una distinguida dama, cuya cooperación ! podía servirme de mucho.
—Señora, vengo á solicitar su apoyo para una gran obra de caridad y sanea¬
miento social.
— Pues cuente V, conmigo. Ya sabe que estoy siempre aliado
de todas las obras buenas.
— Por eso mismo he pensado en usted
ahora.
— Dígame en qué puedo servirle. Tomé aliento, tosí un poco y continué: — Usted sabe, señora, que la moda en nuestros días ha traspasado por comple¬ to todos los límites de lo razonable, y ha llegado á los extremos de una verda¬
dera indecencia...
—¿De qué modas se trata? - No se trata de la falda-pantalón, moda que no ha llegado á cuajar en Es¬ paña porque á pesar de los pesares hay todavía en nuestro suelo más vergüenza de la que creen ciertos modistos extran¬ jeros y ciertas divas españolas; no. Se tra ta de la moda que ha podido penetrar en nuestras ciudades y ha llegado á seguir
escote, de la falda ceñida, del desnudo
de brazos, de los calados atrevidos que van extendiéndose ya á distintas partes
del vestido, de los corsés... ¿cómo lo* llamaremos? ei) fin de todo ese conjunto de cosas que forman la moda actual y son una provocación constante á la las¬ civia; en tales términos, que se tendría por degradada á la mujer que así vis¬
tiera, si no existiese el ridículo conven¬
cionalismo de que por ser moda puede
tolerarse tal exceso: lo cual es una so
lemne majadería social... —Y ¿qué se pretende? preguntó mi
interlocutora admirada al oír aquellas
novedades.

— Si V. ha leído los periódicos católi¬
cos de estos días...
—Ah, si, los periódicos católicos! Yo doy una buena cantidad anual para sus¬ cripciones á los periódicos católicos; pe¬ ro no puedo leerlos, hay tanto que leer... Me contento con enterarme de lo prin¬ cipal.
—Pues lo principal ha sido ahora la campaña contra dichas modas: distingui¬ dos publicistas, habiles escritores, ma¬
dres de familia, señoritas de la buena
sociedad, todos han protestado contra
tamaño desorden.
— Pero ¿qué se intenta? — Se intenta poner un dique á la co¬ rriente, y conseguir que nuestra juventud con un gesto de dignidad cristiana y es¬ pañola, sacuda el yugo de la moda que trata de imponerle sus caprichos y sus descomposturas... —Y yo ¿qué puedo hacer? —Muy sencillo: servirse de su prestigioyautoridad mora' para que las personasque frecuentansu casa dejen de seguir tales disparates; exigir á sus sobrinas, que no pueden desatenderla, que se opongan al criterio de sus modistas y no se dejen arrastrar por la estrafalaria razón de que las demás lo hacen; y so¬ bre todo, (esto es lo principal) obligar á sus dos hijas, cuyo ejemplo tanto puede4 á que sean las primeras en desechar ta¬ maños abusos y vestir á lo cristiano. Aquí cambió por completo el carác¬
ter de la conversación.
—¿Es que mis hijas no visten á lo
cristiano?
- No señora; sus hijas siguen la mo¬ da, y si la moda es mala para las demás en el sentido que hemos indicado, tam¬ bién es mala para ellas.

El Heraldo de Cristo

127

| — En este caso tendremos que obli-
gar á las gentec sensatas á que hagan el | ridículo papel de vestirse según los usos

autoriza el uso general, aunque sea de¬
fectuoso?
— Cualquier madre que tenga sentido

de hace cincuenta años.

común y esté perfectamente convencida

— Si fuera preciso, así debería hacer¬ de que sus hijas tendrán mejor nombre
se: pero no importa ir tan lejos para i si llaman la atención del público por su
hermanar la modestia con la elegancia; delicadeza, buen juicio, educación, ge¬

sobran los medios que hay para hacerlo, lo que falta es voluntad. Y si V. teme al ridículo, le diré que apenas es posible se dé algo más ridículo que el traje ac

nerosidad y piedad, que si la llaman por su excesivo lujo y modo desenfrenado.
—Sin embargo, yo no puedo resig¬ narme á que mis hijas hagan un papel
desairado.

tual.

— Señora, un papel desairado no lo

Yo he visto en el templo del Señor hace jamás una joven cristiana que de¬

pasar de una parte á otra una joven fiende la delicadeza de su alma y la pu¬

vestida según la moda, y tras ella he reza de su corazón contra los peligros

visto una risa general del público, mal que la comprometen, aunque estos pe¬

disimulada con los correspondientes pa¬ ligros sean de moda.

ñuelos; he visto atravesar nuestros pa¬

— Con todo no me atrevo á exigir á

seos á la joven esclava de la moda, y me mis hijas este sacrificio. Por otra parte,

ha llamado la atención aquel desprecio ¿quién sabe? Tal vez hay en esto exage¬

natural con que se la mira y las bromas ración! En todo ha de guardarse la pru-

que á costa de ella hacen los desocupa¬ j dencia...

dos que la observan; he visto en medio

Comprendí que era inútil insistir;

de una importante población á una joven traté de cortar la conversación con la

de unos 19 años empeñada en subir á un carruaje y, detenida por su falda, no po¬

mayor suavidad posible; y me dispuse á
retirarme.

derlo conseguir, á pesar de sus repeti das tentativas, hasta que le ayudaron algunos vecinos caritativos, y consiguie

Cuando la señora se levantó para des¬ pedirme, cayese al suelo desdoblándose
una revista ilustrada.

ron subirla entre las cuchufletas de los
curiosos que se habían parado á presen¬ ciar el espectáculo.

Era el último número de La Moda
elegante. Sonrojóse ella un poquito, y por toda

Vea V, si es ridicula la moda; cuando . excusa me dijo:

no por otra cosa, por ridicula debería

- Nos entreteníamos un rato.

desecharse; ó ¿es que temen el ridículo

Yo me acordé de lo que me había di¬

para ser recatadas, y no lo temen para cho al principio respecto de los perió¬

seguir la moda descompuesta?

dicos católicos, pero disimulé, y me re¬

— Pero ¿qué madre consentirá que sus tire profundamente apenado.

hijas dejen de vestir como las restantes amigas de su edad; ó se presenten en

Aquel desengaño, sin embargo, no me

público con un traje distinto del que desanimó.

128

El Heraldo de Cristo

Comprendí que ciertas madres son completamente inútiles para remediar á sus hijas; y pensé que lo mejor era acu¬
dir á las mismas interesadas para con¬
seguir que ellas, de buena voluntad y en un arranque generoso de su corazón cristiano, rechazasen aquella moda in¬ digna.
Con este fin llamé á otra puerta. En¬ contré muy buenas disposiciones: expu¬ se ante madre é hijas el objeto de mi
visita, hice notar la trascendencia que
tendría el buen ejemplo de la joven, dado su buen ejemplo y su posición so¬ cial, y le recomendé la obra proyectada.
Ella convino en que la moda era indecorosa; confesó francamente que no
la consideraba artística, y que por am¬
bos motivos no le gustaba; pero que la seguía por compromiso, para ser como las demás; para no quedarse rezagada; porque habiendo seguido siempre con aplauso las modas anteriores, que no
eran indecentes, temía la crítica y creía
desmerecer y rebajarse si no seguía la
actual.
Hice un esfuerzo para demostrarle cuanto podría levantarse, y cuanto pres¬ tigio cobraría la primera joven que su¬ piera rebelarse contra el yugo de las modistas y rechazar sus imposiciones.
Estuvo conforme.
Le indiqué el gran bien que haría á
la sociedad librándole de los inconve¬
nientes de una moda como la presente También estuvo conforme.
La manifesté que su posición y sus relaciones sociales eran muy á propósito
para tomar la iniciativa de la reforma.
También estuvo conforme.
Pero
Se acordó de sus trajes, del juicio de

sus modistas, de los elogios de sus ami¬ gas, de las enhorabuenas de sus adula¬ dores, y temió perder todo aquello...
Puesta entre Cristo y aquellas vanida des, no supo sacrificar las vanidades y sacrificó los dictados de su buen juicio y las inspiraciones del cielo.

Entonces me retiré desalentado, y di-
ciéndome:
¿Qué cristianismo és ese? ¿Qué pue¬ de esperarse del cristianismo de estas gentes?
¿Es posible, Señor? Para distinguirse, para brillar, para no ser menos, para
llamar la atención... os venden á Vos que
sois el único que habéis defendido su verdadera dignidad y estimado su gran¬
deza...
Por eso no permitiréis jamás que sea grande la muj r que se humilla al yugo vil de una moda que Vos reprobáis; y haréis que sea alabada y venerada y amada la joven que sabe hollarlo todo, y despreciarlo todo, y sacrificarlo todo para vivir como Vos queréis. Mulier ti¬ mens Deum, ipsa laudabitur...
Fulgencio.

■"-£=3=3

-£3=$*-.····H£3=3r····-aí-·

J)q todo un poeo

No podemos menos de comenzar esta interrumpida crónica evocando el impe¬ recedero recuerdo del XXII Congreso
Eucarístico Internacional celebrado en
Madrid en la última quincena del mes pasado. Aquello fué una manifestación imponente, avasolladora de fe y de pie¬ dad católicas, capaz de hacer compren¬ der á los más avanzados, que el público anhelo no puede cifrarse en la perse¬ cución de las Ordenes religiosas, \_ni en

El Heraldo de Cristo

I2Ç)

la secularización del matrimonio y de algunas bombas, yo oí á algunos de esos

los cementerios, ni en ninguna ley con¬ terciarios seglares que decían: la mejor

traria á los católicos; porque nosotros gloria que pudiera legar á mis hijos se¬

demostramos entonces que éramos la ría la de morir junto á Jesús sacramen¬

mayoría, y una mayoría dispuesta á po¬ tado durante la procesión. ¡Que convic¬

ner al servicio de la Iglesia, persona, ciones más profundas y más cristianas!

hacienda y hasta la misma vida.

Terciarios de Mallorca, imitemos esos

Jamás podremos olvidar aquel paseo heroicos ejemplos! Si allá hubiéramos

triunfal que hizo Jesucristo Rey por las llegado á morir ó muriéramos en otra

principales calles de Madrid. Las boca¬ ocasión semejante, no habría para que

calles, las aceras, los balcones engalana¬ temer, seríamos flores echadas al paso

dos con ricos damascos y preciosísimos de Jesús quien nos recogería con amor

tapices, todo estaba atestadísimo de para colocarnos en los tronos de su glo

gente que contemplaba respetuosa y en¬ ria.

tusiasta aquel avanzar majestuoso, y glo¬

#

%

•

*

rioso del Rey de los siglos rodeado de una guardia de honor de más de 100,000 hombres, casi todos jóvenes, rezando el santo rosario ó cantando aquel himno de triunfo que, al subir á los cielos en una ola inmensa de armonía, parecía bo¬ rrar todo triunfo y todo entusiasmo que no fueran los triunfos y los entusiasmos

En cuanto á política pocas cosas po¬ demos decir, ya que el calor parece agostarlo todo y marchitarlo todo hasta las iniciativas y arranques de los más
caracterizados. Ante los terribles rayos
de sol no queda otro recurso que pen¬ car en las playas y chalets de delicioso
veraneo.

por la hostia sacrosanta. Y así, cuando en la plaza grandiosa de la Armería se
hubo recibido la bendición eucarística y
los congresistas prorrumpieron en vivas

No obstante, esa general desbandada de los grandes y calidos centros políti¬ cos á las frescas extremidades peninsu¬
lares, tranquilas como los mares de estío,

yen cánticos, no se oyeron otros que los dirigidos á Cristo Jesús, cuya presen¬ cia real en el sacramento del amor eclip¬
saba todas las grandezas de la tierra.

que los bañan, los de la conjunción re¬
publicana-socialista siguen en sus pero¬ ratas y mítines y en su marcha triunfal
hacia el descrédito más colosal y ver¬

Más para los terciarios hay una nota gonzoso ante el país.

interesante; los terciarios allá en la pro¬

Ved ahí como empiezan, como pro¬

cesión, fuimos muchísimos, así sacerdo¬ siguen, como terminan un mitin conjuntes como seglares, vistiendo el cordón cionista celebrado en Barcelona contra

y el escapulario precedidos de numero¬ la guerra que puede, ó no, sobrevenir

sos estandartes llevados todos por los en Marruecos.

jóvenes de la Orden. Y pude notar dos

Comienzan por sacar á relucir unos

cosas que tal vez llamen la atención, cartelones en que los diferentes grupos

(ojalá sea así) de los mallorquines algun aplaudían á sus respectivos jefes; los na
tanto miedosos: fueron el valor con que cionalistas dan vivas á los oradores fo¬

asistían á una procesión que podía ser rasteros y los lerrouxistas á Lerroux.

peligrosa, y el orgullo con que vestían un escapulario por lo menos tres veces más grande que el que solemos vestir

Y ni si fueran dos nubes cargadas
de granizo que chocan y [estallan: co¬ menzó en el local una de palos y cosco¬

nosotros en nuestras públicas manifesta¬ rrones y bofetadas que daba gusto, y

ciones. Cuando por Madrid se decía con ponía en escena la deliciosa fraternidad

insistencia que algunos anarquistas, que republicana abrazándose con la libertád
j no habían podido ser cogidos por la po- de... hacer lo que á cada uuo ie parece
licía, iban á arrojar sobre la procesión más entretenido y agradable.

i 30

El Heraldo de Cristo

Recomiendan calma los oradores. El
populachero Soriano, recibido con una silba estruendosa, se toma la antigua (en él) venganza de los denuestos é íninsultos: sus párrafos son terriblemente aplaudidos, pues las manos no vienen á juntarse unas con otras, sino que para lograr un ruido más recio dan contra la cabeza del vecino y unos bofetones atroces son el mareo que pone el públi¬
co ilustrado a las finísimas lindezas de
Rodrigo Soriáno, el fundador de España
Nueva.

La indisciplina se apodera del ejército y el estado general es tan inseguro que todo hace creer, ó en la completa ban¬ carrota de esa república de tiranos y cacos ó en una reacción que restablezca nn sistema de orden, de paz y de públi¬
co bienestar.
Quiera Dios que así sea para bien de la religión y de la nación portuguesa ve¬ cina y hermana nuestra.

.2/ Julio.

Aurelius, T. F.

, Pero, señores míos, ¿venís á protestar contra la guerra, y vosotros iniciáis la guerra? ¿Venís a pedirla paz. y vosotros abofeteáis la paz? ¡Oh lógica y conse¬ cuencia republico-sociabsta!
Terminó sin más incidentes que silbas y denuestos é injurias con que los dife rentes grupos saludaban y regalaban á
los oradores adversarios a su paso por
las Ramblas, cuando marchaban á sus
respectivos hoteles.
E-cenas son estas dignas de tenerse muyen cuerna para recordárselas á esos progresistas que en trenes y cafés hacen la apología de esos indignos directores del pueblo que merecerían algo más que silbas; ocupar en los presidios un lugar distinguido por sus revelantes méritos.

¡ —i-i—♦—<♦—•j··í·—H—♦— Pan de 5. flntonio

Mes ije Julio

Cepillo de la iglesia de San Francisco

en Palma

Pesetas

Limosnas recogidas. . . . Por 433 kilogramos de pan. Repartido en metálico. . .

320’00 15F55
25’00

Total repartido

17(>’55

I Remanente. .

....

143’45

Y todo esto, que es un idilio en com¬ Çròníea franciscana

paración de lo que sucedería si gozaran

del poder, la es también comparado con

EXTERIOR

lo que continua sucediendo en Portug 1. ¡Desgraciada república, la república portuguesa!

Peregrinación á Villarreal.-Después de terminado el Congreso Eucarístico,

Allí continúan no ya los despilfarros gran número de congresistas fueron en

en la Hacienda, sino los asesinatos mis trenes especiales á visitar el sepulcro del

teriosos y las violencias más salvajes é Patrono de los Congresos Eucarísticos,
inconcebibles. Mueren en las cárceles el inmortal franciscano San Pascual Bai-

muchos monárquicos y militares honra¬ I lón.

dos, y mueren de muerte repentina sin

Se celebró una solemne vigilia á la

que las familias puedan lograr del Go¬ I que asistieron 30,000 personas.

bierno el que se les practique la au¬

Celebróse también una misa solemne

topsia.

á la que asistió el Sr. Arzobispo de Va¬

Sacerdotes inocentes, sólo porque lencia y los Sres. Obispos de Ciudad

estorban, son también encarcelados y Real, Jaén y Tortosa. Ofició el Arzobispo
objeto de represalias de todo género. 1 de Sevilla y predicó el Obispo de Jaén.

El Heraldo de Cristo

13 i

Por la tarde hubo uua solemne proce- 1, contra la masonería y los otros enemigos sión á la que asistió un gentío inmenso. del nombre cristiano. No contentos con

terciario condecorado por el Papa. En Pordenona, Patria del Bto. Odorico,
famoso misionero franciscano, un exce¬

haber recaudado fondos y comprado una casa para la revista, se han dedicado á
buscar abonados con tanto celo que en
pocas semanas sólo en Medellin han he¬

lente sacerdote, D Umberto Gasparilo,
atrajo con su celo á la Tercera Orden á D. David Coassin. Conquista gloriosa

cho 3200 suscriptores. ¡O si todos los Terciarios imitasen este ejemplo!

fue ésta, pues el prestigioso caballero pu¬

so al servicio de su Orden toda la Junta del Círculo Católico de la villa, que en

Noticias ? variedades

masa vistió la librea seráfica llevando

tras sí á otros muchísimos jóvenes con
su ejemplo. Como premio de esta acción, del inte¬

Un anticlerical condenado por los
tribunales.

rés, generosidad y trabajos sin número que el Sr. Coassin puso continuamente
al servicio de las «Obras Franciscanas»,
el Romano Pontífice le concedió la Gruz
Pro Ecclesia et Pontífice. La merecida condecoración produjo inusitado entu¬ siasmo eu la localidad, de la que recibió el agraciado las más calurosas felicita¬
ciones.

El día 28 de Mayo se vió en la Audien¬ cia de Pontevedra la causa seguida por la Liga sacerdotal diocesana contra Don Ventura López, por injurias inferidas por escrito al muy respetable señor Abad de S. Pedro de la Ramallosa, Don
Máximo Giráldez Estévez.
El procesado ha sido condenado á tres años, seis meses y veintiún días de

La capilla de 5. Francisco en Montmar¬ tre.—Los terciarios franceses deseaban
desde hace mucho tiempo que se dedi¬ case una capilla especial á nuestro Serᬠfico Padre en la iglesia del Voto Nacio¬
nal en Montmartre. Tal deseo era cierta¬
mente justo, pues S. Francisco de Asís amante apasionado del Sagrado Corazón de Jesús, y dado por El mismo por guía especial á la Rta. Margarita Alacoque, merecía un puesto distinguido en aquel magnífico templo. El llamamiento diri¬ gido á todos los miembros de la Orden Tercera íué bien acogido, y actualmente,
gracias á ellos, se levanta una magnífica capilla, adornada con una estatua del Santo, esculpida en mármol blanco por el reputado escultor Alfonso Cano.

destierro, multa de 500 ptas. y pago de
todas las costas.
La Liga aun tiene eu trámite otras dos causas, la una contra La Lucha y la otra contra Germinal, periódicos de Vigo, también por injurias a respetables sacer¬
dotes.
Contra los denigradores del clero no cabe procedimiento más eficaz que el de los tribunales, y á ellos es preciso apelar para vindicarla honra de los injusta¬
mente ofendidos.
Por eso merecen toda clase de elogios
las gestiones que viene haciendo la bene¬ mérita Asociación para mantener incó¬ lumes los prestigios del ministerio sacer¬ dotal, hoy con encono atacados por los anticlericales de diferentes leyes y co¬
lores.

bos terciarios ç la buena Prensa —En

Aviso importante

Medellin, (Colombia) los Terciarios, de

acuerdo con los miembros de la Pía- j I La Asociación benéfica de la Enseñanza

Unión de S. Antonio, han fundado una Católica, establecida en Madrid, Atocha,

revista «La buena.prensa» para combatir n.° 18, suplica se Ip envíen las señas de

132

El Heraldo de Cristo

todos los maestros católicos de España, tanto públicos como privados, para en¬ viarles una circular y folleto referentes á lo que dicha Asociación piensa hacer respecto de la Asamblea de Enseñanza, y puedan, si están conformes, enviar su
adhesión.
Como es probable ocurra que á cono¬ cimiento de muchos maestros no llegue ese aviso, rogamos á todos los Rdos. Cu¬ ras ó personas celosas de cada localidad,
se tomen la molestia de enviar la direc¬ ción exacta de todos los maestros y
maestras católicos de sus respectivas lo¬ calidades á la Asociación indicada, Ato¬ cha, 18, Madrid.
Bibliografía
La Lámpara del Santuario, antigua revista órgano oficial de las Obras Eucarlsticas espa¬ ñolas y del XXII Congreso Eucarístico Inter¬ nacional, ha publicado un hermoso número extraordinario que nos permitimos recomen¬ dar eficazmente como el mejor recuerdo del Congreso Eucarístico.
El Cardenal Aguirre, el Nuncio de S. S. y varios Arzobispos, Obispos y eminentes escri¬ tores religiosos y seglares han estampado en sus páginas bellísimos pensamientos sobre la
Eucaristía.
La Lámpara del Santuario forma un ele¬ gante volúmen en 4.0, de 128 páginas y seis fototipias de los más notables cuadros euca-
rísticos. De venta en todas las librerías católi¬
cas de España y en el Centro Eucarístico de Madrid, Barco, 20, al precio de una peseta.
También pueden dirigirse los pedidos, acompañados de su ’importe, á la Adminis¬ tración de La Lámpara del Santuario, Conde Duque, 5. Los que deseen recibir el ejemplar certificado, deben enviar i’25 pesetas.
Los niños confesándose y comulgando, por el R. P. Manuel de Arriandaga, Misionero Hijo del Coraron de María.
Es un hermoso tolleto de 40 páginas, ele¬ gantemente impreso. Su objeto es facilitar la preparación de los niños á la primera Confe sión y Comunión y ayudar á éstos á recibir con devoción y fruto tan santos Sacramentos. Al efecto, después de recordar brevemente la

ley eclesiástica sobre la edai en que los niños deben hacer su primera Comunión, se expo¬ nen con sencillez, y por preguntas y respues¬ tas, las ■verdades de fe necesarias y lo funda¬
mental de los Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.

Añádense al fin dos piadosos ejercicios, uno

para la Confesión y otro para la Comunión,
acomodados enteramente al alcance de los ni¬

ños más jovencitos.

Los padres, párrocos, confesores y maestros podrán con este opúsculo instruir breve y fácilmente á los niños en lo que necesitan sa¬

ber para su primera Confesión y Comunión.
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Hermanos, Banco de España, 5, Bilbao, á los

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Hemos recibido un ejemplar de la Confe.

rencia dada por Amancio Messeguer acerca de Adolfo Clavarana en el Círculo Integrista

de Barcelona; y otro del Discurso pronuncia¬ do por el M. R. P. Ambrosio de Valencina,
acerca de los estragos de la mala prensa, en el Certamen Periodístico del Seminario de

Sevilla.

Sentimos no poder dar cabida en este nú¬
mero al juicio que nos ha sugerido la atenta
lectura de tan interesantes folletos. Dios me¬

diante, lo haremos en el número próximo.

Necrología
Sor Feliciana, religiosa Terciaria Fran¬ ciscana, en el siglo María Andreu y Pal¬ mer, natural de Palma de Mallorca; fa¬
lleció en Inca día 3 de Julio de 1911 á
los 32 años de edad y 7 de profesión religiosa.
El día 15 de Julio murió en Inca, á la
edad de 19 años, la joven Terciaria D.a Andrea Morro Amer, después de penosa enfermedad sufrida con resignación cris¬
tiana. A. E, It, I. P,

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