i AMO* XV.—2.a EPOCA.—NUM. 715 SÁBADO 15 DE DICIEMBRE DE 1900 SEMANARIO INDEPENDIENTE PUNTOS DE SUSCRIPCIÓN: ?óller: Administración. Francia: D. Guillermo Colom—Quai Commandant Samary-5-Cette (Herault.) Antillas: D. Guillermo Marqués—«El Cañón»—Arecibo, (Pto.-Rico.) Méjico: D. Damian Canals—Constitución- 19-San Juan Bautista (Tabasco.) FUNDADOR Y DIRECTOR-PROPIETARIO: f REDACCION Y ADMINISTRACION: Juan Marqués 7 Arbona. 41 Calle de San Bartolomé n.° 17 SÓLLER (Baleares.) PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: España: 0*50 pesetas al mes. \\ Francia* 0’75 francos id. id. APAGO ADELANTADO América: 0’20 pesos id. id.) Números sueltos—O’IO pesetas. Id. atrasados 0’20 pesetas. La Redacción únicamente se hace solidaria de los escritos que se publiquen sin firma, seudónimo, inicial, ó signo determinado. De los que tal lleven, seráD responsables sus autores. Sección Literaria EL PARALÍTICO Ai despuntar el mes de Abril, con el primer desperezo de la primavera, dió en quejarse D. Ignacio de dolores en la cabeza. Era un dolor intenso y fijo, que á más de privarle de la vista le producía mareos. A veces acompañaba al padeci¬ miento una tenaz alucinación auditiva, y entonces creía el hombre escuchar el zumbido de una legión de moscas. —Parece como si me ciñeran la frente con cable de acero. Es algo duro y opre¬ sor que rae desarticula el cerebro y me pone á morir—le decía á su mujer, mientras ella mojaba paños en agua de colonia para ponérselos con intento de aliviarle. —Es el cambio de estación. Tú estás demasiado robusto y te conviene alige¬ rarte de sangre. —Muy ufana de haber dado libre cur¬ so á aquel diagnóstico casero, Pilar ató un paño mojado á la frente de su mari¬ do. y en tanto que él se mudaba de ro¬ pa. ávido de encontrarse dentro de las anchuras de su batín largo, su mujer dispuso que la sirviente trajera unos sinapismos de la farmacia más cercana. —Desde mañana el vino aguado en las comidas, supresión de la mostaza y nada de leer en la cama hasta las mil y quinientas—añadió ella en el tono de quien se promete reducir á otro á la obediencia. Y como él se callara, Pilar continuó: —Los hombres no os priváis de nada; que si comer, que si beber, que si fu¬ mar... Todo sin tasa ni medida. La otra noche, sin ir mas lejos, te atracaste de picante en casa de Isabel Zeneque. ¿A quién sino á tí se le ocurre echarse al cuerpo esos vasazos de Burdeos? Te ten¬ go pronosticados que un dia revientas. Enumerándole las infracciones de la sobriedad que Ignacio había cometido, ella se exaltaba. Y no es lícito afirmar que procediera su exaltación únicamen¬ te de verle á pique de perder la salud. Latía en el fondo de aquellas recrimina¬ ciones el desdén de la mujer delicada por el glotón, incapaz de contener el ímpetu de sus apetitos con el freno de la templanza. Le hubiera querido más fru¬ gal, más sobrio, y menos pronto á ceder á los bajos estímulos de la animalidad. Por eso. cada vez que él prorrumpía en quejas, á cuenta de un dolor de cabeza ó de otra desazón cualquiera, ella se re¬ creaba á su modo afeándole sus dema¬ sías en la comida, su inmoderación en el beber y todos los menudos excesos que se hubiera permitido recientemente. Don Ignacio, un hombrachón de hercú¬ lea estampa, oía en silencio aquellas in¬ culpaciones, que eran el fuego lento que le achicharraba dentro del hogar. Una experiencia muy larga le había enseñado que no se debe contradecir verbalmente á las mujeres y que con¬ viene hacer siempre lo que á uno le dé la gana, eludiendo querellas de palabra. Pilar, sin desconoeer la flaquezas de su marido, entre las cuales se contaba una ordinariez de modales incorregible, le quería. Tuvo ella, rubia de espigado talle y ojos garzos, media docena de pretendientes á su mano que la hostiga¬ ban de continuo, y entre todos prefirió el candidato que se juzgaba menos ven¬ tajoso, un bolsista, hombrón grueso y desgarbado que atendía poco á las exi¬ gencias del aliño personal y que en ningún caso se creyó en el deber de disimular su tosquedad. —Yo ño acierto con lo que puede ha¬ berle llamado la atención en ese bárbaro —solía decir doña Salomé, la desairada madre de Pilar que apoyaba la candida¬ tura de un diplomático. D. Ignacio se aficionó á su mujer por¬ que era muy hermosa y sin meterse en sondajes espirituales que consideraba ociosos. El no comprendía en el trato bisexual esas torturas que padecen las almas inquietas tocadas de romanticis¬ mo. Le pedía al matrimonio humanidad, retoños que perpetuasen su apellido. Y los hijos no vinieron. Jamás se vió hom¬ bre tan contrariado por la obstinada ne¬ gativa de la naturaleza á su anhelos de reproducción. Su melancolía, derivada de la esterilidad, se manifestó primero en un silencio taciturno, protesta hura¬ ña contra la despiadada naturaleza. Lueg'o dió en atribuir aquel fenómeno á falta de vigor físico, y á partir del ins¬ tante en que receló que pudiera ser aquella la causa, se pasaba el tiempo consultando médicos é ingiriendo dro¬ gas en el estómago que le encendían la sangre y le encalabrinaban los nervios sin traer remedio á su infecundidad. —Es que Dios te castiga—afirmaba con grave suficiencia Pilar.—Te castiga porque pones demasiado empeño en lo que pides... —¿Es que tengo yo la culpa?--repli- caba él con desabrimiento.—Cada uno le pide á Dios lo que necesita. Al cabo de algunos años de infructuo¬ sa espera el matrimonio se resignó con la ausencia de los hijos. La belleza de Pilar, rebelde á los quebrantos del tiem¬ po, cobraba lozanía. Aquella eterna re¬ novación de su hermosura, indiferente al dolor moral de la esterilidad, atenta¬ ba los celos del marido, unos celos ani¬ males, primitivos, irrazonados, unos celos que él no dejaba traslucir nunca; pero que ella, sagaz como todas las mu¬ jeres, advertía á cada paso. ¿Celos de qué? Asociaba él á la infertilidad de su mujer un cúmulo de hechos menudos que robustecían su inquietud y daban pábulo á su malestar. Si no hemos teni¬ do hijos—pensaba—es que esta criatura no era para mi. La he tomado indebida¬ mente, robándosela á su legítimo pose¬ sor. ¿Y quién podrá ser? ¿A quién le es¬ taba destinada? En este punto de sus quiméricas diva¬ gaciones solía asaltarle la sospecha de que su mujer amase á uno de sus anti¬ guos novios, y que si la naturaleza, aliada leal del amor, le negaba suce¬ sión, la causa residía precisamente en que Pilar se había casado con él. Es decir—pensaba asiéndose de aquella disparatada superchería,—que ella no me ama. ¿Por qué, pues, se ha casado conmigo? No pudo librarse del asedio de aquellos recelos, y en el curso del día y durante buena porción de la noche, su imaginación desvariaba hilando la trama de una venganza. Pilar achacaba el hosco retraimiento de su marido á todo menos á motivos sentimentales. El bolsista la tenía acos¬ tumbrada á aquellas desigualdades de humor, que casi siempre eran un reflejo de las alteraciones de los cambios. No dejó de chocarle que el desvío de Igna¬ cio se expresara en los últimos tiempos en formas airadas y como de amenaza; pero atribuyó aquellos temporales á de¬ fectos del carácter exagerado por algún revés de fortuna. El ataque de hemiplegia no se hizo esperar. Aquellos dolores de cabeza tan pertinaces y tan agudos, aquel hormi¬ guear que sentía D. Ignacio en la pier¬ na izquierda y sobre todo aquella sus¬ pensión de la vida en los músculos del mismo lado, vinieron á resolverse en una parálisis parcial. En la mesa estaba la familia cuando sobrevino el accideute. El médico aseguró que procedía de he¬ morragia sin responder de la curación. Trascurridos cinco días se vió que el en¬ fermo mejoraba y ya entonces el médico no encontró reparo en alentar las espe¬ ranzas de la familia. Al mes de suscitar¬ se el ataque, D. Ignacio convalecía. La huella más visible del mal era una esti- razón de los labios hacia una de las co¬ misuras, que simulaba una mueca bur¬ lesca. II —Es decir, doctor, que á juicio de Yd. debemos irnos al campo—pregun¬ taba Pilar con un mohín de disgusto al médico. —Sin creerlo indispensable, espero que eso apresure el restablecimiento de D. Ignacio—argüyó sonriendo el doctor, —No sabe Yd. cuanto deploro ese via¬ je—tornó á decir ella muy contrariada. —No tiene Yd. por qué ocultarlo, se¬ ñora. En el campo se aburrirá Yd. mu¬ cho... —Como no puede Yd. figurarse. Yo no comprendo la vida lejos de la ciudad. El campo se ha hecho para las personas de gustos ordinarios... Pero en fin, si Vd. cree que la monotonía de una aldea puede beneficiarle á Ignacio, me resig¬ no... Aquella misma noche quedó concerta¬ do el viaje. Se instalarían en una casita de su propiedad, distante unas diez le¬ guas de Segovia. El marido, cuyos celos había exacerbado la enfermedad, apuntó las ventajas de quedarse á vrívir defini¬ tivamente allí; pero, como ella se nega¬ ra indignada, hubo de conformarse con el alejamiento temporal. Esperaba en¬ contrar en lo futuro pretextos para apla¬ zar el regreso á Madrid y aquella consi¬ deración le calmó por el momento. Se acomodaron con holgura, pero sin lujo. Ella no consintió en trasladar á la aldea ningún mueble de los que ador¬ naban su vivienda de Madrid. Contaba con hacerle aborrecible la vida campesi¬ na á su marido, induciéndole á un pron¬ to regreso. Iba á entablarse en el inte¬ rior del hogar una de esas calladas dis¬ putas en que los egoísmos del más fuer¬ te ó del más terco pugnan por imponer¬ se y decidir. El paraje era ameno: una casita de dos pisos con extenso y bien cuidado huerto y á espaldas del edificio un soto copioso en conejos, liebres y otras va ¬ riedades de la caza. Cuando llegó el ma¬ trimonio eran las postrimerías de Mayo, y los peones andaban ocupados en ex¬ traer el estiércol de las cuadras para distribuirlo en las heredades en que se siembra el maíz. El tiempo, asoleado y apacible, favorecía la operación. Como la caza era abundante. Ignacio solía aventurarse por el soto adentro con un mozo, qué le llevaba la escopeta y las municiones. Pilar, entre tanto, se diver¬ tía presenciando el laboreo de la tierra. Aislada en su aburrimiento, tascaba el freno de los recurdos de Madrid, y du¬ rante los primeros días de su permanen¬ cia en el campo no le hubiera sido tole¬ rable la vida sin la lectura de los perió¬ dicos y de las frecuentes cartas que reci¬ bía de la corte. Su marido, que echaba de ver aquellos inconfesados hastíos, se refocilaba secretamente de que su mujer los sufriera sin quejarse. —¿Cuando crees que podremos regre¬ sar?—solía ella preguntarle de sobre-1 mesa. —No sé, no sé. Esto de mi mejoría va muy despacio. —Pues no lo parece á juzgar por lo que comes. Aun rato de silencio sucedía un diᬠlogo breve sobre cosas y personas de Madrid. El, aunque aparentase no inte¬ resarse por aquellas menudencias, aten¬ día á los pormenores que le daba su mu¬ jer y hasta solía discutirlos. A raíz de la enfermedad empezó á despuntarle el hábito de fisgar en las cosas de ella, y subrepticiamente husmeaba en los cajo¬ nes de su alcoba leyendo cartas y pape¬ les. Pilar, cuya hermosura ganaba exu¬ berancia á favor de la honesta paz de los campos, no se enteró de aquel vergonzo espionaje. Su tranquilidad moral la ponía á cubierto de apocamientos me¬ drosos y de temores culpables. Era hon¬ rada porque no sentía la necesidad dé dejar de serlo. ¿Qué más podemos exigir* de la naturaleza femenina? Cierta mañana el matrimonio salió muy temprano de casa. El. con la esco¬ peta colgada á la bandolera, tomó la di¬ rección del soto, al paso que ella, ocupa¬ da á la sazón en vigilar el trasplante de unos rosales á un terreno mejor defen¬ dido del sol, se encaminaba hacia el otro extremo de la finca. El aire purísimo pa¬ recía conducir á la tierra el polen miste¬ rioso que estimula la germinación y el florecimiento de las plantas. Una callé de árboles, entre los que se destacaba la frondosa gentileza de los olmos y de las hayas, señalaba á Pilar la orientación al través del extenso huerto. Un mozal¬ bete de los que andaban ocupados en enyesar los alfalfares cerca del establo* le salió al encuentro. —Señorita—le dijo,—habrá que poner' una empalizada para que el ganado no se coma las rosas. —Sí. sí. la pondremos—contestó ella apresurando el paso. Llegaron emparejando junto á la ta¬ pia. Allí habían sido trasplantados Iosrosales y todos los arbustos voltarios cuyos florecimiento requiere esmero. Rosas purpurinas, rosas de té, de Ale¬ jandría. rosas de todos los matices se adherían á la tierra recién removida. Y una suave caricia dei sol se posaba en sus fragantes hojas. Pilar y el mucha¬ cho. inclinados sobre los rosales, palpa¬ ban los tallos para convencerse de que no habían padecido con el trasplante. Las delicadas manos de la dama deslizᬠbanse por los endebles troncos de las UNA MADRE COMO HAY MUCHAS tes de los llamados botón y almendra, de topacios con puntas de diamantes. Salía de su falda un pie pequeño, cal¬ zado con media blanquísima y chinela de raso negro. Sabina era más que bien parecida, te¬ nía los ojos azules claros, pero de mira¬ da más penetrante que dulce: blanca y de buenos colores, si bien su rostro esta¬ ba manchado de pecas rojas en su fren¬ te. nariz y mejillas; tenía buena estatu¬ ra. y se puede decir que era bonita, á pesar de frisar en Jos cuarenta años. Constituía Engracia el reverso de la medalla. De más edad que su cuñada, era morena y no muy hermosa; pero toda su persona respiraba un aire de bondad: se hacía imposible verla sin sentir por ella simpatía. De buena esta¬ tura, pero algo delgada y pálida, vestía de payesa en traje de luto, como lo de¬ mostraban sus ropas negras y unos pen¬ dientes largos de azabache, montados en oro. cubriendo su cabeza redecilla de seda negra. Sabina y Engracia eran cuñadas; la primera hija de la casa y la segunda la nuera, y en aquella sazón la viuda del heredero de ella y el ama usufructuaria del patrimonio de la Casa Roja, que éste es el nombre con el cual se conocía en toda la comarca la propiedad expre¬ sada. Sabina era soltera. ¿Y por qué? Parece extraño que siendo de buena familia, teniendo buena dote y siendo bonita se hubiese quedado, como dicen en este país, para vestir imágenes. ¿Porqué no se había casado Sabina? De seguro porque no quiso; pues pre¬ tendientes no faltaron y á docenas. No¬ tóse que liusfa los treinta años, Sabina vaciló si se quedaría soltera ó contraería matrimonio; pero al llegar á esa edad, se hizo acompañar una mañana por una antigua criada á Sitjes á casa del nota¬ rio que allí residía, habló largo rato con él en secreto, después volvió á su casa sin decir esta boca es mía; pero desde entonces dió calabazas á todo bicho vi¬ viente. diciendo que no quería que ningúnhombre la mandase nunca, despre¬ ciando á los mejores pretendientes de la comarca. Sabina, como Isabel de Inglaterra, ju¬ ró morir soltera y lo cumplió. Sólo sí. una vez al año, ya sola, ya acompañada, acostumbraba visitar al notario de Sitjes, y se volvía á su casa. Era el expresado curial honrado padre de familia, y ninguna sospecha infun¬ dían las relaciones de éste con la solte¬ rona. Sabina tenLv una hermana menor llama¬ da María, y aunque no tan bien parecida como aquella, el ser de casa renombrada y el poseer regular dote hizo, que no le faltaran pretendientes, escogiendo entre todos á un rico propietario del Yullés con quien se casó. —¿Por qué no quieres casarte. Sabina? le decía su hermana al dirigirse á la Iglesia. ¿Que será de tí cuando seas vieja? —Tengo mi dote, contestó fríamente la hermana mayor. —Pero esta apenas basta para mante¬ nerte. ¿Qué son dos mil libras para cuando estés cargada de años y de acha¬ ques? Entónces tus sobrinos te darán la dote y te echarán de la casa como un trasto viejo. —Que lo bagan, contestaba Sabina con indiferencia, y añadía con acento el más natural: no faltará quien me recoja entre la parentela. María replicó:—me avergüenzo de ca¬ sarme antes que tú. —Pueden decirme lo que comúnmen¬ te se dice en esta tierra; que me has caponat. (1) Y se rió como una loca. Engracia era la cuñada, corno hemos dicho, y tenia tan buen carácter que sus hermanas políticas la amaban como á una hermana verdadera. Tocante á María no era extraño, pues era de buena pasta; pero, en cuanto á Sabina ya era otra cosa, y sus ojos, de migada dura, expresaban á las claras quién era. Un episodio de su historia nos lo pondrá de manifiesto., Cuando Sabina cumplió diez y siete años, se presentó el primer pretendien¬ te, rico propietario de la comarca, lla¬ mado el heredero de la Viña Nueva, (por tener este nombre la propiedad en la que radicaba la casa pairal de éste) cuyo nombre era Pedro Mártir, llamándole solamente Mártir, eorao comúnmente se acostumbra en nuestra Cataluña. Mártir se prendó de Sabina y la pidió por esposa. El joven era huérfano de padre y madre, y con la muerte de ésta tuvo necesidad de casarse. Sabina, imperiosa de carácter, al ver una casa en la que podía mandar en ab- (1) Frase vulgar que se usa en Cataluña cuan¬ do la hermana menor se casa antes que otra hermaa» tfe mayor edad.- soluto, aceptó la oferta, y con permiso de sus padres dió palabra formal á Mártir. No es necesario decir que, al igual de* la mayoría de los matrimonios efectua¬ dos éntre ricos propietarios, lo que me¬ nos entra en aquellos es el mutuo cari¬ ño, y que Mártir y Sabina querían Ca¬ sarse, ella para ser el ama de la Viña Nueva, y él para ser el marido de una* bija de la Casa Roja. Un verdadero ma¬ trimonio real, y todo hubiera ido á las* maravillas sin la codicia de Mártir. El heredero de la Viña Nueva tenía en lugar de corazón una talega de onzas de oro, cosa rara en un joven; así es que, si bien encontraba una prometida hermo¬ sa. para él esto era lo de menos, y como* muchas veces en ios matrimonios lo pri¬ mero que debe tratarse es lo último que se menciona. Mártir con el padre y la madre de Sabina y con ésta se dirigió á casa del referido Notario de Sitjes una buena mañana de invierno, llevando* consigo envuelto en un pañuelo precio¬ sa caja de rnarroquín en la cual había unos ricos pendientes de esmeraldas y diamantes, un anillo de lo mismo, una- soguilla de oro de la que colgaba una cruz del propio metal, y finalmente urs dedal de plata; pues era costumbre en SOLLER 2 Sores suavemente, amorosamente. De pronto sonó á lo lejos, por entre los ár¬ boles, un disparo, y Pilar, que habia suelto el rostro despavorida, recibió en .plena faz multitud de perdigones que le taladraron la piel, la piel sedeña y tersa que era el encanto de su alabastrina hermosura. Los rosales cayeron tron¬ chados por la bárbara perdigonada, y el vivo carmín de las hojas esparcidas en la tierra se fundió con el rojo intenso de la sangre que fluía de las heridas de la dama. Manuel Bueno. Sección Científica SOBRE LA AFINIDAD QUIMICA (De La Energía Eléctrica.) IV Pero ¿lo son en realidad? ¿No habrá unedio de ponerlas en relación? Cuando la afinidad acaba, ¿empezará la gravita¬ ción y no habrá medio de establecer "'Cierta ley de continuidad entre ambas? ¿Si un átomo A de un cuerpo simple a tiene tres atomicididades, ó como antes deciamos, tres polos ó tres puntos de en¬ ganche. y otro átomo B de otro cuerpo simple b no tiene más que uno, cuando -se halla constituido el sistema AB3, si á él se presenta otro átomo B, entre am¬ bos sistemas cesará en absoluto toda ac¬ ción química y no podrá formarse más <?que el sistema AB3 B en que la distancia de ambos g'rupos no 'podrá ser otra que la que corresponde á la fuerza de cohesión? Todo esto es difícil de resolver; es confuso, es contradictorio; taita, sobie todo, la ley de continuidad. En los espacios planetarios, la atrac¬ ción newtoniana proporcional á las ma¬ sas y creciendo con ellas. En los límites de los cuerpos que nos «rodean, todavía la atracción piobable mente proporcional á las masas como -ion los espacios celestes y todavía podefinos suponer que varía en razón inversa -de los cuadrados de las distancias ó de otra potencia de éstas que la experiencia el estudio determinen. Más aquí apa¬ rece otra circunstancia nueva, y es la <que sigue: En los espacios planetarios y entre las ¿masas astronómicas, por regla general, y dejando á salvo ciertos casos paiti— mulares y las hipótesis que a ellos se le¬ yeren, como, .por ejemplo, las relativas ,<á las colas de los cometas, por regla ge¬ neral-repetimos—las fuerzas atractivas .son las que imperan. Toda la mecánica astronómica en la atracción de las nia¬ ras está fundada. En cambio, en la constitución interna de los cuerpos, sean só¬ lidos, líquidos ó gaseosos, aparece una /fuerza nueva: la fuerza repulsiva. La elasticidad de los sólidos, por ejem¬ plo. supone estas dos modalidades de la ¿fuerza universal: la atractiva y la repul¬ siva. Las masas ponderables en los cuerpos á veces se atraen; pero á veces se recha¬ zan, y en esta doble acción se funda precisamente la elasticidad. De donde resulta que aun antes de llegar al dominio de la química, á las acciones íntimas entre las moléculas y dos átomos de las substancias, á esa as¬ tronomía archimicroscópica que escapa .en sus movimientos á todo estudio di¬ recto y á todo cristal, por grande que sea su poder amplificador, nos encon¬ tramos ya con que la atracción entre las masas es insuficiente para explicar gran número de fenómenos lísicos, de los que -sólo hasta ahora hemos citado la elasti¬ cidad; pero no porque no podamos citar otros muchos, por ejemplo, la luz, el calórico radiante, la electricidad y el magnetismo. Á la astronomía bastan, por regla ge¬ neral. las fuerzas atractivas; para la fí¬ sica hay que admitir las fuerzas atracti¬ vas y repulsivas á un mismo tiempo. Para los espacios celestes nos basta •con una hipótesis: la atracción de la materia. Para la elasticidad, la luz, el calor, la electricidad y el magnetismo, necesitamos otra hipótesis más: la hipó¬ tesis del éter. No hay para qué discutir aquí esta nueva hipótesis, porque otro es nuestro objeto. No damos á las hipótesis ’ona fuerza, por decirlo así, metafísica que no tienen. Con decir que son hipótesis, decimos que no están probadas. Más aún, que siem¬ pre están á merced de la experiencia. Que quizá cada instante es el instante de su muerte. Que por ventura sou an¬ damiajes artificiales. Que llega" un caso en que hay que desmontarlosjpara men¬ tar otros más sólidos que lleguen á ma¬ yor altura para subir más y más el edi¬ ficio de la ciencia. Pero admitiendo todo esto y confesán¬ dolo, creemos que las hipótesis tienen inmensa importancia y que en el orden racional son tan fecundas como la expe¬ riencia misma; como que muchas veces á ella se anticipan; como que casi siempre la guían. De todas maneras, las hipótesis son las que dan unidad á la ciencia; que sin ellas, la ciencia positiva es hacinamien¬ to confuso de hechos aislados, polvo de un arenal sin organización alguna. Como que el organismo lo da la razón, ó porque lo toma de la realidad, ó por¬ que lo divina, ó porque lo crea. No discutamos estos diferentes puntos. Ello es que así como para crear la me¬ cánica celeste se ha partido de la hipó¬ tesis de la atracción, así para los fenó¬ menos de la física ha sido preciso esta¬ blecer la hipótesis del éter y de la repul¬ sión de sus partes ó elementos. Tenemos, pues, estas dos hipótesis: Primera hipótesis. La materia atrae á la materia, proporcional mente á las ma¬ sas, y según cierta ley respecto á las distancias. Segunda hipótesis. El éter rechaza al éter proporcional mente á las cantidades de éter, ó, si queremos decirlo de este modo, á las masas etéreas, y también en función de las distancias á que están co¬ locadas. Pero esto no basta. Nada más fecundo que las hipótesis cuando son lógicamen¬ te legítimas. Nada más anárquico ni que más perturbe á la razón que las hi¬ pótesis cuando ninguna relación tienen entre sí; cuando por los servicios que lian prestado se hicieron necesarias en la ciencia, y cuando, á pesar de todo, son contradictorias, ó si no llegan á con¬ tradecirse se presentan como distintas, separadas y sin ningún lazo de unión. Así como en las teorías matemáticas los nuevos símbolos que se van introdu¬ ciendo son verdaderamente útiles, cuan¬ do en sí comprenden como casos parti¬ culares todos los símbolos anteriores, y el símbolo de las cantidades fracciona¬ rias comprende las cantidades enteras, y el de las funciones irracionales á las funciones, racionales, y el de las canti¬ dades imaginarias á las cantidades rea¬ les, y el de los cuaternios á las imagina¬ rias. y el de los cuaternios dobles á los cuaternios sencillos, constituyéndose de este modo un gran organismo simbóli¬ co; asi—decimos—el bello ideal de las hipótesis, ya que la renovación de éstas vengan á ser necesaria, sería que cada nueva hipótesis comprendiese á todas las anteriores como casos particulares. Sabido es que respecto á las dos hipó¬ tesis que antes hemos citado, no ha po¬ dido llegarse de una manera completa y satisfactoria á darles unidad; es decir, estableciendo una hipótesis que por una parte explique la materia ponderable y sus atracciones, y por otra parte el éter y la repulsión de sus elementos. De todos modos, la historia de tales esfuerzos aislados nos alejaría de nues¬ tro principal objeto. Atengámonos, pues, á este dualismo: materia y atracción por una parte; éter y repulsión bajo otro aspecto. Más: ya que no se pueda llegar á la unidad de las atracciones y de las repul¬ siones, por una hipótesis supletoria se ha procurado enlazar las dos primeras; porque si se dejaba por una parte la ma¬ teria y por otra el éter, tendríamos en cierto modo dos mundos distintos y sin relación entre sí, ó si se quiere, dos hi¬ pótesis que no trabajarían juntas ni en relación para explicar los fenómenos del mundo inorgánico. Esta hipótesis supletoria ó esta tercera hipótesis es la siguiente: Tercera hipótesis. La materia y el éter se atraen proporcional men te á las masas respectivas y según una cierta función de la distancia. José Echegaray. Variedades La historia de los relojes Medir el tiempo fué una necesidad del hombre desde que éste dejó la vida de salvaje y se constituyó en sociedad. Medir el tiempo con exactitud ha sido una de las conquistas de la civilización, pero no se ha obtenido sino en los últi¬ mos siglos. Los antiguos median el tiempo con tres clases de relojes: relojes de sol, re¬ lojes de arena, relojes do agua. Los relojes de sol son muy conocidos de todo el mundo. Todavía en nuestras villas y lugares del centro de la Penín¬ sula se suele ver, allá en el costado de la torre de la iglesia que mira al Medio¬ día, pintado ó labrado el cuadrante, so¬ bre el cual, la sombra producida por la espiga colocada en el centro, marca más ó menos aproximadamente las horas. Estos relojes corresponden á una idea, tan natural y preventiva, que su uso se encuentra ya hasta en las edades más remotas. Pero el cuadrante satisfacía poco la necesidad de medir el tiempo. En pri¬ mer lugar era completamente inútil de noche. También lo era cuando estaba nublado. La división de las horas, ó ve¬ nia á ser movible ó no correspondía de una estación para otra; puesto que el es¬ pacio que la sombra de la espiga reco¬ rría en verano era mayor que ei recorri¬ do en invierno, y mientras que aquel lo recorría en nueve ó diez horas, en éste tardaba catorce ó quince. Por último, pocos edificios eran á propósito para es¬ ta clase de relojes por su orientación y aislamiento. Los relojes de arena servían para me¬ dir cortos espacios de tiempo. Los había, antes del descubrimiento del vidrio, pe¬ ro habia que renovar la arena cada vez que esta acababa de salir por el aguje¬ ro. Una de las primeras aplicaciones del vidrio fué ésta: ¿Quién no conoce el re¬ loj de arena? Dos conos de cristal unidos por el vértice y en comunicación por un pe¬ queño agujero, el uno lleno de arena, la cual se cuida de secarla perfectamente á fin de que no empañe el cristal, el otro destinado á recibir esa arena que pasa suavemente por el agujero y á devol¬ verla á su vez; una armadura de made¬ ra ó de marfil que mantenga los conos vertical mente y que se pueda colocar tan pronto sobre una de las bases, tan pronto sobre la otra, hé aquí la sencilla constitución de estos relojes, que han quedado como símbolo del tiempo. Los relojes de agua, clepsidros, según la costumbre clepsidras, según el Dic¬ cionario de la Academia, estaban fun¬ dados sobre la regularidad de la salida del agua por un tubo. A iguales canti¬ dades de agua vertida por un tubo ó caño, corresponden iguales espacios de tiempo. Los clepsidros ó clepsidras, se componían, pues, de dos recipientes en comunicación por medio de un caño y de un indicador que señalaba la canti¬ dad de agua que caía del uno en el otro. El chorro era lo bastante delgado para que el agua del recipiente colocado en alto tardase doce ó catorce horas en caer en el bajo. En éste había un aparato de madera que flotaba é iba subiendo len¬ tamente á medida que dicho recipiente se llenaba. Estos relojes, que en la antigüedad eran adorno de gran lujo en las casas, tenían la forma de un armario, dentro del cual estaban los recipientes. Fuera aparecían una columnita donde estaban marcadas las horas y dos figurillas, una de las cuales se relacionaba por medio de una varilla con el flotador del reci¬ piente inferior é iba subiendo y señalan¬ do con una palma ó una flecha las rayas de las horas á medida que el agua au¬ mentaba en dicho recipiente; la otra servia de contrapeso. Los clepsidros eran conocidos de los egipcios, á quienes Ctesibio les atribuye el invento. Sin embargo, parece ser que antes los habian tenido los chinos, quie¬ nes los enumeran entre sus inventos más notables. Del Egipto pasaron á Gre¬ cia y de aquí á Roma. En Roma los habia de gran lujo; y como se tenia necesidad del renovar el agua con frecuencia, en las casas ricas había un esclavo encargado de cuidar de esa tarea, para que de noche y de dia supieran los señores la hora que era. Sobre esta base hubieron de perfeccio¬ narse los clepsidros con mil y mil in¬ ventos accesorios. Así se estudió la ma¬ nera de que al llegar el agua á cierta altura moviese palancas ó resortes los cuales pusiesen en movimiento ciertos aparatos que producían los efectos más curiosos. En Gaza habia. hacia fines del siglo VI, un reloj de esta clase que se consi¬ deraba como una maravilla. Las doce horas eran señaladas por figuras que representaban los doce trabajos de Hér¬ cules. A cada hora aparecía uno de los trabajos. Los árabes llegaron á hacer también maravillas en eso. Entre los regalos que envió el califa Harunal-Raschid á Cario Magno, se contaba un clepsidro de bron¬ ce. en el cual las horas eran marcadas por unas figuras de caballeros que apa¬ recían y dejaban caer unas balas de oro sobre un timbre de plata. Hácia mediados del siglo X se inventó el medio de medir el tiempo, merced á ruedas dentadas movidas por pesas; es decir, el reloj de pesas; pero sin péndulo. Fué, según parece, su inventor aquel famoso monje francés, Gerberto, quien, andando el tiempo, subió al trouo pon¬ tificio con el nombre de Silvestre II, y que habiendo acompañado á España al conde Borrel de Barcelona, visitó las es¬ cuelas árabes de Córdoba, que entonces estaban en todo su esplendor, y allí aprendió las ciencias que desconocía la Europa cristiana, y con las cuales admi¬ ró á sus contemporáneos y pudo llegar al pontificado. Después de Gerberto, nuevos artífices, monjes casi todos, perfeccionaron el mecanismo de éste y construyeron los relojes de pesas, algunos verdaderamen¬ te maravillosos por la complicación de su mecanismo. Uno de esos relojes estaba en Lunden, población de Suecia. Dos caballeros ar¬ mados de todas armas se presentaban á dar la hora, sacudiéndose con las espa¬ das tantos golpes como señalaba el nú-’ mero de la hora. Después se presentaba la Virgen María con el Niño Jesús en brazos y recibía la visita de los Reyes Magos. Dos trompetas anunciaban el término de la ceremonia. En la catedral de Strasburgo habia en el siglo XIV un reloj que se consideraba como una de las maravillas de Alemania. Asi y todo, los relojes de pesas no marcaban con regularidad el tiempo, hasta el siglo XVI, en el que Galileo in¬ ventó el péndulo y halló las leyes de éste. Desde entonces el arte de la reloje¬ ría ha hecho adelantos admirables. En 1673 el holandés Huyghens inven¬ tó el resorte en espiral, el cual vino á sustituir á las pesas, y como ya el arte de fundir y construir las piezas de los relojes se habia perfeccionado mucho, el progreso fué rapidísimo. Igualmente lo ha sido el de la fabrica¬ ción de relojes de bolsillo. Estos se usa¬ ban ya en el siglo XV, pero no hay no¬ ticias de su mecanismo. Peters Hele en 1500 construyó en Nuremberg los relojes de bolsillo en forma de huevo, que se llamaron así: huevos de Nuremberg. Pero hasta que Huyghens inventó el resorte espiral este ramo de la relojería adelantó poco. Hwyghens construyó estos relojes. El inglés Barlou inventó los relojes de repetición en 1866. En 1750 Harrison, inglés también, construyó los primeros cronómetros. En nuestro siglo son enormes los ade¬ lantos y fabricación de éstos y de los otros relojes, hoy al alcance de todas las fortunas. Sol y alambres Aprisa, aprisa Apolo, fustiga esos ca¬ ballos—¡Diantre contigo!—Mira que se uos va el tiempo sin sentir, y no quiero que se diga nunca que el Sol es un fal¬ tón y un informalote. Pues señor no me llega el disco al cuerpo, tengo más mie¬ do que si me fuera á sobrevenir algún eclipse... Esa Luna, ini mujer, es muy capaz en sus celos, de entrar en Acuario como lo anuncia en el almanaque, la víspera de San Isidr»>. —¡Y yo que he prometido al Santo asistir á la romería, y dorarle el horizonte y darle un lim¬ pión al cielo para que esté muy azul!— Es preciso tomar á mi mujer la delante¬ ra, porque si no voy á hacer un pan co¬ mo unas hostias. ¿De dónde sacará mi costilla que yo ando enamoricado de la Tierra? ¡Qué la alumbro! ¡Pues claro, como que si no, lo pasaría á oscuras! No sé yo que sea infidelidad el cumplir uno con su deber.—Cierto que me gusta la Tierra, y que me entusiasma la orgia de tonos que ofrece desde aquí arriba, con sus rios de cristal, sus vegas de esme¬ ralda. sus frondas de oro oscuro, sus flores de colorines, sus bosques verdes y sus montañas azules; pero es una admi¬ ración de artista la que le profeso... En la Tierra hay vida y alegría y eso no lo ve tni mujer, que es una romántica trasnochada, muy metida en que solo ha de brillar por la noche, porque se le antoja más poético. ¡Cosas de mujeres...! —¡Atiza!... ¡Vaya una parada en fir¬ me!... ¡No sé cómo no hemos volcado!... ¡Eh. Apolo!... ¿Qué es eso? Sabes qué te portas casi peor que tu chico Faetón... ¿Qué ha sucedido?... —Que se me ha asombrado la cuádri- ga... —Pero, por vida de Proserpina, ¿que es ello, mal simón? —Asómese usía, y lo verá... —¡Calle... pues si estamos ya en Ma¬ drid, y en la Puerta de mi nombre! —Sí que estamos; pero no podemos pasar con la carroza. ¿Cómo vamos á atravesar esa red ds alambres que cruza la Puerta de usía de banda á banda?... ¿Para qué habrán puesto eso? —¡Qué sé yo!... ¡Mal eclipse me oculte, si entiendo qué significan tales hilos!... Esto debe ser obra de la Luna, de mi mujer, para detenerme. —Mire usía, toque ese alambre... ¡Quieto, caballo!... Está húmedo, y la humedad es amarga, como de lágri¬ mas... —Tiene razón, voto á Jove... Por este hilo que me roza la cara, se siente como la caricia de un aura suave; cualquiera creería que es algún suspiro que va de viaje... —¡Es particular! —No, pues á mi nadie me viene con roncas, y en mis propiedades nadie manda... ¡Eh, alambres!... ¿Qué hacéis ahí quitándole vista al cielo?... ¿No teneis lengua?... Pues ya vereis... Apolo... ¡tráete un rayo de los de canícula, dei baúl... ¡Voy á fundir á esta gentuza!... Yo tendré las riendas mientras... —Piedad, señor, no nos queme su ex¬ celencia las entrañas... Hablaremos, aunque nos está prohibido. —¡Hola, hola... Ya me lo sabia yo; con el Sol no se juega. ¿Qué hacéis por los tejados? —Trasmitir palabras, señor; comuni¬ car á la gente para qsc se hable desde lejos... —¡Mal bólido!... ¡Vaya una invención; el demonio son los hombres!... ¿De mo¬ do que yo puedo hablar desde aquí con Neptuno el del Salou del Prado? —Exacto... —¿Y qué trasmitís? —Oiga, Sr.:—Federico mió; te llamo con pretexto de hablar con tu hermana. Esta noche vamos á la Comedia; no fal¬ tes y llévame aarta. Te idolatro... ¡Soy el alambre de las ilusioues!... —Muy bonito. ¿Y tú? —Hoy estoy viuda. Pepe ha partido de caza al soto de Robledo. Somos libres. Esta noche te espero... Por mí corre el ácido carbónico del bogar, señor... —¡Qué poca vergüenza!... ¡Lástima de rayazo!... —Por fin es mi boda por la mañana. Soy muy feliz. No faites porque sin mi mejor amiga, seria mi dicha incom¬ pleta... ¡Soy el alambre más rico déla Puerta del Sol. En mi vibra la felicidad y llevo en mi seno la esperanza... ¡Paso al idilio!... —Pase usted y que sea en hora buena. —¡Vaya unos humos! —Dispensa que te saque de la cama, chico; para eso eres mi médico y mi amigo. Mi mujer me amenaza con el cuarto capullo. El matrimonio es bueno, pero... no te cases. ¡Ven pronto que la cosa apura... ¡Ei hilo de la prosa!... Já, já, já... qué chusco es todo esto, Apolo...—Hombre, yo no creí que en esta Tierra tan hermosa andaban las cosas tan revueltas. Las ilusiones se cruzan con los desengaños; lo pequeño se atraviesa con lo grande; por el alam¬ bre de arriba va la realidad, y por el de abajo la poesía. ¡Qué jaleo!—Arrea, arrea. Apolo.—Vámonos un poco más allá... Ahí parece que se pegan los hi¬ los... ¡Eh!—¿Por qué andais á la gre¬ ña?... Porque todos quieren ser los prime¬ ros. y sólo yo merezco la primacía. Yo soy el alambre más español y comunico á una dama la colocación de un reco¬ mendado... ¡Yo anuncio el triunfo de Friné... —Alambre, váyase usted á paseo y no sea indiscreto. —Soy el hilo del gran mundo! Oiga su excelencia. ¿Ha llegado de París el milord que me has prometido? Mándale á la pobre de mi madre mil reales que la hacen falta. Adiós, marquesito mió. —A los piés de usted, señora Vénus... ¡Vaya usted con Jove, alambre celes- tino. —Yo soy el hilo del sarcasmo. Lo siento; comprendo la situación de usted, cesante, con familia, y su esposa enfer¬ ma; pero no puedo darle el dinero que me pide. —¡Habrá tenido que comprar otro co¬ che á Citerea! —Tampoco puedo hoy pagarle la cuenta. Con las cuarenta horas, la rifa y la junta del Asilo no he tenido tiempo de revisar la factura. —Que sea en hora buena por el as¬ censo. ¡Yo trasmito la felicidad! Mi mujer acaba de morir, querido tio. Véngase en seguida. Yo llevo la desdicha. No quiero oir más. Apolo; se me es¬ tá revolviendo la bilis. Vaya una ensa¬ lada de contrastes; vaya una mescolanza de miserias y noblezas, de cinismos é hipocresías, de venturas y penas. Oye, Apolo, sigue con el carro á Po¬ niente, y no te olvides fie decirle á Eolo, en cuanto llegues á la sierra de Guadarra¬ ma, que suelte á su hijo mayor el vien¬ to Norte, para que no me deje un celaje en el horizonte hasta que pase el dia de San Isidro. Yo me voy á patita hácia la torre frontera á la calle Mayor, donde van á parar todos estos hilos. Hasta luego... Servidor de ustedes... ¡Sí, señor!... De¬ seo que me pongan en comunicación con la ermita de San Isidro del Campo. ¡Ya me sospechaba yo que andaba en el ajo la electricidad!... Arriba tenemos mucho fluido de ese... Yo mismo poseo una rentita regular... ¡Muchas gracias!... —Soy el Sol, señor Santo. Acabo de llegar á la Tierra, y aun cuando la Luna se anuncia en Acuario, duerma usía tranquilo. Aquí estoy yo, y no rae mar¬ cho hasta que pase la fiesta... hasta que pase la fiesta—¿oye usía bien?—Le res¬ pondo que el día de su celebración lo se¬ rá de calma y sereno... estoy dispuesto á sorberme cuantas nubes se me quieran anteriores al robo, y, en una palabra, tanto el Jefe de línea Sr. Lahuerta como el comandante de este puesto Sr. Lizana, están poseídos del mejor espíritu y no llevan trazas de cejar en su empeño has¬ ta conseguir más pronto ó más tarde dar con el verdadero delincuente. Además han sido detenidos por fuerzas de la Guardia civil dos jóvenes, catalanes am¬ bos, que vinieron á esta isla hará unos 15 dias con nombres y apellidos falsos, los cuales con infinidad de documentos que se les había ocupado, entre éstos nada menos que cinco cédulas de vecin¬ dad, todas á nombre distinto, han sido puestos á disposición del Excrao. señor Gobernador civil de la provincia, des¬ pués de confesar el uno que se había fu¬ gado de una casa de Banca de Barcelo¬ na, en donde estaba de Tenedor auxiliar y el otro de la propia casa paterna, la que se dedica al comercio de joyería. subir á los rayos. El 6 de este mes falleció en este pue¬ blo á la avanzada edad de 76 años, la Crónica Local señora D.a Catalina Colora y Ros, viuda de D. Simón Garcés, Maestro de ins¬ trucción primaria que fuó del vecino Si tuviéramos que relatar cuantas pueblo de Deyá. Enviamos á sus des¬ versiones y noticias han corrido esta semana referentes al robo de la custodia, sería menester un diario de mayores di¬ consolados hijos y en particular á don Vicente, Maestro de la Huerta, la expre¬ sión de nuestro más sentido pésame. mensiones que las de nuestro modesto semanario. Como el asunto estaba y La oración de cuarenta horas consa¬ está todavía sub judice, no hemos querido hacer comentario alguno por no entor¬ pecer la buena marcha de las autoridades encargadas de esclarecer el hecho, limi¬ tándonos tan solo á ser fieles cronistas de lo que entre el vulgo se dice. Asegu¬ ran los más que el robo de la custodia forzosamente ha de ser obra de Tirios, mientras otros afirman y pregonan que no hay en este mundo otra gente capaz más que los Troyanos. Corren asimis¬ mo otras versiones tan ridiculas como absurdas, y correrán, seguramente, si la benemérita no tiene la suerte de dar pronto con las huellas del culpable. Por de pronto podemos asegurar que ésta no se ha dormido sobre los laureles, pues gradas á la madre de Dios bajo el miste¬ rio de su Purísima Concepción, se han celebrado en esta iglesia parroquial con la solemnidad de siempre, si bien este año se ha suprimido, con motivo de las presentes circunstancias, el explendor que revistieron el ,año pasado. En la misa mayor se cantó por el clero parro¬ quial y algunos aficionados al divino arte la magnífica composición del maes¬ tro Aulí y después del Evangelio tegió un bello panegírico de María Inmacula¬ da el elocuente orador sagrado D. An¬ tonio Lliteras, Pbro. Por la tarde, des¬ pués de los actos de coro, se rezó la Co¬ rona á la Purísima, después plática, ter¬ minando la función con las Letanías de tan luego como el sargento Sr. Lizana todos los Santos. tuvo conocimiento del robo, distribuyó En la noche de los tres mencionados toda la fuerza á sus órdenes, saliendo dias ocupó el pulpito el ya mentado se¬ parejas para los puntos estratégicos y de ñor Lliteras tratando asuntos de sumo salida, mientras que él por su parte, una interés y oportunidad. La real presencia vez hubo telegrafiado la infausta noticia de Jesucristo en la Santísima Eucaristía; al Sr. Gobernador de la provincia, Fis¬ cal de la Audiencia, primer Jefe de la Guardia civil y Jefe de línea, practicó minuciosos registros en distintas fincas y en los domicilios de gente sospechosa, encontrando algunas armas de fuego el amor piadoso y generoso de Jesús Sa¬ cramentado para con los hombres, y la correspondencia de éstos al infinito amol¬ de Jesús, fueron los temas que desarro¬ lló, y lo hizo con tal maestría y produ¬ jeron tan honda impresión en el ánimo prohibidas, llaves inglesas, de todo lo de los oyentes las palabras que salían cual se incautó al momento, exigiendo al de la boca del predicador, que, arrancó mismo tiempo le justificaran los sitios del corazón de aquella muchedumbre de recorridos en la víspera anterior y el fieles que le escuchaban con religioso punto en donde habían pasado la noche. fervor, lágrimas de verdadera ternura y Fueron también visitadas las fondas, piedad. hostales y bodegones por ver si habían La concurrencia á todos les actos fuó tenido algún huésped extraño en los dias muy numerosa, principalmente por la noche, pudiendo decir, sin temor de equi¬ vocar, que pocas veces hemos visto la iglesia tan repleta de gente la cual podían contener apenas las espaciosas naves de nuestro magestuoso templo parroquial. * ** Dia 13 se celebró en esta parroquia la fiesta que anualmente se consagra á san¬ ta Lucia, abogada de los que padecen de la vista. Tanto al oficio mayor como á las completas que se cantaron en la no¬ che del dia anterior asistió multitud de devotos de la Santa. La sociedad «El Gas» lleva ya muy adelantados los trabajos de construcción de un nuevo gasómetro, por exigirlo así el creciente favor que el público dispensa á esta clase de alumbrado. La importante sociedad de recreo y socorros mútuos denominada «La De¬ fensora Sollerense», celebró el domingo pasado su junta general ordinaria, según previenen los Estatutos, para la renova¬ ción parcial de su Junta Directiva. Los señores D. José Canals Estarellas, D. Francisco Pastor Albertí, D. Jaime Vicens Mayol y D. Francisco Albertí y Miquel, fueron por unanimidad reelegi¬ dos para los mismos cargos que antes desempeñaban, que eran los de Vice-Presidente, Vice-Secretario y Vocales, res¬ pectivamente. Felicitamos á los agraciados, al mismo tiempo que á la Sociedad por tan acer¬ tados nombramientos. Un operario que el jueves por la ma¬ ñana estaba ocupado en sacar piedra de las canteras de Can Lleitx, «Camp de sa Má», tuvo la desgracia, efecto de que le resbalara la mano, de quedar ésta cogida entre la pared y el alzaprima (parpal) magullándole por completo el dedo anular de la mano izquierda. Asistido convenientemente por sus compañeros de trabajo y restablecido del síncope que le produjo tan intenso dolor, marchó después á su casa en donde fué curado, según el caso requería. El vapor «León de Oro», que proce¬ dente de Cette y Barcelona había llega¬ do á este puerto el martes por la maña-, na, salió de nuevo para los puntos de procedencia el miércoles por la noche, lle¬ vándose gran cantidad de naranjas y li¬ mones, efectos varios y algunos pasaje¬ ros. También salió ayer para Agde el laúd de esta matrícula «Esperanza» con carcargamento de naranjas, pagadas á 7‘50 pesetas la carga, por cuenta de la socie¬ dad «Liga de Propietarios». Dias verdaderamente primaverales han sido en su mayoría casi todos los de la semana que está á punto de finir. El granizo y la nieve que á principios de la anterior coronó bastante tiempo las crestas del Puig Mayor, quedó derretida como por encanto tan luego como el es¬ plendoroso sol esparció sus tibios rayos, proporcionando á la tierra «1 calor nece¬ sario para evaporar la sobrada humedad que se notaba en la misma. Los agricultores aprovechándose del buen tempero que se nota en sus campos no se dan punto de reposo para hacer sus primeras siembras, algo tardías ya por las continuadas lluvias que durante un mes no cesaron de caer. La cloaca colectora de aguas pluvia¬ les que el Ayuntamiento ha mandado construir por su cuenta en la calle del Mar, toca á su término faltando, única¬ mente una capa de piedra machacada que deberá colocarse sin duda para el mejor afirmado. Y si gastándose algunos centenares de pesetas más pudiera lo¬ grarse, cosa no muy difícil el que otra cloaca, que no importa nombrar, en vez de desembocar en sitio tan público como lo es el Puente de la Plaza de la Cons¬ titución, desembocara, cambiando única¬ mente la rasante, en la misma cloaca de la calle del Mar, recientemente construi¬ da, sería de seguro la más útil y saluda¬ ble mejora hecha de mucho tiempo á esta parte. El Ayuntamiento sacó dias pasados á pública subasta el arriendo de los arbi trios municipales durante el año natural que comprende desde el l.° de Enero á 31 de Diciembre de 1901. habiendo dado los siguientes resultados: Por 3500 pesetas á D. Cayetano Po¬ mar los derechos del Matadero público. Por 1267 á D. Lucas Morell y Coll los derechos de plaza y puestos públicos. Por 18 pesetas á D. Bartolomé Rotger y Ramis el arriendo de la casita de debajo la Torre del puerto, señalada con el número 1. Por 22 pesetas á D. José Pons Villalonga el déla del mismo puerto, señalada con el número 2. Por 68 pesetas á D. Jaime Magraner y Pons el arriendo del almacén señalado con el número 3. Por 68 pesetas á D. Guillermo Bernat y Sancho el del almacén señalado con el número 4. Por 101 pesetas á D. Pedro Juan Colom y Castañer el señalado con el núme¬ ro 5. Por 43 pesetas á D. Guillermo Castafíer y Bernat el señalado con el núme¬ ro 6. Y finalmente por 72 pesetas al señala¬ do con el número 7 á la misma persona que obtuvo el almacén número 5. CULTOS SAGRADOS En la iglesia Parroquial—Mañana, domingo, á las 9 y media se pondrá de manifiesto S. D. M., luego después se cantarán horas menores y la misa mayor con sermón por D. José Pastor, Vicario. Por la tarde, vísperas y completas y el ejercicio del dia 16 consogrado á Núéáe tra Señora del Carmen. Miércoles, dia 19, á las 7, durante lá celebración de una misa el ejercicio de costumbre dedicado al Patriarca Satt José. En la iglesia de San Francisco.—Hoy al anochecer se cantarán solemnes Com¬ pletas en preparación de la fiesta, con que los Terciarios y devotos obsequian á la Virgen Santísima en el misterio de su Inmaculada Concepción. Mañana domingo, á las nueve y me¬ dia, exposición del Santísimo, horas y la misa mayor, en la que cantará las glorias de la Inmaculada el jóven Presbíte¬ ro D. Bernardo Oliver. Por la tarde ex* posición, coronilla de las doce estrellas, sermón por D, Antonio Caparé, Presbí¬ tero, estación y reserva4 Todos los Terciarios asistiendo á la función de la tarde con las debidas dis* posiciones podrán ganar indulgencia pie* liaría aplicable á las almas del Purgato* rio. Registro Civil Nacimientos. Varones 1.—Hembras 1.—Total 2. Matrimonios Ninguno. Defunciones , Dia 7.—Manuela Aragonés Ruiz, dé 3 meses, calle de Moragues. Dia 7.—D. Pedro «L Colomar Cam- pins, de 60 años, casado, calle de Vives. Dia 10.—^D. Damián Mayol Mar¬ qués, de 68 años, viudo, calle del Mar. Dia 13.—D.a María Vicens Escales, de 80 años, viuda, Tanca d’ en Oañellas. Dia 14.—Juan Morell Trias, de 6 me¬ ses, calle de San Pedro. MOVIMIENTO DEL PUERTO Embarcaciones fondeadas Dia 11 de Diciembre.-—De Barcelona, en 10 horas, vapor León de Oro, de 125 ton., capitán D. G. Mora, con 17 mar. y efectos. Dia 11.—De Alcudia, en 1 dia, laúd San Francisco, de 7 ton., pat. D. P. Cerdá, con 4 mar. y leña. embarcaciones despachadas Dia 12.—Para Cette, Vapor León de Oro, de 125 ton., cap. D. G. Mora, con 17 mar. y efectos. Dia 13.—Para Palma, laúd San Fran¬ cisco, de 7 ton., pat. D. P. Cerdá, con 4 mar. y lastre. SINDICATO AGRICOLA SOLLERENSE El domingo 16 de los corrientes, á las cinco de la tarde, y en el local del «Cir¬ culo Sollerense», disertará el socio-Presidente del Sindicato, D. José Rullan, sobre los medios mas prácticos y adecua¬ dos de combatir la nueva enfermedad del naranjo en esta comarca. Lo que se anuucia para conocimiento de los señores socios, y demás personas que gusten asistir. Sóller 14 Diciembre de 1900.—Por el Sindicato Agrícola Sollerense: El Vice¬ presidente, Pedro Alcover. g LITERATURA POPULAR MALLORQUINA Aixó ’s pajes li va di Cuant es ciutadá sentí lo que li deya es pajes: —Tu ets ase, me pareix, si Pina vóls alaba, qui tots heu mestó ferrá cóm una ase de muntanya; teniu mes fórta sa banva «z qu’ un bóu criat a Sivilla; es mes ximpla ha mesté brilla ¡vayes es maleyt qu’ ha mestél —A tu’t vendría mes bé un bast ó un aubardá. ¿Aixó ’s modu de parla a una gent cristiana'? Tu no deus essé senyó: tu deus essé purtadó, ó de la Sala esgutzí: ¡Que tu cunverses així, póca ensenyanca t7 han dada! A n es valí de sa murada degueres estudia. ¡Ja ’n deus sebre de fila si n7 aprengueres petit! —¿Qué no calles? Atrevít, grandíssim escándalos; surtirme tant furiós, dirme esgutzí de la Sala!... Amb sa primera gallada es metja no 7t curará. Jó ’t musíraré de parla. Ja se coueix qu’ ets pajes. —Mira, senyó de jaquet, cuant tu Tn ferirás a mí GLOSES Y CODOLADES SOLLERIQUES ja no ’t quedará bossí de róba demut cundrét. —¿Qué no vous que jó 7t duré, pajes, a ne ’s tribunal perque 7s causa criminal ses paraules que m7 has dites? —Jó encare les trób petites y les te vuy remuntá: tu necessites pusá una camia de sera perque sa te va flaquesa no té cumparació. Tu no tens atenció a sa lley que Deu mus mana. No hi ha dia ’n sa setmana que siy reservat per tú. Ja heu sé, ja, que tot t’ es ú tant curerua cóm carnal. Tu ets de mal natural. ¿Qué no vous que ’ts cundemnat? —Vols me posá que no sabs quins dies en s’ any bey ha que carn no se pót menjá, de cualsevól classe sia, en no essé per malaltía? —Qué vóls posá qu’ heu diré? Jó no crecli que quedis bé si amb tot aixó ’m vóls estrenya; onze dies de curema y quatre mes que n7 hi ha, que tots los te puch cuntá y no som estudiant: Que ’s un del Esperit Sant, Es disapte de sant Pere. POR D. JOSÉ RULLAN PBRO. No ’t deix rés per sa vurera; es mitx thu pusaré tot: dia catorze d’ Agost y es disapte de Nadal. Jó pens que ja estich cabal de ‘s dijunis reserváis. ¿Vólsme posá que no sabs, tú, qui pretens, ciutadá: sa paraula aont está qui ’s diu tercer a n7 es Credu? —Jó no tench es cap de ferru, peró no puch cuntestá. —Idó, 1’ has d’ ana a cercá un poch abans de lus mórts. Si ’s contes t‘ han sortit tórts es estat per bravetjá; ja t’ lii turnarás pusá altra volta amb un pajes. Som de Pina y no valch rés, peró t7 he sabut guanyá. SA MINA D‘ O DE BINIARAIX Miquel —Móstre Pere ¿no ’m direu que cósa de nóu bey ha? Jó per tot sent cunversá d’ aquets hómus qu’ han vengüts, Méstre PeRe Aixó son trubadós d’ ó y ja’n cerquen a Ca‘s Dóel 4 SOL, LEU PUBLICACIONES RECIBIDAS DURANTE LA PRESENTE SEMANA La Energía Eléctrica. Revista gene¬ ral de electricidad y sus aplicaciones.— Sumario del n.° 2.“ del tomo 3.°=Sobre la afinidad química (continuación), por José Ecliegaray; Funciones armónicas (conclusión) (ilustrado), por José G. Benítez; Teoría general de los transforma¬ dores, por Luis León y Núñez; Los acu¬ muladores en la telegrafía (ilustrado), por Miguel P. Sautano; Aplicaciones de la electricidad á los buques, por Ro¬ berto López Barril; Experiencias curio¬ sas; Las pantallas metálicas y el cuerpo humano en la telegrafía sin alambres, por G. Y.—Bibliografía.—Crónica cien¬ tífica; Util perfeccionado de Howe para la tensión de ios hilos metálicos; Curio¬ so tranvía suspendido; Las dimensiones de los cables eléctricos; Influencia del ■eclipse de sol sobre la electricidad at¬ mosférica; Curioso efecto de destrucción de las lámparas de incandescencia; Indi¬ cador de tierra electrostático; Nuevos medios para determinar la velocidad de propagación de las ondas eléctricas; Reóstatos de silicio aglomerado.—Infor¬ mación: Advertencia; Preguntas' y res¬ puestas; Sumario.—Suplemento: Boletín de Telégrafos; Sección oficial; Noticias; Correspondencia particular; Libros y Revistas; Ofertas y demandas. Se suscribe en la Administración, calle del Almirante 10, 3.o izquierda, Madrid. * :¡: * La Administración Práctica.—Suma¬ rio del mes de Diciembre.^Sección pri¬ mera.—Servicios especiales del mes de Diciembre; Padrón. IY Empadronamien¬ to del quinquenio de 1900 á 1905. Em¬ padronamiento de Jurados. I. Censo de población. III Servicios á cumplimentar en el presente mes. Instrucción públi¬ ca. IV Censo de escolares. Sanidad. III Médicos municipales. Servicio mi¬ litar. XVII Registro y listas de revista. XVIII Preliminares del alistamiento.— Pósitos. IV Rendición de cuentas y re¬ lación de deudores.—Sección segunda.— Servicios generales; Contabilidad. VII Libros que intervienen en la contabilidad municipal. VIH Asientos en los libros de Contabilidad. Contratos administra¬ tivos. III Circular aclaratoria. Instruc¬ ción pública. II R. O. aclarando el artí¬ culo 84 del Reglamento orgánico de pri¬ mera enseñanza. III Resolución de la Subsecretaría del Ministerio de Instruc¬ ción pública y Bellas Artes en armonía con la R. O. anterior. IV R. O. dictando reglas á fin de que no se entorpezca el pago de las obligaciones de primera en¬ señanza. Secretarios de Ayuntamiento. II Expediente completo para la provi¬ sión en propiedad de Secretarías de Ayuntamiento. Bagajes. I Obligación de los Ayuntamientos de facilitarlos á comisiones militares. Sanidad. II Esta¬ dos mensuales para la estadística demográfico-sanitaria.—Sección de Juzgados municipales.—Juicio de desahucio. V Formularios. (Continuación). Sucesio¬ nes. I Real Decreto relativo á las certi¬ ficaciones de actos de última voluntad.— Sección de Consultas.—31. Cuentas mu¬ nicipales. El exáraen y censura de las mismas debe ser por ejercicios, no pro¬ cediendo acumularse cargos correspon¬ dientes á varios. 32. Juicios verbales. Pago de costas á los funcionarios recu¬ sados. 33. Secretarios de Juzgado mu¬ nicipal. Provisión de la vacante cuando no se haya solicitado durante el término de los edictos. 34. Juicios de faltas. Tramitación de estos juicios cuando sean ignorados los autores. 35. Multas mu¬ nicipales. Modo de hacerse efectivas es¬ tas multas por los Juzgados municipa¬ les. Sección libre. Dos palabras.— Nuestra conducta ante el secretariado.— Asociación de secretarios de Ayunta¬ miento del partido de Manresa. Un paso más hacia la unión secretarial. Se suscribe en Barcelona, calle de Cas¬ I.otaños, n.o 6, principal. * ** El Magisterio Balear.=SuMARio del n.o 8.—Sección Oficial; Real orden re¬ ferente ai pago de Maestros. Exposi¬ ción y Proyecto de Ley sobre derechos pasivos.—Sección Doctrinal: Es lógico, por (Merino Ojeda, de «El Boletín del Magisterio».--Sección Provincial: Ex¬ tracto de la sesión celebrada por la Jun¬ ta Provincial de Instrucción publica el de Diciembre.—-Sección de noticias: Noticias de la provincia. Se suscribe en la Redacción y Admi¬ nistración, calies del Sol, 11, y Cadena, II, Palma. RED METEOROLÓGICA DE CATALUÑA Y BALEARES SERVICIO DE LA GRANJA EXPERIMENTAL DE BARCELONA.—®.‘ quincena de Noviembre OBSERVATORIO DE D. JOSÉ RULLAN PBRO.—CALLE DE SAN PEDRO. OBSERVATORIO DEL FARO DE «PUNTA GROSSA» BAióMEÍlo mm 1Í1EHT-9 TEMPERATPRA PSICRÓMETRO Un» < 1—1 « Tarde i Cantidad Clasifica¬ ción. Diret cien Fue rza eré Bar. T«\\ Bar. Ter. Mna Tde. Mna Tde. Mna Tile Mna Tde Al sol. A la sombra Han m Tai'de Observaciones Seco cis-a Máx Min Máx Min Húm. Seco Húm. L6 752 15 754 15 10 10 17 754 14 749 15 10 8 18 750 14 754 14 10 10 19 753 15 758 14 8 10 29 754 16 746 18 10 10 21 758 16! 749 17 10 8 22 752 16 754 16 6 o 23 758 14 758 18 0 0 24 754 14 752 14 10 8 25 756 15 752 15 6 4 26 755 15 755 15 4 0 27 756 15 755 15 2 2 28 744 15 754 15 10 4 29 745 15 749 15 10 6 1746 30 745 16 16 6 6 C. e. — — 0 N. N. s. N. 4 N. N. s. N. 4 N. N. E. E. 6 N. N. N. N. 7 C. N. 0 c. C. — — 0 0. O. — O. 0 N. c. O. N. 6 G. c. — — 0 C. 0. — — 0 C. c. — O. 0 N. c. O. O. 4 N. N. E. N. 9 N. N. O. N. 4 0 4*0 2 6 9'6 8 6 75’0 0 L4‘0 0 5’4 2 4 8’0 0 04 0 2 2 ¡21’2 4 3355 4 5'0 3-0 19 8 17 11 124 11’2 15'0 12’0 l-o 18 10 16 12 15*0 13'0 15’0 13‘0 TO 16 6 15 9 144 1T0 13’0 12'0 DO 15 8 14 11 13*0 104 18’0 9'ü l-o 14 5 14 8 13*8 12'0 114 105 T0 15 6 12 9 144 94 12’0 10*0 0*6 14 3 13 8 104 94 12’0 104 1*6 14 8 15 8 9'0 8'0 144 12'0 0*8 19 8 15 10 15’0 13’0 16’0 114 1‘2 19 5 16 9 13*0 12’0 lo’O 12‘0 0*7 19 4 15 7 124 114 154 12‘0 0-6 18 9 16 8 9’0 8*0 15*0 iro TO 17 5-0 16 4-0 17 3 14 • r- 14’0 9’0 13'0 8*0 5 17 r/ 8‘0 7’0 104 10’0 Nevado. 6 15 8 12'0 ! 9'0 12’5 iro TERMÓMETROS. MAÑANA TARDE VIENTO Atmósfera Pifio. Terrnó- Termó¬ s Anemó¬ c« Mañana. c Tarde. Dirección metro Baró¬ metro Baró¬ del metro del metro metro. n.° de vueltas o a 3 Máxi¬ ma. Míni¬ ma. Máxi¬ ma. Baro- Baró- lina. Míni¬ metro. Milí¬ metro. Milí¬ ma. Grados metros Grados metros Tde. durante las 24 horas. M.a Tarde Milis. o &£ a 16 18-0 17 19*0 18 19-0 19 17-0 20 15*0 21 14*0 22 17*0 23 18*0 24 19*0 25 17*0 26 20*0 27 19*0 28 20*0 29 16*o 30 14*0 11*0 14*0 10*8 9*0 10*0 5*4 8*0 10*0 12*0 7*6 13*0 10*0 12*0 4*0 5*0 19*0 19*0 18*0 15*0 14*0 15‘0 17*0 19‘0 17*0 20*0 18*0 19*0 16*0 13*0 15*0 15*0 16*0 15*0 17*0 9‘0 16*0 13*0 14*0 9*0 14*0 10*0 13*0 11*0 13*6 14*0 15*0 8*0 15*0 14*0 15*0 14*0 15*0 14*0 17*0 11*0 15*0 5*0 11*0 14*0 12*0 75T8 17*0 748*7 17*6 750*8 13*8 752*0 14*0 742*0 14‘0 747*0 13*0 756*8 14*0 758*5 16*0 750*0 15*0 754*8 17*0 755*6 17*0 753*4 16*6 741*0 15*0 739*0 12*6 742*8 13*0 749*0 so. so. 23.799 c. 748*7 0. NO. 77.426 D. 750*7 NO. N. 87.482 C. 749*7 NE. NE. 44.708 C. 740*9 NE. NO. 110.961 C. 748*5 NO. O. 34.721 C. 757*7 O. O. 48.708 C. 757*3 SO. so. 18.162 D. 751*8 0. 0. 110.268 C. 755*0 so. so. 47.010 C. 754*6 0. NO. 35.130 D. 751*0 so. O. 16.712 D. 740*0 so. 0. • 44.330 C. 739*0 so. NO. 62.982 c. 743*0 0. O. 66.95*2 c. c. 5*0 D. 4*0 C. 13 T0 c. 2 T0 c. 102 2*0 c. 35 2*0 D. 8 2*0 D. 3*0 c. 6 4*0 D. 1 4*0 D. 3*0 I). 2*0 D. 17 T0 C. 26 2*0 C. 1 2*0 Observaciones NOTA.—El barómetro se halla, en Sólleiy á 52‘53 metros, y en «La Punta Grossa», á 101*620 metro*, sobre el nivel del mar. Las horas de observación, á las 9 de la mañana y á las 3 de la tarde.--En la casilla de la fuerza de los vientos, el 0 indica calma, lashoias están inmóviles: 1, débil, mueve ligeramente las Lujas: 2, moderado, agita las hojas y pequeñas ramas: 3, bastante fuerte, agita las ramas gruesas de los árboles: 4, fuorte, dobla las ramas gruesas y los troncos de pequeño diámetro: 5, violento, sacude violentamente los árboles, rompe las pequeñas ramas: 6, huracán, derriba tejados y chimeneas, arranca los arboles.—La cantidad do las nubes se expresa en décimas do cielo cubiorto, hasta 10 que significa cubierto. La clasificación por C que significa Cirros; K Cúmulos, S, Stratos- N Nimbos; CK, Cirrocúmulos. Los anancios que se inserten en esta sección pagarán: Hasta tres inercicr.es á razón de 0‘05 pesetas la línea; hasta cinco inserciones a pazon de 0‘03 pesetas, y de cinco en adelante á razón de Ü‘02 pesetas. El valor mínimo de un anuncio, sea cual fuere el número de lineas le aue se componga, será de b‘50 pesetas. Las lineas, de cualquiera, tipo sea la letra, y los grabados, se conta¬ rán por tipos del cuerpo 12 y el ancho sera ol de una columna omina¬ da del periódico. Sección de Anuncios Los anuncios mortuorios por una sola vez pagaran: Del ancho de una columna 1*50 ptas., del de dos 3 ptas,, y asi en igual proporeióon En la tercera plana los precios son dobles, y triples en la segunda Los comunicados y anuncios oficiales pagarán á razón de 0‘05 pese¬ tas y los reclamos á razón de 0‘10 ptas. la línea del tipo en que se compongan, siendo menor del cuerpo 12, y de éste si es mayor, tos sn*ei-íptorca disfrutaran umi rebaja de sin S5 por para 1901, (4.° año de su publicación), recomendado por RR. OO. de los ministe¬ rios de Estado y Hacienda, es el más importante de España porque contiene 450.000 señas comerciales de casi todas las naciones de Europa (entre las que me¬ rece citarse España por la extensión y exactitud de sus direcciones) y toda la Amé¬ rica; Aranceles de Aduanas de dichas naciones; tarifas internacionales de transpor¬ tes, información para el desarrollo comercial, estadísticas, etc., etc.; inserta gratui¬ tamente las señas de todo comerciante, industrial, empleado, propietario, profesor abogado, notario, procurador, arquitecto, médico, etc., que lo solicite. Precio de! Anuario por suscripción: en Barcelona, 10 pesetas, fuera de Barcelona, 12 pesetas. —Pídanse las tarifas de anuncios. PASEO DE ISABEL II, NÚMERO 8 Y CALLE LLAUDER, NÚMERO 1 —Pídase EN PALMA en el «Centro de Suscripciones» de C. Miguel Alvarez, calles de Feliu, 32 y Santo Espíritu 32, y en SÓLLER en el establecimien¬ to «La Sinceridad», San Bartolomé, 17. TALONARIOS DE ti LOTERÍA DE NAVIDAD, de ks SERVICIO DECENAL hojas que se quieran y con el número del billete, se imprimen á precios módicos en este estableci¬ miento. Dentaduras desde ocho duros. Se han recibido las Agendas de Bufete para el Dientes á dos pesetas, asegurando la masticación y pronunciación, y año de 1901, y los Almanaques Bailly-Bailliere, pe¬ como garantía podrán pagarse á queña enciclopédia popular de la vida práctica, y s@ venden ¿1*50, 2*50 y 3 pesetas ejemplar, las prime¬ los tres meses de haberlas usado. A los que acrediten ser pobres se les practicarán las operaciones por el magnifico y veloz vapor ras, y á B50 y 2, éstos, según sean encuadernados de cirujía dental gratis. en rústica ó encartonados. Pelaires, n.° 102.—PALMA. salidas de Sóller para Barcelona: los dias 10, 20 y último de cada mes. . LA SINCERIDAD.^San Bartolomé, SÓLLER. SOLLERENSE LA Salidas de Barcelona para Cette: los dias 1, 11 y 21 de id. id. Salidas de Cette para Barcelona: los dias 5, 15 y 25 de id. id. L‘ASSICDRATRIGS ITALIANA DE JOSÉ CON* Salidas de Barcelona para Sóller: los dias 6, 16 y 26 de id. id. CONSIGNATARIOS:—EN SÓLLER.—D. Guillermo Bernat, calle Sociedad de seguros contra los ACCIMIIMS ®EJL TEABAJO ESTABLECIDA EN MILÁN Y RECONOCIDA EN ESPAÑA Capital social: 5.000.000 Liras CERBlRE y PORT-BOU (Frontera franco-española) Aduanas, transportes, comisión, consignación y tránsit® Agencia especial para el trasbordo y reexpedición de naranms. frutas frescas y pescados La Ilustración Española y Americana. del Príncipe n.° 24.—EN BARCELONA.—Señores Rosicb, Roura y Comp.a. Paseo de la Aduana, 25.—EN CETTE.—D. Guillermo Co¬ loro, Quai Commandant Samary-5. NOTA.—Siempre que el día de salida de Cette. según el presente itinerario corresponda al sábado ó día anterior á uno festivo, la retrasará el vapor veinte y cuatro horas y saldrá el domingo ó día festivo que sea, á la misma hora. LADRILLOS HIDRÁDLIGOS, RASERAS, Habiéndose promulgado la Ley sobre los accidentes del trabajo de 30 de Enero último, esta importante Sociedad asegura todas las indus¬ trias, mediante una prima, contra los riesgos indicados en dicha Ley. —La Moda Elegante.—La Ilustración Artística.—El Salón de la Moda.—Album Salón.—Ija Pordadora.—La Perla Ar¬ tística.—La Mariposa.—La Zapatería Ilustrada.—Sol y Sombra.—Im Elegan¬ DE LA CASA ESJCOFET, TEJERA Y €V de BARCELONA Director de la Sucursal Española: D. MANUEL GES, Merced, 20, cia,—y otra infinidad de periódicos y revistas ilustradas de España sirve á sus Barcelona.—Para informes y demás, dirigirse al Agente principal, abonados el «Centro de Suscripciones», B. HOMAR, Samaritana, 16, Palma.—Agente en Só-ller, ARNALDO sección tercera de «La Sinceridad», San lie del Mar. CABELLAS. Bartolomé 17,—SOLLER. SOLLER.—Imp. de «La Sinceridad»